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DEL INCONVENIENTE
DE HABER NACIDO
(1973)
Emil Cioran
Traducción:
© Julio Pollino Tamayo
cinelacion@yahoo.es
2
3
[a Roger Munier, para decirle el gran placer que tuve ayer noche de hablar con él de no tener salida
– con toda amistad E. M. Cioran. París el 24 enero 1974]
—¿Hay algún título por el que sienta un apego particular?
—Sin lugar a dudas, Del inconveniente de haber nacido. Me adhiero a cada
palabra de ese libro, que se puede abrir por cualquier página y no es necesario
leer entero.
Emil Cioran
4
5
ÍNDICE
Justificación............…………………………...…………..7
I……………………………………………………………9
II……………………………………………………….….27
III……………………………………………………...…..41
IV……………………………………………….…………55
V…………………………………………………..………65
VI…………………………………………………...…….77
VII………………………………………………...………89
VIII………………………………………………………109
IX……………………………………………………..….127
X…………………………………………………………141
XI…………………………………………………...……157
XII…………………………………………………...…..165
Emil Cioran cumple 100 años (1911-2011)……………...177
Emil Cioran sobre España………………………………..181
6
7
JUSTIFICACIÓN
“Del inconveniente de haber nacido” es probablemente el libro más importante
de mi vida, el que mejor me define, retrata. Hacer mi propia traducción era un
viejo proyecto. La traducción de la escritora mejicana Esther Seligson es buena,
muy correcta, legible, y se la agradezco de corazón, me ha sido muy útil para
resolver algunas dudas, pero no es fiel al texto de Cioran, a su sintaxis, hay miles
de arbitrariedades, de equívocos, de malas lecturas, interpretaciones. Incluso se
salta, ¿censura?, seis aforismos, estos: 1) “Solo admiraría plenamente a un
hombre deshonrado — y feliz. Aquí hay alguien, me diría, que hace caso omiso
de la opinión de sus semejantes y que atrae felicidad y consuelo en sí mismo”. 2)
“¡La cantidad de exaltados, de lunáticos y de degenerados que he podido
admirar! Alivio vecino al orgasmo por la idea que jamás abrazará una causa,
sea la que sea...”. 3) “La lucidez no extirpa el deseo de vivir, ni mucho menos,
solamente lo vuelve impropio para la vida”. 4) “A partir del momento en que la
derrota estaba a la vista, Hitler solo hablaba de victoria. Creía en ella — se
comportaba en todo caso como si creyera en ella — y permaneció hasta el final
envuelto en su optimismo, en su fe. Todo se derrumbaba a su alrededor, cada día
aportaba un desmentido a sus esperanzas pero, persistiendo en descartar lo
imposible, cegándose como solo los incurables saben hacerlo, tuvo la fuerza
para llegar hasta el final, de inventar horror tras horror y continuar más allá de
su locura, más allá de su destino. Es así como se puede decir de él, de él que
perdió todo, que se ha realizado mejor que ningún otro mortal.”. 5) “Siempre he
vivido con la consciencia de la imposibilidad de vivir. Y lo que hizo mi existencia
soportable, fue la curiosidad de ver cómo iba a pasar de un minuto, de una
jornada, de un año al otro”. 6) “Port Royal. En medio de esta vegetación,
¡cuántos combates y desgarramientos a causa de minucias! Toda creencia, al
cabo de un cierto tiempo, parece gratuita e incomprensible, al igual que la
contra-creencia que la ha arruinado. Solo subsiste el aturdimiento que la una y
la otra provocan”. En una traducción siempre tiene que primar el respeto
absoluto a las palabras concretas del escritor y a su particular forma de
ordenarlas. Clarificarlas, interpretarlas, no es el cometido del traductor. Su labor
es la de volcar al español exclusivamente el lenguaje de la manera más aséptica
posible, buscando incluso la similitud gráfica. Hablamos del francés, no del
chino, así que se puede, y se debe, hacer, siempre. ¡Va por ti, Maestro Cioran!
Julio Pollino Tamayo
8
9
I
Tres de la mañana. Percibo este segundo, y después este otro, hago el balance
de cada minuto.
¿Por qué todo esto? — Porque he nacido.
De un tipo especial de vigilias deriva la acusación del nacimiento.
*
«Desde que estoy en el mundo» — ese desde me parece cargado de una
significación tan espantosa que lo convierte en insostenible.
*
Existe un conocimiento que quita peso y alcance a lo que se hace: por él; todo
está privado de fundamento, salvo él mismo. Puro hasta el punto de aborrecer la
idea de objeto, traduce ese saber extremo según el cual cometer o no cometer un
acto es todo uno y se acompaña de una satisfacción extrema también: la de poder
repetir, en cada encuentro, que ningún gesto que se ejecuta merece que se
adhiera, que nada se ve realzado por algún rastro de sustancia, que la
«realidad» es competencia del insensato. Tal conocimiento merecería ser
llamado póstumo: opera como si conociéndolo estuviera vivo y no vivo, ser y
recuerdo de ser. «Es ya pasado», dice de todo lo que hace, en el instante mismo
del acto, que de esta manera queda para siempre alejado del presente.
*
No corremos hacia la muerte, huimos de la catástrofe del nacimiento, nos
agitamos, como supervivientes que intentan olvidarlo. El miedo a la muerte no es
más que la proyección hacia el porvenir de un miedo que se remonta a nuestro
primer instante.
Nos repugna, es cierto, tratar el nacimiento como peste: ¿no nos han inculcado
que es el supremo bien, que lo peor se sitúa al final y no al comienzo de nuestra
carrera? El mal, el verdadero mal está por tanto detrás, no delante de nosotros.
Lo que se le escapó a Cristo, es lo que cogió Buda: «Si tres cosas no existieran
en el mundo, oh discípulos, lo Perfecto no aparecería en el mundo…» Y antes de
la vejez y de la muerte, se sitúa el hecho de nacer, fuente de todas las
enfermedades y de todos los desastres.
10
*
Se puede soportar cualquier verdad, por destructiva que sea, a condición de que
sea total, que aporte tanta vitalidad como la esperanza a la cual ha sustituido.
*
No hago nada, se entiende. Pero veo las horas pasar — lo que vale más que
intentar llenarlas.
*
No es necesario ceñirse a una obra, solamente decir algo que pueda
murmurarse al oído de un borracho o de un moribundo.
*
Hasta que punto la humanidad está en regresión, nada lo prueba mejor que la
imposibilidad de encontrar un solo pueblo, una sola tribu, donde el nacimiento
provoque todavía duelo y lamentación.
*
Rebelarse contra la herencia es rebelarse contra miles de millones de años,
contra la primera célula.
*
Hay un dios al principio, si no al final, de toda alegría.
*
Jamás a gusto en lo inmediato, no me seduce más que lo que me precede, que
lo que me aleja de aquí, los innumerables instantes en que no fui: el no-nacido.
*
Necesidad física del deshonor. Me hubiera gustado ser hijo de verdugo.
11
*
¿Con qué derecho rezáis por mí? No necesito intercesión, me las arreglaré solo.
Por parte de un miserable, quizá lo aceptaría, pero de nadie más, aunque fuera un
santo. No puedo tolerar que se inquieten por mi salvación. Si la aprehendo y la
huyo, ¡qué indiscreción vuestras plegarias! Dirigidlas a otra parte; de todas
maneras, no estamos al servicio de los mismos dioses. Si los míos son
impotentes, es de creer que los vuestros no lo son menos. Incluso suponiendo que
sean como les imagináis, aún carecerían del poder de curarme de un horror más
viejo que mi memoria.
*
¡Nada más miserable que una sensación! El éxtasis mismo no es, quizá, nada
más.
*
Deshacer, des-crear, es la única tarea que el hombre puede asignarse, si aspira,
como todo indica, a distinguirse del Creador.
*
Sé que mi nacimiento es un azar, un accidente risible, y sin embargo, tan pronto
como me olvido de ello, me comporto como si fuera un acontecimiento capital,
indispensable para la marcha y el equilibrio del mundo.
*
Haber cometido todos los crímenes, excepto el de ser padre.
*
Por regla general, los hombres esperan la decepción: saben que no deben
impacientarse, que vendrá tarde o temprano, que les dará el tiempo necesario
para que puedan dedicarse a sus negocios del momento. Es de otro modo para el
desengañado: para él, ocurre al mismo tiempo que el acto; no necesita acecharla,
está presente. Liberándose de la sucesión, ha devorado lo posible y convertido al
futuro en superfluo. «No puedo encontraros en vuestro porvenir, dice a los otros.
No tenemos un solo instante que nos sea común». Porque para él todo el porvenir
está ya allí.
Cuando se percibe el final en el comienzo, vamos más rápido que el tiempo. La
iluminación, decepción fulminante, dispensa una certeza que transforma al
desengañado en liberado.
12
*
Me desligo de las apariencias y me enredo en ellas sin embargo; o más bien,
estoy a medio camino entre estas apariencias y lo que las invalida, lo que no tiene
ni nombre ni contenido, lo que no es nada y que es todo. El paso decisivo fuera
de ellas, no lo franquearé jamás. Mi naturaleza me obliga a flotar, a eternizarme
en el equívoco, y si trato de decidir en un sentido u otro, perecería por salvarme.
*
Mi facultad de sentirme decepcionado sobrepasa todo entendimiento. Ella es
quien me hace comprender a Buda, pero es ella también quien me impide
seguirle.
*
Aquello que no podemos ya compadecer, no cuenta y no existe ya. Por eso
nuestro pasado cesa tan rápido de pertenecernos para pasar a la historia, algo que
no interesa ya a nadie.
*
En lo más profundo de uno mismo, aspirar a estar tan desposeído, a ser tan
lamentable como Dios.
*
El verdadero contacto entre los seres solo se establece por la presencia muda,
por la aparente no-comunicación, por el intercambio misterioso y sin palabras
que se asemeja a una plegaria interior.
*
Lo que sé a los sesenta, lo sabía ya a los veinte. Cuarenta años de un largo, de
un superfluo trabajo de verificación...
*
Que todo está desprovisto de consistencia, de fundamento, de justificación,
estoy de ordinario tan seguro, que, quien osara contradecirme, aunque fuera el
hombre que más estimo, me parecería un charlatán o un estúpido.
13
*
Desde la infancia, percibía el flujo de las horas, independientes de toda
referencia, de todo acto y de todo acontecimiento, la disyunción del tiempo de lo
que no era él, su existencia autónoma, su estatuto particular, su imperio, su
tiranía. No puedo recordar más claramente aquella tarde en que, por primera vez,
frente al universo vacante, no era más que una fuga de instantes rebeldes a
cumplir su función propia. El tiempo se despegaba del ser a mis expensas.
*
A diferencia de Job, no he maldecido el día de mi nacimiento; los otros días en
cambio, los he cubierto todos de anatemas...
*
Si la muerte solo tuviera aspectos negativos, morir sería un acto impracticable.
*
Todo es; nada es. Una y otra fórmula aportan igual serenidad. El ansioso, para
su desgracia, permanece entre las dos, temblando y perplejo, siempre a merced
de un matiz, incapaz de establecerse en la seguridad del ser o de la ausencia del
ser.
*
En esta costa normanda, a una hora tan temprana, no necesitaba a nadie. La
presencia de las gaviotas me molestaba: las hice huir a pedradas. Y gracias a sus
gritos de una estridencia sobrenatural, comprendí que era precisamente lo que me
faltaba, que lo siniestro solo podía apaciguarme, y que para encontrarlo es por lo
que me había levantado antes del amanecer.
*
Estar vivo — de repente me sorprende la extrañeza de esta expresión, como si
no se aplicara a nadie.
14
*
Cada vez que algo no va y tengo piedad de mi cerebro, me dejo llevar por unas
irresistibles ganas de proclamar. Es entonces cuando adivino de que pobres
abismos surgen reformadores, profetas y salvadores.
*
Me gustaría ser libre, perdidamente libre. Libre como un nacido muerto.
*
Si en la lucidez entra tanta ambigüedad y confusión, es porque es el resultado
de un mal uso que hemos hecho de nuestras vigilias.
*
La obsesión por el nacimiento, transportándonos antes de nuestro pasado, nos
hace perder el gusto por el futuro, por el presente y por el pasado mismo.
*
Raros son los días en que, proyectado en la post-historia, no asisto con la
hilaridad de los dioses al salir del episodio humano.
Es necesario tener una visión de recambio, cuando la del Juicio ya no contenta
a nadie.
*
Una idea, un ser, no importa en qué se encarne, pierde su figura, se vuelve
grotesco. Frustración del resultado. Nunca evadirse de lo posible, relajarse en
eterna veleidad, olvidarse de nacer.
*
La verdadera, la única mala suerte: es la de ver el día. Se remonta a la
agresividad, al principio de expansión y de rabia alojado en los orígenes, al
impulso hacia lo peor que los sacudió.
15
*
Cuando volvemos a ver a alguien después de muchos años, deberíamos
sentarnos el uno frente al otro y no decir nada durante horas, a fin de que con el
favor del silencio la consternación pueda saborearse a sí misma.
*
Días milagrosamente afectados de esterilidad. En lugar de regocijarme, de
gritar victoria, de convertir esta sequía en una fiesta, de verla como una
ilustración de mi realización y de mi madurez, de mi desapego al fin, me dejo
invadir por el pesar y el mal humor, tan tenaz es en nosotros el viejo hombre, el
canalla inquieto, incapaz de borrarse.
*
Interesado por la filosofía hindú, cuyo propósito esencial es superar el yo; y
todo lo que hago y todo lo que pienso no es más que yo y desgracias del yo.
*
Mientras actuamos, tenemos un fin; terminada la acción, no tiene más realidad
para nosotros que el fin que buscábamos. No había nada muy consistente en todo
eso, no era más que un juego. Pero los hay que son conscientes de este juego
durante la acción misma: viven la conclusión en las premisas, lo realizado en lo
virtual, socavan la seriedad por el hecho mismo de que existen.
La visión de la no-realidad, de la carencia universal, es el resultado combinado
de una sensación cotidiana y un estremecimiento brusco. Todo es juego — sin
esta revelación, la sensación de que nos arrastramos a lo largo de los días no
tendría ese sello de evidencia del que tienen necesidad las experiencias
metafísicas para distinguirse de sus falsificaciones, los malestares. Porque todo
malestar no es más que una experiencia metafísica abortada.
*
Cuando has agotado el interés que tenías por la muerte, y te figuras que no
puedes extraer nada más de él, te repliegas sobre el nacimiento, dispuesto a
afrontar un abismo también inagotable...
16
*
En este mismo momento, estoy mal. Este acontecimiento, crucial para mí, es
inexistente, incluso inconcebible para el resto de seres, para todos los seres.
Salvo para Dios, si esta palabra puede tener algún sentido.
*
Escuchamos por todos lados, que si todo es fútil, hacer bien lo que se hace, no
lo es. Lo mismo es sin embargo. Para llegar a esta conclusión, y soportarla, hace
falta no practicar ningún oficio, o como mucho el de rey, como Salomón.
*
Reacciono como todo el mundo e incluso como los que más desprecio; pero me
recupero deplorando cada acto que cometo, bueno o malo.
*
¿Dónde están mis sensaciones? Se han desvanecido en... mí, ¿y quién soy yo,
sino la suma de estas sensaciones evaporadas?
*
Extraordinario y nulo — estos dos adjetivos se aplican a un cierto acto, y, en
consecuencia, a todo lo que resulta de él, a la vida en primer lugar.
*
La clarividencia es el único vicio que te hace libre — libre en un desierto.
*
A medida que los años pasan, decrece el número de personas con las cuales
podemos entendernos. Cuando ya no haya nadie a quien dirigirse, seremos al fin
tal y como éramos antes de caer en un nombre.
17
*
Cuando renunciamos al lirismo, ennegrecer una página se convierte en una
prueba: ¿de qué sirve escribir para decir exactamente lo que se tenía que decir?
*
Es imposible aceptar ser juzgado por alguien que ha sufrido menos que
nosotros. Y como todo el mundo se cree un Job desconocido...
*
Sueño con un confesor ideal, a quien decirle todo, confesarle todo, sueño con
un santo hastiado.
*
Desde hace de siglos y siglos que se muere, lo viviente ha debido atrapar el
pliegue de la muerte; sin el cual no se explicaría porque un insecto o un roedor, y
el hombre mismo, logran, después de algunos melindres, morir tan dignamente.
*
El paraíso no era soportable, si no el primer hombre se habría acomodado en él;
este mundo no lo es tampoco, ya que se añora el paraíso o se espera otro. ¿Qué
hacer? ¿dónde ir? No hagamos nada y no vayamos a ninguna parte, así
simplemente.
*
La salud es un bien ciertamente; pero a los que la poseen se les ha negado la
suerte de percibirla, una salud consciente de sí misma comienza a ser una salud
comprometida o a punto de serlo. Como nadie disfruta de su ausencia de
enfermedades, se puede hablar sin exageración ninguna de un castigo justo a los
saludables.
18
*
Algunos tienen desgracias; otros obsesiones. ¿Cuáles son los más dignos de
lástima?
*
No me gustaría que se fuese equitativo en mi lugar: podría pasar de todo, salvo
del tónico de la injusticia.
*
«Todo es dolor» — la fórmula budista, modernizada, sería: «Todo es
pesadilla».
De una tacada, el nirvana, llamado a poner término a un tormento de otro modo
expandido, cesaría de ser un recurso reservado a algunos solamente, para
convertirse en universal como la pesadilla misma.
*
¿Qué es una crucifixión única, comparada con la, cotidiana, que soporta el
insomne?
*
Como caminaba a una hora tardía en este camino bordeado de árboles, una
castaña cayó a mis pies. El ruido que hizo al estallar, el eco que suscitó en mí, y
un estupor desproporcionado con este incidente ínfimo, me sumergieron en el
milagro, en la ebriedad de lo definitivo, como si no tuviera más preguntas, solo
respuestas. Estaba ebrio de mil evidencias inesperadas, con las que no sabía qué
hacer...
Así es que fracasé en tocar lo supremo. Pero creí preferible continuar mi paseo.
*
Solo confesamos nuestras penas a otro para hacerle sufrir, para que las haga
suyas. Si quisiéramos adherirlo a nosotros, solo compartiríamos con él nuestros
tormentos abstractos, los únicos que son acogidos con entusiasmo por todos
aquellos que nos aman.
19
*
No me perdono haber nacido. Es como si, insinuándome en este mundo,
hubiera profanado un misterio, traicionado un gran compromiso, cometido una
falta de una gravedad sin nombre. Sin embargo a veces soy menos agudo: nacer
me parece entonces como una calamidad que sería inconsolable de no haber
conocido.
*
El pensamiento jamás es inocente. Porque no tiene piedad, porque es agresión,
porque nos ayuda a romper nuestros grilletes. Si suprimiéramos lo que tiene de
malo e incluso de demoníaco, haría falta renunciar al concepto mismo de
liberación.
*
El medio más seguro de no equivocarse es minar certeza tras certeza.
Si embargo todo lo que cuenta fue hecho al margen de la duda.
*
Desde hace mucho tiempo, desde siempre, he sido consciente de que este
mundo no es lo que necesitaba y que no podría hacerme a él; es por esto, y solo
por esto, que he adquirido un poco de orgullo espiritual, y que mi existencia me
parecía como la degradación y el desgaste de un salmo.
*
Nuestros pensamientos, a costa de nuestro pánico, se orientan hacia el futuro,
siguen el camino de todos los temores, desembocando en la muerte. Invertir su
curso, hacerles recular, dirigirles hacia el nacimiento y obligarles a fijarse en él.
De ese modo pierden por sí mismos ese vigor, esa tensión insoportable que yace
en el fondo del horror a la muerte, y que es útil para nuestros pensamientos si
desean expandirse, enriquecerse, ganar fuerza. Se comprende entonces porque,
recorriendo un trayecto contrario, les falta avance, y están tan cansados cuando
finalmente tropiezan con su frontera primitiva, que ya no tienen energía para
mirar más allá, hacia el jamás-nacido.
20
*
No son mis comienzos, es el comienzo lo que me importa. Si choco con mi
nacimiento, con una obsesión menor, es porque no puedo lidiar con el primer
momento de los tiempos. Todo malestar individual se reduce, en última instancia,
a un malestar cosmogónico, cada una de nuestras sensaciones expiando esa
pérdida de la sensación primordial, por la cual el ser se desliza fuera de no se
sabe dónde...
*
Podemos preferirnos al universo, pero nos odiamos mucho más de lo que
pensamos. Si el sabio es una aparición tan insólita, es porque parece impasible
ante la aversión, que al igual que en todos los seres, debe nutrirse por sí misma.
*
Nula diferencia entre el ser y el no-ser, si los aprehendemos con igual
intensidad.
*
El no-saber es el fundamento de todo, crea el todo por un acto que repite a cada
instante, produce este mundo y cualquier mundo, ya que no cesa de tomar por
real lo que no lo es. El no-saber es el gigantesco desprecio que sirve de base a
todas nuestras verdades, el no-saber es más viejo y más poderoso que todos los
dioses reunidos.
*
En esto se reconoce a aquel que tiene disposición para la búsqueda interior:
pondrá por encima de cualquier éxito el fracaso, lo buscará incluso,
inconscientemente se entiende. Porque el fracaso, siempre esencial, nos revela a
nosotros mismos, nos permite vernos como Dios nos ve, mientras que el éxito
nos aleja de lo que hay de más íntimo en nosotros y en todo.
21
*
Hubo un tiempo en que el tiempo no existía todavía... El rechazo del
nacimiento no es otra cosa que la nostalgia de ese tiempo anterior al tiempo.
*
Pienso en tantos amigos que ya no están, y me compadezco de ellos. Sin
embargo no son tan dignos de lástima, porque han resuelto todos los problemas,
empezando por el de la muerte.
*
Hay en el hecho de nacer tal ausencia de necesidad, que cuando piensas en ello
un poco más que de costumbre, por no saber cómo reaccionar, te plantas con una
sonrisa necia.
*
Dos clases de espíritus: diurnos y nocturnos. No tienen ni el mismo método ni
la misma ética. A plena luz del día, te vigilas; en la oscuridad, te dices todo. Las
consecuencias saludables o molestas de lo que piensa son de poca importancia
para quien se interroga en horas en las que los demás son presa del sueño. Así
que rumia sobre la mala suerte de haber nacido sin preocuparse por el daño que
puede hacerle a los demás o a sí mismo. Después de medianoche comienza el
vértigo de las verdades perniciosas.
*
A medida que acumulas años, te formas una imagen cada vez más sombría del
porvenir. ¿Es solo para consolarte de estar excluido de él? Sí en apariencia, no de
hecho, porque el porvenir siempre ha sido atroz, el hombre solo puede remediar
sus males agravándolos, de suerte que en cada época la existencia es mucho más
tolerable antes de ser encontrada la solución a las dificultades del momento.
*
En las grandes perplejidades, oblígate a vivir como si la historia estuviera
cerrada y reacciona como un monstruo roído por la serenidad.
22
*
Si, antaño, ante un muerto, me preguntaba: «¿De qué le sirvió nacer?»,
la misma cuestión, ahora, me la planteo ante cualquier vivo.
*
La pesadumbre por el nacimiento no es otra cosa que el gusto por lo insoluble
llevado hasta la insania.
*
Respecto a la muerte, oscilo sin parar entre el «misterio» y la «nada en
absoluto», entre las Pirámides y la Morgue.
*
Es imposible sentir que hubo un tiempo en que no existías. De ahí este apego al
personaje que éramos antes de nacer.
*
«Meditad solamente una hora sobre la inexistencia del yo y os sentiréis otro
hombre», dijo un día a un visitante occidental un bonzo de la secta japonesa
Kousha.
Sin haber frecuentado los conventos budistas, ¿cuántas veces no me he
detenido sobre la irrealidad del mundo, por lo tanto del yo? No me he convertido
en otro hombre, no, pero me queda efectivamente ese sentimiento de que mi yo
no es real de ninguna manera, y que perdiéndolo no he perdido nada, salvo
alguna cosa, salvo todo.
*
En lugar de atenerme al hecho de nacer, como el sentido común me sugiere, me
arriesgo, me arrastro hacia atrás, retrocedo cada vez más hacia no sé qué
comienzo, voy de origen en origen. Un día, quizá, lograré alcanzar el origen
mismo, para descansar en él, o hundirme.
23
*
X me insulta. Me apresto a abofetearlo. Reflexión hecha, me abstengo.
¿Quién soy? ¿Cuál es mi verdadero yo?: ¿el de la réplica o el que recula?
Mi primera reacción es siempre enérgica; la segunda, flácida. Lo que se llama
«sensatez» no es en el fondo más que una perpetua «reflexión hecha», es decir la
no-acción como primer movimiento.
*
Si el apego es un mal, debemos buscar la causa en el escándalo del nacimiento,
porque nacer es apegarse. Por lo tanto el desapego debería aplicarse para hacer
desaparecer las huellas de este escándalo, el más grave y el más intolerable de
todos.
*
En la ansiedad y el enloquecimiento, la calma súbita pensando en el feto que
hemos sido.
*
En este instante preciso, ningún reproche de los hombres o de los dioses podría
alcanzarme: soy tan consciente como si nunca hubiera existido.
*
Es un error creer en una relación directa entre sufrir reveses y ensañarte contra
el nacimiento. Esta implacabilidad tiene raíces más profundas y más lejanas, y
tendría lugar, aunque no hubiera la sombra de un agravio contra la existencia.
Es incluso más virulenta en las dichas extremas.
*
Tracios y Bogomilos — no puedo olvidar que he frecuentado los mismos
parajes que ellos, ni que los unos lloraban por los recién nacidos y que los otros,
para exonerar a Dios, hacían a Satanás responsable de la infamia de la Creación.
24
*
Durante las largas noches de las cavernas, cantidad de Hamlets debieron
monologar sin cesar, porque puedes suponer que el apogeo del tormento
metafísico es muy anterior a este desvanecimiento universal, consecutivo al
advenimiento de la Filosofía.
*
La obsesión por el nacimiento procede de una exacerbación de la memoria, de
una omnipresencia del pasado, así como de una avidez por el punto muerto, el
primer punto muerto. — Punto de apertura, que no parte del gozo, ni viene del
pasado sino únicamente del presente, y de un porvenir emancipado del tiempo.
*
Durante años, de hecho durante toda una vida, no he pensado en otra cosa que
en los últimos momentos, para constatar, cuando se aproxima el final, que ha sido
inútil, que el pensamiento de la muerte ayuda a todo, ¡salvo a morir!
*
Son nuestros malestares quienes suscitan, quienes crean la conciencia; una vez
realizada su obra, se debilitan y desaparecen uno tras otro. La conciencia, ella,
sigue y sobrevive, sin recordar lo que les debe, sin siquiera saberlo. Así no cesa
de proclamar su autonomía, su soberanía, incluso cuando se detesta y quisiera
aniquilarse.
*
Según la regla de San Benito, si un monje mostraba orgullo o solamente
satisfacción por el trabajo que hacía, debía desviarse de él y abandonarlo.
He aquí un peligro que no debe temer quien haya vivido en el apetito de la
insatisfacción, en la orgía del remordimiento y del disgusto.
*
Si es verdad que a Dios le repugna tomar partido, no sentiría ninguna
incomodidad en su presencia, incluso me gustaría imitarlo, ser como Él, en todo,
un sin-opinión.
25
*
Levantarte, lavarte y después esperar alguna variedad imprevista de bajón o de
espanto. Daría el universo entero y todo Shakespeare por una hebra de ataraxia.
*
La gran suerte de Nietzsche terminar como terminó. ¡En la euforia!
*
Referirse sin cesar a un mundo donde todavía no había nada de lo que
avergonzarse, donde se presentía la conciencia sin desearla, donde, revolcándose
en lo virtual, se disfrutaba de la plenitud nula de un yo anterior al yo...
No haber nacido, solo de pensarlo, ¡qué felicidad, qué libertad, qué espacio!
26
27
II
Si el disgusto del mundo confiriera por sí solo la santidad, no veo cómo podría
evitar la canonización.
*
Nadie habrá vivido tan cerca de su esqueleto como yo he vivido del mío: el
resultado un diálogo sin fin y algunas verdades que no puedo ni aceptar ni
rechazar.
*
Es más fácil avanzar con vicios que con virtudes. Los vicios, acomodaticios por
naturaleza, se ayudan mutuamente, son plenamente indulgentes los unos a la
vista de los otros, mientras que las virtudes, celosas, se combaten y se anulan, y
muestran en todo su incompatibilidad y su intolerancia.
*
Es enfrascarse en tonterías creer en lo que haces o en lo que hacen los otros.
Deberíamos dejar plantados a los simulacros e incluso a las «realidades»,
situarnos fuera de todo y de todos, cazar o aplastar los apetitos, vivir, según un
adagio hindú, con tan pocos deseos como un «elefante solitario».
*
Perdono todo a X, por su sonrisa pasada de moda.
*
No es humilde aquel que se odia.
*
En ciertas personas, todo, absolutamente todo, remite a la fisiología:
sus cuerpos son su pensamiento, su pensamiento sus cuerpos.
28
*
El Tiempo, fecundo en recursos, más inventivo y más caritativo de lo que
pensamos, posee una destacable capacidad para venir en nuestra ayuda, para
procurarnos en cualquier momento una humillación nueva.
*
Siempre he buscado el paisaje anterior a Dios. De ahí mi debilidad por el Caos.
*
He decidido no tomarla nunca más con nadie desde que he observado que
acabo siempre por parecerme a mi último enemigo.
*
Durante mucho tiempo, he vivido con la idea de que era el ser más normal que
ha existido jamás. Esta idea me daba el gusto, incluso la pasión, de la
improductividad: ¿de qué sirve hacerse valer en un mundo poblado de locos,
hundido en la necedad o el delirio? ¿Para quién gastarse y con qué fin? Queda
por saber si me he liberado enteramente de esta certeza, salvadora en lo absoluto,
ruinosa en lo inmediato.
*
Los violentos son generalmente endebles, «reventados». Viven en perpetua
combustión, a expensas de sus cuerpos, exactamente como los ascetas, quienes,
ejercitándose en la quietud, en la paz, se desgastan y se agotan, tanto como los
furiosos.
*
Solo se deberían escribir libros para decir cosas que no te atreverías a confiar a
nadie.
29
*
Cuando Mara, el Tentador, intenta suplantar a Buda, le dice entre otras cosas:
«¿Con qué derecho pretendes reinar sobre los hombres y sobre el universo?
¿Acaso has sufrido por el conocimiento?»
Es la cuestión capital, quizá única, que debes hacerte cuando te preguntas
acerca de alguien, principalmente un pensador. No sería suficiente con distinguir
entre aquellos que han pagado por el menor paso hacia el conocimiento y
aquellos que, incomparablemente más numerosos, han recibido un saber cómodo,
indiferente, un saber sin pruebas.
*
Se dice: Tal no tiene talento, no tiene más que un tono. Pero el tono es
justamente lo que no podrías inventar, con lo que naces. Es una gracia heredada,
el privilegio que algunos tienen de hacer sentir su pulso orgánico, el tono es más
que el talento, es la esencia.
*
El mismo sentimiento de falta de pertenencia, de juego inútil, donde quiera que
vaya: finjo interesarme en lo que no me importa, me muevo por automatismo o
por caridad sin estar jamás en el meollo, sin estar jamás en ninguna parte. Lo que
me atrae es estar en otra parte, y esa otra parte no sé lo que es.
*
Cuanto más se alejan los hombres de Dios, más avanzan en el conocimiento de
las religiones.
*
«... Pero Elohim sabe que, el día en que os lo comiereis, vuestros ojos se
abrirán.»
Apenas se han abierto, el drama comienza. Mirar sin comprender, eso es el
paraíso. El infierno sería pues el lugar donde comprendemos, donde
comprendemos demasiado...
30
*
Sólo me entiendo bien con alguien cuando está en lo más bajo de sí mismo y ya
no tiene ni el deseo ni la fuerza para reintegrar sus ilusiones habituales.
*
Juzgando sin piedad a sus contemporáneos, tiene todas las papeletas de quedar,
a los ojos de la posteridad, como una figura de espíritu clarividente. Al mismo
tiempo se renuncia al lado azaroso de la admiración, a los riesgos maravillosos
que supone. Porque la admiración es una aventura, la más impredecible que hay
porque puede suceder que finalice bien.
*
Las ideas vienen mientras se camina, decía Nietzsche. La marcha disipa el
pensamiento, profesó Sankara.
Las dos tesis están igualmente bien fundadas, son igualmente verdaderas, y
cualquiera puede comprobarlo en el intervalo de una hora, a veces de un
minuto...
*
Ninguna clase de originalidad literaria es posible aún si no se tortura, si no se
tritura el lenguaje. Otra cosa sucede si nos atenemos a la expresión de la idea
como tal. Aquí nos encontramos en un sector donde las exigencias no han
variado desde los presocráticos.
*
¡No poder remontarte a antes del concepto, escribir a la par que los sentidos,
registrar las variaciones ínfimas de lo que tocas, hacer lo que haría un reptil si se
pusiera manos a la obra!
31
*
Todo lo que podamos tener de bueno procede de nuestra indolencia, de nuestra
incapacidad para pasar al acto, para ejecutar nuestros proyectos y nuestras
intenciones. Es la imposibilidad o la negativa a realizarnos lo que entretiene
nuestras «virtudes», y es la voluntad de dar nuestro máximo lo que nos lleva a
excesos y a desarreglos.
*
Este «glorioso delirio», del que habla Teresa de Ávila para marcar una de las
fases de unión con Dios, es lo que un espíritu desecado, forzosamente celoso,
jamás perdonará a un místico.
*
Ni un solo instante en que no haya sido consciente de encontrarme fuera del
Paraíso.
*
Nada hay más profundo, más verdadero que lo que se oculta. De ahí la fuerza
de los sentimientos viles.
*
Ama nesciri, dice la Imitación. Ama ser ignorado. No estás contento contigo
mismo ni con el mundo hasta que estás conforme con este precepto.
*
El valor intrínseco de un libro no depende de la importancia del tema (sin el
cual los teólogos prevalecerían, y de lejos), sino de la manera de abordar lo
accidental y lo insignificante, de dominar lo ínfimo. Lo esencial jamás ha exigido
el menor talento.
32
*
El sentimiento de llevar diez mil años de retraso, o de adelanto, sobre los otros,
de pertenecer a los comienzos o al final de la humanidad...
*
La negación no sale jamás de un razonamiento sino de no se sabe qué de
oscuro y antiguo. Los argumentos vienen después, para justificarla y apuntalarla.
Todo no surge de la sangre.
*
Gracias a la erosión de la memoria, se recuerdan las primeras iniciativas de la
materia y el riesgo de vida que le siguió...
*
Todas las veces que no pienso en la muerte, tengo la impresión de hacer
trampa, de engañar a alguien dentro de mí.
*
Hay noches que el más ingenioso de los torturadores no hubiera podido
inventar. Sales hecho pedazos, estúpido, perdido, sin recuerdos ni
presentimientos, e incluso sin saber quién eres. Y es entonces cuando el día
parece inútil, la luz perniciosa, y más opresiva todavía que las tinieblas.
*
Un pulgón consciente tendría que enfrentar exactamente las mismas
dificultades, el mismo género de insolubles que el hombre.
*
Es mejor ser animal que hombre, insecto que animal, planta que insecto, y así
sucesivamente. ¿La salvación? Todo lo que aminora el reinado de la conciencia y
compromete su supremacía.
33
*
Tengo todos los defectos de los demás y sin embargo todo lo que hacen me
parece inconcebible.
*
Para ver las cosas según la naturaleza, el hombre fue creado para vivir
orientado hacia el exterior. Si quiere verse a sí mismo, le hace falta cerrar los
ojos, renunciar a emprender, salir de la corriente. Lo que se llama «vida interior»
es un fenómeno tardío que no ha sido posible más que por ralentización de
nuestras actividades vitales, «el alma» no ha podido emerger ni desarrollarse más
que a expensas del buen funcionamiento de los órganos.
*
La menor variación atmosférica pone en tela de juicio mis proyectos, no oso
decir mis convicciones. Esta forma de dependencia, la más humillante que existe,
no deja de abatirme, al mismo tiempo que disipa las pocas ilusiones que me
quedaban sobre mis posibilidades de ser libre, y sobre la libertad a secas. ¿De
qué sirve enorgullecerte si estás a merced de lo Húmedo y de lo Seco? Desearía
una esclavitud menos lamentable, y dioses de otra índole.
*
No merece la pena matarse, siempre se hace demasiado tarde.
*
Cuando se sabe de manera absoluta que todo es irreal, verdaderamente no hay
porque fatigarse para probarlo.
*
A medida que se aleja del alba y que avanza el día, la luz se prostituye, y no se
redime — ética del crepúsculo — hasta el momento de desaparecer.
34
*
En los escritos budistas, se trata con frecuencia del «abismo del nacimiento».
Es realmente un abismo, un precipicio, donde no se cae, de donde por el
contrario se emerge, para mayor disgusto de cada cual.
*
A intervalos cada vez más espaciados, accesos de gratitud hacia Job y
Chamfort, la vociferación y el vitriolo…
*
Cada opinión, cada visión es necesariamente parcial, truncada, insuficiente. En
filosofía y en cualquier cosa, la originalidad se reduce a definiciones
incompletas.
*
Considerando bien nuestros actos llamados generosos, no hay ninguno que, de
cierta manera, no sea censurable e incluso nocivo, que no sea capaz de
inspirarnos lamento por haberlo ejecutado, de modo que no tengamos que optar
en definitiva entre la abstención y el remordimiento.
*
La fuerza explosiva de la menor mortificación. Todo deseo vencido te hace
poderoso. Tenemos mucho más contacto con este mundo cuando nos alejamos de
él, cuando no nos adherimos a él. El renunciamiento confiere un poder infinito.
*
Mis decepciones, en lugar de converger hacia un centro y constituirse, si no en
sistema, al menos en un conjunto, se dispersaron, creyéndose todas únicas y
perdiéndose así, por falta de organización.
35
*
Solo triunfan las filosofías y las religiones que nos halagan, ya sea en nombre
del progreso o del infierno. Condenado o no, el hombre siente una necesidad
absoluta de estar en el corazón de todo. Es incluso únicamente por esta razón que
es hombre, que se ha convertido en hombre. Y si un día no sintiera ya esta
necesidad, tendría que borrarse en beneficio de otro animal más orgulloso y más
loco.
*
Le repugnaban las verdades objetivas, la tarea de la argumentación, los
razonamientos sostenidos. No le gustaba demostrar, no tenía que convencer a
nadie. El Otro es una invención del dialéctico.
*
Cuanto más dañados estamos por el tiempo, más queremos escapar de él.
Escribir una página sin defectos, una frase solamente, te eleva por encima del
porvenir y sus corrupciones. Trascendemos la muerte por la búsqueda de lo
indestructible a través del verbo, a través del símbolo mismo de la caducidad.
*
En lo más vivo de un fracaso, en el momento en que la vergüenza amenaza con
derrotarnos, de repente nos invade un frenesí de orgullo, que no dura mucho
tiempo, justo lo suficiente para vaciarnos, para dejarnos sin energía, para hacer
bajar, con nuestras fuerzas, la intensidad de nuestra vergüenza.
*
Si la muerte es tan horrible como se pretende, ¿cómo es que al cabo de un
cierto tiempo estimamos feliz a cualquier ser, amigo o enemigo, que ha cesado de
vivir?
36
*
Más de una vez, he salido de mi casa, porque si me hubiera quedado allí, no
estoy seguro de haber podido resistir a una resolución súbita. La calle es más
tranquilizadora, porque piensas menos en ti mismo, y todo se debilita y se
degrada, comenzando por el desconcierto.
*
Es propio de la enfermedad velar cuando todo duerme, cuando todo reposa,
incluso el enfermo.
*
De joven, sientes un cierto placer por las enfermedades. ¡Parecen tan nuevas,
tan ricas! Con la edad, ya no sorprenden, las conocemos demasiado. Ahora bien,
sin una pizca de imprevisto, no merecen ser padecidas.
*
Tan pronto como apelas a lo más íntimo de ti mismo, y comienzas a abrirte y
manifestarte, te atribuyes dones, te vuelves insensible a tus propias lagunas.
Nadie puede admitir que lo que sale de sus profundidades carece de valor. ¿El
«conocimiento de uno mismo»? Una contradicción en sus términos.
*
Todos estos poemas donde no hay más cuestión que el Poema, toda una poesía
que no tiene otra materia que ella misma. ¿Qué se diría de una oración cuyo
objeto fuera la religión?
*
El espíritu que pone todo en cuestión llega, al cabo de miles de interrogaciones,
a una apatía casi total, a una situación que el apático conoce precisamente de
entrada, por instinto. Porque la apatía, ¿qué es sino una perplejidad congénita?
37
*
¡Qué decepción, Epicuro, el sabio del que tengo más necesidad, escribió más
de trescientos tratados! ¡Y qué alivio que se hayan perdido!
*
—¿Qué haces de la mañana a la noche?
—Me soporto.
*
Palabras de mi hermano a propósito de los trastornos y males que padeció
nuestra madre: «La vejez es la autocrítica de la naturaleza.»
*
«Hace falta estar ebrio o loco, dijo Sieyès, para hablar bien en las lenguas
conocidas». Hay que estar ebrio o loco, añadiré yo, para atreverse todavía a
servirse de palabras, de cualquier palabra.
*
El fanático del bajón elíptico está destinado a sobresalir en cualquier carrera,
salvo en la de escritor.
*
Habiendo vivido siempre con el temor de ser sorprendido por lo peor, trato, en
toda circunstancia, de tomar la delantera, arrojándome a la desgracia mucho antes
de que sobrevenga.
*
No sentimos celos de los que tienen la facultad de rezar, mientras que estamos
llenos de envidia por los poseedores de bienes, por aquellos que conocen riqueza
y gloria. Es extraño que te resignes a la salvación de otro, y no a algunas ventajas
fugitivas de las que puedes disfrutar.
38
*
No he encontrado un solo espíritu interesante que no estuviera ampliamente
provisto de deficiencias inconfesables.
*
No hay arte verdadero sin una fuerte dosis de banalidad. Quien usa lo insólito
de una manera constante se agota rápidamente, nada es más insoportable que la
uniformidad de lo excepcional.
*
El inconveniente de practicar una lengua prestada es el de no tener derecho a
cometer demasiadas faltas. Ahora bien, es buscando la incorrección sin abusar de
ella, rozando en cada momento el solecismo, como se da una apariencia de vida a
la escritura.
*
Cada cual cree, de manera inconsciente se entiende, que persigue solo la
verdad, que los otros son incapaces de buscarla e indignos de alcanzarla. Esta
locura está tan arraigada y es tan útil, que es imposible representarse lo que
ocurriría con cada uno de nosotros, si desapareciera algún día.
*
El primer pensador fue sin ninguna duda el primer maníaco del por qué. Manía
inusual, no contagiosa. Raros son en efecto los que la sufren, quienes son roídos
por la interrogación, y no pueden aceptar ningún dato porque han nacido en la
consternación.
*
Ser objetivo es tratar al otro como se trata a un objeto, a un cadáver, es
comportarse con él como un enterrador.
39
*
Este segundo ha desaparecido para siempre, se ha perdido en la masa anónima
de lo irrevocable. Nunca volverá. Sufro por él y no sufro. Todo es único —
e insignificante.
*
Emily Brontë. Todo lo que emana de Ella tiene la propiedad de
conmocionarme. Haworth es mi lugar de peregrinación.
*
Caminar a lo largo de un río, pasar, fluir con el agua, sin esfuerzo, sin
precipitación, mientras la muerte continúa en nosotros rumiando, su soliloquio
ininterrumpido.
*
Solo Dios tiene el privilegio de abandonarnos. Los hombres solo pueden
dejarnos.
*
Sin la facultad de olvidar, nuestro pasado pesaría tanto sobre nuestro presente
que no tendríamos la fuerza de abordar un solo instante más, y mucho menos
entrar en él. La vida solo parece tolerable a las naturalezas ligeras, a aquellas que
precisamente no recuerdan.
*
Plotino, cuenta Porfirio, tenía el don de leer en las almas. Un día, sin más
preámbulos, le dijo a su discípulo, muy sorprendido, que no intentara matarse y
que emprendiera mejor un viaje. Porfirio partió para Sicilia: se curó de su
melancolía pero, le añadió mucho pesar, se perdió así la muerte de su maestro,
sobrevenida durante su ausencia.
Hace mucho tiempo que los filósofos ya no leen las almas. No es su oficio, se
dirá. Es posible. Pero que no se extrañen tampoco si ya no nos importan apenas.
40
*
Una obra solo existe si está preparada en la sombra con atención, con el
cuidado del asesino que medita su golpe. En ambos casos, lo que prima, es la
voluntad de golpear.
*
El conocimiento de uno mismo, el más amargo de todos, es también el que
menos se cultiva: ¿a quién le gusta sorprenderse de la mañana a la noche en
flagrante delito de ilusión, remontar sin piedad a la raíz de cada acto, y perder
causa tras causa ante su propio tribunal?
*
Todas las veces que tengo un lapsus de memoria, pienso en la angustia que
deben de sentir quienes saben que no se acuerdan ya de nada. Pero algo me dice
que al cabo de un cierto tiempo una alegría secreta les posee, que no aceptarían
intercambiar por ninguno de sus recuerdos, incluso los más exultantes.
*
¡Pretender ser más distante, más ajeno a todo que nadie, y no ser más que un
fanático de la indiferencia!
*
Cuanto más trabajas con impulsos contradictorios, menos sabes a cuál
renunciar. Falta de carácter, es eso y no otra cosa.
*
El tiempo puro, el tiempo decantado, la libertad de los acontecimientos, de los
seres y de las cosas, solo se nota en ciertos momentos de la noche, cuando le
sientes avanzar, con la única inquietud de arrastraros hacia una catástrofe
ejemplar.
41
III
Sentir bruscamente que sabes tanto como Dios sobre todas las cosas y también
tan bruscamente ver desaparecer esta sensación.
*
Los pensadores de primera mano meditan sobre las cosas; los otros, sobre los
problemas. Hay que vivir frente al ser, y no frente al espíritu.
*
«¿Qué esperas para rendirte?» — Cada enfermedad nos envía una advertencia
disfrazada de interrogación. Hacemos oídos sordos, mientras pensamos que la
farsa está demasiado usada, y que la próxima vez tendrá al fin el coraje de
capitular.
*
Cuanto más conozco, menos reacciono al delirio. Ya sólo me gustan, entre los
pensadores, los volcanes enfriados.
*
De joven, me aburría a muerte, pero creía en mí. Si no tenía el presentimiento
del personaje insulso en que me iba a convertir, en revancha sabía que, pasara lo
que pasara, la Perplejidad no me dejaría colgado, que velaría mis días con la
exactitud y el celo de la Providencia.
*
Si pudiera verse con los ojos de los otros desaparecería en el acto.
42
*
Le decía a un amigo italiano que los latinos no tienen secretos, porque son
demasiado abiertos, demasiado locuaces, que prefiero a los pueblos devastados
por la timidez, y que un escritor que no la conoce en su vida no vale nada en sus
escritos. «Es verdad, me respondió. Cuando, en nuestros libros, relatamos
nuestras experiencias, les falta intensidad y prolongación, porque ya las hemos
contado cientos de veces antes.» Y después hablamos de la literatura femenina,
de su ausencia de misterio en los países donde han operado los salones y lo
confesional.
*
No deberías, remarcó no sé quién, privarte del «placer de la piedad».
¿Alguna vez se ha justificado de una manera más delicada la religión?
*
Estas ganas de revisar mis entusiasmos, de cambiar de ídolos, de rezar en otra
parte...
*
Tenderte en un campo, oler la tierra y decirte que ella es el término y la
esperanza de nuestros abatimientos, y que sería en vano buscar algo mejor para
descansar y disolverte.
*
Cuando estoy ocupado, no pienso ni por un instante en el «sentido» de nada, y
todavía menos, sobra decirlo, en lo que estoy haciendo. Prueba de que el secreto
de todo reside en el acto y no en la abstención, causa funesta de la conciencia.
*
¿La fisonomía de la pintura, de la poesía, de la música, en un siglo? Nadie se la
puede figurar. Como después de la caída de Atenas o de Roma, una larga pausa
intervendrá, a causa de la extenuación de los medios de expresión, así como de la
extenuación de la conciencia misma. La humanidad, para reconectarse con el
pasado, deberá inventarse una segunda ingenuidad, sin la cual no podrá jamás
recomenzar las artes.
43
*
En una de las capillas de esta iglesia fea a voluntad, se ve a la Virgen
irguiéndose con su Hijo sobre el globo terrestre. Una secta agresiva que minó y
conquistó un imperio y que ha heredado sus taras, comenzando por el
gigantismo.
*
Se dice en el Zohar: «Tan pronto como el hombre apareció de inmediato
aparecieron las flores.»
Preferiría creer que estaban allí mucho antes que él, y que su llegada las sumió
a todas en una estupefacción de la que aún no han regresado.
*
Es imposible leer una línea de Kleist, sin pensar que se mató. Es como si su
suicidio hubiera precedido a su obra.
*
En Oriente, los pensadores occidentales más curiosos, más extraños, jamás
habrían sido tomados en serio, debido a sus contradicciones. Para nosotros, esta
es precisamente la razón de nuestro interés por ellos. No amamos un
pensamiento, sino las peripecias, la biografía de un pensamiento, las
incompatibilidades y las aberraciones que se encuentran allí, en suma los
espíritus que, no sabiendo cómo ponerse en regla con los otros y todavía menos
con ellos mismos, trampean tanto por capricho como por fatalidad. ¿Su marca
distintiva? Un toque de astucia en lo trágico, una pizca de juego hasta en lo
incurable...
*
Si, en sus Fundaciones, Teresa de Ávila se para detenidamente en la
melancolía, es porque la encuentra incurable. Los médicos, dice, no pueden hacer
nada, y la superior de un convento, en presencia de pacientes de este género, no
tiene más que un recurso: inspirarles el temor a la autoridad, amenazarles, darles
miedo. El método que preconiza la santa sigue siendo el mejor: frente a un
«depresivo», sientes que solo serían eficaces las patadas, las bofetadas, una
buena paliza. Y eso es lo que hace el propio «depresivo» cuando decide terminar
con ella: emplear los grandes medios.
44
*
En relación a cualquier acto de la vida, el espíritu desempeña el rol de
aguafiestas.
*
Los elementos, fatigados de repetir un tema trillado, disgustados con sus
combinaciones siempre las mismas, sin variación ni sorpresa, se imaginan muy
bien buscando algún divertimento: la vida solo sería una digresión, una
anécdota...
*
Todo lo que se hace me parece pernicioso y, en el mejor de los casos, inútil. En
rigor, puedo agitarme pero no puedo actuar. Comprendo bien, demasiado bien,
las palabras de Wordsworth sobre Coleridge: Eterna actividad sin acción.
*
Todas las veces que algo me parece todavía posible, tengo la impresión de
haber sido embrujado.
*
La única confesión sincera es la que nos hacemos indirectamente —
hablando de los otros.
*
No adoptamos una creencia porque sea verdadera (lo son todas), sino porque
una fuerza oscura nos empuja hacia ella. Si esta fuerza nos deja, llega la
postración y la quiebra, el cara a cara con lo que queda de nosotros mismos.
45
*
«Es lo propio de toda forma perfecta que el espíritu emerja de ella de manera
inmediata y directa, mientras que la forma viciada le retiene prisionero, como un
mal espejo que se refleja solo a sí mismo.»
Haciendo este elogio — tan poco alemán — de la pureza, Kleist no había
pensado especialmente en la filosofía, en todo caso no la tenía como objetivo; lo
que no impide que sea la mejor crítica que se ha hecho a la jerga filosófica, un
pseudo-lenguaje que, queriendo reflejar ideas, no ha logrado más que tomar
relieve a sus expensas, que desnaturalizarlas y oscurecerlas, que ponerse a sí
mismo en valor. Por una de las usurpaciones más desoladoras, la palabra se ha
convertido en una vedette en un dominio donde debería ser imperceptible.
*
«¡Oh Satanás, mi Maestro, me entrego a ti para siempre!» — ¡Cómo lamento
no haber retenido el nombre de la religiosa que, habiendo escrito esto con un
clavo empapado en su sangre, merecería figurar en una antología de la plegaria y
del laconismo!
*
La conciencia es mucho más que la espina, es el puñal en la carne.
*
Hay ferocidad en todos los estados, salvo en la alegría. La palabra
Schadenfreude, alegría maligna, es un contrasentido. Hacer el mal es un placer,
no una alegría. La alegría, la única verdadera victoria sobre el mundo, es pura en
su esencia, es por tanto irreductible al placer, siempre sospechoso en sí mismo y
en sus manifestaciones.
*
Una existencia constantemente transfigurada por el fracaso.
*
El sabio es aquel que consiente en todo, porque no se identifica con nada. Un
oportunista sin deseos.
46
*
No conozco más que una visión de la poesía que sea enteramente satisfactoria:
la de Emily Dickinson cuando dice que en presencia de un verdadero poema
recibe tal frío que tiene la impresión de que ningún fuego podrá calentarla.
*
El gran fallo de la naturaleza es no haber sabido ceñirse a un solo reino. Al lado
del vegetal, todo parece inoportuno, mal avenido. El sol debería haber desdeñado
el advenimiento del primer insecto, y mudarse con la irrupción del chimpancé.
*
Si, a medida que envejeces, registras cada vez más el propio pasado en
detrimento de los «problemas», es sin duda porque es más fácil remover
recuerdos que ideas.
*
Los últimos a quienes perdonamos su infidelidad hacia nosotros son aquellos a
los que hemos decepcionado.
*
Lo que otros hacen, siempre tenemos la impresión de que podríamos hacerlo
mejor. Desgraciadamente no tenemos el mismo sentimiento con respecto a lo que
hacemos nosotros mismos.
*
«Yo era Profeta, nos advierte Mahoma, cuando Adán estaba todavía entre el
agua y la arcilla.»
... Cuando no has tenido el orgullo de fundar una religión — o al menos de
arruinar una — ¿cómo osar mostrarte a la luz del día?
47
*
El desapego no se aprende: está inscrito en una civilización. No se tiende hacia
él, se descubre en uno mismo. Es lo que pensé leyendo que un misionero, en
Japón durante dieciocho años, podía contar, tan solo, con sesenta conversos,
ancianos por encima de la media. Sin embargo escaparon de él en el último
momento: murieron a la manera nipona, sin remordimiento, sin tormentos, como
dignos descendientes de sus ancestros que, para curtirse durante el tiempo de las
luchas contra los mongoles, se dejaron impregnar de la nada de todas las cosas y
de su propia nada.
*
Solo podemos rumiar sobre la eternidad tumbados. Fue durante un período
considerable la principal preocupación de los Orientales: ¿no preferían la
posición horizontal?
Tan pronto como te tiendes, el tiempo deja de fluir, y de contar. La historia es el
producto de un miserable de pie.
En tanto que animal vertical, el hombre debe habituarse a mirar ante sí, no solo
en el espacio sino también en el tiempo. ¡A qué pésimo origen se remonta el
Porvenir!
*
Todo misántropo, por sincero que sea, recuerda por momentos a ese viejo poeta
clavado en el lecho y completamente olvidado, que, furioso contra sus
contemporáneos, había decretado que ya no deseaba recibir a ninguno.
Su esposa, por caridad, iba de vez en cuando a llamar a la puerta.
*
Una obra finaliza cuando ya no se puede mejorar, aunque la sepamos
insuficiente e incompleta. Estamos tan excedidos, que ya no tenemos el coraje de
agregar una sola coma, aunque sea indispensable. Lo que decide el grado de
finalización de una obra, no es una exigencia del arte o de la verdad, es la fatiga
y, aún más, el asco.
48
*
Si bien la menor frase que se escribe exige un simulacro de invención, en
revancha es suficiente un poco de atención para entrar en un texto, incluso difícil.
Garabatear una tarjeta postal se aproxima más a una actividad creativa que leer la
Fenomenología del espíritu.
*
El budismo llama a la cólera «impureza del espíritu»; el maniqueísmo,
«raíz del árbol de la muerte».
Lo sé. ¿Pero de qué me sirve saberlo?
*
Ella me era completamente indiferente. Pensando de repente, después de tantos
años, que, pase lo que pase, no la volvería a ver nunca jamás, casi me pongo
malo. No comprendemos lo que es la muerte hasta que nos la recuerda de repente
el rostro de alguien que no ha sido nada para nosotros.
*
A medida que el arte se hunde en un punto muerto, los artistas se multiplican.
Esta anomalía deja de serlo, si consideramos que el arte, en vía de agotamiento,
se ha vuelto a la vez imposible y fácil.
*
Nadie es responsable de lo que es e incluso de lo que hace. Esto es evidente y
todo el mundo conviene en ello más o menos. ¿Por qué entonces celebrar o
denigrar? Porque existir equivale a evaluar, a emitir juicios, y la abstención,
cuando no es el efecto de la apatía o de la cobardía, exige un esfuerzo que nadie
tiene la intención de asumir.
*
Toda forma de prisa, incluso hacia el bien, revela alguna perturbación mental.
49
*
Los pensamientos menos impuros son aquellos que surgen entre nuestros
problemas, en los intervalos de nuestros hastíos, en esos momentos de lujo que
nos ofrece nuestra miseria.
*
Los dolores imaginarios son de lejos los más reales, pues se necesitan
constantemente y se inventan porque no hay medio de pasar sin ellos.
*
Si lo propio del sabio es no hacer nada inútil, nadie me sobrepasará en
sabiduría: no me rebajo ni tan siquiera a las cosas útiles.
*
Imposible imaginar un animal degradado, un sub-animal.
*
¡Si hubiéramos podido nacer antes que el hombre!
*
Haga lo que haga, no puedo despreciar todos esos siglos durante los cuales no
se ha hecho otra cosa que poner a punto una definición de Dios.
*
La manera más eficaz de sustraerse a un abatimiento motivado o gratuito, es
tomar un diccionario, preferiblemente de un idioma que se conoce apenas, y
buscar palabras y palabras, prestando mucha atención a que sean de las que no se
utilizarán jamás…
50
*
Mientras vivimos por debajo de lo terrible, encontramos palabras para
expresarlo; tan pronto como lo conocemos desde dentro, ya no encontramos
ninguna.
*
No hay dolor límite.
*
Los desconsuelos de todo tipo pasan, pero el fondo de donde proceden subsiste
siempre, y nada tiene control sobre él. Es inatacable e inalterable. Es nuestro
fatum.
*
Recordar, en el furor y en la desolación, que la naturaleza, como dice Bossuet,
no consentirá en dejarnos mucho tiempo «ese poco de materia que nos presta».
«Ese poco de materia» — a fuerza de pensarlo se llega a la calma, es verdad,
que mejor valdría no haber conocido jamás.
*
La paradoja no es admisible en los entierros, ni en las bodas y los bautizos.
Los eventos siniestros — o grotescos — exigen el lugar común, tanto lo terrible,
como lo penoso, no se acomodan más que al cliché.
*
No importa lo desengañados que estemos, es imposible vivir sin ninguna
esperanza. Guardas siempre una, sin su conocimiento, y esta esperanza
inconsciente compensa a todas las otras, explícitas, rechazadas o agotadas.
51
*
Cuanto más cargado de años estás, más hablas de tu desaparición como de un
acontecimiento lejano, altamente improbable. Tienes tan atrapado el pliegue de la
vida, que te has vuelto inepto para la muerte.
*
Un ciego, verdadero por una vez, tendía la mano: en su actitud, en su rigidez,
había algo que impresionaba, que cortaba la respiración. Pasaba su ceguera.
*
Solo perdonamos a los niños y a los locos ser francos con nosotros: los otros, si
tienen la audacia de imitarlos, se arrepentirán tarde o temprano.
*
Para ser «feliz», habría que tener constantemente presente en el espíritu la
imagen de las desgracias de las que has escapado. Eso sería para la memoria una
forma de redimirse, visto que, de ordinario no conservamos más que las
desgracias sobrevenidas, ella se emplea en sabotear la felicidad con un éxito
maravilloso.
*
Después de una noche en blanco, los peatones parecen autómatas. Ninguno
tiene el aire de respirar, de caminar. Todos parecen movidos por un resorte: nada
de espontaneidad; sonrisas mecánicas, gesticulación de espectros. Espectro tú
mismo, ¿cómo ver vivos a los otros?
*
Ser estéril — ¡con tantas sensaciones! Perpetua poesía sin palabras.
52
*
La fatiga pura, sin causa, la fatiga que sobreviene como un regalo o un flagelo:
por ella me reintegro a mi yo, me sé “yo”. Tan pronto como se desvanece, no soy
más que un objeto inanimado.
*
Todo lo que todavía está vivo en el folclore es anterior al cristianismo.
— Es lo mismo con todo lo que está vivo en cada uno de nosotros.
*
Aquel que teme al ridículo jamás irá muy lejos ni para bien ni para mal,
quedará por debajo de sus talentos, y aunque tuviera genio, aún estaría
condenado a la mediocridad.
*
«En medio de vuestras actividades más intensas, deteneos un momento para
«observar» vuestro espíritu», — esta recomendación no se dirige ciertamente a
aquellos que «observan» su espíritu día y noche, y que de hecho no tienen que
suspender un instante sus actividades, por la sencilla razón de que no despliegan
ninguna.
*
Solo dura lo que ha sido concebido en soledad, frente a Dios, seas creyente o
no.
*
La pasión por la música es ya en sí misma una confesión. Sabemos más acerca
de un desconocido que se deja llevar por ella que de alguien que es insensible a
ella y con quien cohabitamos todos los días.
53
*
No hay meditación sin una inclinación por la repetición.
*
Mientras el hombre estaba a remolque de Dios, avanzaba lentamente, tan
lentamente que ni tan siquiera se percibía. Desde que ya no vive a la sombra de
nadie, se apresura, se desconsuela, y daría cualquier cosa por encontrar la antigua
cadencia.
*
Hemos perdido naciendo tanto como perderemos muriendo. Todo.
*
Saciedad — Acabo de pronunciar esta palabra, y ya no sé a propósito de qué, si
la aplico a todo lo que siento y pienso, a todo lo que amo y detesto, o a la
saciedad misma.
*
No he matado a nadie, he hecho algo mejor: he matado a lo Posible y, como
Macbeth, de lo que tengo más necesidad es de rezar, pero, tampoco como él,
puedo decir Amén.
54
55
IV
¡Distribuir golpes que no alcanzan a nadie, atacar a todo el mundo sin que
nadie se aperciba, lanzar flechas de las cuales somos los únicos en recibir el
veneno!
*
X, a quien siempre he tratado tan mal como me es posible, no me culpa porque
no quiere a nadie. Él perdona todas las injurias, no se acuerda de ninguna.
¡Cómo le envidio! Para igualarlo, me haría falta recorrer muchas existencias, y
agotar todas mis posibilidades de transmigración.
*
Cuando partí en bicicleta durante meses atravesando Francia, mi mayor placer
era detenerme en cementerios rurales, tumbarme entre dos tumbas, y fumar así
durante horas. La considero como la época más activa de mi vida.
*
¿Cómo dominarme, cómo ser dueño de mí mismo, cuando vengo de una tierra
donde se ruge en los entierros?
*
Ciertas mañanas, apenas he puesto los pies fuera, oigo voces llamándome por
mi nombre. ¿Soy yo realmente? ¿Es ese mi nombre? Es él, en efecto, llena el
espacio, está en los labios de los transeúntes. Todos lo articulan, incluso esa
mujer en la cabina vecina, en la oficina de correos.
Las vigilias devoran nuestros últimos restos de buen sentido y de modestia, y
nos harían perder la razón, si el miedo al ridículo no viniera a salvarnos.
56
*
Mi curiosidad y mi repulsión, mi terror también ante su mirada aceitosa y
metálica, ante su obsequiosidad, su astucia sin barniz, su hipocresía extrañamente
no velada, sus continuos y obvios disimulos, ante esta mezcla de canalla y loco.
Impostura e infamia a plena luz. Su insinceridad es perceptible en todos sus
gestos, en todas sus palabras. La palabra no es exacta, porque ser insincero es
ocultar la verdad, es conocerla, pero en él no hay rastro, ni idea, ni sospecha de
verdad, ni de mentira por otra parte, nada, solo una aspereza inmunda, una
demencia interesada...
*
Hacia medianoche una mujer llorando me abordó por la calle: «Se han cargado
a mi marido, Francia es repugnante, afortunadamente soy bretona, han
secuestrado a mis hijos, me han drogado durante seis meses...»
No apercibiéndome enseguida de que estaba loca, pues su dolor parecía real
(y, en cierto sentido, lo era), la dejé monologar durante una buena media hora:
hablar le hacía bien.
Después, la abandoné, diciéndome a mí mismo que la diferencia entre ella y yo
sería muy pequeña si, a mi vez, me pusiera a soltar mis recriminaciones ante el
primer llegado.
*
Un profesor de un país del Este me cuenta que su madre, una campesina, se
extrañó mucho al saber que sufría insomnio. Cuando el sueño no llegaba, ella, no
tenía más que imaginarse un vasto campo de trigo ondulado por el viento, y se
adormecía inmediatamente después.
Solo con la imagen de una ciudad no se alcanzaría el mismo resultado. Es
inexplicable, es milagroso que un ciudadano llegue a pegar ojo.
57
*
La cantina es frecuentada por los ancianos que habitan en el asilo a las afueras
del pueblo. Están allí, con un vaso en la mano, mirándose sin hablar. Uno de ellos
comienza a contar algo que pretende ser divertido. Nadie le escucha, en todo caso
nadie se ríe. Todos han trabajado duro durante muchos años para llegar allí.
En otro tiempo, en el campo, se les habría ahogado bajo una almohada.
Fórmula sabia, perfeccionada por cada familia, e incomparablemente más
humana que la de reunirlos, la de aparcarlos, para curarlos del aburrimiento por
estupor.
*
Si hacemos caso a la Biblia, fue Caín quien creó la primera ciudad, para tener,
según la observación de Bossuet, dónde aturdir sus remordimientos.
¡Qué opinión! ¡Y cuántas veces no habré experimentado su justeza en mis
andanzas nocturnas!
*
Aquella noche, subiendo la escalera, en plena oscuridad, fui detenido por una
fuerza invisible, surgida de fuera y de dentro. Incapaz de dar un paso más, me
quedé clavado en el sitio, petrificado. IMPOSIBILITADO — esta palabra tan
corriente vino, más a propósito que de costumbre, a iluminarme sobre mí mismo,
y sobre ella: me había socorrido a menudo, pero nunca como esta vez.
Comprendí finalmente para siempre lo que quería decir...
*
Una anciana criada a mi «¿Cómo está?» respondió sin detenerse:
«Voy tirando.» Esta respuesta tan banal me sacudió hasta las lágrimas.
Los giros que afectan al devenir, al paso, al transcurso, cuanto más usados son,
más adquieren a veces el alcance de una revelación. La verdad, sin embargo, es
que no crean un estado excepcional, sino que se encuentran en ese estado sin
saberlo, y no hacía falta más que un signo o un pretexto para que lo
extraordinario tuviera lugar.
58
*
Vivíamos en el campo, iba a la escuela, y, detalle importante, dormía en la
misma habitación que mis padres. Por la tarde mi padre solía leerle a mi madre.
Aunque era sacerdote, leía cualquier cosa, pensando sin duda que, dada mi corta
edad, se suponía que no podía comprender. En general, no escuchaba y me
dormía, salvo si se trataba de algún relato sorprendente. Una noche agucé el oído.
Fue, con una biografía de Rasputín, la escena en la que el padre, al borde de la
muerte, hace venir a su hijo para decirle: «Ve a San Petersburgo, hazte el dueño
de la ciudad, no retrocedas antes nada y no temas a nadie, porque Dios es un
viejo cerdo.»
Tal enormidad en boca de mi padre, para quien el sacerdocio no era una
tontería, me impresionó tanto como un incendio o un seísmo. Pero recuerdo
también muy claramente — hace de eso más de cincuenta años — que a mi
emoción le siguió un placer, no oso decir perverso.
*
Habiendo penetrado, en el curso de los años, lo suficiente en dos o tres
religiones, reculé cada vez, en el umbral de la «conversión», por miedo a
mentirme a mí mismo. Ninguna de ellas era, en mi opinión, lo suficientemente
libre como para admitir que la venganza es una necesidad, la más intensa y la
más profunda que existe, y que todos deben satisfacerla, aunque solo sea con
palabras. Si la ahogas, te expones a trastornos graves. Más de un desequilibrio —
incluso quizá cualquier desequilibrio — procede de una venganza que ha sido
diferida demasiado tiempo. ¡Sepamos explotar! Cualquier malestar es más sano
que el que suscita una rabia acumulada.
*
Filosofía de la Morgue. «Mi sobrino, está claro, no tuvo éxito; si lo hubiera
tenido, habría tenido otro final. —Sepa usted, señora, respondí a esta gruesa
matrona, que se tenga éxito o no, eso viene a ser lo mismo. —Tiene razón», me
replicó después de algunos segundos de reflexión. Esta aquiescencia tan
inesperada por parte de tal cotilla me conmovió casi tanto como la muerte de mi
amigo.
59
*
Los tarados... Me parece que su aventura, mejor que ninguna otra, arroja luz
sobre el porvenir, que solo ellos pueden vislumbrar y descifrar, y que, haciendo
abstracción de sus hazañas, les deja para siempre incapacitados para describir los
días venideros.
*
—Qué lástima, me dijiste, que N. no haya creado nada.
—¡Qué importa! Existe. Si hubiera dado a luz libros, si hubiera tenido la mala
suerte de «realizarse», no estaríamos hablando de él desde hace una hora. La
ventaja de ser alguien es más rara que la de obrar. Producir es fácil; lo que es
difícil, es desdeñar hacer uso de tus dones.
*
Se rueda, comienza la misma escena varias veces. Un transeúnte, obviamente
un provinciano, no sale de su asombro: «Después de esto, no volveré al cine
jamás.»
Se podría reaccionar de la misma manera con respecto a cualquier cosa de la
cual se haya entrevisto el fondo y apoderado del secreto. Sin embargo, por una
obnubilación que tiene algo de prodigiosa, los ginecólogos se encaprichan de sus
clientes, los sepultureros hacen niños, los incurables se llenan de proyectos, los
escépticos escriben...
*
T., hijo de rabino, se queja de que este período de persecuciones sin
precedentes no ha visto nacer ninguna oración original, susceptible de ser
adoptada por la comunidad y dicha en sinagogas. Le aseguro que se equivoca al
afligirse o alarmarse por ello: los grandes desastres no proporcionan nada a nivel
literario o religioso. Solo las semidesgracias son fecundas, porque pueden ser,
porque son un punto de partida, mientras que un infierno demasiado perfecto es
casi tan estéril como el paraíso.
60
*
Tenía veinte años. Todo me pesaba. Un día me desplomé sobre un sofá con un
«Ya no puedo más».
Mi madre, trastornada ya por mis noches en blanco, me anunció que venía de
pedir una misa por mi «reposo». No una sino treinta mil, hubiera querido gritar,
pensando en la cifra inscrita por Carlos V en su testamento, para un reposo
mucho más largo, es verdad.
*
Le volví a ver por azar después de un cuarto de siglo. No había cambiado,
intacto, más fresco que nunca, incluso parecía haber reculado hacia la
adolescencia.
¿Dónde se escondió, y qué había maquinado para escapar a la acción de los
años, para esquivar las muecas y las arrugas? ¿Y cómo vivió, si vivió? Un
resucitado más bien. Seguramente hizo trampa, no cumplió con su deber de vivir,
no jugó el juego. Un resucitado, sí, y un gorrón. No discierno ningún signo de
destrucción en su rostro, ninguna de esas marcas que atestiguan que eres un ser
real, un individuo, y no una aparición. No sé qué decirle, me siento avergonzado,
incluso tengo miedo. Tanto nos desarma quien escapa al tiempo, o lo escamotea
solamente.
*
D.C., que, en su pueblo, en Rumania, escribía sus recuerdos de infancia, contó
a su vecino, un campesino llamado Coman, que no sería olvidado, este le vino a
ver al día siguiente de buena mañana y le dijo: «Sé que no valgo nada, pero de
todos modos no creí haber caído tan bajo como para que se hable de mí en un
libro.»
El mundo oral, ¡qué superior era al nuestro! Los seres (debería decir, los
pueblos) permanecen tanto tiempo en la verdad porque tienen horror por lo
escrito. Tan pronto como captan el prejuicio, entran en lo falso, pierden sus viejas
supersticiones para adquirir una nueva, peor que todas las otras juntas.
61
*
Incapaz de levantarme, ladeado en la cama, me dejo llevar por los caprichos de
mi memoria, y me veo vagabundear, de niño, en los Cárpatos. Un día caí sobre
un perro que su amo, para desembarazarse de él, había atado a un árbol, y que
estaba tan transparente de grasa y tan vacío de vida, que solo tuvo fuerza para
mirarme, sin poder moverse. Sin embargo se mantenía de pie, él...
*
Un desconocido vino a decirme que había matado a no sé quien. No estaba
buscado por la policía, porque nadie sospechaba de él. Soy el único que sabía que
era el asesino. ¿Qué hacer? No tengo ni la audacia ni la deslealtad (porque me
había confiado un secreto y ¡qué secreto!) de ir a denunciarle. Me siento su
cómplice, y me resigno a ser arrestado y castigado como tal. Al mismo tiempo,
me digo que sería demasiado estúpido. Quizás vaya a denunciarle de todos
modos. Y así hasta que despierto.
Lo interminable es la especialidad de los indecisos. No pueden decidir nada en
la vida, todavía menos en sus sueños, donde perpetúan sus vacilaciones, sus
cobardías, sus escrúpulos. Son idealmente aptos para la pesadilla.
*
Una película sobre bestias salvajes: crueldad sin respiro en todas las latitudes.
La «naturaleza», torturadora del genio, imbuida de sí misma y de su obra, exulta
no sin razón: a cada segundo, todo lo que vive tiembla y hace temblar. La piedad
es un lujo bizarro, que solo el más pérfido y el más feroz de los seres podía
inventar, por necesidad de castigarse y torturarse, aún con más ferocidad.
*
Encima de un cartel que, a la entrada de una iglesia, anuncia El arte de la
Fuga, alguien ha trazado en gruesos caracteres: Dios está muerto. Y esto a
propósito del músico que testimonia que Dios, en la hipótesis de que esté difunto,
puede resucitar, ¡justamente en el momento en que escuchamos tal cantata o tal
fuga!
62
*
Hemos pasado poco más de una hora juntos. Ha aprovechado para lucirse, y a
fuerza de querer decir cosas interesantes sobre sí mismo, lo logró. Si se hubiera
dirigido solamente elogios razonables, lo habría encontrado tedioso y dejado al
cabo de algunos minutos. Exagerando, interpretando bien su rol de fanfarrón,
rozó el espíritu, estuvo a punto de tenerlo. El deseo de parecer sutil no afecta a la
sutileza. Un débil mental, si pudiera sentir el deseo de epatar, lograría dar el
cambiazo e incluso alcanzaría la inteligencia.
*
X, que ha traspasado la edad de los patriarcas, después de ser implacable,
durante un largo cara a cara, contra los unos y los otros, me dice:
«La gran debilidad de mi vida ha sido no haber odiado jamás a nadie.»
El odio no disminuye con los años: aumenta más bien. El de un senil alcanza
proporciones apenas imaginables: se vuelve insensible a sus viejos afectos, pone
todas sus facultades al servicio de sus rencores, los cuales, milagrosamente
revitalizados, sobrevivirán a la erosión de su memoria e incluso de su razón.
... El peligro de frecuentar ancianos viene del hecho de que al verlos tan lejos
de la indiferencia y tan incapaces de acceder a ella, te arrogas todas las ventajas
que deberían tener y que no tienen. Y es inevitable que el avance, real o ficticio,
que crees tener sobre ellos en términos de lasitud o de disgusto, incite a la
presunción.
*
Cada familia tiene su filosofía. Uno de mis primos, muerto joven, me escribía:
«Todo es como siempre ha sido y como será sin duda hasta que no quede ya
nada.»
Mi madre, por su parte, finalizaba la última carta que me envió con esta frase
testamento: «Sea lo que sea lo que el hombre emprenda, lo lamentará tarde o
temprano.»
Este vicio del lamento, ni tan siquiera puedo jactarme de haberlo adquirido por
mis propias decepciones. Me precede, forma parte del patrimonio de mi tribu.
¡Qué legado, la ineptitud para la ilusión!
63
*
A algunos kilómetros de mi pueblo natal se encontraba, encaramada en las
alturas, un poblado únicamente habitado por gitanos. En 1910, un etnólogo
amateur fue allí, acompañado de un fotógrafo. Logró reunir a los habitantes, que
aceptaron dejarse fotografiar, sin saber lo que eso significaba. En el momento en
que se les pidió que no se movieran, una anciana exclamó:
«¡Cuidado! Están a punto de robarnos nuestra alma.» En esto, todos se
precipitaron sobre los dos visitantes, que tuvieron grandes dificultades para
escapar.
Estos gitanos medio salvajes, ¿no era la India, su país de origen, quién, en esta
circunstancia, hablaba a través de ellos?
*
En continua insurrección contra mi ascendencia, toda mi vida he deseado ser
otro: Español, Ruso, caníbal, — todo, excepto lo que era.
Es una aberración querer ser diferente de lo que eres, abrazar en teoría todas las
condiciones, salvo la propia.
*
El día en que leí la lista aproximada de todas las palabras de que dispone el
sánscrito para designar el absoluto, comprendí que me había equivocado de vía,
de país, y de idioma.
*
Una amiga, después de no sé cuántos años de silencio, me escribe que ya no le
queda mucho tiempo, que se apresta a «entrar en lo Desconocido»... Este cliché
me llamó la atención. Al morir, discierno mal en dónde se puede entrar. Toda
afirmación, aquí, me parece abusiva. La muerte no es un estado, quizá ni siquiera
un pasaje. ¿Qué es pues? ¿Y por cliché, a mi vez, voy a responder a esta amiga?
64
*
Sobre el mismo tema, sobre el mismo acontecimiento, puede suceder que
cambie de opinión diez, veinte, treinta veces en el espacio de una jornada. ¡Y
pensar que cada vez, como el último de los impostores, oso pronunciar la palabra
«verdad»!
*
La mujer, todavía sólida, arrastraba tras ella a su marido, alto, encorvado, los
ojos desconcertados; ella le arrastraba como si fuera un superviviente de otra era,
un diplodocus apopléjico y suplicante.
Una hora después, segundo encuentro: una anciana muy bien vestida, curvada
al extremo, «avanzaba». Describiendo un perfecto semicírculo, miraba, por la
fuerza de las circunstancias, el suelo, y contaba sin duda sus pequeños pasos
inimaginablemente lentos. Se podría creer que aprendía a caminar, que tenía
miedo de no saber dónde y cómo poner sus pies para moverse.
... Todo lo que me aproxima a Buda es bueno.
*
A pesar de sus cabellos blancos, todavía hacía la calle. La encontraba a menudo
en el Barrio, sobre las tres de la mañana, y no me gustaba volver a casa sin
escucharle relatar algunas hazañas o algunas anécdotas. Las anécdotas, como las
hazañas, las he olvidado. Pero no he olvidado la prontitud con la que, una noche
que me puse a vociferar contra todos los «piojosos» que dormían, comentó, con
el índice levantado hacia el cielo: «¿Y qué dice usted del piojoso de arriba?»
*
«Todo está desprovisto de base y de sustancia», jamás me lo repito sin sentir
algo parecido a la felicidad. El problema es que hay cantidad de momentos en los
que no consigo repetírmelo...
65
V
Le leo por la sensación de naufragio que me da todo lo que escribe. Al
principio, comprendes, después giras en redondo, luego estás atrapado en un
suave torbellino, sin miedo, y piensas que vas a hundirte, y te hundes
efectivamente. No es sin embargo un verdadero ahogamiento — ¡sería
demasiado bello! Vuelves a la superficie, respiras, comprendes de nuevo, te
sorprendes al ver que tiene el aire de decir algo y comprender lo que dice,
después giras de nuevo en redondo, y te hundes una vez más... Todo esto
pretende ser profundo y lo parece. Pero tan pronto como te recuperas, te
apercibes de que solo es oscuro, y que el intervalo entre la profundidad verdadera
y la profundidad concertada es tan importante como entre una revelación y un
capricho.
*
Quien se consagra a una obra cree — sin ser consciente de ello — que ésta
sobrevivirá a los años, a los siglos, al tiempo mismo... Si sintiera, mientras se
consagra a ella, que es perecedera la abandonaría en el camino, no podría
terminarla. Actividad y engaño son términos correlativos.
*
«La risa desapareció, después desapareció la sonrisa.»
Esta observación en apariencia ingenua de un biógrafo de Alexander Blok
define, no se podría mejorar, el esquema de cualquier decadencia.
*
No es fácil hablar de Dios cuando no eres creyente ni ateo: es sin duda el drama
de todos nosotros, teólogos incluidos, el de no poder ser ni lo uno ni lo otro.
66
*
Para un escritor, el progreso hacia el desapego y la liberación es un desastre sin
precedentes. Él, más que nadie, tiene necesidad de sus defectos: si los supera,
está perdido. Así que se guardará muy mucho de volverse mejor, porque si lo
consigue, lo lamentará amargamente.
*
Debemos desconfiar de la lucidez que poseemos sobre nosotros mismos.
El conocimiento que tenemos de nosotros mismos indispone y paraliza a nuestro
demonio. Es allí donde debemos buscar la razón por la cual Sócrates no escribió
nada.
*
Lo que convierte a los malos poetas en más malos todavía, es que solo leen
poetas (como los malos filósofos que solo leen a filósofos), mientras que
obtendrían un mayor provecho de un libro de botánica o de geología. Solo te
enriqueces frecuentando disciplinas ajenas a la propia. Esto es solo verdad,
obviamente, para los dominios en los que el yo hace estragos.
*
Tertuliano nos enseña que, para curarse, los epilépticos iban a «chupar con
avidez la sangre de los criminales degollados en la arena».
Si escuchara mi instinto, ese sería, para cualquier enfermedad, el único tipo de
terapia que adoptaría.
*
¿Tenemos el derecho a enojarnos contra alguien que nos llama monstruo? El
monstruo está solo por definición, y la soledad, incluso la de la infamia, supone
algo positivo, una elección un poco especial, pero elección, indudablemente.
*
Dos enemigos, es un mismo hombre dividido.
67
*
«No juzgues a nadie antes de ponerte en su lugar.» Este viejo proverbio vuelve
todo juicio imposible, pues justamente juzgamos a alguien porque no podemos
ponernos en su lugar.
*
Quien ama su independencia debe prestarse, para salvaguardarla, a cualquier
torpeza, arriesgarse incluso, si es necesario, a la ignominia.
*
Nada es tan abominable como el crítico y, con mayor razón, el filósofo que hay
en cada uno de nosotros: si yo fuera poeta, reaccionaría como Dylan Thomas,
que, cuando comentaban sus poemas en su presencia, se dejaba caer al suelo y se
contorsionaba.
*
Todos los que se agitan cometen injusticia tras injusticia, sin sentir el menor
remordimiento. Mal humor solamente. — El remordimiento está reservado a
aquellos que no actúan, que no pueden actuar. Toma el lugar de la acción, les
consuela de su ineficacia.
*
La mayor parte de nuestras decepciones proceden de nuestros primeros
movimientos. El menor impulso se paga más caro que un crimen.
*
Como solo recordamos con precisión nuestras dificultades, los enfermos, los
perseguidos, las víctimas de todo tipo habrán vivido, a fin de cuentas, con el
máximo beneficio. Los otros, los afortunados, tienen una vida sí pero no el
recuerdo de una vida.
68
*
Es molesto quien no condesciende para causar buena impresión. El vanidoso es
casi siempre irritante pero se desgasta, hace un esfuerzo: es un pelmazo que no
querría serlo, y se le agradece: se acaba soportándole, e incluso buscándole. En
cambio, palideces de rabia ante alguien que de ninguna manera busca causar
efecto. ¿Qué decirle y qué esperar? Es necesario mantener algunas trazas de
mono, o si no quedarse en casa.
*
No es el miedo a emprender, es el miedo a triunfar, lo que explica más de un
fracaso.
*
Me gustaría una plegaria con palabras-puñal. Por desgracia, en cuanto rezamos,
debemos rezar como todo el mundo. Es ahí donde reside una de las más grandes
dificultades de la fe.
*
Solo temes el futuro cuando no estás seguro de poder matarte en el momento
querido.
*
Ni Bossuet, ni Malebranche, ni Fénelon se han dignado a hablar de los
Pensamientos. Aparentemente Pascal no les parecía suficientemente serio.
*
El antídoto del tedio es el miedo. Es preciso que el remedio sea más fuerte que
el mal.
69
*
¡Si pudiera elevarme al nivel de lo que hubiera querido ser! Pero no sé qué
fuerza, que se incrementa con los años, me tira hacia abajo. Incluso para volver a
mi superficie, debo usar estratagemas en las cuales no puedo pensar sin
ruborizarme.
*
Hubo un tiempo en que, cada vez que sufría alguna afrenta, para alejar de mí
toda veleidad de venganza, me imaginaba calmado en mi tumba. Y me
apaciguaba de inmediato. No despreciemos demasiado nuestro cadáver: puede
servir ocasionalmente.
*
Todo pensamiento deriva de una sensación contrariada.
*
La única manera de llegar al prójimo en profundidad es ir hacia lo que hay de
más profundo en ti mismo. En otras palabras, seguir el camino inverso al que
toman los espíritus llamados «generosos».
*
No puedo decir como este rabino hasídico: «¡La bendición de mi vida, es que
jamás he tenido necesidad de una cosa antes de poseerla!»
*
Permitiendo al hombre, la naturaleza ha cometido mucho más que un error de
cálculo: un atentado contra sí misma.
70
*
El miedo vuelve consciente, el miedo mórbido y no el miedo natural. De lo
contrario los animales habrían alcanzado un grado de consciencia superior al
nuestro.
*
En tanto que orangután propiamente dicho, el hombre es viejo; en tanto que
orangután histórico, es relativamente reciente: un advenedizo, que no ha tenido el
tiempo de aprender cómo comportarse en la vida.
*
Después de ciertas experiencias, deberíamos cambiar de nombre, ya no eres el
mismo. Todo toma otro aspecto, comenzando por la muerte. Ella parece próxima
y deseable, nos reconciliamos con ella, y llegamos a tenerla por «la mejor amiga
del hombre», como la llama Mozart en una carta a su padre agonizante.
*
Debemos sufrir hasta el final, hasta el momento en que cesemos de creer en el
sufrimiento.
*
«La verdad permanece oculta para el que está lleno de deseo y odio.» (Buda.)
... Es decir para todo ser vivo.
*
Atraído por la soledad, permanezco sin embargo en el siglo: un estilita sin
columna.
71
*
«Se equivocó al apostar por mí.» ¿Quién podría tener este lenguaje? —
Dios y el Fracasado.
*
Todo lo que conseguimos, todo lo que sale de nosotros, aspira a olvidar sus
orígenes, y solo lo logra dirigiéndose contra nosotros. De ahí el signo negativo
que marca todos nuestros éxitos.
*
No podemos decir nada sobre nada. Por eso es ilimitado el número de libros.
*
El fracaso, incluso repetido, parece siempre nuevo, mientras que el éxito, al
multiplicarse, pierde todo interés, toda atracción. No es la desgracia, es la
felicidad, la felicidad insolente, es verdad, quien conduce a la amargura y al
sarcasmo.
*
«Un enemigo es tan útil como Buda.» Eso es. Porque nuestro enemigo vela por
nosotros, nos impide dejarnos llevar. Señalando, divulgando la menor de nuestras
deficiencias, nos conduce en línea recta hacia nuestra salvación, hace todo lo
posible para que no seamos indignos de la idea que se ha hecho de nosotros. Por
tanto nuestra gratitud hacia él debería ser ilimitada.
*
Te agarras, y te adhieres tanto mejor al ser, cuanto más has reaccionado contra
los libros negativos, disolventes, contra su fuerza nociva. Libros fortificantes en
suma, puesto que suscitan la energía que les niega. Cuanto más veneno
contienen, mayor efecto saludable ejercen, a condición de que se les lea a contra-
corriente, como se debería leer cualquier libro, comenzando por el catecismo.
72
*
El servicio más grande que se puede prestar a un autor es prohibirle trabajar
durante cierto tiempo. Serían necesarias tiranías de corta duración, que se
emplearan en suspender toda actividad intelectual. La libertad de expresión sin
interrupción alguna expone los talentos a un peligro mortal, les obliga a gastar
más allá de sus recursos y les impide almacenar sensaciones y experiencias. La
libertad sin límites es un atentado contra el espíritu.
*
La autocompasión es menos estéril de lo que se cree. Tan pronto como alguien
siente el más mínimo acceso a ella, adopta una pose de pensador, y, maravilla de
maravillas, llega a pensar.
*
La máxima estoica según la cual debemos plegarnos sin murmurar a las cosas
que no dependen de nosotros, no tiene en cuenta las desgracias externas, que
escapan a nuestra voluntad. Pero aquellas que vienen de nosotros mismos, ¿cómo
acomodarlas? Si somos la fuente de nuestros males, ¿con quién tomarla?
¿con nosotros mismos? Felizmente nos arreglamos para olvidar que somos los
verdaderos culpables, de hecho la existencia solo es tolerable si renovamos cada
día esta mentira y este olvido.
*
Toda mi vida he vivido con el sentimiento de haber estado alejado de mi
verdadero lugar. Si la expresión «exilio metafísico» no tuviera ningún sentido, mi
sola existencia le prestaría uno.
*
Cuanto más colmado estás de dones, menos avanzas en el plano espiritual. El
talento es un obstáculo para la vida interior.
73
*
Para salvar la palabra «grandeza» de la vulgaridad, solo debería usarse a
propósito del insomnio o de la herejía.
*
En la India clásica, el sabio y el santo se encontraban en una sola y misma
persona. Para hacerse una idea de tal éxito, basta que se represente, si se puede,
una fusión entre la resignación y el éxtasis, entre un estoico frío y un místico
descabellado.
*
El ser es sospechoso. ¿Qué decir entonces de la «vida», que no es más que su
desviación y su estigma?
*
Cuando escuchamos un juicio desfavorable sobre nosotros, en lugar de
enfadarnos, deberíamos pensar en todo lo malo que hemos dicho sobre los otros,
y encontrar que es justo si se dice igualmente de nosotros. La ironía quiere que
no haya nadie más vulnerable, más susceptible, menos dispuesto a reconocer sus
propios defectos, que el maledicente. Es suficiente con citarle una pequeña
reserva que se ha hecho sobre su persona, para que pierda el control, se
desencadene y se ahogue en su propia bilis.
*
Desde el exterior, en todo clan, toda secta, todo partido, reina la armonía; desde
el interior, la discordia. Los conflictos en un monasterio son tan frecuentes y tan
envenenados como en cualquier sociedad. Incluso cuando desertan del infierno,
los hombres solo lo hacen para reponerlo en otro lugar.
74
*
La menor conversión es vivida como un avance. Felizmente existen
excepciones. Amo aquella secta judía del siglo XVIII, que se adhirió al
cristianismo por voluntad de decaer, y no amo menos a aquel indio de América
del Sur, que, habiéndose convertido también, se lamentaba de convertirse en
presa de los gusanos, en lugar de ser devorado por sus hijos, un honor que
hubiera tenido si no hubiera abjurado de las creencias de su tribu.
*
Es normal que el hombre ya no esté interesado en la religión sino en las
religiones, ya que solo a través de ellas podrá comprender las versiones múltiples
de su hundimiento espiritual.
*
Recapitulando las etapas de nuestra carrera, es humillante constatar que no
tuvimos los reveses que nos merecíamos, que teníamos derecho a esperar.
*
Para algunos, la perspectiva de un fin más o menos próximo excita la energía,
buena o mala, y los sumerge en una furia de actividad. Lo suficientemente
cándidos para querer perpetuarse por su iniciativa o su obra, se empeñan en
terminarla, en concluirla: no hay un instante que perder.
La misma perspectiva invita a los otros a precipitarse en el para qué, en una
clarividencia estancada, en las irrecusables verdades del marasmo.
*
«¡Maldito sea aquel que, en las futuras reimpresiones de mis obras, haya
cambiado a sabiendas lo que sea, una frase, o solamente una palabra, una sílaba,
una letra, un signo de puntuación!»
¿Es el filósofo, es el escritor quien hizo hablar así a Schopenhauer? Los dos a
la vez, y esta conjunción (si se piensa en el estilo espantoso de cualquier obra
filosófica) es muy rara. No es un Hegel quien habría proferido una maldición
similar. Ni ningún otro filósofo de primera magnitud, excepto Platón.
75
*
Nada más exasperante que la ironía sin falla, sin reposo, que no te deja tiempo
para respirar, y todavía menos para reflexionar, que, en lugar pasar desapercibida,
ocasional, es masiva, automática, en las antípodas de su naturaleza esencialmente
delicada. Tal es en todo caso el uso que hace el Alemán, el ser que, por haber
meditado más sobre ella, es el menos capaz de manejarla.
*
La ansiedad no es provocada por nada, busca darse una justificación, y, para
lograrlo, se sirve de cualquier cosa, de los pretextos más miserables, a los cuales
se aferra, después de haberlos inventado. Realidad en sí misma que precede a sus
expresiones particulares, a sus variedades, ella se suscita, se engendra a sí misma,
es «creación infinita», más propia, como tal, para recordar las artimañas de la
divinidad que las de la psique.
*
Tristeza automática: un robot elegíaco.
*
Ante una tumba, las palabras: juego, impostura, broma, sueño, se imponen.
Imposible pensar que existir sea un fenómeno serio. Certeza de trampa desde el
principio, en la base. Se debería anotar en el frontón de los cementerios:
«Nada es trágico. Todo es irreal.»
*
No olvidaré tan pronto la expresión de horror en lo que fue su rostro, el rictus,
el horror, el extremo desconsuelo, y la agresividad. No estaba contento, no.
Nunca he visto a alguien tan a disgusto en su féretro.
76
*
No mires ni hacia adelante ni hacia atrás, mira en ti mismo, sin miedo ni
lamento. Nadie desciende a sí mismo mientras permanezca esclavo del pasado o
del porvenir.
*
No es elegante reprochar a alguien su esterilidad, cuando es pretendida, cuando
es su modo de realización, su sueño…
*
Las noches en que hemos dormido son como si jamás hubieran existido. Solo
permanecen en nuestra memoria aquellas en las que no hemos cerrado los ojos:
noche quiere decir noche en blanco.
*
He transformado, para no tener que resolverlas, todas mis dificultades prácticas
en dificultades teóricas. Frente a lo Insoluble, respiro al fin…
*
A un estudiante que quería saber dónde estaba en relación al autor de
Zaratustra, respondí que había dejado de practicarlo desde hacía mucho tiempo.
¿Por qué? me preguntó. — Porque le encuentro demasiado naif...
Le reprocho sus desbocamientos y hasta sus fervores. Ha demolido ídolos para
reemplazarlos por otros. Un falso iconoclasta, con un costado adolescente, y no
sé qué virginidad, qué inocencia, inherentes a su carrera de solitario. Solo ha
observado a los hombres de lejos. Si los hubiera mirado de cerca, jamás hubiera
podido concebir ni proponer el superhombre, visión absurda, risible, sino
grotesca, quimera o antojo que solo podía surgir en el espíritu de alguien que no
había tenido el tiempo de envejecer, de conocer el desapego, el disgusto largo y
sereno.
Me es más próximo un Marco Aurelio. Ninguna duda por mi parte entre el
lirismo del frenesí y la prosa de la aceptación: encuentro más consuelo e incluso
más esperanza, en un emperador fatigado que en un profeta fulgurante.
77
VI
Me gusta esa idea hindú según la cual podemos confiar nuestra salvación a otra
persona, preferentemente a un «santo», y permitirle rezar por nosotros, hacer
cualquier cosa para salvarnos. Es vender tu alma a Dios...
*
«¿El talento necesita pasiones? Sí, muchas pasiones reprimidas.» (Joubert)
No hay un solo moralista que no pueda convertirse en precursor de Freud.
*
Siempre nos sorprende ver que los grandes místicos han producido tanto, que
han dejado un número tan importante de tratados. Pensaban sin duda en celebrar
a Dios y en nada más. Esto es cierto en parte, pero solo en parte.
No se crea una obra sin apegarse a ella, sin esclavizarse. Escribir es el acto
menos ascético que existe.
*
Cuando velo hasta muy entrada la noche, soy visitado por mi genio malvado
como lo fue Bruto por el suyo antes de la batalla de Filipos...
*
«¿Tengo la cara de alguien que debe hacer algo aquí abajo?» — Eso es lo que
me gustaría responder a los indiscretos que me interrogan sobre mis actividades.
*
Se dice que una metáfora «debe poder ser dibujada». — Todo lo original y vivo
que se ha hecho en literatura desde hace un siglo contradice esta observación.
Porque si algo ha pervivido, es la metáfora con contornos definidos, la metáfora
«coherente». Contra ella la poesía no ha cesado de rebelarse, hasta el punto de
que una poesía muerta es una poesía aquejada de coherencia.
78
*
Escuchando el boletín meteorológico, fuerte emoción a causa de las «lluvias
dispersas». Lo que prueba que la poesía está en nosotros y no en la expresión,
aunque disperso sea un adjetivo susceptible de suscitar una cierta vibración.
*
Tan pronto como formulo una duda, más exactamente: tan pronto como siento
la necesidad de formular una, siento un bienestar curioso, inquietante. Sería
mucho más fácil para mí vivir sin rastro de creencia que sin rastro de duda.
¡Duda devastadora, duda nutritiva!
*
No hay sensación falsa.
*
Entrar en ti mismo, y percibir un silencio tan antiguo como el ser, incluso más
antiguo.
*
Solo se desea la muerte en los malestares difusos; se evita al menor malestar
preciso.
*
Si detesto al hombre, no podría decir con la misma facilidad: odio al ser
humano, por la razón de que a pesar de todo en esa palabra ser hay algo de
plenitud, de enigmático y de entrañable, cualidades extrañas a la idea de hombre.
79
*
En el Dhammapada, se recomienda, para obtener la liberación, sacudirse de la
doble cadena del Bien y del Mal. Que el Bien en sí mismo sea un obstáculo,
estamos demasiado atrasados espiritualmente para poder admitirlo. Así no
seremos liberados.
*
Todo gira alrededor del dolor; el resto es accesorio, incluso inexistente, ya que
solo recordamos lo que nos hace mal. Las sensaciones dolorosas son las únicas
reales, es casi inútil experimentar las otras.
*
Creo como ese loco de Calvino que uno está predestinado a la salvación o la
reprobación desde el vientre materno. Ya hemos vivido nuestra vida antes de
nacer.
*
Es libre quien ha discernido la inanidad de todos los puntos de vista, y liberado
aquel que ha extraído las consecuencias.
*
No hay santidad sin una inclinación hacia el escándalo. Esto no es solamente
verdad para los santos. Cualquiera que se manifiesta, no importa de que manera,
prueba que posee, más o menos desarrollado, el gusto por la provocación.
*
Siento que soy libre, pero sé que no lo soy.
DEL INCONVENIENTE DE HABER NACIDO (1973) Emil Cioran
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DEL INCONVENIENTE DE HABER NACIDO (1973) Emil Cioran

  • 1. DEL INCONVENIENTE DE HABER NACIDO (1973) Emil Cioran Traducción: © Julio Pollino Tamayo cinelacion@yahoo.es
  • 2. 2
  • 3. 3 [a Roger Munier, para decirle el gran placer que tuve ayer noche de hablar con él de no tener salida – con toda amistad E. M. Cioran. París el 24 enero 1974] —¿Hay algún título por el que sienta un apego particular? —Sin lugar a dudas, Del inconveniente de haber nacido. Me adhiero a cada palabra de ese libro, que se puede abrir por cualquier página y no es necesario leer entero. Emil Cioran
  • 4. 4
  • 5. 5 ÍNDICE Justificación............…………………………...…………..7 I……………………………………………………………9 II……………………………………………………….….27 III……………………………………………………...…..41 IV……………………………………………….…………55 V…………………………………………………..………65 VI…………………………………………………...…….77 VII………………………………………………...………89 VIII………………………………………………………109 IX……………………………………………………..….127 X…………………………………………………………141 XI…………………………………………………...……157 XII…………………………………………………...…..165 Emil Cioran cumple 100 años (1911-2011)……………...177 Emil Cioran sobre España………………………………..181
  • 6. 6
  • 7. 7 JUSTIFICACIÓN “Del inconveniente de haber nacido” es probablemente el libro más importante de mi vida, el que mejor me define, retrata. Hacer mi propia traducción era un viejo proyecto. La traducción de la escritora mejicana Esther Seligson es buena, muy correcta, legible, y se la agradezco de corazón, me ha sido muy útil para resolver algunas dudas, pero no es fiel al texto de Cioran, a su sintaxis, hay miles de arbitrariedades, de equívocos, de malas lecturas, interpretaciones. Incluso se salta, ¿censura?, seis aforismos, estos: 1) “Solo admiraría plenamente a un hombre deshonrado — y feliz. Aquí hay alguien, me diría, que hace caso omiso de la opinión de sus semejantes y que atrae felicidad y consuelo en sí mismo”. 2) “¡La cantidad de exaltados, de lunáticos y de degenerados que he podido admirar! Alivio vecino al orgasmo por la idea que jamás abrazará una causa, sea la que sea...”. 3) “La lucidez no extirpa el deseo de vivir, ni mucho menos, solamente lo vuelve impropio para la vida”. 4) “A partir del momento en que la derrota estaba a la vista, Hitler solo hablaba de victoria. Creía en ella — se comportaba en todo caso como si creyera en ella — y permaneció hasta el final envuelto en su optimismo, en su fe. Todo se derrumbaba a su alrededor, cada día aportaba un desmentido a sus esperanzas pero, persistiendo en descartar lo imposible, cegándose como solo los incurables saben hacerlo, tuvo la fuerza para llegar hasta el final, de inventar horror tras horror y continuar más allá de su locura, más allá de su destino. Es así como se puede decir de él, de él que perdió todo, que se ha realizado mejor que ningún otro mortal.”. 5) “Siempre he vivido con la consciencia de la imposibilidad de vivir. Y lo que hizo mi existencia soportable, fue la curiosidad de ver cómo iba a pasar de un minuto, de una jornada, de un año al otro”. 6) “Port Royal. En medio de esta vegetación, ¡cuántos combates y desgarramientos a causa de minucias! Toda creencia, al cabo de un cierto tiempo, parece gratuita e incomprensible, al igual que la contra-creencia que la ha arruinado. Solo subsiste el aturdimiento que la una y la otra provocan”. En una traducción siempre tiene que primar el respeto absoluto a las palabras concretas del escritor y a su particular forma de ordenarlas. Clarificarlas, interpretarlas, no es el cometido del traductor. Su labor es la de volcar al español exclusivamente el lenguaje de la manera más aséptica posible, buscando incluso la similitud gráfica. Hablamos del francés, no del chino, así que se puede, y se debe, hacer, siempre. ¡Va por ti, Maestro Cioran! Julio Pollino Tamayo
  • 8. 8
  • 9. 9 I Tres de la mañana. Percibo este segundo, y después este otro, hago el balance de cada minuto. ¿Por qué todo esto? — Porque he nacido. De un tipo especial de vigilias deriva la acusación del nacimiento. * «Desde que estoy en el mundo» — ese desde me parece cargado de una significación tan espantosa que lo convierte en insostenible. * Existe un conocimiento que quita peso y alcance a lo que se hace: por él; todo está privado de fundamento, salvo él mismo. Puro hasta el punto de aborrecer la idea de objeto, traduce ese saber extremo según el cual cometer o no cometer un acto es todo uno y se acompaña de una satisfacción extrema también: la de poder repetir, en cada encuentro, que ningún gesto que se ejecuta merece que se adhiera, que nada se ve realzado por algún rastro de sustancia, que la «realidad» es competencia del insensato. Tal conocimiento merecería ser llamado póstumo: opera como si conociéndolo estuviera vivo y no vivo, ser y recuerdo de ser. «Es ya pasado», dice de todo lo que hace, en el instante mismo del acto, que de esta manera queda para siempre alejado del presente. * No corremos hacia la muerte, huimos de la catástrofe del nacimiento, nos agitamos, como supervivientes que intentan olvidarlo. El miedo a la muerte no es más que la proyección hacia el porvenir de un miedo que se remonta a nuestro primer instante. Nos repugna, es cierto, tratar el nacimiento como peste: ¿no nos han inculcado que es el supremo bien, que lo peor se sitúa al final y no al comienzo de nuestra carrera? El mal, el verdadero mal está por tanto detrás, no delante de nosotros. Lo que se le escapó a Cristo, es lo que cogió Buda: «Si tres cosas no existieran en el mundo, oh discípulos, lo Perfecto no aparecería en el mundo…» Y antes de la vejez y de la muerte, se sitúa el hecho de nacer, fuente de todas las enfermedades y de todos los desastres.
  • 10. 10 * Se puede soportar cualquier verdad, por destructiva que sea, a condición de que sea total, que aporte tanta vitalidad como la esperanza a la cual ha sustituido. * No hago nada, se entiende. Pero veo las horas pasar — lo que vale más que intentar llenarlas. * No es necesario ceñirse a una obra, solamente decir algo que pueda murmurarse al oído de un borracho o de un moribundo. * Hasta que punto la humanidad está en regresión, nada lo prueba mejor que la imposibilidad de encontrar un solo pueblo, una sola tribu, donde el nacimiento provoque todavía duelo y lamentación. * Rebelarse contra la herencia es rebelarse contra miles de millones de años, contra la primera célula. * Hay un dios al principio, si no al final, de toda alegría. * Jamás a gusto en lo inmediato, no me seduce más que lo que me precede, que lo que me aleja de aquí, los innumerables instantes en que no fui: el no-nacido. * Necesidad física del deshonor. Me hubiera gustado ser hijo de verdugo.
  • 11. 11 * ¿Con qué derecho rezáis por mí? No necesito intercesión, me las arreglaré solo. Por parte de un miserable, quizá lo aceptaría, pero de nadie más, aunque fuera un santo. No puedo tolerar que se inquieten por mi salvación. Si la aprehendo y la huyo, ¡qué indiscreción vuestras plegarias! Dirigidlas a otra parte; de todas maneras, no estamos al servicio de los mismos dioses. Si los míos son impotentes, es de creer que los vuestros no lo son menos. Incluso suponiendo que sean como les imagináis, aún carecerían del poder de curarme de un horror más viejo que mi memoria. * ¡Nada más miserable que una sensación! El éxtasis mismo no es, quizá, nada más. * Deshacer, des-crear, es la única tarea que el hombre puede asignarse, si aspira, como todo indica, a distinguirse del Creador. * Sé que mi nacimiento es un azar, un accidente risible, y sin embargo, tan pronto como me olvido de ello, me comporto como si fuera un acontecimiento capital, indispensable para la marcha y el equilibrio del mundo. * Haber cometido todos los crímenes, excepto el de ser padre. * Por regla general, los hombres esperan la decepción: saben que no deben impacientarse, que vendrá tarde o temprano, que les dará el tiempo necesario para que puedan dedicarse a sus negocios del momento. Es de otro modo para el desengañado: para él, ocurre al mismo tiempo que el acto; no necesita acecharla, está presente. Liberándose de la sucesión, ha devorado lo posible y convertido al futuro en superfluo. «No puedo encontraros en vuestro porvenir, dice a los otros. No tenemos un solo instante que nos sea común». Porque para él todo el porvenir está ya allí. Cuando se percibe el final en el comienzo, vamos más rápido que el tiempo. La iluminación, decepción fulminante, dispensa una certeza que transforma al desengañado en liberado.
  • 12. 12 * Me desligo de las apariencias y me enredo en ellas sin embargo; o más bien, estoy a medio camino entre estas apariencias y lo que las invalida, lo que no tiene ni nombre ni contenido, lo que no es nada y que es todo. El paso decisivo fuera de ellas, no lo franquearé jamás. Mi naturaleza me obliga a flotar, a eternizarme en el equívoco, y si trato de decidir en un sentido u otro, perecería por salvarme. * Mi facultad de sentirme decepcionado sobrepasa todo entendimiento. Ella es quien me hace comprender a Buda, pero es ella también quien me impide seguirle. * Aquello que no podemos ya compadecer, no cuenta y no existe ya. Por eso nuestro pasado cesa tan rápido de pertenecernos para pasar a la historia, algo que no interesa ya a nadie. * En lo más profundo de uno mismo, aspirar a estar tan desposeído, a ser tan lamentable como Dios. * El verdadero contacto entre los seres solo se establece por la presencia muda, por la aparente no-comunicación, por el intercambio misterioso y sin palabras que se asemeja a una plegaria interior. * Lo que sé a los sesenta, lo sabía ya a los veinte. Cuarenta años de un largo, de un superfluo trabajo de verificación... * Que todo está desprovisto de consistencia, de fundamento, de justificación, estoy de ordinario tan seguro, que, quien osara contradecirme, aunque fuera el hombre que más estimo, me parecería un charlatán o un estúpido.
  • 13. 13 * Desde la infancia, percibía el flujo de las horas, independientes de toda referencia, de todo acto y de todo acontecimiento, la disyunción del tiempo de lo que no era él, su existencia autónoma, su estatuto particular, su imperio, su tiranía. No puedo recordar más claramente aquella tarde en que, por primera vez, frente al universo vacante, no era más que una fuga de instantes rebeldes a cumplir su función propia. El tiempo se despegaba del ser a mis expensas. * A diferencia de Job, no he maldecido el día de mi nacimiento; los otros días en cambio, los he cubierto todos de anatemas... * Si la muerte solo tuviera aspectos negativos, morir sería un acto impracticable. * Todo es; nada es. Una y otra fórmula aportan igual serenidad. El ansioso, para su desgracia, permanece entre las dos, temblando y perplejo, siempre a merced de un matiz, incapaz de establecerse en la seguridad del ser o de la ausencia del ser. * En esta costa normanda, a una hora tan temprana, no necesitaba a nadie. La presencia de las gaviotas me molestaba: las hice huir a pedradas. Y gracias a sus gritos de una estridencia sobrenatural, comprendí que era precisamente lo que me faltaba, que lo siniestro solo podía apaciguarme, y que para encontrarlo es por lo que me había levantado antes del amanecer. * Estar vivo — de repente me sorprende la extrañeza de esta expresión, como si no se aplicara a nadie.
  • 14. 14 * Cada vez que algo no va y tengo piedad de mi cerebro, me dejo llevar por unas irresistibles ganas de proclamar. Es entonces cuando adivino de que pobres abismos surgen reformadores, profetas y salvadores. * Me gustaría ser libre, perdidamente libre. Libre como un nacido muerto. * Si en la lucidez entra tanta ambigüedad y confusión, es porque es el resultado de un mal uso que hemos hecho de nuestras vigilias. * La obsesión por el nacimiento, transportándonos antes de nuestro pasado, nos hace perder el gusto por el futuro, por el presente y por el pasado mismo. * Raros son los días en que, proyectado en la post-historia, no asisto con la hilaridad de los dioses al salir del episodio humano. Es necesario tener una visión de recambio, cuando la del Juicio ya no contenta a nadie. * Una idea, un ser, no importa en qué se encarne, pierde su figura, se vuelve grotesco. Frustración del resultado. Nunca evadirse de lo posible, relajarse en eterna veleidad, olvidarse de nacer. * La verdadera, la única mala suerte: es la de ver el día. Se remonta a la agresividad, al principio de expansión y de rabia alojado en los orígenes, al impulso hacia lo peor que los sacudió.
  • 15. 15 * Cuando volvemos a ver a alguien después de muchos años, deberíamos sentarnos el uno frente al otro y no decir nada durante horas, a fin de que con el favor del silencio la consternación pueda saborearse a sí misma. * Días milagrosamente afectados de esterilidad. En lugar de regocijarme, de gritar victoria, de convertir esta sequía en una fiesta, de verla como una ilustración de mi realización y de mi madurez, de mi desapego al fin, me dejo invadir por el pesar y el mal humor, tan tenaz es en nosotros el viejo hombre, el canalla inquieto, incapaz de borrarse. * Interesado por la filosofía hindú, cuyo propósito esencial es superar el yo; y todo lo que hago y todo lo que pienso no es más que yo y desgracias del yo. * Mientras actuamos, tenemos un fin; terminada la acción, no tiene más realidad para nosotros que el fin que buscábamos. No había nada muy consistente en todo eso, no era más que un juego. Pero los hay que son conscientes de este juego durante la acción misma: viven la conclusión en las premisas, lo realizado en lo virtual, socavan la seriedad por el hecho mismo de que existen. La visión de la no-realidad, de la carencia universal, es el resultado combinado de una sensación cotidiana y un estremecimiento brusco. Todo es juego — sin esta revelación, la sensación de que nos arrastramos a lo largo de los días no tendría ese sello de evidencia del que tienen necesidad las experiencias metafísicas para distinguirse de sus falsificaciones, los malestares. Porque todo malestar no es más que una experiencia metafísica abortada. * Cuando has agotado el interés que tenías por la muerte, y te figuras que no puedes extraer nada más de él, te repliegas sobre el nacimiento, dispuesto a afrontar un abismo también inagotable...
  • 16. 16 * En este mismo momento, estoy mal. Este acontecimiento, crucial para mí, es inexistente, incluso inconcebible para el resto de seres, para todos los seres. Salvo para Dios, si esta palabra puede tener algún sentido. * Escuchamos por todos lados, que si todo es fútil, hacer bien lo que se hace, no lo es. Lo mismo es sin embargo. Para llegar a esta conclusión, y soportarla, hace falta no practicar ningún oficio, o como mucho el de rey, como Salomón. * Reacciono como todo el mundo e incluso como los que más desprecio; pero me recupero deplorando cada acto que cometo, bueno o malo. * ¿Dónde están mis sensaciones? Se han desvanecido en... mí, ¿y quién soy yo, sino la suma de estas sensaciones evaporadas? * Extraordinario y nulo — estos dos adjetivos se aplican a un cierto acto, y, en consecuencia, a todo lo que resulta de él, a la vida en primer lugar. * La clarividencia es el único vicio que te hace libre — libre en un desierto. * A medida que los años pasan, decrece el número de personas con las cuales podemos entendernos. Cuando ya no haya nadie a quien dirigirse, seremos al fin tal y como éramos antes de caer en un nombre.
  • 17. 17 * Cuando renunciamos al lirismo, ennegrecer una página se convierte en una prueba: ¿de qué sirve escribir para decir exactamente lo que se tenía que decir? * Es imposible aceptar ser juzgado por alguien que ha sufrido menos que nosotros. Y como todo el mundo se cree un Job desconocido... * Sueño con un confesor ideal, a quien decirle todo, confesarle todo, sueño con un santo hastiado. * Desde hace de siglos y siglos que se muere, lo viviente ha debido atrapar el pliegue de la muerte; sin el cual no se explicaría porque un insecto o un roedor, y el hombre mismo, logran, después de algunos melindres, morir tan dignamente. * El paraíso no era soportable, si no el primer hombre se habría acomodado en él; este mundo no lo es tampoco, ya que se añora el paraíso o se espera otro. ¿Qué hacer? ¿dónde ir? No hagamos nada y no vayamos a ninguna parte, así simplemente. * La salud es un bien ciertamente; pero a los que la poseen se les ha negado la suerte de percibirla, una salud consciente de sí misma comienza a ser una salud comprometida o a punto de serlo. Como nadie disfruta de su ausencia de enfermedades, se puede hablar sin exageración ninguna de un castigo justo a los saludables.
  • 18. 18 * Algunos tienen desgracias; otros obsesiones. ¿Cuáles son los más dignos de lástima? * No me gustaría que se fuese equitativo en mi lugar: podría pasar de todo, salvo del tónico de la injusticia. * «Todo es dolor» — la fórmula budista, modernizada, sería: «Todo es pesadilla». De una tacada, el nirvana, llamado a poner término a un tormento de otro modo expandido, cesaría de ser un recurso reservado a algunos solamente, para convertirse en universal como la pesadilla misma. * ¿Qué es una crucifixión única, comparada con la, cotidiana, que soporta el insomne? * Como caminaba a una hora tardía en este camino bordeado de árboles, una castaña cayó a mis pies. El ruido que hizo al estallar, el eco que suscitó en mí, y un estupor desproporcionado con este incidente ínfimo, me sumergieron en el milagro, en la ebriedad de lo definitivo, como si no tuviera más preguntas, solo respuestas. Estaba ebrio de mil evidencias inesperadas, con las que no sabía qué hacer... Así es que fracasé en tocar lo supremo. Pero creí preferible continuar mi paseo. * Solo confesamos nuestras penas a otro para hacerle sufrir, para que las haga suyas. Si quisiéramos adherirlo a nosotros, solo compartiríamos con él nuestros tormentos abstractos, los únicos que son acogidos con entusiasmo por todos aquellos que nos aman.
  • 19. 19 * No me perdono haber nacido. Es como si, insinuándome en este mundo, hubiera profanado un misterio, traicionado un gran compromiso, cometido una falta de una gravedad sin nombre. Sin embargo a veces soy menos agudo: nacer me parece entonces como una calamidad que sería inconsolable de no haber conocido. * El pensamiento jamás es inocente. Porque no tiene piedad, porque es agresión, porque nos ayuda a romper nuestros grilletes. Si suprimiéramos lo que tiene de malo e incluso de demoníaco, haría falta renunciar al concepto mismo de liberación. * El medio más seguro de no equivocarse es minar certeza tras certeza. Si embargo todo lo que cuenta fue hecho al margen de la duda. * Desde hace mucho tiempo, desde siempre, he sido consciente de que este mundo no es lo que necesitaba y que no podría hacerme a él; es por esto, y solo por esto, que he adquirido un poco de orgullo espiritual, y que mi existencia me parecía como la degradación y el desgaste de un salmo. * Nuestros pensamientos, a costa de nuestro pánico, se orientan hacia el futuro, siguen el camino de todos los temores, desembocando en la muerte. Invertir su curso, hacerles recular, dirigirles hacia el nacimiento y obligarles a fijarse en él. De ese modo pierden por sí mismos ese vigor, esa tensión insoportable que yace en el fondo del horror a la muerte, y que es útil para nuestros pensamientos si desean expandirse, enriquecerse, ganar fuerza. Se comprende entonces porque, recorriendo un trayecto contrario, les falta avance, y están tan cansados cuando finalmente tropiezan con su frontera primitiva, que ya no tienen energía para mirar más allá, hacia el jamás-nacido.
  • 20. 20 * No son mis comienzos, es el comienzo lo que me importa. Si choco con mi nacimiento, con una obsesión menor, es porque no puedo lidiar con el primer momento de los tiempos. Todo malestar individual se reduce, en última instancia, a un malestar cosmogónico, cada una de nuestras sensaciones expiando esa pérdida de la sensación primordial, por la cual el ser se desliza fuera de no se sabe dónde... * Podemos preferirnos al universo, pero nos odiamos mucho más de lo que pensamos. Si el sabio es una aparición tan insólita, es porque parece impasible ante la aversión, que al igual que en todos los seres, debe nutrirse por sí misma. * Nula diferencia entre el ser y el no-ser, si los aprehendemos con igual intensidad. * El no-saber es el fundamento de todo, crea el todo por un acto que repite a cada instante, produce este mundo y cualquier mundo, ya que no cesa de tomar por real lo que no lo es. El no-saber es el gigantesco desprecio que sirve de base a todas nuestras verdades, el no-saber es más viejo y más poderoso que todos los dioses reunidos. * En esto se reconoce a aquel que tiene disposición para la búsqueda interior: pondrá por encima de cualquier éxito el fracaso, lo buscará incluso, inconscientemente se entiende. Porque el fracaso, siempre esencial, nos revela a nosotros mismos, nos permite vernos como Dios nos ve, mientras que el éxito nos aleja de lo que hay de más íntimo en nosotros y en todo.
  • 21. 21 * Hubo un tiempo en que el tiempo no existía todavía... El rechazo del nacimiento no es otra cosa que la nostalgia de ese tiempo anterior al tiempo. * Pienso en tantos amigos que ya no están, y me compadezco de ellos. Sin embargo no son tan dignos de lástima, porque han resuelto todos los problemas, empezando por el de la muerte. * Hay en el hecho de nacer tal ausencia de necesidad, que cuando piensas en ello un poco más que de costumbre, por no saber cómo reaccionar, te plantas con una sonrisa necia. * Dos clases de espíritus: diurnos y nocturnos. No tienen ni el mismo método ni la misma ética. A plena luz del día, te vigilas; en la oscuridad, te dices todo. Las consecuencias saludables o molestas de lo que piensa son de poca importancia para quien se interroga en horas en las que los demás son presa del sueño. Así que rumia sobre la mala suerte de haber nacido sin preocuparse por el daño que puede hacerle a los demás o a sí mismo. Después de medianoche comienza el vértigo de las verdades perniciosas. * A medida que acumulas años, te formas una imagen cada vez más sombría del porvenir. ¿Es solo para consolarte de estar excluido de él? Sí en apariencia, no de hecho, porque el porvenir siempre ha sido atroz, el hombre solo puede remediar sus males agravándolos, de suerte que en cada época la existencia es mucho más tolerable antes de ser encontrada la solución a las dificultades del momento. * En las grandes perplejidades, oblígate a vivir como si la historia estuviera cerrada y reacciona como un monstruo roído por la serenidad.
  • 22. 22 * Si, antaño, ante un muerto, me preguntaba: «¿De qué le sirvió nacer?», la misma cuestión, ahora, me la planteo ante cualquier vivo. * La pesadumbre por el nacimiento no es otra cosa que el gusto por lo insoluble llevado hasta la insania. * Respecto a la muerte, oscilo sin parar entre el «misterio» y la «nada en absoluto», entre las Pirámides y la Morgue. * Es imposible sentir que hubo un tiempo en que no existías. De ahí este apego al personaje que éramos antes de nacer. * «Meditad solamente una hora sobre la inexistencia del yo y os sentiréis otro hombre», dijo un día a un visitante occidental un bonzo de la secta japonesa Kousha. Sin haber frecuentado los conventos budistas, ¿cuántas veces no me he detenido sobre la irrealidad del mundo, por lo tanto del yo? No me he convertido en otro hombre, no, pero me queda efectivamente ese sentimiento de que mi yo no es real de ninguna manera, y que perdiéndolo no he perdido nada, salvo alguna cosa, salvo todo. * En lugar de atenerme al hecho de nacer, como el sentido común me sugiere, me arriesgo, me arrastro hacia atrás, retrocedo cada vez más hacia no sé qué comienzo, voy de origen en origen. Un día, quizá, lograré alcanzar el origen mismo, para descansar en él, o hundirme.
  • 23. 23 * X me insulta. Me apresto a abofetearlo. Reflexión hecha, me abstengo. ¿Quién soy? ¿Cuál es mi verdadero yo?: ¿el de la réplica o el que recula? Mi primera reacción es siempre enérgica; la segunda, flácida. Lo que se llama «sensatez» no es en el fondo más que una perpetua «reflexión hecha», es decir la no-acción como primer movimiento. * Si el apego es un mal, debemos buscar la causa en el escándalo del nacimiento, porque nacer es apegarse. Por lo tanto el desapego debería aplicarse para hacer desaparecer las huellas de este escándalo, el más grave y el más intolerable de todos. * En la ansiedad y el enloquecimiento, la calma súbita pensando en el feto que hemos sido. * En este instante preciso, ningún reproche de los hombres o de los dioses podría alcanzarme: soy tan consciente como si nunca hubiera existido. * Es un error creer en una relación directa entre sufrir reveses y ensañarte contra el nacimiento. Esta implacabilidad tiene raíces más profundas y más lejanas, y tendría lugar, aunque no hubiera la sombra de un agravio contra la existencia. Es incluso más virulenta en las dichas extremas. * Tracios y Bogomilos — no puedo olvidar que he frecuentado los mismos parajes que ellos, ni que los unos lloraban por los recién nacidos y que los otros, para exonerar a Dios, hacían a Satanás responsable de la infamia de la Creación.
  • 24. 24 * Durante las largas noches de las cavernas, cantidad de Hamlets debieron monologar sin cesar, porque puedes suponer que el apogeo del tormento metafísico es muy anterior a este desvanecimiento universal, consecutivo al advenimiento de la Filosofía. * La obsesión por el nacimiento procede de una exacerbación de la memoria, de una omnipresencia del pasado, así como de una avidez por el punto muerto, el primer punto muerto. — Punto de apertura, que no parte del gozo, ni viene del pasado sino únicamente del presente, y de un porvenir emancipado del tiempo. * Durante años, de hecho durante toda una vida, no he pensado en otra cosa que en los últimos momentos, para constatar, cuando se aproxima el final, que ha sido inútil, que el pensamiento de la muerte ayuda a todo, ¡salvo a morir! * Son nuestros malestares quienes suscitan, quienes crean la conciencia; una vez realizada su obra, se debilitan y desaparecen uno tras otro. La conciencia, ella, sigue y sobrevive, sin recordar lo que les debe, sin siquiera saberlo. Así no cesa de proclamar su autonomía, su soberanía, incluso cuando se detesta y quisiera aniquilarse. * Según la regla de San Benito, si un monje mostraba orgullo o solamente satisfacción por el trabajo que hacía, debía desviarse de él y abandonarlo. He aquí un peligro que no debe temer quien haya vivido en el apetito de la insatisfacción, en la orgía del remordimiento y del disgusto. * Si es verdad que a Dios le repugna tomar partido, no sentiría ninguna incomodidad en su presencia, incluso me gustaría imitarlo, ser como Él, en todo, un sin-opinión.
  • 25. 25 * Levantarte, lavarte y después esperar alguna variedad imprevista de bajón o de espanto. Daría el universo entero y todo Shakespeare por una hebra de ataraxia. * La gran suerte de Nietzsche terminar como terminó. ¡En la euforia! * Referirse sin cesar a un mundo donde todavía no había nada de lo que avergonzarse, donde se presentía la conciencia sin desearla, donde, revolcándose en lo virtual, se disfrutaba de la plenitud nula de un yo anterior al yo... No haber nacido, solo de pensarlo, ¡qué felicidad, qué libertad, qué espacio!
  • 26. 26
  • 27. 27 II Si el disgusto del mundo confiriera por sí solo la santidad, no veo cómo podría evitar la canonización. * Nadie habrá vivido tan cerca de su esqueleto como yo he vivido del mío: el resultado un diálogo sin fin y algunas verdades que no puedo ni aceptar ni rechazar. * Es más fácil avanzar con vicios que con virtudes. Los vicios, acomodaticios por naturaleza, se ayudan mutuamente, son plenamente indulgentes los unos a la vista de los otros, mientras que las virtudes, celosas, se combaten y se anulan, y muestran en todo su incompatibilidad y su intolerancia. * Es enfrascarse en tonterías creer en lo que haces o en lo que hacen los otros. Deberíamos dejar plantados a los simulacros e incluso a las «realidades», situarnos fuera de todo y de todos, cazar o aplastar los apetitos, vivir, según un adagio hindú, con tan pocos deseos como un «elefante solitario». * Perdono todo a X, por su sonrisa pasada de moda. * No es humilde aquel que se odia. * En ciertas personas, todo, absolutamente todo, remite a la fisiología: sus cuerpos son su pensamiento, su pensamiento sus cuerpos.
  • 28. 28 * El Tiempo, fecundo en recursos, más inventivo y más caritativo de lo que pensamos, posee una destacable capacidad para venir en nuestra ayuda, para procurarnos en cualquier momento una humillación nueva. * Siempre he buscado el paisaje anterior a Dios. De ahí mi debilidad por el Caos. * He decidido no tomarla nunca más con nadie desde que he observado que acabo siempre por parecerme a mi último enemigo. * Durante mucho tiempo, he vivido con la idea de que era el ser más normal que ha existido jamás. Esta idea me daba el gusto, incluso la pasión, de la improductividad: ¿de qué sirve hacerse valer en un mundo poblado de locos, hundido en la necedad o el delirio? ¿Para quién gastarse y con qué fin? Queda por saber si me he liberado enteramente de esta certeza, salvadora en lo absoluto, ruinosa en lo inmediato. * Los violentos son generalmente endebles, «reventados». Viven en perpetua combustión, a expensas de sus cuerpos, exactamente como los ascetas, quienes, ejercitándose en la quietud, en la paz, se desgastan y se agotan, tanto como los furiosos. * Solo se deberían escribir libros para decir cosas que no te atreverías a confiar a nadie.
  • 29. 29 * Cuando Mara, el Tentador, intenta suplantar a Buda, le dice entre otras cosas: «¿Con qué derecho pretendes reinar sobre los hombres y sobre el universo? ¿Acaso has sufrido por el conocimiento?» Es la cuestión capital, quizá única, que debes hacerte cuando te preguntas acerca de alguien, principalmente un pensador. No sería suficiente con distinguir entre aquellos que han pagado por el menor paso hacia el conocimiento y aquellos que, incomparablemente más numerosos, han recibido un saber cómodo, indiferente, un saber sin pruebas. * Se dice: Tal no tiene talento, no tiene más que un tono. Pero el tono es justamente lo que no podrías inventar, con lo que naces. Es una gracia heredada, el privilegio que algunos tienen de hacer sentir su pulso orgánico, el tono es más que el talento, es la esencia. * El mismo sentimiento de falta de pertenencia, de juego inútil, donde quiera que vaya: finjo interesarme en lo que no me importa, me muevo por automatismo o por caridad sin estar jamás en el meollo, sin estar jamás en ninguna parte. Lo que me atrae es estar en otra parte, y esa otra parte no sé lo que es. * Cuanto más se alejan los hombres de Dios, más avanzan en el conocimiento de las religiones. * «... Pero Elohim sabe que, el día en que os lo comiereis, vuestros ojos se abrirán.» Apenas se han abierto, el drama comienza. Mirar sin comprender, eso es el paraíso. El infierno sería pues el lugar donde comprendemos, donde comprendemos demasiado...
  • 30. 30 * Sólo me entiendo bien con alguien cuando está en lo más bajo de sí mismo y ya no tiene ni el deseo ni la fuerza para reintegrar sus ilusiones habituales. * Juzgando sin piedad a sus contemporáneos, tiene todas las papeletas de quedar, a los ojos de la posteridad, como una figura de espíritu clarividente. Al mismo tiempo se renuncia al lado azaroso de la admiración, a los riesgos maravillosos que supone. Porque la admiración es una aventura, la más impredecible que hay porque puede suceder que finalice bien. * Las ideas vienen mientras se camina, decía Nietzsche. La marcha disipa el pensamiento, profesó Sankara. Las dos tesis están igualmente bien fundadas, son igualmente verdaderas, y cualquiera puede comprobarlo en el intervalo de una hora, a veces de un minuto... * Ninguna clase de originalidad literaria es posible aún si no se tortura, si no se tritura el lenguaje. Otra cosa sucede si nos atenemos a la expresión de la idea como tal. Aquí nos encontramos en un sector donde las exigencias no han variado desde los presocráticos. * ¡No poder remontarte a antes del concepto, escribir a la par que los sentidos, registrar las variaciones ínfimas de lo que tocas, hacer lo que haría un reptil si se pusiera manos a la obra!
  • 31. 31 * Todo lo que podamos tener de bueno procede de nuestra indolencia, de nuestra incapacidad para pasar al acto, para ejecutar nuestros proyectos y nuestras intenciones. Es la imposibilidad o la negativa a realizarnos lo que entretiene nuestras «virtudes», y es la voluntad de dar nuestro máximo lo que nos lleva a excesos y a desarreglos. * Este «glorioso delirio», del que habla Teresa de Ávila para marcar una de las fases de unión con Dios, es lo que un espíritu desecado, forzosamente celoso, jamás perdonará a un místico. * Ni un solo instante en que no haya sido consciente de encontrarme fuera del Paraíso. * Nada hay más profundo, más verdadero que lo que se oculta. De ahí la fuerza de los sentimientos viles. * Ama nesciri, dice la Imitación. Ama ser ignorado. No estás contento contigo mismo ni con el mundo hasta que estás conforme con este precepto. * El valor intrínseco de un libro no depende de la importancia del tema (sin el cual los teólogos prevalecerían, y de lejos), sino de la manera de abordar lo accidental y lo insignificante, de dominar lo ínfimo. Lo esencial jamás ha exigido el menor talento.
  • 32. 32 * El sentimiento de llevar diez mil años de retraso, o de adelanto, sobre los otros, de pertenecer a los comienzos o al final de la humanidad... * La negación no sale jamás de un razonamiento sino de no se sabe qué de oscuro y antiguo. Los argumentos vienen después, para justificarla y apuntalarla. Todo no surge de la sangre. * Gracias a la erosión de la memoria, se recuerdan las primeras iniciativas de la materia y el riesgo de vida que le siguió... * Todas las veces que no pienso en la muerte, tengo la impresión de hacer trampa, de engañar a alguien dentro de mí. * Hay noches que el más ingenioso de los torturadores no hubiera podido inventar. Sales hecho pedazos, estúpido, perdido, sin recuerdos ni presentimientos, e incluso sin saber quién eres. Y es entonces cuando el día parece inútil, la luz perniciosa, y más opresiva todavía que las tinieblas. * Un pulgón consciente tendría que enfrentar exactamente las mismas dificultades, el mismo género de insolubles que el hombre. * Es mejor ser animal que hombre, insecto que animal, planta que insecto, y así sucesivamente. ¿La salvación? Todo lo que aminora el reinado de la conciencia y compromete su supremacía.
  • 33. 33 * Tengo todos los defectos de los demás y sin embargo todo lo que hacen me parece inconcebible. * Para ver las cosas según la naturaleza, el hombre fue creado para vivir orientado hacia el exterior. Si quiere verse a sí mismo, le hace falta cerrar los ojos, renunciar a emprender, salir de la corriente. Lo que se llama «vida interior» es un fenómeno tardío que no ha sido posible más que por ralentización de nuestras actividades vitales, «el alma» no ha podido emerger ni desarrollarse más que a expensas del buen funcionamiento de los órganos. * La menor variación atmosférica pone en tela de juicio mis proyectos, no oso decir mis convicciones. Esta forma de dependencia, la más humillante que existe, no deja de abatirme, al mismo tiempo que disipa las pocas ilusiones que me quedaban sobre mis posibilidades de ser libre, y sobre la libertad a secas. ¿De qué sirve enorgullecerte si estás a merced de lo Húmedo y de lo Seco? Desearía una esclavitud menos lamentable, y dioses de otra índole. * No merece la pena matarse, siempre se hace demasiado tarde. * Cuando se sabe de manera absoluta que todo es irreal, verdaderamente no hay porque fatigarse para probarlo. * A medida que se aleja del alba y que avanza el día, la luz se prostituye, y no se redime — ética del crepúsculo — hasta el momento de desaparecer.
  • 34. 34 * En los escritos budistas, se trata con frecuencia del «abismo del nacimiento». Es realmente un abismo, un precipicio, donde no se cae, de donde por el contrario se emerge, para mayor disgusto de cada cual. * A intervalos cada vez más espaciados, accesos de gratitud hacia Job y Chamfort, la vociferación y el vitriolo… * Cada opinión, cada visión es necesariamente parcial, truncada, insuficiente. En filosofía y en cualquier cosa, la originalidad se reduce a definiciones incompletas. * Considerando bien nuestros actos llamados generosos, no hay ninguno que, de cierta manera, no sea censurable e incluso nocivo, que no sea capaz de inspirarnos lamento por haberlo ejecutado, de modo que no tengamos que optar en definitiva entre la abstención y el remordimiento. * La fuerza explosiva de la menor mortificación. Todo deseo vencido te hace poderoso. Tenemos mucho más contacto con este mundo cuando nos alejamos de él, cuando no nos adherimos a él. El renunciamiento confiere un poder infinito. * Mis decepciones, en lugar de converger hacia un centro y constituirse, si no en sistema, al menos en un conjunto, se dispersaron, creyéndose todas únicas y perdiéndose así, por falta de organización.
  • 35. 35 * Solo triunfan las filosofías y las religiones que nos halagan, ya sea en nombre del progreso o del infierno. Condenado o no, el hombre siente una necesidad absoluta de estar en el corazón de todo. Es incluso únicamente por esta razón que es hombre, que se ha convertido en hombre. Y si un día no sintiera ya esta necesidad, tendría que borrarse en beneficio de otro animal más orgulloso y más loco. * Le repugnaban las verdades objetivas, la tarea de la argumentación, los razonamientos sostenidos. No le gustaba demostrar, no tenía que convencer a nadie. El Otro es una invención del dialéctico. * Cuanto más dañados estamos por el tiempo, más queremos escapar de él. Escribir una página sin defectos, una frase solamente, te eleva por encima del porvenir y sus corrupciones. Trascendemos la muerte por la búsqueda de lo indestructible a través del verbo, a través del símbolo mismo de la caducidad. * En lo más vivo de un fracaso, en el momento en que la vergüenza amenaza con derrotarnos, de repente nos invade un frenesí de orgullo, que no dura mucho tiempo, justo lo suficiente para vaciarnos, para dejarnos sin energía, para hacer bajar, con nuestras fuerzas, la intensidad de nuestra vergüenza. * Si la muerte es tan horrible como se pretende, ¿cómo es que al cabo de un cierto tiempo estimamos feliz a cualquier ser, amigo o enemigo, que ha cesado de vivir?
  • 36. 36 * Más de una vez, he salido de mi casa, porque si me hubiera quedado allí, no estoy seguro de haber podido resistir a una resolución súbita. La calle es más tranquilizadora, porque piensas menos en ti mismo, y todo se debilita y se degrada, comenzando por el desconcierto. * Es propio de la enfermedad velar cuando todo duerme, cuando todo reposa, incluso el enfermo. * De joven, sientes un cierto placer por las enfermedades. ¡Parecen tan nuevas, tan ricas! Con la edad, ya no sorprenden, las conocemos demasiado. Ahora bien, sin una pizca de imprevisto, no merecen ser padecidas. * Tan pronto como apelas a lo más íntimo de ti mismo, y comienzas a abrirte y manifestarte, te atribuyes dones, te vuelves insensible a tus propias lagunas. Nadie puede admitir que lo que sale de sus profundidades carece de valor. ¿El «conocimiento de uno mismo»? Una contradicción en sus términos. * Todos estos poemas donde no hay más cuestión que el Poema, toda una poesía que no tiene otra materia que ella misma. ¿Qué se diría de una oración cuyo objeto fuera la religión? * El espíritu que pone todo en cuestión llega, al cabo de miles de interrogaciones, a una apatía casi total, a una situación que el apático conoce precisamente de entrada, por instinto. Porque la apatía, ¿qué es sino una perplejidad congénita?
  • 37. 37 * ¡Qué decepción, Epicuro, el sabio del que tengo más necesidad, escribió más de trescientos tratados! ¡Y qué alivio que se hayan perdido! * —¿Qué haces de la mañana a la noche? —Me soporto. * Palabras de mi hermano a propósito de los trastornos y males que padeció nuestra madre: «La vejez es la autocrítica de la naturaleza.» * «Hace falta estar ebrio o loco, dijo Sieyès, para hablar bien en las lenguas conocidas». Hay que estar ebrio o loco, añadiré yo, para atreverse todavía a servirse de palabras, de cualquier palabra. * El fanático del bajón elíptico está destinado a sobresalir en cualquier carrera, salvo en la de escritor. * Habiendo vivido siempre con el temor de ser sorprendido por lo peor, trato, en toda circunstancia, de tomar la delantera, arrojándome a la desgracia mucho antes de que sobrevenga. * No sentimos celos de los que tienen la facultad de rezar, mientras que estamos llenos de envidia por los poseedores de bienes, por aquellos que conocen riqueza y gloria. Es extraño que te resignes a la salvación de otro, y no a algunas ventajas fugitivas de las que puedes disfrutar.
  • 38. 38 * No he encontrado un solo espíritu interesante que no estuviera ampliamente provisto de deficiencias inconfesables. * No hay arte verdadero sin una fuerte dosis de banalidad. Quien usa lo insólito de una manera constante se agota rápidamente, nada es más insoportable que la uniformidad de lo excepcional. * El inconveniente de practicar una lengua prestada es el de no tener derecho a cometer demasiadas faltas. Ahora bien, es buscando la incorrección sin abusar de ella, rozando en cada momento el solecismo, como se da una apariencia de vida a la escritura. * Cada cual cree, de manera inconsciente se entiende, que persigue solo la verdad, que los otros son incapaces de buscarla e indignos de alcanzarla. Esta locura está tan arraigada y es tan útil, que es imposible representarse lo que ocurriría con cada uno de nosotros, si desapareciera algún día. * El primer pensador fue sin ninguna duda el primer maníaco del por qué. Manía inusual, no contagiosa. Raros son en efecto los que la sufren, quienes son roídos por la interrogación, y no pueden aceptar ningún dato porque han nacido en la consternación. * Ser objetivo es tratar al otro como se trata a un objeto, a un cadáver, es comportarse con él como un enterrador.
  • 39. 39 * Este segundo ha desaparecido para siempre, se ha perdido en la masa anónima de lo irrevocable. Nunca volverá. Sufro por él y no sufro. Todo es único — e insignificante. * Emily Brontë. Todo lo que emana de Ella tiene la propiedad de conmocionarme. Haworth es mi lugar de peregrinación. * Caminar a lo largo de un río, pasar, fluir con el agua, sin esfuerzo, sin precipitación, mientras la muerte continúa en nosotros rumiando, su soliloquio ininterrumpido. * Solo Dios tiene el privilegio de abandonarnos. Los hombres solo pueden dejarnos. * Sin la facultad de olvidar, nuestro pasado pesaría tanto sobre nuestro presente que no tendríamos la fuerza de abordar un solo instante más, y mucho menos entrar en él. La vida solo parece tolerable a las naturalezas ligeras, a aquellas que precisamente no recuerdan. * Plotino, cuenta Porfirio, tenía el don de leer en las almas. Un día, sin más preámbulos, le dijo a su discípulo, muy sorprendido, que no intentara matarse y que emprendiera mejor un viaje. Porfirio partió para Sicilia: se curó de su melancolía pero, le añadió mucho pesar, se perdió así la muerte de su maestro, sobrevenida durante su ausencia. Hace mucho tiempo que los filósofos ya no leen las almas. No es su oficio, se dirá. Es posible. Pero que no se extrañen tampoco si ya no nos importan apenas.
  • 40. 40 * Una obra solo existe si está preparada en la sombra con atención, con el cuidado del asesino que medita su golpe. En ambos casos, lo que prima, es la voluntad de golpear. * El conocimiento de uno mismo, el más amargo de todos, es también el que menos se cultiva: ¿a quién le gusta sorprenderse de la mañana a la noche en flagrante delito de ilusión, remontar sin piedad a la raíz de cada acto, y perder causa tras causa ante su propio tribunal? * Todas las veces que tengo un lapsus de memoria, pienso en la angustia que deben de sentir quienes saben que no se acuerdan ya de nada. Pero algo me dice que al cabo de un cierto tiempo una alegría secreta les posee, que no aceptarían intercambiar por ninguno de sus recuerdos, incluso los más exultantes. * ¡Pretender ser más distante, más ajeno a todo que nadie, y no ser más que un fanático de la indiferencia! * Cuanto más trabajas con impulsos contradictorios, menos sabes a cuál renunciar. Falta de carácter, es eso y no otra cosa. * El tiempo puro, el tiempo decantado, la libertad de los acontecimientos, de los seres y de las cosas, solo se nota en ciertos momentos de la noche, cuando le sientes avanzar, con la única inquietud de arrastraros hacia una catástrofe ejemplar.
  • 41. 41 III Sentir bruscamente que sabes tanto como Dios sobre todas las cosas y también tan bruscamente ver desaparecer esta sensación. * Los pensadores de primera mano meditan sobre las cosas; los otros, sobre los problemas. Hay que vivir frente al ser, y no frente al espíritu. * «¿Qué esperas para rendirte?» — Cada enfermedad nos envía una advertencia disfrazada de interrogación. Hacemos oídos sordos, mientras pensamos que la farsa está demasiado usada, y que la próxima vez tendrá al fin el coraje de capitular. * Cuanto más conozco, menos reacciono al delirio. Ya sólo me gustan, entre los pensadores, los volcanes enfriados. * De joven, me aburría a muerte, pero creía en mí. Si no tenía el presentimiento del personaje insulso en que me iba a convertir, en revancha sabía que, pasara lo que pasara, la Perplejidad no me dejaría colgado, que velaría mis días con la exactitud y el celo de la Providencia. * Si pudiera verse con los ojos de los otros desaparecería en el acto.
  • 42. 42 * Le decía a un amigo italiano que los latinos no tienen secretos, porque son demasiado abiertos, demasiado locuaces, que prefiero a los pueblos devastados por la timidez, y que un escritor que no la conoce en su vida no vale nada en sus escritos. «Es verdad, me respondió. Cuando, en nuestros libros, relatamos nuestras experiencias, les falta intensidad y prolongación, porque ya las hemos contado cientos de veces antes.» Y después hablamos de la literatura femenina, de su ausencia de misterio en los países donde han operado los salones y lo confesional. * No deberías, remarcó no sé quién, privarte del «placer de la piedad». ¿Alguna vez se ha justificado de una manera más delicada la religión? * Estas ganas de revisar mis entusiasmos, de cambiar de ídolos, de rezar en otra parte... * Tenderte en un campo, oler la tierra y decirte que ella es el término y la esperanza de nuestros abatimientos, y que sería en vano buscar algo mejor para descansar y disolverte. * Cuando estoy ocupado, no pienso ni por un instante en el «sentido» de nada, y todavía menos, sobra decirlo, en lo que estoy haciendo. Prueba de que el secreto de todo reside en el acto y no en la abstención, causa funesta de la conciencia. * ¿La fisonomía de la pintura, de la poesía, de la música, en un siglo? Nadie se la puede figurar. Como después de la caída de Atenas o de Roma, una larga pausa intervendrá, a causa de la extenuación de los medios de expresión, así como de la extenuación de la conciencia misma. La humanidad, para reconectarse con el pasado, deberá inventarse una segunda ingenuidad, sin la cual no podrá jamás recomenzar las artes.
  • 43. 43 * En una de las capillas de esta iglesia fea a voluntad, se ve a la Virgen irguiéndose con su Hijo sobre el globo terrestre. Una secta agresiva que minó y conquistó un imperio y que ha heredado sus taras, comenzando por el gigantismo. * Se dice en el Zohar: «Tan pronto como el hombre apareció de inmediato aparecieron las flores.» Preferiría creer que estaban allí mucho antes que él, y que su llegada las sumió a todas en una estupefacción de la que aún no han regresado. * Es imposible leer una línea de Kleist, sin pensar que se mató. Es como si su suicidio hubiera precedido a su obra. * En Oriente, los pensadores occidentales más curiosos, más extraños, jamás habrían sido tomados en serio, debido a sus contradicciones. Para nosotros, esta es precisamente la razón de nuestro interés por ellos. No amamos un pensamiento, sino las peripecias, la biografía de un pensamiento, las incompatibilidades y las aberraciones que se encuentran allí, en suma los espíritus que, no sabiendo cómo ponerse en regla con los otros y todavía menos con ellos mismos, trampean tanto por capricho como por fatalidad. ¿Su marca distintiva? Un toque de astucia en lo trágico, una pizca de juego hasta en lo incurable... * Si, en sus Fundaciones, Teresa de Ávila se para detenidamente en la melancolía, es porque la encuentra incurable. Los médicos, dice, no pueden hacer nada, y la superior de un convento, en presencia de pacientes de este género, no tiene más que un recurso: inspirarles el temor a la autoridad, amenazarles, darles miedo. El método que preconiza la santa sigue siendo el mejor: frente a un «depresivo», sientes que solo serían eficaces las patadas, las bofetadas, una buena paliza. Y eso es lo que hace el propio «depresivo» cuando decide terminar con ella: emplear los grandes medios.
  • 44. 44 * En relación a cualquier acto de la vida, el espíritu desempeña el rol de aguafiestas. * Los elementos, fatigados de repetir un tema trillado, disgustados con sus combinaciones siempre las mismas, sin variación ni sorpresa, se imaginan muy bien buscando algún divertimento: la vida solo sería una digresión, una anécdota... * Todo lo que se hace me parece pernicioso y, en el mejor de los casos, inútil. En rigor, puedo agitarme pero no puedo actuar. Comprendo bien, demasiado bien, las palabras de Wordsworth sobre Coleridge: Eterna actividad sin acción. * Todas las veces que algo me parece todavía posible, tengo la impresión de haber sido embrujado. * La única confesión sincera es la que nos hacemos indirectamente — hablando de los otros. * No adoptamos una creencia porque sea verdadera (lo son todas), sino porque una fuerza oscura nos empuja hacia ella. Si esta fuerza nos deja, llega la postración y la quiebra, el cara a cara con lo que queda de nosotros mismos.
  • 45. 45 * «Es lo propio de toda forma perfecta que el espíritu emerja de ella de manera inmediata y directa, mientras que la forma viciada le retiene prisionero, como un mal espejo que se refleja solo a sí mismo.» Haciendo este elogio — tan poco alemán — de la pureza, Kleist no había pensado especialmente en la filosofía, en todo caso no la tenía como objetivo; lo que no impide que sea la mejor crítica que se ha hecho a la jerga filosófica, un pseudo-lenguaje que, queriendo reflejar ideas, no ha logrado más que tomar relieve a sus expensas, que desnaturalizarlas y oscurecerlas, que ponerse a sí mismo en valor. Por una de las usurpaciones más desoladoras, la palabra se ha convertido en una vedette en un dominio donde debería ser imperceptible. * «¡Oh Satanás, mi Maestro, me entrego a ti para siempre!» — ¡Cómo lamento no haber retenido el nombre de la religiosa que, habiendo escrito esto con un clavo empapado en su sangre, merecería figurar en una antología de la plegaria y del laconismo! * La conciencia es mucho más que la espina, es el puñal en la carne. * Hay ferocidad en todos los estados, salvo en la alegría. La palabra Schadenfreude, alegría maligna, es un contrasentido. Hacer el mal es un placer, no una alegría. La alegría, la única verdadera victoria sobre el mundo, es pura en su esencia, es por tanto irreductible al placer, siempre sospechoso en sí mismo y en sus manifestaciones. * Una existencia constantemente transfigurada por el fracaso. * El sabio es aquel que consiente en todo, porque no se identifica con nada. Un oportunista sin deseos.
  • 46. 46 * No conozco más que una visión de la poesía que sea enteramente satisfactoria: la de Emily Dickinson cuando dice que en presencia de un verdadero poema recibe tal frío que tiene la impresión de que ningún fuego podrá calentarla. * El gran fallo de la naturaleza es no haber sabido ceñirse a un solo reino. Al lado del vegetal, todo parece inoportuno, mal avenido. El sol debería haber desdeñado el advenimiento del primer insecto, y mudarse con la irrupción del chimpancé. * Si, a medida que envejeces, registras cada vez más el propio pasado en detrimento de los «problemas», es sin duda porque es más fácil remover recuerdos que ideas. * Los últimos a quienes perdonamos su infidelidad hacia nosotros son aquellos a los que hemos decepcionado. * Lo que otros hacen, siempre tenemos la impresión de que podríamos hacerlo mejor. Desgraciadamente no tenemos el mismo sentimiento con respecto a lo que hacemos nosotros mismos. * «Yo era Profeta, nos advierte Mahoma, cuando Adán estaba todavía entre el agua y la arcilla.» ... Cuando no has tenido el orgullo de fundar una religión — o al menos de arruinar una — ¿cómo osar mostrarte a la luz del día?
  • 47. 47 * El desapego no se aprende: está inscrito en una civilización. No se tiende hacia él, se descubre en uno mismo. Es lo que pensé leyendo que un misionero, en Japón durante dieciocho años, podía contar, tan solo, con sesenta conversos, ancianos por encima de la media. Sin embargo escaparon de él en el último momento: murieron a la manera nipona, sin remordimiento, sin tormentos, como dignos descendientes de sus ancestros que, para curtirse durante el tiempo de las luchas contra los mongoles, se dejaron impregnar de la nada de todas las cosas y de su propia nada. * Solo podemos rumiar sobre la eternidad tumbados. Fue durante un período considerable la principal preocupación de los Orientales: ¿no preferían la posición horizontal? Tan pronto como te tiendes, el tiempo deja de fluir, y de contar. La historia es el producto de un miserable de pie. En tanto que animal vertical, el hombre debe habituarse a mirar ante sí, no solo en el espacio sino también en el tiempo. ¡A qué pésimo origen se remonta el Porvenir! * Todo misántropo, por sincero que sea, recuerda por momentos a ese viejo poeta clavado en el lecho y completamente olvidado, que, furioso contra sus contemporáneos, había decretado que ya no deseaba recibir a ninguno. Su esposa, por caridad, iba de vez en cuando a llamar a la puerta. * Una obra finaliza cuando ya no se puede mejorar, aunque la sepamos insuficiente e incompleta. Estamos tan excedidos, que ya no tenemos el coraje de agregar una sola coma, aunque sea indispensable. Lo que decide el grado de finalización de una obra, no es una exigencia del arte o de la verdad, es la fatiga y, aún más, el asco.
  • 48. 48 * Si bien la menor frase que se escribe exige un simulacro de invención, en revancha es suficiente un poco de atención para entrar en un texto, incluso difícil. Garabatear una tarjeta postal se aproxima más a una actividad creativa que leer la Fenomenología del espíritu. * El budismo llama a la cólera «impureza del espíritu»; el maniqueísmo, «raíz del árbol de la muerte». Lo sé. ¿Pero de qué me sirve saberlo? * Ella me era completamente indiferente. Pensando de repente, después de tantos años, que, pase lo que pase, no la volvería a ver nunca jamás, casi me pongo malo. No comprendemos lo que es la muerte hasta que nos la recuerda de repente el rostro de alguien que no ha sido nada para nosotros. * A medida que el arte se hunde en un punto muerto, los artistas se multiplican. Esta anomalía deja de serlo, si consideramos que el arte, en vía de agotamiento, se ha vuelto a la vez imposible y fácil. * Nadie es responsable de lo que es e incluso de lo que hace. Esto es evidente y todo el mundo conviene en ello más o menos. ¿Por qué entonces celebrar o denigrar? Porque existir equivale a evaluar, a emitir juicios, y la abstención, cuando no es el efecto de la apatía o de la cobardía, exige un esfuerzo que nadie tiene la intención de asumir. * Toda forma de prisa, incluso hacia el bien, revela alguna perturbación mental.
  • 49. 49 * Los pensamientos menos impuros son aquellos que surgen entre nuestros problemas, en los intervalos de nuestros hastíos, en esos momentos de lujo que nos ofrece nuestra miseria. * Los dolores imaginarios son de lejos los más reales, pues se necesitan constantemente y se inventan porque no hay medio de pasar sin ellos. * Si lo propio del sabio es no hacer nada inútil, nadie me sobrepasará en sabiduría: no me rebajo ni tan siquiera a las cosas útiles. * Imposible imaginar un animal degradado, un sub-animal. * ¡Si hubiéramos podido nacer antes que el hombre! * Haga lo que haga, no puedo despreciar todos esos siglos durante los cuales no se ha hecho otra cosa que poner a punto una definición de Dios. * La manera más eficaz de sustraerse a un abatimiento motivado o gratuito, es tomar un diccionario, preferiblemente de un idioma que se conoce apenas, y buscar palabras y palabras, prestando mucha atención a que sean de las que no se utilizarán jamás…
  • 50. 50 * Mientras vivimos por debajo de lo terrible, encontramos palabras para expresarlo; tan pronto como lo conocemos desde dentro, ya no encontramos ninguna. * No hay dolor límite. * Los desconsuelos de todo tipo pasan, pero el fondo de donde proceden subsiste siempre, y nada tiene control sobre él. Es inatacable e inalterable. Es nuestro fatum. * Recordar, en el furor y en la desolación, que la naturaleza, como dice Bossuet, no consentirá en dejarnos mucho tiempo «ese poco de materia que nos presta». «Ese poco de materia» — a fuerza de pensarlo se llega a la calma, es verdad, que mejor valdría no haber conocido jamás. * La paradoja no es admisible en los entierros, ni en las bodas y los bautizos. Los eventos siniestros — o grotescos — exigen el lugar común, tanto lo terrible, como lo penoso, no se acomodan más que al cliché. * No importa lo desengañados que estemos, es imposible vivir sin ninguna esperanza. Guardas siempre una, sin su conocimiento, y esta esperanza inconsciente compensa a todas las otras, explícitas, rechazadas o agotadas.
  • 51. 51 * Cuanto más cargado de años estás, más hablas de tu desaparición como de un acontecimiento lejano, altamente improbable. Tienes tan atrapado el pliegue de la vida, que te has vuelto inepto para la muerte. * Un ciego, verdadero por una vez, tendía la mano: en su actitud, en su rigidez, había algo que impresionaba, que cortaba la respiración. Pasaba su ceguera. * Solo perdonamos a los niños y a los locos ser francos con nosotros: los otros, si tienen la audacia de imitarlos, se arrepentirán tarde o temprano. * Para ser «feliz», habría que tener constantemente presente en el espíritu la imagen de las desgracias de las que has escapado. Eso sería para la memoria una forma de redimirse, visto que, de ordinario no conservamos más que las desgracias sobrevenidas, ella se emplea en sabotear la felicidad con un éxito maravilloso. * Después de una noche en blanco, los peatones parecen autómatas. Ninguno tiene el aire de respirar, de caminar. Todos parecen movidos por un resorte: nada de espontaneidad; sonrisas mecánicas, gesticulación de espectros. Espectro tú mismo, ¿cómo ver vivos a los otros? * Ser estéril — ¡con tantas sensaciones! Perpetua poesía sin palabras.
  • 52. 52 * La fatiga pura, sin causa, la fatiga que sobreviene como un regalo o un flagelo: por ella me reintegro a mi yo, me sé “yo”. Tan pronto como se desvanece, no soy más que un objeto inanimado. * Todo lo que todavía está vivo en el folclore es anterior al cristianismo. — Es lo mismo con todo lo que está vivo en cada uno de nosotros. * Aquel que teme al ridículo jamás irá muy lejos ni para bien ni para mal, quedará por debajo de sus talentos, y aunque tuviera genio, aún estaría condenado a la mediocridad. * «En medio de vuestras actividades más intensas, deteneos un momento para «observar» vuestro espíritu», — esta recomendación no se dirige ciertamente a aquellos que «observan» su espíritu día y noche, y que de hecho no tienen que suspender un instante sus actividades, por la sencilla razón de que no despliegan ninguna. * Solo dura lo que ha sido concebido en soledad, frente a Dios, seas creyente o no. * La pasión por la música es ya en sí misma una confesión. Sabemos más acerca de un desconocido que se deja llevar por ella que de alguien que es insensible a ella y con quien cohabitamos todos los días.
  • 53. 53 * No hay meditación sin una inclinación por la repetición. * Mientras el hombre estaba a remolque de Dios, avanzaba lentamente, tan lentamente que ni tan siquiera se percibía. Desde que ya no vive a la sombra de nadie, se apresura, se desconsuela, y daría cualquier cosa por encontrar la antigua cadencia. * Hemos perdido naciendo tanto como perderemos muriendo. Todo. * Saciedad — Acabo de pronunciar esta palabra, y ya no sé a propósito de qué, si la aplico a todo lo que siento y pienso, a todo lo que amo y detesto, o a la saciedad misma. * No he matado a nadie, he hecho algo mejor: he matado a lo Posible y, como Macbeth, de lo que tengo más necesidad es de rezar, pero, tampoco como él, puedo decir Amén.
  • 54. 54
  • 55. 55 IV ¡Distribuir golpes que no alcanzan a nadie, atacar a todo el mundo sin que nadie se aperciba, lanzar flechas de las cuales somos los únicos en recibir el veneno! * X, a quien siempre he tratado tan mal como me es posible, no me culpa porque no quiere a nadie. Él perdona todas las injurias, no se acuerda de ninguna. ¡Cómo le envidio! Para igualarlo, me haría falta recorrer muchas existencias, y agotar todas mis posibilidades de transmigración. * Cuando partí en bicicleta durante meses atravesando Francia, mi mayor placer era detenerme en cementerios rurales, tumbarme entre dos tumbas, y fumar así durante horas. La considero como la época más activa de mi vida. * ¿Cómo dominarme, cómo ser dueño de mí mismo, cuando vengo de una tierra donde se ruge en los entierros? * Ciertas mañanas, apenas he puesto los pies fuera, oigo voces llamándome por mi nombre. ¿Soy yo realmente? ¿Es ese mi nombre? Es él, en efecto, llena el espacio, está en los labios de los transeúntes. Todos lo articulan, incluso esa mujer en la cabina vecina, en la oficina de correos. Las vigilias devoran nuestros últimos restos de buen sentido y de modestia, y nos harían perder la razón, si el miedo al ridículo no viniera a salvarnos.
  • 56. 56 * Mi curiosidad y mi repulsión, mi terror también ante su mirada aceitosa y metálica, ante su obsequiosidad, su astucia sin barniz, su hipocresía extrañamente no velada, sus continuos y obvios disimulos, ante esta mezcla de canalla y loco. Impostura e infamia a plena luz. Su insinceridad es perceptible en todos sus gestos, en todas sus palabras. La palabra no es exacta, porque ser insincero es ocultar la verdad, es conocerla, pero en él no hay rastro, ni idea, ni sospecha de verdad, ni de mentira por otra parte, nada, solo una aspereza inmunda, una demencia interesada... * Hacia medianoche una mujer llorando me abordó por la calle: «Se han cargado a mi marido, Francia es repugnante, afortunadamente soy bretona, han secuestrado a mis hijos, me han drogado durante seis meses...» No apercibiéndome enseguida de que estaba loca, pues su dolor parecía real (y, en cierto sentido, lo era), la dejé monologar durante una buena media hora: hablar le hacía bien. Después, la abandoné, diciéndome a mí mismo que la diferencia entre ella y yo sería muy pequeña si, a mi vez, me pusiera a soltar mis recriminaciones ante el primer llegado. * Un profesor de un país del Este me cuenta que su madre, una campesina, se extrañó mucho al saber que sufría insomnio. Cuando el sueño no llegaba, ella, no tenía más que imaginarse un vasto campo de trigo ondulado por el viento, y se adormecía inmediatamente después. Solo con la imagen de una ciudad no se alcanzaría el mismo resultado. Es inexplicable, es milagroso que un ciudadano llegue a pegar ojo.
  • 57. 57 * La cantina es frecuentada por los ancianos que habitan en el asilo a las afueras del pueblo. Están allí, con un vaso en la mano, mirándose sin hablar. Uno de ellos comienza a contar algo que pretende ser divertido. Nadie le escucha, en todo caso nadie se ríe. Todos han trabajado duro durante muchos años para llegar allí. En otro tiempo, en el campo, se les habría ahogado bajo una almohada. Fórmula sabia, perfeccionada por cada familia, e incomparablemente más humana que la de reunirlos, la de aparcarlos, para curarlos del aburrimiento por estupor. * Si hacemos caso a la Biblia, fue Caín quien creó la primera ciudad, para tener, según la observación de Bossuet, dónde aturdir sus remordimientos. ¡Qué opinión! ¡Y cuántas veces no habré experimentado su justeza en mis andanzas nocturnas! * Aquella noche, subiendo la escalera, en plena oscuridad, fui detenido por una fuerza invisible, surgida de fuera y de dentro. Incapaz de dar un paso más, me quedé clavado en el sitio, petrificado. IMPOSIBILITADO — esta palabra tan corriente vino, más a propósito que de costumbre, a iluminarme sobre mí mismo, y sobre ella: me había socorrido a menudo, pero nunca como esta vez. Comprendí finalmente para siempre lo que quería decir... * Una anciana criada a mi «¿Cómo está?» respondió sin detenerse: «Voy tirando.» Esta respuesta tan banal me sacudió hasta las lágrimas. Los giros que afectan al devenir, al paso, al transcurso, cuanto más usados son, más adquieren a veces el alcance de una revelación. La verdad, sin embargo, es que no crean un estado excepcional, sino que se encuentran en ese estado sin saberlo, y no hacía falta más que un signo o un pretexto para que lo extraordinario tuviera lugar.
  • 58. 58 * Vivíamos en el campo, iba a la escuela, y, detalle importante, dormía en la misma habitación que mis padres. Por la tarde mi padre solía leerle a mi madre. Aunque era sacerdote, leía cualquier cosa, pensando sin duda que, dada mi corta edad, se suponía que no podía comprender. En general, no escuchaba y me dormía, salvo si se trataba de algún relato sorprendente. Una noche agucé el oído. Fue, con una biografía de Rasputín, la escena en la que el padre, al borde de la muerte, hace venir a su hijo para decirle: «Ve a San Petersburgo, hazte el dueño de la ciudad, no retrocedas antes nada y no temas a nadie, porque Dios es un viejo cerdo.» Tal enormidad en boca de mi padre, para quien el sacerdocio no era una tontería, me impresionó tanto como un incendio o un seísmo. Pero recuerdo también muy claramente — hace de eso más de cincuenta años — que a mi emoción le siguió un placer, no oso decir perverso. * Habiendo penetrado, en el curso de los años, lo suficiente en dos o tres religiones, reculé cada vez, en el umbral de la «conversión», por miedo a mentirme a mí mismo. Ninguna de ellas era, en mi opinión, lo suficientemente libre como para admitir que la venganza es una necesidad, la más intensa y la más profunda que existe, y que todos deben satisfacerla, aunque solo sea con palabras. Si la ahogas, te expones a trastornos graves. Más de un desequilibrio — incluso quizá cualquier desequilibrio — procede de una venganza que ha sido diferida demasiado tiempo. ¡Sepamos explotar! Cualquier malestar es más sano que el que suscita una rabia acumulada. * Filosofía de la Morgue. «Mi sobrino, está claro, no tuvo éxito; si lo hubiera tenido, habría tenido otro final. —Sepa usted, señora, respondí a esta gruesa matrona, que se tenga éxito o no, eso viene a ser lo mismo. —Tiene razón», me replicó después de algunos segundos de reflexión. Esta aquiescencia tan inesperada por parte de tal cotilla me conmovió casi tanto como la muerte de mi amigo.
  • 59. 59 * Los tarados... Me parece que su aventura, mejor que ninguna otra, arroja luz sobre el porvenir, que solo ellos pueden vislumbrar y descifrar, y que, haciendo abstracción de sus hazañas, les deja para siempre incapacitados para describir los días venideros. * —Qué lástima, me dijiste, que N. no haya creado nada. —¡Qué importa! Existe. Si hubiera dado a luz libros, si hubiera tenido la mala suerte de «realizarse», no estaríamos hablando de él desde hace una hora. La ventaja de ser alguien es más rara que la de obrar. Producir es fácil; lo que es difícil, es desdeñar hacer uso de tus dones. * Se rueda, comienza la misma escena varias veces. Un transeúnte, obviamente un provinciano, no sale de su asombro: «Después de esto, no volveré al cine jamás.» Se podría reaccionar de la misma manera con respecto a cualquier cosa de la cual se haya entrevisto el fondo y apoderado del secreto. Sin embargo, por una obnubilación que tiene algo de prodigiosa, los ginecólogos se encaprichan de sus clientes, los sepultureros hacen niños, los incurables se llenan de proyectos, los escépticos escriben... * T., hijo de rabino, se queja de que este período de persecuciones sin precedentes no ha visto nacer ninguna oración original, susceptible de ser adoptada por la comunidad y dicha en sinagogas. Le aseguro que se equivoca al afligirse o alarmarse por ello: los grandes desastres no proporcionan nada a nivel literario o religioso. Solo las semidesgracias son fecundas, porque pueden ser, porque son un punto de partida, mientras que un infierno demasiado perfecto es casi tan estéril como el paraíso.
  • 60. 60 * Tenía veinte años. Todo me pesaba. Un día me desplomé sobre un sofá con un «Ya no puedo más». Mi madre, trastornada ya por mis noches en blanco, me anunció que venía de pedir una misa por mi «reposo». No una sino treinta mil, hubiera querido gritar, pensando en la cifra inscrita por Carlos V en su testamento, para un reposo mucho más largo, es verdad. * Le volví a ver por azar después de un cuarto de siglo. No había cambiado, intacto, más fresco que nunca, incluso parecía haber reculado hacia la adolescencia. ¿Dónde se escondió, y qué había maquinado para escapar a la acción de los años, para esquivar las muecas y las arrugas? ¿Y cómo vivió, si vivió? Un resucitado más bien. Seguramente hizo trampa, no cumplió con su deber de vivir, no jugó el juego. Un resucitado, sí, y un gorrón. No discierno ningún signo de destrucción en su rostro, ninguna de esas marcas que atestiguan que eres un ser real, un individuo, y no una aparición. No sé qué decirle, me siento avergonzado, incluso tengo miedo. Tanto nos desarma quien escapa al tiempo, o lo escamotea solamente. * D.C., que, en su pueblo, en Rumania, escribía sus recuerdos de infancia, contó a su vecino, un campesino llamado Coman, que no sería olvidado, este le vino a ver al día siguiente de buena mañana y le dijo: «Sé que no valgo nada, pero de todos modos no creí haber caído tan bajo como para que se hable de mí en un libro.» El mundo oral, ¡qué superior era al nuestro! Los seres (debería decir, los pueblos) permanecen tanto tiempo en la verdad porque tienen horror por lo escrito. Tan pronto como captan el prejuicio, entran en lo falso, pierden sus viejas supersticiones para adquirir una nueva, peor que todas las otras juntas.
  • 61. 61 * Incapaz de levantarme, ladeado en la cama, me dejo llevar por los caprichos de mi memoria, y me veo vagabundear, de niño, en los Cárpatos. Un día caí sobre un perro que su amo, para desembarazarse de él, había atado a un árbol, y que estaba tan transparente de grasa y tan vacío de vida, que solo tuvo fuerza para mirarme, sin poder moverse. Sin embargo se mantenía de pie, él... * Un desconocido vino a decirme que había matado a no sé quien. No estaba buscado por la policía, porque nadie sospechaba de él. Soy el único que sabía que era el asesino. ¿Qué hacer? No tengo ni la audacia ni la deslealtad (porque me había confiado un secreto y ¡qué secreto!) de ir a denunciarle. Me siento su cómplice, y me resigno a ser arrestado y castigado como tal. Al mismo tiempo, me digo que sería demasiado estúpido. Quizás vaya a denunciarle de todos modos. Y así hasta que despierto. Lo interminable es la especialidad de los indecisos. No pueden decidir nada en la vida, todavía menos en sus sueños, donde perpetúan sus vacilaciones, sus cobardías, sus escrúpulos. Son idealmente aptos para la pesadilla. * Una película sobre bestias salvajes: crueldad sin respiro en todas las latitudes. La «naturaleza», torturadora del genio, imbuida de sí misma y de su obra, exulta no sin razón: a cada segundo, todo lo que vive tiembla y hace temblar. La piedad es un lujo bizarro, que solo el más pérfido y el más feroz de los seres podía inventar, por necesidad de castigarse y torturarse, aún con más ferocidad. * Encima de un cartel que, a la entrada de una iglesia, anuncia El arte de la Fuga, alguien ha trazado en gruesos caracteres: Dios está muerto. Y esto a propósito del músico que testimonia que Dios, en la hipótesis de que esté difunto, puede resucitar, ¡justamente en el momento en que escuchamos tal cantata o tal fuga!
  • 62. 62 * Hemos pasado poco más de una hora juntos. Ha aprovechado para lucirse, y a fuerza de querer decir cosas interesantes sobre sí mismo, lo logró. Si se hubiera dirigido solamente elogios razonables, lo habría encontrado tedioso y dejado al cabo de algunos minutos. Exagerando, interpretando bien su rol de fanfarrón, rozó el espíritu, estuvo a punto de tenerlo. El deseo de parecer sutil no afecta a la sutileza. Un débil mental, si pudiera sentir el deseo de epatar, lograría dar el cambiazo e incluso alcanzaría la inteligencia. * X, que ha traspasado la edad de los patriarcas, después de ser implacable, durante un largo cara a cara, contra los unos y los otros, me dice: «La gran debilidad de mi vida ha sido no haber odiado jamás a nadie.» El odio no disminuye con los años: aumenta más bien. El de un senil alcanza proporciones apenas imaginables: se vuelve insensible a sus viejos afectos, pone todas sus facultades al servicio de sus rencores, los cuales, milagrosamente revitalizados, sobrevivirán a la erosión de su memoria e incluso de su razón. ... El peligro de frecuentar ancianos viene del hecho de que al verlos tan lejos de la indiferencia y tan incapaces de acceder a ella, te arrogas todas las ventajas que deberían tener y que no tienen. Y es inevitable que el avance, real o ficticio, que crees tener sobre ellos en términos de lasitud o de disgusto, incite a la presunción. * Cada familia tiene su filosofía. Uno de mis primos, muerto joven, me escribía: «Todo es como siempre ha sido y como será sin duda hasta que no quede ya nada.» Mi madre, por su parte, finalizaba la última carta que me envió con esta frase testamento: «Sea lo que sea lo que el hombre emprenda, lo lamentará tarde o temprano.» Este vicio del lamento, ni tan siquiera puedo jactarme de haberlo adquirido por mis propias decepciones. Me precede, forma parte del patrimonio de mi tribu. ¡Qué legado, la ineptitud para la ilusión!
  • 63. 63 * A algunos kilómetros de mi pueblo natal se encontraba, encaramada en las alturas, un poblado únicamente habitado por gitanos. En 1910, un etnólogo amateur fue allí, acompañado de un fotógrafo. Logró reunir a los habitantes, que aceptaron dejarse fotografiar, sin saber lo que eso significaba. En el momento en que se les pidió que no se movieran, una anciana exclamó: «¡Cuidado! Están a punto de robarnos nuestra alma.» En esto, todos se precipitaron sobre los dos visitantes, que tuvieron grandes dificultades para escapar. Estos gitanos medio salvajes, ¿no era la India, su país de origen, quién, en esta circunstancia, hablaba a través de ellos? * En continua insurrección contra mi ascendencia, toda mi vida he deseado ser otro: Español, Ruso, caníbal, — todo, excepto lo que era. Es una aberración querer ser diferente de lo que eres, abrazar en teoría todas las condiciones, salvo la propia. * El día en que leí la lista aproximada de todas las palabras de que dispone el sánscrito para designar el absoluto, comprendí que me había equivocado de vía, de país, y de idioma. * Una amiga, después de no sé cuántos años de silencio, me escribe que ya no le queda mucho tiempo, que se apresta a «entrar en lo Desconocido»... Este cliché me llamó la atención. Al morir, discierno mal en dónde se puede entrar. Toda afirmación, aquí, me parece abusiva. La muerte no es un estado, quizá ni siquiera un pasaje. ¿Qué es pues? ¿Y por cliché, a mi vez, voy a responder a esta amiga?
  • 64. 64 * Sobre el mismo tema, sobre el mismo acontecimiento, puede suceder que cambie de opinión diez, veinte, treinta veces en el espacio de una jornada. ¡Y pensar que cada vez, como el último de los impostores, oso pronunciar la palabra «verdad»! * La mujer, todavía sólida, arrastraba tras ella a su marido, alto, encorvado, los ojos desconcertados; ella le arrastraba como si fuera un superviviente de otra era, un diplodocus apopléjico y suplicante. Una hora después, segundo encuentro: una anciana muy bien vestida, curvada al extremo, «avanzaba». Describiendo un perfecto semicírculo, miraba, por la fuerza de las circunstancias, el suelo, y contaba sin duda sus pequeños pasos inimaginablemente lentos. Se podría creer que aprendía a caminar, que tenía miedo de no saber dónde y cómo poner sus pies para moverse. ... Todo lo que me aproxima a Buda es bueno. * A pesar de sus cabellos blancos, todavía hacía la calle. La encontraba a menudo en el Barrio, sobre las tres de la mañana, y no me gustaba volver a casa sin escucharle relatar algunas hazañas o algunas anécdotas. Las anécdotas, como las hazañas, las he olvidado. Pero no he olvidado la prontitud con la que, una noche que me puse a vociferar contra todos los «piojosos» que dormían, comentó, con el índice levantado hacia el cielo: «¿Y qué dice usted del piojoso de arriba?» * «Todo está desprovisto de base y de sustancia», jamás me lo repito sin sentir algo parecido a la felicidad. El problema es que hay cantidad de momentos en los que no consigo repetírmelo...
  • 65. 65 V Le leo por la sensación de naufragio que me da todo lo que escribe. Al principio, comprendes, después giras en redondo, luego estás atrapado en un suave torbellino, sin miedo, y piensas que vas a hundirte, y te hundes efectivamente. No es sin embargo un verdadero ahogamiento — ¡sería demasiado bello! Vuelves a la superficie, respiras, comprendes de nuevo, te sorprendes al ver que tiene el aire de decir algo y comprender lo que dice, después giras de nuevo en redondo, y te hundes una vez más... Todo esto pretende ser profundo y lo parece. Pero tan pronto como te recuperas, te apercibes de que solo es oscuro, y que el intervalo entre la profundidad verdadera y la profundidad concertada es tan importante como entre una revelación y un capricho. * Quien se consagra a una obra cree — sin ser consciente de ello — que ésta sobrevivirá a los años, a los siglos, al tiempo mismo... Si sintiera, mientras se consagra a ella, que es perecedera la abandonaría en el camino, no podría terminarla. Actividad y engaño son términos correlativos. * «La risa desapareció, después desapareció la sonrisa.» Esta observación en apariencia ingenua de un biógrafo de Alexander Blok define, no se podría mejorar, el esquema de cualquier decadencia. * No es fácil hablar de Dios cuando no eres creyente ni ateo: es sin duda el drama de todos nosotros, teólogos incluidos, el de no poder ser ni lo uno ni lo otro.
  • 66. 66 * Para un escritor, el progreso hacia el desapego y la liberación es un desastre sin precedentes. Él, más que nadie, tiene necesidad de sus defectos: si los supera, está perdido. Así que se guardará muy mucho de volverse mejor, porque si lo consigue, lo lamentará amargamente. * Debemos desconfiar de la lucidez que poseemos sobre nosotros mismos. El conocimiento que tenemos de nosotros mismos indispone y paraliza a nuestro demonio. Es allí donde debemos buscar la razón por la cual Sócrates no escribió nada. * Lo que convierte a los malos poetas en más malos todavía, es que solo leen poetas (como los malos filósofos que solo leen a filósofos), mientras que obtendrían un mayor provecho de un libro de botánica o de geología. Solo te enriqueces frecuentando disciplinas ajenas a la propia. Esto es solo verdad, obviamente, para los dominios en los que el yo hace estragos. * Tertuliano nos enseña que, para curarse, los epilépticos iban a «chupar con avidez la sangre de los criminales degollados en la arena». Si escuchara mi instinto, ese sería, para cualquier enfermedad, el único tipo de terapia que adoptaría. * ¿Tenemos el derecho a enojarnos contra alguien que nos llama monstruo? El monstruo está solo por definición, y la soledad, incluso la de la infamia, supone algo positivo, una elección un poco especial, pero elección, indudablemente. * Dos enemigos, es un mismo hombre dividido.
  • 67. 67 * «No juzgues a nadie antes de ponerte en su lugar.» Este viejo proverbio vuelve todo juicio imposible, pues justamente juzgamos a alguien porque no podemos ponernos en su lugar. * Quien ama su independencia debe prestarse, para salvaguardarla, a cualquier torpeza, arriesgarse incluso, si es necesario, a la ignominia. * Nada es tan abominable como el crítico y, con mayor razón, el filósofo que hay en cada uno de nosotros: si yo fuera poeta, reaccionaría como Dylan Thomas, que, cuando comentaban sus poemas en su presencia, se dejaba caer al suelo y se contorsionaba. * Todos los que se agitan cometen injusticia tras injusticia, sin sentir el menor remordimiento. Mal humor solamente. — El remordimiento está reservado a aquellos que no actúan, que no pueden actuar. Toma el lugar de la acción, les consuela de su ineficacia. * La mayor parte de nuestras decepciones proceden de nuestros primeros movimientos. El menor impulso se paga más caro que un crimen. * Como solo recordamos con precisión nuestras dificultades, los enfermos, los perseguidos, las víctimas de todo tipo habrán vivido, a fin de cuentas, con el máximo beneficio. Los otros, los afortunados, tienen una vida sí pero no el recuerdo de una vida.
  • 68. 68 * Es molesto quien no condesciende para causar buena impresión. El vanidoso es casi siempre irritante pero se desgasta, hace un esfuerzo: es un pelmazo que no querría serlo, y se le agradece: se acaba soportándole, e incluso buscándole. En cambio, palideces de rabia ante alguien que de ninguna manera busca causar efecto. ¿Qué decirle y qué esperar? Es necesario mantener algunas trazas de mono, o si no quedarse en casa. * No es el miedo a emprender, es el miedo a triunfar, lo que explica más de un fracaso. * Me gustaría una plegaria con palabras-puñal. Por desgracia, en cuanto rezamos, debemos rezar como todo el mundo. Es ahí donde reside una de las más grandes dificultades de la fe. * Solo temes el futuro cuando no estás seguro de poder matarte en el momento querido. * Ni Bossuet, ni Malebranche, ni Fénelon se han dignado a hablar de los Pensamientos. Aparentemente Pascal no les parecía suficientemente serio. * El antídoto del tedio es el miedo. Es preciso que el remedio sea más fuerte que el mal.
  • 69. 69 * ¡Si pudiera elevarme al nivel de lo que hubiera querido ser! Pero no sé qué fuerza, que se incrementa con los años, me tira hacia abajo. Incluso para volver a mi superficie, debo usar estratagemas en las cuales no puedo pensar sin ruborizarme. * Hubo un tiempo en que, cada vez que sufría alguna afrenta, para alejar de mí toda veleidad de venganza, me imaginaba calmado en mi tumba. Y me apaciguaba de inmediato. No despreciemos demasiado nuestro cadáver: puede servir ocasionalmente. * Todo pensamiento deriva de una sensación contrariada. * La única manera de llegar al prójimo en profundidad es ir hacia lo que hay de más profundo en ti mismo. En otras palabras, seguir el camino inverso al que toman los espíritus llamados «generosos». * No puedo decir como este rabino hasídico: «¡La bendición de mi vida, es que jamás he tenido necesidad de una cosa antes de poseerla!» * Permitiendo al hombre, la naturaleza ha cometido mucho más que un error de cálculo: un atentado contra sí misma.
  • 70. 70 * El miedo vuelve consciente, el miedo mórbido y no el miedo natural. De lo contrario los animales habrían alcanzado un grado de consciencia superior al nuestro. * En tanto que orangután propiamente dicho, el hombre es viejo; en tanto que orangután histórico, es relativamente reciente: un advenedizo, que no ha tenido el tiempo de aprender cómo comportarse en la vida. * Después de ciertas experiencias, deberíamos cambiar de nombre, ya no eres el mismo. Todo toma otro aspecto, comenzando por la muerte. Ella parece próxima y deseable, nos reconciliamos con ella, y llegamos a tenerla por «la mejor amiga del hombre», como la llama Mozart en una carta a su padre agonizante. * Debemos sufrir hasta el final, hasta el momento en que cesemos de creer en el sufrimiento. * «La verdad permanece oculta para el que está lleno de deseo y odio.» (Buda.) ... Es decir para todo ser vivo. * Atraído por la soledad, permanezco sin embargo en el siglo: un estilita sin columna.
  • 71. 71 * «Se equivocó al apostar por mí.» ¿Quién podría tener este lenguaje? — Dios y el Fracasado. * Todo lo que conseguimos, todo lo que sale de nosotros, aspira a olvidar sus orígenes, y solo lo logra dirigiéndose contra nosotros. De ahí el signo negativo que marca todos nuestros éxitos. * No podemos decir nada sobre nada. Por eso es ilimitado el número de libros. * El fracaso, incluso repetido, parece siempre nuevo, mientras que el éxito, al multiplicarse, pierde todo interés, toda atracción. No es la desgracia, es la felicidad, la felicidad insolente, es verdad, quien conduce a la amargura y al sarcasmo. * «Un enemigo es tan útil como Buda.» Eso es. Porque nuestro enemigo vela por nosotros, nos impide dejarnos llevar. Señalando, divulgando la menor de nuestras deficiencias, nos conduce en línea recta hacia nuestra salvación, hace todo lo posible para que no seamos indignos de la idea que se ha hecho de nosotros. Por tanto nuestra gratitud hacia él debería ser ilimitada. * Te agarras, y te adhieres tanto mejor al ser, cuanto más has reaccionado contra los libros negativos, disolventes, contra su fuerza nociva. Libros fortificantes en suma, puesto que suscitan la energía que les niega. Cuanto más veneno contienen, mayor efecto saludable ejercen, a condición de que se les lea a contra- corriente, como se debería leer cualquier libro, comenzando por el catecismo.
  • 72. 72 * El servicio más grande que se puede prestar a un autor es prohibirle trabajar durante cierto tiempo. Serían necesarias tiranías de corta duración, que se emplearan en suspender toda actividad intelectual. La libertad de expresión sin interrupción alguna expone los talentos a un peligro mortal, les obliga a gastar más allá de sus recursos y les impide almacenar sensaciones y experiencias. La libertad sin límites es un atentado contra el espíritu. * La autocompasión es menos estéril de lo que se cree. Tan pronto como alguien siente el más mínimo acceso a ella, adopta una pose de pensador, y, maravilla de maravillas, llega a pensar. * La máxima estoica según la cual debemos plegarnos sin murmurar a las cosas que no dependen de nosotros, no tiene en cuenta las desgracias externas, que escapan a nuestra voluntad. Pero aquellas que vienen de nosotros mismos, ¿cómo acomodarlas? Si somos la fuente de nuestros males, ¿con quién tomarla? ¿con nosotros mismos? Felizmente nos arreglamos para olvidar que somos los verdaderos culpables, de hecho la existencia solo es tolerable si renovamos cada día esta mentira y este olvido. * Toda mi vida he vivido con el sentimiento de haber estado alejado de mi verdadero lugar. Si la expresión «exilio metafísico» no tuviera ningún sentido, mi sola existencia le prestaría uno. * Cuanto más colmado estás de dones, menos avanzas en el plano espiritual. El talento es un obstáculo para la vida interior.
  • 73. 73 * Para salvar la palabra «grandeza» de la vulgaridad, solo debería usarse a propósito del insomnio o de la herejía. * En la India clásica, el sabio y el santo se encontraban en una sola y misma persona. Para hacerse una idea de tal éxito, basta que se represente, si se puede, una fusión entre la resignación y el éxtasis, entre un estoico frío y un místico descabellado. * El ser es sospechoso. ¿Qué decir entonces de la «vida», que no es más que su desviación y su estigma? * Cuando escuchamos un juicio desfavorable sobre nosotros, en lugar de enfadarnos, deberíamos pensar en todo lo malo que hemos dicho sobre los otros, y encontrar que es justo si se dice igualmente de nosotros. La ironía quiere que no haya nadie más vulnerable, más susceptible, menos dispuesto a reconocer sus propios defectos, que el maledicente. Es suficiente con citarle una pequeña reserva que se ha hecho sobre su persona, para que pierda el control, se desencadene y se ahogue en su propia bilis. * Desde el exterior, en todo clan, toda secta, todo partido, reina la armonía; desde el interior, la discordia. Los conflictos en un monasterio son tan frecuentes y tan envenenados como en cualquier sociedad. Incluso cuando desertan del infierno, los hombres solo lo hacen para reponerlo en otro lugar.
  • 74. 74 * La menor conversión es vivida como un avance. Felizmente existen excepciones. Amo aquella secta judía del siglo XVIII, que se adhirió al cristianismo por voluntad de decaer, y no amo menos a aquel indio de América del Sur, que, habiéndose convertido también, se lamentaba de convertirse en presa de los gusanos, en lugar de ser devorado por sus hijos, un honor que hubiera tenido si no hubiera abjurado de las creencias de su tribu. * Es normal que el hombre ya no esté interesado en la religión sino en las religiones, ya que solo a través de ellas podrá comprender las versiones múltiples de su hundimiento espiritual. * Recapitulando las etapas de nuestra carrera, es humillante constatar que no tuvimos los reveses que nos merecíamos, que teníamos derecho a esperar. * Para algunos, la perspectiva de un fin más o menos próximo excita la energía, buena o mala, y los sumerge en una furia de actividad. Lo suficientemente cándidos para querer perpetuarse por su iniciativa o su obra, se empeñan en terminarla, en concluirla: no hay un instante que perder. La misma perspectiva invita a los otros a precipitarse en el para qué, en una clarividencia estancada, en las irrecusables verdades del marasmo. * «¡Maldito sea aquel que, en las futuras reimpresiones de mis obras, haya cambiado a sabiendas lo que sea, una frase, o solamente una palabra, una sílaba, una letra, un signo de puntuación!» ¿Es el filósofo, es el escritor quien hizo hablar así a Schopenhauer? Los dos a la vez, y esta conjunción (si se piensa en el estilo espantoso de cualquier obra filosófica) es muy rara. No es un Hegel quien habría proferido una maldición similar. Ni ningún otro filósofo de primera magnitud, excepto Platón.
  • 75. 75 * Nada más exasperante que la ironía sin falla, sin reposo, que no te deja tiempo para respirar, y todavía menos para reflexionar, que, en lugar pasar desapercibida, ocasional, es masiva, automática, en las antípodas de su naturaleza esencialmente delicada. Tal es en todo caso el uso que hace el Alemán, el ser que, por haber meditado más sobre ella, es el menos capaz de manejarla. * La ansiedad no es provocada por nada, busca darse una justificación, y, para lograrlo, se sirve de cualquier cosa, de los pretextos más miserables, a los cuales se aferra, después de haberlos inventado. Realidad en sí misma que precede a sus expresiones particulares, a sus variedades, ella se suscita, se engendra a sí misma, es «creación infinita», más propia, como tal, para recordar las artimañas de la divinidad que las de la psique. * Tristeza automática: un robot elegíaco. * Ante una tumba, las palabras: juego, impostura, broma, sueño, se imponen. Imposible pensar que existir sea un fenómeno serio. Certeza de trampa desde el principio, en la base. Se debería anotar en el frontón de los cementerios: «Nada es trágico. Todo es irreal.» * No olvidaré tan pronto la expresión de horror en lo que fue su rostro, el rictus, el horror, el extremo desconsuelo, y la agresividad. No estaba contento, no. Nunca he visto a alguien tan a disgusto en su féretro.
  • 76. 76 * No mires ni hacia adelante ni hacia atrás, mira en ti mismo, sin miedo ni lamento. Nadie desciende a sí mismo mientras permanezca esclavo del pasado o del porvenir. * No es elegante reprochar a alguien su esterilidad, cuando es pretendida, cuando es su modo de realización, su sueño… * Las noches en que hemos dormido son como si jamás hubieran existido. Solo permanecen en nuestra memoria aquellas en las que no hemos cerrado los ojos: noche quiere decir noche en blanco. * He transformado, para no tener que resolverlas, todas mis dificultades prácticas en dificultades teóricas. Frente a lo Insoluble, respiro al fin… * A un estudiante que quería saber dónde estaba en relación al autor de Zaratustra, respondí que había dejado de practicarlo desde hacía mucho tiempo. ¿Por qué? me preguntó. — Porque le encuentro demasiado naif... Le reprocho sus desbocamientos y hasta sus fervores. Ha demolido ídolos para reemplazarlos por otros. Un falso iconoclasta, con un costado adolescente, y no sé qué virginidad, qué inocencia, inherentes a su carrera de solitario. Solo ha observado a los hombres de lejos. Si los hubiera mirado de cerca, jamás hubiera podido concebir ni proponer el superhombre, visión absurda, risible, sino grotesca, quimera o antojo que solo podía surgir en el espíritu de alguien que no había tenido el tiempo de envejecer, de conocer el desapego, el disgusto largo y sereno. Me es más próximo un Marco Aurelio. Ninguna duda por mi parte entre el lirismo del frenesí y la prosa de la aceptación: encuentro más consuelo e incluso más esperanza, en un emperador fatigado que en un profeta fulgurante.
  • 77. 77 VI Me gusta esa idea hindú según la cual podemos confiar nuestra salvación a otra persona, preferentemente a un «santo», y permitirle rezar por nosotros, hacer cualquier cosa para salvarnos. Es vender tu alma a Dios... * «¿El talento necesita pasiones? Sí, muchas pasiones reprimidas.» (Joubert) No hay un solo moralista que no pueda convertirse en precursor de Freud. * Siempre nos sorprende ver que los grandes místicos han producido tanto, que han dejado un número tan importante de tratados. Pensaban sin duda en celebrar a Dios y en nada más. Esto es cierto en parte, pero solo en parte. No se crea una obra sin apegarse a ella, sin esclavizarse. Escribir es el acto menos ascético que existe. * Cuando velo hasta muy entrada la noche, soy visitado por mi genio malvado como lo fue Bruto por el suyo antes de la batalla de Filipos... * «¿Tengo la cara de alguien que debe hacer algo aquí abajo?» — Eso es lo que me gustaría responder a los indiscretos que me interrogan sobre mis actividades. * Se dice que una metáfora «debe poder ser dibujada». — Todo lo original y vivo que se ha hecho en literatura desde hace un siglo contradice esta observación. Porque si algo ha pervivido, es la metáfora con contornos definidos, la metáfora «coherente». Contra ella la poesía no ha cesado de rebelarse, hasta el punto de que una poesía muerta es una poesía aquejada de coherencia.
  • 78. 78 * Escuchando el boletín meteorológico, fuerte emoción a causa de las «lluvias dispersas». Lo que prueba que la poesía está en nosotros y no en la expresión, aunque disperso sea un adjetivo susceptible de suscitar una cierta vibración. * Tan pronto como formulo una duda, más exactamente: tan pronto como siento la necesidad de formular una, siento un bienestar curioso, inquietante. Sería mucho más fácil para mí vivir sin rastro de creencia que sin rastro de duda. ¡Duda devastadora, duda nutritiva! * No hay sensación falsa. * Entrar en ti mismo, y percibir un silencio tan antiguo como el ser, incluso más antiguo. * Solo se desea la muerte en los malestares difusos; se evita al menor malestar preciso. * Si detesto al hombre, no podría decir con la misma facilidad: odio al ser humano, por la razón de que a pesar de todo en esa palabra ser hay algo de plenitud, de enigmático y de entrañable, cualidades extrañas a la idea de hombre.
  • 79. 79 * En el Dhammapada, se recomienda, para obtener la liberación, sacudirse de la doble cadena del Bien y del Mal. Que el Bien en sí mismo sea un obstáculo, estamos demasiado atrasados espiritualmente para poder admitirlo. Así no seremos liberados. * Todo gira alrededor del dolor; el resto es accesorio, incluso inexistente, ya que solo recordamos lo que nos hace mal. Las sensaciones dolorosas son las únicas reales, es casi inútil experimentar las otras. * Creo como ese loco de Calvino que uno está predestinado a la salvación o la reprobación desde el vientre materno. Ya hemos vivido nuestra vida antes de nacer. * Es libre quien ha discernido la inanidad de todos los puntos de vista, y liberado aquel que ha extraído las consecuencias. * No hay santidad sin una inclinación hacia el escándalo. Esto no es solamente verdad para los santos. Cualquiera que se manifiesta, no importa de que manera, prueba que posee, más o menos desarrollado, el gusto por la provocación. * Siento que soy libre, pero sé que no lo soy.