2. En los primeros tiempos, la península itálica
contaba con tres lenguas sin literatura propia:
el osco, el humbro y el latín. Con el paso del
tiempo, y coincidiendo con el crecimiento
político y militar de Roma, el latín adquiere
preponderancia y surgen los primeros textos
literarios hacia el siglo III a.C., por contacto
con la literatura griega, aunque su influencia se
irá paliando debido a las características del
latín, muy distinto del griego, escindiéndose en
dos direcciones: los historiadores y los poetas
emplean un lenguaje rígido y de precisión
lapidaria, mientas que los comediógrafos
emplean un lenguaje más popular.
4. 1).- ARCAICO (Siglo III – 78 a.C.): En el
siglo III a.C., Livio Andrónico realiza una
traducción muy libre de la Odisea, que
ejercerá una enorme influencia en Roma.
Con Ennio (239-169 a.C.) la poesía épica
se consolida con Anales, considerada la
epopeya nacional hasta la aparición de la
Eneida. Como derivación de la épica surge
la poesía didáctica, que tiene como
finalidad no los mitos sino la enseñanza, y
cuya máxima figura es Lucrecio Caro (S. I
a.C.) con una obra poético – filosófica
influenciada por las doctrinas de Epicuro.
5. En el siglo II a.C. aparece un
género nuevo y genuinamente
romano, la sátira,
considerándose padre de la
misma a Lucilio (hacia 180
a.C.), el cual, con un lenguaje
popular, utiliza la poesía para
realizar feroces críticas a
personajes, vicios de la sociedad,
literatura o teorías filosóficas.
6. 2).- CLÁSICO (78 a.C. - 14 d.C.):
Coincidiendo con los últimos tiempos de
la República y el reinado de Augusto
surge la voz de Virgilio (70 a.C. - 19 d.C.),
uno de los más grandes poetas latinos y
de los que más influencia ejercieron para
la posteridad, que cultivó prácticamente
todos los géneros, con sus obras Bucólicas,
sobre su profundo amor a la naturaleza,
Geórgicas, en el que habla del cultivo del
campo, y sobre todo, la Eneida, donde
narra el origen y crecimiento del pueblo
romano.
7. En la primera mitad del siglo I a.C. aparecen los
poetas denominados neotéricos, que,
abandonando la épica, propugnaron la
realización de pequeñas composiciones sobre la
intimidad y la vida privada, buscando la
perfección métrica. Su mayor figura fue Catulo
(84-54 a.C.), cuyos temas fueron muy variados:
la tristeza del amor, el erotismo, descripciones de
la naturaleza, sátiras privadas e incluso
pasquines políticos. Otro gran lírico fue Ovidio
(43 a.C. – 17 d.C), que conoció la vida
espléndida y alegre de Roma y murió desterrado
en el Ponto Euxino. Precisamente su destierro le
consagró como poeta elegíaco. Su obra capital es
la Metamorfosis.
8. Cerrando el periodo clásico
aparece otra gran figura, Horacio
(68 – 8 a.C.), gran cultivador de
la sátira, pero, a diferencia de
períodos anteriores (la situación
política tampoco era la propicia)
reprende con suavidad irónica y
prudente, y difícilmente se
pueden conocer los destinatarios
de sus poemas.
9. 3).- IMPERIAL (14-117 d.C.):
En el siglo I d.C. el "español"
Lucano supone el único intento
de resucitar la épica con la
Farsalia, sobre la guerra civil
entre César y Pompeyo, aunque
la obra se resiente un poco por
su extensión (10 libros), su
minucioso carácter histórico y su
trasfondo moral.
10. La gran producción poética de esta
etapa se produce en el terreno de la
sátira. Persio (34-62 d.C.) puso su
poesía al servicio de la filosofía estoica
y Juvenal (60-130 d.C.) fustigó las
corrompidas costumbres de su tiempo
con unas sátiras feroces. Marcial (S. I
d.C.) recuperó el epigrama griego de la
época helenística para hacer una poesía
de alta calidad referida a personas,
cosas y sucesos de su tiempo.
11. Boecio (480-525) marca el fin
de la poesía latina propiamente
dicha. Fue un neoplatónico
cuyas conclusiones van a parar
a términos idénticos a la
ideología cristiana, lo que,
unido a su ejecución por causas
políticas, le ha conferido la
condición de mártir cristiano.