1. LA FALSEDAD COMO ¿VIRTUD?
Wilmer Casasola R.
La falsedad ¿como virtud? (2013). Perspectivas. InformaTEC. Publicación del Instituto
Tecnológico de Costa Rica. Nº 328
Donatien Alphonse François, más conocido como el marqués de Sade (1740-1814),
hace decir a Dolmancé, personaje descrito como un hombre elegante, de grandes
talentos, de agudo razonamiento filosófico y por demás ateo e inmoral, lo siguiente:
Por otra parte, la falsedad es el medio más seguro para tener éxito; quien la ejerce
necesariamente se impone a aquél con quien trata o se relaciona: al aturdirlo con falsas
apariencias lo persuade, y a partir de ese momento triunfa.
Esta afirmación del marqués de Sade recuerda a aquella famosa y trillada expresión,
el fin justifica los medios, atribuía a Maquiavelo de forma errónea. Maquiavelo,
refiriéndose a la apariencia que debe mostrar un príncipe, dice:
Y los hombres en general juzgan más por los ojos que por las manos; porque a todos les es
dado ver, pero pocos sentir. Todos ven lo que tú aparentas, pero pocos sienten lo que eres, y
estos pocos no se atreven a oponerse a la opinión de la mayoría…
Sade le atribuye a la falsedad el medio más seguro para tener éxito. Aturdir al
interlocutor con falsas apariencias para persuadirlo es la forma de triunfar. El éxito,
tiene como principio fundamental el uso persuasivo de la falsedad. Siendo falsos
proyectamos la imagen que queremos que perciban, y a partir de esa falsa
percepción tenemos el triunfo garantizado. Maquiavelo también sabía esto. Sabía
que la apariencia es fundamental para proyectar una imagen en la que todos crean,
y a partir de esta falsa proyección, asegurarse no sólo la credibilidad de la mayoría
sino el éxito en cualquier empresa.
2. La pregunta fundamental es entonces: ¿la falsedad puede ser considerada una
virtud?
Uno podría formular muchas preguntas de contenido ético. Por ejemplo: ¿es correcto
triunfar engañando personas? O bien, ¿es correcto triunfar siendo falso? Ser falso es
una forma de vida. Si esta falsedad supone la mentira como condición necesaria para
alcanzar el éxito, entonces la pregunta ética versa sobre la mentira: ¿es correcto
mentir para alcanzar el éxito? En este punto hay que considerar si falsedad y mentira
pueden equipararse, pese a que en sus significados, la palabra falso quiere decir que
miente.
Más allá de hacer reflexiones éticas sin sentido, es mejor advertir algo: hay personas
falsas. Y esto quiere decir que hay personas que tratarán de persuadirnos para que
creamos un argumento falso que pretende pasar por verdadero con el único fin de
alcanzar algo: el triunfo. Ahora bien, si el triunfo significa que nosotros podríamos
ser una potencial víctima, entonces hay que prestar mayor atención a ese mundo de
palabras artificiales dirigidas a nosotros. Puede que todas ellas sean bellas y
elocuentes, pero también teñidas de falsedad. Nosotros seríamos el motivo de
triunfo de alguien que nos usó como un simple objeto de sus mentiras.
Razón tiene Maquiavelo al afirmar que todos ven lo que aparentamos, pero pocos
sienten lo que somos. Y razón tiene el marqués de Sade, al considerar que al aturdir
con falsas apariencias persuadimos, y a partir de ese momento triunfamos. ¿Es esto
correcto? No pretendo moralizar, ni muchos menos. Lo que puedo decir es que todo
ello es una realidad. La falsedad está ahí. Ya sea que la consideremos para alcanzar
objetivos (triunfos…), ya sea que seamos víctimas de esta falsedad. En esto, hasta
cierto punto, casi todos hemos sido víctimas de un engaño; esto es, hemos sido
víctimas de personas falsas.
Dado que cotidianamente convivimos con un mundo atiborrado de falsedad,
conviene ser precavidos. Ser precavidos quiere decir confiar menos de manera ciega.
La confianza es algo que se da y se gana con el tiempo. Aún las palabras más
verosímiles pueden venir al mundo llenas de falsedad.
Cuestiones tratadas en Filosofía académica pueden aplicarse a la vida cotidiana,
como por ejemplo, el principio cartesiano. Es una práctica sana dudar un poco, y en
modo alguno paranoia. El principio cartesiano, de someter a duda las cosas en tanto
no se presenten claras y distintas, es un buen procedimiento aplicado a la vida
diaria. Si hay falsedad, ¿qué mejor forma de proceder, sino sometiendo a duda
3. algunas cosas cuando no se presentan claras y distintas…? Y si por alguna razón se
presentaran muy claras y distintas, cabe dudar, con razón, metódicamente de ellas…
La falsedad es un problema ético. Pero más que eso, es una realidad cotidiana que
nos afecta. No se trata de caer en paranoias extremas y desconfiar sistemáticamente,
sino de saber que convivimos a diario con ese mundo de apariencias.