Vanguardia luterana N° 1

Año 1, N° 1, Agosto 2021 Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas Independientes Hispanoparlantes
Vanguardia Luterana

Vanguardia Luterana Año 1 N° 1
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Vanguardia Luterana
Vanguardia Luterana. Revista de publicación cuatrimestral, tiene por finalidad difundir
estudios e investigaciones en el campo de las ciencias vinculadas con la teología y la
religión comparada desde la perspectiva bíblica.
Las posiciones de los autores reseñadas en esta publicación, no reflejan
necesariamente los puntos de vista oficiales de Vanguardia Luterana.
Publicaciones en abril, agosto y diciembre. Contacto: vanguardia1517@gmail.com
Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas Independientes Hispanoparlantes
Año 1, N° 1, Agosto 2021
Editor:
† Dr. José Gregorio Rivas
Redacción:
Msc. Mery del Valle Escalona Rangel.
Diagramación:
† Dr. José Gregorio Rivas.
Imagen portada:
Obispo Dr. Manuel Adolfo Acuña
Arzobispo Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas Independientes Hispaparlantes
Revista Vanguardia Luterana
República Bolivariana de Venezuela
Barquisimeto estado Lara.
E mail: vanguardia1517@gmail.com
© 2021 AIELIH
Depósito Legal: En trámite
Esta obra está bajo Licencia Creative Commons.
Reconocimiento-No Comercial-Compartirigual 4.0 Internacional.

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Contenido
Jesuscristo: poder que salva, sana y libera
Mi experiencia como exorcista
La sanación como confrontación de poderes
Don Monseñor Santiago Peláez Garrido
Hacia un ecumenismo real
Aspectos históricos de la Confesión de Augsburgo
Sobre el Magnificat de Martín Lutero
Fraterniad de San Benito y San Francisco
Consagración Episcopal del Reverendo Cristian Piedrahita
Los Padres de la Iglesia y la sucesión apostólica
Vanguardia Luterana
Año 1, N° 1, Agosto 2021
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Los pasajes bíblicos se tomaron de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional.

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“14
El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de
que uno murió por todos, y por consiguiente todos murieron. 15
Y
él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino
para el que murió por ellos y fue resucitado” (2Co 5: 14, 15).

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Vanguardia Luterana es un elemento unificador del pueblo
de Dios y órgano de divulgación de la Asociación de Iglesias
Evangélicas Luteranas Independientes Hispanoparlantes
(AIELIH) que reconoce a las Sagradas Escrituras como la
única autoridad para la fe y la vida; así como, las
confesiones luteranas como una exposición clara, sencilla
y ajustada a la verdad de Dios.
En momentos de crisis planetaria, cuando la sociedad es
golpeada por la pandemia del COVID-19 cobra fuerza el
poder salvador, protector y sanador de la Palabra de Dios,
en la persona de nuestro Señor Jesucristo, constituyendo
una oportunidad para expresar nuestra fe, nuestro
agradecimiento y nuestro amor por la humanidad, por
nuestro prójimo y los enfermos porque el dios de este
mundo obtendrá fuerzas si los afanes de esta época nos
apartan de las cosas de Dios.
Para contrarrestar a las fuerzas del mal, los siervos del
Señor oran por los enfermos poniendo en práctica los
diferentes dones para sanar, aliviar y liberar a los cautivos,
enfrentándose a las fuerzas malignas por amor al prójimo y
la humanidad. Es por ello que este primer número de la
revista Vanguardia Luterana está dedicado a la sanidad,
liberación de enfermos; bien sea, a través de la ministración
de la Palabra o ejerciendo el poder y autoridad sobre las
huestes del mal.

Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas
Independientes Hispanoparlantes
La Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas Independientes, fundada en 1988 en Astoria,
Nueva York, es una organización dedicada a realizar actividades que son exclusivamente religiosas,
caritativas y educativas. La Asociación fue fundada por el Reverendo Dr. + Peter Paul Brennan, el
Reverendo Dr. + Pedro Bravo-Guzmán y el Reverendo Dr. + Francis Spataro. Por ello son
reconocidos Obispos Fundadores con probada y legítima Sucesión Apostólica.
La Asociación declara y acepta a Dios como se manifiesta en Tres Personas: el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo. Jesucristo es nuestro Señor y Salvador enviado en amor y misericordia para
reconciliarnos con el Padre.
Aceptamos los escritos canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento como la verdadera Palabra
escrita de Dios suficiente para la fe y la práctica. El Credo de los Apóstoles es visto como una
verdadera declaración de fe.
Las Comunidades, Congregaciones e Iglesias que la integran tienen total independencia en su
administración tanto pastoral como financiera, siendo la Asociación un vínculo testimonial de Unidad
en el servicio e identidad Luterana “para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el
cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para Gloria
de Dios Padre (Fil 2: 10-11). Nuestras posiciones teológicas y doctrinales se fundamentan en las
exposiciones bíblicas del Reverendo Padre Dr. Martín Lutero y encontramos inspiración en lo
siguiente:
1. La confesión de Augsburgo
2. La Apología de la confesión de Augsburgo.
3. El Catecismo Menor y Mayor
4. Los artículos de Esmalcalda
Consagración de los fundadores de la Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas Independientes. A la iz-
quierda el Obispo Consagrante Monseñor Pedro Guzmán Bravo. En el Centro el Obispo Manuel Adolfo Acuña.

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En el año 2005, los Obispos Fundadores consagraron e inmediatamente comisionaron por nota
formal al Obispo Manuel Acuña con Sede en la República Argentina como Obispo para Sudamérica
de la Asociación, y posteriormente Embajador de la Asociación ante la Santa Sede con nota formal
al Obispo de Roma, el Papa Francisco; avalando también por escrito la iniciativa de la Primera
Escuela de Exorcismo y Liberación Evagrio Póntico.
Ante el fallecimiento del Padre Obispo Presidente Dr. + Pedro Bravo Guzmán y el Padre Obispo
+ Peter Raúl Brennan, sabiendo Monseñor +Francis Spataro que era intención del primero delegar
al Obispo Manuel Acuña la conducción de la Asociación, pero para ello debía tener domicilio personal
en Estados Unidos de Norteamérica, el Obispo Acuña decidió continuar con la voluntad expresa y
escrita del Obispo Presidente + Pedro (Q.P.D.) en su labor, ahora extendida a toda América
Hispanoparlante. Así, quedó constituida la Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas
Independientes Hispanoparlantes (AIELIH), con Sede en la República Argentina, bajo la cobertura
legal del Certificado de Inscripción de la Iglesia Carismática Luterana Independiente emitido por la
Secretaría de Culto-Dirección General del Registro de Culto-Cancillería Argentina.
Actualmente cuenta con sedes en la República Bolivariana de Venezuela a través de la Iglesia
Católica Luterana de Venezuela (ICALVE), con reconocimiento expreso emitido a favor de los Sres.
Obispos Don David Joel Carrasco Vásquez y Dr. José Gregorio Rivas; la República del Paraguay,
con reconocimiento expreso emitido a favor del Sr. Obispo Dr. Andrés Omar Ayala y cuatro
congregaciones luteranas hoy activas bajo su autoridad pastoral; la República de Colombia, con
reconocimiento expreso emitido a favor del Obispo Cristian Camilo Piedrahita Montoya, de la Nueva
Iglesia Luterana Independiente, Prior General y Fundador de la Fraternidad de San Benito y San
Francisco, titular de la Escuela de Exorcismo y Liberación Evagrio Póntico en su país; y la República
Argentina cuya Iglesia es sede de la Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas Independientes
Hispanoparlantes (AIELIH).
Asimismo, se han firmado documentos de mutuo reconocimiento de púlpito y altar; así como
acuerdos internacionales, resaltando entre ellos: primero sobre el Ministerio de Exorcismo con la
Iglesia Luterana San Pedro y San Pablo de Francia, bajo la autoridad pastoral del Sr. Arzobispo +
Frederick Burcklé y el segundo Proclamación de Unidad en el Ministerio de Exorcismo y Liberación
con la Nueva Iglesia Luterana Independiente de la República de Colombia, adhiriendo también al
firmado oportunamente con la República de Francia.
Es de notar que se ha trascendido la lengua hispana pero todo ello con la clara mirada puesta
en la intención fundacional de hacer crecer la Asociación como testimonio de la Unidad de la Iglesia
de Cristo, tal y como lo anhelaba nuestro Padre Obispo Presidente +Pedro Bravo Guzmán (Q.P.D.)
y los Obispos Fundadores.

Jesucristo: Poder que Salva, Sana y Libera
Amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia a ustedes, y paz de Dios nuestro Padre y del
Señor Jesucristo.
El estudio de la Palabra de Dios requiere compromiso y disciplina, es un oficio serio y de cuidado.
Nos revela las consecuencias de nuestro pecado y el amor de Dios para rescatarnos de la
condenación. La interpretación justa y acertada de la Palabra de Dios permite que su pueblo se
mantenga en su camino, tenga la certeza del perdón de los pecados, la certeza de la vida eterna.
Una mala interpretación puede derivar en una aplicación incorrecta, con consecuencias enormes
para el ser humano porque desviarse de la voluntad de Dios puede llevar a la condenación eterna.
¿Qué certeza de la vida eterna pueden tener las sectas seudocristianas? Si su génesis radica en
una mala exégesis, no les espera nada bueno porque la Palabra de Dios no se adapta al hombre y
a sus creencias.
Los hombres de Dios están llamados a no confiar en sus conocimientos y experiencias, aunque
en ciertas ocasiones pueden ser de utilidad, sino a ser disciplinados en el estudio de la Palabra para
extraer de ella las perlas de gran valor que apartarán al ser humano del pecado, lo sacarán de las
tinieblas a la luz, le muestran su debilidad para que no se enseñoree de sus semejantes, sino que
siga el ejemplo de Cristo, Hijo de Dios e Hijo de Hombre: predicó las Buenas Nuevas, sanó, perdonó,
enseñó y vino a servir.
En el Evangelio de Lucas, Jesucristo Hijo de Dios e Hijo de Hombre, hasta los demonios lo
reconocieron y temblaron ante su presencia; pero el pueblo lo rechazó dudando de su grandeza.
Algunas referencias en el evangelio de san Lucas, sobre Jesucristo, Hijo de Dios, Hijo de Hombre y
el reconocimiento y sometimiento de los demonios:
Jesucristo, Hijo de Dios:
1.32 grande, y será llamando H del Altísimo...
1.35 el Santo Ser que…será llamado H de Dios...
3.22 mi H amado; en ti tengo complacencia...
9.35 que decía: Este es mi H amado; a él oíd...
10.22 y nadie conoce quién es el H sino el...
Jesucristo, Hijo de Hombre:
5.24 que sepáis que el H del Hombre tiene...
6.5 el H del Hombre es Señor aun del día de...
7.34 vino el H del Hombre, que come y bebe...
9.22 es necesario que el H del Hombre padezca...
9.26 de éste se avergonzará el H del Hombre...
9.44 el H del Hombre será entregado en manos...
9.58 H del Hombre no tiene dónde recostar la...
12.8 el H del Hombre le confesará delante de...
18.38, 39 H de David ten misericordia de mí...
Vanguardia Luterana Año 1 N° 1 9

Jesucristo, reconocido por los demonios:
4.41 voces y diciendo: Tú eres el H de Dios...
8.28 ¿qué tienes conmigo, Jesús, H del Dios...
La gloria de Dios requiere veracidad, obediencia y perfección. No hay lugar para dudas, errores
e infidelidad al texto bíblico. El evangelio debe ser presentado bíblicamente. Dios es glorificado en
la proclamación y práctica del evangelio de Jesucristo. Para vencer la incredulidad se requiere mayor
compromiso de los cristianos, mayor tiempo para estudiar la Palabra de Dios, para compartir en
oración, para realizar devocionales, para crecer juntos en fe y ejercer con poder nuestra victoria
sobre las huestes malignas que se oponen al crecimiento de la iglesia de nuestro Señor Jesucristo.
Para derribar todo espíritu de incredulidad que nos afecta como hijos de Dios. El pueblo de Dios
debe estar listo para dar la pelea a favor de la gloria de Dios, ser ejemplo para quienes están sin
Cristo para que vean en ellos la obra regeneradora del salvador.
Hoy día, ante la realidad que vive cada creyente y no creyente se hace necesario dar a conocer
a Jesucristo como el verdadero y único sanador, de enfermedades y del pecado. La obra de Cristo
no es para un grupo especial de escogidos sino para todos los que en él crean “porque tanto amó
Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que
tenga vida eterna” (Jn 3.16).
La Biblia nos relata que estando Jesús con una gran multitud, se encontraba una mujer que
desde hacía doce años sufría de hemorragia, los médicos ya la habían dejado sin dinero, había
gastado todo lo que tenía buscando sanidad, su salud era cada vez peor, pero escuchó hablar de
Jesús y se acercó a él deseando tan solo tocar su ropa porque eso sería suficiente para ser sana.
La Biblia nos afirma que por su fe fue sanada en el acto. Doce años de sufrimiento, gastó todo lo
que tenía y sólo empeoraba; pero su fe en Cristo la sanó, ¿cuánto le costó?... No le costó nada.
¿Ha sido usted sanado o sanada milagrosamente? ¿Desde cuándo es usted miembro de la
iglesia? En todo ese tiempo, ¿cuántos milagros de sanidad ha presenciado? La Palabra de Dios en
san Lucas 4:14-27 nos muestra dos hechos que se evidenciaron en la visita de Cristo a su pueblo
natal: ignorancia e incredulidad, ambas interrelacionadas, aparentemente inofensivas pero con
peculiares consecuencias en la relación con Dios para el pueblo de ayer y de hoy y totalmente
contrarias a la actitud de la mujer enferma.
Del pasaje de san Lucas 4:14-27 se pueden extraer tres enseñanzas principales; a saber:
1. Rechazar a Jesucristo es rechazar la vida eterna.
2. La Palabra de Dios salva, sana y libera.
3. En Jesucristo hay vida en abundancia.
En este texto es Dios, en la persona del Hijo, quien trata directamente con el pueblo. Y es el
mismo Dios que los confronta por su pecado de incredulidad manifiesta a pesar de haber recibido
testimonio de los milagros realizados y la fama que ya comenzaba a tener nuestro Señor Jesucristo.
Los amonesta al recordarle dos ocasiones en las que los profetas de Dios ministraron acciones
milagrosas de gracia a los gentiles mientras Israel permanecía en incredulidad, Elías y la viuda de
Sarepta (Lc 4. 25–26; cf. 1R. 17:8–16), y Eliseo y Naamán el sirio leproso (Lc. 4:27; cf. 2R. 5:1– 19).

A. Rechazar a Jesucristo es rechazar la vida eterna
Estas actitudes negativas generan obstáculos para que la Palabra de Dios sea eficaz, poderosa
y sus promesas alcancen a su pueblo porque la ignorancia de la Palabra y la incredulidad, ambas
interrelacionadas, son pecado y como tal nos apartan de Dios, de su amor y pueden llevarnos a
condenación.
Actuamos como los galileos del pueblo de Jesús cuando descuidamos el estudio de la Palabra
y pecamos al cuestionarla como verdadera, al poner en duda su contenido nos alejamos de Dios.
Esto supone un desconocimiento del alcance de la muerte de Cristo en la cruz y los beneficios de la
misma para los creyentes.
Los afanes del mundo, el avance tecnológico, los medios de comunicación pueden desempeñar
un papel negativo para el crecimiento de la fe. Desconocer la Palabra, por no dedicar tiempo a su
estudio, a meditar en ella, acarrea distanciamiento de Dios, acercamiento al pecado y en
consecuencia muerte porque la paga del pecado es muerte. Escrito está: “Por eso mi pueblo será
exiliado porque no me conoce; sus nobles perecerán de hambre y la multitud se morirá de sed” (Is
5.13) “pues por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido” (Os 4.6).
La ignorancia y la incredulidad hacen que no reconozcamos a Jesús como nuestro Señor y
verdadero médico, que no lo confesemos como nuestro salvador, dejándonos muy mal. ¿Recuerda
usted qué pasó en la región de los gesarenos?...Un hombre endemoniado con mucha fuerza,
desnudo y que vivía en el cementerio le salió al encuentro a Jesús. Al verlo le dijo: ¿Por qué te
entrometes, Jesús, Hijo del Dios Altísimo?... Si los demonios reconocen a Jesús y su autoridad cuanto
no más nosotros sus hijos deberíamos creerle, conocerlo y vivir su Palabra.
Se requiere mayor compromiso para estudiar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Es
necesario recordar siempre la exhortación del apóstol Pablo “12
Cuídense, hermanos, de que ninguno
de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios vivo. 13
Más
bien, mientras dure ese «hoy», anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se
endurezca por el engaño del pecado” (Heb 3.12, 13). Debemos orar al Señor para que perdone
nuestra incredulidad. Debemos comprometernos a descubrir la Palabra y la voluntad de Dios.
El pecado nos separa de Dios y nos conduce al matadero, distanciados de Dios estamos muertos
porque rechazar a Jesucristo es rechazar la vida eterna.
B. La Palabra de Dios salva, sana y libera
Amado lector, no todo está perdido... porque el estudio disciplinado de la Palabra y la oración
fortalece nuestra fe. El apóstol Pablo nos exhorta diciendo: “Más bien, honren en su corazón a Cristo
como Señor. Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza
que hay en ustedes” (1P 3.15). ¿Cuál es esa esperanza?
Nuestro Señor Jesucristo dedicó buena parte de su ministerio a sanar personas de enfermedades
de toda naturaleza, como señal de que el reino de Dios había venido. Desde entonces, los cristianos
hemos estado comprometidos a sanar en el nombre de Jesucristo para reestablecer la armonía total
del ser humano.

Dios envió su Palabra como respuesta a nuestro clamor, a nuestra fe para responder a nuestra
necesidad. “20
Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro. 21
¡Que den gracias al
Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! 22
¡Que ofrezcan sacrificios de
gratitud, y jubilosos proclamen sus obras!” (Sal 107.20-22). La Palabra nos trae sanidad, restauración,
limpieza, expulsión de demonios... todo se centra en la palabra.
La Palabra de Dios es poder, ¿recuerda que le pasó a la higuera?... Cierto día, Jesús tuvo
hambre, vio una higuera junto al camino, se acercó pero no encontró higos. Le dijo a la higuera:
¡nunca más vuelvas a dar fruto! Y al instante se secó de raíz la higuera. ¿Por qué se secó tan rápido?
La desobediencia a Dios trae maldición, condenación y muerte. Obedecer la Palabra de Dios
trae consigo poder y autoridad, perdón y vida en abundancia porque con fe en Dios actuamos sobre
toda enfermedad y dolencia, física o espiritual. Todo creyente actúa en el nombre y con la autoridad
de Jesucristo, recordemos que “reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los
espíritus malignos y sanar toda enfermedad y toda dolencia” (Mt 10.1). Que no nos suceda lo mismo
que la higuera, que por no dar fruto murió, se secó desde la raíz... no se regeneró, pongamos en
práctica nuestra fe porque somos discípulos de Jesucristo.
Por medio de la Palabra, Dios salva, sana y libera. Confiemos en él y hagamos nuestras las
promesas de Dios porque él no miente y si creemos recibiremos todo lo que pidamos en oración
porque así está escrito: “la oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado,
su pecado se le perdonará” (Stg 5.15).
C. En Jesucristo hay vida en abundancia
La ignorancia de la Palabra junto a la incredulidad constituye pecado, nos condenan, nos apartan
de Dios; pero Dios es amor, es misericordioso y no nos abandona. Al contrario, está en medio
nuestro. Su Espíritu nos fortalece y capacita. En Jesucristo hay vida en abundancia, porque él es la
vida. Se entregó a sí mismo, fue hecho maldición por nosotros para que la ira de Dios no nos alcance
si no su justicia ganada en la cruz.
El hombre estaba muerto en sus delitos y pecados; pero, Dios Padre dispuso su rescate mediante
la fe en su hijo Jesucristo “porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que
todo el que cree en él tenga vida eterna” (Jn 3.16).
¿Estaría usted dispuesto a entregar su vida por uno de sus hermanos o por un hijo? O algo más
simple, ante la realidad actual, estaría dispuesto a ceder sus alimentos de un día a una familia con
mayor necesidad que la suya. Es muy probable que su respuesta sea no. Dios, en un acto de
misericordia y amor, entregó a su Hijo unigénito y nos sustenta y fortalece.
Ahora bien, a pesar de nuestra maldad y nuestra infidelidad a Dios, él no aparta su rostro de
nosotros, sino que mantiene su promesa desde la creación del mundo porque quiere que todos
seamos salvo, libres de toda opresión de este mundo, que ejerzamos nuestra fe para que hagamos
las obras que Cristo hizo en su ministerio terrenal y aún mayores, en beneficio de su pueblo. Fe, fe
y más fe.
Dios no nos pide oro, plata o cualquier otro metal precioso y valioso, no nos pide a nuestros
hijos. Él ya lo hizo todo... sólo debemos creerle para apropiarnos de sus promesas. Él es fiel y justo.

Dios nos ha mostrado hoy cuán débil es nuestra fe; pero no lo hizo para condenarnos sino para
que despertemos y por fe actuemos para poner en práctica nuestros dones.
Como iglesia, como su pueblo, estamos llamados a obrar sanidad, a orar para que Dios fortalezca
cada vez más nuestra fe, a trabajar para extender el reino de nuestro Señor. A dar la buena pelea
con el dios de este mundo por aquellos que están bajo su dominio. Dios no quiere que ninguno se
pierda.
Recordemos que rechazar a Jesucristo es rechazar la vida eterna; pero la Palabra de Dios salva,
sana y libera y por fe, en Jesucristo hay vida en abundancia.
La higuera murió por no tener fruto, el pecador es condenado por no tener fe... el pecado tiene
un precio: la condenación eterna. La fe en Cristo tiene un premio: la vida eterna. Tiene un precio
mayor que fue cancelado por Jesucristo en la cruz como precio justo por nuestro rescate.
El estudio de la Palabra fortalece nuestra fe y nuestra posición en Cristo. Por amor a nuestro
prójimo y a la humanidad ejerzamos ese poder para que la sanidad llegue a los enfermos, a nuestra
iglesia, a nuestros hogares.
Amado lector, repite esta plegaria...
Padre santo, Dios misericordioso, en el nombre de Jesucristo, confieso que he sido ignorante
de tu Palabra y de tu voluntad. Confieso y renuncio mi pecado de incredulidad. Te ruego me
perdones y me ayudes a buscar la verdad, me libres de este pecado y fortalezcas mi fe.
Amén.
Que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus mentes en
Cristo Jesús. Amén.
+ Dr. José Gregorio Rivas.
Obispo Iglesia Católica Luterana de Venezuela.

Mi Experiencia como Exorcista
Las dudas o la incredulidad en lo que se busca probar con técnicas comunes y corrientes
convierten al ser humano en un escéptico y agnóstico, de manera que podemos encontrar escritos
y tratados, mucha información en contra del exorcismo para desvirtuar y desacreditar tanto las
técnicas como a los exorcistas. Es mi creencia que el más interesado para que esto suceda y usa a
sus emisarios es el mismo Satanás, pues no le interesa que usted se entere de la lucha espiritual
que se libra en el mundo paralelo del cual sin duda alguna usted no está en el contorno de esta, sino
que es considerado y tratado en el entorno como un humano que puede ser contagiado por los
espíritus; así como, también lo puede hacer cualquier virus o enfermedad, el diablo y sus seguidores
no respetan hombres.
Entre los dichos más sobresalientes que se pueden apreciar en este caso, destaca que las
técnicas del exorcismo eran la forma o método de tratar a los enfermos mentales cuando no existía
la ciencia médica, la psicología; dicho de otra forma: técnicas de la época medieval o de otras
dispensaciones donde el hombre tanto como política, económica y socialmente dependía de la
religión, ingenuos indoctos carentes de luz y de ciencia, los cuales están llenos de inciertas creencias,
que en la actualidad son consideradas como juegos de niños, acotando que la humanidad ha
evolucionado como también sus conocimientos y por lo tanto esto de luchar con espíritus queda
enterrado en el pasado o queda en la mente de aquellos que se quedan en el delirio de la superstición
y la religión, los cuales muy poco aportan al progreso de la humanidad.
En otro caso, quienes adversan el cristianismo buscan demostrar que los casos atendidos por
exorcistas recaen de nuevo regresando a la dependencia de la farmacoterapia y a otros métodos
psicoterapéuticos y que el exorcismo es un fraude, un verdadero engaño. No obstante, considerando
que tanto los exorcistas como los que se prestan para tales prácticas no encuentran absolutamente
nada, es un drama u obra de teatro, donde la gente regresa vacía, donde se gastan los esfuerzos
en nada, es inútil y donde se pierde la esperanza, los pacientes se cansan y regresan peores a su
hábitat, convirtiéndose la experiencia exorcista en un represor más, una carga emocional
empeorando la salud mental de sus pacientes.
Adicionalmente, con la oposición al exorcismo, se busca desvirtuar a los religiosos y exorcistas
manifestando que estos no viven lo que creen y buscando fallas y conductas contrarias a la fe con
la intención de desprestigiar o de destruir la imagen de quienes se atreven con afán he insistencia
en seguir luchando y ayudando a quienes sufren de estas patologías mentales o espirituales,
agregando que estos se aprovechan de sus pacientes económicamente o con intereses de fines
inconfesables y que esto se presta hasta para el delito de extorción. ¿Quién gana y quien pierde si
esto fuera así? Me atrevo a reconocer que el ser humano como el mundo sigue en cambios
constantes y que está lleno de virtudes e incertidumbres, que la perfección en el hombre o en el
mundo consciente no existe, que todos pasamos por un continuo aprendizaje de crecimiento, pero
no podemos negar el pasado ni renunciar al conocimiento de nuestros antepasados, descartar todo
para empezar en nada.

Por otro lado, también existen los que reconocen que la ciencia a pesar de que ha aportado
mucho, aún está en pañales y que tiene mucho que descubrir y seguir aportando para el bienestar
de la salud física, mental y espiritual del desarrollo humano, pero ¿tendrán razón los adversarios?
Nuestros antepasados no sabían nada. En sus vivencias y experiencias, ¿no aprendieron nada?
¿Será que la religión no aportó nada útil? ¿No será más bien que estos contrarios ateos, agnósticos,
incrédulos materialistas, están llenos de prejuicios contra la iglesia y contra Dios? ¿Podemos afirmar
acaso que la ciencia médica no funciona y que es un fraude porque se le mueren pacientes de
cualquier enfermedad o tienen recaídas? ¿Que la psicología y la psiquiatría son un fraude, un
engaño, porque los pacientes que son atendidos algunos mejoran y otros no, no se curan sino que
se convierten en fármaco dependientes, adictos? Si afirmáramos esto, la humanidad entera estaría
en pañales y el ser humano no habría alcanzado la mayoría de edad.
Con lo anterior, se quiere señalar que no podemos hablar de ciencia sin hablar de su génesis,
en todos los saberes existen los charlatanes. Apreciar el conocimiento como un todo y dejar de ver
las partículas del conocimiento, analizarlo todo y retener lo bueno es lo más sensato. No obstante
las recaídas de un paciente no dependen del médico ni del exorcista, dependen del mismo paciente,
si sigue las instrucciones o no, si mantiene el reposo, si se toma sus medicinas según las indicaciones
médicas. Los resultados no dependen de si el doctor es feo o bonito, si es santo o pecador; de igual
forma, la persona afectada necesita de nuestra comprensión, de nuestra ayuda… de nuestro amor.
El exorcismo es una práctica que funciona y aporta lo suficiente a favor de la salud espiritual, física
y emocional del ser humano. No contradice, si no que complementa a los saberes.
El exorcismo (cuyo significado literal es: obligar mediante juramento, conjurar) es la práctica
religiosa o espiritual realizada contra una fuerza maligna, utilizando diversos métodos funcionales,
cuyo fin es sacar, apartar a dichos entes de las personas, objetos, casas, áreas que se encuentran
poseídas, infectadas o bajo cierto control por entidades malignas. Esto es expulsar a los espíritus
de las tinieblas; “demonio”, del griego daimon, ser sobrenatural malévolo, tanto en las religiones del
oriente, como las de origen Abrahamicas. Esta fuerza maligna es considerada un espíritu impuro,
puede ser expulsada por el ritual exorcista, alejarlos de los seres humanos o lugares. Esta facultad
que pertenece a Dios y es un don glorioso de sanidad y liberación que Él por su infinito amor ha
dado a los hombres por su gracia por medio de Cristo Jesús.
Esta práctica o liturgia exorcista es muy antigua y fue el mismo Cristo quien enseñó y dio
autoridad y poder a sus discípulos para espantar, liberar a los cautivos de los trastornos demoniacos.
No obstante la guerra de los espíritus malos con toda la creación de Dios comenzó en el mismo
génesis, cuando el propio Lucifer en persona se le apareció a Eva en forma de serpiente, tentó,
sedujo y convenció a la esposa de Adán para desobedecer el mandato de Dios: “..del árbol del
conocimiento bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás”. Este
acto de desobediencia a Dios dio paso al pecado, trayendo consigo la muerte.
Pero el Creador de la vida para traer alivio al hombre y a su descendencia, realizó un exorcismo
matando a un animal y cubriéndolos con la piel de este, los alejó del árbol de la vida para que así el
hombre no muriera eternamente y encontrara por voluntad de Dios el camino a la eternidad y a la
perfección. No podemos desestimar que los hombres por naturaleza, por ser descendientes de Adán
y Eva, somos todos pecadores y estamos expuestos al dios de este mundo. En consecuencia,
podemos ser tentados, influenciados por el mal y dependiendo de la voluntad humana el hombre
puede ser controlado, influenciado o poseído.

Por este motivo, la doctrina del perdón de los pecados constituye un exorcismo muy profundo,
que rompe cadenas y ataduras y trae a los hombres libertad y salud. No obstante fue con la venida
de Cristo a la tierra, cuando se aclaró el panorama y se materializó el gran interés de Dios por
rescatar al hombre en su totalidad. Dios se manifestó en carne en Jesús.
El padre Gueorgui Kocheykov, de la iglesia Ortodoxa Rusa, patriarcado de Serbia, expresa que
toda persona sabe que el bien y el mal existen. Una persona religiosa ve en ese mal una amenaza
real que puede dañar a una persona. Algunos llaman a este mal un “demonio”, otros no. Pero esto
no cambia su esencia. En cualquier caso, el mal es un poder contra el cual hay que luchar. Un gran
número de personas en el mundo no creen que el diablo existe, pasando ellos por alto una serie de
sucesos, ataques inexplicables y paranormales, desconociendo por voluntad propia y en contra del
conocimiento ancestral, cultural, religioso, teológico y desde el punto de vista científico de la
parapsicología sobre esta realidad empírica, pero, ¿quién pierde y quién gana si se desconoce al
enemigo? Todo aquel que desconoce o sobrestima a su enemigo automáticamente se convierte
fácilmente en un blanco, víctima o esclavo de su amenaza y podría ser devorado sin misericordia.
En este caso, el apóstol Pedro dijo las siguientes palabras: El león rugiente anda buscando a
quien devorar. Claro está, el adversario se mimetiza, sigilosamente se esconde esperando el
momento preciso para atrapar su presa y mientras menos cuenta se dé la víctima más ventaja tendrá
el victimario, mientras más se ignore y se desconozcan las capacidades y la naturaleza del enemigo,
más vulnerables serán en este mundo lleno de estos depredadores de almas. No obstante podemos
apreciar conglomerados humanos, pueblos y tribus que fielmente creen en el diablo y sus huestes,
lo veneran, lo adoran en grandes ciudades y montañas, espacios y altares dedicados al diablo y a
los espíritus, naciones donde la religión es sincretista y la adoración en general es dedicada a los
demonios, santería, satanismo, grandes congresos de brujos, ordenes secretas.
En los EE.UU, por ejemplo existen iglesias legalizadas de adoración y culto al diablo y sus
ángeles, donde tienen la biblia del diablo. Allí buscan adeptos y hacen su proselitismo y crecen en
el mundo, ofreciendo ayudas para todos, seduciendo y manipulando las conciencias, organizaciones
antiguas con mucho poder y dinero donde el centro místico es siniestro y diabólico. Organizaciones
del bajo fondo piden grandes sumas de dinero, consultas que son muy costosas y la gente paga por
esto, pagan para que los engañen, naciones que en su creencia se identifican de ateos (sin Dios)
pero por otro lado son santeros.
El desconocimiento del verdadero Dios y la vida eterna en su uso racional de su libre albedrío,
destinan su alma a un destino infernal y ofrecen su vida como carnada o presa fácil para el devorador
satanás. Cabe recordar las palabras de Jesucristo: “El diablo vino a hurtar, matar y destruir, pero yo
he venido a deshacer las obras del diablo y para que tengan vida en abundancia”. Pero, en la
búsqueda de soluciones rápidas son muchas las personas que se encuentran con la realidad y el
conocimiento de tan peligroso enemigo: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino más
bien contra principados, potestades, gobernadores de las tinieblas y huestes espirituales de maldad
en las regiones celestes.
Esta gran verdad manifestada en la sola escritura, identifica la batalla que se libra en el mundo
espiritual entre el cristiano y los demonios. Definitivamente mientras más se conozca al enemigo,
más preparados y consientes estará el ser humano para el debate y combate que día a día debe
librar en el poderoso nombre del Señor Jesús. ¿Quién es este sujeto llamado el diablo? que aparece
en las culturas, fábulas, leyendas, mitos, tradiciones, religiones…entre otros. El libro que mejor define

su perversa personalidad es la Sagrada Biblia, la Palabra de Dios como la llamó el Señor Jesucristo
“Tu palabra es la verdad”, nos enseña que este personaje fue creado por Dios antes de la creación
del mundo, lleno de hermosura, santo y poderoso, algunos teólogos hablan de la dispensación de
los ángeles, querubines, serafines, arcángeles y ángeles, que estos en tiempos desarrollaron sus
espacios y capacidades, los cuales mantenían su comunión con Dios su creador.
Todo cambió impredeciblemente cuando Luzbel, querubín de suma jerarquía, por su propia
voluntad quiso ser igual a Dios, esta envidia interna pecaminosa, que se desconoce su origen más
allá de este sujeto. Al descubrir Dios esta simiente mala que el mismo Satanás engendro en él, Dios
lo arrojó del cielo cayendo como una estrella, arrastrando con él a millones de ángeles que por su
voluntad determinada le siguieron, estos en la actualidad y con el paso de los años tienen muchos
nombres y sinónimos entre ellos:
Agaliarept, Anducias, Asmodee, Astaroth, Azazel, Bael, Beelzebú, Behemot, Beleal, Belphegor,
Bilis, Cimeries, Damballa, Diablo, Euronome, Fleureti, Lucifer, Lucifuge, Mormo, Nebiros, Sargatanas,
Satanachia y Satanás.
Según lo indicado por Anton Szandor Lavey, conocido como el papa negro, auto proclamado
sacerdote de Satán y autor de la biblia satánica, describe esta lista como los nombres más usados
en las misas negras y en los rituales satánicos. Estos nombres constituye la fuerza que domina a
los incrédulos y al mundo de las tinieblas (Jn 8: 44; 1Jn 3:8), promotor de todo mal y angustia en los
hombres, tienta a los cristianos y los acosa cada día (2Co 11: 3; 1P 5:8-9).
La influencia maligna genera enfermedades
Los espíritus malignos producen enfermedades, pueden generar ceguera y mudez, en muchos
pasajes del evangelio se puede leer que Jesús echó fuera los demonios y las personas fueron
sanadas de diversas enfermedades que para los médicos de hoy son incurables. La psicóloga Edith
Fiore, en su libro La Posesión, describe una serie de trastornos físicos producidos según su
experiencia con sus pacientes de personalidades múltiples, bipolaridades o lunáticos.
Entre ellos:, Agresividad, problemas de memoria, sentirse perseguido, sueños y pesadillas, SMP
con edema, asma, cambios muy fuertes de personalidad, dolor en la parte posterior del cuello,
pensamientos suicidas, disminución de la potencia sexual, delirio, dolores de cabeza, olores extraños,
soledad y aislamiento, escuchar voces dentro de la cabeza y risas, fríos repentinos, abuso de droga
y alcohol, abandono del aseo corporal, ansiedad, apariciones fantasmales, insomnio, dolores
generalizados, falta de energía, agotamiento, cansancio, hipertensión cardiaca, falta de
concentración, visión borrosa, dolores abdominales, sentir que algo los ahorca y no pueden moverse,
esto por nombrar algunas.
La realidad es que la Biblia da testimonio de quienes han vivido estas patologías y mi experiencia
en el ámbito del exorcismo y la liberación no es suficiente para expresar los múltiples trastornos
producidos por estas energías desconocidas y fuerzas infernales.
Del temor a la dicha
Los que presenciaron el milagro de sanación de muchos a las orillas del mar de Galilea (Mt 29-
31), se maravillaron y se llenaron de asombro y alegría. De igual forma, así como ellos he disfrutado

de este sentimiento de alegría, libertad y salud en las personas, cuando han venido atribulados y
angustiados. Me han contado cómo han sido atendidos por médicos, psiquiatras, psicólogos, brujos,
y pare de contar. Me relatan sus temores, angustias, traumas, pesadillas, tormentos y sueños.
Después de las terapias exorcistas cambian sus rostros, un rostro de angustia por otro de paz, uno
de odio por uno de amor, uno de miedo por uno de libertad, los cambios se pueden ver a corto plazo
y la gran satisfacción de su sanidad interior, el antes y el después, se van con la alegría de ser sanos.
A la felicidad de las víctimas del mal al ser sanadas, se agrega la alegría y la paz de los familiares
que se llenan de asombro de que pueda suceder algo así sin la ayuda de la farmacoterapia y la
ciencia oficial, solo con oraciones en el nombre de Jesús. El descubrimiento de encontrarse con una
terapia alternativa de sanidad que funciona y sin efectos secundarios, los impacta y en la mayoría
de los casos, depositan su confianza en Dios.
Los fariseos que atribuyen la obra milagrosa de Dios al diablo
En múltiples ocasiones he sido víctima de conductas déspotas y contrarias, por celos religiosos,
tan igual a los fariseos en tiempos de Jesús, el Cristo Resucitado, después de ver la gloria de Dios
me encuentro con la inconformidad y el desprecio del diablo y sus útiles hombres que prestan su
voluntad y me han llamado brujo, hereje, falso, sectario, hijo del diablo, anticristo, demonio. Recuerdo
con detalles una experiencia: Cierto día, una señora de unos sesenta años, trabajadora del campo,
dedicada a la ganadería caprina, que nunca se había enfermado de algo extraño, ni enfermedades
mentales. En un día normal de trabajo, fue a la laguna a buscar agua, y estando sola cargando el
agua sintió que algo se le montó en su espalda y en sus hombros, luchó para desprenderse de eso
pero al no lograr nada cayó en desesperación y entró en shock. Esto causó que la señora perdiera
el conocimiento, se volvió agresiva y disociada; sus familiares cristianos y fieles a una parroquia,
intentaron todo, las oraciones de los servidores y ministros, la llevaron a los médicos sin lograr
ninguna mejoría. La señora seguía en crisis, no quería comer ni beber, pasaba las noches sin dormir
ella y los suyos.
La familia desesperada, me ubicó y me dirigí a atenderlos, duré aproximadamente dos horas en
el lugar con ellos dándoles consejería y después de haber hecho el diagnóstico de la situación,
solicité que trajeran a la señora y en compañía de un asistente y un familiar le realicé un exorcismo,
le di palabras de fortaleza y al momento se llenó de tranquilidad y paz y pude ver tanto en su rostro
como sentir por sus manos lo muy agradecida que estaba por mi visita. Al día siguiente me llamaron
sus familiares y me preguntaron:
-¿Qué le había hecho a la señora? Confieso que me impresioné pensando que le había pasado
algo malo.
-¿Por qué? Le pregunté.
-Lo que pasa es que desde que usted vino a mi casa y atendió a mi mamá, ¡ella cambió! Al usted
irse ella se bañó, pidió comida y durmió toda la noche; hoy se levantó temprano a trabajar.
-¿Qué le hizo usted? Pienso quitarle las pastillas porque si está bien ya no le hacen ninguna
falta.
Su familia estaba alegre y agradecidos, aunque no se explicaban lo sucedido. El domingo fueron
a su iglesia y contaron el testimonio; para su sorpresa, encontraron el desprecio y la inconformidad
del párroco y los líderes, que le decían: ¿Cómo va a ser posible que ustedes buscaron a este hereje,
endemoniado, este falso profeta hijo del diablo? ¡Es un mentiroso! Y todos quedaron espantados y

en pánico y contestaron: Yo no sé si será del diablo, lo cierto es que mi mamá estaba enferma y el
padre David la sanó. Gracias a Dios que la señora no se enteró de estos atropellos de celo ministerial
y mantuvo su salud. Yo les recomendé que no se apartaran de la santa misa y que llevaran a la
señora a comulgar. Si los fariseos hicieron esto con el árbol verde, ¿que no le harán a las ramas
secas? El exorcista debe estar preparado para todo. Atribuir las obras del Espíritu Santo a los
demonios es blasfemia, un pecado ciego y mudo y doloroso pecado de muerte. Debe privar hacer
el bien, sanar, liberar y perdonar, antes que alcanzar el reconocimiento de los hombres.
La realidad del diablo y los demonios en este plano terrestre
No se puede tapar el sol con un dedo, ni la
luz con la oscuridad. Desde la creación del
hombre aparece la sombra de este personaje
llamado la serpiente antigua, la obra de este
sujeto que es la obra del pecado y el mal, sus
manifestaciones aparecen en todas las naciones,
culturas, religiones, porque su propósito es dañar
la obra preciosa de Dios. Los hijos de Dios
estamos en guerra con el diablo y los suyos,
porque aunque ya está vencido quiere arrastrar
con él al mayor número posibles de almas. Su
naturaleza es dañar la obra de Dios.
El poder de Cristo sobre el diablo y los
demonios
Nos encontramos en este caso particular con
la autoridad de Cristo y la obediencia sumisa de
los demonios al mandato del Señor, el que da la
orden y el que obedece la orden, ¿Por qué los
demonios tienen que obedecer? ¿Por qué tienen
que salir? ¿Existe alguna otra forma distinta? Por ejemplo: Que se hagan los locos y no salgan, que
engañen a Jesús, que lo manipulen, tolerancia, la oportunidad de negociar, la rebeldía o el mutuo
acuerdo, la posible sociedad, el contrato, ¿Por qué Jesús manda y ellos solo obedecen sin ninguna
otra opción? No hay parámetros ni límites, ni espacio o derechos de los cuales el reino de las tinieblas
pueda echar mano para no cumplir una orden o un mandato con la autoridad y en el nombre de
Jesús. ¡Con el diablo no se negocia! ¡Dios es eterno, es todopoderoso!
“Yo soy el que soy”, Él es el que es y no requiere ni la más mínima presentación. Cuando Dios
creó al hombre después de haber creado y ordenado la tierra con el propósito de dar habitación, lo
hizo a su imagen y semejanza, pero el ser humano no es Dios, es una criatura a la que Dios le dio
la autoridad, autonomía, de gerenciar, cuidar, proteger, organizar, mantener y gobernar sobre este
plano terrestre. El hombre gozaba de este derecho, poder y autoridad otorgada por Dios, no obstante
las cosas cambiaron cuando el hombre fue engañado en el huerto del Edén por la serpiente antigua
y en su proceder quedó en segundo plano, siendo tanto sometido él como todas las cosas de esta
dimensión cósmica, perdió su comunión con Dios, su imagen celestial, su salud, sus beneficios, sus
capacidades, su eternidad, el poder y la autoridad. Por supuesto, lo más importante para Dios era y
sigue siendo el rescate de todos los hombres y los espacios perdidos por el mismo hombre.

Dios, en su infinita misericordia, elaboró el plan de salvación, introdujo según este proyecto al
primogénito en el mundo. Dios se hizo carne, el verbo de Dios, superior a todos los ángeles, que se
sienta en el trono de Dios, el enviado de Dios, el “Mesías”, “Emanuel”, Dios con nosotros, Dios sobre
todas las cosas, bendito por los siglos de los siglos. San Juan Bautista dijo: El que es antes de mí,
del cual no soy digno de desatar las sandalias de sus pies, vino a este mundo a rescatar al hombre,
la autoridad y retomar todo y colocar todas las cosas en su lugar. El diablo se atrevió a tentarlo
diciéndole: Todos estos reinos del mundo te daré si postrado me adorareis, al cual el Señor Jesús
respondió: Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás.
Es notorio que el diablo por la Palabra de Dios está sujeto a la obediencia de los creyentes que
con fe sincera invocan el poder y autoridad ganado en la Cruz por Jesús, lugar donde fue despojado
y exhibido como el gran perdedor. Con la muerte de Jesús, en perfecta obediencia al Padre, se firmó
el nuevo pacto y el diablo perdió su soberanía, el poder fue quitado al diablo en la crucifixión de
Cristo (Col 2:15). Y despojando a los principados y a las potestades los exhibió públicamente
triunfando sobre ellos en la cruz. Las palabras degradar, despojar, deshonrar, son indicativos de
una realidad pasada, presente y futura, un hecho consumado hecho por Cristo en la Cruz, les quitó
la autoridad. Ahora el poder y la gloria pertenecen solo a Él (Fil 2:9), porque por haberse humillado
y haber sido obediente hasta la muerte de la cruz, fue exaltado hasta lo sumo, se le dio un nombre
que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en los cielos (ángeles, santos) y en la tierra (hombres) y debajo de la tierra (demonios) y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre.
El poder, la autoridad y el señorío fueron recuperados. Todo poder me ha sido dado en el cielo
y en la tierra, por tanto “Id”. Este es el motivo por el cual toda lengua confesará que Jesucristo es el
Señor. Los demonios conocían y reconocían a Jesús, sabían de su identidad y autoridad divina,
superior a todos, por lo tanto no les quedó ni les quedará nada más que obedecer, someterse,
humillarse, abandonar, postrarse delante del nombre de Jesús, reconocer su gloria sempiterna por
los siglos de los siglos.
La autoridad delegada a la Iglesia
La falta de fe en los creyentes y cristianos de hoy, y la inconciencia ingenua con respecto a estos
poderes otorgados por Cristo a su iglesia, es la que ha llevado a los creyentes a ser derrotados en
el diario vivir, pasar por desapercibido tan grande poder y autoridad y el no hacer uso con fe de esta
palabra viva es desconocer el arma letal dada por Dios para vencer al maligno. En cierta ocasión,
me encontré con un hermano al cual un hombre con espíritus inmundos le desfiguró el rostro, me
causó gran dolor y tristeza. Le pregunte: ¿Qué te sucedió? Me contestó con una mirada y postura
de impotencia y derrota, que fue a visitar una familia a que le estaba predicando el Evangelio. Uno
de los miembros de la familia, hombre fuerte y joven que visitaba con frecuencia la montaña de María
Lionza, lugar que frecuentan los brujos en Venezuela, se levantó y con gran fuerza y enojo se lanzó
con violencia, le propino una golpiza grande, lo arrastro más de cien metros y casi lo mata.
Le pregunte: ¿Por qué no lo reprendiste?, ¿Dónde quedó la autoridad de Cristo? ¿Y tú fe?
Respondió: Me asusté mucho y solo me dio por correr, voy a denunciarlo. Si tú lo vieras correrías
también.
Otros cristianos en sus testimonios han contado que los demonios les rompieron la camisa, los
escupieron, los vomitaron, se armaron con piedras y palos, con cuchillos, tuvieron que salir corriendo
por miedo y temor a ellos. ¿Por qué? ¿Es que acaso no tenían la autoridad? ¿Los demonios tenían
más poder? ¿Por qué estos cristianos salen con las tablas en la cabeza? ¡Es como ver a un pequeño

ratón perseguir a un gato grande!, se dejaron llevar por las emociones de la carne y no actuaron por
la fe en la Palabra viviente de Dios: He aquí os doy poder de hollar serpientes y escorpiones y sobre
toda fuerza del enemigo y nada os dañará.
Esta autoridad transmitida y delegada a los discípulos y a toda su iglesia está vigente hoy, reside
en la iglesia y permanece (Ef 1:15-23). El apóstol Pablo nos deja una gran enseñanza y comienza
diciendo que su oración es por la iglesia establecida para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo,
el padre de gloria, nos dé el Espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, para que
sepan cual es la esperanza de este llamamiento. Y cuán incomparable es la grandeza de su poder
hacia nosotros los que creemos, según la operación de la soberanía de su fuerza, la cual operó en
Cristo resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra, colocándolo sobre todo
principado y autoridad, poder y señorío y sobre todo nombre que se nombra, no solo en esta edad
sino también en las venideras, sometió todas las cosas debajo de sus pies y lo dio por cabeza a la
iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud del que todo lo llena en todo.
Todo creyente debe practicar lo que cree, debe ejercer su fe, su autoridad y poder, no para
vanagloriarse sino por amor al prójimo, como un sacrificio por la humanidad, siguiendo el ejemplo
que Cristo y los santos de Dios han dado. Se debe dejar a un lado toda sombra de duda, ejercitar la
fe, el poder y autoridad delegado para no sucumbir ante el enemigo porque este es astuto y tratará
en su desesperación que dudemos del poder y autoridad que poseemos para arrebatar el mayor
número de almas posible antes que llegue su juicio final.
El reino de los cielos esta entre vosotros
Cierta y verdaderamente les aseguro que el reino de Dios o reino de los cielos “está” entre
nosotros. No se puede echar a los demonios, ni con la autoridad del mundo, ni en nombre o
representación de otro personaje porque no obedecerán, esto se hace en el nombre de Jesucristo y
con la intervención del Espíritu Santo. Recuérdese que el reino de las tinieblas no está dividido, a
los ciudadanos del reino de los cielos nos corresponde ahora echar, espantar a todo poder del
enemigo, en el nombre y con la autoridad de Jesucristo, Dios y Señor nuestro, de manera que esto
es una obra de la Santísima Trinidad. Es importante recordar que estos ciudadanos del reino nacen
de nuevo por el bautismo, por el lavamiento y la regeneración por el Espíritu (Tit 2:13. Jn 3:5). El
que no naciere del agua y del Espíritu no entrará en el reino de Dios, reino que no está limitado a los
adultos solamente, claro lo dijo el Señor al nombrar naciones, criaturas, mundo.
Es para todos cuantos el Señor nuestro Dios llamare, dejad a los niños venir a mí y no se lo
impidáis, porque de ellos es el reino de los cielos y el que no reciba el reino de Dios como un niño
no entrará en él. Los niños nacen en este mundo físico, pero contagiados e infectados por el reino
de las tinieblas, en pecado y con las influencias y energías del mundo de la oscuridad, la Palabra de
Dios nos habla de un endemoniado adulto que fue atormentado por demonios desde que era un
niño, por lo tanto, si el poder de las tinieblas incluye a los niños y no está limitado solo a los adultos
¿Cuánto más el poder y el reino de Dios?, el bautismo es entonces un exorcismo que traslada a los
niños al reino de Dios a través de un nuevo nacimiento, los libra y protege del poder de las tinieblas
(Lc 17:20).
Una vez me invitaron a predicar un sermón, al terminar los hermanos me dijeron que tenían a
una mujer que creían endemoniada encerrada en una oficina en la parte de atrás de la iglesia, fui
con la buena disposición de ayudar y abrieron la puerta, al mirar hacia dentro ví a una mujer sentada

en el fondo y en el piso contra la pared, su pelo largo extendido hacia adelante, con su cabeza para
abajo con la impresión que me miraba a través de sus cabellos, su ropa estaba rota y sucia, y tenía
heridas y rasguños y moretones por todas partes, parecía que había sido arrastrada por algo o que
fue atropellada por un vehículo y estaba como desgonzada y floja como dormida y su cuerpo apenas
se balanceaba muy despacio de lado a lado; apenas puse un pie dentro de la oficina la mujer se
reincorporó y de un salto y con un gran alarido se lanzó sobre mí... yo di un paso atrás y dije: En el
nombre de Jesús.
Seguidamente toqué su frente con el dedo índice derecho. ¿Cuál fue mi impresión? El impacto
de ver cuando esta mujer cayó al piso, como si le hubiera caído un rayo sobre su cabeza y cayó
sobre su espalda. Algunos de los presentes ayudaron a sentarla en un mueble, tenían miedo de
agarrarla y les dije: ¿Tienen miedo?, me miraron y dijeron no, entonces agárrenla y siéntenla en el
mueble. Después de haberlo hecho, me senté frente a ella en una silla plástica, tomé sus dos manos
y las puse en mis rodillas y até todo poder del mal en el poderoso nombre del Señor Jesús y fue el
comienzo de esta lucha espiritual.
Después de unas horas la mujer salió en su juicio cabal y agradecida, ¡ya era ella!, todo esto
ocurrió por la mañana, y por la noche pude verla vestida, limpia y arreglada, llena de alegría alabando
a Dios. Me impresioné del poder de Dios y alabé con ella al Altísimo. El reino de Dios estaba y está
entre nosotros para traer libertad a los cautivos y oprimidos, el Espíritu del Señor está con nosotros
(Mt 6:10). Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia. Busquemos las cosas de arriba,
pongamos nuestra confianza, fe y mirada en Jesús autor y consumador de la fe, y las demás cosas
serán añadidas, seamos creyentes a sus palabras: He aquí os doy poder de hoyar serpientes y
escorpiones y sobre toda fuerza del enemigo y nada os dañará. Dando toda la gloria al que vive por
los siglos... Cristiano ¡despierta ya! del sueño en qué estás y revístete con la armadura de Dios.
Actívate en la batalla, aviva tu vida y retoma tu lugar en las filas de nuestra milicia espiritual que
grandes victorias te esperan.
La bendición de Dios Padre Todopoderoso este con ustedes.
Mons. David Carrasco.
Obispo Diocesano Iglesia Católica Luterana de Venezuela.

La Sanación como Confrontación de Poderes*
Obviamente la sanación no es prerrogativa cristiana. En todas las culturas y en todos los tiempos,
gente que padecía dolencias han recuperado la salud y el vigor. Entre las personas que se recuperan,
a algunas les sucede de manera muy ordinaria durante un extenso período de tiempo o gracias a
medicinas bien reconocidas.
Para otras, la curación ocurre bastante súbitamente, en formas no explicables, y por eso se la
tilda de “milagrosa”. Con respecto a estas pretensiones milagrosas, Orígenes escribió en el tercer
siglo:
Si yo … admitiera que un demonio, de nombre Asclepio, tiene el poder de curar dolencias
físicas, entonces podría hacer notar a quienes se asombren ... por esta cura, que este poder
de curar las personas enfermas no es ni bueno ni malo, que es una cosa que no se otorga
sólo a los justos, sino a los impíos también. ... Nada divino se revela en el poder de curar a
los enfermos en y de por sí.1
Las curaciones de por sí no demuestran la autoridad de Cristo. Incluso hubo dudas en cuanto a
las curaciones de Cristo (cf. Mt 12:22 sigs.). Por ejemplo, los fariseos pusieron en duda su cualidad
* Tomado con fines didácticos e informátivos de: El Ministerio Sanador de la Iglesia. Federación Luterana Mundial.

reveladora: “Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (versículo
24), a lo que Jesús respondió: ”Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan
vuestros hijos?” (Versículo 27).
Porque las curaciones son ambiguas, plantean significativos e incómodos interrogantes para las
iglesias y su teología.
¿Es el sanarse un fenómeno natural, que puede ser estimulado por medios ajenos a la medicina?
¿O es el sanarse resultado de una confrontación de poder, una lucha victoriosa con el demonio y
con espíritus malignos, “en el nombre de Jesús”, como hacía J. C. Blumhardt en el siglo diecinueve,
y como se hace en muchas iglesias hoy día?
Puede ser equívoco plantear esto como una disyuntiva. Si nos fijamos en Lutero para orientarnos,
hallaremos una sorprendentemente sobria y pragmática respuesta.
Lutero exige primero el debido diagnóstico, a fin de discernir cuidadosamente la dolencia
específica en cuestión. Seguidamente nos alienta a actuar de acuerdo con eso.
Si personas que practican la medicina no logran encontrarle remedio, puedes tener la certeza
de que no se trata de una enfermedad ordinaria.
Más bien, debe ser una aflicción que sobreviene del diablo, y debe ser contrarrestada por el
poder de Cristo y con oración de fe. Esto es lo que hacemos, y lo que hemos estado
acostumbrados a hacer, porque un ebanista de la localidad era afligido por una locura
parecida y lo curamos con oración en el nombre de Cristo.2
Muchas personas a través de los siglos, dentro y fuera del cristianismo, han experimentado y
siguen experimentando la sanación como el resultado victorioso de una batalla de un poder dador y
preservador de la vida contra fuerzas amenazadoras de la vida.
Percibir la sanación como el resultado de una confrontación de poderes también exige capacidad
de discernir los espíritus.
¿Cómo y de dónde la obtenemos? ¿Dónde en la vida y docencia de las iglesias luteranas
encontramos asistencia para esto? ¿Están las iglesias preparadas para hincarle el diente a este
problema de espíritus buenos y malos, lo cual no es muy compatible con concepciones y prácticas
médicas esclarecidas, científicas y seculares? ¿Cómo podrían tener las iglesias más intercambios
mutuos sobre temas como éstos, sin comprometer a las personas involucradas?
Sanar, curar y componer
Un intento común de responder al dilema antes planteado estriba en el adagio: Los seres
humanos curan, Dios sana. “Sanar” se considera en este caso como la obra del único Dios verdadero
¿Qué dice la teología luterana sobre esto? ¿Cómo manejan esto las congregaciones locales
y las iglesias? ¿Promueven una interpretación de esta índole? ¿Hacen caso omiso? ¿Encaran
el tema y ayudan a sus feligreses a arrostrar la situación a la luz del evangelio?

y viviente, mientras que “curar” describe lo que trata de lograr la acción humana. ¿Pero realmente
sirve la distinción? Si bien su intención es señalar que cualquier sanación es un don de Dios, tal
diferenciación es altamente problemática, porque separa lo que en realidad es un solo proceso. ¿Por
qué ultrajar el proceso natural de curación y desmerecer los esfuerzos de quienes se preocupan
seriamente por restaurar la salud de la gente, para favorecer un argumento teológico que solo
confirma la atrofia mencionada antes?
La posición de Lutero fue muy distinta. Cuando explicó el primer artículo en su Catecismo Menor,
declaró terminantemente:
Creo que Dios me ha creado y también a todas las criaturas, me ha dado cuerpo y alma,
ojos, oídos y todos los miembros, la razón y todos los sentidos y aún los sostiene.3
Para él no cabía duda de que el Dios viviente utiliza el potencial sanador inherente a la vida
biológica para sustentar la vida. ¿Cómo entonces puede haber una aguda distinción entre sanar y
curar? Cuando las personas cristianas confiesan que Dios ha creado el mundo y todo lo que hay en
él, reconocen la permanente creación de Dios. Por lo tanto, la única distinción que debiera importar
es la que hay entre “sanar”, como obra única de Dios, y todos los “tratamientos” aplicados por seres
humanos como empeño responsable para coadyuvar a la sanación.
Esto posibilita un nuevo enfoque de las diversas artes de curación, todas las cuales serán
recibidas con beneplácito como agentes que posibilitan la sanación, sean científicas, naturales,
espirituales, herbales, alternas o autóctonas. Al mismo tiempo, hay que poner a prueba sus
pretensiones con buena voluntad, pero críticamente, por parte de personas que estén genuina y
únicamente comprometidas con la pastoral de sanación. Debemos cerciorarnos de que estos medios
no lleven a la muerte, sino a la “vida abundante” (Jn 10:10).
Sanación y salvación
Si la pastoral de sanación de la iglesia se interpreta como un compromiso de producir vida
abundante, entonces esto hay que percibirlo en relación con aspectos más amplios de la vida. Como
nos hemos percatado en años recientes, a menudo es el contexto más amplio de las personas y sus
comunidades lo que necesita ser saneado. Esto exige conocimiento de las condiciones socio-
económicas generales, del contexto ecológico y de sensibilidad en cuanto al papel que desempeñan
en esto la cultura y el género sexual.
Enfocar la sanación de esta manera puede tender un puente sobre la brecha entre proclamación
evangélica y servicio cristiano en el mundo, porque una línea divisoria de esta índole ya no encaja
en una perspectiva de sanidad global. La pastoral de sanación implica una crítica inherente a la
proclamación como también a la acción de la iglesia.
Es preciso cuestionar la pertinencia de cualquier teología o predicación – por muy elocuente y
entretenida que sea, y aunque sea muy “espiritual” – si no está orientada a producir cambios
benéficos palpables. De igual manera, la iglesia puede y debe considerar su servicio como un medio
de llevar a cabo su testimonio en la sociedad. Así pues, la sanación se constituye en censurante y
desafiante piedra de toque para detectar la credibilidad del ministerio global de la iglesia.

Vivir la pastoral de sanación significa más que piadosas palabras o activismo social. Es senci-
llamente seguir los pasos de Jesucristo y, al hacerlo, aprender a ver con sus ojos. El simple hecho
de que Jesús sanó, indica claramente que para él la salvación tenía dimensión corporal, aunque tal
vez sin equiparar sanación con salvación.
La Palabra de Dios nos habla como personas somáticas. El Creador cuidó íntegramente de Adán
y Eva en el Jardín de Edén (Gn 2:7 sigs.) Cuando se descarriaron, el Creador no perdió de vista sus
necesidades y deseos corporales. Se proveyó ropa para los desnudos (Gn 3:21). Más tarde, las
reglas para una buena vida se revelaron en la Torá, poniendo en movimiento la historia de la
salvación. Dios se encarnó en Jesucristo y por medio de él continuó dando vida al cuidado compasivo
de la humanidad, sanando a las personas enfermas, dando de comer a las hambrientas (Mt 9:10
sigs.; 14:13 sigs.; Mr 6:31 sigs.; Jn 6:1 sigs.), prestando oídos a quienes clamaban (Mt 15:21; Mc
10:13 sigs.; y 46 sigs.) y consolando a quienes lloraban (Jn 11:33). Jesús realmente se preocupó
por la gente y su bienestar, y tomó en serio su corporeidad. Al hacerlo, les restituyó su semejanza
de Dios (Gn 1:26), “sanó” la fisura entre Dios y la humanidad. 4
Esto no quiere decir, por supuesto, que Jesús adoraba el cuerpo. En ocasiones mostró cierto
desprecio por él.
Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti: mejor te es entrar en
la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno (Mt 18:8).
Lo que importa y hace que valga la pena vivir no es un cuerpo perfecto, sino el hecho de que le
hagamos posible a otras personas vivir y conservar la vida. En este sentido es que son significativas
las curaciones milagrosas de Jesús.
La consecución de vida, y vida en abundancia, se produce a veces a expensas del cuerpo e
inclusive a expensas de la vida de una persona. La muerte de Jesús es el caso más conspicuo.
(Véase Jn 15:13.) Los primeros cristianos en realidad entendieron la pasión y cruz de Cristo en este
sentido, al citar a Isaías 53:4: “Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias”
(Mt 8:17). “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero,... Por su herida fuisteis
sanados” (1 P 2:24).
La cruz nos hace conscientes de que la pastoral de sanación de la iglesia no puede consistir
meramente en empeñarse para prolongar la vida o fomentar conceptos somáticos que favorezcan
cuerpos fuertes, sin mutilaciones, perfectamente sanos (y probablemente jóvenes y hermosos). En
cambio, la tarea propia de esta pastoral consiste en re-instalar la “semejanza” de Dios en todos los
hombres y mujeres, en las personas de corta edad y en las adultas, en las ricas y en las pobres, en
las sanas y en las enfermas.
Consiste en capacitar a tantas personas como posible a vivir su vida de tal manera que otras
puedan reconocer la imagen del Dios vivo en ellas, y que de esta manera puedan vivir y seguir siendo
verdaderamente humanas hasta la muerte.
¿Estás de acuerdo con esto? ¿Qué implicaciones tendría para el modo en que las iglesias es-
tructuran el trabajo de proclamación y servicio? ¿Qué problemas se plantean?

Vivir la pastoral de sanación de la iglesia significa dar testimonio de la corporeidad de la
salvación. Tal como el antiguo teólogo africano Tertuliano recordó a sus contemporáneos: “El cuerpo
es el eje de la salvación”.16 Pero al procurar producir sanación, nos damos cuenta que nunca
podemos garantizar resultados, ni en los hospitales, ni en las iglesias, ni en los círculos de oración.
Nos percatamos de las discrepancias entre las enormes pretensiones y los reales resultados de
tantos esfuerzos bien intencionados. Muy frecuentemente la cura no se produce a pesar de todos
los esfuerzos.
¿Significa esto que no vale la pena empeñarse en la sanación? ¿Significa que estos esfuerzos
fracasan muchas más veces que las que alcanzan su meta? ¿Qué debiera decir la FLM sobre la
pastoral de sanación en la iglesia?
En lugar de hacer caso omiso de este dilema, debemos enfrentarlo conscientemente, y con ello
ponernos a la altura de nuestra vocación. Se pide a la comunidad cristiana que sobria y críticamente
distinga entre lo que realmente se puede hacer aquí y ahora, siempre provisionalmente, y lo que no
se puede lograr, a pesar de todo buen empeño. Aunque la derrota continua bien puede frustrarnos,
como personas cristianas podemos enfrentarnos a esto, porque sabemos de seguro “que en
esperanza fuimos salvos” (Ro 8:24). Esta “esperanza no nos avergüenza” (Ro 5:5). De esta manera
nos damos cuenta de que sanación no es sinónimo de salvación.
Salvación siempre trasciende el ámbito de lo empírico. Como personas cristianas, nuestro
llamado es a dar testimonio del poder redentor de la fe en Cristo, no a probarlo o demostrarlo. La
iglesia sencillamente no puede pretender tener control sobre la sanidad como una señal demostrativa
de la presencia y poder supremo de Dios. Esa pretensión sería una negación de la existencia cristiana
como una vida entre el “aquí y ahora” y el “todavía no” de la salvación, y nos convertiría en una secta
de sanación. Si la iglesia no soporta esta ambivalencia, ya no da testimonio de la revelación de Dios
en Jesucristo.
Sanar puede ser a veces parte esencial de una experiencia salvífica, pero nunca a voluntad y
disposición de la iglesia. Está sólo a disposición de Dios.
Notas:
1. Orígenes, Contra Celsum, III, 25.
2. Carta a Severin Schulze, 1 de junio de 1545, en “Luther’s Letters of Spiritual Counsel”, op. cit. (nota 8),
pág. 52.
3. Martín Lutero, “Catecismo Menor” en Ernesto W. Weigandt (editor), Obras de Martín Lutero (Buenos Aires:
Publicaciones El Escudo, 1971), pág. 20.
4. Solida Declaratio I (De peccato originis / Del Pecado Original), párrafo 14, en The Book of Concord, op. cit.
(Nota 9), pág. 511.
5. E. Evans, Tertullian’s Treatise on the Resurrection (Londres: SPCK, 1960), pág. 26.

Santiago Peláez nació el 4 de marzo de 1983 en Madrid, España. Comenzó a servir a Dios en el
seno de la Iglesia Católica Romana a la edad de 20 años. Durante cuatro años colaboró activamente
en la vida parroquial de Villa del Prado (Madrid), ayudando al sacerdote en la labor pastoral desde
su condición de laico. Poco tiempo después, comenzó los estudios de Teología en Getafe, siendo
obispo Don Joaquín María López de Andújar.
Sabiendo que los caminos de Dios son inescrutables, Santiago sintió que el Señor le llamaba a servir
en la Iglesia Luterana. Terminó sus estudios de teología y fue ordenado pastor el día 20 de mayo de
2009 en Navalcarnero (Madrid). Desde ese día comenzó a formarse más en la sagrada teología y
obtuvo dos doctorados, uno de ellos honoris causa por Oval Bible de Estados Unidos. El 18 de agosto
de 2014 fue consagrado Obispo en la ciudad de Segovia y nombrado Arzobispo Primado de la Iglesia
Luterana de la Buena Fe.
Poco después, continuó profundizando en su conocimiento religioso estudiando demonología con el
arzobispo Manuel Adolfo Acuña (reconocido exorcista luterano a nivel internacional).
Santiago es autor de varios libros sobre demonología y de numerosos ensayos teológicos acerca
de la unidad, el ecumenismo y la Eucaristía, pilares sobre los que fundamenta la razón de ser de su
servicio a la Iglesia de Dios.
Mons. + Dr. Manuel Adolfo Acuña
Arzobispo Primado AIELIH
Don Monseñor Santiago
Peláez Garrido

Queridos hermanos en Cristo Jesús: necesito hablaros con el corazón en la mano y prescindir
de todo tinte teológico y filosófico que pueda mancillar la Palabra de Dios o salpicarla de
incomprensibles tecnicismos; así que seré sincero y no daré rodeos. Muchos pastores predican en
contra de terribles pecados como el aborto, la eutanasia, la fornicación, los siete pecados capitales
e incluso no diezmar con alegría, pero obvian que el mayor pecado que hay no es otro que el de la
división, y es que, la división en sí, es un demonio. Un terrible espíritu inmundo que no hace más
que llamar a otros peores que él para que habiten en el santo seno del Cuerpo Místico de Cristo (la
Iglesia).
En perfecta unidad, la Iglesia es la Esposa de Cristo, la única institución divina compuesta por
hombres que buscan la perfecta unión con Dios. Pero cuando se divide, ya no es inmaculada ni goza
de unción, aunque siga siendo santa por su origen celestial. Cuando la división se instaura en
cualquier sitio, especialmente en la Iglesia de Dios, llega el demonio de la soberbia, del orgullo y del
miedo: soberbia porque cada uno se cree en posesión de la verdad absoluta y es incapaz de dialogar.
Orgullo, porque nos hace creer especiales respecto a los demás hermanos “herejes”. Y miedo, para
que todo permanezca dividido sin remedio. Es el miedo el que nos atenaza para impedir la unidad.
Yo soy luterano porque creo que la reforma del doctor Martín Lutero fue necesaria en Roma y
aportó muchas cosas buenas a la liturgia y las costumbres. No en vano, se dice de Lutero fue un
reformador. Pero reformar no significa volver a construir. Cuando reformamos una casa,
aprovechamos la estructura que está en buen uso y sobre ella construimos. Podemos tirar alguna
pared innecesaria o reparar algún muro dañado, pero seguirá siendo la misma casa. Nuestro mismo
hogar pero mucho más acogedor, limpio y funcional. A pesar de ser luterano, o mejor dicho porque
soy luterano, también soy católico. Quien se dice luterano y no se cree católico no puede ser lo uno
ni lo otro. Y cuando decimos católico, decimos cristiano de la Iglesia Universal.
Solo hay una Iglesia aunque pueda haber muchas denominaciones o carismas. Pero por no irme
del tema, si bien la reforma luterana aportó muchas cosas buenas a la fe cristiana y a los Derechos
Humanos, también provocó división. La Iglesia de occidente se volvió a romper y los luteranos fueron
escindidos y muchos otros se escindieron adrede. Europa ardió con vehemencia durante casi cien
años. A este drama se sumó otro cisma con Enrique VIII y el anglicanismo. Posteriormente, dentro
de los protestantes, cada uno siguió lo que les dictaba su corazón o la razón y desgarraron aún más
el seno de la Iglesia. Y al final, desmembrado el Cuerpo de Cristo, mantenemos la división quinientos
años después.
¡Qué escándalo, hacerle esto a Nuestro Señor! ¿Acaso nos cuesta tanto como cristianos ver lo
obvio? Dejadme, hermanos que os explique lo que está pasando, tomando como referencia las
Hacia un Ecumenismo Real

palabras del Señor en Marcos, capítulo 3, versículos del 24 al 26: Si un reino está dividido contra sí
mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede
permanecer. Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que
ha llegado su fin.
La Iglesia es la Casa de Dios. Y si una casa está dividida no puede permanecer. Si hasta hoy la
Iglesia sigue en pie es por la promesa de Cristo de que ni aún las puertas del infierno prevalecerán
contra ella. Pero la división nos impide ver que realmente todos somos cristianos y adoramos al
mismo Dios. Cada uno con sus matices, pero al igual que no comemos cada día los mismos
alimentos a fin de variar la dieta, ¿por qué no alabar a Dios de distintas formas para hacer más
apetecible el menú de la fe? Nada me separa de un hermano católico romano, o de un presbiteriano,
o de un pentecostal. Nada, excepto Satanás.
Y quiero decirlo bien alto y bien claro, en especial a todos aquellos cristianos que presa de un
fanatismo absurdo intentan imponer su criterio y su visión de las escrituras al resto de los hermanos
sin darse cuenta de que Dios da multitud de carismas a su Iglesia. Un luterano o un católico romano
no son menos idólatras que un evangélico. Tal vez los luteranos o los anglicanos o los romanos
tengamos imágenes y crucifijos, pero los evangélicos tienen prendas de “poder” o veneran al pastor,
creyendo en su palabra y no la Palabra de Dios. Y si digo esto no es por añadir más disensión sino
por poner de manifiesto lo ridículo que es creerse mejor que los demás, en especial si son hermanos
en la fe (aunque no en la religión). Yo no soy ni mejor ni peor que el Papa. Y tú que me lees,
independientemente de la religión que practiques, no eres ni mejor ni peor que tu vecino o que el
Arzobispo de Canterbury.
Satanás nos divide y hace que perseveremos en dicha división para que la iglesia no se
sostenga. Toda división es mala, y toda actitud que no busca la unidad, del mal procede. Y ahora
que hemos desenmascarado los planes de división del maligno, os daré una fórmula exorcística para
que todos y cada uno de nosotros podamos poner en fuga a la Serpiente y podamos cumplir los
deseos de Jesús: Que todos seamos uno. La fórmula es simple y sencilla:
No creernos mejores que nadie, en especial si es un hermano en Cristo. Recuerda que todos
somos cristianos.
No buscar la confrontación: cada uno tiene bastante con intentar mejorar como persona y como
cristiano, como para recriminar a otros su conducta.
Sabernos pecadores todos: esto nos lleva al primer punto. Todos pecamos, por lo tanto, todos
necesitamos de Cristo.
Buscar la unidad sin vasallaje: Si nadie es mejor que nadie, nadie puede estar por encima de
nadie.
Promover una unidad real entre todos los cristianos: si las curias no quieren unir o no saben el
camino que lleva a la unidad de todos los fieles, que sean los fieles los que manifiesten su deseo de
unirse y que empiecen a caminar. Promoved encuentros ecuménicos con un espíritu centrado en
compartir lo que nos une y aprender de lo que nos separa. La caridad y el amor fraternos pueden
enseñarnos muchos matices muy adecuados para alabar al Señor como sólo Él lo merece.

La verdadera Unidad nace de comprender el sacrificio de Cristo en la cruz; es decir, de la
Eucaristía o Santa Cena. Cuando comprendemos que Jesús está presente en la celebración de la
misa de una manera especial, avanzamos un paso más en la reconciliación fraternal.
Como veis, lo anterior no es más que un camino pautado hacia un entendimiento real que nos
llevará a arrepentirnos del pecado de la división. Ahora viene propiamente la imprecación a Satanás
para que se aleje de nosotros y nos permita alcanzar la unidad que Cristo tanto anhela.
Padre Misericordioso, fuente de toda Gracia y Santidad. Humildemente te pido por Cristo
Nuestro Señor que todos seamos uno para que el mundo crea en Tí y en Jesús. Te pido
perdón por el pecado de la división en el seno de la Iglesia y te prometo que con tu ayuda,
contribuiré a edificar y reformar la Iglesia que está fundada sobre el Evangelio y Tu Verdad,
ya que tu Hijo es el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.
En el nombre de Jesucristo, que el espíritu de división salga despavorido del seno de la
Iglesia de Dios y que el fuego del amor fraterno entre los que antes estaban divididos le
queme y le atormente. En el nombre de Jesús de Nazaret, verdadero Dios y verdadero
hombre, que el espíritu de la división se queme en lugares áridos y que sea atormentado
por la presencia del Rey de Reyes en la Eucaristía, pan de vida eterna. Amén.
Don Mons. Santiago Peláez Garrido

La Confesión de Augsburgo fue producto de un ambiente
político, específicamente debido a la guerra existente entre los
territorios germanos, los turcos, franceses e italianos. El
movimiento iniciado por el Dr. Martín Lutero, conocido como la
Reforma, había creado serias diferencias
doctrinales entre los luteranos y los católicos
romanos, por tanto era necesario lograr la unidad
y restaurar la paz política y religiosa en la
jurisdicción del Emperador Carlos V para hacer
un frente común.
Situación Política antes de la Formación de
la Confesión de Augsburgo
En 1521, el Dr. Martín Lutero fue puesto bajo
el interdicto imperial. Sin embrago, dicho interdicto
no se efectuó enseguida porque el Emperador
Carlos V era amenazado por los turcos y quería atacar
a Francia e Italia para extender su poder y resistir la
presión de los musulmanes. Además, había varios
líderes políticos que estaban a favor de las ideas
reformistas de Lutero y le garantizaron protección.
Mientras el Emperador luchaba con los problemas
políticos en el exterior, la Reforma se extendía en
Alemania. Antes de 1526 varias ciudades se habían
declarado a favor de la reforma de la iglesia. Por eso,
cuando la dieta se reunió en junio de 1526 la mayoría
estaba a favor de dar libertad de culto y de religión a
los reformistas.
Pero cuando la dieta se reunió tres años
después, la mayoría simpatizaba con los católicos
romanos. Se declaró que los romanos iban a tener
libertad de culto en todas partes, mientras que los
luteranos sólo podrían reunirse donde las
autoridades ya se habían declarado a favor de la
Aspectos Históricos de la Confesión de Augsburgo

reforma. Los luteranos de la dieta presentaron una protesta formal. Desde aquel momento
comenzaron a llamar a los luteranos protestantes.
Intento de formar una Federación Protestante
Por causa de la presión que implicaría la declaración de la dieta, algunos protestantes de
Alemania y Suiza querían unirse para dar más peso a sus reclamos. Los suizos eran principalmente
protestantes zwinglianos, mientras que los alemanes eran luteranos. Por sugerencia de Lutero y
Melanchton se acordó hacer una declaración de fe como base de la federación política religiosa que
estaba por nacer. En octubre de 1529, el langrave Felipe de Hesse logró organizar una reunión en
la ciudad de Marburgo entre dos luteranos: Lutero y Melanchton y dos zwinglianos: Zwinglio y
Ecolampadio. La esperanza de Felipe era lograr llegar a un acuerdo y redactar una confesión común.
En aquel entonces, Lutero elaboró 15 artículos: “Los Artículos de Marburgo”. A pesar de tratar
de enfocar las semejanzas y concordancias no logró ningún acuerdo en cuanto a la Santa Cena. La
razón para que todos hubiesen podido firmar el documento fue únicamente que no se superó el
desacuerdo que sí hubo entre los teólogos.
Sólo tres semanas después se hizo otro intento de hacer una alianza evangélica. Varios príncipes
con simpatías reformistas se reunieron en la ciudad de Schwabach. Esta vez Lutero y Melanchton
presentaron 17 artículos denominados “Los Artículos de Schwabach”. Pero aun así no se obtuvo un
acercamiento a la doctrina zwingliana. Más bien subrayaron las diferencias que hubo entre las dos
corrientes reformistas. Por causa del desacuerdo, el documento solo sirvió para la unión de los
luteranos de Sajonia y Brandemburgo.
Invitación a una nueva dieta en Augsburgo
Después que el Emperador Carlos V derrotó a Francia y a Italia y se reconcilió con el Papa,
empezó nuevamente a preocuparse por la situación religiosa que se extendía por Alemania.
Desconocían en ese tiempo la posibilidad de tener varias denominaciones o iglesias en un solo país.
Los habitantes tenían siempre que adoptar la religión del rey. Por eso, hubo temor que las diferencias
en cuanto a la fe religiosa fuera a dividir el reino del Emperador. El 21 de enero de 1530, Carlos V
mandó una invitación para una dieta en Augsburgo con el fin de solucionar el problema de las
divisiones religiosas. La dieta iba a reunirse en mayo del mismo año.
Elaboración de la Confesión de Augsburgo
Melanchton se puso a trabajar con toda prisa para tener listo un documento con las debidas
aclaraciones antes que la dieta empezara. El 11 de mayo envió un borrador de su manuscrito a
Lutero en Coburgo. Según, parece que Lutero devolvió el documento sin muchos comentarios. En
su carta escribe: “He leído la apología del maestro Felipe. Me agrada y no se qué mejorar o cambiar
en ella, ni sería correcto hacerlo, porque no puedo pisar tan gentil y suavemente. Cristo nuestro
Señor conceda que lleve mucho fruto; así esperamos y oramos. Amén”.
El documento tiene dos partes; la primera sección consta de artículos sobre fe y doctrina, estos
son, conforme fueron publicados: Dios, el pecado original, el Hijo de Dios, la justificación, el Oficio
de la predicación, la nueva obediencia, la Iglesia, qué es la Iglesia, el Bautismo, la Santa Cena, la
confesión, el arrepentimiento, el uso de los Sacramentos, gobierno eclesiástico, ritos eclesiásticos,

el Estado y el gobierno civil, el retorno de Cristo para el juicio, el libre albedrío, la causa del pecado,
la fe y las buenas obras, y el culto de los santos.
La segunda sección consta de artículos sobre los cuales hay divisiones, en los que se enumeran
los abusos que han sido modificados. En vista de ello, los autores de la Confesión de Augsburgo se
vieron precisados a reseñar tales abusos; así como, los motivos por los cuáles se toleró una
modificación en estos casos. Estos artículos son: Las dos especies en el Sacramento, el matrimonio
de los sacerdotes, la Misa, la confesión, la distinción de las comidas, los votos monásticos y la
potestad de los obispos.
Como base para la primera parte se usaron los artículos de Schwabach y para la elaboración de
la segunda, los artículos de Torgau. Durante las tres primeras semanas de junio de 1530 se elaboró
el texto final de los sajones. En estos días, las demás ciudades luteranas también decidieron unirse
con los sajones para firmar el documento conjuntamente. Sin embargo, no lograron hacer una
confesión que todos los protestantes pudieran firmar. El 24 de junio de 1530 se presentó la Confesión
con las siguientes firmas: Elector Juan, Duque de Sajonia; el Margrave Jorge de Branderburgo; el
Duque Ernesto de Luneburgo; el Langrave Felipe de Hesse; Juan Federico, Duque de Sajonia;
Francisco Duque de Luneburgo; el príncipe Wolfgang de Anhalt y las ciudades de Nuemberger y
Reutlingen.
La Dieta de Augsburgo
El 24 de junio de 1530 estaban listos los luteranos para entregar su Confesión. El documento lo
habían escrito en latín y en alemán. La versión latina acababa de salir de la pluma de Melanchton y
por eso no hubo copias.
Los antireformistas querían prorrogar las discusiones para que no hubiera tiempo para la lectura
del documento de los luteranos. Muy tarde dieron la palabra al canciller Brueck. El Emperador sugirió
que se le entregara la Confesión sin leerla, pero le recordaron que había prometido dar lectura pública
al documento. Por eso se postergó la lectura para el día siguiente. El Emperador, convocó la sesión
en un espacio más pequeño para que el documento no fuera escuchado por la gente. Sin embargo,
el Dr. Cristian Beyer dio lectura de un modo tan fuerte y claro que también los que estaban fuera de
la sala escucharon.
Al terminar la lectura se entregó un ejemplar en alemán y otro en latín. Por eso se dice que
ambos textos se deben considerar como originales y autorizados. No son siempre iguales, y en tales
casos el uno complementa al otro. La historia pone de manifiesto que la Confesión de Augsburgo no
nació en un ambiente de confrontación teológica sino debido a presiones políticas motivadas a la
existencia de guerra entre los países bajo la jurisdicción del Emperador Carlos V y sus vecinos.
Pero motivado a las fuertes convicciones de los luteranos no se logró la tan ansiada unidad. Esto
pone de manifiesto que un luterano es una persona con fuertes convicciones centradas en la Sagrada
Escritura y sus Confesiones.
+ Dr. José Gregorio Rivas.
Obispo Iglesia Católica Luterana de Venezuela.

Quien escribe el Magnificat es un hombre en transición entre dos grandes períodos de su
producción teológica. De estilo panfletario y casi todas destinadas al público serán las páginas
redactadas entre 1517 y 1525, nacidas al ardor de una contienda durante la cual se siente a quien
está tras ellas enfrentado a sus opositores. A este período de esplendor literario sucederá otro en
que el teólogo de Wittenberg escribe menos, más espaciadamente, pero aún a la defensiva; de esta
etapa son la mayor parte de sus grandes textos doctrinales.
Es tanto más sorprendente el tono particularmente sereno del Magnificat, si se atiende a las
violentas circunstancias que rodearon su redacción (1520-21). Perteneciente aún a la primera época
de Lutero, ha iniciado éste su elaboración toda probabilidad tras haber recibido la bula pontificia que
condena su doctrina y lo amenaza con la excomunión. Pena que se hará efectiva algunos meses
después, mientras durante 32 semanas (Mayo 1521 - Enero 1522) es huésped obligado del castillo
de Wartburg donde lo secuestra Federico de Sajonia.
Este pretende alejarlo así de las iras provocadas por la virulenta Dieta de Worms de la que
retorna su protegido, quien dedica las páginas a las que allí da los últimos toques a Juan Federico
de Sajonia, hijo de su entrañable amigo: el joven, que cuenta entonces con 17 años, heredará en
1532 el Electorado del que será luego despojado por el cristianísimo Emperador Carlos V en favor
de Mauricio, enemigo de la causa de la Reforma y amigo de sus propias ambiciones. Y es justamente
entre 1520 y 1521 cuando aparecen las obras con más fuste de un escritor excepcional, los escritos
de reforma. Son ellas: A la nobleza cristiana de la nación alemana sobre la Reforma de los cristianos
(Agosto 1520), La cautividad babilónica de la Iglesia (Septiembre 1520) y La libertad del cristiano
(Octubre 1520).
La estructura de cada texto es más bien simple, si atendemos a sus objetivos particulares. El
Magnificat luterano se inicia con la traducción literal y continuada del trozo evangélico, prosigue con
una introducción que describe el tipo de lectura con que se acerca al texto bíblico, y procede
enseguida a un comentario, a veces relativamente breve y a veces amplio, de cada una de las frases
pronunciadas por María. Termina la reflexión de Lutero con una somera invocación a Dios, en la que
se da explícita figuración a nuestra Señora, para que ilumine al lector de la oración mariana a fin de
que éste logre comprender su sentido y hacerlo vida.
Sobre el Magnificat de Martín Lutero*
*Tomado de: Dos Textos Espirituales en torno a María: Martín Lutero, e Ignacio de Loyola. Por. Alberto Echeverri, S.I.
Profesor en la Facultad de Teología, Universidad Javeriana, Bogotá.

Es innegable que a María alude siempre Lutero con filial devoción y veneración. Aunque la
nombra por el más simple y directo de "María", nombre que parece relevar ante todo la fraternidad
en una fe común aunque enfatiza precisamente la diversa proporción en que la viven María y quien
la alaba.
La estampa que ofrece de María el Magnificat luterano remonta a la explicación dada por el gran
Reformador acerca del escudo que él gustaba de utilizar en sus propias publicaciones.
El conjunto de símbolos insistía, según él, en el gozo y alegría de su fe. Para Martín Lutero, era
algo decisivo lo que allí se ventilaba. El relieve del siglo XIV esculpido en la fachada de la iglesia
parroquial de Wittenberg, un Cristo sedente, juez eterno del mundo, cuya palabra es una espada de
dos filos (cf. Hb 4,12), incluía la dimensión salvífica del Señor insinuada por la flor de lis, pero
enfatizaba el segundo aspecto, el de condenación simbolizado por la espada que atravesaba
horizontalmente la boca de Cristo quien, además, agarraba el arma con las dos manos.
A la atormentadora pregunta de su juventud: Cómo puedo yo lograr que Dios me sea
misericordioso?, responderá él mismo escogiendo, de entre el inmenso caudal de la Escritura que,
saboreó y conoció, este cántico que señala a María como objeto de la predilección divina. El
comentario surgido de la mano de Lutero rezuma el gozo de un sufriente que "se convierte ahora en
el heraldo de un Dios bueno, justo, tanto más justo cuanto más misericordioso, y del hombre,
profunda y sustancialmente pecador".
Y, en efecto, las páginas del Magnificat son un enfática declaración, lanza en ristre, contra quien
pretende honrar' a María convirtiéndola en ídolo al colmarla de alabanzas y honores,
concediéndoselo todo a ella. El escrito deja la sensación de querer subrayar de propósito y sin
descanso el mismo principio:
Algunos acuden a ella en busca de consuelo y ayuda, cual si de un Dios se tratara, hasta el
extremo de que mucho me temo que reine la idolatría ahora como jamás lo ha hecho.
Las 'grandes cosas' no son más que el haber sido ella la madre de Dios… Ella lo atribuye a la
gracia de Dios, no a mérito por su parte. Porque, aunque no haya cometido pecado, se trata de una
gracia tan extraordinaria, que en ninguna manera puede haber sido digna de recibirla".
Que Martín Lutero pueda ser contado entre los que sufrieron en sí mismos la obra de Dios
permite entreverlo la experiencia que dejó por escrito en su traducción y comentario del Magnificat.
Y es que resulta al menos curioso y ante todo revelador que redactara y se ocupara de retocar un
texto tan hermoso precisamente cuando comenzaba a vivir el momento más crítico de su pertenencia
a la Iglesia.

Libro de Concordia (1580)
La Confesión de Augsburgo
La Santa Cena
Respecto a la Santa Cena del Señor se enseña
que el verdaero cuerpo y la verdadera sangre
de Cristo están realmente presentes en la cena
bajo las especies* de pan y vino y que se
distribuyen y se reciben allí. Por lo tanto, se
rechaza la enseñanza contraria.
Escrito está:
“54
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene
vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.
55
Porque mi carne es verdadera comida y mi
sangre es verdadera bebida. 56
El que come mi
carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo
en él. 57
Así como me envió el Padre viviente, y
yo vivo por el Padre, también el que come de
mí, vivirá por mí. 58
Éste es el pan que bajó del
cielo. Los antepasados de ustedes comieron
maná y murieron, pero el que come de este
pan vivirá para siempre” (Jn 6: 54-58). ¡Mi esperanza!
* La Confutatio de los teólogos romanos entendió que este artículo enseñaba la
transubstanciación, la cual no obstante era negada por Melanchton.

La Fraternidad de San Benito y San Francisco (FSBF) surgió como
una expresión de fe bajo inspiración del Espíritu Santo en el año 2015
dentro de la Comunidad Luterana de Jesús Liberador y la Nueva Iglesia
Luterana Independiente en la República de Colombia. Es una
Fraternidad Ecuménica de apoyo al ministerio de sanación, exorcismo
y liberación.
Esta Fraternidad responde a la necesidad de apoyo en oración y
trabajo de intercesión en el ministerio de sanación y exorcismo, ya que
vemos como en nuestra sociedad contemporánea los casos sobre
afectaciones energéticas y espirituales van en crecimiento gracias a la
apatía y distanciamientos de jóvenes y adultos hacia la vida la espiritual;
mientras, pululan las prácticas ocultistas oscuras y la contaminación
por comportamiento desordenados. Es por ello que, en este trabajo
espiritual en muchas ocasiones el sacerdote está solo en el ministerio
y hay una cantidad importante de personas que quieren apoyarle, pero
no tienen ni la formación ni la organización para realizarlo por lo que la FSBF permite ser esa
institución de formación y crecimiento espiritual que ayuda a direccionar y fortalecer el llamado
vocacional que lleve sanidad y liberación a nuestra sociedad.
La FSBF tiene como objetivo congregar fieles cristianos de distintas tradiciones que fortalecidos
por la Palabra de Dios y por el carisma de la misma Fraternidad se formen y trabajen por la liberación
espiritual de quienes están oprimidos por el mal. La FSBF es una comunidad de hermanos
(Fraternidad), quienes participan son tratados como iguales que se enriquecen de las distintas
vocaciones que allí convergen (Ministros Ordenados, Consagrados y Laicos) así como de los
ministerios diversos (exorcistas, intercesores, acompañantes, sanadores), quienes
mancomunadamente cumplen con la misión, con el llamado.
La inspiración de la FSBF se encuentra orientada por dos guerreros de la Buena Nueva de Jesús:
San Benito de Nursia y San Francisco de Asís. Cada uno de ellos, desde su vida y ejemplo, realizan
aportes a la forma de vida y espiritualidad de la Fraternidad. San Benito nos regala su contemplación,
su vida de profunda oración, de lectura asidua y orante de la Palabra de Dios (Lectio Divina) y la
postura de guerrero espiritual que combate y expulsa el mal. San Francisco, aporta a la experiencia
su comunión con todas y todos, con la creación entera; su configuración con “Jesucristo pobre y
crucificado” y su solidaridad con el que sufre. Estas características son las que el consagrado a la
Fraternidad vive y sirve.
Mons. Cristian Piedrahita
Fraternidad San Benito
y San Francisco

Dentro de la Fraternidad existen dos tipos de miembros, los consagrados que buscan pertenecer
completamente a esta con los derechos y obligaciones que acarrea y los miembros asociados, que
son aquellos que, aunque simpatizan con los propósitos de la Fraternidad por distintas circunstancias
no pueden o no quieren comprometerse plenamente, pero apoyan con oración y otro tipo
decolaboraciones.
La FSBF se organiza por Fraternidades, estas son la General, o sea la Fraternidad fundadora
que pertenece a la Iglesia Luterana Independiente en Colombia y que actúa como símbolo de unidad
por medio del Ministro Prior General; y las Fraternidades locales las cuales gozan de plena autonomía
y se vinculan en lazos de amor fraterno hacia otras fraternidades locales y la Fraternidad madre y
general. Cada Fraternidad Local tiene un Ministro Prior Local que coordina y resguarda el ministerio
y misión.
Nueva Iglesia Luterana Independiente
La Nueva Iglesia Luterana Independiente con la Comunidad
Luterana de Jesús liberador es una expresión del luteranismo
independiente en Colombia, miembro de la Asociación de Iglesias
Evangélicas Luteranas Independientes con sede en EE.UU. y bajo
el cuidado del Obispo Manuel Acuña de Argentina está basada en
los principios de la Reforma de la Igle ia realizada por el Sacerdote
alemán Martín Lutero durante el Siglo XVI que inspirado por el
Espíritu Santo y el estudio de las Sagradas Escrituras denunció los
abusos cometidos por la Iglesia Católica Romana y propuso un
camino espiritual más fiel al mensaje de Jesús.
Como fraternidad de fe buscamos volver a los inicios de la
comunidad cristiana con un pensamiento Crístico y abierto,
incluyente, inclusivo y místico que se inspira también en la experiencia espiritual del teólogo, filósofo
y científico sueco Emmanuel Swedenborg de origen luterano y que tras una experiencia de encuentro
con Cristo y sus ángeles trazó un camino de espiritualidad y mística de renovación de la fe.
Mons. Cristian Piedrahita
Ministro Prior General FSBF
Nueva Iglesia Luterana Independiente

Consagración Episcopal del Rvdo. Cristian Piedrahita
La Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas Independientes Hispanoparlantes (AIELIH) se llena
de gozo por la Consagración Episcopal del Rvdo. Cristian Camilo Piedrahita Montoya, el día 7 de
agosto del presente año en la República de Colombia, reconocio exorcista, Rector de la Nueva Iglesia
Luterana Independiente y Prior General de FSBF.
El Obispo consagrante fue S.E.R. + Dr. Manuel Adolfo Acuña, Arzobispo Primado de la AIELIH,
exorcista de proyección internacional y Rector de la Escuela Europea de Exorcismo y Liberación. Al
acto asistieron como co-consagrantes S.E.R. + Dr. Andrés Omar Ayala, Arzobispo de la República
del Paraguay; S.E.R. Dr. + Santiago Peláez Garrido, de la Iglesia Luterana de la Nueva Fe, España
y S.E.R.+ Gustavo Adolfo Nazarí Escobar, Primado de la Iglesia Cristiana del Buen Pastor, Colombia.
S.E.R. Cristian Camilo Piedrahita Montoya ha sido para todos los efectos consagrado en el Orden
Episcopal de la Iglesia que es una, Santa, Católica y Apostólica, y en el mismo acto asumió como
Arzobispo de AIELIH para la República de Colombia, sus funciones son expresamente reconocidas
y avaladas internacionalmente por nuestra comunión de iglesias.
Mons. +Cristian...
¡BIENVENIDO AL COLEGIO EPISCOPAL!

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