La recaudación tributaria en este país, aunque haya ralentizado su ritmo de récord, sigue avanzando a toda vela, un 5% sobre setiembre del año pasado y un 4,5% de enero a setiembre del año en curso.
1. MAS IMPUESTOS A LA VISTA.
Manfred Nolte
La recaudación tributaria en este país, aunque haya ralentizado su ritmo de récord, sigue
avanzando a toda vela, un 5% sobre setiembre del año pasado y un 4,5% de enero a
setiembre del año en curso. Esta notable circunstancia ha tenido su incidencia sobre un
indicador fiscal de alto contenido, muy utilizado en la refriega política, y de controvertida
interpretación económica. Nos referimos a la presión fiscal del país, esto es, al cociente
de dividir los ingresos fiscales entre el PIB del periodo. Para calcular la ratio, se incluye la
recaudación de todos los impuestos desde los estatales a los autonómicos y municipales,
pero también otras variables como las contribuciones sociales, que habrán de financiar
el pago de las pensiones.
Pues bien, La presión fiscal en España aumentó en casi tres puntos entre los años 2019
y 2022, desde el 35,4% al 38,3% del PIB. Y lo hizo en buena medida por la decisión del
Gobierno de no deflactar con la tasa de inflación las tarifas y las deducciones familiares
y personales del impuesto sobre la renta de las personas físicas. Así lo expresa en un
reciente estudio la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) tras estudiar las
cifras oficiales facilitadas por Eurostat, la agencia estadística europea. Según desglosa el
informe, el desglose de los 2,9 puntos de subida de la presión fiscal sería el siguiente:
1,9 puntos por el incremento de recaudación en el IRPF, un 0,5% por la subida del IVA y
otro 0,5% por el aumento de las cotizaciones sociales, fundamentalmente a cargo del
empleador.
Ubicando el dato señalado en la polémica acerca de la suficiencia o no de nuestra
situación fiscal, la conclusión inmediata es que nuestra presión está creciendo a mayor
velocidad que el conjunto de la unión europea, donde apenas ha aumentado dos
décimas sobre el PIB desde el inicio de la pandemia en la Unión europea y cinco en la
zona euro. Cabe añadir que España fue el país de la OCDE donde más se incrementó el
índice que estudiamos, en la última década, solo por detrás de Eslovaquia y Corea del
sur.
2. A pesar de la bondad teórica del dato, la izquierda radical sigue denunciando que España
manteniendo una diferencia excesiva con la media comunitaria, del 41,2% o de la
eurozona, del 41,9%.
Denuncia que nos invita a colocar la correspondiente sordina a lo que en un análisis
ecuánime debe interpretarse como una música estridente y fuera de lugar. La crítica al
concepto de presión fiscal no reside en su validez relativa como tal, sino en el uso
obsesivo que se le da simplificando el debate hasta convertirlo en indicador único.
Figurar en los puestos intermedios del ranking de presión fiscal no implica incurrir en
posiciones desfavorables en las listas de los indicadores económicos básicos. La media
de la OCDE se sitúa en el 34,1%, 4,2 puntos por debajo de nuestro porcentaje. Y países
como Reino Unido (33,5%), Canadá (33,2%), Corea del Sur (29,9%), Suiza (28%), Estados
Unidos (26,6%) o Irlanda (21,1%), todos por debajo de nuestro porcentaje de presión
fiscal, superan nuestro desempeño económico. Reducir la bondad de un sistema fiscal al
cociente de dos macromagnitudes como son la recaudación y el PIB constituye una
simplificación poco rigurosa. La presión fiscal ignora cuestiones distributivas, aspectos
de capacidad económica -renta disponible- o consideraciones de bienestar social.
En particular la problemática de la macrofiscalidad debe incluir un concepto esencial
como es el del sacrificio fiscal, propuesto hace más de medio siglo por Henry Frank y
Richard Bird. Este índice de sacrificio fiscal, además de tener en cuenta la recaudación y
el PIB, considera también el tamaño poblacional y la renta per cápita.
Para entenderlo basta comparar el ‘esfuerzo fiscal’ de un danés cuya presión media
fiscal (46,9%) sobre la ‘renta per cápita’ danesa (64.450 euros/año) es inferior al
‘esfuerzo fiscal’ del contribuyente español cuya presión media (38,3%) gira sobre la
‘renta per cápita’ española (28.280 euros/año). La renta disponible de un danés (34.800
euros) siempre será superior a la de un español (18.800 euros), aunque su presión fiscal
sea superior. Adicionalmente, no puede obviarse aquí la extrema incompatibilidad que
representan países con paros del 15% (España, en series de 20 años) e inferiores al 4%
(Dinamarca). Aunque la presión fiscal española (38,3%) se sitúe en una zona media entre
los países centrales, su ‘esfuerzo fiscal’ está muy a la cabeza de la tabla correspondiente
a este criterio.
Como Sánchez no quiere disminuir el gasto público, pero se ve presionado por Bruselas
a recortar el déficit fiscal, buscará aumentar la presión fiscal para financiarlo. Craso e
injusto error.
el Estado pueda cubrir las necesidades comunes.
3. on las contribuciones que deben pagar por ley los ciudadanos y las empresas para
que el Estado pueda cubrir las necesidades comunes.