TEMA 6. LAS REGIONES BIOGEOGRÁFICAS DE ESPAÑA. (BLOQUE 3)
1. Factores de la diversidad biogeográfica.
2. Características de las regiones biogeográficas.
3. Formaciones vegetales de la España peninsular e insular.
4. La intervención humana y sus consecuencias geográficas.
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TEMA 6. LAS REGIONES BIOGEOGRÁFICAS DE ESPAÑA. (BLOQUE 3)
1. Factores de la diversidad biogeográfica.
2. Características de las regiones biogeográficas.
3. Formaciones vegetales de la España peninsular e insular.
4. La intervención humana y sus consecuencias geográficas.
0. Introducción
La Península Ibérica se caracteriza por una extraordinaria diversidad en lo que a flora y
fauna se refiere. La riqueza de especies existentes, a la que hay que añadir la propia del
archipiélago canario, es consecuencia de su condición de encrucijada y lugar de
convergencia de las influencias atlántica y mediterránea, sahariana y europea.
La mayor parte de la superficie está desprovista de la vegetación originaria. Por ello,
cuando nos referimos a la vegetación debemos distinguir entre la cubierta vegetal,
realmente existente, y la vegetación potencial, es decir, aquella que existiría en
condiciones naturales sin intervención humana. La diferencia entre una y otra es una
huella palpable de la acción humana sobre el medio y tiene notables repercusiones en la
fauna.
1. Factores de la diversidad biogeográfica de España.
Con frecuencia, aludimos a la cubierta vegetal en términos poco diferenciados,
hablando indistintamente de flora y de vegetación. La flora es el conjunto de especies
vegetales existentes en un espacio geográfico, mientras que la vegetación es la
disposición de las mismas sobre la superficie geográfica. Así, un país como España
puede tener abundante flora pero escasa vegetación y viceversa. Cuando la vegetación
de una zona es el resultado exclusivo de la incidencia de factores naturales, se denomina
climax o potencial.
La vegetación está integrada por formaciones vegetales o grupos de vegetación
individualizados por su tamaño y aspecto. Hay tres tipos básicos: el bosque, el matorral y
el prado.
En España existen unas 6000 especies, fruto de la variedad de factores que inciden sobre
ella:
1.1. Factores físicos:
El clima, cada planta necesita unas condiciones específicas de temperatura y
humedad.
El relieve, al ser muy diverso da lugar a especies diferentes en función de la altura,
de la orientación a barlovento o a sotavento y de la ubicación en la solana o en la
umbría.
El suelo, dado que cada especie prefiere un tipo determinado de suelo.
La posición de puente de la Península.
La originalidad de la vegetación canaria, causada por la insularidad.
1.2. Factores humanos, como la introducción de especies interesantes por su valor
económico, o la degradación de la cubierta vegetal existente. Cuando la vegetación de
una zona es el resultado de la intervención humana, se denomina vegetación
secundaria.
De los factores físicos hemos estudiado el clima y el relieve, la posición de la Península,
la insularidad de Canarias, pero nos falta estudiar el suelo que desarrollaremos a
continuación.
1.3. Los suelos de España y Andalucía. El suelo es la capa superficial de la corteza
terrestre. Se compone de elementos en los tres estados: sólidos (partículas minerales
procedentes de la erosión de las rocas y la materia orgánica viva o en descomposición);
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líquidos (agua) y gases (CO2). La Edafología es la ciencia que estudia los suelos. Es el
resultado de la alteración del roquedo por el clima y los seres vivos.
Es el resultado de la alteración del roquedo por el clima y los seres vivos. En su formación
y evolución intervienen una serie de factores:
El clima es el factor más influyente, pues las temperaturas y precipitaciones
influyen en los procesos químicos y biológicos. Provocan la meteorización de las
rocas y la lixiviación (disolución y arrastre de los materiales de la capa superficial
hacia las capas bajas).
La roca madre influye en la textura, estructura, permeabilidad y acidez. Hay suelos
silíceos (sueltos y permeables), calizos (pastosos y permeables) y arcillosos
(compactos e impermeables).
El tiempo, pues el proceso de formación de un suelo requiere siglos. Así hay
suelos jóvenes o incipientes y suelos evolucionados.
El relieve, dado que las pendientes favorecen el deslizamiento y la erosión.
La vegetación, que puede enriquecer el suelo aportando materia orgánica
(especies frondosas) o empobrecerlo y acidificarlo (eucalipto, coníferas)
Los animales, que lo remueven, y el hombre, que lo altera profundamente.
1.3.1. Diversidad y características de los suelos de España. Podemos diferenciar
entre suelos zonales, que dependen del clima y de la vegetación en equilibrio con el
medio natural; y los suelos azonales e intrazonales, que dependen del sustrato litológico
y la topografía.
A) Suelos zonales.
- Los suelos zonales en clima oceánico son bastante evolucionados, con abundante
materia orgánica y ácidos, pues la lixiviación arrastra sus elementos a las capas
inferiores. Según la roca madre distinguimos los siguientes tipos:
Sobre la roca silícea predomina la tierra parda húmeda apropiada para el cultivo
si se reduce su acidez con cal. Se distribuye por Galicia, zona occidental de
Asturias, apareciendo también en las montañas silíceas de la España
mediterránea. También se da el ranker propio de zonas en pendiente y poco apto
para el cultivo.
Sobre la roca madre caliza los suelos son menos ácidos, predominan la tierra
parda caliza de gran fertilidad para cultivos y la terra fusca, asentada sobre
calizas de montaña y uso esencialmente forestal.
- Los suelos zonales de clima mediterráneo se encuentran muy alterados por la
erosión y la acción humana.
En las rocas silíceas se da la tierra parda meridional, de poca acidez, (dehesas
de encinas y pastizales pobres, o cereales cuando se encala y abona).
En el roquedo calizo, hay dos tipos: el suelo rojo mediterráneo, excelente para
todo tipo de cultivos con abundancia de materia orgánica y color rojizo por el óxido
de hierro y la terra rossa, arcilloso, que al estar sobre la roca madre es frecuente
que aflore ésta, dificultando la mecanización, por ello, suele dedicarse a matorrales
o bosques adehesados y cultivos arbóreos como olivo y almendro.
En las arcillas y margas surgen los vertisuelos o tierras negras. Son los más
fértiles, usados para todo tipo de cultivo, excepto los arborescentes. Son propios
del valle del Guadalquivir, la Tierra de Barros en Badajoz y la cuenca de Pamplona.
En las áreas esteparias predomina el suelo gris subdesértico o serosem. En
regadío es bastante fértil, aunque se saliniza fácilmente por la acusada
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evaporación.
B) Suelos azonales e intrazonales. Este tipo de suelos, al no depender del clima, se
puede encontrar en cualquier área climática.
Los azonales no tienen un perfil característico, por ser jóvenes o estar en
pendientes pronunciadas. Abundan en el curso del río Duero y de sus afluentes, en
la depresión del Guadalquivir, en la huerta valenciana y en las áreas bajas de las
islas Canarias.
Los intrazonales tiene perfil definido y que contrasta con los de su entorno.
Destacan dos tipos formados a partir de la roca madre caliza. Los más habituales
son los pardo-calizos, más evolucionados, dedicados a cultivos como la vid y el
olivo o al aprovechamiento forestal. Abundan en la mitad este peninsular; y
rendzinas, poco evolucionados, situados en terrazas y llanuras fluviales, muy
apropiados para los cultivos
Otros tipos de suelos son: los aluviales, de gran fertilidad, se encuentran
próximos a las orillas de los ríos; los encharcados, pobres en materia orgánica y
propios de las zonas endorreicas; los arenosos, no evolucionados e improductivos
ya que no retienen el agua; los salinos, propios de áreas con una gran
evaporación, pueden cultivarse si se disminuye su salinidad; los volcánicos,
escasamente evolucionados e improductivos, por lo que solo resultan fértiles con
regadío.
Los suelos de Andalucía. Andalucía tiene una gran variedad de suelos. Entre los
suelos zonales dominan los característicos del clima mediterráneo:
▪ Suelos pardos meridionales, abundan sobre materiales silíceos de Sierra
Morena, dedicados a dehesas y pastizales.
▪ Suelos rojos mediterráneos, asociados a la roca madre caliza. Apropiados
para el cultivo de cereales, viñedos y olivo, y se encuentran en las provincias
de Córdoba y Sevilla.
▪ Vertisuelos, llamados “tierras negras andaluzas” o “tierras de bujeo”,
asentados sobre arcillas y margas. Muy característicos de las campiñas
sevillana y gaditana.
▪ El serosem o suelo gris desértico, predomina en las áreas subdesérticas
almerienses, tienen escasa materia orgánica debido a la escasez de
vegetación y de precipitaciones.
Entre los suelos azonales abundan los aluviales, creados por sedimentos de los ríos y
fértiles para la agricultura, como los del bajo valle del Guadalquivir. Entre los suelos
intrazonales predominan las rendzinas, frecuentes en las campiñas andaluzas, y los
pardo-calizos, que abundan en las sierras subbéticas.
2. Características de las regiones biogeográficas.
La vegetación o flora es el conjunto de especies vegetales de un territorio.
En la Tierra existen grandes conjuntos florísticos denominados reinos florales, que se
subdividen en regiones. La Península Ibérica forma parte del reino holoártico, que
comprende las tierras continentales al norte del trópico de Cáncer y consta de tres
regiones florales:
La región boreoalpina (zonas más elevadas de montañas como los Pirineos y la
Cordillera Cantábrica).
La región eurosiberiana (norte de la Península y algunos sectores del Sistema
Central y del Sistema Ibérico).
La región mediterránea (resto de la Península).
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En Canarias se encuentra la región macaronésica.
2.1. La región boreoalpina.
En la montaña, la vegetación se dispone en pisos con formaciones vegetales distintas en
función de la altura y de la orientación. Así se suceden el bosque, los matorrales (a partir
de la altura donde el frío impide el crecimiento de los árboles), los prados y las plantas
rupícolas adaptadas a vivir en las rocas.
2.2. La región eurosiberiana.
Se caracteriza por una vegetación exuberante, como corresponde a un clima de
temperaturas suaves y humedad abundante y bien distribuida a lo largo del año. Estas
condiciones, unidas a las características del suelo, permiten el desarrollo de un bosque
caducifolio que alcanza de 25 a 30 metros de altura y cuya frondosidad reduce
considerablemente el acceso de la luz solar hasta el suelo, dificultando el desarrollo de los
estratos arbustivo y herbáceo. Pueden distinguirse, dentro de la región eurosiberiana, dos
provincias:
A) La provincia atlántica, que comprende el norte y el noroeste peninsular y está
representada por los hayedos y los robledales.
B) La provincia submediterránea, que se extiende hacia el este, ocupando la
vertiente meridional del Pirineo. Por su orientación a la solana y resguardo de los vientos
atlánticos permite la aparición de unas especies vegetales que son propias tanto de la
región eurosiberiana como de la mediterránea, entre las que destacan el roble, el pino y el
quejigo.
2.3. La región mediterránea.
El principal rasgo de la vegetación es su carácter perennifolio, que deriva de las
exigencias de adaptación al medio que impone el clima. El clima mediterráneo presenta
una sequía estival muy acusada a la que se han adaptado las plantas desarrollando
mecanismos para reducir la evapotranspiración y alcanzar la humedad del suelo. Por eso,
la vegetación mediterránea tiene hojas pequeñas y de color cobre, y una raíz extensa y
profunda que se hunde vigorosamente en el sustrato.
2.4. La región macaronésica
Sus principales rasgos son la variedad florística y la elevada proporción de endemismos.
Esta diversidad procede de la unión en el archipiélago de las influencias del mundo
holártico y mediterráneo con las africanas, mientras que la insularidad ha fortalecido los
caracteres autóctonos.
3. Formaciones vegetales de la España peninsular e insular.
La vegetación o flora es el conjunto de especies vegetales de un territorio.
En la Tierra existen grandes conjuntos florísticos denominados reinos florales, que se
subdividen en regiones. La Península Ibérica forma parte del reino holoártico, que
comprende las tierras continentales al norte del trópico de Cáncer. En España
encontramos tres regiones florales:
La región eurosiberiana (zonas más elevadas de montañas como los
Pirineos y la Cordillera Cantábrica).
La región mediterránea (resto de la Península).
La región macaronésica en Canarias.
3.1. Factores que influyen en la vegetación. La vegetación está influida por múltiples
factores:
El clima, pues la vegetación se adapta a unas condiciones específicas de
humedad y temperatura.
El relieve, las plantas se acomodan a la altura, a la temperatura y a la
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precipitación de cada lugar. La orientación de las laderas (umbría/solana y
barlovento/sotavento) generan también diferente vegetación.
El suelo, las especies vegetales se adaptan a unos suelos mejor que a otros, por
lo que la litología silícea, caliza o arcillosas determina la proliferación de diferente
vegetación.
La posición geográfica. España ocupa un lugar de encrucijada entre dos
continentes y dos masas de agua diferentes. Esto da lugar a una gran riqueza de
especies vegetales procedente de ambos continentes.
La acción antrópica. El hombre ha explotado la vegetación natural desde tiempos
inmemoriales. A veces el uso agresivo del medio y la progresiva urbanización
origina graves problemas ecológicos, como incendios forestales o la desecación
de terrenos antes fértiles.
3.2. Las formaciones vegetales y su distribución. Las formaciones vegetales se
disponen en comunidades, cuyo conjunto forma el paisaje vegetal de un área.
Actualmente la mayoría de formaciones vegetales han sido modificadas profundamente
por el hombre, por tanto se encuentran muy alejadas de su situación original como paisaje
natural (estadio climax, cuando la vegetación de una zona es el resultado exclusivo de la
incidencia de factores naturales). Estas modificaciones unidas a los frecuentes incendios
forestales, definen el carácter regresivo de dichas formaciones, muy alejadas de los
bosques naturales, casi extinguidos en España.
En los ecosistemas naturales se puede dar lo contrario, es decir, la sucesión vegetal,
proceso que incluye la evolución desde un estadio degradado, casi sin vegetación, a un
estadio climácico de bosque desarrollado.
Si no se producen fenómenos como incendios forestales, talas masivas, roturaciones
excesivas, el bosque tiende a recuperarse hasta alcanzar su máximo desarrollo.
Los tres tipos básicos de formaciones vegetales son el bosque, el matorral y el prado o
estepa.
Bosques: áreas en las que la vegetación dominante son árboles.
Matorrales: campos en los que predomina una vegetación arbustiva que a menudo
comprende prados y plantas herbáceas.
Prados o estepas: territorios llanos en los que predomina una vegetación
herbácea, propia de climas con escasas precipitaciones.
Existen en España cinco formaciones vegetales: eurosiberiana, mediterránea,
macaronésica, de montaña y de ribera.
3.2.1. Formaciones vegetales de la región eurosiberiana. Se caracteriza por una
vegetación exuberante, como corresponde a un clima de temperaturas suaves y humedad
abundante y bien distribuida a lo largo del año. Estas condiciones, unidas a las
características del suelo, permiten el desarrollo de un bosque caducifolio (caída de la
hoja en otoño) que alcanza de 25 a 30 metros de altura y cuya frondosidad reduce
considerablemente el acceso de la luz solar hasta el suelo, dificultando el desarrollo de los
estratos arbustivo y herbáceo. Las especies más características son el roble y el haya.
El roble, no soporta veranos calurosos, tiene menor tolerancia al frío y exige
menos humedad que el haya, por lo cual se sitúa a cotas más bajas (baja y media
montaña). Es de crecimiento lento. Su madera es dura y se emplea en la
construcción y en la fabricación de muebles y barcos. Se extiende en suelos
silíceos de Galicia, Asturias, León y oeste del Sistema Central (roble carballo) y en
terrenos calizos de los Pirineos y País Vasco (roble albar).
El haya, tolera mal el calor y muy bien el frío, necesita mucha humedad, por lo que
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solemos encontrarlo en las montañas. Se adapta a los suelos calizos y silíceos,
aunque prefiere los primeros. Es de crecimiento lento. Su madera dura y de gran
calidad se emplea para fabricar muebles. Forma bosques específicos (hayedos) o
mixtos con el roble. Se encuentra principalmente en la Cordillera Cantábrica y
Pirineos, con ejemplares aislados en el Sistema Ibérico y en el Sistema Central.
El castaño, es una especie alóctona, originaria de Europa oriental. Es una
formación vegetal secundaria que ha ganado terreno a costa del roble. Se extiende
por ambientes húmedos y templados, sobre suelos silíceos (más frecuente, por
tanto, en la zona occidental de la Península). Permite el aprovechamiento de su
fruto y de su madera.
El pino, es una especie de repoblación muy extendida y adaptada a cualquier tipo
de suelo, ya que soporta la sequía y las bajas temperaturas. Es muy rentable por
su resina y por su madera, aunque fácilmente inflamable. Destacan: el pino
resinero, el pino albar y el pino canario (ignífugo).
El matorral atlántico. Se conoce con el nombre de landa. Es muy leñoso y se
adapta a cualquier tipo de suelo. Ocupa zonas en las que el bosque caducifolio se
ha degradado o como vegetación supraforestal. Las principales especies son: el
tojo, el brezo, la retama y el piorno.
Los prados, cuando no hay estrato arbustivo, proliferan los prados, fomaciones
herbáceas muy útiles para el ganado y muy extendidos.
El bosque marcescente. Es un tipo de bosque atlántico adaptado a la aridez. Los
árboles tienen una hoja que se seca en otoño pero no llega a caer totalmente o cae
al principio de primavera al nacer los nuevos brotes. Destacan el quejigo (“roble
andaluz”) y el rebollo. Se encuentran en los Sistemas Ibérico y central, en Sierra
Morena y en la Cordillera Penibética.
3.2.2. Formaciones vegetales de la región mediterránea. El bosque perennifolio y el
matorral mediterráneo son las formaciones vegetales características. El bosque
perennifolio está adaptado a la aridez estival, las hojas son pequeñas y resistentes al
calor. Son formaciones esclerófilas, que no tienen mucha altura y permiten el desarrollo
de un estrato arbustivo muy potente.
El bosque perennifolio lo forman las siguientes especies:
La encina, resistente a la sequía y adaptado a todo tipo de suelos. Puede vivir
cientos de años, alcanzando un gran porte. Es una especie en regresión, siendo
sustituida por especies más rentables como la vid y el olivo. Se desarrolla en las
dehesas extremeñas y andaluzas, donde constituye un bosque transformado por el
hombre para aprovechamiento ganadero. Su madera es muy dura y resistente, se
usaba para elaborar ruedas, carpintería exterior, utensilios y carbón. Su fruto, la
bellota, se usa para alimentar al ganado.
El alcornoque, adaptado a suelos ácidos de tipo silíceo. Necesita más humedad
que la encina. Necesita inviernos suaves y cierta humedad. Su madera es muy
dura y se aprovecha para hacer toneles y barcos y de su corteza se obtiene el
corcho. Se extiende por el suroeste y algunas áreas del sur de Andalucía (de Cádiz
a Málaga), en el noreste de Cataluña y en Castellón.
El pino, al igual que en la región eurosiberiana, se extiende por el resto del
territorio por su gran capacidad de adaptación.
El matorral mediterráneo, es una fase regresiva del bosque perennifolio debidoa la
acción humana. Presenta tres tipos:
La maquia, formación arbustiva de gran porte, superior a dos metros de altura,
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muy densa e impenetrable. Las principales especies son la jara, el brezo, el
lentisco y la retama.
La garriga, de menor densidad y altura. Destacan el tomillo y el romero.
La estepa, formada por hierbas bajas mezcladas con algunas especies arbustivas
de escaso porte y densidad y dejan al descubierto unos suelos pobres. Destaca el
palmito, el cardo, el espartal, el espárrago y el orégano. Es propia de las zonas
semiáridas del sureste y del valle del Ebro, donde la sequía impide el desarrollo de
los árboles, y de las zonas donde la garriga se ha dagradado por la acción
humana.
3.2.3. Formaciones vegetales de ribera.
En las orillas de los ríos la humedad impregna el suelo y la vegetación presenta rasgos
diferentes a la vegetación característica del entorno, sobre todo en las zonas de clima
seco. La vegetación de ribera estabiliza los márgenes de los ríos y reduce la erosión
fluvial, favorece la sedimentación de materiales y fertiliza el terreno inundado. Modera
la temperatura del agua y la luz que le llega, ofrece lugar de refugio, cría y descanso a
muchas especies animales y depura las aguas subterráneas y freáticas. Su extensión
se ha reducido por la acción humana sobre los márgenes y cauces, la extensión de
cultivos y urbanizaciones, así como las canalizaciones.
Lo forman especies como alisos, sauces, chopos, álamos, fresnos y olmos. Son
especies de rápido crecimiento y madera blanda (chopo y sauce) para uso industrial.
Están acompañados de juncos y matorrales (cornejo, madreselva, zarzamora, rosales
silvestres, etc.).
3.2.4. Formaciones vegetales de montaña. La altitud provoca la disminución de la
temperatura y propicia una vegetación adaptada a condiciones específicas de
temperatura y humedad. Las especies vegetales se estudian por su posición en altura a
través de las llamadas cliseries. Generalmente se suceden de menor a mayor altura, el
bosque, el matorral, los prados y las plantas rupícolas.
a) La montaña alpina o pirenaica:
Representada en los Pirineos, tiene cuatro pisos:
El piso basal hasta los 1200 m incluye encinas y robles.
El piso subalpino entre los 1200 y los 2400 m reúne coníferas naturales (abeto,
pino negro y pino silvestre) sotobosque formado por rododendros y arándanos.
El piso alpino entre los 2400 y los 3000 m, es el dominio del prado, de ciclo
vegetativo corto, pues está cubierto de nieve 7 u 8 meses al año. Sobre las rocas
desnudas crecen plantas pequeñas adaptadas a vivir en las rocas (rupícolas).
El piso nival se sitúa por encima de los 3000 m en las zonas planas o de escasa
pendiente la nieve se mantiene todo el año y la vegetación es inexistente. En los
espacios con fuerte pendiente suelen crecer plantas rupícolas (musgos y líquenes),
cuando desaparece la nieve.
b) El resto de las montañas peninsulares carece de piso subalpino.
El piso basal está ocupado por el bosque característico de su clima:
◦ En la zona de clima oceánico, el bosque caducifolio.
◦ En la de clima mediterráneo, el bosque perennifolio en la parte baja y
caducifolio o pinares a mayor altitud.
El piso supraforestal incluye pequeños arbustos:
◦ En la zona atlántica, brezo y genista.
◦ En la mediterránea, arbustos y matorrales espinosos.
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La cima está dominada por los prados en la zona atlántica y matorrales espinosos
en la mediterránea.
3.2.5. Formaciones vegetales de Canarias. La vegetación de Canarias es de una gran
riqueza, es de origen mediterráneo pero con influencias africanas y del Atlántico sur. La
insularidad influye en los endemismos y las reliquias.
En las islas con relieve montañoso se suceden los siguientes pisos:
El piso basal hasta los 300 m, está marcado por la aridez: matorrales como
el cardón y la tabaiba.
El piso intermedio entre los 300 y los 800 m. Está condicionada por el
descenso térmico y el aumento de la humedad: palmeras, dragos y sabinas.
El piso termocanario entre los 800 y 1200 m. vegetación adaptada a las
nieblas causadas por los alisios, la reducción térmica y la menor insolación.
Dos formaciones originales: el bosque de laurisilva –más de 20 especies- y
el fayal-brezal, que resulta de la degradación de la laurisilva por el hombre.
El piso canario entre los 1200 y 2200 m: bosque de coníferas –pino
canario- que al quedar fuera del mar de nubes se adapta a la aridez y al frío.
En las áreas más altas se encuentra en cedro canario.
El piso supracanario está por encima de los 2200 m y solo lo hallamos en
Tenerife y en La Palma. La vegetación es prácticamente inexistente, con
musgos, líquenes, pequeñas matas dispersas y una gran riqueza florística
(violeta del Teide).
3.2.6. La vegetación de Andalucía. Las formaciones vegetales andaluzas son
esencialmente mediterráneas, pero as diferencias del clima y del relieve hacen que haya
importantes diferencias de unas zonas a otras. La vegetación natural en la mayor parte es
el bosque mediterráneo. Junto a los ríos se localizan algunos bosques de ribera y en las
zonas montañosas encontramos también árboles de hoja caduca y formaciones del
singular pinsapo.
Hay grandes extensiones de matorral mediterráneo, a veces por degradación del bosque
y en las zonas áridas (Almería) se da una vegetación esteparia.
El paisaje forestal está determinado por las variedades climáticas, el relieve, el suelo y la
posición geográfica del territorio andaluz, ocupando el ámbito forestal el 52,6% del
territorio.
El ámbito forestal se aprovecha de diversos modos, destacando la caza, la extracción de
corcho, la madera, la ganadería extensiva en las dehesas, sobre todo, y la función
recreativa, cada vez más demandada por la sociedad.
Como en el resto de España debe afrontar diversos retos para el futuro: la desertización
o pérdida de suelos, agravada por los incendios, el cambio climático y la presión
humana.
4. La intervención humana y sus consecuencias geográficas.
El medio natural influye en la actividad humana a través de los recursos que proporciona y
a través de los riesgos que comporta. La acción humana sobre el medio natural tiene una
doble dimensión: por una parte ocasiona problemas medioambientales y por otra parte
realiza políticas encaminadas a luchar contra ellos y proteger los espacios naturales.
El hombre actúa sobre el medio negativamente con la sobreexplotación, la contaminación
y la destrucción de elementos medioambientales.
4.1. Los principales problemas que ocasiona la intervención humana son:
Degradación ambiental y paisajística, provocada por la expansión urbana y la
construcción de redes de transporte y comunicaciones.
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La contaminación. Puede ser:
▪ Contaminación atmosférica, que produce la lluvia ácida, la reducción de la
capa de ozono y el efecto invernadero.
▪ Residuos sólidos urbanos (RSU). Han aumentado considerablemente y
generan problemas de recogida selectiva, y complejos tratamientos para su
reciclaje o eliminación.
▪ Contaminación acústica, producida por el ruido ambiental del tráfico, la
industria, los bares, discotecas...El 75% de los españoles sufre un nivel de
ruido superior al límite de la tolerancia.
▪ Contaminación de las aguas continentales superficiales y subterráneas,
provocada por los desechos procedentes de la agricultura y de la industria,
así como por las aguas fecales sin depurar dando lugar a veces a la
eutrofización. Esta situación afecta sobre todo a los curso medio y bajo de
nuestros ríos y las costas cercanas a grandes ciudades e industrias.
Sobreexplotación, deforestación y desertificación.
▪ Sobreexplotación de las aguas por el aumento del consumo para usos
agrarios, urbanos e industriales.
▪ Deforestación causada por el calor, los rayos, la quema de rastrojos
naturales o provocados por el ser humano. Los incendios forestales
destruyen la cubierta vegetal y aumenta por tanto la erosión, alterando el
balance hídrico de las cuencas donde se producen.
▪ La desertificación es un proceso inducido por el hombre por el cual un
territorio termina adquiriendo las características propias del desierto (clima,
vegetación, suelos). Existe un riesgo muy elevado en el 11% del territorio y
en general, 2/3 de la superficie española está expuesta a este problema.
▪ La sobreexplotación de la fauna: el avance de la urbanización, la
deforestación y destrucción de ecosistemas están ocasionando que muchas
especies estén en peligro de extinción (oso pardo, lince ibérico, lobo), al
igual que la sobrepesca está agotando los caladeros y afecta de forma
negativa a la fauna marina.
4.2. Las políticas medioambientales. En España se inició la política ambiental en 1970
con las primeras leyes de carácter ambiental. La Constitución de 1978 y los Estatutos de
las Comunidades Autónomas reconocen el derecho de los españoles a gozar de un medio
ambiente adecuado y también contemplan la obligación de los poderes públicos de velar
por el uso racional de los recursos naturales y la defensa del medio ambiente. Además
debemos seguir las directivas de la Unión Europea que siguen las directrices de la ONU.
Destacan el Tratado Fundacional de la UE (1992); los Programas de Acción sobre el
Medio Ambiente que se impulsan desde 1973; la Estrategia de Desarrollo Sostenible
(EDS); o la Estrategia Europa 2020, que aspira a lograr un “crecimiento inteligente,
sostenible e integrador”.
La Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y Biodiversidad apuesta por el uso sostenible, la
conservación y restauración de los ecosistemas naturales a través de las figuras de
protección de espacios naturales.
Los espacios protegidos se dividen en:
Parques nacionales, espacios naturales de alto valor ecológico que dependen de
la administración del Estado y de las comunidades autónomas.
Parques naturales, áreas donde es compatible la defensa de la naturaleza y el
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aprovechamiento agropecuario, cultural y de ocio, cuya gestión corresponde a las
comunidades autónomas.
Otras figuras de protección son: las reservas naturales, las áreas marinas
protegidas, los monumentos naturales y los paisajes protegidos.
A estas figuras se suman los espacios protegidos por la Red Natura 2000, los Lugares
de Importancia Comunitaria (LIC), Zonas de Especial Conservación (ZEC) y la Red
Mundial de Reservas de la Biosfera, entre otras.
Entre las medidas de protección destacan la prevención, el etiquetado ecológico, y las
auditorías medioambientales; también tenemos la Ley de Calidad del Aire y
Protección de la Atmósfera (2007).
Hasta ahora se ha logrado frenar la amenaza de algunas especies; se ha mejorado el
tratamiento de las aguas residuales (Plan Nacional de Calidad de las Aguas); se ha
moderado la fiebre urbanística del litoral; y se ha aumentado la conciencia ambiental.
Cabe destacar la creación del Observatorio de la Sostenibilidad (2014) que ha hecho
un informe del grado de cumplimiento de los programas de sostenibilidad europeos y de la
ONU.
Entre los retos que se plantean se hallan: la descarbonización de la economía, el
reciclaje, fijar los límites de sobreexplotación de los recursos y la protección de la
biodiversidad natural.
4.3. Los paisajes culturales. Concepto y definición. El paisaje es un espacio con unas
características morfológicas y funcionales. En los paisajes naturales la conservación de la
biodiversidad y la integridad del ecosistema son los elementos que los definen, mientras
que en los paisajes culturales el acento se pone en la historia humana, en la continuidad
de las tradiciones culturales y en los valores sociales. Un paisaje cultural es el resultado
de la interacción de las personas y el medio natural a lo largo del tiempo, en un territorio
que es percibido y valorado por sus cualidades culturales, producto de un proceso y
soporte de la identidad de una comunidad.
La Estrategia Territorial Europea (ETE) considera que los paisajes culturales son un
factor económico importante para el desarrollo sostenible. La diversidad de los paisajes
culturales españoles, y su creciente incorporación a las estrategias de desarrollo turístico
y territorial y las amenazas a las que están sometidos algunos, justifican el Plan Nacional
del Paisaje Cultural (2012). Los objetivos de este plan son:
Sensibilización de la población.
Introducción de los paisajes culturales en la educación.
Formación de expertos y técnicos en paisajismo.
4.3.1. Tipos de paisajes culturales.
En el Comité del Patrimonio Mundial en Santa Fe (1992) se establecieron tres
categorías de paisajes culturales:
Paisaje claramente definido es el creado y diseñado intencionadamente por el
hombre: Jardines y palacios de Aranjuez.
Paisaje evolucionado orgánicamente es el que ha evolucionado hasta la forma
actual como respuesta a la adaptación a su entorno. Hay dos subtipos: paisaje
vestigio como el de Las Médulas en León, y paisaje vivo, que conserva un papel
activo aunque asociado al modo de vida tradicional y cuyo proceso de evolución
sigue activo.
Paisajes culturales asociativos son aquellos en los que existen poderosas
asociaciones religiosas, artísticas o culturales con el medio natural, en lugar de
pruebas materiales, que pueden ser inexistentes o insignificativas: el Palmeral de
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11. TEMA 6. LAS REGIONES BIOGEOGRÁFICAS DE ESPAÑA. (BLOQUE 3)
GEO2 MHR 2016-2017
Elche, Alicante, o los regadíos de sierra de origen nazarí del Valle de la Alpujata en
Monda, Málaga).
4.3.2. El Plan Nacional del Paisaje Cultural y sus instrumentos. La selección de
paisajes de interés cultural atiende a diversos criterios de valoración:
Valores intrínsecos: representatividad, ejemplaridad, autenticidad y singularidad.
Valores patrimoniales: significación histórica, social, ambiental o procesual.
Valores potenciales y viabilidad: situación que permita su gestión,
vulnerabilidad, rentabilidad social.
Los instrumentos son diversos: fuentes de información; estudios integrales o
específicos; planes directores; proyectos de intervención que marcan las pautas a seguir;
y finalmente, un plan de gestión o conjunto de acciones que garanticen un desarrollo
sostenible.
Las fuentes de financiación para la ejecución de un plan pueden proceder de diversas
fuentes: administración central (ministerio de Educación, cultura y Deporte, Instituto del
Patrimonio Cultural, etc); administración local a través de diputaciones y ayuntamientos.
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