El documento analiza el proyecto de monarquía criolla en México luego de su independencia de España en 1821. Brevemente describe cómo Agustín de Iturbide lideró el movimiento independentista y fue nombrado emperador, estableciendo el Imperio Mexicano. Sin embargo, la monarquía constitucional de Iturbide enfrentó oposición creciente y finalmente cayó en 1823 debido a las conspiraciones republicanas y su incapacidad para mejorar las condiciones del país. El documento explora las complejas causas internas que lle
2. La independencia mexicana vista a través de las rencillas criollas
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Índice
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3. Al despuntar el siglo XIX, el panorama político sufrió cambios drásticos.
La monarquía como sistema de gobierno enfrentaba graves problemas.
Por una parte, la creciente difusión de las ideas de libertad, igualdad y
fraternidad enunciadas por los ilustrados franceses y el exitoso ejemplo
de los Estados Unidos de Norteamérica que cristalizaron su
independencia, por otra.
La independencia mexicana vista a
través de las rencillas criollas
4. Desde tiempo atrás, monarquía y república chocaban en cuanto a
modelos políticos. Sus ideólogos ponderaban las bondades de cada
tipo, irremediablemente se enfrentarían en el terrero de las letras y
llegaron al calor del debate y debido a la falta de acuerdo suscitado por
sus diferencias, al de las armas. Unos, defendían los benéficos alcances
del republicanismo: separación de poderes y derechos ciudadanos. Los
otros, sostenían los valores del Antiguo Régimen: la autoridad tienen
como portador al monarca. Tradición versus modernidad. El mundo
sufría, de nueva cuenta, aires de cambio.
América se mantenía pendiente de los sucesos en Europa, siguió de
cerca la Revolución Francesa, la era napoleónica y la prisión de los
reyes españoles, con todo esto los novohispanos estaban ávidos de
aplicar las ideas más avanzadas. Hispanoamérica no estaría por mucho
tiempo fuera de las influencias y las transformaciones políticas sufridas
en todo Occidente. Los americanos de diversos tintes políticos se
ubicarían en el centro de los cambios. Sus luchas por emanciparse
serían cruentas y a la hora de la victoria no habría paz. Las
contradiccciones, en todo sentido, darían paso a tiempos más
convulsionados.
La vieja y la nueva España
En Europa los gobiernos de corte absolutista eran el francés y el
español. En España, los leales al rey (nobleza y clero), mediante el apoyo
de algunos sectores de la sociedad y buena parte del ejército,
obtuvieron en 1814, de nueva cuenta, el poder absoluto. Algunos
liberales que habían participado en la Regencia y las Cortes fueron
encarcelados, la ola absolutista también derogó la constitución de l812.
Los realistas sancionaron medidas coercitivas para dominar de una vez
por todas a la oposición. Se practicó la censura, la persecución y el
exilio. El rey junto con su camarilla gobernó el imperio y se afanaron en
rescatar su pasada grandeza. A pesar de ello, años más tarde, se avivó
el descontento. Tropas expedicionarias se amotinaron y cundió una
revolución por toda la península.
Con la revolución de Rafael Riego, acaecida en 1820, los liberales
aprovecharon el momento y se hicieron del gobierno. Una vez en él,
obligaron a Fernando vii a jurar la Constitución. Se proclamaba en ella
una monarquía moderada, desamortización de bienes eclesiásticos y la
5. supresión de los privilegios. Medias que pretendían la modernización de
España,, de tal manera conservadores, monárquicos y liberales se
enfrascaron en la lucha. La cuestión de fondo era decidir que hacer con
España y por consiguiente con el Imperio. América, “en consecuencia
optó por buscar su propio camino y decidir libremente que forma de
gobierno adoptaría.” (Mariano Cueva, 1974, p. 26)
Nueva España experimentó aires innovadores. Algunos de sus
habitantes pensaron preservar las ideas de monarquía y religión, por
eso vieron en la revolución de Riego la oportunidad de poner en
práctica su ensayo de autogobierno, se negaba a reconocer un
gobierno de tendencias liberales, para ello se invitaría a gobernar a un
Borbón.
Había pequeñas partidas de insurgentes, en el sur del virreinato. Se
necesitaba terminar con ellas. Agustín de Iturbide fue encomendado a
aniquilar al último reducto rebelde en el Sur. No pudo contra Vicente
Guerrero y pactaron una alianza. “Se precisó de documentos que
plasmaran los sentimientos de autonomía. Dos de ellos fueron claves. El
Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba.” (Romeo Flores Caballero,
1973, p. 65)
Ambos idearios serían el vehículo para encontrar la Independencia y
desligarse de la metrópoli. La campaña de Iturbide fue vertiginosa,
todas las plazas se adhirieron al plan, el cual ofrecía a todos los
sectores algo en concreto, de modo que el país pronto estaría
libertado. El Ejército de las Tres Garantías, entró triunfante a la capital el
27 de septiembre de 1821. Iturbide, fue el héroe de aquel memorable
día.
Nueva España se convirtió, con la obtención de su independencia, en el
Imperio Mexicano, hoy conocido solamente como México. Desde su
emancipación, pudo gracias a los arreglos de algunos personajes,
buscar un modelo de gobierno acorde a sus necesidades, igualmente
con apego a sus tradiciones. Se quería que los privilegios de las clases
acomodadas siguiera, pues ellos se atribuían la Consumación, tenían en
cuenta que había que hacer ciertas concesiones.
Monarquía criolla
La nación mexicana dio sus primeros pasos, también varios tumbos,
6. tropiezos, empero acertó en otras cosas. Las personas ilustradas,
terratenientes, militares y clérigos conformaron una Soberana Junta
Provisional Gubernativa. En definitiva, se reunió a las principales fuerzas
políticas que controlaría los destinos del país. La Junta eligió a 5
personajes para integrar una Regencia. Los augurios del destino de
grandeza sólo requerían de un rey que rigiera sus destinos.
La idea de una monarquía moderada era factible en el caso que los
borbones aceptaran la invitación, expresada en los tratados de
Córdoba, de gobernar en América. Ante la negativa española, los
criollos tomaron la dirección política de la región y unieron
momentáneamente sus esfuerzos a pesar de los distintos credos
políticos existentes: borbonistas, republicanos e iturbidistas. Tales
grupos se aportaron sus mejores esfuerzos para resolver la coyuntura
gubernativa de la región. Se necesitaba un modelo de gobierno y un
gobernante. Comenzó por probar suerte el libertador. Dejó de ser
regente y fue proclamado emperador.
Con la llegada de Iturbide al poder, el proyecto que se impuso
momentáneamente fue el monárquico constitucional, apoyado, en gran
medida, por la Iglesia, el ejército y las élites criollas. El gobierno
iturbidista fue visto como el correcto e incluso el mejor modelo para
regirse. Este tipo de administración se verificó como tentativa para
cohesionar a la clase política por “considerarlo desde cualquier punto
lo ya experimentado” (Agustín de Iturbide, 1821, p. 1)
El imperio iturbidista es visto como una de las grandes etapas de
convulsión política. De hecho, la monarquía constitucional, como lo
señalaba el Tratado de Córdoba, era la postura más idónea para el año
de 1822. Además, se pretendía un continuismo gubernativo El apoyo
prestado a Iturbide para entronizarse fue abrumador. Incluso fue la
posición política más aceptada de ese entonces.
Algunos meses después de la coronación, en julio de ese año, se
dejaron sentir los primeros síntomas de disidencia. Esta oposición
presionaba por mayor participación política y la instauración de un
régimen republicano. La efervescencia política se dejó sentir a través de
un sinnúmero de documentos, artículos y panfletos que reflejaron que
el apoyo a Iturbide se estaba diluyendo.
Ocaso monárquico
7. La esperanza de consolidar un proyecto confiable, considerando su
operatividad fue importante para los criollos en el poder; sin embargo,
los acontecimientos del segundo semestre de 1822, serían de vital
importancia para el iturbidismo en el gobierno. Las equivocaciones
trajeron como consecuencia reacciones inesperadas. Dos de ellas
fueron decisivas para la suerte del Imperio mexicano: la prisión de los
diputados del Congreso Constituyente y el alzamiento militar.
Las relaciones entre los diputados y el Ministerio eran cordiales, pero se
enturbiaron cuando los distintos personajes políticos, Jacobo
Villaurrutia, José María Bocanegra, fray Servando Teresa de Mier, Miguel
Ramos Arizpe, José María Luis Mora, Vicente Rocafuerte y Miguel
Santamaría, comenzaron a cuestionar la legitimidad del Monarca
mexicano. Algunos de ellos, se encontraron en el Congreso en calidad
de diputados, otros en escuelas y en misiones diplomáticas. La
pregunta que se hacían en materia política en ese momento era ¿qué
hacer?
Una de las medidas para atraerse a los insurgentes a la causa
independentista y en consecuencia al gobierno, fue la siguiente: para
mediados de 1822, Iturbide posiblemente a petición del propio Herrera,
decidió nombrar a Andrés Quintana Roo, subsecretario de Relaciones
Exteriores e Interiores con el doble propósito, por una parte, utilizar la
fama personal del exinsurgente y, resolver las cuestiones pendientes
del Ministerio que el encargado del mismo no podía encauzar
expeditamente, por otra.
No se pretende defender cuál de los dos proyectos políticos fue el que
presentaba mayor viabilidad, el monárquico o el republicano, sino
establecer que el momento histórico al cual nos referimos es incierto
debido a diversos factores, el de mayor peso ubica a México en una
transición de Colonia a país independiente.
Conclusión
El sistema monárquico no fructificó debido principalmente a la vacante
en el puesto de una persona adecuada para dirigir el Estado. Los
requisitos de un respeto y carisma necesario que hicieran de su
persona ¾al igual que sus dotes como monarca¾ indispensable para
sacar avante el proyecto de gobierno. Subrayando que la importancia
de la monarquía estribó en ser una institución que estaba en un
8. proceso de definición.
Los acontecimientos posteriores al período del régimen de Iturbide, en
particular su caída, son abordados como una aventura política para el
país, debido a la escasa experiencia en las lides del gobierno. El
ejemplo para los republicanos era el modelo político de los Estados
Unidos. Había que tomarlo con las precauciones debidas.
José Manuel Herrera, quién dada su cercanía con el libertador realizaba
todas las encomiendas que se le pedían, tuvo que sacar avante el
proyecto independentista. Enfrentó los conflictos surgidos tanto en el
ejército como fueron los pronunciamientos protagonizados tanto por
Felipe de la Garza y el de Antonio López de Santa Anna, aunado a la
propagación de las crecientes ideas antimonárquicas. No se pretende
asentar que la censura a las ideas sería una posibilidad viable para ese
momento, como método idóneo para controlar la expansión de ideas
políticas contrarias al gobierno, sino que con base en la carencia de un
proyecto gubernativo que fuera capaz de planificar las funciones de
política interna. El ministro no supo prevenir ni conciliar las ideas
opuestas al régimen ni prever posibles brotes de violencia.
Otra faceta de la falta de sensibilidad política de Herrera, lo evidenció la
pugna existente entre los distintos jefes políticos y las Diputaciones
Provinciales, quienes sólo acataban en apariencia las órdenes y
estipulaciones del gobierno central, evidenciando el conflicto entre
gobierno central y las oligarquías regionales, convirtiéndose en un serio
problema que tendría un alto precio político.
El Ministro de Relaciones se vio imposibilitado para frenar los
enfrentamientos entre los distintos personajes políticos del momento.
Concretamente nos referiremos a los más sonados como lo fue el del
San Luis Potosí, la aprehensión de diputados del Congreso, los
levantamientos de Felipe de la Garza y de Antonio López de Santa Anna;
este último contó con la articulación de las demandas republicanas,
que en el mejor de los casos fue un serio peligro para la estabilidad del
régimen. No obstante, de la gravedad del alzamiento santanista, el
gobierno aparentaba calma y así se disponía a celebrar una fiesta en el
mes de enero.
Se ha discutido y hablado en demasía del sonado fracaso del Imperio
de Agustín de Iturbide, sin argumentar claramente con base en un
9. análisis los factores de diversas índoles y naturalezas que se conjugan
para su caída. Además no van al fondo del asunto, lo que despierta una
sospecha acerca de la estructuración de la sociedad que lo llevó a la
gloria del poder y posteriormente al olvido.
Finalmente, las causas que contribuyeron al fracaso del proyecto
monárquico son complejas, una de ella quizá la más importante, fue la
aparición de conspiración, entre ellas se dio el 6 de diciembre de 1822
el Plan de Veracruz, cuyo promotor fue Miguel Santa María. Las
confabulaciones se desarrollaron con el objeto de deshacerse del
libertador. Si llegaban al poder reglamentarían de otra manera la
sociedad. Iturbide no podía hacer grandes obras o implementar
medidas para cautivar a las personas ni a las agrupaciones que en el
año de 1822 sufrieron los embates del descontento, como resultado
directo de la ausencia notable de mejoría.
Autor: Fernando Leyva Martínez para revistadehistoria.es
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Bibliografía
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