PLAN ANUAL DE TUTORIA PARA SEGUNDO AÑO DE SECUNDARIA
DEBATE SOBRE LA INDEPENDENCIA PERU ANALISIS
1. EL MIRADOR
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E
s muy posible que iniciar un debate sobre la inde-
pendencia de Cataluña acabe siendo bene!cioso
para todos, para los catalanes y para los demás
españoles, centralistas intransigentes in-
cluidos. Eso, independientemente de
cómo acabe el debate y de lo que venga después,
e independientemente (me resulta inevitable
utilizar la palabra de moda y sus derivados)
de quien se lleve la decepción !nal. Pero
no nos engañemos: lo que empieza en es-
tos momentos es simplemente el debate,
que tendrá que ser largo y minucioso, por
mucho que la mayoría de los soberanistas
crean que eso se inició hace bastantes años.
Ya veremos si somos capaces de hacerlo, por-
que entre nosotros la experiencia de debatir con
franqueza resultará bastante inédita. Pero en este caso
hay tanta necesidad de realizarlo, sería tan difícil conseguir
que todo siguiera como hasta ahora o que cambien sin por lo
menos hablarlo, que tal vez haya más probabilidades de conse-
guir un verdadero debate que otras veces.
Hasta ahora, respecto al tema de la posibilidad de una
independización de Cataluña, lo que hemos hecho es la su-
per!cialidad que solemos hacer en España cuando se debe
analizar colectivamente algo serio. Lo primero es abrir un
bla-bla-bla impreciso y apasionado. Eso se logra dando pú-
blica y mediáticamente la palabra, y al mismo nivel, tanto a
expertos que hablan con objetividad como a personas que
no lo son en absoluto y que tampoco suelen ser neutrales
respecto a lo que hablan. Con ello, como la opinión pública
no puede llegar a saber quiénes pertenecen al primer grupo y
quiénes al segundo, el supuesto debate casi
siempre se queda en emotivo, empantana-
do y eterno. Los que azuzan desde los dos
lados intentan que la gente dé por buenas
unas primeras cifras que ellos lanzan desde
su partidismo, y efectúan a partir de ahí un
larguísimo proceso de ir dándole vueltas a sus clichés inicia-
les a través de monólogos construidos sin escuchar en abso-
luto lo que dicen los de enfrente. Eso, señores, evidentemen-
te no es debatir.
Si en esta ocasión se rompe la tendencia y hay un auténtico
intercambio de datos y argumentos, tal vez pueda acabarse o
reducirse la inmensa desinformación sobre Cataluña, lo que es,
lo que siente, a lo que aspiran sus ciudadanos, qué hay en es-
tos momentos en el resto de España. Esa desinformación es la
creadora del factor “susto” que ha provocado la manifestación
del Onze de Setembre. En Cataluña todos sabíamos que el in-
dependentismo está ampliando rápidamente su peso desde la
decepción colectiva de la absurda sentencia del Estatuto y los
perjuicios populares de la crisis económica, pero en Madrid, al
parecer, no, pese a lo fácil que lo tenía para enterarse y pese a
Por ANTONIO FRANCO Periodista
los reiterados avisos dados por los responsables políticos cata-
lanes de todos los colores. El cerrojo de desinformación ejerci-
do por los medios de comunicación centralistas mantenía en el
resto de España la visión simplista y falsa de que el indepen-
dentismo catalán era una causa romántica abrazada por un pu-
ñado muy minoritario de personas, ocultando que actualmente
en Cataluña ni siquiera los no soberanistas están satisfechos de
cómo funciona su actual relación con España. Hasta el presi-
dente Mariano Rajoy ha dado pruebas de esa desinformación al
ningunear lo que pasaba en Cataluña hasta que no pudo cerrar
los ojos a la gran manifestación.
Pero en todos los problemas políticos suele haber cues-
tiones simétricas. En Cataluña hay otra des-
información grave: un desconocimiento del
nivel de la inmensa profundidad de la inter-
conexión social y económica que hay entre
ella y el resto de España. Los soberanistas
son los primeros responsables de haber
presentado la independencia a la opinión pública como algo
únicamente difícil por sus aspectos políticos y por la previsi-
ble oposición radical de Madrid y del resto de los españoles,
escamoteando la magnitud, complejidad y consecuencias de
la actual fusión social y económica de las dos sociedades. Por
eso señalaba que un debate bien hecho sobre la posibilidad de
la independencia, que tendrá que ser forzosamente un debate
sobre el alcance de esas interconexiones económicas, puede
acabar siendo positivo para todos. Porque puede darles a am-
bos lados tanto los datos reales de lo que les une como la enor-
me trascendencia de los problemas reales que les separan. El
desconocimiento mutuo del terreno que se pisa es lo peor de
la situación, pero es lo que podríamos empezar a resolver si
tuviésemos el coraje y la habilidad de saber hacer de verdad
ese debate.
El debate sobre la
independencia
SE HA ABIERTO UN BLA-BLA-
BLA IMPRECISO Y APASIONADO
EN LUGAR DE ABRIR UN
VERDADERO DEBATE.
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