Este documento presenta una introducción a la epistemología, que analiza el origen, método y límites del conocimiento. Explica que los griegos fueron los primeros en cuestionar las tradiciones y buscar explicaciones basadas en la razón en lugar de los mitos. Destaca las figuras de Sócrates, quien enseñó a examinar las creencias a través del diálogo, y Platón, que propuso que el conocimiento verdadero se encuentra en las Ideas eternas más que en el mundo sensible cambiante.
Csv filosofía cuarto medio guía n°2 teoría del conocimiento clásica 2014
1. Filosofía – cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 1
1. Introducción: ¿Qué rayos es la Epistemología?
Hemos comenzado a ver temas de ―Epistemología‖. Y sí, es un
nombre extraño, quizás demasiado como mucho de lo que se habla en
filosofía. Debo recordar que no es una profesión médica, así que no
vayan a intentar pedir hora al ―epistemólogo‖, si se sienten
extrañamente enfermos. No, Epistemología es algo así como una rama
de la filosofía, una de sus áreas de preocupación. Un manual de filosofía
la define como: ―La rama de la filosofía que se ocupa de analizar en qué
consiste el conocimiento, pero también en determinar su origen, el
método que seguimos para obtenerlo y el límite de lo que podemos
conocer‖. En otras ocasiones se habla directamente, y más
comprensiblemente, de “Teoría del conocimiento”, vale decir, una
teoría filosófica que quiere conocer el conocer.
Si has leído atentamente, te darás cuenta que hay un concepto
o idea del que todo depende: la de conocimiento. Considera la
afirmación que tengas por más cierta: que el sol sale cada mañana, que
tu profesor de filosofía se llama Martín, que las aspirinas sirven para el
dolor de cabeza, que las palomas son aves que vuelan y comen migas
de pan que les arrojan los jubilados, que los profesionales se forman en las universidades, que dos más dos son cuatro, que
la vida se acaba con la muerte física, etc. Piensa; ¿De dónde obtuviste ese conocimiento? ¿Del uso de tus sentidos? ¿Fue
una pura cosa de lógica, de razonamiento puro? ¿O alguien te lo dijo? ¿Por qué le crees? ¿De dónde saco la información?
Sobre todas esas ―verdades‖ podemos estar equivocados, tener informaciones erradas, o profundas dudas.
Nuestros conocimientos no son LA VERDAD, la absoluta, la completa e universal1. Como humanos, no tenemos un acceso
instantáneo y directo a ella. Entre LA VERDAD y nosotros están los medios con los cuales conocemos: nuestras
capacidades (las individuales y las de la especie), nuestros cuerpos, nuestra cultura, nuestra educación, nuestras
tecnologías, nuestras palabras, etc. Estamos obligados, entonces, a esforzarnos por obtener verdades, por conquistarlas.
Pero no podemos ser dueños totales de la verdad. Sin embargo, un conocimiento que no tenga nada de verdadero, o que no
se moleste en demostrarlo, sería una simple opinión (una apreciación subjetiva que no ha sido demostrada ni discutida) o
una mera creencia (adhesión personal a un pensamiento o afirmación que se considera cierta aunque no haya sido
probada).
Según el filósofo griego Platón, una afirmación expresa conocimiento verdadero cuando se dan tres
condiciones. Primero, alguien cree que es cierta. Segundo, cuando su contenido corresponde a la realidad o cómo
son las cosas. Tercero, que se aporten pruebas sobre su verdad. Conocimiento es una creencia de la que estamos
seguros, pero que podemos justificar racionalmente, lo que quiere decir apoyarla con razones que podemos demostrar. Los
conocimientos que están encerrados en la mente de uno, aunque fuesen verdaderos (―¡juro que fui abducido por
extraterrestres!‖) serían acusados de subjetivos, es decir de meras ocurrencias, fantasías u alucinaciones. Los
conocimientos que podemos demostrar a los demás son considerados ―objetivos‖. Quien quiera vivir en la verdad, debiese
cotidianamente examinar lo que piensa, comparar y discutir con otros lo que cree saber, acostumbrarse a utilizar argumentos
(¡y no el puño o los gritos!) para defender o rechazar puntos de vista. Esta facultad de sopesar y buscar argumentos es lo que
suele denominarse razón.
Algo fundamental de la verdad es que tiene una relación con lo que es, con la realidad como tal. Desde este punto
de vista conocer es enfrentar la realidad y pretender llegar a aprehenderla (captarla). Todas estas ideas que hoy
sostenemos fueron forjadas en la antigua Grecia, allá en los comienzos de la Filosofía.
1 Para eso se requeriría, como dice el filósofo francés André Comte – Sponville, una inteligencia infinita o una ciencia absoluta. Dios
cumple ese papel, él es esa mente máxima. Pero aunque creamos en su existencia, y confiemos ciegamente en él, no es imposible
entender su inteligencia suprema.
UNIDAD 1: Introducción a la filosofía. Tema: problemas ontológicos y epistemológicos de la filosofía. Teorías del conocimiento en
la antigüedad.
CSV MACUL - GUÍA DIDACTICA – CUARTO AÑO MEDIO –
FILOSOFÍA – PRIMER TRIMESTRE 2014.
2. Filosofía – cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 2
Palabras como razón, verdad, conocimiento, opinión y otras tantas, fueron examinadas en los comienzos de la
filosofía. De hecho la palabra epistemología es un compuesto de dos palabras griegas, episteme (= ciencia) y – logos (=
razón, estudio, investigación).
2. Había una vez… en la antigua Grecia…
En las antiguas ciudades - estado (las polis) hubo un espacio de libertad de pensamiento y discusión, aunque no
fuera un espacio realmente ―para todos‖ (estaba vedado para los esclavos, los extranjeros y las mujeres). Esta libertad era
una distancia respecto de las tradiciones, de los mitos y las enseñanzas heredadas, del peso de lo religioso y de las
autoridades. Los primeros en apartarse de su pasado, para contemplar con ―nuevos ojos‖ el mundo que les rodeaba fueron
los llamados filósofos presocráticos. Su interés se orientó hacia la naturaleza, para encontrar la explicación de los
fenómenos que se observaban, los cambios y movimientos, la composición de las cosas, las fuerzas o principios que las
animaban o les hacían ser lo que eran. Por ello fueron también los primeros científicos, los primeros en buscar respuestas en
la tierra y en el cielo, sin la ayuda de los dioses, los sacerdotes y sus mitos.
Con el paso del tiempo las plazas y mercados se convirtieron en un club permanente de debate, donde los
ciudadanos gozaban de cierta igualdad para participar y criticar los temas de la agenda pública. Los atenienses se sentían
orgullosos de esta forma de vida, y estaban seguros que sólo en público podrían desarrollar sus capacidades y
autorrealizarse. Fue ejerciendo ese estilo de vida, donde poco a poco los dioses fueron dejando de ser el centro de las
preocupaciones de los mortales, y se colocó, casi por primera vez en la historia de occidente, al ser humano y su inteligencia
como punto máximo de referencia.
3. El orden era una idea detrás de las cambiantes cosas.
Los griegos fueron los creadores de las primeras grandes ―teorías‖.
Esta palabra quiere decir, literalmente, “ver lo divino”. En general, los filósofos
griegos consideraban que, bajo una forma u otra, el universo que les rodeaba
era algo ―casi divino‖. Por eso le llamaban ―cosmos‖: un orden armonioso,
justo, bello y bueno. En él, cada parte estaba diseñada maravillosamente para
cumplir una función o una finalidad que le era propia. El diseño cósmico en su
conjunto era considerado superior a cualquier cosa creada por el hombre. Ese
orden no había sido creado ni inventado, más bien era descubierto mediante
el uso de nuestra propia inteligencia, no por la fe o la imaginación. Por ello era
un orden ―lógico‖.
Desde luego, la más simple observación del mundo que nos rodea,
nos ratifica que todo, absolutamente todo, cambia y se modifica. ¿Cómo
encontrar ese orden, si todas las cosas están en permanente movimiento? Para el pensamiento griego lo único real y
verdadero era aquello que no cambiaba, lo que era estable y permanente. Y a eso le llamaron ―Ideas‖. Son Ideas con “I”
mayúscula, porque eran las formas, estructuras o modelos que se podían percibir a pesar de todas las
transformaciones de la materia, de los cuerpos, de los objetos, los paisajes o las personas. Por ejemplo: piensen en el
ADN de una vaca. Las vacas nacen y mueren pero su ADN es información que se transmite de vaca en vaca. Para un griego
el ADN vacuno sería una Idea. Piensen ahora en los perros y sus razas: Chihuahuas, Beagle, CockerSpaniel, Dálmata,
Golden Retriever, etc. ¡No pueden ser más distintos! Sin embargo, todos tienen una forma en común, por ello les podemos
llamar ―perros‖.
Fue el pensamiento de los antiguos griegos el que consideró las abstracciones o conceptos las herramientas
fundamentales para conocer los secretos de la realidad. Esa búsqueda de los conceptos no quedó plasmada, como ahora, en
escritos. Era una búsqueda conversada o dialogada. En este punto, la figura de Sócrates se vuelve fundamental.
4. Sócrates, el primer busca – conceptos y mártir de la filosofía.
Ya lo sabemos, lo mataron. También es bien sabido que no dejó nada escrito, y que sólo sabemos de él por los
diálogos que nos transmitió su discípulo más famoso: Platón. Se le acusó de no creer en los dioses e introducir nuevas
divinidades. Hasta se le acusó de corromper a los jóvenes. Sócrates fue llevado a juicio y condenado por un tribunal
compuesto por ciudadanos igual que él. En su defensa, argumentó que su única preocupación es el bien de su ciudad, y la
virtud de sus ciudadanos. Sostenía que sólo podemos conocer el verdadero sentido del bien o la virtud por medio del uso
diario de nuestra razón. De esta manera, y aunque no lo hace explícitamente, cuestiona el papel de la tradición y la
autoridad, de los antiguos dioses, los mitos y la religión.
Sócrates planteaba que una vida sin examen no merecía ser vivida. Además decía de su propio conocimiento
―sólo sé que nada sé”. Así que perfeccionó un método que consistía en interrogar a quienes decían o pretendían saber la
verdad sobre algo. Su actividad consistía en preguntar a los ciudadanos atenienses si sabían que eran la verdad, la belleza,
la justicia. Una vez que le respondían, Sócrates volvía a atacar y les preguntaba una y otra vez para que aclararan su
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concepto y resolvieran contradicciones. Generalmente sus agudas preguntas mostraban que lo que sostenían los presuntos
―sabios‖ eran sólo opiniones o pura ignorancia. Al preguntarles, además, les exigía definiciones más claras sobre las palabras
que ellos decían conocer. Buscaba, de manera solapada, la esencia de las cosas expresada en su concepto.
Desde luego, Sócrates buscaba con esto enseñar a los jóvenes a pensar por sí mismos y hacerse más virtuosos
como ciudadanos. Pero, como ocurre mucho en la historia humana, el orden establecido consideró estas actitudes como
peligrosas. Y por no querer renunciar a ellas, Sócrates fue condenado a morir. Su herencia sería recogida por su más famoso
discípulo: Platón.
5. Platón, o el que dividió en dos el mundo.
Platón propuso, en lo fundamental, que el orden verdadero no era algo visible o
tangible en el mundo tal cual como se nos presenta a nuestros ojos. Lo que las cosas son
―verdaderamente‖, lo que las hace ser lo que son, es algo que capta mejor ―el ojo de la mente‖.
Por ejemplo: me puede parecer que una rueda, un plato de comida, un disco compacto son
cosas diferentes entre sí, pero indudablemente comparten una forma circular común. La belleza
de un cuadro, la de una modelo de pasarelas y la de un paisaje campestre son muy distintas,
pero hay algo que tienen en común que permite juzgarlas como más o menos bellas. Eso que
tienen en común, que las une como cosas bellas y que referimos a un concepto determinado, es
lo que Platón llamó Ideas.
Así, dividió el mundo en dos. Abajo, el mundo que conocemos a través de los sentidos y que nos muestra una
infinita pluralidad de cosas; todas diversas, cambiantes, inestables y ambiguas, etc. ante las cuales sólo podemos opinar sin
tener idea de su verdadera realidad. Arriba, esa verdadera realidad, que está en el mundo o reino de las Ideas, donde
estarían esos modelos o arquetipos eternos a los que accedemos usando nuestra razón. El mundo del más acá, el de los
sentidos, se transformó en una sombra o copia de ese verdadero mundo, el de las Ideas. La condición humana era
entonces, la de estar atrapada en “la caverna” de los sentidos, prisionera de las apariencias, de los engaños, de lo
cambiante. El filósofo lograba liberarse poco a poco hasta salir de esa catacumba de ignorancia y encontrarse cara a cara
con las Ideas, de las cuales la más luminosa era la Idea de Bien. Este iluminado intentaba volver y liberar a los otros
prisioneros, pero encontrando sólo desconfianza e incredulidad. Esta metáfora convertida en mito expresó la intención de
Platón de que el pensamiento y el conocimiento fuese una liberación para los sujetos.
Platón es el primer idealista. El idealismo como postura filosófica confía más en las abstracciones teóricas que en la
misma experiencia. Toma la idea de los presocráticos de que existe un orden tras los cambios en la naturaleza, y propone
que ese orden es algo universal tras las particularidades. Tras el cambio, hay un ser que permanece; tras las apariencias,
hay una esencia. Este ir ―más allá‖ de la realidad concreta hace de Platón el primer metafísico (―más allá de lo físico‖). La
metafísica, entendida como Platón lo hacía, quiere convencernos que la realidad que vivimos depende, o tiene su
fundamento, en otra realidad, en un mundo más allá que le da el sentido verdadero a las cosas. Desde la perspectiva de las
Ideas, el mundo no cambia realmente, tiene una forma eterna. Descubrir esa forma es descubrir la verdad, que es una sola, y
no cambia. Todas las preguntas tienen una sola respuesta, aunque no la sepamos.
El método para llegar al verdadero conocimiento podía consistir en razonar y examinar cada asunto, contraponer
puntos de vista y criticarlos en la búsqueda de la Idea que tienen de común y universal. Eso era, más o menos, lo que se
llamaba dialéctica. Pero a veces Platón sostenía que lo verdadero era una intuición, iluminación o revelación del
pensamiento, similar a la que tenemos cuando, luego de horas de intentarlo, descubrimos cómo resolver un ejercicio
matemático. Llamó a esta forma de conocer un ―recuerdo‖ que despertaba en nuestra alma dormida. ―Recuerdo‖ porque el
alma, inmortal y distinta de nuestro cuerpo, en algún momento conoció el reino de las Ideas, las que son sus amigas. Tras
nacer, esa experiencia se olvida y sólo reaparece cuando nos topamos con esas verdades que nos remontan, de nuevo, a las
Ideas.
Contra éste mundo dividido, contra esa desconfianza de la realidad de los sentidos se lanzará el filósofo
que veremos a continuación: Aristóteles.
6. Aristóteles, el científico que trajo de vuelta las ideas a
la realidad.
Generalmente se ha descrito a Aristóteles como ―realista‖, mientras que a Platón como
―idealista‖. Efectivamente, Aristóteles era un gran observador y curioso de la naturaleza. A partir
de esa experiencia, recolectó y clasificó gran cantidad de conocimiento ordenándolo en un
sistema teórico, el más grande de su época. Éste abarcaba desde la medicina, la zoología, la
psicología, la meteorología, la cosmología y la lógica culminando en la teología, en 400 escritos
de los cuales quedaron sólo 80 conservados.
Fue crítico de Platón en cuanto consideraba que su teoría de las ideas duplicaba los
problemas. Para explicar los entes reales recurría a supuestos entes ―ideales‖. Los perros concretos se explicaban por la
existencia de la Idea de perro que encarnaba la unidad y la esencia común de esos canes particulares. Aristóteles sostuvo
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que esas ideas eran derivadas y secundarias respecto de lo que realmente existía: los individuos concretos. Así la salud
existe porque existen individuos sanos, el color naranjo existe porque existen cosas anaranjadas. Aristóteles afirmó que la
realidad por excelencia, la verdadera realidad, son los individuos. A esa ―verdadera realidad‖ le llamó sustancia, porque
―sostiene‖ los atributos que serán expresados mediante conceptos generales. Así hay seres humanos concretos (Manuel,
Paola, Sergio, Gabriela, etc.) y sólo a partir de ellos abstraemos conceptos más generales que están presentes en esas
individualidades. Esas abstracciones podrían ser las especies (por ejemplo: ―hombres‖, ―mujeres‖, ―seres humanos‖, etc.) o
los géneros (por ejemplo; ―seres vivos‖).
Los conceptos o ideas no eran para este filósofo cosas separadas e independientes de lo concreto y particular.
Estaban en las cosas mismas, eran ingredientes de ellas que nos permitían conocerlas. Estas nociones generales eran
identificadas, analizadas y clasificadas por el entendimiento, pero todo conocimiento partía de la experiencia, es decir, de
lo que nos aportaban los sentidos y la sensación. Mediante un proceso de abstracción, nuestro entendimiento reconocía la
unidad, la esencia, lo general y las relaciones que vinculan los fenómenos del mundo. Esa labor de nuestra razón se
dedicaba a separar lo que era esencial, de aquellas propiedades de los objetos que eran accidentales. Esa ―esencia‖
(oousía) que estaba en cada cosa, objeto, ser o ente particular es lo que lo hacía ser lo que es. Era su identidad, su
diferencia, su especificidad. Esa esencia le asignaba un lugar en el mundo, unas características, una finalidad, una
independencia y una singularidad respecto de todo lo otro. Una silla podía ser vieja o nueva, fea o armoniosa, cómoda o
incómoda, pero no sería propiamente una mesa o un clóset. Su esencia es su ―silleidad”, es decir, lo que hace que las sillas
sean sillas y no jirafas o tazas de té. Para Aristóteles la cosa era más o menos así: vemos el mundo con todas las
particularidades diferentes que hay en él. Nuestra inteligencia se activa para encontrar en ellos lo común, las semejanzas, lo
idéntico, lo que las relaciona. Eso es ordenado por distintas categorías, como la de sustancia (por ejemplo: ―Manzanas‖),
cantidad (―tres‖, ―varias‖, etc.) cualidad (―rojas‖, ―ácidas‖, ―pequeñas‖, ―venenosas‖), lugar (―colgando del árbol‖, ―dentro de la
frutera‖), etc. Partiendo de la experiencia, entonces, alcanzamos lo conceptual.
Aristóteles ha bajado las Ideas de su cielo platónico al suelo de lo concreto. ¿Pero ha eliminado la distinción entre
apariencias sensibles e ideas?
Si bien no creyó, como su maestro, en la existencia de un ―mundo ideal‖, Aristóteles colocó las ideas en el corazón
de la misma realidad. En vez de hablar de ―apariencia‖ e ―Idea‖ habló de una realidad compuesta por ―materia‖ (hyle) y
―forma‖ (morphe). La esencia que está en la sustancia es ésta composición de materia más la forma. Por ejemplo: el barro es
la ―materia‖ de la ―forma‖ ladrillo, el ladrillo es la ―materia‖ de la ―forma‖ casa. El ladrillo es la forma que adopta la materia que
es el barro, y a su vez es el ladrillo es la materia con que se rellena la forma de la casa (según el diseño de un arquitecto, por
ejemplo). Cada vez que veo una estatua, por ejemplo, estoy presenciando su materia (el mármol o el bronce de que está
hecha) pero a la vez su forma (la figura de un hombre sosteniendo un arco). Comienza ese proceso de análisis con las
informaciones de los sentidos que captan los colores, las texturas, los aromas, la temperatura, etc. Mi imaginación
conserva la imagen de esas propiedades y formas. Al no tener a la estatua frente a mí, mi memoria logra guardar un
recuerdo más vago y general de ella, que capta las diferencias más significativas. Finalmente mi entendimiento abstrae de
ese contenido las características más generales y las ubica en conceptos. Eso que hemos captado y ordenado por medio de
abstracciones es lo que corresponde a la forma de la estatua. Eso le da su ser y la diferencia de otras. Dicho de otra forma,
por este proceso de abstracción hemos podido conocer su esencia. El conocimiento verdadero que podemos aspirar es,
entonces, el que corresponde con los conceptos que reúnen, clasifican y organizan lo común de los individuos. Es decir la
ciencia es una ciencia de lo general, de los conceptos y las esencias de las cosas.
En todas las entidades existentes en el mundo la materia y la forma están mezcladas. La única excepción es lo
divino que es pura forma (la versión aristotélica de la divinidad). Ese Dios es causa de que la materia en general pueda tener
una forma. Esa causa primera no se mueve ni cambia, pues es suma perfección. Si al investigar a Dios los conceptos de
perfección, inmutabilidad o reposo son los más importantes, en el caso de la naturaleza, serán los de cambio y movimiento.
La mayoría de los que existimos no somos una nada absoluta, pues algo somos, pero tampoco somos una existencia plena,
pues si fuese así estaríamos en perfecto reposo. Por ejemplo: un recién nacido no es un ser humano en su plenitud, pues su
cuerpo está aún en desarrollo, no puede moverse libremente, no habla ni puede expresar sus pensamientos por sí mismo, no
puede relacionarse conscientemente ni actuar voluntariamente ante los otros, tampoco puede usar toda la potencia de su
razón. Sin embargo ya es un ser humano pues posee una humanidad en potencia, que con su desarrollo poco a poco se va
actualizando. Como no es un hombre – dios nunca será un hombre pleno en todos los aspectos de su vida. Pero muchas de
sus posibilidades se realizarán efectivamente. A las posibilidades de ser que están en nosotros las llamo Aristóteles,
potencias. A la realización de esas posibilidades, la denomino actos. El huevo es en potencia una gallina, la gallina es la
realización de esa posibilidad. A su vez, la gallina es en potencia una ponedora, o, una cazuela. Si comió cazuela de ave al
almuerzo, sabrá usted cual de esas posibilidades se convirtió en acto.
Aristóteles pensó a la ciencia como un saber que nos muestra las causas tras un fenómeno. En la ciencia aristotélica
la misión no es controlar o dominar la naturaleza sino observarla y contemplarla para entenderla. Mientras más universal y
general sea la causa que hallemos, más científico es nuestro saber. Las causas se identifican preguntando ¿Por qué?son las
respuestas pertinentes a esas preguntas. Las causas son los factores que influyen en el modo de ser de las cosas (tomen en
cuenta que de la palabra causa salió la palabra cosa). Aristóteles indicó cuatro causas distintas. La causa material, o la que
investiga acerca de la materia con que está hecho o compuesto algo. La causa eficiente que investiga el agente que
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produjo una cosa determinada, o cómo obtuvo ésta su forma. La causa formal que pregunta cuál es la forma o característica
esencial de algo. Finalmente la causa final, inquiere sobre el propósito o finalidad con que está hecho el diseño de algo. Así
la Esmeralda era pequeña y liviana porque estaba hecha de madera (causa material), tal como la hicieron los maestros
astilleros (causa eficiente) con un determinado diseño para navegar y batallar (causa formal) y para cumplir un objetivo: ganar
una batalla contra naves enemigas (causa final).
La idea de que todo lo que existe tiene un propósito o una finalidad que
cumplir se conoce como teleología. Todos los seres vivos según esta idea
evolucionan hasta alcanzar cierto desarrollo o estado de madurez. Así mismo, en
la naturaleza todo está diseñado con una función, cada ser coopera para
mantener el todo. Dios es ese motor que pone en movimiento la naturaleza, no
creándola ni controlando sus cambios, sino como la máxima perfección a la que
todo tiende, tal como el novio es movido por el atractivo de la mujer que él ama.
Así Dios es la causa final, el propósito de todo lo que existe en cuanto
naturalmente quiere alcanzar la perfección. Sin embargo este Dios, en su
perfección máxima, no se preocupa por las desventuras o sufrimientos humanos,
se mantiene siempre ―fuera de este mundo‖ como pensamiento puro, impersonal y
trascendente.
Ejercicio 1: DEL MITO DE LA CAVERNA.
Durante las clases, leímos, vimos, comentamos, analizamos y comparamos el mito de la caverna
para mostrar como las preguntas y preocupaciones filosóficas son ampliables a diversos ámbitos
de la vida humana. A continuación te pediremos que compares el mito de la caverna con el mito
del jardín del Edén (que sale en el libro del Génesis). La idea es mostrar la diferencia entre el
mensaje religioso y la tarea filosófica. A continuación te añadimos el mito de la caverna y luego un
cuadro comparativo para sistematizar los análisis.
Al este, en el Edén, Dios construyó un jardín y lo llenó con muchas clases de seres vivientes. En el centro había dos
árboles: el Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento. Y Dios hizo a Adán y lo puso en el Jardín, advirtiéndole que podía comer de
cualquier fruto que le apeteciera, excepto del fruto del Árbol del Conocimiento. Y Dios envió a todos los animales ante Adán, y él los
fue nombrando a cada uno; y entonces sumió a Adán en un profundo sueño. Mientras dormía, Dios tomó una de sus costillas y con
ella hizo a Eva, para que Adán no estuviese solo. Y Adán y Eva andaban desnudos y felices por el Jardín del Edén, en paz con
Dios.
Pero la Serpiente, la más astuta de las criaturas, le preguntó a Eva si a ella le estaba permitido comer de cualquier fruto que
deseara.
—Por supuesto —replicó Eva—, podemos comer de cualquier fruto, excepto el del Árbol del Conocimiento. Si comemos de ese
fruto, moriremos.
—Al contrario —dijo la Serpiente—. Si coméis del Árbol del Conocimiento, descubriréis la diferencia entre el bien y el mal, y con ello
seréis iguales a Dios. Por eso El os ha prohibido su fruto.
Eva se quedó mirando anhelante al Árbol y sintió una abierta tentación por la jugosa fruta que la haría sabia. Finalmente, no pudo
resistirse por más tiempo y tomando uno de los frutos, comió de él. Después le dio otro pedazo a Adán, que también comió. Y, al
mirarse uno al otro, se volvieron conscientes de su desnudez y de la diferencia entre el cuerpo masculino y el femenino; y se
avergonzaron. Rápidamente cogieron algunas hojas de higuera, que usaron para cubrir sus desnudeces.
En la frialdad del crepúsculo, oyeron la voz de Dios entrando en el jardín, y trataron de esconderse para que no los viera. Pero Dios
llamó a Adán, preguntándole dónde estaba y por qué se escondía. Adán replicó que había oído la voz de Dios, pero que tenía
miedo. Y Dios le dijo:
—Si tienes miedo, debes haber comido del fruto que te prohibí. Adán se apresuró a señalar a Eva y dijo:
—Fue la Mujer quien me dio la fruta.
—Sí —replicó Eva—, pero fue la Serpiente la que me tentó y me engañó. Por esta razón, Dios maldijo a la Serpiente, y expulsó a
Adán y Eva del Jardín, diciendo:
—Ahora que conocéis el bien y el mal, tenéis que marcharos del Edén. Si os quedáis, podríais comer del Árbol de la Vida y viviríais
para siempre. Y eso no lo permitiré.
Y Dios los expulsó del Edén para que anduvieran por la tierra, y los maldijo diciéndoles que de ahora en adelante Adán debía vivir
con el sudor de su frente, y que Eva sufriría los dolores del parto. Y al este del Edén Dios puso un querubín con una espada
flamígera, para guardar la entrada al Jardín del Árbol de la Vida.
6. Filosofía – cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 6
EL MITO DE LA CAVERNA EL JARDÍN DEL EDEN
VISIÓN SOBRE LA
CONDICIÓN HUMANA
VISIÓN SOBRE EL
CONOCIMIENTO.
VISIÓN SOBRE EL
ESTADO IDEAL DEL SER
HUMANO.
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EJERCICIO 3: Un café para Platón.
Imagina que Aristóteles y Platón se encuentran en un café de Santiago y como filósofos que son,
comienzan a tratar de definir qué es la belleza. Describe cómo serían sus formas de razonar acerca de
la cuestión a partir de sus teorías epistemológicas.
PLATÓN
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Ejercicio 2: PERIODICOS, FARANDULA Y VERDAD.
Busca en un periódico de circulación nacional una noticia de farándula. Establece qué en ella
se trataría de una opinión, una creencia o un conocimiento, y si sería un conocimiento
aceptable bajo los criterios de Platón.
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ARISTÓTELES.
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EJERCICIO 4: CUATRO CAUSAS TIENES TÚ.
Aplica los conceptos de materia y forma, potencia y acto, y las cuatro causas aristotélicas para
analizar la personalidad de un compañero que no conozcas mucho.
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SOBRESALIENTE (3) el indicador esta
desarrollado de una manera profunda y
excelente, destacando el compromiso con
el resultado.
(tres puntos)
LOGRADO (2)
el indicador está presente y su desarrollo
es suficiente y aceptable en relación al
trabajo exigido.
(dos puntos)
MEDIANAMENTE LOGRADO (1) el
indicador está presente pero su desarrollo
es pobre, pudiendo mejorar mucho más
(un punto)
NO LOGRADO (0) : el indicador no se
presenta, está muy incompleto o
impresentable
(cero punto)
EJERCICIO 1 EJERCICIO2 EJERCICIO3 EJERCICIO4
Su escritura se entiende y su
ortografía es correcta.
Las ideas aparecen clara y
explícitamente expresadas, sin
dar lugar a confusiones.
Aplica los conceptos de forma
adecuada, siguiendo el sentido
dado en los textos.
Argumenta siguiendo un orden,
dando razones y conclusiones
en relación a lo que
fundamenta.
Cuando utiliza conceptos los
define y relaciona con otros
conceptos afines.
Tiene capacidad de síntesis,
logra expresar ideas complejas
utilizando con precisión el
espacio para escribir.