Una corneja invitó a un perro a un sacrificio a Atenea. El perro le dijo que estaba desperdiciando las ofrendas porque la diosa la odiaba tanto que había retirado la fe en sus augurios. La corneja respondió que precisamente por eso le ofrecía sacrificios, para aplacar su enojo. Así, muchos no dudan en beneficiar a sus enemigos por miedo.