El nuevo presidente de Argentina, Mauricio Macri, cumple en marzo sus primeros 100 días en el gobierno. En ese período ha implementado numerosas medidas en diversos frentes a través de una estructura y modalidad novedosas para las estructuras tradicionales de su país. ¿Es su partido una startup de la política?

1. / MERCADO GLOBAL
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LOS RETOS DE
‘LA NUEVA ARGENTINA’
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E
n los primeros 100 días al
mando del país, el nuevo
presidente de Argentina,
Mauricio Macri (2016-
2020), se ha dedicado principal-
mente a “limpiar la casa”, ir al
encuentro de eventuales socios
internacionales y formar los equi-
pos con los que planea moderni-
zar el país.
Entre los desafíos externos a los
que se enfrentará este año están
la negociación con los fondos bui-
tre, el crédito de su país y la des-
aceleración regional. Entre los
El nuevo presidente deArgentina cumple este mes sus
primeros 100 días en el Gobierno. En ese período,ha
implementado numerosas medidas en diversos frentes
a través de una estructura y modalidad novedosas para
las estructuras tradicionales de su país. ¿Es su partido
una startup de la política? / Carlos Turdera (Corresponsal Latam)
internos, una economía en terapia
intensiva, una inflación de dos dí-
gitos, reservas diezmadas, y -no
menos importante- los derrota-
dos en las elecciones.
EL ESCENARIO EXTERNO
El Fondo Monetario Internacio-
nal (FMI) pronosticó, en enero,
que la economía argentina caerá
un 1% este año. Ello significa un
escenario peor al previsto en la
edición anterior de su informe
“Panorama Económico Mun-
dial” (octubre), cuando vislum-
“más del 40% de la población ar-
gentina corre riesgo de caer en la
pobreza”.
Así, a la luz de estas previsiones,
toda medida que implemente
el Gobierno de Macri en su pri-
mer año estará cercada por una
América Latina que en 2016 avan-
zará un 0,3% o nada, según las
estimaciones del FMI y del BM,
respectivamente. Para terciar en-
tre esos números, el cálculo de la
Comisión Económica para Amé-
rica Latina y el Caribe (CEPAL)
se ubica casi en el medio, con un
pronóstico del 0,2% para el mis-
mo período.
Los mejores resultados de la re-
gión se esperan de la Alianza del
Pacífico, el conjunto de países que
son una referencia de la dinámi-
ca que Macri quiere imprimirle a
su país, una innovación que para
la política y economía argentina
podría representar lo que Uber
ha sido para las flotas de taxis, o
AirBnb para las inmobiliarias o
aún la banca digital para el sector
financiero: el inicio efectivo del si-
glo XXI.
braba una recesión, independien-
temente de quién asumiera el
nuevo Gobierno.
Con el rumbo que tomaron los
hechos tras el triunfo de Macri,
el organismo es optimista. Ale-
jandro Werner, director del De-
partamento del Hemisferio Occi-
dental, juzga que las medidas del
ministro de Hacienda, Alfonso
Prat-Gay, están “en la dirección
correcta” y que el crecimiento
llegará en 2017.
El Banco Mundial (BM) también
redujo sus perspectivas de creci-
miento de Argentina para 2016,
proyectando ahora una expansión
del 0,7% (“Perspectivas de la Eco-
nomía Global”, de enero). Al igual
que el FMI, el BM ve luz al final
del túnel: el ajuste monetario-fis-
cal de Prat-Gay (exejecutivo de JP
Morgan) provocará “un rebote en
crecimiento en 2017”, espera.
El organismo presidido por Jim
Yong Kim mantiene una alianza
con Argentina “para expandir y
consolidar la inclusión social en-
tre 2015 y 2018”. La estrategia se
basa, entre otros puntos, en que

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desconocidas del Banco Central y
una economía de subsidios.
Aún antes de tal vorágine de medi-
das, la llegada de Macri a la Casa
Rosada horrorizó a los kirchneristas.
Su antecesora en el cargo se retiró
de escena, después de que su partido
perdiera las elecciones, sin siquiera
saludar al nuevo mandatario ni rea-
lizar el traspaso de poder.
De lo hecho por el gobierno ante-
rior, Macri ha mantenido lo estruc-
tural (las estatizadas Aerolíneas Ar-
gentinas e YPF) y lo que ha pasado
a ser esencial en cualquier régimen:
los beneficios sociales. Prácticamen-
te todo el resto (incluso organismos
que simbolizaban acorazados Pote-
mkin para los kirchneristas, como la
EL FRENTE
INTERNO
Inmediatamente después de tomar
el mando, las acciones que Ma-
cri fueron, sucintamente: liberar el
dólar, reducir la estructura estatal,
sincerar el cuadro tarifario de los
servicios, viajar a Brasil, Davos y
Uruguay y retomar negociaciones
con los fondos buitre en Nueva York.
Ahora se propone bajar la infla-
ción a un 25% ya este año y a un
dígito en 2017, subir los salarios
entre un 20 y un 30% y colocar
a Argentina dentro de la OCDE,
entre otras aspiraciones que pare-
cen algo desproporcionadas para
el país que encontró, con una in-
flación superior al 20%, reservas
que regula a los medios de comuni-
cación han llevado a los “militantes
K” a organizar una “resistencia”
frente a lo que consideran poco me-
nos que una tiranía. El aluvión de
decretos también provocó inquietud
entre los simpatizantes del nuevo
Gobierno. Una “designación ex-
press” de jueces fue cuestionada por
rozar la inconstitucionalidad.
PRIMEROS
RESULTADOS
No obstante, tantas ráfagas le rin-
dieron, ya en febrero, sus primeros
resultados. En el frente político in-
terno: la deserción de legisladores
antiguamente leales a “la jefa”,
como era conocida Cristina Kirch-
ner, y la reagrupación de otros sec-
tores del peronismo ante la novedad
que representa Macri para la escena
política argentina.
En el frente externo: su principal so-
cio en el Mercosur, Brasil, así como
los interlocutores que encontró en
los círculos internacionales que visi-
tó, saludan con entusiasmo el cam-
bio de rumbo. La sola reactivación
de conversaciones con los fondos
buitre, a pesar de la dureza inicial,
es considerada un éxito en su estra-
tegia de reintegrarse al mundo.
Ya las metas de “pobreza cero” (se
estima que Argentina tiene 14 mi-
llones de pobres), “terminar con
el narcotráfico”, su plan Belgrano
(obras de infraestructura para 10 es-
tados del norte del país) y superar el
déficit de vivienda (“Argentina tiene
un déficit de vivienda de casi 3,5 mi-
llones de hogares”, señala un docu-
mento del PRO), podrán requerir de
dos mandatos, algo en lo que ya co-
mienzan a pensar los “macristas” en
este país tan afectos a los “ismos”.
Como una camada política que su-
cede a “los K” (de Kirchner), la ge-
neración de “los M” (de Macri) no
sólo representa una progresión de
letras en el alfabeto presidencial.
En una cultura tan permeada por
el pasado y los antagonismos, tie-
nen el desafío de unificar al país y
colocarlo en el presente global, una
realidad que, para buena parte de la
población, sigue estando en un futu-
ro más o menos distante. /
/ EL OTRO
CONSENSO DE
SÃO PAULO
El triunfo de Macri sobre el par-
tido de Kirchner fue celebrado
en la Federación de Industrias
del Estado de São Paulo (Fiesp)
como si fuera una conquista
compartida. En diciembre de
2015, pocos días después del
resultado electoral, esta revista
pudo testimoniar la recepción
que le dieron al político argenti-
no en la capital del estado más
rico de Brasil.
El encuentro -que duró más
que la fugaz, aunque cordial,
reunión con la presidente Dilma
Rousseff- tuvo aires estelares.
Tras su llegada en helicóptero
a la principal avenida de la me-
galópolis, el ahora mandatario
fue recibido por un público que
lo cercó para felicitarlo, para
hacerle pedidos y, cómo no,
para tomarse selfis.
Más allá de lo episódico, la
visita carga un gran peso en
lo económico. En el segundo
mandato de Cristina Kirchner
(2011-2015), el intercambio co-
mercial entre Brasil y Argentina
se redujo un 42%, la inversión
directa brasileña cayó de 618
millones de dólares a 109 millo-
nes (de 2012 a 2015) y unas 30
empresas brasileñas debieron
salir del país.
Así, el rojo de la alfombra que
los anfitriones desplegaron
ante Macri en nada remitía al
color ideológico del Foro de
São Paulo, nacido precisamen-
te en esta ciudad para enfrentar
al consenso de Washington.
Los industriales brasileños ven
en el exempresario argentino a
un aliado en su cruzada contra
el bolivarianismo y también un
socio estratégico rumbo a la
Alianza del Pacífico, destino
que les atrae más que el deva-
luado Mercosur.
/ EL FACTOR
PERONISTA
Sostienen algunos historiadores
que “los muchachos peronistas”
ayudaron a que sus clásicos
adversarios radicales dejasen el
Gobierno en dos ocasiones: 1989
(Raúl Alfonsín) y 2001 (Fernando
de la Rúa). Después que esos go-
bernantes fueron obligados a en-
tregar el poder antes de tiempo,
con las calles en llamas, llegaban
los salvadores del pueblo para
reinstaurar su mística “del pueblo
para el pueblo”.
Más allá de conjeturas, en los
últimos 70 años ningún presiden-
te civil no peronista terminó su
mandato. Pero es cierto también
que presidentes peronistas fueron
destituidos por golpes militares
y es un hecho, además, que
muchos peronistas fueron perse-
guidos durante las dictaduras.
Tal vez como reflejo de esa
memoria colectiva setentista,
una corriente actual considera
a Macri un cipayo al servicio de
las corporaciones. Alguien, por
tanto, a quien -en su concepción
nacionalista- hay que “ayudar” a
salir de la Casa Rosada lo antes
posible.
En esa línea y al grito de guerra
“Volveremos”, los jóvenes “nacio-
nales y populares” han llamado
a formar una “resistencia” al
impiadoso tirano, proclaman-
do la defensa de todo lo que
reivindican haber construido
para la grandeza de la Nación.
Ese es el sentir de La Cámpora,
la organización juvenil que dejó
el kirchnerismo a su paso por la
estructura del Estado.
/ LOS SOLDADOS DE CRISTINA Y EL
CEO-FASCISMO DE MAURICIO
El período que suele ser de luna de miel para los nuevos mandatarios, para
el argentino ha sido de una discusión permanente de la relación. Eso es
lo que han hecho los “soldados de Cristina” (como se autodefinen varios
exfuncionarios) y los gerentes “del CEO-fascismo” (como llaman los venci-
dos al nuevo Gobierno) en los primeros 100 días.
Casi todo en estos tres meses ha sido materia de cambio, palabra que es
leitmotiv del nuevo partido en el Gobierno, una agrupación liberal que en
sólo 10 años logró la proeza de vencer al peronismo, esa difusa forma de
religiosidad popular argentina que asume identidades hasta antagónicas en
el tablero del poder.
Inspirado por el militar que le dio nombre hace más de 70 años, ese mo-
vimiento practicó, bajo la bandera de los Kirchner (Néstor y Cristina), un
estatismo a ultranza, como el de la Venezuela chavista. En los años 90, con
Carlos Menem como líder, fue adalid del neoliberalismo del consenso de
Washington. Antes, albergó desde guerrilleros marxistas hasta filonazis. Tal
es su versatilidad.
Así, el liberalismo del nuevo presidente, o su desarrollismo, o su corpo-
rativismo -o incluso el “startupismo”, que señalan algunos-, no son una
novedad. Lo realmente novedoso es que Macri no es peronista y tampoco
radical (por la Unión Cívica Radical, socialdemócratas), el otro polo del
bipartidismo al que estaban habituados los argentinos.
Y es allí, precisamente, donde radica una gran diferencia -que podría ser un
talón de Aquiles- del nuevo Gobierno. Aquellas grandes estructuras parti-
darias tenían una amplia base social que esta nueva expresión carece, más
allá de su éxito electoral. Los partidos tradicionales han forjado caminos a
través de grandes movilizaciones de masas.
Un Gobierno cuya percepción de lo social es más próxima de las redes
virtuales que de las calles tendría, en cualquier país, una oportunidad de
optimizar la praxis política. En Argentina, corre el riesgo de ser cercado
por estrategias de acción offline, un frente en el que “punteros” (líderes de
fuerzas de choque) actúan con la eficacia de soldados.
/ CAPITAL INICIAL
DE LOS FUNCIONARIOS
Autoridad Federal de Servicios de
Comunicación Audiovisual) lo ha
derribado a fuerza de decretos.
Los despidos de empleados estatales,
la prisión de una activista, la repre-
sión de una protesta de trabajadores
y la intervención en el organismo
“El de Mauricio Macri podría ser
definido como el gabinete de los
millones”, dice Gabriel Ziblat en
un artículo del diario “Perfil”, al
presentar los datos patrimoniales de
algunos de los nuevos funcionarios
de nivel ministerial.
De acuerdo con sus declaraciones
juradas, once de los miembros
superan el millón de pesos (unos
67.000 dólares), liderados por el
propio Macri, quien declaró bienes
por un valor total de 53 millones de
pesos (3,5 millones de dólares).
Otros nombres que aparecen en la
lista son los del ministro de Energía
y Minería, Juan José Araguren (2,9
millones de dólares); el de Hacienda
y Finanzas, Alfonso Prat-Gay (2,6
millones de dólares) y el coordina-
dor del gabinete económico, Gusta-
vo Lopetegui (906.000 dólares).
Mauricio Macri, presidente de Argentina.
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