A veces para curar nos encontramos con que no podemos comunicarnos con nuestros semejantes. Hace unos años atendí nativos en la Selva peruana, ellos me regalaron una Biblia escrita en su dialecto, hecha por los Dominicos y comparando palabra por palabra con mi Biblia en castellano logré comunicarme con ellos y curarlos. La palabra de Dios es Palabra.
JESUCRISTO Y LA PROMOCIÓN DE LA SALUD 10 abril 2022 CÉSAR ESPINOZA.pdf
1. JESUCRISTO Y LA PROMOCIÓN DE LA SALUD
“Él antecede a todas las cosas, y en él todas las cosas subsisten”.
Colosenses 1:17
Gracias Señor por cuidar a mi familia y a mí.
Mag César A Espinoza Wong
10 de abril del 2020
Hace casi 2 décadas en época de lluvias, me avisaron por radio que el río se había desbordado y
había tapado los Puestos de Salud de la rivera. Me paré y ordené que llevaran varios cilindros
de combustible al fuera de borda (un bote cuyos motores estaban detrás y fuera de ellos), la
Enfermera al escuchar ésto se paró con los brazos abiertos y en cruz, tapando la puerta del
Centro de Salud, me dijo:
- Doctor César, usted no va a ninguna parte. No va a salir.
- Tengo que ir a ver a nuestros compañeros, ¿qué habrá pasado con ellos?
- No, doctor, no va a ir, el río debe estar arrastrando palos, se va a matar.
- En algún momento tendrás que dormir y yo saldré.
En verdad, el río estaba cargado, piedras y palos me obligaron a salir al amanecer. Cuando llegué
al primer Establecimiento de Salud, el personal de salud estaba sentado en el borde de un bote,
su Posta de Salud estaba inundada y sólo se veía algo del techo. Subieron a nuestro bote entre
llantos, gracias Doctor, abrazos, sueño y hambre. Los llevé al Puerto y de ahí dispuse que más
embarcaciones rescataran a todo el personal mientras yo me dirigía al más lejano, a 1 día de
distancia.
Cuando llegué, el Pueblo estaba inundado, pero como estaba más alto que la rivera, el desastre
no era tan severo. Con la gente del Centro Materno Infantil nos fuimos a almorzar, contentos de
reencontrarnos, íbamos mezclados, gente de mi Centro con gente de su Centro, nos sentíamos
seguros, sabíamos que uno rescataría al otro en cualquier circunstancia, habíamos llegado. Al
llegar al restaurante el nivel del agua apenas llegaba debajo del tablero de la mesa; pedimos y
nos pusimos a comer, a contarnos lo que sucedió, que hicieron, que hicimos y lo feliz que
estábamos; con el agua hasta el ombligo no teníamos ningún problema, éramos gente MINSA
(Ministerio de Salud), Médicos, Enfermeras, Obstetrices, Tecnólogos, Nutricionistas, Asistentas
Sociales, Técnicos, Choferes de ambulancia y navío, Personal de limpieza y Promotores de Salud
con el Huesero, la Partera Tradicional y un dueño de farmacia que se unió al grupo. Iguales en
todo, diferentes vocaciones, una sola misión (Celebrarás y compartirás el don de los alimentos
con todos. Lucas 24:28-31).
En un momento me dijeron:
- Doctor, ¿y los nativos?
- ¿Edson, me puedes acompañar? Por favor, tú has trabajado bastante con ellos.
- Sí, Doctor, iré con ustedes.
Al llegar a la Comunidad Nativa, vi desde mis ojos occidentales el abandono en que estaban,
¡qué ciego fui al no distinguir el Paraíso!
Reuní a todo el equipo de salud y luego de una lluvia de ideas, intentando hacer un diagnóstico
de salud rápido, me preguntaron:
2. - ¿Doctor, ¿qué vamos a hacer? ¿Atenderemos pacientes, Promoción de la Salud? ¿Cuál
Doctor?
- Haremos todo. Educación de la salud, Promoción de la Salud y Atención de Pacientes.
Así, iniciamos una travesía en ese gran río, donde dejamos 3 meses de nuestras vidas, al lado de
los pueblos de la rivera y las vidas de los nativos Amarakaeri.
Comunicarnos con ellos era difícil, algunos hablan también español, pero eran la minoría, los
mas ancianos no. Los médicos estábamos armados con nuestra Ectoscopía y Semiología, que de
verdad sirve de mucho cuando no entiendes lo que te dicen y tienes que hacer Unidad Clínica y
deducir la enfermedad sin ayuda que lo confirme. Conforme pasó el tiempo un nativo me tomó
cariño y entre muchas cosas me regalo un arco, 4 flechas y una Biblia Amarakaeri, con esa Biblia
y la mía logré empezar a entenderlos y hablarles algo en su dialecto, pero no es mi logro sino el
de la Palabra de Dios.
La palabra de Dios es Palabra.