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+ Felipe Arizmendi Esquivel
SARS - CoV-2,
Dios e Iglesia
SARS - CoV-2,
Dios e Iglesia
SARS-CoV-2,
DIOS E IGLESIA
+ Felipe Arizmendi Esquivel
3S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
P R E S E N T A C I Ó N
El Papa Francisco, en una memorable tarde lluviosa del 27 de
marzode2020,enlavacíaPlazadeSanPedro,conunameditación
bíblica y una oración ante el Santísimo, nos ayudó a iluminar el
momento que la humanidad empezaba a vivir, por la pandemia
del SARS-CoV-2. Selecciono un párrafo de su meditación, que
da sentido a este libro.
“Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido.
Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades;
se fueron adueñando de nuestras vidas, llenando todo de un
silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo
a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen
las miradas.
Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los
discípulos del Evangelio (cf Mc 4,35-41), nos sorprendió
una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que
estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados;
pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados
a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”.
Con la intención de confortarnos mutuamente, comparto estos
artículos que he escrito para diversos medios. Pido al Espíritu
Santo y a nuestra Madre, la Virgen María, que nos ayuden a hacer
lo que nos corresponde, para enfrentar juntos esta pandemia y
salir con la victoria de Cristo crucificado y resucitado.
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas
ÍNDICE: SARS-CoV-2, DIOS E IGLESIA
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Presentación …………………………………………………. 3
1.	 Coronavirus, o nuestra fragilidad …………...………… 6
2.	 Recursos espirituales ante la pandemia ……...………... 9
3.	 El COVID-19, ¿castigo de Dios? …..……..………….. 12
4.	 Jueves Santo con COVID-19 ……….…..…….……… 15
5.	 Vigilia Pascual con Coronavirus ………….………….. 18
6.	 Ante la pandemia, ¿sirve rezar? …….……..…………. 23
7.	 ¿Qué hace la Iglesia ante la pandemia? …..….………. 27
8.	 Misas sin fieles …………………………….…...…….. 31
9.	 Dios rebasa tiempos y espacios …………...…………. 35
10.	 Implicaciones éticas del triaje ……………......……… 40
11.	 ¿Las Misas virtuales son reales? …………...………… 44
12.	 Hay otras formas de comulgar ……………………….. 49
13.	 Cómo orar en momentos críticos …..………………… 52
14.	 Ante el COVID-19, ¿qué ofrece la Iglesia? ………….. 55
15.	 El mejor antivirus, la solidaridad ..…………..……….. 58
16.	 La perenne normalidad eucarística ……………..……. 60
17.	 Ante la enfermedad y la muerte ……………………… 63
18.	 La nueva normalidad del corazón ……..……..………. 67
19.	 Cercanía física o virtual ……………...…………….… 71
20.	 Yo hago lo que quiero ………………………...……… 74
21.	 ¡Para qué tanto rezar! ……………………...…………. 76
22.	 Comunión en la mano ………………………...……… 79
23.	 Retorno a la simplicidad …………………………...… 81
24.	 Sanar pandemias ……………………….......………… 84
25.	 Misas On line ………….………….……..…………… 87
26.	 El ministerio homilético ……………………….…........90
27.	 ¡“Concretezza”! ………………...…….…....……....... 93
28.	 Pandemia y ecología …………………………………. 96
29.	 Otras pandemias ………………..…………………..… 98
30.	 Sofalización de la Misa ……………………..………. 101
31.	 Vacunas con fetos abortados ……...…………...……. 104
32.	 Solidaridad ante la pandemia ………...……...……… 107
33.	 Hacia una Navidad diferente ……...………………… 110
34.	 ¿Un año perdido? ………………………...…………. 113
6 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
CORONAVIRUS, O NUESTRA FRAGILIDAD
(18 de marzo de 2020)
VER
Incalculables afectaciones está produciendo la pandemia del
COVID-19. Hay temor y, sobre todo, incertidumbre ante lo que
pueda venir. Los contagios se multiplican y las defunciones
aumentan. Todos nos sentimos obligados a cambiar nuestros
planes, para adecuarnos a la realidad. Y Dios, ¿dónde está? ¿Qué
tiene que ver en todo esto?
Hace más de diez años, cuanto tuvimos la crisis del virusAH1N1,
muchísimomenorquelapresente,variosnoledieronimportancia,
calificando lo que decían los medios informativos y los gobiernos
como un simple distractor, una jugada política. Sin embargo, las
muertes de entonces fueron reales y contantes. En mi anterior
diócesis, un hermano religioso, que traía algunos problemas
pulmonares, falleció, pues todo se le complicó. Varias personas
mayores de edad, y algunas mujeres embarazadas, murieron,
por complicaciones que se conjugaron con otras enfermedades
que padecían. No de todos los casos se dio información, pero los
efectos mortíferos fueron comprobados.
Ahora, no faltan irresponsables que toman a broma la situación
y no le dan la importancia que merece. Hay quienes difunden
fake news, noticias falsas, que descontrolan y hacen mucho daño
a la comunidad. Parecen adolescentes caprichudos, antojadizos
e inventivos, que podrían ocupar sus capacidades en cosas más
positivas. Con la salud y la vida, no se juega.
Como se han impuesto restricciones para las prácticas religiosas
comunitarias, no falta quien adjudica esto a una persecución de la
masonería contra la Iglesia… ¡Por favor! Qué poca información
tienen. Esto no es un asunto religioso, sino de salud global.
7S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
Entonces, ¿Dios nada tiene que ver en esto? Culparlo como si
El nos hubiera enviado esta bestia apocalíptica, y como si el
ser humano no fuera responsable, es tener la idea de un Dios
castigador, vengativo y antihumano. Nada de eso. Dios está en
todo, pero nos deja completa libertad. Sin El, no viviríamos.
Pero nos hizo capaces de construir este mundo conforme
nosotros queramos, aunque nunca está ausente y lejano. Si
queremos, podemos dejarnos guiar por su Palabra, y entonces
las cosas marcharían mucho mejor. Pero si no le hacemos caso,
si endiosamos el dinero, la ciencia, la tecnología, el progreso, el
disfrute de todo sin ética, sin moral, sin principios trascendentes,
nosotros mismos provocamos el caos. El nos pone en frente
el agua y el fuego; nosotros podemos meter la mano a lo que
queramos, y hemos de asumir nuestra responsabilidad.
Aumentan los casos de cáncer, no por castigo de Dios, sino por
usar tantos químicos, cuando importa más el dinero que la salud.
Vino la plaga del VIH no por culpa de Dios, sino por no hacerle
caso y llevar una vida inmoral. La droga y el alcohol pueden ser
benéficos para la salud y la vida, pero si se consumen en forma
indebida, generan daños de todo tipo. No le echemos a Dios las
culpas de las que nosotros somos responsables. Si en China,
como me afirmó una doctora, quisieron hacer experimentos que
se les salieron de control y provocaron este virus, Dios nos asiste
y nos acompaña, porque es un buen padre que está cerca de sus
hijos aunque se equivoquen, pero la responsabilidad es humana,
también si no tomamos las precauciones debidas.
PENSAR
En su homilía del pasado Miércoles de Ceniza, el Papa Francisco
dijo:
“Comenzamos la Cuaresma recibiendo las cenizas: “Recuerda
que eres polvo y al polvo volverás” (cf. Gn 3,19). El polvo en la
cabeza nos devuelve a la tierra, nos recuerda que procedemos
8 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
de la tierra y que volveremos a la tierra. Es decir, somos
débiles, frágiles, mortales. Respecto al correr de los siglos y los
milenios, estamos de paso; ante la inmensidad de las galaxias y
del espacio, somos diminutos. Somos polvo en el universo. Pero
somos el polvo amado por Dios. Al Señor le complació recoger
nuestro polvo en sus manos e infundirle su aliento de vida (cf.
Gn 2,7). Así que somos polvo precioso, destinado a vivir para
siempre. Somos la tierra sobre la que Dios ha vertido su cielo, el
polvo que contiene sus sueños. Somos la esperanza de Dios, su
tesoro, su gloria.
La ceniza nos recuerda así el trayecto de nuestra existencia:
del polvo a la vida. Somos polvo, tierra, arcilla, pero si nos
dejamos moldear por las manos de Dios, nos convertimos en
una maravilla. Y aún así, especialmente en las dificultades y
la soledad, solamente vemos nuestro polvo. Pero el Señor nos
anima: lo poco que somos tiene un valor infinito a sus ojos.
Ánimo, nacimos para ser amados, nacimos para ser hijos de
Dios.
No podemos vivir para ir tras el polvo que se desvanece. Si vivo
para las cosas del mundo que pasan, vuelvo al polvo, niego lo
que Dios ha hecho en mí. Si vivo sólo para traer algo de dinero a
casa y divertirme, para buscar algo de prestigio, para hacer un
poco de carrera, vivo del polvo.
Valemos mucho más, vivimos para mucho más: para realizar el
sueño de Dios, para amar. Los bienes terrenos que poseemos
no nos servirán, son polvo que se desvanece, pero el amor que
damos —en la familia, en el trabajo, en la Iglesia, en el mundo—
nos salvará, permanecerá para siempre” (26-II-2020).
ACTUAR
Oremos mucho al Señor, dueño de la vida y de la historia, que
nos ilumine y nos fortalezca con su Espíritu, para volver a lo
9S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
esencial: dejarnos amar por nuestro Padre Dios, amarlo a El
sobre todas las cosas, amarnos unos a otros, evitando dañar a
otros con nuestros males y nuestras imprudencias, ayudar a los
enfermos, ancianos y más débiles, y acatar las indicaciones que
nos vayan dando nuestras autoridades civiles y religiosas. Eso es
lo que Dios nos pide en este momento. Y que la Virgen María,
auxilio de afligidos y salud de enfermos, nos acompañe con su
intercesión.
RECURSOS ESPIRITUALES ANTE LA PANDEMIA
(25 de marzo de 2020)
VER
Ante la descontrolada pandemia del COVID-19, con cientos de
miles infectados y defunciones que aumentan por millares, con
tantas restricciones que han impuesto las autoridades civiles en
muchos países; teniendo en cuenta, por otra parte, las medidas
sanitarias que se han aconsejado y que nos esforzamos por poner
en práctica, dando al problema su real dimensión, ¿qué recursos
espirituales tenemos? ¿Qué está haciendo la Iglesia para no sólo
consolar a los creyentes, sino también para ayudar a solucionar
el mal?
En muchas partes se han cerrado los templos para evitar que la
gente acuda a orar y de esta forma se propaguen los contagios;
en otras, permanecen abiertos para que se pueda orar ante el
Sagrario y ante las imágenes devocionales, teniendo los debidos
cuidados de limpieza y no aglomeración. La oración es un
recurso de una fuerza y eficacia increíbles, cuando se hace con fe
y perseverancia.
En todo el mundo, los sacerdotes y obispos seguimos celebrando
diariamente la Santa Misa por las intenciones y necesidades de
los fieles, aunque sea sin su presencia física, muchos de ellos
siguiendoencasasutransmisiónpordistintosmedioselectrónicos.
No se puede recibir físicamente la comunión eucarística, pero
10 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
siempre hay el recurso de recibirla en forma espiritual, es decir
con el deseo de que el Señor venga realmente a nuestra vida. El
sacramento es un signo eficaz de la presencia del Resucitado,
pero el Señor ve tu corazón y puede hacerse presente en tu vida,
si no puedes recibirlo físicamente. Dios no tiene restricciones y
trasciende muros y fronteras.
Hay quienes menosprecian la oración y las celebraciones
sacramentales ante la pandemia, incluso se burlan de nosotros,
como si fuéramos unos ignorantes y atrasados, diciendo que esto
es cosa de la ciencia, de la salud, de la tecnología, y que nada
tiene que ver lo religioso. Los respetamos, pero esperamos que
nos respeten. Quien no tiene fe, sólo valora lo que tiene frente a su
nariz, lo que palpa, mide y pesa. Nosotros tenemos además otra
visión, que trasciende lo material, lo inmediato, y nos conecta
con lo trascendente e invisible, pero que es real y efectivo, con la
Realidad de las realidades, con la Verdad de las verdades, que es
Dios y todo su plan de salvación en Cristo.
PENSAR
El Papa Francisco nos da ejemplo de tomar en serio el problema
mundial del Coronavirus. Ha suspendido muchos de sus
compromisos y limitado otros. Nos comparte diariamente la
Misa que celebra en Santa Marta, y que ofrece por todos, en
especial por quienes más sufren. Ha invitado a todo el mundo,
también de otras religiones, a unirnos este miércoles en la
recitación del Padre nuestro a las 12 horas de Roma (cinco de
la mañana en México), y que podemos rezar a las 12 de nuestro
país, o en cualquier hora, pues Dios no depende de usos horarios.
Además, el próximo viernes 27, a las 18 horas de Roma (once
de la mañana en México), presidirá una como Hora Santa ante
el Santísimo Sacramento, en el frente de la Plaza de San Pedro,
que estará vacía, y al final dará la bendición Urbi et Orbi, a la
ciudad de Roma y al mundo, con la posibilidad de obtener la
Indulgencia Plenaria.
11S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
¿En qué consiste ésta? En beneficiarnos sin medida del tesoro
de gracia que nos viene de Jesucristo Redentor y de la santidad
de su Iglesia; sólo se pide que tengas fe, pues Dios no tiene
medida para su misericordia. La autoridad suprema de la Iglesia
puede administrar ese tesoro de gracia, porque Jesús confió a
Pedro la llave para abrir las puertas del cielo. Si seguimos, por
radio o televisión, esa oración con el Papa, podemos obtener
dicha indulgencia, siempre y cuando estemos en gracia de Dios,
rechazando de corazón el pecado. De ordinario, se requiere la
confesión sacramental, pero como ahora no se puede, se hace el
compromiso de confesarse tan pronto sea posible. Esta oración
equivale a una visita ante el Santísimo, ahora que no se puede
hacer de otra forma. Si alguien no se puede sintonizar a esta hora,
hágalo espiritualmente cuando pueda, y Dios ve su corazón. O si
ve después el video, ya no en vivo, únase a esta intención y Dios
le escucha. Lo importante es orar.
La Penitenciaría Apostólica, por disposición del Papa, concede
también la Indulgencia Plenaria a “aquellos fieles que ofrezcan
la visita al Santísimo Sacramento, o la Adoración Eucarística, o
la lectura de la Sagrada Escritura durante al menos media hora,
o el rezo del Santo Rosario, o el ejercicio piadoso del Vía Crucis,
o el rezo de la corona de la Divina Misericordia, para implorar a
Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos
y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a sí”. La
visita al Santísimo y la Adoración Eucarística se pueden hacer
por internet, pues por ahora no se puede de otra forma. Así las
pueden hacer tantos los enfermos, como médicos y enfermeras,
personas que cuidan a los infectados y fieles en general. No hay
restricción para obtener esa gracia, ese recurso espiritual. Lo
demás, se puede hacer perfectamente en casa. La única condición
para obtener la indulgencia es estar en gracia de Dios, como se
dijo antes.
Esto es algo de lo mucho que la Iglesia hace por la solución de la
pandemia: su aporte espiritual, que tiene su eficacia, sólo visible
12 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
para Dios y para quienes tenemos fe. Oramos por los agentes
sanitarios, por los gobernantes y los científicos, para que el Señor
los ilumine y fortalezca en su propio servicio.
ACTUAR
Pongamos todos los recursos de nuestra fe, sacramentos y
oraciones, al servicio de la salud integral de todo el mundo. Con
nuestras plegarias y sacrificios, podemos ayudar mucho.
EL COVID-19, ¿CASTIGO DE DIOS?
(1 de abril de 2020)
VER
No faltan quienes así lo consideran. Incluso un obispo, mayor
de edad, que se ha distinguido por rechazar hasta las reformas
conciliares, afirma que es un castigo divino, entre otros motivos,
por dar la Comunión eucarística en la mano, y porque sigue
calificando como idolatría el rito realizado en los jardines
vaticanos antes del Sínodo Panamazónico. Ya hemos dicho
que no fue adoración, que no hubo idolatría, que no estuvo una
imagen de la Pachamama, sino que fue una oración a Dios con
símbolos indígenas, con una representación de la fecundidad de
la “madre tierra”, pero… ¡cámbiale ideas fijas! Y si un obispo
califica esta pandemia como castigo de Dios, ¡qué esperamos de
otras personas!
Que Dios nos puede castigar por tantos pecados de la humanidad,
lo puede hacer. Que mereceríamos su castigo, es indudable. Que
muchos se han olvidado de Dios y se han endiosado a sí mismos,
es cierto. Que en la Biblia se narran castigos enviados por Dios,
es verdad. Basta recordar el diluvio, la destrucción de Sodoma
y Gomorra, las plagas de Egipto, las serpientes venenosas en el
desierto contra los rebeldes israelitas, etc. Recuerdo que el primer
13S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
obispo de Toluca, allá por el año 1952, decía frecuentemente:
“¡Qué tiempos tan calamitosos nos ha tocado vivir…” Si viviera
hoy, se infartaría al ver tanto pecado, tanta apostasía, tanto
libertinaje, tanto crimen…
Que se ha llegado a calificar como triunfo, como liberación, como
modernidad, el que cada quien haga lo que quiera sin ningún
control moral, es algo que merecería un escarmiento de parte de
Dios, a ver si recapacitamos; pero afirmar que esta pandemia es
castigo divino, sólo El nos lo podría revelar, o darnos señales
claras de que El la mandó. ¿Quiénes somos nosotros para conocer
a profundidad los designios de Dios, para atribuirle directamente
a El lo que nos está pasando? Ni el Papa se atreve a afirmar
esto. Dios conoce todo y permite que sucedan las cosas, porque
respeta nuestra libertad, también para equivocarnos. En esto hay
irresponsabilidades humanas, y no tenemos por qué culpar a
Dios. Entonces, ¿por qué lo permite? Ciertamente para nuestro
bien, para que reflexionemos y enderecemos el rumbo de la vida;
nunca para nuestro mal. Dios nos ama y nos lo ha manifestado
claramente en Jesús.
Por otra parte, muchísima gente se ha acercado más a Dios y
ha empezado a reflexionar. Millones seguimos la oración del
Papa en la Plaza de San Pedro, no como espectáculo, sino como
verdadera meditación y súplica al Señor y a la Virgen María. En
mi pueblo, que es chiquitito y con pocos recursos tecnológicos,
el domingo pasado se trasmitió, por Facebook, la Misa que
celebré en el templo parroquial, con sólo siete fieles, pero se
conectaron en vivo 1,732 personas, desde Estados Unidos,
Ciudad de México, Toluca, Chiapas, y los mismos pobladores.
Ningún domingo tenemos tanta gente en el templo, donde caben
no más de 400 personas.
Cierto que no es lo mismo participar de la Misa en forma
presencial, que por estos medios electrónicos. No se hace
por comodidad y flojera, sino por necesidad. Es por cuidar tu
14 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
salud, que es lo que Dios quiere. Es una gracia que tengamos
estos recursos tecnológicos, que nos acercan a los misterios
divinos. Además, Dios no depende de distancias, sino que llega
a ti dondequiera que estés, siempre y cuando tengas el corazón
dispuesto. La gloria de Dios, como decía San Ireneo, es que el ser
humano tenga vida, no que la expongamos y la perdamos. A Dios
le importas tú, no tanto se importa a Sí mismo. Así es nuestro
Dios, todo amor y misericordia. No quiere esclavos, sino hijos, a
quienes ama con todo su ser. La Iglesia quiere cuidar a sus hijos,
no exponerlos ante esta pandemia.
PENSAR
El Evangelio del domingo pasado nos ilustra muy bien cómo
quiere Dios proceder con nosotros: ya no como en el Antiguo
Testamento, sino como se nos manifiesta en Jesús. En vez de
sumarse a quienes exigían matar a pedradas a una adúltera,
como estaba escrito en la ley de Moisés para otros tiempos, él
la perdona misericordiosamente, indicándole que ya no vuelva a
pecar, que cambie de vida (cf Jn 8,2-11).
Cuando le platican a Jesús que Pilato había asesinado a unos
galileos, y él trae a colación los 18 aplastados por la torre de
Siloé, no califica esos hechos como castigo de Dios, sino que
son acontecimientos que nos deben servir de advertencia para
convertirnos, para recapacitar, para enderezar lo que tengamos
que modificar (cf Lc 13,1-5).
Así se expresaba el Papa Francisco en su meditación del viernes
pasado: “Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como
un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino
de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta
verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario
de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida
hacia ti, Señor, y hacia los demás” (27-III-2020).
¡Eso es! Jesucristo, por medio de su Vicario en la tierra, te invita
15S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
a reflexionar: ¿A qué das más valor: a tu cuerpo, a tus gustos,
a tus pasiones, a tu dinero, a tus diversiones? ¿Qué tiempo le
concedes a tu familia, a tu alma, a los demás, a Dios? No eres
intocable por la pandemia; no eres inmortal y todopoderoso…
ACTUAR
Veamos la pandemia como una oportunidad de reflexionar,
de hacer un alto en el camino de la vida, de dar importancia
a lo que más vale: tu alma, tu familia, tu salvación eterna.
Acércate más a Dios, lee más la Sagrada Escritura, arrepiéntete
de corazón y confiésate cuando puedas, dale más tiempo a tu
familia, preocúpate de los abandonados y haz el bien a quienes te
necesitan. Así, sacarás provecho de esta situación.
JUEVES SANTO CON COVID-19
(8 de abril de 2020)
Celebramos este Jueves Santo en una forma inusual, sin presencia
física de fieles en los templos, aunque con muchos recursos
tecnológicos para acercarse a los misterios que conmemoramos en
estos días. Estos son medios válidos para disfrutar la experiencia
salvadora de Jesús. La tecnología es una mediación que nos
acerca a Dios, pues El es espíritu y no se le puede encerrar en
cuatro paredes, ni siquiera de edificios religiosos. Participar en
forma virtual, estando cada quien en su casa, es legítimo y válido,
pues no hay otra forma de hacerlo. Dios no tiene barreras; llega
hasta tu corazón, si quieres.
En años normales, por las mañanas, todos los obispos del mundo,
encabezados por el Papa, celebramos la Misa Crismal en las
catedrales. Se bendicen los aceites para ungir a los enfermos y
a los que van a ser bautizados, como un signo de la presencia
salvífica de Jesús para ellos. Se consagra el crisma, que es
un aceite perfumado, para el Bautismo, la Confirmación, la
ordenación de obispos y presbíteros, la dedicación de altares y
templos, como un signo de consagración y dedicación al Reino
de Dios.
16 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
Este año, en algunas partes, los obispos celebrarán la Misa
Crismal en forma muy restringida, con la mínima presencia de
ministros. Cuando pase la emergencia sanitaria, los párrocos
podrán recoger esos aceites para sus comunidades. En muchas
otras diócesis, se ha pospuesto esta celebración para la fiesta de
Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, el 4 de junio, o para otra
ocasión. En esa fecha, los sacerdotes renuevan sus compromisos
que hicieron el día de su ordenación. Es un día con profundo
sentido sacerdotal.
La celebración más importante de hoy es la de la tarde, en que
hacemos memoria sacramental de la Ultima Cena, cuando Jesús
instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio, dio el mandato supremo
del amor fraterno, y lo ejemplificó lavando los pies a sus
apóstoles. Esta Misa se llevará a cabo no sólo en las catedrales,
sino en todas las parroquias, también sin presencia física de
fieles, y este año sin lavatorio de pies, para evitar contagios. Se
puede participar conectándose en forma virtual a alguna de tantas
transmisiones que se ofrecen.
En la liturgia, los acontecimientos pasados se hacen presentes,
actuales,vivos,pormediodelossignossacramentalesestablecidos
por la Iglesia. Por tanto, no son sólo recuerdos, escenificaciones,
evocaciones. Para quienes participamos en ellos con fe, son una
actualización de los misterios; para quien no tiene fe, son ritos
mágicos, costumbres, tradiciones, sin mayor trascendencia.
En la celebración vespertina de este Jueves Santo, actualizamos
lo que Jesús hizo la noche antes de su Pasión. Reunido con los
Doce, les habla largamente sobre cómo quiere que vivamos sus
discípulos. Siendo fiel a los ritos tradicionales de la Pascua judía,
Jesús establece algo nuevo: la memoria perpetua de su propia
Pascua, su muerte y resurrección, por medio de dos signos
profundamente elocuentes, como son pan y vino. Por ellos,
significa y perpetúa, con la fuerza transformante del Espíritu
Santo, su entrega hasta la cruz y su presencia viva y permanente
entre los suyos, como resucitado. Esto quiere decir que, en
toda celebración de la Misa, en cualquier rincón de la tierra, en
forma muy solemne o muy sencilla, Jesús actualiza su muerte y
17S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
resurrección. Recibir la comunión sacramental es apropiarse de
ese misterio de amor, es beneficiarse de todo lo que implica la
muerte y resurrección del Señor. ¡Qué dichosos somos! Ahora,
no se puede recibir directamente, por las restricciones sanitarias,
pero se puede hacer la intención de que él venga a tu corazón, y
él se hace presente, pues para él no hay muros.
Jesús instituye la Eucaristía, signo de su entrega por nosotros.
Pero no lo hace para un recuerdo egoísta y espiritualoide de Sí
mismo, sin incidencias en la vida práctica, sino para impulsarnos
a hacer lo mismo que El hizo: entregarse a los demás, servir a los
otros, pasar la vida haciendo el bien. Eso significa el lavatorio
de los pies. Es la vocación de servicio que tenemos todos los
bautizados, no sólo los sacerdotes y obispos.
Jesús se entrega hasta dar la vida, hasta derramar su sangre, hasta
ser molido en la cruz, como los granos de trigo y las uvas son
triturados para ser comida y bebida. Es la mayor prueba de amor
que nos ha dado. Es el camino que nos ha señalado a todos sus
discípulos: amar y entregar nuestra vida al servicio de los demás.
Esa es la vocación de los padres de familia: triturarse para
que sus hijos tengan una vida digna. Esa es la vocación de los
gobernantes, políticos y legisladores: despedazarse para que haya
justicia, salud, trabajo, paz social, educación y bienestar integral
de los ciudadanos. Esa es la vocación de médicos, enfermeras
y demás agentes sanitarios: exponer su propia vida para salvar
a los enfermos y a todos los que sufren diversas dolencias. Esa
es la vocación de profesores y educadores: gastar sus energías
en preparar clases, revisar tareas, escuchar a sus alumnos y
procurar su crecimiento personal y social. Esa es la vocación
de campesinos, agricultores y cuidadores de la madre tierra:
sudar y cansarse para que no falten alimentos, agua, aire limpio
y los productos necesarios para subsistir. Esa es la vocación
de empresarios, trabajadores y empleados: desgastarse para
satisfacer las necesidades de la comunidad. Esa es la vocación
de los comunicadores: desvelarse para encontrar las noticias y
compartir con el público sólo aquellas que ayuden a la sociedad.
18 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
Esa es la vocación de religiosas, misioneros, catequistas,
diáconos, agentes de pastoral, sacerdotes, obispos, y también
del Papa: consagrar todo nuestro ser, emplear nuestro tiempo y
nuestras capacidades para que creyentes y no creyentes tengan
los medios de acceder a la redención realizada en Cristo, por la
evangelización, la catequesis, los sacramentos, el dinamismo
pastoral, por el amor misericordioso a los pobres, los enfermos,
los presos, los migrantes. Nuestra vocación es el servicio, que
simbolizamos en el lavatorio de los pies, cuando es posible
realizarlo. Amar y servir es lo que nos identifica con Jesús.
En otros años, al terminar la celebración litúrgica, se deja el
Santísimo Sacramento en altares preciosamente adornados, para
que los fieles puedan dedicar algún tiempo a la adoración de la
presencia viva de Jesús. Ahora, por la pandemia y para evitar
aglomeraciones, se hace la reserva de la Eucaristía en el Sagrario.
Cada quien, desde nuestro hogar, podemos convertirnos en un
Sagrario, permitiendo a Jesús morar en nosotros y teniendo más
detalles de servicio hacia los demás, sobre todo a enfermos,
ancianos y también a familiares necesitados de cariño y atención.
Eso es ser Eucaristía: alimento de vida, servicio por amor.
VIGILIA PASCUAL CON CORONAVIRUS
(11 de abril de 2020)
La celebración de la Resurrección de Jesús, en la noche del
Sábado Santo hacia el amanecer del domingo, que llamamos
Vigilia Pascual, parece un contrasentido con lo que el mundo
está viviendo por el COVID-19: millares de muertos en todas
partes, sobre todo en países considerados de primer mundo, más
cientos de defunciones que no entran en estadísticas oficiales;
centenares de miles contagiados y en riesgo de morir; médicos,
enfermeras, agentes sanitarios, también más de cien sacerdotes,
que han fallecido a consecuencia de haber atendido a enfermos
de esta pandemia. Hay temor y angustia en todas partes: ancianos
19S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
en peligro de morir; pobres que se endeudan por todos lados
para poder subsistir, con su familia; gobernantes que no saben
qué medidas tomar; muchísima gente sin trabajo; pequeños,
medianos y grandes empresarios que prevén el posible cierre de
su negocio; sacerdotes que no pueden acercarse más a su pueblo,
al que están consagrados. El panorama es nada halagüeño. ¿Qué
celebración puede tener sentido hoy?
Sin embargo, el triunfo de Jesús sobre el sepulcro y sobre la
muerte es nuestra certeza y nuestra esperanza. Su resurrección es
una luz en el túnel de la oscuridad mundial. Su victoria pascual
es la garantía de que venceremos, en esta vida y en la otra, porque
la muerte no tiene la última palabra. En Jesús, vivo y resucitado,
presente entre nosotros, hay vida, hay camino, hay solución, hay
fraternidad, para trascender estas realidades temporales.
Y esto es lo que celebramos en esta Noche Santa, que nos
introduce en la gran fiesta de la Resurrección. Durante los tres
primeros siglos de la Iglesia, no había otra fecha que se celebrara;
ni Navidad, ni otras fiestas del Señor, de la Virgen o de los
Santos. Cada año, la única gran celebración era la Pascua de la
Resurrección, en fecha variable, según la tradición judía, en torno
a la luna llena de primavera. Es que, como dice San Pablo, si
Jesús no hubiera resucitado, toda su vida de nada nos serviría; no
sería el salvador; nuestra fe sería vana. Lo fundamental para los
cristianos, de antes y de ahora, es que Cristo vive, triunfó sobre
la muerte, resucitó y está con nosotros. Con El, todo cambia, todo
es nuevo y esperanzador. Por ello, es central esta solemnidad,
fiesta de las fiestas, noche de las noches.
La celebración tiene cuatro partes: Lucernario, Liturgia de la
Palabra, Liturgia bautismal y Eucaristía.
Lucernario
Como el sol vence a la noche, la luz a la oscuridad, la vida a la
muerte, la gracia al pecado, así Cristo resucitado es la luz que ha
vencido las tinieblas de la historia humana. Eso lo ritualizamos, en
20 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
los años normales, encendiendo una hoguera fuera de las iglesias,
con participación del pueblo. Del fuego nuevo, se toma la luz para
encender el Cirio Pascual, que será el símbolo de Cristo vencedor
y triunfante, y que permanecerá en un lugar resaltado en todas las
celebraciones durante cincuenta días, hasta Pentecostés. Hoy se
suprime este primer momento, para evitar aglomeraciones, y se
enciende el Cirio en forma sencilla. Guiados por esta luz, estando
apagadas las luces del templo, se camina en procesión hacia
el altar, cantando tres veces: ¡Cristo, luz del mundo! ¡Demos
gracias a Dios! En el trayecto hacia el altar, se van encendiendo
las velas de los pocos ministros participantes, para significar que
Cristo es nuestra luz, que ilumina nuestras vidas en la oscuridad
de la noche, en la incertidumbre de la pandemia y de la muerte.
Al igual que una columna de fuego guiaba a los israelitas por el
desierto, Cristo nos conduce seguros en las tinieblas de la vida.
Quienes participan por los medios electrónicos, en sus casas,
pueden seguir esta celebración encendiendo sus propias velas.
Al llegar al altar, se encienden todas las luces del templo, se
inciensa el Cirio y se canta o proclama el Pregón Pascual, que es
el anuncio oficial de la Resurrección. Todos lo escuchan de pie,
teniendo las velas encendidas. Al concluir, se apagan las velas
personales y nos podemos sentar, para la segunda parte de la
celebración.
Liturgia de la Palabra
En circunstancias normales, se proclaman nueve lecturas,
siete del Antiguo y dos del Nuevo Testamento, resaltando el
acompañamiento de Dios a su Pueblo. Se traen a la memoria
diferentes momentos de la historia de la salvación, desde el
Génesis, la primera creación, hasta la nueva creación con
Cristo resucitado. En casos extraordinarios, como este año, se
pueden proclamar sólo los tres textos más importantes: Primero,
el paso del Mar Rojo, cuando Dios libera a los israelitas de la
esclavitud en Egipto (Ex 14,15-15,1). Hoy también, por el agua
21S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
del Bautismo y el agua que salió del costado de Cristo en la
cruz, Dios nos libera de la esclavitud de nuestros pecados, para
que tengamos la libertad de los hijos de Dios. Por ello, en este
momento, después del salmo responsorial, se entona el himno del
Gloria, suprimido durante la Cuaresma, para cantar las maravillas
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se tocan las campanas
de la iglesia, y en algunas partes de hacen tronar cohetes y
fuegos artificiales, como signo de triunfo, de fiesta y alegría.
Después de una profunda oración “colecta”, se proclama una
segunda lectura, tomada de lo que escribió San Pablo a los
romanos (6,3-11), en que resalta la importancia de la resurrección
del Señor. Al terminar, se entona solemnemente, por tres veces,
el ¡Aleluya!, que es el grito de triunfo, la aclamación al Señor,
la señal de que la muerte ha sido derrotada. Este canto se había
suspendido durante la Cuaresma, y ahora se resalta con toda
razón. Luego se proclama alguno de los evangelios que anuncian
la resurrección, según los sinópticos: Mt 28,1-10; Mc 16,1-
7 y Lc 24,1-12. El testimonio de Juan (20,1-9) se proclama el
domingo. La homilía, que hacen el obispo o el sacerdote, tiene
como objetivo ayudar a la comunidad a valorar y profundizar
el misterio que celebramos, tomando en cuenta la situación que
vive la comunidad.
Liturgia bautismal
En los primeros siglos de la Iglesia, esta era la única fecha en que
se celebraban los bautismos, después de un proceso catecumenal,
de una catequesis apropiada, que podía durar hasta tres años, con
el acompañamiento de testigos que garantizaran el discipulado
de los aspirantes; son los que ahora llamamos padrinos.
En años ordinarios, esta es la mejor ocasión para celebrar los
bautismos. En muchísimos lugares, son miles los que deciden
aceptar a Jesús en su corazón e integrarse a la Iglesia. No salen
en los medios informativos, pero son cientos de miles. Sólo en
22 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
una parroquia de mi diócesis anterior, Ocosingo, en una noche
como ésta, bautizamos a 70 jóvenes y adultos, no niños, con la
ayuda de diáconos permanentes. El obispo auxiliar celebró en
Catedral, y yo viví el Triduo Pascual en esa parroquia. Cada
año nos intercambiábamos, para que uno de los dos se quedara
en Catedral y otro fuera a otros lugares de la diócesis, como en
una ocasión que celebré el Triduo Pascual en comunidades de la
selva, donde casi no llegaba un sacerdote.
En la Vigilia Pascual de este año, no habrá bautismos, para
evitar presencia de multitudes y cuidar la salud comunitaria;
sólo se hace la bendición del agua, que servirá para bendecir
con ella, a distancia, a los participantes en forma virtual, y así
recordar y renovar el propio bautismo, con sus correspondientes
compromisos. En nuestro bautismo, fuimos resucitados.
Liturgia eucarística
Se cierra esta gran fiesta con la parte central de la Santa Misa,
que son el ofertorio, la oración consecratoria y la comunión. La
Eucaristía es la presencia viva del Resucitado para su Pueblo.
Es Jesús que nos quiere acompañar en el atardecer, o en la
noche oscura de nuestras vidas, como lo hizo con aquellos dos
discípulos de Emaús (Lc 24,13-35). En el “partir del pan”, lo
podemos reconocer presente entre nosotros, que a veces estamos
sin esperanza, perdidos en el peligro, angustiados y refugiados
en nuestra soledad, queriendo quizá olvidar todo con alcohol,
drogas u otros distractores, como el abuso del celular y de las
redes sociales.
Hermanas y hermanos: ¡Cristo vive! Cristo está entre nosotros y
con nosotros. Cristo nos acompaña en estos tiempos de pandemia,
de dudas y de muerte. Unete a Jesús. Dile que lo necesitas. Pídele
que venga a tu corazón. No importa si te consideras indigno,
quizá en pecado. Pon tu historia en la herida de su costado, y El
te sanará. Confía en El. Búscalo; acércate a El. Si por ahora no
te puedes acercar a una iglesia, a los sacramentos, dile que venga
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D i o s e I g l e s i a
a tu vida y, con El, todo cambiará; aunque vengan enfermedades
y la misma muerte. El es más poderoso que todo. Acéptalo en tu
corazón y serás salvo.
¡Felices Pascuas de Resurrección! ¡Animo! ¡Hay vida, hay
esperanza, hay resurrección!
ANTE LA PANDEMIA, ¿SIRVE REZAR?
(15 de abril de 2020)
VER
El Papa Francisco hizo una oración extraordinaria, en la vacía
Plaza de San Pedro, el pasado 27 de marzo, con participación de
millones de televidentes, para pedir el fin de la pandemia, con
bendición del Santísimo e indulgencia plenaria. Sin embargo, el
Covid-19 sigue arrasando todo a su paso. En Italia, donde reside
el Papa, los contagios y las muertes no se detienen. Entonces,
¿para qué sirvió esa oración?
Se han llevado a cabo muchas celebraciones, Misas, Horas
Santas, sacrificios, vuelos en helicóptero y avioneta sobre
poblaciones, o recorridos a pie o en vehículos, con la Custodia
y Jesús Sacramentado, con imágenes de la Virgen y reliquias
de santos, para pedir que se detenga esta plaga. Sin embargo,
entre nosotros sigue avanzando. ¿Sirvieron de algo esas creativas
manifestaciones de fe?
Muchísimas familias cristianas, encerradas en su hogar, han
multiplicadosúplicas,rosariosycadenasdeoración,paraquenosiga
el contagio. Sin embargo, éste cobra más y más víctimas en todo el
mundo,aunquedemomento,graciasaDios,notenemosfamiliares
enfermos de este mal. ¿Tienen un efecto real nuestras plegarias?
Claro que sirven. No somos capaces de advertir toda su eficacia,
porquesuefectoesespiritual,invisible.SóloDiossabecuántobien
hemos hecho al mundo unidos en la plegaria. Si no fuera por tantas
oraciones, la pandemia ya habría causado muchos más destrozos.
24 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
Pero, como no vemos resultados palpables e inmediatos, nos
puede llegar la duda de si en verdad ayudan en algo nuestras
oraciones. Aún más, nos podemos preguntar si Dios nos escucha.
Y todavía más, algunos pueden dudar de la existencia de Dios.
Ateos convencidos o prácticos pueden echarnos en cara la
inutilidad de lo que hacemos, e incluso de nuestra religión. Nos
dirán que lo importante es inventar la vacuna adecuada, aplicar las
medicinas oportunas, curar a los enfermos y evitar más muertes y
sufrimientos. Para ellos, lo que vale es lo cuantificable, lo visible
e inmediato, los enfermos recuperados, la economía rescatada.
No tienen ojos para ver más allá. Son ciegos del alma.
NofaltanJudasdeayerydesiempre,querepitenquevendamoslos
bienes de la Iglesia y los destinemos a remediar económicamente
esta pandemia, sobre todo en favor de los pobres. Es cierto que
éstos tienen prioridad, y son ejemplares el Papa y muchos otros
que apoyan con su dinero a los que hoy se están quedando sin
recursos; pero nuestros críticos ni un peso ponen de sus bolsillos
para remediar la pobreza. Algunos viven de los pobres, pues son
miembros de alguna ONG con magníficos sueldos y no están
dispuestos a que se los reduzcan, o a compartirlos con los más
necesitados. Estas críticas nos resbalan, pues la Iglesia destina
mucho dinero a los pobres y, en la mayoría de los casos, sin
publicidad; casi nadie se entera.
Pero, volviendo a la oración por la pandemia; ¿de algo sirve?
¡Claro que sí! De mucho y, en la mayoría de las circunstancias,
no sólo es lo único que podemos hacer, sino que es nuestra
aportación más valiosa, sólo apreciada por el corazón de Dios,
que ve lo más profundo de nuestro ser. No podremos comprobar
físicamente su efecto, porque es algo espiritual. La vida no es
sólo dinero y medicinas, sino también fortaleza espiritual, ánimo
y esperanza, lucha por la vida propia y de los demás. Dios puede
hacer milagros inmediatos, físicos, corporales, y la historia
los consigna; pero su fuerza es sobre todo espiritual, invisible,
aunque real y efectiva. No cuenta sólo el dinero. Como ser papá,
no es sólo llevar recursos económicos a la familia, sino también
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D i o s e I g l e s i a
dar ternura, cariño, seguridad y fortaleza, y eso no se mide
materialmente.
Claro que no basta rezar; también hay que hacer cuanto podamos
para ayudar en lo material; pero lo horizontal, sin lo vertical,
se cae; no se sostiene. El mundo necesita no sólo dinero, sino
también espiritualidad, fe, amor y esperanza. Necesitamos volver
a Dios.
PENSAR
El Papa Francisco, en la audiencia general del miércoles pasado,
dijo: “En estas semanas de preocupación por la pandemia que
está haciendo sufrir tanto al mundo, entre las muchas preguntas
que nos hacemos, también puede haber preguntas sobre Dios:
¿Qué hace ante nuestro dolor? ¿Dónde está cuando todo se
tuerce? ¿Por qué no resuelve nuestros problemas rápidamente?
Son preguntas que nos hacemos sobre Dios.
¿Cuál es el verdadero rostro de Dios? Habitualmente
proyectamos en Él lo que somos, a toda potencia: nuestro éxito,
nuestro sentido de la justicia, e incluso nuestra indignación.
Pero el Evangelio nos dice que Dios no es así. Es diferente y no
podíamos conocerlo con nuestras fuerzas. Por eso se acercó a
nosotros, vino a nuestro encuentro y precisamente en la Pascua
se reveló completamente. ¿Y dónde se reveló completamente?
En la cruz. Allí aprendemos los rasgos del rostro de Dios. No
olvidemos que la cruz es la cátedra de Dios.
Nos hará bien mirar al Crucificado en silencio y ver quién es
nuestro Señor. El es omnipotente en el amor, y no de otra manera.
Es su naturaleza, porque está hecho así. Él es el Amor. El poder
de este mundo pasa, mientras el amor permanece. Sólo el amor
guarda la vida que tenemos, porque abraza nuestras fragilidades
y las transforma. Jesús cambió la historia acercándose a nosotros
y la convirtió, aunque todavía marcada por el mal, en historia de
salvación. Ofreciendo su vida en la Cruz, Jesús también derrotó
a la muerte. Desde el corazón abierto del Crucificado, el amor
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D i o s e I g l e s i a
de Dios llega a cada uno de nosotros. Podemos cambiar nuestras
historias acercándonos a Él, acogiendo la salvación que nos
ofrece.
Abrámosle todo el corazón en la oración. Dejemos que su mirada
se pose sobre nosotros y comprenderemos que no estamos solos,
sino que somos amados, porque el Señor no nos abandona y
nunca se olvida de nosotros” (8-IV-2020).
Dijo el P. Raniero Cantalamessa, en su homilía del Viernes Santo
en la Basílica de San Pedro: “¿Acaso a Dios le gusta que se
le rece para conceder sus beneficios? ¿Acaso nuestra oración
puede hacer cambiar sus planes a Dios? No, pero hay cosas que
Dios ha decidido concedernos como fruto conjunto de su gracia
y de nuestra oración, casi para compartir con sus criaturas el
mérito del beneficio recibido. Es él quien nos impulsa a hacerlo:
‘Pedid y recibiréis, ha dicho Jesús, llamad y se os abrirá’ (Mt
7,7). ¡Dios es aliado nuestro, no del virus! El que lloró un día
por la muerte de Lázaro llora hoy por el flagelo que ha caído
sobre la humanidad. Sí, Dios ‘sufre’, como cada padre y cada
madre. Dios participa en nuestro dolor para vencerlo. ‘Dios —
escribe sanAgustín—, siendo supremamente bueno, no permitiría
jamás que cualquier mal existiera en sus obras, si no fuera lo
suficientemente poderoso y bueno, para sacar del mal mismo el
mismo bien’”.
ACTUAR
Intensifiquemos la oración, y ojalá la acompañemos con ayunos
y sacrificios, pues estos demonios sólo así salen, como dijo Jesús.
Y confiemos en el corazón de nuestro Padre Dios: El decide, con
su amor, cuándo y cómo interviene. A nosotros sólo nos toca
decirle: “Señor, si quieres, puedes curarnos de esta pandemia…
Ten misericordia de nosotros”.
27S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
¿QUÉ HACE LA IGLESIA ANTE LA PANDEMIA?
(22 de abril de 2020)
VER
Iglesia no es sólo la jerarquía, sino todo el Pueblo de Dios.
Son Iglesia en acción los creyentes médicos, enfermeras,
farmacéuticos, encargados de la limpieza, autoridades civiles,
científicos, agricultores, transportistas, policías, empresarios,
etc., además de los sacerdotes, religiosas, misioneros, obispos
y el Papa, todos implicados en ayudar a los afectados por ese
minúsculo virus.
Hemos intensificado la oración, las celebraciones litúrgicas, sobre
todo las Misas, las prácticas piadosas, los ayunos, para pedir a
nuestro Padre del cielo curación de los enfermos, paz eterna de
los difuntos, fortaleza y salud de los agentes sanitarios, sabiduría
para los gobernantes. Esto es muy propio de nuestra vocación
cristiana y de nuestro ministerio pastoral. No somos una ONG,
sólo dedicada a obras sociales. Nos compete, y no lo podemos
delegar ni descuidar, orar con más intensidad, convencidos de la
milagrosa eficacia de la oración, sobre todo la litúrgica. Esto lo
seguiremos haciendo, aun cuando pase la emergencia.
Sin embargo, Jesús no sólo predicaba y oraba, sino que curaba
enfermos, daba de comer a los hambrientos, consolaba a los
tristes. Nosotros no podemos seguir otro camino. El nos dijo que
el amor y el servicio misericordioso a los pobres es lo esencial
en que demostramos ser sus seguidores. Criticó a sacerdotes y
levitas que sólo celebraban ritos en el templo, pero nada hicieron
por el caído al borde del camino, víctima de asaltantes.
Hago una breve selección de obras sociales que hacemos en favor
de quienes están sufriendo esta pandemia, no para presumir, sino
para gloria de Dios y para animar a otros a hacer lo mismo. La
inmensa mayoría de acciones quedan ocultas, por lo que nos
recomendó Jesús: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace
la derecha” (Mt 6,3).
28 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
El Papa ha regalado considerables cantidades de dinero,
ventiladores y otros materiales médicos a hospitales y asilos. Ha
compartido alimentos y otros apoyos a mendigos de Roma y a
otras personas pobres, no porque sea rico, sino porque comparte
lo que le llega. En muchas partes, como España, Italia, Francia y
otros países de nuestra América, se han puesto a disposición del
gobierno iglesias, seminarios, conventos, casas religiosas, para
atender a enfermos. Las diferentes Caritas y muchas parroquias
organizan comedores, despensas, medicinas y otras ayudas para
personas que se han quedado sin trabajo y sin recursos. Siguen
abiertas las más de cien casas de migrantes, asilos y orfanatorios.
Hay cadenas de alimentos y medicinas, articuladas con
empresarios que quieren ayudar, redes vecinales de solidaridad.
Son incuantificables las acciones caritativas que la imaginación
del amor desarrolla por todos lados, y que nunca se divulgan
en los medios informativos. No nos hemos quedado con las
manos cruzadas, sólo lamentando la situación y criticando a los
gobiernos. Como un sobrino mío, agricultor, que llevó algo de lo
que produce, jitomates, cebollas, pepinos, etc., a unas religiosas
que están pasando penurias. No faltan, sin embargo, quienes nada
hacen, por egoísmo, miedo y flojera, o por ser sólo ideólogos de
café que nunca dan un peso a los pobres.
Un ejemplo, entre tantos otros. La diócesis de La Paz, Baja
California Sur, para la atención de pacientes COVID, facilitó
dos clínicas, en “comodato”, a la Secretaría Estatal de Salud,
una en La Paz y otra en San José del Cabo, más un centro que
se ocupa de ordinario para la curación integral de adictos. Han
organizado centros de acopio y reparto de despensas en casi todas
las parroquias. Se han abierto comedores para gente necesitada y
hay quien pueda llevarla a los hogares. Están en coordinación con
organizaciones civiles y empresarios para garantizar alimentos
básicos y un ingreso mínimo, al menos para 40,000 familias. Se
subvenciona un asilo de ancianos desvalidos en Santa Rosalía, en
coordinación con la delegación federal del bienestar.
29S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
Su obispo me comparte esta bella experiencia, que vivió el
domingo pasado: “Celebré la Misa en la parroquia de la Divina
Misericordia en San José del Cabo, situada en colonias populares
de gente clase baja o media baja, con algunas colonias de clase
media media. La Misa fue a puerta cerrada, pero trasmitida por
redes. Las lecturas se prestaron para hablar de una comunidad
encerrada por miedo, no a los judíos, sino al coronavirus;
una comunidad que vive la fraternidad compartiendo sus
bienes y ayudando a los pobres. Al acabar la Misa, observé
cómo funcionaba el comedor para pobres. Desde que inició la
cuarentena, empezaron a distribuir alimentos; actualmente dan
más de 500 comidas diarias para llevar a casa, algunas llevadas
directamente a personas que, por salud o edad, no pueden ir a
recoger su platillo. La comida es ofrecida por familias que
preparan y donan comida para 20, 50, 1000 personas, y es
repartida por jóvenes voluntarios, un hermoso grupo consciente
de los riesgos que corren al realizar esta tarea, coordinados por
uno de nuestros seminaristas. Al final, con sana distancia, me
reuní con los coordinadores (20 muchachos/as), les di las gracias,
rezamos juntos, les di la bendición, para luego regresar a La Paz”.
¡Qué bella experiencia! Eso es vida, eso es cristianismo, eso es
resurrección, eso es esperanza, eso es Iglesia. Aunque nunca
salgan en televisión.
En la arquidiócesis de Toluca: Se reparten despensas a las
familias necesitadas, con un pequeño apoyo económico. En
algunas parroquias, hay centros para atender los problemas de
violencia intrafamiliar, ansiedad, angustia, etc. Se insiste a los
fieles que respeten las disposiciones de las autoridades sanitarias.
Se exhorta a quienes tienen difuntos que eviten los acostumbrados
velorios, para no ocasionar contagios masivos. Se sugiere que los
cadáveres puedan ser cremados y depositar las cenizas cuanto
antes, con la mínima concurrencia. Se difunden mensajes para
combatir depresión, estrés y “fake news.” Se donan despensas a
personas sin empleo y hay algunos comedores para pobres. Con
el Consejo de Empresarios y la Pastoral del Trabajo, se promueve
trabajo temporal para personas sin empleo.
30 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
PENSAR
El Papa Francisco, en un artículo para la revista española VIDA
NUEVA, escribe: “Dios jamás abandona a su pueblo, está
siempre junto a él, especialmente cuando el dolor se hace más
presente. Es el soplo del Espíritu que abre horizontes, despierta
la creatividad y nos renueva en fraternidad para decir: ¡Presente!
(o bien, aquí estoy) ante la enorme e impostergable tarea que nos
espera. Una emergencia como la del COVID-19 es derrotada en
primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad. No podemos
permitirnos escribir la historia presente y futura de espaldas al
sufrimiento de tantos. Es el Señor quien nos volverá a preguntar
‘¿dónde está tu hermano?’(Gn, 4, 9)”.
Antes del Regina coeli del domingo pasado, dijo: “La respuesta
de los cristianos en las tormentas de la vida y de la historia sólo
puede ser la misericordia: al amor compasivo entre nosotros y
hacia todos, especialmente hacia los que sufren, al que ya no da
más, al que es abandonado. No el pietismo, ni el asistencialismo;
sino la compasión, que viene del corazón” (19-IV-2020).
Ya había dicho, en la homilía dominical: “Esta pandemia nos
recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren:
todos somos frágiles, iguales y valiosos. Que lo que está pasando
nos sacuda por dentro. Es tiempo de eliminar las desigualdades,
de reparar la injusticia que mina de raíz la salud de toda la
humanidad. Aprendamos de la primera comunidad cristiana,
que se describe en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Había
recibido misericordia y vivía con misericordia: ‘Los creyentes
vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones
y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada
uno’(Hch 2,44-45). No es ideología; es cristianismo”.
ACTUAR
Abre tus ojos y tu corazón: Haz lo que puedas por quien sufre
más que tú.
31S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
MISAS SIN FIELES
(29 de abril de 2020)
VER
La pandemia del COVID-19 nos obligó a evitar concentraciones
de personas, pues cualquiera de nosotros podría ser portador del
virus y transmitirlo a otros, sin darnos cuenta. Por ello, tuvimos
que cerrar los templos, no para alejar a la gente de Dios y de la
Iglesia, sino para colaborar en la lucha contra la propagación del
mal. La intención es proteger al pueblo, al que nos debemos, y
cuidar su salud, que es lo que Jesús procuraba tanto.
Sin embargo, no han faltado quienes afirmen que esto es una
persecución contra la Iglesia, que es obra de masones y de
personajes nefastos con mucho dinero que quieren cambiar el
rumbo de la historia, para sus propios fines. Son teorías que
escuchamos, pero no hay fundamentos serios para sustentarlas.
Los enfermos y los muertos no son teorías, sino hechos
contundentes, incluso con personas muy cercanas, que nos
obligan a tomar medidas extraordinarias, que esperamos sean
pasajeras, si todos colaboramos.
Hay quien no acepta la celebración de Misas sin participación
física de fieles, como si éstas no valieran, o no sirvieran para
alimentar la fe. Argumentan textos bíblicos incluso para atacar
a la jerarquía, como si fuéramos demasiado sumisos a las
autoridades civiles, como si quisiéramos privar a la gente del
alimento eucarístico, como si fuéramos comodinos, miedosos y
cobardes para no contagiarnos, dejando desamparado al pueblo.
Sostengo que lo que nos mueve es, como decía San Ireneo desde
el siglo IV, la gloria de Dios, que consiste en que el ser humano
tenga vida; por tanto, que tenga salud, pues sin salud no hay vida.
Lo más hermoso de Dios y su obra preferida es el ser humano,
y hemos de cuidarlo en el cuerpo y en el espíritu. No lo hemos
desamparado; al contrario, se han impulsado muchas iniciativas
y se han aprovechado medios electrónicos para estar cerca del
pueblo, que por ahora es la única forma de hacerlo.
32 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
Hace años, cuando yo insistía a los sacerdotes celebrar la Misa
todos los días, aunque no hubiera fieles presentes, uno de ellos
me argüía que él había aprendido del Concilio la importancia de
la comunidad, y que no celebraba si no había gente. Le contesté
que el Concilio dice lo contrario, como veremos más adelante.
Con el tiempo, tuvo que dejar el ministerio; ya falleció. Otro me
decía que lo importante era estar con el pueblo en sus luchas
por cambiar la situación, no tanto celebrar Misas diario. Hoy, es
un sacerdote eucarístico y, por ello, cercano al pueblo en forma
integral.
PENSAR
El Papa Pablo VI, en su Encíclica Mysterium fidei (3-IX-1965),
decía: “No se puede exaltar tanto la misa llamada comunitaria,
que se quite importancia a la misa privada” (No. 2). “Porque
toda misa, aunque sea celebrada privadamente por un sacerdote,
no es acción privada, sino acción de Cristo y de la Iglesia, la cual,
en el sacrifico que ofrece, aprende a ofrecerse a sí misma como
sacrificio universal, y aplica a la salvación del mundo entero
la única e infinita virtud redentora del sacrificio de la cruz. De
donde se sigue que, si bien a la celebración de la misa conviene
en gran manera, por su misma naturaleza, que un gran número
de fieles tome parte activa en ella, no hay que desaprobar, sino
antes bien aprobar, la misa celebrada privadamente, porque de
esta misa se deriva gran abundancia de gracias especiales para
provecho ya del mismo sacerdote, ya del pueblo fiel y de toda la
Iglesia, y aun de todo el mundo” (No. 4).
El Concilio Vaticano II, en su Decreto Presbyterorum ordinis,
claramente dice: “En el misterio del sacrificio eucarístico, en
que los sacerdotes cumplen su principal ministerio, se realiza
continuamente la obra de nuestra redención y, por ende,
encarecidamente se les recomienda su celebración cotidiana,
la cual, aunque no pueda haber en ella presencia de fieles, es
ciertamente acto de Cristo y de la Iglesia” (No. 13).
33S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
El Papa Francisco, en una de sus homilías diarias en Santa Marta,
advertía: “Alguien me hizo reflexionar sobre el peligro de este
momento que estamos viviendo, esta pandemia que ha hecho
que todos nos comuniquemos, incluso religiosamente, a través
de los medios, a través de los medios de comunicación. También
esta Misa… Estamos todos comunicados, pero no juntos; sólo
espiritualmente juntos. El pueblo aquí presente es pequeño (Las
6 ó 7 personas en Santa Marta). Pero hay un gran pueblo, con el
que estamos juntos, pero no juntos. También el Sacramento: hoy
lo tienen, la Eucaristía; pero la gente que está conectada con
nosotros, sólo la comunión espiritual. Y esta no es la Iglesia:
es la Iglesia en una situación difícil, que el Señor permite, pero
el ideal de la Iglesia es estar siempre con el pueblo y con los
sacramentos. Siempre. Cuidado de no viralizar la Iglesia, de no
viralizar los sacramentos, de no viralizar al pueblo de Dios. La
Iglesia, los sacramentos, el pueblo de Dios son concretos. Es
cierto que en este momento debemos mantener la familiaridad
con el Señor de esta manera, pero para salir del túnel, no
para quedarnos. Y esta es la familiaridad de los apóstoles: no
gnóstica, no viralizada, no egoísta para cada uno de ellos, sino
una familiaridad concreta, en el pueblo” (17-IV-2020).
Es decir: Es muy importante que sacerdotes y obispos celebremos
diariamente la Misa, aunque sin muchos fieles, para cuidar la
salud y la vida del pueblo; pero la celebramos precisamente en
bien de la comunidad. Por ahora, su presencia es sólo virtual;
pero es muy real, visible y concreta. Es una forma transitoria;
no es que así deba ser siempre. Lo normal es la presencia física
de fieles y la comunión sacramental, pues Jesús es muy claro:
“Les aseguro que si no comen la carne y no beben la sangre del
Hijo del hombre, no tendrán vida en ustedes” (Jn 6,53). Y en la
última cena: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo” (Mt 26,26). Es
lo que hacían los primeros cristianos: “Los discípulos asistían
con perseverancia a la enseñanza de los apóstoles, tenían sus
bienes en común, participaban en la fracción del pan y en las
oraciones” (Hech 2,42). Así debe ser, con personas concretas y
34 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
con comunión sacramental. Mientras estamos en esta pandemia,
no dejamos al pueblo sin alimento, sino que lo alimentamos
con la Palabra, que es verdadero banquete, y con la Comunión
espiritual. Esperamos que pase pronto esta situación, para volver
a la normalidad.
Las Misas virtuales no son lo mismo que las presenciales, porque
en éstas no hay presencia física de una asamblea que comparte la
fe y la vida, no hay alimento sacramental, pero es por una situación
excepcional. Lo virtual, sin embargo, también es alimento,
aunque no pleno. Es peor quedarse sin nada que alimente. Y se
logra una asamblea virtual, pues estamos conectados con cientos
y miles de personas. Esto también es comunidad, es Iglesia; no es
una nube en el aire, una red sin personas reales, sino que internet
es un medio salvífico que nos congrega, usándolo correctamente.
No menospreciemos esta forma de vivir la fe y de alimentarla.
Desde luego que no debe ser un espectáculo, como quien ve una
novela o una serie, sino una vivencia real del sacramento, que
se celebra a distancia, pero en el que se participa realmente. No
se sigue la Misa desde la cama o desde un cómodo sillón, con
botanas al lado, sino orando con la liturgia y con la gente que
sigue la transmisión, enviando peticiones por las que se ofrece
la Misa, adoptando las posturas que pide cada momento de la
celebración, escuchando la Palabra con el corazón, ofreciendo la
propia vida como víctima viva en unión al sacrificio del Señor,
adorándolo de rodillas, recibiéndolo espiritualmente, recibiendo
la bendición final. ¿Eso no vale? Claro que sí, y muchísimo.
Incluso en forma diferida, si no se pudo seguir en vivo. Cuando
pase la pandemia, volvemos a la normalidad.
ACTUAR
Cooperemos a regularizar la situación, guardando las debidas
distancias físicas entre unos y otros, para no contagiarnos,
pues ahora no sabemos por dónde nos puede llegar el virus, y
procuremos la cercanía moral, virtual, espiritual, de corazón,
tanto con Dios como con los demás.
35S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
DIOS REBASA TIEMPOS Y ESPACIOS
(6 de mayo de 2020)
VER
Se han escuchado críticas a sacerdotes y a obispos porque, dicen,
no atienden a los enfermos, no escuchan a los fieles en confesión,
tienen cerradas las iglesias, dejan al pueblo sin el alimento de la
comunión sacramental, están encerrados por miedo al contagio
del Coronavirus; en cambio, los doctores, las enfermeras, las y
los encargados del aseo en los hospitales están en contacto directo
con los contagiados, exponiendo su vida. Y preguntan: ¿Acaso
es importante sólo la salud del cuerpo, atendida por los agentes
sanitarios, y no también, o más, la salud del alma, atendida por
los pastores de la Iglesia? ¿Estos no tienen fe y confianza en la
protección de Dios? ¿Qué tipo de sacerdotes y obispos tenemos?
¿Hasta cuándo nos van a dejar sin alimento espiritual? ¿No
recuerdan la heroicidad de sacerdotes en tiempos de persecución,
que eran valientes defensores de la fe y no dejaban al pueblo?
Los pastores debemos, en conciencia, escuchar lo que nos
dicen y analizar si, en verdad, estamos fallando. Sin embargo,
en nuestra defensa, afirmo que muchísimos sacerdotes se están
jugando la vida y atendiendo, con las debidas precauciones, a las
personas. Por esto, ya han fallecido no menos de 200 sacerdotes
en diversos países. La mayoría hemos usado muchas otras formas
alternativas para estar cerca de la gente.
Dios ha querido necesitar a su Iglesia para estar cerca del
pueblo, como mediación ordinaria. Miles de creyentes que
son médicos, enfermeras y demás personal sanitario, así como
policías y guardianes del orden, son también Iglesia, aunque no
sean sacerdotes ni obispos. Por medio de ellos, Dios actúa, sana,
conforta, acompaña y salva. Hay verdaderos héroes, santos y
mártires, que quizá nunca estarán en los altares, pero que tienen
asegurada la vida eterna.
Sin embargo, quiero resaltar que Dios, que es espíritu, no está
36 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
limitado por distancias, por las cuatro paredes de los templos, por
barreras de tiempo y de personas. El puede actuar sin nosotros,
porque es Dios y nos trasciende. Ha querido necesitarnos para
hacer la historia, pues nos hizo a su imagen y semejanza, pero
puede actuar sin nuestra intervención. Esta es la gran diferencia
entre la actuación de médicos y de sacerdotes. La presencia física
de médico y enfermeras es indispensable absolutamente; no así
la del sacerdote, pues Dios puede salvar, perdonar, fortalecer,
sanar, acompañar, resucitar, en ausencia de sacerdotes. El lo
puede hacer, pues es Dios, médico de cuerpos y almas.
PENSAR
Cuando el sirio Naamán, enfermo de lepra, fue a visitar al profeta
Eliseo, esperaba que éste saldría, le impondría las manos, le haría
otros signos, y quedaría curado; no fue así. El profeta le mandó
decir con un sirviente que fuera a bañarse en el Jordán y quedaría
limpio. No lo tocó; ni siquiera lo vio. A distancia del profeta,
aconteció el milagro (cf 2 Rey 5,1-27).
Cuando un centurión en Cafarnaúm suplicó a Jesús que curara
a un sirviente (según Jn 4,46-54 era un hijo) que estaba en casa
muy enfermo, lo sanó a distancia. Jesús quería ir a la casa,
pero no fue necesario (cf Mt 8,5-13; Lc 7,1-10). Cuando diez
leprosos, “que se detuvieron a distancia”, pidieron a Jesús que
tuviera compasión de ellos, los mandó ante los sacerdotes y, sin
tocarlos, “mientras iban, quedaron purificados de su lepra” (Lc
17,12-15).
En el diálogo de Jesús con la samaritana, cuando ésta le objeta
diciendo: “Nuestros padres adoraron en este monte, pero
ustedes, los judíos, dicen que es en Jerusalén donde hay que
adorar”, él responde: “Mujer, créeme: llega la hora en que ni en
este monte, ni en Jerusalén adorarán al Padre… Llega la hora,
y ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al
Padre en espíritu y en verdad. Estos son los adoradores que el
Padre desea. Dios es espíritu, y por eso sus adoradores deberán
adorarlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,20-24). Es decir, Dios no
está limitado a un lugar, no está encerrado en cuatro paredes de
37S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
los templos; él vence espacios, tiempos y distancias. Aunque no
esté físicamente presente un sacerdote, Dios llega a los enfermos
y a quienes lo invocan de corazón. Los ministros de la Iglesia son
los medios ordinarios por los que Dios actúa; pero, en momentos
extraordinarios, como el presente, El puede actuar directamente
en las personas, pues no está sujeto a la presencia física de sus
ministros.
San Pablo dijo a los atenienses: “El Dios que hizo el mundo y
todo lo que hay en él no habita en templos hechos por manos
humanas, porque es el Señor del cielo y de la tierra. Tampoco
tiene necesidad de ser servido por los seres humanos, ya que él
es el que da a todos la vida, el aliento y todo lo demás… No está
lejos de cada uno de nosotros, ya que en él vivimos, nos movemos
y existimos” (Hech 17,24-25.27-28).
Esto no quiere decir que no sea importante la presencia física en
las celebraciones, o la cercanía inmediata de los pastores con los
fieles, o la comunión sacramental, o que dé lo mismo ir o no a
los templos. Nada de eso. Pues “el Verbo se hizo carne y puso su
morada entre nosotros” (Jn 1,14). Jesús “es la imagen de Dios
invisible” (Col 1,15). El quiso ser la cercanía física, histórica,
palpable, visible de nuestro Padre misericordioso, que convivió
con su pueblo, haciéndose uno de tantos, y siempre quería tocar
físicamente a los enfermos para perdonar sus pecados y sanarlos,
abrazar a los niños, acercarse a los difuntos para resucitarlos.
Es muy importante tocarlo, estar físicamente cerca de El, como
dice el apóstol Juan: “Lo que existía desde el principio, lo que
hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos
contemplado y palpado con nuestras manos… se los anunciamos
a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros” (1 Jn
1,1.3). Por ello, Jesús invita a Tomás, que a fuerzas quería tocar
al resucitado: “Trae aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano
y métela en mi costado” (Jn 20,27). Pero advierte: “Felices los
que han creído sin haber visto” (Jn 20,29).
Es decir: Lo mejor es la cercanía física con Jesús, por medio
de los sacramentos. Pero si no es posible, por la pandemia del
38 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
coronavirus, por impedimentos físicos, por persecuciones, o
porque no hay sacerdote cercano, Dios está cerca, al alcance
de tu fe, pues no tiene barreras. El es espíritu y está contigo, si
tu corazón está dispuesto a recibirlo. Como en el caso de una
señora de mi pueblo, mayor de edad, que se agravó la semana
pasada y pidieron al párroco que fuera al hospital a atenderla;
fue presuroso; pero no puedo entrar, por restricciones sanitarias.
Desde fuera, hizo la intención de absolverla y darle la indulgencia
plenaria. Una sobrina le comunicó esto a la enferma y, al poco
tiempo, falleció tranquila. ¿No le sirvió, porque no hubo contacto
físico del sacerdote? Vaya que sí le sirvió, y esperamos que haya
entrado derechita al cielo.
Cuando, el 27 de marzo pasado, el Papa, en la vacía plaza de San
Pedro, presidió un gran momento de oración, millones estábamos
ahí, no física, sino espiritualmente. Recibimos la bendición
eucarística; ¿nos valió? Claro que sí, y mucho. Cuando, por los
medios electrónicos, alguien le acompaña en sus Misas diarias en
Santa Marta, se recibe el alimento de la Palabra de Dios y de la
Comunión espiritual; al final, da la bendición con el Santísimo;
¿nos llega? Claro que sí, aunque sea en forma diferida. Yo lo
sigo varias horas después, por la diferencia en los usos horarios,
y me inclino para recibir esa bendición; ¿me sirve? Claro que sí,
y mucho. Me gustaría muchísimo estar presente en Santa Marta
con el Papa, como cuando tuve la dicha de concelebrar allí con
él en una ocasión, pero es obvio que ahora no es posible. Esto
no debe frustrarnos. Dios es espíritu, y en espíritu Dios se hace
presente en nuestra vida. Lo mejor es participar presencialmente
en las Misas de tu parroquia o capilla; pero si ahora no se puede,
en espíritu acércate al Señor, adórale y recíbelo, participando en
forma virtual. El llega efectivamente a ti. No lo dudes. No es lo
normal; pero ahora así quiere estar contigo. Recíbelo.
Muchas personas siguen, por diversos medios electrónicos, las
Misas que celebramos, y eso les alimenta. Si alguien no las puede
seguir en vivo y con fe las vive en otro momento, le ayudan en
su vida espiritual. No son lo mismo, y siempre insistiremos que
39S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
lo más valioso es participar en forma presencial, pero la forma
virtual también alimenta. Como cuando, el pasado Día del Niño,
sugerí que me enviaran fotos de sus niños para ponerlos junto al
altar en mi oratorio, al celebrar la Misa por ellos. Me mandaron
más de 150, de un día para otro.Al final, les di la bendición con el
Santísimo. ¿Sirvió esto a los niños? Claro que sí, aunque muchos
son bebés. La fe trasciende distancias y tiempos.
Según el Código de Derecho Canónico, el medio ordinario
de salvación es el bautismo; pero si no es posible recibirlo,
el llamado bautismo de deseo es salvífico. Dios no está atado
a la acción de sus ministros y al uso del agua. Claro que son
medios establecidos por Jesús para la salvación; pero cuando
no son posibles, Dios no depende de personas y de distancias.
Así mismo, el medio ordinario de obtener el perdón de los
pecados es la confesión ante un sacerdote; pero si no es posible
hacerlo, te arrepientes de todo corazón y Dios te perdona, con el
compromiso de confesarte tan pronto sea posible. Igualmente,
el modo ordinario de que un matrimonio sea reconocido como
sacramento es la presencia física del sacerdote, de un diácono,
o de otro ministro autorizado; pero si no se puede esta forma
ordinaria, pueden casarse sacramentalmente, expresando su
compromiso ante dos testigos, y su matrimonio es válido y es
verdadero sacramento. Así es nuestro Dios. Aunque ha querido
estar presencialmente entre nosotros y necesitar el ministerio de
sus pastores, no depende absolutamente de distancias, de tiempos
y de personas. “Dios es espíritu, y por eso sus adoradores
deberán adorarlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,24).
ACTUAR
Agradezcamos a nuestro buen Dios que siempre está con
nosotros, para acompañarnos en todo momento. ¡Bendito sea!
Pidamos que pronto pase esta pandemia, y que nuestros pastores
sigan consagrando su vida con generosidad y alegría al servicio
del Pueblo de Dios.
40 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
IMPLICACIONES ETICAS DEL TRIAJE
(13 de mayo de 2020)
VER
Se ha publicado la “Guía bioética para la asignación de recursos
limitados de medicina crítica en situación de emergencia”,
elaborada por varios especialistas que integran el Consejo de
Salubridad General. La proponen como una ayuda a los médicos
que deben tomar decisiones difíciles a la hora de seleccionar a
qué enfermo dedicar un recurso que otros también necesitan y no
hay para todos. Esta Guía no es una ley de los poderes legislativo,
judicial o ejecutivo, sino una orientación, un posible camino
a seguir en estos casos. Mejora algunos puntos del borrador
primero. Conseguí una copia, que puedo compartir.
Su objetivo es “ser una guía bioética que proporcione criterios
para orientar la toma de decisiones de triaje cuando una
emergencia de salud pública genera una demanda en los recursos
de medicina crítica que no es posible satisfacer”.
Triaje (o triage) es un término francés que se emplea en medicina
para clasificar a los pacientes de acuerdo a la urgencia de atención,
como cuando los médicos deben decidir a quién aplicar un tipo
de sangre que varios necesitan y no hay más que para uno; o
cuando médicos y enfermeras no se dan abasto para atender a
tantos pacientes y han de decidir a cuál sí y a cuál no dedicar su
tiempo; o cuando no hay respiradores artificiales suficientes y
deben decidir a quién aplicarlo y a quién dejar sin él, sabiendo
que, al excluir a uno, morirá; o cuando están en peligro la vida
de la madre y de la criatura que lleva en su seno y deben decidir
qué vida salvar.
Selecciono, entre otras cosas que dice la Guía, lo siguiente: “Dado
que los recursos escasos a asignar generalmente se requieren
para salvar vidas, su asignación a veces es considerada como si
se eligiera quién morirá. Sin embargo, la evaluación anterior del
acto de asignación de recursos escasos es errónea. Lo es porque
41S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
la intención del médico(a) detrás del acto de asignar recursos
escasos es elegir quién sobrevivirá. La muerte, o daño que sufre,
la o el otro paciente se prevé, pero no se busca intencionalmente
ni puede evitarse.
Un principio fundacional de la justicia social es que todas las
personas tienen el mismo valor y los mismos derechos. Además
del principio de justicia, los principios orientadores de esta guía
son: dignidad humana, solidaridad y equidad. En la práctica
de la salud pública lo anterior se traduce en un principio de
trato justo y de no exclusión. Esto quiere decir que por principio
todas las personas son candidatas para recibir atención de la
salud y a disfrutar del nivel más alto posible de salud física y
mental. Características como: edad, sexo, afiliación política,
orientación sexual, origen étnico o nacional, discapacidades,
condiciones sociales y riqueza no excluyen a ningún paciente
de ser candidato para recibir atención médica. Esto nos lleva
a concluir que el objetivo de la salud pública durante una
emergencia de esta naturaleza es doble: tratar al mayor número
de pacientes y salvar la mayor cantidad de vidas.
La edad cronológica o tener una discapacidad no son de por sí
características que excluyan a pacientes de ser candidatos(as) a
recibir cuidados críticos. Es un error que ha de evitarse a toda
costa asumir que tener cierta edad o cualquier discapacidad es
sinónimo de tener una calidad de vida inferior, un pronóstico
desfavorable, o mala salud. Se debe cuidar que la limitación
al derecho social a la salud no castigue más a poblaciones en
situación de vulnerabilidad,como personas privadas de la libertad,
personas migrantes y minorías étnicas. El principio de orden de
llegada no se debe seguir durante una emergencia sanitaria.
A las y los pacientes a quienes no se les asignen recursos
de medicina crítica, o a quienes se les retiren, se les debe dar
dentro del hospital tratamiento de soporte, o en su caso cuidados
paliativos. Lo anterior asegura el deber ético del no abandono
del paciente. Que un(a) paciente no vaya a recibir recursos de
medicina crítica no quiere decir que se le niegue tratamiento
42 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
hospitalario”. Esto implica que se le deben dar siempre alimentos,
hidratación, limpieza y vía aérea permeable.
Lo más delicado es esto: “Las y los pacientes que tienen mayor
probabilidad de sobrevivir con la ayuda de la medicina crítica
son priorizados sobre los pacientes que tienen menor probabilidad
de sobrevivir”. Es la decisión más crítica: negar, por ejemplo, un
ventilador mecánico a alguien cuya muerte se prevé inminente o
cercana, por sus enfermedades previas, y aplicarlo a alguien que
tiene más probabilidades de sobrevivir. Lo que se intenta es salvar
más vidas, no dejar morir a una persona. Es una acción analógica,
no es por tanto lo mismo, a la de doble efecto, que el Catecismo de
la Iglesia Católica considera moralmente lícita: se procura la vida,
aunque se prevé la muerte; ésta es inevitable en un paciente; no
es una acción voluntaria del personal médico, y no equivaldría a
la eutanasia. Se quiere el bien, no el mal. (cf CATIC 2263). Quizá
falte explicitar más los criterios a seguir, como proporcionalidad y
posibilidades de éxito.
PENSAR
Dios nos hizo a todos a su imagen y semejanza (cf Gén 1,27).
Por tanto, no debe haber discriminación de personas por ningún
motivo. Todos valemos lo mismo. Esto es ética básica. Jesús
nos insiste en el principio fundamental del amor entre unos y
otros (cf Jn 13,34-35). Y nos dice: “Traten a los demás como
ustedes quieren que ellos los traten” (Lc 6,31). Esto es ética de
la más noble. Sin embargo, su ética es sublime, divina, pues dio
la vida por nosotros, aunque no lo merecíamos (cf Rom 5,8), y
nos dice que la máxima prueba de amor es dar la vida para que
otros tengan vida (cf Jn 15,13). Esto puede implicar renunciar,
por ejemplo, a recibir un respirador mecánico, exponiéndose a la
propia muerte, para que se lo asignen a otro y éste viva. Esto es
más que ética; es amor a lo divino.
La Dimensión de Vida, de nuestra Conferencia Episcopal, que
preside Mons. José Jesús Herrera Quiñónez, obispo de Nuevo
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D i o s e I g l e s i a
CasasGrandes,emitióunimportantedocumentoalrespecto,ycita
lo que dice la Pontifica Academia para la Vida: “Las condiciones
de emergencia en las que se encuentran muchos países pueden
llegar a obligar a los médicos a tomar decisiones dramáticas y
lacerantes para racionar los recursos limitados, que no están
disponibles para todos al mismo tiempo. En ese momento, tras
haber hecho todo lo posible a nivel organizativo para evitar el
racionamiento, debe tenerse siempre presente que la decisión
no se puede basar en una diferencia en el valor de la vida
humana y la dignidad de cada persona, que siempre son iguales
y valiosísimas. La decisión se refiere más bien a la utilización
de los tratamientos de la mejor manera posible en función de
las necesidades del paciente, es decir, de la gravedad de su
enfermedad y de su necesidad de tratamiento, y a la evaluación
de los beneficios clínicos que el tratamiento puede lograr, en
términos de pronóstico. La edad no puede ser considerada como
el único y automático criterio de elección, ya que si fuera así
se podría caer en un comportamiento discriminatorio hacia
los ancianos y los más frágiles. Además, es necesario formular
criterios que sean, en la medida de lo posible, compartidos y
argumentados, para evitar la arbitrariedad o la improvisación
en situaciones de emergencia, como nos ha enseñado la medicina
de catástrofes” (30-III-2020).
ACTUAR
Es de justicia exigir al gobierno que suspenda algunos de sus
proyectos insignias y destine esos recursos a comprar más
ventiladores mecánicos y otros implementos médicos de primera
necesidad, pues son prioritarias la salud y la vida. Y oremos por
el personal médico, para que el Espíritu Santo les asista con el
don de la sabiduría, la prudencia y la fortaleza.
44 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
¿LAS MISAS VIRTUALES SON REALES?
(20 de mayo de 2020)
VER
Es la pregunta que le hicieron a un apreciado sacerdote, muy
preparado, en un programa virtual sobre asuntos relacionados
con la pandemia, y su respuesta fue tajante: ¡No son reales!
Le escribí haciéndole ver que tendría que haber hecho algunas
precisiones, porque, con su afirmación, pareciera que la Misa
por vía electrónica no es real, y que, por tanto, no sirve. El es
un sacerdote, por otra parte, muy valioso y muy creativo para
evangelizar.
En días pasados, algunos grupos de otros países, con influencia
en el nuestro, difundieron un texto reclamando a los obispos que
les devolviéramos la Misa, que ya quieren recibir la comunión,
que los estamos dejando sin este alimento. ¡Como si nosotros
fuéramos los culpables de la nocividad del coronavirus! ¡Como
si no hubiera otras formas de comulgar con Cristo! Siempre
podemos comulgar con El de muchas otras formas, no sólo por la
Eucaristía. Menos mal que ya nos estamos preparando para dar
los pasos convenientes hacia la nueva normalidad, pues ya se van
a empezar a abrir los templos y celebrar las Misas con presencia
física de fieles, dependiendo de que los respectivos municipios
hayan sido declarados sin contagios y de que se tomen las
medidas pertinentes de cuidado higiénico.
Pero, volviendo a la pregunta inicial, ¿las Misas virtuales son o no
son reales? Claro que son reales, sirven, alimentan, fortalecen el
espíritu, e incluso forman comunidad, aunque sea virtual. No son
lo que debe ser en tiempos normales, pero en estas restricciones
por la pandemia, son una forma real de acercarnos al misterio de
Cristo y de la Iglesia.
45S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
PENSAR
La presencia de Jesús en la Misa, en la Hostia consagrada, es
una presencia real, pero no física; no es como cuando estuvo en
Israel hace dos mil años; es una presencia sacramental, es decir,
está presente por medio de los signos del pan y del vino; es una
presencia mística, sobrenatural, suprasensorial. Tengamos en
cuenta, por otra parte, que, en la Misa, además de la presencia
de Jesús en las especies eucarísticas de pan y vino, está también
presente en su Palabra, en la asamblea reunida, en la persona
del ministro que preside, como dice claramente el Concilio
Vaticano II en su Constitución sobre la Liturgia (cf SC 7). En
las misas virtuales, la presencia de Jesús es real, porque se
escucha su Palabra, hay un sacerdote u obispo que preside, hay
una comunidad virtual; lo único que falta es la inmediatez de
las especies eucarísticas de pan y vino consagrados. En la misa
virtual, para los conectados a la red, hay una presencia real de
Jesús, aunque no es sacramental; es decir, falta la comunión con
la hostia consagrada. Pero esto no hace menos real la presencia
de Jesús. Falta, por otra parte, la asamblea de fieles con cercanía
de carne y hueso, como debe ser, que por ahora no es posible.
Pero la relación virtual entre quienes siguen la transmisión es una
comunióndepersonas,quenoesdespreciable.Escomounsaludo,
un abrazo, un beso virtuales; son reales, pero les falta la cercanía
corporal. En tiempos normales, sin esta pandemia, los enfermos,
ancianos y discapacitados siguen la Misa por televisión. No les
podemos decir que se están haciendo tontos, que se alimentan,
perdón por la expresión, con comida “chatarra”. Reciben un
verdadero alimento de vida eterna, pues Dios se acerca realmente
a ellos. Si, además, les llevan la comunión, es lo máximo y lo
siempre deseable.
Jesús nos dice: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre
lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada”
(Jn 14,23). Esta es una presencia real, no física, sino mística,
sobrenatural, suprasensorial. La Misa virtual es real; hay una
46 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
presencia real de Jesús en la celebración que hace el sacerdote a
distancia, y en los fieles que la siguen con fe y devoción.
El Papa Francisco, en su mensaje para la 53 Jornada de las
Comunicaciones sociales, dice: “Desde que internet ha estado
disponible, la Iglesia siempre ha intentado promover su uso al
servicio del encuentro entre las personas y de la solidaridad
entre todos. La red es un recurso de nuestro tiempo. Constituye
una fuente de conocimientos y de relaciones hasta hace poco
inimaginable.
Las redes sociales sirven para que estemos más en contacto,
nos encontremos y ayudemos los unos a los otros. El contexto
actual nos llama a todos a invertir en las relaciones, a afirmar
también en la red y mediante la red el carácter interpersonal de
nuestra humanidad. Los cristianos estamos llamados con mayor
razón, a manifestar esa comunión que define nuestra identidad
de creyentes. Efectivamente, la fe misma es una relación, un
encuentro; y mediante el impulso del amor de Dios podemos
comunicar, acoger, comprender y corresponder al don del otro”.
Sin embargo, el Papa advierte los peligros del mal uso de
internet y de las redes, como la divulgación de noticias falsas, el
aislamiento, el individualismo, la no cercanía entre las personas,
vivir en las nubes, encerrarse en uno mismo, sin compromiso
real con la vida y con los demás, sobre todo con los pobres. Por
eso, dice: “El uso de las redes sociales es complementario al
encuentro en carne y hueso, que se da a través del cuerpo, el
corazón, los ojos, la mirada, la respiración del otro. Si se usa la
red como prolongación o como espera de ese encuentro, entonces
no se traiciona a sí misma y sigue siendo un recurso para la
comunión. Si una familia usa la red para estar más conectada y
luego se encuentra en la mesa y se mira a los ojos, entonces es
un recurso. Si una comunidad eclesial coordina sus actividades
a través de la red, para luego celebrar la Eucaristía juntos,
entonces es un recurso. Si la red me proporciona la ocasión para
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D i o s e I g l e s i a
acercarme a historias y experiencias de belleza o de sufrimiento
físicamente lejanas de mí, para rezar juntos y buscar juntos el
bien en el redescubrimiento de lo que nos une, entonces es un
recurso”.
Enunarecientecatequesissobrelaoración,dijoelPapaFrancisco:
“Dios está siempre cerca de la puerta de nuestro corazón y
espera que le abramos. Y a veces llama al corazón, pero no es
invasor: espera. Siempre cerca de nuestro corazón, y cuando
llama lo hace con ternura y con tanto amor. Tratemos todos de
rezar de esta manera, entrando en el misterio de la Alianza. A
meternos en oración entre los brazos misericordiosos de Dios, a
sentirnos envueltos por ese misterio de felicidad que es la vida
trinitaria, a sentirnos como invitados que no se merecían tanto
honor” (13-V-2020).
El Papa no está hablando de la Misa, ciertamente, sino de la
oración, que podemos hacer en casa, o en cualquier parte. Esta
oración, de la que habla el Papa, nos introduce en lo más profundo
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. No es Misa, no es
comunión eucarística, pero esa oración es una comunión real. Si
podemos lograr esta comunión con Dios en la oración personal,
con más razón en la oración litúrgica por excelencia, que es la
Misa, aunque la sigas en forma virtual. Si abres tu corazón al
Señor, logras la comunión espiritual con El, comunión que es
verdadera, real y profunda. Si la oración logra una comunión real
con Cristo, con más razón lo logra la Misa, aunque sea virtual,
si participas en ella no como en un espectáculo, sino con alma,
cuerpo y mente.
Para cuando pase esta pandemia, muchos están solicitando que
se sigan transmitiendo las Misas, como hacemos ahora. Hay que
analizarlo pastoralmente. Conviene seguir las transmisiones,
siempre y cuando no sean un recurso para los flojos e
individualistas, para esos que quieren cerrarse en su casa, en
su grupo, en su círculo social, como los que siguen insistiendo
48 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
en pedir el bautismo de sus hijos para ellos solos, un bautismo
“especial”, porque no se quieren juntar con el resto del pueblo,
sobre todo no quieren mezclarse con los pobres. Para esos, no
sirven las misas virtuales. Pero para quienes no tienen otra forma
de vivir la Eucaristía dominical, como muchos paisanos que
viven en Estados Unidos, a quienes se les complica mucho ir
a una Misa en castellano con toda la familia, para ellos, y para
otras personas en circunstancias semejantes, las misas virtuales
seguirán siendo un alimento de vida eterna, con una presencia
real de Jesús en sus corazones, esperando que hagan lo posible
por participar en forma presencial en las celebraciones, pues
allá también deben ser parte visible y tangible de la comunidad
parroquial.
ACTUAR
Si participas en una Misa virtual, deja de lado otras ocupaciones;
concéntrate en lo que vives; sigue las posturas indicadas para
cada momento; escucha con atención la Palabra de Dios; haz
oración en unión con la comunidad virtual, adora al Señor y haz
la intención de recibirlo en tu corazón. Si estás con tu familia,
reúnanse y sean una “iglesia doméstica”, no estén cada quien
en su cuarto, sólo viendo de reojo la celebración y haciendo
otras cosas al mismo tiempo. Hay que darle la importancia que
merece, pues el Señor quiere estar en tu vida. Si participas con fe
y devoción, el Señor está realmente contigo.
49S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
HAY OTRAS FORMAS DE COMULGAR
(27 de mayo de 2020)
VER
Muchas personas están ansiosas por que pronto se abran las
iglesias, para que puedan participar en las Misas y, sobre todo,
recibir la comunión sacramental. Es un deseo legítimo y ojalá
que, cuando pase lo más álgido de la pandemia por el coronavirus,
esa hambre eucarística sea saciada. Es un derecho de los fieles
y los pastores anhelamos que esa ansia por recibir la Eucaristía
sacramental sea incrementada y profundizada.
Sin embargo, parece que no se ha dado la debida importancia a
otras formas que tenemos para comulgar con Cristo. Aún más,
pareciera que, para algunos, recibir la Hostia consagrada es la
única manera de estar unidos a El. Y no es así, como lo veremos
adelante.
Cuando el Papa Francisco, en el estadio de Tuxtla Gutiérrez, el
15 de febrero de 2016, se encontró con las familias, una mujer,
que vive en situación irregular con su esposo, pues no se pueden
casar por la Iglesia, expresó que ellos, aunque no pueden recibir la
comunión eucarística, sienten la cercanía de Jesús cuando visitan
a los presos y a los enfermos. El Papa le contestó: “Ustedes
rezan, van con Jesús y están integrados en la vida de la Iglesia.
Usaron una linda expresión: comulgamos con el hermano débil,
el enfermo, el necesitado, el preso. Gracias, gracias”. Eso es: la
comunión con los demás, sobre todo con los pobres y con cuantos
sufren, es una perfecta comunión con Cristo.
PENSAR
Podemos lograr una real y profunda comunión con Dios cuando
hacemos oración, que no es sólo rezar fórmulas de memoria, sino
platicar con El, abriéndole nuestro corazón. Podemos comulgar
también escuchando con toda el alma su Palabra, meditando en
serio lo que nos dice una sola de sus frases, que encontramos
50 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
en la Sagrada Escritura. Podemos comulgar admirando la obra
de la creación, extasiados ante su belleza, orden y perfección.
Podemos comulgar, sobre todo, amando y sirviendo a los demás,
como nos enseña la Palabra de Dios.
Cuando Jesús se aparece a Pablo en el camino a Damasco, le
pregunta: “Por qué me persigues?” (Hech 9,4). Pablo no
perseguía personalmente a Jesús, sino a los cristianos, pero Jesús
se identifica con sus seguidores, sobre todo con los perseguidos.
Por tanto, te acercas a Jesús cuando te acercas con amor a los
demás, empezando por tu familia.
Cuando Jesús nos dice de qué se nos juzgará ante el trono de
Dios, declara con toda nitidez que dar de comer al hambriento,
vestir al desnudo, visitar al enfermo y al preso, recibir al migrante,
es hacerlo personalmente a El; y no hacerlo con ellos, es no
hacerlo con El (cf Mt 25,31-46). Por tanto, si alguien va a Misa
y comulga todos los días, pero nada hace por estas personas,
no está comulgando integralmente con Jesús. Le falta lo que es
decisivo para entrar o no al cielo: el amor, pues Dios es amor, y
no sólo un rito.
Jesús critica al sacerdote y al levita del Antiguo Testamento,
porque eran muy piadosos en el templo, escuchaban la Biblia
y cantaban salmos, pero nada hicieron por el herido que estaba
tirado al borde del camino. En cambio, aplaude al samaritano que
no practicaba esos ritos, pero hizo cuanto pudo por el herido (cf
Lc 10,25-37).
Una mujer alaba a la Madre de Jesús, porque lo llevó en su seno y
lo alimentó. Pero Jesús advierte que la verdadera grandeza de su
Madre es escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios (cf Lc
11,27-28). Es decir, si la Virgen María sólo hubiera engendrado,
alimentado y tenido en sus brazos a Jesús, pero no hubiera
visitado y ayudado a su prima Isabel, si no se hubiera preocupado
por los novios que ya no tenían vino, si no hubiera estado de pie
en el Calvario, no sería realmente grande e importante. Por tanto,
si alguien diariamente comulga en Misa, pero nada hace por los
demás, algo muy importante le está faltando.
51S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
El Papa Benedicto XVI, en su Encíclica Deus caritas est, dice
al respecto: “En el culto mismo, en la comunión eucarística,
está incluido a la vez el ser amados y el amar a los otros. Una
Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor es
fragmentaria en sí misma” (No. 14). “Se ha de recordar de
modo particular la gran parábola del Juicio final (cf. Mt 25, 31-
46), en el cual el amor se convierte en el criterio para la decisión
definitiva sobre la valoración positiva o negativa de una vida
humana. Jesús se identifica con los pobres… Amor a Dios y amor
al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos
a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” (Ibid 15). Y
comentando la cita de 1 Jn 4,20, afirma: “El amor del prójimo es
un camino para encontrar también a Dios, y cerrar los ojos ante
el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios” (Ibid 16).
En su Exhortación Sacramentum caritatis, afirma lo mismo:
“Los fieles tengan una actitud coherente entre las disposiciones
interiores y los gestos y las palabras. Si faltara ésta, nuestras
celebraciones, por muy animadas que fueren, correrían el
riesgo de caer en el ritualismo. Así pues, se ha de promover una
educación en la fe eucarística que disponga a los fieles a vivir
personalmente lo que se celebra” (No. 64). “La comunión tiene
siempre y de modo inseparable una connotación vertical y una
horizontal: comunión con Dios y comunión con los hermanos y
hermanas. Las dos dimensiones se encuentran misteriosamente
en el don eucarístico. Donde se destruye la comunión con Dios,
que es comunión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo,
se destruye también la raíz y el manantial de la comunión con
nosotros. Y donde no se vive la comunión entre nosotros, tampoco
es viva y verdadera la comunión con el Dios Trinitario” (Ibid
76). Y repite lo que ya nos había dicho en otra de sus Encíclicas:
“Una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor
es fragmentaria en sí misma” (Ibid 82). Agrega: “La Eucaristía
impulsa a todo el que cree en Él a hacerse pan partido para
los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más justo y
fraterno” (Ibid 88). “El Señor Jesús, Pan de vida eterna, nos
apremia y nos hace estar atentos a las situaciones de pobreza
en que se halla todavía gran parte de la humanidad” (Ibid 90).
52 S a r s - C o V 2
D i o s e I g l e s i a
ACTUAR
Ojalá pronto todos puedan participar en las Misas, sobre todo
dominicales, para que se alimenten del Pan de la Palabra y del
Pan Eucarístico. Pero tengamos en cuenta que, hoy y siempre,
hay otras formas de comulgar con el Señor.
CÓMO ORAR EN MOMENTOS CRITICOS
(3 de junio de 2020)
VER
Hablo de esto no de memoria, sino por experiencia personal. El
pasado fin de semana, fui víctima indirecta de unos asaltantes
armados que perseguían en vehículos a un pequeño comerciante a
quien querían robar. Coincidió que en ese momento yo transitaba
con mi familia por la misma carretera, y una bala atravesó el
parabrisas de mi vehículo, insertándose una parte de la bala en
mi cuello, sin afectar, milagrosamente, cuerdas bucales, más
algunos vidrios en mi mano derecha. Después de reponernos
de la impactante impresión y de continuar nuestro camino hasta
encontrar atención médica, decidimos orar con el Rosario, que
ofrecimos por los delincuentes y por sus víctimas. La oración nos
ha sostenido en paz y serenidad.
En mis largos años de presbítero, y sobre todo de obispo en
Chiapas, hubo momentos muy difíciles, no sólo por problemas
sociales y políticos, sino sobre todo por conflictos intra eclesiales,
que son los que más duelen y preocupan. Si no hubiera sido por
la oración ante el Sagrario, en varias ocasiones habría “tirado la
toalla”.
Hay personas que se han alejado de Dios y de la Iglesia, porque
dicen que le pidieron a Dios que no falleciera alguno de sus
seres queridos, y falleció; suplicaron que no les pasaran ciertos
males, y les acontecieron; oraron por encontrar trabajo, y no lo
hubo; rezaron por pasar un examen, y lo reprobaron. Se imaginan
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SARS-CoV-2, Dios e Iglesia, por Felipe Arizmendi

  • 1. + Felipe Arizmendi Esquivel SARS - CoV-2, Dios e Iglesia SARS - CoV-2, Dios e Iglesia
  • 2. SARS-CoV-2, DIOS E IGLESIA + Felipe Arizmendi Esquivel
  • 3.
  • 4. 3S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a P R E S E N T A C I Ó N El Papa Francisco, en una memorable tarde lluviosa del 27 de marzode2020,enlavacíaPlazadeSanPedro,conunameditación bíblica y una oración ante el Santísimo, nos ayudó a iluminar el momento que la humanidad empezaba a vivir, por la pandemia del SARS-CoV-2. Selecciono un párrafo de su meditación, que da sentido a este libro. “Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas, llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio (cf Mc 4,35-41), nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”. Con la intención de confortarnos mutuamente, comparto estos artículos que he escrito para diversos medios. Pido al Espíritu Santo y a nuestra Madre, la Virgen María, que nos ayuden a hacer lo que nos corresponde, para enfrentar juntos esta pandemia y salir con la victoria de Cristo crucificado y resucitado. + Felipe Arizmendi Esquivel Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas
  • 5. ÍNDICE: SARS-CoV-2, DIOS E IGLESIA + Felipe Arizmendi Esquivel Presentación …………………………………………………. 3 1. Coronavirus, o nuestra fragilidad …………...………… 6 2. Recursos espirituales ante la pandemia ……...………... 9 3. El COVID-19, ¿castigo de Dios? …..……..………….. 12 4. Jueves Santo con COVID-19 ……….…..…….……… 15 5. Vigilia Pascual con Coronavirus ………….………….. 18 6. Ante la pandemia, ¿sirve rezar? …….……..…………. 23 7. ¿Qué hace la Iglesia ante la pandemia? …..….………. 27 8. Misas sin fieles …………………………….…...…….. 31 9. Dios rebasa tiempos y espacios …………...…………. 35 10. Implicaciones éticas del triaje ……………......……… 40 11. ¿Las Misas virtuales son reales? …………...………… 44 12. Hay otras formas de comulgar ……………………….. 49 13. Cómo orar en momentos críticos …..………………… 52 14. Ante el COVID-19, ¿qué ofrece la Iglesia? ………….. 55 15. El mejor antivirus, la solidaridad ..…………..……….. 58 16. La perenne normalidad eucarística ……………..……. 60 17. Ante la enfermedad y la muerte ……………………… 63 18. La nueva normalidad del corazón ……..……..………. 67 19. Cercanía física o virtual ……………...…………….… 71 20. Yo hago lo que quiero ………………………...……… 74 21. ¡Para qué tanto rezar! ……………………...…………. 76 22. Comunión en la mano ………………………...……… 79
  • 6. 23. Retorno a la simplicidad …………………………...… 81 24. Sanar pandemias ……………………….......………… 84 25. Misas On line ………….………….……..…………… 87 26. El ministerio homilético ……………………….…........90 27. ¡“Concretezza”! ………………...…….…....……....... 93 28. Pandemia y ecología …………………………………. 96 29. Otras pandemias ………………..…………………..… 98 30. Sofalización de la Misa ……………………..………. 101 31. Vacunas con fetos abortados ……...…………...……. 104 32. Solidaridad ante la pandemia ………...……...……… 107 33. Hacia una Navidad diferente ……...………………… 110 34. ¿Un año perdido? ………………………...…………. 113
  • 7. 6 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a CORONAVIRUS, O NUESTRA FRAGILIDAD (18 de marzo de 2020) VER Incalculables afectaciones está produciendo la pandemia del COVID-19. Hay temor y, sobre todo, incertidumbre ante lo que pueda venir. Los contagios se multiplican y las defunciones aumentan. Todos nos sentimos obligados a cambiar nuestros planes, para adecuarnos a la realidad. Y Dios, ¿dónde está? ¿Qué tiene que ver en todo esto? Hace más de diez años, cuanto tuvimos la crisis del virusAH1N1, muchísimomenorquelapresente,variosnoledieronimportancia, calificando lo que decían los medios informativos y los gobiernos como un simple distractor, una jugada política. Sin embargo, las muertes de entonces fueron reales y contantes. En mi anterior diócesis, un hermano religioso, que traía algunos problemas pulmonares, falleció, pues todo se le complicó. Varias personas mayores de edad, y algunas mujeres embarazadas, murieron, por complicaciones que se conjugaron con otras enfermedades que padecían. No de todos los casos se dio información, pero los efectos mortíferos fueron comprobados. Ahora, no faltan irresponsables que toman a broma la situación y no le dan la importancia que merece. Hay quienes difunden fake news, noticias falsas, que descontrolan y hacen mucho daño a la comunidad. Parecen adolescentes caprichudos, antojadizos e inventivos, que podrían ocupar sus capacidades en cosas más positivas. Con la salud y la vida, no se juega. Como se han impuesto restricciones para las prácticas religiosas comunitarias, no falta quien adjudica esto a una persecución de la masonería contra la Iglesia… ¡Por favor! Qué poca información tienen. Esto no es un asunto religioso, sino de salud global.
  • 8. 7S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a Entonces, ¿Dios nada tiene que ver en esto? Culparlo como si El nos hubiera enviado esta bestia apocalíptica, y como si el ser humano no fuera responsable, es tener la idea de un Dios castigador, vengativo y antihumano. Nada de eso. Dios está en todo, pero nos deja completa libertad. Sin El, no viviríamos. Pero nos hizo capaces de construir este mundo conforme nosotros queramos, aunque nunca está ausente y lejano. Si queremos, podemos dejarnos guiar por su Palabra, y entonces las cosas marcharían mucho mejor. Pero si no le hacemos caso, si endiosamos el dinero, la ciencia, la tecnología, el progreso, el disfrute de todo sin ética, sin moral, sin principios trascendentes, nosotros mismos provocamos el caos. El nos pone en frente el agua y el fuego; nosotros podemos meter la mano a lo que queramos, y hemos de asumir nuestra responsabilidad. Aumentan los casos de cáncer, no por castigo de Dios, sino por usar tantos químicos, cuando importa más el dinero que la salud. Vino la plaga del VIH no por culpa de Dios, sino por no hacerle caso y llevar una vida inmoral. La droga y el alcohol pueden ser benéficos para la salud y la vida, pero si se consumen en forma indebida, generan daños de todo tipo. No le echemos a Dios las culpas de las que nosotros somos responsables. Si en China, como me afirmó una doctora, quisieron hacer experimentos que se les salieron de control y provocaron este virus, Dios nos asiste y nos acompaña, porque es un buen padre que está cerca de sus hijos aunque se equivoquen, pero la responsabilidad es humana, también si no tomamos las precauciones debidas. PENSAR En su homilía del pasado Miércoles de Ceniza, el Papa Francisco dijo: “Comenzamos la Cuaresma recibiendo las cenizas: “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás” (cf. Gn 3,19). El polvo en la cabeza nos devuelve a la tierra, nos recuerda que procedemos
  • 9. 8 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a de la tierra y que volveremos a la tierra. Es decir, somos débiles, frágiles, mortales. Respecto al correr de los siglos y los milenios, estamos de paso; ante la inmensidad de las galaxias y del espacio, somos diminutos. Somos polvo en el universo. Pero somos el polvo amado por Dios. Al Señor le complació recoger nuestro polvo en sus manos e infundirle su aliento de vida (cf. Gn 2,7). Así que somos polvo precioso, destinado a vivir para siempre. Somos la tierra sobre la que Dios ha vertido su cielo, el polvo que contiene sus sueños. Somos la esperanza de Dios, su tesoro, su gloria. La ceniza nos recuerda así el trayecto de nuestra existencia: del polvo a la vida. Somos polvo, tierra, arcilla, pero si nos dejamos moldear por las manos de Dios, nos convertimos en una maravilla. Y aún así, especialmente en las dificultades y la soledad, solamente vemos nuestro polvo. Pero el Señor nos anima: lo poco que somos tiene un valor infinito a sus ojos. Ánimo, nacimos para ser amados, nacimos para ser hijos de Dios. No podemos vivir para ir tras el polvo que se desvanece. Si vivo para las cosas del mundo que pasan, vuelvo al polvo, niego lo que Dios ha hecho en mí. Si vivo sólo para traer algo de dinero a casa y divertirme, para buscar algo de prestigio, para hacer un poco de carrera, vivo del polvo. Valemos mucho más, vivimos para mucho más: para realizar el sueño de Dios, para amar. Los bienes terrenos que poseemos no nos servirán, son polvo que se desvanece, pero el amor que damos —en la familia, en el trabajo, en la Iglesia, en el mundo— nos salvará, permanecerá para siempre” (26-II-2020). ACTUAR Oremos mucho al Señor, dueño de la vida y de la historia, que nos ilumine y nos fortalezca con su Espíritu, para volver a lo
  • 10. 9S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a esencial: dejarnos amar por nuestro Padre Dios, amarlo a El sobre todas las cosas, amarnos unos a otros, evitando dañar a otros con nuestros males y nuestras imprudencias, ayudar a los enfermos, ancianos y más débiles, y acatar las indicaciones que nos vayan dando nuestras autoridades civiles y religiosas. Eso es lo que Dios nos pide en este momento. Y que la Virgen María, auxilio de afligidos y salud de enfermos, nos acompañe con su intercesión. RECURSOS ESPIRITUALES ANTE LA PANDEMIA (25 de marzo de 2020) VER Ante la descontrolada pandemia del COVID-19, con cientos de miles infectados y defunciones que aumentan por millares, con tantas restricciones que han impuesto las autoridades civiles en muchos países; teniendo en cuenta, por otra parte, las medidas sanitarias que se han aconsejado y que nos esforzamos por poner en práctica, dando al problema su real dimensión, ¿qué recursos espirituales tenemos? ¿Qué está haciendo la Iglesia para no sólo consolar a los creyentes, sino también para ayudar a solucionar el mal? En muchas partes se han cerrado los templos para evitar que la gente acuda a orar y de esta forma se propaguen los contagios; en otras, permanecen abiertos para que se pueda orar ante el Sagrario y ante las imágenes devocionales, teniendo los debidos cuidados de limpieza y no aglomeración. La oración es un recurso de una fuerza y eficacia increíbles, cuando se hace con fe y perseverancia. En todo el mundo, los sacerdotes y obispos seguimos celebrando diariamente la Santa Misa por las intenciones y necesidades de los fieles, aunque sea sin su presencia física, muchos de ellos siguiendoencasasutransmisiónpordistintosmedioselectrónicos. No se puede recibir físicamente la comunión eucarística, pero
  • 11. 10 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a siempre hay el recurso de recibirla en forma espiritual, es decir con el deseo de que el Señor venga realmente a nuestra vida. El sacramento es un signo eficaz de la presencia del Resucitado, pero el Señor ve tu corazón y puede hacerse presente en tu vida, si no puedes recibirlo físicamente. Dios no tiene restricciones y trasciende muros y fronteras. Hay quienes menosprecian la oración y las celebraciones sacramentales ante la pandemia, incluso se burlan de nosotros, como si fuéramos unos ignorantes y atrasados, diciendo que esto es cosa de la ciencia, de la salud, de la tecnología, y que nada tiene que ver lo religioso. Los respetamos, pero esperamos que nos respeten. Quien no tiene fe, sólo valora lo que tiene frente a su nariz, lo que palpa, mide y pesa. Nosotros tenemos además otra visión, que trasciende lo material, lo inmediato, y nos conecta con lo trascendente e invisible, pero que es real y efectivo, con la Realidad de las realidades, con la Verdad de las verdades, que es Dios y todo su plan de salvación en Cristo. PENSAR El Papa Francisco nos da ejemplo de tomar en serio el problema mundial del Coronavirus. Ha suspendido muchos de sus compromisos y limitado otros. Nos comparte diariamente la Misa que celebra en Santa Marta, y que ofrece por todos, en especial por quienes más sufren. Ha invitado a todo el mundo, también de otras religiones, a unirnos este miércoles en la recitación del Padre nuestro a las 12 horas de Roma (cinco de la mañana en México), y que podemos rezar a las 12 de nuestro país, o en cualquier hora, pues Dios no depende de usos horarios. Además, el próximo viernes 27, a las 18 horas de Roma (once de la mañana en México), presidirá una como Hora Santa ante el Santísimo Sacramento, en el frente de la Plaza de San Pedro, que estará vacía, y al final dará la bendición Urbi et Orbi, a la ciudad de Roma y al mundo, con la posibilidad de obtener la Indulgencia Plenaria.
  • 12. 11S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a ¿En qué consiste ésta? En beneficiarnos sin medida del tesoro de gracia que nos viene de Jesucristo Redentor y de la santidad de su Iglesia; sólo se pide que tengas fe, pues Dios no tiene medida para su misericordia. La autoridad suprema de la Iglesia puede administrar ese tesoro de gracia, porque Jesús confió a Pedro la llave para abrir las puertas del cielo. Si seguimos, por radio o televisión, esa oración con el Papa, podemos obtener dicha indulgencia, siempre y cuando estemos en gracia de Dios, rechazando de corazón el pecado. De ordinario, se requiere la confesión sacramental, pero como ahora no se puede, se hace el compromiso de confesarse tan pronto sea posible. Esta oración equivale a una visita ante el Santísimo, ahora que no se puede hacer de otra forma. Si alguien no se puede sintonizar a esta hora, hágalo espiritualmente cuando pueda, y Dios ve su corazón. O si ve después el video, ya no en vivo, únase a esta intención y Dios le escucha. Lo importante es orar. La Penitenciaría Apostólica, por disposición del Papa, concede también la Indulgencia Plenaria a “aquellos fieles que ofrezcan la visita al Santísimo Sacramento, o la Adoración Eucarística, o la lectura de la Sagrada Escritura durante al menos media hora, o el rezo del Santo Rosario, o el ejercicio piadoso del Vía Crucis, o el rezo de la corona de la Divina Misericordia, para implorar a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a sí”. La visita al Santísimo y la Adoración Eucarística se pueden hacer por internet, pues por ahora no se puede de otra forma. Así las pueden hacer tantos los enfermos, como médicos y enfermeras, personas que cuidan a los infectados y fieles en general. No hay restricción para obtener esa gracia, ese recurso espiritual. Lo demás, se puede hacer perfectamente en casa. La única condición para obtener la indulgencia es estar en gracia de Dios, como se dijo antes. Esto es algo de lo mucho que la Iglesia hace por la solución de la pandemia: su aporte espiritual, que tiene su eficacia, sólo visible
  • 13. 12 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a para Dios y para quienes tenemos fe. Oramos por los agentes sanitarios, por los gobernantes y los científicos, para que el Señor los ilumine y fortalezca en su propio servicio. ACTUAR Pongamos todos los recursos de nuestra fe, sacramentos y oraciones, al servicio de la salud integral de todo el mundo. Con nuestras plegarias y sacrificios, podemos ayudar mucho. EL COVID-19, ¿CASTIGO DE DIOS? (1 de abril de 2020) VER No faltan quienes así lo consideran. Incluso un obispo, mayor de edad, que se ha distinguido por rechazar hasta las reformas conciliares, afirma que es un castigo divino, entre otros motivos, por dar la Comunión eucarística en la mano, y porque sigue calificando como idolatría el rito realizado en los jardines vaticanos antes del Sínodo Panamazónico. Ya hemos dicho que no fue adoración, que no hubo idolatría, que no estuvo una imagen de la Pachamama, sino que fue una oración a Dios con símbolos indígenas, con una representación de la fecundidad de la “madre tierra”, pero… ¡cámbiale ideas fijas! Y si un obispo califica esta pandemia como castigo de Dios, ¡qué esperamos de otras personas! Que Dios nos puede castigar por tantos pecados de la humanidad, lo puede hacer. Que mereceríamos su castigo, es indudable. Que muchos se han olvidado de Dios y se han endiosado a sí mismos, es cierto. Que en la Biblia se narran castigos enviados por Dios, es verdad. Basta recordar el diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra, las plagas de Egipto, las serpientes venenosas en el desierto contra los rebeldes israelitas, etc. Recuerdo que el primer
  • 14. 13S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a obispo de Toluca, allá por el año 1952, decía frecuentemente: “¡Qué tiempos tan calamitosos nos ha tocado vivir…” Si viviera hoy, se infartaría al ver tanto pecado, tanta apostasía, tanto libertinaje, tanto crimen… Que se ha llegado a calificar como triunfo, como liberación, como modernidad, el que cada quien haga lo que quiera sin ningún control moral, es algo que merecería un escarmiento de parte de Dios, a ver si recapacitamos; pero afirmar que esta pandemia es castigo divino, sólo El nos lo podría revelar, o darnos señales claras de que El la mandó. ¿Quiénes somos nosotros para conocer a profundidad los designios de Dios, para atribuirle directamente a El lo que nos está pasando? Ni el Papa se atreve a afirmar esto. Dios conoce todo y permite que sucedan las cosas, porque respeta nuestra libertad, también para equivocarnos. En esto hay irresponsabilidades humanas, y no tenemos por qué culpar a Dios. Entonces, ¿por qué lo permite? Ciertamente para nuestro bien, para que reflexionemos y enderecemos el rumbo de la vida; nunca para nuestro mal. Dios nos ama y nos lo ha manifestado claramente en Jesús. Por otra parte, muchísima gente se ha acercado más a Dios y ha empezado a reflexionar. Millones seguimos la oración del Papa en la Plaza de San Pedro, no como espectáculo, sino como verdadera meditación y súplica al Señor y a la Virgen María. En mi pueblo, que es chiquitito y con pocos recursos tecnológicos, el domingo pasado se trasmitió, por Facebook, la Misa que celebré en el templo parroquial, con sólo siete fieles, pero se conectaron en vivo 1,732 personas, desde Estados Unidos, Ciudad de México, Toluca, Chiapas, y los mismos pobladores. Ningún domingo tenemos tanta gente en el templo, donde caben no más de 400 personas. Cierto que no es lo mismo participar de la Misa en forma presencial, que por estos medios electrónicos. No se hace por comodidad y flojera, sino por necesidad. Es por cuidar tu
  • 15. 14 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a salud, que es lo que Dios quiere. Es una gracia que tengamos estos recursos tecnológicos, que nos acercan a los misterios divinos. Además, Dios no depende de distancias, sino que llega a ti dondequiera que estés, siempre y cuando tengas el corazón dispuesto. La gloria de Dios, como decía San Ireneo, es que el ser humano tenga vida, no que la expongamos y la perdamos. A Dios le importas tú, no tanto se importa a Sí mismo. Así es nuestro Dios, todo amor y misericordia. No quiere esclavos, sino hijos, a quienes ama con todo su ser. La Iglesia quiere cuidar a sus hijos, no exponerlos ante esta pandemia. PENSAR El Evangelio del domingo pasado nos ilustra muy bien cómo quiere Dios proceder con nosotros: ya no como en el Antiguo Testamento, sino como se nos manifiesta en Jesús. En vez de sumarse a quienes exigían matar a pedradas a una adúltera, como estaba escrito en la ley de Moisés para otros tiempos, él la perdona misericordiosamente, indicándole que ya no vuelva a pecar, que cambie de vida (cf Jn 8,2-11). Cuando le platican a Jesús que Pilato había asesinado a unos galileos, y él trae a colación los 18 aplastados por la torre de Siloé, no califica esos hechos como castigo de Dios, sino que son acontecimientos que nos deben servir de advertencia para convertirnos, para recapacitar, para enderezar lo que tengamos que modificar (cf Lc 13,1-5). Así se expresaba el Papa Francisco en su meditación del viernes pasado: “Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás” (27-III-2020). ¡Eso es! Jesucristo, por medio de su Vicario en la tierra, te invita
  • 16. 15S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a a reflexionar: ¿A qué das más valor: a tu cuerpo, a tus gustos, a tus pasiones, a tu dinero, a tus diversiones? ¿Qué tiempo le concedes a tu familia, a tu alma, a los demás, a Dios? No eres intocable por la pandemia; no eres inmortal y todopoderoso… ACTUAR Veamos la pandemia como una oportunidad de reflexionar, de hacer un alto en el camino de la vida, de dar importancia a lo que más vale: tu alma, tu familia, tu salvación eterna. Acércate más a Dios, lee más la Sagrada Escritura, arrepiéntete de corazón y confiésate cuando puedas, dale más tiempo a tu familia, preocúpate de los abandonados y haz el bien a quienes te necesitan. Así, sacarás provecho de esta situación. JUEVES SANTO CON COVID-19 (8 de abril de 2020) Celebramos este Jueves Santo en una forma inusual, sin presencia física de fieles en los templos, aunque con muchos recursos tecnológicos para acercarse a los misterios que conmemoramos en estos días. Estos son medios válidos para disfrutar la experiencia salvadora de Jesús. La tecnología es una mediación que nos acerca a Dios, pues El es espíritu y no se le puede encerrar en cuatro paredes, ni siquiera de edificios religiosos. Participar en forma virtual, estando cada quien en su casa, es legítimo y válido, pues no hay otra forma de hacerlo. Dios no tiene barreras; llega hasta tu corazón, si quieres. En años normales, por las mañanas, todos los obispos del mundo, encabezados por el Papa, celebramos la Misa Crismal en las catedrales. Se bendicen los aceites para ungir a los enfermos y a los que van a ser bautizados, como un signo de la presencia salvífica de Jesús para ellos. Se consagra el crisma, que es un aceite perfumado, para el Bautismo, la Confirmación, la ordenación de obispos y presbíteros, la dedicación de altares y templos, como un signo de consagración y dedicación al Reino de Dios.
  • 17. 16 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a Este año, en algunas partes, los obispos celebrarán la Misa Crismal en forma muy restringida, con la mínima presencia de ministros. Cuando pase la emergencia sanitaria, los párrocos podrán recoger esos aceites para sus comunidades. En muchas otras diócesis, se ha pospuesto esta celebración para la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, el 4 de junio, o para otra ocasión. En esa fecha, los sacerdotes renuevan sus compromisos que hicieron el día de su ordenación. Es un día con profundo sentido sacerdotal. La celebración más importante de hoy es la de la tarde, en que hacemos memoria sacramental de la Ultima Cena, cuando Jesús instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio, dio el mandato supremo del amor fraterno, y lo ejemplificó lavando los pies a sus apóstoles. Esta Misa se llevará a cabo no sólo en las catedrales, sino en todas las parroquias, también sin presencia física de fieles, y este año sin lavatorio de pies, para evitar contagios. Se puede participar conectándose en forma virtual a alguna de tantas transmisiones que se ofrecen. En la liturgia, los acontecimientos pasados se hacen presentes, actuales,vivos,pormediodelossignossacramentalesestablecidos por la Iglesia. Por tanto, no son sólo recuerdos, escenificaciones, evocaciones. Para quienes participamos en ellos con fe, son una actualización de los misterios; para quien no tiene fe, son ritos mágicos, costumbres, tradiciones, sin mayor trascendencia. En la celebración vespertina de este Jueves Santo, actualizamos lo que Jesús hizo la noche antes de su Pasión. Reunido con los Doce, les habla largamente sobre cómo quiere que vivamos sus discípulos. Siendo fiel a los ritos tradicionales de la Pascua judía, Jesús establece algo nuevo: la memoria perpetua de su propia Pascua, su muerte y resurrección, por medio de dos signos profundamente elocuentes, como son pan y vino. Por ellos, significa y perpetúa, con la fuerza transformante del Espíritu Santo, su entrega hasta la cruz y su presencia viva y permanente entre los suyos, como resucitado. Esto quiere decir que, en toda celebración de la Misa, en cualquier rincón de la tierra, en forma muy solemne o muy sencilla, Jesús actualiza su muerte y
  • 18. 17S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a resurrección. Recibir la comunión sacramental es apropiarse de ese misterio de amor, es beneficiarse de todo lo que implica la muerte y resurrección del Señor. ¡Qué dichosos somos! Ahora, no se puede recibir directamente, por las restricciones sanitarias, pero se puede hacer la intención de que él venga a tu corazón, y él se hace presente, pues para él no hay muros. Jesús instituye la Eucaristía, signo de su entrega por nosotros. Pero no lo hace para un recuerdo egoísta y espiritualoide de Sí mismo, sin incidencias en la vida práctica, sino para impulsarnos a hacer lo mismo que El hizo: entregarse a los demás, servir a los otros, pasar la vida haciendo el bien. Eso significa el lavatorio de los pies. Es la vocación de servicio que tenemos todos los bautizados, no sólo los sacerdotes y obispos. Jesús se entrega hasta dar la vida, hasta derramar su sangre, hasta ser molido en la cruz, como los granos de trigo y las uvas son triturados para ser comida y bebida. Es la mayor prueba de amor que nos ha dado. Es el camino que nos ha señalado a todos sus discípulos: amar y entregar nuestra vida al servicio de los demás. Esa es la vocación de los padres de familia: triturarse para que sus hijos tengan una vida digna. Esa es la vocación de los gobernantes, políticos y legisladores: despedazarse para que haya justicia, salud, trabajo, paz social, educación y bienestar integral de los ciudadanos. Esa es la vocación de médicos, enfermeras y demás agentes sanitarios: exponer su propia vida para salvar a los enfermos y a todos los que sufren diversas dolencias. Esa es la vocación de profesores y educadores: gastar sus energías en preparar clases, revisar tareas, escuchar a sus alumnos y procurar su crecimiento personal y social. Esa es la vocación de campesinos, agricultores y cuidadores de la madre tierra: sudar y cansarse para que no falten alimentos, agua, aire limpio y los productos necesarios para subsistir. Esa es la vocación de empresarios, trabajadores y empleados: desgastarse para satisfacer las necesidades de la comunidad. Esa es la vocación de los comunicadores: desvelarse para encontrar las noticias y compartir con el público sólo aquellas que ayuden a la sociedad.
  • 19. 18 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a Esa es la vocación de religiosas, misioneros, catequistas, diáconos, agentes de pastoral, sacerdotes, obispos, y también del Papa: consagrar todo nuestro ser, emplear nuestro tiempo y nuestras capacidades para que creyentes y no creyentes tengan los medios de acceder a la redención realizada en Cristo, por la evangelización, la catequesis, los sacramentos, el dinamismo pastoral, por el amor misericordioso a los pobres, los enfermos, los presos, los migrantes. Nuestra vocación es el servicio, que simbolizamos en el lavatorio de los pies, cuando es posible realizarlo. Amar y servir es lo que nos identifica con Jesús. En otros años, al terminar la celebración litúrgica, se deja el Santísimo Sacramento en altares preciosamente adornados, para que los fieles puedan dedicar algún tiempo a la adoración de la presencia viva de Jesús. Ahora, por la pandemia y para evitar aglomeraciones, se hace la reserva de la Eucaristía en el Sagrario. Cada quien, desde nuestro hogar, podemos convertirnos en un Sagrario, permitiendo a Jesús morar en nosotros y teniendo más detalles de servicio hacia los demás, sobre todo a enfermos, ancianos y también a familiares necesitados de cariño y atención. Eso es ser Eucaristía: alimento de vida, servicio por amor. VIGILIA PASCUAL CON CORONAVIRUS (11 de abril de 2020) La celebración de la Resurrección de Jesús, en la noche del Sábado Santo hacia el amanecer del domingo, que llamamos Vigilia Pascual, parece un contrasentido con lo que el mundo está viviendo por el COVID-19: millares de muertos en todas partes, sobre todo en países considerados de primer mundo, más cientos de defunciones que no entran en estadísticas oficiales; centenares de miles contagiados y en riesgo de morir; médicos, enfermeras, agentes sanitarios, también más de cien sacerdotes, que han fallecido a consecuencia de haber atendido a enfermos de esta pandemia. Hay temor y angustia en todas partes: ancianos
  • 20. 19S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a en peligro de morir; pobres que se endeudan por todos lados para poder subsistir, con su familia; gobernantes que no saben qué medidas tomar; muchísima gente sin trabajo; pequeños, medianos y grandes empresarios que prevén el posible cierre de su negocio; sacerdotes que no pueden acercarse más a su pueblo, al que están consagrados. El panorama es nada halagüeño. ¿Qué celebración puede tener sentido hoy? Sin embargo, el triunfo de Jesús sobre el sepulcro y sobre la muerte es nuestra certeza y nuestra esperanza. Su resurrección es una luz en el túnel de la oscuridad mundial. Su victoria pascual es la garantía de que venceremos, en esta vida y en la otra, porque la muerte no tiene la última palabra. En Jesús, vivo y resucitado, presente entre nosotros, hay vida, hay camino, hay solución, hay fraternidad, para trascender estas realidades temporales. Y esto es lo que celebramos en esta Noche Santa, que nos introduce en la gran fiesta de la Resurrección. Durante los tres primeros siglos de la Iglesia, no había otra fecha que se celebrara; ni Navidad, ni otras fiestas del Señor, de la Virgen o de los Santos. Cada año, la única gran celebración era la Pascua de la Resurrección, en fecha variable, según la tradición judía, en torno a la luna llena de primavera. Es que, como dice San Pablo, si Jesús no hubiera resucitado, toda su vida de nada nos serviría; no sería el salvador; nuestra fe sería vana. Lo fundamental para los cristianos, de antes y de ahora, es que Cristo vive, triunfó sobre la muerte, resucitó y está con nosotros. Con El, todo cambia, todo es nuevo y esperanzador. Por ello, es central esta solemnidad, fiesta de las fiestas, noche de las noches. La celebración tiene cuatro partes: Lucernario, Liturgia de la Palabra, Liturgia bautismal y Eucaristía. Lucernario Como el sol vence a la noche, la luz a la oscuridad, la vida a la muerte, la gracia al pecado, así Cristo resucitado es la luz que ha vencido las tinieblas de la historia humana. Eso lo ritualizamos, en
  • 21. 20 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a los años normales, encendiendo una hoguera fuera de las iglesias, con participación del pueblo. Del fuego nuevo, se toma la luz para encender el Cirio Pascual, que será el símbolo de Cristo vencedor y triunfante, y que permanecerá en un lugar resaltado en todas las celebraciones durante cincuenta días, hasta Pentecostés. Hoy se suprime este primer momento, para evitar aglomeraciones, y se enciende el Cirio en forma sencilla. Guiados por esta luz, estando apagadas las luces del templo, se camina en procesión hacia el altar, cantando tres veces: ¡Cristo, luz del mundo! ¡Demos gracias a Dios! En el trayecto hacia el altar, se van encendiendo las velas de los pocos ministros participantes, para significar que Cristo es nuestra luz, que ilumina nuestras vidas en la oscuridad de la noche, en la incertidumbre de la pandemia y de la muerte. Al igual que una columna de fuego guiaba a los israelitas por el desierto, Cristo nos conduce seguros en las tinieblas de la vida. Quienes participan por los medios electrónicos, en sus casas, pueden seguir esta celebración encendiendo sus propias velas. Al llegar al altar, se encienden todas las luces del templo, se inciensa el Cirio y se canta o proclama el Pregón Pascual, que es el anuncio oficial de la Resurrección. Todos lo escuchan de pie, teniendo las velas encendidas. Al concluir, se apagan las velas personales y nos podemos sentar, para la segunda parte de la celebración. Liturgia de la Palabra En circunstancias normales, se proclaman nueve lecturas, siete del Antiguo y dos del Nuevo Testamento, resaltando el acompañamiento de Dios a su Pueblo. Se traen a la memoria diferentes momentos de la historia de la salvación, desde el Génesis, la primera creación, hasta la nueva creación con Cristo resucitado. En casos extraordinarios, como este año, se pueden proclamar sólo los tres textos más importantes: Primero, el paso del Mar Rojo, cuando Dios libera a los israelitas de la esclavitud en Egipto (Ex 14,15-15,1). Hoy también, por el agua
  • 22. 21S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a del Bautismo y el agua que salió del costado de Cristo en la cruz, Dios nos libera de la esclavitud de nuestros pecados, para que tengamos la libertad de los hijos de Dios. Por ello, en este momento, después del salmo responsorial, se entona el himno del Gloria, suprimido durante la Cuaresma, para cantar las maravillas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se tocan las campanas de la iglesia, y en algunas partes de hacen tronar cohetes y fuegos artificiales, como signo de triunfo, de fiesta y alegría. Después de una profunda oración “colecta”, se proclama una segunda lectura, tomada de lo que escribió San Pablo a los romanos (6,3-11), en que resalta la importancia de la resurrección del Señor. Al terminar, se entona solemnemente, por tres veces, el ¡Aleluya!, que es el grito de triunfo, la aclamación al Señor, la señal de que la muerte ha sido derrotada. Este canto se había suspendido durante la Cuaresma, y ahora se resalta con toda razón. Luego se proclama alguno de los evangelios que anuncian la resurrección, según los sinópticos: Mt 28,1-10; Mc 16,1- 7 y Lc 24,1-12. El testimonio de Juan (20,1-9) se proclama el domingo. La homilía, que hacen el obispo o el sacerdote, tiene como objetivo ayudar a la comunidad a valorar y profundizar el misterio que celebramos, tomando en cuenta la situación que vive la comunidad. Liturgia bautismal En los primeros siglos de la Iglesia, esta era la única fecha en que se celebraban los bautismos, después de un proceso catecumenal, de una catequesis apropiada, que podía durar hasta tres años, con el acompañamiento de testigos que garantizaran el discipulado de los aspirantes; son los que ahora llamamos padrinos. En años ordinarios, esta es la mejor ocasión para celebrar los bautismos. En muchísimos lugares, son miles los que deciden aceptar a Jesús en su corazón e integrarse a la Iglesia. No salen en los medios informativos, pero son cientos de miles. Sólo en
  • 23. 22 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a una parroquia de mi diócesis anterior, Ocosingo, en una noche como ésta, bautizamos a 70 jóvenes y adultos, no niños, con la ayuda de diáconos permanentes. El obispo auxiliar celebró en Catedral, y yo viví el Triduo Pascual en esa parroquia. Cada año nos intercambiábamos, para que uno de los dos se quedara en Catedral y otro fuera a otros lugares de la diócesis, como en una ocasión que celebré el Triduo Pascual en comunidades de la selva, donde casi no llegaba un sacerdote. En la Vigilia Pascual de este año, no habrá bautismos, para evitar presencia de multitudes y cuidar la salud comunitaria; sólo se hace la bendición del agua, que servirá para bendecir con ella, a distancia, a los participantes en forma virtual, y así recordar y renovar el propio bautismo, con sus correspondientes compromisos. En nuestro bautismo, fuimos resucitados. Liturgia eucarística Se cierra esta gran fiesta con la parte central de la Santa Misa, que son el ofertorio, la oración consecratoria y la comunión. La Eucaristía es la presencia viva del Resucitado para su Pueblo. Es Jesús que nos quiere acompañar en el atardecer, o en la noche oscura de nuestras vidas, como lo hizo con aquellos dos discípulos de Emaús (Lc 24,13-35). En el “partir del pan”, lo podemos reconocer presente entre nosotros, que a veces estamos sin esperanza, perdidos en el peligro, angustiados y refugiados en nuestra soledad, queriendo quizá olvidar todo con alcohol, drogas u otros distractores, como el abuso del celular y de las redes sociales. Hermanas y hermanos: ¡Cristo vive! Cristo está entre nosotros y con nosotros. Cristo nos acompaña en estos tiempos de pandemia, de dudas y de muerte. Unete a Jesús. Dile que lo necesitas. Pídele que venga a tu corazón. No importa si te consideras indigno, quizá en pecado. Pon tu historia en la herida de su costado, y El te sanará. Confía en El. Búscalo; acércate a El. Si por ahora no te puedes acercar a una iglesia, a los sacramentos, dile que venga
  • 24. 23S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a a tu vida y, con El, todo cambiará; aunque vengan enfermedades y la misma muerte. El es más poderoso que todo. Acéptalo en tu corazón y serás salvo. ¡Felices Pascuas de Resurrección! ¡Animo! ¡Hay vida, hay esperanza, hay resurrección! ANTE LA PANDEMIA, ¿SIRVE REZAR? (15 de abril de 2020) VER El Papa Francisco hizo una oración extraordinaria, en la vacía Plaza de San Pedro, el pasado 27 de marzo, con participación de millones de televidentes, para pedir el fin de la pandemia, con bendición del Santísimo e indulgencia plenaria. Sin embargo, el Covid-19 sigue arrasando todo a su paso. En Italia, donde reside el Papa, los contagios y las muertes no se detienen. Entonces, ¿para qué sirvió esa oración? Se han llevado a cabo muchas celebraciones, Misas, Horas Santas, sacrificios, vuelos en helicóptero y avioneta sobre poblaciones, o recorridos a pie o en vehículos, con la Custodia y Jesús Sacramentado, con imágenes de la Virgen y reliquias de santos, para pedir que se detenga esta plaga. Sin embargo, entre nosotros sigue avanzando. ¿Sirvieron de algo esas creativas manifestaciones de fe? Muchísimas familias cristianas, encerradas en su hogar, han multiplicadosúplicas,rosariosycadenasdeoración,paraquenosiga el contagio. Sin embargo, éste cobra más y más víctimas en todo el mundo,aunquedemomento,graciasaDios,notenemosfamiliares enfermos de este mal. ¿Tienen un efecto real nuestras plegarias? Claro que sirven. No somos capaces de advertir toda su eficacia, porquesuefectoesespiritual,invisible.SóloDiossabecuántobien hemos hecho al mundo unidos en la plegaria. Si no fuera por tantas oraciones, la pandemia ya habría causado muchos más destrozos.
  • 25. 24 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a Pero, como no vemos resultados palpables e inmediatos, nos puede llegar la duda de si en verdad ayudan en algo nuestras oraciones. Aún más, nos podemos preguntar si Dios nos escucha. Y todavía más, algunos pueden dudar de la existencia de Dios. Ateos convencidos o prácticos pueden echarnos en cara la inutilidad de lo que hacemos, e incluso de nuestra religión. Nos dirán que lo importante es inventar la vacuna adecuada, aplicar las medicinas oportunas, curar a los enfermos y evitar más muertes y sufrimientos. Para ellos, lo que vale es lo cuantificable, lo visible e inmediato, los enfermos recuperados, la economía rescatada. No tienen ojos para ver más allá. Son ciegos del alma. NofaltanJudasdeayerydesiempre,querepitenquevendamoslos bienes de la Iglesia y los destinemos a remediar económicamente esta pandemia, sobre todo en favor de los pobres. Es cierto que éstos tienen prioridad, y son ejemplares el Papa y muchos otros que apoyan con su dinero a los que hoy se están quedando sin recursos; pero nuestros críticos ni un peso ponen de sus bolsillos para remediar la pobreza. Algunos viven de los pobres, pues son miembros de alguna ONG con magníficos sueldos y no están dispuestos a que se los reduzcan, o a compartirlos con los más necesitados. Estas críticas nos resbalan, pues la Iglesia destina mucho dinero a los pobres y, en la mayoría de los casos, sin publicidad; casi nadie se entera. Pero, volviendo a la oración por la pandemia; ¿de algo sirve? ¡Claro que sí! De mucho y, en la mayoría de las circunstancias, no sólo es lo único que podemos hacer, sino que es nuestra aportación más valiosa, sólo apreciada por el corazón de Dios, que ve lo más profundo de nuestro ser. No podremos comprobar físicamente su efecto, porque es algo espiritual. La vida no es sólo dinero y medicinas, sino también fortaleza espiritual, ánimo y esperanza, lucha por la vida propia y de los demás. Dios puede hacer milagros inmediatos, físicos, corporales, y la historia los consigna; pero su fuerza es sobre todo espiritual, invisible, aunque real y efectiva. No cuenta sólo el dinero. Como ser papá, no es sólo llevar recursos económicos a la familia, sino también
  • 26. 25S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a dar ternura, cariño, seguridad y fortaleza, y eso no se mide materialmente. Claro que no basta rezar; también hay que hacer cuanto podamos para ayudar en lo material; pero lo horizontal, sin lo vertical, se cae; no se sostiene. El mundo necesita no sólo dinero, sino también espiritualidad, fe, amor y esperanza. Necesitamos volver a Dios. PENSAR El Papa Francisco, en la audiencia general del miércoles pasado, dijo: “En estas semanas de preocupación por la pandemia que está haciendo sufrir tanto al mundo, entre las muchas preguntas que nos hacemos, también puede haber preguntas sobre Dios: ¿Qué hace ante nuestro dolor? ¿Dónde está cuando todo se tuerce? ¿Por qué no resuelve nuestros problemas rápidamente? Son preguntas que nos hacemos sobre Dios. ¿Cuál es el verdadero rostro de Dios? Habitualmente proyectamos en Él lo que somos, a toda potencia: nuestro éxito, nuestro sentido de la justicia, e incluso nuestra indignación. Pero el Evangelio nos dice que Dios no es así. Es diferente y no podíamos conocerlo con nuestras fuerzas. Por eso se acercó a nosotros, vino a nuestro encuentro y precisamente en la Pascua se reveló completamente. ¿Y dónde se reveló completamente? En la cruz. Allí aprendemos los rasgos del rostro de Dios. No olvidemos que la cruz es la cátedra de Dios. Nos hará bien mirar al Crucificado en silencio y ver quién es nuestro Señor. El es omnipotente en el amor, y no de otra manera. Es su naturaleza, porque está hecho así. Él es el Amor. El poder de este mundo pasa, mientras el amor permanece. Sólo el amor guarda la vida que tenemos, porque abraza nuestras fragilidades y las transforma. Jesús cambió la historia acercándose a nosotros y la convirtió, aunque todavía marcada por el mal, en historia de salvación. Ofreciendo su vida en la Cruz, Jesús también derrotó a la muerte. Desde el corazón abierto del Crucificado, el amor
  • 27. 26 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a de Dios llega a cada uno de nosotros. Podemos cambiar nuestras historias acercándonos a Él, acogiendo la salvación que nos ofrece. Abrámosle todo el corazón en la oración. Dejemos que su mirada se pose sobre nosotros y comprenderemos que no estamos solos, sino que somos amados, porque el Señor no nos abandona y nunca se olvida de nosotros” (8-IV-2020). Dijo el P. Raniero Cantalamessa, en su homilía del Viernes Santo en la Basílica de San Pedro: “¿Acaso a Dios le gusta que se le rece para conceder sus beneficios? ¿Acaso nuestra oración puede hacer cambiar sus planes a Dios? No, pero hay cosas que Dios ha decidido concedernos como fruto conjunto de su gracia y de nuestra oración, casi para compartir con sus criaturas el mérito del beneficio recibido. Es él quien nos impulsa a hacerlo: ‘Pedid y recibiréis, ha dicho Jesús, llamad y se os abrirá’ (Mt 7,7). ¡Dios es aliado nuestro, no del virus! El que lloró un día por la muerte de Lázaro llora hoy por el flagelo que ha caído sobre la humanidad. Sí, Dios ‘sufre’, como cada padre y cada madre. Dios participa en nuestro dolor para vencerlo. ‘Dios — escribe sanAgustín—, siendo supremamente bueno, no permitiría jamás que cualquier mal existiera en sus obras, si no fuera lo suficientemente poderoso y bueno, para sacar del mal mismo el mismo bien’”. ACTUAR Intensifiquemos la oración, y ojalá la acompañemos con ayunos y sacrificios, pues estos demonios sólo así salen, como dijo Jesús. Y confiemos en el corazón de nuestro Padre Dios: El decide, con su amor, cuándo y cómo interviene. A nosotros sólo nos toca decirle: “Señor, si quieres, puedes curarnos de esta pandemia… Ten misericordia de nosotros”.
  • 28. 27S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a ¿QUÉ HACE LA IGLESIA ANTE LA PANDEMIA? (22 de abril de 2020) VER Iglesia no es sólo la jerarquía, sino todo el Pueblo de Dios. Son Iglesia en acción los creyentes médicos, enfermeras, farmacéuticos, encargados de la limpieza, autoridades civiles, científicos, agricultores, transportistas, policías, empresarios, etc., además de los sacerdotes, religiosas, misioneros, obispos y el Papa, todos implicados en ayudar a los afectados por ese minúsculo virus. Hemos intensificado la oración, las celebraciones litúrgicas, sobre todo las Misas, las prácticas piadosas, los ayunos, para pedir a nuestro Padre del cielo curación de los enfermos, paz eterna de los difuntos, fortaleza y salud de los agentes sanitarios, sabiduría para los gobernantes. Esto es muy propio de nuestra vocación cristiana y de nuestro ministerio pastoral. No somos una ONG, sólo dedicada a obras sociales. Nos compete, y no lo podemos delegar ni descuidar, orar con más intensidad, convencidos de la milagrosa eficacia de la oración, sobre todo la litúrgica. Esto lo seguiremos haciendo, aun cuando pase la emergencia. Sin embargo, Jesús no sólo predicaba y oraba, sino que curaba enfermos, daba de comer a los hambrientos, consolaba a los tristes. Nosotros no podemos seguir otro camino. El nos dijo que el amor y el servicio misericordioso a los pobres es lo esencial en que demostramos ser sus seguidores. Criticó a sacerdotes y levitas que sólo celebraban ritos en el templo, pero nada hicieron por el caído al borde del camino, víctima de asaltantes. Hago una breve selección de obras sociales que hacemos en favor de quienes están sufriendo esta pandemia, no para presumir, sino para gloria de Dios y para animar a otros a hacer lo mismo. La inmensa mayoría de acciones quedan ocultas, por lo que nos recomendó Jesús: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha” (Mt 6,3).
  • 29. 28 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a El Papa ha regalado considerables cantidades de dinero, ventiladores y otros materiales médicos a hospitales y asilos. Ha compartido alimentos y otros apoyos a mendigos de Roma y a otras personas pobres, no porque sea rico, sino porque comparte lo que le llega. En muchas partes, como España, Italia, Francia y otros países de nuestra América, se han puesto a disposición del gobierno iglesias, seminarios, conventos, casas religiosas, para atender a enfermos. Las diferentes Caritas y muchas parroquias organizan comedores, despensas, medicinas y otras ayudas para personas que se han quedado sin trabajo y sin recursos. Siguen abiertas las más de cien casas de migrantes, asilos y orfanatorios. Hay cadenas de alimentos y medicinas, articuladas con empresarios que quieren ayudar, redes vecinales de solidaridad. Son incuantificables las acciones caritativas que la imaginación del amor desarrolla por todos lados, y que nunca se divulgan en los medios informativos. No nos hemos quedado con las manos cruzadas, sólo lamentando la situación y criticando a los gobiernos. Como un sobrino mío, agricultor, que llevó algo de lo que produce, jitomates, cebollas, pepinos, etc., a unas religiosas que están pasando penurias. No faltan, sin embargo, quienes nada hacen, por egoísmo, miedo y flojera, o por ser sólo ideólogos de café que nunca dan un peso a los pobres. Un ejemplo, entre tantos otros. La diócesis de La Paz, Baja California Sur, para la atención de pacientes COVID, facilitó dos clínicas, en “comodato”, a la Secretaría Estatal de Salud, una en La Paz y otra en San José del Cabo, más un centro que se ocupa de ordinario para la curación integral de adictos. Han organizado centros de acopio y reparto de despensas en casi todas las parroquias. Se han abierto comedores para gente necesitada y hay quien pueda llevarla a los hogares. Están en coordinación con organizaciones civiles y empresarios para garantizar alimentos básicos y un ingreso mínimo, al menos para 40,000 familias. Se subvenciona un asilo de ancianos desvalidos en Santa Rosalía, en coordinación con la delegación federal del bienestar.
  • 30. 29S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a Su obispo me comparte esta bella experiencia, que vivió el domingo pasado: “Celebré la Misa en la parroquia de la Divina Misericordia en San José del Cabo, situada en colonias populares de gente clase baja o media baja, con algunas colonias de clase media media. La Misa fue a puerta cerrada, pero trasmitida por redes. Las lecturas se prestaron para hablar de una comunidad encerrada por miedo, no a los judíos, sino al coronavirus; una comunidad que vive la fraternidad compartiendo sus bienes y ayudando a los pobres. Al acabar la Misa, observé cómo funcionaba el comedor para pobres. Desde que inició la cuarentena, empezaron a distribuir alimentos; actualmente dan más de 500 comidas diarias para llevar a casa, algunas llevadas directamente a personas que, por salud o edad, no pueden ir a recoger su platillo. La comida es ofrecida por familias que preparan y donan comida para 20, 50, 1000 personas, y es repartida por jóvenes voluntarios, un hermoso grupo consciente de los riesgos que corren al realizar esta tarea, coordinados por uno de nuestros seminaristas. Al final, con sana distancia, me reuní con los coordinadores (20 muchachos/as), les di las gracias, rezamos juntos, les di la bendición, para luego regresar a La Paz”. ¡Qué bella experiencia! Eso es vida, eso es cristianismo, eso es resurrección, eso es esperanza, eso es Iglesia. Aunque nunca salgan en televisión. En la arquidiócesis de Toluca: Se reparten despensas a las familias necesitadas, con un pequeño apoyo económico. En algunas parroquias, hay centros para atender los problemas de violencia intrafamiliar, ansiedad, angustia, etc. Se insiste a los fieles que respeten las disposiciones de las autoridades sanitarias. Se exhorta a quienes tienen difuntos que eviten los acostumbrados velorios, para no ocasionar contagios masivos. Se sugiere que los cadáveres puedan ser cremados y depositar las cenizas cuanto antes, con la mínima concurrencia. Se difunden mensajes para combatir depresión, estrés y “fake news.” Se donan despensas a personas sin empleo y hay algunos comedores para pobres. Con el Consejo de Empresarios y la Pastoral del Trabajo, se promueve trabajo temporal para personas sin empleo.
  • 31. 30 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a PENSAR El Papa Francisco, en un artículo para la revista española VIDA NUEVA, escribe: “Dios jamás abandona a su pueblo, está siempre junto a él, especialmente cuando el dolor se hace más presente. Es el soplo del Espíritu que abre horizontes, despierta la creatividad y nos renueva en fraternidad para decir: ¡Presente! (o bien, aquí estoy) ante la enorme e impostergable tarea que nos espera. Una emergencia como la del COVID-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad. No podemos permitirnos escribir la historia presente y futura de espaldas al sufrimiento de tantos. Es el Señor quien nos volverá a preguntar ‘¿dónde está tu hermano?’(Gn, 4, 9)”. Antes del Regina coeli del domingo pasado, dijo: “La respuesta de los cristianos en las tormentas de la vida y de la historia sólo puede ser la misericordia: al amor compasivo entre nosotros y hacia todos, especialmente hacia los que sufren, al que ya no da más, al que es abandonado. No el pietismo, ni el asistencialismo; sino la compasión, que viene del corazón” (19-IV-2020). Ya había dicho, en la homilía dominical: “Esta pandemia nos recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren: todos somos frágiles, iguales y valiosos. Que lo que está pasando nos sacuda por dentro. Es tiempo de eliminar las desigualdades, de reparar la injusticia que mina de raíz la salud de toda la humanidad. Aprendamos de la primera comunidad cristiana, que se describe en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Había recibido misericordia y vivía con misericordia: ‘Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno’(Hch 2,44-45). No es ideología; es cristianismo”. ACTUAR Abre tus ojos y tu corazón: Haz lo que puedas por quien sufre más que tú.
  • 32. 31S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a MISAS SIN FIELES (29 de abril de 2020) VER La pandemia del COVID-19 nos obligó a evitar concentraciones de personas, pues cualquiera de nosotros podría ser portador del virus y transmitirlo a otros, sin darnos cuenta. Por ello, tuvimos que cerrar los templos, no para alejar a la gente de Dios y de la Iglesia, sino para colaborar en la lucha contra la propagación del mal. La intención es proteger al pueblo, al que nos debemos, y cuidar su salud, que es lo que Jesús procuraba tanto. Sin embargo, no han faltado quienes afirmen que esto es una persecución contra la Iglesia, que es obra de masones y de personajes nefastos con mucho dinero que quieren cambiar el rumbo de la historia, para sus propios fines. Son teorías que escuchamos, pero no hay fundamentos serios para sustentarlas. Los enfermos y los muertos no son teorías, sino hechos contundentes, incluso con personas muy cercanas, que nos obligan a tomar medidas extraordinarias, que esperamos sean pasajeras, si todos colaboramos. Hay quien no acepta la celebración de Misas sin participación física de fieles, como si éstas no valieran, o no sirvieran para alimentar la fe. Argumentan textos bíblicos incluso para atacar a la jerarquía, como si fuéramos demasiado sumisos a las autoridades civiles, como si quisiéramos privar a la gente del alimento eucarístico, como si fuéramos comodinos, miedosos y cobardes para no contagiarnos, dejando desamparado al pueblo. Sostengo que lo que nos mueve es, como decía San Ireneo desde el siglo IV, la gloria de Dios, que consiste en que el ser humano tenga vida; por tanto, que tenga salud, pues sin salud no hay vida. Lo más hermoso de Dios y su obra preferida es el ser humano, y hemos de cuidarlo en el cuerpo y en el espíritu. No lo hemos desamparado; al contrario, se han impulsado muchas iniciativas y se han aprovechado medios electrónicos para estar cerca del pueblo, que por ahora es la única forma de hacerlo.
  • 33. 32 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a Hace años, cuando yo insistía a los sacerdotes celebrar la Misa todos los días, aunque no hubiera fieles presentes, uno de ellos me argüía que él había aprendido del Concilio la importancia de la comunidad, y que no celebraba si no había gente. Le contesté que el Concilio dice lo contrario, como veremos más adelante. Con el tiempo, tuvo que dejar el ministerio; ya falleció. Otro me decía que lo importante era estar con el pueblo en sus luchas por cambiar la situación, no tanto celebrar Misas diario. Hoy, es un sacerdote eucarístico y, por ello, cercano al pueblo en forma integral. PENSAR El Papa Pablo VI, en su Encíclica Mysterium fidei (3-IX-1965), decía: “No se puede exaltar tanto la misa llamada comunitaria, que se quite importancia a la misa privada” (No. 2). “Porque toda misa, aunque sea celebrada privadamente por un sacerdote, no es acción privada, sino acción de Cristo y de la Iglesia, la cual, en el sacrifico que ofrece, aprende a ofrecerse a sí misma como sacrificio universal, y aplica a la salvación del mundo entero la única e infinita virtud redentora del sacrificio de la cruz. De donde se sigue que, si bien a la celebración de la misa conviene en gran manera, por su misma naturaleza, que un gran número de fieles tome parte activa en ella, no hay que desaprobar, sino antes bien aprobar, la misa celebrada privadamente, porque de esta misa se deriva gran abundancia de gracias especiales para provecho ya del mismo sacerdote, ya del pueblo fiel y de toda la Iglesia, y aun de todo el mundo” (No. 4). El Concilio Vaticano II, en su Decreto Presbyterorum ordinis, claramente dice: “En el misterio del sacrificio eucarístico, en que los sacerdotes cumplen su principal ministerio, se realiza continuamente la obra de nuestra redención y, por ende, encarecidamente se les recomienda su celebración cotidiana, la cual, aunque no pueda haber en ella presencia de fieles, es ciertamente acto de Cristo y de la Iglesia” (No. 13).
  • 34. 33S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a El Papa Francisco, en una de sus homilías diarias en Santa Marta, advertía: “Alguien me hizo reflexionar sobre el peligro de este momento que estamos viviendo, esta pandemia que ha hecho que todos nos comuniquemos, incluso religiosamente, a través de los medios, a través de los medios de comunicación. También esta Misa… Estamos todos comunicados, pero no juntos; sólo espiritualmente juntos. El pueblo aquí presente es pequeño (Las 6 ó 7 personas en Santa Marta). Pero hay un gran pueblo, con el que estamos juntos, pero no juntos. También el Sacramento: hoy lo tienen, la Eucaristía; pero la gente que está conectada con nosotros, sólo la comunión espiritual. Y esta no es la Iglesia: es la Iglesia en una situación difícil, que el Señor permite, pero el ideal de la Iglesia es estar siempre con el pueblo y con los sacramentos. Siempre. Cuidado de no viralizar la Iglesia, de no viralizar los sacramentos, de no viralizar al pueblo de Dios. La Iglesia, los sacramentos, el pueblo de Dios son concretos. Es cierto que en este momento debemos mantener la familiaridad con el Señor de esta manera, pero para salir del túnel, no para quedarnos. Y esta es la familiaridad de los apóstoles: no gnóstica, no viralizada, no egoísta para cada uno de ellos, sino una familiaridad concreta, en el pueblo” (17-IV-2020). Es decir: Es muy importante que sacerdotes y obispos celebremos diariamente la Misa, aunque sin muchos fieles, para cuidar la salud y la vida del pueblo; pero la celebramos precisamente en bien de la comunidad. Por ahora, su presencia es sólo virtual; pero es muy real, visible y concreta. Es una forma transitoria; no es que así deba ser siempre. Lo normal es la presencia física de fieles y la comunión sacramental, pues Jesús es muy claro: “Les aseguro que si no comen la carne y no beben la sangre del Hijo del hombre, no tendrán vida en ustedes” (Jn 6,53). Y en la última cena: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo” (Mt 26,26). Es lo que hacían los primeros cristianos: “Los discípulos asistían con perseverancia a la enseñanza de los apóstoles, tenían sus bienes en común, participaban en la fracción del pan y en las oraciones” (Hech 2,42). Así debe ser, con personas concretas y
  • 35. 34 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a con comunión sacramental. Mientras estamos en esta pandemia, no dejamos al pueblo sin alimento, sino que lo alimentamos con la Palabra, que es verdadero banquete, y con la Comunión espiritual. Esperamos que pase pronto esta situación, para volver a la normalidad. Las Misas virtuales no son lo mismo que las presenciales, porque en éstas no hay presencia física de una asamblea que comparte la fe y la vida, no hay alimento sacramental, pero es por una situación excepcional. Lo virtual, sin embargo, también es alimento, aunque no pleno. Es peor quedarse sin nada que alimente. Y se logra una asamblea virtual, pues estamos conectados con cientos y miles de personas. Esto también es comunidad, es Iglesia; no es una nube en el aire, una red sin personas reales, sino que internet es un medio salvífico que nos congrega, usándolo correctamente. No menospreciemos esta forma de vivir la fe y de alimentarla. Desde luego que no debe ser un espectáculo, como quien ve una novela o una serie, sino una vivencia real del sacramento, que se celebra a distancia, pero en el que se participa realmente. No se sigue la Misa desde la cama o desde un cómodo sillón, con botanas al lado, sino orando con la liturgia y con la gente que sigue la transmisión, enviando peticiones por las que se ofrece la Misa, adoptando las posturas que pide cada momento de la celebración, escuchando la Palabra con el corazón, ofreciendo la propia vida como víctima viva en unión al sacrificio del Señor, adorándolo de rodillas, recibiéndolo espiritualmente, recibiendo la bendición final. ¿Eso no vale? Claro que sí, y muchísimo. Incluso en forma diferida, si no se pudo seguir en vivo. Cuando pase la pandemia, volvemos a la normalidad. ACTUAR Cooperemos a regularizar la situación, guardando las debidas distancias físicas entre unos y otros, para no contagiarnos, pues ahora no sabemos por dónde nos puede llegar el virus, y procuremos la cercanía moral, virtual, espiritual, de corazón, tanto con Dios como con los demás.
  • 36. 35S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a DIOS REBASA TIEMPOS Y ESPACIOS (6 de mayo de 2020) VER Se han escuchado críticas a sacerdotes y a obispos porque, dicen, no atienden a los enfermos, no escuchan a los fieles en confesión, tienen cerradas las iglesias, dejan al pueblo sin el alimento de la comunión sacramental, están encerrados por miedo al contagio del Coronavirus; en cambio, los doctores, las enfermeras, las y los encargados del aseo en los hospitales están en contacto directo con los contagiados, exponiendo su vida. Y preguntan: ¿Acaso es importante sólo la salud del cuerpo, atendida por los agentes sanitarios, y no también, o más, la salud del alma, atendida por los pastores de la Iglesia? ¿Estos no tienen fe y confianza en la protección de Dios? ¿Qué tipo de sacerdotes y obispos tenemos? ¿Hasta cuándo nos van a dejar sin alimento espiritual? ¿No recuerdan la heroicidad de sacerdotes en tiempos de persecución, que eran valientes defensores de la fe y no dejaban al pueblo? Los pastores debemos, en conciencia, escuchar lo que nos dicen y analizar si, en verdad, estamos fallando. Sin embargo, en nuestra defensa, afirmo que muchísimos sacerdotes se están jugando la vida y atendiendo, con las debidas precauciones, a las personas. Por esto, ya han fallecido no menos de 200 sacerdotes en diversos países. La mayoría hemos usado muchas otras formas alternativas para estar cerca de la gente. Dios ha querido necesitar a su Iglesia para estar cerca del pueblo, como mediación ordinaria. Miles de creyentes que son médicos, enfermeras y demás personal sanitario, así como policías y guardianes del orden, son también Iglesia, aunque no sean sacerdotes ni obispos. Por medio de ellos, Dios actúa, sana, conforta, acompaña y salva. Hay verdaderos héroes, santos y mártires, que quizá nunca estarán en los altares, pero que tienen asegurada la vida eterna. Sin embargo, quiero resaltar que Dios, que es espíritu, no está
  • 37. 36 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a limitado por distancias, por las cuatro paredes de los templos, por barreras de tiempo y de personas. El puede actuar sin nosotros, porque es Dios y nos trasciende. Ha querido necesitarnos para hacer la historia, pues nos hizo a su imagen y semejanza, pero puede actuar sin nuestra intervención. Esta es la gran diferencia entre la actuación de médicos y de sacerdotes. La presencia física de médico y enfermeras es indispensable absolutamente; no así la del sacerdote, pues Dios puede salvar, perdonar, fortalecer, sanar, acompañar, resucitar, en ausencia de sacerdotes. El lo puede hacer, pues es Dios, médico de cuerpos y almas. PENSAR Cuando el sirio Naamán, enfermo de lepra, fue a visitar al profeta Eliseo, esperaba que éste saldría, le impondría las manos, le haría otros signos, y quedaría curado; no fue así. El profeta le mandó decir con un sirviente que fuera a bañarse en el Jordán y quedaría limpio. No lo tocó; ni siquiera lo vio. A distancia del profeta, aconteció el milagro (cf 2 Rey 5,1-27). Cuando un centurión en Cafarnaúm suplicó a Jesús que curara a un sirviente (según Jn 4,46-54 era un hijo) que estaba en casa muy enfermo, lo sanó a distancia. Jesús quería ir a la casa, pero no fue necesario (cf Mt 8,5-13; Lc 7,1-10). Cuando diez leprosos, “que se detuvieron a distancia”, pidieron a Jesús que tuviera compasión de ellos, los mandó ante los sacerdotes y, sin tocarlos, “mientras iban, quedaron purificados de su lepra” (Lc 17,12-15). En el diálogo de Jesús con la samaritana, cuando ésta le objeta diciendo: “Nuestros padres adoraron en este monte, pero ustedes, los judíos, dicen que es en Jerusalén donde hay que adorar”, él responde: “Mujer, créeme: llega la hora en que ni en este monte, ni en Jerusalén adorarán al Padre… Llega la hora, y ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Estos son los adoradores que el Padre desea. Dios es espíritu, y por eso sus adoradores deberán adorarlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,20-24). Es decir, Dios no está limitado a un lugar, no está encerrado en cuatro paredes de
  • 38. 37S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a los templos; él vence espacios, tiempos y distancias. Aunque no esté físicamente presente un sacerdote, Dios llega a los enfermos y a quienes lo invocan de corazón. Los ministros de la Iglesia son los medios ordinarios por los que Dios actúa; pero, en momentos extraordinarios, como el presente, El puede actuar directamente en las personas, pues no está sujeto a la presencia física de sus ministros. San Pablo dijo a los atenienses: “El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él no habita en templos hechos por manos humanas, porque es el Señor del cielo y de la tierra. Tampoco tiene necesidad de ser servido por los seres humanos, ya que él es el que da a todos la vida, el aliento y todo lo demás… No está lejos de cada uno de nosotros, ya que en él vivimos, nos movemos y existimos” (Hech 17,24-25.27-28). Esto no quiere decir que no sea importante la presencia física en las celebraciones, o la cercanía inmediata de los pastores con los fieles, o la comunión sacramental, o que dé lo mismo ir o no a los templos. Nada de eso. Pues “el Verbo se hizo carne y puso su morada entre nosotros” (Jn 1,14). Jesús “es la imagen de Dios invisible” (Col 1,15). El quiso ser la cercanía física, histórica, palpable, visible de nuestro Padre misericordioso, que convivió con su pueblo, haciéndose uno de tantos, y siempre quería tocar físicamente a los enfermos para perdonar sus pecados y sanarlos, abrazar a los niños, acercarse a los difuntos para resucitarlos. Es muy importante tocarlo, estar físicamente cerca de El, como dice el apóstol Juan: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palpado con nuestras manos… se los anunciamos a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros” (1 Jn 1,1.3). Por ello, Jesús invita a Tomás, que a fuerzas quería tocar al resucitado: “Trae aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado” (Jn 20,27). Pero advierte: “Felices los que han creído sin haber visto” (Jn 20,29). Es decir: Lo mejor es la cercanía física con Jesús, por medio de los sacramentos. Pero si no es posible, por la pandemia del
  • 39. 38 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a coronavirus, por impedimentos físicos, por persecuciones, o porque no hay sacerdote cercano, Dios está cerca, al alcance de tu fe, pues no tiene barreras. El es espíritu y está contigo, si tu corazón está dispuesto a recibirlo. Como en el caso de una señora de mi pueblo, mayor de edad, que se agravó la semana pasada y pidieron al párroco que fuera al hospital a atenderla; fue presuroso; pero no puedo entrar, por restricciones sanitarias. Desde fuera, hizo la intención de absolverla y darle la indulgencia plenaria. Una sobrina le comunicó esto a la enferma y, al poco tiempo, falleció tranquila. ¿No le sirvió, porque no hubo contacto físico del sacerdote? Vaya que sí le sirvió, y esperamos que haya entrado derechita al cielo. Cuando, el 27 de marzo pasado, el Papa, en la vacía plaza de San Pedro, presidió un gran momento de oración, millones estábamos ahí, no física, sino espiritualmente. Recibimos la bendición eucarística; ¿nos valió? Claro que sí, y mucho. Cuando, por los medios electrónicos, alguien le acompaña en sus Misas diarias en Santa Marta, se recibe el alimento de la Palabra de Dios y de la Comunión espiritual; al final, da la bendición con el Santísimo; ¿nos llega? Claro que sí, aunque sea en forma diferida. Yo lo sigo varias horas después, por la diferencia en los usos horarios, y me inclino para recibir esa bendición; ¿me sirve? Claro que sí, y mucho. Me gustaría muchísimo estar presente en Santa Marta con el Papa, como cuando tuve la dicha de concelebrar allí con él en una ocasión, pero es obvio que ahora no es posible. Esto no debe frustrarnos. Dios es espíritu, y en espíritu Dios se hace presente en nuestra vida. Lo mejor es participar presencialmente en las Misas de tu parroquia o capilla; pero si ahora no se puede, en espíritu acércate al Señor, adórale y recíbelo, participando en forma virtual. El llega efectivamente a ti. No lo dudes. No es lo normal; pero ahora así quiere estar contigo. Recíbelo. Muchas personas siguen, por diversos medios electrónicos, las Misas que celebramos, y eso les alimenta. Si alguien no las puede seguir en vivo y con fe las vive en otro momento, le ayudan en su vida espiritual. No son lo mismo, y siempre insistiremos que
  • 40. 39S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a lo más valioso es participar en forma presencial, pero la forma virtual también alimenta. Como cuando, el pasado Día del Niño, sugerí que me enviaran fotos de sus niños para ponerlos junto al altar en mi oratorio, al celebrar la Misa por ellos. Me mandaron más de 150, de un día para otro.Al final, les di la bendición con el Santísimo. ¿Sirvió esto a los niños? Claro que sí, aunque muchos son bebés. La fe trasciende distancias y tiempos. Según el Código de Derecho Canónico, el medio ordinario de salvación es el bautismo; pero si no es posible recibirlo, el llamado bautismo de deseo es salvífico. Dios no está atado a la acción de sus ministros y al uso del agua. Claro que son medios establecidos por Jesús para la salvación; pero cuando no son posibles, Dios no depende de personas y de distancias. Así mismo, el medio ordinario de obtener el perdón de los pecados es la confesión ante un sacerdote; pero si no es posible hacerlo, te arrepientes de todo corazón y Dios te perdona, con el compromiso de confesarte tan pronto sea posible. Igualmente, el modo ordinario de que un matrimonio sea reconocido como sacramento es la presencia física del sacerdote, de un diácono, o de otro ministro autorizado; pero si no se puede esta forma ordinaria, pueden casarse sacramentalmente, expresando su compromiso ante dos testigos, y su matrimonio es válido y es verdadero sacramento. Así es nuestro Dios. Aunque ha querido estar presencialmente entre nosotros y necesitar el ministerio de sus pastores, no depende absolutamente de distancias, de tiempos y de personas. “Dios es espíritu, y por eso sus adoradores deberán adorarlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,24). ACTUAR Agradezcamos a nuestro buen Dios que siempre está con nosotros, para acompañarnos en todo momento. ¡Bendito sea! Pidamos que pronto pase esta pandemia, y que nuestros pastores sigan consagrando su vida con generosidad y alegría al servicio del Pueblo de Dios.
  • 41. 40 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a IMPLICACIONES ETICAS DEL TRIAJE (13 de mayo de 2020) VER Se ha publicado la “Guía bioética para la asignación de recursos limitados de medicina crítica en situación de emergencia”, elaborada por varios especialistas que integran el Consejo de Salubridad General. La proponen como una ayuda a los médicos que deben tomar decisiones difíciles a la hora de seleccionar a qué enfermo dedicar un recurso que otros también necesitan y no hay para todos. Esta Guía no es una ley de los poderes legislativo, judicial o ejecutivo, sino una orientación, un posible camino a seguir en estos casos. Mejora algunos puntos del borrador primero. Conseguí una copia, que puedo compartir. Su objetivo es “ser una guía bioética que proporcione criterios para orientar la toma de decisiones de triaje cuando una emergencia de salud pública genera una demanda en los recursos de medicina crítica que no es posible satisfacer”. Triaje (o triage) es un término francés que se emplea en medicina para clasificar a los pacientes de acuerdo a la urgencia de atención, como cuando los médicos deben decidir a quién aplicar un tipo de sangre que varios necesitan y no hay más que para uno; o cuando médicos y enfermeras no se dan abasto para atender a tantos pacientes y han de decidir a cuál sí y a cuál no dedicar su tiempo; o cuando no hay respiradores artificiales suficientes y deben decidir a quién aplicarlo y a quién dejar sin él, sabiendo que, al excluir a uno, morirá; o cuando están en peligro la vida de la madre y de la criatura que lleva en su seno y deben decidir qué vida salvar. Selecciono, entre otras cosas que dice la Guía, lo siguiente: “Dado que los recursos escasos a asignar generalmente se requieren para salvar vidas, su asignación a veces es considerada como si se eligiera quién morirá. Sin embargo, la evaluación anterior del acto de asignación de recursos escasos es errónea. Lo es porque
  • 42. 41S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a la intención del médico(a) detrás del acto de asignar recursos escasos es elegir quién sobrevivirá. La muerte, o daño que sufre, la o el otro paciente se prevé, pero no se busca intencionalmente ni puede evitarse. Un principio fundacional de la justicia social es que todas las personas tienen el mismo valor y los mismos derechos. Además del principio de justicia, los principios orientadores de esta guía son: dignidad humana, solidaridad y equidad. En la práctica de la salud pública lo anterior se traduce en un principio de trato justo y de no exclusión. Esto quiere decir que por principio todas las personas son candidatas para recibir atención de la salud y a disfrutar del nivel más alto posible de salud física y mental. Características como: edad, sexo, afiliación política, orientación sexual, origen étnico o nacional, discapacidades, condiciones sociales y riqueza no excluyen a ningún paciente de ser candidato para recibir atención médica. Esto nos lleva a concluir que el objetivo de la salud pública durante una emergencia de esta naturaleza es doble: tratar al mayor número de pacientes y salvar la mayor cantidad de vidas. La edad cronológica o tener una discapacidad no son de por sí características que excluyan a pacientes de ser candidatos(as) a recibir cuidados críticos. Es un error que ha de evitarse a toda costa asumir que tener cierta edad o cualquier discapacidad es sinónimo de tener una calidad de vida inferior, un pronóstico desfavorable, o mala salud. Se debe cuidar que la limitación al derecho social a la salud no castigue más a poblaciones en situación de vulnerabilidad,como personas privadas de la libertad, personas migrantes y minorías étnicas. El principio de orden de llegada no se debe seguir durante una emergencia sanitaria. A las y los pacientes a quienes no se les asignen recursos de medicina crítica, o a quienes se les retiren, se les debe dar dentro del hospital tratamiento de soporte, o en su caso cuidados paliativos. Lo anterior asegura el deber ético del no abandono del paciente. Que un(a) paciente no vaya a recibir recursos de medicina crítica no quiere decir que se le niegue tratamiento
  • 43. 42 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a hospitalario”. Esto implica que se le deben dar siempre alimentos, hidratación, limpieza y vía aérea permeable. Lo más delicado es esto: “Las y los pacientes que tienen mayor probabilidad de sobrevivir con la ayuda de la medicina crítica son priorizados sobre los pacientes que tienen menor probabilidad de sobrevivir”. Es la decisión más crítica: negar, por ejemplo, un ventilador mecánico a alguien cuya muerte se prevé inminente o cercana, por sus enfermedades previas, y aplicarlo a alguien que tiene más probabilidades de sobrevivir. Lo que se intenta es salvar más vidas, no dejar morir a una persona. Es una acción analógica, no es por tanto lo mismo, a la de doble efecto, que el Catecismo de la Iglesia Católica considera moralmente lícita: se procura la vida, aunque se prevé la muerte; ésta es inevitable en un paciente; no es una acción voluntaria del personal médico, y no equivaldría a la eutanasia. Se quiere el bien, no el mal. (cf CATIC 2263). Quizá falte explicitar más los criterios a seguir, como proporcionalidad y posibilidades de éxito. PENSAR Dios nos hizo a todos a su imagen y semejanza (cf Gén 1,27). Por tanto, no debe haber discriminación de personas por ningún motivo. Todos valemos lo mismo. Esto es ética básica. Jesús nos insiste en el principio fundamental del amor entre unos y otros (cf Jn 13,34-35). Y nos dice: “Traten a los demás como ustedes quieren que ellos los traten” (Lc 6,31). Esto es ética de la más noble. Sin embargo, su ética es sublime, divina, pues dio la vida por nosotros, aunque no lo merecíamos (cf Rom 5,8), y nos dice que la máxima prueba de amor es dar la vida para que otros tengan vida (cf Jn 15,13). Esto puede implicar renunciar, por ejemplo, a recibir un respirador mecánico, exponiéndose a la propia muerte, para que se lo asignen a otro y éste viva. Esto es más que ética; es amor a lo divino. La Dimensión de Vida, de nuestra Conferencia Episcopal, que preside Mons. José Jesús Herrera Quiñónez, obispo de Nuevo
  • 44. 43S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a CasasGrandes,emitióunimportantedocumentoalrespecto,ycita lo que dice la Pontifica Academia para la Vida: “Las condiciones de emergencia en las que se encuentran muchos países pueden llegar a obligar a los médicos a tomar decisiones dramáticas y lacerantes para racionar los recursos limitados, que no están disponibles para todos al mismo tiempo. En ese momento, tras haber hecho todo lo posible a nivel organizativo para evitar el racionamiento, debe tenerse siempre presente que la decisión no se puede basar en una diferencia en el valor de la vida humana y la dignidad de cada persona, que siempre son iguales y valiosísimas. La decisión se refiere más bien a la utilización de los tratamientos de la mejor manera posible en función de las necesidades del paciente, es decir, de la gravedad de su enfermedad y de su necesidad de tratamiento, y a la evaluación de los beneficios clínicos que el tratamiento puede lograr, en términos de pronóstico. La edad no puede ser considerada como el único y automático criterio de elección, ya que si fuera así se podría caer en un comportamiento discriminatorio hacia los ancianos y los más frágiles. Además, es necesario formular criterios que sean, en la medida de lo posible, compartidos y argumentados, para evitar la arbitrariedad o la improvisación en situaciones de emergencia, como nos ha enseñado la medicina de catástrofes” (30-III-2020). ACTUAR Es de justicia exigir al gobierno que suspenda algunos de sus proyectos insignias y destine esos recursos a comprar más ventiladores mecánicos y otros implementos médicos de primera necesidad, pues son prioritarias la salud y la vida. Y oremos por el personal médico, para que el Espíritu Santo les asista con el don de la sabiduría, la prudencia y la fortaleza.
  • 45. 44 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a ¿LAS MISAS VIRTUALES SON REALES? (20 de mayo de 2020) VER Es la pregunta que le hicieron a un apreciado sacerdote, muy preparado, en un programa virtual sobre asuntos relacionados con la pandemia, y su respuesta fue tajante: ¡No son reales! Le escribí haciéndole ver que tendría que haber hecho algunas precisiones, porque, con su afirmación, pareciera que la Misa por vía electrónica no es real, y que, por tanto, no sirve. El es un sacerdote, por otra parte, muy valioso y muy creativo para evangelizar. En días pasados, algunos grupos de otros países, con influencia en el nuestro, difundieron un texto reclamando a los obispos que les devolviéramos la Misa, que ya quieren recibir la comunión, que los estamos dejando sin este alimento. ¡Como si nosotros fuéramos los culpables de la nocividad del coronavirus! ¡Como si no hubiera otras formas de comulgar con Cristo! Siempre podemos comulgar con El de muchas otras formas, no sólo por la Eucaristía. Menos mal que ya nos estamos preparando para dar los pasos convenientes hacia la nueva normalidad, pues ya se van a empezar a abrir los templos y celebrar las Misas con presencia física de fieles, dependiendo de que los respectivos municipios hayan sido declarados sin contagios y de que se tomen las medidas pertinentes de cuidado higiénico. Pero, volviendo a la pregunta inicial, ¿las Misas virtuales son o no son reales? Claro que son reales, sirven, alimentan, fortalecen el espíritu, e incluso forman comunidad, aunque sea virtual. No son lo que debe ser en tiempos normales, pero en estas restricciones por la pandemia, son una forma real de acercarnos al misterio de Cristo y de la Iglesia.
  • 46. 45S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a PENSAR La presencia de Jesús en la Misa, en la Hostia consagrada, es una presencia real, pero no física; no es como cuando estuvo en Israel hace dos mil años; es una presencia sacramental, es decir, está presente por medio de los signos del pan y del vino; es una presencia mística, sobrenatural, suprasensorial. Tengamos en cuenta, por otra parte, que, en la Misa, además de la presencia de Jesús en las especies eucarísticas de pan y vino, está también presente en su Palabra, en la asamblea reunida, en la persona del ministro que preside, como dice claramente el Concilio Vaticano II en su Constitución sobre la Liturgia (cf SC 7). En las misas virtuales, la presencia de Jesús es real, porque se escucha su Palabra, hay un sacerdote u obispo que preside, hay una comunidad virtual; lo único que falta es la inmediatez de las especies eucarísticas de pan y vino consagrados. En la misa virtual, para los conectados a la red, hay una presencia real de Jesús, aunque no es sacramental; es decir, falta la comunión con la hostia consagrada. Pero esto no hace menos real la presencia de Jesús. Falta, por otra parte, la asamblea de fieles con cercanía de carne y hueso, como debe ser, que por ahora no es posible. Pero la relación virtual entre quienes siguen la transmisión es una comunióndepersonas,quenoesdespreciable.Escomounsaludo, un abrazo, un beso virtuales; son reales, pero les falta la cercanía corporal. En tiempos normales, sin esta pandemia, los enfermos, ancianos y discapacitados siguen la Misa por televisión. No les podemos decir que se están haciendo tontos, que se alimentan, perdón por la expresión, con comida “chatarra”. Reciben un verdadero alimento de vida eterna, pues Dios se acerca realmente a ellos. Si, además, les llevan la comunión, es lo máximo y lo siempre deseable. Jesús nos dice: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada” (Jn 14,23). Esta es una presencia real, no física, sino mística, sobrenatural, suprasensorial. La Misa virtual es real; hay una
  • 47. 46 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a presencia real de Jesús en la celebración que hace el sacerdote a distancia, y en los fieles que la siguen con fe y devoción. El Papa Francisco, en su mensaje para la 53 Jornada de las Comunicaciones sociales, dice: “Desde que internet ha estado disponible, la Iglesia siempre ha intentado promover su uso al servicio del encuentro entre las personas y de la solidaridad entre todos. La red es un recurso de nuestro tiempo. Constituye una fuente de conocimientos y de relaciones hasta hace poco inimaginable. Las redes sociales sirven para que estemos más en contacto, nos encontremos y ayudemos los unos a los otros. El contexto actual nos llama a todos a invertir en las relaciones, a afirmar también en la red y mediante la red el carácter interpersonal de nuestra humanidad. Los cristianos estamos llamados con mayor razón, a manifestar esa comunión que define nuestra identidad de creyentes. Efectivamente, la fe misma es una relación, un encuentro; y mediante el impulso del amor de Dios podemos comunicar, acoger, comprender y corresponder al don del otro”. Sin embargo, el Papa advierte los peligros del mal uso de internet y de las redes, como la divulgación de noticias falsas, el aislamiento, el individualismo, la no cercanía entre las personas, vivir en las nubes, encerrarse en uno mismo, sin compromiso real con la vida y con los demás, sobre todo con los pobres. Por eso, dice: “El uso de las redes sociales es complementario al encuentro en carne y hueso, que se da a través del cuerpo, el corazón, los ojos, la mirada, la respiración del otro. Si se usa la red como prolongación o como espera de ese encuentro, entonces no se traiciona a sí misma y sigue siendo un recurso para la comunión. Si una familia usa la red para estar más conectada y luego se encuentra en la mesa y se mira a los ojos, entonces es un recurso. Si una comunidad eclesial coordina sus actividades a través de la red, para luego celebrar la Eucaristía juntos, entonces es un recurso. Si la red me proporciona la ocasión para
  • 48. 47S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a acercarme a historias y experiencias de belleza o de sufrimiento físicamente lejanas de mí, para rezar juntos y buscar juntos el bien en el redescubrimiento de lo que nos une, entonces es un recurso”. Enunarecientecatequesissobrelaoración,dijoelPapaFrancisco: “Dios está siempre cerca de la puerta de nuestro corazón y espera que le abramos. Y a veces llama al corazón, pero no es invasor: espera. Siempre cerca de nuestro corazón, y cuando llama lo hace con ternura y con tanto amor. Tratemos todos de rezar de esta manera, entrando en el misterio de la Alianza. A meternos en oración entre los brazos misericordiosos de Dios, a sentirnos envueltos por ese misterio de felicidad que es la vida trinitaria, a sentirnos como invitados que no se merecían tanto honor” (13-V-2020). El Papa no está hablando de la Misa, ciertamente, sino de la oración, que podemos hacer en casa, o en cualquier parte. Esta oración, de la que habla el Papa, nos introduce en lo más profundo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. No es Misa, no es comunión eucarística, pero esa oración es una comunión real. Si podemos lograr esta comunión con Dios en la oración personal, con más razón en la oración litúrgica por excelencia, que es la Misa, aunque la sigas en forma virtual. Si abres tu corazón al Señor, logras la comunión espiritual con El, comunión que es verdadera, real y profunda. Si la oración logra una comunión real con Cristo, con más razón lo logra la Misa, aunque sea virtual, si participas en ella no como en un espectáculo, sino con alma, cuerpo y mente. Para cuando pase esta pandemia, muchos están solicitando que se sigan transmitiendo las Misas, como hacemos ahora. Hay que analizarlo pastoralmente. Conviene seguir las transmisiones, siempre y cuando no sean un recurso para los flojos e individualistas, para esos que quieren cerrarse en su casa, en su grupo, en su círculo social, como los que siguen insistiendo
  • 49. 48 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a en pedir el bautismo de sus hijos para ellos solos, un bautismo “especial”, porque no se quieren juntar con el resto del pueblo, sobre todo no quieren mezclarse con los pobres. Para esos, no sirven las misas virtuales. Pero para quienes no tienen otra forma de vivir la Eucaristía dominical, como muchos paisanos que viven en Estados Unidos, a quienes se les complica mucho ir a una Misa en castellano con toda la familia, para ellos, y para otras personas en circunstancias semejantes, las misas virtuales seguirán siendo un alimento de vida eterna, con una presencia real de Jesús en sus corazones, esperando que hagan lo posible por participar en forma presencial en las celebraciones, pues allá también deben ser parte visible y tangible de la comunidad parroquial. ACTUAR Si participas en una Misa virtual, deja de lado otras ocupaciones; concéntrate en lo que vives; sigue las posturas indicadas para cada momento; escucha con atención la Palabra de Dios; haz oración en unión con la comunidad virtual, adora al Señor y haz la intención de recibirlo en tu corazón. Si estás con tu familia, reúnanse y sean una “iglesia doméstica”, no estén cada quien en su cuarto, sólo viendo de reojo la celebración y haciendo otras cosas al mismo tiempo. Hay que darle la importancia que merece, pues el Señor quiere estar en tu vida. Si participas con fe y devoción, el Señor está realmente contigo.
  • 50. 49S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a HAY OTRAS FORMAS DE COMULGAR (27 de mayo de 2020) VER Muchas personas están ansiosas por que pronto se abran las iglesias, para que puedan participar en las Misas y, sobre todo, recibir la comunión sacramental. Es un deseo legítimo y ojalá que, cuando pase lo más álgido de la pandemia por el coronavirus, esa hambre eucarística sea saciada. Es un derecho de los fieles y los pastores anhelamos que esa ansia por recibir la Eucaristía sacramental sea incrementada y profundizada. Sin embargo, parece que no se ha dado la debida importancia a otras formas que tenemos para comulgar con Cristo. Aún más, pareciera que, para algunos, recibir la Hostia consagrada es la única manera de estar unidos a El. Y no es así, como lo veremos adelante. Cuando el Papa Francisco, en el estadio de Tuxtla Gutiérrez, el 15 de febrero de 2016, se encontró con las familias, una mujer, que vive en situación irregular con su esposo, pues no se pueden casar por la Iglesia, expresó que ellos, aunque no pueden recibir la comunión eucarística, sienten la cercanía de Jesús cuando visitan a los presos y a los enfermos. El Papa le contestó: “Ustedes rezan, van con Jesús y están integrados en la vida de la Iglesia. Usaron una linda expresión: comulgamos con el hermano débil, el enfermo, el necesitado, el preso. Gracias, gracias”. Eso es: la comunión con los demás, sobre todo con los pobres y con cuantos sufren, es una perfecta comunión con Cristo. PENSAR Podemos lograr una real y profunda comunión con Dios cuando hacemos oración, que no es sólo rezar fórmulas de memoria, sino platicar con El, abriéndole nuestro corazón. Podemos comulgar también escuchando con toda el alma su Palabra, meditando en serio lo que nos dice una sola de sus frases, que encontramos
  • 51. 50 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a en la Sagrada Escritura. Podemos comulgar admirando la obra de la creación, extasiados ante su belleza, orden y perfección. Podemos comulgar, sobre todo, amando y sirviendo a los demás, como nos enseña la Palabra de Dios. Cuando Jesús se aparece a Pablo en el camino a Damasco, le pregunta: “Por qué me persigues?” (Hech 9,4). Pablo no perseguía personalmente a Jesús, sino a los cristianos, pero Jesús se identifica con sus seguidores, sobre todo con los perseguidos. Por tanto, te acercas a Jesús cuando te acercas con amor a los demás, empezando por tu familia. Cuando Jesús nos dice de qué se nos juzgará ante el trono de Dios, declara con toda nitidez que dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo y al preso, recibir al migrante, es hacerlo personalmente a El; y no hacerlo con ellos, es no hacerlo con El (cf Mt 25,31-46). Por tanto, si alguien va a Misa y comulga todos los días, pero nada hace por estas personas, no está comulgando integralmente con Jesús. Le falta lo que es decisivo para entrar o no al cielo: el amor, pues Dios es amor, y no sólo un rito. Jesús critica al sacerdote y al levita del Antiguo Testamento, porque eran muy piadosos en el templo, escuchaban la Biblia y cantaban salmos, pero nada hicieron por el herido que estaba tirado al borde del camino. En cambio, aplaude al samaritano que no practicaba esos ritos, pero hizo cuanto pudo por el herido (cf Lc 10,25-37). Una mujer alaba a la Madre de Jesús, porque lo llevó en su seno y lo alimentó. Pero Jesús advierte que la verdadera grandeza de su Madre es escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios (cf Lc 11,27-28). Es decir, si la Virgen María sólo hubiera engendrado, alimentado y tenido en sus brazos a Jesús, pero no hubiera visitado y ayudado a su prima Isabel, si no se hubiera preocupado por los novios que ya no tenían vino, si no hubiera estado de pie en el Calvario, no sería realmente grande e importante. Por tanto, si alguien diariamente comulga en Misa, pero nada hace por los demás, algo muy importante le está faltando.
  • 52. 51S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a El Papa Benedicto XVI, en su Encíclica Deus caritas est, dice al respecto: “En el culto mismo, en la comunión eucarística, está incluido a la vez el ser amados y el amar a los otros. Una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria en sí misma” (No. 14). “Se ha de recordar de modo particular la gran parábola del Juicio final (cf. Mt 25, 31- 46), en el cual el amor se convierte en el criterio para la decisión definitiva sobre la valoración positiva o negativa de una vida humana. Jesús se identifica con los pobres… Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” (Ibid 15). Y comentando la cita de 1 Jn 4,20, afirma: “El amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios” (Ibid 16). En su Exhortación Sacramentum caritatis, afirma lo mismo: “Los fieles tengan una actitud coherente entre las disposiciones interiores y los gestos y las palabras. Si faltara ésta, nuestras celebraciones, por muy animadas que fueren, correrían el riesgo de caer en el ritualismo. Así pues, se ha de promover una educación en la fe eucarística que disponga a los fieles a vivir personalmente lo que se celebra” (No. 64). “La comunión tiene siempre y de modo inseparable una connotación vertical y una horizontal: comunión con Dios y comunión con los hermanos y hermanas. Las dos dimensiones se encuentran misteriosamente en el don eucarístico. Donde se destruye la comunión con Dios, que es comunión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, se destruye también la raíz y el manantial de la comunión con nosotros. Y donde no se vive la comunión entre nosotros, tampoco es viva y verdadera la comunión con el Dios Trinitario” (Ibid 76). Y repite lo que ya nos había dicho en otra de sus Encíclicas: “Una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria en sí misma” (Ibid 82). Agrega: “La Eucaristía impulsa a todo el que cree en Él a hacerse pan partido para los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más justo y fraterno” (Ibid 88). “El Señor Jesús, Pan de vida eterna, nos apremia y nos hace estar atentos a las situaciones de pobreza en que se halla todavía gran parte de la humanidad” (Ibid 90).
  • 53. 52 S a r s - C o V 2 D i o s e I g l e s i a ACTUAR Ojalá pronto todos puedan participar en las Misas, sobre todo dominicales, para que se alimenten del Pan de la Palabra y del Pan Eucarístico. Pero tengamos en cuenta que, hoy y siempre, hay otras formas de comulgar con el Señor. CÓMO ORAR EN MOMENTOS CRITICOS (3 de junio de 2020) VER Hablo de esto no de memoria, sino por experiencia personal. El pasado fin de semana, fui víctima indirecta de unos asaltantes armados que perseguían en vehículos a un pequeño comerciante a quien querían robar. Coincidió que en ese momento yo transitaba con mi familia por la misma carretera, y una bala atravesó el parabrisas de mi vehículo, insertándose una parte de la bala en mi cuello, sin afectar, milagrosamente, cuerdas bucales, más algunos vidrios en mi mano derecha. Después de reponernos de la impactante impresión y de continuar nuestro camino hasta encontrar atención médica, decidimos orar con el Rosario, que ofrecimos por los delincuentes y por sus víctimas. La oración nos ha sostenido en paz y serenidad. En mis largos años de presbítero, y sobre todo de obispo en Chiapas, hubo momentos muy difíciles, no sólo por problemas sociales y políticos, sino sobre todo por conflictos intra eclesiales, que son los que más duelen y preocupan. Si no hubiera sido por la oración ante el Sagrario, en varias ocasiones habría “tirado la toalla”. Hay personas que se han alejado de Dios y de la Iglesia, porque dicen que le pidieron a Dios que no falleciera alguno de sus seres queridos, y falleció; suplicaron que no les pasaran ciertos males, y les acontecieron; oraron por encontrar trabajo, y no lo hubo; rezaron por pasar un examen, y lo reprobaron. Se imaginan