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ACLARACIÓN LEGAL
Las fotografías de la presentación, son propiedad del
autor y publicadas oportunamente con sus fuentes en su Blog
científico: SEGURIDAD ALIMENTARIA, BROMATOLOGÍA y
MICROBIOLOGÍA de los ALIMENTOS
(www.bagginis.blogspot.com)
1. HISTORIA DE LOS ALIMENTOS PARA LOS ASTRONAUTAS
Recientemente se cumplieron los primeros 60 años de los vuelos espaciales tripulados en la
historia de la humanidad, cuando los seres humanos salieron por primera vez fuera de la atmósfera de
la Tierra que nos ha protegido desde que los primeros componentes químicos formaron las proteínas
primitivas que dieron vida a este planeta. Todos los seres vivos seguimos la misma secuencia de
eventos durante nuestra vida, nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos.
La alimentación es más que necesaria para seguir este camino de la vida. Los seres humanos
hemos crecido rodeados de todos los elementos que nos proporcionan nuestra alimentación, y aunque
se requiere trabajar para tenerlos, siempre han estado al alcance de la mano. Sin embargo, sólo en los
últimos 100 años hemos tenido aparatos que nos ayudan a preparar nuestros alimentos (hornos y
cocinas) y a almacenarlos (refrigeradores) dentro de nuestro hogar, y los podemos usar de manera
segura, fácil y barata.
Esto cambió cuando el ser humano comenzó a salir al espacio y, como sucede con todo lo nuevo
en la vida, apenas estamos aprendiendo a resolver los problemas que este nuevo entorno nos ha
creado. Desde el inicio de la carrera espacial, durante los primeros vuelos espaciales en la década de
los 60, se empezó a estudiar la alimentación requerida por los cosmonautas soviéticos y astronautas
norteamericanos al salir al espacio.
Fue lógico que al principio hubiera poco conocimiento, y mucha preocupación, acerca de la
manera como el metabolismo del cuerpo en general, y del sistema digestivo en particular,
reaccionaran a los procesos de almacenamiento, consumo, digestión, evacuación y, en general, todo el
proceso de alimentación y nutrición en seres humanos en condiciones de microgravedad.
En esas fechas, nadie sabía qué podría pasar con la
fisiología de una persona sana durante los viajes espaciales,
primero con duración de pocos días y después por varias
semanas de duración. Los primeros viajes fuera de la Tierra
por parte de cosmonautas soviéticos y astronautas
norteamericanos, sirvieron para probar nuevas teorías y
desechar miedos y viejos mitos relacionados con la
alimentación espacial.
El primer vuelo espacial con un ser humano a bordo
correspondió al lanzamiento de la nave Vostok-1 en abril de
1961, cuando Yuri Gagarin, de la URSS, hoy Rusia, hizo una
órbita alrededor de la Tierra, aunque no comió nada durante
ese primer vuelo espacial, al igual que Alan Shepard, el
primer norteamericano en salir al espacio en mayo de 1961,
quien tampoco comió nada durante su vuelo suborbital (salió
al espacio, pero no giró alrededor de la Tierra).
Los primeros experimentos alimenticios se llevaron a cabo por parte de Gherman Titov (URSS) a
bordo de la nave Vostok-2 en agosto de 1961, y después por John Glenn (EUA) a bordo de la nave
Friendship-7 en febrero de 1962, quienes fueron los primeros seres humanos en comer fuera de
nuestro planeta. Sin embargo, esas primeras comidas fuera de la Tierra fueron muy ilustrativas para los
siguientes vuelos espaciales tripulados. Además de ser el
segundo ser humano en salir al espacio, Gherman Titov
todavía tiene varios récords en su haber, como el de ser la
persona más joven en salir al espacio (25 años y 11 meses de
edad) aún vigente, además de ser el primer humano que
durmió, se mareó, comió y después vomitó dicha comida, en
el espacio.
Los cosmonautas de la Unión Soviética (URSS) fueron
los primeros seres humanos que realizaron vuelos espaciales
tripulados alrededor de la Tierra, seguidos de cerca por los
astronautas norteamericanos. Los primeros programas
soviéticos de vuelo espacial humano fueron llamados Vostok,
Voshkod y Soyuz (URSS, 1959-1971), mientras que los
programas norteamericanos fueron llamados Mercurio,
Géminis y Apolo (EUA, 1957-1972). Todos estos programas
consideraron el estudio de la alimentación de seres humanos
en el espacio por la duración de los vuelos espaciales
tripulados.
La cantidad y tipo de comida que comieron los primeros cosmonautas y astronautas ha
cambiado mucho desde los primeros vuelos espaciales, que se hicieron con las comidas preparadas y
empaquetadas de otras épocas. Esos
primeros alimentos básicos estaban
orientados más a satisfacer el hambre de
la tripulación durante el viaje, que a cubrir
sus necesidades nutricionales de manera
balanceada mientras estuvieran en el
espacio. Los primeros alimentos que se
llevaron al espacio fueron resultado de los
alimentos deshidratados que eran
populares entre los soldados durante las
campañas militares de la segunda guerra mundial, a mediados del siglo XX.
En el caso de los astronautas norteamericanos, la primera alimentación espacial estaba basada
en los populares MRE (Meals Ready to Eat) del ejército de los Estados Unidos durante buena parte del
siglo pasado. La funcionalidad de las presentaciones en las primeras naves espaciales se basaba en
envasar alimentos en tubos, cubos, etc. Hoy día la alimentación espacial no se limita a alimentar la
tripulación por un tubo, sino que es comida saludable y
apetitosa que se diseña para cubrir las necesidades biológicas
de energía del personal durante la duración de la misión.
Los programas soviéticos fueron los primeros en estudiar
la fisiología al comer en el espacio, ya que las misiones
soviéticas tenían mayor duración que las misiones
norteamericanas. Dentro de los programas Vostok, Voshkod y
Soyuz se hizo mucha investigación sobre las condiciones de
habitabilidad y nutrición en el espacio, lo que los soviéticos
aplicaron después dentro de su Estación Espacial MIR, donde
demostraron que los seres humanos eran capaces de vivir en un
entorno de microgravedad por periodos con duración mayor a
un año.
Una gran parte de los alimentos enviados a misiones
espaciales por la Unión Soviética y, después la Federación Rusa,
estaban empacados en latas. Sin embargo, debido a la seguridad extrema del programa espacial
soviético durante la época de la guerra fría, los detalles alimenticios de su programa espacial también
estuvieron ocultos al resto del mundo por décadas, por lo que a la fecha sólo se conocen algunos de
sus detalles nutricionales.
Debido a lo anterior, existe más información disponible acerca de los primeros vuelos
norteamericanos que de los soviéticos, incluyendo los aspectos alimentarios de los distintos programas
espaciales.
Los primeros astronautas norteamericanos que comieron en el espacio lo hicieron al cenar
comida comprimida en pequeños cubos, o como comida seca congelada y semilíquida metida a presión
dentro de tubos de aluminio para la pasta de dientes. El programa Gemini acumuló casi 14 días de
vuelo espacial en 10 misiones, durante las cuales se trabajó en aumentar la variedad de los alimentos
deshidratados, así como en la mejora continua de los sabores, texturas y volumen de los alimentos y
bebidas que se les ofrecía.
Como la comida inicial estaba deshidratada en cubos y en bolsas presurizadas a las cuales
inyectaban agua, era desabrida y tenía tan poca aceptación entre los astronautas que éstos evitaban
comerlas y las traían de regreso a la Tierra, con varios de ellos perdiendo peso por esta causa durante
el vuelo. El programa Apolo aprovechó lo aprendido en el programa Gemini previo, aumentando la
variedad del menú disponible para los astronautas y permitiendo hidratar los alimentos con agua
caliente usando recipientes térmicos.
Tres ejemplos de comida espacial básica que permeó al público común y corriente han sido el
jugo de naranja artificial marca Tang, la comida de frutas o guisados deshidratados, y los famosos
Palillos Espaciales Pillsbury (Space Sticks) disponibles en lanzamientos espaciales desde la misión Apolo
11. Los astronautas ahora podían comer tres palillos Pillsbury al día, divididos en tres sabores
diferentes y les permitían alimentarse a través de un puerto hermético en los cascos de los
astronautas.
En las misiones Apolo a la Luna, y posteriormente en
el Laboratorio Espacial SkyLab (1970), se mejoraron los
sabores y se hizo más énfasis en la correcta nutrición de la
tripulación, incluyendo la disponibilidad de nuevos alimentos
a temperatura ambiente y de envases flexibles, así como de
las barras alimenticias de frutas y cereales prensadas en una
capa de almidón comestible, para no requerir cubiertos.
Algunos de los alimentos usados entonces eran café, tocino
en cuadros, hojuelas de maíz, espagueti, galletas saladas con
queso, huevos revueltos, ensalada de atún, mantequilla de cacahuate, guisado de carne de res,
salchichas y sándwiches, para misiones más largas.
Charola para calentar y servir comida en la estación espacial SkyLab en 1974, con paquetes de comida (costillas,
rostizado de res, pollo y arroz), bebidas de uva y de naranja, fresas, espárragos, roles y pudín. Foto Archivos NASA.
El primer estudio extenso del metabolismo humano en el espacio se llevó a cabo en el SkyLab, la
primera estación espacial de los Estados Unidos, entre 1973 y 1974. La NASA dio seguimiento a seis
nutrientes en los astronautas desde 21 días antes del vuelo, hasta 18 días después del vuelo,
proporcionando a los astronautas una dieta aproximada de 2.8 kcal/día y estudiando sus efectos. Se
prepararon menús de 56 días con 37 nutrientes diferentes y 72 platos, que se rotaban en ciclos de seis
días.
El SkyLab tuvo la primera cocina espacial, con un horno eléctrico para calentar comida, un
refrigerador con congelador que permitía guardar comida fresca, bebidas, helados y comida congelada,
como filetes y langosta. Esta cocina permitía preparar las tres comidas diarias lo más parecido a lo que
acostumbraban los astronautas en la Tierra, con platos, cubiertos y hasta tijeras para cortar los cierres
de las bolsas para bebidas y alimentos.
La mayoría de los alimentos estaban enlatados en recipientes de aluminio con vida de dos años,
que soportaban cambios de presión y temperaturas hasta los 54°C sin cambiar sus propiedades ni
llegar a la descomposición. Se menciona incluso que las barras alimenticias aportaron casi la mitad de
las calorías proporcionadas a los astronautas, permitiendo extender la duración de la cuarta misión del
SkyLab de 56 hasta 84 días.
Charola con comida espacial a bordo del Transbordador Espacial STS-Space Shuttle (Fotografía Archivo NASA)
Astronautas de la NASA comiendo comida espacial rusa (Borsch - sopa de res) a bordo del módulo espacial Soyuz,
en la misión conjunta Apolo-Soyuz, en Julio, 1975. (Fotografía Archivos NASA)
Tanto en la Tierra como en el Espacio, el tema de la alimentación siempre ha sido acompañado
por el tema de la evacuación, dado que todo ser humano sigue el mismo proceso digestivo que, al
final, siempre tiene un desenlace del que nunca se habla en público por cuestiones de pudor y decoro.
Sin embargo, ese fue uno de los grandes misterios para los cosmonautas y astronautas de los primeros
viajes espaciales, ya que no se sabía cómo iba a reaccionar el sistema digestivo de los seres humanos
en condiciones de microgravedad.
Aquí en la Tierra tenemos la gran ventaja de contar con la gravedad al ir al baño, pero esta
simple tarea se hace extremadamente complicada al salir de la Tierra, y se encontraron que requiere
de ingenio y mucha práctica para no tener problemas ni desagradables complicaciones. Aunque éste
sigue siendo un tema tabú para mucha gente dentro y fuera del sector espacial internacional aún
ahora, se han logrado grandes avances en el conocimiento de la fisiología humana en el medio
extraterrestre desde entonces, y ahora ya se conoce mejor cómo funciona el sistema digestivo en
misiones de larga duración en el espacio.
Al principio los tripulantes de las primeras misiones soviéticas y norteamericanas evitaban
ingerir bebidas y comida antes de sus vuelos, buscando evacuar líquidos y sólidos antes del despegue
mediante el uso de enemas o lavados intestinales. En los primeros vuelos se tuvo que usar pañales
para adulto con cintas adhesivas en ambos extremos que pudieran pegarse al trasero de los
astronautas, y bolsas de plástico para la orina, donde se almacenaban los desechos orgánicos hasta su
regreso a la Tierra.
Mientras que las naves Soyuz ya contaban con un baño espacial en su módulo orbital desde sus
inicios en 1967, las naves de los programas Gemini y Apolo requerían que los astronautas orinaran en
un “tubo de alivio” (relief tube), de donde vertían su contenido al espacio antes de su regreso, con la
materia fecal guardada aparte en bolsas diseñadas para ese efecto.
La Estación Espacial SkyLab contaba con un “Sistema de Recolección de Desechos” (Waste
Collection System, WCS) a bordo, el cual era en realidad un sistema médico que juntaba muestras de
orina, heces y vómito para estudiar la absorción de Calcio por los astronautas en condiciones de
microgravedad.
Un escusado espacial debe operar correctamente en gravedad cero, por lo que en realidad es
un sistema que junta y retiene desechos líquidos y sólidos mediante el uso de mangueras que
succionan el aire y evitan que los desechos floten dentro de la nave. En las naves más viejas los
desechos líquidos eran arrojados al espacio, mientras que los sólidos se comprimían y almacenaban
para tirarlos al aterrizar. Aún con los nuevos equipos sanitarios disponibles para las diversas
tripulaciones espaciales, se siguen preparando dietas buscando que limpien los intestinos de la
tripulación antes del lanzamiento, y dietas de bajos residuos que minimicen la necesidad de defecar
fuera de la Tierra.
Es importante reconocer la manera como ha avanzado el conocimiento de la alimentación, de la
fisiología y de la nutrición humana a partir de los inicios de la exploración espacial, que a principios de
los años 60 estaba muy limitada, y que la exploración espacial siguiente forzó a que avanzara más
rápido debido al interés por alimentar y nutrir mejor a los cosmonautas y astronautas durante sus
vuelos. Se ha avanzado mucho en la búsqueda de una mejor alimentación espacial y, aunque siempre
hay lugar para mejorar los aspectos de la alimentación de la tripulación en misiones espaciales, la
mayor actividad de investigación en el mundo en este sentido se tiene ahora en las áreas de
preparación y almacenamiento de alimentos balanceados para larga duración.
De igual manera, se buscan maneras de mejorar el proceso de asimilación y evacuación de
líquidos y sólidos de origen orgánico en el espacio. Los primeros 60 años de vuelo espacial tripulado no
han permitido el estudio de la problemática acerca de la alimentación en el espacio, particularmente
en cuanto a las enseñanzas respecto a la preparación y manejo de los alimentos, su consumo, su
metabolización y su evacuación por seres humanos a bordo de naves espaciales tripuladas, sean éstas
cápsulas, laboratorios o estaciones espaciales.
Un aliciente futuro muy atractivo en este sentido es la motivación para ir a viajes
interplanetarios (a Marte primero, después más lejos) que tengan varios meses de duración, con varios
tripulantes a muy largo plazo, Los seres humanos se deben preparar para realizar viajes espaciales de
mayor duración y a lugares más lejanos, como una tendencia en que se ha trabajado a partir de los
últimos 60 años.
Se debe buscar la manera de evitar llevar comida preparada, ya sea comprimida, congelada o
deshidratada, y buscar nuevas maneras de llevar los ingredientes para obtenerla y prepararla dentro
de la misma nave espacial. También se debe seguir trabajando en la búsqueda de una manera de
reciclar los desechos líquidos y sólidos que generan los tripulantes de dichas misiones de larga
duración, para aprovechar y reutilizar los elementos que los conforman, de manera de buscar siempre
una sustentabilidad líquida, material y orgánica completa, a partir del mismo ecosistema que se
encuentra afuera de nuestra atmósfera, y cada vez más lejos de la Tierra.
La comida en el espacio ha avanzado mucho desde los tiempos de la pasta fría en tubos de
aluminio o los bocados en forma de cubitos. Los alimentos espaciales de hoy son muy parecidos a los
que se consumen a diario en la Tierra. Incluyen primeros platos, verduras y postres congelados,
alimentos refrigerados, frutas y verduras, y productos lácteos. Actualmente, el menú de la Estación
Espacial Internacional incluye más de 100 productos.
Los astronautas eligen sus menús cotidianos mucho antes de volar al espacio. Hay tres comidas
diarias, además de meriendas que pueden consumirse en el momento en que se desee. Se suministran
condimentos, como salsa de tomate, mostaza y mayonesa. Se dispone de sal y pimienta, aunque sólo
en forma líquida.
Los alimentos espaciales se conservan enlatados o envueltos en papel de aluminio. Pueden ser
liofilizados, de baja humedad, precocinados o deshidratados (a los que se ha extraído el agua). Si los
alimentos son deshidratados, los astronautas no pueden consumirlos hasta que les añadan agua
caliente. Disponen de hornos para calentar los alimentos a la temperatura adecuada. También se
suministran muchas bebidas deshidratadas.
La Estación produce una parte de agua mediante reciclaje, pero las misiones de abastecimiento
deben aportar el resto. Entre las bebidas figuran café, té, zumo de naranja, combinados de frutas y
limonada.
Consumir calorías, vitaminas y minerales en cantidades suficientes es tan importante para los
astronautas como para los habitantes de la Tierra. Deben ingerir al menos 2.000 calorías diarias.
Durante la misión, los miembros de la tripulación rellenan un formulario informático para indicar los
alimentos que consumen.
La Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés) fue lanzada en 1998, cumpliendo
más de 20 años en órbita siendo el hogar de los astronautas y cosmonautas con labores científicas en
el espacio, pero también de misiones rutinarias sencillas como las de dormir y alimentarse. En
noviembre de 1985, el especialista mexicano en cargas útiles Rodolfo Neri Vela, que era miembro de la
tripulación a bordo del Atlantis durante la misión STS-61B, solicitó que se incluyeran tortillas en su
suministro de alimentos. Una vez en órbita, sus compañeros de tripulación notaron que las tortillas, a
diferencia del pan normal, no producían migas y podían usarse para hacer sándwiches o contener otros
alimentos. Desde esa misión, las tortillas han sido las favoritas de los astronautas y son una tarifa
estándar a bordo de la ISS. Los miembros de la tripulación los usan para hacer burritos de desayuno,
hamburguesas e incluso sándwiches de mantequilla de maní y mermelada.
Los alimentos más difíciles de proporcionar a los tripulantes de larga duración en la ISS, y los
más buscados por ellos, son las frutas y verduras frescas. Su corta vida útil y la falta de refrigeración
dedicada en la EEI para alimentos hacen que sean un producto escaso en órbita, por lo que, algunos las
llevan y se las comen una vez instalados en el espacio.
La primera pizza a bordo de la ISS llegó a través del vehículo de reabastecimiento Progress en
mayo de 2001 en un acuerdo comercial entre la Agencia Espacial Rusa y Pizza Hut. El comandante de la
Expedición 2 Yuri V. Usachev recalentó el pastel con salami y se filmó a sí mismo comiendo una
rebanada en un comercial de la compañía de pizzas.
Con la llegada de astronautas de Japón, Europa, Canadá y más agencias espaciales, el menú ha
ido creciendo: sushi, kimchi de Corea, platos árabes y más. Durante la Expedición 42, la astronauta
italiana Samantha Cristoforetti de la ESA disfrutó del primer espresso auténtico en el espacio
elaborado en un dispositivo proporcionado por la Agencia Espacial Italiana en cooperación con el
fabricante de espresso Lavazzo.
En noviembre de 2019, el vehículo Cygnus 12 trajo a ISS un horno Zero G proporcionado por
Doubletree Hotels como un experimento para evaluar la posibilidad de hornear en el espacio. Y justo a
tiempo para Navidad, los astronautas de la Expedición 61 Luca S. Parmitano y Christina H.
Koch hornearon galletas con chispas de chocolate que regresaron a la Tierra a bordo de SpaceX 19 en
enero de 2020.
La naturaleza internacional del programa agrega una variedad muy apreciada al menú, ya
que los miembros de la tripulación traen sus alimentos de importancia cultural a las mesas del
comedor en ISS.
Lista de alimentos envasados en plástico al vacío: 1. té, 2. chocolate instantáneo, 3. huevos revueltos aliñados, 4.
vainilla instantánea, 5. fideos con pollo; Technik Museum Speyer.
Más allá del gusto, por encima de todo, los alimentos espaciales están diseñados
para proporcionar una nutrición óptima. Los astronautas necesitan estar preparados, físicamente y
mentalmente, para no enfermar en el espacio.
Aunque el alcohol no está permitido. En la década de 1970, la NASA planeaba abastecer a Skylab
con raciones de jerez, pero al probar la bebida en un simulador rápidamente resultó problemático: en la
microgravedad, los olores penetran rápidamente, y los vapores del vino pueden ser mordaces, por lo que
el alcohol fue prohibido en todos los vuelos.
Ramen rehidratable de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA)
La idea es facilitar el consumo de estos alimentos, cuyo precio de adquisición es muy elevado,
pero que quizás un día puedan suponer también el futuro de la alimentación en la tierra. No hay que
olvidar que estos productos podrían nutrir a toda la población con menos cantidades de alimentos,
mejorando consecuentemente el futuro de los sistemas de producción.
Las bebidas de mango, ponche tropical, wafles, sopa de vegetales, espagueti con salsa, tortillas,
entre otros, son algunos de los alimentos que los astronautas consumen en la Estación Espacial
Internacional. Los astronautas antes de salir al espacio, se reúnen con un científico que les ayuda a
definir lo que consumirán durante el día, tres veces al día, y que cumplan con una cantidad de dos mil a
tres mil 200 calorías dependiendo de su sexo y tamaño corporal.
En el espacio, al igual que en la Tierra, no se debe basar la alimentación sana en una dieta solo
de frutas y verduras, como todo ser humano, por lo que es importante que los astronautas consuman
lo que les gusta. La EEI tiene condiciones de microgravedad, por lo que es necesario que las bolsas
plásticas donde se guardan los alimentos tengan un elemento que las mantenga en un lugar, y no se
desplacen sin control por toda la nave.
Los sistemas de comida implementados en la ISS consisten en pequeñas bolsas elaboradas con
un plástico especial que mantienen la comida en vacío y deshidratada; dichas bolsas deben estar
selladas con mucho cuidado porque si se rompen dejan de funcionar. En el momento en que los
astronautas deseen comer, deben añadir agua para hidratar los alimentos y poder ingerirlos. En las
naves de las próximas misiones esto no será posible, puesto que no se viajará con más del agua
necesaria porque implicaría mayor peso del vehículo y, por ende, mayor gasto en el lanzamiento.
Es por ello que los ingenieros de la NASA ya trabajan en otro sistema, en el que la comida se
tendrá que volver a empaquetar, para que de esta forma no se permita que los alimentos desprendan
partículas que causarían daños a los astronautas. La comida irá empaquetada por día y estará lista para
comerse. En cuanto al viaje al planeta rojo, Marte, la comida de los tripulantes de la nave deberá estar
mucho más preservada dado el número de semanas y meses que tardarán en llegar a su destino
planetario.
En el futuro, los desarrollos tecnológicos y científicos deberán ser más avanzados e incluso
involucrar la siembra o crianza de vegetales en la nave, para llevarlos cada día más lejos en el universo.
Muchos astronautas han dicho que la comida y la hora de la comida son la conexión más grande que
sienten con el hogar, lo que afecta en gran proporción a su felicidad y bienestar. Entonces, a medida
que se planifican estancias espaciales más largas, obtener la comida correcta es una parte crucial de la
operación.
Hoy en día, la comida espacial está planificada a conciencia. La comida llevada al espacio debe
ser ligera, compacta, nutritiva y, por supuesto, sabrosa. Cinco meses antes de una misión espacial, los
astronautas visitan el Laboratorio de Sistemas de Alimentos Espaciales y eligen su menú de una
selección, donde clasifican sus alimentos favoritos teniendo en cuenta su apariencia, color, olor, sabor
y textura. Además de los requisitos nutricionales normales, hay una serie de factores que actúan en el
cuerpo mientras se está en el espacio, lo que significa que la dieta debe estar muy complementada,
incluso más que en la Tierra.
Un buen ejemplo de la tecnología moderna de alimentos espaciales lo encontramos a bordo de
la Estación Espacial Internacional (EEI), donde los astronautas de todo el mundo viven durante 6
meses. De los 300 alimentos disponibles para elegir, la mayoría son platos estadounidenses o rusos,
con algo de comida japonesa, europea y canadiense.
Al desarrollar alimentos espaciales, existen una serie de factores limitantes que se deben tener
en cuenta. Además del entorno de microgravedad, otros problemas importantes son: poder almacenar
suficiente comida para 6 astronautas y tener un espacio para recoger la comida y los desechos de los
envases. El transbordador espacial visita la Estación Espacial Internacional aproximadamente una vez al
mes y solo puede llevarse una cantidad limitada de basura.
2. HISTORIA DE LAS RACIONES DE COMBATE
Nos tenemos que ubicar primero, a comienzos de la I Guerra Mundial. Esta guerra de trincheras
ocupó cuatro años y tres meses de un combate que dio comienzo el 28 de julio de 1914, y ocasionó la
muerte de más de nueve millones de combatientes y siete millones de civiles, lo que suponía entonces
el 1% de la población mundial. Un conflicto que ya vaticinó en 1878 el primer ministro de Prusia, Otto
von Bismark: “Europa hoy es un barril de pólvora y sus hombres son como líderes fumando en un
arsenal. Una simple chispa desatará una explosión que nos consumirá a todos”.
Detrás de cada trinchera había vida efervescente, que iba y venía, y personas que debían
alimentarse. En los años que duró el combate la alimentación de los soldados fue variando para
hacerse, en los últimos tiempos, más dura y el sustento más escaso por una falta de previsión, ya que
se esperaba que la guerra durase mucho menos tiempo. Sin embargo, hubo una técnica
de conservación que fue constante, la de las conservas, sobre todo de carne. Suponían una forma
fiable de asegurar el buen estado de los alimentos, además eran baratas, fáciles de almacenar y de
distribuir.
Un año después del comienzo de la guerra, y visto que el horizonte era negro, el ejército diseñó
tres tipos de raciones con las que alimentar a sus tropas: Ración de Reserva, Ración de Trinchera y
Ración de Emergencia. La primera, de unas 3.000 calorías, la transportaba el soldado para su consumo
diario en situaciones en las que no era posible alimentarse en los campamentos, y consistía en 453 gr
de carne enlatada o corned beef, dos latas de 226 gr de pan, 68 gr de azúcar, 31 gr de café tostado y
molido, y 0,16 gr de sal.
Durante la Primera Guerra Mundial se empleó como base de la alimentación en primera línea
de combate, lejos de las cocinas de campaña, un producto que hunde sus raíces en los nativos
norteamericanos que lo emplearon como reservas en sus migraciones. Esta especie de pate, por
llamarlo de alguna manera y no directamente “comida de perros”, se conoce como Pemmican. Esta
elaborado con masa de carne (en origen de bisonte, alce, venado o ciervo, pero en su versión industrial
de ternera) seca pulverizada, bayas desecadas (cerezas, frambuesas y arándanos) y grasas que
sustituyen al tradicional tuétano de los huesos. Las grasas sirven como aglutinante y aportan calorías,
la carne seca aporta proteínas y las bayas vitaminas.
El primer intento en serio de los Estados Unidos de hacer una ración individual para los soldados
en el campo de batalla fue la "ración de hierro"(los alemanes también tenían la suya), introducida en
1907. Contenía tres tortas de 3 onzas (85 gramos) hechas de una mezcla de caldo de res en polvo y
trigo seco y cocido, tres barras de 1 onza (28 gramos) de chocolate endulzado y paquetes de sal y
pimienta.
La Ración de Reserva, que sustituiría a la de hierro, aunque convivieron durante un tiempo, se
comenzó a distribuir durante la última parte de la Primera Guerra Mundial para alimentar a las tropas
que estaban lejos de una guarnición o cocina de campo. Originalmente constaba de 12 onzas (340 g)
de tocino o 14 onzas (400 g) de carne (por lo general carne en lata), dos latas de 8 onzas (230 g) de pan
o duras galletas hardtack, un paquete de 1,16 oz (33 g) de café molido, un paquete de 2.4 onzas (68 g)
de azúcar y un paquete de 0.16 onzas (4.5 g) de sal. No podía faltar en aquellos tiempos una "ración de
tabaco" 0,4 onzas (11 g) de tabaco y 10 papeles para liar cigarrillos, que posteriormente se sustituyó
por cigarrillos.
Cuando en plena zona de combate resultaba difícil alimentar a las tropas, se acudía a la Ración
de Trinchera, conformada por carne enlatada y pan duro, café soluble y cigarrillos. Y, en tercer lugar,
estaba la de Emergencia, conocida en Alemania como la Porción de Hierro, por la que podían acceder a
una mezcla de carne en polvo disecada, mezclada con harina de trigo y prensada en forma de galleta, y
a tres barras de chocolate diseñadas para que encajasen en el bolsillo del uniforme.
Cuando no había combates, los soldados podían permitirse la recepción de productos
frescos provenientes de las cocinas más cercanas (aunque en algunos casos debían recorrer un largo
camino). Así, los británicos disfrutaban de pan, jamón, queso, verduras y té, mientras que
los alemanes podían resarcirse con patatas, verduras, galletas, chocolate y café.
En el caso del alcohol, algo fundamental para soportar la dureza de una guerra, también había
diferencia entre países, de tal forma que el vino lo tomaban los franceses, el ron los británicos y para
los alemanes el licor llegaba en forma de espirituosa salvación. En 1916, a causa de una falta de
suministro, se tuvieron que hacer importantes recortes en las raciones y en el caso del pan se tuvo que
empezar a hornear con harina de nabos, ya que los suministros de trigo provenientes de Estados
Unidos se habían visto reducidos por los ataques de los submarinos alemanes en aguas del Atlántico.
En 1917 la dieta básica de las tropas en las trincheras se había visto reducida a una sopa de
guisantes y harina de nabo con trozos de carne de caballo, o al famoso Maconochie, un guiso de nabos
y zanahorias fabricado por Maconochie Brothers. Había soldados que tenían la misión de buscar
comida para las tropas allí donde estuviera la cocina rodante, tuvieron que incluir en su dieta hierbajos
que encontraban en los campos cercanos.
El hambre golpeó duramente a la población civil durante la Primera Guerra Mundial. La
agricultura y la distribución de alimentos sufrieron grandes restricciones debido a los bloqueos navales,
que impedían la importación de bienes, y a la movilización de hombres, maquinaria y animales de
trabajo, que dejaron el campo sin la posibilidad de recoger las cosechas con normalidad.
En 1914, por ejemplo, Gran Bretaña importaba más del 60% de los alimentos consumidos en el
país, y el asedio de los submarinos alemanes hizo a partir de 1917 prácticamente imposible conseguir
trigo y otros productos de primera necesidad.
El primer sistema de racionamiento moderno se implementó durante la Primera Guerra
Mundial, primero en Alemania y después en otros países implicados en la contienda. El gobierno
británico por ejemplo intentó controlar los precios de los alimentos y comenzó a multar
«comportamientos antipatrióticos» como tomar más de dos platos al mediodía y más de tres en la
cena o alimentar a las palomas. En 1916 se creó en Londres el Ministry of Food Control (ministerio de
control de alimentos), encargado de informar a la población sobre cómo ahorrar combustible o
introducir sucedáneos de ciertos ingredientes en la dieta diaria. En julio de 1918 los ingleses recibieron
por primera vez cartillas de racionamiento para adquirir carne, azúcar, harina y grasas. Colas de
ciudadanos hambrientos se veían en casi todas las ciudades de Europa, ya fuera para comprar vituallas
o para recibir una comida en las cocinas nacionales, cantinas de gestión gubernamental en las que se
servían platos básicos. En Rusia, Turquía o Austria-Hungría decenas de miles de personas murieron de
hambre, mientras que el gobierno alemán intentaba sustentar a sus ciudadanos a base de K-Brot, un
pan hecho con harina de patata, avena e incluso paja.
En Estados Unidos decidieron solidarizarse con sus aliados europeos disminuyendo el consumo
de cereales para poder exportar más cantidad. Prensa, radio y carteles en las calles aconsejaban a los
americanos abstenerse de azúcar o fritos, hacer una comida sin harina al menos una vez al día o dejar
de tomar carne los martes. Se publicaron decenas de panfletos y libros de cocina enteros dedicados a
las recetas de guerra con fórmulas para elaborar salchichas sin carne o pan sin harina.
Los soldados, metidos en las trincheras de Verdún o el Somme, recibían provisiones con
dificultad y muchas de las cocinas portátiles de las que disponían quedaron inutilizadas por las bombas
o el barro. La mayoría de los militares comían frío, rodeados de muerte y humedad. Las raciones de
reserva, pensadas para casos de extrema necesidad y que cada soldado llevaba en su petate, pasaron a
ser cuestión de vida o muerte. Los soldados franceses disponían por ejemplo de dos latas de carne en
conserva, doce galletas, dos paquetes de sopa en polvo, dos tabletas de café instantáneo y un poco de
azúcar.
Una ración de combate o ración de previsión es una comida empacada para ser fácilmente
preparada y consumida por las tropas en el campo de batalla. Este tipo de alimento suele ser muy útil
en las operaciones de ayuda en caso de desastres porque pueden ser transportadas en grandes
cantidades y ser distribuidas fácilmente. Cubren las necesidades nutricionales básicas a los
damnificados hasta que se puedan instalar cocinas más permanentes.
La necesidad de desarrollar un aparato logístico de aprovisionamiento para las tropas nace de
la Antigua Roma, cuando iba conquistando territorios cada vez más alejados de su capital, dando
origen al concepto de «logística militar», aunque este término no fue acuñado hasta 1838 por el Barón
de Jomini. Podríamos definir la logística militar como el apoyo a las unidades operativas a través de la
administración y distribución de material, equipo, alimentación, etc.
Aunque a finales del siglo del siglo XIX ya había algunos conocimientos asentados sobre los
principales nutrientes, no fue regulado en las raciones militares hasta la Primera Guerra Mundial, y
mucho menos se había investigado sobre la influencia de la comida en los factores emocionales. Con el
desarrollo de la ciencia y la investigación, las principales potencias europeas valoraron la necesidad de
una correcta alimentación para los soldados y muchos investigadores empíricos incursionaron en el
campo de los alimentos, teniendo como premisa su conservación sin deterioro de sus propiedades
nutritivas, soportar condiciones extremas y su fácil transporte.
El verdadero boom de las conservas se produciría con la Primera Guerra Mundial y los años
inmediatos a ella. El negocio conservero auguraba las mejores perspectivas del sector agroalimentario.
El enemigo bloqueaba la comunicación con la retaguardia, generalmente mediante bombardeos,
dejando a las raciones enlatadas como única manera de subsistencia. De hecho, se introdujeron las
«raciones de trinchera» y «raciones de reserva», que solo debían
abrirse en caso de mucha necesidad.
Las cocinas suministraban alimento al frente cuando la
situación era relativamente calmada. Pan, jamón, queso, verduras
y té en el caso de los británicos. Patatas, verduras, galletas,
chocolate y café en las trincheras alemanas. Para animar a las
tropas también recurrían a tabaco y pequeñas cantidades de
bebidas alcohólicas: vino a los franceses, ron a los ingleses y licor
a los alemanes. Aun así, las latas de comida no consiguieron
abastecer al cien por cien a los soldados y se dieron episodios de
hambre en las espeluznantes trincheras.
Las quejas de los “clientes” sobre el sabor de los menús en las trincheras hicieron que la Escuela
de Intendencia del Ejército de EEUU tratase de poder en marcha toda la tecnología de la alimentación
del periodo de entreguerras para lograr unas raciones “seguras, nutritivas y sabrosas”. Los encargados
del nuevo Laboratorio de Investigación en Intendencia, creado en 1936 en la ciudad de Chicago, son los
coroneles Wilbur McReynolds y Paul logan.
Pero la realidad es que había más chefs que cocineros ya que solo había tres empleados, unas
pocas potas y un presupuesto ridículo de unos 600 dólares de la época. A pesar de esta “enorme”
inversión de medios materiales y económicos los cocineros de Chicago dieron lugar a dos productos
que pasaría a formar parte del Menú del US Army: las raciones C y D. En 1939 se produjo un cambio en
la jefatura del Laboratorio y se encomendó al teniente de caballería reconvertido en chef, Rohland
Isker. Este oficial era un apasionado por la cocina, especialmente la asiática tras su estancia en
Filipinas, por lo que se notaría algo de sabor en los nuevos menús.
Pero la escasez de medios prosiguió incluso tras la llamada a filas de todos los jóvenes de 25 a
35 años el 16 de septiembre de 1940, que solo conllevo una subida de 50 dólares del presupuesto. No
sería hasta finales de este año cuando la plantilla se ampliase hasta los 22 empleados y se creasen
nuevos laboratorios químicos y para el estudio del comportamiento de las vitaminas y nutrientes de los
alimentos. Aunque seria sobre todo el comienzo de las relaciones con los investigadores universitarios
y de empresas de alimentación lo que arrancaría el desarrollo de los menús, envases y de los
contenidos nutricionales de los mismos. El producto estrella de Isker fue la creación de un menú ligero
de emergencia denominado Ración K.
Sus éxitos fueron ocultados por los fracasos del Cuerpo de Intendencia en los primeros
momentos de la Guerra por lo que pagaría los platos rotos por otros. Se decidió racionalizar los
distintos laboratorios de Investigación del cuerpo esparcidos por todos los EE.UU. (botas en Boston,
tiendas de campaña en Indiana, ropa en Filadelfia y el de Chicago para la nutrición) en uno solo. Se
creó para ello en julio de 1942 la Sección de Investigación y Desarrollo de la División de Logística Militar
del Departamento de Intendencia con sede en Washington.
Teóricamente continuaba Isker como Chef en Chicago, pero realmente el responsable de la
investigación de alimentos era George Doriot que aplicaría sus conocimientos empresariales, era
profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, en la creación de los menús. Para él los soldados no
eran meros sujetos a alimentar, sino que los trataba como clientes, por lo que su opinión contaba.
Creo estudios de mercado sobre los productos, y descubrió que a los soldados no les gustaba ni la
apariencia ni el sabor de los menús y que no les importaba que fuesen nutricionalmente equilibrados a
la hora de comer esos poco apetecibles productos.
Comenzó unos estudios junto con empresas del sector sobre los factores que afectaban a la
aceptación de la comida por el soldado. Se encontraron 17 factores desde el sabor, color, que fuesen
crujientes o que fuesen picantes de verdad como el caso de la carne con chile. En 1944 gracias a estos
estudios se mejoró sustancialmente los platos y la aceptación de los soldados de estos, además de
añadir nuevos sabores que dieron variedad a los menús de campaña que iremos viendo a
continuación.
Los soldados estadounidenses de la Gran Guerra teniendo en cuenta la calidad de las comidas
de combate seguro que no se quejaban de los menús elaborados por las cocinas de campaña durante
la Segunda Guerra Mundial. Se debe tener en cuenta que los dos siguientes “menús del día” al ser
elaborados en las cocinas de la unidad no tenían consideración de raciones de campo.
Las raciones A eran alimentos frescos elaborados para ser consumidos en los comedores de los
cuarteles, es decir el rancho de toda la vida. También se elaboraban productos “precocinados” para ser
preparados en las cocinas de campaña, las
raciones B.
Estas elaboraciones serian “el menú
del día” más habitual de los soldados en
tiempos tranquilos lejos del frente de
batalla pero cuando los obuses caen cerca
el soldado necesita un aporte rápido de
calorías que se puedan comer en frio o sin
mucha elaboración.
En origen la ración Tipo C original,
comúnmente conocida como la Ración C,
tenía la intención de reemplazar la Ración de Reserva como una ración individual a corto plazo
diseñada para un uso corto, que se complementaría con la ración de emergencia D. Estaba formada
por tres latas de 340 gr. de estofado de carne (meat unit, M-unit) con tres posibles acompañantes:
judías, puré de patatas o verduras para el desayuno, comida y cena. Además de tres raciones de pan y
postre (bread-and-dessert can, B-unit). Esta unidad B contenía varias galletas densas en calorías, 3
tabletas de azúcar, 3 tabletas de energía de dextrosa y un paquete o una lata pequeña de mezcla de
bebidas. Y de postre cacahuetes o pasas recubiertos de caramelo, caramelos duros Charms o
caramelos de chocolate Brachs, sándwich de galletas.
En un intento por aumentar el período de uso continuo de las raciones C y evitar el cansancio de
los comensales se añadieron latas de “Carne y espagueti en salsa de tomate", en 1943. A fines de 1944,
"Jamón picado, huevo y patatas", "Carne y fideos", "Carne de cerdo y arroz", "Salchichas y frijoles", Se
introdujeron "cerdo y frijoles", "frijoles de jamón y lima" y "pollo y verduras". La verdad que el menú al
final de la guerra era bastante variado.
Para poder degustar el “menú completo” se hizo necesario entregar un paquete de
accesorios. El kit de papel de carnicero marrón contenía tabletas de azúcar, tabletas de purificación de
agua con halazona, una cuchara de madera plana, un chicle recubierto de caramelo, 9 cigarrillos de
calidad comercial y un librito de 20 fósforos de cartón resistentes a la humedad, un abrelatas P-38
envuelto en papel impreso con instrucciones para su uso adecuado, y papel higiénico necesario para
hacer frente a las consecuencias de la comida.
La idea era dotar de proteínas, hidratos de carbono y azúcar de forma rápida a los combatientes
en una pequeña pausa entre los combates. Para evitar que los soldados se la comiesen en momentos
de aburrimientos el producto sabría mal intencionadamente, para evitar que los golosos del chocolate
caigan en la tentación. Como sus enemigos germanos sabían que el producto ideal sería el chocolate
por lo que encargaron a la empresa Hershey Chocolate Corporation la elaboración de un producto muy
nutritivo, que no fuera sabroso y que no se fundiese con el calor corporal del soldado.
El resultado fue una chocolatina que con solo tres barritas (4 onzas de peso, unos 113,4 gramos)
proporcionaban 1800 calorías, suficientes para dar energía a un adulto durante todo un día, de hecho,
es la madre de todas las barritas energéticas de los amantes de los deportes. El sabor como ya
sabemos no era lo importante, y según los soldados lo lograron ya que era de todo menos sabroso.
Estaba elaborado con un tercio de chocolate amargo, un tercio de azúcar, un sexto de leche en polvo
desnatada (a ver si engordamos por la leche) un quinceavo de harina de avena y una pizca de vainilla.
Sea como sea para la empresa supuso un buen negocio ya que fabrico durante la Guerra más de
250 millones de tabletas empaquetadas en papel de aluminio con el lema “US ARMY FIELD RATION D”.
Tras ver el poco éxito entre el público de las raciones C pese a los cambios introducidos, Isker
pide a Ancel Keys un nutricionista de la Universidad de Minnesota que haga su propia versión del menú
de campaña. Su idea era hacer un menú que con el mismo peso que las latas de carne (Unit-M) y que
entrasen en una caja rectangular plana aportasen los nutrientes necesarios, unas 2830 calorías y 79
gramos de proteínas, pero diesen a los soldados algo más apetecible de digerir. Además de las latas de
carne procesada vendrían galletas de soja, chocolatina y caramelos. Nacía la Ración K.
Lo novedoso es que la ración K adopto tres formatos: desayuno, comida y cena. La caja de
raciones para el desayuno tenía una impresión marrón y estaba marcada con una letra mayúscula
marrón "B" en los extremos, la caja de la ración para la cena tenía una impresión azul y estaba marcada
con una letra mayúscula azul "D" en los extremos, y la caja de la ración de la cena tenía estampado
verde oliva y estaba marcado con una "S" mayúscula verde oliva en los extremos.
Tras varias pruebas con una docena de soldados se fue configurando los siguientes menús:
• Unidad de desayuno -Breakfast: ternera enlatada (en las primeras unidades del menú),
jamón picado y huevos enlatados (en las demás versiones posteriores), galletas, dextrosa o tabletas
de leche malteada, barra de fruta seca, cereal de avena premezclado, tabletas de purificación de
agua Halazona, un paquete de cuatro cigarrillos, chicle, café instantáneo y azúcar (granulado, en cubos
o comprimido), papel higiénico
• Unidad de almuerzo - Supper: carne enlatada, que consiste en salchicha de cervelat
(versión temprana), ya sea carne de cerdo con zanahoria o manzana (primer plato), carne de res y pan
de cerdo (segundo plato); galletas, barra tropical o barra de chocolate dulce comercial, papel
higiénico; un paquete de cuatro cigarrillos, goma de mascar y un paquete de caldo (cubo o polvo).
• Unidad de cena - Dinner : carne de cerdo enlatada (versión temprana), queso
americano procesado en lata, queso suizo y americano, o tocino y queso (queso entrante en todas las
versiones posteriores), galletas, 15 tabletas de dextrosa o leche malteada (malta diastásica) o cinco
caramelos, azúcar (granulado, en cubos o comprimido), paquete de sal, un paquete de cuatro
cigarrillos y una caja de fósforos, chicle y un paquete de bebidas en polvo (limón (c.1940), naranja (c.
1943), o sabor a uva (c. 1945).
Aunque popularmente se piensa que el nombre de ración K era por el nombre del Dr. Keys o la
abreviatura de "Comando" (ya que las tropas de élite fueron las primeras en recibir eso). Sin embargo,
se seleccionó la letra "K" porque era fonéticamente distinta de las otras raciones.
Cuando se crea la OTAN (NATO), aparecen las “Raciones Colectivas de Campaña de 36 plazas”,
diseñada para cubrir las necesidades de un día. Estas mencionadas raciones se componían de tres
paquetes con desayuno, primera y segunda comida, además de los suplementos para su consumo.
Tenían una fecha límite de caducidad de unos 18 meses en el caso del desayuno y 3 años en el caso del
resto de comidas, posterior a la fecha de fabricación. Teniendo una prescripción con la información
necesaria sobre las comidas, sus nutrientes y su preparación en los idiomas español, inglés y francés
como lo establecía la normativa OTAN.
Destacaban entre las comidas que podían incluir: conservas de bacalao con garbanzos de un
peso de 3kg, de estofado de ternera de 3kg, de melocotón en almíbar y paquetes de pan galleta para
cada comensal. Es decir 83,3g de comida citada por individuo. Estas raciones colectivas se
desarrollaron y aparecieron las “Raciones Colectivas de Campaña para 12 plazas” y las “Raciones
Colectivas de Campaña de 10 plazas”, ambas con las mismas cantidades que la anterior, por lo cual el
aporte alimenticio aumentó. Fueron creadas en 1995, y junto a ellas comenzaron a aparecer la “Ración
Individuales de Combate” y las “Raciones de Emergencia”. Las colectivas fueron cayendo en desuso
consolidándose las individuales. La causa principal de la aparición de estas raciones de combate surgió
en el periodo de las primeras Guerras Mundiales a nivel mundial y en las guerras de África a nivel
nacional.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una dieta sana debe contener unas 2000 Kcal
como mínimo, aunque se recomienda una ingesta entre 3000 y 3500 Kcal. El 10-15% del valor calórico
de la dieta proceda de las proteínas; la grasa represente el 30% como máximo y hasta el 35% (en caso
de que el consumo sea en mayor cantidad de alimentos que contengan ácidos grasos monoinsaturados
y polinsaturados) y el resto (siempre más del 50%) proceda de los hidratos de carbono,
mayoritariamente complejos e integrales. Además de comer al menos 400g de frutas u hortalizas.
A nivel militar el aporte calórico y nutritivo de su alimentación (tenemos que destacar que nos
referimos a la alimentación en general y no únicamente a las RIC (España), varía en relación con los
criterios de la OMS y también sus propios criterios han variado a lo largo de la historia.
Canadá provee a cada soldado con una comida completa pre-cocinada conocida
como Individual Meal Pack, envasada dentro de un paquete de papel duro. Hay cinco menús de
desayuno, seis de almuerzo y seis menús de cena. Las raciones canadienses son generosas y disponen
de un gran número de productos disponibles comercialmente. Al igual que la ración de Estados
Unidos la comida principal está pre-cocinada y lista para comer, envasada en un paquete de plástico
duro.
Generalmente la ración contiene un elemento para la comida (patatas y salchichas, patatas al
escalope con jamón, salmón ahumado, macarrones con queso, tortilla de queso con
champiñones, cottage pie...), un paquete húmedo con fruta y dependiendo de la comida un paquete
con sopa instantánea, cereales, zumo deshidratado, mantequilla de cacahuete, miel, crackers, café y
té, azúcar, barras de chocolate, una cuchara larga de plástico y toallas de papel. Canadá también ha
hecho uso de paquetes más limitados llamados Light Meal Pack que contenían carne o queso
deshidratado, fruta deshidratada y barras de granola o chocolate.
El escaso aporte de vitaminas en frutas o verduras que podemos observar que hay en las
raciones de combate puede generar avitaminosis. O hipovitaminosis, que son los casos más conflictivos
sobre la alimentación de los combatientes. Aunque se ha intentado solucionar ese problema mediante
pastillas de vitamina C (evitando el escorbuto u otras enfermedades derivadas), se emplean las
conservas y los alimentos congelados, supliendo la pérdida de vitaminas de uno y de otros con pastillas
de vitamina C.
La capacidad de combate se puede describir como la aptitud que precisa una organización
operativa para cumplir la misión encomendada. Sus componentes son la moral y la potencia de
combate. La moral de combate, asunto que ahora nos atañe, es el estado de ánimo considerándolo
tanto a nivel individual como colectivo. La moral individual «está relacionada con cierta condición de
bienestar físico y emocional que permite al individuo vivir con esperanza y trabajar eficazmente. El
Comandante en Jefe del Ejército de Vietnam del Norte, describía su estrategia: «Nuestro armamento y
equipo eran inferiores al del enemigo, así que sólo podíamos desarrollar la superioridad moral, sólo
entonces podíamos osar combatirlo resueltamente, sólo entonces podíamos permanecer firmes ante
las difíciles pruebas que creaba la superior potencia de fuego que el enemigo había desplegado». Entre
los medios para mantener la moral de combate, tienen mucha importancia el abastecimiento de la
comida y el tipo de alimentos que se proporcionen. También es fundamental que las tropas se sientan,
dentro de lo posible, cerca de casa o al menos que disipen esa sensación de aislamiento que resulta
frecuente tener en situación de maniobras o combate.
"SOMOS LO QUE HACEMOS REPETIDAMENTE. EXCELENCIA, POR LO TANTO, NO ES UN ACTO SINO UN
HABITO"
ARISTOTELES
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Tecnología alimentaria

  • 1.
  • 2. ACLARACIÓN LEGAL Las fotografías de la presentación, son propiedad del autor y publicadas oportunamente con sus fuentes en su Blog científico: SEGURIDAD ALIMENTARIA, BROMATOLOGÍA y MICROBIOLOGÍA de los ALIMENTOS (www.bagginis.blogspot.com)
  • 3. 1. HISTORIA DE LOS ALIMENTOS PARA LOS ASTRONAUTAS Recientemente se cumplieron los primeros 60 años de los vuelos espaciales tripulados en la historia de la humanidad, cuando los seres humanos salieron por primera vez fuera de la atmósfera de la Tierra que nos ha protegido desde que los primeros componentes químicos formaron las proteínas primitivas que dieron vida a este planeta. Todos los seres vivos seguimos la misma secuencia de eventos durante nuestra vida, nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. La alimentación es más que necesaria para seguir este camino de la vida. Los seres humanos hemos crecido rodeados de todos los elementos que nos proporcionan nuestra alimentación, y aunque se requiere trabajar para tenerlos, siempre han estado al alcance de la mano. Sin embargo, sólo en los últimos 100 años hemos tenido aparatos que nos ayudan a preparar nuestros alimentos (hornos y cocinas) y a almacenarlos (refrigeradores) dentro de nuestro hogar, y los podemos usar de manera segura, fácil y barata. Esto cambió cuando el ser humano comenzó a salir al espacio y, como sucede con todo lo nuevo en la vida, apenas estamos aprendiendo a resolver los problemas que este nuevo entorno nos ha creado. Desde el inicio de la carrera espacial, durante los primeros vuelos espaciales en la década de los 60, se empezó a estudiar la alimentación requerida por los cosmonautas soviéticos y astronautas norteamericanos al salir al espacio. Fue lógico que al principio hubiera poco conocimiento, y mucha preocupación, acerca de la manera como el metabolismo del cuerpo en general, y del sistema digestivo en particular, reaccionaran a los procesos de almacenamiento, consumo, digestión, evacuación y, en general, todo el proceso de alimentación y nutrición en seres humanos en condiciones de microgravedad.
  • 4. En esas fechas, nadie sabía qué podría pasar con la fisiología de una persona sana durante los viajes espaciales, primero con duración de pocos días y después por varias semanas de duración. Los primeros viajes fuera de la Tierra por parte de cosmonautas soviéticos y astronautas norteamericanos, sirvieron para probar nuevas teorías y desechar miedos y viejos mitos relacionados con la alimentación espacial. El primer vuelo espacial con un ser humano a bordo correspondió al lanzamiento de la nave Vostok-1 en abril de 1961, cuando Yuri Gagarin, de la URSS, hoy Rusia, hizo una órbita alrededor de la Tierra, aunque no comió nada durante ese primer vuelo espacial, al igual que Alan Shepard, el primer norteamericano en salir al espacio en mayo de 1961, quien tampoco comió nada durante su vuelo suborbital (salió al espacio, pero no giró alrededor de la Tierra). Los primeros experimentos alimenticios se llevaron a cabo por parte de Gherman Titov (URSS) a bordo de la nave Vostok-2 en agosto de 1961, y después por John Glenn (EUA) a bordo de la nave Friendship-7 en febrero de 1962, quienes fueron los primeros seres humanos en comer fuera de nuestro planeta. Sin embargo, esas primeras comidas fuera de la Tierra fueron muy ilustrativas para los siguientes vuelos espaciales tripulados. Además de ser el segundo ser humano en salir al espacio, Gherman Titov todavía tiene varios récords en su haber, como el de ser la persona más joven en salir al espacio (25 años y 11 meses de edad) aún vigente, además de ser el primer humano que durmió, se mareó, comió y después vomitó dicha comida, en el espacio. Los cosmonautas de la Unión Soviética (URSS) fueron los primeros seres humanos que realizaron vuelos espaciales tripulados alrededor de la Tierra, seguidos de cerca por los astronautas norteamericanos. Los primeros programas soviéticos de vuelo espacial humano fueron llamados Vostok, Voshkod y Soyuz (URSS, 1959-1971), mientras que los programas norteamericanos fueron llamados Mercurio, Géminis y Apolo (EUA, 1957-1972). Todos estos programas consideraron el estudio de la alimentación de seres humanos en el espacio por la duración de los vuelos espaciales tripulados.
  • 5. La cantidad y tipo de comida que comieron los primeros cosmonautas y astronautas ha cambiado mucho desde los primeros vuelos espaciales, que se hicieron con las comidas preparadas y empaquetadas de otras épocas. Esos primeros alimentos básicos estaban orientados más a satisfacer el hambre de la tripulación durante el viaje, que a cubrir sus necesidades nutricionales de manera balanceada mientras estuvieran en el espacio. Los primeros alimentos que se llevaron al espacio fueron resultado de los alimentos deshidratados que eran populares entre los soldados durante las campañas militares de la segunda guerra mundial, a mediados del siglo XX. En el caso de los astronautas norteamericanos, la primera alimentación espacial estaba basada en los populares MRE (Meals Ready to Eat) del ejército de los Estados Unidos durante buena parte del siglo pasado. La funcionalidad de las presentaciones en las primeras naves espaciales se basaba en envasar alimentos en tubos, cubos, etc. Hoy día la alimentación espacial no se limita a alimentar la tripulación por un tubo, sino que es comida saludable y apetitosa que se diseña para cubrir las necesidades biológicas de energía del personal durante la duración de la misión. Los programas soviéticos fueron los primeros en estudiar la fisiología al comer en el espacio, ya que las misiones soviéticas tenían mayor duración que las misiones norteamericanas. Dentro de los programas Vostok, Voshkod y Soyuz se hizo mucha investigación sobre las condiciones de habitabilidad y nutrición en el espacio, lo que los soviéticos aplicaron después dentro de su Estación Espacial MIR, donde demostraron que los seres humanos eran capaces de vivir en un entorno de microgravedad por periodos con duración mayor a un año. Una gran parte de los alimentos enviados a misiones espaciales por la Unión Soviética y, después la Federación Rusa, estaban empacados en latas. Sin embargo, debido a la seguridad extrema del programa espacial soviético durante la época de la guerra fría, los detalles alimenticios de su programa espacial también estuvieron ocultos al resto del mundo por décadas, por lo que a la fecha sólo se conocen algunos de sus detalles nutricionales. Debido a lo anterior, existe más información disponible acerca de los primeros vuelos norteamericanos que de los soviéticos, incluyendo los aspectos alimentarios de los distintos programas espaciales.
  • 6. Los primeros astronautas norteamericanos que comieron en el espacio lo hicieron al cenar comida comprimida en pequeños cubos, o como comida seca congelada y semilíquida metida a presión dentro de tubos de aluminio para la pasta de dientes. El programa Gemini acumuló casi 14 días de vuelo espacial en 10 misiones, durante las cuales se trabajó en aumentar la variedad de los alimentos deshidratados, así como en la mejora continua de los sabores, texturas y volumen de los alimentos y bebidas que se les ofrecía. Como la comida inicial estaba deshidratada en cubos y en bolsas presurizadas a las cuales inyectaban agua, era desabrida y tenía tan poca aceptación entre los astronautas que éstos evitaban comerlas y las traían de regreso a la Tierra, con varios de ellos perdiendo peso por esta causa durante el vuelo. El programa Apolo aprovechó lo aprendido en el programa Gemini previo, aumentando la variedad del menú disponible para los astronautas y permitiendo hidratar los alimentos con agua caliente usando recipientes térmicos. Tres ejemplos de comida espacial básica que permeó al público común y corriente han sido el jugo de naranja artificial marca Tang, la comida de frutas o guisados deshidratados, y los famosos Palillos Espaciales Pillsbury (Space Sticks) disponibles en lanzamientos espaciales desde la misión Apolo 11. Los astronautas ahora podían comer tres palillos Pillsbury al día, divididos en tres sabores diferentes y les permitían alimentarse a través de un puerto hermético en los cascos de los astronautas.
  • 7. En las misiones Apolo a la Luna, y posteriormente en el Laboratorio Espacial SkyLab (1970), se mejoraron los sabores y se hizo más énfasis en la correcta nutrición de la tripulación, incluyendo la disponibilidad de nuevos alimentos a temperatura ambiente y de envases flexibles, así como de las barras alimenticias de frutas y cereales prensadas en una capa de almidón comestible, para no requerir cubiertos. Algunos de los alimentos usados entonces eran café, tocino en cuadros, hojuelas de maíz, espagueti, galletas saladas con queso, huevos revueltos, ensalada de atún, mantequilla de cacahuate, guisado de carne de res, salchichas y sándwiches, para misiones más largas. Charola para calentar y servir comida en la estación espacial SkyLab en 1974, con paquetes de comida (costillas, rostizado de res, pollo y arroz), bebidas de uva y de naranja, fresas, espárragos, roles y pudín. Foto Archivos NASA. El primer estudio extenso del metabolismo humano en el espacio se llevó a cabo en el SkyLab, la primera estación espacial de los Estados Unidos, entre 1973 y 1974. La NASA dio seguimiento a seis nutrientes en los astronautas desde 21 días antes del vuelo, hasta 18 días después del vuelo, proporcionando a los astronautas una dieta aproximada de 2.8 kcal/día y estudiando sus efectos. Se prepararon menús de 56 días con 37 nutrientes diferentes y 72 platos, que se rotaban en ciclos de seis días. El SkyLab tuvo la primera cocina espacial, con un horno eléctrico para calentar comida, un refrigerador con congelador que permitía guardar comida fresca, bebidas, helados y comida congelada, como filetes y langosta. Esta cocina permitía preparar las tres comidas diarias lo más parecido a lo que acostumbraban los astronautas en la Tierra, con platos, cubiertos y hasta tijeras para cortar los cierres de las bolsas para bebidas y alimentos.
  • 8. La mayoría de los alimentos estaban enlatados en recipientes de aluminio con vida de dos años, que soportaban cambios de presión y temperaturas hasta los 54°C sin cambiar sus propiedades ni llegar a la descomposición. Se menciona incluso que las barras alimenticias aportaron casi la mitad de las calorías proporcionadas a los astronautas, permitiendo extender la duración de la cuarta misión del SkyLab de 56 hasta 84 días. Charola con comida espacial a bordo del Transbordador Espacial STS-Space Shuttle (Fotografía Archivo NASA) Astronautas de la NASA comiendo comida espacial rusa (Borsch - sopa de res) a bordo del módulo espacial Soyuz, en la misión conjunta Apolo-Soyuz, en Julio, 1975. (Fotografía Archivos NASA) Tanto en la Tierra como en el Espacio, el tema de la alimentación siempre ha sido acompañado por el tema de la evacuación, dado que todo ser humano sigue el mismo proceso digestivo que, al final, siempre tiene un desenlace del que nunca se habla en público por cuestiones de pudor y decoro. Sin embargo, ese fue uno de los grandes misterios para los cosmonautas y astronautas de los primeros viajes espaciales, ya que no se sabía cómo iba a reaccionar el sistema digestivo de los seres humanos en condiciones de microgravedad.
  • 9. Aquí en la Tierra tenemos la gran ventaja de contar con la gravedad al ir al baño, pero esta simple tarea se hace extremadamente complicada al salir de la Tierra, y se encontraron que requiere de ingenio y mucha práctica para no tener problemas ni desagradables complicaciones. Aunque éste sigue siendo un tema tabú para mucha gente dentro y fuera del sector espacial internacional aún ahora, se han logrado grandes avances en el conocimiento de la fisiología humana en el medio extraterrestre desde entonces, y ahora ya se conoce mejor cómo funciona el sistema digestivo en misiones de larga duración en el espacio. Al principio los tripulantes de las primeras misiones soviéticas y norteamericanas evitaban ingerir bebidas y comida antes de sus vuelos, buscando evacuar líquidos y sólidos antes del despegue mediante el uso de enemas o lavados intestinales. En los primeros vuelos se tuvo que usar pañales para adulto con cintas adhesivas en ambos extremos que pudieran pegarse al trasero de los astronautas, y bolsas de plástico para la orina, donde se almacenaban los desechos orgánicos hasta su regreso a la Tierra. Mientras que las naves Soyuz ya contaban con un baño espacial en su módulo orbital desde sus inicios en 1967, las naves de los programas Gemini y Apolo requerían que los astronautas orinaran en un “tubo de alivio” (relief tube), de donde vertían su contenido al espacio antes de su regreso, con la materia fecal guardada aparte en bolsas diseñadas para ese efecto.
  • 10. La Estación Espacial SkyLab contaba con un “Sistema de Recolección de Desechos” (Waste Collection System, WCS) a bordo, el cual era en realidad un sistema médico que juntaba muestras de orina, heces y vómito para estudiar la absorción de Calcio por los astronautas en condiciones de microgravedad. Un escusado espacial debe operar correctamente en gravedad cero, por lo que en realidad es un sistema que junta y retiene desechos líquidos y sólidos mediante el uso de mangueras que succionan el aire y evitan que los desechos floten dentro de la nave. En las naves más viejas los desechos líquidos eran arrojados al espacio, mientras que los sólidos se comprimían y almacenaban para tirarlos al aterrizar. Aún con los nuevos equipos sanitarios disponibles para las diversas tripulaciones espaciales, se siguen preparando dietas buscando que limpien los intestinos de la tripulación antes del lanzamiento, y dietas de bajos residuos que minimicen la necesidad de defecar fuera de la Tierra. Es importante reconocer la manera como ha avanzado el conocimiento de la alimentación, de la fisiología y de la nutrición humana a partir de los inicios de la exploración espacial, que a principios de los años 60 estaba muy limitada, y que la exploración espacial siguiente forzó a que avanzara más rápido debido al interés por alimentar y nutrir mejor a los cosmonautas y astronautas durante sus vuelos. Se ha avanzado mucho en la búsqueda de una mejor alimentación espacial y, aunque siempre hay lugar para mejorar los aspectos de la alimentación de la tripulación en misiones espaciales, la mayor actividad de investigación en el mundo en este sentido se tiene ahora en las áreas de preparación y almacenamiento de alimentos balanceados para larga duración. De igual manera, se buscan maneras de mejorar el proceso de asimilación y evacuación de líquidos y sólidos de origen orgánico en el espacio. Los primeros 60 años de vuelo espacial tripulado no han permitido el estudio de la problemática acerca de la alimentación en el espacio, particularmente en cuanto a las enseñanzas respecto a la preparación y manejo de los alimentos, su consumo, su metabolización y su evacuación por seres humanos a bordo de naves espaciales tripuladas, sean éstas cápsulas, laboratorios o estaciones espaciales. Un aliciente futuro muy atractivo en este sentido es la motivación para ir a viajes interplanetarios (a Marte primero, después más lejos) que tengan varios meses de duración, con varios tripulantes a muy largo plazo, Los seres humanos se deben preparar para realizar viajes espaciales de mayor duración y a lugares más lejanos, como una tendencia en que se ha trabajado a partir de los últimos 60 años. Se debe buscar la manera de evitar llevar comida preparada, ya sea comprimida, congelada o deshidratada, y buscar nuevas maneras de llevar los ingredientes para obtenerla y prepararla dentro de la misma nave espacial. También se debe seguir trabajando en la búsqueda de una manera de reciclar los desechos líquidos y sólidos que generan los tripulantes de dichas misiones de larga duración, para aprovechar y reutilizar los elementos que los conforman, de manera de buscar siempre una sustentabilidad líquida, material y orgánica completa, a partir del mismo ecosistema que se encuentra afuera de nuestra atmósfera, y cada vez más lejos de la Tierra.
  • 11. La comida en el espacio ha avanzado mucho desde los tiempos de la pasta fría en tubos de aluminio o los bocados en forma de cubitos. Los alimentos espaciales de hoy son muy parecidos a los que se consumen a diario en la Tierra. Incluyen primeros platos, verduras y postres congelados, alimentos refrigerados, frutas y verduras, y productos lácteos. Actualmente, el menú de la Estación Espacial Internacional incluye más de 100 productos. Los astronautas eligen sus menús cotidianos mucho antes de volar al espacio. Hay tres comidas diarias, además de meriendas que pueden consumirse en el momento en que se desee. Se suministran condimentos, como salsa de tomate, mostaza y mayonesa. Se dispone de sal y pimienta, aunque sólo en forma líquida. Los alimentos espaciales se conservan enlatados o envueltos en papel de aluminio. Pueden ser liofilizados, de baja humedad, precocinados o deshidratados (a los que se ha extraído el agua). Si los alimentos son deshidratados, los astronautas no pueden consumirlos hasta que les añadan agua caliente. Disponen de hornos para calentar los alimentos a la temperatura adecuada. También se suministran muchas bebidas deshidratadas. La Estación produce una parte de agua mediante reciclaje, pero las misiones de abastecimiento deben aportar el resto. Entre las bebidas figuran café, té, zumo de naranja, combinados de frutas y limonada. Consumir calorías, vitaminas y minerales en cantidades suficientes es tan importante para los astronautas como para los habitantes de la Tierra. Deben ingerir al menos 2.000 calorías diarias. Durante la misión, los miembros de la tripulación rellenan un formulario informático para indicar los alimentos que consumen.
  • 12. La Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés) fue lanzada en 1998, cumpliendo más de 20 años en órbita siendo el hogar de los astronautas y cosmonautas con labores científicas en el espacio, pero también de misiones rutinarias sencillas como las de dormir y alimentarse. En noviembre de 1985, el especialista mexicano en cargas útiles Rodolfo Neri Vela, que era miembro de la tripulación a bordo del Atlantis durante la misión STS-61B, solicitó que se incluyeran tortillas en su suministro de alimentos. Una vez en órbita, sus compañeros de tripulación notaron que las tortillas, a diferencia del pan normal, no producían migas y podían usarse para hacer sándwiches o contener otros alimentos. Desde esa misión, las tortillas han sido las favoritas de los astronautas y son una tarifa estándar a bordo de la ISS. Los miembros de la tripulación los usan para hacer burritos de desayuno, hamburguesas e incluso sándwiches de mantequilla de maní y mermelada.
  • 13. Los alimentos más difíciles de proporcionar a los tripulantes de larga duración en la ISS, y los más buscados por ellos, son las frutas y verduras frescas. Su corta vida útil y la falta de refrigeración dedicada en la EEI para alimentos hacen que sean un producto escaso en órbita, por lo que, algunos las llevan y se las comen una vez instalados en el espacio. La primera pizza a bordo de la ISS llegó a través del vehículo de reabastecimiento Progress en mayo de 2001 en un acuerdo comercial entre la Agencia Espacial Rusa y Pizza Hut. El comandante de la Expedición 2 Yuri V. Usachev recalentó el pastel con salami y se filmó a sí mismo comiendo una rebanada en un comercial de la compañía de pizzas. Con la llegada de astronautas de Japón, Europa, Canadá y más agencias espaciales, el menú ha ido creciendo: sushi, kimchi de Corea, platos árabes y más. Durante la Expedición 42, la astronauta italiana Samantha Cristoforetti de la ESA disfrutó del primer espresso auténtico en el espacio elaborado en un dispositivo proporcionado por la Agencia Espacial Italiana en cooperación con el fabricante de espresso Lavazzo. En noviembre de 2019, el vehículo Cygnus 12 trajo a ISS un horno Zero G proporcionado por Doubletree Hotels como un experimento para evaluar la posibilidad de hornear en el espacio. Y justo a tiempo para Navidad, los astronautas de la Expedición 61 Luca S. Parmitano y Christina H. Koch hornearon galletas con chispas de chocolate que regresaron a la Tierra a bordo de SpaceX 19 en enero de 2020. La naturaleza internacional del programa agrega una variedad muy apreciada al menú, ya que los miembros de la tripulación traen sus alimentos de importancia cultural a las mesas del comedor en ISS.
  • 14. Lista de alimentos envasados en plástico al vacío: 1. té, 2. chocolate instantáneo, 3. huevos revueltos aliñados, 4. vainilla instantánea, 5. fideos con pollo; Technik Museum Speyer. Más allá del gusto, por encima de todo, los alimentos espaciales están diseñados para proporcionar una nutrición óptima. Los astronautas necesitan estar preparados, físicamente y mentalmente, para no enfermar en el espacio. Aunque el alcohol no está permitido. En la década de 1970, la NASA planeaba abastecer a Skylab con raciones de jerez, pero al probar la bebida en un simulador rápidamente resultó problemático: en la microgravedad, los olores penetran rápidamente, y los vapores del vino pueden ser mordaces, por lo que el alcohol fue prohibido en todos los vuelos.
  • 15. Ramen rehidratable de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) La idea es facilitar el consumo de estos alimentos, cuyo precio de adquisición es muy elevado, pero que quizás un día puedan suponer también el futuro de la alimentación en la tierra. No hay que olvidar que estos productos podrían nutrir a toda la población con menos cantidades de alimentos, mejorando consecuentemente el futuro de los sistemas de producción. Las bebidas de mango, ponche tropical, wafles, sopa de vegetales, espagueti con salsa, tortillas, entre otros, son algunos de los alimentos que los astronautas consumen en la Estación Espacial Internacional. Los astronautas antes de salir al espacio, se reúnen con un científico que les ayuda a definir lo que consumirán durante el día, tres veces al día, y que cumplan con una cantidad de dos mil a tres mil 200 calorías dependiendo de su sexo y tamaño corporal. En el espacio, al igual que en la Tierra, no se debe basar la alimentación sana en una dieta solo de frutas y verduras, como todo ser humano, por lo que es importante que los astronautas consuman lo que les gusta. La EEI tiene condiciones de microgravedad, por lo que es necesario que las bolsas plásticas donde se guardan los alimentos tengan un elemento que las mantenga en un lugar, y no se desplacen sin control por toda la nave. Los sistemas de comida implementados en la ISS consisten en pequeñas bolsas elaboradas con un plástico especial que mantienen la comida en vacío y deshidratada; dichas bolsas deben estar selladas con mucho cuidado porque si se rompen dejan de funcionar. En el momento en que los astronautas deseen comer, deben añadir agua para hidratar los alimentos y poder ingerirlos. En las naves de las próximas misiones esto no será posible, puesto que no se viajará con más del agua necesaria porque implicaría mayor peso del vehículo y, por ende, mayor gasto en el lanzamiento.
  • 16. Es por ello que los ingenieros de la NASA ya trabajan en otro sistema, en el que la comida se tendrá que volver a empaquetar, para que de esta forma no se permita que los alimentos desprendan partículas que causarían daños a los astronautas. La comida irá empaquetada por día y estará lista para comerse. En cuanto al viaje al planeta rojo, Marte, la comida de los tripulantes de la nave deberá estar mucho más preservada dado el número de semanas y meses que tardarán en llegar a su destino planetario. En el futuro, los desarrollos tecnológicos y científicos deberán ser más avanzados e incluso involucrar la siembra o crianza de vegetales en la nave, para llevarlos cada día más lejos en el universo. Muchos astronautas han dicho que la comida y la hora de la comida son la conexión más grande que sienten con el hogar, lo que afecta en gran proporción a su felicidad y bienestar. Entonces, a medida que se planifican estancias espaciales más largas, obtener la comida correcta es una parte crucial de la operación. Hoy en día, la comida espacial está planificada a conciencia. La comida llevada al espacio debe ser ligera, compacta, nutritiva y, por supuesto, sabrosa. Cinco meses antes de una misión espacial, los astronautas visitan el Laboratorio de Sistemas de Alimentos Espaciales y eligen su menú de una selección, donde clasifican sus alimentos favoritos teniendo en cuenta su apariencia, color, olor, sabor y textura. Además de los requisitos nutricionales normales, hay una serie de factores que actúan en el cuerpo mientras se está en el espacio, lo que significa que la dieta debe estar muy complementada, incluso más que en la Tierra. Un buen ejemplo de la tecnología moderna de alimentos espaciales lo encontramos a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI), donde los astronautas de todo el mundo viven durante 6 meses. De los 300 alimentos disponibles para elegir, la mayoría son platos estadounidenses o rusos, con algo de comida japonesa, europea y canadiense. Al desarrollar alimentos espaciales, existen una serie de factores limitantes que se deben tener en cuenta. Además del entorno de microgravedad, otros problemas importantes son: poder almacenar suficiente comida para 6 astronautas y tener un espacio para recoger la comida y los desechos de los envases. El transbordador espacial visita la Estación Espacial Internacional aproximadamente una vez al mes y solo puede llevarse una cantidad limitada de basura.
  • 17. 2. HISTORIA DE LAS RACIONES DE COMBATE Nos tenemos que ubicar primero, a comienzos de la I Guerra Mundial. Esta guerra de trincheras ocupó cuatro años y tres meses de un combate que dio comienzo el 28 de julio de 1914, y ocasionó la muerte de más de nueve millones de combatientes y siete millones de civiles, lo que suponía entonces el 1% de la población mundial. Un conflicto que ya vaticinó en 1878 el primer ministro de Prusia, Otto von Bismark: “Europa hoy es un barril de pólvora y sus hombres son como líderes fumando en un arsenal. Una simple chispa desatará una explosión que nos consumirá a todos”. Detrás de cada trinchera había vida efervescente, que iba y venía, y personas que debían alimentarse. En los años que duró el combate la alimentación de los soldados fue variando para hacerse, en los últimos tiempos, más dura y el sustento más escaso por una falta de previsión, ya que se esperaba que la guerra durase mucho menos tiempo. Sin embargo, hubo una técnica de conservación que fue constante, la de las conservas, sobre todo de carne. Suponían una forma fiable de asegurar el buen estado de los alimentos, además eran baratas, fáciles de almacenar y de distribuir. Un año después del comienzo de la guerra, y visto que el horizonte era negro, el ejército diseñó tres tipos de raciones con las que alimentar a sus tropas: Ración de Reserva, Ración de Trinchera y Ración de Emergencia. La primera, de unas 3.000 calorías, la transportaba el soldado para su consumo diario en situaciones en las que no era posible alimentarse en los campamentos, y consistía en 453 gr de carne enlatada o corned beef, dos latas de 226 gr de pan, 68 gr de azúcar, 31 gr de café tostado y molido, y 0,16 gr de sal.
  • 18. Durante la Primera Guerra Mundial se empleó como base de la alimentación en primera línea de combate, lejos de las cocinas de campaña, un producto que hunde sus raíces en los nativos norteamericanos que lo emplearon como reservas en sus migraciones. Esta especie de pate, por llamarlo de alguna manera y no directamente “comida de perros”, se conoce como Pemmican. Esta elaborado con masa de carne (en origen de bisonte, alce, venado o ciervo, pero en su versión industrial de ternera) seca pulverizada, bayas desecadas (cerezas, frambuesas y arándanos) y grasas que sustituyen al tradicional tuétano de los huesos. Las grasas sirven como aglutinante y aportan calorías, la carne seca aporta proteínas y las bayas vitaminas. El primer intento en serio de los Estados Unidos de hacer una ración individual para los soldados en el campo de batalla fue la "ración de hierro"(los alemanes también tenían la suya), introducida en 1907. Contenía tres tortas de 3 onzas (85 gramos) hechas de una mezcla de caldo de res en polvo y trigo seco y cocido, tres barras de 1 onza (28 gramos) de chocolate endulzado y paquetes de sal y pimienta. La Ración de Reserva, que sustituiría a la de hierro, aunque convivieron durante un tiempo, se comenzó a distribuir durante la última parte de la Primera Guerra Mundial para alimentar a las tropas que estaban lejos de una guarnición o cocina de campo. Originalmente constaba de 12 onzas (340 g) de tocino o 14 onzas (400 g) de carne (por lo general carne en lata), dos latas de 8 onzas (230 g) de pan o duras galletas hardtack, un paquete de 1,16 oz (33 g) de café molido, un paquete de 2.4 onzas (68 g) de azúcar y un paquete de 0.16 onzas (4.5 g) de sal. No podía faltar en aquellos tiempos una "ración de tabaco" 0,4 onzas (11 g) de tabaco y 10 papeles para liar cigarrillos, que posteriormente se sustituyó por cigarrillos. Cuando en plena zona de combate resultaba difícil alimentar a las tropas, se acudía a la Ración de Trinchera, conformada por carne enlatada y pan duro, café soluble y cigarrillos. Y, en tercer lugar, estaba la de Emergencia, conocida en Alemania como la Porción de Hierro, por la que podían acceder a una mezcla de carne en polvo disecada, mezclada con harina de trigo y prensada en forma de galleta, y a tres barras de chocolate diseñadas para que encajasen en el bolsillo del uniforme.
  • 19. Cuando no había combates, los soldados podían permitirse la recepción de productos frescos provenientes de las cocinas más cercanas (aunque en algunos casos debían recorrer un largo camino). Así, los británicos disfrutaban de pan, jamón, queso, verduras y té, mientras que los alemanes podían resarcirse con patatas, verduras, galletas, chocolate y café. En el caso del alcohol, algo fundamental para soportar la dureza de una guerra, también había diferencia entre países, de tal forma que el vino lo tomaban los franceses, el ron los británicos y para los alemanes el licor llegaba en forma de espirituosa salvación. En 1916, a causa de una falta de suministro, se tuvieron que hacer importantes recortes en las raciones y en el caso del pan se tuvo que empezar a hornear con harina de nabos, ya que los suministros de trigo provenientes de Estados Unidos se habían visto reducidos por los ataques de los submarinos alemanes en aguas del Atlántico. En 1917 la dieta básica de las tropas en las trincheras se había visto reducida a una sopa de guisantes y harina de nabo con trozos de carne de caballo, o al famoso Maconochie, un guiso de nabos y zanahorias fabricado por Maconochie Brothers. Había soldados que tenían la misión de buscar comida para las tropas allí donde estuviera la cocina rodante, tuvieron que incluir en su dieta hierbajos que encontraban en los campos cercanos. El hambre golpeó duramente a la población civil durante la Primera Guerra Mundial. La agricultura y la distribución de alimentos sufrieron grandes restricciones debido a los bloqueos navales, que impedían la importación de bienes, y a la movilización de hombres, maquinaria y animales de trabajo, que dejaron el campo sin la posibilidad de recoger las cosechas con normalidad.
  • 20. En 1914, por ejemplo, Gran Bretaña importaba más del 60% de los alimentos consumidos en el país, y el asedio de los submarinos alemanes hizo a partir de 1917 prácticamente imposible conseguir trigo y otros productos de primera necesidad. El primer sistema de racionamiento moderno se implementó durante la Primera Guerra Mundial, primero en Alemania y después en otros países implicados en la contienda. El gobierno británico por ejemplo intentó controlar los precios de los alimentos y comenzó a multar «comportamientos antipatrióticos» como tomar más de dos platos al mediodía y más de tres en la cena o alimentar a las palomas. En 1916 se creó en Londres el Ministry of Food Control (ministerio de control de alimentos), encargado de informar a la población sobre cómo ahorrar combustible o introducir sucedáneos de ciertos ingredientes en la dieta diaria. En julio de 1918 los ingleses recibieron por primera vez cartillas de racionamiento para adquirir carne, azúcar, harina y grasas. Colas de ciudadanos hambrientos se veían en casi todas las ciudades de Europa, ya fuera para comprar vituallas o para recibir una comida en las cocinas nacionales, cantinas de gestión gubernamental en las que se servían platos básicos. En Rusia, Turquía o Austria-Hungría decenas de miles de personas murieron de hambre, mientras que el gobierno alemán intentaba sustentar a sus ciudadanos a base de K-Brot, un pan hecho con harina de patata, avena e incluso paja. En Estados Unidos decidieron solidarizarse con sus aliados europeos disminuyendo el consumo de cereales para poder exportar más cantidad. Prensa, radio y carteles en las calles aconsejaban a los americanos abstenerse de azúcar o fritos, hacer una comida sin harina al menos una vez al día o dejar de tomar carne los martes. Se publicaron decenas de panfletos y libros de cocina enteros dedicados a las recetas de guerra con fórmulas para elaborar salchichas sin carne o pan sin harina.
  • 21. Los soldados, metidos en las trincheras de Verdún o el Somme, recibían provisiones con dificultad y muchas de las cocinas portátiles de las que disponían quedaron inutilizadas por las bombas o el barro. La mayoría de los militares comían frío, rodeados de muerte y humedad. Las raciones de reserva, pensadas para casos de extrema necesidad y que cada soldado llevaba en su petate, pasaron a ser cuestión de vida o muerte. Los soldados franceses disponían por ejemplo de dos latas de carne en conserva, doce galletas, dos paquetes de sopa en polvo, dos tabletas de café instantáneo y un poco de azúcar. Una ración de combate o ración de previsión es una comida empacada para ser fácilmente preparada y consumida por las tropas en el campo de batalla. Este tipo de alimento suele ser muy útil en las operaciones de ayuda en caso de desastres porque pueden ser transportadas en grandes cantidades y ser distribuidas fácilmente. Cubren las necesidades nutricionales básicas a los damnificados hasta que se puedan instalar cocinas más permanentes. La necesidad de desarrollar un aparato logístico de aprovisionamiento para las tropas nace de la Antigua Roma, cuando iba conquistando territorios cada vez más alejados de su capital, dando origen al concepto de «logística militar», aunque este término no fue acuñado hasta 1838 por el Barón de Jomini. Podríamos definir la logística militar como el apoyo a las unidades operativas a través de la administración y distribución de material, equipo, alimentación, etc. Aunque a finales del siglo del siglo XIX ya había algunos conocimientos asentados sobre los principales nutrientes, no fue regulado en las raciones militares hasta la Primera Guerra Mundial, y mucho menos se había investigado sobre la influencia de la comida en los factores emocionales. Con el desarrollo de la ciencia y la investigación, las principales potencias europeas valoraron la necesidad de una correcta alimentación para los soldados y muchos investigadores empíricos incursionaron en el campo de los alimentos, teniendo como premisa su conservación sin deterioro de sus propiedades nutritivas, soportar condiciones extremas y su fácil transporte. El verdadero boom de las conservas se produciría con la Primera Guerra Mundial y los años inmediatos a ella. El negocio conservero auguraba las mejores perspectivas del sector agroalimentario. El enemigo bloqueaba la comunicación con la retaguardia, generalmente mediante bombardeos, dejando a las raciones enlatadas como única manera de subsistencia. De hecho, se introdujeron las «raciones de trinchera» y «raciones de reserva», que solo debían abrirse en caso de mucha necesidad. Las cocinas suministraban alimento al frente cuando la situación era relativamente calmada. Pan, jamón, queso, verduras y té en el caso de los británicos. Patatas, verduras, galletas, chocolate y café en las trincheras alemanas. Para animar a las tropas también recurrían a tabaco y pequeñas cantidades de bebidas alcohólicas: vino a los franceses, ron a los ingleses y licor a los alemanes. Aun así, las latas de comida no consiguieron abastecer al cien por cien a los soldados y se dieron episodios de hambre en las espeluznantes trincheras.
  • 22. Las quejas de los “clientes” sobre el sabor de los menús en las trincheras hicieron que la Escuela de Intendencia del Ejército de EEUU tratase de poder en marcha toda la tecnología de la alimentación del periodo de entreguerras para lograr unas raciones “seguras, nutritivas y sabrosas”. Los encargados del nuevo Laboratorio de Investigación en Intendencia, creado en 1936 en la ciudad de Chicago, son los coroneles Wilbur McReynolds y Paul logan. Pero la realidad es que había más chefs que cocineros ya que solo había tres empleados, unas pocas potas y un presupuesto ridículo de unos 600 dólares de la época. A pesar de esta “enorme” inversión de medios materiales y económicos los cocineros de Chicago dieron lugar a dos productos que pasaría a formar parte del Menú del US Army: las raciones C y D. En 1939 se produjo un cambio en la jefatura del Laboratorio y se encomendó al teniente de caballería reconvertido en chef, Rohland Isker. Este oficial era un apasionado por la cocina, especialmente la asiática tras su estancia en Filipinas, por lo que se notaría algo de sabor en los nuevos menús. Pero la escasez de medios prosiguió incluso tras la llamada a filas de todos los jóvenes de 25 a 35 años el 16 de septiembre de 1940, que solo conllevo una subida de 50 dólares del presupuesto. No sería hasta finales de este año cuando la plantilla se ampliase hasta los 22 empleados y se creasen nuevos laboratorios químicos y para el estudio del comportamiento de las vitaminas y nutrientes de los alimentos. Aunque seria sobre todo el comienzo de las relaciones con los investigadores universitarios y de empresas de alimentación lo que arrancaría el desarrollo de los menús, envases y de los contenidos nutricionales de los mismos. El producto estrella de Isker fue la creación de un menú ligero de emergencia denominado Ración K. Sus éxitos fueron ocultados por los fracasos del Cuerpo de Intendencia en los primeros momentos de la Guerra por lo que pagaría los platos rotos por otros. Se decidió racionalizar los distintos laboratorios de Investigación del cuerpo esparcidos por todos los EE.UU. (botas en Boston, tiendas de campaña en Indiana, ropa en Filadelfia y el de Chicago para la nutrición) en uno solo. Se creó para ello en julio de 1942 la Sección de Investigación y Desarrollo de la División de Logística Militar del Departamento de Intendencia con sede en Washington. Teóricamente continuaba Isker como Chef en Chicago, pero realmente el responsable de la investigación de alimentos era George Doriot que aplicaría sus conocimientos empresariales, era profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, en la creación de los menús. Para él los soldados no eran meros sujetos a alimentar, sino que los trataba como clientes, por lo que su opinión contaba. Creo estudios de mercado sobre los productos, y descubrió que a los soldados no les gustaba ni la apariencia ni el sabor de los menús y que no les importaba que fuesen nutricionalmente equilibrados a la hora de comer esos poco apetecibles productos. Comenzó unos estudios junto con empresas del sector sobre los factores que afectaban a la aceptación de la comida por el soldado. Se encontraron 17 factores desde el sabor, color, que fuesen crujientes o que fuesen picantes de verdad como el caso de la carne con chile. En 1944 gracias a estos estudios se mejoró sustancialmente los platos y la aceptación de los soldados de estos, además de añadir nuevos sabores que dieron variedad a los menús de campaña que iremos viendo a continuación.
  • 23. Los soldados estadounidenses de la Gran Guerra teniendo en cuenta la calidad de las comidas de combate seguro que no se quejaban de los menús elaborados por las cocinas de campaña durante la Segunda Guerra Mundial. Se debe tener en cuenta que los dos siguientes “menús del día” al ser elaborados en las cocinas de la unidad no tenían consideración de raciones de campo. Las raciones A eran alimentos frescos elaborados para ser consumidos en los comedores de los cuarteles, es decir el rancho de toda la vida. También se elaboraban productos “precocinados” para ser preparados en las cocinas de campaña, las raciones B. Estas elaboraciones serian “el menú del día” más habitual de los soldados en tiempos tranquilos lejos del frente de batalla pero cuando los obuses caen cerca el soldado necesita un aporte rápido de calorías que se puedan comer en frio o sin mucha elaboración. En origen la ración Tipo C original, comúnmente conocida como la Ración C, tenía la intención de reemplazar la Ración de Reserva como una ración individual a corto plazo diseñada para un uso corto, que se complementaría con la ración de emergencia D. Estaba formada por tres latas de 340 gr. de estofado de carne (meat unit, M-unit) con tres posibles acompañantes: judías, puré de patatas o verduras para el desayuno, comida y cena. Además de tres raciones de pan y postre (bread-and-dessert can, B-unit). Esta unidad B contenía varias galletas densas en calorías, 3 tabletas de azúcar, 3 tabletas de energía de dextrosa y un paquete o una lata pequeña de mezcla de bebidas. Y de postre cacahuetes o pasas recubiertos de caramelo, caramelos duros Charms o caramelos de chocolate Brachs, sándwich de galletas.
  • 24. En un intento por aumentar el período de uso continuo de las raciones C y evitar el cansancio de los comensales se añadieron latas de “Carne y espagueti en salsa de tomate", en 1943. A fines de 1944, "Jamón picado, huevo y patatas", "Carne y fideos", "Carne de cerdo y arroz", "Salchichas y frijoles", Se introdujeron "cerdo y frijoles", "frijoles de jamón y lima" y "pollo y verduras". La verdad que el menú al final de la guerra era bastante variado. Para poder degustar el “menú completo” se hizo necesario entregar un paquete de accesorios. El kit de papel de carnicero marrón contenía tabletas de azúcar, tabletas de purificación de agua con halazona, una cuchara de madera plana, un chicle recubierto de caramelo, 9 cigarrillos de calidad comercial y un librito de 20 fósforos de cartón resistentes a la humedad, un abrelatas P-38 envuelto en papel impreso con instrucciones para su uso adecuado, y papel higiénico necesario para hacer frente a las consecuencias de la comida. La idea era dotar de proteínas, hidratos de carbono y azúcar de forma rápida a los combatientes en una pequeña pausa entre los combates. Para evitar que los soldados se la comiesen en momentos de aburrimientos el producto sabría mal intencionadamente, para evitar que los golosos del chocolate caigan en la tentación. Como sus enemigos germanos sabían que el producto ideal sería el chocolate por lo que encargaron a la empresa Hershey Chocolate Corporation la elaboración de un producto muy nutritivo, que no fuera sabroso y que no se fundiese con el calor corporal del soldado. El resultado fue una chocolatina que con solo tres barritas (4 onzas de peso, unos 113,4 gramos) proporcionaban 1800 calorías, suficientes para dar energía a un adulto durante todo un día, de hecho, es la madre de todas las barritas energéticas de los amantes de los deportes. El sabor como ya sabemos no era lo importante, y según los soldados lo lograron ya que era de todo menos sabroso. Estaba elaborado con un tercio de chocolate amargo, un tercio de azúcar, un sexto de leche en polvo desnatada (a ver si engordamos por la leche) un quinceavo de harina de avena y una pizca de vainilla.
  • 25. Sea como sea para la empresa supuso un buen negocio ya que fabrico durante la Guerra más de 250 millones de tabletas empaquetadas en papel de aluminio con el lema “US ARMY FIELD RATION D”. Tras ver el poco éxito entre el público de las raciones C pese a los cambios introducidos, Isker pide a Ancel Keys un nutricionista de la Universidad de Minnesota que haga su propia versión del menú de campaña. Su idea era hacer un menú que con el mismo peso que las latas de carne (Unit-M) y que entrasen en una caja rectangular plana aportasen los nutrientes necesarios, unas 2830 calorías y 79 gramos de proteínas, pero diesen a los soldados algo más apetecible de digerir. Además de las latas de carne procesada vendrían galletas de soja, chocolatina y caramelos. Nacía la Ración K.
  • 26. Lo novedoso es que la ración K adopto tres formatos: desayuno, comida y cena. La caja de raciones para el desayuno tenía una impresión marrón y estaba marcada con una letra mayúscula marrón "B" en los extremos, la caja de la ración para la cena tenía una impresión azul y estaba marcada con una letra mayúscula azul "D" en los extremos, y la caja de la ración de la cena tenía estampado verde oliva y estaba marcado con una "S" mayúscula verde oliva en los extremos. Tras varias pruebas con una docena de soldados se fue configurando los siguientes menús: • Unidad de desayuno -Breakfast: ternera enlatada (en las primeras unidades del menú), jamón picado y huevos enlatados (en las demás versiones posteriores), galletas, dextrosa o tabletas de leche malteada, barra de fruta seca, cereal de avena premezclado, tabletas de purificación de agua Halazona, un paquete de cuatro cigarrillos, chicle, café instantáneo y azúcar (granulado, en cubos o comprimido), papel higiénico • Unidad de almuerzo - Supper: carne enlatada, que consiste en salchicha de cervelat (versión temprana), ya sea carne de cerdo con zanahoria o manzana (primer plato), carne de res y pan de cerdo (segundo plato); galletas, barra tropical o barra de chocolate dulce comercial, papel higiénico; un paquete de cuatro cigarrillos, goma de mascar y un paquete de caldo (cubo o polvo). • Unidad de cena - Dinner : carne de cerdo enlatada (versión temprana), queso americano procesado en lata, queso suizo y americano, o tocino y queso (queso entrante en todas las versiones posteriores), galletas, 15 tabletas de dextrosa o leche malteada (malta diastásica) o cinco caramelos, azúcar (granulado, en cubos o comprimido), paquete de sal, un paquete de cuatro cigarrillos y una caja de fósforos, chicle y un paquete de bebidas en polvo (limón (c.1940), naranja (c. 1943), o sabor a uva (c. 1945). Aunque popularmente se piensa que el nombre de ración K era por el nombre del Dr. Keys o la abreviatura de "Comando" (ya que las tropas de élite fueron las primeras en recibir eso). Sin embargo, se seleccionó la letra "K" porque era fonéticamente distinta de las otras raciones.
  • 27. Cuando se crea la OTAN (NATO), aparecen las “Raciones Colectivas de Campaña de 36 plazas”, diseñada para cubrir las necesidades de un día. Estas mencionadas raciones se componían de tres paquetes con desayuno, primera y segunda comida, además de los suplementos para su consumo. Tenían una fecha límite de caducidad de unos 18 meses en el caso del desayuno y 3 años en el caso del resto de comidas, posterior a la fecha de fabricación. Teniendo una prescripción con la información necesaria sobre las comidas, sus nutrientes y su preparación en los idiomas español, inglés y francés como lo establecía la normativa OTAN. Destacaban entre las comidas que podían incluir: conservas de bacalao con garbanzos de un peso de 3kg, de estofado de ternera de 3kg, de melocotón en almíbar y paquetes de pan galleta para cada comensal. Es decir 83,3g de comida citada por individuo. Estas raciones colectivas se desarrollaron y aparecieron las “Raciones Colectivas de Campaña para 12 plazas” y las “Raciones Colectivas de Campaña de 10 plazas”, ambas con las mismas cantidades que la anterior, por lo cual el aporte alimenticio aumentó. Fueron creadas en 1995, y junto a ellas comenzaron a aparecer la “Ración Individuales de Combate” y las “Raciones de Emergencia”. Las colectivas fueron cayendo en desuso consolidándose las individuales. La causa principal de la aparición de estas raciones de combate surgió en el periodo de las primeras Guerras Mundiales a nivel mundial y en las guerras de África a nivel nacional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una dieta sana debe contener unas 2000 Kcal como mínimo, aunque se recomienda una ingesta entre 3000 y 3500 Kcal. El 10-15% del valor calórico de la dieta proceda de las proteínas; la grasa represente el 30% como máximo y hasta el 35% (en caso de que el consumo sea en mayor cantidad de alimentos que contengan ácidos grasos monoinsaturados y polinsaturados) y el resto (siempre más del 50%) proceda de los hidratos de carbono, mayoritariamente complejos e integrales. Además de comer al menos 400g de frutas u hortalizas.
  • 28. A nivel militar el aporte calórico y nutritivo de su alimentación (tenemos que destacar que nos referimos a la alimentación en general y no únicamente a las RIC (España), varía en relación con los criterios de la OMS y también sus propios criterios han variado a lo largo de la historia. Canadá provee a cada soldado con una comida completa pre-cocinada conocida como Individual Meal Pack, envasada dentro de un paquete de papel duro. Hay cinco menús de desayuno, seis de almuerzo y seis menús de cena. Las raciones canadienses son generosas y disponen de un gran número de productos disponibles comercialmente. Al igual que la ración de Estados Unidos la comida principal está pre-cocinada y lista para comer, envasada en un paquete de plástico duro. Generalmente la ración contiene un elemento para la comida (patatas y salchichas, patatas al escalope con jamón, salmón ahumado, macarrones con queso, tortilla de queso con champiñones, cottage pie...), un paquete húmedo con fruta y dependiendo de la comida un paquete con sopa instantánea, cereales, zumo deshidratado, mantequilla de cacahuete, miel, crackers, café y té, azúcar, barras de chocolate, una cuchara larga de plástico y toallas de papel. Canadá también ha hecho uso de paquetes más limitados llamados Light Meal Pack que contenían carne o queso deshidratado, fruta deshidratada y barras de granola o chocolate.
  • 29. El escaso aporte de vitaminas en frutas o verduras que podemos observar que hay en las raciones de combate puede generar avitaminosis. O hipovitaminosis, que son los casos más conflictivos sobre la alimentación de los combatientes. Aunque se ha intentado solucionar ese problema mediante pastillas de vitamina C (evitando el escorbuto u otras enfermedades derivadas), se emplean las conservas y los alimentos congelados, supliendo la pérdida de vitaminas de uno y de otros con pastillas de vitamina C. La capacidad de combate se puede describir como la aptitud que precisa una organización operativa para cumplir la misión encomendada. Sus componentes son la moral y la potencia de combate. La moral de combate, asunto que ahora nos atañe, es el estado de ánimo considerándolo tanto a nivel individual como colectivo. La moral individual «está relacionada con cierta condición de bienestar físico y emocional que permite al individuo vivir con esperanza y trabajar eficazmente. El Comandante en Jefe del Ejército de Vietnam del Norte, describía su estrategia: «Nuestro armamento y equipo eran inferiores al del enemigo, así que sólo podíamos desarrollar la superioridad moral, sólo entonces podíamos osar combatirlo resueltamente, sólo entonces podíamos permanecer firmes ante las difíciles pruebas que creaba la superior potencia de fuego que el enemigo había desplegado». Entre los medios para mantener la moral de combate, tienen mucha importancia el abastecimiento de la comida y el tipo de alimentos que se proporcionen. También es fundamental que las tropas se sientan, dentro de lo posible, cerca de casa o al menos que disipen esa sensación de aislamiento que resulta frecuente tener en situación de maniobras o combate. "SOMOS LO QUE HACEMOS REPETIDAMENTE. EXCELENCIA, POR LO TANTO, NO ES UN ACTO SINO UN HABITO" ARISTOTELES