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Un Abrazo Literario Entre México y Argentina
Anacleto Morcillones
Esas veterana’ sí que comíansanto’ y cagaban demonio’. Pero vinieron
todas junta’ por la callecita, todas vestida’ de negro, toda’ rezando primero,
todas cantando despué’, todas conescapulario grandote y negro, toda’
levantando tierrita al camina’ como si fueran un montón de vaca’ o una
procesión, que pa’lcaso e’ lo mismo porque no había mucha diferencia en
“kilo vivo” que le dicen. Y todas traspirando como yegua’ y pegándosele’
la tierrita que levantaban en la traspiración de las caripela’. Cuando ya no
le quedó duda que se le venían se escondió, más vale. Sabíabien bien a qué
venían esas caradura’, así que se metió bien al fondo del corral de los
cabrito’, que en ese momento se las andaban rebuscando poráhi. Y lo que
hizo fue nada más que baja’se la bermuda hasta los tobi’os, senta’seen un
piedrón y hace’seel pavo ¡Pero las vaga’ entraron, lo vieron y se le
arrimaron igual! Una dijo “¡Ave María Purísima!” como pa’ hace’seve’
nomá’ y todas repitieron lo mismo, pa’ no se’ meno’, supongo yo. Entonce’
el vago les dijo que eran una manga de viejas mali’nas, indi’na y
alborotadas también. Y ahí, las guanaca’ miraron pa’ arriba mientras se
persi’naban, como pa’ hace’le ve’ al flaco barbudo que’llas no venían con
malas intencione’.
La cosafue que una de’llas le dijo “ A vos te queríamo’ encontra’ che,
Armando Paredes. Los vecinos tuyo’ de ahisito nomá’ nos dijeron que
seguro que estabai’. Y como no es hora de “pega’le al perro” pensamo’ que
estariai’ en el fondo dándole de come’ a tus bicho. Por eso nos metimo’
hasta acá. Te aviso pa’ que no vayai’ a pensa’ pa’ la mierda” Ahí fue que’l
Armando se dio cuenta que’sas veterana’ eran fieras hasta viéndolas con
compasión. Entonce’ les preguntó concara ‘e culo que qué mierda querían
mientra’ se levantaba la bermuda contoda la fiaca del mundo, se ajustaba
en cinto y las vieja se tapaban los ojo’ con una mano o con las do’. Pero áhi
ninguna apuntó con su mirada pa’lcielo. Otra, aprovechaba pa’ ve’lo
mientras le decía:
-¡Che! Te anduvimo’ buscando porSan Santiago y porSanta Inés y nadie
te había visto por varios tiempo’ hasta que una señora concara de se’ una
mujer de la calle se nos acercó y nos dijo que te habíai’ cambiau de rancho
y que te viniste’ para acá. Y para acá mismito tuvimo’ que veni’ nosotra’,
porque queremo’ hace’te un encargo. Todas nosotra’ somos deAmula
¡Pero gracias a Dio’ que por fin te encontramo’!
A todo esto el Armando ya sabíabien quiénes eran y de dondevenían pero
le convenía hace’se el mamerto porque calculaba que venían a jodelo con
alguna cosa. Entonce’ les puso unas silla’ rogando para sus adentro’ que no
fueran a rompé’selas apena’ pusieran todaesas carne’ encima. Y les
preguntó si querían algo pa’ come’ o si querían toma’ un poco deagua
fresquita antes que las lengua’ se les fundieran porel calorón que hacía y
porque hablaban hasta porlos codo’. Ademá’, veía que las vieja’
chorriaban en traspiración, como si acabaran de corre’ la maratón de la
ciuda’ de Córdoba.
De pedo que le ace’taron senta’se y no quisieron nada má’. Pero casi no
paraban de seca’sela traspiración conlos escapulario’.
Otra de las veterana’ que no le sacabalos ojo’ dencima le preguntó:
-¿Vo’ no te acordai’ de mi?
-No, sí…-le contestó el Armando- De algún lado te debo juna’ ¿Vo’ no soi’
la Pancha Calloso? ¿Vo’ no erai’ la novia del Anastasio Flores? ¿No es
cierto que’l vago se te hizo el novio furioso y te llevó con él?
-¡No, che, así no fue la cosa!Eso anduvieron diciendo las lengua’ ‘e víbora
de siempre. ¡Lo que pasó fue que nos fuimo’ por áhi a busca’ florcitas con
el Anastasio y nos perdimo! Vo’ te creé’ que yo, siendo tan creyente como
soy…
-No, Panchita, no te creo para nada, nada, de nada.
-¡Ah! ¡Veo que segui’ siendo el mismo venenoso ‘e siempre! ¡Vo’ no
cambiai’ má’! Pero bueno, está visto que con vo’ tengo que i’ al grano de
lo que venimo’ dire’tamente, sin da’le ni media vueltita má’ a la cosa!
Entonce’ Armando volvió a ofrece’les agua a toda’, como pa’ escapa’le al
tema de la Pancha. Esta ve’ le contestaron que bueno, que trajiera nomá’ el
agua, pa’ que no creyera que le despreciaban la convidada. Y ese viajecito
que se hizo el Armando pa’ busca’ agua y volve’ pa’ da’sela a las veterana’
se trasformó en unos cuantos viajecito’.
Para cuando el último jarrón de agua que les llevó quedó lleno sobrela
mesita el Armando ya había tenido tiempo de o’serva’ con detaie a las die’
mujere’ que tenía sentadas en hilera al frente de’l: ¡Y no había caso, che!
Todas tenían los vestido’ que ya no les entraba más tierra, todas tenían
cincuenta años largo’, todas estaban tan arrugada’ que parecían pasas de
uva o pelone’, sigún el colorcito del pellejo de cadauna, y todas eran más
fiera’ que no se qué y mientra’ más buscabadescubri’les una oreja linda,
aunque sea, más fiera’ las encontraba todavía.
-¿Y a qué vinieron tanta’ santidades junta’ a este ranchito tan humilde y de
pobrepecador?
-Nosotra’ vinimo’ a ve’te.
-Entonce’ ya’sta, ya me vieron. Y ya vieron también que yo solito me las
arreglo un montonazo.
-¡También vo’, Armando! ¡Te viniste a vivi’ adonde el diablo perdió el
poncho!Pa’l colmo nos costó un huev…nos costó un Perú encontra’te
porque porestos lugare’ no te conoceni tu mamá.
-Yo no meando escondiendo de nadie. Pero mejor si no me junan porque la
gente es muy cansadora ¿Y se puede sabe’ qué andan buscando?
-Ya te digo, pero quedate quieto que me pone’ nerviosa. Mirá, sentate áhi,
tranquilito, y escuchano’.
El Armando no estaba muy tranquilo que digamo’; esa era la pura verda’.
Quería volve’se pa’l corral de las gaina’ porque escuchabaque estaban
alborotada’ y porquese acordaba que los conejo’ de’l últimamente habían
agarrau la costumbrede come’le los huevo’. Y se ve que no aguantó más:
-¡No, che, no te vayai’ de nuevo pa’l fondo que tenemo’ que habla’ con
vo’!
-¡Si no voy los conejo’ me van a come’ los huevo’! ¡Pero ya vuelvo,
Panchita, ya vuelvo!
Pero la verda’ ‘e la milanesa era que’l Armando no pensaba volve’. Se iba
a manda’ a muda’ por una tranquerita que daba para el lau del monte
despué’ que les sacara los huevo’ a las ga’ina’, los pusiera en un balde y los
tapara con un pedazo ‘e fierro. Despué’ que se desocupóde’somiró de
reojo pa’ dondetenía un montón de piedras amontonada’ y le pareció que’l
montoncito tenía forma ‘e sepultura. Entonce’ se tuvo que pone’ a
desparrama’las portodo el patio. El asunto era fácil porqueeran piedras de
río, medio redonda’. Lo que le daba bronca era que porculpa de las viejas
esa’ se tenía que pone’ a trabaja’ y a traspira’ él también. Y como la
changuita lo cansó no le quedó otra que volve’se adondeestaban las
veterana’. De paso, les regaló los huevo’ pa’ ve’ si así se iban y le dejaban
de incha’ los huevo’ de’l.
-¡Che, chiflau! ¿Por qué mataste los conejito’? No vayai’ a deci’ que eso no
e’ cierto porque desdeacá te vimos toda’ cuando les revoliabai’ semejantes
piedrone’ a los pobres bicho’. Pero gracias lo mismo por los huevo’. Y si
mataste los conejito’ pa’ come’telos entonce’ Dios no lo ve como pecado.
-Bueno, pero no se guarden los huevo’ en el corpiño que se van a empolla’.
Ponganlon en otro lau.
-¡Cómo te gusta habla’ chanchadas! Ni que anduviéramo’ tan alborotada’.
-No, yo no sé si andan al salto porun bizcocho o no. Lo único que sé es
que está haciendo un calorón bárbaro.
Eso era lo que’l Armando quería: que se hablara de temas así de pavo’ y
que fuera pasando el tiempo hasta que se viniera a la cabeza alguna buena
escusapa’ echa’las de la casa. Pero la echada tenía que se’ muy muy
asquerosa, como pa’ que no quisieran volve’ nunca en la reputísima vida
más. El único pequeño detaie era que no se le ocurríani siquiera una ideita
pelotuda.
Lo que’l guacho sí sabíabien era que lo andaban buscando desdeel
comienzo del verano, unos poquitos día’ despué’ que desapareció el
Anacleto Morcillones. Una viejita bien chismosa casifue corriendo a
deci’le que las mujere’ de la Congregación de Amula lo andaban buscando.
El pequeño problemita del Armando era que’sas eran las únicas persona’ en
todo el mundo que les podíallega’ a importa’ qué había sido de la vida del
Anacleto Morcillones. Y áhi estaban toda’ no le faltaba ninguna, che.
Se le ocurrió que si se hacía de noche, entre charla y charla, no iban a
quere’ pasa’ la noche conél. Y despué’ resultó que era como él decía
nomá’. La hija de don Luciano enseguida saltó con que querían
desocupa’sedeuna vez de lo que venían a deci’le, para pode’ volve’
temprano para Amula, o sea, a sus casa’. El Armando se sacó el lazo
de’ncima diciéndoles que se podíanqueda’ a dormi’, que había colchone’ y
almuadone’ de sobra. Pero todas se negaron con mucha convi’ción porque
despué’ la gente les iba a saca’ el cuero de lo lindo porqueda’sesolas en la
casa de un hombre. Sabiendo eso, el Armando se preparó pa’ da’les charla
hasta que las velas ardieran.
-¡Pero qué calida’ que tene’ para hace’te el pelotudo, che! ¿Ya no te
acordai’ que fui tu novia? ¿Ya no te acordai’ que me dejaste plantada? Yo
te esperé y te esperé y te seguí esperando contoda la paciencia total. Pero
un montonazo de años despué’ me enteré que te habiai’ casau! Y para esas
altura’ a mí ya no me presumía ni el viejito que pide limosna en la puerta è
la iglesia!
-¡Bueno, negra, qué queré’! Pasó que se me cruzaron unas ocupacione’ que
me preocuparony que me mantuvieron muy ocupado.Pero nunca es tarde
cuando el calor se mantiene caliente…
-¡pero caiate, desgraciau! Vo’ ya estai’ casado. Y sobreque estai’ casado tu
mujer es la hija del Santo Anacleto Morcillones ¿Pero para qué me hacei’
el filo a esta altura del partido, Armando? Ya me olvidé hace rato de lo que
sentía por vo’.
-Pero yo sí me acuerdo bien ¿Cómo era que te llamabai’?
-Nieves…Todavía me sigo llamando Nieves Gancia. Pero caiate que me
están dando ganas de llora’ porqueme voy acordando detodo lo que me
prometiai’.
-Nievecita del papi…Cómo pode¡’ cree’ que me olvidé de vo’. Nadie
podríaolvida’se de vo’…Sabiai’ se’ suavecita como cuerito ‘e cabrito. Y
siempre teniai’ olor a jabón blanco. Me encantaba sentir ese olorcito en tu
piel. Y me encantaba cuando te abrazaba y vo’ me apoyabai’ con toda tu
parte de adelante. Parecíaque te me pegabai’ con“La Gotita” porqueno te
despegabai’ más.
-Para, che Armando que apena’ me confesé ayer y vo’ me estai’ haciendo
peca’ con el pensamiento.
-Y me acuerdo cómo te besabala parte de atrás de las gamba’. Y me
acuerdo que te hacía cosquilla’ pero lo mismo te gustaba.
-Caiate de una buena ve’, Armando. Dios se va a cobra’ todo lo que me
hiciste. Ya vai’ a ve’.
-¿Y qué fue lo que te hice? ¿Alguna ve’ te traté mal?
-Para que sepai’ me lo saqué y lo tiré a la mierda. Era chiquito así, como un
cachorrito ¿Y cómo lo iba a quere’ yo si su padre era un infeli’ que se
olvidó que yo esistía?
-¡Qué cosala mariposa! Yo no sabíanada. ¿Pero no van a quere’ que les
prepare otra jarra ‘e jugo? Todavíame quedan muchos sobrecito’ de
durazno y pera. Así que si me esperan vuelvo enseguida.
Entonce’ el Armando se fue casi corriendo para el lado del patio. Áhi se
entretuvo todo el tiempo del mundo arrancando unos yuyito’ pa’ da’le
tiempo a la Nieves a que se le bajara un poco la bronca.
Al final el Armando se demoró en volve’ con las mujere’ como si hubiera
tenido que veni’se acá al Dino de la ruta 20 de Córdoba pa’ busca’ el
sobecito ‘e Tang. A no olvida’se que todo esto pasabaen Méjico. Pero
cuando volvió con la jarra en la mano la Nievecita ya había tenido tiempo
de derreti’se en lágrimas y de i’se como poito mojado.
-¿Por qué se fue la Nieves?
-Porque la hiciste llora’. ¿Por qué va a se’?
-Yo quería charla’ un poco nomá’ ¿Vieron qué duro que esta’ pa’ llove’?
¿En Amula ya llovió?
-Sí, por allá cayeron hasta pinitos de punta. El martes parecía que se caía el
cielo, che.
-Yo creo que Amula siempre ha sido un hermoso lugar pa’ vivi’. Porque
dondellueve bien se vive de diez ¿Todavíaes intendente de porallá don
Rudecindo?
-Por desgracia sí, che.
-¿Por qué pordesgracia?
-Porque es más malo que las araña’
-Capaz que sí ¿Y qué fue del Eriberto? ¿Todavíatiene cerrada la farmacia?
-Ese ahora debe estar mirando cómo crecen los yuyito’ pero desdeabajo de
los yuyito’. Y menos mal que paró las pata’, aunque quede mal que yo lo
diga, pero era otro infeli’ más. Fue otro de los que habló mal del Anacleto.
Ese lo acusó de abusador, de brujo, de cagador, cara ‘e culo y qué se yo de
cuantas cosa’ más. Y lo pior fue que anduvo diciendo esa sartenada de
estupidece’ en todos lado’. Menos mal que la gente no le dio bola. Pero
Dios lo castigó, claro que sí. Se murió de rabia igual que los perro’,
echando espuma porla boca.
-Que Dios lo mantenga en el infierno.
-Y ojalá que los diablo’ trabajen horas estra’ echándole leña y leña y leña
pa’ que nunca deje de arde’ ni de quema’se.
-Y ojalá que’l Colirio Gómez, el juesucho ese que hizo la herejía de
mandalo preso al Niño Anacleto, sufra en el infierno lo mismo que’l
Eriberto.
A las vieja’ se les había dado porhabla’ entre ella’. Para el Armando eso
era un buen negocio siempre y cuando no se metieran conél. Pero en lo
mejor que las veterana’ estaban alimentando el fuego del infierno para asa’
bien asadita’ las alma’ de los enemigo’ del Anacleto Morcillones, una lo
agarró distraído al Armando:
-¿Y vo’ queré’ veni’ connosotra’?
-¿Vieron que ustede’ me querían perverti’ a mi? ¿Qué pretenden ustede’ de
mi? ¿Pa’ndeme quieren lleva’?
-Para Amula te queremo’ lleva’. Pa’ eso vinimo’, más vale.
-¿Y qué carajo tengo que hace’ yo en Amula?
-Vo’ nos vai’ a acompaña’ en los ruego’ porquequeremo’ que lo declaren
Santo al Niño Anacleto. El cura nos dijo que pa’ eso tenemo’ que lleva’le a
alguien que pueda atestigua’ de cómo era de bueno el Anacleto desdeante’
que se hiciera famoso por sus milagro’. Y vo’ soi’ el yerno de’l. Nadie
mejor que vo’ para habla’ bien de’l.
La cosafue que al Armando no le gustó ni mierda la invitación
-Van a tene’ que busca’sea otro que ande más al pedo que yo. Aparte, no
tengo quién me cuide la residencia.
-Eso no es problema, che. Dos chicas del grupo se van a queda’ acá para
eso. Ya lo tenemo’ hablado. Además está tu mujer, la dueña ‘e casa.
-Ah, vo hablai’ de la que era mi mujer, de la que era la dueña ‘e casa.
-¿Cómo que era?
-Claro, como yo la eché de acá ella decidió i’se por su propia volunta’.
-¡Pero che, Armando! ¡Parece que vo’ cumplís los año’ en el Día Del
Animal! ¿Qué se te dio porecha’la si es tan joven, tan bonita y tan buena?
No me digai’ que la metiste en el Convento de las Arrepentida’.
-Yo no la metí en ningún lado. Ella era de mete’se sola, pero con
cualquiera. ¡Y la eché poreso, porque le gusta más eso de anda’ bajando
pantalones distinto’ que come’!
-¿Quién te va a cree’ semejante mentirón, che Armando? Seguro que la
pobrecita ahora mismo está rezando en una piecita ‘e la casa. Siempre
fuiste de inventa’ puteríos vo’. Como esa ve’ que inventaste que las hija’
del Gumersindo eran puta’ y se lo anduviste diciendo a medio mundo.
¡Pobrecitas! Cada vez que asomaban el hocico por la calle los hombre’ las
invitaban a dormi’ una siesta con ello’ ¿Qué queré’ que te diga, che
Armando? A vo’ no se te puede cree’ ni el saludo.
-Y si no se me puede cree’ nada de lo que digo entonce’ es al pedo que me
lleven para Amula.
-Con eso no hay problema: Te confesai’ y ya está ¿Hace mucho que no te
confesai’?
-¡Uf! Yo creo que cuando me confesé porúltima ve’ todavía los perro’ no
habían aprendido a ladra’. No, fuera de joda: Hace como quince años que
no me confieso. Me acuerdo que ese díalos milico’ me querían fusila’. Me
hicieron arrodilla’ frente a un cura, me apoyaron dos o tres caño ‘e carabina
en el mate y me pegaron un chirlo pa’ que empezara mi confesión. Despué’
me tuvieron que aporrea’ pa’ que me callara. Ese día me hice cargo hasta
de la caída de las torre’ gemela’. ¡Mierda, parecía que tenía bola ‘e cristal,
che! ¡Me confeséhasta por adelantau!
-¡Bien hecho que te pasó eso, mierda! Eso te pasó por andar haciéndote el
bandido poráhi. Y vo’ siempre fuiste así. Si no fuerai’ yerno del Santo
Anacleto ni siquiera nos hubiéramo’ molestau en veni’ a ve’te.
-Si yo fuera así de vivo no hubiera podido se’ el ayudante del Anacleto
Morcillones. Él era vivo también, sí. ¡El vivo demonio era!
-¡Caiate, Armando, no seai’ hereje!
-Hablo así porqueyo lo conocí bien ¿Ustede’ qué saben cómo era?
-Nosotra’ lo conocimo’ como santo.
-Pero no lo conocieroncomo vendedor de santitos.
-¡Dejá de habla’ macana’!
-Ah, esa no la sabían. Y sí, él antes vendía santito’ en las feria’, en las
puerta’ ‘e las iglesia’, en las placita’ o dondecalculaba que podíallega’ a
vende’ alguna estampita aunque sea. Yo llevaba el bulto en el lomo y él me
decíadondelo tenía que descarga’ y acomodabacada platito, cada
crucecita pa’ que llamara la atención sobreuna mesita plegable. Íbamo’ de
un pueblo para otro.
Un día el Anacleto quiso enseña’me un truco en medio de un camino
de’sos deDio’. La cosafue que’l vago se arrodilló sobreun hormiguero y
me dijo que lo viera y que viera también que mientras él se mordiera la
lengua las hormiga no lo iban a pica’. En ese momento que’l Anacleto
estaba sobreel hormiguero y mordiéndose la lengua pasaron caminando
unos peregrino’. Y se pararon a ve’lo, más vale. Hasta que uno de’llos se
animó a pregunta’ cómo podíamantene’se áhi sin que se lo comieran las
hormiga’. Entonce’ el Anacleto se paró con los brazo’ estendido como si
estuviera por abraza’ dos árbole’. Dijo que un sulki lo acababa de trae’ de
la Roma, que traía un mensaje santo pa’ los hombre’ de buena volunta’ y
que también traía una astillita de la cruz dondelo crucificaron al Cristo.
¡Imaginate el desparramo que se armó! Entre unos cuanto’ lo alzaron y lo
llevaron así, a upa, hasta Amula ¡Y allá la gente se arrodillaba delante de’l
pa’ pedi’le milagros de todo tipo! Una cosaes conta’lo y otra cosaes
habe’lo visto yo con mis propiosojo’ ¡Qué calida’ que tenía el vago pa’
engaña’ así a la gente!
-No si vo’ habla’ porquetené’ bocanomá’. Y encima sos un malagradecido
porque ante’ de conoce’lo lo único que hacíai’ pa’ gana’te la vida era
cuida’ animale’ ajeno’ Y gracias al Santo Anacleto hiciste plata y tenés lo
que tené’
-Es cierto, al lado de’l dejé de caga’me de hambre porque antes de
conoce’lo habíadías que las tripa’ me hacían un ruido bárbaro. Nadie le
quita eso. Pero también es cierto que era un cagador terrible. Y seguro que
mantiene la misma maña en cualquier lugar donde esté ahora.
-Y más vale que está en el cielo, cerquita del Padre. Porque es un santo está
con Dios, por más que a vos no te cuadre.
-Hasta donde yo sé el Anacleto estaba preso.
-Uh, hace un montonazo de’so. Pero se escapó de áhi. Su cuerpo y su
espíritu desaparecieron sin deja’ ni la señal más chiquitita. Y de áhi partió
pa’l cielo. Y desde allá nos bendice a toda’ las que creemo’ en él. Recemo’
chicas para que’l San Anacleto hable bien de nosotra’ por allá arriba.
Entonce’ todo el viejerío aquel se arrodilló. Y rezaron y rezaron y rezaron.
Y cada ve’ que empezaban a reza’ un Padre Nuestro le chantaban un beso
cada una a su escapulario porque en los escapulario’ tenían bordado el
retrato del Anacleto Morcillones.
A todo esto la tarde iba avanzando de lo lindo. Ya eran más de las tres y ya
faltaba meno’ pa’ que las vieja’ se fueran a jode’ a otro lado. Y como
estaban ocupada’ el Armando aprovechó pa’ mete’se en la cocina y pa’
come’seunos tacos, bah, esa comida mejicana que comen los mejicano’.
Para cuando volvió se dio cuenta que faltaban algunas vieja’.
-¿Y adóndese metieron las cinco que faltan?
-Se fueron, más vale. Se hartaron de aguanta’te.
La que contestó fue la Pancha y en ese momento el Armando le vio de
cerca los semejantes pelazo’ que la vieja tenía en los bigote’. Entonce’ tuvo
que hace’ fuerza pa’ no rei’se.
-Si se fueron, mejor. A meno’ bulto más clarida’ ¿Les traigo más juguito?
En eso, la que le decían“La Muerta” hizo como si fuera a eru’ta’ pero se
inclinó sobreuna planta que ya estaba reseca de hacía días ya y vomitó
como si fuera una manguera ‘e bombero. Despué que se le vació el
estómago y que le llenó la maceta de la mujer del Armando lo reputió bien
al dueño ‘e casa, dejó el huevo en la silla poniendo cara ‘e nenita
caprichosa y se mandó a muda’ todacolorada ‘e la bronca. Entonce’ habló
la Pancha:
-Yo también tengo gana’ ‘e vomita’. Pero no voy a vomita’ nada porque
tenemo’ que lleva’te hasta Amula, salga el solpor dondesalga, aunque
tengamo’ que llega’ arrastrándono’. Porque vo’ soi’ el único que puede
hace’ de testigo de lo bueno que’ra el Anacleto. Y él te va a ayuda’ a vo’
también ¿sabé’?Cuando lleguemo’ a la iglesia vai’ a ve’ la imagen de’l que
nosotras misma’ pusimo’. Y nadie la va a tene’ que tira’ a la calle nunca
porque va a se’ la imagen de un santo de verda’.
-Lleven a otro. Yo no quiero tene’ nada que ve’.
-Pero si vo’ fuiste casi un hijo para él. Vo’ ligaste el fruto de su santa
santida’. A vo’ te dio su hija pa’ que vo’ multipliqués esa santida’.
-Sí, todo muy lindo, pero ya me la dio multiplicada a la santida’.
-¿Qué lo que decí’?Que Dios te perdone tus herejía’.
-¡Ninguna herejía! Cuando yo la agarré ya estaba como de cuatro mese’; si
no eran má’. Y a todo el mundo le andaba enseñando el panzón que tenía.
Así que todo el mundo sabía.
-No, pero vo’ no tenei’ la culpa de toda la mierda que estai’ diciendo.
Tomá este escapulario pa’ que echei’ afuera al demonio que llevai’ metido
adentro.
-Sigo contando:de tanto que anduvo mostrando la panza poráhi un coso se
terminó enamorando de’lla. Dicen que le dijo nada más que’sto:“Yo me
arriesgo a se’ el padre de tu hijo” Y la loca no se hizo roga’ para i’se con el
vago.
-Vo’ no supiste aprovecha’ lo que’l santo niño Anacleto te dio, o sea a su
hija, parte de su misma santida’.
-Ustede’ quieren hace’lo santo al Anacleto, pero lo que no saben es que
adentro de la panza de su hija había otro hijo más de ese santito de ustede’.
-Eso sólo puede sali’ de una lengua venenosa como la tuya porque vo’
siempre le tuviste envidia.
-¿Así que’l Anacleto era el más mejor? ¡Mirá vos! ¿Y qué opinan las
mujere’ que no sonde’sta congregación? ¡Por Amula y alrededore’, si no
conseguí’ una estampita no vai’ a encontra’ una vírgen ni que te
caguei’!Ah, perdón: en la iglesia debe habe’ una. ¿O me van a deci’ que no
es verda’ que toda’ las noche’ el santo varón pedíauna jovencita distinta
pa’ que lo cuidara mientras dormía?
-No, pero él siempre pedíalas vírgene’ pa’ acompaña’sede inocencia
porque así mantenía al pecado más lejos de’l.
-Ustede’ se creyeron esa guevada`porque a ustede’ no las pidió pa’ que le
vigilaran el sueño.
Entonce’ le contestó una que casi no había hablado nada en todala tarde:
-¡Yo estuve con el santo Anacleto y a mí no me hizo nada! Lo único que
hizo fue abraza’me cuando se dio cuenta que me hacía frio. Y hasta el día
de hoy le agradezco al santito Anacleto por habe’me dado el calorcito ese
de su cuerpo.
-Es que vo’ ya estabai’ viejona. Y al desgraciau este siempre le gustaron las
pendeja’.
En eso saltó a defende’lo la que le dicen “La Huérfana” que también era la
más vieja ‘e todas. Llorosa y todo dijo:
-Cuando el santo niño Anacleto se enteró que yo había quedau huérfana se
dedicó a consola’me. Fue como un padre y como una madre para mi. Con
deci’te que se pasó una noche entera, acariciándome, pa’ saca’me un poco
de toda la pena que yo tenía.
-Bueno, pero no hace falta que lloré’ ¿Para qué vai’ a llora a esta altura del
partido?
-¿Y cómo no voy a llora’? No tengo padres. Estoy más sola que no sé qué.
Y ya grande como estoy no se me hace fácil encontra’ cariño. Con él pasé
la noche más feli’ de mi vida cuando él me consoló entre sus brazo’. Y
encima vo’ te largai’ a habla’ mal de’l.
-Era un santo de’nserio.
-El Anacleto era un milagro de la vida.
Despué’ de’sta’ lindas palabra’ y despuéde promete’le al Armando que
iban a volve’ con el cura y contodo el kid para hace’le el exorcismo se
piraron un par de viejas y ya quedaron dos nomá’: la hija del Anastasio y la
Pancha. Y fue la hija del Anastasio la que siguió defendiendo al Anacleto
Morcillones.
-Digai’ lo que digai’ vo’ no pode’ nega’ que’l Anacleto era milagroso.
-Si eso de anda’ haciendo chicos portodos lado’ es ser milagroso entonce’
el caradura ese era un milagroso bárbaro. Para eso sí era bueno el
desgraciau.
-A mi marido lo curó de la sífili’ y eso no me lo contó nadie. Yo misma lo
vi.
-Parate un poquito en ese bordito. Que yo sepa vo’ no soi’ casada. Vo’ soi’
soltera.
-Bueno, ‘ta bien. Soy soltera pero estoy juntada. La cosaes que ya no soy
señorita; eso es lo que yo quise deci’.
-¿Así que a tu eda’ todavíaandai’ alborotada?
-Mirá, che Armando, te voy a deci’ algo desdeel corazón: yo soymujer y
yo nací para dar todo lo que tengo que da’ ¿Pa’ qué iba a guarda’ pa’ los
gusano’ lo que es pa’ da’le a los humano’?
-Ah, esas palabras…es como si lo estuviera escuchando habla’ al infeli’ del
Anacleto.
-Más vale que’l sabíadeci’ así. A mí me aconsejó que me juntara con
alguien para que tuviera alegrías más seguido y se me acabaron los dolore’
de la panza ¿Y yo qué iba a hace’? Me junté nomá’, más vale. Demasiado
que me aguanté cincuenta año’ siendo vírgen. Pero nosotra’ hemos venido
pa’ lleva’te para Amula y pa’ que le digai’ al cura que’l Anacleto ya era
santo desdeante’ de empeza’ con sus milagro’.
-Bueno, si él es santo yo soy un santazo entonce’. Yo también quiero se
santo si es así de fácil.
-¿Pero vo’ qué milagro hiciste, che Armando? Te repito: el Anacleto curó
delante de mí a mi marido de la mierda esa de la sífili’ ¿Y vo’ a cuántos
curaste de la sífili’?
-¡Qué sé yo lo que es eso? Debe se’ una enfermeda’ que inventó él mismo.
-Mirá, yo lo vi a mi marido cómo se había puesto. Así que vo’ no vai’a
veni’ a deci’me que no vi lo que sí vi. A mi Osito, pobrecito, se le puso la
piel medio morada y le salieron sabañone’ por todo el cuerpo y también en
la cabeza. No podíani dormi’se y de a ratos me decíaque le ardía como
loco todo el cuerpo. Entonce’ lo llevé pa’ lo del san Anacleto, pa’ que lo
vea. Y el Anacleto hizo el milagro de cura’lo. Primero le quemó un poquito
el brazo izquierdo y despué agarró y lo untó con su saliva en la espalda. Y a
los poquitos día’ nomá’ a mi marido se le fue todo. Si eso no fue un
milagro entonce’ yo no sé más nada de la vida ¿Qué queré’ que te diga?
-Para mí que eso fue sarampión nomá’. Eso viene solo y se va solo. A mí
me agarró esa mierda siendo chico todavía y también me agarró un
curandero de’sos y me embadurnó el lomo con su baba ¡qué ascaso!Yo
prefiero que me dé de nuevo esa mierda veinte veces má’ pero cuidándome
solo, sin baba y sin curandero baboso.
-¿Vi’te que vo’ soi’ hereje? Pero también sos má’ ateo que la mierda, che
Armando. La gente como vo’ no cree ni en el solque lo alumbra. Y eso es
malo. Debe se’ muy feo eso. La vida debe se’ una mierda para vo’.
-Puede se’, pero el Anacleto Morcillones era pior que yo. Eso sí que nadie
me lo puede discuti’ porqueyo lo sufrí al hijo ‘e puta ese.
-¡Pero caiate, che! Vo’ soi’ el guaso más desagradecido que conocíen mi
vida. Despué que’l Anacleto te quiso y te trató como a un hijo vo’ te
atrevei’…Mirá, mejor me mando a muda’ pa’ no oi’te más ¿Che, Pancha,
te vai’ conmigo?
-Yo me voy a queda’ otro rato para hace’ el último intento de convence’lo.
Despué’ que a esa penúltima vieja ya no se la vio ni de lejo’, ni como
puntito negro allá donde la vista llega de pedo, el Armando vio la
oportunida’:
-Che, Francisquita, ahora que estai’ solita te vai’ a queda’ a hace’ noni noni
conmigo ¿no es cierto?
-¡Dios me libre y me resguarde! ¡Qué va a pensa’ la gente! Yo me quedo
pa’ convence’tenomá’.
-Entonce’ nos convenzamo’ los do’, negra. Ademá ¿qué podé’ perde’ ahora
que ya no hayai’ perdido? Otra cosa: vo’ ya estai’ viejita, ya no debe
queda’ ninguno que te quiera pone’ la bombilla en el mate.
-No, pero la gente va a sali’ a deci’ cualquier cosa¡Y ademá’ me van a
saca’ el cuero de lo lindo!
-¿Y qué problema te hacé’? ¿Despué’ de baila’ quién te saca lo bailado?
-Bueno, me voy a queda’ con vo’ hasta que se haga de día. Pero me tené’
que promete’ que me vai’ a acompaña’ hasta Amula. Porque a todo el
mundo le voy a deci’ que yo me pasé todala noche meta roga’te pa’
convence’te de i’ para Amula conmigo. Si no echo ese mentirón voy a
queda’ pa’ la gente como si fuera una loca ‘e la calle.
-Bueno, quedamo’ así. Pero primero cortate esos bigotazo’ que tené’ che
Pancha. Haceme la carida’. Me da fiebre ve’te así. Ya te voy a alcanza’ las
tijera’ que uso pa’ corta’le las uña’ al Firulai.
-¡Mirá que sos malo, che Armando! Vo’ lo único que me mirai’ sonlos
defe’to’. Y no me voy a corta’ nada los bigote’ pa’ que la gente no
sospechenada.
Cuando oscureció el Armando se hizo ayuda’ porla Pancha para
amontona’ de nuevo las piedra’ en el mismo rincón donde habían estado
ante’. La vieja nunca llegó a imagina’se que’l Anacleto Morcillones estaba
enterrado justamente abajo del piedrerío ese; tampoco supo nunca que se
murió despué’ de fuga’se de la cárcel y despué’ de i’ a ve’lo al Armando
para reclama’le ese ranchito. Quiso que lo vendiera y que le diera toda la
plata de la venta y de la que tuviera guardada pa’ pode’ i’se pa’ ese país
que queda más pa’lnorte. Y el Armando no le creyó la promesa que le hizo
el Anacleto de que una vez que se acomodara un poco lo iba a manda’ a
llama’ pa’ que se fuera a trabaja’ con él por aquellos lado’. Y el Armando
tampoco quiso devolve’le ni rancho, ni plata, ni nada. Lo único que le
hubiera devuelto congusto era la santa hija del Anacleto, si todavía la
hubiera tenido a mano, claro.
Despué’ de mata’lo tuvo que hace’ cualquier cantida’ de viajes pa’l río pa’
busca’ piedras para tira’le encima al muertito. No fuera a se’ cosaque’l
desgraciau ese encontrara la manera de escapa’sedeabajo ‘e las piedra’. Le
parecía que toda’ las piedra’ del río no le iban a alcanza’ pa’ tapa’lo porque
lo conocíabien al Anacleto y sabíabien que nunca se le acababan las
maña’. Y la puso a la Pancha a labura’ con él, más vale. No la iba a tene’
de adorno áhi mientras trabajaba como un descosido meta move’ piedritas
y más piedrita’. Aparte que la Pancha ya no estaba pa’ adorna’ ni los
santito ‘e la iglesia, pobrecita.
-Ayudame a pone’ las piedra’ en este rincón, Panchita. No me gusta que mi
corral tenga piedra’ portodos lado’.
Entonce’ la Pancha no dijo ni mu, aunque no le faltaba mucho pa’ habla’
como las vaca’. Pero sí que habló de madrugada:
-Vo’ tendriai’ que aprende’ a se’ más cariñoso ¿Sabé’ a quién te traería acá
pa’ que te enseñe a se’ cariñoso? Al San Anacleto te lo traería pa’ que te
esplique cómo es la cosa, si yo pudiera. Porquecomo él era puro amor
sabíamejor que ninguno cómo hacer el amor.
¡Gracias, Juan Rulfo! Tu pluma es merecedora de todo
homenaje.
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Un Abrazo Literario Entre México y Argentina

  • 1. Un Abrazo Literario Entre México y Argentina Anacleto Morcillones Esas veterana’ sí que comíansanto’ y cagaban demonio’. Pero vinieron todas junta’ por la callecita, todas vestida’ de negro, toda’ rezando primero, todas cantando despué’, todas conescapulario grandote y negro, toda’ levantando tierrita al camina’ como si fueran un montón de vaca’ o una procesión, que pa’lcaso e’ lo mismo porque no había mucha diferencia en “kilo vivo” que le dicen. Y todas traspirando como yegua’ y pegándosele’ la tierrita que levantaban en la traspiración de las caripela’. Cuando ya no le quedó duda que se le venían se escondió, más vale. Sabíabien bien a qué venían esas caradura’, así que se metió bien al fondo del corral de los cabrito’, que en ese momento se las andaban rebuscando poráhi. Y lo que hizo fue nada más que baja’se la bermuda hasta los tobi’os, senta’seen un piedrón y hace’seel pavo ¡Pero las vaga’ entraron, lo vieron y se le arrimaron igual! Una dijo “¡Ave María Purísima!” como pa’ hace’seve’ nomá’ y todas repitieron lo mismo, pa’ no se’ meno’, supongo yo. Entonce’ el vago les dijo que eran una manga de viejas mali’nas, indi’na y alborotadas también. Y ahí, las guanaca’ miraron pa’ arriba mientras se persi’naban, como pa’ hace’le ve’ al flaco barbudo que’llas no venían con malas intencione’. La cosafue que una de’llas le dijo “ A vos te queríamo’ encontra’ che, Armando Paredes. Los vecinos tuyo’ de ahisito nomá’ nos dijeron que
  • 2. seguro que estabai’. Y como no es hora de “pega’le al perro” pensamo’ que estariai’ en el fondo dándole de come’ a tus bicho. Por eso nos metimo’ hasta acá. Te aviso pa’ que no vayai’ a pensa’ pa’ la mierda” Ahí fue que’l Armando se dio cuenta que’sas veterana’ eran fieras hasta viéndolas con compasión. Entonce’ les preguntó concara ‘e culo que qué mierda querían mientra’ se levantaba la bermuda contoda la fiaca del mundo, se ajustaba en cinto y las vieja se tapaban los ojo’ con una mano o con las do’. Pero áhi ninguna apuntó con su mirada pa’lcielo. Otra, aprovechaba pa’ ve’lo mientras le decía: -¡Che! Te anduvimo’ buscando porSan Santiago y porSanta Inés y nadie te había visto por varios tiempo’ hasta que una señora concara de se’ una mujer de la calle se nos acercó y nos dijo que te habíai’ cambiau de rancho y que te viniste’ para acá. Y para acá mismito tuvimo’ que veni’ nosotra’, porque queremo’ hace’te un encargo. Todas nosotra’ somos deAmula ¡Pero gracias a Dio’ que por fin te encontramo’! A todo esto el Armando ya sabíabien quiénes eran y de dondevenían pero le convenía hace’se el mamerto porque calculaba que venían a jodelo con alguna cosa. Entonce’ les puso unas silla’ rogando para sus adentro’ que no fueran a rompé’selas apena’ pusieran todaesas carne’ encima. Y les preguntó si querían algo pa’ come’ o si querían toma’ un poco deagua fresquita antes que las lengua’ se les fundieran porel calorón que hacía y porque hablaban hasta porlos codo’. Ademá’, veía que las vieja’ chorriaban en traspiración, como si acabaran de corre’ la maratón de la ciuda’ de Córdoba. De pedo que le ace’taron senta’se y no quisieron nada má’. Pero casi no paraban de seca’sela traspiración conlos escapulario’. Otra de las veterana’ que no le sacabalos ojo’ dencima le preguntó: -¿Vo’ no te acordai’ de mi? -No, sí…-le contestó el Armando- De algún lado te debo juna’ ¿Vo’ no soi’ la Pancha Calloso? ¿Vo’ no erai’ la novia del Anastasio Flores? ¿No es cierto que’l vago se te hizo el novio furioso y te llevó con él? -¡No, che, así no fue la cosa!Eso anduvieron diciendo las lengua’ ‘e víbora de siempre. ¡Lo que pasó fue que nos fuimo’ por áhi a busca’ florcitas con el Anastasio y nos perdimo! Vo’ te creé’ que yo, siendo tan creyente como soy… -No, Panchita, no te creo para nada, nada, de nada.
  • 3. -¡Ah! ¡Veo que segui’ siendo el mismo venenoso ‘e siempre! ¡Vo’ no cambiai’ má’! Pero bueno, está visto que con vo’ tengo que i’ al grano de lo que venimo’ dire’tamente, sin da’le ni media vueltita má’ a la cosa! Entonce’ Armando volvió a ofrece’les agua a toda’, como pa’ escapa’le al tema de la Pancha. Esta ve’ le contestaron que bueno, que trajiera nomá’ el agua, pa’ que no creyera que le despreciaban la convidada. Y ese viajecito que se hizo el Armando pa’ busca’ agua y volve’ pa’ da’sela a las veterana’ se trasformó en unos cuantos viajecito’. Para cuando el último jarrón de agua que les llevó quedó lleno sobrela mesita el Armando ya había tenido tiempo de o’serva’ con detaie a las die’ mujere’ que tenía sentadas en hilera al frente de’l: ¡Y no había caso, che! Todas tenían los vestido’ que ya no les entraba más tierra, todas tenían cincuenta años largo’, todas estaban tan arrugada’ que parecían pasas de uva o pelone’, sigún el colorcito del pellejo de cadauna, y todas eran más fiera’ que no se qué y mientra’ más buscabadescubri’les una oreja linda, aunque sea, más fiera’ las encontraba todavía. -¿Y a qué vinieron tanta’ santidades junta’ a este ranchito tan humilde y de pobrepecador? -Nosotra’ vinimo’ a ve’te. -Entonce’ ya’sta, ya me vieron. Y ya vieron también que yo solito me las arreglo un montonazo. -¡También vo’, Armando! ¡Te viniste a vivi’ adonde el diablo perdió el poncho!Pa’l colmo nos costó un huev…nos costó un Perú encontra’te porque porestos lugare’ no te conoceni tu mamá. -Yo no meando escondiendo de nadie. Pero mejor si no me junan porque la gente es muy cansadora ¿Y se puede sabe’ qué andan buscando? -Ya te digo, pero quedate quieto que me pone’ nerviosa. Mirá, sentate áhi, tranquilito, y escuchano’. El Armando no estaba muy tranquilo que digamo’; esa era la pura verda’. Quería volve’se pa’l corral de las gaina’ porque escuchabaque estaban alborotada’ y porquese acordaba que los conejo’ de’l últimamente habían agarrau la costumbrede come’le los huevo’. Y se ve que no aguantó más: -¡No, che, no te vayai’ de nuevo pa’l fondo que tenemo’ que habla’ con vo’!
  • 4. -¡Si no voy los conejo’ me van a come’ los huevo’! ¡Pero ya vuelvo, Panchita, ya vuelvo! Pero la verda’ ‘e la milanesa era que’l Armando no pensaba volve’. Se iba a manda’ a muda’ por una tranquerita que daba para el lau del monte despué’ que les sacara los huevo’ a las ga’ina’, los pusiera en un balde y los tapara con un pedazo ‘e fierro. Despué’ que se desocupóde’somiró de reojo pa’ dondetenía un montón de piedras amontonada’ y le pareció que’l montoncito tenía forma ‘e sepultura. Entonce’ se tuvo que pone’ a desparrama’las portodo el patio. El asunto era fácil porqueeran piedras de río, medio redonda’. Lo que le daba bronca era que porculpa de las viejas esa’ se tenía que pone’ a trabaja’ y a traspira’ él también. Y como la changuita lo cansó no le quedó otra que volve’se adondeestaban las veterana’. De paso, les regaló los huevo’ pa’ ve’ si así se iban y le dejaban de incha’ los huevo’ de’l. -¡Che, chiflau! ¿Por qué mataste los conejito’? No vayai’ a deci’ que eso no e’ cierto porque desdeacá te vimos toda’ cuando les revoliabai’ semejantes piedrone’ a los pobres bicho’. Pero gracias lo mismo por los huevo’. Y si mataste los conejito’ pa’ come’telos entonce’ Dios no lo ve como pecado. -Bueno, pero no se guarden los huevo’ en el corpiño que se van a empolla’. Ponganlon en otro lau. -¡Cómo te gusta habla’ chanchadas! Ni que anduviéramo’ tan alborotada’. -No, yo no sé si andan al salto porun bizcocho o no. Lo único que sé es que está haciendo un calorón bárbaro. Eso era lo que’l Armando quería: que se hablara de temas así de pavo’ y que fuera pasando el tiempo hasta que se viniera a la cabeza alguna buena escusapa’ echa’las de la casa. Pero la echada tenía que se’ muy muy asquerosa, como pa’ que no quisieran volve’ nunca en la reputísima vida más. El único pequeño detaie era que no se le ocurríani siquiera una ideita pelotuda. Lo que’l guacho sí sabíabien era que lo andaban buscando desdeel comienzo del verano, unos poquitos día’ despué’ que desapareció el Anacleto Morcillones. Una viejita bien chismosa casifue corriendo a deci’le que las mujere’ de la Congregación de Amula lo andaban buscando. El pequeño problemita del Armando era que’sas eran las únicas persona’ en todo el mundo que les podíallega’ a importa’ qué había sido de la vida del Anacleto Morcillones. Y áhi estaban toda’ no le faltaba ninguna, che.
  • 5. Se le ocurrió que si se hacía de noche, entre charla y charla, no iban a quere’ pasa’ la noche conél. Y despué’ resultó que era como él decía nomá’. La hija de don Luciano enseguida saltó con que querían desocupa’sedeuna vez de lo que venían a deci’le, para pode’ volve’ temprano para Amula, o sea, a sus casa’. El Armando se sacó el lazo de’ncima diciéndoles que se podíanqueda’ a dormi’, que había colchone’ y almuadone’ de sobra. Pero todas se negaron con mucha convi’ción porque despué’ la gente les iba a saca’ el cuero de lo lindo porqueda’sesolas en la casa de un hombre. Sabiendo eso, el Armando se preparó pa’ da’les charla hasta que las velas ardieran. -¡Pero qué calida’ que tene’ para hace’te el pelotudo, che! ¿Ya no te acordai’ que fui tu novia? ¿Ya no te acordai’ que me dejaste plantada? Yo te esperé y te esperé y te seguí esperando contoda la paciencia total. Pero un montonazo de años despué’ me enteré que te habiai’ casau! Y para esas altura’ a mí ya no me presumía ni el viejito que pide limosna en la puerta è la iglesia! -¡Bueno, negra, qué queré’! Pasó que se me cruzaron unas ocupacione’ que me preocuparony que me mantuvieron muy ocupado.Pero nunca es tarde cuando el calor se mantiene caliente… -¡pero caiate, desgraciau! Vo’ ya estai’ casado. Y sobreque estai’ casado tu mujer es la hija del Santo Anacleto Morcillones ¿Pero para qué me hacei’ el filo a esta altura del partido, Armando? Ya me olvidé hace rato de lo que sentía por vo’. -Pero yo sí me acuerdo bien ¿Cómo era que te llamabai’? -Nieves…Todavía me sigo llamando Nieves Gancia. Pero caiate que me están dando ganas de llora’ porqueme voy acordando detodo lo que me prometiai’. -Nievecita del papi…Cómo pode¡’ cree’ que me olvidé de vo’. Nadie podríaolvida’se de vo’…Sabiai’ se’ suavecita como cuerito ‘e cabrito. Y siempre teniai’ olor a jabón blanco. Me encantaba sentir ese olorcito en tu piel. Y me encantaba cuando te abrazaba y vo’ me apoyabai’ con toda tu parte de adelante. Parecíaque te me pegabai’ con“La Gotita” porqueno te despegabai’ más. -Para, che Armando que apena’ me confesé ayer y vo’ me estai’ haciendo peca’ con el pensamiento.
  • 6. -Y me acuerdo cómo te besabala parte de atrás de las gamba’. Y me acuerdo que te hacía cosquilla’ pero lo mismo te gustaba. -Caiate de una buena ve’, Armando. Dios se va a cobra’ todo lo que me hiciste. Ya vai’ a ve’. -¿Y qué fue lo que te hice? ¿Alguna ve’ te traté mal? -Para que sepai’ me lo saqué y lo tiré a la mierda. Era chiquito así, como un cachorrito ¿Y cómo lo iba a quere’ yo si su padre era un infeli’ que se olvidó que yo esistía? -¡Qué cosala mariposa! Yo no sabíanada. ¿Pero no van a quere’ que les prepare otra jarra ‘e jugo? Todavíame quedan muchos sobrecito’ de durazno y pera. Así que si me esperan vuelvo enseguida. Entonce’ el Armando se fue casi corriendo para el lado del patio. Áhi se entretuvo todo el tiempo del mundo arrancando unos yuyito’ pa’ da’le tiempo a la Nieves a que se le bajara un poco la bronca. Al final el Armando se demoró en volve’ con las mujere’ como si hubiera tenido que veni’se acá al Dino de la ruta 20 de Córdoba pa’ busca’ el sobecito ‘e Tang. A no olvida’se que todo esto pasabaen Méjico. Pero cuando volvió con la jarra en la mano la Nievecita ya había tenido tiempo de derreti’se en lágrimas y de i’se como poito mojado. -¿Por qué se fue la Nieves? -Porque la hiciste llora’. ¿Por qué va a se’? -Yo quería charla’ un poco nomá’ ¿Vieron qué duro que esta’ pa’ llove’? ¿En Amula ya llovió? -Sí, por allá cayeron hasta pinitos de punta. El martes parecía que se caía el cielo, che. -Yo creo que Amula siempre ha sido un hermoso lugar pa’ vivi’. Porque dondellueve bien se vive de diez ¿Todavíaes intendente de porallá don Rudecindo? -Por desgracia sí, che. -¿Por qué pordesgracia? -Porque es más malo que las araña’ -Capaz que sí ¿Y qué fue del Eriberto? ¿Todavíatiene cerrada la farmacia?
  • 7. -Ese ahora debe estar mirando cómo crecen los yuyito’ pero desdeabajo de los yuyito’. Y menos mal que paró las pata’, aunque quede mal que yo lo diga, pero era otro infeli’ más. Fue otro de los que habló mal del Anacleto. Ese lo acusó de abusador, de brujo, de cagador, cara ‘e culo y qué se yo de cuantas cosa’ más. Y lo pior fue que anduvo diciendo esa sartenada de estupidece’ en todos lado’. Menos mal que la gente no le dio bola. Pero Dios lo castigó, claro que sí. Se murió de rabia igual que los perro’, echando espuma porla boca. -Que Dios lo mantenga en el infierno. -Y ojalá que los diablo’ trabajen horas estra’ echándole leña y leña y leña pa’ que nunca deje de arde’ ni de quema’se. -Y ojalá que’l Colirio Gómez, el juesucho ese que hizo la herejía de mandalo preso al Niño Anacleto, sufra en el infierno lo mismo que’l Eriberto. A las vieja’ se les había dado porhabla’ entre ella’. Para el Armando eso era un buen negocio siempre y cuando no se metieran conél. Pero en lo mejor que las veterana’ estaban alimentando el fuego del infierno para asa’ bien asadita’ las alma’ de los enemigo’ del Anacleto Morcillones, una lo agarró distraído al Armando: -¿Y vo’ queré’ veni’ connosotra’? -¿Vieron que ustede’ me querían perverti’ a mi? ¿Qué pretenden ustede’ de mi? ¿Pa’ndeme quieren lleva’? -Para Amula te queremo’ lleva’. Pa’ eso vinimo’, más vale. -¿Y qué carajo tengo que hace’ yo en Amula? -Vo’ nos vai’ a acompaña’ en los ruego’ porquequeremo’ que lo declaren Santo al Niño Anacleto. El cura nos dijo que pa’ eso tenemo’ que lleva’le a alguien que pueda atestigua’ de cómo era de bueno el Anacleto desdeante’ que se hiciera famoso por sus milagro’. Y vo’ soi’ el yerno de’l. Nadie mejor que vo’ para habla’ bien de’l. La cosafue que al Armando no le gustó ni mierda la invitación -Van a tene’ que busca’sea otro que ande más al pedo que yo. Aparte, no tengo quién me cuide la residencia. -Eso no es problema, che. Dos chicas del grupo se van a queda’ acá para eso. Ya lo tenemo’ hablado. Además está tu mujer, la dueña ‘e casa.
  • 8. -Ah, vo hablai’ de la que era mi mujer, de la que era la dueña ‘e casa. -¿Cómo que era? -Claro, como yo la eché de acá ella decidió i’se por su propia volunta’. -¡Pero che, Armando! ¡Parece que vo’ cumplís los año’ en el Día Del Animal! ¿Qué se te dio porecha’la si es tan joven, tan bonita y tan buena? No me digai’ que la metiste en el Convento de las Arrepentida’. -Yo no la metí en ningún lado. Ella era de mete’se sola, pero con cualquiera. ¡Y la eché poreso, porque le gusta más eso de anda’ bajando pantalones distinto’ que come’! -¿Quién te va a cree’ semejante mentirón, che Armando? Seguro que la pobrecita ahora mismo está rezando en una piecita ‘e la casa. Siempre fuiste de inventa’ puteríos vo’. Como esa ve’ que inventaste que las hija’ del Gumersindo eran puta’ y se lo anduviste diciendo a medio mundo. ¡Pobrecitas! Cada vez que asomaban el hocico por la calle los hombre’ las invitaban a dormi’ una siesta con ello’ ¿Qué queré’ que te diga, che Armando? A vo’ no se te puede cree’ ni el saludo. -Y si no se me puede cree’ nada de lo que digo entonce’ es al pedo que me lleven para Amula. -Con eso no hay problema: Te confesai’ y ya está ¿Hace mucho que no te confesai’? -¡Uf! Yo creo que cuando me confesé porúltima ve’ todavía los perro’ no habían aprendido a ladra’. No, fuera de joda: Hace como quince años que no me confieso. Me acuerdo que ese díalos milico’ me querían fusila’. Me hicieron arrodilla’ frente a un cura, me apoyaron dos o tres caño ‘e carabina en el mate y me pegaron un chirlo pa’ que empezara mi confesión. Despué’ me tuvieron que aporrea’ pa’ que me callara. Ese día me hice cargo hasta de la caída de las torre’ gemela’. ¡Mierda, parecía que tenía bola ‘e cristal, che! ¡Me confeséhasta por adelantau! -¡Bien hecho que te pasó eso, mierda! Eso te pasó por andar haciéndote el bandido poráhi. Y vo’ siempre fuiste así. Si no fuerai’ yerno del Santo Anacleto ni siquiera nos hubiéramo’ molestau en veni’ a ve’te. -Si yo fuera así de vivo no hubiera podido se’ el ayudante del Anacleto Morcillones. Él era vivo también, sí. ¡El vivo demonio era! -¡Caiate, Armando, no seai’ hereje!
  • 9. -Hablo así porqueyo lo conocí bien ¿Ustede’ qué saben cómo era? -Nosotra’ lo conocimo’ como santo. -Pero no lo conocieroncomo vendedor de santitos. -¡Dejá de habla’ macana’! -Ah, esa no la sabían. Y sí, él antes vendía santito’ en las feria’, en las puerta’ ‘e las iglesia’, en las placita’ o dondecalculaba que podíallega’ a vende’ alguna estampita aunque sea. Yo llevaba el bulto en el lomo y él me decíadondelo tenía que descarga’ y acomodabacada platito, cada crucecita pa’ que llamara la atención sobreuna mesita plegable. Íbamo’ de un pueblo para otro. Un día el Anacleto quiso enseña’me un truco en medio de un camino de’sos deDio’. La cosafue que’l vago se arrodilló sobreun hormiguero y me dijo que lo viera y que viera también que mientras él se mordiera la lengua las hormiga no lo iban a pica’. En ese momento que’l Anacleto estaba sobreel hormiguero y mordiéndose la lengua pasaron caminando unos peregrino’. Y se pararon a ve’lo, más vale. Hasta que uno de’llos se animó a pregunta’ cómo podíamantene’se áhi sin que se lo comieran las hormiga’. Entonce’ el Anacleto se paró con los brazo’ estendido como si estuviera por abraza’ dos árbole’. Dijo que un sulki lo acababa de trae’ de la Roma, que traía un mensaje santo pa’ los hombre’ de buena volunta’ y que también traía una astillita de la cruz dondelo crucificaron al Cristo. ¡Imaginate el desparramo que se armó! Entre unos cuanto’ lo alzaron y lo llevaron así, a upa, hasta Amula ¡Y allá la gente se arrodillaba delante de’l pa’ pedi’le milagros de todo tipo! Una cosaes conta’lo y otra cosaes habe’lo visto yo con mis propiosojo’ ¡Qué calida’ que tenía el vago pa’ engaña’ así a la gente! -No si vo’ habla’ porquetené’ bocanomá’. Y encima sos un malagradecido porque ante’ de conoce’lo lo único que hacíai’ pa’ gana’te la vida era cuida’ animale’ ajeno’ Y gracias al Santo Anacleto hiciste plata y tenés lo que tené’ -Es cierto, al lado de’l dejé de caga’me de hambre porque antes de conoce’lo habíadías que las tripa’ me hacían un ruido bárbaro. Nadie le quita eso. Pero también es cierto que era un cagador terrible. Y seguro que mantiene la misma maña en cualquier lugar donde esté ahora. -Y más vale que está en el cielo, cerquita del Padre. Porque es un santo está con Dios, por más que a vos no te cuadre.
  • 10. -Hasta donde yo sé el Anacleto estaba preso. -Uh, hace un montonazo de’so. Pero se escapó de áhi. Su cuerpo y su espíritu desaparecieron sin deja’ ni la señal más chiquitita. Y de áhi partió pa’l cielo. Y desde allá nos bendice a toda’ las que creemo’ en él. Recemo’ chicas para que’l San Anacleto hable bien de nosotra’ por allá arriba. Entonce’ todo el viejerío aquel se arrodilló. Y rezaron y rezaron y rezaron. Y cada ve’ que empezaban a reza’ un Padre Nuestro le chantaban un beso cada una a su escapulario porque en los escapulario’ tenían bordado el retrato del Anacleto Morcillones. A todo esto la tarde iba avanzando de lo lindo. Ya eran más de las tres y ya faltaba meno’ pa’ que las vieja’ se fueran a jode’ a otro lado. Y como estaban ocupada’ el Armando aprovechó pa’ mete’se en la cocina y pa’ come’seunos tacos, bah, esa comida mejicana que comen los mejicano’. Para cuando volvió se dio cuenta que faltaban algunas vieja’. -¿Y adóndese metieron las cinco que faltan? -Se fueron, más vale. Se hartaron de aguanta’te. La que contestó fue la Pancha y en ese momento el Armando le vio de cerca los semejantes pelazo’ que la vieja tenía en los bigote’. Entonce’ tuvo que hace’ fuerza pa’ no rei’se. -Si se fueron, mejor. A meno’ bulto más clarida’ ¿Les traigo más juguito? En eso, la que le decían“La Muerta” hizo como si fuera a eru’ta’ pero se inclinó sobreuna planta que ya estaba reseca de hacía días ya y vomitó como si fuera una manguera ‘e bombero. Despué que se le vació el estómago y que le llenó la maceta de la mujer del Armando lo reputió bien al dueño ‘e casa, dejó el huevo en la silla poniendo cara ‘e nenita caprichosa y se mandó a muda’ todacolorada ‘e la bronca. Entonce’ habló la Pancha: -Yo también tengo gana’ ‘e vomita’. Pero no voy a vomita’ nada porque tenemo’ que lleva’te hasta Amula, salga el solpor dondesalga, aunque tengamo’ que llega’ arrastrándono’. Porque vo’ soi’ el único que puede hace’ de testigo de lo bueno que’ra el Anacleto. Y él te va a ayuda’ a vo’ también ¿sabé’?Cuando lleguemo’ a la iglesia vai’ a ve’ la imagen de’l que nosotras misma’ pusimo’. Y nadie la va a tene’ que tira’ a la calle nunca porque va a se’ la imagen de un santo de verda’. -Lleven a otro. Yo no quiero tene’ nada que ve’.
  • 11. -Pero si vo’ fuiste casi un hijo para él. Vo’ ligaste el fruto de su santa santida’. A vo’ te dio su hija pa’ que vo’ multipliqués esa santida’. -Sí, todo muy lindo, pero ya me la dio multiplicada a la santida’. -¿Qué lo que decí’?Que Dios te perdone tus herejía’. -¡Ninguna herejía! Cuando yo la agarré ya estaba como de cuatro mese’; si no eran má’. Y a todo el mundo le andaba enseñando el panzón que tenía. Así que todo el mundo sabía. -No, pero vo’ no tenei’ la culpa de toda la mierda que estai’ diciendo. Tomá este escapulario pa’ que echei’ afuera al demonio que llevai’ metido adentro. -Sigo contando:de tanto que anduvo mostrando la panza poráhi un coso se terminó enamorando de’lla. Dicen que le dijo nada más que’sto:“Yo me arriesgo a se’ el padre de tu hijo” Y la loca no se hizo roga’ para i’se con el vago. -Vo’ no supiste aprovecha’ lo que’l santo niño Anacleto te dio, o sea a su hija, parte de su misma santida’. -Ustede’ quieren hace’lo santo al Anacleto, pero lo que no saben es que adentro de la panza de su hija había otro hijo más de ese santito de ustede’. -Eso sólo puede sali’ de una lengua venenosa como la tuya porque vo’ siempre le tuviste envidia. -¿Así que’l Anacleto era el más mejor? ¡Mirá vos! ¿Y qué opinan las mujere’ que no sonde’sta congregación? ¡Por Amula y alrededore’, si no conseguí’ una estampita no vai’ a encontra’ una vírgen ni que te caguei’!Ah, perdón: en la iglesia debe habe’ una. ¿O me van a deci’ que no es verda’ que toda’ las noche’ el santo varón pedíauna jovencita distinta pa’ que lo cuidara mientras dormía? -No, pero él siempre pedíalas vírgene’ pa’ acompaña’sede inocencia porque así mantenía al pecado más lejos de’l. -Ustede’ se creyeron esa guevada`porque a ustede’ no las pidió pa’ que le vigilaran el sueño. Entonce’ le contestó una que casi no había hablado nada en todala tarde: -¡Yo estuve con el santo Anacleto y a mí no me hizo nada! Lo único que hizo fue abraza’me cuando se dio cuenta que me hacía frio. Y hasta el día
  • 12. de hoy le agradezco al santito Anacleto por habe’me dado el calorcito ese de su cuerpo. -Es que vo’ ya estabai’ viejona. Y al desgraciau este siempre le gustaron las pendeja’. En eso saltó a defende’lo la que le dicen “La Huérfana” que también era la más vieja ‘e todas. Llorosa y todo dijo: -Cuando el santo niño Anacleto se enteró que yo había quedau huérfana se dedicó a consola’me. Fue como un padre y como una madre para mi. Con deci’te que se pasó una noche entera, acariciándome, pa’ saca’me un poco de toda la pena que yo tenía. -Bueno, pero no hace falta que lloré’ ¿Para qué vai’ a llora a esta altura del partido? -¿Y cómo no voy a llora’? No tengo padres. Estoy más sola que no sé qué. Y ya grande como estoy no se me hace fácil encontra’ cariño. Con él pasé la noche más feli’ de mi vida cuando él me consoló entre sus brazo’. Y encima vo’ te largai’ a habla’ mal de’l. -Era un santo de’nserio. -El Anacleto era un milagro de la vida. Despué’ de’sta’ lindas palabra’ y despuéde promete’le al Armando que iban a volve’ con el cura y contodo el kid para hace’le el exorcismo se piraron un par de viejas y ya quedaron dos nomá’: la hija del Anastasio y la Pancha. Y fue la hija del Anastasio la que siguió defendiendo al Anacleto Morcillones. -Digai’ lo que digai’ vo’ no pode’ nega’ que’l Anacleto era milagroso. -Si eso de anda’ haciendo chicos portodos lado’ es ser milagroso entonce’ el caradura ese era un milagroso bárbaro. Para eso sí era bueno el desgraciau. -A mi marido lo curó de la sífili’ y eso no me lo contó nadie. Yo misma lo vi. -Parate un poquito en ese bordito. Que yo sepa vo’ no soi’ casada. Vo’ soi’ soltera. -Bueno, ‘ta bien. Soy soltera pero estoy juntada. La cosaes que ya no soy señorita; eso es lo que yo quise deci’.
  • 13. -¿Así que a tu eda’ todavíaandai’ alborotada? -Mirá, che Armando, te voy a deci’ algo desdeel corazón: yo soymujer y yo nací para dar todo lo que tengo que da’ ¿Pa’ qué iba a guarda’ pa’ los gusano’ lo que es pa’ da’le a los humano’? -Ah, esas palabras…es como si lo estuviera escuchando habla’ al infeli’ del Anacleto. -Más vale que’l sabíadeci’ así. A mí me aconsejó que me juntara con alguien para que tuviera alegrías más seguido y se me acabaron los dolore’ de la panza ¿Y yo qué iba a hace’? Me junté nomá’, más vale. Demasiado que me aguanté cincuenta año’ siendo vírgen. Pero nosotra’ hemos venido pa’ lleva’te para Amula y pa’ que le digai’ al cura que’l Anacleto ya era santo desdeante’ de empeza’ con sus milagro’. -Bueno, si él es santo yo soy un santazo entonce’. Yo también quiero se santo si es así de fácil. -¿Pero vo’ qué milagro hiciste, che Armando? Te repito: el Anacleto curó delante de mí a mi marido de la mierda esa de la sífili’ ¿Y vo’ a cuántos curaste de la sífili’? -¡Qué sé yo lo que es eso? Debe se’ una enfermeda’ que inventó él mismo. -Mirá, yo lo vi a mi marido cómo se había puesto. Así que vo’ no vai’a veni’ a deci’me que no vi lo que sí vi. A mi Osito, pobrecito, se le puso la piel medio morada y le salieron sabañone’ por todo el cuerpo y también en la cabeza. No podíani dormi’se y de a ratos me decíaque le ardía como loco todo el cuerpo. Entonce’ lo llevé pa’ lo del san Anacleto, pa’ que lo vea. Y el Anacleto hizo el milagro de cura’lo. Primero le quemó un poquito el brazo izquierdo y despué agarró y lo untó con su saliva en la espalda. Y a los poquitos día’ nomá’ a mi marido se le fue todo. Si eso no fue un milagro entonce’ yo no sé más nada de la vida ¿Qué queré’ que te diga? -Para mí que eso fue sarampión nomá’. Eso viene solo y se va solo. A mí me agarró esa mierda siendo chico todavía y también me agarró un curandero de’sos y me embadurnó el lomo con su baba ¡qué ascaso!Yo prefiero que me dé de nuevo esa mierda veinte veces má’ pero cuidándome solo, sin baba y sin curandero baboso. -¿Vi’te que vo’ soi’ hereje? Pero también sos má’ ateo que la mierda, che Armando. La gente como vo’ no cree ni en el solque lo alumbra. Y eso es malo. Debe se’ muy feo eso. La vida debe se’ una mierda para vo’.
  • 14. -Puede se’, pero el Anacleto Morcillones era pior que yo. Eso sí que nadie me lo puede discuti’ porqueyo lo sufrí al hijo ‘e puta ese. -¡Pero caiate, che! Vo’ soi’ el guaso más desagradecido que conocíen mi vida. Despué que’l Anacleto te quiso y te trató como a un hijo vo’ te atrevei’…Mirá, mejor me mando a muda’ pa’ no oi’te más ¿Che, Pancha, te vai’ conmigo? -Yo me voy a queda’ otro rato para hace’ el último intento de convence’lo. Despué’ que a esa penúltima vieja ya no se la vio ni de lejo’, ni como puntito negro allá donde la vista llega de pedo, el Armando vio la oportunida’: -Che, Francisquita, ahora que estai’ solita te vai’ a queda’ a hace’ noni noni conmigo ¿no es cierto? -¡Dios me libre y me resguarde! ¡Qué va a pensa’ la gente! Yo me quedo pa’ convence’tenomá’. -Entonce’ nos convenzamo’ los do’, negra. Ademá ¿qué podé’ perde’ ahora que ya no hayai’ perdido? Otra cosa: vo’ ya estai’ viejita, ya no debe queda’ ninguno que te quiera pone’ la bombilla en el mate. -No, pero la gente va a sali’ a deci’ cualquier cosa¡Y ademá’ me van a saca’ el cuero de lo lindo! -¿Y qué problema te hacé’? ¿Despué’ de baila’ quién te saca lo bailado? -Bueno, me voy a queda’ con vo’ hasta que se haga de día. Pero me tené’ que promete’ que me vai’ a acompaña’ hasta Amula. Porque a todo el mundo le voy a deci’ que yo me pasé todala noche meta roga’te pa’ convence’te de i’ para Amula conmigo. Si no echo ese mentirón voy a queda’ pa’ la gente como si fuera una loca ‘e la calle. -Bueno, quedamo’ así. Pero primero cortate esos bigotazo’ que tené’ che Pancha. Haceme la carida’. Me da fiebre ve’te así. Ya te voy a alcanza’ las tijera’ que uso pa’ corta’le las uña’ al Firulai. -¡Mirá que sos malo, che Armando! Vo’ lo único que me mirai’ sonlos defe’to’. Y no me voy a corta’ nada los bigote’ pa’ que la gente no sospechenada. Cuando oscureció el Armando se hizo ayuda’ porla Pancha para amontona’ de nuevo las piedra’ en el mismo rincón donde habían estado ante’. La vieja nunca llegó a imagina’se que’l Anacleto Morcillones estaba
  • 15. enterrado justamente abajo del piedrerío ese; tampoco supo nunca que se murió despué’ de fuga’se de la cárcel y despué’ de i’ a ve’lo al Armando para reclama’le ese ranchito. Quiso que lo vendiera y que le diera toda la plata de la venta y de la que tuviera guardada pa’ pode’ i’se pa’ ese país que queda más pa’lnorte. Y el Armando no le creyó la promesa que le hizo el Anacleto de que una vez que se acomodara un poco lo iba a manda’ a llama’ pa’ que se fuera a trabaja’ con él por aquellos lado’. Y el Armando tampoco quiso devolve’le ni rancho, ni plata, ni nada. Lo único que le hubiera devuelto congusto era la santa hija del Anacleto, si todavía la hubiera tenido a mano, claro. Despué’ de mata’lo tuvo que hace’ cualquier cantida’ de viajes pa’l río pa’ busca’ piedras para tira’le encima al muertito. No fuera a se’ cosaque’l desgraciau ese encontrara la manera de escapa’sedeabajo ‘e las piedra’. Le parecía que toda’ las piedra’ del río no le iban a alcanza’ pa’ tapa’lo porque lo conocíabien al Anacleto y sabíabien que nunca se le acababan las maña’. Y la puso a la Pancha a labura’ con él, más vale. No la iba a tene’ de adorno áhi mientras trabajaba como un descosido meta move’ piedritas y más piedrita’. Aparte que la Pancha ya no estaba pa’ adorna’ ni los santito ‘e la iglesia, pobrecita. -Ayudame a pone’ las piedra’ en este rincón, Panchita. No me gusta que mi corral tenga piedra’ portodos lado’. Entonce’ la Pancha no dijo ni mu, aunque no le faltaba mucho pa’ habla’ como las vaca’. Pero sí que habló de madrugada: -Vo’ tendriai’ que aprende’ a se’ más cariñoso ¿Sabé’ a quién te traería acá pa’ que te enseñe a se’ cariñoso? Al San Anacleto te lo traería pa’ que te esplique cómo es la cosa, si yo pudiera. Porquecomo él era puro amor sabíamejor que ninguno cómo hacer el amor. ¡Gracias, Juan Rulfo! Tu pluma es merecedora de todo homenaje. Estimado lector: El siguiente link quizás sea lo que Usted necesita: Haga click aquí