2. La música en
Mesopotamia
Desde el enfoque mitológico es posible
señalar dos deidades que se relacionan
con el arte de los sonidos: Nabú
considerado el dios músico que regía las
actividades intelectuales, artísticas y
literarias y Nina que era la diosa
cantante.
El canto mágico tuvo su origen en
Babilonia y Egipto, y con el mismo se
pretendía sanar a los enfermos, volver a
la vida a quienes habían fallecido,
domesticar animales, etc. Este canto
mágico era una serie de frases rítmicas
y melódicas que se repetían periódica y
continuamente.
3. Himnos Babilónicos
¡Que Shamash, el rey de los cielos y de la tierra, te eleve a la pastoría sobre las Cuatro regiones!
¡Que Assur, que da [el cetro], prolongue tus días y tus años!
¡Extiende tu país a tus pies!
¡Que mi dios provea a t[u] dios!
Al igual que el grano y la plata, el aceite, [el ve]llón de Shakkan
y la sal de Bariku son agradables,
que el nombre de Assurbanipal, rey de Asiria, sea agradable a los dioses.
¡Que tenga por regalo el ser escuchado cuando hable (y también) el derecho y la justicia!
Que [el habitante] de Assur se lleve treinta kurru de grano por un siclo de plata;
que [el habitante] de Assur se lleve tres sutu de aceite por un siclo de plata;
que [el habitante] de Assur se lleve treinta minas de lana por un siclo de plata,
que [el mayor] escuche cuando el pequeño hable,
que [el pequeño] escuche cuando el mayor hable,
que acuerdo y paz sean establecidos [en Asiria]
¡Assur es rey! ¡Es Assur quien es rey! ¡Assurbanipal es el [vicario] de Assur,
la criatura de sus manos!
¡Que los grandes dioses hagan estable su reino! ¡Que protejan [la vida de Assurba]nipal, rey de Asiria!
¡Que le den un cetro justo para ensanchar el país y las gentes!
¡Que su reino se renueve! ¡Que hagan estable para siempre su trono real!
¡Que (cada) día, mes y año le bendigan; [que hagan ex]celente su reino!
¡[Que durante] sus años la lluvia sea perpetua en los cielos y la crecida de agua en las capas subterráneas!
¡Dad a Assurbanipal, rey de Asiria, señor nuestro, largos [días], numero[sos] años,
un arma poderosa, un largo reinado, [años] abundantes en favores,
[salud], felicidad y alegría de corazón, repu[tación] favorable y primacía sobre (todos) los reyes!
Los himnos babilónicos solían estar dirigidos
a la glorificación de las divinidades del
panteón de esa antigua civilización, si bien,
en ocasiones, se escribían para ser cantados
o recitados con el fin de alabar a las personas
de los reyes, como es el caso del que
reproducimos aquí, dedicado al rey asirio
Assurbanipal (que reinó desde el 669 hasta el
627 a.C.), durante cuyo gobierno el arte y la
literatura mesopotámica llegaron a su mayor
apogeo
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8. ¿Cómo era la música
babilónica? • Mesopotamia – Asirios- Arpa
La música sería monódica, pero parece que conocían
también la polifonía. Así, las liras y las arpas casi
siempre se punteaban con ambas manos y la chirimía
sonaba a dos voces, una ejecutaría la melodía y la otra
el acompañamiento (en forma posiblemente de nota
"bordón").
Por las imágenes representadas en sus bajorrelieves
podemos apreciar a varios músicos componiendo
pequeñas orquestas. La Biblia describe la orquesta de
Nabucodonosor II y según ella trompetas o trompas,
flautas u oboes dobles, liras y arpas sonaban en forma
individual al principio y luego conjuntamente.
En Mesopotamia los músicos eran considerados
personas de gran prestigio, acompañaban al monarca
no solo en los actos de culto sino también en las
lujosas ceremonias de palacio y en las guerras.
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11. El canto de los tres jóvenes
• La versión bíblica de los Setenta de esta historia
añade dos partes adicionales que tienen lugar
mientras los tres jóvenes están dentro del
horno. En la "oración de Azarías", Azarías
confiesa sus pecados y los pecados del pueblo
de Israel y pide a su Dios que los salve para
demostrar su poder a los babilonios. Entonces
un ángel acude y hace que el interior del horno
se vuelva fresco y agradable, y los tres jóvenes
cantan un himno de alabanza a su Dios por
salvarles, la "Canción de los Tres jóvenes".
• El Canto de los tres jóvenes en el horno es un
pasaje deuterocanónico que aparece tras el
Daniel 3:23 en las Biblias católicas y ortodoxas,
así como en la traducción griega antigua de la
Septuaginta. No es reconocida como canónica
por las tradiciones protestantes, considerándola
como una adición apócrifa.