No será fácil encontrar un colectivo de asalariados que asuma la idea de trabajar un día menos, siempre que se avenga a cobrar una cantidad más reducida.
1. GRAFICO: EL CORREO
LOS NUEVOS RICOS.
Manfred Nolte
Los manuales de microeconomía enseñan que la renta y el ocio del individuo son
bienes que mantienen una relación singular. Siendo como son los ingredientes
básicos de la oferta de trabajo, resultan ser bienes sustitutivos en circunstancias
ordinarias, en particular para niveles salariales medios y bajos. Así, unos
mayores ingresos salariales exigirán una mayor dedicación profesional del
individuo debiendo reducir su tiempo de ocio. Pero solo para un nivel de
preferencias y para un determinado nivel de ingresos. Ocurre alternativamente,
que en determinadas condiciones, si se produce un incremento salarial, la renta
del individuo aumenta y dicho efecto renta conduce a reducir las horas deseadas
de trabajo. El ocio es un bien normal, y en consecuencia su demanda aumenta
con el incremento de los ingresos. En este escenario, una renta más alta
implicaría demandar más ocio y ofrecer menos horas de trabajo. Ambos efectos,
de sustitución y de renta pueden no igualarse y ceder protagonismo a uno u otro
de ellos, con distinto efecto en el ocio, variable que constituye el motivo del
análisis de esta columna.
Y es que, de un tiempo acá, incluso bajo la tímida iniciativa de los poderes
públicos, que proyectaponer sobre la mesa 50millones de euros para después del
verano, se ha procedido a una invitación a las empresas, a modo de ensayo, para
reducir a cuatro -32 horas- la tradicional semana laboral de cinco días, esto es,
para añadir un día más de ocio al calendario más frecuente de los trabajadores.
Tal iniciativa recorta horas, no las concentra, como sigue el modelo belga, algo
que ha suscitado reacciones negativas en los agentes sociales. Como es natural, la
iniciativa no es inocua y está rodeada de algunas dudas e interrogantes.
2. Los planes piloto en curso no son sin embargo sujeto de escándalo. Ni mucho
menos. Desde la consolidación de las revoluciones industriales en Europa, la
reducción de la jornada laboral ha supuestouna constante apoyada en los avances
tecnológicos y la mejora de la productividad, contribuyendo al incremento del
tiempo de ocio, y a la distribución de la riqueza. No está de más recordar que
España fue uno de los primeros países europeos en aprobar, en 1919, la jornada
de ocho horas.
Quizás uno de los puntos de conflicto más destacado resida en los términos
convenidos del trueque salarial a cambio del ocio aumentado. No será fácil
encontrar un colectivo de asalariados que asuma la idea de trabajar un día menos,
siempre que se avenga a cobrar menos. El reciente programa de Telefónica
denominado ‘Jornada Semanal Flexible bonificada’, el más representativo de
nuestro presente sociolaboral, contempla un caudal de 32 horas a la semana, ocho
horas diarias de lunes a jueves, en lugar de las 37,5 horas actuales, cinco días a la
semana. Paralelamente la empresa exige una reducción salarial proporcional a la
del tiempo de trabajo recortado. Es una opción que ha encontrado un éxito muy
escaso. Aun cuando la dirección de la tecnológica bonifica la referida reducción
en un veinte por ciento, son pocas las adhesiones registradas a la propuesta.
En consecuencia, en las actuales coordenadas económicas, que no son
precisamente las más halagüeñas, el cambio de menor salario por mayor ocio solo
puede tener cabida dentro de estrictos criterios vocacionales que animen a sus
actores a activar un efecto sustitución que tiene un claro ingrediente de sacrificio.
CEOE y otras representantes patronales son moderadamente refractarios a la
propuesta, -‘una ocurrencia electoralista’ en palabras de Garamendi- que goza de
una tímida implantación en algunas empresas en el nuestro y en otros países,
básicamente dentro del sector tecnológico. Advierte en todo caso, de cambios
legales generalistas no discriminatorios al estilo del alza del salario mínimo que
no tengan en cuenta la tendencia de la productividad de cada empresa y de sus
singulares circunstancias dentro de sus mercados y ámbitos de concurrencia, y
siempre bajo presupuestos de negociación personalizada. Señala como ejemplos
conflictivos los de los bares, restaurantes o peluquerías, que a nuestro entender
habría que ampliar, corregidos y aumentados, a los sectores de la sanidad y de la
educación.
Como es comprensible las diversas formaciones sindicales se muestran
favorables a la idea, pensando con excesiva simpleza que si se amortizan un
quinto de las horas de trabajo alguien de refresco del mercado laboral las tendrá
que reponer. Pero los escasos estudios al respecto no les dan la razón, aunque
tampoco se la quiten con argumentos vehementes. Sucede algo similar a lo que
acontece con elevaciones unilaterales y generales del salario mínimo, que
encuentra en la literatura económica igual número de detractores que de
partidarios, acompañados siempre de los preceptivos matices y distingos.
Más Madrid lidera la iniciativa del cambio legislativo espoleando al gobierno a su
manera. No parece que ejerza suficiente influencia como para que la decisión sea
radical ni cercana.
Todo llegará presumiblemente, pero no hoy ni mañana.
3. DIFERERENCIAS CON EL MODELO BELGA (Jorge Murcia: El Correo)
Los puntos principales de la jornada laboral aprobada en Bélgica son los
siguientes:
• Los trabajadores podrán reducir un día de trabajo, de cinco a solo cuatro, pero
sin reducir las horas trabajadas. Así́, se pueden trabajar hasta 9,5 horas al día,
ampliables a 10 horas, previo acuerdo entre empresa y sindicatos.
• Los empleados que así lo deseen podrán trabajar más horas una semana para
compensarlo con menos horas de trabajo la siguiente. No obstante, deberá́ ser
el trabajador el que solicite ambas fórmulas de trabajo. Los asalariados con
horarios variables deberán tener previsión de sus jornadas con un mínimo de
siete días de antelación.
• Las empresas de más de 20 empleados deberán ofrecer a sus plantillas el
derecho a la desconexión tras las horas de trabajo, lo que implica que no tendrán
que contestar a las llamadas o responder a los emails entre las 11 de la noche y las
5 de la madrugada.
• Las compañías de más de 20 empleados deberán presentar planes de formación
para desarrollar competencias de los trabajadores.
• Se posibilita que los asalariados puedan trabajar para otro empleador durante
el periodo de preaviso.
• La reforma del mercado laboral belga contempla un apartado para las
plataformas de 'delivery' por el que facilitará el trabajo nocturno para el sector
del comercio electrónico y que los trabajadores de empresas de repartode comida
a domicilio cuenten con mejor protección.
PRODUCTIVIDAD
Un informe de la OCDE muestra cómo los españoles trabajan de
media 32,7 horas a la semana y, pese a ello, el valor de su
productividad (58,1 dólares por hora) es muy interior al de otras
economías europeas que trabajan menos, como la alemana, que
produce 74,2 dólares con una semana media de 26,2 horas; o la
Noruega, cuya producción por hora alcanza los 93,2 dólares con una
media de 27,2 horas de trabajo a la semana.