PRESUPUESTOS COMO HERRAMIENTA DE GESTION - UNIAGUSTINIANA.pptx
La nueva política económica
1. LA NUEVA POLITICA ECONOMICA.
Manfred Nolte
Redactar unas líneas de contenido económico bajo el vendaval político reinante
resulta una osadía y en cualquier caso es tarea condenada a quedar eclipsada por
cuanto viene precediendo al nombramiento de Pedro Sánchez como Presidente
del Gobierno que, salvo sorpresa mayúscula, se ratificará mañana en el Pleno de
investidura.
Coincide jocosamente este último evento con la explosión de las tradicionales
ventas de enero donde comercios y portales online ofrecerán sus productos a
precios de ganga. La oposición podrá aludir a un gobierno en rebajas con un socio
preferente que hace tan solo tres meses no era asumible a ningún precio. A los
descuentos políticos habrá que agregar, además, el regalo de las llaves de la
gobernanza de la nación, que, insólitamente, las procurarán quienes batallan por
abandonarla.
Pero dejemos las rebajas y vayamos a la economía.
El primer Ejecutivo de coalición de nuestra democracia ha redactado sobre el
tema unas cuartillas a modo de pacto programático, de melodía inquietante, pero
que son únicamente un indicador genérico de las reformas previstas. Socialistas
y Comunistas vuelven a las medidas anunciadas en los últimos meses, en las que
se alternan tintes de populismos con fantasías improbables. Solamente en
titulares. Más impuestos, reforma de las reformas, control de alquileres, subida
del Salario mínimo interprofesional (SMI) y el resto de una letanía habitual en la
que cuadran con dificultad los ingresos y los gastos.
2. En todo esto, sorprende sobremanera el mutismo que mantienen los principales
expertos económicos, incluidas importantísimas Instituciones públicas obligadas
a tareas supervisoras, o Institutos de ideas, que, como se dice vulgarmente,
deberían mojarse sin remilgos y prestar criterio y análisis objetivo sin demora.
Padecemos una atrofia de opinión neutral no partidista, detrás de la cual se
esconden el injustificable incumplimiento de sus obligaciones, la triste
irresponsabilidad o un mezquino oportunismo, según los casos.
Así que las previsiones que realizábamos hace una fechas pueden quedar en
entredicho. Las conjeturas que los economistas realizamos sobre escenarios
futuros son siempre relativas y en todo caso sujetas al mantenimiento de las
hipótesis que se establecen al formularlas. Es obvio que las conclusiones
alcanzadas en un determinado contexto pueden y debe modificarse ante
alteraciones sustanciales de las circunstancias que las motivaron.
Días atrás aventurábamos con cierto optimismo que la temida desaceleración
económica en el mundo y también en España, estaba llamada a detenerse, que el
crecimiento económico en 2020 sería aceptable (1,6%) y que la tasa de paro debía
seguir con su senda descendente aproximándose al 13,5% de la población activa.
Pero estos pronósticos estaban sujetos a la contención de determinados riesgos
bien conocidos. Riesgos a la baja procedentes del contexto internacional, ya
repetidos, -contencioso comercial China-USA, Brexit y otros- cuyas vacilaciones
iban remitiendo y decantándose hacia el lado positivo de nuestros intereses
económicos.
Pero ahora los riesgos internos han aumentado significativamente. La lista de
razones es larga, pero es sabido que a los mercados no les fascina precisamente
un gobierno socio-comunista. Hay que aclarar que riesgo no equivale a siniestro.
Pero consumidores e inversores, el núcleo de la demanda agregada, reaccionan
de forma extremadamente cautelosa ante las incertidumbres del entorno. Ahí
está, por ejemplo, el repunte de la tasa de ahorro de las familias.
Hemos confesado desconocer en qué medidas concretas y con qué amplitud se
aplicará finalmente el pacto PSOE-UP, pero sobre todo ignoramos el modelo y la
dirección de la política económica. Un camino propicio conduce al fomento de la
inversión, a la estabilidad presupuestaria, al mantenimiento de nuestra prima de
riesgo, a la educación, al estímulo de la productividad, al apoyo de la iniciativa
privada muy en particular la de los autónomos, a la sostenibilidad de las
pensiones, a la creación de empleo estable. Un camino que no elija a Bancos ni a
grandes empresas como chivos expiatorios y que admita que represaliando a los
pocos muy ricos se recauda poco más y que lo creativo es ensanchar las bases
imponibles con la creación de riqueza en un marco de estabilidad jurídica. Un
camino que no convierta a Cataluña en piedra de escándalo causante de graves
efectos económicos colaterales. Un camino de medidas consensuadas cuando así
proceda -como con el SMI- con los agentes sociales incumbentes. Un camino que
alivie desigualdades pero que no avive rencores y resentimientos.