1. EL FINAL DEL DINERO METALICO.
Manfred Nolte
Diversos informes han dado testimonio de que en el periodo de confinamiento en
España y durante las sucesivas fases de vuelta a la normalidad, los pagos en
efectivo, incluso los más exiguos empleados para compras en supermercados,
panaderías o farmacias han desaparecido drásticamente, siendo suplantados de
manera generalizada por el pago con tarjeta u otros medios digitales. La razón ha
sido prioritariamente higiénica, para huir de una presunta plataforma portadora
de virus, bacterias y otros ingredientes insalubres como es el dinero en efectivo.
Pero el mensaje fundamental es que durante unos meses la ausencia o exclusión
de la moneda fiduciaria no ha supuesto ningún problema para el funcionamiento
del consumo societario. En particular, del pequeño consumo societario.
Recordemos que las transacciones comerciales en efectivo llevan tiempo sujetas
en España a la limitación de un máximode 2.500 euros, excluyéndosedicho techo
cuando ninguno de los intervinientes sea empresario o profesional. Otros países
vecinos como Francia o Portugal tienen un límite más reducido, y por tanto más
exigente, de 1.000 euros. Alemania carece de restricción, y Suecia es el país más
próximo a la desaparición total de los pagos en metálico.
En consecuencia, en territorioespañol, cualquier transacción de importe superior
al señalado está obligada a utilizar un medio de pago escritural,
fundamentalmente una transferencia, un cheque o un pago con tarjeta,
instrumentos todos ellos que dejan invariablemente una huella impresa en las
cuentas bancarias de sus titulares. El dinero en efectivo, anónimo y fungible a
partir de esa cifra es ilegal.
Resulta que recientemente se producido un resurgimiento de la economía
sumergida, o dicho en otras palabras, se ha advertido que los llamados pagos en
‘negro’ han aumentado notablemente. Así lo recoge, al menos, la declaración de
principios de una reciente propuesta normativa que el grupo parlamentario
socialista ha llevado al Congreso de los Diputados. Entre las medidas para la
prevención y erradicación que plantea la proposición no de ley correspondiente
2. se halla “11. La eliminación gradual del pago en efectivo, con el horizonte de su
desaparición definitiva.”
La pregunta es la siguiente: ¿es conveniente “una desaparición definitiva” de los
billetes de banco? Como casi todo en la vida la contestación presenta aspectos a
favor y aspectos en contra de la propuesta.
La bancarización, esto es la primacía del dinero bancario sobre el efectivo es un
fenómeno creciente e irreversible. Por importancia, los depósitos bancarios
representan el 85% del total del dinero en la Zona Euro, siendo el 15% restante la
parte que constituye el dinero con representación facial. Pero alternativamente,
la última estimación publicada en 2017 por el BCE señalaba que el 79% de los
pagos en comercios (número, no importe) seguía realizándose en efectivo en la
eurozona.
No cabe duda de que la transparencia y trazabilidad de las operaciones con base
bancaria son un revulsivode la economía sumergida, lo que conlleva la afloración
de bases imponibles y una mayor recaudación fiscal. Perofrente a esta innegable
e importante ventaja son diversase importantes las razones en favor de mantener
el efectivo en nuestra sociedad.
Una bancarización masiva dejaría fuera de la ecuación socioeconómica a los más
desfavorecidos, los menos digitalizados y de mayor ancianidad o situados en
enclaves de la España vacía. La dependencia cien por cien tecnológica depara
situaciones conflictivas, como cortes de suministro eléctrico o cajeros fuera de
servicio. Los sistemas no son infalibles, se caen generando serios problemas. El
Banco Central europeo está en favor del mantenimiento del efectivo que “no
requiere una infraestructura funcional técnica y siempre puede usarse”, y es “el
único medio de pago en dinero que no conlleva la posibilidad legal de cargar una
comisión por su uso”. Ello no cierra el paso a posiciones menos radicales
consistentes en extinguir la acuñación de las denominaciones de 200, 100 o
incluso de 50 euros.
Pero existen razones para su uso de mayor peso. Empezando por sus
consecuencias sobre el anonimato y la privacidad. La retirada radical de todo el
efectivo implicaría que nuestras vidas se hallarían detalladas en un registro
bancario exhaustivo. El banco en el que tenemos abierta la cuenta tendría acceso
al historial completo de nuestras actividades financieras sin restricción alguna.
Esta pérdida de libertad reviste tal importancia que previsiblemente atentaría
contra valores irrenunciables de naturaleza constitucional.
Otra razón para luchar abiertamente contra la eliminación de los billetes es la
posibilidad de que la política monetaria gravase los depósitos con tipos negativos
para impulsar el gastode consumo, sin la posibilidad del atesoramientodefensivo
de billetes, cada ciudadano donde lo considere oportuno. Sin ir más lejos, durante
el mes de marzo pasado, los depositantes alemanes sacaron miles de millones de
euros de sus cuentas, como reservas de efectivo ante cualquier emergencia. Tal
medida de protección sería imposible si no existiese el dinero facial. Los
ahorradores ya se sienten suficientemente expoliados con las políticas de tipos
negativos como para admitir añadidamente una penalización con tipos negativos.
3. Como remate de lo anterior, la principal ventaja señalada consistente en la
eliminación de la economía sumergida y combatir el fraude fiscal, sería
insuficiente sin la abolición paralela de los paraísos fiscales que siguen formando
entre ellos un entramado de dinero contable sin control de las autoridades
monetarias. Es evidente que las grandes transacciones del mundo de la droga o
del tráfico de armas no se pagan en billetes sino a través de las jurisdicciones
opacas. Y últimamente, el auge de las criptomonedas de muy difícil trazabilidad,
constituyen un cauce adicional de evasión y de compensación de operaciones
criminales. Previamente,las autoridades monetarias deben perseguir esos nichos
de corrupción exigiendo, como en cualquier operación bancaria, la declaración
del origen y naturaleza de los fondos.
En consecuencia, se aprecia al día de hoy un amplio campo de actuación y otras
prioridades antes de acometer la extinción del efectivo.