Un informe de la Fundación MAPFRE refiere que la relación entre jóvenes y mayores se ha invertido desde 2008 en términos absolutos y porcentuales. En 2008 había 8,4 millones de jóvenes y 6,8 millones de mayores. Hoy hay más seniors (9,1 millones) que jóvenes (6,9 millones) en la población española.
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AGEINGNOMICS: REALIDADES Y RETOS.
MAYOR LONGEVIDAD, MAS CONSIGNACIONES PRESUPUESTARIAS.
Manfred Nolte
Nota: Produce zozobra a quienes nos dedicamos con periodicidad a la divulgación
económica, escribir de temas de nuestra incumbencia, por importantes que sean,
cuando en la hora presente todo queda arrinconado por la honda desolación producida
al tener que asistir a la ruina legal de nuestra democracia. Solo Dios conoce la hondura
de la estocada y las secuelas que acarreará a nuestra conciencia colectiva el pacto de la
vergüenza y el desgarro del estado de derecho, y si queda sitio todavía en nuestro país
para el rubor y el juicio honesto y desinteresado.
Somos los mayores, como colectivo, los más propensos a la cavilación reiterada obsesiva
y también al pesimismo. No sin razón, porque quien más ha vivido, más ha aprendido si
ha usado los sentidos convenientemente, y sabe que, además de no producirse ‘nada
nuevo bajo el sol’, como revela el Eclesiastés, ningún desatino sorprende, incluso
aquellos de alcance irreparable.
Valga, pues, el hilo de la edad para tirar de la madeja económica, que es la que nos
compete desenredar desde estas páginas. Y es que la larga vida que se nos regala
progresivamente se halla salpicada de periódicos peajes, no pequeños, algunos
costosos, a los que a continuación nos vamos a referir.
Aprovecha a nuestro propósito la reciente publicación del ‘Mapa 2023 del talento
senior’ de la Fundación Mapfre, que, si bien tiene por objeto contrastar la realidad
laboral de los jóvenes menores de 30 años con la de los seniors de 55 a 70 años, aporta
información relevante sobre la viabilidad de nuestras cuentas públicas en el contexto de
una dramática crisis demográfica, en la que se combina de forma explosiva una
longevidad creciente con una natalidad en franco retroceso.
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Aclaremos que por jóvenes define el estudio a los comprendidos en la franja de los 16 a
los 29 años y mayores a quienes se encuentran en el intervalo de los 55 a los 69.
Pues bien, el informe refiere que la relación entre jóvenes y mayores se ha invertido
desde 2008 en términos absolutos y porcentuales. En 2008 había 8,4 millones de jóvenes
y 6,8 millones de mayores. Hoy hay más seniors (9,1 millones) que jóvenes (6,9 millones)
en la población española. También en el mercado laboral actual hay más seniors que
juniores: 4,1 millones de seniors frente a 2,9 millones de jóvenes. La participación de los
jóvenes en el mercado laboral ha descendido frente a la de los seniors, que ha
ascendido. Los jóvenes suponen solo el 16 % y los seniors son ya el 20 %.
La población joven ha perdido 1,5 millones de efectivos entre 2008 y 2022, pero en el
mercado laboral ha sido mayor la caída (1,8 millones los activos y 1,7 millones los
ocupados). En cualquier caso, la caída podría haber sido aún más intensa de no ser por
la inmigración, ya que entre 16 y 29 años se contabiliza algo más de un millón de
extranjeros.
En su conjunto, el mercado laboral ha envejecido notablemente desde 2008, de modo
que el porcentaje de jóvenes ha pasado del 26,9% del total de trabajadores al 14,9%,
mientras que los trabajadores seniors han doblado su peso al pasar del 10,1% al 20,5% al
día de hoy. Todo lo cual no hace sino ratificar los sombríos presagios que se desprenden
de la pirámide invertida de edad de nuestra población.
Muchas son las consecuencias presupuestarias del envejecimiento de nuestra sociedad.
En particular la que alude al grave tema de las pensiones. La alta esperanza de vida de
la población española unida a la más tardía entrada en el mundo del trabajo de los
jóvenes cuestiona sin duda la viabilidad de un sistema de pensiones de reparto. El
número de personas en edad de trabajar por cada una de 65 años o más, que cayó desde
6,9 en 1960 a 3,0 en 2021, continuará su trayectoria descendente hasta equilibrase en
1,7 en la década de los 40, según la OCDE. Si esto ha de ser así, no hay ninguna razón
para no promover la extensión, benéfica para el sistema, de la vida laboral en
trabajadores que así deseen hacerlo, como reitera el Informe de la Fundación Mapfre.
El incremento de la longevidad en España somete a una presión creciente a las cuentas
de la Seguridad social, cuyo déficit básico se cuantifica en 12.700 millones, solamente
entre 2019 y 2023, según FEDEA. Ahí están las repetidas transferencias del Estado a las
arcas de la seguridad social para dar fe de tal juicio.
Pero hay otros flancos débiles. El envejecimiento proyecta importantes aumentos del
gasto público asociados también a la sanidad y a los problemas generados por la
dependencia, representando cuotas sucesivamente mayores del PIB. La sanidad
constituye la segunda partida con mayor incidencia en el gasto asociado al
envejecimiento aumentando del 5,7% del PIB en 2019 al 7% en 2070. En España, el
aumento de los años de vida es la principal causa del crecimiento del gasto sanitario,
unido al hecho de la concentración de enfermos en tramos de edad alta donde el coste
es sensiblemente mayor. Finalmente, el gasto en dependencia experimentará un
continuo aumento hasta el año 2070, cuando alcanza el 1,5% del PIB, 0,8 puntos
porcentuales más que en la actualidad. Es claro que a mayor edad mayor dependencia
y, en consecuencia, mayor demanda de cuidados especiales.