2. UNIDAD II: Bienestar del Cliente
1. Implicaciones para el tratamiento
Un tratamiento psicológico es una intervención profesional, basada en
técnicas psicológicas, en un contexto clínico. Centro de Salud Mental, Hospital,
consulta privada, Asociaciones de personas afectadas, etc.
Un tratamiento psicológico implica, entre otras cosas, escuchar con atención
lo que el paciente tiene que decir y buscar qué aspectos personales, sociales,
familiares, etc., son responsables del problema.
También supone informar al paciente sobre cómo puede resolver los
problemas planteados y emplear técnicas psicológicas específicas tales como, por
ejemplo, el entrenamiento en respiración o relajación, la resolución de problemas
interpersonales, el cuestionamiento de creencias erróneas, el entrenamiento en
habilidades sociales, etc.
El empleo de fármacos no es parte del tratamiento psicológico, aunque
pueden combinarse ambos tipos de terapia cuando se considera oportuno.
En resumen, los tratamientos psicológicos son aplicados por psicólogos
clínicos, que son los especialistas en los problemas del comportamiento humano y
que utilizan técnicas especializadas de evaluación (una entrevista, una historia
clínica, tests y cuestionarios, etc.), y de tratamiento, cuya eficacia ha sido
contrastada en diversas investigaciones científicas.
El tratamiento psicológico puede llevarse a cabo con personas (una sola
persona), parejas, familias y grupos. Es posible combinar, según los casos y
necesidades, el formato de tratamiento; así, puede realizarse un tratamiento en
3. grupo junto con sesiones de asistencia individual. La intervención puede durar
desde una o unas pocas sesiones (p.ej., en situaciones de crisis o asesoramiento)
hasta varios años (en el caso del psicoanálisis).
Lo más frecuente es que se extienda de 5 a 50 sesiones de alrededor de 1
hora y de frecuencia semanal. El número de sesiones depende del tipo o número
de problemas y de la gravedad de éstos.
2. Aptitudes para rechazar el tratamiento
El término fue introducido en 1885 por el padre del psicoanálisis, Sigmund
Freud. Se denomina resistencia al conjunto de conductas y actitudes de rechazo u
oposición de un paciente frente al tratamiento, a algún aspecto específico de la
terapia o al terapeuta.
El paciente que acude a terapia con la esperanza de cambio, a la vez, se
resiste a ello. Esto es debido a la activación de una serie de mecanismos que le
impide cambiar, son resistencias que provienen de naturalezas distintas
dependiendo de la estructura de personalidad y de las defensas de cada persona.
Son inconscientes y surgen de forma automática, protegiendo al paciente de la
angustia que supone la toma de conciencia de los conflictos, pensamientos y
deseos inaceptables.
Buscan evitar descubrir y sentir vivencias que puedan doler, pero también,
son resistencias a cambiar cierto grado de seguridad, ya que a pesar del
sufrimiento, el paciente se encuentra en un equilibrio que ha alcanzado aunque
sea a costa de renuncias y limitaciones.
4. Las resistencias se presentan desde el inicio de la terapia, antes, durante y
al finalizar el tratamiento. En principio, no se conciben como algo necesariamente
negativo, ya que pueden servir para descifrar ciertos aspectos del sujeto y del
proceso psicoterapéutico, y ser una oportunidad para hacer cambios y ajustes a
partir del nuevo conocimiento.
Sin embargo, aunque son normales durante la terapia, y su aparición en los
inicios no es una razón para preocuparse, si persisten o aumentan como un
patrón general del paciente a lo largo de la terapia puede suponer un problema. Si
no se rompen, no podemos acceder a las distintas fases del proceso
psicoterapéutico y no hay posibilidad de cambio.
3. Independencia y aspectos económicos
Por independencia nos referimos, normalmente, a la capacidad de obrar de
manera autónoma, es decir, de poder tomar las propias decisiones y velar por la
propia existencia sin necesidad de tutorías o controles de nadie.
Dicho de otro modo, la independencia se traduce en el control de las cosas
que son propias y en la toma de decisiones libres, sin estar sometidas al arbitrio de
terceros.
En psicología y desarrollo personal, nos referimos a la independencia para
señalar el margen de autonomía de los individuos, esto es, su capacidad para
tomar sus propias decisiones, emprender sus propios proyectos y, en general,
decidir sobre la propia vida sin necesitar de la supervisión de nadie.
Todos nacemos en un estado de dependencia, tanto física como emocional,
ya que estamos desde la edad más temprana sometidos a las decisiones de
nuestros padres. Son ellos quienes nos dan de comer, nos visten, nos llevan al
5. colegio, etcétera. De nosotros se espera, más adelante, que vayamos
relevándolos de dicha labor, tomando poco a poco nuestras propias decisiones y
llevando el timón de nuestra vida.
Así, una persona independiente psicológicamente será capaz de planificar y
ejecutar su vida, sin necesidad de que alguien la lleve de la mano y le diga qué es
lo correcto.
Eso no significa que no se equivocará, sino que se hará cargo de sus
errores, aprenderá de ellos, y asumirá su libertad personal, emocional y existencial
con las responsabilidades que ellas implican.