Estas son las escuelas y colegios que tendrán modalidad no presencial este lu...
EL JUICIO DE LOS VIVOS.pptx
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2. Apocalipsis 21
El juicio ante el gran trono blanco
11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado
en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo,
y ningún lugar se encontró para ellos. 12 Y vi a los
muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y
los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el
cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los
muertos por las cosas que estaban escritas en los
libros, según sus obras. 13 Y el mar entregó los
muertos que había en él; y la muerte y el Hades
entregaron los muertos que había en ellos; y fueron
juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la muerte
y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta
es la muerte segunda. 15 Y el que no se halló
inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de
fuego.
3. Daniel 7
9 Estuve mirando hasta que
fueron puestos tronos, y se
sentó un Anciano de días, cuyo
vestido era blanco como la
nieve, y el pelo de su cabeza
como lana limpia; su trono
llama de fuego, y las ruedas del
mismo, fuego ardiente. 10 Un
río de fuego procedía y salía de
delante de él; millares de
millares le servían, y millones
de millones asistían delante de
él; el Juez se sentó, y los libros
fueron abiertos.
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13. Los que habían aceptado la luz referente a la mediación de Cristo y a la perpetuidad de la ley de
Dios, encontraron que estas eran las verdades presentadas en el capítulo 14 del Apocalipsis. Los
mensajes de este capítulo constituyen una triple amonestación (véase el Apéndice), que debe servir
para preparar a los habitantes de la tierra para la segunda venida del Señor. La declaración: “Ha
llegado la hora de su juicio”, indica la obra final de la actuación de Cristo para la salvación de los
hombres. Proclama una verdad que debe seguir siendo proclamada hasta el fin de la intercesión del
Salvador y su regreso a la tierra para llevar a su pueblo consigo. La obra del juicio que empezó en
1844 debe proseguirse hasta que sean falladas las causas de todos los hombres, tanto de los vivos
como de los muertos; de aquí que deba extenderse hasta el fin del tiempo de gracia concedido a la
humanidad. Y para que los hombres estén debidamente preparados para subsistir en el juicio, el
mensaje les manda: “¡Temed a Dios y dadle gloria”, “y adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar
y las fuentes de agua!” El resultado de la aceptación de estos mensajes está indicado en las
palabras: “En esto está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios, y la
fe de Jesús”. Para subsistir ante el juicio tiene el hombre que guardar la ley de Dios. Esta ley será la
piedra de toque en el juicio. El apóstol Pablo declara: “Cuantos han pecado bajo la ley, por la ley
serán juzgados; [...] en el día en que juzgará Dios las obras más ocultas de los hombres [...] por
medio de Jesucristo”. Y dice que “los que cumplen la ley serán justificados’. Romanos 2:12-16 (VM).
La fe es esencial para guardar la ley de Dios; pues “sin fe es imposible agradarle”. Y “todo lo que no
es de fe, es pecado”. Hebreos 11:6 (VM); Romanos 14:23. CS. 431
14. A medida que los libros de memoria se van abriendo en el juicio, las vidas de todos los que hayan creído en
Jesús pasan ante Dios para ser examinadas por él. Empezando con los que vivieron los primeros en la tierra,
nuestro Abogado presenta los casos de cada generación sucesiva, y termina con los vivos.
Cada nombre es mencionado, cada caso cuidadosamente investigado. Habrá nombres que serán aceptados,
y otros rechazados. En caso de que alguien tenga en los libros de memoria pecados de los cuales no se
haya arrepentido y que no hayan sido perdonados, su nombre será borrado del libro de la vida, y la mención
de sus buenas obras será borrada de los registros de Dios. El Señor declaró a Moisés: “Al que haya pecado
contra mí, a este borraré de mi libro”. Éxodo 32:33 (VM). Y el profeta Ezequiel dice: “Si el justo se apartare de
su justicia, y cometiere maldad, [...] todas las justicias que hizo no vendrán en memoria”. Ezequiel 18:4.
A todos los que se hayan arrepentido verdaderamente de su pecado, y que hayan aceptado con fe la sangre
de Cristo como su sacrificio expiatorio, se les ha inscrito el perdón frente a sus nombres en los libros del
cielo; como llegaron a ser partícipes de la justicia de Cristo y su carácter está en armonía con la ley de Dios,
sus pecados serán borrados, y ellos mismos serán juzgados dignos de la vida eterna. El Señor declara por el
profeta Isaías: “Yo, yo soy aquel que borro tus transgresiones a causa de mí mismo, y no me acordaré más
de tus pecados”. Isaías 43:25 (VM). Jesús dijo: “El que venciere, será así revestido de ropas blancas; y no
borraré su nombre del libro de la vida, sino confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus
santos ángeles”. “A todo aquel, pues, que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo también
delante de mi Padre que está en los cielos. Pero a cualquiera que me negare delante de los hombres, le
negaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos”. Apocalipsis 3:5; Mateo 10:32, 33 (VM). CS
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15. Solemnes son las escenas relacionadas con la obra final de la expiación.
Incalculables son los intereses que esta envuelve. El juicio se lleva ahora adelante en
el santuario celestial. Esta obra se viene realizando desde hace muchos años.
Pronto—nadie sabe cuándo—les tocará ser juzgados a los vivos. En la augusta
presencia de Dios nuestras vidas deben ser pasadas en revista. En este más que en
cualquier otro tiempo conviene que toda alma preste atención a la amonestación del
Señor: “Velad y orad: porque no sabéis cuándo será el tiempo”. “Y si no velares,
vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a ti”. Marcos 13:33;
Apocalipsis 3:3.
Cuando quede concluida la obra del juicio investigador, quedará también decidida la
suerte de todos para vida o para muerte. El tiempo de gracia terminará poco antes
de que el Señor aparezca en las nubes del cielo. Al mirar hacia ese tiempo, Cristo
declara en el Apocalipsis: “¡El que es injusto, sea injusto aún; y el que es sucio, sea
sucio aún; y el que es justo, sea justo aún; y el que es santo, sea aún santo! He aquí,
yo vengo presto, y, mi galardón está conmigo, para dar la recompensa a cada uno
según sea su obra”. Apocalipsis 22:11, 12 (VM).
16. Los justos y los impíos continuarán viviendo en la tierra en su estado mortal, los hombres
seguirán plantando y edificando, comiendo y bebiendo, inconscientes todos ellos de que la
decisión final e irrevocable ha sido pronunciada en el santuario celestial. Antes del diluvio,
después que Noé, hubo entrado en el arca, Dios le encerró en ella, dejando fuera a los
impíos; pero por espacio de siete días el pueblo, no sabiendo que su suerte estaba
decidida continuó en su indiferente búsqueda de placeres y se mofó de las
advertencias del juicio que le amenazaba. “Así—dice el Salvador—será también la
venida del Hijo del hombre”. Mateo 24:39. Inadvertida como ladrón a medianoche, llegará la
hora decisiva que fija el destino de cada uno, cuando será retirado definitivamente el
ofrecimiento de la gracia que se dirigiera a los culpables.
“¡Velad pues; [...] no sea que viniendo de repente, os halle dormidos!” Marcos 13:35, 36 (VM).
Peligroso es el estado de aquellos que cansados de velar, se vuelven a los atractivos del
mundo. Mientras que el hombre de negocios está absorto en el afán de lucro, mientras el
amigo de los placeres corre tras ellos, mientras la esclava de la moda está ataviándose,
puede llegar el momento en que el juez de toda la tierra pronuncie la sentencia: “Has sido
pesado en la balanza y has sido hallado falto”. Daniel 5:27 (VM). CS. 481
17. Los que han despreciado la Palabra de Dios entonces harán
frente al Autor de los oráculos inspirados. No podemos
permitirnos vivir sin tomar en cuenta el día del juicio: pues
aunque se posponga mucho, ahora está cerca, a las puertas, y
se apresura grandemente. La trompeta del Arcángel pronto
sorprenderá a los vivos y despertará a los muertos. En ese día
los impíos serán separados de los justos como el pastor divide
las cabras de las ovejas.—The Youth’s Instructor, 21 de julio de
1892. Conducción del Niño 530
18. El día de las revelaciones de Dios—
El último día se aproxima. Todos deberíamos considerar el hecho que Satanás está luchando,
justamente ahora, por el dominio de las almas. Está jugando la partida de la vida por nuestras
almas. ¿Será que cometeremos pecados en los límites mismos de la Canaán celestial?
¡Cuántas revelaciones! El esposo llegará a saber, por primera vez, acerca de los engaños y la
falsedad practicados por la esposa, a quien consideraba inocente y pura. La esposa, por
primera vez, llegará a conocer el caso de su esposo. Y los familiares y amigos podrán saber
cómo el error, la falsedad y la corrupción los había estado rodeando; pues los secretos de todos
los corazones serán revelados. La hora del juicio se aproxima largamente demorada debido a la
bondad y la misericordia de Dios. Pero la trompeta de Dios sonará, para consternación de los
que estén vivos y sin preparación, y despertará las pálidas moradas de los muertos. Aparecerá
el gran trono blanco, y todos los justos muertos surgirán inmortales.
Cualesquiera sean los pecados gratificados, considerados menores, arruinarán el alma a menos
que sean vencidos. Los pecados menores se harán grandes. Los pensamientos y acciones
impuros, sensuales, privados, el dar rienda suelta a las bajas pasiones dentro del matrimonio,
conducirán a muchos otros pecados, a la transgresión de todos los mandamientos de Dios. TC.
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20. Durante nuestra conversación, en la que manifestó mucho
ardor, Ud. repitió varias veces esta frase: “¡Oh, consecuencia,
tú eres una joya!” Repito para Ud. esto mismo, con decidido
énfasis. Ud. dice que las visiones de Ana colocan la formación
de la imagen de la bestia después de la terminación del tiempo
de gracia. Esto no es así. Ud. pretende creer en los
testimonios; entonces permita que ellos aclaren este punto. El
Señor me ha mostrado definidamente que la imagen de la
bestia se formará antes de la terminación del tiempo de gracia;
y esto debido a que constituirá una gran prueba para el pueblo
de Dios, mediante la cual se decidirá su destino eterno. 2MS.
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21. En Apocalipsis 13 se presenta con claridad este asunto: “Vi otra bestia que subía de la
tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y
ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los
moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada”. Entonces se
revela el poder milagroso: “Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le
ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le
hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir
aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que
no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y
esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que
ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la
bestia, o el número de su nombre”. Apocalipsis 13:11-17.
Esta es la prueba por la que deben pasar los hijos de Dios antes de ser sellados.
Todos los que demuestren su lealtad a Dios mediante la observancia de su ley y
negándose a aceptar un falso día de reposo, se alistarán bajo la bandera del Señor Dios
Jehová y recibirán el sello del Dios viviente. Los que renuncien a la verdad de origen
celestial y acepten el descanso dominical, recibirán la marca de la bestia.—Carta 11, 1890.