Para que un contrato sea válido, se requiere que las partes tengan capacidad legal y que otorguen su consentimiento de manera libre y voluntaria. El consentimiento no puede darse bajo error, engaño o coerción. Además, el contrato debe tener un objeto claro que pueda ser materia del acuerdo y una causa lícita. De no cumplirse estos elementos esenciales, el contrato podría ser anulable.