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1 ¿QUÉ ES EL “DISCERNIMIENTO VOCACIONAL”?
¿QUÉ ES DISCERNIR? Discernir es, como lo dice la palabra misma, pasar
por la criba, seleccionar, distinguir. Es la acción del trabajador de la construcción con la aren
que prepara para hacer la mezcla. Es la tarea del pastelero que pasa por el tamiz la harina, para
cocinar un fino bizcocho. La harina o la arena serían- aplicándolo a nuestro campo vocacional- las
opciones o decisiones que hay que hay que ir tomando en el caminar vocacional. La criba seria
la experiencia de Dios desde la meditación de su Palabra y la participación en los misterios de la
fe, a través de la Liturgia y los Sacramentos.
En la tarea de discernir existen varios elementos importantes:
1. Las situaciones: el discernimiento viene muy parejo a las múltiples circunstancias que viven
las personas. Siempre en la vida creyente es necesario descubrir qué es lo que a Dios le
agrada. Y esto con una significación profundamente religiosa: lo que ha Dios le agrada es el
fundamento del sentido de la vida, pues en la medida en que vamos descubriendo el camino que
Dios va trazando, en esa misma medida vamos aprendiendo a liberarnos de todo para ser libres
según la libertad de los hijos de Dios.
Porque ser creyente no consiste solamente en confesar un conjunto de verdades, sino
comportarse en las situaciones específicas según los criterios de la fe. Las situaciones bien
concretas en las que nos encontramos son el lugar para el discernimiento: desde lo que me
está sucediendo aquí y ahora debo discernir lo que Dios quiere de mí.
2. El objeto del discernimiento: el objeto del discernimiento es la conducta humana. Todo en la
vida cristiana queda abierto a la perfección. Hay que discernir siempre porque toda situación es
oportunidad para llevar a la vida la buena noticia del Evangelio. Un cristiano no es un héroe que
se comporta a la altura de las situaciones extremas; es la persona que cada día, en cada detalle,
obra según el amor recibido de Cristo.
Es un saber práctico que nace de la misma fe. Buscamos la forma de asemejar nuestra
conducta a la del mismo Jesús, que es para nosotros modelo perfecto de cumplimiento de
la voluntad del Padre.
3. Las claves del discernimiento: los criterios que debemos utilizar para El discernimiento están
muy relacionados con El estilo de vida del discípulo de Jesús:
· Juzgar según la sabiduría de Dios, que nace del contacto íntimo con su Palabra, y no desde las
opciones de los hombres.
· Estar dispuestos a una renovación completa de nuestras personas, por la acción del Espíritu
Santo que mueve a los corazones al conocimiento de la verdad.
· Vivir hasta las últimas consecuencias el principio fundamental del amor fraterno: “Ámense unos
a otros como Yo los he amado” (Jn. 13, 34)
La clave fundamental parece estar- siguiendo las palabras de San Pablo- en aquello
que construye la comunidad, aquello que contribuye a la edificación de la Iglesia, al crecimiento
del Cuerpo de Cristo:
“Viviendo con autenticidad el amor, crezcamos en todo hacia Aquel que es la Cabeza, Cristo. A Él
se debe que todo el Cuerpo bien trabado y unido por los ligamentos que lo nutren según la
actividad propia de cada miembro, vaya creciendo y construyendo a sí mismo en el amor” (Ef. 4,
16)
La voluntad de Dios no es un misterio incomprensible. Es un misterio muy concreto y visible. La
prenda de la presencia de Dios es la comunidad cristiana, y por ello, es relativamente fácil
conocer la voluntad de Dios: es aquello que ayuda en cada momento a hacer mejor
comunidad.
4. Las señales del discernimiento: la prueba más clara de que se está en un auténtico proceso
de discernimiento son los frutos que produce: el vivir una vida profundamente cristiana, con
conductas que sean reflejos de lo que uno cree. a veces se hace demasiado hincapié en la vida
de piedad o devoción, en las buenas intenciones, en la interioridad... No está mal como punto de
arranque, pero es del todo insuficiente. El hombre es ante Dios lo que hace, su conducta objetiva.
En concreto, podríamos resumir esos frutos del Espíritu en el mandamiento de amar a Dios y al
prójimo. Siguiendo al apóstol Santiago:
“¿De qué le sirve a uno, hermanos míos decir que tiene fe si no tiene obras? ¿Podrá acaso
salvarlo la fe?... También se puede decir: “Tú tienes fe, yo tengo obras”. Muéstrame tu fe sin
obras que yo por las obras te haré ver mi fe” (St. 2, 14- 18)
5. El discernimiento como actitud permanente: es verdad que el discernimiento vocacional
tiene un comienzo y un final concreto, que desemboca en una opción de vida, ya sea consagrada
o laical. Pero no todo termina ahí. Sino que permanentemente debemos estar abiertos a
descubrir los caminos de Dios, para ir escribiendo junto con Él la Historia de la Salvación.
ALGUNAS CONDUCTAS PRÁCTICAS
Hemos visto que discernimos para descubrir y realizar la voluntad de Dios en nuestra vida.
Para ello será muy importante ir logrando conductas adecuadas en una línea de constante
apertura y crecimiento.
Algunas conductas prácticas son:
· DESEO DE CAMBIO: quien está en etapa de discernimiento deberá manifestar la voluntad de
crecer y de abrirse a las perspectivas que le vaya presentando el proceso vocacional. No puede
vivir una vocación específica quien no tiene nada que cambiar.
· VALENTÍA: para afrontar los aspectos negativos u oscuros de la personalidad, sus errores y
pecados. No puede continuar quien disimula sus fallas o las oculta.
· PASO A UN MAYOR GRADO DE AMOR: quien discierne la voluntad de Dios en su vida no
puede limitarse al cumplimiento de unas normas o a la satisfacción mínima de un expediente. Ya
hemos visto que la vocación es cuestión de generosidad, de entrega total.
· COMPROMISO EN ACCIONES CONCRETAS: porque la vocación se realiza en la historia, es
necesario que quien discierne adquiera compromisos bien específicos y prácticos al servicio de la
comunidad. No son verdaderos buscadores de la voluntad de Dios los que no traducen su
búsqueda en un modo nuevo de vivir.
2. ¿QUÉ ES LA VOCACIÓN?
1. LO QUE CASI TODOS PIENSAN
¿Vocación = realización personal? Hay quien concibe la vocación como el camino de vida que
uno debe elegir para desarrollar al máximo sus cualidades o aptitudes personales. La opción
vocacional se caracterizaría así como autorrealización, es decir, la opción de darte a ti mismo la
oportunidad de vivir con plenitud. Es una visión inmanente, pues sólo considera lo que la persona
tiene como posibilidades para elegir, pero no mira hacia fuera: a la sociedad o la historia.
¿Vocación = opción altruista? Otro concepto hace de la vocación una cuestión de generosidad.
Se trata entonces de ser buena persona y lanzarse a buscar el bien de los demás por medio de
una profesión o modo de vida.
Es una visión más trascendente, porque hace salir a las personas de sí mismas para que
adquieran sensibilidad ante las necesidades de los demás.
Pero cimentar la propia vocación sobre la generosidad es arriesgado, porque habitualmente las
personas flaqueamos en nuestros buenos propósitos o llegamos a cansarnos.
¿Vocación = profesión? Es frecuente reducir el concepto “vocación” al campo profesional-
ocupacional. Desde este punto de vista la orientación vocacional se convierte en una simple
ayuda para elegir un oficio o carrera, y, lógicamente, se limita a los momentos puntuales en los
cuales los jóvenes están en situación de elegir.
Así se desfigura el sentido más profundo y vital de la vocación: es reducida a la simple realización
de algunas tareas, carente de una significación más profunda.
¿Vocación = gusto? Este es otro concepto erróneo que circula por ahí: la vocación es cuestión
de gusto. Es realizar aquello que divierte o fascina. Se trata de encontrar un espacio donde
expresar las inquietudes y explotar las capacidades, donde trabajar sea un auténtico placer. Es un
concepto que fácilmente se idealiza al no tener contacto con la realidad. Se podría estar buscando
ese lugar fantástico donde todo es gustoso y sencillo.
¿Vocación = forma o estado de vida? Se utiliza el vocablo “vocación” también refiriéndose a las
diversas formas de vida. Así, hemos oído hablar de la vocación al matrimonio, al celibato, a la
maternidad.
Este sentido de la palabra tiene la ventaja de que le da una mayor profundidad. La vocación se
comprende como una realidad vital, que marca a la persona para toda la vida y engloba todo lo
que ella es. El punto central de la vocación sería así la opción por un modo de vida que tiene
rasgos de definitividad.
También esta definición es incompleta. Las formas de vida son cauces por los que una persona
vive su vocación. Son parte de la vocación, pero no la definen.
¿Vocación = privilegio? Al interpretar la vocación desde un punto de vista religioso no es raro
que se la considere como el privilegio que Dios concede a algunas personas escogidas. Un tesoro
muy especial que no es nada frecuente que no es nada frecuente y que conviene guardar con
sumo cuidado. Habría personas que habrían recibido semejante privilegio y por ello pertenecen a
otra categoría, se separan de los demás como personas señaladas o extraordinarias.
Desde una visión tal, se puede llegar a un extremo en el que se considera que la vocación nos
coloca por encima del resto de las personas.
¿Vocación = algo sagrado? Hay personas, que, al oír la palabra “vocación” la relacionan
inmediatamente con lo sagrado. Para ellos la vocación por antonomasia es la sacerdotal porque
está en contacto frecuente con las cosas sagradas. En todo caso piensan en la vocación religiosa.
Es la verdad que toda vocación es cosa de Dios, y por tanto sagrada, pero esto no puede
restringirse a unas vocaciones excluyendo a otras.
2. CONCEPTO AUTÉNTICO
VOCACIÓN ES:
· Un acontecimiento. La vocación acontece en la vida del hombre. Queremos decir que sucede
como algo nuevo, rodeado de circunstancias históricas, sucede en el tiempo. Por ello es preciso
descubrirla, discernirla, disponerse para entrar en dialogo.
· Un acontecimiento misterioso. Es decir, que se comprende solamente desde la conciencia
de la presencia de Dios. No se dice misterioso como si fuera misterioso u oculto exactamente lo
contrario: el misterio de la vocación ilumina grandemente la vida del hombre y todas sus
circunstancias, da claridad y seguridad para obrar, da sentido claro a la vida.
· El hombre como actor. Aunque es Dios quien llama, evidentemente el hombre tiene calidad de
persona actuante, de colaborador con Dios en el misterio de su vocación. Es el hombre y su
conciencia quien realiza un proyecto vocacional por voluntad de Dios. Por ello el hombre tiene
la responsabilidad de acoger el llamado que se le hace.
· Dialogando con Dios. La relación de con Dios es fundante para el hombre. Es una de las
características que lo definen: es hombre porque puede relacionarse consigo mismo, con los
demás y con Dios. Para un cristiano, y para cualquier hombre normal, la voz que llama implicando
toda su personalidad y su vida, solamente puede ser de Dios.
Dialogar con la historia, consigo mismo es, en síntesis, dialogar con Dios que llama. Aún más: las
situaciones, los acontecimientos, las inclinaciones y aptitudes son signos o mediaciones en las
que Dios nos manifiesta lo que quiere de nosotros.
· Una misión. La vocación se caracteriza como una realidad. Dios llama a todas las personas
motivado por el amor a ellas y al pueblo entre el cual viven, pero la vocación no es un simple
privilegio, tiene un último destinatario: el pueblo. El hombre es llamado por Dios y es enviado a
la vez por Él que llama para enviar. Vivir una vocación es así asumir una misión en medio del
mundo, remediar una necesidad o para comunicar un mensaje.
· Una respuesta concreta. La respuesta humana e un componente esencial de la vocación. Por
tanto, si no hay llamado de Dios no hay vocación, como no la habría sin respuesta del hombre. La
vocación es la conjunción de estos dos elementos: humano y divino. Dios toma la iniciativa, es
verdad, pero toma en cuenta al hombre. Nos ama y respeta y nos invita a colaborar con Él.
Algunas consecuencias
· Para quien adquiere conciencia del llamado de Dios, Dios y los signos de su presencia serán
siempre su única seguridad; lo demás perderá solidez.
· La persona llamada es alguien que ha salido de sí y de sus intereses para buscar los intereses
de Dios que son los mismos intereses del pueblo.
· La vocación implica la dedicación de las personas con todo lo que ellas son. Por ello no se
puede decir que “tengo vocación”; más bien hay que reconocer que la vocación nos tiene, nos
posee y nos destina a dar unos frutos concretos.
· Se parece a un enamoramiento, en que todas las cosas son interpretadas desde el amor.
3. VOCACIÓN AL MINISTERIO ORDENADO
¿Quiénes son? El obispo consagra por el Sacramento del Orden Sagrado, por la imposición de
manos, a los ministros ordenados, que quedan sellados con un carácter peculiar, por la unción del
Espíritu Santo, para servir a la Iglesia.
Existen tres grados del ministerio ordenado:
1. Los obispos, pastores propios de la comunidad. Su nombre viene del verbo griego episcopein,
que significa vigilar, cuidar. A ellos se les ha encargado una porción del Pueblo de Dios (lo que
llamamos habitualmente Diócesis), para que gobiernen y cuiden de ella. Son los sucesores del los
Apóstoles, en esa comunidad que nace de la misma institución del grupo de los Doce por Jesús.
Los obispos, puestos por el Espíritu Santo, ocupan el lugar de los Apóstoles como pastores de las
almas, juntamente con el Sumo Pontífice, y bajo su autoridad.
2. Aquellos que habitualmente llamamos padres. Son colaboradores directos de los Obispos
en el cuidado de las comunidades particulares, que forman el conjunto de la Iglesia local.
Apacientan el Pueblo de Dios fundamentalmente por la predicación de la Palabra, la celebración
de los Sacramentos y la animación de la caridad. El nombre de “cura” designa la misma realidad y
procede de la misión del presbítero denominada “cura de almas”.
3. El diácono es el servidor y su misión propia es servir al Pueblo de Dios en el ministerio de la
Liturgia, la Palabra y la caridad. Le corresponde la administración solemne del Bautismo, el
conservar y distribuir la Eucaristía; bendecir los matrimonios y llevar el viático a los enfermos; leer
la Sagrada Escritura a los fieles y exhortar al pueblo; presidir el culto y la oración de los fieles;
administrar los sacramentales y presidir los ritos de funerales y sepelios. También se dedican a
los oficios de la caridad y administración.
¿QUÉ HACEN? La característica fundamental del ministerio ordenado es el cuidado o “pastoreo”
de la Iglesia. El ministro ordenado se convertirá en el verdadero motor de la acción misionera de
la Iglesia: todo él es- para la misión, en el servicio de la Palabra, de los sacramentos y la
convocación y guía de la comunidad. Se convierte en testigo ante el mundo de los misterios de la
fe, confirmando a todos en la fe de la vida futura y animando su preparación ya en este mundo.
Su vocación es un humilde servicio a favor de la comunidad eclesial y humana, será el
coordinador de todas las vocaciones, carismas y ministerios para que la Iglesia dé su verdadera
imagen ante el mundo actuando en nombre de Cristo Pastor, lleva a todos al verdadero centro
que es Cristo.
ACTIVIDAD Describe las tareas que has visto hacer a tu párroco y al diácono de tu parroquia.
SABIAS QUE...
- El diácono permanente (es decir que no aspira a ser sacerdote) puede ser casado o célibe. Los
célibes no podrán casarse después de haber sido ordenados. En cualquier caso deberán
cumplimentar sus estudios mínimos de 3 años de acuerdo con las normas que hayan dado los
Obispos.
- Los presbíteros deberán haber completado los estudios del Seminario, haber recibido
previamente el Diaconado. En la Iglesia Católica se exige el celibato.
- Para ser Obispo se requiere lo anterior. Habiendo sido considerado idóneo para el Episcopado y
por decreto de la Santa Sede, el nuevo obispo será consagrado por otros Obispos.
- El presbítero diocesano, o presbítero de clero secular, está ordenado en una Iglesia particular
para el servicio de la Iglesia Universal, desempeñando habitualmente su ministerio dentro de los
límites de la Diócesis y bajo la autoridad de su Obispo.
- El presbítero religioso no está ordenado, en principio, para una Iglesia particular sino para los
fines propios de la Orden o Congregación. Está marcado por su vocación religiosa de modo que
actúa bajo la autoridad de sus superiores para el desempeño de aquellas actividades que son
coherentes con el carisma de la institución a la que pertenece. Se someten al Obispo en aquello
que corresponde al gobierno pastoral de la Diócesis cuando están trabajando en ella.
PARA RECORDAR
1. El origen de la vocación al ministerio ordenado se encuentra en Sacramento del Orden
Sagrado: la imposición de manos por parte del Obispo y la oración consagratoria.
2. Dentro del ministerio ordenado existen tres grados: el orden de los diáconos, los presbíteros y
los obispos. Los diáconos son ordenados para el ministerio. Presbíteros y obispos lo están para el
sacerdocio.
3. La misión del ministro ordenado es la de apacentar al pueblo de Dios, guiarlo y convocarlo por
la Palabra y los Sacramentos.
4. Una tarea fundamental del pastor es la de ayudar a cada persona para que descubra su propia
vocación dentro de la Iglesia. Por ello debe conocer y valorar las otras vocaciones.
5. Los ministros ordenados realizan multitud de tareas: servicio de la palabra, predicación,
dirección de la catequesis, celebración de los sacramentos, servicio de la caridad... Con ellas
quieren acrecentar y alimentar a la comunidad a la que sirven.
4. VOCACIÓN RELIGIOSA
Decíamos al hablar de la vocación laical que el fundamento de toda vocación en la Iglesia son los
Sacramentos de la iniciación cristiana. Consecuentemente lo es también en el caso de la vida
religiosa.
Sin embargo, esto no sería suficiente a la hora de determinar exactamente dónde está su origen.
Existe otro elemento esencial de carácter eminentemente eclesial: se trata del seguimiento radical
de Cristo expresado en la profesión de los consejos evangélicos por medio de la emisión de los
votos. El triple voto- castidad, pobreza, obediencia- manifiesta el corazón de la vida religiosa: es
imitación de la misma forma de vida que Cristo adopto en la tierra: obediencia absoluta a la
voluntad de Dios, el amor total en donación desde la vivencia perfecta de la castidad, la pobreza
de quien no tiene ni un lugar donde reclinar la cabeza.
Así, podemos decir que: Un instituto religioso es una sociedad en que miembros se congregan
totalmente por los votos públicos de castidad- pobreza- obediencia y viven en vida fraterna
común.
¿CUÁL ES LA MISIÓN DE LOS RELIGIOSOS? En la Iglesia han nacido, por inspiración del
Espíritu, una maravillosa variedad de instituciones religiosas, con sus dones y carismas propios,
que han contribuido desde antiguo a la edificación del Cuerpo de Cristo. La gran variedad de
institutos no puede conducir a la errada conclusión de que la vida religiosa es igual para todos los
que han sido llamados a ella. Todos, independientemente del carisma o de los trabajos que
desempeñen, se han de caracterizar por ser testigos ante el mundo de los valores absolutos de
Dios, como anticipación de lo que será la vida en el Reino futuro.
Los religiosos están llamados a ejercer su misión dentro de la Iglesia, siendo testimonio vivo de
unos valores que superan los que el mundo está acostumbrado a proponer. Frente al “valor” del
dominio de los otros y del poder, la vida religiosa se fundamente en la obediencia que es reflejo
de la atenta búsqueda de la voluntad de Dios. Frente al “valor” del dinero o de la posición
económica, el religioso vive desde la radicalidad de las bienaventuranzas el ser pobre por el
Reino de los Cielos. Frente al goce inmediato de las cosas, el disfrute, los placeres pasajeros..., el
religioso se consagra en plenitud de amor al servicio de Dios y de los hombres desde la castidad.
La misión del religioso es esencialmente testimonial. Un testimonio que puede darse de muchas
maneras, según los carismas que el Espíritu suscite para el bien de la Iglesia Universal.
¿CÓMO VIVE Y QUE HACE UN RELIGIOSO? Aunque el origen de la vida religiosa es
específicamente contemplativo (desde los Padres del desierto, primeras comunidades alrededor
de los maestros, pasando por la vida cenobítica y eremítica hasta los modelos actuales de vida
contemplativa) a lo largo de la historia de la Iglesia, han existido muchos hombres y mujeres que
han querido abrazar la vida religiosa opero ofreciendo, a la par, una solución a los problemas que
ellos encontraban en la sociedad de su tiempo. Soluciones de urgencia para tiempos de crisis.
Son los Fundadores. Ellos, animados por la fuerza del Espíritu, se sintieron empujados a trabajar
para responder a las necesidades de sus contemporáneos. Por eso, la vida religiosa fue
derivando hacia un ejercicio activo de diversos trabajos y apostolados: la vida contemplativa se
fue transformando en mixta (contemplativo- activa) y más tarde en activa.
Por esta misma razón, existen diferentes formas de vivir la vida religiosa y existen numerosos
carismas encauzados a dar respuesta a otras tantas necesidades. Por ejemplo: existen muchas
Congregaciones que se dedican a la enseñanza, otras son misioneras, otras se dedican a la
oración y contemplación, otras al servicio de los enfermos, de los ancianos, a la predicación y a la
catequesis, y otras tantas tareas que realizan desde el corazón de la Iglesia para el mundo.
No sería suficiente que el Fundador hubiera iniciado una institución por un carisma personal; los
que pertenecen a ella deben revitalizarlo y actualizarlo según las circunstancias históricas de cada
momento. El carisma necesita ser redimensionado constantemente, revisado, especificado, a
través de tareas concretas para que conserve la frescura de sus orígenes.
Pero lo importante es tengamos claro que la vida religiosa no se identifica por las tareas que se
pueden realizar, sino por la misión que la Iglesia encomienda a todos los religiosos, como
testimonios vivos de la radicalidad de los valores del Reino. Esto se puede hacer teniendo
diversos trabajos o profesiones o no teniendo ninguno, en comunidad o en forma aislada, desde la
vida activa, mixta o contemplativa, desde un carisma específico u otro... Por eso es un error
pensar en la vida religiosa porque se dedican a algo. Primero hay que discernir si Dios llama a
esa vivencia radical o no. Las tareas son un complemento, una especificación de la vocación
religiosa, pero no el fundamento.

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Qué es el discernimento vocacional

  • 1. 1 ¿QUÉ ES EL “DISCERNIMIENTO VOCACIONAL”? ¿QUÉ ES DISCERNIR? Discernir es, como lo dice la palabra misma, pasar por la criba, seleccionar, distinguir. Es la acción del trabajador de la construcción con la aren que prepara para hacer la mezcla. Es la tarea del pastelero que pasa por el tamiz la harina, para cocinar un fino bizcocho. La harina o la arena serían- aplicándolo a nuestro campo vocacional- las opciones o decisiones que hay que hay que ir tomando en el caminar vocacional. La criba seria la experiencia de Dios desde la meditación de su Palabra y la participación en los misterios de la fe, a través de la Liturgia y los Sacramentos. En la tarea de discernir existen varios elementos importantes: 1. Las situaciones: el discernimiento viene muy parejo a las múltiples circunstancias que viven las personas. Siempre en la vida creyente es necesario descubrir qué es lo que a Dios le agrada. Y esto con una significación profundamente religiosa: lo que ha Dios le agrada es el fundamento del sentido de la vida, pues en la medida en que vamos descubriendo el camino que Dios va trazando, en esa misma medida vamos aprendiendo a liberarnos de todo para ser libres según la libertad de los hijos de Dios. Porque ser creyente no consiste solamente en confesar un conjunto de verdades, sino comportarse en las situaciones específicas según los criterios de la fe. Las situaciones bien concretas en las que nos encontramos son el lugar para el discernimiento: desde lo que me está sucediendo aquí y ahora debo discernir lo que Dios quiere de mí. 2. El objeto del discernimiento: el objeto del discernimiento es la conducta humana. Todo en la vida cristiana queda abierto a la perfección. Hay que discernir siempre porque toda situación es oportunidad para llevar a la vida la buena noticia del Evangelio. Un cristiano no es un héroe que se comporta a la altura de las situaciones extremas; es la persona que cada día, en cada detalle, obra según el amor recibido de Cristo. Es un saber práctico que nace de la misma fe. Buscamos la forma de asemejar nuestra conducta a la del mismo Jesús, que es para nosotros modelo perfecto de cumplimiento de la voluntad del Padre. 3. Las claves del discernimiento: los criterios que debemos utilizar para El discernimiento están muy relacionados con El estilo de vida del discípulo de Jesús: · Juzgar según la sabiduría de Dios, que nace del contacto íntimo con su Palabra, y no desde las opciones de los hombres. · Estar dispuestos a una renovación completa de nuestras personas, por la acción del Espíritu Santo que mueve a los corazones al conocimiento de la verdad.
  • 2. · Vivir hasta las últimas consecuencias el principio fundamental del amor fraterno: “Ámense unos a otros como Yo los he amado” (Jn. 13, 34) La clave fundamental parece estar- siguiendo las palabras de San Pablo- en aquello que construye la comunidad, aquello que contribuye a la edificación de la Iglesia, al crecimiento del Cuerpo de Cristo: “Viviendo con autenticidad el amor, crezcamos en todo hacia Aquel que es la Cabeza, Cristo. A Él se debe que todo el Cuerpo bien trabado y unido por los ligamentos que lo nutren según la actividad propia de cada miembro, vaya creciendo y construyendo a sí mismo en el amor” (Ef. 4, 16) La voluntad de Dios no es un misterio incomprensible. Es un misterio muy concreto y visible. La prenda de la presencia de Dios es la comunidad cristiana, y por ello, es relativamente fácil conocer la voluntad de Dios: es aquello que ayuda en cada momento a hacer mejor comunidad. 4. Las señales del discernimiento: la prueba más clara de que se está en un auténtico proceso de discernimiento son los frutos que produce: el vivir una vida profundamente cristiana, con conductas que sean reflejos de lo que uno cree. a veces se hace demasiado hincapié en la vida de piedad o devoción, en las buenas intenciones, en la interioridad... No está mal como punto de arranque, pero es del todo insuficiente. El hombre es ante Dios lo que hace, su conducta objetiva. En concreto, podríamos resumir esos frutos del Espíritu en el mandamiento de amar a Dios y al prójimo. Siguiendo al apóstol Santiago: “¿De qué le sirve a uno, hermanos míos decir que tiene fe si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo la fe?... También se puede decir: “Tú tienes fe, yo tengo obras”. Muéstrame tu fe sin obras que yo por las obras te haré ver mi fe” (St. 2, 14- 18) 5. El discernimiento como actitud permanente: es verdad que el discernimiento vocacional tiene un comienzo y un final concreto, que desemboca en una opción de vida, ya sea consagrada o laical. Pero no todo termina ahí. Sino que permanentemente debemos estar abiertos a descubrir los caminos de Dios, para ir escribiendo junto con Él la Historia de la Salvación. ALGUNAS CONDUCTAS PRÁCTICAS Hemos visto que discernimos para descubrir y realizar la voluntad de Dios en nuestra vida. Para ello será muy importante ir logrando conductas adecuadas en una línea de constante apertura y crecimiento. Algunas conductas prácticas son: · DESEO DE CAMBIO: quien está en etapa de discernimiento deberá manifestar la voluntad de crecer y de abrirse a las perspectivas que le vaya presentando el proceso vocacional. No puede vivir una vocación específica quien no tiene nada que cambiar. · VALENTÍA: para afrontar los aspectos negativos u oscuros de la personalidad, sus errores y pecados. No puede continuar quien disimula sus fallas o las oculta. · PASO A UN MAYOR GRADO DE AMOR: quien discierne la voluntad de Dios en su vida no puede limitarse al cumplimiento de unas normas o a la satisfacción mínima de un expediente. Ya hemos visto que la vocación es cuestión de generosidad, de entrega total. · COMPROMISO EN ACCIONES CONCRETAS: porque la vocación se realiza en la historia, es necesario que quien discierne adquiera compromisos bien específicos y prácticos al servicio de la comunidad. No son verdaderos buscadores de la voluntad de Dios los que no traducen su búsqueda en un modo nuevo de vivir.
  • 3. 2. ¿QUÉ ES LA VOCACIÓN? 1. LO QUE CASI TODOS PIENSAN ¿Vocación = realización personal? Hay quien concibe la vocación como el camino de vida que uno debe elegir para desarrollar al máximo sus cualidades o aptitudes personales. La opción vocacional se caracterizaría así como autorrealización, es decir, la opción de darte a ti mismo la oportunidad de vivir con plenitud. Es una visión inmanente, pues sólo considera lo que la persona tiene como posibilidades para elegir, pero no mira hacia fuera: a la sociedad o la historia. ¿Vocación = opción altruista? Otro concepto hace de la vocación una cuestión de generosidad. Se trata entonces de ser buena persona y lanzarse a buscar el bien de los demás por medio de una profesión o modo de vida. Es una visión más trascendente, porque hace salir a las personas de sí mismas para que adquieran sensibilidad ante las necesidades de los demás. Pero cimentar la propia vocación sobre la generosidad es arriesgado, porque habitualmente las personas flaqueamos en nuestros buenos propósitos o llegamos a cansarnos. ¿Vocación = profesión? Es frecuente reducir el concepto “vocación” al campo profesional- ocupacional. Desde este punto de vista la orientación vocacional se convierte en una simple ayuda para elegir un oficio o carrera, y, lógicamente, se limita a los momentos puntuales en los cuales los jóvenes están en situación de elegir. Así se desfigura el sentido más profundo y vital de la vocación: es reducida a la simple realización de algunas tareas, carente de una significación más profunda. ¿Vocación = gusto? Este es otro concepto erróneo que circula por ahí: la vocación es cuestión de gusto. Es realizar aquello que divierte o fascina. Se trata de encontrar un espacio donde expresar las inquietudes y explotar las capacidades, donde trabajar sea un auténtico placer. Es un concepto que fácilmente se idealiza al no tener contacto con la realidad. Se podría estar buscando ese lugar fantástico donde todo es gustoso y sencillo.
  • 4. ¿Vocación = forma o estado de vida? Se utiliza el vocablo “vocación” también refiriéndose a las diversas formas de vida. Así, hemos oído hablar de la vocación al matrimonio, al celibato, a la maternidad. Este sentido de la palabra tiene la ventaja de que le da una mayor profundidad. La vocación se comprende como una realidad vital, que marca a la persona para toda la vida y engloba todo lo que ella es. El punto central de la vocación sería así la opción por un modo de vida que tiene rasgos de definitividad. También esta definición es incompleta. Las formas de vida son cauces por los que una persona vive su vocación. Son parte de la vocación, pero no la definen. ¿Vocación = privilegio? Al interpretar la vocación desde un punto de vista religioso no es raro que se la considere como el privilegio que Dios concede a algunas personas escogidas. Un tesoro muy especial que no es nada frecuente que no es nada frecuente y que conviene guardar con sumo cuidado. Habría personas que habrían recibido semejante privilegio y por ello pertenecen a otra categoría, se separan de los demás como personas señaladas o extraordinarias. Desde una visión tal, se puede llegar a un extremo en el que se considera que la vocación nos coloca por encima del resto de las personas. ¿Vocación = algo sagrado? Hay personas, que, al oír la palabra “vocación” la relacionan inmediatamente con lo sagrado. Para ellos la vocación por antonomasia es la sacerdotal porque está en contacto frecuente con las cosas sagradas. En todo caso piensan en la vocación religiosa. Es la verdad que toda vocación es cosa de Dios, y por tanto sagrada, pero esto no puede restringirse a unas vocaciones excluyendo a otras. 2. CONCEPTO AUTÉNTICO VOCACIÓN ES: · Un acontecimiento. La vocación acontece en la vida del hombre. Queremos decir que sucede como algo nuevo, rodeado de circunstancias históricas, sucede en el tiempo. Por ello es preciso descubrirla, discernirla, disponerse para entrar en dialogo. · Un acontecimiento misterioso. Es decir, que se comprende solamente desde la conciencia de la presencia de Dios. No se dice misterioso como si fuera misterioso u oculto exactamente lo contrario: el misterio de la vocación ilumina grandemente la vida del hombre y todas sus circunstancias, da claridad y seguridad para obrar, da sentido claro a la vida. · El hombre como actor. Aunque es Dios quien llama, evidentemente el hombre tiene calidad de persona actuante, de colaborador con Dios en el misterio de su vocación. Es el hombre y su conciencia quien realiza un proyecto vocacional por voluntad de Dios. Por ello el hombre tiene la responsabilidad de acoger el llamado que se le hace. · Dialogando con Dios. La relación de con Dios es fundante para el hombre. Es una de las características que lo definen: es hombre porque puede relacionarse consigo mismo, con los demás y con Dios. Para un cristiano, y para cualquier hombre normal, la voz que llama implicando toda su personalidad y su vida, solamente puede ser de Dios. Dialogar con la historia, consigo mismo es, en síntesis, dialogar con Dios que llama. Aún más: las situaciones, los acontecimientos, las inclinaciones y aptitudes son signos o mediaciones en las que Dios nos manifiesta lo que quiere de nosotros. · Una misión. La vocación se caracteriza como una realidad. Dios llama a todas las personas motivado por el amor a ellas y al pueblo entre el cual viven, pero la vocación no es un simple privilegio, tiene un último destinatario: el pueblo. El hombre es llamado por Dios y es enviado a la vez por Él que llama para enviar. Vivir una vocación es así asumir una misión en medio del mundo, remediar una necesidad o para comunicar un mensaje.
  • 5. · Una respuesta concreta. La respuesta humana e un componente esencial de la vocación. Por tanto, si no hay llamado de Dios no hay vocación, como no la habría sin respuesta del hombre. La vocación es la conjunción de estos dos elementos: humano y divino. Dios toma la iniciativa, es verdad, pero toma en cuenta al hombre. Nos ama y respeta y nos invita a colaborar con Él. Algunas consecuencias · Para quien adquiere conciencia del llamado de Dios, Dios y los signos de su presencia serán siempre su única seguridad; lo demás perderá solidez. · La persona llamada es alguien que ha salido de sí y de sus intereses para buscar los intereses de Dios que son los mismos intereses del pueblo. · La vocación implica la dedicación de las personas con todo lo que ellas son. Por ello no se puede decir que “tengo vocación”; más bien hay que reconocer que la vocación nos tiene, nos posee y nos destina a dar unos frutos concretos. · Se parece a un enamoramiento, en que todas las cosas son interpretadas desde el amor. 3. VOCACIÓN AL MINISTERIO ORDENADO ¿Quiénes son? El obispo consagra por el Sacramento del Orden Sagrado, por la imposición de manos, a los ministros ordenados, que quedan sellados con un carácter peculiar, por la unción del Espíritu Santo, para servir a la Iglesia. Existen tres grados del ministerio ordenado: 1. Los obispos, pastores propios de la comunidad. Su nombre viene del verbo griego episcopein, que significa vigilar, cuidar. A ellos se les ha encargado una porción del Pueblo de Dios (lo que llamamos habitualmente Diócesis), para que gobiernen y cuiden de ella. Son los sucesores del los Apóstoles, en esa comunidad que nace de la misma institución del grupo de los Doce por Jesús. Los obispos, puestos por el Espíritu Santo, ocupan el lugar de los Apóstoles como pastores de las almas, juntamente con el Sumo Pontífice, y bajo su autoridad. 2. Aquellos que habitualmente llamamos padres. Son colaboradores directos de los Obispos en el cuidado de las comunidades particulares, que forman el conjunto de la Iglesia local. Apacientan el Pueblo de Dios fundamentalmente por la predicación de la Palabra, la celebración de los Sacramentos y la animación de la caridad. El nombre de “cura” designa la misma realidad y procede de la misión del presbítero denominada “cura de almas”.
  • 6. 3. El diácono es el servidor y su misión propia es servir al Pueblo de Dios en el ministerio de la Liturgia, la Palabra y la caridad. Le corresponde la administración solemne del Bautismo, el conservar y distribuir la Eucaristía; bendecir los matrimonios y llevar el viático a los enfermos; leer la Sagrada Escritura a los fieles y exhortar al pueblo; presidir el culto y la oración de los fieles; administrar los sacramentales y presidir los ritos de funerales y sepelios. También se dedican a los oficios de la caridad y administración. ¿QUÉ HACEN? La característica fundamental del ministerio ordenado es el cuidado o “pastoreo” de la Iglesia. El ministro ordenado se convertirá en el verdadero motor de la acción misionera de la Iglesia: todo él es- para la misión, en el servicio de la Palabra, de los sacramentos y la convocación y guía de la comunidad. Se convierte en testigo ante el mundo de los misterios de la fe, confirmando a todos en la fe de la vida futura y animando su preparación ya en este mundo. Su vocación es un humilde servicio a favor de la comunidad eclesial y humana, será el coordinador de todas las vocaciones, carismas y ministerios para que la Iglesia dé su verdadera imagen ante el mundo actuando en nombre de Cristo Pastor, lleva a todos al verdadero centro que es Cristo. ACTIVIDAD Describe las tareas que has visto hacer a tu párroco y al diácono de tu parroquia. SABIAS QUE... - El diácono permanente (es decir que no aspira a ser sacerdote) puede ser casado o célibe. Los célibes no podrán casarse después de haber sido ordenados. En cualquier caso deberán cumplimentar sus estudios mínimos de 3 años de acuerdo con las normas que hayan dado los Obispos. - Los presbíteros deberán haber completado los estudios del Seminario, haber recibido previamente el Diaconado. En la Iglesia Católica se exige el celibato. - Para ser Obispo se requiere lo anterior. Habiendo sido considerado idóneo para el Episcopado y por decreto de la Santa Sede, el nuevo obispo será consagrado por otros Obispos. - El presbítero diocesano, o presbítero de clero secular, está ordenado en una Iglesia particular para el servicio de la Iglesia Universal, desempeñando habitualmente su ministerio dentro de los límites de la Diócesis y bajo la autoridad de su Obispo. - El presbítero religioso no está ordenado, en principio, para una Iglesia particular sino para los fines propios de la Orden o Congregación. Está marcado por su vocación religiosa de modo que actúa bajo la autoridad de sus superiores para el desempeño de aquellas actividades que son coherentes con el carisma de la institución a la que pertenece. Se someten al Obispo en aquello que corresponde al gobierno pastoral de la Diócesis cuando están trabajando en ella. PARA RECORDAR 1. El origen de la vocación al ministerio ordenado se encuentra en Sacramento del Orden Sagrado: la imposición de manos por parte del Obispo y la oración consagratoria. 2. Dentro del ministerio ordenado existen tres grados: el orden de los diáconos, los presbíteros y los obispos. Los diáconos son ordenados para el ministerio. Presbíteros y obispos lo están para el sacerdocio. 3. La misión del ministro ordenado es la de apacentar al pueblo de Dios, guiarlo y convocarlo por la Palabra y los Sacramentos. 4. Una tarea fundamental del pastor es la de ayudar a cada persona para que descubra su propia vocación dentro de la Iglesia. Por ello debe conocer y valorar las otras vocaciones.
  • 7. 5. Los ministros ordenados realizan multitud de tareas: servicio de la palabra, predicación, dirección de la catequesis, celebración de los sacramentos, servicio de la caridad... Con ellas quieren acrecentar y alimentar a la comunidad a la que sirven. 4. VOCACIÓN RELIGIOSA Decíamos al hablar de la vocación laical que el fundamento de toda vocación en la Iglesia son los Sacramentos de la iniciación cristiana. Consecuentemente lo es también en el caso de la vida religiosa. Sin embargo, esto no sería suficiente a la hora de determinar exactamente dónde está su origen. Existe otro elemento esencial de carácter eminentemente eclesial: se trata del seguimiento radical de Cristo expresado en la profesión de los consejos evangélicos por medio de la emisión de los votos. El triple voto- castidad, pobreza, obediencia- manifiesta el corazón de la vida religiosa: es imitación de la misma forma de vida que Cristo adopto en la tierra: obediencia absoluta a la voluntad de Dios, el amor total en donación desde la vivencia perfecta de la castidad, la pobreza de quien no tiene ni un lugar donde reclinar la cabeza. Así, podemos decir que: Un instituto religioso es una sociedad en que miembros se congregan totalmente por los votos públicos de castidad- pobreza- obediencia y viven en vida fraterna común. ¿CUÁL ES LA MISIÓN DE LOS RELIGIOSOS? En la Iglesia han nacido, por inspiración del Espíritu, una maravillosa variedad de instituciones religiosas, con sus dones y carismas propios, que han contribuido desde antiguo a la edificación del Cuerpo de Cristo. La gran variedad de institutos no puede conducir a la errada conclusión de que la vida religiosa es igual para todos los que han sido llamados a ella. Todos, independientemente del carisma o de los trabajos que desempeñen, se han de caracterizar por ser testigos ante el mundo de los valores absolutos de Dios, como anticipación de lo que será la vida en el Reino futuro.
  • 8. Los religiosos están llamados a ejercer su misión dentro de la Iglesia, siendo testimonio vivo de unos valores que superan los que el mundo está acostumbrado a proponer. Frente al “valor” del dominio de los otros y del poder, la vida religiosa se fundamente en la obediencia que es reflejo de la atenta búsqueda de la voluntad de Dios. Frente al “valor” del dinero o de la posición económica, el religioso vive desde la radicalidad de las bienaventuranzas el ser pobre por el Reino de los Cielos. Frente al goce inmediato de las cosas, el disfrute, los placeres pasajeros..., el religioso se consagra en plenitud de amor al servicio de Dios y de los hombres desde la castidad. La misión del religioso es esencialmente testimonial. Un testimonio que puede darse de muchas maneras, según los carismas que el Espíritu suscite para el bien de la Iglesia Universal. ¿CÓMO VIVE Y QUE HACE UN RELIGIOSO? Aunque el origen de la vida religiosa es específicamente contemplativo (desde los Padres del desierto, primeras comunidades alrededor de los maestros, pasando por la vida cenobítica y eremítica hasta los modelos actuales de vida contemplativa) a lo largo de la historia de la Iglesia, han existido muchos hombres y mujeres que han querido abrazar la vida religiosa opero ofreciendo, a la par, una solución a los problemas que ellos encontraban en la sociedad de su tiempo. Soluciones de urgencia para tiempos de crisis. Son los Fundadores. Ellos, animados por la fuerza del Espíritu, se sintieron empujados a trabajar para responder a las necesidades de sus contemporáneos. Por eso, la vida religiosa fue derivando hacia un ejercicio activo de diversos trabajos y apostolados: la vida contemplativa se fue transformando en mixta (contemplativo- activa) y más tarde en activa. Por esta misma razón, existen diferentes formas de vivir la vida religiosa y existen numerosos carismas encauzados a dar respuesta a otras tantas necesidades. Por ejemplo: existen muchas Congregaciones que se dedican a la enseñanza, otras son misioneras, otras se dedican a la oración y contemplación, otras al servicio de los enfermos, de los ancianos, a la predicación y a la catequesis, y otras tantas tareas que realizan desde el corazón de la Iglesia para el mundo. No sería suficiente que el Fundador hubiera iniciado una institución por un carisma personal; los que pertenecen a ella deben revitalizarlo y actualizarlo según las circunstancias históricas de cada momento. El carisma necesita ser redimensionado constantemente, revisado, especificado, a través de tareas concretas para que conserve la frescura de sus orígenes. Pero lo importante es tengamos claro que la vida religiosa no se identifica por las tareas que se pueden realizar, sino por la misión que la Iglesia encomienda a todos los religiosos, como testimonios vivos de la radicalidad de los valores del Reino. Esto se puede hacer teniendo diversos trabajos o profesiones o no teniendo ninguno, en comunidad o en forma aislada, desde la vida activa, mixta o contemplativa, desde un carisma específico u otro... Por eso es un error pensar en la vida religiosa porque se dedican a algo. Primero hay que discernir si Dios llama a esa vivencia radical o no. Las tareas son un complemento, una especificación de la vocación religiosa, pero no el fundamento.