El documento habla sobre el amor de Dios y el mandamiento de Jesús de amarnos los unos a los otros como Él nos amó. Explica que Jesús nos enseñó a amar formando un grupo de amigos y mostrándonos una vida de convivencia fraterna. También nos enseñó a amar muriendo por nosotros. Nos dice que podemos amar como Jesús si nos dejamos llenar de Su amor infinito e incondicional, y abrimos nuestro corazón para recibirlo a través de la oración y la comuni
1. Permaneced en mi amor
6º Domingo de Pascua - ciclo B
Las lecturas de hoy son un hermoso resumen de todo el evangelio. A fin
de cuentas, ¿para qué vino Jesús? Para mostrarnos al Padre, un Dios que
es amor. Y para entregarnos este amor. La llamada de Jesús es a vivir una
vida plena, llena de alegría, y esto sólo es posible si vivimos en el amor.
Se habla mucho del amor, del arte de amar, de la sabiduría para aprender
a amar… También se habla de la dificultad, los límites y las barreras al
amor. Todos ansiamos amar y ser amados, y en ello ciframos nuestra
felicidad, pero la realidad que nos rodea nos muestra un mundo muy
enfermo, muy herido de desamores y guerras, internas y externas.
Nuestro mundo sufre de hambre de amor. ¿Cómo aprender algo tan
necesario, tan básico y a la vez tan difícil?
¿Cómo nos enseña Jesús? De la manera más sencilla y eficaz:
¡amándonos! Antes que predicar grandes doctrinas, Jesús formó un
grupo de hombres y mujeres y les enseñó a ser amigos. Los llamó para
que estuvieran con él y aprendieran qué es una convivencia fraterna, qué
significa sentirse amados por un Dios que es Padre y aprender a ver al
otro como hermano, y no como rival o enemigo. Jesús nos enseña a amar
muriendo por nosotros: «Nadie tiene amor más grande que el que da la
vida por sus amigos.» ¿De qué mejor manera nos puede demostrar su
amor?
«Este es mi mandato: que os améis unos a otros como yo os he amado.»
Todos los mandamientos, toda la ley, están muy bien, pero se quedan
atrás. Este nuevo mandamiento los engloba y los rebasa a todos. Pero
podemos pensar que amar «como Jesús» es algo que está fuera de
nuestro alcance. ¿Cómo lograrlo? Jesús de nuevo nos da la clave:
«Permaneced en mi amor».
Dejémonos amar por él. Dejemos que su amor, que es el que fluye entre
él, el Padre y el Espíritu Santo, nos bañe y nos envuelva. Dejemos que este
amor nos alimente y nos dé la fuerza necesaria. Es lo único que puede
transformarnos desde adentro. Porque, como dice san Juan, en esto
consiste el amor: «no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él nos amó y nos envió a su Hijo». Quizás hemos leído esta frase
muchas veces sin detenernos a pensarla, pero tiene unas consecuencias
enormes. Nosotros somos imperfectos y nuestro amor también es muy
limitado, a veces condicionado, pobre, tímido o interesado. Pero lo que
importa no es esto, sino que Dios nos ha amado primero, y su amor es
2. infinito e incondicional. Por eso podemos amar nosotros, si nos llenamos
de él. El amor de Dios es agua viva: si nos sumergimos en su mar,
podremos amar como Jesús ama. Y para ello simplemente necesitamos
abrir el corazón y encontrar espacios diarios para rezar, para recibirlo en
comunión y saberlo ver presente, escondido en el alma de nuestro
prójimo. No hay otro secreto para alcanzar una vida en plenitud. Jesús
nos lo mostró con palabras y sobre todo con su vida. Que hoy,
escuchando el evangelio y las lecturas, se nos quede bien grabado en el
corazón. Que no se nos olvide nunca: ¡Amaos como yo os he amado!