Este documento discute la importancia de hablar sobre la divinización del hombre en una sociedad marcada por el agnosticismo. Explica que la divinización es inherente a la naturaleza humana como criaturas de Dios, pero que la sociedad ha desarrollado una indiferencia hacia lo religioso. Sin embargo, es necesario hablar de la divinización porque permite al hombre explorar su naturaleza trascendental y porque el mensaje de Cristo ofrece una respuesta a las preguntas de las nuevas generaciones. La Iglesia debe construir el Reino de Dios
1. Pontificia Universidad Católica del Ecuador
Facultad Eclesiástica de Ciencias Filosóficas – Teológicas
Escuela de Teología
Gracia y Escatología
Estudiante: Emilio Tamayo
¿Qué sentido tiene hablar de divinización al hombre de una sociedad
profundamente marcada por el agnosticismo, cuando no por el ateísmo?
La divinización del hombre es una verdad arraigada en su ser creatura de Dios. Esta
verdad se ha ido desarrollando a lo largo de la historia de tal manera que se ha permitido
cambiar el sentido de su divinización, o simplemente dejar de lado esta verdad y vivir
ajeno a su ser creatura de Dios. Podriamos hablar de una indeferencia religiosa, o la falta
de necesidad de saber sobre Dios, o una mala respuesta por parte de la Iglesia ante los
signos de los tiempos, lo que ha marcado un proceso de agnosticismo. Fruto de este
proceso el ser humano ha llegado a vivir entre los suyos de tal manera que no está latente
la necesidad de acercarse a Dios, para reconocer, aceptar y construir su divinización.
Este cambio de sentido sobre la divinización del ser humano, sobre su tendencia hacia lo
trascendente, ha puesto en consideración su fin último. Son varias las vías que se han
desarrollado a lo largo de la historia que tratan de responder esta cuestión de lo divino,
que ha producido un cambio de lenguaje sobre la comunicación de Dios hacia el hombre,
y la necesidad natural del ser humano de responder a esta comunicación de Dios, que es
netamente iniciativa de Dios. Este cambio de lenguaje, del cual podríamos decir que es
correspondiente a las diferentes vías que han desarrollado concepciones a cerca de lo
divino, de los trascendental, ha producido una sociedad agnóstica que ya no busca
preocuparse de lo divino, sino solamente de lo terrenal.
Cabe resaltar que Dios se ofrece al hombre por su propia iniciativa con vistas a una
relación de conocimiento y de amor inmediatos, a la cual el ser humano es libre de
responder a este diálogo. Pero, no cabe duda que Dios busca estar en medio de su pueblo,
y por eso envió a su Hijo para que asumiendo la naturaleza humana, denaturalizada a
causa del pecado, la restituya hacia el bien mediante su sacrificio pascual; y
permaneciendo en el tiempo y en el espacio por medio de la Iglesia de cual Cristo es la
cabeza.
¿Es necesario hablar de la divinización del hombre en una sociedad marcada por el
agnosticimo? Sí lo es, porque permite al ser humano marcar una dinámica cotidiana
propia hacia el misterio trascendental, propio de su naturaleza, de sus continuas
interrogaciones, de su misión. Además, el mensaje de Cristo está latente en la sociedad
para dar una respuesta a las nuevas interrogantes que las nuevas generaciones se plantean,
y es deber de la Iglesia, de los cristianos, construir el Reino de Dios por medio del
testimonio, y el anuncio de esta Buena Nueva.
Por lo tanto, hablar de la divinización del ser humano es una sociedfad marcada por
agnosticismo tiene un sentido misional de la Iglesia, por el cual todas las gentes pueden
alcanzar el conocimiento de Dios dando apertura a su mensaje, a su amor, a sus
sacramentos. Pero, es deber de la Iglesia, de los seguidores de Cristo desarrollar una
dinámica de encuentro propicia para todas las gentes. El mensaje está latente en la
sociedad, lo que falta es anunciarlo y testimoniarlo.