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Cartomancia
ALQUIMIA Y TAROT
Ismael Berroeta
3
Contenido
Capítulo I Buscando la Alquimia 3
Capítulo II ¿Es posible la Alquimia operativa? 8
Capítulo III Coincidencias gráficas del Tarot y la Alquimia 13
Capítulo IV El Tarot y las propiedades elementales 20
Capítulo V Un juego desconcertante 24
Capítulo VI La alquimia espiritual del Tarot 28
Capítulo VII La triple unidad alquímica en el Tarot 34
Capítulo VIII Tarot: carruaje iniciático 39
Capítulo IX Los arquetipos en el arte y el tarot 45
Capítulo X El cuaternario alquímico en los sueños y en el tarot 50
Capítulo XI Tarot y memoria 55
Capítulo XII Número, tarot y la cotidianeidad 60
Capítulo XIII La Justicia en el Tarot 65
Capítulo XIV Cartomancia y memoria: el segundo mapa del tarot 70
4
Capítulo I
Buscando la Alquimia
En un texto moderno sobre historia de la Alquimia europea se presenta el siguiente
comentario: “La Alquimia ha ocupado a muchos locos, ha arruinado a una multitud de codiciosos
e insensatos y embaucado a otra multitud aún más grande de crédulos”. Esto, a cuento de que
el concepto corriente de Alquimia es la fabricación del oro, a través de la trasmutación de los
metales.
Ante la pregunta ¿Qué es la Alquimia?, los manuales modernos señalan que se refiere a
diferentes dominios, entre los cuales habría que resaltar dos. El primero, la alquimia metálica
o arte práctico dedicado a la transmutación de los metales y la medicina universal; el segundo,
la alquimia mística, una sabiduría inmemorial centrada en la autoformación del iniciado para
abrir su espíritu a niveles insospechados de perfección, lo que le otorga el poder de influir
decisivamente sobre su entorno. La alquimia mística maneja una terminología con sentido
figurado y la expresión oro no se refiere a un metal sino al oro espiritual o estado puro del
ser. El propósito del alquimista es la purificación espiritual por la vía de metamorfosis
progresivas. Los metales viles son los deseos y las pasiones terrenales. La Piedra Filosofal es
el ser humano transformado por la transmutación mística, el logro de la perfección que cada
ser humano lleva dentro de sí.
Las claves perdidas
A pesar de todos los estudios sobre la alquimia que se han realizado, jamás se ha podido
descubrir cuál era el método operativo comprensible para alcanzar la perfección espiritual o
iluminación. ¿Están los códigos absolutamente perdidos?. ¿Por qué ese estado numinoso y
todopoderoso está reservado sólo para algunos pocos desconocidos?. Llama la atención esa
ambigüedad y ese secretismo, si se hace la comparación con la alquimia oriental –sea taoísmo o
budismo chan o zen- donde el camino para conseguir el oro espiritual es posible hallarlo tanto
en los textos como en las enseñanzas de maestros y escuelas de espiritualidad que han
transmitido la tradición de una generación a otra.
La psicología junguiana ha hecho su propio análisis del proceso alquímico, considerándolo como
fruto, en un momento dado del desarrollo espiritual de la especie humana, de un proceso
intuitivo, capaz de desplegar una creatividad limitada por determinados arquetipos pero sin
poder llegar a conceptos científicos y, por tanto, no poder reproducir sino difícilmente las
mismas condiciones para llegar a iguales resultados. En otras palabras, el alquimista lograba
una conexión con el sí mismo y sus propios fantasmas interiores pero no conseguía una
conexión comprensiva del entorno que intentaba modificar y, por tanto, se lograría una
modificación espiritual o avance en el proceso de individuación antes que un producto concreto
o metálico.
5
Alquimia mística y numerología
Partiendo de la base que el ser humano es una entidad integrada por cuerpo, alma y espíritu,
los alquimistas místicos piensan que estos principios pueden interactuar no sólo entre sí, sino
combinados con los elementos –agua, aire, tierra y fuego- y, además, con los astros. La
personalidad individual se construiría consciente o inconscientemente por la compleja
influencia de un binario (femenino-masculino), un ternario (tres principios), un cuaternario
(cuatro elementos) y un septenario (siete metales).
La alquimia metálica disponía de un objetivo, un procedimiento y un resultado. Lo mismo
acontece con la alquimia mística. Si en la alquimia metálica el objetivo era la perfección de los
metales viles, en la alquimia mística varía la materia de aplicación, pues se procura la
perfección espiritual del ser humano.
El procedimiento místico incluye una etapa de purificación, la cual considera cambios de
estado y cambios de colores, al igual que en el procedimiento metálico. La coloración negra que
se produce en la mezcla metálica sometida a la acción del calor, estaría representada
simbólicamente por el aislamiento y encierro místico del iniciando en una habitación
desprovista de iluminación. Es la recreación del mito del descenso a los infiernos, submundo
oscuro, muerte ritual de la cual se emerge para conseguir el color blanco, representativo de la
luz espiritual, hasta llegar al color rojo, símbolo del poder de obrar sobre sí mismo y el
entorno.
El ternario Azufre-Mercurio-Sal en la criatura humana, al igual que en el macrocosmos, se
expresa vivamente. El activo Azufre corresponde a la masculinidad, la iniciativa, el espíritu de
empresa, la temeridad, el disfrute del mando, la independencia de espíritu. El pasivo Mercurio
es opuesto, inspira dulzura, calma, recogimiento meditativo, modestia, comprensión,
adivinación. La estable Sal representa un estado medio entre extremos, sabiduría y equilibrio.
El valor simbólico de los tres principios se expresa en la personalidad humana a través del
ternario Espíritu-Alma-Cuerpo. El cuaternario o, lo que es lo mismo, los cuatro elementos,
también se hallan presentes y se expresan activamente en el ser humano.
El mito alquímico de la creación
La relación activa entre los cuatro elementos, los tres principios y los dos opuestos ha sido
denominada mito alquímico de la creación. La actividad del elemento fuego sobre el elemento
aire da origen al principio Azufre; la acción del aire sobre el elemento agua da origen al
principio Mercurio; y la acción del agua sobre el elemento tierra da origen al principio Sal.
Estas afirmaciones alquímicas fueron siendo un cuerpo teórico con el paso de los siglos y
toman este ordenamiento mediante una interpretación moderna esquemática de las opiniones a
veces confusas y contradictorias de los alquimistas. Sus afirmaciones descabelladas tienen
una racionalidad basada en la observación de la naturaleza a ojo desnudo. Es el caso de la
relación fuego-aire, dado que las sustancias combustibles entran en ignición sólo en presencia
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de oxígeno, componente del aire. Lo mismo ocurre con la relación aire-agua, debido a que sus
propiedades permiten que el aire se disuelva en el agua. En lo que respecta a la relación agua-
tierra, la actividad del agua sobre los solutos de la materia sólida es la que favorece el
movimiento de los iones y la formación de sales. En resumen, la espontánea dinámica de las
cuatro propiedades elementales genera el ternario azufre-mercurio-sal.
El ternario tiene su propia dialéctica dando origen al binario o dualidad. La combinación del
enérgico azufre con el sutil y pasivo mercurio es la causa de lo masculino y la combinación del
mercurio con la estable sal es la fuente de lo femenino, creándose así el antagonismo esencial
macho-hembra que existe en cada cosa o cada ser, lo cual para el alquimista es una ley
universal, dado que tanto lo biótico (animal, vegetal) como lo mineral tienen vida, la cual no es
sino la manifestación de dicha dialéctica interna.
¿A cuento de qué viene a ser esquematizado el mito alquímico de la creación en el seno de la
alquimia mística?. Para el alquimista las leyes de la naturaleza no admiten excepción, han de
someterse a ellas todas las entidades, incluida la individualidad humana en su cuerpo, espíritu
y alma. Además, los conceptos involucrados en el mito alquímico y la comprensión del arquetipo
número son esenciales en el desarrollo psíquico de la especie humana.
El paciente y creativo estudio de los tratados de alquimia, condujo a C. Jung a verificar que
cuando el ser humano no puede encontrar una explicación plena, consciente y comprobable de
su entorno o de sí mismo, los espacios de carentes de un conocimiento efectivo son rellenados
con elementos que emergen del inconsciente, es decir, con símbolos que son proyectados por
los arquetipos hacia la mente y, por ésta, sobre la realidad externa y tenidos por el ser
humano como formando parte de dicha realidad. La presencia incesante de cierto componente
en la visión alquímica, el cuaternario, fue significativa para Jung, al haber comprobado
también en sus investigaciones sobre las visiones de sus pacientes, sueños, mitos, etc., que la
psique humana inconsciente tiende a relacionarse con el consciente a través de un cuaternario.
Por tanto, el cuaternario de los alquimistas representaba los elementos básicos sobre los
cuales se erige la conciencia y podía expresarse gráficamente como figuras geométricas o
mandalas.
La triple unidad
Los alquimistas pretendían superar todas las oposiciones, con el fin de llegar a la unidad, es
decir, a la perfección espiritual (oro del alma) y la perfección material (salud perfecta y larga
vida). Paulatinamente, llegaron a concebir la necesidad de superar tres nudos de
contradicciones: la unión mental; la unión de mente y cuerpo; y la unión con la totalidad.
La unión mental se refiere a la comprensión y aceptación de nuestro inconsciente, la
superación de los aspectos o cargas oscuras de nuestro ser. Para llegar a eso, la persona debe
alejarse de su ligazón inconsciente con el cuerpo, sus impulsos básicos o animales y las
emociones. Una vez realizada la comprensión del por qué de sus deseos prohibidos podrá
encauzar el dominio de los mismos. La unión de mente y cuerpo se refiere a la comprensión de
los opuestos masculino y femenino, la relación dialéctica entre anima y animus, así como de
7
diversos otros opuestos contenidos en el inconsciente colectivo, a cuya superación e
integración se podrá acceder mediante un estado de conciencia logrado a través de la
meditación activa o divagación consciente, acompañado de un proceso de interpretación de
dichas vivencias virtuales. La tercera síntesis del proceso alquímico se refiere a la unión de la
individualidad con el universo, es decir, la capacidad de trascender y abandonar toda
diferenciación entre nuestra mente y nuestro cuerpo como entidades aisladas diferentes del
entorno, superando la ilusión de los sentidos, es decir, el logro de un estado de conciencia
holística, inefable y numinoso, conseguido a través de psicotrópicos o mediante ejercicios
espirituales meditativos.
El septenario
Además de lo anterior, el adepto no perdía de vista el septenario. El alquimista toma en
consideración a los siete metales, los cuales no tienen relación alguna con los cuerpos simples
de la química y corresponden a las fracciones de la personalidad humana. El arte residiría en
comprender la combinación del ternario con el cuaternario microcósmicos –conocerse a sí
misma/o- para resguardar el equilibrio o armonía interior, cuya decantación sería salud y vida
de calidad. El alquimista entendía que la interpenetración de estos ámbitos de la personalidad
da origen a un septenario de simbología metálica que permite visualizar la compleja
constitución del ser, o sea, una mirada totalizante de la psiquis o Uno Mismo.
Entre los metales cabe primero mencionar al Oro, cuya representación astral es el Sol y su
símbolo divino es Apolo. Equivale al Espíritu, el primer principio. En la individualidad,
corresponde a la actividad intelectual, la mente o razón consciente, el estado de vigilia. La
Plata, corresponde a la Luna y la diosa Artemisa. Se trata del Alma, el segundo principio. En la
persona, corresponde al inconsciente, la intuición, la imaginación creativa. El Plomo se
representa por el planeta Saturno y por el dios del mismo nombre. Es el Cuerpo, el tercer
principio. En la persona corresponde a la masa biológica o cuerpo, la salud, la energía corporal.
Oro (Espíritu), Plata (Alma) y Plomo (Cuerpo) se combinan en proporciones e intensidades
variables, originando y dando nombre a los metales que siguen.
El Fierro, se representa por el planeta Marte y por el dios Ares. Es fruto de la combinación
del Espíritu y el Cuerpo, es el Espíritu Corporal. En la individualidad corresponde a la energía
interior encaminada a un fin concreto, el trabajo, la pasión. El Estaño, es simbolizado por el
planeta Júpiter y su representación divina es Zeus. Es fruto de la combinación del Espíritu y
el Alma, es el Espíritu Anímico. Corresponde al uso consciente de la voluntad, la intención, la
memoria. El Cobre, se liga al planeta Venus y la diosa Afrodita. Es fruto de la combinación del
Alma y el Cuerpo, es el Alma Corporal. Corresponde a las emociones y sentimientos.
El centro de fusión del Espíritu (Oro) con el Alma (Plata) y el Cuerpo (Plomo) es considerado la
constitución del Cuerpo Etérico o nudo de la personalidad, asimilado al espíritu de Hermes
(Mercurio) y representado por el metal Azogue.
8
Ahora bien, las interpenetraciones dinámicas de los siete metales son las que dan origen a las
variantes del ser humano medio, pues a partir del exceso o falta relativa de alguno de estos
siete se determinan los tipos de personalidades que se dan en la vida real. En definitiva,
teniendo como base la combinación activa de los tres principios, los cuatro elementos y los
siete metales podría levantarse una tipología de personalidades, en la cual es posible encasillar
a cada uno de nosotros. No sólo eso, pues llevando el modelo hasta las últimas consecuencias,
usando el método alquímico de la Gran Obra, se podría operar una psicoterapia dirigida al
propio adepto, para conducirlo al estado de armonía superior consigo mismo, la sociedad y el
cosmos. En otras palabras, fluir hacia la finalidad de las operaciones alquímicas, la conquista
del ideal de armonía que ningún ser concreto conseguiría realizar sino parcialmente.
En las ceremonias iniciáticas cobra especial importancia el rito de desprendimiento de los
metales, donde el iniciando debe alejar de su cuerpo y ropas todo artículo metálico que
hubiese portado, especialmente el dinero. Mas no tiene relación alguna con una dejación
bonachona de bienes materiales sino con la búsqueda de una respuesta interior. Si se atiende
al resultado del acto simbólico de desprenderse uno a uno de los metales alquímicos, se
concluirá que el practicante se ha desensamblado por completo, en un estado equivalente a lo
más sutil, lumínico.
9
Capítulo II
¿Es posible la Alquimia operativa?
En nuestra búsqueda iremos descartando posibilidades, hasta aislar el material que
proporcione una propuesta útil para activar el potencial simbólico alquímico.
Los pequeños tratados alquímicos
Entre los materiales disponibles actualmente –libros, tratados, ilustraciones- es posible hacer
un corte histórico, separando las producciones elaboradas por alquimistas europeos de los
siglos XIII al XVI. Nos referimos a “Compuesto de los Compuestos” atribuido a Alberto El
Grande (sacerdote católico alemán, 1193-1280), “Espejo de Alquimia” atribuido a Roger Bacon
(sacerdote católico inglés, 1214-1294), “La Clavícula” de Raimundo Lulio (sacerdote católico
español, 1235-1313), “Camino del Camino” de Arnaldo de Vilanova (médico católico francés,
1245-1313) y “El Tesoro de los Tesoros” de Paracelso (médico y astrólogo católico alemán,
1493-1543). Son personajes de gran formación intelectual, representativos de diversas
culturas europeas. Tienen a su haber numerosas obras entre las cuales están esos pequeños
tratados que representan la síntesis de su pensamiento alquímico. Uno de los elementos
comunes que se percibe en sus obras es la profunda fe en la religión cristiana. Sus
conocimientos estarían inspirados por la divinidad, aunque algunos de ellos, como Bacon,
confían también en la capacidad de la inteligencia humana. Todos expresan que desean develar
conocimientos hasta entonces mantenidos en secreto. Todos evidencian claro conocimiento de
compuestos y productos químicos conocidos en su época y perfectamente identificables para
un químico moderno. Se individualizan aparatos propios de laboratorio, técnicas diversas como
calentamiento, destilación, sublimación, solución, etc. Todos coinciden en describir la Gran
Obra Alquímica según sus principios, elementos, fases, colores, resultados. El objetivo es
nítidamente la preparación de los metales hacia la perfección, siendo oro y plata los más
perfectos. Queda muy en claro que hay un resultado intermediario: un elíxir que proyectado o
combinado en condiciones apropiadas con los metales impuros les comunica la pureza del oro o
de la plata, según sea el caso. Estos testimonios no presentan indicio alguno que la Gran Obra
pueda aplicarse al microcosmos humano, a menos que exista un lenguaje cifrado inalcanzable
para quien no sea experto. Ocasionalmente, cuando se llega a mencionar al ser humano se hace
como analogía para entender los procesos naturales. Sobre los pretendidos efectos del
proceso alquímico en la extensión de la vida humana, tampoco se encuentra expresión ninguna
que haga referencia a ello, con una excepción marginal en la cual se indica que uno de los
compuestos parciales tendría propiedades antisépticas.
Dada la estructura racional de las obras consultadas, que las hace alinearse un tanto con los
comienzos históricos del espíritu científico, de su lenguaje especializado que comprende
conceptos manejados sólo por los entendidos, por su publicación desprovista de imágenes
gráficas, etc. no hallamos en ellas nada que pudiera servir para activar la simbología como
fuente de desarrollo en el perfeccionamiento de la espiritualidad o como fuente de inspiración
oracular.
10
Los tratados alquímicos con simbología gráfica
Se puede hacer un segundo corte histórico, seleccionando un grupo de obras que se
diferencian bastante de las anteriores. Nos referimos a “Las Doce Claves de la Sabiduría”,
atribuida a Basilio Valentino de la Orden de San Benito, obra apócrifa publicada a comienzos
del siglo XVII. Se agrega la Philosophia Reformata de Johan Daniel Mylius, inglés, que se
publicó en 1622. Se tiene, además, los Elementae Chemiae de Johan Conrad Barchusen,
químico y farmacéutico alemán, publicada en 1718. Consideraremos también el Mutus Liber
(Libro Mudo o Libro Simbólico), sin autor conocido, publicado en Francia en 1677. Agreguemos
“El Libro de las Doce Puertas” de George Ripley, inglés, publicado en 1649. Estos trabajos se
pueden considerar como pertenecientes al siglo XVII y, por tanto, en forma gruesa,
posteriores varios siglos respecto a los tratados del grupo anterior.
El hermano Basilio Valentino era un hombre sabio en materia de química, como se diría hoy. Su
capacidad le llevó casi al punto de intuir la existencia del oxígeno y su importante papel en la
formación de las sustancias. Él lo consideraba el espíritu del Mercurio que se encuentra en el
origen de todos los metales, una especie de aire muy volátil que se activaba en presencia del
fuego. Se le atribuye un texto denominado “Las Doce Claves de la Filosofía”.
En la Figura 01 (fuente: esoblogs), se aprecia la Clave
Primera, “De la Preparación de la Materia Prima”,
muestra la pareja alquímica: el principio femenino o
Mercurio sosteniendo un ramo de tres flores en su
mano y a la izquierda el viajero que porta en su diestra
un bastón. En primer plano, a la izquierda, un lobo salta
por encima de un crisol. Los especialistas entienden
que se trata de la purificación del oro, el Rey, por el
antimonio, el lobo, en un crisol y de la plata, la reina,
por el plomo Saturno, en un crisol más pequeño.
En la Figura 02 (fuente: hervedelboy), tenemos la Clave VI,
donde se muestra a la pareja coronada en presencia de un
sacerdote. Los especialistas afirman que se trata del
matrimonio del Rey y de la Reina, Azufre y Mercurio, Oro y
Plata. El Sol y la Luna se vinculan al rey y la reina. Los
destiladores y la lluvia de fondo, indican que están
ocurriendo fenómenos de vaporización y condensación. Esto
tiene lugar durante el color blanco simbolizado por el cisne.
El sacerdote, medio de unión, es la Sal.
11
En la Figura 03 (fuente: esoblogs), se puede observar la clave
XI, donde unas damas dominan a feroces leones. Los
especialistas expresan que el combate del León Verde y del
León Rojo representa productos químicos en acción, puede
tratarse del cambio de un cuerpo amorfo a una sustancia de
estructura cristalina como el aluminio o sílice.
En la Figura 04 (fuente: morgane), la Clave XII presenta al
alquimista que ha obtenido la Piedra Filosofal, con la cual se
multiplicará el oro al proyectarla sobre metales
imperfectos. La balanza indica que los componentes deben
ser medidos en forma precisa. Los cacharros dispuestos
sobre la estantería, simbolizan los cuatro elementos.
La obra de Mylius, Philosophia Reformata, se encuentra dividida en Series, cada una de las
cuales presenta Emblemas, que corresponden a figuras numeradas.
En la Figura 05 (fuente: wikipedia), se tiene el Emblema XVI, de la
Primera Serie, cuyos personajes son muy parecidos a la Clave 11 de
Basilio. La diosa Artemisa aparece cabalgando un león que amamanta
a sus pequeños. Ella tiene un globo donde se percibe el pelícano
como emblema del Mercurio circulando.
La Figura 06 (fuente: hervedelboy), corresponde al Emblema XX,
de la Segunda Serie, considerado por los especialistas como
una resurrección. La materia sometida a los procesos de
transformación reaparece en un nuevo estado corporal. De
amorfa, se ha vuelto cristalina y toma los brillos de piedras
preciosas.
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Para terminar esta brevísima lista de ejemplos, haremos una
breve referencia a la obra de Barchusen, Elementa Chimicae
(1718). La Figura 07 (fuente: alchemywebsite) presenta la Lámina 2
de dicho tratado, donde se muestra al alquimista en oración en
su laboratorio, quien suplica a Dios antes de comenzar la Gran
Obra, que le disminuya las dificultades y le dé la inteligencia
necesaria.
La gráfica y el número.
Los textos del siglo XVII que se ha escogido como ejemplos, otorgan gran importancia a la
gráfica, aportando variadas ilustraciones. Esto es llevado al extremo en algunos, como el
Mutus Liber, el cual está desarrollado solamente en imágenes. Presentan un lenguaje
especializado, por eso solamente los especialistas pueden entregar interpretaciones de su
contenido. Sin embargo, se hace notar que los propios investigadores entregan algunas
interpretaciones a título condicional, un “podría ser”. Los escritos y láminas no estarían para
nada destinados al grueso público y no tendrían ningún significado para quien no haya
compartido la experiencia alquímica exterior e interior.
El símbolo número se encuentra presente en todas las obras presentadas, incluso en el título,
sea éste original o sea aquél dado por tradición. Por ejemplo, “doce claves…”, “doce puertas…”
En las Doce Claves de la Filosofía, cada clave corresponde a una imagen y lleva aparejado un
capítulo con una explicación, aunque ¡vaya Ud. a entenderla!. La Philosophia Reformata de
Mylius presenta 3 series de ilustraciones, con un total de sesenta y seis grabados. El
Elementae Chemiae de Barchusen considera setenta y ocho ilustraciones, igual número que las
cartas del Tarot. El Mutus Liber dispone de 15 planchas representando cada etapa del
proceso general, cada una de ellas con escenas varias que, a su vez, representarían las sub
etapas del mismo, lo cual significa que el total de dibujos es aún mayor.
Otra característica es la presencia del elemento astrológico. No sería casualidad el número
doce, pues simbolizaría el universo que se expresa en el mundo planetario a través del zodíaco,
sin contar que el examen realizado por especialistas indica referencias disimuladas a lo astral.
Un proceso repetitivo y una técnica asombrosa
El tema de las obras gráficas es compartido entre los alquimistas del siglo XVII. Se presenta
la descripción por etapas de un proceso similar al considerado en los cinco tratados del grupo
anterior, cuyo resultado o producto es el mismo. Nótese que la alquimia se diferencia de la
química -entre varias otras características- en que la alquimia sólo tiene un objetivo, un
procedimiento y un resultado, pero el camino es incierto, paciente, repetitivo y a veces
decepcionante. La química tiene variados objetivos (orgánicos, inorgánicos, analíticos,
sintéticos, etc.), numerosos procedimientos y sus resultados pueden volver a obtenerse
13
repitiendo los procedimientos. Ahora bien, si la temática alquímica de fondo siempre es la
misma y con un lenguaje cifrado, se trataría de un diálogo consigo mismo y no habría interés
del adepto en vehicular algo hacia el entorno, salvo a algunos elegidos o suertudos. Esto
estaría dando la razón en cierta medida a Jung, se trataría de un proceso interior,
egocéntrico en sentido estricto.
Algo que resulta asombroso en el proceso alquímico europeo, es que se tenga que dominar no
sólo un lenguaje sino una técnica material, conocer elementos minerales y sus compuestos,
disponer de un laboratorio y desarrollar ese diálogo interior para conseguir simultáneamente
la perfección interna y la del metal. Esto lo demuestra el conocimiento detallado de
alquimistas de las sustancias, aparatos y procedimientos químicos y metalúrgicos. Un
conocimiento libresco y erudito no habría conseguido ningún resultado. Ese estilo erudito, con
abundantes citas pero sin ningún aporte propio, es el que se nota en los libros de alquimia del
siglo XVIII en adelante. Ellos se basan en repetir lo que dicen los maestros de los siglos
anteriores y se delata un conocimiento abstracto y distante de la práctica de laboratorio.
La limitación de la Alquimia
De nuestro breve análisis se deduciría que es bien poco lo que se podría sacar mirando una y
otra vez las láminas de un tratado y, menos aún, sin conocer el significado de los elementos
gráficos y diagramas que las componen. En suma, dedicar tiempo a entenderlas no ayudará en
nada, ni a obtener metales preciosos, ni a perfeccionar el ser interior. Se necesitaría una
técnica adicional para que puedan prestar alguna utilidad. No me refiero a la lectura de los
tratados, sino a los grabados. Aquí está el verdadero tesoro: algunos alquimistas o los
editores inteligentes consiguieron que algún grabador pusiera el símbolo adecuado en una
figura específica. Sin embargo, falta algo, una técnica adicional para destilar el mensaje de la
simbólica plasmada en los grabados. Por eso cobraría importancia el arte de la cartomancia,
que sí fue y sigue siendo popular y masivo, transversal a todas las clases sociales y sobre el
cual vamos a dedicarnos en los capítulos siguientes.
14
Capítulo III
Coincidencias gráficas del Tarot y la Alquimia
El inicio y expansión del uso del Tarot parece ser algo anterior a la expansión de la literatura
alquímica con imágenes o planchas. Sin embargo, ambos, Tarot y Alquimia, coinciden
históricamente cuando hay una consolidación de la técnica de llevar la simbólica a una
expresión concreta masiva. Antes, el simbolismo se había expresado notoriamente en los
monumentos: templos, catedrales, palacios, tumbas o mausoleos, monumentos en plazas, etc.
Hay ahora un nuevo material: el papel; un nuevo formato: el libro; y una nueva técnica: la
imprenta.
La revolución de la imprenta
La alquimia se expresaba hacia los interesados a través del elemento libro, en códices escritos
a mano y, después, muy pronto, mediante impresos adornados con planchas de figuras
arquetípicas, muchas veces numeradas para dar la idea de un orden de prelación en las etapas
de un proceso. Todos los elementos del proceso se encuentran así atrapados en un formato
fijo: tanto las páginas del libro como la precedencia de las figuras en la cual el autor los ha
presentado. Con el advenimiento del Tarot, aparece un formato revolucionario: el de la carta o
estampa en miniatura en hojas sueltas acartonadas. De esta nueva forma se desprenden
nuevas posibilidades: se puede romper el esquema estricto en el cual las láminas vienen
ordenadas en un libro corriente y las estampas pueden adoptar un orden de aparición sea al
azar o sea a la voluntad del operador, haciendo el procedimiento ágil, entretenido, lúdico, o
sea, el esquema de un juego individual o colectivo. Además, el tarot se puede reproducir
independientemente de un texto, multiplicarse a través de la imprenta, venderse por
separado, en suma, extraerlo del círculo elitista y popularizarse.
Si bien los especialistas encuentran una relación entre cada símbolo o arcano del tarot y los
conceptos alquímicos, lo cual muchas veces aparece a los ojos del aficionado un esquema un
tanto forzado o incomprensible, no puede ignorarse que incluso parte de la gráfica de la
baraja y la gráfica de los textos alquímicos es bastante aproximada. Y lo anterior sería
quedarnos cortos, pues en algunos casos ¡hasta la numeración del tarot y la numeración de las
planchas alquímicas es la misma!.
El oro del rey y la plata de la reina
En la Prima Clavis de Basilio Valentino aparece la pareja alquímica: el principio femenino o
Mercurio y el principio masculino o Azufre. El principio masculino coronado, el Rey u oro, sería
purificado en un crisol por el sulfuro de antimonio, representado por el lobo. El principio
femenino, la Reina o plata, sería purificado en un crisol más chiquito mediante el plomo. Si bien
estos personajes aparecen todos simultáneamente en la escena valentiniana, en el Tarot son
presentados en forma separada, aunque ocupando casi los primeros números de la baraja: el
principio femenino aparece en la carta III La Emperatriz, el principio masculino en la carta IV
15
El Emperador, el anciano Saturno –el plomo- con la hoz transformada en vara y el fuego
transformado en candela aparecería en la carta IX El Ermitaño. El lector puede hacer las
comparaciones en las figuras 08 a 10.
A la izquierda, Figura 08, Prima Clavis de B. Valentino (versión 1677) (fuente: hervedelboy); en segundo lugar,
Figura 09, La Emperatriz (fuente: Ediciones Orbis); en tercer lugar, Figura 10), El Emperador (fuente: Ediciones
Orbis); estos dos últimos del tarot de Marsella.
Notable es la similitud de una de las figuras de la obra alquímica La Fuga de Atalanta (M.
Maier, 1618) con el arcano El Ermitaño. La idea de búsqueda de la sabiduría interior o de las
huellas de nuestra contradicción íntima aparece reflejada en la gráfica, como se puede
apreciar en las figuras 11 y 12.
A la izquierda, Figura 11, Emblema 42 de Atalanta Fugiens (fragmento) (fuente: wikipediafrag); a la derecha,
Figura 12, el Ermitaño (versión de Marsella) (fuente: Ediciones Orbis)
16
El matrimonio alquímico
En la Clave VI del Hermano Basilio se presenta nuevamente los principios opuestos
complementarios bajo la forma de matrimonio real en ceremonia presidida por un sacerdote.
Estos personajes corresponderían a los tres principios de los alquimistas, siendo el sacerdote,
la Sal. El número de la clave, el VI, es el mismo del arcano VI Los Enamorados. La
denominación primitiva de esta carta es más explícita: El Matrimonio (Le Mariage). La
interpretación corriente sería algo irrisoria, pues se acostumbra a decir que se trataría de un
joven en la encrucijada de escoger entre dos mujeres, una joven y otra vieja, cuando la vieja
no sería ni más que menos que un oficiante o sacerdote. En la carta no sólo se conservan los
personajes principales, sino que se mantiene al Sol de forma explícita y, a la Luna, mediante el
arco de Cupido, pues no se debe olvidar que el arco es el símbolo de Artemisa, la luna
creciente. Apreciemos al respecto las Figuras 13 y 14.
A la izquierda, Figura 13, VI Clave del Hermano Basilio (versión 1677) (fuente: hervedelboy); a la derecha, Figura
14, la carta VI del tarot Los Enamorados o El Matrimonio (versión de Marsella) (fuente: Ediciones Orbis).
La Clave XI del Frater Basilio muestra dos leones devorándose mutuamente, ambos siendo
dominados por sendas amazonas. Recordemos que se ha interpretado como la representación
de un cambio de estado de sustancias: de lo amorfo a lo cristalino. El número de la clave, el
XI, es el mismo que la carta XI La Fuerza. En esta última habría una reducción a sólo un león y
una sola dama que le controla. Observemos, al respecto, las Figuras 15 y 16.
17
A la izquierda, Figura 15, Clave XI del Hermano Basilio (versión 1677) (fuente: hervedelboy); a la derecha, Figura
16, la carta XI del tarot La Fuerza (versión del Tarot de Marsella) (fuente: Ediciones Orbis).
El alquimista es un mago
En la Clave XII del Hermano Basilio Valentino se muestra a un alquimista en medio de su
laboratorio, rodeado de los elementos apropiados para operar. Basilio explica que en esta
etapa corresponde utilizar la medicina o Piedra de los Filósofos, la cual podrá ser lanzada en la
debida proporción sobre una cierta cantidad de metal, cambiando dicho metal en muy buen
oro. Al fondo, a través de la ventana, se muestran el Sol y la Luna, principios activo y pasivo,
masculino y femenino, fijo y volátil. Se dice que los cacharros estarían representando a los
cuatro elementos. En atención a que los procesos alquímicos constituyen un circuito, un flujo
que se vuelve a reiniciar, es que la lámina de etapa final puede ser tomada también como la
primera de un devenir recurrente. Por eso y por otros detalles es que son notorias las
coincidencias con la carta I El Mago. En ésta, se encuentra el mesón del operador, vestido con
calzas a la antigua, cubierta también su cabeza mediante sombrero, con una vara en su mano
izquierda, y teniendo igualmente a su disposición los cuatro elementos (vaso y cubilete = agua,
monedas = tierra, cuchillo = aire, varita = fuego). Se puede hacer las comparaciones
observando las Figuras 17 y 18.
18
A la izquierda, Figura 17, Clave XII del Hermano Basilio (versión 1677) (fuente: hervedelboy); a la derecha, Figura
18, la carta del tarot El Mago (versión de Marsella) (fuente: Ediciones Orbis).
La Gran Obra renace de las profundidades
En el Emblema XX (segunda serie) de la Philosophia Reformata aparece una figura central –el
Rey o la materia coronada- emergiendo de las profundidades. La gráfica y la idea son similares
en la Clave Octava de B. Valentino. Sería la resurrección de la materia reapareciendo bajo una
forma prístina, definida, químicamente cristalina. La resurrección es utilizada frecuentemente
en los tratados alquímicos y existen numerosas versiones gráficas de esta etapa del proceso.
El número del Emblema, el XX, es el mismo de la carta XX El Juicio. En ésta, el renacido es
rodeado por los opuestos masculino y femenino al momento de emerger. El cuadro se completa
en la parte superior con un ángel que anuncia el triunfo mediante una trompeta. Atrás, oculto
por las nubes, estaría El Sol, Rey u Oro. Esta alegoría no tendría nada que ver con un Juicio
Final admitido por ciertas religiones y deslizado por algunos tarotistas como interpretación.
Tómese en consideración las Figuras 19 a 21.
A la izquierda, Figura 19, Emblema XX (segunda serie) de la Philosophia Reformata de Mylius (edición 1622)
(fuente: hervedelboy); a la derecha, Figura 21, Clave 8ª de B. Valentino (fuente: barzaj jan blogspot); al centro,
Figura 20, la carta XX El Juicio del tarot (versión de Marsella) (fuente: Ediciones Orbis).
La Plancha X del Mutus Liber (1677) presenta un fragmento del proceso de la Gran Obra. Los
especialistas interpretan que los grabados de esta plancha muestran paso a paso los
procedimientos de laboratorio y que la escena final sería la síntesis de la etapa. Se trataría de
la alianza de dos principios o sustancias, uno tipo azufre, puro, fijo, y el otro tipo óxido o cal
metálica, los cuales para poder actuar conjuntamente deben introducirse en un matraz y
ponerse a fermentar dentro del horno alquímico o atanor. Uno de esos principios tendría
19
carácter lunar, femenino (la joven) y el otro solar (el operador masculino). Las coincidencias
con el arcano XVI La Torre son notorias, aunque no se cuente exactamente con todos los
ingredientes. Sobre la Torre se han tejido diversas interpretaciones. Se ha hablado de torre
fulminada como de un edificio que está siendo destruido por acción de un rayo divino. Si no se
tratara de una destrucción, sería una tapa móvil, tal como la del horno alquímico. La
representación de una energía externa viniendo hacia la construcción sería obra de
modificaciones realizadas por los cartistas no iniciados, pues una versión antigua del tarot
Marsella presenta la energía fluyendo desde el horno hacia el exterior y no al revés. La
novedad de la carta XVI es que los principios masculino y femenino se muestran cayendo
desde la torre u horno, como si el operador poco avisado hubiese cometido un error, por
ejemplo, dosificado erróneamente los componentes, fracasando esta etapa de la Obra. Poner
atención a las Figuras 22 y 23.
A la izquierda, Figura 22, fragmento de la Plancha 10 del Mutus Liber (1677); a la derecha, Figura 23, la carta XVI
La Torre del tarot (versión de Marsella).
Para enriquecerse hay que arriesgarse
Para cerrar esta pequeña lista de ejemplos, se destaca una de las láminas (Número Cinco)
pertenecientes a El Libro de las Doce Puertas de George Ripley. La figura tiene más que
coincidencias con la carta sin número del tarot, conocida como El Loco.
En Ripley, la mano izquierda se abre hacia lo alto, como para recibir energía del cosmos. La
derecha, apunta con el índice hacia la tierra para entregarla o proyectarla. El personaje
llevaría un saco colgado al cuerpo más un bastón que recuerda al caduceo de Hermes. A lo
lejos, se vislumbran construcciones, las cuales, como en todos los escritos alquímicos se
acostumbra a interpretar como el atanor o como la construcción material y/o espiritual que se
proyecta. El Loco del tarot también viste con modestia, lleva una bolsa con sus escasas
pertenencias aunque tomada de un palo al hombro. Su mano derecha también sostiene un
bastón que podría interpretarse como un remedo del caduceo, propio de quien enfrenta la vida
o la obra alquímica como un juego hermético, en el cual hay que tomarse tanto el éxito como la
desventura con buen humor. Las Figuras 24 y 25 ilustran el tema.
20
A la izquierda, Figura 24, Dibujo Número Cinco de una de las versiones del Ripley Scrowle; a la derecha, Figura 25,
la carta sin número El Loco del tarot (versión de Marsella).
21
Capítulo IV
El Tarot y las propiedades elementales
Cuatro elementos: tradición y vigencia
Los elementos de la naturaleza son hoy considerados vulgarmente en su dimensión
medioambiental, como recursos naturales que pueden ser explotados con fines de lucro. La
tierra, el agua, el aire y el fuego (la energía) son pensados y apropiados de tal manera que la
humanidad enfrenta una escasez relativa de los mismos. Sin embargo, en tiempos
inmemoriales, así como en la antigüedad y la Edad Media europea, la mención de los elementos
hacía referencia a “propiedades elementales” en un contexto de filosofía natural, muy
diferente a las nociones vulgares que se tienen en la actualidad. Decir tierra hacía referencia
a la propiedad de solidez, fijación, frialdad; decir agua, a la liquidez, movilidad; decir aire, a la
fluidez; decir fuego, a la fluidez sutil, la calidez.
Ese enfoque hermético-alquímico consideraba que el ser humano y el cosmos actuaban como en
espejo uno frente a otro. Ante el macrocosmos de la naturaleza y la divinidad se erguía el
microcosmos humano. Se entendía que en el hombre fisiológico se encuentran contenidos y
expresados los cuatro elementos. Su materia corporal corresponde a la tierra; el soplo
animador que mantiene la vida es el aire; los líquidos orgánicos que vehiculan la vida es el agua;
y la energía vital, fuente de calor y de motricidad, es el fuego.
El dominio de los cuatro elementos permitiría obtener buena salud para sí y proporcionarla a
otros. En una consideración más mística del microcosmos, la tierra vendría a ser la masa
biológica y la salud orgánica; el aire, la disposición del intelecto, la voluntad, la memoria; el
agua, la emocionalidad y los sentimientos, la intuición; y el fuego, la energía encaminada a un
fin, el trabajo, la pasión, la sexualidad.
Cualquiera diría que esas ideas se habrían extinguido frente al dominio avasallador de la
modernidad. No hay tal. Siendo la individualidad y la sociedad humanas espontáneamente
ávidas de espiritualidad y de tradición, el saber antiguo y el espíritu alquímico permanecen
bien vivos, aunque bajo formas un tanto discretas. Una de las tradiciones vigentes que
mantiene acogido en su seno a los cuatro elementos es la cartomancia.
El elemento Tierra en el tarot
Cada una de las cartas de la baraja del tarot –arcanos- ostenta representados de las más
variadas formas los elementos alquímicos. Debido a que el tema de los elementos alquímicos es
amplísimo, vamos a detenernos solamente en uno de ellos. Hemos escogido a aquél al cual el ser
humano moderno se siente más cercano: Tierra.
Para el alquimista, las cualidades de tierra –en el macrocosmos- se ligan a la concreción, la
solidez, lo espacial, la dureza, los tres reinos (mineral, vegetal, animal), a aquello que presenta
22
propiedades muy definidas reconocidas por los sentidos humanos. En el mundo microcósmico
las cualidades tierra se vinculan a la corporeidad, la buena o mala salud, la nutrición, la
alimentación, la procreación, el alumbramiento, la producción de bienes materiales y ganancias.
En el tarot, el elemento Tierra está representado de manera general y expresa por los oros o
círculos dorados, una suerte de sellos mágicos, símbolos que expresan nada mejor la
materialidad. En las cartas numerales de la baraja, la cantidad de oros va en aumento desde el
uno o as, con una sola moneda o pantáculo, hasta el diez de oros, con diez de dichos símbolos.
Para el cartomante, estas cantidades son la representación de niveles de energía, saltos
cuánticos en diversos campos, entrópicos algunos y armónicos, otros.
El as de oros representa una actividad o resultado concreto que se inicia o esboza: una idea u
oportunidad de negocio, un embarazo o nacimiento, un proyecto de vivienda que comienza a
construirse, etc. Por oposición, el diez de oros representa la consolidación económica familiar
o empresarial, la riqueza, aunque también la rutina con sus peligros de corrupción,
aburrimiento e inmoralidad. Vamos a detenernos en algunos arcanos específicos que destacan
por su particular forma de expresar las potencialidades del elemento Tierra.
Arcanos reveladores
El Emperador. Arcano mayor vinculado al hecho de que la idea se transforme en
realidad, a la inserción en la sociedad abriéndose un espacio, consiguiendo poder,
dominando las situaciones y obteniendo resultados. El número 4 no sólo
representa la fusión de los elementos, sino, además, la concreción, el mundo
tridimensional con los objetos materiales que se desplazan en el tiempo y en el
espacio.
El Diablo, Arcano mayor ligado con la materialidad en una dimensión oscura, de las
profundidades. Representa la parte oculta de la individualidad o de lo colectivo:
pasiones, ansiedades, culpas, temores, traumas, pero también placeres y goces
tanto delicados como groseros. Es terreno por cuanto se trata de lo sensual que,
siendo cuerpo, provoca sensación física y estremecimiento espiritual.
El Siete de oros, arcano menor. Un varón de aspecto rural, apoyado en un bastón
(fuego-trabajo), al lado de unas matas u hortalizas, cargadas de productos. Se
espera con paciencia el fruto del trabajo (materialidad, riqueza). Por otro lado,
insinúa una relación kármica, pues la plenitud no acude sola, sino que resulta de
las acciones previas ejecutadas material y espiritualmente.
23
Los arcanos de Tierra en acción
Dejemos ahora paso al espíritu de Hermes, abriendo un espacio para jugar con esos arcanos,
sentirlos en acción, suponiendo que nos han salido en una tirada y que el cartomante nos ha
efectuado una lectura.
Primer caso:
Lectura.- Pasado: conseguiste los bienes que buscabas; Presente: disfrutas tu fortuna pero tu
debilidad te hace dilapidarla; Futuro: vivirás modestamente y sólo con paciencia y esfuerzo te
recuperarás.
Segundo caso:
Lectura.- Pronóstico: con violencia vencerás a enemigos y obstáculos pero no te harás rico de
inmediato.
Tercer caso:
Lectura.- Pronóstico: un poco de dinero te hará subir al poder pero vivirás día a día con el
miedo de perderlo.
24
Una oportunidad para ser más libres
El elemento Tierra obedece a una razón de tangibilidad, de concreción y somatización. De allí
que su manifestación proyecte señales claras u oportunidad de resultados prácticos,
operativos, dimensionales y carnales, los cuales, muchas veces, resultan penosos para la
entidad humana.
Los arcanos tienen un aire seductor y misterioso, pero no hay que engañarse al respecto. Las
interpretaciones dulces y bonachonas del elemento Tierra no tienen cabida en las lecturas
serias que proyectan pistas definidas. Por ejemplo, consultas sobre la situación de pareja
pueden revelar relaciones tortuosas e infelices, en las cuales hay sometimiento, dominio y
agresión. Pero las cartas siempre dicen la verdad. Darán consejos de ruptura y alejamiento, en
suma, de libertad. Y no puede ser de otra forma, pues en tanto somos libres y haya un espacio
para expandirnos e integrarnos, habrá luz y felicidad. Desgraciadamente, muchas/os insisten
en mantenerse en el infierno del dolor, tratando de atar y ser atado, de apegarse a un otro
destructivo, o bien, a su vez, para destruirlo.
El elemento Tierra es franco, sincero, noble en su rusticidad y nos hablará tanto de los
errores como de los placeres que expanden. Sepamos interpretarlo y asumirlo.
25
Capítulo V
Un juego desconcertante
Al enfrentar visualmente los arcanos mayores del Tarot se apreciará diversos elementos que
pueden ser clasificados de manera general como:
1. Una escena, la cual tiene un personaje central, en la mayoría de los casos es
antropomórfico o dotado de vida y, por excepción, inanimado (una construcción, una
rueda).
2. Un nombre, en la parte inferior o la superior.
3. Un número, que puede estar sea en la parte superior como en la inferior, a veces a un
costado.
Figura 26 La Estrella (fuente: Ediciones Orbis)
La imágenes, sean éstas obras de arte, grafismos, palabras escritas u orales, gestos, etc., y
sus representaciones mentales, serían el elemento más directo con la percepción humana, con
todas las variantes que pudiese tener, sean ellas de tipo cultural, étnico, histórico, etc., y su
función tendría un carácter evocador del verdadero símbolo. El símbolo se aproxima mejor a
un concepto, una idea, una percepción intuitiva de un contenido abstracto. La imagen no hace
sino desatar un proceso de interpretación del símbolo, el cual todos reconocen que no tiene ni
puede tener una sola traducción, al contrario, puede insinuar muchos sentidos y numerosos
aspectos de interpretación, ámbitos o capas de concienciación de lo que se quiere representar
o manifestar.
La psicología analítica contemporánea considera que los símbolos y, por tanto, las imágenes que
los representan, no hacen más que constelar o activar elementos aún más profundos, los
arquetipos, los cuales no constituyen sólo parte de la experiencia y la historia de la psique
individual, sino que son estructuras de la psique -o el alma si usted quiere- que se activan
El número
La escena con
las figuras
El
nombre
26
dando inspiración para que la conciencia los aprehenda y guíe la conducta del individuo. Más
aún, los arquetipos no son un patrimonio individual sino que pertenecen a la especie y funcionan
en una dimensión virtual común al colectivo humano, aunque vehiculada a través de las psiques
individuales.
Las figuras simbólicas y los números en el Tarot.
En las cartas del tarot confluyen los diferentes signos y símbolos, haciendo un aporte para
inspirar un mensaje, una interpretación. Primero, las imágenes proporcionan arquetipos que
saltan o se constelan desde el inconsciente colectivo. Además, podrían tratarse de mensajes
relacionados con el proceso alquímico, vinculados por lo demás a los anteriores, según la
interpretación junguiana. Segundo, los números hacen un aporte sustancial, derivado
principalmente de la tradición pitagórica. Tercero, la escena trae aparejados los significados
brotados de la propia tradición de los tarotistas, especialmente relacionada con los
significados predictivos referidos al ámbito de la personalidad concreta inscrita en un
entorno físico y sus circunstancias. Cuarto, hay que contabilizar el nombre del arcano, símbolo
gráfico que tiene la propiedad de evocar a todos los anteriores.
El tarotista o lector no es más que un intermediario que procesa la información según sus
facultades y habilidades, limitadas eso sí por el marco cultural e histórico en una sociedad
determinada.
En cada carta, lo esencial es la figura o escena central y lo secundario o complementario es el
número, aunque ambos se entrelazan íntimamente cuando se juega una tirada de cartas. Sin
número, igual habría tarot, aunque sin orden de precedencia entre las cartas. En cambio, sin
figura arquetípica sólo quedaría el número, o sea, mera reducción a la numerología, poniéndose
fin a lo lúdico y lo intuitivo, quedando sólo lo mental.
El papel del número en el Tarot –como en muchas otras actividades intelectuales y espirituales
humanas- es potenciar nuevos recursos. Cada número trae consigo sus significados desde la
antigüedad pitagórica y esos arquetipos se conjugan con los que trae la figura, ampliando las
posibilidades de destacar en la conciencia uno o varios de ellos y, en consecuencia, de inspirar
al operador. Como es obvio, el número aporta orden y, por tanto, una red de caminos que
conducen a nuevas pistas o encrucijadas. Al usar los números de las figuras de una tirada
mediante juegos aritmológicos se llegará, de unos pocos arquetipos, a otros diferentes, los
cuales, estando enlazados con los primeros, enriquecerán la variedad de posibilidades de
interpretación para el lector y de construir estructuradamente una explicación de vida, en
cualquiera o en varios de los ámbitos de la existencia humana.
Manipulación de las imágenes del tarot
¿Es el Tarot derivado de la Alquimia?. No se sabe. Característica potente del Tarot es
acumular, adicionar o condensar conceptos, significados, ideas de distintos orígenes. Hasta se
podría decir que se ha exagerado al atribuirle significados de forma alambicada y forzada, no
27
en vano varias construcciones eruditas en torno al Tarot se caen a pedazos cuando no tienen
correspondencia efectiva con las interpretaciones tradicionales o más antiguas ni con las
elaboraciones de otros eruditos en el mismo ámbito, por ejemplo, el de la interpretación
astrológica del Tarot. Esto no hay que entenderlo como que en el Tarot no haya astrología o
arquetipos astrológicos, sino que es difícil admitir que la construcción completa del Tarot sea
astrológica. Con toda propiedad se puede afirmar que muchos autores, empezando por los
ocultistas del siglo XIX y terminando en los ilustradores del siglo XXI, han manipulado
paulatinamente la iconografía para adaptar el simbolismo a su propio discurso o pensamiento.
En ocasiones, se han realizado sesudas y muy bien ponderadas interpretaciones del tarot
llamado de Marsella, basadas en los colores de las estampas, cuando dichos colores han sido
cambiados casualmente una y otra vez de una edición a otra durante siglos, cuando no han sido
modificados intencionadamente para lograr acomodos ideológicos. La verdad que nadie pude
negar es que las versiones se han multiplicado al son de las monedas del mercado y que hoy en
día se denomina tarot a barajas que no tienen nada que ver con la simbología, ni con el número
de cartas de los mazos de la Europa medieval. Se han adicionado símbolos astrológicos,
cabalísticos, egipcios, orientales, cristianos, vudús, etc., que no tienen la más mínima relación
con la baraja cartomántica y filosófica que alguna vez marcó el inicio de este arte. Ninguna
mezquindad nos mueve a destacar estas imposturas, salvo dejar en claro que en este último
caso estamos hablando de barajas lúdicas distintas al tarot que, si tienen sentido para quienes
las consultan, bienvenido sea.
Distinto, como lo hacen algunos esoteristas, es combinar el uso del Tarot con la aplicación de
otras mancias o artes adivinatorias en forma complementaria, respetando por separado las
normas y tradiciones de cada una. Por eso es mejor evitar el abuso de líneas de trabajo o
acomodos mentales de inspiración erudita que pueden perfilar derroteros inconducentes o,
simplemente, que se traduzcan en divagaciones del tarotista sin ningún sentido para el
consultante.
Erudición e intuición
Destacamos que lo esencial no es asignarle un significado a los arcanos por decisión erudita. Lo
verdaderamente respetable es que esa nueva interpretación funcione u opere espiritualmente
en el adepto o en el consultante. Tal como las obras o tratados alquímicos no le dicen nada al
neófito ni tienen tampoco ningún efecto especial en el estudioso de los mismos, pero sí
tendrían un especial significado e importancia en el adepto o iniciado como proceso interior de
un ejercicio o paso específico y no fruto de la simple lectura mental de un texto.
Para leer o interpretar el tarot es indispensable conocer y memorizar, a lo menos en parte, los
significados que por tradición se le asigna a cada carta. Al ver una de ellas, uno de esos
conceptos se manifiesta en la conciencia del lector y éste puede conectarlo con su
problemática actual, pasada o futura. Dicha problemática, en su movimiento íntimo puede ser
tan compleja como lo es el ser humano y la conexión puede tener a su vez muy variados
senderos y señales de profundidad también variada, según sea la sensibilidad o intuición del
intermediario, lector o tarotista.
28
Constituye una exageración la hipótesis que el tarot Sola-Busca (año 1500) tiene por completo
un carácter alquimístico. La ausencia en la mayoría aplastante de las cartas de los símbolos
alquímicos y la escasa aparición del elemento femenino, virtud que resalta en el tarot desde la
Edad Media, hacen inviable esa osada afirmación. Cabe también señalar que existen
interesantes y bellas interpretaciones del tarot de Marsella, las cuales sostienen una visión
completa basada en la alquimia, las cuales son más poéticas que efectivas. Esto es sin ánimo de
ofender ni despreciar nada, pues, en definitiva, no contamos sino con interpretaciones, o sea,
con hipótesis acomodadas por la mente, dado que los códigos o claves culturales de
transmisión de estos instrumentos se han borrado en el tiempo y no se ha experimentado una
herencia lineal de esta sabiduría –tanto del Tarot como de la Alquimia- de una generación a
otra.
Las dimensiones o formas de trabajo con el tarot.
El Tarot puede ser enfocado, estudiado y utilizado desde diversas dimensiones o ámbitos de
conocimiento. No es posible realizar distinciones tajantes entre esos ámbitos pues nunca se
encuentran barreras absolutas tratándose de las mancias y las prácticas espirituales, cosas
ambas que son carne de este arte. Sin embargo, podrían agruparse en aquéllas que tienen un
enfoque más mental y ésas que tienen en sí una preponderancia intuitiva. Las dimensiones más
mentales son la alquimística, la astrológica y la numerológica. Por su parte, la más intuitiva es
la dimensión meditativa.
Las cartas, en especial los arcanos mayores, pueden ser interpretadas extrayendo señales
referidas al proceso alquímico, realizando analogías que otorguen pistas para los procesos
interiores. Esto no constituye una novedad, desde el momento que en capítulos anteriores se
ha visto las concordancias asombrosas entre la figuración de la tradición alquímica y el tarot
primigenio.
El denominador común de la dimensión alquimística con la dimensión meditativa es que ambas
pretenden efectos operativos, apuntan a inducir una disminución de lo intelectivo, lo egoico,
para dejar paso a la ligazón con el inconsciente personal o colectivo, e incluso con el
inconsciente transpersonal. La operación en curso no sería para provocar una atenuación de
intranquilidad o de moderación de síntomas, sería para potenciar el enfrentamiento con los
conflictos, asumirlos y dar el salto en madurez e integración que corresponda, aunque ello
implique el corte de relaciones sociales, cambio de trabajo o de residencia, etc.
29
Capítulo VI
La alquimia espiritual del Tarot
El alquimista espiritual tiene a su disposición el cuaternario de elementos para transformar la
realidad interna y su desafío es usarlos de manera integrada y armónica. Igualmente, el
tarotista dispone de Fuego, la energía vital, el calor, la motricidad, la chispa divina; de Agua,
los líquidos orgánicos, sus emociones y pasiones; de Aire, el soplo de su respiración que le
mantiene con vida, ideas e imágenes aportadas por el intelecto; de Tierra, su materia corporal,
sensaciones, instintos y pasiones. Los elementos estarán presentes prácticamente en todas
las cartas del Tarot, variando solamente los énfasis o preponderancia de unos u otros.
Azufre, Mercurio y Sal
Para la alquimia mística la sustancia de trabajo es el alma, la cual constituye la materia
universal y transpersonal, es Una. Sin embargo, a escala humana no hay más remedio que
trabajarla en la individualidad, en el sujeto, que es uno mismo. El prototipo del alquimista en el
tarot es El Mago. En El Mago el principio que resalta es el Azufre, aquellas cualidades con una
expresión nítida y definida. Si tienes una identificación con El Mago, has de exudar
masculinidad, iniciativa, audacia, emprendimiento, coraje, energía. Podrás ser inventiva/o,
desplegar movimiento, conquista. Tu intelecto estará dispuesto a actuar, a rechazar la fe dócil
y las ideas ajenas; sentirás independencia de espíritu para elaborar proyectos por ti misma/o.
El número dos entrega un aporte potente, el cual aparece en La Sacerdotisa. Es la
transformación continua de la materia, el movimiento dialéctico de los elementos de género
denominados usualmente macho y hembra, pasivo y activo, rey y reina, cuya interpenetración
dará origen a resultados, algo nuevo. Si conectas con la Sacerdotisa deberás atender que en
ella resalta el Mercurio, las cualidades sutiles, móviles aunque receptivas, aún no condensadas
y que carecen de una expresión definida. Destilarás feminidad, dulzura, calma, recogimiento,
ensoñación, prudencia, modestia. Dispondrás de comprensión, sensibilidad y adivinación.
El tres alquímico aparece ligado a los principios Mercurio, Azufre y la Sal. El Azufre es lo
activo, el Mercurio es lo pasivo, y la Sal es el movimiento que da forma. En la criatura humana,
el primero corresponde a la masculinidad (espíritu), el segundo a la feminidad (alma) y el
tercero a un estado medio armonioso (cuerpo). Al identificarte con La Emperatriz ten en
cuenta que resalta en ella la Sal, por tanto, la sabiduría, el equilibrio, la ponderación y la
estabilidad.
Cuatro Elementos y Quintaesencia
Los alquimistas establecieron que la circulación de los cuatro elementos en el ámbito humano
individual puede tener un efecto de salud o terapéutico capaz de prolongar la vida. Si te
identificas con El Emperador podrás dominar lo físico, tu entorno, tus relaciones,
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desplegando ampliamente tu voluntad y poder. Dispondrás del dominio de los cuatro elementos
para obtener buena salud para ti y proporcionarla a otros, también.
Al fusionarse la serena emotividad del dos y el pragmatismo racional del tres, se obtiene el
cinco, la síntesis de racionalidad y emoción. Al conectar con el Sumo Sacerdote facilitarás el
control de tus emociones permitiendo que se despliegue el potencial de tu intelecto y que éste
respete las señales intuitivas. Tendrás un acercamiento al centro aglutinador del conjunto de
tus elementos o capacidades.
El Matrimonio Alquímico
El Matrimonio Alquímico es representado en el número seis, el cual sintetiza la unión de las
cualidades del Fuego y el Agua, espíritu y materia. Representa la oportunidad de escoger
entre el equilibrio u optar por una actitud desmesurada. Se trata de la unión del rey y la reina,
de lo activo y lo pasivo, de lo agresivo y lo acogedor, del emprendimiento y lo contemplativo, en
suma, la síntesis de los opuestos. La conexión con el arcano Los Enamorados te da la
oportunidad de avanzar en la unión de mente y cuerpo, la aceptación del contrario íntimo.
Integrarás mejor lo intelectivo y lo instintivo. Vivenciarás cómo tu conciencia acepta e integra
la dualidad opuesta, dando fin al retorcimiento interior.
El Septenario y la Sabiduría
La concepción alquímica de los siete metales refuerza lo planetario, la relación con las
potencias universales, representadas por dioses y cuerpos espaciales orbitando en el cosmos.
Pero “como es arriba es abajo”, el siete representa los factores de la personalidad fundidos
en una expresión concreta del ser humano que avanza muriendo y renaciendo a nuevos niveles
de madurez física y espiritual. La inspiración en el arcano El Carro es una oportunidad de
triunfar sobre lo que te desvía de la autoconciencia, o sea, de las pasiones espontáneas del
instinto y de los mensajes tortuosos de la mente. Si te dominas y tomas un camino definido
tienes poder cual si fueras una divinidad.
Hoy, inmersos en la modernidad, tenemos escasas oportunidades de conectar con lo remoto, lo
que se pierde en la noche de los tiempos, con la tradición. Tradición significa transmisión de
una sabiduría inmemorial. El anciano del Ermitaño es una figura que refleja lo antiguo, el saber
que se ha recibido por tradición y que se ha heredado de otros que fueron ancianos sabios en
su momento. Si te ligas a este arcano abres una ventana hacia lo iniciático. La ligazón con lo
originario, lo instintivo, se expresa cuando lo mental ha sido apaciguado y se te ofrece una
solución que está más allá de la lógica, de lo lineal y lo temporal. Has dado un paso más para
lograr tu peculiaridad más interna, o sea, conseguir la autorrealización. Recuerda: no es
egocentrismo sino individuación.
La Transmutación
Palabra clave en el lenguaje alquímico es transmutación. La alquimia persigue la conversión del
ser humano imperfecto en una personalidad más cercana a la perfección. La inspiración
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conseguida a través de La Fuerza puede conducirte de un estado espiritual amorfo, difuso,
deprimido, dubitativo, hacia un estado espiritual cristalino, estructurado, radiante, decidido.
Los procesos alquímicos tienen, en general, como fase inicial, la capacidad del adepto de
dominar su función mental, de tal manera que las ideas, imágenes u obsesiones sean
mantenidas al margen. La(el) interesada/o tendrá que focalizar su atención tanto en la
conciencia de sí como en atender sólo los temas relacionados con el proceso que se ha iniciado,
de tal forma de impedir a la mente que eluda los problemas que deba enfrentar. El control
mental te coloca en el umbral de la meditación. La gran oportunidad de conectar con El
Colgado es unirte contigo misma/o. Las fases que vengan incluirán el dominio de tus emociones,
alejando temor y ansiedad; el dominio de lo corporal, pues tu cuerpo se encontrará relajado;
sin ninguna distracción que te aleje de ese vasto océano que es el inconsciente. El Colgado
sufre en el Árbol de la Vida y expiará en él para reunificarse con su origen y renacer a una
nueva vida.
La nigredo y la unión con la mente
Punto crucial en el avance del alquimista espiritual es la conciencia del cambio interior. Nadie
puede sustituir a la individualidad en esta instancia operativa espiritual, ni las lecturas de
textos, ni los consejos de amigos y terapeutas. Te encontrarás sola/o enfrentada/o a ti
misma/o. El arcano Sin Nombre representa la comprensión del cambio así como la
determinación de romper con lo actual. Conectar con el arquetipo de La Muerte es tu
oportunidad de convertirte en alguien diferente. El arcano encierra un concepto potente y
bello, la posibilidad de que se repita -en términos virtuales- un acto maravilloso y
simultáneamente doloroso como es nacer, dejar atrás la incomprensión y empezar a vislumbrar
una señal esperanzadora. ¡Corta con una situación de abatimiento moral e inicia otra de mayor
autoestima!.
Llegará el momento de conseguir otra de las uniones alquímicas fundamentales, la unión con la
mente, conocer y aceptar tus aspectos oscuros. Aunque todos los arcanos pueden esconder en
potencia una amenaza, pues en cada uno de ellos se puede identificar una carga negativa, el
arcano El Diablo representa explícitamente al arquetipo de la sombra. A lo largo de tu vida
fuiste acumulando sucesivas represiones que ejercen tanto la colectividad como tu propia
individualidad sobre sí misma, lo no deseado, lo calificado maligno, indecente, atemorizante,
etc. Recuerda que un factor clave es sentir una amenaza concreta e inesperada junto con
cierta tensión angustiante. El Diablo anunciará ese momento crucial y te inspirará para
superar la tensión y dejar paso a la armonía y al disfrute de la vida.
La caída del Yo y el imperio del inconsciente
El Ego –la unidad pretenciosa que imagina aglutinar el todo interior- y la mente -su función
activa- acaban por acostumbrarse a un esquema sobre el entorno y la individualidad. Sin
embargo, ese presunto equilibrio puede dar un traspié en términos espirituales. El arcano La
Torre representa la caída del Yo y la conciencia mental. Si aprovechas la oportunidad de
conectar con este arcano en momentos que se produce una crisis causada por un elemento
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externo que somete a prueba tu integridad, se agrietan tus esquemas de comprensión y los
mecanismos de relación con el entorno, no temas que tu edificio virtual se venga al suelo, pues
se abre la oportunidad de comprender, reconstruir y fortalecerte, poniendo más cuidado.
El ámbito oculto del ser se constituye por elementos sobre los cuales no se accede de manera
directa –con lo cual dejarían automáticamente de ser inconscientes- y que se hacen presentes
a través de símbolos e imágenes. Si la presencia virtual de imágenes desconcertantes y
repetitivas es asumida positivamente, su mensaje deja de enfrentarse dolorosamente, para
hacerse consciente de alguna manera y ser integrado al conocimiento de ti misma/o. Todos los
arcanos del Tarot contienen en potencia la oportunidad de hacer conectar al operador con el
inconsciente colectivo. Sin embargo, La Estrella representa per se la aparición de esa
oportunidad. Por esto, es indispensable una disminución del nivel mental, un ligarse
intuitivamente al inconsciente, para que los arquetipos puedan aflorar y entregar el mensaje
que se hace indispensable descifrar. El Tarot es sólo uno de los instrumentos que pueden
abrirnos las puertas de nuestro mundo oculto, como también la meditación, la ensoñación
consciente, el análisis de sueños, el uso de alucinógenos, ejercicios respiratorios y
espirituales, etc.
La Plata y el Oro
Tempranamente los antiguos captaron la secuencia de los ciclos: las estaciones, la
reproducción, la menstruación, el crecimiento vegetal, el paso de los astros, el envejecimiento.
La idea perfilada mediante el ciclo es la repetición ordenada de fenómenos en el tiempo y,
siendo la luna un astro que se expresa de variadas maneras en forma cíclica, la humanidad lo
usa como su símbolo. La Luna era otro de los nombres alquímicos de la Plata o Reina, una fase
avanzada del proceso de purificación pero que conducía a una obra limitada. La ligazón con
este arcano evoca el desafío de controlar las emociones y los sentimientos, la animalidad o los
instintos, para que no interfieran en tu proceso de perfeccionamiento.
El arcano El Sol es precedido por el arcano La Luna, es decir, la certeza tendrá que sustituir a
la ambigüedad. La aparición de El Sol anuncia que el ser es capaz de constatarse a sí mismo
como ejecutor de la decisión escogida y su conciencia se nutre de plenitud, al haber conciliado
la inspiración del alma y la comprensión de la mente. Para los alquimistas El Sol, Rey u Oro, es
la culminación de la Gran Obra, es haber obtenido el material capaz de convertir en realidad la
purificación metálica, por haber mezclado correctamente las sustancias adecuadas. Sentirse
iluminado por este arcano representa la oportunidad de enlazar con un elemento funcional
para que las cosas resulten, produciéndose el efecto requerido. El agente apropiado puede ser
tanto un elemento, persona, institución, situación externa, etc., como una disposición anímica,
un evento espiritual, etc., que precede al hecho concreto. La señal te permitirá identificar
intuitivamente al agente externo para acercarte al lugar y momento en el cual aporte su
resultado.
33
Renacimiento y totalidad
El conocimiento de sí mismo y de las cosas, la conciencia del ser y su entorno, avanza
aparejado de una visión más amplia de ambos y del todo que los abarca. Se tendrá ante sí un
panorama universal. El arcano El Juicio representa esta conciencia holística de un renacer en
un nivel más maduro. La conexión inspirada por este arcano puede entenderse no sólo como una
extensión simple del entendimiento, sino como una relación de conocimiento con el cosmos, el
inconsciente colectivo o la comprensión de experiencias atribuidas a vidas pasadas o a etapas
perinatales. La gráfica del arcano es elocuente, el ser emerge desde la muerte ritual, ha
perecido una forma de la individualidad y surge ahora transmutada, más libre de cargas y
culpas, con menos contradicciones, se han superado algunas dualidades, se está más cercana/o
al centro que nos es propio. La carta puede insinuar el desafío de acceder de manera formal a
recibir la enseñanza de la tradición universal.
Corresponde poner atención sobre la tercera unidad aspirada por los alquimistas, la unión de
mente y cuerpo con el universo o totalidad. Ésta corresponde al Uno Mismo, el centro
regulador de la psique, una fuerza transpersonal que trasciende al ego. Se trata de ti misma/o
en tu completitud oculta. C. Jung opinaba que el sí mismo es tanto el centro como la esfera
que abarca lo consciente y lo inconsciente; es el centro de esta totalidad, así como el ego es el
centro de la conciencia. Aparecerá en tus sueños como un rey, héroe, salvador, o bajo la forma
de un círculo, cuadrado, cruz, cuatro personajes interactuando o una dualidad unificada. En el
arcano El Mundo la dualidad unificada se muestra como andrógino encerrado en un óvalo,
teniendo a su disposición las energías universales incrustadas en las propiedades elementales
alquímicas. ¿Cómo llegas hasta ti misma/o y simultáneamente a lo universal?. La Inteligencia
Universal le enseñaba a Hermes Trismegisto que usara el estado de meditación: no cuerpo, no
mente, no emoción. Observa las Figuras 27 y 28.
Figura 27, Arcano El Mundo del tarot de Marsella (fuente Ediciones Orbis) y Figura 28, el rebis o andrógino de los
alquimistas (fuente chez-alice.fr).
34
La autoaceptación
Sólo por la sincronía del mundo arquetípico, espontáneo, resulta como cierre de los misterios
alquímicos la noción de experiencia límite, una idea esencial dentro de las grandes corrientes
de la espiritualidad humana, pues encierra la clave de la unidad anhelada por los seguidores del
camino. El arcano El Loco puede ser indicio de un momento trascendental para la (el)
iniciada/o, el cual puede incluir diversas situaciones de tipo creativo, estético, amatorio,
orgásmico, místico. Se trata de experiencias que cambian a la persona y su percepción del
mundo. Lo esencial de tales vivencias es la integración dentro de la persona y entre la persona
y el mundo, es decir, la unificación buscada por los alquimistas. Por un momento, las
polaridades y disociaciones internas tienden a resolverse, la guerra civil interior no se gana ni
se pierde, sino que se trasciende. La persona se abre más a las vivencias, abatiendo en cierta
medida el nivel mental, y se hace más espontánea, característica esencial de la creatividad en
la persona autorrealizada, quien acepta y abraza su ser más profundo en lugar de temerlo y
rechazarlo.
35
Capítulo VII
La triple unidad alquímica en el Tarot
Los alquimistas místicos pretendían superar las dualidades u oposiciones, las contradicciones
internas. ¿Para qué?, para llegar a la unidad, alcanzar el uno mismo, la perfección espiritual u
oro del alma y la salud perfecta y vida eterna.
Un tema de siglos
Los primeros alquimistas –primeros siglos de la era cristiana- reconocieron una sola unión o
síntesis de los opuestos: la de lo masculino con lo femenino, proceso que se simbolizó de
diversas maneras aunque la más recurrida es la de “matrimonio alquímico”. Sin embargo, con el
tiempo –fines edad media europea- otros alquimistas llegaron a concebir la necesidad de
realizar tres uniones: la Unio Mentalis, o unión mental; la unión de mente y cuerpo; y la unión
con el Unus Mundus. Es posible interpretar en términos psicológicos bastante delineados
dichas uniones, tal como lo hizo Jung en su monumental obra Mysterium Coniunctionis.
La unión mental se refiere a la comprensión y aceptación de nuestro inconsciente, la
superación de los propios aspectos oscuros y retorcidos. Para llegar a eso, la persona debe
modificar su ligazón inconsciente con el cuerpo, sus impulsos básicos o animales y las
emociones. Una vez realizada la comprensión y aceptación de sus deseos prohibidos podrá
encauzar el dominio de los mismos.
La unión de mente y cuerpo se refiere a la comprensión de los tradicionales opuestos
masculino y femenino, la relación dialéctica entre anima y animus, así como de diversos otros
opuestos contenidos en el inconsciente colectivo, a cuya superación e integración se podrá
acceder a través de la meditación activa o divagación consciente, acompañado de un proceso
de interpretación de dichas vivencias virtuales. Otra forma de expresar esta unión es la
superación de la contradicción intelecto-intuición, es decir, aprovechar la oportunidad de
disponer tanto del poder razonador de la mente como de seguir los llamados de la intuición-
instinto o conocimiento instantáneo.
Finalmente, la tercera síntesis del proceso alquímico se refiere a la unión de la individualidad
con el Unus Mundus o totalidad, es decir, la capacidad de trascender y de dejar de
diferenciar entre nuestra mente y nuestro cuerpo como entidades aisladas distintas del
entorno, superando la ilusión de los sentidos, es decir, el logro de un estado de conciencia
holotrópica, inefable y numinoso, conseguido a través de psicotrópicos o mediante ejercicios
espirituales meditativos.
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Una transmutación espiritual
El logro de las tres uniones planteadas por los alquimistas no cabe duda que no es cosa de unos
pocos ejercicios espirituales, muy al contrario, es una tarea de vida. Quienes conscientemente
pudieran aspirar a una existencia más plena, emprendiendo el laborioso camino de la síntesis
personal, han de hacer claridad sobre los alcances de un objetivo tan ambicioso y gratificante,
por lo cual es bueno disponer de un mínimo marco conceptual para la comprensión de la triple
unidad.
1º El encuentro íntimo
La persona se ha dado cuenta que debe brindarse una oportunidad de cerrar las puertas a
todo lo que distrae a la conciencia, sea la mente con sus ideas e imágenes, sean las emociones
y sentimientos, sea lo corporal y los apetitos instintivos. Lo íntimo es usted mismo y no los
resultados o manifestaciones de su ser en el mundo dimensional. Podrá encontrarse consigo
mismo. El observador explorará en las dimensiones ocultas, en el lugar sagrado interior, quizás
meditando, analizando sus sueños, evocando el pasado hasta que los recuerdos decanten en un
marco de madurez.
2º Centrarse
La necesidad de intimidad es un llamado espontáneo a conectar o intentar conectar con el
centro desde el cual se impulsa el giro de la rueda de la vida propia. Se ha sentido el llamado a
tomar conciencia de sí, apartándose y mirando el devenir desde una posición inmóvil, un centro
de serenidad.
3º Individuación
Expresado en palabras de especialistas, los estados de intimidad y centramiento anuncian el
requerimiento de avanzar en el proceso de individuación, de viajar hacia el logro de la
peculiaridad más íntima, o sea, la mismación o autorrealización. Es el desafío de toda la vida,
suya, mía, de todos. Se nos advierte de no confundir la individuación, el acercamiento a Sí-
mismo, es decir lo central del inconsciente colectivo o el alma que abarca Uno mismo y todos,
con el devenir mental del Ego. Si así fuese, no se trataría de individuación, sino de
egocentrismo.
4º Ansia de renovación
Es obvio que el proceso buscado implicará una transformación de la individualidad. El ser
actual, poluido y desorientado, espera la sustitución por un ser maduro y limpio, liberado de
cargas. La renovación equivale a la transmutación alquímica, en la cual los metales viles llenos
de contaminaciones habrán de ser paulatinamente sustituidos por metales nobles. La
contaminación expresada en la mentira y la inconsecuencia se habrá reemplazado por el oro de
la verdad. Si efectivamente estamos frente a un hito en la vida personal, la transformación se
expresará en un cambio de forma, de faz, de estilo, apareciendo una nueva manera de
vestirse, de llevar el cabello, de cambiar de casa, de territorio o de empleo. La renovación que
se originó en la transmutación alquímica, que nos indujo incluso a un cambio de nuestra
apariencia, nos proporciona una nueva manera de ver el mundo, las cosas, los seres, nuestra
inclusión en él y, especialmente, la manera sentirnos interiormente. Hay disposición no sólo a la
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conciencia de sí sino a una mejor comprensión de la otredad, a colocarse en el lugar de los
demás, a comprender su hoy, su pasado y a intuir su futuro.
6º Combinando los contrarios
El alquimista espiritual reconocerá sus luchas internas y procurará la armonización o
combinación de contrarios. La tarea es buscar la correspondencia entre diferentes aspectos o
estructuras del sí mismo, del espíritu o de la personalidad en una proporción que entregue
serenidad y disfrute a la individualidad, un estado que produzca sensación de placidez y
alegría. Se podría expresar también como el encuentro con un arquetipo en un punto de
equilibrio activo. Se habría logrado un acorde entre las pulsiones del inconsciente y la
estabilidad del ego. Se busca que se exprese la capacidad de moderación y, al mismo tiempo,
dar una señal externa de esa armonización. Una trampa: el peligro de templar sólo en lo
externo. Llevarse bien con los vecinos, desplegar cierto liderazgo en el trabajo no sería
suficiente. Frecuentes ejemplos de personas agradables y leales, padeciendo graves dolencias
psicosomáticas, hablan a las claras de ignorar la falta de resolución de un conflicto interior.
7º El triunfo es la liberación.
La comprensión nos coloca en el camino de la liberación, en la vía del desprendimiento de las
cargas sobre nuestro espíritu, pues ni más ni menos que un gravamen ha de resistir la
individualidad que no ha logrado redimir sus contradicciones. Entender el origen de lo que nos
oprime y asimilar emocionalmente dicha comprensión se equipara a la cancelación de una
suerte de impuesto aplicado a nuestra vida espiritual. La liberación de la opresión dará paso a
una sensación de totalidad, de estar en la plenitud de una etapa de la vida. Ha sido un premio
al esfuerzo y al doloroso cambio.
8º La existencia es un ciclo.
Las transmutaciones interiores están impregnadas de un sentido cíclico. Todo ciclo, al
cerrarse, no hace más que inaugurar otro, el cual se encontraba larvado o condicionado por el
ciclo anterior. Lo único fijo y eterno es el movimiento en sí, las etapas o fragmentos son
perecederos.
La unión con la mente
Diversos son los estados de ánimo que se pueden experimentar estando en manos de lo oscuro.
Las ideas fijas pueden desembocar en un resultado trágico. Lo mismo acontecería con la
angustia de ser víctima de un peligro real o imaginario o de perder algo o a alguien. Otra
alteración no controlada es el impulso irrefrenable de poseer o someter personas o cosas.
Estos estados tienen un común denominador: el apego a la obsesión, el miedo y el deseo. Una
inercia arrastra a la individualidad de no realizar las medidas correctivas que eviten la
autodestrucción. Por eso el desapego representa el triunfo sobre la mente y las emociones.
La realización de un acto dañoso para otra persona -o no haberlo evitado estando en posición
de hacerlo- puede causar un pesado sentimiento de responsabilidad no asumida. Tener la
desidia de no reparar el daño causado puede ser tanto o más penoso que el sentimiento de
culpabilidad por la realización del daño mismo. Una manera de superar esta situación es
38
enfrentar la culpa dando pasos concretos de reparación hacia los afectados o, ante la
imposibilidad de remedio de lo pasado, utilizar una acción símbolo que represente el cambio de
actitud.
Evitamos que se dejen expresar nuestros aspectos escondidos, los eludimos tan astutamente
sin saber que nos causamos una neurosis, un mal. Nuestra libido, especialmente su contenido
sexual, es refrenada, acumulando energías que tarde o temprano buscarán una expresión. Si la
represión instala sólo un barniz de civilización sobre nuestra constitución animal, podríamos
terminar en la agresión o la autodestrucción, la timidez, el suicidio, el alcoholismo, la
drogadicción. La robustez de las energías inconscientes puede acabar en el reverso de la
represión, tal como una exaltación aparatosa de nuestro ánimo, sea como deseo sexual, ansia
de poder, furor o el arrebato del discurso profético.
Al considerar a la oscuridad como un enfrentamiento se lo puede analogar con los mitos
arcaicos, otorgándoles un papel colaborador en la comprensión del tema. Por ejemplo, el héroe
heleno Teseo (el Ego, la mente) debe descifrar el intrincado laberinto (la vía temible, sin
mapa) que conduce hacia el monstruo Minotauro (la bestia interior torturada y criminal) y
llega hasta él para darle muerte (la comprensión cara a cara del secreto del arquetipo y la
superación del conflicto). Algunas representaciones del combate los muestran entrelazados,
pues forman parte uno del otro. El resultado será la demolición de la personalidad sometida a
los apegos a través de comprensión y auto aceptación.
La unión con la mente de los alquimistas es el antiguo “conocerse a sí mismo” y es la moderna
“integración con la sombra”. Desplegando ante nosotros las cartas del Tarot, se verifica que
todos los arcanos potencian una sombra, pues en cada uno de ellos se puede identificar un
opuesto o carga negativa. O sea, la sombra es un colectivo variado, sólo que el ser satánico del
arcano 15 El Diablo representa más explícitamente al arquetipo. Como ya se insinuó, nos
referimos a los aspectos ocultos de uno mismo, tanto positivos como negativos, que han
permanecido reprimidos y el ego no reconoce. En cierto lugar virtual se van acumulando las
sucesivas represiones que ejercen tanto la colectividad como la propia individualidad sobre sí
misma. Lo no deseado, lo calificado como malo, indecente, reprobable, impresentable
socialmente, lo atemorizante, etc. En la acumulación de represiones cada cultura hace su
aporte. En la cultura cristiana la sexualidad forma parte de ese mundo aparentemente
adormecido pero que dispone de una energía bullente que se expresará querámoslo o no. Debe
recordarse que “La sombra debe amenazar la conciencia” y para realmente amenazar debe ser
concreta e inesperada. Agréguese que debe darse una tensión que descoloque al individuo. El
arcano El Diablo anuncia un momento crucial, en el cual el arquetipo pugna por expresarse y,
superada la tensión y comprendido el mensaje, sobreviene la armonía y se recupera el gusto y
disfrute de la vida en el terreno en el cual se expresaba la amenaza.
La unión de mente y cuerpo
La aceptación del opuesto interior fue simbolizada por los alquimistas como el matrimonio
alquímico. Este salto de avance en la individuación corresponde a la integración de lo
intelectivo y lo instintivo, de lo cultivado y lo natural, de lo civilizado y lo animal. O, también, a
39
la comprensión del juego entre anima y animus, los arquetipos opuestos y complementarios de
la racionalidad ordenada y la intuición caótica. En el arcano 06 Los Enamorados, versión
medieval, aparece un varón y una fémina frente a un sacerdote u oficiante de su unión, la cual
es consagrada en el rito matrimonial. El acuerdo realizado en forma libre y consciente de dos
adultos de distinto sexo simboliza la unión de los opuestos. Los dos elementos de diferente
género son invitados ceremonialmente a fundirse en uno solo. El sacerdote sería “el testigo”
que representa la conciencia en el momento de constatar, aceptar e integrar el conflicto
entre el intelecto mental y el inconsciente intuitivo, poniendo fin al retorcimiento interior.
La unión con el universo
La unión de la mente y el cuerpo con la totalidad corresponde a trascender lo personal. Es
difícil tanto describirla como vivenciarla. Es la unidad reivindicada por todas las grandes
corrientes espirituales de la humanidad como el más preciado valor, el verdadero oro
espiritual. Quienes son capaces de experimentarla la ligan con un instante numinoso, inefable,
de completitud, en la cual la disolución en el todo se percibe como un momento de serenidad y
éxtasis. En términos psicológicos, se entiende como el acercamiento más pleno al Sí Mismo,
centro regulador de la psique, un poder transpersonal que trasciende al ego, o si el lector lo
quiere de otra forma, se trata de él mismo en su completitud oculta. Se agrega que el sí mismo
es toda la esfera que abarca tanto lo consciente como lo inconsciente y, al mismo tiempo, es el
centro de esta totalidad, así como el ego es el centro de la conciencia.
En el arcano 21 El Mundo del tarot, versión Waite-Smith, la dualidad unificada mente-cuerpo
se presenta antropomórfica, como un andrógino encerrado en un óvalo, que tiene a su
disposición todas las energías del universo representadas por las propiedades elementales
alquímicas. Sin embargo, su representación no garantiza que se haga realidad. Disponer de un
mapa no avala la exploración real del territorio. ¿Cómo acercarse a “Dios dentro de
nosotros”?. ¿Cómo se llega hasta sí mismo y simultáneamente a lo universal?. El camino podría
ser el insinuado alguna vez por la Inteligencia Universal a Hermes Trismegisto, la práctica del
estado de disolución: no cuerpo, no mente, no emoción. La triple grandeza del legendario
sacerdote vendría quizás de ser el portador de la triple unidad.
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Capítulo VIII
Tarot: carruaje iniciático
El fuerte rito iniciático tradicional simboliza mediante la muerte y la resurrección los cambios
trascendentales de la vida humana y aparece plasmado en los arcanos del Tarot.
Nacimiento y Renacimiento
Si consideramos las experiencias naturales del ser humano –excluyendo la muerte-
posiblemente no exista ninguna otra más dramática ni que marque de manera más profunda
que el fenómeno del nacimiento.
Después de disfrutar varios meses en un medio acuático formando los órganos que le serán
esenciales para futuro, después de una existencia inicial placentera cuyo estado espiritual ha
sido asimilado a una “conciencia oceánica”, este ser indefenso experimenta ahora un cambio
brusco, salvaje, de las condiciones de su existencia. En el noveno mes, se desencadena un
proceso de desplazamiento no deseado para esta minúscula heroína o héroe anónimos. Fuerzas
potentes y desconocidas en medio de ese ambiente desprovisto de luz, le empujan hacia el
fondo de la cubeta que lo contiene, se evacuan la mayor parte de los líquidos protectores y es
precipitado hacia el interior de un inamistoso túnel. La sensación es de un extremo terror,
cuya analogía más cercana es ser tragado por un remolino gigante, por una fuerza descomunal
de succión. Completado este proceso de encaje del feto, comienza la etapa de paso por el
conducto vaginal. Las fuerzas amenazadoras y extrañas se multiplican a su alrededor, le
comprimen, le empujan, le azotan, le asfixian. El miedo de este ser desvalido se hace máximo y
la sensación de peligro de muerte se hace más patente y angustiante. La presencia y el olor de
la sangre y de las secreciones de otras vísceras hacen aún más horrenda la experiencia.
Expulsado/a finalmente del vientre acogedor, cae en medio del mundo tridimensional en el cual
se ve obligado/a a ingerir un nuevo fluido, el aire, donde ha de utilizar otros órganos y a sentir
el roce brutal de los cuerpos, del sonido y de la luz. La angustia sólo se repliega
definitivamente al contacto con el alimento proporcionado por el pecho materno.
La Iniciación
Los pueblos antiguos sintieron especial respeto por la experiencia del parto, sacralizándolo de
diversas formas y, dadas sus características traumáticas desde el punto de vista del feto y
de la sensación de muerte para aquél, lo consideraron tanto un nacer como un renacer, tanto
un inicio como un re-inicio. Tuvo tal importancia que fue tomado como símbolo sagrado en
diversos ritos, conocidos en conjunto como iniciación. Entre los ritos iniciáticos se puede
mencionar aquéllos de paso a la adultez o de integración a la comunidad, los de incorporación a
cofradías religiosas o de sanación, los de grupos secretos o esotéricos, los de maestría
espiritual, etc.
Para un/a occidental contemporáneo/a, inmerso/a en la cultura moderna, resultaría asombroso
e inaceptable que los líderes espirituales de su comunidad pasaran por su vivienda y le
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establecieran una fecha –con carácter obligatorio- para enviar a su hijo/a adolescente a un
retiro forzado, en compañía de los restantes jóvenes de la localidad, ser apartados, sometidos
a dietas especiales o ayunos, adoctrinamiento, marcas corporales o tatuajes e inconfortables
pruebas físicas y espirituales, todo ello sin las finalidades utilitarias modernas y sin poder
ejercer la libertad de trato y de educación que hoy habría de los padres sobre los hijos. Sin
embargo, tales actividades rituales persisten y aún pueden encontrarse en diversas etnias de
América, África y Asia, son valoradas por las sociedades tradicionales, consideradas
indispensables para integrar a los/as jóvenes a su entorno social, con nuevas
responsabilidades y nuevas libertades. Desde el término del ritual iniciático, tendrán la
obligación de procurarse alimento o producir; a cambio, dispondrán de la libertad de tener
relaciones sexuales, casarse y procrear. En la práctica, toda la comunidad los considerará, de
ahora en adelante, como nacidos a la vida adulta y muertos o fallecidos a la vida infantil
Iniciación especial es la de los/as chamanes/as, en las cuales el objetivo es dar por muerto al
ser corriente y conseguir la resurrección de lo divino-mágico, transformándose en el
instrumento de comunicación de los dioses con la comunidad y vice-versa. Otras iniciaciones
tradicionales corresponden a las sociedades secretas, generalmente integradas por cofrades
de un solo sexo. Actualmente, en la modernidad, se mantiene este tipo de rituales iniciáticos
de incorporación en los grupos esotéricos, como los francmasones y las organizaciones de
tradición hermética o gnóstica. En estos casos, la muerte ritual sigue siendo símbolo de nacer
a una realidad que sólo pueden experimentar los hermanos secretamente juramentados. En
Oriente, existen las iniciaciones en que un maestro de mayor grado confiere la maestría a un
iniciado, ritualizando el nacimiento a la capacidad docente, o sea, el arte de transmitir un
conocimiento sagrado.
El Proceso Iniciático
La iniciación se entendería como un proceso. Se trata de una secuencia de fenómenos internos
y externos que tienen un comienzo y un final. Cuando decimos breve, podría ser algunos
minutos u horas. Cuando largo, podrían ser días, meses o algunos años, como aún puede
acontecer en grupos apartados de la civilización occidental moderna. Se agrega al factor
proceso el factor viaje o desplazamiento. Tanto las ceremonias antiguas como aquéllas que
restan en el mundo moderno, incluyen la consideración mítica del iniciando cual un héroe que
realiza un viaje legendario, desplazamiento virtual en el cual pasará por pruebas rituales,
recorriendo otras realidades o dimensiones, como un espíritu o fantasma que, al final,
triunfante, retornará a la vida entre sus iguales.
La iniciación se entiende en el marco de una tradición, contexto en el que un conocimiento
ancestral, trascendental o secreto, requiere ser transmitido al candidato, de maestro a
discípulo. Iniciación es equivalente de transmisión. No sólo se transmite las formas del ritual,
sino, además, historias o mitos sobre el origen de la comunidad o de la cofradía, símbolos
específicos, palabras y gestos especiales o saludos reservados a los iniciados.
Se subraya que el proceso comporta un rito, ceremonia normada mediante riguroso protocolo
de los pasos ceremoniales. En las sociedades arcaicas dicho protocolo se mantiene por
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tradición oral, a través de determinados líderes que cumplen funciones sagradas. En las
sociedades modernas, los protocolos están registrados en papel y se mantienen bajo secreto o
discreción.
Un sentido de cambio
El sentido profundo es el cambio. El entorno espera un cambio de parte del candidato, quien
deberá vivenciarlo tanto en sus sensaciones físicas, como experimentarlo en su espíritu,
sentirse y verse a sí mismo diferente. La ceremonia iniciática, llevada a cabo en un lugar
consagrado, confiere la posibilidad de ir más allá del Yo, de la personalidad, y de adentrarse
en el inconsciente y lo trascendente, de experimentar el trance o el arrobamiento, una
comunión indefinible sea con lo divino, sea con el alma. La iniciación marca un comienzo, el
envión inicial para que la individualidad participante pueda avanzar un paso más en su
autodominio, el cual sólo podrá conseguirlo mediante el autoconocimiento y la auto aceptación
de su realidad interior y ¿por qué no?, hasta la auto sanación que provee de paz a una
conducta neurótica.
Finalizado el ceremonial, el iniciado será tratado de manera diferente por quienes le rodean.
Debería ir adquiriendo una suerte de madurez, aplomo y solvencia. No hay cambio externo que
no sea fruto de un cambio interior, el cual fue desencadenado por la ceremonia iniciática.
Las religiones inmersas en la modernidad, a pesar de su estilo marcadamente exotérico,
continúan usando ceremonias iniciáticas tanto para sus creyentes como para sus sacerdotes.
¿No le suena cercano a los católicos la aplicación de los llamados sacramentos, uniones con la
divinidad en distintos momentos de la individualidad?. El ser humano común, incluso en el
ámbito de su Ego, puede ir experimentando el morir y el renacer. Cada vez que se adquiere un
conocimiento, se muere a la ignorancia y se nace al saber; cada vez que la vida golpea con una
frustración o un gozo, no somos los mismos después del fracaso o del éxito. Hasta las burdas
ceremonias de recibimiento de estudiantes en la universidad o la imposición de pagos de
comida a quienes se incorporan a un trabajo, no serían más que restos descompuestos de
tradiciones más nobles.
Herramienta oracular e iniciática.
El Tarot, libro de imágenes bajo el aspecto de una baraja, es un instrumento que clasifica
dentro de la cartomancia. Se conservan cartas de tarot que se remontan al siglo XV así como
registros de su existencia en documentos del siglo XIII. Esta baraja cartomántica tiene un
valor múltiple: esotérico y de conexión trascendente o psíquica. Presenta elementos de
fuentes antiguas y casi míticas: Hermetismo, Alquimia, Numerología, entre otros. Cada carta
recibe el nombre de Arcano, es decir, secreto. ¿No juramentan las hermandades guardar el
secreto de la ceremonia iniciática?. El iniciado en sus significados no sólo quisiera conocer el
futuro, sino también encontrar respuestas a inquietudes espirituales y anímicas más
profundas, desafíos, cargas, sombras, angustias y ansiedades inexplicables. Podrá pasearse
por los arcanos como en un mapa o sendero que le orientará en los vericuetos de su laberinto
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interior, descubriendo sus monstruos y sus dioses, los momentos de cambio interior y las luces
de su renacer.
Para un neófito el tarot no pasará de ser una abigarrada y caótica multitud de cartas y de
signos. Para el iniciado o tarotista habrá disponible señales, que al cruzarse, irán tejiendo una
red, mostrando posibilidades que tarde o temprano pondrán a la vista un hilo conductor. Irán
apareciendo hitos relevantes de la vida personal, se constelarán oportunidades de cambios
importantes, se mostrarán las pruebas que la vida depara. No sólo eso, saltarán a la vista los
momentos en los cuales es posible un camino espiritual, de madurez y perfección, en suma, de
servicio a quienes deberán, a su turno, despertar. Abriéndose a un enfoque distinto del tarot,
que favorezca descubrir elementos iniciáticos entre la variada y jamás superada simbología
que contiene, nuevas rutas se ofrecerán a los ojos ávidos de señales esperanzadoras. Algún
arcano inspirará para golpear la puerta de una cofradía y postular su admisión, otro,
estimulará estudiar en profundidad alguna disciplina esotérica o alguna técnica de sanación,
más allá, alguno dará pistas para establecer una nueva ética, más rigurosa y generosa, en el
tratamiento de los consultantes.
Significados iniciáticos del Tarot
Convendría que demos una mirada a algunos de los arcanos mayores del Tarot en los cuales es
más llamativa la herencia iniciática que parecen esconder.
Arcano sin número. El Loco. Es el viajero, el individuo que se arriesga, que
sale a la aventura de conocer y conocerse. Se asimila a la figura del
neófito que ha comenzado el proceso de búsqueda de Sí Mismo. No sabe
dónde golpear ni preguntar, probará una y otra vez hasta que encuentre la
puerta o el punto de partida de su laberinto interior. Lo que su conciencia
no sea capaz de advertir lo captará su instinto.
Arcano 07. El Carro. El dosel tiene prendido un paño tachonado de 12
estrellas, signos del zodíaco que representan el Universo, el cual, como un
espejo, refleja el mundo interior. El vehículo es símbolo de viaje, de
proceso, de iniciación, de movimiento traslaticio que marca la madurez del
neófito al ofrecerse voluntario a la iniciación. Se ha escogido un sendero
del cual no se puede retroceder.
(Ismael berroeta)   Alquimia y tarot
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(Ismael berroeta) Alquimia y tarot

  • 2. 3 Contenido Capítulo I Buscando la Alquimia 3 Capítulo II ¿Es posible la Alquimia operativa? 8 Capítulo III Coincidencias gráficas del Tarot y la Alquimia 13 Capítulo IV El Tarot y las propiedades elementales 20 Capítulo V Un juego desconcertante 24 Capítulo VI La alquimia espiritual del Tarot 28 Capítulo VII La triple unidad alquímica en el Tarot 34 Capítulo VIII Tarot: carruaje iniciático 39 Capítulo IX Los arquetipos en el arte y el tarot 45 Capítulo X El cuaternario alquímico en los sueños y en el tarot 50 Capítulo XI Tarot y memoria 55 Capítulo XII Número, tarot y la cotidianeidad 60 Capítulo XIII La Justicia en el Tarot 65 Capítulo XIV Cartomancia y memoria: el segundo mapa del tarot 70
  • 3. 4 Capítulo I Buscando la Alquimia En un texto moderno sobre historia de la Alquimia europea se presenta el siguiente comentario: “La Alquimia ha ocupado a muchos locos, ha arruinado a una multitud de codiciosos e insensatos y embaucado a otra multitud aún más grande de crédulos”. Esto, a cuento de que el concepto corriente de Alquimia es la fabricación del oro, a través de la trasmutación de los metales. Ante la pregunta ¿Qué es la Alquimia?, los manuales modernos señalan que se refiere a diferentes dominios, entre los cuales habría que resaltar dos. El primero, la alquimia metálica o arte práctico dedicado a la transmutación de los metales y la medicina universal; el segundo, la alquimia mística, una sabiduría inmemorial centrada en la autoformación del iniciado para abrir su espíritu a niveles insospechados de perfección, lo que le otorga el poder de influir decisivamente sobre su entorno. La alquimia mística maneja una terminología con sentido figurado y la expresión oro no se refiere a un metal sino al oro espiritual o estado puro del ser. El propósito del alquimista es la purificación espiritual por la vía de metamorfosis progresivas. Los metales viles son los deseos y las pasiones terrenales. La Piedra Filosofal es el ser humano transformado por la transmutación mística, el logro de la perfección que cada ser humano lleva dentro de sí. Las claves perdidas A pesar de todos los estudios sobre la alquimia que se han realizado, jamás se ha podido descubrir cuál era el método operativo comprensible para alcanzar la perfección espiritual o iluminación. ¿Están los códigos absolutamente perdidos?. ¿Por qué ese estado numinoso y todopoderoso está reservado sólo para algunos pocos desconocidos?. Llama la atención esa ambigüedad y ese secretismo, si se hace la comparación con la alquimia oriental –sea taoísmo o budismo chan o zen- donde el camino para conseguir el oro espiritual es posible hallarlo tanto en los textos como en las enseñanzas de maestros y escuelas de espiritualidad que han transmitido la tradición de una generación a otra. La psicología junguiana ha hecho su propio análisis del proceso alquímico, considerándolo como fruto, en un momento dado del desarrollo espiritual de la especie humana, de un proceso intuitivo, capaz de desplegar una creatividad limitada por determinados arquetipos pero sin poder llegar a conceptos científicos y, por tanto, no poder reproducir sino difícilmente las mismas condiciones para llegar a iguales resultados. En otras palabras, el alquimista lograba una conexión con el sí mismo y sus propios fantasmas interiores pero no conseguía una conexión comprensiva del entorno que intentaba modificar y, por tanto, se lograría una modificación espiritual o avance en el proceso de individuación antes que un producto concreto o metálico.
  • 4. 5 Alquimia mística y numerología Partiendo de la base que el ser humano es una entidad integrada por cuerpo, alma y espíritu, los alquimistas místicos piensan que estos principios pueden interactuar no sólo entre sí, sino combinados con los elementos –agua, aire, tierra y fuego- y, además, con los astros. La personalidad individual se construiría consciente o inconscientemente por la compleja influencia de un binario (femenino-masculino), un ternario (tres principios), un cuaternario (cuatro elementos) y un septenario (siete metales). La alquimia metálica disponía de un objetivo, un procedimiento y un resultado. Lo mismo acontece con la alquimia mística. Si en la alquimia metálica el objetivo era la perfección de los metales viles, en la alquimia mística varía la materia de aplicación, pues se procura la perfección espiritual del ser humano. El procedimiento místico incluye una etapa de purificación, la cual considera cambios de estado y cambios de colores, al igual que en el procedimiento metálico. La coloración negra que se produce en la mezcla metálica sometida a la acción del calor, estaría representada simbólicamente por el aislamiento y encierro místico del iniciando en una habitación desprovista de iluminación. Es la recreación del mito del descenso a los infiernos, submundo oscuro, muerte ritual de la cual se emerge para conseguir el color blanco, representativo de la luz espiritual, hasta llegar al color rojo, símbolo del poder de obrar sobre sí mismo y el entorno. El ternario Azufre-Mercurio-Sal en la criatura humana, al igual que en el macrocosmos, se expresa vivamente. El activo Azufre corresponde a la masculinidad, la iniciativa, el espíritu de empresa, la temeridad, el disfrute del mando, la independencia de espíritu. El pasivo Mercurio es opuesto, inspira dulzura, calma, recogimiento meditativo, modestia, comprensión, adivinación. La estable Sal representa un estado medio entre extremos, sabiduría y equilibrio. El valor simbólico de los tres principios se expresa en la personalidad humana a través del ternario Espíritu-Alma-Cuerpo. El cuaternario o, lo que es lo mismo, los cuatro elementos, también se hallan presentes y se expresan activamente en el ser humano. El mito alquímico de la creación La relación activa entre los cuatro elementos, los tres principios y los dos opuestos ha sido denominada mito alquímico de la creación. La actividad del elemento fuego sobre el elemento aire da origen al principio Azufre; la acción del aire sobre el elemento agua da origen al principio Mercurio; y la acción del agua sobre el elemento tierra da origen al principio Sal. Estas afirmaciones alquímicas fueron siendo un cuerpo teórico con el paso de los siglos y toman este ordenamiento mediante una interpretación moderna esquemática de las opiniones a veces confusas y contradictorias de los alquimistas. Sus afirmaciones descabelladas tienen una racionalidad basada en la observación de la naturaleza a ojo desnudo. Es el caso de la relación fuego-aire, dado que las sustancias combustibles entran en ignición sólo en presencia
  • 5. 6 de oxígeno, componente del aire. Lo mismo ocurre con la relación aire-agua, debido a que sus propiedades permiten que el aire se disuelva en el agua. En lo que respecta a la relación agua- tierra, la actividad del agua sobre los solutos de la materia sólida es la que favorece el movimiento de los iones y la formación de sales. En resumen, la espontánea dinámica de las cuatro propiedades elementales genera el ternario azufre-mercurio-sal. El ternario tiene su propia dialéctica dando origen al binario o dualidad. La combinación del enérgico azufre con el sutil y pasivo mercurio es la causa de lo masculino y la combinación del mercurio con la estable sal es la fuente de lo femenino, creándose así el antagonismo esencial macho-hembra que existe en cada cosa o cada ser, lo cual para el alquimista es una ley universal, dado que tanto lo biótico (animal, vegetal) como lo mineral tienen vida, la cual no es sino la manifestación de dicha dialéctica interna. ¿A cuento de qué viene a ser esquematizado el mito alquímico de la creación en el seno de la alquimia mística?. Para el alquimista las leyes de la naturaleza no admiten excepción, han de someterse a ellas todas las entidades, incluida la individualidad humana en su cuerpo, espíritu y alma. Además, los conceptos involucrados en el mito alquímico y la comprensión del arquetipo número son esenciales en el desarrollo psíquico de la especie humana. El paciente y creativo estudio de los tratados de alquimia, condujo a C. Jung a verificar que cuando el ser humano no puede encontrar una explicación plena, consciente y comprobable de su entorno o de sí mismo, los espacios de carentes de un conocimiento efectivo son rellenados con elementos que emergen del inconsciente, es decir, con símbolos que son proyectados por los arquetipos hacia la mente y, por ésta, sobre la realidad externa y tenidos por el ser humano como formando parte de dicha realidad. La presencia incesante de cierto componente en la visión alquímica, el cuaternario, fue significativa para Jung, al haber comprobado también en sus investigaciones sobre las visiones de sus pacientes, sueños, mitos, etc., que la psique humana inconsciente tiende a relacionarse con el consciente a través de un cuaternario. Por tanto, el cuaternario de los alquimistas representaba los elementos básicos sobre los cuales se erige la conciencia y podía expresarse gráficamente como figuras geométricas o mandalas. La triple unidad Los alquimistas pretendían superar todas las oposiciones, con el fin de llegar a la unidad, es decir, a la perfección espiritual (oro del alma) y la perfección material (salud perfecta y larga vida). Paulatinamente, llegaron a concebir la necesidad de superar tres nudos de contradicciones: la unión mental; la unión de mente y cuerpo; y la unión con la totalidad. La unión mental se refiere a la comprensión y aceptación de nuestro inconsciente, la superación de los aspectos o cargas oscuras de nuestro ser. Para llegar a eso, la persona debe alejarse de su ligazón inconsciente con el cuerpo, sus impulsos básicos o animales y las emociones. Una vez realizada la comprensión del por qué de sus deseos prohibidos podrá encauzar el dominio de los mismos. La unión de mente y cuerpo se refiere a la comprensión de los opuestos masculino y femenino, la relación dialéctica entre anima y animus, así como de
  • 6. 7 diversos otros opuestos contenidos en el inconsciente colectivo, a cuya superación e integración se podrá acceder mediante un estado de conciencia logrado a través de la meditación activa o divagación consciente, acompañado de un proceso de interpretación de dichas vivencias virtuales. La tercera síntesis del proceso alquímico se refiere a la unión de la individualidad con el universo, es decir, la capacidad de trascender y abandonar toda diferenciación entre nuestra mente y nuestro cuerpo como entidades aisladas diferentes del entorno, superando la ilusión de los sentidos, es decir, el logro de un estado de conciencia holística, inefable y numinoso, conseguido a través de psicotrópicos o mediante ejercicios espirituales meditativos. El septenario Además de lo anterior, el adepto no perdía de vista el septenario. El alquimista toma en consideración a los siete metales, los cuales no tienen relación alguna con los cuerpos simples de la química y corresponden a las fracciones de la personalidad humana. El arte residiría en comprender la combinación del ternario con el cuaternario microcósmicos –conocerse a sí misma/o- para resguardar el equilibrio o armonía interior, cuya decantación sería salud y vida de calidad. El alquimista entendía que la interpenetración de estos ámbitos de la personalidad da origen a un septenario de simbología metálica que permite visualizar la compleja constitución del ser, o sea, una mirada totalizante de la psiquis o Uno Mismo. Entre los metales cabe primero mencionar al Oro, cuya representación astral es el Sol y su símbolo divino es Apolo. Equivale al Espíritu, el primer principio. En la individualidad, corresponde a la actividad intelectual, la mente o razón consciente, el estado de vigilia. La Plata, corresponde a la Luna y la diosa Artemisa. Se trata del Alma, el segundo principio. En la persona, corresponde al inconsciente, la intuición, la imaginación creativa. El Plomo se representa por el planeta Saturno y por el dios del mismo nombre. Es el Cuerpo, el tercer principio. En la persona corresponde a la masa biológica o cuerpo, la salud, la energía corporal. Oro (Espíritu), Plata (Alma) y Plomo (Cuerpo) se combinan en proporciones e intensidades variables, originando y dando nombre a los metales que siguen. El Fierro, se representa por el planeta Marte y por el dios Ares. Es fruto de la combinación del Espíritu y el Cuerpo, es el Espíritu Corporal. En la individualidad corresponde a la energía interior encaminada a un fin concreto, el trabajo, la pasión. El Estaño, es simbolizado por el planeta Júpiter y su representación divina es Zeus. Es fruto de la combinación del Espíritu y el Alma, es el Espíritu Anímico. Corresponde al uso consciente de la voluntad, la intención, la memoria. El Cobre, se liga al planeta Venus y la diosa Afrodita. Es fruto de la combinación del Alma y el Cuerpo, es el Alma Corporal. Corresponde a las emociones y sentimientos. El centro de fusión del Espíritu (Oro) con el Alma (Plata) y el Cuerpo (Plomo) es considerado la constitución del Cuerpo Etérico o nudo de la personalidad, asimilado al espíritu de Hermes (Mercurio) y representado por el metal Azogue.
  • 7. 8 Ahora bien, las interpenetraciones dinámicas de los siete metales son las que dan origen a las variantes del ser humano medio, pues a partir del exceso o falta relativa de alguno de estos siete se determinan los tipos de personalidades que se dan en la vida real. En definitiva, teniendo como base la combinación activa de los tres principios, los cuatro elementos y los siete metales podría levantarse una tipología de personalidades, en la cual es posible encasillar a cada uno de nosotros. No sólo eso, pues llevando el modelo hasta las últimas consecuencias, usando el método alquímico de la Gran Obra, se podría operar una psicoterapia dirigida al propio adepto, para conducirlo al estado de armonía superior consigo mismo, la sociedad y el cosmos. En otras palabras, fluir hacia la finalidad de las operaciones alquímicas, la conquista del ideal de armonía que ningún ser concreto conseguiría realizar sino parcialmente. En las ceremonias iniciáticas cobra especial importancia el rito de desprendimiento de los metales, donde el iniciando debe alejar de su cuerpo y ropas todo artículo metálico que hubiese portado, especialmente el dinero. Mas no tiene relación alguna con una dejación bonachona de bienes materiales sino con la búsqueda de una respuesta interior. Si se atiende al resultado del acto simbólico de desprenderse uno a uno de los metales alquímicos, se concluirá que el practicante se ha desensamblado por completo, en un estado equivalente a lo más sutil, lumínico.
  • 8. 9 Capítulo II ¿Es posible la Alquimia operativa? En nuestra búsqueda iremos descartando posibilidades, hasta aislar el material que proporcione una propuesta útil para activar el potencial simbólico alquímico. Los pequeños tratados alquímicos Entre los materiales disponibles actualmente –libros, tratados, ilustraciones- es posible hacer un corte histórico, separando las producciones elaboradas por alquimistas europeos de los siglos XIII al XVI. Nos referimos a “Compuesto de los Compuestos” atribuido a Alberto El Grande (sacerdote católico alemán, 1193-1280), “Espejo de Alquimia” atribuido a Roger Bacon (sacerdote católico inglés, 1214-1294), “La Clavícula” de Raimundo Lulio (sacerdote católico español, 1235-1313), “Camino del Camino” de Arnaldo de Vilanova (médico católico francés, 1245-1313) y “El Tesoro de los Tesoros” de Paracelso (médico y astrólogo católico alemán, 1493-1543). Son personajes de gran formación intelectual, representativos de diversas culturas europeas. Tienen a su haber numerosas obras entre las cuales están esos pequeños tratados que representan la síntesis de su pensamiento alquímico. Uno de los elementos comunes que se percibe en sus obras es la profunda fe en la religión cristiana. Sus conocimientos estarían inspirados por la divinidad, aunque algunos de ellos, como Bacon, confían también en la capacidad de la inteligencia humana. Todos expresan que desean develar conocimientos hasta entonces mantenidos en secreto. Todos evidencian claro conocimiento de compuestos y productos químicos conocidos en su época y perfectamente identificables para un químico moderno. Se individualizan aparatos propios de laboratorio, técnicas diversas como calentamiento, destilación, sublimación, solución, etc. Todos coinciden en describir la Gran Obra Alquímica según sus principios, elementos, fases, colores, resultados. El objetivo es nítidamente la preparación de los metales hacia la perfección, siendo oro y plata los más perfectos. Queda muy en claro que hay un resultado intermediario: un elíxir que proyectado o combinado en condiciones apropiadas con los metales impuros les comunica la pureza del oro o de la plata, según sea el caso. Estos testimonios no presentan indicio alguno que la Gran Obra pueda aplicarse al microcosmos humano, a menos que exista un lenguaje cifrado inalcanzable para quien no sea experto. Ocasionalmente, cuando se llega a mencionar al ser humano se hace como analogía para entender los procesos naturales. Sobre los pretendidos efectos del proceso alquímico en la extensión de la vida humana, tampoco se encuentra expresión ninguna que haga referencia a ello, con una excepción marginal en la cual se indica que uno de los compuestos parciales tendría propiedades antisépticas. Dada la estructura racional de las obras consultadas, que las hace alinearse un tanto con los comienzos históricos del espíritu científico, de su lenguaje especializado que comprende conceptos manejados sólo por los entendidos, por su publicación desprovista de imágenes gráficas, etc. no hallamos en ellas nada que pudiera servir para activar la simbología como fuente de desarrollo en el perfeccionamiento de la espiritualidad o como fuente de inspiración oracular.
  • 9. 10 Los tratados alquímicos con simbología gráfica Se puede hacer un segundo corte histórico, seleccionando un grupo de obras que se diferencian bastante de las anteriores. Nos referimos a “Las Doce Claves de la Sabiduría”, atribuida a Basilio Valentino de la Orden de San Benito, obra apócrifa publicada a comienzos del siglo XVII. Se agrega la Philosophia Reformata de Johan Daniel Mylius, inglés, que se publicó en 1622. Se tiene, además, los Elementae Chemiae de Johan Conrad Barchusen, químico y farmacéutico alemán, publicada en 1718. Consideraremos también el Mutus Liber (Libro Mudo o Libro Simbólico), sin autor conocido, publicado en Francia en 1677. Agreguemos “El Libro de las Doce Puertas” de George Ripley, inglés, publicado en 1649. Estos trabajos se pueden considerar como pertenecientes al siglo XVII y, por tanto, en forma gruesa, posteriores varios siglos respecto a los tratados del grupo anterior. El hermano Basilio Valentino era un hombre sabio en materia de química, como se diría hoy. Su capacidad le llevó casi al punto de intuir la existencia del oxígeno y su importante papel en la formación de las sustancias. Él lo consideraba el espíritu del Mercurio que se encuentra en el origen de todos los metales, una especie de aire muy volátil que se activaba en presencia del fuego. Se le atribuye un texto denominado “Las Doce Claves de la Filosofía”. En la Figura 01 (fuente: esoblogs), se aprecia la Clave Primera, “De la Preparación de la Materia Prima”, muestra la pareja alquímica: el principio femenino o Mercurio sosteniendo un ramo de tres flores en su mano y a la izquierda el viajero que porta en su diestra un bastón. En primer plano, a la izquierda, un lobo salta por encima de un crisol. Los especialistas entienden que se trata de la purificación del oro, el Rey, por el antimonio, el lobo, en un crisol y de la plata, la reina, por el plomo Saturno, en un crisol más pequeño. En la Figura 02 (fuente: hervedelboy), tenemos la Clave VI, donde se muestra a la pareja coronada en presencia de un sacerdote. Los especialistas afirman que se trata del matrimonio del Rey y de la Reina, Azufre y Mercurio, Oro y Plata. El Sol y la Luna se vinculan al rey y la reina. Los destiladores y la lluvia de fondo, indican que están ocurriendo fenómenos de vaporización y condensación. Esto tiene lugar durante el color blanco simbolizado por el cisne. El sacerdote, medio de unión, es la Sal.
  • 10. 11 En la Figura 03 (fuente: esoblogs), se puede observar la clave XI, donde unas damas dominan a feroces leones. Los especialistas expresan que el combate del León Verde y del León Rojo representa productos químicos en acción, puede tratarse del cambio de un cuerpo amorfo a una sustancia de estructura cristalina como el aluminio o sílice. En la Figura 04 (fuente: morgane), la Clave XII presenta al alquimista que ha obtenido la Piedra Filosofal, con la cual se multiplicará el oro al proyectarla sobre metales imperfectos. La balanza indica que los componentes deben ser medidos en forma precisa. Los cacharros dispuestos sobre la estantería, simbolizan los cuatro elementos. La obra de Mylius, Philosophia Reformata, se encuentra dividida en Series, cada una de las cuales presenta Emblemas, que corresponden a figuras numeradas. En la Figura 05 (fuente: wikipedia), se tiene el Emblema XVI, de la Primera Serie, cuyos personajes son muy parecidos a la Clave 11 de Basilio. La diosa Artemisa aparece cabalgando un león que amamanta a sus pequeños. Ella tiene un globo donde se percibe el pelícano como emblema del Mercurio circulando. La Figura 06 (fuente: hervedelboy), corresponde al Emblema XX, de la Segunda Serie, considerado por los especialistas como una resurrección. La materia sometida a los procesos de transformación reaparece en un nuevo estado corporal. De amorfa, se ha vuelto cristalina y toma los brillos de piedras preciosas.
  • 11. 12 Para terminar esta brevísima lista de ejemplos, haremos una breve referencia a la obra de Barchusen, Elementa Chimicae (1718). La Figura 07 (fuente: alchemywebsite) presenta la Lámina 2 de dicho tratado, donde se muestra al alquimista en oración en su laboratorio, quien suplica a Dios antes de comenzar la Gran Obra, que le disminuya las dificultades y le dé la inteligencia necesaria. La gráfica y el número. Los textos del siglo XVII que se ha escogido como ejemplos, otorgan gran importancia a la gráfica, aportando variadas ilustraciones. Esto es llevado al extremo en algunos, como el Mutus Liber, el cual está desarrollado solamente en imágenes. Presentan un lenguaje especializado, por eso solamente los especialistas pueden entregar interpretaciones de su contenido. Sin embargo, se hace notar que los propios investigadores entregan algunas interpretaciones a título condicional, un “podría ser”. Los escritos y láminas no estarían para nada destinados al grueso público y no tendrían ningún significado para quien no haya compartido la experiencia alquímica exterior e interior. El símbolo número se encuentra presente en todas las obras presentadas, incluso en el título, sea éste original o sea aquél dado por tradición. Por ejemplo, “doce claves…”, “doce puertas…” En las Doce Claves de la Filosofía, cada clave corresponde a una imagen y lleva aparejado un capítulo con una explicación, aunque ¡vaya Ud. a entenderla!. La Philosophia Reformata de Mylius presenta 3 series de ilustraciones, con un total de sesenta y seis grabados. El Elementae Chemiae de Barchusen considera setenta y ocho ilustraciones, igual número que las cartas del Tarot. El Mutus Liber dispone de 15 planchas representando cada etapa del proceso general, cada una de ellas con escenas varias que, a su vez, representarían las sub etapas del mismo, lo cual significa que el total de dibujos es aún mayor. Otra característica es la presencia del elemento astrológico. No sería casualidad el número doce, pues simbolizaría el universo que se expresa en el mundo planetario a través del zodíaco, sin contar que el examen realizado por especialistas indica referencias disimuladas a lo astral. Un proceso repetitivo y una técnica asombrosa El tema de las obras gráficas es compartido entre los alquimistas del siglo XVII. Se presenta la descripción por etapas de un proceso similar al considerado en los cinco tratados del grupo anterior, cuyo resultado o producto es el mismo. Nótese que la alquimia se diferencia de la química -entre varias otras características- en que la alquimia sólo tiene un objetivo, un procedimiento y un resultado, pero el camino es incierto, paciente, repetitivo y a veces decepcionante. La química tiene variados objetivos (orgánicos, inorgánicos, analíticos, sintéticos, etc.), numerosos procedimientos y sus resultados pueden volver a obtenerse
  • 12. 13 repitiendo los procedimientos. Ahora bien, si la temática alquímica de fondo siempre es la misma y con un lenguaje cifrado, se trataría de un diálogo consigo mismo y no habría interés del adepto en vehicular algo hacia el entorno, salvo a algunos elegidos o suertudos. Esto estaría dando la razón en cierta medida a Jung, se trataría de un proceso interior, egocéntrico en sentido estricto. Algo que resulta asombroso en el proceso alquímico europeo, es que se tenga que dominar no sólo un lenguaje sino una técnica material, conocer elementos minerales y sus compuestos, disponer de un laboratorio y desarrollar ese diálogo interior para conseguir simultáneamente la perfección interna y la del metal. Esto lo demuestra el conocimiento detallado de alquimistas de las sustancias, aparatos y procedimientos químicos y metalúrgicos. Un conocimiento libresco y erudito no habría conseguido ningún resultado. Ese estilo erudito, con abundantes citas pero sin ningún aporte propio, es el que se nota en los libros de alquimia del siglo XVIII en adelante. Ellos se basan en repetir lo que dicen los maestros de los siglos anteriores y se delata un conocimiento abstracto y distante de la práctica de laboratorio. La limitación de la Alquimia De nuestro breve análisis se deduciría que es bien poco lo que se podría sacar mirando una y otra vez las láminas de un tratado y, menos aún, sin conocer el significado de los elementos gráficos y diagramas que las componen. En suma, dedicar tiempo a entenderlas no ayudará en nada, ni a obtener metales preciosos, ni a perfeccionar el ser interior. Se necesitaría una técnica adicional para que puedan prestar alguna utilidad. No me refiero a la lectura de los tratados, sino a los grabados. Aquí está el verdadero tesoro: algunos alquimistas o los editores inteligentes consiguieron que algún grabador pusiera el símbolo adecuado en una figura específica. Sin embargo, falta algo, una técnica adicional para destilar el mensaje de la simbólica plasmada en los grabados. Por eso cobraría importancia el arte de la cartomancia, que sí fue y sigue siendo popular y masivo, transversal a todas las clases sociales y sobre el cual vamos a dedicarnos en los capítulos siguientes.
  • 13. 14 Capítulo III Coincidencias gráficas del Tarot y la Alquimia El inicio y expansión del uso del Tarot parece ser algo anterior a la expansión de la literatura alquímica con imágenes o planchas. Sin embargo, ambos, Tarot y Alquimia, coinciden históricamente cuando hay una consolidación de la técnica de llevar la simbólica a una expresión concreta masiva. Antes, el simbolismo se había expresado notoriamente en los monumentos: templos, catedrales, palacios, tumbas o mausoleos, monumentos en plazas, etc. Hay ahora un nuevo material: el papel; un nuevo formato: el libro; y una nueva técnica: la imprenta. La revolución de la imprenta La alquimia se expresaba hacia los interesados a través del elemento libro, en códices escritos a mano y, después, muy pronto, mediante impresos adornados con planchas de figuras arquetípicas, muchas veces numeradas para dar la idea de un orden de prelación en las etapas de un proceso. Todos los elementos del proceso se encuentran así atrapados en un formato fijo: tanto las páginas del libro como la precedencia de las figuras en la cual el autor los ha presentado. Con el advenimiento del Tarot, aparece un formato revolucionario: el de la carta o estampa en miniatura en hojas sueltas acartonadas. De esta nueva forma se desprenden nuevas posibilidades: se puede romper el esquema estricto en el cual las láminas vienen ordenadas en un libro corriente y las estampas pueden adoptar un orden de aparición sea al azar o sea a la voluntad del operador, haciendo el procedimiento ágil, entretenido, lúdico, o sea, el esquema de un juego individual o colectivo. Además, el tarot se puede reproducir independientemente de un texto, multiplicarse a través de la imprenta, venderse por separado, en suma, extraerlo del círculo elitista y popularizarse. Si bien los especialistas encuentran una relación entre cada símbolo o arcano del tarot y los conceptos alquímicos, lo cual muchas veces aparece a los ojos del aficionado un esquema un tanto forzado o incomprensible, no puede ignorarse que incluso parte de la gráfica de la baraja y la gráfica de los textos alquímicos es bastante aproximada. Y lo anterior sería quedarnos cortos, pues en algunos casos ¡hasta la numeración del tarot y la numeración de las planchas alquímicas es la misma!. El oro del rey y la plata de la reina En la Prima Clavis de Basilio Valentino aparece la pareja alquímica: el principio femenino o Mercurio y el principio masculino o Azufre. El principio masculino coronado, el Rey u oro, sería purificado en un crisol por el sulfuro de antimonio, representado por el lobo. El principio femenino, la Reina o plata, sería purificado en un crisol más chiquito mediante el plomo. Si bien estos personajes aparecen todos simultáneamente en la escena valentiniana, en el Tarot son presentados en forma separada, aunque ocupando casi los primeros números de la baraja: el principio femenino aparece en la carta III La Emperatriz, el principio masculino en la carta IV
  • 14. 15 El Emperador, el anciano Saturno –el plomo- con la hoz transformada en vara y el fuego transformado en candela aparecería en la carta IX El Ermitaño. El lector puede hacer las comparaciones en las figuras 08 a 10. A la izquierda, Figura 08, Prima Clavis de B. Valentino (versión 1677) (fuente: hervedelboy); en segundo lugar, Figura 09, La Emperatriz (fuente: Ediciones Orbis); en tercer lugar, Figura 10), El Emperador (fuente: Ediciones Orbis); estos dos últimos del tarot de Marsella. Notable es la similitud de una de las figuras de la obra alquímica La Fuga de Atalanta (M. Maier, 1618) con el arcano El Ermitaño. La idea de búsqueda de la sabiduría interior o de las huellas de nuestra contradicción íntima aparece reflejada en la gráfica, como se puede apreciar en las figuras 11 y 12. A la izquierda, Figura 11, Emblema 42 de Atalanta Fugiens (fragmento) (fuente: wikipediafrag); a la derecha, Figura 12, el Ermitaño (versión de Marsella) (fuente: Ediciones Orbis)
  • 15. 16 El matrimonio alquímico En la Clave VI del Hermano Basilio se presenta nuevamente los principios opuestos complementarios bajo la forma de matrimonio real en ceremonia presidida por un sacerdote. Estos personajes corresponderían a los tres principios de los alquimistas, siendo el sacerdote, la Sal. El número de la clave, el VI, es el mismo del arcano VI Los Enamorados. La denominación primitiva de esta carta es más explícita: El Matrimonio (Le Mariage). La interpretación corriente sería algo irrisoria, pues se acostumbra a decir que se trataría de un joven en la encrucijada de escoger entre dos mujeres, una joven y otra vieja, cuando la vieja no sería ni más que menos que un oficiante o sacerdote. En la carta no sólo se conservan los personajes principales, sino que se mantiene al Sol de forma explícita y, a la Luna, mediante el arco de Cupido, pues no se debe olvidar que el arco es el símbolo de Artemisa, la luna creciente. Apreciemos al respecto las Figuras 13 y 14. A la izquierda, Figura 13, VI Clave del Hermano Basilio (versión 1677) (fuente: hervedelboy); a la derecha, Figura 14, la carta VI del tarot Los Enamorados o El Matrimonio (versión de Marsella) (fuente: Ediciones Orbis). La Clave XI del Frater Basilio muestra dos leones devorándose mutuamente, ambos siendo dominados por sendas amazonas. Recordemos que se ha interpretado como la representación de un cambio de estado de sustancias: de lo amorfo a lo cristalino. El número de la clave, el XI, es el mismo que la carta XI La Fuerza. En esta última habría una reducción a sólo un león y una sola dama que le controla. Observemos, al respecto, las Figuras 15 y 16.
  • 16. 17 A la izquierda, Figura 15, Clave XI del Hermano Basilio (versión 1677) (fuente: hervedelboy); a la derecha, Figura 16, la carta XI del tarot La Fuerza (versión del Tarot de Marsella) (fuente: Ediciones Orbis). El alquimista es un mago En la Clave XII del Hermano Basilio Valentino se muestra a un alquimista en medio de su laboratorio, rodeado de los elementos apropiados para operar. Basilio explica que en esta etapa corresponde utilizar la medicina o Piedra de los Filósofos, la cual podrá ser lanzada en la debida proporción sobre una cierta cantidad de metal, cambiando dicho metal en muy buen oro. Al fondo, a través de la ventana, se muestran el Sol y la Luna, principios activo y pasivo, masculino y femenino, fijo y volátil. Se dice que los cacharros estarían representando a los cuatro elementos. En atención a que los procesos alquímicos constituyen un circuito, un flujo que se vuelve a reiniciar, es que la lámina de etapa final puede ser tomada también como la primera de un devenir recurrente. Por eso y por otros detalles es que son notorias las coincidencias con la carta I El Mago. En ésta, se encuentra el mesón del operador, vestido con calzas a la antigua, cubierta también su cabeza mediante sombrero, con una vara en su mano izquierda, y teniendo igualmente a su disposición los cuatro elementos (vaso y cubilete = agua, monedas = tierra, cuchillo = aire, varita = fuego). Se puede hacer las comparaciones observando las Figuras 17 y 18.
  • 17. 18 A la izquierda, Figura 17, Clave XII del Hermano Basilio (versión 1677) (fuente: hervedelboy); a la derecha, Figura 18, la carta del tarot El Mago (versión de Marsella) (fuente: Ediciones Orbis). La Gran Obra renace de las profundidades En el Emblema XX (segunda serie) de la Philosophia Reformata aparece una figura central –el Rey o la materia coronada- emergiendo de las profundidades. La gráfica y la idea son similares en la Clave Octava de B. Valentino. Sería la resurrección de la materia reapareciendo bajo una forma prístina, definida, químicamente cristalina. La resurrección es utilizada frecuentemente en los tratados alquímicos y existen numerosas versiones gráficas de esta etapa del proceso. El número del Emblema, el XX, es el mismo de la carta XX El Juicio. En ésta, el renacido es rodeado por los opuestos masculino y femenino al momento de emerger. El cuadro se completa en la parte superior con un ángel que anuncia el triunfo mediante una trompeta. Atrás, oculto por las nubes, estaría El Sol, Rey u Oro. Esta alegoría no tendría nada que ver con un Juicio Final admitido por ciertas religiones y deslizado por algunos tarotistas como interpretación. Tómese en consideración las Figuras 19 a 21. A la izquierda, Figura 19, Emblema XX (segunda serie) de la Philosophia Reformata de Mylius (edición 1622) (fuente: hervedelboy); a la derecha, Figura 21, Clave 8ª de B. Valentino (fuente: barzaj jan blogspot); al centro, Figura 20, la carta XX El Juicio del tarot (versión de Marsella) (fuente: Ediciones Orbis). La Plancha X del Mutus Liber (1677) presenta un fragmento del proceso de la Gran Obra. Los especialistas interpretan que los grabados de esta plancha muestran paso a paso los procedimientos de laboratorio y que la escena final sería la síntesis de la etapa. Se trataría de la alianza de dos principios o sustancias, uno tipo azufre, puro, fijo, y el otro tipo óxido o cal metálica, los cuales para poder actuar conjuntamente deben introducirse en un matraz y ponerse a fermentar dentro del horno alquímico o atanor. Uno de esos principios tendría
  • 18. 19 carácter lunar, femenino (la joven) y el otro solar (el operador masculino). Las coincidencias con el arcano XVI La Torre son notorias, aunque no se cuente exactamente con todos los ingredientes. Sobre la Torre se han tejido diversas interpretaciones. Se ha hablado de torre fulminada como de un edificio que está siendo destruido por acción de un rayo divino. Si no se tratara de una destrucción, sería una tapa móvil, tal como la del horno alquímico. La representación de una energía externa viniendo hacia la construcción sería obra de modificaciones realizadas por los cartistas no iniciados, pues una versión antigua del tarot Marsella presenta la energía fluyendo desde el horno hacia el exterior y no al revés. La novedad de la carta XVI es que los principios masculino y femenino se muestran cayendo desde la torre u horno, como si el operador poco avisado hubiese cometido un error, por ejemplo, dosificado erróneamente los componentes, fracasando esta etapa de la Obra. Poner atención a las Figuras 22 y 23. A la izquierda, Figura 22, fragmento de la Plancha 10 del Mutus Liber (1677); a la derecha, Figura 23, la carta XVI La Torre del tarot (versión de Marsella). Para enriquecerse hay que arriesgarse Para cerrar esta pequeña lista de ejemplos, se destaca una de las láminas (Número Cinco) pertenecientes a El Libro de las Doce Puertas de George Ripley. La figura tiene más que coincidencias con la carta sin número del tarot, conocida como El Loco. En Ripley, la mano izquierda se abre hacia lo alto, como para recibir energía del cosmos. La derecha, apunta con el índice hacia la tierra para entregarla o proyectarla. El personaje llevaría un saco colgado al cuerpo más un bastón que recuerda al caduceo de Hermes. A lo lejos, se vislumbran construcciones, las cuales, como en todos los escritos alquímicos se acostumbra a interpretar como el atanor o como la construcción material y/o espiritual que se proyecta. El Loco del tarot también viste con modestia, lleva una bolsa con sus escasas pertenencias aunque tomada de un palo al hombro. Su mano derecha también sostiene un bastón que podría interpretarse como un remedo del caduceo, propio de quien enfrenta la vida o la obra alquímica como un juego hermético, en el cual hay que tomarse tanto el éxito como la desventura con buen humor. Las Figuras 24 y 25 ilustran el tema.
  • 19. 20 A la izquierda, Figura 24, Dibujo Número Cinco de una de las versiones del Ripley Scrowle; a la derecha, Figura 25, la carta sin número El Loco del tarot (versión de Marsella).
  • 20. 21 Capítulo IV El Tarot y las propiedades elementales Cuatro elementos: tradición y vigencia Los elementos de la naturaleza son hoy considerados vulgarmente en su dimensión medioambiental, como recursos naturales que pueden ser explotados con fines de lucro. La tierra, el agua, el aire y el fuego (la energía) son pensados y apropiados de tal manera que la humanidad enfrenta una escasez relativa de los mismos. Sin embargo, en tiempos inmemoriales, así como en la antigüedad y la Edad Media europea, la mención de los elementos hacía referencia a “propiedades elementales” en un contexto de filosofía natural, muy diferente a las nociones vulgares que se tienen en la actualidad. Decir tierra hacía referencia a la propiedad de solidez, fijación, frialdad; decir agua, a la liquidez, movilidad; decir aire, a la fluidez; decir fuego, a la fluidez sutil, la calidez. Ese enfoque hermético-alquímico consideraba que el ser humano y el cosmos actuaban como en espejo uno frente a otro. Ante el macrocosmos de la naturaleza y la divinidad se erguía el microcosmos humano. Se entendía que en el hombre fisiológico se encuentran contenidos y expresados los cuatro elementos. Su materia corporal corresponde a la tierra; el soplo animador que mantiene la vida es el aire; los líquidos orgánicos que vehiculan la vida es el agua; y la energía vital, fuente de calor y de motricidad, es el fuego. El dominio de los cuatro elementos permitiría obtener buena salud para sí y proporcionarla a otros. En una consideración más mística del microcosmos, la tierra vendría a ser la masa biológica y la salud orgánica; el aire, la disposición del intelecto, la voluntad, la memoria; el agua, la emocionalidad y los sentimientos, la intuición; y el fuego, la energía encaminada a un fin, el trabajo, la pasión, la sexualidad. Cualquiera diría que esas ideas se habrían extinguido frente al dominio avasallador de la modernidad. No hay tal. Siendo la individualidad y la sociedad humanas espontáneamente ávidas de espiritualidad y de tradición, el saber antiguo y el espíritu alquímico permanecen bien vivos, aunque bajo formas un tanto discretas. Una de las tradiciones vigentes que mantiene acogido en su seno a los cuatro elementos es la cartomancia. El elemento Tierra en el tarot Cada una de las cartas de la baraja del tarot –arcanos- ostenta representados de las más variadas formas los elementos alquímicos. Debido a que el tema de los elementos alquímicos es amplísimo, vamos a detenernos solamente en uno de ellos. Hemos escogido a aquél al cual el ser humano moderno se siente más cercano: Tierra. Para el alquimista, las cualidades de tierra –en el macrocosmos- se ligan a la concreción, la solidez, lo espacial, la dureza, los tres reinos (mineral, vegetal, animal), a aquello que presenta
  • 21. 22 propiedades muy definidas reconocidas por los sentidos humanos. En el mundo microcósmico las cualidades tierra se vinculan a la corporeidad, la buena o mala salud, la nutrición, la alimentación, la procreación, el alumbramiento, la producción de bienes materiales y ganancias. En el tarot, el elemento Tierra está representado de manera general y expresa por los oros o círculos dorados, una suerte de sellos mágicos, símbolos que expresan nada mejor la materialidad. En las cartas numerales de la baraja, la cantidad de oros va en aumento desde el uno o as, con una sola moneda o pantáculo, hasta el diez de oros, con diez de dichos símbolos. Para el cartomante, estas cantidades son la representación de niveles de energía, saltos cuánticos en diversos campos, entrópicos algunos y armónicos, otros. El as de oros representa una actividad o resultado concreto que se inicia o esboza: una idea u oportunidad de negocio, un embarazo o nacimiento, un proyecto de vivienda que comienza a construirse, etc. Por oposición, el diez de oros representa la consolidación económica familiar o empresarial, la riqueza, aunque también la rutina con sus peligros de corrupción, aburrimiento e inmoralidad. Vamos a detenernos en algunos arcanos específicos que destacan por su particular forma de expresar las potencialidades del elemento Tierra. Arcanos reveladores El Emperador. Arcano mayor vinculado al hecho de que la idea se transforme en realidad, a la inserción en la sociedad abriéndose un espacio, consiguiendo poder, dominando las situaciones y obteniendo resultados. El número 4 no sólo representa la fusión de los elementos, sino, además, la concreción, el mundo tridimensional con los objetos materiales que se desplazan en el tiempo y en el espacio. El Diablo, Arcano mayor ligado con la materialidad en una dimensión oscura, de las profundidades. Representa la parte oculta de la individualidad o de lo colectivo: pasiones, ansiedades, culpas, temores, traumas, pero también placeres y goces tanto delicados como groseros. Es terreno por cuanto se trata de lo sensual que, siendo cuerpo, provoca sensación física y estremecimiento espiritual. El Siete de oros, arcano menor. Un varón de aspecto rural, apoyado en un bastón (fuego-trabajo), al lado de unas matas u hortalizas, cargadas de productos. Se espera con paciencia el fruto del trabajo (materialidad, riqueza). Por otro lado, insinúa una relación kármica, pues la plenitud no acude sola, sino que resulta de las acciones previas ejecutadas material y espiritualmente.
  • 22. 23 Los arcanos de Tierra en acción Dejemos ahora paso al espíritu de Hermes, abriendo un espacio para jugar con esos arcanos, sentirlos en acción, suponiendo que nos han salido en una tirada y que el cartomante nos ha efectuado una lectura. Primer caso: Lectura.- Pasado: conseguiste los bienes que buscabas; Presente: disfrutas tu fortuna pero tu debilidad te hace dilapidarla; Futuro: vivirás modestamente y sólo con paciencia y esfuerzo te recuperarás. Segundo caso: Lectura.- Pronóstico: con violencia vencerás a enemigos y obstáculos pero no te harás rico de inmediato. Tercer caso: Lectura.- Pronóstico: un poco de dinero te hará subir al poder pero vivirás día a día con el miedo de perderlo.
  • 23. 24 Una oportunidad para ser más libres El elemento Tierra obedece a una razón de tangibilidad, de concreción y somatización. De allí que su manifestación proyecte señales claras u oportunidad de resultados prácticos, operativos, dimensionales y carnales, los cuales, muchas veces, resultan penosos para la entidad humana. Los arcanos tienen un aire seductor y misterioso, pero no hay que engañarse al respecto. Las interpretaciones dulces y bonachonas del elemento Tierra no tienen cabida en las lecturas serias que proyectan pistas definidas. Por ejemplo, consultas sobre la situación de pareja pueden revelar relaciones tortuosas e infelices, en las cuales hay sometimiento, dominio y agresión. Pero las cartas siempre dicen la verdad. Darán consejos de ruptura y alejamiento, en suma, de libertad. Y no puede ser de otra forma, pues en tanto somos libres y haya un espacio para expandirnos e integrarnos, habrá luz y felicidad. Desgraciadamente, muchas/os insisten en mantenerse en el infierno del dolor, tratando de atar y ser atado, de apegarse a un otro destructivo, o bien, a su vez, para destruirlo. El elemento Tierra es franco, sincero, noble en su rusticidad y nos hablará tanto de los errores como de los placeres que expanden. Sepamos interpretarlo y asumirlo.
  • 24. 25 Capítulo V Un juego desconcertante Al enfrentar visualmente los arcanos mayores del Tarot se apreciará diversos elementos que pueden ser clasificados de manera general como: 1. Una escena, la cual tiene un personaje central, en la mayoría de los casos es antropomórfico o dotado de vida y, por excepción, inanimado (una construcción, una rueda). 2. Un nombre, en la parte inferior o la superior. 3. Un número, que puede estar sea en la parte superior como en la inferior, a veces a un costado. Figura 26 La Estrella (fuente: Ediciones Orbis) La imágenes, sean éstas obras de arte, grafismos, palabras escritas u orales, gestos, etc., y sus representaciones mentales, serían el elemento más directo con la percepción humana, con todas las variantes que pudiese tener, sean ellas de tipo cultural, étnico, histórico, etc., y su función tendría un carácter evocador del verdadero símbolo. El símbolo se aproxima mejor a un concepto, una idea, una percepción intuitiva de un contenido abstracto. La imagen no hace sino desatar un proceso de interpretación del símbolo, el cual todos reconocen que no tiene ni puede tener una sola traducción, al contrario, puede insinuar muchos sentidos y numerosos aspectos de interpretación, ámbitos o capas de concienciación de lo que se quiere representar o manifestar. La psicología analítica contemporánea considera que los símbolos y, por tanto, las imágenes que los representan, no hacen más que constelar o activar elementos aún más profundos, los arquetipos, los cuales no constituyen sólo parte de la experiencia y la historia de la psique individual, sino que son estructuras de la psique -o el alma si usted quiere- que se activan El número La escena con las figuras El nombre
  • 25. 26 dando inspiración para que la conciencia los aprehenda y guíe la conducta del individuo. Más aún, los arquetipos no son un patrimonio individual sino que pertenecen a la especie y funcionan en una dimensión virtual común al colectivo humano, aunque vehiculada a través de las psiques individuales. Las figuras simbólicas y los números en el Tarot. En las cartas del tarot confluyen los diferentes signos y símbolos, haciendo un aporte para inspirar un mensaje, una interpretación. Primero, las imágenes proporcionan arquetipos que saltan o se constelan desde el inconsciente colectivo. Además, podrían tratarse de mensajes relacionados con el proceso alquímico, vinculados por lo demás a los anteriores, según la interpretación junguiana. Segundo, los números hacen un aporte sustancial, derivado principalmente de la tradición pitagórica. Tercero, la escena trae aparejados los significados brotados de la propia tradición de los tarotistas, especialmente relacionada con los significados predictivos referidos al ámbito de la personalidad concreta inscrita en un entorno físico y sus circunstancias. Cuarto, hay que contabilizar el nombre del arcano, símbolo gráfico que tiene la propiedad de evocar a todos los anteriores. El tarotista o lector no es más que un intermediario que procesa la información según sus facultades y habilidades, limitadas eso sí por el marco cultural e histórico en una sociedad determinada. En cada carta, lo esencial es la figura o escena central y lo secundario o complementario es el número, aunque ambos se entrelazan íntimamente cuando se juega una tirada de cartas. Sin número, igual habría tarot, aunque sin orden de precedencia entre las cartas. En cambio, sin figura arquetípica sólo quedaría el número, o sea, mera reducción a la numerología, poniéndose fin a lo lúdico y lo intuitivo, quedando sólo lo mental. El papel del número en el Tarot –como en muchas otras actividades intelectuales y espirituales humanas- es potenciar nuevos recursos. Cada número trae consigo sus significados desde la antigüedad pitagórica y esos arquetipos se conjugan con los que trae la figura, ampliando las posibilidades de destacar en la conciencia uno o varios de ellos y, en consecuencia, de inspirar al operador. Como es obvio, el número aporta orden y, por tanto, una red de caminos que conducen a nuevas pistas o encrucijadas. Al usar los números de las figuras de una tirada mediante juegos aritmológicos se llegará, de unos pocos arquetipos, a otros diferentes, los cuales, estando enlazados con los primeros, enriquecerán la variedad de posibilidades de interpretación para el lector y de construir estructuradamente una explicación de vida, en cualquiera o en varios de los ámbitos de la existencia humana. Manipulación de las imágenes del tarot ¿Es el Tarot derivado de la Alquimia?. No se sabe. Característica potente del Tarot es acumular, adicionar o condensar conceptos, significados, ideas de distintos orígenes. Hasta se podría decir que se ha exagerado al atribuirle significados de forma alambicada y forzada, no
  • 26. 27 en vano varias construcciones eruditas en torno al Tarot se caen a pedazos cuando no tienen correspondencia efectiva con las interpretaciones tradicionales o más antiguas ni con las elaboraciones de otros eruditos en el mismo ámbito, por ejemplo, el de la interpretación astrológica del Tarot. Esto no hay que entenderlo como que en el Tarot no haya astrología o arquetipos astrológicos, sino que es difícil admitir que la construcción completa del Tarot sea astrológica. Con toda propiedad se puede afirmar que muchos autores, empezando por los ocultistas del siglo XIX y terminando en los ilustradores del siglo XXI, han manipulado paulatinamente la iconografía para adaptar el simbolismo a su propio discurso o pensamiento. En ocasiones, se han realizado sesudas y muy bien ponderadas interpretaciones del tarot llamado de Marsella, basadas en los colores de las estampas, cuando dichos colores han sido cambiados casualmente una y otra vez de una edición a otra durante siglos, cuando no han sido modificados intencionadamente para lograr acomodos ideológicos. La verdad que nadie pude negar es que las versiones se han multiplicado al son de las monedas del mercado y que hoy en día se denomina tarot a barajas que no tienen nada que ver con la simbología, ni con el número de cartas de los mazos de la Europa medieval. Se han adicionado símbolos astrológicos, cabalísticos, egipcios, orientales, cristianos, vudús, etc., que no tienen la más mínima relación con la baraja cartomántica y filosófica que alguna vez marcó el inicio de este arte. Ninguna mezquindad nos mueve a destacar estas imposturas, salvo dejar en claro que en este último caso estamos hablando de barajas lúdicas distintas al tarot que, si tienen sentido para quienes las consultan, bienvenido sea. Distinto, como lo hacen algunos esoteristas, es combinar el uso del Tarot con la aplicación de otras mancias o artes adivinatorias en forma complementaria, respetando por separado las normas y tradiciones de cada una. Por eso es mejor evitar el abuso de líneas de trabajo o acomodos mentales de inspiración erudita que pueden perfilar derroteros inconducentes o, simplemente, que se traduzcan en divagaciones del tarotista sin ningún sentido para el consultante. Erudición e intuición Destacamos que lo esencial no es asignarle un significado a los arcanos por decisión erudita. Lo verdaderamente respetable es que esa nueva interpretación funcione u opere espiritualmente en el adepto o en el consultante. Tal como las obras o tratados alquímicos no le dicen nada al neófito ni tienen tampoco ningún efecto especial en el estudioso de los mismos, pero sí tendrían un especial significado e importancia en el adepto o iniciado como proceso interior de un ejercicio o paso específico y no fruto de la simple lectura mental de un texto. Para leer o interpretar el tarot es indispensable conocer y memorizar, a lo menos en parte, los significados que por tradición se le asigna a cada carta. Al ver una de ellas, uno de esos conceptos se manifiesta en la conciencia del lector y éste puede conectarlo con su problemática actual, pasada o futura. Dicha problemática, en su movimiento íntimo puede ser tan compleja como lo es el ser humano y la conexión puede tener a su vez muy variados senderos y señales de profundidad también variada, según sea la sensibilidad o intuición del intermediario, lector o tarotista.
  • 27. 28 Constituye una exageración la hipótesis que el tarot Sola-Busca (año 1500) tiene por completo un carácter alquimístico. La ausencia en la mayoría aplastante de las cartas de los símbolos alquímicos y la escasa aparición del elemento femenino, virtud que resalta en el tarot desde la Edad Media, hacen inviable esa osada afirmación. Cabe también señalar que existen interesantes y bellas interpretaciones del tarot de Marsella, las cuales sostienen una visión completa basada en la alquimia, las cuales son más poéticas que efectivas. Esto es sin ánimo de ofender ni despreciar nada, pues, en definitiva, no contamos sino con interpretaciones, o sea, con hipótesis acomodadas por la mente, dado que los códigos o claves culturales de transmisión de estos instrumentos se han borrado en el tiempo y no se ha experimentado una herencia lineal de esta sabiduría –tanto del Tarot como de la Alquimia- de una generación a otra. Las dimensiones o formas de trabajo con el tarot. El Tarot puede ser enfocado, estudiado y utilizado desde diversas dimensiones o ámbitos de conocimiento. No es posible realizar distinciones tajantes entre esos ámbitos pues nunca se encuentran barreras absolutas tratándose de las mancias y las prácticas espirituales, cosas ambas que son carne de este arte. Sin embargo, podrían agruparse en aquéllas que tienen un enfoque más mental y ésas que tienen en sí una preponderancia intuitiva. Las dimensiones más mentales son la alquimística, la astrológica y la numerológica. Por su parte, la más intuitiva es la dimensión meditativa. Las cartas, en especial los arcanos mayores, pueden ser interpretadas extrayendo señales referidas al proceso alquímico, realizando analogías que otorguen pistas para los procesos interiores. Esto no constituye una novedad, desde el momento que en capítulos anteriores se ha visto las concordancias asombrosas entre la figuración de la tradición alquímica y el tarot primigenio. El denominador común de la dimensión alquimística con la dimensión meditativa es que ambas pretenden efectos operativos, apuntan a inducir una disminución de lo intelectivo, lo egoico, para dejar paso a la ligazón con el inconsciente personal o colectivo, e incluso con el inconsciente transpersonal. La operación en curso no sería para provocar una atenuación de intranquilidad o de moderación de síntomas, sería para potenciar el enfrentamiento con los conflictos, asumirlos y dar el salto en madurez e integración que corresponda, aunque ello implique el corte de relaciones sociales, cambio de trabajo o de residencia, etc.
  • 28. 29 Capítulo VI La alquimia espiritual del Tarot El alquimista espiritual tiene a su disposición el cuaternario de elementos para transformar la realidad interna y su desafío es usarlos de manera integrada y armónica. Igualmente, el tarotista dispone de Fuego, la energía vital, el calor, la motricidad, la chispa divina; de Agua, los líquidos orgánicos, sus emociones y pasiones; de Aire, el soplo de su respiración que le mantiene con vida, ideas e imágenes aportadas por el intelecto; de Tierra, su materia corporal, sensaciones, instintos y pasiones. Los elementos estarán presentes prácticamente en todas las cartas del Tarot, variando solamente los énfasis o preponderancia de unos u otros. Azufre, Mercurio y Sal Para la alquimia mística la sustancia de trabajo es el alma, la cual constituye la materia universal y transpersonal, es Una. Sin embargo, a escala humana no hay más remedio que trabajarla en la individualidad, en el sujeto, que es uno mismo. El prototipo del alquimista en el tarot es El Mago. En El Mago el principio que resalta es el Azufre, aquellas cualidades con una expresión nítida y definida. Si tienes una identificación con El Mago, has de exudar masculinidad, iniciativa, audacia, emprendimiento, coraje, energía. Podrás ser inventiva/o, desplegar movimiento, conquista. Tu intelecto estará dispuesto a actuar, a rechazar la fe dócil y las ideas ajenas; sentirás independencia de espíritu para elaborar proyectos por ti misma/o. El número dos entrega un aporte potente, el cual aparece en La Sacerdotisa. Es la transformación continua de la materia, el movimiento dialéctico de los elementos de género denominados usualmente macho y hembra, pasivo y activo, rey y reina, cuya interpenetración dará origen a resultados, algo nuevo. Si conectas con la Sacerdotisa deberás atender que en ella resalta el Mercurio, las cualidades sutiles, móviles aunque receptivas, aún no condensadas y que carecen de una expresión definida. Destilarás feminidad, dulzura, calma, recogimiento, ensoñación, prudencia, modestia. Dispondrás de comprensión, sensibilidad y adivinación. El tres alquímico aparece ligado a los principios Mercurio, Azufre y la Sal. El Azufre es lo activo, el Mercurio es lo pasivo, y la Sal es el movimiento que da forma. En la criatura humana, el primero corresponde a la masculinidad (espíritu), el segundo a la feminidad (alma) y el tercero a un estado medio armonioso (cuerpo). Al identificarte con La Emperatriz ten en cuenta que resalta en ella la Sal, por tanto, la sabiduría, el equilibrio, la ponderación y la estabilidad. Cuatro Elementos y Quintaesencia Los alquimistas establecieron que la circulación de los cuatro elementos en el ámbito humano individual puede tener un efecto de salud o terapéutico capaz de prolongar la vida. Si te identificas con El Emperador podrás dominar lo físico, tu entorno, tus relaciones,
  • 29. 30 desplegando ampliamente tu voluntad y poder. Dispondrás del dominio de los cuatro elementos para obtener buena salud para ti y proporcionarla a otros, también. Al fusionarse la serena emotividad del dos y el pragmatismo racional del tres, se obtiene el cinco, la síntesis de racionalidad y emoción. Al conectar con el Sumo Sacerdote facilitarás el control de tus emociones permitiendo que se despliegue el potencial de tu intelecto y que éste respete las señales intuitivas. Tendrás un acercamiento al centro aglutinador del conjunto de tus elementos o capacidades. El Matrimonio Alquímico El Matrimonio Alquímico es representado en el número seis, el cual sintetiza la unión de las cualidades del Fuego y el Agua, espíritu y materia. Representa la oportunidad de escoger entre el equilibrio u optar por una actitud desmesurada. Se trata de la unión del rey y la reina, de lo activo y lo pasivo, de lo agresivo y lo acogedor, del emprendimiento y lo contemplativo, en suma, la síntesis de los opuestos. La conexión con el arcano Los Enamorados te da la oportunidad de avanzar en la unión de mente y cuerpo, la aceptación del contrario íntimo. Integrarás mejor lo intelectivo y lo instintivo. Vivenciarás cómo tu conciencia acepta e integra la dualidad opuesta, dando fin al retorcimiento interior. El Septenario y la Sabiduría La concepción alquímica de los siete metales refuerza lo planetario, la relación con las potencias universales, representadas por dioses y cuerpos espaciales orbitando en el cosmos. Pero “como es arriba es abajo”, el siete representa los factores de la personalidad fundidos en una expresión concreta del ser humano que avanza muriendo y renaciendo a nuevos niveles de madurez física y espiritual. La inspiración en el arcano El Carro es una oportunidad de triunfar sobre lo que te desvía de la autoconciencia, o sea, de las pasiones espontáneas del instinto y de los mensajes tortuosos de la mente. Si te dominas y tomas un camino definido tienes poder cual si fueras una divinidad. Hoy, inmersos en la modernidad, tenemos escasas oportunidades de conectar con lo remoto, lo que se pierde en la noche de los tiempos, con la tradición. Tradición significa transmisión de una sabiduría inmemorial. El anciano del Ermitaño es una figura que refleja lo antiguo, el saber que se ha recibido por tradición y que se ha heredado de otros que fueron ancianos sabios en su momento. Si te ligas a este arcano abres una ventana hacia lo iniciático. La ligazón con lo originario, lo instintivo, se expresa cuando lo mental ha sido apaciguado y se te ofrece una solución que está más allá de la lógica, de lo lineal y lo temporal. Has dado un paso más para lograr tu peculiaridad más interna, o sea, conseguir la autorrealización. Recuerda: no es egocentrismo sino individuación. La Transmutación Palabra clave en el lenguaje alquímico es transmutación. La alquimia persigue la conversión del ser humano imperfecto en una personalidad más cercana a la perfección. La inspiración
  • 30. 31 conseguida a través de La Fuerza puede conducirte de un estado espiritual amorfo, difuso, deprimido, dubitativo, hacia un estado espiritual cristalino, estructurado, radiante, decidido. Los procesos alquímicos tienen, en general, como fase inicial, la capacidad del adepto de dominar su función mental, de tal manera que las ideas, imágenes u obsesiones sean mantenidas al margen. La(el) interesada/o tendrá que focalizar su atención tanto en la conciencia de sí como en atender sólo los temas relacionados con el proceso que se ha iniciado, de tal forma de impedir a la mente que eluda los problemas que deba enfrentar. El control mental te coloca en el umbral de la meditación. La gran oportunidad de conectar con El Colgado es unirte contigo misma/o. Las fases que vengan incluirán el dominio de tus emociones, alejando temor y ansiedad; el dominio de lo corporal, pues tu cuerpo se encontrará relajado; sin ninguna distracción que te aleje de ese vasto océano que es el inconsciente. El Colgado sufre en el Árbol de la Vida y expiará en él para reunificarse con su origen y renacer a una nueva vida. La nigredo y la unión con la mente Punto crucial en el avance del alquimista espiritual es la conciencia del cambio interior. Nadie puede sustituir a la individualidad en esta instancia operativa espiritual, ni las lecturas de textos, ni los consejos de amigos y terapeutas. Te encontrarás sola/o enfrentada/o a ti misma/o. El arcano Sin Nombre representa la comprensión del cambio así como la determinación de romper con lo actual. Conectar con el arquetipo de La Muerte es tu oportunidad de convertirte en alguien diferente. El arcano encierra un concepto potente y bello, la posibilidad de que se repita -en términos virtuales- un acto maravilloso y simultáneamente doloroso como es nacer, dejar atrás la incomprensión y empezar a vislumbrar una señal esperanzadora. ¡Corta con una situación de abatimiento moral e inicia otra de mayor autoestima!. Llegará el momento de conseguir otra de las uniones alquímicas fundamentales, la unión con la mente, conocer y aceptar tus aspectos oscuros. Aunque todos los arcanos pueden esconder en potencia una amenaza, pues en cada uno de ellos se puede identificar una carga negativa, el arcano El Diablo representa explícitamente al arquetipo de la sombra. A lo largo de tu vida fuiste acumulando sucesivas represiones que ejercen tanto la colectividad como tu propia individualidad sobre sí misma, lo no deseado, lo calificado maligno, indecente, atemorizante, etc. Recuerda que un factor clave es sentir una amenaza concreta e inesperada junto con cierta tensión angustiante. El Diablo anunciará ese momento crucial y te inspirará para superar la tensión y dejar paso a la armonía y al disfrute de la vida. La caída del Yo y el imperio del inconsciente El Ego –la unidad pretenciosa que imagina aglutinar el todo interior- y la mente -su función activa- acaban por acostumbrarse a un esquema sobre el entorno y la individualidad. Sin embargo, ese presunto equilibrio puede dar un traspié en términos espirituales. El arcano La Torre representa la caída del Yo y la conciencia mental. Si aprovechas la oportunidad de conectar con este arcano en momentos que se produce una crisis causada por un elemento
  • 31. 32 externo que somete a prueba tu integridad, se agrietan tus esquemas de comprensión y los mecanismos de relación con el entorno, no temas que tu edificio virtual se venga al suelo, pues se abre la oportunidad de comprender, reconstruir y fortalecerte, poniendo más cuidado. El ámbito oculto del ser se constituye por elementos sobre los cuales no se accede de manera directa –con lo cual dejarían automáticamente de ser inconscientes- y que se hacen presentes a través de símbolos e imágenes. Si la presencia virtual de imágenes desconcertantes y repetitivas es asumida positivamente, su mensaje deja de enfrentarse dolorosamente, para hacerse consciente de alguna manera y ser integrado al conocimiento de ti misma/o. Todos los arcanos del Tarot contienen en potencia la oportunidad de hacer conectar al operador con el inconsciente colectivo. Sin embargo, La Estrella representa per se la aparición de esa oportunidad. Por esto, es indispensable una disminución del nivel mental, un ligarse intuitivamente al inconsciente, para que los arquetipos puedan aflorar y entregar el mensaje que se hace indispensable descifrar. El Tarot es sólo uno de los instrumentos que pueden abrirnos las puertas de nuestro mundo oculto, como también la meditación, la ensoñación consciente, el análisis de sueños, el uso de alucinógenos, ejercicios respiratorios y espirituales, etc. La Plata y el Oro Tempranamente los antiguos captaron la secuencia de los ciclos: las estaciones, la reproducción, la menstruación, el crecimiento vegetal, el paso de los astros, el envejecimiento. La idea perfilada mediante el ciclo es la repetición ordenada de fenómenos en el tiempo y, siendo la luna un astro que se expresa de variadas maneras en forma cíclica, la humanidad lo usa como su símbolo. La Luna era otro de los nombres alquímicos de la Plata o Reina, una fase avanzada del proceso de purificación pero que conducía a una obra limitada. La ligazón con este arcano evoca el desafío de controlar las emociones y los sentimientos, la animalidad o los instintos, para que no interfieran en tu proceso de perfeccionamiento. El arcano El Sol es precedido por el arcano La Luna, es decir, la certeza tendrá que sustituir a la ambigüedad. La aparición de El Sol anuncia que el ser es capaz de constatarse a sí mismo como ejecutor de la decisión escogida y su conciencia se nutre de plenitud, al haber conciliado la inspiración del alma y la comprensión de la mente. Para los alquimistas El Sol, Rey u Oro, es la culminación de la Gran Obra, es haber obtenido el material capaz de convertir en realidad la purificación metálica, por haber mezclado correctamente las sustancias adecuadas. Sentirse iluminado por este arcano representa la oportunidad de enlazar con un elemento funcional para que las cosas resulten, produciéndose el efecto requerido. El agente apropiado puede ser tanto un elemento, persona, institución, situación externa, etc., como una disposición anímica, un evento espiritual, etc., que precede al hecho concreto. La señal te permitirá identificar intuitivamente al agente externo para acercarte al lugar y momento en el cual aporte su resultado.
  • 32. 33 Renacimiento y totalidad El conocimiento de sí mismo y de las cosas, la conciencia del ser y su entorno, avanza aparejado de una visión más amplia de ambos y del todo que los abarca. Se tendrá ante sí un panorama universal. El arcano El Juicio representa esta conciencia holística de un renacer en un nivel más maduro. La conexión inspirada por este arcano puede entenderse no sólo como una extensión simple del entendimiento, sino como una relación de conocimiento con el cosmos, el inconsciente colectivo o la comprensión de experiencias atribuidas a vidas pasadas o a etapas perinatales. La gráfica del arcano es elocuente, el ser emerge desde la muerte ritual, ha perecido una forma de la individualidad y surge ahora transmutada, más libre de cargas y culpas, con menos contradicciones, se han superado algunas dualidades, se está más cercana/o al centro que nos es propio. La carta puede insinuar el desafío de acceder de manera formal a recibir la enseñanza de la tradición universal. Corresponde poner atención sobre la tercera unidad aspirada por los alquimistas, la unión de mente y cuerpo con el universo o totalidad. Ésta corresponde al Uno Mismo, el centro regulador de la psique, una fuerza transpersonal que trasciende al ego. Se trata de ti misma/o en tu completitud oculta. C. Jung opinaba que el sí mismo es tanto el centro como la esfera que abarca lo consciente y lo inconsciente; es el centro de esta totalidad, así como el ego es el centro de la conciencia. Aparecerá en tus sueños como un rey, héroe, salvador, o bajo la forma de un círculo, cuadrado, cruz, cuatro personajes interactuando o una dualidad unificada. En el arcano El Mundo la dualidad unificada se muestra como andrógino encerrado en un óvalo, teniendo a su disposición las energías universales incrustadas en las propiedades elementales alquímicas. ¿Cómo llegas hasta ti misma/o y simultáneamente a lo universal?. La Inteligencia Universal le enseñaba a Hermes Trismegisto que usara el estado de meditación: no cuerpo, no mente, no emoción. Observa las Figuras 27 y 28. Figura 27, Arcano El Mundo del tarot de Marsella (fuente Ediciones Orbis) y Figura 28, el rebis o andrógino de los alquimistas (fuente chez-alice.fr).
  • 33. 34 La autoaceptación Sólo por la sincronía del mundo arquetípico, espontáneo, resulta como cierre de los misterios alquímicos la noción de experiencia límite, una idea esencial dentro de las grandes corrientes de la espiritualidad humana, pues encierra la clave de la unidad anhelada por los seguidores del camino. El arcano El Loco puede ser indicio de un momento trascendental para la (el) iniciada/o, el cual puede incluir diversas situaciones de tipo creativo, estético, amatorio, orgásmico, místico. Se trata de experiencias que cambian a la persona y su percepción del mundo. Lo esencial de tales vivencias es la integración dentro de la persona y entre la persona y el mundo, es decir, la unificación buscada por los alquimistas. Por un momento, las polaridades y disociaciones internas tienden a resolverse, la guerra civil interior no se gana ni se pierde, sino que se trasciende. La persona se abre más a las vivencias, abatiendo en cierta medida el nivel mental, y se hace más espontánea, característica esencial de la creatividad en la persona autorrealizada, quien acepta y abraza su ser más profundo en lugar de temerlo y rechazarlo.
  • 34. 35 Capítulo VII La triple unidad alquímica en el Tarot Los alquimistas místicos pretendían superar las dualidades u oposiciones, las contradicciones internas. ¿Para qué?, para llegar a la unidad, alcanzar el uno mismo, la perfección espiritual u oro del alma y la salud perfecta y vida eterna. Un tema de siglos Los primeros alquimistas –primeros siglos de la era cristiana- reconocieron una sola unión o síntesis de los opuestos: la de lo masculino con lo femenino, proceso que se simbolizó de diversas maneras aunque la más recurrida es la de “matrimonio alquímico”. Sin embargo, con el tiempo –fines edad media europea- otros alquimistas llegaron a concebir la necesidad de realizar tres uniones: la Unio Mentalis, o unión mental; la unión de mente y cuerpo; y la unión con el Unus Mundus. Es posible interpretar en términos psicológicos bastante delineados dichas uniones, tal como lo hizo Jung en su monumental obra Mysterium Coniunctionis. La unión mental se refiere a la comprensión y aceptación de nuestro inconsciente, la superación de los propios aspectos oscuros y retorcidos. Para llegar a eso, la persona debe modificar su ligazón inconsciente con el cuerpo, sus impulsos básicos o animales y las emociones. Una vez realizada la comprensión y aceptación de sus deseos prohibidos podrá encauzar el dominio de los mismos. La unión de mente y cuerpo se refiere a la comprensión de los tradicionales opuestos masculino y femenino, la relación dialéctica entre anima y animus, así como de diversos otros opuestos contenidos en el inconsciente colectivo, a cuya superación e integración se podrá acceder a través de la meditación activa o divagación consciente, acompañado de un proceso de interpretación de dichas vivencias virtuales. Otra forma de expresar esta unión es la superación de la contradicción intelecto-intuición, es decir, aprovechar la oportunidad de disponer tanto del poder razonador de la mente como de seguir los llamados de la intuición- instinto o conocimiento instantáneo. Finalmente, la tercera síntesis del proceso alquímico se refiere a la unión de la individualidad con el Unus Mundus o totalidad, es decir, la capacidad de trascender y de dejar de diferenciar entre nuestra mente y nuestro cuerpo como entidades aisladas distintas del entorno, superando la ilusión de los sentidos, es decir, el logro de un estado de conciencia holotrópica, inefable y numinoso, conseguido a través de psicotrópicos o mediante ejercicios espirituales meditativos.
  • 35. 36 Una transmutación espiritual El logro de las tres uniones planteadas por los alquimistas no cabe duda que no es cosa de unos pocos ejercicios espirituales, muy al contrario, es una tarea de vida. Quienes conscientemente pudieran aspirar a una existencia más plena, emprendiendo el laborioso camino de la síntesis personal, han de hacer claridad sobre los alcances de un objetivo tan ambicioso y gratificante, por lo cual es bueno disponer de un mínimo marco conceptual para la comprensión de la triple unidad. 1º El encuentro íntimo La persona se ha dado cuenta que debe brindarse una oportunidad de cerrar las puertas a todo lo que distrae a la conciencia, sea la mente con sus ideas e imágenes, sean las emociones y sentimientos, sea lo corporal y los apetitos instintivos. Lo íntimo es usted mismo y no los resultados o manifestaciones de su ser en el mundo dimensional. Podrá encontrarse consigo mismo. El observador explorará en las dimensiones ocultas, en el lugar sagrado interior, quizás meditando, analizando sus sueños, evocando el pasado hasta que los recuerdos decanten en un marco de madurez. 2º Centrarse La necesidad de intimidad es un llamado espontáneo a conectar o intentar conectar con el centro desde el cual se impulsa el giro de la rueda de la vida propia. Se ha sentido el llamado a tomar conciencia de sí, apartándose y mirando el devenir desde una posición inmóvil, un centro de serenidad. 3º Individuación Expresado en palabras de especialistas, los estados de intimidad y centramiento anuncian el requerimiento de avanzar en el proceso de individuación, de viajar hacia el logro de la peculiaridad más íntima, o sea, la mismación o autorrealización. Es el desafío de toda la vida, suya, mía, de todos. Se nos advierte de no confundir la individuación, el acercamiento a Sí- mismo, es decir lo central del inconsciente colectivo o el alma que abarca Uno mismo y todos, con el devenir mental del Ego. Si así fuese, no se trataría de individuación, sino de egocentrismo. 4º Ansia de renovación Es obvio que el proceso buscado implicará una transformación de la individualidad. El ser actual, poluido y desorientado, espera la sustitución por un ser maduro y limpio, liberado de cargas. La renovación equivale a la transmutación alquímica, en la cual los metales viles llenos de contaminaciones habrán de ser paulatinamente sustituidos por metales nobles. La contaminación expresada en la mentira y la inconsecuencia se habrá reemplazado por el oro de la verdad. Si efectivamente estamos frente a un hito en la vida personal, la transformación se expresará en un cambio de forma, de faz, de estilo, apareciendo una nueva manera de vestirse, de llevar el cabello, de cambiar de casa, de territorio o de empleo. La renovación que se originó en la transmutación alquímica, que nos indujo incluso a un cambio de nuestra apariencia, nos proporciona una nueva manera de ver el mundo, las cosas, los seres, nuestra inclusión en él y, especialmente, la manera sentirnos interiormente. Hay disposición no sólo a la
  • 36. 37 conciencia de sí sino a una mejor comprensión de la otredad, a colocarse en el lugar de los demás, a comprender su hoy, su pasado y a intuir su futuro. 6º Combinando los contrarios El alquimista espiritual reconocerá sus luchas internas y procurará la armonización o combinación de contrarios. La tarea es buscar la correspondencia entre diferentes aspectos o estructuras del sí mismo, del espíritu o de la personalidad en una proporción que entregue serenidad y disfrute a la individualidad, un estado que produzca sensación de placidez y alegría. Se podría expresar también como el encuentro con un arquetipo en un punto de equilibrio activo. Se habría logrado un acorde entre las pulsiones del inconsciente y la estabilidad del ego. Se busca que se exprese la capacidad de moderación y, al mismo tiempo, dar una señal externa de esa armonización. Una trampa: el peligro de templar sólo en lo externo. Llevarse bien con los vecinos, desplegar cierto liderazgo en el trabajo no sería suficiente. Frecuentes ejemplos de personas agradables y leales, padeciendo graves dolencias psicosomáticas, hablan a las claras de ignorar la falta de resolución de un conflicto interior. 7º El triunfo es la liberación. La comprensión nos coloca en el camino de la liberación, en la vía del desprendimiento de las cargas sobre nuestro espíritu, pues ni más ni menos que un gravamen ha de resistir la individualidad que no ha logrado redimir sus contradicciones. Entender el origen de lo que nos oprime y asimilar emocionalmente dicha comprensión se equipara a la cancelación de una suerte de impuesto aplicado a nuestra vida espiritual. La liberación de la opresión dará paso a una sensación de totalidad, de estar en la plenitud de una etapa de la vida. Ha sido un premio al esfuerzo y al doloroso cambio. 8º La existencia es un ciclo. Las transmutaciones interiores están impregnadas de un sentido cíclico. Todo ciclo, al cerrarse, no hace más que inaugurar otro, el cual se encontraba larvado o condicionado por el ciclo anterior. Lo único fijo y eterno es el movimiento en sí, las etapas o fragmentos son perecederos. La unión con la mente Diversos son los estados de ánimo que se pueden experimentar estando en manos de lo oscuro. Las ideas fijas pueden desembocar en un resultado trágico. Lo mismo acontecería con la angustia de ser víctima de un peligro real o imaginario o de perder algo o a alguien. Otra alteración no controlada es el impulso irrefrenable de poseer o someter personas o cosas. Estos estados tienen un común denominador: el apego a la obsesión, el miedo y el deseo. Una inercia arrastra a la individualidad de no realizar las medidas correctivas que eviten la autodestrucción. Por eso el desapego representa el triunfo sobre la mente y las emociones. La realización de un acto dañoso para otra persona -o no haberlo evitado estando en posición de hacerlo- puede causar un pesado sentimiento de responsabilidad no asumida. Tener la desidia de no reparar el daño causado puede ser tanto o más penoso que el sentimiento de culpabilidad por la realización del daño mismo. Una manera de superar esta situación es
  • 37. 38 enfrentar la culpa dando pasos concretos de reparación hacia los afectados o, ante la imposibilidad de remedio de lo pasado, utilizar una acción símbolo que represente el cambio de actitud. Evitamos que se dejen expresar nuestros aspectos escondidos, los eludimos tan astutamente sin saber que nos causamos una neurosis, un mal. Nuestra libido, especialmente su contenido sexual, es refrenada, acumulando energías que tarde o temprano buscarán una expresión. Si la represión instala sólo un barniz de civilización sobre nuestra constitución animal, podríamos terminar en la agresión o la autodestrucción, la timidez, el suicidio, el alcoholismo, la drogadicción. La robustez de las energías inconscientes puede acabar en el reverso de la represión, tal como una exaltación aparatosa de nuestro ánimo, sea como deseo sexual, ansia de poder, furor o el arrebato del discurso profético. Al considerar a la oscuridad como un enfrentamiento se lo puede analogar con los mitos arcaicos, otorgándoles un papel colaborador en la comprensión del tema. Por ejemplo, el héroe heleno Teseo (el Ego, la mente) debe descifrar el intrincado laberinto (la vía temible, sin mapa) que conduce hacia el monstruo Minotauro (la bestia interior torturada y criminal) y llega hasta él para darle muerte (la comprensión cara a cara del secreto del arquetipo y la superación del conflicto). Algunas representaciones del combate los muestran entrelazados, pues forman parte uno del otro. El resultado será la demolición de la personalidad sometida a los apegos a través de comprensión y auto aceptación. La unión con la mente de los alquimistas es el antiguo “conocerse a sí mismo” y es la moderna “integración con la sombra”. Desplegando ante nosotros las cartas del Tarot, se verifica que todos los arcanos potencian una sombra, pues en cada uno de ellos se puede identificar un opuesto o carga negativa. O sea, la sombra es un colectivo variado, sólo que el ser satánico del arcano 15 El Diablo representa más explícitamente al arquetipo. Como ya se insinuó, nos referimos a los aspectos ocultos de uno mismo, tanto positivos como negativos, que han permanecido reprimidos y el ego no reconoce. En cierto lugar virtual se van acumulando las sucesivas represiones que ejercen tanto la colectividad como la propia individualidad sobre sí misma. Lo no deseado, lo calificado como malo, indecente, reprobable, impresentable socialmente, lo atemorizante, etc. En la acumulación de represiones cada cultura hace su aporte. En la cultura cristiana la sexualidad forma parte de ese mundo aparentemente adormecido pero que dispone de una energía bullente que se expresará querámoslo o no. Debe recordarse que “La sombra debe amenazar la conciencia” y para realmente amenazar debe ser concreta e inesperada. Agréguese que debe darse una tensión que descoloque al individuo. El arcano El Diablo anuncia un momento crucial, en el cual el arquetipo pugna por expresarse y, superada la tensión y comprendido el mensaje, sobreviene la armonía y se recupera el gusto y disfrute de la vida en el terreno en el cual se expresaba la amenaza. La unión de mente y cuerpo La aceptación del opuesto interior fue simbolizada por los alquimistas como el matrimonio alquímico. Este salto de avance en la individuación corresponde a la integración de lo intelectivo y lo instintivo, de lo cultivado y lo natural, de lo civilizado y lo animal. O, también, a
  • 38. 39 la comprensión del juego entre anima y animus, los arquetipos opuestos y complementarios de la racionalidad ordenada y la intuición caótica. En el arcano 06 Los Enamorados, versión medieval, aparece un varón y una fémina frente a un sacerdote u oficiante de su unión, la cual es consagrada en el rito matrimonial. El acuerdo realizado en forma libre y consciente de dos adultos de distinto sexo simboliza la unión de los opuestos. Los dos elementos de diferente género son invitados ceremonialmente a fundirse en uno solo. El sacerdote sería “el testigo” que representa la conciencia en el momento de constatar, aceptar e integrar el conflicto entre el intelecto mental y el inconsciente intuitivo, poniendo fin al retorcimiento interior. La unión con el universo La unión de la mente y el cuerpo con la totalidad corresponde a trascender lo personal. Es difícil tanto describirla como vivenciarla. Es la unidad reivindicada por todas las grandes corrientes espirituales de la humanidad como el más preciado valor, el verdadero oro espiritual. Quienes son capaces de experimentarla la ligan con un instante numinoso, inefable, de completitud, en la cual la disolución en el todo se percibe como un momento de serenidad y éxtasis. En términos psicológicos, se entiende como el acercamiento más pleno al Sí Mismo, centro regulador de la psique, un poder transpersonal que trasciende al ego, o si el lector lo quiere de otra forma, se trata de él mismo en su completitud oculta. Se agrega que el sí mismo es toda la esfera que abarca tanto lo consciente como lo inconsciente y, al mismo tiempo, es el centro de esta totalidad, así como el ego es el centro de la conciencia. En el arcano 21 El Mundo del tarot, versión Waite-Smith, la dualidad unificada mente-cuerpo se presenta antropomórfica, como un andrógino encerrado en un óvalo, que tiene a su disposición todas las energías del universo representadas por las propiedades elementales alquímicas. Sin embargo, su representación no garantiza que se haga realidad. Disponer de un mapa no avala la exploración real del territorio. ¿Cómo acercarse a “Dios dentro de nosotros”?. ¿Cómo se llega hasta sí mismo y simultáneamente a lo universal?. El camino podría ser el insinuado alguna vez por la Inteligencia Universal a Hermes Trismegisto, la práctica del estado de disolución: no cuerpo, no mente, no emoción. La triple grandeza del legendario sacerdote vendría quizás de ser el portador de la triple unidad.
  • 39. 40 Capítulo VIII Tarot: carruaje iniciático El fuerte rito iniciático tradicional simboliza mediante la muerte y la resurrección los cambios trascendentales de la vida humana y aparece plasmado en los arcanos del Tarot. Nacimiento y Renacimiento Si consideramos las experiencias naturales del ser humano –excluyendo la muerte- posiblemente no exista ninguna otra más dramática ni que marque de manera más profunda que el fenómeno del nacimiento. Después de disfrutar varios meses en un medio acuático formando los órganos que le serán esenciales para futuro, después de una existencia inicial placentera cuyo estado espiritual ha sido asimilado a una “conciencia oceánica”, este ser indefenso experimenta ahora un cambio brusco, salvaje, de las condiciones de su existencia. En el noveno mes, se desencadena un proceso de desplazamiento no deseado para esta minúscula heroína o héroe anónimos. Fuerzas potentes y desconocidas en medio de ese ambiente desprovisto de luz, le empujan hacia el fondo de la cubeta que lo contiene, se evacuan la mayor parte de los líquidos protectores y es precipitado hacia el interior de un inamistoso túnel. La sensación es de un extremo terror, cuya analogía más cercana es ser tragado por un remolino gigante, por una fuerza descomunal de succión. Completado este proceso de encaje del feto, comienza la etapa de paso por el conducto vaginal. Las fuerzas amenazadoras y extrañas se multiplican a su alrededor, le comprimen, le empujan, le azotan, le asfixian. El miedo de este ser desvalido se hace máximo y la sensación de peligro de muerte se hace más patente y angustiante. La presencia y el olor de la sangre y de las secreciones de otras vísceras hacen aún más horrenda la experiencia. Expulsado/a finalmente del vientre acogedor, cae en medio del mundo tridimensional en el cual se ve obligado/a a ingerir un nuevo fluido, el aire, donde ha de utilizar otros órganos y a sentir el roce brutal de los cuerpos, del sonido y de la luz. La angustia sólo se repliega definitivamente al contacto con el alimento proporcionado por el pecho materno. La Iniciación Los pueblos antiguos sintieron especial respeto por la experiencia del parto, sacralizándolo de diversas formas y, dadas sus características traumáticas desde el punto de vista del feto y de la sensación de muerte para aquél, lo consideraron tanto un nacer como un renacer, tanto un inicio como un re-inicio. Tuvo tal importancia que fue tomado como símbolo sagrado en diversos ritos, conocidos en conjunto como iniciación. Entre los ritos iniciáticos se puede mencionar aquéllos de paso a la adultez o de integración a la comunidad, los de incorporación a cofradías religiosas o de sanación, los de grupos secretos o esotéricos, los de maestría espiritual, etc. Para un/a occidental contemporáneo/a, inmerso/a en la cultura moderna, resultaría asombroso e inaceptable que los líderes espirituales de su comunidad pasaran por su vivienda y le
  • 40. 41 establecieran una fecha –con carácter obligatorio- para enviar a su hijo/a adolescente a un retiro forzado, en compañía de los restantes jóvenes de la localidad, ser apartados, sometidos a dietas especiales o ayunos, adoctrinamiento, marcas corporales o tatuajes e inconfortables pruebas físicas y espirituales, todo ello sin las finalidades utilitarias modernas y sin poder ejercer la libertad de trato y de educación que hoy habría de los padres sobre los hijos. Sin embargo, tales actividades rituales persisten y aún pueden encontrarse en diversas etnias de América, África y Asia, son valoradas por las sociedades tradicionales, consideradas indispensables para integrar a los/as jóvenes a su entorno social, con nuevas responsabilidades y nuevas libertades. Desde el término del ritual iniciático, tendrán la obligación de procurarse alimento o producir; a cambio, dispondrán de la libertad de tener relaciones sexuales, casarse y procrear. En la práctica, toda la comunidad los considerará, de ahora en adelante, como nacidos a la vida adulta y muertos o fallecidos a la vida infantil Iniciación especial es la de los/as chamanes/as, en las cuales el objetivo es dar por muerto al ser corriente y conseguir la resurrección de lo divino-mágico, transformándose en el instrumento de comunicación de los dioses con la comunidad y vice-versa. Otras iniciaciones tradicionales corresponden a las sociedades secretas, generalmente integradas por cofrades de un solo sexo. Actualmente, en la modernidad, se mantiene este tipo de rituales iniciáticos de incorporación en los grupos esotéricos, como los francmasones y las organizaciones de tradición hermética o gnóstica. En estos casos, la muerte ritual sigue siendo símbolo de nacer a una realidad que sólo pueden experimentar los hermanos secretamente juramentados. En Oriente, existen las iniciaciones en que un maestro de mayor grado confiere la maestría a un iniciado, ritualizando el nacimiento a la capacidad docente, o sea, el arte de transmitir un conocimiento sagrado. El Proceso Iniciático La iniciación se entendería como un proceso. Se trata de una secuencia de fenómenos internos y externos que tienen un comienzo y un final. Cuando decimos breve, podría ser algunos minutos u horas. Cuando largo, podrían ser días, meses o algunos años, como aún puede acontecer en grupos apartados de la civilización occidental moderna. Se agrega al factor proceso el factor viaje o desplazamiento. Tanto las ceremonias antiguas como aquéllas que restan en el mundo moderno, incluyen la consideración mítica del iniciando cual un héroe que realiza un viaje legendario, desplazamiento virtual en el cual pasará por pruebas rituales, recorriendo otras realidades o dimensiones, como un espíritu o fantasma que, al final, triunfante, retornará a la vida entre sus iguales. La iniciación se entiende en el marco de una tradición, contexto en el que un conocimiento ancestral, trascendental o secreto, requiere ser transmitido al candidato, de maestro a discípulo. Iniciación es equivalente de transmisión. No sólo se transmite las formas del ritual, sino, además, historias o mitos sobre el origen de la comunidad o de la cofradía, símbolos específicos, palabras y gestos especiales o saludos reservados a los iniciados. Se subraya que el proceso comporta un rito, ceremonia normada mediante riguroso protocolo de los pasos ceremoniales. En las sociedades arcaicas dicho protocolo se mantiene por
  • 41. 42 tradición oral, a través de determinados líderes que cumplen funciones sagradas. En las sociedades modernas, los protocolos están registrados en papel y se mantienen bajo secreto o discreción. Un sentido de cambio El sentido profundo es el cambio. El entorno espera un cambio de parte del candidato, quien deberá vivenciarlo tanto en sus sensaciones físicas, como experimentarlo en su espíritu, sentirse y verse a sí mismo diferente. La ceremonia iniciática, llevada a cabo en un lugar consagrado, confiere la posibilidad de ir más allá del Yo, de la personalidad, y de adentrarse en el inconsciente y lo trascendente, de experimentar el trance o el arrobamiento, una comunión indefinible sea con lo divino, sea con el alma. La iniciación marca un comienzo, el envión inicial para que la individualidad participante pueda avanzar un paso más en su autodominio, el cual sólo podrá conseguirlo mediante el autoconocimiento y la auto aceptación de su realidad interior y ¿por qué no?, hasta la auto sanación que provee de paz a una conducta neurótica. Finalizado el ceremonial, el iniciado será tratado de manera diferente por quienes le rodean. Debería ir adquiriendo una suerte de madurez, aplomo y solvencia. No hay cambio externo que no sea fruto de un cambio interior, el cual fue desencadenado por la ceremonia iniciática. Las religiones inmersas en la modernidad, a pesar de su estilo marcadamente exotérico, continúan usando ceremonias iniciáticas tanto para sus creyentes como para sus sacerdotes. ¿No le suena cercano a los católicos la aplicación de los llamados sacramentos, uniones con la divinidad en distintos momentos de la individualidad?. El ser humano común, incluso en el ámbito de su Ego, puede ir experimentando el morir y el renacer. Cada vez que se adquiere un conocimiento, se muere a la ignorancia y se nace al saber; cada vez que la vida golpea con una frustración o un gozo, no somos los mismos después del fracaso o del éxito. Hasta las burdas ceremonias de recibimiento de estudiantes en la universidad o la imposición de pagos de comida a quienes se incorporan a un trabajo, no serían más que restos descompuestos de tradiciones más nobles. Herramienta oracular e iniciática. El Tarot, libro de imágenes bajo el aspecto de una baraja, es un instrumento que clasifica dentro de la cartomancia. Se conservan cartas de tarot que se remontan al siglo XV así como registros de su existencia en documentos del siglo XIII. Esta baraja cartomántica tiene un valor múltiple: esotérico y de conexión trascendente o psíquica. Presenta elementos de fuentes antiguas y casi míticas: Hermetismo, Alquimia, Numerología, entre otros. Cada carta recibe el nombre de Arcano, es decir, secreto. ¿No juramentan las hermandades guardar el secreto de la ceremonia iniciática?. El iniciado en sus significados no sólo quisiera conocer el futuro, sino también encontrar respuestas a inquietudes espirituales y anímicas más profundas, desafíos, cargas, sombras, angustias y ansiedades inexplicables. Podrá pasearse por los arcanos como en un mapa o sendero que le orientará en los vericuetos de su laberinto
  • 42. 43 interior, descubriendo sus monstruos y sus dioses, los momentos de cambio interior y las luces de su renacer. Para un neófito el tarot no pasará de ser una abigarrada y caótica multitud de cartas y de signos. Para el iniciado o tarotista habrá disponible señales, que al cruzarse, irán tejiendo una red, mostrando posibilidades que tarde o temprano pondrán a la vista un hilo conductor. Irán apareciendo hitos relevantes de la vida personal, se constelarán oportunidades de cambios importantes, se mostrarán las pruebas que la vida depara. No sólo eso, saltarán a la vista los momentos en los cuales es posible un camino espiritual, de madurez y perfección, en suma, de servicio a quienes deberán, a su turno, despertar. Abriéndose a un enfoque distinto del tarot, que favorezca descubrir elementos iniciáticos entre la variada y jamás superada simbología que contiene, nuevas rutas se ofrecerán a los ojos ávidos de señales esperanzadoras. Algún arcano inspirará para golpear la puerta de una cofradía y postular su admisión, otro, estimulará estudiar en profundidad alguna disciplina esotérica o alguna técnica de sanación, más allá, alguno dará pistas para establecer una nueva ética, más rigurosa y generosa, en el tratamiento de los consultantes. Significados iniciáticos del Tarot Convendría que demos una mirada a algunos de los arcanos mayores del Tarot en los cuales es más llamativa la herencia iniciática que parecen esconder. Arcano sin número. El Loco. Es el viajero, el individuo que se arriesga, que sale a la aventura de conocer y conocerse. Se asimila a la figura del neófito que ha comenzado el proceso de búsqueda de Sí Mismo. No sabe dónde golpear ni preguntar, probará una y otra vez hasta que encuentre la puerta o el punto de partida de su laberinto interior. Lo que su conciencia no sea capaz de advertir lo captará su instinto. Arcano 07. El Carro. El dosel tiene prendido un paño tachonado de 12 estrellas, signos del zodíaco que representan el Universo, el cual, como un espejo, refleja el mundo interior. El vehículo es símbolo de viaje, de proceso, de iniciación, de movimiento traslaticio que marca la madurez del neófito al ofrecerse voluntario a la iniciación. Se ha escogido un sendero del cual no se puede retroceder.