1. La Historia del “País Vasco” según la toponimia y las
crónicas antiguas.
Ningún investigador cree hoy en el supuesto origen
misterioso de la lengua y etnia vasca y todas las crónicas de la
historia demuestran que aquellos hombres a quienes los celtas
pusieron el nombre de vascones ( barscunes ) que en lengua celta
significa los de las cumbres o monterizos (de 'bars' : arriba y 'cun' :
cuna, estirpe) y a quienes los romanos describieron como “guerreros
salvajes de razas varias” y “de lengua y costumbres diferentes
en todo a los pueblos celtas de la zona” (77 a 74 a.C.), no eran
pobladores autóctonos del territorio que hoy se denomina
País Vasco , sino que entraron en España con las invasiones
púnicas que abandonaron a Aníbal Barca (219 a.C) cuando
al atravesar los Pirineos tuvieron conocimiento de que los
llevaban a luchar contra Roma.
Es inexplicable que los nacionalistas vascos, que han
dedicado tanto tiempo y esfuerzo a desentrañar su pasado y a
reconstruir su historia, no hayan dado ninguna explicación sobre el
destino de aquellas tropas que huyeron en desbandada precisamente
en el lugar donde años después situaron los romanos a los vascones.
La ignorancia del suceso resulta especialmente sospechosa teniendo
en cuenta que es la única explicación de la presencia de los bascones
en aquella zona, de los saqueos continuos que a partir de entonces
empezaron a sufrir las ciudades celtíberas de aquellos solares, que
persistieron hasta bien entrado el s. XIV, y de la invariable
colaboración posterior de los vascones con todas las tropas bereberes
que llegaron hasta allí, como las sarracenas de Muza y Marsile.
El rastro descrito a partir de las crónicas de Tito Livio
(Padua, 59 a.C.- Roma, 17 dC, XXI 1,2,3,4-24), Polibio ( 203- 120
aC, III,33,34,35) y Estrabón (Amaseia, 14 - 21 d.C ), Ptolomeo (S II
d.C), de Marco Poncio Catón ( s. II a.C ), así como las restantes
crónicas y restos arqueológicos, hace coincidente la presencia de
aquellos hombres, con la llegada a Hispania de los bereberes
libiofenicios y tingitanos de Mauritania, que entraron con las
invasiones púnicas replegándose en las áreas inexpugnables de
montaña, de ahí sus denominaciones de barscunes, montañeses o
monterizos. En el caso concreto de los bascones, su instalación en las
cumbres navarras y aquitanas, coincide con el itinerario de la marcha
de las tropas bereberes de Aníbal, antiguos mercenarios de los
faraones de Egipto, en su famosa expedición a la península itálica a
través de los Alpes, de las que desertaron al menos 20.000 hombres
al cruzar los Pirineos en abril o mayo de 218 a.C., al correrse la voz
de que los dirigía contra Roma. Según relata Polibio, autor casi
coetáneo: "Asdrúbal toma rumbo hacia los Pirineos y hacia los galos
1
2. que vivían allí" (Polibio X 39, 7 a 9, 40, 1 y 2, Batalla de Baecula -
Jaén-). Fue precisamente allí donde hacia el año 77 a.C. situaron los
romanos por primera vez a estos grupos humanos a los que se dio el
nombre de vascones por cobijarse en lo alto de las montañas.
Asdrúbal partió en auxilio de Aníbal el año 208 a.C., probablemente
siguiendo la misma ruta. En torno al año 195 a.C., el cónsul romano
Marco Poncio Catón escribió que el río Ebro tenía su nacimiento en el
país de los cántabros y no hacía mención alguna a la existencia de
vascones. De acuerdo con Polibio y Livio, Aníbal había partido con
90.000 hombres, más 12.000 de caballería, y cuando cruzó los
Pirineos sólo le acompañaban 40.000. En la avanzada época romana,
según el texto de Ptolomeo, los vascones ocupaban por la parte del
Ebro aproximadamente las áreas de montaña de la actual Navarra
hasta la región de Jaca o Iaca, ciudad de los Iacetanos o Jacetanos
habitantes de los valles pirenaicos, aunque el último testimonio de
los iacetanos en Jaca lo da Estrabón, basado en Timágenes, escritor
de la época de Augusto, por lo tanto reproduciendo un estado de
cosas del tiempo de las guerras cántabras, de cuyas crónicas
Estrabón se refiriere a las campañas de Sertorio citando a los
iacetanos como pueblo independiente de los vascones, por lo que
este cambio sobrevenido entre Estrabón y Ptolomeo parece indicar
que fue entonces cuando los vascones invadieron las tierras de los
jacetanos del área Aquitana. Antes de Estrabón, en ninguna parte se
menciona a los vascones hasta que son citados por primera vez en
Tito Livio (17 d.C., fragmento del libro 91) en referencia también a
las campañas de Sertorio, entre el año 77 y el 74 a.C., situándolos
cerca de Calagurris (La celtíbera Kalakorikos, hoy Calahorra) en la
región de los berones, donde Sertorio acampó con sus ejercitos
después de haber recorrido el Ebro por Bursada, Cascantum y
Gracchuris hasta Calagurris. Debió por tanto ser en estas fechas
cuando, deshechas las fuerzas cartaginesas, parte de los vascos
desertaron de los suyos buscando refugio en las montañas, de ahí el
nombre bascones, pasando otros al servicio del ejército romano para
poder subsistir o manteniéndose en el bandidaje ocupando
poblaciones escasamente defendidas. De esta nueva deserción podría
ser testigo la forma barscunes que aparece en una moneda de una
ceca de ignorada localización que L. Pericot 3, J. Caro Baroja y A.
Tovar atribuyen a los vascos, en contradiccion con la lengua y
alfabeto de la moneda, claramente celtíbero. Se trata de una
monetación para el pago de servicios como hacían normalmente los
romanos ampliamente imitada por otras cecas célticas como la de
los "Galli Ambiani” y los celtoligures de Segusium y a su vez iguales a
las griegas de Massalia (Marseille).
Schulten destaca que la ciudad Calagurris (que atribuye a
los vascones corrigiendo a Plutarco que la atribuye a los vacceos),
estaba entonces adherida al partido de Sertorio, mientras que los
2
3. territorios supuestamente vascones soportaban al de Pompeyo, lo
que pone en evidencia la falta de ciudades y de límites estables
adjudicables a los vascones, ello unido a esta dudosa cita de
Schulten. Pero lo más destacable de este pueblo es su total ausencia
en todas las sublevaciones de los pueblos del Ebro, pues en ninguna
de ellas son mencionados los vascones y, sin embargo, sí eran
citados los cartagineses o púnicos y las ciudades celtíberas ocupadas
por ellos y por ello presentadas como "aliadas" de los cartagineses.
Ninguna de las fuentes que citan a los vascos se remonta más allá
del Siglo I a.C., ni las posteriores se refieren a sucesos anteriores al
año 74 a.C. La mención más antigua proviene de la guerra Sertoriana
en el fragmento 91 de Livio que narra las campañas del 76, y aún en
la misma guerra sertoriana, tampoco aparecen vascones como
combatientes, a pesar de la supuesta amistad entre vascones y
Pompeyo que sostienen las versiones históricas oficiales, por lo que
el caso de Calagurris, ciudad tan próxima a las celtibéricas del Ebro
(Borja, Cascante, Cortes) representa un caso semejante al de los
iacetanos, el de haber sido una más de las ciudades temporalmente
tomadas por las razias púnicas, pues el texto de Livio no atribuye
Calagurris (Calahorra) a los vascones sino a los celtíberos, que como
otros territorios y ciudades tomadas por los cartagineses, se verán
después atribuidas a los vascones, así ocurrió primero con la
Calagurris de los Berones, después la Jaca de los Iacetanos y
finalmente los territorios de los Suessetanos, todos ellos antes
sólidos aliados de Roma que después aparecen como enemigos de
Roma y aliados de Cartago, y a partir de entonces figuran atribuidos
a los vascones. En el caso de los jacetanos, después del 184 a.C.
dejaron de ser mencionados como pueblo, en el período entre Catón
y Graco.
Así pues, tampoco parece tan claro que los vascones
apoyaran a Cneo Pompeyo. Si, como dice la historiográfica oficial, los
vascones fueron fieles a Pompeyo y por eso le dedicaron una de sus
ciudades y recibieron como premio ciudades y territorios, sería de
esperar que en la guerra de Pompeyo contra César tomaran partido
por el primero. Sin embargo, no sólo no sucede esto sino que existe
un silencio total sobre los vascones durante esta guerra civil. Este
silencio se hace especialmente patente en César ya que al nombrar
los diferentes pueblos que apoyaron a uno y a otro bando en las
campañas hispánicas cita a lusitanos, celtíberos, cántabros “y todos
los bárbaros que habitan la costa del Océano” del lado pompeyano
(B.C. I 38) y a galos, aquitanos “y montañeses que limitan con la
provincia de la Galia” entre los suyos (B.C. I 39) así como más
adelante a los oscenses, calagurritanos, tarraconenses, iacetanos,
ausetanos e ilurgavonenses. (B.C. I 60); y esos calagurritanos no
serían otros que los fibularenses, pues sabemos por el texto de César
que “los oscenses y los calagurritanos que eran tributarios de los
3
4. oscenses envían legados a César y le prometen obediencia” (B.C. I
60); y por Plinio (H.N. III 24) que además de la Calagurris Nassica,
junto al Ebro, existe también una Calagurris Fibularense, por lo que
nos quedamos sin evidencias que nos digan algo de los vascones
durante esta guerra civil, siendo los vascones prácticamente los
únicos de su supuesta región que no aparecen entre los efectivos ni
de César ni de Pompeyo. Para bien o para mal y por la razón que
sea, al igual que ocurre con el silencio que encontramos en lo
concerniente a los vascones durante la guerra contra los celtíberos,
los historiadores no parecen haberse interesado en plantear hipótesis
que aplaquen la ausencia de referencias a los bascones en la guerra
entre César y Pompeyo, y muy al contrario, se empeñan en sostener
tesis, en contradicción con las fuentes, o corrigiéndolas, como a
Plutarco (XXI) que dijo que Pompeyo acampó “entre los Vacceos” y
donde Plutarco dice Vacceos estos historiadores ponen Vascos
para "ajustar" las fuentes a su particular "historia". Por lo demás
también hay constancia segura de que Calagurris apoyó a Sertorio
hasta el último momento, así que lo lógico será concluir que ni había
vascos entonces, ni la población fue la misma en todo momento
debido a las incursiones cartaginesas, de las que sí hay constancia.
También desde estos mismos datos, la tesis que
sale apuntalada sigue siendo la misma; con independencia de
las sublevaciones celtíberas contra los abusos de algunos régulos
romanos, que las hubo, y de los enfrentamientos entre seguidores
de Sartorio o Pompeyo, que también los hubo, los bascones no eran
otro pueblo que los púnicos que invadieron las tierras de berones,
jacetanos y suessetanos, primero la ciudad de Jaca como acredita
la expedición de Catón contra esta ciudad de la zona aquitana, a
la que atacó con ayuda de los suessetanos, y después las de estos
últimos que siguieron igual suerte que los iacetanos. Se ha venido
sosteniendo también que las invasiones púnicas atravesaron el
Pirineo bordeando el Mediterráneo, pero lo que relata Tito Livio es
que en la región de los edetanos, la antigua Etovisa (ahora Benifazá)
las tropas de Aníbal se dividieron para pasar el Ebro; una parte se
dirigió por la costa, otra por la región de los ilerketes o ilergetes y la
otra hacia la Galia Aquitana. También este dato, junto a la falta de
ciudades y solares estables y delimitados atribuibles a los bascones
en aquella época, es confirmado por los autores modernos que los
sitúan en lugares tan distantes como la región de Sangüesa (Masdeu)
o Tarragona (donde Schulten los identifica con los cosetanos), esto
es, en toda el área de los cántabros donde se había producido el paso
y la masiva desbandada de las tropas púnicas de Aníbal y Asdrúbal.
Finalizadas las guerras contra los púnicos en Hispania, los
vascones que no fueron muertos, pasaron a servir en las filas
romanas o huyeron a la marginación en las montañas o quedaron
como siervos, hasta que a finales del s. XIII los reyes hispanos
4
5. comenzaron a autorizar la fundación de nuevas villas y pueblos bajo
el gobierno de los señoríos y mayorazgos castellanos, navarros y
aragoneses, reconociendo a los vascos fuero de ciudadanos libres
pero con derechos limitados. Pero ya en el año 89 a.C. en la zona
supuestamente vascona, los jinetes de los distintos clanes
relacionados en la placa conmemorativa que formaban la Turma
Salluitana reclutada en la ciudad celtíbera de Salduie (hoy Zaragoza)
se identificaban como españoles en el Bronce de Ascoli,
literalmente: "Equites. Hispanos. Ceives " (Caballería de Españoles
Libres). Situaciones similares debieron producirse en otros puntos de
Europa aunque en una proporción muy inferior salvo en Rumanía
donde la arribada púnica o vasca debió ser tan masiva como en
España a juzgar por la fuerte presencia de la huella identitaria de
este pueblo en la población, lengua y algunas costumbres rumanas.
Uno de estos enclaves parece ser el que padecieron los Eburones
(Los del Tejo) en la Galia germánica (Bélgica) que debieron estar
sometidos a un pacto de fuerza o pacto-secuestro similar al que
impusieron los cartagineses a suasetanos, iacetanos y probablemente
a los numantinos, pues el año 53 a.C. según narra César (De Bello
Gallico, VI,31,5) se encontraban gobernados la mitad de ellos por
Ambiórike y la otra mitad por un tal Catuvolco que a la llegada de las
tropas de Cesar, se suicidó con una infusión de tejo viéndose incapaz
de afrontar el combate o la huida después de lanzar contra Ambiórike
toda suerte de maldiciones por haber propiciado el ataque romano;
no sólo resulta anómalo entre los celtas que un mismo pueblo tuviera
dos reyes, sino que la suerte de los enemigos tras la llegada de las
defensas romanas fue idéntica a la que sufrieron los cartagineses en
Hispania una vez liberadas las poblaciones celtas que habían
ocupado; los que no conseguían huir eran ejecutados o vendidos
como esclavos, pero además en este caso, los huidos del bando de
Catuvolco regresaron precisamente a la misma zona del territorio
cántabro donde casi siglo y medio antes se habían refugiado las
tropas púnicas desgajadas del ejercito de Asdrúbal.
A finales del Siglo I a.C. , los phoenos o fenicios ya se
habían extendido en agrupaciones más o menos numerosas por toda
el área cantábrica, haciendo continuas correrías sobre sus
poblaciones, desde sus refugios de montaña, de ahí su nombre
(barscunes en celta o montañeses en latín), provocando las llamadas
Guerras Cántabras, última fase de la guerra contra estas invasiones
orientales en Europa, que en Hispania comenzaron el año 29 a.C.
durante el reinado de Augusto y concluyeron el 19 a.C. en las
regiones de los Galaicos, Astures y Cántabros. Las fuentes clásicas
que se refieren a estas guerras proceden de Floro, Dion Casio y
Orosio, que toman los hechos del historiador Tito Livio coetáneo de
las guerras. Dion Casio habla de estas guerras en el libro 53, (con
alguna breve mención en el 54) en tanto que en el libro 56,
5
6. ponderando la clemencia de Augusto, s. I d.C. cuenta de los
continuos saqueos perpetrados sobre tierras cántabras por el bandido
vasco Corocotta al frente de su cuadrilla, por cuya captura se llegó a
ofrecer una importante recompensa en tiempos del Emperador
Augusto. La referencia que hace Dión Casio de Corocotta es "tina
lestés en Iberíai", esto es, "un tal Corocotta, ladrón en Iberia". El
hecho de que las crónicas situaran las operaciones de saqueo de
estas bandas en tierras cántabras, llevó a los historiadores
posteriores a suponer cántabro al personaje, forjándose en torno a él
una leyenda. Pero lo cierto es que las crónicas romanas nunca
confundieron a los cántabros con los vascos, a los que siempre
distinguieron de aquellos con el nombre de montañeses, o
monterizos en latín o barscunes en celta. El nombre Corocotta es
púnico procedente de la raíz kur que en lengua líbica (curucuta)
denomina a la hiena; en vasco actual txa-kur, za-kur es perro; es
nombre presente desde Etiopía hasta la India (Kurkuta, Kurkutta o
Korkuta), tal como se expone en los estudios de Schuchardt y
Schulten (Numantia) y García Bellido (La Península Ibérica en los
Comienzos de su Historia). El hecho de que el nombre del personaje
fuera libio y que la hiena era un animal inexistente en España desde
el Holoceno y existente únicamente en tierras africanas, donde era
además un animal particularmente respetado (divinidad en Egipto),
acredita por un lado que las actuales provincias vascas eran
entonces solar de los cántabros que habitaban sus valles y
que dieron el apodo de vascos a aquellos invasores
extranjeros que encontraron refugio en las montañas, y por
otro, dada la indiscutida celticidad de los cántabros plenamente
acreditada en su legado y descritos como celtas por las crónicas
griegas y romanas de todas las épocas, es evidente que la presencia
de bandas líbicas como la de Curucutta en aquellas latitudes debía
proceder sin duda de las tropas berberiscas procedentes de la
descomposición de las invasiones púnicas dispersadas por la
península ibérica, que esporádicamente siguieron atacando en
bandadas las ciudades fortificadas celtíberas, o se hacían fuertes en
su interior, tomando como rehenes a sus habitantes, como ocurrió
con Numancia bajo el reinado de Retogenes Carausio (Recto y
Cariñoso). Y a la inversa, prueba también de la procedencia líbica,
púnica o berebere de los vascos, es el hecho de que carecen de
palabras propias para designar conceptos tan característicos
de las zonas que ocuparon como ´oso´ o ´haya´, por ser
inexistentes en sus tierras de procedencia, por esta razón, para
denominar al oso utilizan el préstamo hispano del antiguo nombre
celtíbero del oso: artkos (griego arktos, como ártico forma adjetivada
de oso) que pronuncian hartza y para denominar al haya utilizan la
antigua palabra española fago (gallego faia, latín fagus, griego
phegos). Existió otro Corocuta, un Tutilio(rum) ser(vus) en Hispania,
6
7. en Emerita. CIL II 550 (Mérida) que era esclavo -ser(vus)- mientras
que su madre Tutilia Alb[---] era libre en el momento de la
inscripción, apunta claramente al origen africano o al menos, no
hispano del personaje. Ramírez Sadaba indica que el nombre de la
madre sería uno de los muchos Albuia, Albura, Albicia, Albonia, de
origen hispanocelta. Lo cierto es que el único paralelo real de
Curucutta (AE 1996, 1708) es africano, comenzando por el propio del
híbrido de hiena, y existen allí en varias otras formas, como en la
Cottia Biri/hut de Bordj M'Raou (CIL VIII, 16768). La confusión o
identificación entre cántabros y vascos ha sido propiciada por los
vascos porque convenía y era necesaria para avalar su reivindicado
autoctonismo en el actualmente denominado País Vasco.
Precisamente el bandidaje como forma de vida regular,
la crueldad y falta de freno a la hora de perpetrar los sanguinarios
saqueos descritos contra el pueblo cántabro, y el carácter tramposo
y falsario que dio origen a la expresión " púnica fides " que los
romanos tanto detestaban, como sinónimo de la poca credibilidad que
ofrecían los cartagos habituados a violar los pactos, acredita tanto su
condición de extranjeros como que su presencia en la zona no podía
ser muy antigua, dadas tales condiciones de vida sin solar ni recursos
propios.
Hasta el siglo XX podían identificarse los restos de estos
enclaves bereberes todavía sin asimilar plenamente en la sociedad
española aunque racialmente ya muy mezclados con ella, unos de
procedencia directa de las invasiones púnicas y otros procedentes de
los asentamientos vascones, principal fuente de estas emigraciones
hacia otros puntos de España y América. Entre ellos, se encuentran
los Maragatos, Vaqueiros, Pasiegos y Chuetas, que junto a los
Gitanos fueron considerados los "pueblos malditos" incluso en
documentos del Vaticano. Aunque también suele incluirse a los
Agotes entre los considerados “pueblos malditos”; la marginación de
los Agotes o Cagotes (Acotados) no era racial como la de los
anteriores, pues eran autóctonos españoles cuyo confinamiento en
áreas acotadas era debido a padecer enfermedad contagiosa,
fundamentalmente, la lepra, denominada 'gafedad' en la Edad Media;
por ello, también se les conocía como gafos o gafetos (gafados);
precisamente para evitar el contagio, los Agotes tenían que hacer
sonar una campanilla para avisar de su presencia, por el mismo
motivo no pasaban por la pila de agua bendita, solían tener una
propia, el monaguillo descendía a recibir su ofrenda, que se apartaba
de las demás y se les daba la paz con el portapaz puesto al revés y
cubierto con un paño. Pío Baroja describe a los agotes del área
navarra de Baztán en su libro Las horas solitarias como
sigue: "grandes ojos azules o verdes claros, algo oblicuos. Cráneo
branquicéfalo, tez blanca, pálida y pelo castaño o rubio; no se parece
en nada al vasco clásico"; los vascos llamaban a los Agotes:
7
8. Christiaas, Chiristinos o Guiristinos de donde viene el apodo Guiri.
Otros lugares acotados en el resto de España fueron Las Hurdes, Las
Batuecas, la Cova dels Cagots de Morella en Castellón, etc.; también
en Francia la Fuente de los Cagots de Nay, en Béarn; en Gales eran
los Caeths, Cailluands o Colliberts. Los descendientes de los Cagots
mantuvieron su segregación durante siglos alimentada y mantenida
por la leyenda y la miseria consecuencia de la misma marginación,
pero a partir del s.XVI empezaron a destacar en oficios como
personas muy laboriosas, hábiles y económicas en profesiones
mecánicas, cantería, construcción y música; un agote destacado fue
Dufresne, administrador de Bonaparte, al que el emperador dedicó
un busto en la Sala del Tesoro Público. Estas poblaciones autóctonas
gracias a su aislamiento mantuvieron los rasgos étnicos de los
primitivos españoles hasta bien entrado el s.XIX cuando todavía se
continuaba enviando expósitos a Las Hurdes y Las Batuecas. Además
de los rasgos étnicos, también compartían hurdanos y baztaneses el
bocio como enfermedad endémica, y su carácter alegre y musical,
cualquier excusa era buena para poder celebrar al son de la gaita y el
tamboril. Se ha tratado de explicar la tez blanca, ojos azules y pelo
rubio de los hurdanos, con el mismo razonamiento que los autores
vascos dieron de los agotes, a quienes optaron por considerar restos
de godos. A diferencia de Agotes, Hurdanos, Batuecos, etc., cuya
marginación de la sociedad tuvo su origen en el confinamiento por la
enfermedad contagiosa que padecieron sus ancestros, los demás
citados 'pueblos malditos' sufrieron la segregación y marginación por
motivos étnicos y culturales, porque el pueblo llano los tenía
por "descendientes de los moros" debido a su tono de piel más
oscuro; se les atribuía ser descendientes de esclavos moros, así se
ha explicado Maragatos como Maurus - Captos, aunque más bien
este nombre derivará del participio *'mauricato' , participio
de 'maurus', moro, es decir, amoregados o asimilados o mezclados
con los moros, lo que confirmaría la presencia en los Maragatos del
mismo haplogrupo norteafricano U6 de los vascos y el nombre
Mauregato que se le dio al hijo bastardo que Alfonso I tuvo con una
sierva mora tras enviudar de su esposa Ermesinda, el cual lideró una
rebelión contra el heredero legítimo, Alfonso II hijo de Fruela I,
aprovechando su minoría de edad; Fray Sarmiento, monje
benedictino del siglo XVIII, los consideraba mauritanos o
cartagineses que se quedaron en Hispania reducidos al norte ante la
presión romana, convertidos muy tardíamente al cristianismo y,
según Dozy, eran grupos de bereberes aislados en tiempo de
Fernando I El Magno (1016-1065) rey de Castilla y León e hijo de
Sancho III de Navarra y de Doña Mayor de Castilla. Otras teorías los
suponen una rama de los vaqueiros, otro grupo a quienes los
paisanos locales manifestaban franca hostilidad; en las tabernas se
les servía la bebida en vasos hechos de cuerno como muestra de
8
9. desprecio pues les estaba vedado los de cristal reservados sólo para
los locales; los bailes en las romerías tenían que hacerlos aparte; les
estaba prohibido portar cruces, pendones o imágenes en las
procesiones; estaban relegados a la parte posterior de las iglesias y
las canciones y dichos ofensivos sobre ellos se prodigaban. Diego das
Marinas, noble asturiano señor de la Campona, Grado, a mediados
del siglo XVII había elevado una petición al rey para que se castrase
a los vaqueiros y que de esta forma no se propagase esa, en su
miserable opinión, despreciable raza, y en el XVIII, José Fuertes de
Sierra, descendiente de la nobleza asturiana de los Miranda, hace las
mismas consideraciones. Aunque también era evidente el mestizaje
en mayor o menor grado de estos pueblos con autóctonos,
mantuvieron la conciencia de no pertenecer al país en el que se
encontraban; así, llamaban a los locales con apodos despectivos
como "xaldos" que en euskera significa memo, ingenuo (txaldan) o
babayos que en euskera significa fatuo, imbécil (babalore, babazto o
babazorro como llamaban los vascos a los alaveses y vizcaínos).
Vaqueiros y Maragatos compartían también con los vascos la misma
forma de vida nómada y de montañeses en lugares altos, mal
comunicados y poco aptos para la agricultura, donde abrían cuevas
para su vivienda según la costumbre berebere; así, los Maragatos se
instalaron en el monte Teleno, el antiguo Tilenus, monte sagrado de
los astures de 2.188 m. de altitud y compartían también con los
vascos la dedicación al pastoreo trashumante y no estar asentados
de forma permanente en ningún sitio ni estar empadronados; sus
aldeas, igual que las vascas, carecían de demarcación territorial
propia, como los asentamientos de los gitanos; tenían los mismos
oficios que los vascos, además del pastoreo, el carboneo, la arriería y
la trajinería, casqueros, o los populares serenos, oficios transmitidos
de padres a hijos que coparon hasta finales del XIX y que estaban
mal consideradas en la sociedad española de aquellos años, y
también sus apellidos vaqueiros como Ardura (en euskera encargado,
responsable, cuidador), Boto (en euskera el lugar apartado en la era
para el carboneo), Parrondo (es el apellido vasco Barrondo o
Ibarrondo -de Iben Arrondo-, en euskera: natural, normal, común) y
topónimos como los de la braña de Butxacente o Bullacente
(precipicio obturado) en la parroquia de Rellanos, la braña de
Businán (en euskera butxatzen: bloqueado, obstruido, taponado, del
que derivan los apellidos vascos Busian, Busiain, Besoain, Beasoain),
Busindre (euskera: bustitzen: empapado, mojado), Zreicu (en
euskera Zarakar: sarna ), Beisapie (en euskera Basabehi: vaca
montaraz, vacuno de monte, bovino de monte); Uria nombre de
diversas aldeas vascas con torrentes o lago, de la palabra bereber
Uurir que da nombre a varios oasis; también idéntica costumbre a la
de los vascos del Pirineo era la de formar el mayor escándalo posible,
haciendo sonar cencerros, cuando bajaban de la montaña con su
9
10. ganado de trashumancia y pasaban por el medio de las villas, para
que los "xaldos" saliesen a ver el buen ganado que tenían y así darles
envidia. El propio Sabino Arana confirma en su obra el deseo de los
vascos de distanciarse de los suyos : "aquí padecemos muy mucho
cuando vemos la firma de un Pérez al pie de unos versos
eusquéricos, u oímos hablar nuestra lengua a un cochero riojano, a
un liencero pasiego o a un gitano". Otro grupo del mismo origen
étnico fueron los ' macips ' (esclavos) en Cataluña, que se
autodenominaban bastaixos (del vasco bazter: separados, apartados
), que aunque ya eran libres en el primer cuarto del siglo XIV y
organizados en cofradías, las '' Usatges '' catalanas les atribuian las
obligaciones propias de los siervos, como acarrear sobre sus espaldas
desde la cantera real de Montjuic las impresionantes rocas que
después serían labradas a pié de obra de la catedral de Santa María
de La Mar de Barcelona. También eran traídos de Canarias como
esclavos; en concreto está documentada la traída a España desde La
Gomera de cientos de esclavos denominados "moros" por Ferrand de
Peraza, hijo de Diego de Ferrara, tráfico que finalizó en 1477 por
carta ejecutoria de los Reyes Católicos ante las protestas de la iglesia
que ya los consideraba como "cristianos e libres, pues estaban en
amparo de la Santa Madre Iglesia", como imploraba Fray Juan de
Frías ante los reyes Isabel y Fernando, que denunció también la
complicidad del Gobernador de Canarias Fernando Peraza en este
tráfico indigno y, tras su muerte, de su viuda Doña Beatriz de
Bobadilla que continuó con este tráfico a través de Alonso de Cota ,
que se vio obligada a devolver 500.000 maravedíes a fin de restituir
lo cobrado a los compradores por la venta de dichos canarios pues, a
partir de entonces, bajo la tutela de la iglesia, fueron considerados
cristianos, libres y horros. Pero todas estas poblaciones continuaron
padeciendo la discriminación tanto por parte de la sociedad, como de
la autoridad civil y, la propia iglesia que los tutelaba, ya que los
relegaba a la parte posterior de los templos tras una señal o marca
en el suelo o tras una "viga", discriminaciones que no fueron
eliminadas hasta mediados del XVIII tras varios edictos
gubernamentales, como el dictado por el gobernador Cermeño, pero
para entonces el odio de estas poblaciones a los españoles se había
alimentado y transmitido de generación en generación. Sin embargo,
ese mismo trato discriminatorio también les sirvió para gozar de
ciertos privilegios de los que no disfrutaba la población natural, como
era el estar exento de levas, de algunos impuestos, de trabajos
comunales y del servicio militar. Este estado de cosas no habría de
cambiar hasta principios del siglo XIX. Los que emigraban a "las
villas" o a la "capital" procuraban esconder su ascendencia e incluso,
llegado el caso, eran los primeros en mofarse de su grupo étnico. Si
bien es verdad que en el pasado se les discriminó y vilipendió, en
este siglo les han salido tantos apologistas que en su afán redentor
10
11. han llegado casi al ridículo. Restos de estos enclaves moriscos
aislados, todos ellos centros de operaciones de antiguos bandoleros o
guerrilleros, fueron Urriellu (Cabrales, Asturies),Urría (Somiéu,
Asturies), la loma de Arzabal (Asturies) en cuyas laderas se juntan
cuatro concejos asturianos: Gijón, Villaviciosa, Siero y Sariego. La
población de este origen más o menos dispersada por toda la Iberia y
también Europa, se encuentra racialmente integrada desde hace
varios siglos. También en los topónimos, principalmente de
Guipúzcoa quedó plasmada la identidad bereber de los vascos de
origen, no solo en el bandidaje que asoló esas tierras durante siglos,
sino en el morfema “mor” –moro– que se aplicó a los nombres o
asentamientos de vascos, como Murua, Murguía, Murueta, Morueta,
Maruri, Marauri, Marulanda, Libano y Murelaga, éstas últimas
pertenecientes a la merindad de Busturia, que sustituyeron a los
topónimos anteriores, como el caso de Aulestia luego Murélaga al
repoblarse con vascos y Amurrio pronunciación vasca de Amaurus
(del griego: oscuro).
Conforme a la tesis de Untermann, antes de la conquista
romana no había lengua vasca o protovasca en la península, siendo
su implantación al sur de Roncesvalles fruto de desplazamientos
de población de la época romana y altomedieval. Según Sanchís
Guarner, basándose en los estudios de Bosch Gimpera, la primera
división del catalán en dos grandes dialectos era debida a que la
Cataluña romana estaba dividida en tres grandes agrupaciones
étnicas: una de origen vasco al noroeste, otra de origen indoeuropeo
al noreste y otra de origen ibérico al sur. Esta es la denominada
teoría del sustrato.
La lengua vasca y berebere, en particular la hablada en la
región de los montes Atlas de la antigua Mauritania y en general, la
de los pueblos de origen hamito-semítico (acadio, hebreo, árabe…),
sigue mostrando evidente similitud a pesar del tiempo transcurrido
en aislamiento y de las distintas influencias recibidas; esta similitud
actual era identidad en las fechas en las que se instalaron los
vascones en las montañas navarras, como confirman los
antropónimos y la toponímica vasca presente en la Península. Los
almohades procedentes del Atlas marroquí que invadieron la
península ibérica rezaban, se comunicaban y hacían sus discursos en
la lengua berebere o amazigh. Restos de esta misma lengua quedan
en topónimos de las islas Canarias, donde las tribus bereberes allí
asentadas entraron en un proceso de tribalización similar al de los
vascones en la montaña navarra; de raíz berebere son las
palabras guanches (gu, nosotros en euskera), gomera (komera-abundancia
en euskera), adeje (ade+eje, etxe, puerta de casa,
adegi, portal), tacoronte (toki-gorontz), tegueste (tegi-geste), agulo
(agun-lo), telde, taliarte, acoran: espíritu del mal, en vasco okerrune
(desviación del bien), Echeyde (dios, amo, señor, del vasco echea,
11
12. etxea: jefe de la caravana, expedición trashumante, tribu o
agrupación familiar que da el nombre a la casa o familia; maguas
(mujeres apartadas consagradas), en vasco maguas, magal (regazo
de mujer); Abarzo (Abartso: Frondoso ); Acero (Asero: Delgado );
Ache (Etxe: casa familiar ); Ade (Ate : Puerta ); Aho (Aho: Boca );
Aga ( Aka: Difunto ); Ana (Ana: Hermandad ); Andia (Andia : Grande
); Asebe (Asaba :Antepasados); Buga (Buka: Final); Gandia (
Montaña); Garia ( Garia: Trigo); Hama (Ama: Madre ); Hura ( Ura:
Agua ); Irune (Irun : Tejer ); Itote ( Itote : Gotera ); Korbo (Korbo:
Pesebre ); Nun (Nun: Donde ); Sale (Zale: Reverenciar); Semidan (
Seniden: Emparentados ); Telde (Telde: Rebaño); Urin (Urin:
Tocino); no es de extrañar que a la llegada de los españoles a
las Canarias los vizcaínos exclamaran asombrados: ¡pero esta
gente habla vasco! (Federico Krutwig: "Garaldea, sobre el origen
de los Vascos"). También comparten los vascos con los bereberes
canarios la costumbre del levantamiento o pulseo de piedra, que es
una prueba de fuerza en la que la piedra debe levantarse sobre la
cabeza sin tocar el cuerpo (pulseo), mientras que en el
levantamiento de la piedra se permite el contacto con el cuerpo
(Crónica de Fray Alonso de Espinosa 1594 en relación con los
pobladores de Tenerife). También pertenece al léxico amazig el
vocablo "areitio" del vasco "erio" (derramamiento, manantial,
exaltación) era la palabra con la que los tingitanos de Mauritania que
entraron en España con Abderramán III en el 912 anunciaban el final
de la ceremonia de desvirgar a la novia. Posteriormente, la identidad
de la lengua vasca y berebere seguía manifestándose en los
manuscritos del siglo XVI de los archivos coloniales galos de Aix-en-
Provence escritos en la lengua amazigh. También los textos del
Vaticano relativos a la conquista de Canarias, recogen como los
españoles sólo podían entenderse con los jefes guanches utilizando
moros o vascos como traductores, por ser el euskera, guanche y
berebere líbico la misma lengua.
Al igual que las lenguas indoeuropeas, entre ellas la
lengua celta, la diversidad en el panorama de la lengua berebere
tiene un único sustrato básico - camítico – que es el libio antiguo, de
la que se ramifica el berebere como una única lengua fragmentada
en dialectos. Así lo constató San Jerónimo quien dejó escrito que la
lengua púnica era un dialecto de la hebrea: ' lingua Punica vicina est
et contermina Hebraeae' (Sanctus Hieronymus Quoest y Genes.); lo
mismo se documenta en los textos de Petrus Johannis Olivi, In Gen.,
cap. 12: ' lingua Punica, quae vicina et conjuncta est Hebraeae'
y 'Linguam autem Punicam videtur Hieronymus hic vocare linguam
Phoeniceam, idest provinciae Phoenicis, in qua sunt Tyrus et Sidon:
licet alibi saepe sumatur pro terra Africana et Mauritana'; y en los
textos de Santo Tomas: ' Lingua quoque Punica, quae de
Hebraeorum fontibus manare dicitur, proprie virgo halma appellatur '
12
13. (Santo Tomás de Aquino, Catena in Mt., cap. 1, ). Los eibarreses,
llamaban "giputz - coanos" a los habitantes de las aldeas o
asentamientos de vascos que estos autodenominaban ' gibutz '
(SXII), palabra que en euskera significa unión, eslabón (de una
cadena), hermandad, como en berebere y hebreo (unión, comuna,
hermandad) de donde viene el nombre de Guipúzcoa, pues en su
origen no era provincia, sino hermandad de villas repobladas con
vascos de fundación medieval, traídos por las Cartas pueblas y
Reales Cédulas como la del Rey Don Enrique III en 1397 que dio las
ordenanzas de esta hermandad; Guipúzcoa, nombre euskera, en
oposición a los nombres de Vizcaya y Alva ambos de origen cántabro,
el primero del celta indoeuropeo 'Bis' (doble) y 'Cay' (cayo,
protuberancia) por la marcada forma de su bahía entre dos cayos, y
el de Álava, del topónimo prerromano celta Alba (blanco) apócope de
Álava, por su cerro de escarpados roquedos calizos, o bien, de Alapoi
en bronce de Medinaceli donde aparecen opoi y Alapoi atestiguado en
el Alabensis y Alaba de Ptol. II, 6, 58N.
Por lo que respecta a la popular tesis vascoiberista
sostenida desde antiguo por ilustres eruditos vascos, como E. de
Garibay, B. De Echave, el Padre Larramendi, P.P. de Astarloa y J. B.
de Erro y Azpíroz, tuvo como máximo difusor en el extranjero a G. de
Humboldt en su obra Primitivos pobladores de España y Lengua
Vasca, publicada en alemán en 1821. El eminente lingüista H.
Schuchardt desarrolló la tesis vascoiberista (Die iberische
Deklination, 1907) estudiando las inscripciones ibéricas sobre la
lectura que de éstas había hecho Hübner. Pero buena parte de las
interpretaciones de Hübner hubieron de ser rechazadas, con lo que la
tesis de Schuchardt de que el vasco es el representante moderno del
ibero perdía su punto de apoyo. Menéndez Pidal, basándose
principalmente en datos tomados de la toponimia peninsular, fue un
claro defensor de esta teoría, opinaba que la relación que guardaban
las lenguas de tipo vasco con las de tipo ibérico de Levante se iría
esclareciendo sobre todo mediante el estudio de la toponimia, y no
tuvo el menor recelo en calificar el euskera como lengua neo-ibérica.
Hoy la opinión de los especialistas es absolutamente contraria a esta
tesis, pues los celtíberos aparecen continuamente en las fuentes
antiguas en todo el Levante Ibérico, por lo que esas otras lenguas no
celtíberas serían necesariamente las habladas por las posteriores
invasiones púnicas. Tanto A. Tovar como L. Michelena han analizado
los casos en que se puede hablar de correspondencia de términos
ibéricos y vascos y han llegado a la conclusión de que son tan
escasas las correspondencias seguras que no pueden justificar un
parentesco genético, sino simples préstamos. El mismo Schuchardt,
además de la relación con el ibero, estudió las evidencias del
parentesco con lenguas de la familia afroasiática o camitosemítica
particularmente del Norte de Afrecha, relación que ya había
13
14. apreciado en 1894 G. von der Gabelentz y lingüistas como Uhlenbeck
o como Lafon. En el volumen de la revista Euskera de 1972 se puede
leer la exposición de H.G.Mukarovsky sobre las relaciones entre los
vasco y el bereber que presentó este lingüista en los primeros
Encuentros Internacionales de Vascólogos Gernika-Lejona 1980;
también Krutwig Sagredo en su obra "Computer Shock Baskonia" año
2001 (página 326) reconoce la similitud entre euskera, wanche y
bereber documentada en los testimonios del vaticano sobre la
conquista de Canarias, aunque matiza que la similitud es mas
propiamente entre el líbico y el euskera. El antropólogo francés Broca
señala también el claro origen africano del pueblo vasco y las muchas
semejanzas entre las lenguas berberiscas y la lengua vasca. La
escritura bereber originalmente fue una forma modificada del
alfabeto púnico, algunos de los signos son claramente comunes a
ambos alfabetos como g, h, z, y, l, n, q, r, š, t. Esta escritura
sobrevive aún entre los Tuareg. Las inscripciones líbicas de Canarias
también usan signos basados en el antiguo alfabeto bereber. Desde
la `reconstrucción' del euskera con la política de normalización
lingüística, se creó el batúa que es lo que se enseña ahora en las
escuelas (Ikastolas) y el que más o menos entienden los
vascoparlantes, salvo los más viejos.
La diferencia entre estos invasores cartagos, phoenos
(fenicios) o libiofenicios y la población española prerromana era
manifiesta. En la batalla de Ilipa, la mas difícil a la que Publio
Cornelio Escipión se enfrentó en Hispania, al propagarse la noticia de
su enfermedad y después el rumor de su muerte, la guarnición
romana que se mantenía acuartelada en Sucro (206 ó 205 a.C.) y
que vigilaba el norte peninsular, se rebeló contra sus mandos y entró
en abierta sedición. El fenicio Magón Barca buscó a la desesperada
sacar partido de la situación enviando agentes con dinero para
sobornar a los cabecillas de la rebelión, lo que le permitió tomar las
ciudades de lacetanos, suesetanos y sedetanos, mientras los régulos
ilergetes permanecían inactivos. Mandonio miembro del ejercito
cartaginés, tras enfrentarse con Asdrúbal se había puesto a las
órdenes de Publio Cornelio Escipión, pero cuando se corrió el rumor
de la muerte de Escipión, se volvió de nuevo contra los romanos,
atacando al territorio sedetano (o puede que edetano) donde
mantenía un campamento atrincherado levantado en la última de sus
incursiones meses atrás de unos 20.000 hombres y 2.500 jinetes,
pero de nuevo esta guarnición cartaginesa huyó en desbandada tras
ser rodeados y atacados por los ejercitos romanos y aliados. En estos
sucesos, la aparente inactividad del rey Ilergete Indíbil, e incluso su
posible colaboración con Mandonio, más que voluntaria debió ser
forzada pues los púnicos mantenían secuestrados a su mujer e hijos,
y su falta, fuera cual fuera, fue perdonada por Escipión, que en
cambio le exigió la entrega de Mandonio al que ejecutaron con la
14
15. aprobación del consejo de la ciudad Ilergeta, acordando también los
ilergetes pagar una compensación económica para hacer frente a los
gastos del ejército romano en su defensa, pues así es como lo
atestigua Livio (Liv. XXVI-50) que narra cómo el Princeps
Celtiberorum Allucius facilitó a Escipion una caballería compuesta por
1.400 jinetes elegidos entre su clientela en agradecimiento al rescate
de su prometida por el ejército romano de manos de los cartagineses
y Polibio (Polib.X, 37-38) qu relata como las tropas de Indíbil
acamparon con las romanas de Escipión y marcharon contra
Asdrúbal; en estas fechas (209 a.C.) las crónicas no hacen mención
alguna a vascones. El ejército púnico fue definitivamente derrotado
en Ilipa (207 ó 206 a.C.), por más que el incombustible Magón Barca
albergase hasta el último momento la esperanza de restablecer el
dominio cartaginés aprovechando la sublevación de los legionarios en
Sucro. Desde Iliturgis, regresó Escipión hasta Turdetania contra otra
ciudad, esta vez Cástulo, tomada por otro contingente púnico al
mando de Himilcón, huido de la derrota de Ilipa pocos meses atrás,
el cual, atemorizado por las noticias llegadas de Iliturgis, solicitó la
mediación de los regentes de la ciudad para pactar su rendición a los
romanos, encargándose de ello el noble Cerdubelo, que los entregó a
los romanos, pasando los ocupantes cartagineses, sin lucha, a la
cautividad. Los historiadores han venido considerando iberos a los
kessetanos también nombrados cossetanos que poblaron la
Ciutadella de Calafell y toda la zona del Penedés, pero Schulten los
identifica con los vascos y también las tesis de los autores modernos
que sitúan a los vascos en lugares tan distantes como en la región de
Sangüesa (Masdeu), esto es, en toda el área donde se había
producido la masiva desbandada de las tropas púnicas de Aníbal y
Asdrúbal, tesis avalada también por el nombre "goseti" ( hambriento
en vasco). También, hasta hace poco, los historiadores han llegado a
presentar a Mandonio y a Indíbil como celtíberos o íberos, e incluso
como hermanos, pero lo cierto es que, además de la diferenciación
que hicieron de ellos los romanos, el nombre Mandonio es púnico y
perfectamente traducible desde el vasco (Mandonio en vasco: duro,
insensible y también mulo), mientras que Indíbil no encuentra
vínculo alguno con la lengua vasca y sí relacionado, en cambio, con
el nombre celtíbero Andévalo tal como lo cita Plinio. De hecho, todos
los nombres cartagineses tienen traducción más o menos directa
desde el vasco, lo que no ocurre en ningúnn caso con los nombres
celtíberos. Asdrúbal Janto, en vasco de (h)Austura-bal: el gran
aplastador, apabullador, pulverizador y Janto, el actual Jauntxo:
amo, cacique; mientras que Amilkar Barca: del vasco Amilkari: "El
arrollador" arrollar, precipitarse, no olvidemos que este personaje era
también conocido en la antigüedad como "El Rayo", lo que es
plenamente coherente con esta etimología ; y Barca del vasco barka
o abarka: rama o ramaje o de ramaje -calzado de ramaje; y Magón,
15
16. en vasco "El Arquero" puesto que Makon es arco en vasco.
Evidentemente, la lengua celtibérica y la latina son mucho más
parecidas entre sí que ésta última con el púnico, por lo que estos
nombres son aproximaciones latinas de los genuinos términos
púnicos.
Los primeros indoeuropeos en alcanzar Europa fueron
los celtas. Desde el primer milenio a.C., los pueblos de la Europa
Occidental conocían y utilizaban la escritura. Los textos que han
sobrevivido, que datan de unos 500 a.C., establecen el mapa
lingüístico europeo de la época y de ellos se desprende que la gran
mayoría de las lenguas modernas europeas pertenecen a una única
gran familia llamada Indo-Europea. Todas estas lenguas descienden
de un ancestro común, o lo que es lo mismo, todas surgieron de lo
que no era otra cosa que dialectos regionales de una misma lengua.
En el siglo 500 a.C. las lenguas celtas se hablaban en la mayor parte
de España y Francia, Austria, Suiza, Sur de Alemania, Norte de Italia,
Bretaña e Irlanda. La lengua celta ya se hablaba en la Península
Ibérica un siglo antes de que los celtas poblaran el norte de Italia.
Las primeras manifestaciones culturales que se conocen en la
Península, como la cultura de Argar y la cultura de los Campos de
Urnas mantienen una sintonía plena con las demostraciones
culturales centroeuropeas y dan cuenta de la profundidad y calado de
la cultura celta en la España prerromana, bien documentada desde la
Edad de Bronce. En el Valle de Amblés, Ávila, está el Castro de Ulaca,
la mayor ciudad celta de Europa, del Siglo VI a.C., que aunque fue
arrasada por las hordas de Aníbal, es de las más completas. Avieno
sitúa a los Berybraces de origen céltico en Teruel, Cuenca y Valencia.
También Éforo, a través del Pseudo-Escimmo, indicó que los
Bérybraces habitaban las tierras entre íberos y tartessios, es decir, la
región que más tarde se conocerá como la Celtiberia. Como el periplo
masaliota se puede datar en el siglo VI-VII a.C y la arqueología
deduce presencia de elementos de los Campos de Urnas del siglo VII
aC en España, los celtíberos ya estarían entonces establecidos bajo
este nombre de "béribraces", los mismos beribraces cuyo rey Bébrix
gobernaba a los bebrices en la actual comarca de Foix, según cuenta
la leyenda recogida por Sila y Parteno, según la cual la hija de Bebrix
se enamoró de Hércules, pero infelizmente un oso la devoró tras huir
hacia las montañas y su enamorado acudió a la incineración
llamándose desde entonces a esos montes Pyrene (Pirineos) del
griego Pyros (fuego). Los dos datos de interés en esta leyenda son
que Hércules fue partícipe de las campañas troyanas, con lo cual
podríamos situarlo en el siglo XIII-XII a.C., lo que confirma el hecho
de que la princesa sea incinerada, pues en los Pirineos los únicos que
incineraban por aquel entonces eran los pueblos de la cultura Urnfield
de habla céltica.
Entre el 650-500 a.C., el este y el sur de la península eran
16
17. poblaciones íberas de cultura y escritura muy similar a la griega. Los
Iberos poblaban la costa de Francia hasta la levantina y dejaron
abundante legado escrito como el Plomo de la Bastida de Les Alcuses
(Valencia) del 300 A.C., la cerámica de Ullastret (Gerona) del 400
A.C., el Bronce de Alcoy (Alicante), el Plomo de Yatoba (Valencia) la
Tesera de Huete (Cuenca) la Tesera de Monreal (Guadalajara) el
Bronce de Botorrita del I A.C. , todos ellos de similares caracteres y
lenguaje al de los celtas, con los que se fusionaron rápidamente por
su evidente similitud étnica y cutural. Son ejemplo de esta identidad
cultural de celtas e iberos, los términos "Cast(i)lo, Ibolc(a) en Ibérico
son en Latín: Castulo, Obulco" (Ver Habis 14, 107-113; Correa, J.A.
(1994): "La transcripción de las vibrantes de la escritura
paleohispánica" obra en la que se superan las tesis de Untermann;
doblar el signo (Sekobirikes por Segobriges) o la metátesis
(Conterbia por Contrebia) y los numerales de los grafitos de tipo
también similar al romano; las inscripciones rupestres en ámbito
ibérico y celtibérico, como la cueva de Cogull, la cantera de Peñalba
de Villastar, el Collado de los Jardines de Despeñaperros en Jaén,
donde se conservan varias figuras votivas de mujer, que eran
santuarios a los que acudían peregrinos de toda Hispania muestran
una práctica que entronca plenamente con el carácter naturalista de
las religiones indígenas españolas de situar los lugares de culto en
ambientes relacionados con las aguas, en cuevas o lugares a cielo
abierto y cimas de montaña. También de Jaén es la inscripción del
Vaso de Plata de Cástulo en la que se lee en caracteres celtíberos:
kantinikes kuertin, esto es, “Cuarto de los Cantineros” o lo que es lo
mismo, “Cantina”. La de Peñalba de Villastar, escrita en léxico
celtíbero y alfabeto latino, donde aparece por dos veces la palabra
luguei lo que lleva a interpretar el santuario como dedicado al dios
Lug (us); las estelas ibéricas en piedra, como la Estela de Cretas con
la palabra K.E.L.Ta.R (Celta) frecuente en los epígrafes de este tipo y
que hasta fechas recientes había sido erróneamente leída SELTAR
por los defensores de la tesis vasco-iberista, y que aquí sigue a
Kalus, esto es os Kalus Keltar que son probablemente los Gallorum
Celtae de los que habló Lucano (Phars., IV, 9, 10.); en la Estela de
Caspe de carácter funerario, que lo contiene en la forma S.I.L.Ta.R. ;
la inscripción del monumento de Binéfar que contiene N.E.I.Ti.N.,
teónimo asociado con el Neto indoeuropeo, o nemeton antropónimo
del plomo de Ullastret, o el Neintibeles de CIL II 6144, que hoy sería
Netobello o el Bello Neto (neto, nítido, claro, limpio). Las
inscripciones celtas de Contrebia Belaisca (Contrebia: Conjunto de
Tribus, en este caso de los Belascum- los actuales Belascos,
Velascos, Velasques, Velazquez, Velas, Pelaez, Pelayo etc.). El
interesante letrero musivo de la ciudad de Andelos (ahora Muruzábal
de Andión, Navarra) con el texto: likine abuloraune ekien pilpiliars,
traducible a: Licinio Abulo (Apolo) rey de las gentes de Bilbilis
17
18. (Pueblo o Pluralidad de Villas formado con las raíces indoeuropeas Pl
(Plural) y Pilis (Villas), así Pilpilis o Bilbilis es el claro antecedente de
Pueblo, People y Peuple, "Plebs autem dicta a Pluralitate". Esto solo a
la luz de las inscripciones, ya que la cultura material es
evidentemente homogénea a uno y otro lado de la península ibérica.
Untermann cree en la celticidad del español y el lusitano, lo
que le lleva a la conclusión de que todas las lenguas
indoeuropeas de la Península Ibérica pertenecen a la familia
de las lenguas celtas.
El término Contrebia (Conjunto de Tribus) debió ser la
antigua denominación de las actuales Comarcas o distritos
administrativos, pues existen evidencias de al menos 3: la Kontrebia
Leukade de los Pelendones, en el término municipal de Aguilar del
Río Alhama en La Rioja, la Kontrebia Kárbika en el término municipal
de Huete (Cuenca) de los Olcades, y la Kontrebia Belaisca de los
Belos. También el término Tirikantam (Tiri: arbol y Kanto palabra
céltica que designa el kanto o borde de una rueda o círculo) debió ser
el término general para denominar el Consejo de ancianos o Senado
(de senectus: anciano) que tradicionalmente se desarrollaba en un
recinto circular de piedras bajo un árbol sagrado, el tejo o roble, de
los que fueron últimos testimonios los conceyos o juntas de las
merindades o baylies en Aragón; son muy numerosas las
reminiscencias arqueológicas de estos antiguos Tirikantos o senados
hispanos, nombre que se mantiene aún vivo en la ciudad de
Trescantos en Madrid, probable heredero de uno de estos recintos
senatoriales, donde los consejos de sabios o druidas ( ins)truidos
dictaban las normas y sentenciaban los juicios y pleitos de
los "toutam" (ciudades) o popalas (pueblos) sujetos a su jurisdicción.
Además de ciertas marcas de propiedad, alguna lápida
funeraria, textos votivos, la escritura sobre utillaje, y algún otro, la
mayoría de los textos que conocemos en lengua celtibera son normas
y téseras de hospitalidad. Los pactos de hospitalidad eran una
costumbre muy asentada entre los pueblos indoeuropeos
occidentales y en España un elemento indígena que pervivió a la
organización romana. Eran acuerdos de amistad, una vinculación
especial por la cual los implicados (individuos o ciudades) se recibían
en mutua protección, reconociéndose leyes, derechos y deberes que
se plasman sobre tesseras (manos entrelazadas) o cartas tábulas
(tablas de bronce). Hasta entonces los pactos de hospitalidad
siempre habían sido verbales, un rito en presencia de los dioses y de
testigos (ueitui) que actuaban como garantes. Las teseras y kortikas
(cartas) de nuestro legado arqueológico fueron escritas en alfabeto
ibérico, similar al tartésico, griego y latino, basado en signos
silábicos: Pa, Pe, Pi, Po, Pu, Ka, Ke, Ki, Ko, KU, Ta, Te, Ti, To, Tu, de
donde proviene probablemente la principal característica de nuestra
lengua española: la perfecta identidad fonética del conjunto silábico
18
19. consonante-vocal. Un modelo de la mayoría de las téseras celtiberas
suele llevar la identificación de uno de los contrayentes del pacto: -
Lub(b)os Alisokum Aualo ge(ntis) Kontrebiad Belaiskad. "Lubos
(antropónimo que hoy es Lopez) Alisokun (el kun o estirpe familiar)
de los Aualos, Kontrebia Belaiska (con- conjunto, trebia- tribus,
Belaiska de los Belos, del Dios Bel). La mayoría emplean con diversas
variantes abreviadas la fórmula: kortika karuo (carta de caridad) que
parece el sinónimo del latín "tessera hospitalis". La tésera o kortika
es el soporte o re-corte de la plancha de bronce. Su etimología en
celtibero debe ser el indoeuropeo *(s) ker- "cortar", con una
adjetivación en -ti-kos. Una kortikâ es literalmente un ''corte'',
recorte o pieza separada evolucionado con el mismo sentido a la
medieval ''Karta'' y actualmente carta de los fueros, leyes, títulos,
ordenes o privilegios reales, como la expedida el Año 1176 que
reza: " Facta karta donationis kalendas aprilis. Era Mª CCª Xª IIIIª.
Regnante rege Fernando ", o las Carta Puebla tardomedievales, hasta
las cartas, cartularios y carteles actuales; el otro vocablo karuo del
tema *karuos *karuom "hospitalidad" del indoeuropeo Libiaka kortika kar(uo), que se traduce: "Tésera de hospitalidad
libiense"- Ue(n)tanaka kar = Uentanaka (kortika) kar(uo); Uirouiaka
kar : "Carta de caridad de los Virovienses" (de Uirouia, hoy Borobia,
en Soria). Alguna tésera posee formulario ligeramente distinto. Así,
la que reza: Tuinikukuei kortonikum kar: "Hospitalidad de los
Cortonenses y los Tuinikos". Otros ejemplos incluyen el nombre del
testificador del pacto: arekoratika: kar: sekilako: amikum :
melmunos : ata pistiros : lastiko : ueizos : (de Arekorada, hoy
Ágreda también en Soria): Los de Agreda dan su caridad (cariño) a
sekilako amigo dulce y Pistiros Lastiko lo testimonia (visto). La de
Sasamón lleva por una cara: Irorekios Monitukos Nemaios y en la
cara opuesta Aleturex, que es el rex de la ciudad como Vercingetorix,
y la base *nem- presente en la onomástica personal céltica, Ne-maiok[
um] de la tésera de Herrera de Pisuerga, Nemasius,
Nemonius; irl. ant. Neman (Ne-manus) y Nemain, brit. Nemiaus o
Nemianus y el sufijo -aio- usual en la antroponimia hispanocelta.
Este otro ejemplar parece contener la identificación de la receptora -
una mujer - con una fórmula invertida: Tridonieku Ka(r)a-ka(d)
Dexuaiona Nemaioso. Otras téseras muy breves con fórmulas
diversas: Retukeno uisalikum; Bundunes irulases ---- Kubokariam
Ueniaku (de Uenia hoy Viana) Perkuakum Sakas; Atulikum;
Sekobrikea (Segóbriga); Turiasaka kar: Carta turiasense; Mukokaiko;
Sekeios Sailetiko Metama; la Tésera de la Mesa del Almendro de
Sevilla: Kaar.ikurpica.salmantika.kue: Karidad icúrbica y salmantica.
Las inscipciones de Peñalba: Turos Karorum viros veramos: Turos
queridos hombres supremos; Turros Karorum Kortitikum; Velsam
ticino veramon turosoilobos; Kalaitos; La ofrenda en la inscripción de
Peñalba de Villastar: ENIOROSEI VTA·TIGINO·TIATVMEI TRECAIAS
19
20. TO LVGVEI ARAIANOM COMEIMV ENI OROSEI EQUEISUIQVE OGRIS
OLOCAS TOGIAS SISTAT LVGVEI TIASO TOGIAS, cuya traducción
sería: En el senado de los pueblos de Orosei y Tigino a Lugo
encomendamos los arados y todos los caballos de los orosios y los
lugares cubiertos (edificios) de su entorno (ogris) consagramos a
Lugo la congregacion de tiaso; Y la de Cabeço das Fraguas: OILAM
TREBOPALA INDI PORCUM LAEBO COMAIAM ICCONA LOIM/INNA
OILAM VSSEAM TREBARVNE INDI TAVROM IFADEM... REVE... , cuya
traducción aproximada seria: Una oveja Trebopala (Pala o Protectora
de la Tribu) y un puerco Laebo (herido?) comendamos a Icona
Luminosa, una oveja (oila owila oveja ) de un año a Trebarune
(Reina de la Tribu) y un toro semental ... Reva...; la tésera de
Uxama, el bronce de Luzaga (Lutiaka) es otra Carta de Caridad
escrita en antiguo celta que testimonia (so ueisui: so witness, así
visiona) los hijos de Pelayo (Pelaiokun) y toma TEIUOREIKIS,
primeros testimonios de los futuros reyes PELAYO y TEODORICO:
Rey del pueblo o Rey divino, donde eikis es el antíguo fonema X en el
futuro vocablo REX que sustituyó a REIKIS, a quienes la historia
oficial nos han venido presentando como Visigodos venidos de fuera,
habiendo formado siempre parte de nuestro pueblo; el texto
completo: AREKORATIKUBOS KARUO KENEI KORTIKA LUTIAKEI
AUKIS BARASIOKA ERNA UELA TIKERSEBOS SO UEISUI PELAIOKUN
KUE KENIS KARIKO KUE KENIS STAN KORTIKAN ELASUNON: KARUO
TEKES SA KORTIKA TEIUOREIKIS, que en lenguaje actual sería:
Agricultores gente querida dan carta a los lutiakei cuyos parajes
(Barasioka) fielmente han supervisado las marcas (demarcaciones,
señales, hitos o mojones), así lo atestiguan los Pelayos quienes con
sus gentes aliadas (queridas) otorgan todos unidos esta carta. Con
cariño toma su carta Teodorico; los bronces "res" de Cortona, que
son ordenanzas y reparcelaciones de terrenos. La tessera de Caurel
(Lugo) datada en el 28 d.C. hecha entre Tillego, hijo de Ambato y los
magistrados de los lougos del castellum Toletense, Latino hijo de Aro
y Aio hijo de Temaro. (A. Tolosa Leal. Las Tesserae Celtibéricas y F.
J. Rubio Orecilla: La tésera celtibérica de Sasamón; la tésera de
hospitalidad de Monte Cildá publicada en la revista "Complutum";
una inscripción epigráfica hallada en las inmediaciones de Retortillo
(Julióbriga, Cantabria). Un ejemplo de escritura en utillaje celtíbero
es la Fusayola de Monreal de Ariza con la inscripción: SUSATI KALIN
UTA AS (USAD CAÑAMO Y USO). Todo ello, así como los nombres
indígenas Ambato, Sekaida, Danuvio, Bodo, Bovecio, Cadus, Lugua
(femenino de Lug), Brigetino, ... parecen dejar bastante claro el
origen celta de los pueblos indígenas de España, lo que obliga a
abandonar el intento de interpretar nuestro legado arqueológico a
partir del vasco, como se comprobó con el Bronce de Botorrita, que
en un principio se intentó interpretar a partir del vasco, vía que hubo
de abandonarse por el concurso de filólogos como Tovar y De Hoz
20
21. que señalaron el claro matiz indoeuropeo de la inscripción, más
concretamente su celtiberismo.
El Bronce de Torrijo del Campo, con el siguiente texto escrito en
alfabeto celtíbero: kelaunikui terkininei : eskenim : tures : launi :
olzui : okeakai eskenim : tures uzeisunos : kotizonei : lutorikum :
eisubos : atizai : ekue : kartinokum : ekue : lakikum ekue :
tirtokum : silabur sazom : ibos : esatui, puede traducirse como
sigue: Cualquier terrateniente que alquile parcelas de terreno a
extranjeros y quienes cedan en usufructo (tenerías) parcelas de
terreno a extranjeros en las zonas acotadas asignadas a los
Lutoricum y a los Cartinocum y a los Lacicum y a los Tritocum, se les
establece sesenta (en moneda de) plata. La traducción al texto del
Bronce de Botorita podría ser la siguiente: tirikantam (senado -
recinto del árbol-): berkunetakam: tokoitoskue : sarnikio (:) kue : (a
los príncipes electos del senado contagiados de sarna) sua :
kombolkez: nelitom (sean compelidos a no licenciar, autorizar) nekue
[: to : u]ertaunei : litom: nekue : taunei : litom : nekue : masnai :
tizaunei : litom : (ni autorizar permutas, ni donaciones, ni
concesiones -tenerías-) soz : auku aresta[lo] : tamai (salvo que sea
ante la autoridad): uta : oskuez : stena uerzoniti (y aquellos que
transgredan la ordenanza-): silabur : sleitom : konskilitom : kabizeti
kantom [:] (se les impone dar 100 fracciones -moneda- de plata
contra quien autorice) sankilistara : otanaum : tokoitei : eni (que
tomarán cualquiera de los nombres de la lista): uta : oskuez :
boustomue : koruinomue makasimue : ailamue : ambitiseti :
kamanom : usabituz (y aquellos cuyos establos de bueyes, carneros,
ovejas- usen el ámbito del camino): ozas : sues : sailo : kusta :
bizetuz (se retranquearán -biselaran o bastillaran- 6 pies desde el
borde -saliente-): iom asekati : [a]mbitinkounei : stena : es :
uertai : (para aquellos que han conseguido los ámbitos de huertas)
entara : tiris : matus : tinbituz : neito : tirikantam eni : oisatuz :
(quien use tierra de senadores limpios -sanos- para enterrar -undere-dentro
- las tumbas de los muertos): iomui : listas : titas : zizonti (a
los de la lista, dará sesenta): somui : iom : arznas : bionti :
(además, a los arsenales veinte) iom : kustaikos arznas : kuati : ias :
ozias : uertatosue : temeiue : robiseti :(a los arsenales de la ribera
cuyos cultivos rebasen el tiempo) saum : tekametinas : tatuz : somei
enitouzei : (sumados a los diezmos, darán también todo el grano -
trigo, chamorro- excedente) iste : ankios : iste : esankios : ( sea
gente o exgente -extrangero-) uze : areitana : sarnikei :
akainakubos nebintor (que use las areas -campos arados- de
cualquier vecino sarnoso): tokoitei : ios : ur antiomue : auzeti : (que
tome sus cultivos antes de la concesión) aratimue : tekametam :
tatuz : iom : tokoitoskue sarnikiokue : (donarán los diezmos de sus
aáreas a todos aquellos contagiados de sarna) aiuizas :
kombalkores : aleites ( testimonia a todos los compulsores -
21
22. ordenantes-): iste : ires : ruzimuz : abulu : ubokum (este -que- es,
Rucimo Avelino Hijo de Ubo) . Tamai se relaciona con el ant. irlandés
damair "permite, autoriza"; arestalo con are- "ante" como
aremoricas : los que viven frente al mar; *sta- "estar" ; ur de *uror
“roza”; ailamue como el lusitano oilam: ouino, ganado ovino. La
inscripción de Lamas de Molledo tendría la siguiente traducion:
RVFINVS (gentilicio Rufinus de origen etrusco) et TIRO SCRIP
SERUNT VEAMINICORI (y Tiro escribieron a los varon veaminicori)
DOENTI ANCOM LAMATICOM (donando un ancom de Lamas de
Moledo) CROUGEAI MAGA REAICOI (en el altar de piedra Magaraíñico
“Maga realeza) PETRANIOI RADOM PORCOM IOVEA (Petranio un
puerco redaño -gordo, graso- joven) CAEILOBRIGO. La fórmula
utilizada en los Bronces de Botorrita: Tirikantam : Entorkue :
Toutam, equivalente a la romana: El senado y el Pueblo de su
entorno. Así se lee en el bronce Botorrita IV además de otras frases
bien legibles como los fragmentos :sua kombal[.]z:bouitos:ozeum:
ku[etor]i?:turuntas:tirikantos:kustai:bize[...] que sería: sean
compelidos (obligados) a separarse (biselar) cuatro pies del borde
(costa) del vado (bouitos) y torrente del senado o, serán compelidos
por los custodios del senado a separarse (biselarse) cuatro pies del
camino y del torrente del senado. Con mayor antigüedad y en
alfabeto celtibero se recoge también PUERCO en la Tesera de Viana
(Navarra) en la forma: PERKUAKUM.
El Bronce III de Botorrita es otro texto de reparto
de tierras: risatioka : lestera : ia : tarakuai : nouiza : auzanto
eskeninum : taniokakue : soisum albana que puede traducirse :
primeras listas de las nuevas concesiones de terrenos a extranjeros
que ya tienen su título (albana).
En todos los textos epigráficos celtiberos están presentes
las palabras que nuestros antepasados comenzaron a escribir,
al menos en el siglo VII a. de C. Afirmar, según suele hacerse,
que estas voces, vivas en el castellano actual con idéntica forma
y contenido, son “préstamos del latín” es pura “boutade”. Cierto
que, en ambos aspectos, son iguales o muy similares a sus
correspondientes latinas, pero hoy es un hecho indiscutido ya que el
etrusco, lengua también prerromana esta íntimamente vinculada a la
celtibérica. Entre estas palabras podemos citar: estanca (estanque,
presa) en el Bronce de Luzaga; liga (liga, pez), en el tapón de la
colección Pellicet; katibu (cautivo) en la piedra de Alcalá del Río;
berga (berga, miembro viril) y anka (anca, cadera) en el Bronce n°
1 de Botorrita; kame (cama), salto (salto, cubrición), gusto (gusto,
placer), bono (bueno) y pasio (pasión) en el plomo de Ullastret I;
gente (gente) en la tésera colección Turiel n° 13; parte (parte) en
el vaso del Caballo de Lliria; ira (ira, cólera) en el Plomo de Pech
Mahó y en otros más; aire (aire) en el Plato de plata de Abengibre;
anima (ánima) en la Estela de Tarragona; goza (gozar) en la Tésera
22
23. de Uxama; mundo (mundo) en la Tésera La bota; selda (celda) en
las Estelas funerarias de Cretas y en las de Cabanes y otros; ama
(ama, madre) en la Estela de Fraga; tita (tita, gallina) en la Tésera
de Turiel n° 4; punta (punta, vértice) en el Bronce de Kortona; gisa
(guisa, manera) en el plomo Serreta de Alcoi; boto (botón, yema de
árbol) en los Plomos de Castellón y Vall d’Uxó; kaden (cadena) en
el Denario de Liedres; era (era, tiempo, época) en el Plomo del Vall
d’Uxó y en el Bronce grande de Botorrita; beda (veda, prohibición) en
el Bronce grande de Botorrita; ara (arar) en el Plomo de Caudete de
las Fuentes; anisa (anís) en el Vaso de El Alcomocal; seda (seda) en
el Huso de Peña de las Majadas; orto (huerto) en el Kálato de Alloza;
luto (luto) en el Bronce de Luzaga.
Gallego, portugués, leonés, asturiano, aragonés, catalán,
aranés, cántabro o castellano, valenciano, mallorquín, todos
descienden de este sustrato celtíbero común de la familia greco-latina.
Al leonés y asturiano castellanizado se le llama " amestau ".
En Asturias al asturiano se le suele llamar lleonés. Ajena a esta
familia lingüística es el sustrato de la lengua vasca, de
origen púnico o fenicio evolucionada y complementada por
numerosos vocablos incorporados de las lenguas autóctonas.
En la población indoeuropea, la cúspide de la civilización
se desplazaba de un lugar a otro. En tiempos de Catón, ante un
griego un romano parecía un bárbaro, y la escritura culta de las
familias patricias romanas se hacía en griego. Catón rompió con
esta costumbre y publicó sus textos en latín, lo que le valió el título
de 'padre de las letras latinas', algo similar a lo que aconteció en
España con los textos latinos, hasta los cartularios riojanos y las
Glosas Emilianenses, primeros testimonios conservados del uso de la
lengua local en los textos cultos.
A la llegada de los romanos en el 218 a.C. para repeler las
invasiones púnicas, la totalidad de Hispania es indoeuropea desde el
norte hasta la Bética o Beturia céltica en el sur (Andalucía), incluidas
las tierras de Granada pertenecientes a la Bastitania, que los
romanos atribuyen a los celtiberos y cuya principal ciudad era Basti,
nombre adulterado después por los árabes en Batza como lo escribió
Abd -el- Aziz al incluirla entre las ciudades conquistadas, y de ahí su
actual nombre Baza. Plinio el Viejo (III,13-14, Caius Plinius Secundus
23-79 d.C.) dijo: "La región que se extiende del Guadalquivir o
Guadiana, más allá de los lugares mencionados antes, es llamada
Beturia, y está dividida en dos partes de los Célticos que lindan con
Lusitania y son de la jurisdcción de Sevilla y los Turdulos" "El origen
de Basti se pierde en los tiempos; en el Siglo IV era sede episcopal
regida por el obispo bastitano Eutyquiano con sede catedralicia en la
Iglesia de San Nicolas, construida durante el reinado de Recaredo I,
transformada en mezquita por la invasión agarena y de nuevo
23
24. restaurada por los Reyes Católicos y consagrada por el Cardenal
D.Pedro González de Mendoza. Sus otros obispos registrados fueron
Theodoro (año 589), Etelio I (año 610), Eusebio (año 633), Servodeo
(año 653), Etelio II (año 675), Antoniano (año 681), Basilio (año
688). De las tradiciones celtas que hoy perduran en España,
heredamos de los celtas béticos, hoy andaluces, nuestro popular
gazpacho, adulteración por la pronunciacion de los moriscos de su
nombre celta original Kaspato (de la palabra celta Caspa, -polvo,
puré o caspa - más el participio ' ato '). Secobrica o Segóbriga debió
ser la capital de la Celtiberia, pues así lo afirma Plinio (III, 25)
denominándola "caput Celtiberiae" que Livio describe (XL, 50)
como "nobilis et potens civitas". También era ciudad importante
Cotinusa en la región de los Tartessos después llamada Cádiz (Gadir)
a raíz de su ocupación por fenicios, descrita por Avieno (Descriptio
Orbis) y por Timaeo, citada por Plinio y Dionisio Alejandrino en su
Periergesis y de la que Eusthatio explicó que podía haber tomado su
nombre original Cotinusa de Kotynos, por ser el olivo el árbol más
abundante de la isla. También Córdoba, la hoy considerada perla de
la cultura andalusí, era la floreciente ciudad celtíbera de los
Turdetanos, cuna de Séneca y de Trajano (Marcus Ulpius Traianus) el
más grande emperador de Roma nacido en 53 d.C. en la actual
Santiponce (Itálica) ciudad de la Baetica, la más rica y próspera
provincia de Hispania hasta la llegada de la invasión islámica, que
destruyó todo su legado histórico, como su basílica visigótica del SV
y dedicada a San Vicente Mártir que Abderramán I mandó
transformar en la afamada "Mezquita de Córdoba", pero como es
lógico, esta antigua catedral cristiana no estaba orientada a la Meca,
razón por la que los historiadores arabistas se vieron obligados a
explicar que esta insólita e incluso blasfema circunstancia en una
mezquita, era debida al deseo de Abderramán I de orientarla hacia
Damasco; algo similar ocurrió con la orientación de la Catedral
visigoda de San Vicente del siglo VII, hoy la Seo de Zaragoza, y con
las catedrales de las ciudades episcopales españolas transformadas
en mezquitas por los invasores musulmanes.
Por lo que respecta a los púnicos o fenicios, la primera
mencion de Libia en la historia se refiere a los mercenarios libios
contratados por el Antiguo Egipto, en el primer milenio a.C.
Posteriormente, estos mercenarios de extirpe mixta de libio-fenicios,
constituirán el punto más fuerte de la infantería punica del ejército
cartaginés de Aníbal Barca en su famosa expedición a la península
itálica a través de los Alpes. En el Siglo VI a.C., para liberar a
Tartesos de la ocupación de los fenicios, acudió en ayuda de los
turdetanos el rey Teron de la España citerior con una grande armada
(VI a.C.), quedando incendiadas las naves de Teron pero logrando
finalmente los españoles rescatar la isla que perdieron de nuevo al
acudir los cartagineses en ayuda de los fenicios que la tomaron a
24
25. viva fuerza. Como narra Herodoto, siendo rey de Tartessos
Argantonio, de quien la historia narra su elevada cultura, civilización
y hospitalidad, se establecieron en Tartessos los griegos de Phocea
donde el rey Argantonio los acogió y les brindó el terreno que
quisiensen escoger en la Tartéside, pero esta colonia de los griegos
phoceos no llegó a establecerse completamente, porque al llegar la
noticiade que Harpado, general fenicio de Cyro, tenía sitiada su patria
prefirieron acudir en su socorro empleando para ello las mismas
riquezas de que les proveyó Argantonio. De las luchas de los tartesos
contra los fenicios, relata el historiador griego Diodoro el año 232
a.C., que las huestes cartaginesas de Amiícar Barca en una de sus
incursiones apresaron a Istolacio y al lusitano Indortes a los que
crucificaron, arrancándoles los ojos antes de morir. Mucho antes,
aluden específicamente a Tartessos en la Península Ibérica las
tradiciones míticas griegas, el mito de Gerión y el décimo trabajo de
Hércules, Gárgoris y Habis, Estesícoro (raíces argénteas del río
Tartessos), Anacreonte (longevidad de su monarca Argantonio),
Hecateo (habla de Helibyrge de la ciudad de Tartessos), Heródoto
(Tartessos como emporio de gran riqueza más allá de las Columnas
de Hércules, así como de sus estrechas relaciones con los griegos
focenses), Éforo, Aristófanes, Estrabón (Tartessos como ciudad, río,
región y centro de contratación de argenta y metales) y Avieno.
Otras numerosas reconstrucciones históricas se han hecho sobre
Tartessos, artificialmente enriquecidas a partir de la utilización de
una documentación literaria tardía y en muchas ocasiones ajena al
mundo autóctono peninsular.
En homenaje a la victoria de Alejandro el Grande sobre
Tyro, patria de los fenicios y cartagineses, los españoles le erigieron
una estatua (356-323 a.C.) en el Templo de Hércules de Cotinusa
(Cádiz); esta estatua del héroe macedonio haría verter emocionadas
lágrimas a César. Perdidas por los de Cartago la Sicilia y la Cerdeña,
donde habían establecido asentamientos en la primera guerra púnica,
replegaron sus fuerzas en Cádiz al mando de Amílcar Barca (238
a.C), preparándose allí para acometer contra Italia. Por allí pasó
también su hijo Aníbal, y Asdrúbal, hijo de Gisgón y Magon, que se
había quedado sin tropas, resolviendo sacar dinero de los cotinusos
(gaditanos) por todos los medios. Los cotinusos enviaron diputados
a Escipión en peticion de ayuda, que acudió a la llamada de socorro
enviando un ejército a las órdenes de Marcio y una escuadra a las
órdenes de Lelio, pero una enfermedad de Escipión y rumores de
rebelión en su propio cuerpo de ejército, retrasó la operación de
rescate de Cádiz, hasta que recuperada su salud, volvió Marcio con
parte de su ejército y tras de sí el propio Escipión en persona. Cádiz
se encontraba entonces sometida al poder del cartaginés Magón junto
a Masinisa, aliado de Sifaz el Numida, pero éste último, al ver tan
mal parados a los cartagineses decidió con excusas falsas pasarse al
25
26. servicio de Roma. El cartaginés no dió batalla, tomó el oro y la plata
de los gaditanos, saqueó también los templos incluido el de Hércules
y huyó de la ciudad.
A partir de entonces, los púnicos en desbandada por Hispania,
comenzaron a replegarse en las montañas dando origen a los
bandoleros tanto en la zona vascona como en otras areas serranas
como Sierra Morena (corrupción de Sierra Mariana) a donde hubo de
acudir el pretor Cayo Mario avisado por los beneficiarios de las minas,
por los robos y ataques de estos bandoleros, a los que logró reducir
con tropas celtíberas.
Desde Cádiz partieron los púnicos hacia Italia,
desperdigando parte de sus tropas en el recorrido, dando lugar, entre
otros muchos, a los asentamientos vascones. Cadiz se sacudió
entonces el poder de Cartago (203 a.C) y acudió al senado como
aliada, y, puesto que no era ciudad conquistada sino liberada, fue
declarada ciudad franca (197 a.C.). Balbo el gaditano (Cornelio Balbo)
De las fuentes de Estrabón, se deduce que los celtas cántabros
habitaban toda la costa hasta el Pirineo. Mas tarde, las crónicas
históricas del año 456 dC sitúan en los actuales territorios de Navarra
a los celtas berones y autrigones, en el solar junto al Cantábrico
que hoy se denomina País Vasco, a los Caristios en Vizcaya y
Álava hasta el Sur de Vitoria, a los Autrigones en Vizcaya y a los
Vardulos en Guipúzcoa y Norte de Alava, todos ellos celtas, étnica y
lingüísticamente afines y del mismo tronco cántabro, como La Rioja,
comarca de los celtas berones descritos por Estrabon. Originalmente,
Navarra era una restringida extensión geográfica que comprendía
una parte de la zona media occidental de hoy según se desprende de
una disposición de 1167 de Sancho el Sabio sobre nombramiento de
merinos (mayores, de maior-unos) en la zona vascuence o 'navarra',
donde se lee: 'Orti Lehoarriç faciet ut lingua Navarrorum dicitur
unamaçter'. Este territorio llamado Navarra por antonomasia, según
tradición conservada hasta fines de la Edad Media, era pequeña
y lindante con Pamplona. Así lo recuerda a finales de la época
medieval el Príncipe de Viana en su Crónica donde la antigua Navarra
comprendía "las cinco villas de Goñi, de Yerri, Valdelana, Améscoa,
Valdegabol, de Campezo e la Berrueza e Ocharán".
A pesar del escaso interés que los bascones suscitaron en
la historia, donde únicamente son mencionados para describir los
saqueos y matanzas que perpetraban sobre los pueblos celtas de la
zona, los datos aportados por las fuentes y vestigios arqueológicos
son suficientemente esclarecedores como para deducir que el
mito que han elaborado los nacionalistas vascos sobre su
supuesto origen enigmático y su supuesta condiciónn de
pueblo autóctono e incluso anterior a los celtas que poblaban
el solar navarro, pirenaico y cantábrico, no es más que un
26
27. planteamiento voluntarista carente de toda base científica y
contradictorio con los datos y testimonios existentes:
1º) Los vascos no tenían nombre para denominarse a sí mismos, lo
cual quiere decir que carecían de identidad como pueblo, tribu o
grupo étnico (hasta que Sabino Arana inventó el término “eusk” para
denominar a la nación vasca que propugnaba EUSKALHERRIA) y el
que tienen, vascos, es el que les dieron los celtas que habitaban las
tierras a las que arribaron, lo que es claro indicio de que su presencia
en las montañas navarras fue consecuencia de un hecho sobrevenido
y no de su evolución natural como pueblo autóctono de aquellos
solares. El nombre vascones ( montañeses o monterizos) también lo
indica así, ya que no responde ni a una denominación de familia o
cun (clanes) ni a una civitas ( las ciudades daban nombre a los
distintos pueblos celtiberos), ni tampoco a una identidad racial o
cultura del grupo humano o tribu, sino que aludía únicamente a su
asentamiento en lo alto de las montañas (“los de las cumbres” “los
de arriba” “barscunes” en lengua celta), no eran por lo tanto
vascones los pobladores de los valles y solares de Navarra como
suponen los historiadores vascos, porque existe constancia
arqueológica de que éstos eran celtas, aunque posteriormente se
fueran instalando vascos en estas y otras zonas. Obviamente otros
asentamientos púnicos debieron producirse en otros puntos de la
península ibérica pero no podía haber vascos donde no había celtas
que los llamaran así. La generalizacion del nombre de vascos a toda
la zona y población de las áreas con asentamientos vascos es un
fenómeno reciente y paralelo o similar al de los Maragatos, ya que
antes de su llegada a la comarca leonesa ésta se llamaba La Somoza,
pero fué tal la fama que adquirieron estos arrieros que se
convirtieron en seña identitaria o diferenciadora de la zona lo que no
sólo cambió el nombre de la comarca, sino la denominación de todos
sus pobladores a los que se acabó nominando maragatos
independientemente de su origen, algo similar ocurrió con las areas
VASCONICATAS O VASCONGADAS.
2º) Antiguamente, entre los pobladores de la Península Ibérica, las
fuentes históricas romanas que refirieron sus múltiples correrías
guerreras, ataques y rebeliones y sus organizaciones locales,
comarcales y provinciales, no señalan ningún pueblo vasco en
ninguna parte. Más tarde, las crónicas ya describen a los vasconum
con el término de "montañeses" y como “hombres de razas varias”,
pero esta descripción choca también con las hipótesis de los
investigadores vascos, para quienes la conservación de su lengua
en un medio celta era consecuencia de su aislamiento secular de las
influencias externas, lo que contradice la variedad racial del grupo,
que queda plenamente explicada en cambio, admitiendo que los
vascones no eran otros que los desertores de las tropas púnicas,
27
28. pues tratándose en su mayoría de hombres solos y aunque las
expediciones púnicas y bereberes también trasladaban con ellos a sus
mujeres, era lógico que en los saqueos, que eran según las crónicas
su forma habitual de subsistencia, además del botín usual robaban
también las mujeres de los poblados celtíberos, como hizo el propio
Asdrúbal.
3º) La lengua y la etnia vasca y berebere:
Antropología: El vasco es mesocéfalo. En los celtas indoeuropeos los
nórdicos son dolicocéfalos y en las áreas más meridionales
braquicéfalos. Se sabe que el cruce entre braquicéfalos y
dolicocéfalos no da mesocéfalos, por lo que la procedencia vasca
desde el punto de vista antropológico es extraña en la península
ibérica y común en el norte de Africa, donde en los pueblos del
cercano oriente (desde Beirut) es común el cráneo mesocefálico, la
frente angosta al igual que los márgenes internos de los ojos, e
inclinada del tipo armenoide, la cara es ancha y larga, al igual que la
nariz. Los que tienen ojos marrones oscuros son más araboides
mediterráneos; mientras que los que tienen ojos más claros son más
braquicefálicos. Los genes HLA demuestran que la proximidad entre
vascos y argelinos está marcada por la presencia en su sangre del
haplotipo A-3=-B18, de origen hamítico, existen haplotipos raros que
comparten vascos y argelinos de Argel como el formado por los loci
AI-B57-Cw7-DR7-DQ2 y el haplotipo A30-B18-Cw5-DR3, muy raro
en las poblaciones europeas, aparece con una frecuencia alta en
sardos, vascos y, en menor medida, en españoles de Madrid. Solano
Peña postula que el fenotipo Rh negativo es un marcador camítico.
Los actuales bereberes que quedan en las montañas del Atlas
presentan una frecuencia de Rh negativo en su sangre del 40% ; en
España, los vascos mantienen todavía hoy un 32 % de Rh negativo y
el cromosoma 6 de los bereberes. El alelo O tiene una frecuencia que
va de 0,4 a 1 (100%) en amerindios, sardos, vascos y bereberes y
presentan dominio del tipo M a expensas del MN. Las investigaciones
de los doctores Francisco Leyva y Pablo Sánchez Velasco, del
Departamento de Inmunología de Valdecilla, han dado como
resultado que el componente genético de los cántabros (o
cantabrálos), ofrece similitud con otras poblaciones del Norte de
Europa, en concreto con las escandinavas, las del norte de Francia e
Irlanda, con las que comparten un haplotipo desconocido y unos
genes que ya había en los antepasados de Atapuerca, y en cuanto a
su origen, lo cifran en un millón de años, mientras que en los vascos
el componente genético es coincidente con el norteafricano actual,
con presencia en su ADN mitocondrial del haplogrupo U6 y el
haplogrupo E-M81 del cromosoma Y, ambos específicos de los
norteafricanos bereberes.
En cuanto al idioma de los vascos, ellos mismos destacan como
signiticativo que palabras que se encuentran en los jeroglíficos de las
28
29. pirámides de Egipto y en el habla de los tuaregs (bereberes
saharianos) puedan escucharse diariamente en el habla de cualquier
vascoparlante, como nikk (ninik, yo), akir (aker, cabra, macho
cabrío), aña (ania, anai, hermano), aste (asto, burro) etc.etc., pero
aún así no se reconocen parte de esa cultura sino autóctonos de las
tierras del norte de España, a pesar de la total ausencia de vestigios,
huellas o legado de una cultura vasca anterior al S. XIII en las zonas
vascongadas que hoy componen la autonomía vasca y por el
contrario, los objetos que se conservan (arcas o kutxa y útiles de
pastor) en las zonas de asentamientos de vascos, los adornos y
figuras revelan su cultura magrebí. Meyer-Lübke, reputado
romanista, dice que hay elementos ibéricos innegables en la lengua
vasca, que han de ser aportación del ibérico al vascuence semejante
a otras aportaciones posteriores celtas, latinas, castellanas, etc.
El berebere es el nombre con el que se autodenomina
este pueblo y su significado en euskera es libre, independiente; en la
actualidad el berber se autodenomina imzireg que significa lo mismo
(independiente); Nombre se dice isem (bereber) izen (euskara); Yo,
se dice nekk (bereber) y ni-nik (euskara); él huua, ellos/as huma en
berber y hura en vasco; pierna, extremidad o rama, ramificación se
dice adar (bereber) y adar (euskara); hermano aña (bereber) y ania-anai
(euskara); burro es aste (bereber) y asto (euskara); macho
cabrío se dice akir (bereber) y aker (euskara); Adra, (Ari)-Montaña
(Adreri: Tribu); Adrau (Oturuntza: banquete); ait es el prefijo de las
tribus bereberes de los montes del Atlas (aita es padre en vasco);
Azazga población de la Cabilia argelina, Azrak el nombre del caudillo
moro al mando de las tropas sarracenas que atacó Alcoy en 1276,
Oreta el nombre del emisario berebere de Abdherraman (Orueta en
vasco actual); Urriaguel (del nombre moro Beni Urriaguel,
Beniurriaguel, Iben Urriaga, en Sudamérica se conserva como
Ibinarriaga, en vasco actual Iturriaga, Urriaga, aunque se testimonia
en su forma original Ibenarriaga en los documentos antíguos como
en la Carta Puebla de la Villa de Guernica otorgada por Don Tello en
nombre del Rey de Castilla Don Enrique de Trastamara, en 1366;
aaettar (etartu: aceptar, tomar, mendigar); aana (ana: parentesco,
hermandad); abelu (abel: ganado); aberhuc (abere-kume: cachorro,
cria de ganado); adainin (edangu: abrevadero); uadi (río: uadi al-kabir,
guadalquivir) es en euskera guaia ( rio, torrente); aalaf
(alabide: comida); abehlus, tamdhelt (hileta: funeral); abarraka
(abarraki, abarrakitu, abarrakitzen); abehnuq (ehungai: tela, trapo);
aberdi (alderdi: zona, paraje, costa, lado); abughlu (ganbela:
pesebre); awerray (aberri: circulo, patria ); abrid, iberdan (ibilera:
marcha, camino, andanza); abruy (abur, apur: miga); adar (adar:
hilera, rama); aderar (adar: pico, cuerno); adgar (atxarri: roca);
adhad (hatz: dedo); adhu (hotz: frio); adeje (adegi: sien); adhru
(isuri: correr el agua); adelsan (adela: preparación, ornamento,
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