2. Los Sofistas
El sofista era, pues, aquél que era considerado sabio.
El término sofista en un principio era sinónimo de sofós, y significaba “el que realiza la sabiduría”, es
decir, «el sabio».
Los sofistas…, ¿quiénes eran los sofistas?
3. Los Sofistas
Según Platón, Protágoras fue el primer sofista.
Los sofistas eran educadores profesionales en argumentación y
oratoria que impartían sus enseñanzas a los jóvenes a cambio de
dinero.
4. Los sofistas no tenían
dificultad en encontrar
alumnos que pagasen sus
altos honorarios ni en
encontrar oyentes para sus
lecturas y exhibiciones
públicas.
Eran bastante famosos, y los
hijos de los altos funcionarios
normalmente eran educados
por ellos.
5. Los Sofistas
¿Qué enseñaban los sofistas?
Los sofistas enseñaban la dialéctica, que podemos
definir como “la técnica de dialogar y discutir
mediante el uso de razonamientos y argumentaciones
complejas.”
6. Los Sofistas
Pero entonces, si los sofistas eran maestros que enseñaban
a sus alumnos el arte de discutir y las reglas y técnicas para
ser un buen orador, ¿cuál era el problema con ellos?, ¿qué
es lo que se les criticaba?
Pues bien, a los sofistas en realidad no les interesaba tanto,
en medio de una discusión o debate, descubrir o defender
la verdad, sino solamente que ganaran los argumentos que
apoyaban la verdad que al sofista le convenía en una
situación determinada.
7. Los Sofistas
Esto le daba al sofista, debido a su gran talento para
expresarse y de convencer a los demás, la capacidad
incluso de convertir en más fuerte el argumento más
débil.
Evidentemente, esto nos muestra que los sofistas eran
personas que no eran del todo honestas, sino que se
aprovechaban de su talento para “salirse con la suya”
y conseguir lo que querían.
8. Los Sofistas
De ahí que, como a los sofistas no les interesaba en
realidad descubrir la verdad de las cosas, defendieran la
idea de que no existe una norma objetiva y válida del valor
moral para todos los seres humanos, de modo que lo que
es bueno para unos, puede ser malo para otros, o
viceversa. Esta postura ética es llamada «relativismo moral».
La cuestión es muy práctica: como no existe el bien y el mal
–decían los sofistas–, lo mejor que puedes hacer es
aprender a defender tu postura (o la postura que más te
convenga) ante los demás de la mejor manera posible.
9.
10. Protágoras
El sofista más famoso de todos fue
Protágoras de Abdera, quien nació en
ese pueblo y viajó por todo el
territorio de Grecia mostrando su
sabiduría.
La frase más conocida de Protágoras
es “El hombre es la medida de todas
las cosas”.
Y esta frase puede tener dos
interpretaciones: una individualista y
otra social.
11. Protágoras
Según la interpretación individualista, y referida a la percepción
sensible, Protágoras habría dicho que dos proposiciones
contradictorias podrían ser verdaderas, una para un individuo y
otra para un segundo hombre. Y en cuanto a la ética y otras
disciplinas generales sobre el comportamiento humano, lo lícito
dependería del criterio particular de cada individuo, y no habría
obligatoriedad moral general para ninguna acción.
12. Protágoras
La segunda interpretación
afirmaría que cada sociedad
tendría sus leyes civiles y sus
normas éticas válidas para
ese grupo en particular, y las
demás sociedades deben
buscarse sus leyes que no
necesariamente tendrían
que ser iguales a las de los
demás.
13.
14. Relativismo
De acuerdo con el relativismo no existen valores morales
absolutos, sino que todos son relativos puesto que no son más
que productos de la preferencia subjetiva individual y el arbitrario
convenio socio-cultural.
Pues bien, lo primero que podemos decir ante la idea de que
«todo es relativo» es que nadie es relativista cuando se trata de
cuestiones morales decisivas.
15. Relativismo
Así, por ejemplo, el filósofo relativista Michel Ruse se vio obligado
a reconocer que: “El hombre que dice que es moralmente
aceptable violar niños está tan equivocado como el hombre que
dice que 2+2 es igual a 5.
Otro filósofo “relativista” como Arthur Allen Left, escribió: “Tal
como están las cosas, todo está en juego. Sin embargo, quemar a
bebés, es malo; matar de hambre a los pobres es malvado;
vender y comprar unos a otros, es depravado. Existe en el mundo
tal cosa como el mal.
16. Relativismo
El relativismo moral subjetivo nos dice que los valores morales son
relativos porque dependen de cada persona. Esto significa que
cada uno puede formular su propia moral y vivir conforme a ella,
generándose así una sociedad “tolerante” y “democrática”. No
obstante, el gran problema de este enfoque es que al aterrizarlo a
la realidad deviene gravemente inconsistente, absurdo e
imposible de practicar.
Por ejemplo, en una sociedad auténticamente relativista ¿qué
podríamos hacer con aquel individuo que elija como moral
individual el violar niños?, ¿con base en qué tendríamos derecho
de imponerle nuestros valores?
17. Relativismo
En pocas palabras: en la práctica, el relativismo es insostenible.
Y es que si algo como la justicia es sólo ‘mi’ valor o ‘tu’ valor,
entonces no hay ninguna autoridad común a nosotros dos. Yo no
tengo derecho a imponerte mi sentido de la justicia, pero tú
tampoco puedes imponerme el tuyo... Por tanto, sólo si hay un
valor universal llamado justicia, que prevalezca sobre nosotros
dos, puedes apelar a él para juzgar injusto, por ejemplo, que yo
corra de su trabajo a una mujer porque está embarazada y yo,
como su jefe, no quiero pagar su incapacitación laboral.
18. Relativismo
Pero si no existieran valores absolutos y objetivos fuera de
nosotros, sólo podrías decir que tus valores subjetivos son
diferentes de los míos, y nada más. Sin embargo, nadie dice
solamente que “no le gusta” lo que yo hago (correr a mi
empleada), sino que, de hecho, “es injusto”. O sea que, cuando
descendemos a la práctica, en realidad todos creen en valores
absolutos.
Pero ¿y qué pasa con un violador o un asesino que en realidad
cree y siente que lo que hace es bueno porque él siente placer
aunque dañe a otras personas?
19. Relativismo
Que cada ser humano tenga su propia visión del mundo no
significa que no exista el bien y el mal. Más bien, nuestra propia
visión, dependiendo de qué tan correcta sea, se acerca o se aleja
de lo que es bueno o malo. Si un violador cree que violar es
bueno, eso no significa que violar sea realmente bueno, sino
solamente que él cree que es bueno, pero las personas sanas
sabemos que no está en lo correcto.
¿Y cómo sabemos objetivamente que no está en lo correcto?
¿Cómo es posible distinguir objetivamente el bien del mal?
20. Relativismo
CON EL «IMPERATIVO CATEGÓRICO»
Podemos definir al imperativo categórico como «el criterio que
podemos utilizar a la hora de decidir qué es bueno o malo».
Otra forma de entender el imperativo categórico es como una
«fórmula ética de valor universal».
21. Relativismo
PRIMER IMPERATIVO CATEGÓRICO
“Actúa de tal modo que creas que tu acción pudiera convertirse
en una regla universal”
SEGUNDO IMPERATIVO CATEGÓRICO
“Obra de tal modo que trates, tanto a tu propia persona como a
los demás, siempre como un fin y nunca como un medio”
22. Relativismo
Por ejemplo, aplicando los imperativos categóricos en mi razón,
puedo preguntarme: ¿Robar es bueno o malo?
Para saber esta respuesta tendría que pensar en la hipótesis
acerca de qué pasaría si todos robaran. Si todos robaran, ¿el
mundo sería un lugar habitable o sería un caos?
La lógica nos dice que sería un caos. Por lo tanto, de ahí
podemos deducir que robar es objetivamente malo, y así con
todas las demás cosas: ¿Discriminar es malo? ¿Asesinar es malo?
Etcétera.