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LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN 1 DE 24
1. EL ESCENARIO PRERROMANO
1.1 PUEBLOS PRERROMANOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
De los siglos V al III a.C., se distribuyen los grupos de población existentes en la Península y se consolidan las comunidades indígenas correspondientes, con una
delimitación territorial que apenas se modificará hasta la llegada de los romanos a finales del siglo III a.C.
La división de la Península Ibérica en relación con los pueblos que habitaban su territorio, puede hacerse dependiendo de varios criterios; influencias recibidas de
otras culturas, de criterios lingüísticos o de criterios étnicos, y en ninguno de los casos se realizará una división correcta porque existen muchos otros factores que se
deberán tener en cuenta.
La división más extendida corresponde a una mezcla de influencia de otras culturas y que además da origen a una cierta homogeneidad lingüística. Esta división
corresponde a la parte denominada ÍBERA y a la parte denominada CELTA.
La zona ÍBERA de la Península ocupaba toda la franja andaluza desde el norte de Sierra Morena, zona del Levante y zona de Cataluña-Aragón. Los pueblos indígenas
allí asentados recibieron mucha influencia cultural de los fenicios y de los griegos, que se instalaron en esta zona peninsular creando colonias para poder ejercer su
forma de vida principal que consistía en el comercio e introduciendo entre los pueblos indígenas nuevas tecnologías para la agricultura, nuevas formas de ganadería,
el torno, la escritura y el hierro. El cambio cultural que se experimentó en estas zonas fue muy importante dando por finalizada la Edad del Bronce y comenzando la
Edad del Hierro.
En la zona CELTA, que corresponde al resto de la Península no ocupada por los Íberos, la influencia de otras culturas no fue tan determinante. El sustrato cultural es
indoeuropeo, lo que provoca una cultura y una lengua muy diferenciada de la zona Íbera y más atrasada culturalmente. En esta zona tiene lugar además una serie de
confluencias culturales que ayudan a comprender su personalidad:
• La presencia de Íberos en los Pirineos, haciendo de filtro al paso de indoeuropeos a la Península, individualiza la cultura celta de Hispania con el resto de celtas al
norte de los Pirineos.
• La gente de cultura celta que llega a la Península no lo hace en grandes oleadas. Esto hace que dependiendo de donde se asienten y de la cultura indígena
existente, predomine más el cambio cultural hacia la cultura celta o se mantenga casi sin cambios la cultura indígena.
• El contacto con el mundo ibérico facilitó una creciente asimilación de elementos mediterráneos a lo largo de la segunda mitad del primer milenio a.C., proceso
esencial para comprender la personalidad cultural de los celtas de la Península Ibérica, pues se fueron aproximando a la cultura ibérica, diferenciándose
progresivamente de la cultura de La Téne generalizada por las zonas centroeuropeas del mundo céltico.
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EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS PRERROMANOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA - CONTINUACIÓN
LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
• Otro factor externo que interviene decisivamente en la formación histórica de algunos de los pueblos del área indoeuropea es el denominado Bronce Atlántico.
En las zonas occidentales de la Península, tanto en el Noroeste, como en toda su extensión hasta el Estrecho, encontramos culturas que participan del desarrollo
llamado por los arqueólogos Bronce Atlántico. Supone comunicaciones marítimas importantes con Bretaña, Inglaterra, Cornualles e Irlanda. Estas
comunicaciones se realizaron porque el estaño de las costas e islas occidentales de Europa (Galicia y Tras-os-Montes en la zona norte de Portugal, Bretaña, Devon
y Cornualles) se hizo indispensable para los pueblos civilizados del Mediterráneo. Algunos historiadores piensan que el idioma hablado en Lusitania tiene
sustrato celta pero que está muy influenciado por culturas atlánticas y mediterráneas.
Por lo tanto, mientras que los pueblos denominados Íberos pueden ser agrupados
culturalmente de forma conjunta, los denominados pueblos celtas han de tener
subdivisiones dependiendo del grado de influencia de otras culturas.
División regional de los pueblos prerromanos en la Península Ibérica
1.2 LENGUAS PRERROMANAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
Otra de las posibles agrupaciones en que se puede dividir los pueblos prerromanos que
habitaban la Península Ibérica, está basada en las lenguas que se hablaban en cada zona.
Una primera división consiste en diferenciar zonas donde se hablaba lenguas no
indoeuropeas de aquellas zonas que el tronco común a las diferentes lenguas era el
indoeuropeo.
1.2.1 LENGUAS NO INDOEUROPEAS
Las lenguas no indoeuropeas son aquellas que se hablaron en el sur y levante de la
Península durante la época prerromana.
Se puede hacer una primera gran diferenciación entre la lengua del Sudoeste, que pudiera
ser la hablada en época tartesia (siglos VII-VI a.C.) y la lengua ibérica, más extendida y que
absorbería seguramente a la lengua del Sudoeste.
Las características principales de cada una de estas lenguas no indoeuropeas son las
siguientes:
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EL ESCENARIO PRERROMANO. LENGUAS PRERROMANAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA - CONTINUACIÓN
LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
1.2.1.1 La lengua del suroeste
Los documentos más antiguos de la lengua del Suroeste son grafitos sobre cerámica (siglo VII-VI a. C.) hallados en Andalucía (Huelva) y Extremadura (Medellín) y las
lápidas sepulcrales sobre todo del Algarve en Portugal. Los arqueólogos portugueses piensan que pertenecen a la primera Edad del Hierro (siglo VII a V-IV a. C.). Son
más abundantes los textos escritos de derecha a izquierda que los escritos de izquierda a derecha.
Podría tratarse de la escritura tartesia propiamente dicha y que debe ser denominada como tal, referido a un sistema gráfico y también lingüístico y no prejuzgando
sobre la extensión territorial del dominio tartesio.
1.2.1.2 La lengua ibérica
Los iberos aprenden a escribir como consecuencia de dos influencias diversas, la griega y la meridional desde el alto Guadalquivir, quizá sumada a influencias
fenicias.
La distribución geográfica de los documentos en lengua ibera se extiende desde Almería y Murcia (zona denominada del Sudeste de España) hasta el río Herault en el
sur de Francia. Su penetración hacia el interior es difícil de fijar, pues lo único que se sabe con seguridad es que en época romana alcanza la región de Jaén y en el
valle del Ebro llega hasta Zaragoza.
Los soportes de estas inscripciones son variados, destacando las cerámicas pintadas, los denominados plomos ibéricos, que son piezas exclusivamente epigráficas,
sin otro objeto que el de ser soporte de la escritura, las lápidas sepulcrales y, por supuesto, las inscripciones en monedas.
Dentro del área de la escritura ibérica quiere verse una distinción entre dos zonas, cuya diferencia más clara estaría dada por los signos utilizados, la zona del Este y
Cataluña y la zona del Sudeste (Murcia y Almería).
1.2.2 LENGUAS INDOEUROPEAS
El panorama lingüístico de la Hispania indoeuropea es ciertamente complicado. En primer lugar por la práctica imposibilidad de poder relacionar registros lingüísticos
con tiempos y espacios determinados, es decir, con poblaciones históricas de forma precisa.
Entre las novedades introducidas por las poblaciones que atraviesan tempranamente los Pirineos, estaría una o varias lenguas indoeuropeas que, al mezclarse sus
portadores con poblaciones autóctonas, evolucionarían pronto en variantes dialectales resultantes de la fusión con hablas vernáculas. Los procesos de etnogénesis y
las varias dinámicas actuales (aculturación, mestizaje, préstamo, migración, comercio, aislamiento…,) en estos territorios en la Edad del Hierro, acaban definiendo
diversos focos lingüísticos indoeuropeos en el interior de la península de distinta filiación y componentes.
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LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
También hay que recordar que la gran limitación en el estudio paleolingüístico viene dada por la propia naturaleza de la evidencia: Los textos.
Con la excepción del celtibérico, registrado por escrito gracias a la adaptación del signario ibérico por los celtíberos, no conservamos testimonio directo de lenguas
indoeuropeas habladas en la Península Ibérica antes de Roma.
En la Hispania céltica se distinguen al menos cinco registros indoeuropeos diferentes:
Posible división lingüista de los pueblos prerromanos
1.2.2.1 Antiguo europeo
Se trataría de un sustrato lingüístico indoeuropeo precéltico, anterior a Campos de Urnas y a la iberización de la península, extendido ampliamente incluso por áreas
posteriormente iberizadas como Cataluña, Aragón y Andalucía.
1.2.2.2 Lusitano
Una lengua indoeuropea precéltica más particularizada, que por registrarse en el occidente de
la Península se denominó lusitano. Recientemente se identifica el lusitano como una lengua
indoeuropea no céltica, pero no tan arcaica e independiente como siempre se ha asumido, al
vincularla con el grupo de lenguas itálicas. Sea cual fuere el origen del lusitano, cabe suponer
que ésta o alguna lengua emparentada serían las habladas por las gentes lusitanas y vetonas a
finales de la Edad del Hierro, cuya extensión alcanzaría la periferia de los territorios galaico,
astur y vacceo. Pero de momento no pasa de ser una hipótesis.
1.2.2.3 Celtíbero
Es probablemente la lengua celta más importante de la Hispania antigua, y sin duda, la mejor
documentada. El celtibérico deriva de una lengua indoeuropea anterior introducida con los
Campos de Urnas y desarrollada localmente en el valle del Ebro y la Meseta Oriental entre los
siglos VII-IV a.C. El conocimiento del celtibérico viene facilitado por su constatación en
documentos epigráficos que se fechan desde inicio del siglo II a.C., hasta el siglo I d.C.
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EL ESCENARIO PRERROMANO. LENGUAS PRERROMANAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA - CONTINUACIÓN
LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
1.2.2.4 Vascuence
Con respecto al vascuence y como planteamiento metodológico inicial, es necesario distinguir entre esta lengua, que se ha denominado por algunos autores
"pirenaico antiguo" y que actualmente se nombra como euskera, lengua no sólo prerromana, sino, según todos los investigadores, preindoeuropea, y el pueblo de
los vascones históricos, situados por los textos greco-latinos de época romana en el territorio de Navarra y algunas zonas aledañas (Noroeste de Guipúzcoa alrededor
de Irún, zona de la margen derecha del Ebro en la actual Comunidad Autónoma de La Rioja después de la expansión de los siglos II-I a. C., la zona de las Cinco Villas
en Aragón, y la zona Noroccidental de Huesca hasta el territorio de los jacetanos con su centro en Jaca).
1.2.2.5 Otras lenguas
Otras lenguas de la familia celta emparentadas con el celtíbero pero diferentes de él, por bautizarlas de algún modo, denominados hispano-celtas. Prácticamente
nada conocemos de estas hablas empleadas en territorios al oeste de la Celtiberia. Un cuadro lingüístico particularmente abigarrado es el de la antigua Gallaecia,
donde se entremezclan al menos dos estratos indoeuropeos: una lengua celta diferenciada del celtibérico, por lo tanto hispano-celta, y otra no celta próxima al
lusitano meridional; sin descartarse otros dialectos preindoeuropeos de raíz atlántica.
1.3 PUEBLOS ÍBEROS
Uno de los caballos de batalla más importantes en las investigaciones sobre el mundo Ibérico, es la búsqueda continua de su adecuada definición (si es que la tiene)
como entidad cultural más o menos homogénea.
En este sentido y para obtener la mayor claridad posible hemos de afirmar rotundamente que la cultura o culturas ibéricas jamás tuvieron un nivel de organización
interna lo suficientemente desarrollado como para unificar una serie de rasgos culturales, lengua, derecho, historia, tradición, religión, etc., con el que podríamos
caracterizar a una comunidad cultural unitaria.
Aun advirtiendo que el término “Ibérico” corresponde a un convencionalismo aceptado por la investigación, hemos de afirmar a favor de esta denominación que la
mayoría de las fuentes clásicas aceptan dicha nomenclatura, por lo que en teoría debemos pensar que seguramente serían percibidos de esta manera por una parte
de los eruditos o viajeros griegos o latinos a través de cuyas crónicas conservamos noticias de las gentes que habitaron nuestra península en aquella época.
Estamos por lo tanto definiendo una matriz o base sobre la que una serie de comunidades desarrollarían, como en otras sociedades contemporáneas (mundo
etrusco, Grecia arcaica), sus propias peculiaridades culturales que deben ser contextualizadas en unos parámetros lo más asépticos posibles, sin caer en el viejo
paradigma de la unidad nacional del pueblo ibérico.
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EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS ÍBEROS - CONTINUACIÓN
LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
El complejo proceso de formación y desarrollo de la cultura ibérica a lo largo y ancho de todo el territorio que llegará a ocupar en su momento de máxima expansión,
no puede ser explicado desde una visión de uniformidad. Es por eso que pasaremos a tratar de exponer los factores y peculiaridades regionales que influyeron en
esta génesis múltiple, dividiendo el territorio en tres áreas que no pueden tomarse como cotos cerrados con fronteras fijas e inamovibles.
1.3.1 ÁREA IBÉRICA MERIDIONAL
Situación aproximada de las etnias indígenas de la mitad meridional de la Península Ibérica.
Es el área más extensa ya que abarca toda Andalucía y el sur de Castilla – La Mancha. A pesar de que existen importantes diferencias culturales a lo largo de toda
esta zona, podemos indicar que buena parte de ella recibió desde muy temprano una mayor influencia procedente del Mediterráneo Oriental. Influencia que haría
florecer la cultura tartesia, centrada en el occidente andaluz pero que irradiaría a zonas limítrofes que alcanzarían el sur de Portugal, toda Extremadura y Andalucía
oriental, llegando incluso a las áreas costeras del sudeste peninsular.
Según la mayoría de investigadores, será en la frontera oriental del mundo tartesio
donde, a partir del 700 a.C., se producirá la génesis de la cultura ibérica,
apreciándose la presencia del torno alfarero, asociado a casas cuadrangulares, la
extensión del uso del hierro y las imitaciones locales de las cerámicas fenicias,
evidencias de una trasformación socioeconómica propiciada por la aparición de
unas aristocracias que articulan una sociedad cada vez más férreamente
jerarquizada, controlada mediante poblados fortificados (oppida) que promueven
una colonización agraria a gran escala que aumenta la producción, lo que a su vez
impulsa el crecimiento demográfico.
Los principales pueblos íberos de esta área serían los Turdetanos, Oretanos y
Bastetanos.
1.3.2 SUDOESTE Y LEVANTE
El influjo orientalizante tartesio va disminuyendo desde la baja Andalucía hacia las costas levantinas, siendo sustituida en parte por influencias Fenicias llegadas
directamente a estas costas. Esto hará que ésta área adopte también los avances tecnológicos procedentes de Oriente, como el hierro o el torno de alfarero. La casa
cuadrangular ya era conocida en la zona desde la Edad del Bronce, pero se generaliza ahora un urbanismo más regular.
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EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS ÍBEROS - CONTINUACIÓN
LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
A todos estos influjos orientalizantes se suman otros importantísimos procedentes del mundo griego, que llegan a través de sus comerciantes y colonias,
principalmente foceas, presentes de forma permanente en la península desde comienzos del siglo VI a.C., cuando se funda Emporion en el golfo de Rosas, aunque la
presencia esporádica de comerciantes helenos sería anterior a la fundación de estos asentamientos.
Situación aproximada de las etnias indígenas del levante de la Península Ibérica.
Si nos situamos al norte de río Mijares, ya en la provincia de Castellón, observamos cómo subsiste la influencia de los llamados Pueblos de los Campos de Urnas, más
evidente cuanto más al norte, y eso a pesar del gran foco de difusión cultural griega que supone la presencia de Emporión, que actuará directamente sobre el
mencionado sustrato indígena.
Los principales pueblos íberos de esta área serían los Contestanos y los Edetanos.
1.3.3 NORDESTE
El mosaico de las comunidades ibéricas de la Península, ha de completarse con el norte de la provincia
de Castellón, Cataluña y la cuenca Mediterránea del sur de Francia hasta la línea del río Herault. En el
territorio comprendido entre el norte de Castellón y el litoral de la provincia de Tarragona, las fuentes
nos hablan de los “ilergetas” (o ilergetes) y los “ilercavones”,
Ya en el interior de la provincia de Tarragona, tenemos noticias de los “kessetanos”. Más al norte, en
torno a la provincia de Barcelona, tenemos a los “laietanos”. Además de estas comunidades, en la
Cataluña interior, lindando con las comunidades pirenaicas, tenemos a los “ausetanos”.
En el litoral en torno al golfo de Rosas (Gerona), lugar donde se establecieron los dos únicos centros
griegos documentados arqueológicamente en la Península Ibérica, las antiguas Emporion y Rhode, se
desarrolló una de las comunidades con mayor esplendor urbano de todo el horizonte Ibérico, los
“indiketes”. Al abrigo de un intenso comercio agrícola con estos centros griegos, auténticas colonias
que fueron clave en el contacto de Iberia en las redes comerciales del Mediterráneo, sobre todo con
las ciudades griegas del Asia Menor (actual costa egea de Turquía), se desarrollan una serie de
establecimientos y oppida que experimentarán un desarrollo espectacular desde el siglo V a.C.
Algunos de estos núcleos llegarán a dotarse de un sistema defensivo muy desarrollado, así como un
desarrollo urbanístico perfectamente planificado que incluye la construcción de viviendas palaciales,
seguramente con colaboración de arquitectos de origen griego.
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EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
Situación aproximada de las etnias indígenas del nordeste de la Península Ibérica.
1.4 PUEBLOS CELTAS
Definir y caracterizar los distintos pueblos celtas que habitaban la Península Ibérica
por sus características culturales, sociales, lingüísticas o económicas, es una tarea
realmente complicada debido a la diversidad de características existentes entre las
distintas tribus que podrían llegar a configurar una sociedad jerárquica superior.
Se cuenta con dos líneas de información para delimitar y caracterizar los distintos
pueblos celtas asentados en Hispania.
La primera de estas líneas corresponde a la investigación epigráfica de las
inscripciones que forman parte del nombre de los individuos.
La segunda de estas líneas corresponde a la información que nos ha llegado de las
fuentes clásicas.
A nivel general estas fuentes ya indican el conglomerado de pueblos existentes.
Parece ser que llegó a haber un centenar de tribus distintas en la Península Ibérica.
No sabemos si aquellos pueblos tenían un nombre para este extenso territorio,
aunque dada la poca propensión que tenían a uniones más allá de las meramente
tribales, es fácil suponer que no.
Habida cuenta de la amplitud espacial de la Hispania céltica y de los distintos
marcos ambientales y culturales que la integran, se hará una presentación del
poblamiento prerromano en cinco grandes regiones.
• Sistema Ibérico y Meseta Oriental (Cultura Celtibérica)
• Meseta Occidental y Central
• Franja Atlántica y Extremadura
• Cornisa Cantábrica
• Cultura Castreña.
Dentro de cada una de estas regiones, se destacan los siguientes pueblos (ver plano diapositiva siguiente):
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• SISTEMA IBÉRICO Y MESETA ORIENTAL (CULTURA CELTIBÉRICA)
 Pelendones (C10)
 Belos (C11)
 Lusones (C12)
 Titos (C13)
 Olcades (C14)
 Arévacos (C15)
• MESETA OCCIDENTAL Y CENTRAL
 Vacceos (C5)
 Carpetanos (C16)
 Vetones (C17)
• FRANJA ATLÁNTICA Y EXTREMADURA
 Lusitanos (L1)
 Célticos (C18)
• CORNISA CANTÁBRICA
 Cántabros (C3)
 Astures (C4)
 Turmogos (C6)
 Autrigones-Caristios (C7)
 Várdulos (C8)
 Berones (C9)
 Vascones (A1)
• CULTURA CASTREÑA.
 Galaicos (C1)
 Brácaros (C2)
EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
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1.4.1.1 Belos
Posibles límites de los distintos pueblos celtíberos
Ocupan el valle medio del Jalón con prolongación hasta las cuencas de los ríos Huerva y Aguas Vivas y el Campo de Cariñena.
Apenas tenemos noticias de ellos por su temprana conquista. Sekaisa (Segeda), en las cercanías de Belmonte, era el principal centro urbano de los belos, así como
Arcóbriga (Arcos de Jalón). Se conoce también una ciudad de nombre Contrebia Belaisca, que sería la actual Botorrita.
1.4.1.2 Titos
Inmediatos a los Belos hacia el sudoeste hasta alcanzar las fuentes del Jalón por su margen izquierda, se sitúan los titos, aliados tradicionales de aquellos durante la
conquista.
Titos y Belos recibieron las influencias ibéricas que, procedentes de Levante, remontaron el valle del Ebro, al estar situados en los pasos estratégicos del valle del
Ebro a la Meseta.
En la literatura clásica, Titos y Belos son citados siempre conjuntamente y por Apiano sabemos que existía cierta dependencia de los Titos con respecto a los Belos
1.4.1.3 Lusones
Articulan su territorio en torno al tramo medio y final del río Jiloca y alcanzan el
nacimiento del Tajo en la comarca de Albarracín. Aunque algunas fuentes los sitúan
más al norte, a los pies del Moncayo, poblando la margen derecha del Ebro.
Destacan entre sus centros Contrebia, en las proximidades de Daroca, y Bilbilis, la
actual Calatayud.
Los límites entre Lusones, Belos y Titos, son muy difíciles de establecer. Puede ser que
el poblamiento fueses un mosaico con localidades pertenecientes a unos pueblos
dentro del territorio de otros.
1.4.1 PUEBLOS CELTÍBEROS
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Posibles límites de los distintos pueblos celtíberos
1.4.1.4 Arévacos
Es el pueblo más importante de la Celtiberia Ulterior. Estos ocupaban la actual provincia de Soria desde las estribaciones serranas hasta las cabeceras del Henares y
Tajuña en el norte de Guadalajara; un amplio territorio vertebrado por el curso alto del Duero. A los arévacos pertenecen las ciudades tan conocidas en época
histórica como Numancia, Uxama, Argaela o Clunia.
Los Arévacos, a decir de Estrabón, eran el más fuerte de los pueblos celtibéricos, y ello se comprueba por el papel destacado que asumieron en la resistencia contra
Roma. La segunda guerra celtibérica fue fundamentalmente una guerra contra los Arévacos.
1.4.1.5 Pelendones
Más complejo resulta establecer el marco espacial y la identidad de los pelendones, citados sólo por Plinio y Tolomeo en vecindad con los arévacos, que debieron
ocupar la parte norte y montañosa de la provincia de Soria. A los pelendones se les relaciona con la cultura arqueológica de los castros sorianos, que se
desarrollaron entre los siglos VI-IV a.C., en momentos del celtibérico antiguo.
Del análisis de las fuentes puede deducirse que los pelendones fueron un pueblo
sometido por los arévacos, posiblemente en el momento inmediatamente anterior
a la conquista romana. La política seguida por Roma devolvió a los antiguos
habitantes, pelendones, el territorio del que habían sido desalojados. De ahí que
Numancia aparezca en unos autores como arévaca y en otros como pelendona.
1.4.1.6 Olcades
Se ubicaban en la provincia de Cuenca aunque existe gran controversia sobre la
situación concreta y procedencia. Unos autores sitúan a los olcades como pueblo
celtíbero y otros como pueblo íbero dentro del territorio edetano.
Hecateo de Mileto los situaba entre el alto Tajo y el Júcar medio. Posteriormente,
solo se citan en época de Aníbal, desapareciendo posteriormente absorbidos
entre celtíberos y edetanos, y siendo mal conocidos. Más tarde Tito Livio los
consideró un apéndice de los carpetanos. Por otra parte el historiador Manuel
Gómez-Moreno los situaba en La Alcarria.
LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
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1.4.2.1 Vacceos
Extendidos por las actuales provincias de Valladolid, Palencia, oriente de Zamora, sur de Burgos y occidente de Segovia, los vacceos son un pueblo de notable
personalidad. Su proceso formativo parece retrotraerse a la cultura de Cogotas I del Bronce Medio-Final. A partir del siglo V a.C., esta región sufre un fuerte
impacto del núcleo celtibérico del Alto Duero, con el desarrollo de la metalurgia del hierro, configurándose los vacceos históricos.
Las ciudades más importantes fueron, Roa de Duero-Rauda (Burgos), Pallantia (Palencia), Terradillos-Viminatium (León), Oceloduri (Zamora), Portillo-Porta
Augusta, Simancas-Septimanca (Valladolid) y Coca-Cauca (Segovia).
Los Vacceos aparecen mencionados muy tempranamente
en la fuentes literarias, al ser uno de los pueblos contra los
que se dirigió Aníbal en el año 220 a.C. Posteriormente
aparecen citados (193 – 190 a.C.) con motivo de las
campañas de Marco Fluvio contra Toletum. Su mayor
protagonismo se va a dar sin embargo, durante la guerra de
Numancia, con motivo de las campañas de Licinio Lúculo.
Después de la caída de Numancia, durante las guerras
civiles de final del siglo I a.C., algunas ciudades vacceas que
habían tomado partido por Sertorio, siguieron resistiendo a
pesar de la muerte de éste. Después ya no hay signos de
resistencia por parte de los Vacceos y, en el año 29 a.C.,
Augusto declarará la guerra a los cántabros y a los astures
pretextando defender a los Vacceos.
Posibles límites geográficos de los Vacceos
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EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
1.4.2 MESETA OCCIDENTAL Y CENTRAL
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1.4.2.2 Vetones
Ocupaban las actuales provincias de Salamanca y Ávila en su totalidad, la penillanura cacereña, el occidente de Toledo hasta rozar con el sur por el valle del
Guadiana. Las manifestaciones más representativas de los vetones son las esculturas zoomorfas de toros y cerdos, los llamados “verracos”. El semblante de los
vetones en la historiografía antigua es de un pueblo de pastores y guerreros que secundan a los lusitanos en su lucha contra Roma.
Destaca entre sus emplazamientos Salmantica (Salamanca), Bletisa (Ledesma), Mirobriga (Ciudad Rodrigo), Lama (Baños de Montemayor), Capara (Ventas de
Cáparra), Obila? (Ávila) y Turgallium (Trujillo).
Parece ser que también en este caso el pueblo más fuerte, los vacceos, arrinconó al más débil en las zonas montañosas y menos productivas y, por ello, también
Helmántica-Salmantica aparece en unos autores antiguos como vaccea y en otros como vetona.
Sobre este territorio se desarrolla en la segunda del Hierro, una de las
culturas prerromanas con mayor personalidad propia, denominada
“cultura de los verracos”, que son imágenes de toros, cerdos o jabalíes,
realizados en piedra. Sobre su significado se ha discutido mucho sin que
en la actualidad haya unanimidad entre los historiadores.
Otro rasgo fundamental de los Vetones, es el poblamiento en castros,
algunos de los cuales presenta unas defensas impresionantes.
El poblamiento castreño puede ser de origen indoeuropeo, pero las
esculturas de verracos parecen tener su origen en la estatuaria ibérica
del mediodía y levante peninsular. Esta posible dualidad de culturas, es
lo que les da a los Vetones una fisonomía propia que los distingue de los
restantes pueblos de la Meseta Central. Posibles límites geográficos de los Vetones
LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
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1.4.2.3 Carpetanos
Su territorio está comprendido entre la Sierra de Guadarrama, los Montes de Toledo y la serranía conquense: el ámbito de las actuales provincias de Madrid, Toledo
y rebordes de Guadalajara, Cuenca y Ciudad Real. Están definidos por asentamientos agrícolas de pequeño y mediano tamaño en terrazas y por poblados
fortificados en los escarpes de montaña. Concluida la conquista de su territorio, los carpetanos, de identidad étnica poco precisa, apenas vuelven a ser citados en las
fuentes, englobándose en las referencias genéricas a celtíberos. Centros importantes son Toletum (Toledo), Complutum (Alcalá de Henares) y Consabura
(Consuegra).
Los Carpetanos entran en la historia con motivo de la expedición
de Aníbal contra los pueblos de la Meseta en los años previos al
ataque a Sagunto (221 a.C.). Al regreso de Aníbal después de la
expedición contra Vacceos y Olcades, es atacado por los
Carpetanos. Aníbal los combatió a orillas del Tajo, donde obtuvo
una aplastante victoria que le dio el dominio sobre los pueblos
del interior de la Península y permitió atacar Sagunto.
Cuando comienza la conquista de la Meseta Central por los
romanos, las fuentes literarias no mencionan a los carpetanos
como pueblo, pero sí a diferentes ciudades suyas que jugaron un
papel importante en las luchas de comienzo de II a.C.
Desde un punto de vista étnico y lingüístico, los carpetanos
parecen un pueblo indoeuropeo pero con numerosos elemento
íberos. Por una parte presentan vínculos lingüísticos y culturales
con los ibéricos Oretanos del sudeste, pero por otra parte
también con el mundo occidental de los vetones, probablemente
emparentados con los lusitanos de algún modo. Los carpetanos
comparten con los vetones uno de los rasgos más característicos,
que son las esculturas zoomorfas de verracos
Posibles límites geográficos de los Carpetanos
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EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
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1.4.3.1 Lusitania
Los lusitanos ocupan un espacio mal definido en el interfluvio inferior Tajo-Duero. Se incluyen en él, el occidente de Extremadura y la parte de las regiones
portuguesas de Tras-Os-Montes, las Beiras y el norte de Alentejo. Su proceso formativo no está aún del todo claro pero como en otras regiones interiores, tiene su
base en un sustrato castreño de tipo atlántico con añejos elementos indoeuropeos de la Edad de Bronce. Empieza a definirse más claramente a inicios de la Edad de
Hierro, con poblados fortificados tanto en altura como en el llano, controlando cursos fluviales, recursos naturales y vías de comunicación con vistas de intercambio
regional. Sobre este sustrato actúan más adelante poblaciones venidas de la Meseta y de tradición de Campos de Urnas, migraciones procedentes del Sudoeste y
otras ligadas al comercio púnico, y finalmente la presencia romana.
Lo que sabemos de los castros y la cultura material de los lusitanos no difiere en demasía de lo atribuible a galicos, astures o vetones. Cabría pensar en un fondo
cultural compartido que incluiría una lengua dominante de raíz indoeuropea, que denominamos lusitano, de la que se conservan testimonio algunas inscripciones
latinas altoimperiales.
Centros importantes son Aeminium (Coimbra), Caurium (Coria), Ebura (Évora) y Norba Caesarina (Cáceres).
Los lusitanos aparecen mencionados por primera vez en su territorio por Polibio hacia el año 210 a.C., cuando cita que, de las tropas cartaginesas, las de Asdrúbal
Giscón estaban “en las proximidades de la desembocadura del Tajo, Lusitania abajo”.
Estrabón proporciona una completa descripción de Lusitania. Sitúa a los lusitanos
al norte del Tajo y dice que son la tribu más grande de los Íberos, contra la que los
romanos tuvieron que combatir largo tiempo.
Posibles límites geográficos de los Lusitanos
Ya antes de la conquista romana, los lusitanos se habían extendido al sur de la
línea del Tajo. En el año 155 a.C., los lusitanos emprendieron una gran expedición
contra los territorios de los aliados de Roma al mando de un tal Púnico,
derrotando a dos ejércitos romanos y saqueando el litoral de Andalucía. Al año
siguiente, según Apiano, los lusitanos del otro lado del Tajo, se levantaron bajo las
órdenes de un tal Cauceno y saquearon la ciudad de Conistorgis, que era
probablemente la capital de los conios, en el Algarve.
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1.4.3 FRANJA ATLÁNTICA Y EXTREMADURA
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Por la forma que Aoiano cuenta los hechos, se ve que éstos últimos lusitanos ya estaban previamente establecidos al sur del tajo, y como los romanos no
conquistaron el territorio sino hasta después de la muerte de Viriato, no puede atribuirse esta posición al sur del río a una migración forzosa impuesta por los
romanos. De hecho, ya al comienzo del siglo II a.C., las fuentes literarias registran la presencia de los lusitanos en el sudoeste peninsular, en la Baja Andalucía, y por
consiguiente muy lejos de su territorio original.
1.4.3.2 Célticos
Al sur de los lusitanos se extienden los célticos, sobre un dominio de dehesas compartido hoy por las provincias de Badajoz, el norte de Huelva y el bajo Alentejo.
Centros importantes son Salacia (Alcacer do Sal), Caetobriga (Setúbal) y Pax Iulia (Beja).
Los célticos aparecen mencionados en fuentes de época tardorrepublicana e imperial. Plinio dice que los célticos procedían de una migración de los celtíberos y que
venían de Lusitania, lo cual podía observarse por sus ritos, su lengua y los nombres de las poblaciones. Esta relación entre célticos y celtíberos, se comprueba
también por la estrecha semejanza entre las monedas de Secaisa (Segeda) en Celtiberia, y las de la ceca de Tamusía, en la provincia de Cáceres.
Es difícil situar la fecha de la emigración de estas gentes
desde Celtiberia al sudoeste de la Península, pero
seguramente fue ya en una fecha reciente y bajo control
romano. Ello no quiere decir que este establecimiento
definitivo, no fuese la culminación de un proceso o flujo de
migración más antiguo. Posiblemente los célticos fuesen
atraídos hasta esa región por la riqueza minera y la
ganadería de la misma, que Estrabón y otras fuentes ponen
en relieve. Los célticos parecen haber sido buenos mineros
y ganaderos y estas mismas actividades eran
fundamentales en la economía de Celtiberia.
Posibles límites geográficos de los Célticos
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1.4.4.1 Astures
Los astures componen un conglomerado de tribus extendidas por la actual Asturias, la provincia de León, el norte de Zamora, los rebordes nororientales de Tras-Os-
Montes y el occidente orensano.
Plinio dice que los 22 populi de los Astures están divididos en augustanos y transmontanos. Esta división no impide que constituyan un único convento jurídico cuya
capital era Astúrica Augusta (Astorga).
Entre los astures transmontanos (del otro lado de la cordillera) se encuentran los luggones en la zona centro-oriental de Asturias y los pésicos en la parte occidental
hasta el Navia.
Entre los astures augustanos, que ocupaban casi toda la provincia de León, parte de la de Zamora al oeste del Esla y hasta el Duero y zona nordeste de Portugal
hasta el Sabor, así como la parte nororiental de la provincia de Orense, destacan los zoelas, situados en la parte más meridional, al sur de la Sierra de la Culebra, los
brigaecinos, en la zona alrededor de Benavente, los lancienses, en la zona de Villasabariego y León, los amacos, en la zona de Astorga, y los gigurros en la zona de
Petín, Puebla de Trives y Viana del Bollo.
Con respecto a la formación del mundo Astur, el punto de partida es
un sustrato cultural relacionado con un grupo duriense de Soto de
Medinilla, al que corresponden los primeros castros de los siglos VIII-
IV a.C. Con el tiempo y acaso por razones demográficas y sociales, se
produce una eclosión de hábitat. Los patrones constructivos son muy
similares al noroeste en las zonas occidentales y más vinculadas a la
cultura vaccea y celtibérica del valle del Duero, los situados en los
páramos meridionales de León y Zamora. Entre los astures, como en
otros ámbitos de la Hispania indoeuropea, los castros representan la
expresión material de la comunidad en el territorio, al destacarse
topográficamente sobre el entorno y contar con recios sistemas de
defensa que incorporan rampas de piedras hincadas.
Posibles límites geográficos de los
Astures y principales grupos
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1.4.4 LA CORNISA CANTÁBRICA
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En contraste con lo tradicionalmente asumido, la acción de Roma no supuso la descomposición de la cultura castreña astur; más bien su consolidación, con lógicas
transformaciones y con vistas sobre todo a la explotación de los recursos auríferos. De hecho, los castros astur-romanos alcanzan su cenit en los siglos I-II d.C.
1.4.4.2 Cántabros
Componen un conjunto de pequeñas tribus territoriales que sobrepasan los límites de la actual Cantabria para abarcar el norte de las provincias de Palencia y
Burgos.
En las fuentes aparecen divididos en varios grupos: vadinienses, orgenomescos, salaenos, plentauros, coniscos, avariginos, etc., siendo sus principales núcleos
Velilla de Guardo, Palencia-Tamarica, Vadinia (civitas Vadiniensis), en la zona occidental y aún sin localizar, quizá porque no tuviera centro urbano, y Vellica, no lejos
de Monte Cildá.
Las primeras referencias históricas a los cántabros parecen remontarse a la época de Catón, que con motivo de sus campañas alude a una costumbre suya aunque
sin mencionarlos. A lo largo del siglo II a.C., se les menciona en varias ocasiones, sobre todo en relación con los Vacceos, durante la lucha contra los romanos. Pero
sobre todo es en el siglo I a.C., especialmente a partir de la época sertoriana, cuando las noticias sobre ellos comienzan a ser más frecuentes.
Posibles límites geográficos de los cántabros
y principales grupos
Ya antes del 29 a.C., existían hostilidades entre los romanos y los cántabros y Augusto les declaró la guerra pretextando que saqueaban el territorio de pueblos
aliados e incluidos en la provincia, como los vacceos.
El medioambiente montañoso perfila un patrón económico de base ganadera que se complementa con una agricultura limitada a los fondos de valle y tierras bajas y
la explotación de recursos forestales y mineros, sobre todo de hierro y plomo.
Los castros de la región cántabra muestran, alguno de ellos, una primera
ocupación en el Hierro Antiguo, en paralelo y con influencias de las culturas del
Soto de Medinilla del valle medio del Duero y de Campos de Urnas del Alto Ebro.
Este horizonte marcaría el punto de partida en la formación histórica del grupo
cántabro. En los momentos centrales de la Edad del Hierro, se desarrolla en el
sector meridional una facies cultural relacionada con el valle del Duero. El castro
de Monte Bernorio (Palencia), en la frontera con los turmogos, es el mejor
exponente de la misma, hasta el punto de dar nombre a esta fase de transición de
los siglos IV-II a.C.
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Igualmente importante es la necrópolis homónima, que ha deparado destacados ajuares guerreros y una variante de puñal muy elaborada y representativa de la
Meseta Norte.
Los hallazgos de esta y otras necrópolis burgalesas en la transición de los territorios turmogo y cántabro, confirman la existencia de élites aristocráticas reforzadas
por el prestigio de las armas, algo común en la Hispania Indoeuropea. A partir del siglo III a.C., el poblamiento cántabro manifiesta una homogenización cultural muy
vinculada con el mundo celtíbero; así lo indica la aparición de cerámicas a torno pintadas, armamento y utillaje de sabor meseteño.
La costosa conquista romana de estas tierras, ocasiona una alteración en el poblamiento cántabro. Los más claros indicadores son:
a) Instalación de importantes dispositivos militares y viarios.
b) El abandono de buena parte de los castros de montaña.
c) Potenciación de enclaves y/o nuevas fundaciones sobre las principales rutas de comunicación terrestre y litoral.
1.4.5 GRUPOS VASCONES
Entre los cántabros y el Pirineo, las fuentes antiguas mencionan distintos pueblos sobre los cuales la información es escasísima y es muy difícil trazar tanto los
territorios respectivos como sus características étnicas.
Esta complejidad se debe sin duda a la posición geográfica de estos pueblos, situados en el cruce de auténticos corredores geográficos; por una parte, la vía de
penetración desde Europa continental hacia la Península Ibérica por Irún y los pasos occidentales pirenaicos; por otra parte, el alto valle del Ebro que pone en
comunicación la cordillera Cantábrica con la Meseta, a través de Pancorbo, y Aragón; en fin, los corredores secundarios que ofrece la llanada alavesa.
Es natural por consiguiente, que en estos territorios se hayan producido amalgamas, de composición variable, del sustrato preindoeuropeo de la Edad del Bronce
con los distintos elementos indoeuropeos, célticos o no, que fueron llegando a la Península durante el primer milenio antes de Cristo, resultando con ello un
poblamiento complejo tanto desde el punto de vista cultural, como étnico, como lingüístico.
Esto pueblos son los Autrigones, Caristos, Várdulos, Turmogos, Berones y Vascones. Deberían existir otros muchos pueblos. Plinio cita a los Carietes y Vennenses,
desconocidos por otros textos. Estrabón por su parte, afirma explícitamente que rehusaba mencionar los nombres de muchos pueblos que le resultaban
desagradables y fastidiosos.
Sobre este conjunto de pueblos celtas situados al norte de la Península Ibérica, existen varias teorías entre los historiadores:
• Los estudios históricos sobre los caristios y sus vecinos autrigones, várdulos y vascones, arrancan en el siglo XVIII con los trabajos de Manuel de Larramendi, que
englobaba a todos esos pueblos como cántabros, con una concepción muy amplia de estos.
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• Una segunda corriente historiográfica, representada por Bosch Gimpera ya en el siglo XX, reúne a caristios, autrigones y várdulos junto con los vascones
propiamente considerados en el grupo de los vascones.
• Finalmente, una tercera y más reciente corriente historiográfica, formulada por Martín Almagro Gorbea y otros, basándose en fuentes arqueológicas y
lingüísticas, sitúa a caristios, várdulos y autrigones en la órbita de lo indoeuropeo y las lenguas célticas, localizando el territorio originario del protoeuskera en
los Pirineos occidentales, con especial presencia al norte, en la Aquitania.
1.4.5.1 Autrigones
Posibles límites geográficos de los
Autrigones, Caristios y Várdulos
El territorio de los autrigones estaría incluido entre el Mar Cantábrico, con el Asón como punto de referencia, y la Sierra de la Demanda, y desde los ríos Nervión y
Tirón a la región de Villarcayo, La Bureba y el Puerto de la Brújula; entre sus núcleos más importantes destacan Castro Urdiales (Flaviobriga), Osma de Valdegobía
(Vxama Barca) con un importante núcleo de castros de la Edad del Hierro, Briviesca (Virovesca) y Cerezo del Río Tirón (Segisamunclum), ya lindando casi con los
berones.
La primera mención de los autrigones corresponde a Tito Livio, en el año 76 a. C., en la acción de Sertorio en Hispania. Estrabón hace mención de ellos en su libro
Geographika, con el nombre de allótrigones, quizá adaptando su nombre a una palabra griega más familiar para él que quiere decir 'extraños'.
1.4.5.2 Caristos
Están situados a modo de cuña entre los várdulos y los autrigones,
ocupando por la costa el territorio entre el río Deva al este y el Nervión
al oeste, constituyendo la vega del Bayas y los Montes de Vitoria en
Treviño la parte más meridional de la divisoria. Entre sus centros
principales destacan Suessatio, posiblemente Kutzemendi en Olarizu en
época prerromana y Arcaya en época romana, y Veleia, poblado de Arkiz
en época prerromana e Iruña en época romana.
El primero en mencionar a los caristios fue Plinio el Viejo, que los llamó
carietes y los vinculaba a los veneses. Más completas son las noticias
proporcionadas por Claudio Ptolomeo en el siglo II d. C., que no
mencionaba ya a los veneses y localizaba a los caristios al oriente de los
autrigones y al occidente de los várdulos, en el río Deva, llegando hasta
la costa, además de citar algunas de las civitates que les pertenecían.
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A estos escasos y tardíos testimonios literarios cabe agregar, para el conocimiento de estos pueblos protohistóricos, la información que proporcionan algunos
documentos arqueológicos, aunque desigualmente repartidos por el territorio ocupado por los caristios, con mayor densidad en Álava. Su historia, al parecer, había
concluido ya en el siglo V, cuando el cronista Hydacio, informando de los saqueos llevados a cabo en aquellas tierras por los hérulos, hablaba de los crueles daños
causados en los parajes marítimos de la Cantabria y de la Vardulía, sin mencionar ya a los caristios.
1.4.5.3 Várdulos
Con un límite común en Treviño (Trifinium) y llegando su territorio hasta la costa encontramos, al norte de los berones y de este a oeste, a los várdulos, que, según
las fuentes antiguas, ocuparían parte de la provincia de Guipúzcoa, entre los valles del Oyarzun y Urumea como punto de referencia más oriental y el del Deva como
punto más occidental, y de la de Álava (la parte oriental de La Llanada, incluyendo Alegría de Álava) como centro más occidental y el Condado de Treviño como
punto más meridional, y parte del territorio colindante de la provincia de Navarra.
Mencionados por Estrabón, que los llama Barduitai, aunque más adelante matiza que también se les llama Barduloi y los sitúa en la costa, entre cántabros y
vascones. Son también mencionados por Pomponio Mela y Plinio como Vardulli, y también los sitúan en la costa entre cántabros y vascones. Pomponio Mela dice
que habitaban las estribaciones costeras de los Pirineos y especifica que formaban una sola nación, es decir, que no se dividían en tribus, aunque Plinio le
contradice cuando afirma que los Várdulos estaban constituidos por 14 pueblos.
Posibles límites geográficos de los
Autrigones, Caristios y Várdulos
El dato más antiguo conocido de los Várdulos posiblemente sea el aportado por
Plutarco cuando afirma que hacia el 114 a. C. el general romano Cayo Mario (156 a.
C.- 86 a. C.) tuvo una guardia personal de esclavos escogidos llamados Bardiaios
con los que fue a Roma. La última referencia a los várdulos es en la crónica de
Hidacio, cuando narra que sufrió las devastaciones de los hérulos al atacar con
siete naves la costa cántabra y de Vardulia en el año 456.
1.4.5.4 Turmogos
Habitan las tierras de Burgos y parte de Palencia. Antes de la romanización, la
cultura material de los turmogos, muestra evidentes conexiones con los ámbitos
vacceo, celtíbero y cántabro.
Sus núcleos más importantes son Segsamone (Sasamón), y la parte colindante de
la provincia de Palencia, donde destaca Pisoraca (Herrera del Pisuerga). Los
turmogos fueron un pueblo con escasas referencias en las fuentes clásicas,
posiblemente por su poca significación en el proceso de conquista romana.
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1.4.5.5 Berones
Ocupando la mayor parte del territorio de la actual Comunidad Autónoma de la Rioja y algún espacio cercano (Rioja Alavesa y zona suroccidental de Navarra) se
encontraban los berones. Es discutida la ubicación del límite entre berones y várdulos, que estaban al norte de ellos, situándolo unos autores en la Sierra de
Cantabria y otros en el lecho del río Ebro, con lo que la Rioja Alavesa quedaría en un caso dentro y en otro fuera de su territorio. Las últimas investigaciones, sobre
todo lingüísticas de M.L. Albertos, y hallazgos arqueológicos recientes apuntan a la Sierra de Cantabria como límite. Por el oeste el límite con los autrigones es
probable que fuera todo el curso del río Tirón, mientras que por el este el límite varía según nos refiramos a la etapa anterior o posterior a la expansión vascona por
el valle medio del Ebro, aceptándose actualmente que antes de la conquista las ciudades del valle medio del Ebro (Cascantum-Cascante, Graccurris-Alfaro y
Calagurris-Calahorra) eran beronas y, a partir de la expansión vascona, desde el final de las Guerras Celtibéricas, pertenecerían a los vascones. Por el sur limitan con
arévacos y pelendones, perteneciendo los altos valles del Nájera y Alhama al territorio de estos pueblos. Sus principales núcleos son Varia-Varea, Tricio-Tritium
Magallum y Libia, cerca de Herramelluri.
Fueron descritos por historiadores como Ptolomeo, Estrabón, Aulo Hircio o Tito Livio entre otros. Tito
Livio los menciona en el relato de las Guerras Sertorianas del año 76 a. C. como enemigos de Sertorio y
su ejército. Estrabón alude a su identidad explícitamente celtíbera, destacando especialmente su
carácter céltico y Aulo Hircio, en su libro Bellum Alexandrinum pone de manifiesto la bravura y
posterior fidelidad a Roma de los guerreros berones.
Desaparecen como pueblo en las fuentes clásicas el año 72 a. C. tras el fin de las guerras sertorianas,
aunque algunas poblaciones mantienen durante cierto tiempo su cultura debido a una romanización
tardía.
Posibles límites geográficos de los Berones
1.4.5.6 Vascones
Al norte de los berones y celtíberos citeriores (indoeuropeos), al oeste de los iacetanos y de los
salluienses del valle del Ebro (iberos) y al este de los várdulos se encuentran los vascones históricos de
los textos greco-latinos de la época de la conquista. Este pueblo tiene dos zonas claramente definidas
en la historiografía greco-latina clásica, el saltus (zona montañosa sobre todo) y el ager (la zona más
bien llana al sur de Pamplona, que se vio ampliada con toda probabilidad en los siglos II y I a.C., a costa
de berones y celtíberos).
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Los grupos de población más importantes de este pueblo que aparecen en las fuentes romanas son los andelonenses, de la zona de Andión; los carenses, de la zona
de Santa Cara; los iliberritani, posiblemente de la zona de Liédena o de Lumbiers; los pompaelonenses, de Pompaelo (Pamplona), fundación de Pompeyo sobre un
antiguo poblado indígena; Ilurcis, probablemente poblada por vascones antes de las guerras de los romanos contra los celtíberos, como piensa R. López Melero, y
sobre cuyas ruinas T. Sempronio Graco fundó Gracchuris (Alfaro) con población vascona, si tenemos en cuenta que en la guerra de Sertorio contra Pompeyo,
mientras Calagurris defiende a ultranza a Sertorio, Gracchuris está de parte de Pompeyo. También parece que en época clásica Segia, Egea de los Caballeros,
pertenece a los vascones.
El principal hito en la romanización del territorio vascón, es la fundación de Pompaelo (Pamplona) por Pompeyo en el 75 a.C.
La reseña historiográfica más antigua corresponde a Livio quien, en un breve pasaje de su obra sobre la campaña del año 76 a. C. de la guerra sertoriana, relata
cómo tras remontar el río Ebro y la civitas de Calagurris Nasica, se atraviesa el territorio llano de los vascones o Vasconum agrum hasta los lindes de sus vecinos
inmediatos, los berones. De un estudio comparado de otras partes del mismo fragmento, se deduce que ese linde se encontraba al oeste, mientras que hacia el sur
los vascones eran vecinos de la ciudad celtíbera de Contrebia Leucade.
Plinio, por su parte, en su Naturalis Historia reprodujo un
texto anterior del año 50 a. C. en el que se emplazaba a los
vascones en el extremo occidental de los Pirineos, vecinos de
los Várdulos, y extendidos hacia los montes de Oiarso y el
Cantábrico en un área que denominó Vasconum saltus. El
geógrafo griego Estrabón, en la época de Augusto (63 a. C. –
14 d.C.), al referirse a los vascones sitúa su principal Pólis en la
ciudad de Pompælo junto también la ciudad de Callagurris.
Datos epigráficos, de poblamiento y cultura material, señala el
sur del territorio vascón como una importante área de
transición y contactos entre tres principales focos: el vascón o
paleovasco, el celtibérico y el ibérico.
Posibles límites geográficos de los Vascones
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El cuadrante noroccidental de la Península Ibérica es el marco ambiental de la cultura castreña, que se desarrolla durante la Edad del Hierro. Sus límites
aproximados abarcan Galicia, el norte de Portugal desde el valle del Duero hasta el Miño, las estribaciones montañosas de León y el poniente de Asturias hasta el río
Navia.
Desde el punto de vista político estamos ante un complejo mapa étnico con un sinfín de tribus y unidades organizativas menores, cuya mejor expresión son los
castros o castella. Sin negar la existencia de un grupo étnico galaico, la Gallaecia como espacio histórico, es un concepto artificial creado en tiempos de Augusto,
para dar unidad administrativa y espacial a los territorios del Noroeste conquistados por Roma. Sirva como ejemplo la referencia de Plinio el Viejo al número de
tribus integradas hacia el siglo I d.C., en los conventos jurídicos galaicos: 18 en el lucense y 24 en el bracaraugustano. Resulta muy difícil identificar geográficamente
y culturalmente a estos pueblos, dada su fragmentación y compleja etnogénesis, de la que forman parte indoeuropeos celtas y no celtas, perceptibles
lingüísticamente a través de la onomástica.
Aunque atestiguadas también epigráficamente, estas poblaciones célticas no representan un sustrato étnicamente afianzado en Gallaecia. Su traslado desde la zona
meridional parece darse en fecha tardía, hacia el siglo I a.C., en relación quizá de la organización administrativa por parte de Roma. A partir de estos etnónimos no
puede sostenerse, por tanto, la pregonada celticidad de Galicia, que tiene más de construcción historiográfica heredada, de mito, que de realidad histórica, de
veracidad. Por sorprendente que resulte a un público general, entre los territorios de la Hispania indoeuropea, y salvo algunos indicadores lingüísticos, Gallaecia
no ofrece huella alguna de pasado celta.
Arqueológicamente, la cultura castreña, característica de Galicia, presenta pervivencias muy fuertes
del sustrato de la Edad del Bronce; la más característica de ellas quizá sea la vivienda de planta
circular, que perpetúa la tradición constructiva de dichas épocas y que no se ve reemplazada por las
viviendas rectangulares o cuadradas de los individuos de origen centroeuropeo.
En el noroeste, el castro es la unidad de poblamiento, la base de la organización socioeconómica y
el elemento definidor de la cultura castreña. Entendemos por tal, un poblado en altura fortificado
que se erige como la cabeza de un pequeño territorio, cuyos rasgos más reconocibles son la
vivienda de planta circular y las estructuras defensivas construidas en piedra. Sólo en Galicia se
reconocen cerca de 1.500 hábitats de este tipo, muchos de los cuales datan de época romana. La
cultura castreña es un proceso de larga duración que ocupa buena parte del I milenio a.C., y se
nutre de influencias atlánticas, meseteñas y romanas.
Posibles límites geográficos de la
Cultura Castreña y principales grupos
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1.4.6 EL NOROESTE. LA CULTURA CASTREÑA
1 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
2. CARTAGINESES EN HISPANIA
2.1 CONTEXTO HISTÓRICO
La ciudad norteafricana de Cartago fue en origen una colonia Fenicia fundada por un grupo de tiros a finales del siglo IX a.C., en el año 814 según la tradición antigua.
Durante más de dos siglos, los fenicios de Occidente, incluidos los tiros, mantuvieron estrechas relaciones comerciales con sus metrópolis de oriente. Pero la caída de
los pequeños “reinos” de las ciudades-estado fenicias bajo la dominación de Babilonia hacia el 575 a.C., dio un giro hacia las tradicionales relaciones entre Oriente y
Occidente y cambió radicalmente la actitud de los grupos orientales asentados en las costas del Mediterráneo occidental.
Desde este momento Cartago comienza a fundar sus propias colonias, la más importante en la isla de Ibiza, con la llegada masiva de colonos hacia el año 550 a.C.
Aunque los cartagineses habían llegado a la isla con la intención de explotar sus recursos naturales, la utilizaron como base en las relaciones comerciales no sólo con
ésta área del Mediterráneo, sino con todo el sur peninsular. Los ebusitanos mantuvieron relaciones comerciales con la colonia griega de Messalia, con la propia
ciudad de Cartago y con la colonia Fenicia de Gadir. Los intereses comerciales de Cartago comenzaron a expandirse por todo el Mediterráneo.
En el juego de intereses, fundamentalmente comerciales de la zona, los grandes competidores de Cartago eran los griegos, que desde el siglo VIII a.C., habían
fundado un rosario de colonias a lo largo de las costas mediterráneas y los etruscos de la Toscana que, desde el siglo VII a.C., habían extendido su influencia política y
comercial por la costa tirrena.
El primer movimiento para controlar el comercio en el Mediterráneo, fue una alianza entre cartagineses y etruscos que hizo posible la expulsión de los griegos de sus
factorías del Sur del Mediterráneo, monopolizadas a partir de finales del siglo VI a.C., por Cartago. Durante este siglo los griegos fueron expulsados de Córcega
(batalla de Alalia, 535) y de Cerdeña (523).
Es a lo largo del siglo V a.C., cuando las relaciones internacionales en el Mediterráneo occidental, experimentaron cambios trascendentales con la creciente
influencia de Roma y la decadencia de los etruscos. Por otra parte Cartago ve la posibilidad de ampliar su radio de acción comercial presionando los intereses griegos
en Sicilia (se producen las dos primeras guerras sicilianas entre Cartago y griegos de Siracusa). Durante este siglo, Roma y Cartago tenían diferentes radios de acción
tanto política como comercial y no hubo ningún tipo de conflicto de intereses.
A mediados del siglo IV a.C. (348), Roma y Cartago firman un tratado sobre la delimitación de las áreas de interés de una y otra nación y sus respectivos aliados, bajo
una base de entendimiento y amistad. El gran área de influencia de este tratado, hace pensar que fueron los griegos los que pidieron ayuda a Roma para que
redactara este pacto de “no agresión” como apoyo de la creciente expansión de Cartago y la presión púnica sobre Sicilia. El tratado protegía el desarrollo del
comercio e industria griega en el sur de Francia y en el Levante de la Península Ibérica y por parte cartaginesa, el tratado favorecía sus intereses, ya que reconocía su
dominio exclusivo sobre el Mediterráneo meridional. A finales de este siglo se produce la tercera guerra siciliana entre Cartago y Siracusa (315). La situación final es
que los púnicos dominan sobre la isla y la ciudad de Siracusa es un pequeño imperio griego en el interior de la isla.
2 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
CARTAGINESES EN HISPANIA. CONTEXTO HISTÓRICO - CONTINUACIÓN
A principios del siglo III a.C. (280), Pirro de Epiro (Macedonia) entra en guerra contra Roma en la parte sur de Italia y también entra en guerra contra Cartago para
expulsarlos de Sicilia. Roma y Cartago se alían y derrotan a Pirro. Después de esta victoria, las dos únicas potencias que controlan todo el Mediterráneo son Roma y
Cartago, por lo que el enfrentamiento era inevitable. Con la excusa de ayuda a los mercenarios mamertinos contra el tirano de Siracusa, Roma envía tropas a Sicilia,
ocupada por los cartagineses, comenzando la 1ª Guerra Púnica.
Tras el fin de la guerra y la derrota cartaginesa ante Roma, Cartago no tenía fondos suficientes para liquidar los salarios de sus mercenarios. Hannón el Grande
intentó convencer a los ejércitos que se desmovilizaban de que aceptaran un pago menor al comprometido, pero esa postura sería el detonante de la guerra de los
Mercenarios. Sólo tras un gran esfuerzo y a los esfuerzos combinados de Amílcar Barca, Hannón, y otros líderes cartagineses se conseguiría sofocar la revuelta y
aniquilar a los mercenarios y a los insurgentes.
Mientras tanto, durante este conflicto, Roma aprovecharía la debilidad púnica para anexionarse también la isla de Córcega, que la entregarían a algunos mercenarios
rebeldes. Los cartagineses protestaron por esa acción, que suponía una violación del tratado de paz recientemente alcanzado. Fríamente, Roma declaró la guerra,
pero se ofreció a anularla si se le entregaba no sólo Cerdeña, sino también Córcega. Los púnicos, impotentes, tuvieron que ceder, y ambas islas se convierten en el
238 a. C., en nuevas posesiones romanas.
Por el contrario, este tipo de muestra de desprecio y prepotencia será lo que mantendrán viva la llama del odio de los púnicos hacia Roma, personificadas en la
familia de los Barca. Odio que desembocará años más tarde en la segunda Guerra Púnica.
Por otro lado, la consecuencia política más importante de la primera Guerra Púnica fue la caída del poder naval cartaginés. Las condiciones establecidas en el tratado
de paz por Roma tenían la intención de controlar la situación económica cartaginesa para evitar la posible recuperación de la ciudad. Sin embargo, la gran suma de
indemnización que debían pagar los cartagineses, forzaron a Cartago a expandirse por otras áreas, buscando materias primas para conseguir el dinero que debía
pagar a Roma y recuperar en la medida de lo posible sus finanzas. La invasión de Hispania por Cartago se debió principalmente a la necesidad de los púnicos de pagar
la indemnización impuesta por Roma. Esta misma invasión fue la que provocó la 2ª Guerra Púnica y la entrada y posterior conquista romana de Hispania.
2.2 PRESENCIA CARTAGINESA EN HISPANIA
Aproximadamente en el año 900 a.C., Fenicia funda la primera colonia en Hispania. Desde este momento y hasta su desaparición como potencia comercial en el 575
a.C., por la invasión Babilónica, los fenicios fundan numerosas colonias en el sur y levante peninsular como Sexi (Almuñécar), Malaka (Málaga) o Abdera (Adra),
monopolizando prácticamente el comercio en el Mediterráneo occidental durante unos tres siglos. La presencia Fenicia en Hispania no se puede considerar como
invasionista. Lógicamente la población en las colonias era de origen Fenicio pero su intención era, en la mayoría de los casos, mercantil y sin ningún problema con los
pueblos indígenas.
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Pero en el primer cuarto del siglo VI a.C., la situación empieza a modificarse sustancialmente. Los griegos, otra de las potencias comerciales del Mediterráneo,
comienza a fundar colonias en el noreste de Hispania (en el 590 a.C., fundan Emporión) y Fenicia es invadida por los Babilonios.
2.2.1 SITUACIÓN ANTERIOR A LA PRIMERA GUERRA PÚNICA
Con este panorama en las relaciones comerciales entre países del Mediterráneo, es Cartago la ciudad que “hereda” las labores comerciales de los fenicios. Cartago
fue fundada como una colonia Fenicia, pero ya desde un principio mostró un espíritu más expansionista y por lo tanto más belicoso que su metrópoli fundacional.
Según documentos clásicos, el puerto de Cartago podía amarrar 220 buques de variado calado y tonelaje. El centro de la ciudad estaba a su vez, protegido por tres
líneas de fortificaciones en las que se podría distribuir hasta 20.000 soldados mercenarios con 4.000 caballos y 300 elefantes adiestrados para la guerra.
Es durante este siglo VI a.C., cuando comienzan las disputas entre Grecia y Cartago por el dominio comercial en el Mediterráneo.
Aparecen nuevos asentamientos al sur de la Península Ibérica, que tienen más aspecto de
cartagineses que de fenicios, como el de Baria (Villaricos en la desembocadura del
Almanzora) y varias de las primitivas colonias fenicias parecen dar muestra de haber pasado
bajo el control cartaginés. Grecia comienza a colonizar el noreste de la Península fundando
Rhode (Rodas) y Emporion (Ampurias).
En el 537 a.C., las tropas etruscas y cartaginesas se alían y derrotan a los focenses (griegos)
en la batalla de Alalia. La derrota marcó el final de la talasocracia focense en el
Mediterráneo occidental, que quedaría bajo dominio cartaginés.
Las últimas citas de Tartessos como un estado existente, proceden de esta época. Es posible
que la desaparición de los griegos focenses en la zona tras la batalla, que según Heródoto
eran estrechos aliados y colaboradores de los tartesios, provocase una fuerte crisis
económica en la zona. La cercanía de Gadir, base del nuevo monopolio cartaginés en el
Atlántico, contribuyó seguramente al desplome económico de Tartessos, que acabó
sumiéndose en el olvido.
En el año 523 a. C., Cartago ocupa Cerdeña. De esta isla hacen una verdadera base militar,
estratégica en el mantenimiento de las rutas comerciales marítimas.
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A la invasión de estas dos islas mediterráneas hay que sumar la presencia cartaginesa en la isla de Sicilia. Cartago se había expandido por todo el Mediterráneo
occidental y monopolizado el comercio en la zona.
2.2.2 PRIMERA GUERRA PÚNICA
La situación comercial en el Mediterráneo, provoca la intervención de Roma para facilitar tratados comerciales y delimitar territorialmente las zonas de comercio de
las grandes potencias e impedir injerencias en los asuntos propios de cada uno.
Estos tratados redactados a finales del siglo VI, principios del siglo V a.C., mantuvieron la paz entre las distintas potencias, pero en el siglo III a.C., la situación iba a
dar un giro de 180 grados. Los cartagineses mantenían diversos intereses en la isla de Sicilia, donde además de las consabidas colonias, disfrutaban de fructíferas
alianzas con algunas ciudades locales. Los romanos, temerosos del poder cartaginés, decidieron construir una magnífica flota copiando el modelo de los que ya
entendían como rivales a batir. Esta decisión disgustó a los púnicos, los cuales comenzaron a recelar de aquellos romanos aspirantes a todo, en un universo que
parecía debía obedecer sólo las órdenes del comercio púnico.
En el año 264 a.C., sucedió lo inevitable. Se inició la Primera Guerra Púnica que duraría 23 años, con un resultado humillante para Cartago, que tuvo que asumir,
además de la derrota militar, las pérdidas de Córcega, Cerdeña y Sicilia y un desorbitado pago de impuestos por los gastos ocasionados durante la guerra, que tenía
la doble finalidad de castigar al enemigo e impedir al tiempo su recuperación.
Tras la derrota miles de mercenarios contratados para esta guerra regresaron a Cartago dispuestos a cobrar su paga, que el consejo de gobierno no podía pagar ya
que Cartago se enfrentaba a la más absoluta ruina. Este impago provocó una guerra interna entre cartagineses y mercenarios, resuelta a favor de los primeros, pero
después de tres años de luchas.
En esta situación caótica para Cartago, fue cuando Amílcar Barca expuso a los sufetes cartagineses, la necesidad de conquistar la riquísima Península Ibérica. En el
año 237 a.C., se organizó la expedición militar para invadir Hispania.
2.2.3 AMÍLCAR Y LAS PRIMERAS INCURSIONES
El desembarco de las tropas cartaginesas se realizó en Gadir y comenzó el avance a través del valle del Guadalquivir en el 237 a.C. A pesar de la inferioridad
numérica, los púnicos fueron avanzando gracias en buena parte a las alianzas con reyezuelos de la zona, superando con éxito los primeros meses de la ofensiva. En
este tiempo la principal oposición se encarnó en las tribus turdetanas, apoyadas por mercenarios celtas que llegaron del bajo Tajo. Finalmente los reyes turdetanos
Indortes e Istolatio fueron vencidos y muertos, lo que provocó que buena parte de sus guerreros dejara de luchar, siguiendo antiguas costumbres ibéricas, por la
cual los combatientes íberos seguían a su líder hasta la muerte.
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La campaña militar se prolongó varios años, en los que los cartagineses operaron sin apoyo de su metrópoli. A pesar de ese inconveniente, Amílcar supo seguir
adelante obteniendo recursos y guerreros en una tierra cada vez menos hostil. Fundó Akra Leuka (Albufereta, Alicante), base de operaciones desde la que lanzar
futuros ataques.
En una de las batallas, Amílcar perdió la vida al ahogarse vadeando un río. Ocurrió en la ciudad de Elike (Elche o Elche de la Sierra), cuando los cartagineses
esperaban confiados los refuerzos prometidos por el rey oretano Orisson, se vieron atacados por sorpresa por los presuntos aliados.
2.2.4 ASDRÚBAL Y LA CONSECUCIÓN DEL FIN PROPUESTO
Asdrúbal BarcaAmílcar Barca
Tras la muerte de Amílcar, su yerno Asdrúbal fue elegido por sus tropas jefe del contingente colonial, una decisión que Cartago aceptó, más preocupada por seguir
asegurando sus conquistas en Iberia que por otros motivos.
La táctica de conquista de Asdrúbal fue totalmente distinta a la de Amílcar. Mientras este último conquistaba principalmente mediante batallas, Asdrúbal optó por
las alianzas con las tribus ibéricas antes que la extenuante contienda contra las mismas. Hábilmente se casó con una princesa local, lo que le granjeó la amistad de
muchos pueblos nativos. Una vez más, la secular devotio peninsular se puso en marcha y fueron miles de guerreros íberos los que se sumaron a la causa de
Asdrúbal. Fue nombrado strategos autokrator, es decir, caudillo de los ejércitos establecidos en Iberia. Con este gesto, los autóctonos peninsulares reconocían la
autoridad de los Bárquidas, desvinculándose de cualquier servidumbre hacia Cartago.
En el 227 a.C., Asdrúbal eligió la ubicación de la antigua Mastia para levantar una urbe que le sirviera como
centro de mando y operaciones. De esta manera nació Qart Hadashat, la que los romanos conocerían como
Cartago Nova. Desde esta ciudad Asdrúbal administró los recursos disponibles, mejoró el comercio de las
tradicionales salazones ibéricas, obtuvo una ingente cantidad de metales y gestionó eficazmente la industria
del esparto. La riqueza comenzó a llenar las arcas cartaginesas y se acuñaron monedas de plata con la efigie
del propio Asdrúbal.
En la metrópoli, el auge de Asdrúbal se contemplaba con recelo; algunos llegaron a denunciar que el yerno
de Amílcar se estaba desentendiendo de Cartago para pensar en la creación de un reino independiente. Pero
Asdrúbal se mantuvo fiel a su ciudad natal, fortaleciendo las relaciones con África y nutriendo a la urbe
gracias a los beneficios de su envidiable situación económica.
Aparentemente se habían cumplido los objetivos que inicialmente se propusieron Cartago y la familia Barca;
controlar unas tierras ricas para que su explotación proporcionara los recursos suficientes para sacar de la
banca rota a Cartago y además pagar la indemnización pedida por Roma después de la 1ª Guerra Púnica.
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Pero en el 221 a.C., Asdrúbal murió asesinado por, según cuenta la leyenda, un guerrero fiel a su devotio se cobró venganza tras la ejecución de su jefe por orden de
Asdrúbal. A Asdrúbal le sustituyó en la jefatura de las tropas cartaginesas Aníbal, hijo mayor de Amílcar, y cuyas intenciones no eran mantener el territorio
conquistado, sino acabar con Roma.
2.2.5 EL TEMOR DE LOS GRIEGOS Y LOS TRATADOS CON ROMA
Mientras que los cartagineses invadían la Península Ibérica, Roma estaba afrontando graves problemas de seguridad internos y externo. Su prioridad no era
preocuparse por los cartagineses. Sin embargo, los colonos griegos del noreste de la Península, sí estaban preocupados viendo como los cartagineses ganaban
terreno en Iberia y amenazaban su propia existencia en aquel territorio. En estas circunstancias, los griegos, aliados de Roma, pidieron ayuda para que ésta
interviniese.
En el 231 a.C., una embajada romana presidida por el cónsul Papirio, expuso sin tapujos sus temores al propio Amílcar. Éste escuchó la interpelación romana y dijo:
“Estamos aquí para poder pagar los impuestos que nos exigís, por tanto Roma no debe preocuparse”. El delegado romano regresó a su ciudad exponiendo a los
senadores que Amílcar no representaba por el momento ningún peligro.
En el 226 a.C., Con la fundación de Cartago Nova, cuya bahía, además de poder dar acogida a flotas enteras, establecía una comunicación fácil y rápida con la
metrópoli Cartago, permitiendo de este modo el cómodo despliegue cartaginés a ambos lados del mar, los griegos, temerosos de perder potencia comercial en el
Mediterráneo, volvieron a pedir intermediación de Roma, quién envió embajadores para entrevistarse en este caso con Asdrúbal, ya que Amílcar había muerto.
Asdrúbal consciente de la situación y de las ventajas que podía obtener, negoció una ampliación de influencia por el Levante peninsular.
Por este documento, y dependiendo de las interpretaciones que los autores clásicos dan a su contenido y que será comentado más adelante, se fijaba en río Ebro
como frontera entre púnicos y griegos, con algunas cláusulas, como por ejemplo la que afectaba a la población de Sagunto, ciudad aliada de Roma que debía ser
respetada aunque quedara rodeada por territorio afín a los cartagineses. Sin duda fue un gran acuerdo para Asdrúbal, siendo la primera victoria política tras el
desastre de la guerra púnica.
Con este tratado, los púnicos aumentaban su zona influencia, comercio y explotación dentro de la Península y Roma dejaba fuera de la influencia cartaginesa las
colonias griegas, y evitaba su posible avance hacia Italia y la posible conexión con los galos.
Los motivos concretos que tuvieron cartagineses y romanos en la firma del tratado, puede tener versiones contradictorias. La más antigua es la de Polibio, que afirma
que consistía en el compromiso púnico de limitar sus operaciones bélicas en el río Ebro. Para Livio, en cambio, lo que Asdrúbal y los embajadores romanos acordaron
fue la renovación de un tratado previo, que colocaba en el Ebro el límite de las respectivas zonas de influencia, pero haciendo explícita excepción del caso de los
saguntinos, cuya libertad se garantizaba para servir de estado-tapón entre ambos.
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Finalmente, la tercera y última versión es la de Apiano, donde el simple acuerdo recordado por Polibio se presenta con el lenguaje y formulación de un tratado
internacional del más alto nivel que fijaba en el Ebro la línea de separación de los dos imperios y que no deberían cruzar en armas ni los púnicos de Hispania ni los
romanos; Apiano añade también una cláusula de salvaguardia que establecía la libertad y la autonomía de Sagunto y de las otras ciudades griegas de Iberia.
La confrontación de los tres relatos muestra serias contradicciones y alguna que otra incoherencia. La crítica histórica relega la versión de Livio y Apiano y prefiere
habitualmente la versión de Polibio por su credibilidad: el compromiso de Asdrúbal de no cruzar el Ebro satisfacía a los romanos, que trataban de evitar una guerra
en dos frentes y sobre todo la posibilidad de la conjunción de galos y púnicos en los Alpes. Sin embargo sorprende el silencio de Polibio sobre las contraprestaciones
que Roma hubo de otorgar a Asdrúbal, porque no es creíble que éste se aviniese al acuerdo sin aparente ganancia. Una muy plausible explicación es la falta de
interés romana por Hispania se entendiese en Cartago como un reconocimiento, tácito y expreso, de los “derechos” púnicos en la Península. De ser cierto este
extremo, Roma queda muy mal frente a su principal aliado de la zona, los griegos de Masalia, porque lo acordado con Asdrúbal equivalía a mercadear con la
independencia y la prosperidad del rosario de factorías helenas establecidas entre el cabo de Rosas y el de la Nao, y que tenían a los masaliotas por sus principales
valedores y clientes. Pero sobre todo, desmentiría la versión oficial romana de casus belli contra Aníbal, que no era otra que el asedio cartaginés de Sagunto
contravenía lo estipulado en el tratado del Ebro. De ahí que los escritores posteriores añadan a este tratado una clausula no mencionada por Polibio que exceptúa
del dominio y la influencia púnica a Sagunto.
2.2.6 ANIBAL. MÁXIMO TERRITORIO CONQUISTADO
Aníbal Barca
Tras la muerte de Asdrúbal en el 221 a.C., toma el mando de las tropas cartaginesas en Hispania Aníbal Barca, el hijo mayor de Amílcar. La
intención final de Aníbal no era seguir ampliando las conquistas en Hispania y explotando sus riquezas para pagar a Roma. Su intención
era acabar con Roma.
Entre los años 221 y 219 a.C., Aníbal condujo dos expediciones punitivas por el interior de la Península Ibérica. Combatió a la tribu de
los Olkades para, posteriormente, devastar Helmantike (Salamanca) y Arbucala (Toro), principales ciudades de los vacceos. Atacó a
ciudades carpetanas en las proximidades de Toledo, sometiendo según cuenta Polibio “a todos cuantos quedan en la línea del Ebro”.
Se suele interpretar estas expediciones como un preludio del ataque contra Sagunto y Roma, bien porque los cartagineses deseaban
asegurarse la retaguardia de sus dominios en la eventualidad de un conflicto con Roma y la mejor forma era hacerlo por la fuerza,
garantizando con rehenes la neutralidad del retropaís; o porque buscaban los recursos necesarios para enjuagar los gastos que iba a
ocasionar la guerra; o simplemente que fuera una expedición de castigo o la exploración en forcé en previsión de nuevas conquistas.
8 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
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Tras dos invernadas en Cartago Nova, los púnicos se prepararon para una acción militar contra Sagunto, ciudad aliada del enemigo romano. ¿Quería Aníbal provocar
con esta acción a su máximo enemigo para entrar en guerra abierta con Roma? Si realmente esto era lo que deseaban los cartagineses, la oportunidad se les
presentó cuando los saguntinos atacaron a sus vecinos los turboletas, que eran aliados de Cartago. Cuando éstos intentaron mediar en el conflicto, Saguntum
rechazó su mediación y solicito la de Roma, que volvió a advertir a Aníbal de la especial protección que tenía Sagunto y que se respetase el compromiso de no cruzar
el Ebro con armas.
Estando así la situación, en el 219 a.C., las tropas cartaginesas cercaron Sagunto, sometiéndola a un riguroso asedio. Los saguntinos resistieron y enviaron mensajes
a Roma solicitando su intervención. Roma actuó con una prudencia impropia en otros tiempos y los meses fueron pasando y debilitándose la resistencia saguntina
hasta que Aníbal ordenó en ataque final a la ciudad.
Para Roma, la toma de Sagunto fue motivo de casus belli y declaró la guerra a
Cartago. Comienza la Segunda Guerra Púnica.
En la primavera de 218 a.C., Aníbal fue capaz de reclutar un ejército tan
numeroso como heterogéneo; 90.000 infantes, 12.000 jinetes y 37 elefantes de
guerra pasaron revista ante Aníbal en Cartago Nova.
Durante semanas, el ejército cartaginés estuvo limpiando de enemigos la región
al norte del Ebro para facilitar el acceso del grueso de su ejército hacia tierras
galas por los Pirineos. Aníbal dividió su ejército en tres grupos; el principal
marcharía hacia Roma atravesando los Pirineos y posteriormente los Alpes,
10.000 infantes y 1.000 jinetes quedarían en la recién conquistada franja norte
peninsular comandados por su hermano Hannon, mientras que 15.000 soldados
eran confiados a su otro hermano Asdrúbal para proteger los territorios del sur
del Ebro. La misión de las tropas que quedaban en la Península era la de defender
la retaguardia púnica y abastecer a la columna que se dirigía hacia Italia en
cualquier momento de necesidad.
A finales del verano del año 218 a.C., los legionarios romanos tomaron contacto
por primera vez con Hispania y 12 años más tarde y tras la conquista de Cartago
Nova y de Gadir por los romanos, los cartagineses abandonaban definitivamente
la Península Ibérica, 31 años después del desembarco de Amílcar en Gadir.
Comenzaba en ese momento la conquista romana de Hispania.
Evolución de las conquistas cartaginesas en Hispania antes de la 2ª guerra púnica
1 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
3. LOS ROMANOS LLEGAN A HISPANIA
3.1 LA CUESTIÓN DE RESPONSABILIDAD DE LA GUERRA
La escalada de acontecimientos que desemboca en la guerra púnica, presenta una serie de puntos oscuros de importancia por el papel que juega la Península en
ellos y que, en conjunto, constituyen la cuestión de la responsabilidad de la guerra. El problema no es nuevo: una de las principales fuentes, Polibio, ya distinguía
entre las causas verdaderas de la guerra y el pretexto inmediato que provocó su estallido. Para el historiador, pro-romano, las causas habría que buscarlas en la
intención de Aníbal de preparan una guerra de venganza contra Roma, aprovechando los recursos de Iberia; el pretexto inmediato, en cambio, sería la cuestión de
Sagunto, conectado con el tratado que prohibía a los púnicos cruzar en Ebro en armas.
Por supuesto no puede demostrarse el primer punto, que ya de entrada, trata de
cargar la responsabilidad de la guerra en la familia Barca y que tiene su paradigma en
el mítico juramento de Aníbal de odio eterno a los romanos. En cuanto al segundo,
pocas cuestiones de Historia antigua han llenado tantas páginas como la afirmación de
Polibio de que Roma declaró la guerra a Cartago, aduciendo la violación del tratado del
Ebro, por el hecho de haber atacado Aníbal a Sagunto, lo que supone admitir que
Sagunto se encontraba al norte del río. Sin entrar en las muchas tesis que, con más o
menos fundamentos se han aducido, lo cierto es que el problema tratado del Ebro-
Sagunto, jamás podrá resolverse intentando establecer la relación causa-consecuencia
que menciona Polibio. Esta conexión entre el tratado y la agresión a la ciudad era el
producto de un falso razonamiento de los romanos contemporáneos, que cruzaron dos
pasos sucesivos para poder achacar a los cartagineses la responsabilidad de la
trasgresión de un pacto.
La polémica de la responsabilidad de la guerra no ha terminado ni puede terminar: la
propaganda romana y la tendenciosidad de las fuentes son obstáculos insalvables para
poder alcanzar una solución satisfactoria. De ahí que las posibilidades de
interpretación de las causas y responsabilidades de la guerra sigan siendo cada vez
más numerosas y contradictorias. El desarrollo económico y los planteamientos
políticos a ese desarrollo de Roma y Cartago terminaron interfiriendo mutuamente en
sus intereses recíprocos hasta hacer inevitable el conflicto.
Distribución del territorio cartaginés y romano antes de la 2ª guerra púnica
2 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
3.2 DESARROLLO DE LA 2ª GUERRA PÚNICA EN HISPANIA
El caso de Sagunto fue indudablemente un pretexto. Sólo después de que la ciudad fuese capturada tras ocho meses de asedio, sin intención por parte romana de
socorrerla, se produjo la declaración de guerra. Roma, pues, no reaccionó ante el ataque a una ciudad aliada, sino sólo como consecuencia de los éxitos de Aníbal y
del aumento del poder púnico en Hispania.
LOS ROMANOS LLEGAN A HISPANIA. LA CUESTIÓN DE LA RESPONSABILIDAD DE LA GUERRA - CONTINUACIÓN
Una vez declarada la guerra, el designado por el senado romano para hacer frente a las tropas cartaginesas, fue Publio Escipión, pero la demora en el reclutamiento
de tropas y el tener que sofocar el ataque de los galos a las colonias latinas del norte de Italia, permitió que Aníbal tomara la delantera en la guerra y cuando
Escipión pudo disponer de su ejército para atacar a las tropas de Aníbal, éste ya se encontraba en territorio galo. En esta situación crítica, Escipión regresó a Italia
para enfrentarse a Aníbal y fue el hermano de Publio, Cneo Escipión, el designado para desembarcar en Hispania y lo hizo en Empuries en el año 218 .C. a la cabeza
del ejército romano formado por unos 20.000 hombres.
Por su parte Aníbal dejó en Hispania dos ejércitos, uno en el sur de la Península dirigido por su hermano Asdrúbal y formado por unos 25.000 hombres y 57 barcos, y
otro en la línea del Ebro al mando de Hannón, formado por 11.000 hombres.
El motivo de mantener todas estas tropas en Hispania estaba claro. Las bases cartaginesas del sur peninsular, había de suministrar a la fuerza expedicionaria
trasladada a Italia víveres y refuerzos, así como la plata necesaria para pagar a las tropas de Aníbal que, al igual que el resto del ejército cartaginés, estaba
compuesto mayoritariamente por mercenarios. La ruta que conducía por la costa levantina, Cataluña y los Pirineos hasta los Alpes, es decir, la ruta seguida por
Aníbal, era fundamental para el plan que éste había trazado de utilizar las zonas, tan cuidadosamente desarrolladas por los Bárcidas desde que en 237 llegara a ellas
Amílcar, como base desde la cual atacar a Roma en su propio territorio.
En el año 218 a.C., nada más desembarcar Cneo Escipión, establece las primeras alianzas con unas cuantas tribus locales. Con este respaldo, toma la ciudad de
Cissa, derrotando y capturando al general cartaginés Hannón y al caudillo local Indíbil (rey de los ilergetes). Cneo establece su base en Tarraco, que sería el principal
centro de operaciones de los Escipiones. El hermano de Cneo, Publio Escipión se une al ejército romano en Hispania.
En el año 217 a.C., se produjo la batalla naval de la desembocadura del Ebro. La naves romanas derrotaron a las cartaginesas dirigidas por Himilcón. Cartago perdió
prácticamente su flota naval, aunque su ejército terrestre permanecía intacto. Las consecuencias de esta batalla fueron significativas para la estrategia romana ya
que, parece haber otorgado la superioridad naval a los romanos, lo que les permitió alejarse de la cabeza de puente e internarse cada vez más en el país, atacando
directamente las fuentes cartaginesas de suministros y atajando su envío hacia Italia.
3 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
LOS ROMANOS LLEGAN A HISPANIA. DESARROLLO DE LA 2ª GUERRA PÚNICA - CONTINUACIÓN
Los romanos llevaron a cabo una incursión al sur del Ebro. Aunque está sin confirmar, el ejército romano llegó a las proximidades de Sagunto y se presentaron con
algunos rehenes íberos, previamente capturados por los cartagineses, para devolvérselos a sus familiares, ganándose de paso la benevolencia de la población,
imprescindible para mantener el control de la zona.
En el año 216 a.C., Asdrúbal envió tropas adicionales desde Cartago para asegurar “el litoral y las islas”, pero se vio inmovilizado por la sublevación que se produjo
contra él en el sur. Una rebelión de tribus turdetanas obligaría a Cartago a utilizar todas las tropas de refuerzo a sofocar esta rebelión.
Durante este año, la actividad romana parece haber favorecido una serie de breves y a veces profundas razzias, contra objetivos púnicos: algunas de estas
expediciones llevaron a los legionarios hasta los confines de la Bética, posiblemente en un intento de interrumpir la actividad minera de la zona y causar problemas
en la retaguardia púnica, lo que debió ser efectivo porque hay noticias de que un ataque contra Cástulo obligó a Asdrúbal a retirarse hacia tierras más occidentales
de la península. Igual intencionalidad debieron tener varios ataques navales contra objetivos costeros, entre los que se incluía Cartago Nova, Ibiza y Sagunto, donde
la estratagema de un local resultó en el escape de los rehenes que los púnicos custodiaban en la ciudad, lo que supuso una importante victoria psicológica para los
Escipiones y les atrajo la benevolencia de algunos pueblos hispanos.
En el año 215 a.C., y sofocadas las revoluciones del sur de Hispania, el ejército cartaginés recibe nuevos refuerzos para intentar dirigirse al norte llevando el
suficiente dinero para sobornar a los galos que controlaban los pasos alpinos. La magnitud del componente púnico no se especifica en ninguna fuente, pero debía
tratarse de una fuerza muy poderosa, porque los Escipiones, en lugar de plantarle cara, decidieron atacar una ciudad de la orilla sur del río Ebro (Dertosa). Como
Asdrúbal no acudió en auxilio de los sitiados, sino que atacó directamente a los romanos, éstos se vieron obligados a levantar el asedio y presentar batalla. El
encuentro se decantó del lado romano, lo que suponía no sólo que Aníbal iba a seguir aislado en Italia sin refuerzos, sino que los cartagineses habían perdido la
orilla meridional del Ebro y con ello seguramente la colaboración de muchos hispanos, que quizá comenzaron a pensar que era el momento de cambiar de bando.
Durante los años 215 a 212 a.C., se pierden detalles concretos de las campañas que se realizaron. El historiador Tito Livio, principal fuente de información de estos
acontecimientos, muestra bastante confusión por lo que a la sucesión de hechos se refiere.
En este paréntesis de batallas importantes entre púnicos y romanos, es importante saber cómo se comportaban las dos grandes potencias en guerra con respecto a
los indígenas, de los que dependían para reclutas, auxilio logístico y franquicia de paso. Cabe imaginar que ambos bandos debieron prometer a sus posibles aliados
libertad, ganancias materiales y trato favorable en el futuro nuevo orden y que éstos respondiesen con cierta prudencia, a la espera de que la victoria se decantara
de uno u otro lado. Pero en las regiones que se consideraban estratégicas, Sierra Morena para los púnicos y Pirineos para los romanos, la negociación estaba fuera de
lugar y el instrumento de dominio fue la ocupación, los rehenes y, en última instancia, la fuerza bruta, como demuestra que los ilergetes (bajo el mando de Indíbil y
Mandonio) y otros grupos se opusieran primero a Aníbal y luego a los Escipiones
4 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
En estos años, los relatos militares reflejan enfrentamientos en Mundo (cerca de Montilla), en Aurungis (¿Aurgi?, Jaén), Iliturgi (próxima a Mengibar), Indíbilis,
Castrum Album, Bigerra (¿Bogarra, Albacete?), Urso (Osuna) y cerca de Cástulo (próximo a Linares, Jaén). Durante estos años, los Escipiones ya habían logrado, al
parecer, su objetivo de bloquear el camino hacia Italia.
En el año 211 a.C., se producen una serie de hechos que modifican totalmente la marcha que, la guerra entre Roma y Cartago en Hispania, había llevado hasta ese
momento.
Los acontecimientos comenzaron cuando los dos comandantes romanos estaban desplegados en
sendas localidades del valle del Guadalquivir distantes entre sí. Por su parte Asdrúbal mantenía
posiciones cerca de los romanos, quizá a medio camino entre ambos hermanos, mientras otros
dos comandantes púnicos, Magón y otro Asdrúbal, estaban desplegados también por la zona
pero separados entre sí. Confiados en el refuerzo de los mercenarios celtibéricos, los Escipiones
planearon atacar conjuntamente a Asdrúbal, pero al final optaron por dividir sus fuerzas, de tal
modo que Cneo retendría a Asdrúbal en su posiciones mientras que Publio, con un contingente
mayor atacaba separadamente a las otras fuerzas cartaginesas. Sin embargo, la conjunción de los
dos Ejércitos púnicos dejó en inferioridad a Publio, quien quedó en situación aún peor por la
imprevista llegada del caudillo ilergete Indívil con un considerable refuerzo para los cartagineses.
Publio trató de enfrentarse con los ilergetes pero fue derrotado y muerto. Tras el desastre, Cneo
Cornelio se encontró entre Asdrúbal y el ejército que había vencido a su hermano, lo que
provocó la deserción del contingente celtibérico y la imposibilidad de resistir el ataque púnico
que aniquiló las fuerzas romanas incluyendo a su general.
Este fracaso de la campaña de Roma en Hispania fue total. Los generales perecieron y sus ejércitos, o lo que quedaba de ellos, vieron como los abandonaban sus
antiguos aliados hispanos, aunque lograron agruparse al norte del Ebro. Roma perdió todo lo que la habilidad militar y diplomática de los Escipiones habían ganado
en los siete años anteriores
Publio Cornelio Escipión “el africano”
El rasgo más importante y quizá el más sorprendente de lo ocurrido tras la muerte de los Escipiones fue, la aparente inercia de los generales cartagineses, que no
supieron aprovechar la ocasión para salir de la península. Polivio atribuye este hecho a la rivalidad existente entre los tres generales cartagineses, Asdrúbal y Gascón
hermanos de Aníbal y Asdrúbal hijo de Giscón. Fuera cual fuese la causa, sería esta falta de iniciativa por parte de los cartagineses la que permitiría a los romanos
seguir adelante a pesar del desastre ocurrido, y llevar a cabo su estrategia inicial de mantener cerrado el camino hacia Italia. Fue Claudio Nerón quien se hizo cargo
de las tropas romanas en Hispania de forma provisional y en espera de refuerzos.
LOS ROMANOS LLEGAN A HISPANIA. DESARROLLO DE LA 2ª GUERRA PÚNICA - CONTINUACIÓN
5 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
LOS ROMANOS LLEGAN A HISPANIA. DESARROLLO DE LA 2ª GUERRA PÚNICA - CONTINUACIÓN
En el año 210 a.C., llega a Hispania para hacerse cargo de las tropas, Publio Cornelio Escipión (hijo de Publio Cornelio Escipión y sobrino de Cneo Escipión), el
procónsul Marco Silano y el consejero Cayo Lelio, jefe de la escuadra, acompañados de 11.000 soldados, desembarcando en Empuries y desplazándose desde allí
hasta la base romana de Tarraco. Esta situación era prácticamente la misma que había 8 años antes cuando se produjo el primer desembarco romano.
A comienzos del año 209 a.C., Publio Cornelio aprovechó la oportunidad que le brindaba la dispersión de los tres generales cartagineses, que todavía andaban
resolviendo los problemas suscitados por sus aliados ibéricos y a la sazón se hallaban separados por la rivalidad que, al parecer, reinaba en el alto mando púnico,
para lanzar un ataque directamente contra su principal base en el Levante, Cartago Nova. Tras dejar a Silano vigilando el Ebro, organizó un ataque en dos partes,
enviando por un lado a Cayo Lelio con la armada y dirigiéndose el mismo con el ejército para llegar a Cartago Nova al mismo tiempo que Lelio. El ataque lanzado por
tierra y mar fue un éxito y el comandante cartaginés de la plaza, se vio obligado a rendir la ciudadela. De un solo golpe, Escipión había trasladado la iniciativa a
territorio enemigo y situaba el teatro de operaciones en el valle del Guadalquivir. Los romanos no tendrían que volver a enfrentarse a los cartagineses en la franja
costera levantina, donde hasta entonces se había desarrollado la mayor parte de la lucha. Además de Cartago Nova, Escipión se había apoderado de gran cantidad
de dinero y pertrechos militares, particularmente armamento de asedio, destinado sin duda alguna no sólo a servir para la guerra de Hispania, sino también para las
campañas de Aníbal en Italia. La toma de Cartagena es el principio del fin del ejército cartaginés de Hispania y de Italia.
Más significativo aun para los esfuerzos bélicos, sería el efecto que este éxito romano tendría sobre diversos pueblos peninsulares. En Cartago Nova había gran
cantidad de rehenes de las tribus íberas. Escipión les concede un trato amable y obsequioso dándoles la oportunidad de volver libres a sus casas. A su regreso a
Tarraco, Escipión se entrevistó con un caudillo hispano llamado Edecón, rey de los Edetanos, y poco después vinieron a su encuentro otros dos, Indíbil y Mandonio,
de la tribu de los ilergetes, que hasta ahora habían combatido principalmente contra los romanos. Es probable que en aquella ocasión no sólo establecieran los tres
una alianza con Escipión, sino que además lo reconocieron en cierto modo como su rey. A éstos y a otros muchos reyezuelos ibéricos se sumó el magnífico apoyo del
rey númida Sifax, quien envió a la Península algunos contingentes de su famosa caballería ligera. Los númidas fueron fundamentales en las guerras de aquel periodo.
Raramente entraban en combate y se limitaban a cabalgar hasta donde se encontraba el enemigo, incordiándolo con sus jabalinas y escapando en pocos segundos.
En el año 208 a.C., el ejército de Escipión se encuentra con el ejército de Asdrúbal que se dirige hacia el norte para incorporarse al ejército cartaginés en Italia. En la
batalla de Baecula (próxima a Bailen), Publio derrota a las tropas de Asdrúbal, pero no logra impedir que éste se retirara con buena parte de sus fuerza, dinero y
elefantes. Asdrúbal atraviesa los Pirineos y llega al año siguiente a Italia, donde es derrotado por el ejército consular de C. Claudio Nerón en la batalla de Metauro.
Es sorprendente que Escipión permitiera que sucediera este hecho, teniendo en cuenta que la principal misión de las tropas romanas en Hispania era precisamente
evitar que Aníbal pudiera recibir ayuda. Si la batalla de Metauro hubiese tenido otro resultado y Asdrúbal hubiese podido reunirse con Aníbal, la historia podría
haber cambiado totalmente.
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Hispania Romana: Pueblos prerromanos y lenguas en la Península Ibérica

  • 1.
  • 2.
  • 3. LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN 1 DE 24 1. EL ESCENARIO PRERROMANO 1.1 PUEBLOS PRERROMANOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA De los siglos V al III a.C., se distribuyen los grupos de población existentes en la Península y se consolidan las comunidades indígenas correspondientes, con una delimitación territorial que apenas se modificará hasta la llegada de los romanos a finales del siglo III a.C. La división de la Península Ibérica en relación con los pueblos que habitaban su territorio, puede hacerse dependiendo de varios criterios; influencias recibidas de otras culturas, de criterios lingüísticos o de criterios étnicos, y en ninguno de los casos se realizará una división correcta porque existen muchos otros factores que se deberán tener en cuenta. La división más extendida corresponde a una mezcla de influencia de otras culturas y que además da origen a una cierta homogeneidad lingüística. Esta división corresponde a la parte denominada ÍBERA y a la parte denominada CELTA. La zona ÍBERA de la Península ocupaba toda la franja andaluza desde el norte de Sierra Morena, zona del Levante y zona de Cataluña-Aragón. Los pueblos indígenas allí asentados recibieron mucha influencia cultural de los fenicios y de los griegos, que se instalaron en esta zona peninsular creando colonias para poder ejercer su forma de vida principal que consistía en el comercio e introduciendo entre los pueblos indígenas nuevas tecnologías para la agricultura, nuevas formas de ganadería, el torno, la escritura y el hierro. El cambio cultural que se experimentó en estas zonas fue muy importante dando por finalizada la Edad del Bronce y comenzando la Edad del Hierro. En la zona CELTA, que corresponde al resto de la Península no ocupada por los Íberos, la influencia de otras culturas no fue tan determinante. El sustrato cultural es indoeuropeo, lo que provoca una cultura y una lengua muy diferenciada de la zona Íbera y más atrasada culturalmente. En esta zona tiene lugar además una serie de confluencias culturales que ayudan a comprender su personalidad: • La presencia de Íberos en los Pirineos, haciendo de filtro al paso de indoeuropeos a la Península, individualiza la cultura celta de Hispania con el resto de celtas al norte de los Pirineos. • La gente de cultura celta que llega a la Península no lo hace en grandes oleadas. Esto hace que dependiendo de donde se asienten y de la cultura indígena existente, predomine más el cambio cultural hacia la cultura celta o se mantenga casi sin cambios la cultura indígena. • El contacto con el mundo ibérico facilitó una creciente asimilación de elementos mediterráneos a lo largo de la segunda mitad del primer milenio a.C., proceso esencial para comprender la personalidad cultural de los celtas de la Península Ibérica, pues se fueron aproximando a la cultura ibérica, diferenciándose progresivamente de la cultura de La Téne generalizada por las zonas centroeuropeas del mundo céltico.
  • 4. 2 DE 24 EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS PRERROMANOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA - CONTINUACIÓN LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN • Otro factor externo que interviene decisivamente en la formación histórica de algunos de los pueblos del área indoeuropea es el denominado Bronce Atlántico. En las zonas occidentales de la Península, tanto en el Noroeste, como en toda su extensión hasta el Estrecho, encontramos culturas que participan del desarrollo llamado por los arqueólogos Bronce Atlántico. Supone comunicaciones marítimas importantes con Bretaña, Inglaterra, Cornualles e Irlanda. Estas comunicaciones se realizaron porque el estaño de las costas e islas occidentales de Europa (Galicia y Tras-os-Montes en la zona norte de Portugal, Bretaña, Devon y Cornualles) se hizo indispensable para los pueblos civilizados del Mediterráneo. Algunos historiadores piensan que el idioma hablado en Lusitania tiene sustrato celta pero que está muy influenciado por culturas atlánticas y mediterráneas. Por lo tanto, mientras que los pueblos denominados Íberos pueden ser agrupados culturalmente de forma conjunta, los denominados pueblos celtas han de tener subdivisiones dependiendo del grado de influencia de otras culturas. División regional de los pueblos prerromanos en la Península Ibérica 1.2 LENGUAS PRERROMANAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Otra de las posibles agrupaciones en que se puede dividir los pueblos prerromanos que habitaban la Península Ibérica, está basada en las lenguas que se hablaban en cada zona. Una primera división consiste en diferenciar zonas donde se hablaba lenguas no indoeuropeas de aquellas zonas que el tronco común a las diferentes lenguas era el indoeuropeo. 1.2.1 LENGUAS NO INDOEUROPEAS Las lenguas no indoeuropeas son aquellas que se hablaron en el sur y levante de la Península durante la época prerromana. Se puede hacer una primera gran diferenciación entre la lengua del Sudoeste, que pudiera ser la hablada en época tartesia (siglos VII-VI a.C.) y la lengua ibérica, más extendida y que absorbería seguramente a la lengua del Sudoeste. Las características principales de cada una de estas lenguas no indoeuropeas son las siguientes:
  • 5. 3 DE 24 EL ESCENARIO PRERROMANO. LENGUAS PRERROMANAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA - CONTINUACIÓN LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN 1.2.1.1 La lengua del suroeste Los documentos más antiguos de la lengua del Suroeste son grafitos sobre cerámica (siglo VII-VI a. C.) hallados en Andalucía (Huelva) y Extremadura (Medellín) y las lápidas sepulcrales sobre todo del Algarve en Portugal. Los arqueólogos portugueses piensan que pertenecen a la primera Edad del Hierro (siglo VII a V-IV a. C.). Son más abundantes los textos escritos de derecha a izquierda que los escritos de izquierda a derecha. Podría tratarse de la escritura tartesia propiamente dicha y que debe ser denominada como tal, referido a un sistema gráfico y también lingüístico y no prejuzgando sobre la extensión territorial del dominio tartesio. 1.2.1.2 La lengua ibérica Los iberos aprenden a escribir como consecuencia de dos influencias diversas, la griega y la meridional desde el alto Guadalquivir, quizá sumada a influencias fenicias. La distribución geográfica de los documentos en lengua ibera se extiende desde Almería y Murcia (zona denominada del Sudeste de España) hasta el río Herault en el sur de Francia. Su penetración hacia el interior es difícil de fijar, pues lo único que se sabe con seguridad es que en época romana alcanza la región de Jaén y en el valle del Ebro llega hasta Zaragoza. Los soportes de estas inscripciones son variados, destacando las cerámicas pintadas, los denominados plomos ibéricos, que son piezas exclusivamente epigráficas, sin otro objeto que el de ser soporte de la escritura, las lápidas sepulcrales y, por supuesto, las inscripciones en monedas. Dentro del área de la escritura ibérica quiere verse una distinción entre dos zonas, cuya diferencia más clara estaría dada por los signos utilizados, la zona del Este y Cataluña y la zona del Sudeste (Murcia y Almería). 1.2.2 LENGUAS INDOEUROPEAS El panorama lingüístico de la Hispania indoeuropea es ciertamente complicado. En primer lugar por la práctica imposibilidad de poder relacionar registros lingüísticos con tiempos y espacios determinados, es decir, con poblaciones históricas de forma precisa. Entre las novedades introducidas por las poblaciones que atraviesan tempranamente los Pirineos, estaría una o varias lenguas indoeuropeas que, al mezclarse sus portadores con poblaciones autóctonas, evolucionarían pronto en variantes dialectales resultantes de la fusión con hablas vernáculas. Los procesos de etnogénesis y las varias dinámicas actuales (aculturación, mestizaje, préstamo, migración, comercio, aislamiento…,) en estos territorios en la Edad del Hierro, acaban definiendo diversos focos lingüísticos indoeuropeos en el interior de la península de distinta filiación y componentes.
  • 6. 4 DE 24 EL ESCENARIO PRERROMANO. LENGUAS PRERROMANAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA - CONTINUACIÓN LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN También hay que recordar que la gran limitación en el estudio paleolingüístico viene dada por la propia naturaleza de la evidencia: Los textos. Con la excepción del celtibérico, registrado por escrito gracias a la adaptación del signario ibérico por los celtíberos, no conservamos testimonio directo de lenguas indoeuropeas habladas en la Península Ibérica antes de Roma. En la Hispania céltica se distinguen al menos cinco registros indoeuropeos diferentes: Posible división lingüista de los pueblos prerromanos 1.2.2.1 Antiguo europeo Se trataría de un sustrato lingüístico indoeuropeo precéltico, anterior a Campos de Urnas y a la iberización de la península, extendido ampliamente incluso por áreas posteriormente iberizadas como Cataluña, Aragón y Andalucía. 1.2.2.2 Lusitano Una lengua indoeuropea precéltica más particularizada, que por registrarse en el occidente de la Península se denominó lusitano. Recientemente se identifica el lusitano como una lengua indoeuropea no céltica, pero no tan arcaica e independiente como siempre se ha asumido, al vincularla con el grupo de lenguas itálicas. Sea cual fuere el origen del lusitano, cabe suponer que ésta o alguna lengua emparentada serían las habladas por las gentes lusitanas y vetonas a finales de la Edad del Hierro, cuya extensión alcanzaría la periferia de los territorios galaico, astur y vacceo. Pero de momento no pasa de ser una hipótesis. 1.2.2.3 Celtíbero Es probablemente la lengua celta más importante de la Hispania antigua, y sin duda, la mejor documentada. El celtibérico deriva de una lengua indoeuropea anterior introducida con los Campos de Urnas y desarrollada localmente en el valle del Ebro y la Meseta Oriental entre los siglos VII-IV a.C. El conocimiento del celtibérico viene facilitado por su constatación en documentos epigráficos que se fechan desde inicio del siglo II a.C., hasta el siglo I d.C.
  • 7. 5 DE 24 EL ESCENARIO PRERROMANO. LENGUAS PRERROMANAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA - CONTINUACIÓN LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN 1.2.2.4 Vascuence Con respecto al vascuence y como planteamiento metodológico inicial, es necesario distinguir entre esta lengua, que se ha denominado por algunos autores "pirenaico antiguo" y que actualmente se nombra como euskera, lengua no sólo prerromana, sino, según todos los investigadores, preindoeuropea, y el pueblo de los vascones históricos, situados por los textos greco-latinos de época romana en el territorio de Navarra y algunas zonas aledañas (Noroeste de Guipúzcoa alrededor de Irún, zona de la margen derecha del Ebro en la actual Comunidad Autónoma de La Rioja después de la expansión de los siglos II-I a. C., la zona de las Cinco Villas en Aragón, y la zona Noroccidental de Huesca hasta el territorio de los jacetanos con su centro en Jaca). 1.2.2.5 Otras lenguas Otras lenguas de la familia celta emparentadas con el celtíbero pero diferentes de él, por bautizarlas de algún modo, denominados hispano-celtas. Prácticamente nada conocemos de estas hablas empleadas en territorios al oeste de la Celtiberia. Un cuadro lingüístico particularmente abigarrado es el de la antigua Gallaecia, donde se entremezclan al menos dos estratos indoeuropeos: una lengua celta diferenciada del celtibérico, por lo tanto hispano-celta, y otra no celta próxima al lusitano meridional; sin descartarse otros dialectos preindoeuropeos de raíz atlántica. 1.3 PUEBLOS ÍBEROS Uno de los caballos de batalla más importantes en las investigaciones sobre el mundo Ibérico, es la búsqueda continua de su adecuada definición (si es que la tiene) como entidad cultural más o menos homogénea. En este sentido y para obtener la mayor claridad posible hemos de afirmar rotundamente que la cultura o culturas ibéricas jamás tuvieron un nivel de organización interna lo suficientemente desarrollado como para unificar una serie de rasgos culturales, lengua, derecho, historia, tradición, religión, etc., con el que podríamos caracterizar a una comunidad cultural unitaria. Aun advirtiendo que el término “Ibérico” corresponde a un convencionalismo aceptado por la investigación, hemos de afirmar a favor de esta denominación que la mayoría de las fuentes clásicas aceptan dicha nomenclatura, por lo que en teoría debemos pensar que seguramente serían percibidos de esta manera por una parte de los eruditos o viajeros griegos o latinos a través de cuyas crónicas conservamos noticias de las gentes que habitaron nuestra península en aquella época. Estamos por lo tanto definiendo una matriz o base sobre la que una serie de comunidades desarrollarían, como en otras sociedades contemporáneas (mundo etrusco, Grecia arcaica), sus propias peculiaridades culturales que deben ser contextualizadas en unos parámetros lo más asépticos posibles, sin caer en el viejo paradigma de la unidad nacional del pueblo ibérico.
  • 8. 6 DE 24 EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS ÍBEROS - CONTINUACIÓN LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN El complejo proceso de formación y desarrollo de la cultura ibérica a lo largo y ancho de todo el territorio que llegará a ocupar en su momento de máxima expansión, no puede ser explicado desde una visión de uniformidad. Es por eso que pasaremos a tratar de exponer los factores y peculiaridades regionales que influyeron en esta génesis múltiple, dividiendo el territorio en tres áreas que no pueden tomarse como cotos cerrados con fronteras fijas e inamovibles. 1.3.1 ÁREA IBÉRICA MERIDIONAL Situación aproximada de las etnias indígenas de la mitad meridional de la Península Ibérica. Es el área más extensa ya que abarca toda Andalucía y el sur de Castilla – La Mancha. A pesar de que existen importantes diferencias culturales a lo largo de toda esta zona, podemos indicar que buena parte de ella recibió desde muy temprano una mayor influencia procedente del Mediterráneo Oriental. Influencia que haría florecer la cultura tartesia, centrada en el occidente andaluz pero que irradiaría a zonas limítrofes que alcanzarían el sur de Portugal, toda Extremadura y Andalucía oriental, llegando incluso a las áreas costeras del sudeste peninsular. Según la mayoría de investigadores, será en la frontera oriental del mundo tartesio donde, a partir del 700 a.C., se producirá la génesis de la cultura ibérica, apreciándose la presencia del torno alfarero, asociado a casas cuadrangulares, la extensión del uso del hierro y las imitaciones locales de las cerámicas fenicias, evidencias de una trasformación socioeconómica propiciada por la aparición de unas aristocracias que articulan una sociedad cada vez más férreamente jerarquizada, controlada mediante poblados fortificados (oppida) que promueven una colonización agraria a gran escala que aumenta la producción, lo que a su vez impulsa el crecimiento demográfico. Los principales pueblos íberos de esta área serían los Turdetanos, Oretanos y Bastetanos. 1.3.2 SUDOESTE Y LEVANTE El influjo orientalizante tartesio va disminuyendo desde la baja Andalucía hacia las costas levantinas, siendo sustituida en parte por influencias Fenicias llegadas directamente a estas costas. Esto hará que ésta área adopte también los avances tecnológicos procedentes de Oriente, como el hierro o el torno de alfarero. La casa cuadrangular ya era conocida en la zona desde la Edad del Bronce, pero se generaliza ahora un urbanismo más regular.
  • 9. 7 DE 24 EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS ÍBEROS - CONTINUACIÓN LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN A todos estos influjos orientalizantes se suman otros importantísimos procedentes del mundo griego, que llegan a través de sus comerciantes y colonias, principalmente foceas, presentes de forma permanente en la península desde comienzos del siglo VI a.C., cuando se funda Emporion en el golfo de Rosas, aunque la presencia esporádica de comerciantes helenos sería anterior a la fundación de estos asentamientos. Situación aproximada de las etnias indígenas del levante de la Península Ibérica. Si nos situamos al norte de río Mijares, ya en la provincia de Castellón, observamos cómo subsiste la influencia de los llamados Pueblos de los Campos de Urnas, más evidente cuanto más al norte, y eso a pesar del gran foco de difusión cultural griega que supone la presencia de Emporión, que actuará directamente sobre el mencionado sustrato indígena. Los principales pueblos íberos de esta área serían los Contestanos y los Edetanos. 1.3.3 NORDESTE El mosaico de las comunidades ibéricas de la Península, ha de completarse con el norte de la provincia de Castellón, Cataluña y la cuenca Mediterránea del sur de Francia hasta la línea del río Herault. En el territorio comprendido entre el norte de Castellón y el litoral de la provincia de Tarragona, las fuentes nos hablan de los “ilergetas” (o ilergetes) y los “ilercavones”, Ya en el interior de la provincia de Tarragona, tenemos noticias de los “kessetanos”. Más al norte, en torno a la provincia de Barcelona, tenemos a los “laietanos”. Además de estas comunidades, en la Cataluña interior, lindando con las comunidades pirenaicas, tenemos a los “ausetanos”. En el litoral en torno al golfo de Rosas (Gerona), lugar donde se establecieron los dos únicos centros griegos documentados arqueológicamente en la Península Ibérica, las antiguas Emporion y Rhode, se desarrolló una de las comunidades con mayor esplendor urbano de todo el horizonte Ibérico, los “indiketes”. Al abrigo de un intenso comercio agrícola con estos centros griegos, auténticas colonias que fueron clave en el contacto de Iberia en las redes comerciales del Mediterráneo, sobre todo con las ciudades griegas del Asia Menor (actual costa egea de Turquía), se desarrollan una serie de establecimientos y oppida que experimentarán un desarrollo espectacular desde el siglo V a.C. Algunos de estos núcleos llegarán a dotarse de un sistema defensivo muy desarrollado, así como un desarrollo urbanístico perfectamente planificado que incluye la construcción de viviendas palaciales, seguramente con colaboración de arquitectos de origen griego.
  • 10. 8 DE 24 EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN Situación aproximada de las etnias indígenas del nordeste de la Península Ibérica. 1.4 PUEBLOS CELTAS Definir y caracterizar los distintos pueblos celtas que habitaban la Península Ibérica por sus características culturales, sociales, lingüísticas o económicas, es una tarea realmente complicada debido a la diversidad de características existentes entre las distintas tribus que podrían llegar a configurar una sociedad jerárquica superior. Se cuenta con dos líneas de información para delimitar y caracterizar los distintos pueblos celtas asentados en Hispania. La primera de estas líneas corresponde a la investigación epigráfica de las inscripciones que forman parte del nombre de los individuos. La segunda de estas líneas corresponde a la información que nos ha llegado de las fuentes clásicas. A nivel general estas fuentes ya indican el conglomerado de pueblos existentes. Parece ser que llegó a haber un centenar de tribus distintas en la Península Ibérica. No sabemos si aquellos pueblos tenían un nombre para este extenso territorio, aunque dada la poca propensión que tenían a uniones más allá de las meramente tribales, es fácil suponer que no. Habida cuenta de la amplitud espacial de la Hispania céltica y de los distintos marcos ambientales y culturales que la integran, se hará una presentación del poblamiento prerromano en cinco grandes regiones. • Sistema Ibérico y Meseta Oriental (Cultura Celtibérica) • Meseta Occidental y Central • Franja Atlántica y Extremadura • Cornisa Cantábrica • Cultura Castreña. Dentro de cada una de estas regiones, se destacan los siguientes pueblos (ver plano diapositiva siguiente):
  • 11. 9 DE 24 • SISTEMA IBÉRICO Y MESETA ORIENTAL (CULTURA CELTIBÉRICA)  Pelendones (C10)  Belos (C11)  Lusones (C12)  Titos (C13)  Olcades (C14)  Arévacos (C15) • MESETA OCCIDENTAL Y CENTRAL  Vacceos (C5)  Carpetanos (C16)  Vetones (C17) • FRANJA ATLÁNTICA Y EXTREMADURA  Lusitanos (L1)  Célticos (C18) • CORNISA CANTÁBRICA  Cántabros (C3)  Astures (C4)  Turmogos (C6)  Autrigones-Caristios (C7)  Várdulos (C8)  Berones (C9)  Vascones (A1) • CULTURA CASTREÑA.  Galaicos (C1)  Brácaros (C2) EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN
  • 12. 10 DE 24 1.4.1.1 Belos Posibles límites de los distintos pueblos celtíberos Ocupan el valle medio del Jalón con prolongación hasta las cuencas de los ríos Huerva y Aguas Vivas y el Campo de Cariñena. Apenas tenemos noticias de ellos por su temprana conquista. Sekaisa (Segeda), en las cercanías de Belmonte, era el principal centro urbano de los belos, así como Arcóbriga (Arcos de Jalón). Se conoce también una ciudad de nombre Contrebia Belaisca, que sería la actual Botorrita. 1.4.1.2 Titos Inmediatos a los Belos hacia el sudoeste hasta alcanzar las fuentes del Jalón por su margen izquierda, se sitúan los titos, aliados tradicionales de aquellos durante la conquista. Titos y Belos recibieron las influencias ibéricas que, procedentes de Levante, remontaron el valle del Ebro, al estar situados en los pasos estratégicos del valle del Ebro a la Meseta. En la literatura clásica, Titos y Belos son citados siempre conjuntamente y por Apiano sabemos que existía cierta dependencia de los Titos con respecto a los Belos 1.4.1.3 Lusones Articulan su territorio en torno al tramo medio y final del río Jiloca y alcanzan el nacimiento del Tajo en la comarca de Albarracín. Aunque algunas fuentes los sitúan más al norte, a los pies del Moncayo, poblando la margen derecha del Ebro. Destacan entre sus centros Contrebia, en las proximidades de Daroca, y Bilbilis, la actual Calatayud. Los límites entre Lusones, Belos y Titos, son muy difíciles de establecer. Puede ser que el poblamiento fueses un mosaico con localidades pertenecientes a unos pueblos dentro del territorio de otros. 1.4.1 PUEBLOS CELTÍBEROS LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
  • 13. 11 DE 24 Posibles límites de los distintos pueblos celtíberos 1.4.1.4 Arévacos Es el pueblo más importante de la Celtiberia Ulterior. Estos ocupaban la actual provincia de Soria desde las estribaciones serranas hasta las cabeceras del Henares y Tajuña en el norte de Guadalajara; un amplio territorio vertebrado por el curso alto del Duero. A los arévacos pertenecen las ciudades tan conocidas en época histórica como Numancia, Uxama, Argaela o Clunia. Los Arévacos, a decir de Estrabón, eran el más fuerte de los pueblos celtibéricos, y ello se comprueba por el papel destacado que asumieron en la resistencia contra Roma. La segunda guerra celtibérica fue fundamentalmente una guerra contra los Arévacos. 1.4.1.5 Pelendones Más complejo resulta establecer el marco espacial y la identidad de los pelendones, citados sólo por Plinio y Tolomeo en vecindad con los arévacos, que debieron ocupar la parte norte y montañosa de la provincia de Soria. A los pelendones se les relaciona con la cultura arqueológica de los castros sorianos, que se desarrollaron entre los siglos VI-IV a.C., en momentos del celtibérico antiguo. Del análisis de las fuentes puede deducirse que los pelendones fueron un pueblo sometido por los arévacos, posiblemente en el momento inmediatamente anterior a la conquista romana. La política seguida por Roma devolvió a los antiguos habitantes, pelendones, el territorio del que habían sido desalojados. De ahí que Numancia aparezca en unos autores como arévaca y en otros como pelendona. 1.4.1.6 Olcades Se ubicaban en la provincia de Cuenca aunque existe gran controversia sobre la situación concreta y procedencia. Unos autores sitúan a los olcades como pueblo celtíbero y otros como pueblo íbero dentro del territorio edetano. Hecateo de Mileto los situaba entre el alto Tajo y el Júcar medio. Posteriormente, solo se citan en época de Aníbal, desapareciendo posteriormente absorbidos entre celtíberos y edetanos, y siendo mal conocidos. Más tarde Tito Livio los consideró un apéndice de los carpetanos. Por otra parte el historiador Manuel Gómez-Moreno los situaba en La Alcarria. LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
  • 14. 12 DE 24 1.4.2.1 Vacceos Extendidos por las actuales provincias de Valladolid, Palencia, oriente de Zamora, sur de Burgos y occidente de Segovia, los vacceos son un pueblo de notable personalidad. Su proceso formativo parece retrotraerse a la cultura de Cogotas I del Bronce Medio-Final. A partir del siglo V a.C., esta región sufre un fuerte impacto del núcleo celtibérico del Alto Duero, con el desarrollo de la metalurgia del hierro, configurándose los vacceos históricos. Las ciudades más importantes fueron, Roa de Duero-Rauda (Burgos), Pallantia (Palencia), Terradillos-Viminatium (León), Oceloduri (Zamora), Portillo-Porta Augusta, Simancas-Septimanca (Valladolid) y Coca-Cauca (Segovia). Los Vacceos aparecen mencionados muy tempranamente en la fuentes literarias, al ser uno de los pueblos contra los que se dirigió Aníbal en el año 220 a.C. Posteriormente aparecen citados (193 – 190 a.C.) con motivo de las campañas de Marco Fluvio contra Toletum. Su mayor protagonismo se va a dar sin embargo, durante la guerra de Numancia, con motivo de las campañas de Licinio Lúculo. Después de la caída de Numancia, durante las guerras civiles de final del siglo I a.C., algunas ciudades vacceas que habían tomado partido por Sertorio, siguieron resistiendo a pesar de la muerte de éste. Después ya no hay signos de resistencia por parte de los Vacceos y, en el año 29 a.C., Augusto declarará la guerra a los cántabros y a los astures pretextando defender a los Vacceos. Posibles límites geográficos de los Vacceos LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN 1.4.2 MESETA OCCIDENTAL Y CENTRAL
  • 15. 13 DE 24 1.4.2.2 Vetones Ocupaban las actuales provincias de Salamanca y Ávila en su totalidad, la penillanura cacereña, el occidente de Toledo hasta rozar con el sur por el valle del Guadiana. Las manifestaciones más representativas de los vetones son las esculturas zoomorfas de toros y cerdos, los llamados “verracos”. El semblante de los vetones en la historiografía antigua es de un pueblo de pastores y guerreros que secundan a los lusitanos en su lucha contra Roma. Destaca entre sus emplazamientos Salmantica (Salamanca), Bletisa (Ledesma), Mirobriga (Ciudad Rodrigo), Lama (Baños de Montemayor), Capara (Ventas de Cáparra), Obila? (Ávila) y Turgallium (Trujillo). Parece ser que también en este caso el pueblo más fuerte, los vacceos, arrinconó al más débil en las zonas montañosas y menos productivas y, por ello, también Helmántica-Salmantica aparece en unos autores antiguos como vaccea y en otros como vetona. Sobre este territorio se desarrolla en la segunda del Hierro, una de las culturas prerromanas con mayor personalidad propia, denominada “cultura de los verracos”, que son imágenes de toros, cerdos o jabalíes, realizados en piedra. Sobre su significado se ha discutido mucho sin que en la actualidad haya unanimidad entre los historiadores. Otro rasgo fundamental de los Vetones, es el poblamiento en castros, algunos de los cuales presenta unas defensas impresionantes. El poblamiento castreño puede ser de origen indoeuropeo, pero las esculturas de verracos parecen tener su origen en la estatuaria ibérica del mediodía y levante peninsular. Esta posible dualidad de culturas, es lo que les da a los Vetones una fisonomía propia que los distingue de los restantes pueblos de la Meseta Central. Posibles límites geográficos de los Vetones LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
  • 16. 14 DE 24 1.4.2.3 Carpetanos Su territorio está comprendido entre la Sierra de Guadarrama, los Montes de Toledo y la serranía conquense: el ámbito de las actuales provincias de Madrid, Toledo y rebordes de Guadalajara, Cuenca y Ciudad Real. Están definidos por asentamientos agrícolas de pequeño y mediano tamaño en terrazas y por poblados fortificados en los escarpes de montaña. Concluida la conquista de su territorio, los carpetanos, de identidad étnica poco precisa, apenas vuelven a ser citados en las fuentes, englobándose en las referencias genéricas a celtíberos. Centros importantes son Toletum (Toledo), Complutum (Alcalá de Henares) y Consabura (Consuegra). Los Carpetanos entran en la historia con motivo de la expedición de Aníbal contra los pueblos de la Meseta en los años previos al ataque a Sagunto (221 a.C.). Al regreso de Aníbal después de la expedición contra Vacceos y Olcades, es atacado por los Carpetanos. Aníbal los combatió a orillas del Tajo, donde obtuvo una aplastante victoria que le dio el dominio sobre los pueblos del interior de la Península y permitió atacar Sagunto. Cuando comienza la conquista de la Meseta Central por los romanos, las fuentes literarias no mencionan a los carpetanos como pueblo, pero sí a diferentes ciudades suyas que jugaron un papel importante en las luchas de comienzo de II a.C. Desde un punto de vista étnico y lingüístico, los carpetanos parecen un pueblo indoeuropeo pero con numerosos elemento íberos. Por una parte presentan vínculos lingüísticos y culturales con los ibéricos Oretanos del sudeste, pero por otra parte también con el mundo occidental de los vetones, probablemente emparentados con los lusitanos de algún modo. Los carpetanos comparten con los vetones uno de los rasgos más característicos, que son las esculturas zoomorfas de verracos Posibles límites geográficos de los Carpetanos LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
  • 17. 15 DE 24 1.4.3.1 Lusitania Los lusitanos ocupan un espacio mal definido en el interfluvio inferior Tajo-Duero. Se incluyen en él, el occidente de Extremadura y la parte de las regiones portuguesas de Tras-Os-Montes, las Beiras y el norte de Alentejo. Su proceso formativo no está aún del todo claro pero como en otras regiones interiores, tiene su base en un sustrato castreño de tipo atlántico con añejos elementos indoeuropeos de la Edad de Bronce. Empieza a definirse más claramente a inicios de la Edad de Hierro, con poblados fortificados tanto en altura como en el llano, controlando cursos fluviales, recursos naturales y vías de comunicación con vistas de intercambio regional. Sobre este sustrato actúan más adelante poblaciones venidas de la Meseta y de tradición de Campos de Urnas, migraciones procedentes del Sudoeste y otras ligadas al comercio púnico, y finalmente la presencia romana. Lo que sabemos de los castros y la cultura material de los lusitanos no difiere en demasía de lo atribuible a galicos, astures o vetones. Cabría pensar en un fondo cultural compartido que incluiría una lengua dominante de raíz indoeuropea, que denominamos lusitano, de la que se conservan testimonio algunas inscripciones latinas altoimperiales. Centros importantes son Aeminium (Coimbra), Caurium (Coria), Ebura (Évora) y Norba Caesarina (Cáceres). Los lusitanos aparecen mencionados por primera vez en su territorio por Polibio hacia el año 210 a.C., cuando cita que, de las tropas cartaginesas, las de Asdrúbal Giscón estaban “en las proximidades de la desembocadura del Tajo, Lusitania abajo”. Estrabón proporciona una completa descripción de Lusitania. Sitúa a los lusitanos al norte del Tajo y dice que son la tribu más grande de los Íberos, contra la que los romanos tuvieron que combatir largo tiempo. Posibles límites geográficos de los Lusitanos Ya antes de la conquista romana, los lusitanos se habían extendido al sur de la línea del Tajo. En el año 155 a.C., los lusitanos emprendieron una gran expedición contra los territorios de los aliados de Roma al mando de un tal Púnico, derrotando a dos ejércitos romanos y saqueando el litoral de Andalucía. Al año siguiente, según Apiano, los lusitanos del otro lado del Tajo, se levantaron bajo las órdenes de un tal Cauceno y saquearon la ciudad de Conistorgis, que era probablemente la capital de los conios, en el Algarve. LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN 1.4.3 FRANJA ATLÁNTICA Y EXTREMADURA
  • 18. 16 DE 24 Por la forma que Aoiano cuenta los hechos, se ve que éstos últimos lusitanos ya estaban previamente establecidos al sur del tajo, y como los romanos no conquistaron el territorio sino hasta después de la muerte de Viriato, no puede atribuirse esta posición al sur del río a una migración forzosa impuesta por los romanos. De hecho, ya al comienzo del siglo II a.C., las fuentes literarias registran la presencia de los lusitanos en el sudoeste peninsular, en la Baja Andalucía, y por consiguiente muy lejos de su territorio original. 1.4.3.2 Célticos Al sur de los lusitanos se extienden los célticos, sobre un dominio de dehesas compartido hoy por las provincias de Badajoz, el norte de Huelva y el bajo Alentejo. Centros importantes son Salacia (Alcacer do Sal), Caetobriga (Setúbal) y Pax Iulia (Beja). Los célticos aparecen mencionados en fuentes de época tardorrepublicana e imperial. Plinio dice que los célticos procedían de una migración de los celtíberos y que venían de Lusitania, lo cual podía observarse por sus ritos, su lengua y los nombres de las poblaciones. Esta relación entre célticos y celtíberos, se comprueba también por la estrecha semejanza entre las monedas de Secaisa (Segeda) en Celtiberia, y las de la ceca de Tamusía, en la provincia de Cáceres. Es difícil situar la fecha de la emigración de estas gentes desde Celtiberia al sudoeste de la Península, pero seguramente fue ya en una fecha reciente y bajo control romano. Ello no quiere decir que este establecimiento definitivo, no fuese la culminación de un proceso o flujo de migración más antiguo. Posiblemente los célticos fuesen atraídos hasta esa región por la riqueza minera y la ganadería de la misma, que Estrabón y otras fuentes ponen en relieve. Los célticos parecen haber sido buenos mineros y ganaderos y estas mismas actividades eran fundamentales en la economía de Celtiberia. Posibles límites geográficos de los Célticos LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
  • 19. 17 DE 24 1.4.4.1 Astures Los astures componen un conglomerado de tribus extendidas por la actual Asturias, la provincia de León, el norte de Zamora, los rebordes nororientales de Tras-Os- Montes y el occidente orensano. Plinio dice que los 22 populi de los Astures están divididos en augustanos y transmontanos. Esta división no impide que constituyan un único convento jurídico cuya capital era Astúrica Augusta (Astorga). Entre los astures transmontanos (del otro lado de la cordillera) se encuentran los luggones en la zona centro-oriental de Asturias y los pésicos en la parte occidental hasta el Navia. Entre los astures augustanos, que ocupaban casi toda la provincia de León, parte de la de Zamora al oeste del Esla y hasta el Duero y zona nordeste de Portugal hasta el Sabor, así como la parte nororiental de la provincia de Orense, destacan los zoelas, situados en la parte más meridional, al sur de la Sierra de la Culebra, los brigaecinos, en la zona alrededor de Benavente, los lancienses, en la zona de Villasabariego y León, los amacos, en la zona de Astorga, y los gigurros en la zona de Petín, Puebla de Trives y Viana del Bollo. Con respecto a la formación del mundo Astur, el punto de partida es un sustrato cultural relacionado con un grupo duriense de Soto de Medinilla, al que corresponden los primeros castros de los siglos VIII- IV a.C. Con el tiempo y acaso por razones demográficas y sociales, se produce una eclosión de hábitat. Los patrones constructivos son muy similares al noroeste en las zonas occidentales y más vinculadas a la cultura vaccea y celtibérica del valle del Duero, los situados en los páramos meridionales de León y Zamora. Entre los astures, como en otros ámbitos de la Hispania indoeuropea, los castros representan la expresión material de la comunidad en el territorio, al destacarse topográficamente sobre el entorno y contar con recios sistemas de defensa que incorporan rampas de piedras hincadas. Posibles límites geográficos de los Astures y principales grupos LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN 1.4.4 LA CORNISA CANTÁBRICA
  • 20. 18 DE 24 En contraste con lo tradicionalmente asumido, la acción de Roma no supuso la descomposición de la cultura castreña astur; más bien su consolidación, con lógicas transformaciones y con vistas sobre todo a la explotación de los recursos auríferos. De hecho, los castros astur-romanos alcanzan su cenit en los siglos I-II d.C. 1.4.4.2 Cántabros Componen un conjunto de pequeñas tribus territoriales que sobrepasan los límites de la actual Cantabria para abarcar el norte de las provincias de Palencia y Burgos. En las fuentes aparecen divididos en varios grupos: vadinienses, orgenomescos, salaenos, plentauros, coniscos, avariginos, etc., siendo sus principales núcleos Velilla de Guardo, Palencia-Tamarica, Vadinia (civitas Vadiniensis), en la zona occidental y aún sin localizar, quizá porque no tuviera centro urbano, y Vellica, no lejos de Monte Cildá. Las primeras referencias históricas a los cántabros parecen remontarse a la época de Catón, que con motivo de sus campañas alude a una costumbre suya aunque sin mencionarlos. A lo largo del siglo II a.C., se les menciona en varias ocasiones, sobre todo en relación con los Vacceos, durante la lucha contra los romanos. Pero sobre todo es en el siglo I a.C., especialmente a partir de la época sertoriana, cuando las noticias sobre ellos comienzan a ser más frecuentes. Posibles límites geográficos de los cántabros y principales grupos Ya antes del 29 a.C., existían hostilidades entre los romanos y los cántabros y Augusto les declaró la guerra pretextando que saqueaban el territorio de pueblos aliados e incluidos en la provincia, como los vacceos. El medioambiente montañoso perfila un patrón económico de base ganadera que se complementa con una agricultura limitada a los fondos de valle y tierras bajas y la explotación de recursos forestales y mineros, sobre todo de hierro y plomo. Los castros de la región cántabra muestran, alguno de ellos, una primera ocupación en el Hierro Antiguo, en paralelo y con influencias de las culturas del Soto de Medinilla del valle medio del Duero y de Campos de Urnas del Alto Ebro. Este horizonte marcaría el punto de partida en la formación histórica del grupo cántabro. En los momentos centrales de la Edad del Hierro, se desarrolla en el sector meridional una facies cultural relacionada con el valle del Duero. El castro de Monte Bernorio (Palencia), en la frontera con los turmogos, es el mejor exponente de la misma, hasta el punto de dar nombre a esta fase de transición de los siglos IV-II a.C. LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
  • 21. 19 DE 24 Igualmente importante es la necrópolis homónima, que ha deparado destacados ajuares guerreros y una variante de puñal muy elaborada y representativa de la Meseta Norte. Los hallazgos de esta y otras necrópolis burgalesas en la transición de los territorios turmogo y cántabro, confirman la existencia de élites aristocráticas reforzadas por el prestigio de las armas, algo común en la Hispania Indoeuropea. A partir del siglo III a.C., el poblamiento cántabro manifiesta una homogenización cultural muy vinculada con el mundo celtíbero; así lo indica la aparición de cerámicas a torno pintadas, armamento y utillaje de sabor meseteño. La costosa conquista romana de estas tierras, ocasiona una alteración en el poblamiento cántabro. Los más claros indicadores son: a) Instalación de importantes dispositivos militares y viarios. b) El abandono de buena parte de los castros de montaña. c) Potenciación de enclaves y/o nuevas fundaciones sobre las principales rutas de comunicación terrestre y litoral. 1.4.5 GRUPOS VASCONES Entre los cántabros y el Pirineo, las fuentes antiguas mencionan distintos pueblos sobre los cuales la información es escasísima y es muy difícil trazar tanto los territorios respectivos como sus características étnicas. Esta complejidad se debe sin duda a la posición geográfica de estos pueblos, situados en el cruce de auténticos corredores geográficos; por una parte, la vía de penetración desde Europa continental hacia la Península Ibérica por Irún y los pasos occidentales pirenaicos; por otra parte, el alto valle del Ebro que pone en comunicación la cordillera Cantábrica con la Meseta, a través de Pancorbo, y Aragón; en fin, los corredores secundarios que ofrece la llanada alavesa. Es natural por consiguiente, que en estos territorios se hayan producido amalgamas, de composición variable, del sustrato preindoeuropeo de la Edad del Bronce con los distintos elementos indoeuropeos, célticos o no, que fueron llegando a la Península durante el primer milenio antes de Cristo, resultando con ello un poblamiento complejo tanto desde el punto de vista cultural, como étnico, como lingüístico. Esto pueblos son los Autrigones, Caristos, Várdulos, Turmogos, Berones y Vascones. Deberían existir otros muchos pueblos. Plinio cita a los Carietes y Vennenses, desconocidos por otros textos. Estrabón por su parte, afirma explícitamente que rehusaba mencionar los nombres de muchos pueblos que le resultaban desagradables y fastidiosos. Sobre este conjunto de pueblos celtas situados al norte de la Península Ibérica, existen varias teorías entre los historiadores: • Los estudios históricos sobre los caristios y sus vecinos autrigones, várdulos y vascones, arrancan en el siglo XVIII con los trabajos de Manuel de Larramendi, que englobaba a todos esos pueblos como cántabros, con una concepción muy amplia de estos. LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
  • 22. 20 DE 24 • Una segunda corriente historiográfica, representada por Bosch Gimpera ya en el siglo XX, reúne a caristios, autrigones y várdulos junto con los vascones propiamente considerados en el grupo de los vascones. • Finalmente, una tercera y más reciente corriente historiográfica, formulada por Martín Almagro Gorbea y otros, basándose en fuentes arqueológicas y lingüísticas, sitúa a caristios, várdulos y autrigones en la órbita de lo indoeuropeo y las lenguas célticas, localizando el territorio originario del protoeuskera en los Pirineos occidentales, con especial presencia al norte, en la Aquitania. 1.4.5.1 Autrigones Posibles límites geográficos de los Autrigones, Caristios y Várdulos El territorio de los autrigones estaría incluido entre el Mar Cantábrico, con el Asón como punto de referencia, y la Sierra de la Demanda, y desde los ríos Nervión y Tirón a la región de Villarcayo, La Bureba y el Puerto de la Brújula; entre sus núcleos más importantes destacan Castro Urdiales (Flaviobriga), Osma de Valdegobía (Vxama Barca) con un importante núcleo de castros de la Edad del Hierro, Briviesca (Virovesca) y Cerezo del Río Tirón (Segisamunclum), ya lindando casi con los berones. La primera mención de los autrigones corresponde a Tito Livio, en el año 76 a. C., en la acción de Sertorio en Hispania. Estrabón hace mención de ellos en su libro Geographika, con el nombre de allótrigones, quizá adaptando su nombre a una palabra griega más familiar para él que quiere decir 'extraños'. 1.4.5.2 Caristos Están situados a modo de cuña entre los várdulos y los autrigones, ocupando por la costa el territorio entre el río Deva al este y el Nervión al oeste, constituyendo la vega del Bayas y los Montes de Vitoria en Treviño la parte más meridional de la divisoria. Entre sus centros principales destacan Suessatio, posiblemente Kutzemendi en Olarizu en época prerromana y Arcaya en época romana, y Veleia, poblado de Arkiz en época prerromana e Iruña en época romana. El primero en mencionar a los caristios fue Plinio el Viejo, que los llamó carietes y los vinculaba a los veneses. Más completas son las noticias proporcionadas por Claudio Ptolomeo en el siglo II d. C., que no mencionaba ya a los veneses y localizaba a los caristios al oriente de los autrigones y al occidente de los várdulos, en el río Deva, llegando hasta la costa, además de citar algunas de las civitates que les pertenecían. LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
  • 23. 21 DE 24 A estos escasos y tardíos testimonios literarios cabe agregar, para el conocimiento de estos pueblos protohistóricos, la información que proporcionan algunos documentos arqueológicos, aunque desigualmente repartidos por el territorio ocupado por los caristios, con mayor densidad en Álava. Su historia, al parecer, había concluido ya en el siglo V, cuando el cronista Hydacio, informando de los saqueos llevados a cabo en aquellas tierras por los hérulos, hablaba de los crueles daños causados en los parajes marítimos de la Cantabria y de la Vardulía, sin mencionar ya a los caristios. 1.4.5.3 Várdulos Con un límite común en Treviño (Trifinium) y llegando su territorio hasta la costa encontramos, al norte de los berones y de este a oeste, a los várdulos, que, según las fuentes antiguas, ocuparían parte de la provincia de Guipúzcoa, entre los valles del Oyarzun y Urumea como punto de referencia más oriental y el del Deva como punto más occidental, y de la de Álava (la parte oriental de La Llanada, incluyendo Alegría de Álava) como centro más occidental y el Condado de Treviño como punto más meridional, y parte del territorio colindante de la provincia de Navarra. Mencionados por Estrabón, que los llama Barduitai, aunque más adelante matiza que también se les llama Barduloi y los sitúa en la costa, entre cántabros y vascones. Son también mencionados por Pomponio Mela y Plinio como Vardulli, y también los sitúan en la costa entre cántabros y vascones. Pomponio Mela dice que habitaban las estribaciones costeras de los Pirineos y especifica que formaban una sola nación, es decir, que no se dividían en tribus, aunque Plinio le contradice cuando afirma que los Várdulos estaban constituidos por 14 pueblos. Posibles límites geográficos de los Autrigones, Caristios y Várdulos El dato más antiguo conocido de los Várdulos posiblemente sea el aportado por Plutarco cuando afirma que hacia el 114 a. C. el general romano Cayo Mario (156 a. C.- 86 a. C.) tuvo una guardia personal de esclavos escogidos llamados Bardiaios con los que fue a Roma. La última referencia a los várdulos es en la crónica de Hidacio, cuando narra que sufrió las devastaciones de los hérulos al atacar con siete naves la costa cántabra y de Vardulia en el año 456. 1.4.5.4 Turmogos Habitan las tierras de Burgos y parte de Palencia. Antes de la romanización, la cultura material de los turmogos, muestra evidentes conexiones con los ámbitos vacceo, celtíbero y cántabro. Sus núcleos más importantes son Segsamone (Sasamón), y la parte colindante de la provincia de Palencia, donde destaca Pisoraca (Herrera del Pisuerga). Los turmogos fueron un pueblo con escasas referencias en las fuentes clásicas, posiblemente por su poca significación en el proceso de conquista romana. LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
  • 24. 22 DE 24 1.4.5.5 Berones Ocupando la mayor parte del territorio de la actual Comunidad Autónoma de la Rioja y algún espacio cercano (Rioja Alavesa y zona suroccidental de Navarra) se encontraban los berones. Es discutida la ubicación del límite entre berones y várdulos, que estaban al norte de ellos, situándolo unos autores en la Sierra de Cantabria y otros en el lecho del río Ebro, con lo que la Rioja Alavesa quedaría en un caso dentro y en otro fuera de su territorio. Las últimas investigaciones, sobre todo lingüísticas de M.L. Albertos, y hallazgos arqueológicos recientes apuntan a la Sierra de Cantabria como límite. Por el oeste el límite con los autrigones es probable que fuera todo el curso del río Tirón, mientras que por el este el límite varía según nos refiramos a la etapa anterior o posterior a la expansión vascona por el valle medio del Ebro, aceptándose actualmente que antes de la conquista las ciudades del valle medio del Ebro (Cascantum-Cascante, Graccurris-Alfaro y Calagurris-Calahorra) eran beronas y, a partir de la expansión vascona, desde el final de las Guerras Celtibéricas, pertenecerían a los vascones. Por el sur limitan con arévacos y pelendones, perteneciendo los altos valles del Nájera y Alhama al territorio de estos pueblos. Sus principales núcleos son Varia-Varea, Tricio-Tritium Magallum y Libia, cerca de Herramelluri. Fueron descritos por historiadores como Ptolomeo, Estrabón, Aulo Hircio o Tito Livio entre otros. Tito Livio los menciona en el relato de las Guerras Sertorianas del año 76 a. C. como enemigos de Sertorio y su ejército. Estrabón alude a su identidad explícitamente celtíbera, destacando especialmente su carácter céltico y Aulo Hircio, en su libro Bellum Alexandrinum pone de manifiesto la bravura y posterior fidelidad a Roma de los guerreros berones. Desaparecen como pueblo en las fuentes clásicas el año 72 a. C. tras el fin de las guerras sertorianas, aunque algunas poblaciones mantienen durante cierto tiempo su cultura debido a una romanización tardía. Posibles límites geográficos de los Berones 1.4.5.6 Vascones Al norte de los berones y celtíberos citeriores (indoeuropeos), al oeste de los iacetanos y de los salluienses del valle del Ebro (iberos) y al este de los várdulos se encuentran los vascones históricos de los textos greco-latinos de la época de la conquista. Este pueblo tiene dos zonas claramente definidas en la historiografía greco-latina clásica, el saltus (zona montañosa sobre todo) y el ager (la zona más bien llana al sur de Pamplona, que se vio ampliada con toda probabilidad en los siglos II y I a.C., a costa de berones y celtíberos). LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
  • 25. 23 DE 24 Los grupos de población más importantes de este pueblo que aparecen en las fuentes romanas son los andelonenses, de la zona de Andión; los carenses, de la zona de Santa Cara; los iliberritani, posiblemente de la zona de Liédena o de Lumbiers; los pompaelonenses, de Pompaelo (Pamplona), fundación de Pompeyo sobre un antiguo poblado indígena; Ilurcis, probablemente poblada por vascones antes de las guerras de los romanos contra los celtíberos, como piensa R. López Melero, y sobre cuyas ruinas T. Sempronio Graco fundó Gracchuris (Alfaro) con población vascona, si tenemos en cuenta que en la guerra de Sertorio contra Pompeyo, mientras Calagurris defiende a ultranza a Sertorio, Gracchuris está de parte de Pompeyo. También parece que en época clásica Segia, Egea de los Caballeros, pertenece a los vascones. El principal hito en la romanización del territorio vascón, es la fundación de Pompaelo (Pamplona) por Pompeyo en el 75 a.C. La reseña historiográfica más antigua corresponde a Livio quien, en un breve pasaje de su obra sobre la campaña del año 76 a. C. de la guerra sertoriana, relata cómo tras remontar el río Ebro y la civitas de Calagurris Nasica, se atraviesa el territorio llano de los vascones o Vasconum agrum hasta los lindes de sus vecinos inmediatos, los berones. De un estudio comparado de otras partes del mismo fragmento, se deduce que ese linde se encontraba al oeste, mientras que hacia el sur los vascones eran vecinos de la ciudad celtíbera de Contrebia Leucade. Plinio, por su parte, en su Naturalis Historia reprodujo un texto anterior del año 50 a. C. en el que se emplazaba a los vascones en el extremo occidental de los Pirineos, vecinos de los Várdulos, y extendidos hacia los montes de Oiarso y el Cantábrico en un área que denominó Vasconum saltus. El geógrafo griego Estrabón, en la época de Augusto (63 a. C. – 14 d.C.), al referirse a los vascones sitúa su principal Pólis en la ciudad de Pompælo junto también la ciudad de Callagurris. Datos epigráficos, de poblamiento y cultura material, señala el sur del territorio vascón como una importante área de transición y contactos entre tres principales focos: el vascón o paleovasco, el celtibérico y el ibérico. Posibles límites geográficos de los Vascones LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN
  • 26. 24 DE 24 El cuadrante noroccidental de la Península Ibérica es el marco ambiental de la cultura castreña, que se desarrolla durante la Edad del Hierro. Sus límites aproximados abarcan Galicia, el norte de Portugal desde el valle del Duero hasta el Miño, las estribaciones montañosas de León y el poniente de Asturias hasta el río Navia. Desde el punto de vista político estamos ante un complejo mapa étnico con un sinfín de tribus y unidades organizativas menores, cuya mejor expresión son los castros o castella. Sin negar la existencia de un grupo étnico galaico, la Gallaecia como espacio histórico, es un concepto artificial creado en tiempos de Augusto, para dar unidad administrativa y espacial a los territorios del Noroeste conquistados por Roma. Sirva como ejemplo la referencia de Plinio el Viejo al número de tribus integradas hacia el siglo I d.C., en los conventos jurídicos galaicos: 18 en el lucense y 24 en el bracaraugustano. Resulta muy difícil identificar geográficamente y culturalmente a estos pueblos, dada su fragmentación y compleja etnogénesis, de la que forman parte indoeuropeos celtas y no celtas, perceptibles lingüísticamente a través de la onomástica. Aunque atestiguadas también epigráficamente, estas poblaciones célticas no representan un sustrato étnicamente afianzado en Gallaecia. Su traslado desde la zona meridional parece darse en fecha tardía, hacia el siglo I a.C., en relación quizá de la organización administrativa por parte de Roma. A partir de estos etnónimos no puede sostenerse, por tanto, la pregonada celticidad de Galicia, que tiene más de construcción historiográfica heredada, de mito, que de realidad histórica, de veracidad. Por sorprendente que resulte a un público general, entre los territorios de la Hispania indoeuropea, y salvo algunos indicadores lingüísticos, Gallaecia no ofrece huella alguna de pasado celta. Arqueológicamente, la cultura castreña, característica de Galicia, presenta pervivencias muy fuertes del sustrato de la Edad del Bronce; la más característica de ellas quizá sea la vivienda de planta circular, que perpetúa la tradición constructiva de dichas épocas y que no se ve reemplazada por las viviendas rectangulares o cuadradas de los individuos de origen centroeuropeo. En el noroeste, el castro es la unidad de poblamiento, la base de la organización socioeconómica y el elemento definidor de la cultura castreña. Entendemos por tal, un poblado en altura fortificado que se erige como la cabeza de un pequeño territorio, cuyos rasgos más reconocibles son la vivienda de planta circular y las estructuras defensivas construidas en piedra. Sólo en Galicia se reconocen cerca de 1.500 hábitats de este tipo, muchos de los cuales datan de época romana. La cultura castreña es un proceso de larga duración que ocupa buena parte del I milenio a.C., y se nutre de influencias atlánticas, meseteñas y romanas. Posibles límites geográficos de la Cultura Castreña y principales grupos LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN EL ESCENARIO PRERROMANO. PUEBLOS CELTAS - CONTINUACIÓN 1.4.6 EL NOROESTE. LA CULTURA CASTREÑA
  • 27. 1 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN 2. CARTAGINESES EN HISPANIA 2.1 CONTEXTO HISTÓRICO La ciudad norteafricana de Cartago fue en origen una colonia Fenicia fundada por un grupo de tiros a finales del siglo IX a.C., en el año 814 según la tradición antigua. Durante más de dos siglos, los fenicios de Occidente, incluidos los tiros, mantuvieron estrechas relaciones comerciales con sus metrópolis de oriente. Pero la caída de los pequeños “reinos” de las ciudades-estado fenicias bajo la dominación de Babilonia hacia el 575 a.C., dio un giro hacia las tradicionales relaciones entre Oriente y Occidente y cambió radicalmente la actitud de los grupos orientales asentados en las costas del Mediterráneo occidental. Desde este momento Cartago comienza a fundar sus propias colonias, la más importante en la isla de Ibiza, con la llegada masiva de colonos hacia el año 550 a.C. Aunque los cartagineses habían llegado a la isla con la intención de explotar sus recursos naturales, la utilizaron como base en las relaciones comerciales no sólo con ésta área del Mediterráneo, sino con todo el sur peninsular. Los ebusitanos mantuvieron relaciones comerciales con la colonia griega de Messalia, con la propia ciudad de Cartago y con la colonia Fenicia de Gadir. Los intereses comerciales de Cartago comenzaron a expandirse por todo el Mediterráneo. En el juego de intereses, fundamentalmente comerciales de la zona, los grandes competidores de Cartago eran los griegos, que desde el siglo VIII a.C., habían fundado un rosario de colonias a lo largo de las costas mediterráneas y los etruscos de la Toscana que, desde el siglo VII a.C., habían extendido su influencia política y comercial por la costa tirrena. El primer movimiento para controlar el comercio en el Mediterráneo, fue una alianza entre cartagineses y etruscos que hizo posible la expulsión de los griegos de sus factorías del Sur del Mediterráneo, monopolizadas a partir de finales del siglo VI a.C., por Cartago. Durante este siglo los griegos fueron expulsados de Córcega (batalla de Alalia, 535) y de Cerdeña (523). Es a lo largo del siglo V a.C., cuando las relaciones internacionales en el Mediterráneo occidental, experimentaron cambios trascendentales con la creciente influencia de Roma y la decadencia de los etruscos. Por otra parte Cartago ve la posibilidad de ampliar su radio de acción comercial presionando los intereses griegos en Sicilia (se producen las dos primeras guerras sicilianas entre Cartago y griegos de Siracusa). Durante este siglo, Roma y Cartago tenían diferentes radios de acción tanto política como comercial y no hubo ningún tipo de conflicto de intereses. A mediados del siglo IV a.C. (348), Roma y Cartago firman un tratado sobre la delimitación de las áreas de interés de una y otra nación y sus respectivos aliados, bajo una base de entendimiento y amistad. El gran área de influencia de este tratado, hace pensar que fueron los griegos los que pidieron ayuda a Roma para que redactara este pacto de “no agresión” como apoyo de la creciente expansión de Cartago y la presión púnica sobre Sicilia. El tratado protegía el desarrollo del comercio e industria griega en el sur de Francia y en el Levante de la Península Ibérica y por parte cartaginesa, el tratado favorecía sus intereses, ya que reconocía su dominio exclusivo sobre el Mediterráneo meridional. A finales de este siglo se produce la tercera guerra siciliana entre Cartago y Siracusa (315). La situación final es que los púnicos dominan sobre la isla y la ciudad de Siracusa es un pequeño imperio griego en el interior de la isla.
  • 28. 2 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN CARTAGINESES EN HISPANIA. CONTEXTO HISTÓRICO - CONTINUACIÓN A principios del siglo III a.C. (280), Pirro de Epiro (Macedonia) entra en guerra contra Roma en la parte sur de Italia y también entra en guerra contra Cartago para expulsarlos de Sicilia. Roma y Cartago se alían y derrotan a Pirro. Después de esta victoria, las dos únicas potencias que controlan todo el Mediterráneo son Roma y Cartago, por lo que el enfrentamiento era inevitable. Con la excusa de ayuda a los mercenarios mamertinos contra el tirano de Siracusa, Roma envía tropas a Sicilia, ocupada por los cartagineses, comenzando la 1ª Guerra Púnica. Tras el fin de la guerra y la derrota cartaginesa ante Roma, Cartago no tenía fondos suficientes para liquidar los salarios de sus mercenarios. Hannón el Grande intentó convencer a los ejércitos que se desmovilizaban de que aceptaran un pago menor al comprometido, pero esa postura sería el detonante de la guerra de los Mercenarios. Sólo tras un gran esfuerzo y a los esfuerzos combinados de Amílcar Barca, Hannón, y otros líderes cartagineses se conseguiría sofocar la revuelta y aniquilar a los mercenarios y a los insurgentes. Mientras tanto, durante este conflicto, Roma aprovecharía la debilidad púnica para anexionarse también la isla de Córcega, que la entregarían a algunos mercenarios rebeldes. Los cartagineses protestaron por esa acción, que suponía una violación del tratado de paz recientemente alcanzado. Fríamente, Roma declaró la guerra, pero se ofreció a anularla si se le entregaba no sólo Cerdeña, sino también Córcega. Los púnicos, impotentes, tuvieron que ceder, y ambas islas se convierten en el 238 a. C., en nuevas posesiones romanas. Por el contrario, este tipo de muestra de desprecio y prepotencia será lo que mantendrán viva la llama del odio de los púnicos hacia Roma, personificadas en la familia de los Barca. Odio que desembocará años más tarde en la segunda Guerra Púnica. Por otro lado, la consecuencia política más importante de la primera Guerra Púnica fue la caída del poder naval cartaginés. Las condiciones establecidas en el tratado de paz por Roma tenían la intención de controlar la situación económica cartaginesa para evitar la posible recuperación de la ciudad. Sin embargo, la gran suma de indemnización que debían pagar los cartagineses, forzaron a Cartago a expandirse por otras áreas, buscando materias primas para conseguir el dinero que debía pagar a Roma y recuperar en la medida de lo posible sus finanzas. La invasión de Hispania por Cartago se debió principalmente a la necesidad de los púnicos de pagar la indemnización impuesta por Roma. Esta misma invasión fue la que provocó la 2ª Guerra Púnica y la entrada y posterior conquista romana de Hispania. 2.2 PRESENCIA CARTAGINESA EN HISPANIA Aproximadamente en el año 900 a.C., Fenicia funda la primera colonia en Hispania. Desde este momento y hasta su desaparición como potencia comercial en el 575 a.C., por la invasión Babilónica, los fenicios fundan numerosas colonias en el sur y levante peninsular como Sexi (Almuñécar), Malaka (Málaga) o Abdera (Adra), monopolizando prácticamente el comercio en el Mediterráneo occidental durante unos tres siglos. La presencia Fenicia en Hispania no se puede considerar como invasionista. Lógicamente la población en las colonias era de origen Fenicio pero su intención era, en la mayoría de los casos, mercantil y sin ningún problema con los pueblos indígenas.
  • 29. 3 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN CARTAGINESES EN HISPANIA. PRESENCIA CARTAGINESA EN HISPANIA - CONTINUACIÓN Pero en el primer cuarto del siglo VI a.C., la situación empieza a modificarse sustancialmente. Los griegos, otra de las potencias comerciales del Mediterráneo, comienza a fundar colonias en el noreste de Hispania (en el 590 a.C., fundan Emporión) y Fenicia es invadida por los Babilonios. 2.2.1 SITUACIÓN ANTERIOR A LA PRIMERA GUERRA PÚNICA Con este panorama en las relaciones comerciales entre países del Mediterráneo, es Cartago la ciudad que “hereda” las labores comerciales de los fenicios. Cartago fue fundada como una colonia Fenicia, pero ya desde un principio mostró un espíritu más expansionista y por lo tanto más belicoso que su metrópoli fundacional. Según documentos clásicos, el puerto de Cartago podía amarrar 220 buques de variado calado y tonelaje. El centro de la ciudad estaba a su vez, protegido por tres líneas de fortificaciones en las que se podría distribuir hasta 20.000 soldados mercenarios con 4.000 caballos y 300 elefantes adiestrados para la guerra. Es durante este siglo VI a.C., cuando comienzan las disputas entre Grecia y Cartago por el dominio comercial en el Mediterráneo. Aparecen nuevos asentamientos al sur de la Península Ibérica, que tienen más aspecto de cartagineses que de fenicios, como el de Baria (Villaricos en la desembocadura del Almanzora) y varias de las primitivas colonias fenicias parecen dar muestra de haber pasado bajo el control cartaginés. Grecia comienza a colonizar el noreste de la Península fundando Rhode (Rodas) y Emporion (Ampurias). En el 537 a.C., las tropas etruscas y cartaginesas se alían y derrotan a los focenses (griegos) en la batalla de Alalia. La derrota marcó el final de la talasocracia focense en el Mediterráneo occidental, que quedaría bajo dominio cartaginés. Las últimas citas de Tartessos como un estado existente, proceden de esta época. Es posible que la desaparición de los griegos focenses en la zona tras la batalla, que según Heródoto eran estrechos aliados y colaboradores de los tartesios, provocase una fuerte crisis económica en la zona. La cercanía de Gadir, base del nuevo monopolio cartaginés en el Atlántico, contribuyó seguramente al desplome económico de Tartessos, que acabó sumiéndose en el olvido. En el año 523 a. C., Cartago ocupa Cerdeña. De esta isla hacen una verdadera base militar, estratégica en el mantenimiento de las rutas comerciales marítimas.
  • 30. 4 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN CARTAGINESES EN HISPANIA. PRESENCIA CARTAGINESA EN HISPANIA - CONTINUACIÓN A la invasión de estas dos islas mediterráneas hay que sumar la presencia cartaginesa en la isla de Sicilia. Cartago se había expandido por todo el Mediterráneo occidental y monopolizado el comercio en la zona. 2.2.2 PRIMERA GUERRA PÚNICA La situación comercial en el Mediterráneo, provoca la intervención de Roma para facilitar tratados comerciales y delimitar territorialmente las zonas de comercio de las grandes potencias e impedir injerencias en los asuntos propios de cada uno. Estos tratados redactados a finales del siglo VI, principios del siglo V a.C., mantuvieron la paz entre las distintas potencias, pero en el siglo III a.C., la situación iba a dar un giro de 180 grados. Los cartagineses mantenían diversos intereses en la isla de Sicilia, donde además de las consabidas colonias, disfrutaban de fructíferas alianzas con algunas ciudades locales. Los romanos, temerosos del poder cartaginés, decidieron construir una magnífica flota copiando el modelo de los que ya entendían como rivales a batir. Esta decisión disgustó a los púnicos, los cuales comenzaron a recelar de aquellos romanos aspirantes a todo, en un universo que parecía debía obedecer sólo las órdenes del comercio púnico. En el año 264 a.C., sucedió lo inevitable. Se inició la Primera Guerra Púnica que duraría 23 años, con un resultado humillante para Cartago, que tuvo que asumir, además de la derrota militar, las pérdidas de Córcega, Cerdeña y Sicilia y un desorbitado pago de impuestos por los gastos ocasionados durante la guerra, que tenía la doble finalidad de castigar al enemigo e impedir al tiempo su recuperación. Tras la derrota miles de mercenarios contratados para esta guerra regresaron a Cartago dispuestos a cobrar su paga, que el consejo de gobierno no podía pagar ya que Cartago se enfrentaba a la más absoluta ruina. Este impago provocó una guerra interna entre cartagineses y mercenarios, resuelta a favor de los primeros, pero después de tres años de luchas. En esta situación caótica para Cartago, fue cuando Amílcar Barca expuso a los sufetes cartagineses, la necesidad de conquistar la riquísima Península Ibérica. En el año 237 a.C., se organizó la expedición militar para invadir Hispania. 2.2.3 AMÍLCAR Y LAS PRIMERAS INCURSIONES El desembarco de las tropas cartaginesas se realizó en Gadir y comenzó el avance a través del valle del Guadalquivir en el 237 a.C. A pesar de la inferioridad numérica, los púnicos fueron avanzando gracias en buena parte a las alianzas con reyezuelos de la zona, superando con éxito los primeros meses de la ofensiva. En este tiempo la principal oposición se encarnó en las tribus turdetanas, apoyadas por mercenarios celtas que llegaron del bajo Tajo. Finalmente los reyes turdetanos Indortes e Istolatio fueron vencidos y muertos, lo que provocó que buena parte de sus guerreros dejara de luchar, siguiendo antiguas costumbres ibéricas, por la cual los combatientes íberos seguían a su líder hasta la muerte.
  • 31. 5 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN CARTAGINESES EN HISPANIA. PRESENCIA CARTAGINESA EN HISPANIA - CONTINUACIÓN La campaña militar se prolongó varios años, en los que los cartagineses operaron sin apoyo de su metrópoli. A pesar de ese inconveniente, Amílcar supo seguir adelante obteniendo recursos y guerreros en una tierra cada vez menos hostil. Fundó Akra Leuka (Albufereta, Alicante), base de operaciones desde la que lanzar futuros ataques. En una de las batallas, Amílcar perdió la vida al ahogarse vadeando un río. Ocurrió en la ciudad de Elike (Elche o Elche de la Sierra), cuando los cartagineses esperaban confiados los refuerzos prometidos por el rey oretano Orisson, se vieron atacados por sorpresa por los presuntos aliados. 2.2.4 ASDRÚBAL Y LA CONSECUCIÓN DEL FIN PROPUESTO Asdrúbal BarcaAmílcar Barca Tras la muerte de Amílcar, su yerno Asdrúbal fue elegido por sus tropas jefe del contingente colonial, una decisión que Cartago aceptó, más preocupada por seguir asegurando sus conquistas en Iberia que por otros motivos. La táctica de conquista de Asdrúbal fue totalmente distinta a la de Amílcar. Mientras este último conquistaba principalmente mediante batallas, Asdrúbal optó por las alianzas con las tribus ibéricas antes que la extenuante contienda contra las mismas. Hábilmente se casó con una princesa local, lo que le granjeó la amistad de muchos pueblos nativos. Una vez más, la secular devotio peninsular se puso en marcha y fueron miles de guerreros íberos los que se sumaron a la causa de Asdrúbal. Fue nombrado strategos autokrator, es decir, caudillo de los ejércitos establecidos en Iberia. Con este gesto, los autóctonos peninsulares reconocían la autoridad de los Bárquidas, desvinculándose de cualquier servidumbre hacia Cartago. En el 227 a.C., Asdrúbal eligió la ubicación de la antigua Mastia para levantar una urbe que le sirviera como centro de mando y operaciones. De esta manera nació Qart Hadashat, la que los romanos conocerían como Cartago Nova. Desde esta ciudad Asdrúbal administró los recursos disponibles, mejoró el comercio de las tradicionales salazones ibéricas, obtuvo una ingente cantidad de metales y gestionó eficazmente la industria del esparto. La riqueza comenzó a llenar las arcas cartaginesas y se acuñaron monedas de plata con la efigie del propio Asdrúbal. En la metrópoli, el auge de Asdrúbal se contemplaba con recelo; algunos llegaron a denunciar que el yerno de Amílcar se estaba desentendiendo de Cartago para pensar en la creación de un reino independiente. Pero Asdrúbal se mantuvo fiel a su ciudad natal, fortaleciendo las relaciones con África y nutriendo a la urbe gracias a los beneficios de su envidiable situación económica. Aparentemente se habían cumplido los objetivos que inicialmente se propusieron Cartago y la familia Barca; controlar unas tierras ricas para que su explotación proporcionara los recursos suficientes para sacar de la banca rota a Cartago y además pagar la indemnización pedida por Roma después de la 1ª Guerra Púnica.
  • 32. 6 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN CARTAGINESES EN HISPANIA. PRESENCIA CARTAGINESA EN HISPANIA - CONTINUACIÓN Pero en el 221 a.C., Asdrúbal murió asesinado por, según cuenta la leyenda, un guerrero fiel a su devotio se cobró venganza tras la ejecución de su jefe por orden de Asdrúbal. A Asdrúbal le sustituyó en la jefatura de las tropas cartaginesas Aníbal, hijo mayor de Amílcar, y cuyas intenciones no eran mantener el territorio conquistado, sino acabar con Roma. 2.2.5 EL TEMOR DE LOS GRIEGOS Y LOS TRATADOS CON ROMA Mientras que los cartagineses invadían la Península Ibérica, Roma estaba afrontando graves problemas de seguridad internos y externo. Su prioridad no era preocuparse por los cartagineses. Sin embargo, los colonos griegos del noreste de la Península, sí estaban preocupados viendo como los cartagineses ganaban terreno en Iberia y amenazaban su propia existencia en aquel territorio. En estas circunstancias, los griegos, aliados de Roma, pidieron ayuda para que ésta interviniese. En el 231 a.C., una embajada romana presidida por el cónsul Papirio, expuso sin tapujos sus temores al propio Amílcar. Éste escuchó la interpelación romana y dijo: “Estamos aquí para poder pagar los impuestos que nos exigís, por tanto Roma no debe preocuparse”. El delegado romano regresó a su ciudad exponiendo a los senadores que Amílcar no representaba por el momento ningún peligro. En el 226 a.C., Con la fundación de Cartago Nova, cuya bahía, además de poder dar acogida a flotas enteras, establecía una comunicación fácil y rápida con la metrópoli Cartago, permitiendo de este modo el cómodo despliegue cartaginés a ambos lados del mar, los griegos, temerosos de perder potencia comercial en el Mediterráneo, volvieron a pedir intermediación de Roma, quién envió embajadores para entrevistarse en este caso con Asdrúbal, ya que Amílcar había muerto. Asdrúbal consciente de la situación y de las ventajas que podía obtener, negoció una ampliación de influencia por el Levante peninsular. Por este documento, y dependiendo de las interpretaciones que los autores clásicos dan a su contenido y que será comentado más adelante, se fijaba en río Ebro como frontera entre púnicos y griegos, con algunas cláusulas, como por ejemplo la que afectaba a la población de Sagunto, ciudad aliada de Roma que debía ser respetada aunque quedara rodeada por territorio afín a los cartagineses. Sin duda fue un gran acuerdo para Asdrúbal, siendo la primera victoria política tras el desastre de la guerra púnica. Con este tratado, los púnicos aumentaban su zona influencia, comercio y explotación dentro de la Península y Roma dejaba fuera de la influencia cartaginesa las colonias griegas, y evitaba su posible avance hacia Italia y la posible conexión con los galos. Los motivos concretos que tuvieron cartagineses y romanos en la firma del tratado, puede tener versiones contradictorias. La más antigua es la de Polibio, que afirma que consistía en el compromiso púnico de limitar sus operaciones bélicas en el río Ebro. Para Livio, en cambio, lo que Asdrúbal y los embajadores romanos acordaron fue la renovación de un tratado previo, que colocaba en el Ebro el límite de las respectivas zonas de influencia, pero haciendo explícita excepción del caso de los saguntinos, cuya libertad se garantizaba para servir de estado-tapón entre ambos.
  • 33. 7 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN CARTAGINESES EN HISPANIA. PRESENCIA CARTAGINESA EN HISPANIA - CONTINUACIÓN Finalmente, la tercera y última versión es la de Apiano, donde el simple acuerdo recordado por Polibio se presenta con el lenguaje y formulación de un tratado internacional del más alto nivel que fijaba en el Ebro la línea de separación de los dos imperios y que no deberían cruzar en armas ni los púnicos de Hispania ni los romanos; Apiano añade también una cláusula de salvaguardia que establecía la libertad y la autonomía de Sagunto y de las otras ciudades griegas de Iberia. La confrontación de los tres relatos muestra serias contradicciones y alguna que otra incoherencia. La crítica histórica relega la versión de Livio y Apiano y prefiere habitualmente la versión de Polibio por su credibilidad: el compromiso de Asdrúbal de no cruzar el Ebro satisfacía a los romanos, que trataban de evitar una guerra en dos frentes y sobre todo la posibilidad de la conjunción de galos y púnicos en los Alpes. Sin embargo sorprende el silencio de Polibio sobre las contraprestaciones que Roma hubo de otorgar a Asdrúbal, porque no es creíble que éste se aviniese al acuerdo sin aparente ganancia. Una muy plausible explicación es la falta de interés romana por Hispania se entendiese en Cartago como un reconocimiento, tácito y expreso, de los “derechos” púnicos en la Península. De ser cierto este extremo, Roma queda muy mal frente a su principal aliado de la zona, los griegos de Masalia, porque lo acordado con Asdrúbal equivalía a mercadear con la independencia y la prosperidad del rosario de factorías helenas establecidas entre el cabo de Rosas y el de la Nao, y que tenían a los masaliotas por sus principales valedores y clientes. Pero sobre todo, desmentiría la versión oficial romana de casus belli contra Aníbal, que no era otra que el asedio cartaginés de Sagunto contravenía lo estipulado en el tratado del Ebro. De ahí que los escritores posteriores añadan a este tratado una clausula no mencionada por Polibio que exceptúa del dominio y la influencia púnica a Sagunto. 2.2.6 ANIBAL. MÁXIMO TERRITORIO CONQUISTADO Aníbal Barca Tras la muerte de Asdrúbal en el 221 a.C., toma el mando de las tropas cartaginesas en Hispania Aníbal Barca, el hijo mayor de Amílcar. La intención final de Aníbal no era seguir ampliando las conquistas en Hispania y explotando sus riquezas para pagar a Roma. Su intención era acabar con Roma. Entre los años 221 y 219 a.C., Aníbal condujo dos expediciones punitivas por el interior de la Península Ibérica. Combatió a la tribu de los Olkades para, posteriormente, devastar Helmantike (Salamanca) y Arbucala (Toro), principales ciudades de los vacceos. Atacó a ciudades carpetanas en las proximidades de Toledo, sometiendo según cuenta Polibio “a todos cuantos quedan en la línea del Ebro”. Se suele interpretar estas expediciones como un preludio del ataque contra Sagunto y Roma, bien porque los cartagineses deseaban asegurarse la retaguardia de sus dominios en la eventualidad de un conflicto con Roma y la mejor forma era hacerlo por la fuerza, garantizando con rehenes la neutralidad del retropaís; o porque buscaban los recursos necesarios para enjuagar los gastos que iba a ocasionar la guerra; o simplemente que fuera una expedición de castigo o la exploración en forcé en previsión de nuevas conquistas.
  • 34. 8 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN CARTAGINESES EN HISPANIA. PRESENCIA CARTAGINESA EN HISPANIA - CONTINUACIÓN Tras dos invernadas en Cartago Nova, los púnicos se prepararon para una acción militar contra Sagunto, ciudad aliada del enemigo romano. ¿Quería Aníbal provocar con esta acción a su máximo enemigo para entrar en guerra abierta con Roma? Si realmente esto era lo que deseaban los cartagineses, la oportunidad se les presentó cuando los saguntinos atacaron a sus vecinos los turboletas, que eran aliados de Cartago. Cuando éstos intentaron mediar en el conflicto, Saguntum rechazó su mediación y solicito la de Roma, que volvió a advertir a Aníbal de la especial protección que tenía Sagunto y que se respetase el compromiso de no cruzar el Ebro con armas. Estando así la situación, en el 219 a.C., las tropas cartaginesas cercaron Sagunto, sometiéndola a un riguroso asedio. Los saguntinos resistieron y enviaron mensajes a Roma solicitando su intervención. Roma actuó con una prudencia impropia en otros tiempos y los meses fueron pasando y debilitándose la resistencia saguntina hasta que Aníbal ordenó en ataque final a la ciudad. Para Roma, la toma de Sagunto fue motivo de casus belli y declaró la guerra a Cartago. Comienza la Segunda Guerra Púnica. En la primavera de 218 a.C., Aníbal fue capaz de reclutar un ejército tan numeroso como heterogéneo; 90.000 infantes, 12.000 jinetes y 37 elefantes de guerra pasaron revista ante Aníbal en Cartago Nova. Durante semanas, el ejército cartaginés estuvo limpiando de enemigos la región al norte del Ebro para facilitar el acceso del grueso de su ejército hacia tierras galas por los Pirineos. Aníbal dividió su ejército en tres grupos; el principal marcharía hacia Roma atravesando los Pirineos y posteriormente los Alpes, 10.000 infantes y 1.000 jinetes quedarían en la recién conquistada franja norte peninsular comandados por su hermano Hannon, mientras que 15.000 soldados eran confiados a su otro hermano Asdrúbal para proteger los territorios del sur del Ebro. La misión de las tropas que quedaban en la Península era la de defender la retaguardia púnica y abastecer a la columna que se dirigía hacia Italia en cualquier momento de necesidad. A finales del verano del año 218 a.C., los legionarios romanos tomaron contacto por primera vez con Hispania y 12 años más tarde y tras la conquista de Cartago Nova y de Gadir por los romanos, los cartagineses abandonaban definitivamente la Península Ibérica, 31 años después del desembarco de Amílcar en Gadir. Comenzaba en ese momento la conquista romana de Hispania. Evolución de las conquistas cartaginesas en Hispania antes de la 2ª guerra púnica
  • 35. 1 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN 3. LOS ROMANOS LLEGAN A HISPANIA 3.1 LA CUESTIÓN DE RESPONSABILIDAD DE LA GUERRA La escalada de acontecimientos que desemboca en la guerra púnica, presenta una serie de puntos oscuros de importancia por el papel que juega la Península en ellos y que, en conjunto, constituyen la cuestión de la responsabilidad de la guerra. El problema no es nuevo: una de las principales fuentes, Polibio, ya distinguía entre las causas verdaderas de la guerra y el pretexto inmediato que provocó su estallido. Para el historiador, pro-romano, las causas habría que buscarlas en la intención de Aníbal de preparan una guerra de venganza contra Roma, aprovechando los recursos de Iberia; el pretexto inmediato, en cambio, sería la cuestión de Sagunto, conectado con el tratado que prohibía a los púnicos cruzar en Ebro en armas. Por supuesto no puede demostrarse el primer punto, que ya de entrada, trata de cargar la responsabilidad de la guerra en la familia Barca y que tiene su paradigma en el mítico juramento de Aníbal de odio eterno a los romanos. En cuanto al segundo, pocas cuestiones de Historia antigua han llenado tantas páginas como la afirmación de Polibio de que Roma declaró la guerra a Cartago, aduciendo la violación del tratado del Ebro, por el hecho de haber atacado Aníbal a Sagunto, lo que supone admitir que Sagunto se encontraba al norte del río. Sin entrar en las muchas tesis que, con más o menos fundamentos se han aducido, lo cierto es que el problema tratado del Ebro- Sagunto, jamás podrá resolverse intentando establecer la relación causa-consecuencia que menciona Polibio. Esta conexión entre el tratado y la agresión a la ciudad era el producto de un falso razonamiento de los romanos contemporáneos, que cruzaron dos pasos sucesivos para poder achacar a los cartagineses la responsabilidad de la trasgresión de un pacto. La polémica de la responsabilidad de la guerra no ha terminado ni puede terminar: la propaganda romana y la tendenciosidad de las fuentes son obstáculos insalvables para poder alcanzar una solución satisfactoria. De ahí que las posibilidades de interpretación de las causas y responsabilidades de la guerra sigan siendo cada vez más numerosas y contradictorias. El desarrollo económico y los planteamientos políticos a ese desarrollo de Roma y Cartago terminaron interfiriendo mutuamente en sus intereses recíprocos hasta hacer inevitable el conflicto. Distribución del territorio cartaginés y romano antes de la 2ª guerra púnica
  • 36. 2 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN 3.2 DESARROLLO DE LA 2ª GUERRA PÚNICA EN HISPANIA El caso de Sagunto fue indudablemente un pretexto. Sólo después de que la ciudad fuese capturada tras ocho meses de asedio, sin intención por parte romana de socorrerla, se produjo la declaración de guerra. Roma, pues, no reaccionó ante el ataque a una ciudad aliada, sino sólo como consecuencia de los éxitos de Aníbal y del aumento del poder púnico en Hispania. LOS ROMANOS LLEGAN A HISPANIA. LA CUESTIÓN DE LA RESPONSABILIDAD DE LA GUERRA - CONTINUACIÓN Una vez declarada la guerra, el designado por el senado romano para hacer frente a las tropas cartaginesas, fue Publio Escipión, pero la demora en el reclutamiento de tropas y el tener que sofocar el ataque de los galos a las colonias latinas del norte de Italia, permitió que Aníbal tomara la delantera en la guerra y cuando Escipión pudo disponer de su ejército para atacar a las tropas de Aníbal, éste ya se encontraba en territorio galo. En esta situación crítica, Escipión regresó a Italia para enfrentarse a Aníbal y fue el hermano de Publio, Cneo Escipión, el designado para desembarcar en Hispania y lo hizo en Empuries en el año 218 .C. a la cabeza del ejército romano formado por unos 20.000 hombres. Por su parte Aníbal dejó en Hispania dos ejércitos, uno en el sur de la Península dirigido por su hermano Asdrúbal y formado por unos 25.000 hombres y 57 barcos, y otro en la línea del Ebro al mando de Hannón, formado por 11.000 hombres. El motivo de mantener todas estas tropas en Hispania estaba claro. Las bases cartaginesas del sur peninsular, había de suministrar a la fuerza expedicionaria trasladada a Italia víveres y refuerzos, así como la plata necesaria para pagar a las tropas de Aníbal que, al igual que el resto del ejército cartaginés, estaba compuesto mayoritariamente por mercenarios. La ruta que conducía por la costa levantina, Cataluña y los Pirineos hasta los Alpes, es decir, la ruta seguida por Aníbal, era fundamental para el plan que éste había trazado de utilizar las zonas, tan cuidadosamente desarrolladas por los Bárcidas desde que en 237 llegara a ellas Amílcar, como base desde la cual atacar a Roma en su propio territorio. En el año 218 a.C., nada más desembarcar Cneo Escipión, establece las primeras alianzas con unas cuantas tribus locales. Con este respaldo, toma la ciudad de Cissa, derrotando y capturando al general cartaginés Hannón y al caudillo local Indíbil (rey de los ilergetes). Cneo establece su base en Tarraco, que sería el principal centro de operaciones de los Escipiones. El hermano de Cneo, Publio Escipión se une al ejército romano en Hispania. En el año 217 a.C., se produjo la batalla naval de la desembocadura del Ebro. La naves romanas derrotaron a las cartaginesas dirigidas por Himilcón. Cartago perdió prácticamente su flota naval, aunque su ejército terrestre permanecía intacto. Las consecuencias de esta batalla fueron significativas para la estrategia romana ya que, parece haber otorgado la superioridad naval a los romanos, lo que les permitió alejarse de la cabeza de puente e internarse cada vez más en el país, atacando directamente las fuentes cartaginesas de suministros y atajando su envío hacia Italia.
  • 37. 3 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN LOS ROMANOS LLEGAN A HISPANIA. DESARROLLO DE LA 2ª GUERRA PÚNICA - CONTINUACIÓN Los romanos llevaron a cabo una incursión al sur del Ebro. Aunque está sin confirmar, el ejército romano llegó a las proximidades de Sagunto y se presentaron con algunos rehenes íberos, previamente capturados por los cartagineses, para devolvérselos a sus familiares, ganándose de paso la benevolencia de la población, imprescindible para mantener el control de la zona. En el año 216 a.C., Asdrúbal envió tropas adicionales desde Cartago para asegurar “el litoral y las islas”, pero se vio inmovilizado por la sublevación que se produjo contra él en el sur. Una rebelión de tribus turdetanas obligaría a Cartago a utilizar todas las tropas de refuerzo a sofocar esta rebelión. Durante este año, la actividad romana parece haber favorecido una serie de breves y a veces profundas razzias, contra objetivos púnicos: algunas de estas expediciones llevaron a los legionarios hasta los confines de la Bética, posiblemente en un intento de interrumpir la actividad minera de la zona y causar problemas en la retaguardia púnica, lo que debió ser efectivo porque hay noticias de que un ataque contra Cástulo obligó a Asdrúbal a retirarse hacia tierras más occidentales de la península. Igual intencionalidad debieron tener varios ataques navales contra objetivos costeros, entre los que se incluía Cartago Nova, Ibiza y Sagunto, donde la estratagema de un local resultó en el escape de los rehenes que los púnicos custodiaban en la ciudad, lo que supuso una importante victoria psicológica para los Escipiones y les atrajo la benevolencia de algunos pueblos hispanos. En el año 215 a.C., y sofocadas las revoluciones del sur de Hispania, el ejército cartaginés recibe nuevos refuerzos para intentar dirigirse al norte llevando el suficiente dinero para sobornar a los galos que controlaban los pasos alpinos. La magnitud del componente púnico no se especifica en ninguna fuente, pero debía tratarse de una fuerza muy poderosa, porque los Escipiones, en lugar de plantarle cara, decidieron atacar una ciudad de la orilla sur del río Ebro (Dertosa). Como Asdrúbal no acudió en auxilio de los sitiados, sino que atacó directamente a los romanos, éstos se vieron obligados a levantar el asedio y presentar batalla. El encuentro se decantó del lado romano, lo que suponía no sólo que Aníbal iba a seguir aislado en Italia sin refuerzos, sino que los cartagineses habían perdido la orilla meridional del Ebro y con ello seguramente la colaboración de muchos hispanos, que quizá comenzaron a pensar que era el momento de cambiar de bando. Durante los años 215 a 212 a.C., se pierden detalles concretos de las campañas que se realizaron. El historiador Tito Livio, principal fuente de información de estos acontecimientos, muestra bastante confusión por lo que a la sucesión de hechos se refiere. En este paréntesis de batallas importantes entre púnicos y romanos, es importante saber cómo se comportaban las dos grandes potencias en guerra con respecto a los indígenas, de los que dependían para reclutas, auxilio logístico y franquicia de paso. Cabe imaginar que ambos bandos debieron prometer a sus posibles aliados libertad, ganancias materiales y trato favorable en el futuro nuevo orden y que éstos respondiesen con cierta prudencia, a la espera de que la victoria se decantara de uno u otro lado. Pero en las regiones que se consideraban estratégicas, Sierra Morena para los púnicos y Pirineos para los romanos, la negociación estaba fuera de lugar y el instrumento de dominio fue la ocupación, los rehenes y, en última instancia, la fuerza bruta, como demuestra que los ilergetes (bajo el mando de Indíbil y Mandonio) y otros grupos se opusieran primero a Aníbal y luego a los Escipiones
  • 38. 4 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN En estos años, los relatos militares reflejan enfrentamientos en Mundo (cerca de Montilla), en Aurungis (¿Aurgi?, Jaén), Iliturgi (próxima a Mengibar), Indíbilis, Castrum Album, Bigerra (¿Bogarra, Albacete?), Urso (Osuna) y cerca de Cástulo (próximo a Linares, Jaén). Durante estos años, los Escipiones ya habían logrado, al parecer, su objetivo de bloquear el camino hacia Italia. En el año 211 a.C., se producen una serie de hechos que modifican totalmente la marcha que, la guerra entre Roma y Cartago en Hispania, había llevado hasta ese momento. Los acontecimientos comenzaron cuando los dos comandantes romanos estaban desplegados en sendas localidades del valle del Guadalquivir distantes entre sí. Por su parte Asdrúbal mantenía posiciones cerca de los romanos, quizá a medio camino entre ambos hermanos, mientras otros dos comandantes púnicos, Magón y otro Asdrúbal, estaban desplegados también por la zona pero separados entre sí. Confiados en el refuerzo de los mercenarios celtibéricos, los Escipiones planearon atacar conjuntamente a Asdrúbal, pero al final optaron por dividir sus fuerzas, de tal modo que Cneo retendría a Asdrúbal en su posiciones mientras que Publio, con un contingente mayor atacaba separadamente a las otras fuerzas cartaginesas. Sin embargo, la conjunción de los dos Ejércitos púnicos dejó en inferioridad a Publio, quien quedó en situación aún peor por la imprevista llegada del caudillo ilergete Indívil con un considerable refuerzo para los cartagineses. Publio trató de enfrentarse con los ilergetes pero fue derrotado y muerto. Tras el desastre, Cneo Cornelio se encontró entre Asdrúbal y el ejército que había vencido a su hermano, lo que provocó la deserción del contingente celtibérico y la imposibilidad de resistir el ataque púnico que aniquiló las fuerzas romanas incluyendo a su general. Este fracaso de la campaña de Roma en Hispania fue total. Los generales perecieron y sus ejércitos, o lo que quedaba de ellos, vieron como los abandonaban sus antiguos aliados hispanos, aunque lograron agruparse al norte del Ebro. Roma perdió todo lo que la habilidad militar y diplomática de los Escipiones habían ganado en los siete años anteriores Publio Cornelio Escipión “el africano” El rasgo más importante y quizá el más sorprendente de lo ocurrido tras la muerte de los Escipiones fue, la aparente inercia de los generales cartagineses, que no supieron aprovechar la ocasión para salir de la península. Polivio atribuye este hecho a la rivalidad existente entre los tres generales cartagineses, Asdrúbal y Gascón hermanos de Aníbal y Asdrúbal hijo de Giscón. Fuera cual fuese la causa, sería esta falta de iniciativa por parte de los cartagineses la que permitiría a los romanos seguir adelante a pesar del desastre ocurrido, y llevar a cabo su estrategia inicial de mantener cerrado el camino hacia Italia. Fue Claudio Nerón quien se hizo cargo de las tropas romanas en Hispania de forma provisional y en espera de refuerzos. LOS ROMANOS LLEGAN A HISPANIA. DESARROLLO DE LA 2ª GUERRA PÚNICA - CONTINUACIÓN
  • 39. 5 DE 8LA HISPANIA ROMANA - DOCUMENTACIÓN LOS ROMANOS LLEGAN A HISPANIA. DESARROLLO DE LA 2ª GUERRA PÚNICA - CONTINUACIÓN En el año 210 a.C., llega a Hispania para hacerse cargo de las tropas, Publio Cornelio Escipión (hijo de Publio Cornelio Escipión y sobrino de Cneo Escipión), el procónsul Marco Silano y el consejero Cayo Lelio, jefe de la escuadra, acompañados de 11.000 soldados, desembarcando en Empuries y desplazándose desde allí hasta la base romana de Tarraco. Esta situación era prácticamente la misma que había 8 años antes cuando se produjo el primer desembarco romano. A comienzos del año 209 a.C., Publio Cornelio aprovechó la oportunidad que le brindaba la dispersión de los tres generales cartagineses, que todavía andaban resolviendo los problemas suscitados por sus aliados ibéricos y a la sazón se hallaban separados por la rivalidad que, al parecer, reinaba en el alto mando púnico, para lanzar un ataque directamente contra su principal base en el Levante, Cartago Nova. Tras dejar a Silano vigilando el Ebro, organizó un ataque en dos partes, enviando por un lado a Cayo Lelio con la armada y dirigiéndose el mismo con el ejército para llegar a Cartago Nova al mismo tiempo que Lelio. El ataque lanzado por tierra y mar fue un éxito y el comandante cartaginés de la plaza, se vio obligado a rendir la ciudadela. De un solo golpe, Escipión había trasladado la iniciativa a territorio enemigo y situaba el teatro de operaciones en el valle del Guadalquivir. Los romanos no tendrían que volver a enfrentarse a los cartagineses en la franja costera levantina, donde hasta entonces se había desarrollado la mayor parte de la lucha. Además de Cartago Nova, Escipión se había apoderado de gran cantidad de dinero y pertrechos militares, particularmente armamento de asedio, destinado sin duda alguna no sólo a servir para la guerra de Hispania, sino también para las campañas de Aníbal en Italia. La toma de Cartagena es el principio del fin del ejército cartaginés de Hispania y de Italia. Más significativo aun para los esfuerzos bélicos, sería el efecto que este éxito romano tendría sobre diversos pueblos peninsulares. En Cartago Nova había gran cantidad de rehenes de las tribus íberas. Escipión les concede un trato amable y obsequioso dándoles la oportunidad de volver libres a sus casas. A su regreso a Tarraco, Escipión se entrevistó con un caudillo hispano llamado Edecón, rey de los Edetanos, y poco después vinieron a su encuentro otros dos, Indíbil y Mandonio, de la tribu de los ilergetes, que hasta ahora habían combatido principalmente contra los romanos. Es probable que en aquella ocasión no sólo establecieran los tres una alianza con Escipión, sino que además lo reconocieron en cierto modo como su rey. A éstos y a otros muchos reyezuelos ibéricos se sumó el magnífico apoyo del rey númida Sifax, quien envió a la Península algunos contingentes de su famosa caballería ligera. Los númidas fueron fundamentales en las guerras de aquel periodo. Raramente entraban en combate y se limitaban a cabalgar hasta donde se encontraba el enemigo, incordiándolo con sus jabalinas y escapando en pocos segundos. En el año 208 a.C., el ejército de Escipión se encuentra con el ejército de Asdrúbal que se dirige hacia el norte para incorporarse al ejército cartaginés en Italia. En la batalla de Baecula (próxima a Bailen), Publio derrota a las tropas de Asdrúbal, pero no logra impedir que éste se retirara con buena parte de sus fuerza, dinero y elefantes. Asdrúbal atraviesa los Pirineos y llega al año siguiente a Italia, donde es derrotado por el ejército consular de C. Claudio Nerón en la batalla de Metauro. Es sorprendente que Escipión permitiera que sucediera este hecho, teniendo en cuenta que la principal misión de las tropas romanas en Hispania era precisamente evitar que Aníbal pudiera recibir ayuda. Si la batalla de Metauro hubiese tenido otro resultado y Asdrúbal hubiese podido reunirse con Aníbal, la historia podría haber cambiado totalmente.