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L I B E R T A D
FRANCISCO CAPELLA
Δ C R Δ C I Δ
Í N D I C E
1. Libertad 4
2. Nociones Alternativas de Libertad 11
3. Coacción 19
4. Libre Albedrío y Voluntad 23
5. Determinismo y Materialismo 37
6. Responsabilidad 44
7. Influencias y Paternalismo 56
1. Libertad
Una persona es libre si los demás respetan su propiedad, si
no le agreden, si le permiten decidir en su ámbito legítimo de
control según su voluntad, si le dejan ejercer su derecho
negativo a no ser coaccionado. La libertad es el respeto al
derecho de propiedad privada, la ausencia de violencia.
Libertad es autodeterminación y autogobierno de cada
persona en el ámbito de su propiedad. La libertad es la
condición de un ser humano relativa a las demás personas de
ausencia de violencia en sus relaciones (la violencia es el
inicio del uso de la fuerza contra la propiedad ajena). La
libertad es un concepto social y ético, aplicable a personas
individuales viviendo en sociedad respecto a sus posibles
relaciones (no tiene sentido hablar de personas libres
completamente solitarias). Un individuo es libre cuando sus
relaciones humanas son voluntarias, no forzadas. Una
sociedad es plenamente libre cuando son libres todos los
individuos que la forman. La paz es el estado ideal de
libertad, la ausencia total de cualquier agresión.
La libertad es un principio ético universal, simétrico y
funcional, igual para todos. Al violarlo se producen
condiciones de asimetría y se rompe la universalidad. La
ética natural de la libertad es la única que puede ser no
violenta, universal (para todos los seres humanos, en
cualquier sitio y lugar), simétrica y no arbitraria. Los ataques
contra la libertad se basan en incomprensión, resentimiento,
envidia, o intereses particulares ocultos.
La definición de libertad como ausencia de coacción es
negativa: no es necesario realizar ningún tipo de acción para
alcanzar una situación de libertad, es suficiente no cometer
acciones violentas, respetar la propiedad ajena. Una sociedad
puede ser libre sin exigir tareas imposibles a sus miembros,
es suficiente que convivan sin intentar imponerse por la
fuerza unos sobre otros.
Libertad es respeto al derecho natural de propiedad
legítima. Cada ser humano individual es por derecho natural
éticamente libre, dueño de sí mismo, de su propia vida,
mente y cuerpo, y de aquellos bienes cuya propiedad consiga
legítimamente. Toda persona puede hacer lo que desee con
sus propiedades, para buscar autónomamente su propia
satisfacción o felicidad, para perseguir sus propios objetivos,
siempre que no agreda violentamente la propiedad de los
demás seres humanos. La libertad sirve para elegir o no una
cosa u otra, para hacer o no hacer, sin intromisión violenta de
otras personas, siempre respetando la libertad equivalente de
los demás.
Una persona está libre de interferencias o invasiones
físicas coactivas de otras personas contra su ámbito legítimo
de acción personal, y es libre para actuar dentro de su
propiedad y para relacionarse voluntariamente con otros. La
libertad política es el área dentro de la cual a cada persona le
está permitido hacer lo que desea, puede actuar sin ser
obstaculizada violentamente por otros.
La ética de la libertad, contraria a la violencia, no es
resultado de un pacto tácito de no agresión, ya que para
pactar algo es necesario primero ser propietario, y el
concepto de propiedad ya es contrario al de violencia. La
sociedad es libre cuando sus miembros se reconocen
mutuamente el derecho natural de propiedad privada, pero
ese reconocimiento no es equivalente a un pacto o contrato.
Todas las libertades (económica, de comercio, religiosa,
de conciencia, de pensamiento, de expresión, de prensa, de
palabra, de asociación, de cátedra) y los derechos humanos
legítimos equivalen al derecho de propiedad o son sus
expresiones parciales (en diversos ámbitos) o no son
auténticas libertades. No pueden ser derechos humanos
universales aquellos que son contrarios al derecho de
propiedad, obteniéndolos unas personas a costa de otras. Los
estatistas colectivistas suelen hablar de libertades contrarias a
la libertad y al derecho de propiedad.
La libertad implica autogobierno, responsabilidad y
tolerancia. El ser humano responsable cuida sus propiedades
para mantener o aumentar su valor y evitar los daños sobre la
propiedad ajena, se gobierna a sí mismo y asume los
resultados de sus actos (previstos y no previstos). El ser
humano tolerante vive y deja vivir. La persona libre es
responsable de los efectos y consecuencias de sus acciones
(intencionados o no, conocidos o no), asume sus beneficios y
sus costes. La persona liberal es tolerante, respetuosa, no
interfiere coactivamente las acciones pacíficas de otros, no se
impone violentamente sobre los demás. El propietario, en
relación con sus propiedades, es responsable frente a otras
personas y sus propiedades. Debe asumir los efectos
causados por su propiedad, tanto beneficios como pérdidas.
Si la propiedad de uno (el propio cuerpo como herramienta
de acción, o un animal de mi propiedad, o un objeto
inorgánico que invada la propiedad ajena) daña la propiedad
de otro, el propietario responsable debe reparar la agresión y
compensar a la víctima. La justicia pretende evitar las
agresiones y restaurar la situación de libertad. La persona
tolerante sólo utiliza la fuerza para defenderse de una
agresión o para exigir una compensación justa a la que tiene
derecho, no para imponer sus ideas, valores, preferencias o
comportamientos sobre otras personas. La promoción
pacífica de ideas y valores puede realizarse mediante la
persuasión, el boicoteo, el rechazo y la presión social.
La libertad facilita el aprendizaje, porque se permite la
innovación y la toma de riesgos y las personas asumen las
consecuencias de sus actos. Si una persona no puede tomar
sus propias decisiones es que otros las toman en su lugar, y
entonces el agente no piensa por sí mismo. El aprendizaje es
más intenso y efectivo cuando uno puede practicar por sí
mismo, dirigiendo su propia conducta y observando los
resultados, y especialmente sufriendo los daños o costes y
disfrutando de los resultados positivos o beneficios (la
sensibilidad y las emociones dirigen la conducta hacia la
adaptación evolutiva). Las personas aprenden mediante
procesos cognitivos de decisión, acción, observación y
reflexión, que no funcionan adecuadamente si la acción no es
libre y voluntaria. EL ser humano libre puede ser creativo o
simplemente imitar a otros, pero no está obligado a obedecer
órdenes que representan la voluntad ajena.
En las sociedades colectivistas las personas no saben o no
sienten cuándo aciertan y cuándo fallan, ya que no pueden
disfrutar del fruto de su ingenio y trabajo y son
sobreprotegidas de forma paternalista de los posibles daños
sobre sí mismos de sus decisiones particulares: se impide el
flujo de información de los procesos de aprendizaje y los
individuos no maduran, se infantilizan, se vuelven
dependientes de los gobernantes.
En una sociedad libre todos piensan en la medida de sus
posibilidades y preferencias; en una sociedad no libre las
decisiones se centralizan y se imponen de forma coactiva,
pero la planificación gubernamental está condenada al
fracaso porque los presuntos expertos o representantes del
pueblo no poseen el conocimiento tácito, no articulado,
práctico y disperso necesario para la coordinación de los
planes locales y parciales de los individuos, y además la
coacción institucional destruye los mecanismos de
generación y transmisión de información.
Libertad y progreso son inseparables. La libertad
promueve el desarrollo armonioso de los seres humanos,
permitiendo la coordinación pacífica de la vida social y
ofreciendo las mejores oportunidades para el crecimiento
económico y la prosperidad. Las sociedades libres son más
ricas y disfrutan de mayor bienestar, ya que solamente un
sistema de autoorganización espontánea como un mercado
libre es capaz de coordinar las complejas y dinámicas
preferencias y capacidades de sus múltiples participantes. La
posibilidad de apropiarse de los beneficios de la propia
acción incentiva el esfuerzo inteligente, y los beneficios y
pérdidas son señales imprescindibles para estimar el acierto o
fracaso empresarial según las valoraciones de los demás.
Una persona libre puede intentar conseguir sus objetivos
más valorados y beneficiarse de su acción permitiendo
simultáneamente que otros hagan lo mismo. Una persona no
libre ve limitadas sus opciones de acción por la violencia de
su agresor y asume alguna pérdida; el agresor obtiene algún
beneficio (si la agresión es intencional) a costa de su víctima.
En las agresiones no intencionales (accidentes por
negligencia o descuido) es posible que el agresor no obtenga
ningún beneficio.
En principio y por defecto cada persona es
completamente libre por naturaleza, no tiene ninguna
obligación o deber positivo absoluto por el mero hecho de
existir, ni tiene que aceptar prohibiciones arbitrarias de
acciones que no supongan violencia contra otros. A partir de
esta situación natural inicial, las personas pueden formalizar
compromisos en sus relaciones mediante contratos,
asumiendo deberes y adquiriendo derechos positivos.
La sociedad libre es anarquista en el sentido de carecer
de instituciones coactivas que monopolicen el uso de la
fuerza, no en el sentido de caos, violencia y ausencia de
orden. Es anarquismo liberal o capitalista (anarcoliberalismo
o anarcocapitalismo), no comunista (anarcocomunismo), ya
que se fundamenta en el derecho de propiedad privada. Un
mundo de paz y prosperidad puede conseguirse mediante el
autogobierno en libertad, no mediante el gobierno por otros
que provoca inseguridad, conflicto y pobreza.
La libertad es perfectamente compatible con la seguridad,
y renunciar a la libertad supone renunciar a la seguridad. Es
falso que la libertad de unos implique falta de seguridad para
otros. El estado pretende que los ciudadanos deben renunciar
a parte de su libertad para poder garantizar su seguridad, pero
los estados son causantes de inseguridad, coactivos,
ineficientes y peligrosos. En la vida real es imposible
eliminar completamente los riesgos y peligros y alcanzar la
seguridad completa.
La libertad es compatible con la igualdad ante la ley
natural ética (igualdad formal), pero es incompatible con la
igualdad material conseguida mediante la ley. Los ingenieros
sociales plantean combinaciones adecuadas de libertad e
igualdad como si fueran dos principios éticos que deben ser
equilibrados, aceptan más violencia para satisfacer las
preferencias de envidiosos, igualitaristas e intolerantes a
quienes no gustan los resultados desiguales de la interacción
libre entre individuos necesariamente diferentes. El
igualitarismo colectivista implica coacción (se obliga por la
fuerza a unos a dar a otros en contra de su voluntad) y sus
normas son no universales y asimétricas (los ricos deben dar,
los pobres tienen derecho a exigir). El colectivismo tiende a
igualar por abajo, a extender la pobreza en vez de distribuir
la riqueza.
2. Nociones Alternativas de Libertad
Al estudiar la realidad con rigor científico conviene precisar,
aclarar y formalizar al máximo los conceptos utilizados,
evitando vaguedades y confusiones y manteniendo la
coherencia y la consistencia. La noción de libertad es
compleja y es utilizada a menudo de forma ambigua y
equívoca. El término libertad se refiere a diversos conceptos
posibles más o menos abstractos. Todos estos usos
lingüísticos son perfectamente legítimos: nadie es dueño del
lenguaje ni tiene derecho a prohibir expresiones o a forzar
determinadas utilizaciones de los conceptos. Como la
libertad es un término con connotaciones muy positivas
muchas personas quieren apropiárselo y distorsionar su
significado para adaptarlo a sus pretensiones. Incluso los
socialistas hablan de defender las libertades.
La libertad de la ética liberal se refiere a características
de las relaciones entre personas en un entorno social. No se
refiere a relaciones de un ser humano con entidades
impersonales (no está libre quien está atrapado en una cueva),
ni a características de recursos disponibles (están libres,
nadie los está utilizando, o son bienes libres que no es
necesario economizar por su abundancia relativa) o de
sistemas cuyo evolución depende de sus grados de libertad
(limitados por diversas restricciones), o a la disponibilidad
de personas por no estar comprometidas.
Como los seres humanos son hipersociales cada persona
actúa persiguiendo sus preferencias en un entorno en el que
están presentes otras personas con sus propias preferencias.
En las sociedades no libres unos seres humanos imponen por
la fuerza sus preferencias a otros. En una sociedad libre se
reconocen derechos de propiedad universales y simétricos,
ámbitos de control legítimo dentro de los cuales cada
propietario es soberano, sus valoraciones son las únicas
relevantes y así se evitan, minimizan o resuelven los
conflictos. La libertad no significa ausencia de restricciones,
limitaciones o impedimentos (poder absoluto), sino ausencia
de interferencia coactiva de otras personas. La libertad
implica límites ya que se basa en el ámbito inviolable del
derecho de propiedad.
Para algunos libertad es poder y riqueza (realización de
los proyectos vitales personales), aunque se obtengan
coaccionando a los demás (de forma directa o indirecta),
garantía de que se cumpla mi voluntad obviando la escasez y
los límites de la capacidad de actuación humana; para otros
libertad es ausencia de influencias o condicionantes externos
o internos, que nada perturbe mi voluntad considerada como
una entidad causante pero incausada, que influye pero no es
influida (no tengo necesidades, solamente deseos
autogenerados); y según otros sólo soy libre si escojo entre
dos bienes y no entre el menor de dos males (por ejemplo en
una situación angustiosa, desesperada), mi elección es libre
solamente si no hay ningún aspecto en ella que sea valorado
negativamente (sin costes).
Poder es la capacidad (siempre limitada) de hacer lo que
se desea. Libertad y poder son conceptos distintos. Una
persona tiene poder o capacidad de actuar en función de las
alternativas disponibles, de los medios escasos a su alcance y
de las limitaciones ambientales siempre presentes en mayor o
menor grado. Un individuo tiene más poder cuantas más y
mejores alternativas y menos restricciones tiene para su
acción. La libertad no supone la eliminación total de las
restricciones, impedimentos o compromisos: la ética humana
impone la única restricción de respetar la propiedad privada
y los contratos. Un individuo es libre si su acción no está
restringida por la violencia ajena, si su propiedad es
respetada por los demás. Un aumento violento de poder
supone violar la libertad de otra persona y disminuir la
capacidad de elección de la víctima. Una persona puede ser
completamente libre y tener muy poco poder (ser muy
pobre).
Los colectivistas e igualitaristas se refieren a libertad
material (en contraposición a libertad formal) o libertad
positiva como la ausencia de obstáculos para la satisfacción
de las necesidades de una persona. Según esta noción una
persona no es libre si no puede alcanzar todos sus objetivos
(lo que es habitual en seres no omnipotentes). La coacción
aquí no es el concepto central a evitar, y se recurre a ella para
quitar riqueza a unos y dar a otros con el fin de obtener más
igualdad (no se es igual ante la ley sino mediante la ley): la
libertad material no es un concepto universal y simétrico, a
unos se les quita para dársela a otros (y una clase especial de
gobernantes decide a quién se quita y quién recibe).
La libertad en la ética y en la filosofía política del
liberalismo no es equivalente a oportunidad para la acción
(que además debe ser maximizada). Algunas acciones sólo
son posibles si varios individuos colaboran. El hecho de que
una persona no colabore con otros (porque no quiere, por los
motivos que sean) disminuye las oportunidades de los demás
(o al menos no las incrementa), pero no va contra su libertad.
El derecho positivo a los medios de acción choca con la
libertad de otras personas que son forzadas a proporcionarlos.
Además los deseos son potencialmente infinitos, así que
siempre hay más medios que reclamar para sí. El
conformarse con reclamar el derecho a unos mínimos vitales
reduce el problema porque disminuye la justificación de la
agresión pero esta sigue existiendo (y además el mínimo es
arbitrario). El establecimiento del derecho positivo a unos
mínimos vitales genera el riesgo moral de incentivar que las
personas no se esfuercen por valerse por sí mismas sino que
se coloquen en situación de pobreza para exigir esos
derechos y hacerse dependientes de las ayudas ajenas.
La libertad no es la disponibilidad de medios y
oportunidades para satisfacer deseos y necesidades (tener lo
bueno, lo que es valorado positivamente) ni la ausencia de
deseos y necesidades (ausencia de miedo, de incertidumbre,
de hambre, de lo que es valorado negativamente). Si la
libertad fuera equivalente a la posibilidad de satisfacer los
deseos, podría conseguirse incrementando los medios para
conseguir lo deseado o disminuyendo los deseos. Así la
persona más libre sería la que no deseara o necesitara nada,
lo que lleva al ascetismo, estilo de vida legítimo (siempre
que no intente imponerse a los demás) indiferente al
progreso material y preocupado por la automanipulación o
entrenamiento de la mente para conseguir estados de
consciencia satisfactorios que no requieran de acciones
adaptativas en el mundo exterior (evolutivamente inestable y
peligroso, ya que suele llevar a fantasías místicas que
desconectan al individuo de la realidad).
Libertad y riqueza son conceptos distintos pero suelen ir
asociados: las sociedades libres son más prósperas. Es
posible obtener riqueza violando la libertad de los demás,
robando o consiguiendo privilegios a costa de otros: pero
esta posibilidad implica asimetría, unos producen y otros
parasitan, unos son robados y otros roban. Sólo en una
sociedad libre la prosperidad se consigue mediante reglas
universales y simétricas. El poder económico y el poder
político son muy diferentes: el poder económico en un
mercado libre se obtiene sirviendo adecuadamente a los
consumidores; el poder político siempre implica coacción.
Una persona puede ser libre y actuar según las decisiones
y criterios de otro cuyo consejo y dirección acepta
voluntariamente, o según normas morales tradicionales o
religiosas que se hacen propias. La acción libre no es
únicamente la que se produce en solitario sin ninguna
influencia. Para algunos la persona libre no es influenciable y
actúa por su cuenta sin dejarse manipular por otros. Si esto se
lleva al extremo resulta que la persona completamente libre
es aquella a quien no le importa en absoluto la opinión de los
demás ni sus preferencias, y por lo tanto no resulta posible
influir sobre él mediante la persuasión: un asocial. Las
personas maduras normales no son ni marionetas
determinadas completamente por las influencias externas ni
egoístas absolutos que no tienen en cuenta nunca para nada a
los demás.
Algunos consideran que son más libres porque piensan
con criterios propios. Pero el pensamiento correcto debe
necesariamente seguir unas leyes lógicas universales; al
negarlas uno puede sentirse muy original pero no piensa de
forma inteligente, y probablemente simplemente repita algún
viejo error, falacia o prejuicio.
Todo individuo tiene circunstancias, condicionantes,
limitaciones, restricciones, que son diferentes para cada uno.
El poder siempre es finito, hay cosas sobre las cuales no es
posible decidir, que no dependen de uno, no pueden
controlarse a voluntad, son hechos dados. Uno no elige a sus
padres, ni su carga genética, ni el entorno social y cultural en
el que nace y se desarrolla. La libertad, entendida como
fundamento necesario de la convivencia social, asume estas
realidades y no consiste en eliminar todas las restricciones
para que los seres humanos se conviertan en espíritus
omnipotentes ajenos a las necesidades y problemas de la vida
real. La idea política de liberalismo es más modesta y realista:
implica eliminar la violencia y la coacción de las relaciones
humanas, de modo que esa restricción no condicione ni
determine las decisiones individuales. La persona libre es
soberana en el ámbito de su propiedad, son sus decisiones las
únicas éticamente relevantes, no hay otros que decidan en su
nombre por la fuerza. Los demás pueden influir, pero no de
forma coercitiva.
El liberalismo no es equivalente a la liberalidad, la
generosidad, el desprendimiento, la virtud moral de quien
distribuye sus bienes sin esperar recompensa. La solidaridad
es compatible con la libertad siempre que no sea obligatoria
o forzada. La liberalidad suena muy bien, se anima a los
demás a dar y así tal vez el individuo reciba algo; el
liberalismo tiene un efecto emocional más humilde, se limita
a condenar la violencia y denuncia la solidaridad coactiva.
La libertad no es la capacidad de cumplir con los deberes
morales, ni la posibilidad de hacer el bien, o la posibilidad de
comportarse conforme a la ley: el bien es subjetivo (no es
objetivo, puede ser distinto para diferentes personas), y la ley
puede ser ilegítima, contraria a la ética.
3. Coacción
La coacción es el uso invasor de la violencia física (o su
amenaza) contra la persona o la propiedad ajena. No todas
las agresiones violentas son equivalentes: los ataques contra
la libertad son de muy diversos tipos y grados. No toda
influencia sobre otra persona es coactiva: es posible
interaccionar con los demás mediante actos pacíficos y no
agresivos. La presión social o la influencia de la opinión de
los demás no es coacción, aunque pueda resultar
desagradable o indeseable para el individuo.
Algunas personas al actuar pueden sentirse restringidos
en sus opciones por la posibilidad de rechazo o valoración
negativa de los demás (circunstancia siempre posible), pero
esto no es coacción en absoluto, ni aunque se trate de unas
pocas personas muy influyentes o con mucho poder.
Adaptarse a las preferencias ajenas y plegarse a la
conformidad es opcional, siempre es posible asumir el
disgusto ajeno, y nadie tiene derecho a reclamar valoraciones
diferentes a los otros. Adaptar los planes a las posibles
reacciones de los otros no es equivalente a ser forzado por
ellos. El rechazo social es de hecho un mecanismo legítimo
para conseguir conductas sociales evitando utilizar la fuerza
física.
Cuando dos o más personas cooperan voluntariamente, la
acción de cada uno deja de dirigirse exclusivamente a sus
propios fines y se dirige al menos en parte a conseguir
objetivos ajenos a cambio de que los otros colaboren con los
propios. Servir a la voluntad de otro no es coactivo cuando es
resultado de un pacto libre de cooperación. Si hay personas
que atosigan a los demás, son muy exigentes y reclaman que
los otros se ajusten a sus deseos, es posible simplemente
ignorarlos y no relacionarse con ellos.
Negarse de forma pacífica y voluntaria a hacer
intercambios no es coacción, aunque eso suponga un grave
problema para la otra parte, aunque se trate de algo esencial
para su existencia; proponer condiciones muy duras para una
relación o intercambio (precio elevado) no es coacción. El
oferente de un servicio particularmente escaso y vital no
coacciona al negarse a venderlo o al pedir un precio alto. A
un propietario pacífico no se le puede hacer responsable del
bienestar de otros que necesitan sus posesiones o servicios.
La libertad de intercambiar implica necesariamente la
libertad equivalente de no hacerlo. Poder cooperar no es lo
mismo que estar obligado a cooperar. No querer relacionarse
con alguien no es coaccionar al rechazado.
Interrumpir una relación cooperativa no es coacción (sólo
es legítimo exigir que se cumpla lo pactado
contractualmente): dejar de comprar algo, dejar de vender
algo, despedir a alguien, dejar de trabajar para alguien, no
son coacción. Tampoco hay coacción cuando una parte es
mucho más rica o poderosa que la otra (los más ricos tienen
más alternativas y negocian más fuerte), o cuando uno está
muy necesitado. La necesidad no genera derechos frente a
quienes podrían resolver el problema.
Si el estado es la institucionalización monopolística de la
coacción, el estado es sistemática y fundamentalmente
ilegítimo y contrario a la libertad, ya que no se trata de que
individuos particulares contraten con otros para establecer
asociaciones colectivas que regulen el uso de la fuerza, sino
que algunos individuos se organizan y se imponen sobre
otros otorgándose a sí mismos el monopolio de le
jurisdicción.
Poder evitar un castigo cumpliendo una norma no
legitima la norma. Las normas éticas son estables,
predecibles y universales, pero no toda norma estable,
predecible y universal es ética. El que la coacción estatal sea
predecible (por anuncios legales previos) y así pueda ser
evitada (cumpliendo la ley) no la hace legítima: si fuera así
cualquier ley positiva mínimamente estable sería éticamente
legítima. Los actos coercitivos de la autoridad son datos
sobre los que el individuo puede basar sus propios planes,
pero este hecho no hace legítima a la autoridad, simplemente
la hace previsible. Poder escapar de una agresión porque es
previsible no legitima la agresión. Avisar de que se va a
utilizar la violencia de forma impersonal en ciertas
circunstancias no legitima ese uso de la fuerza. La libertad
puede perderse de forma sistemática y previsible o de forma
asistemática e imprevisible. La concreción legal de las
normas éticas puede ser parcialmente imprevisible porque
depende de la voluntad de propietarios y partes contratantes
que son libres en el ámbito de su propiedad y respetando las
cláusulas contractuales (su acción no está completamente
determinada por las reglas).
El que las normas estatales sean generales (que afecten a
todos) y no particulares no las hace automáticamente
legítimas: no todos los conjuntos de normas universales son
éticos, ya que pueden ser disfuncionales. Que la coacción sea
igual para todos tal vez incluso sea peor que si algunos
pueden librarse de ella.
Las reglas éticas son abstractas, pero esto no implica que
no consideren la voluntad subjetiva de las personas sino al
contrario: definen derechos de propiedad, ámbitos donde ésta
es soberana, de modo que la aplicación concreta de la ley
puede depender de la voluntad de algún individuo (perdonar
o no a un agresor, decidir qué normas concretas de
comportamiento seguir dentro de un espacio físico) y no ser
simplemente un automatismo impersonal.
Aunque las leyes humanas (prescriptivas) sean
impersonales y generales no son equivalentes a las leyes de
la naturaleza (descriptivas). Las leyes humanas pueden ser
inadecuadas y son violables, lo cual no sucede con las leyes
naturales. Las restricciones naturales existen de forma
independiente de la voluntad y la acción humana, mientras
que las leyes positivas humanas cambian según la actividad
de personas interesadas (legisladores, grupos de presión,
buscadores de rentas, activistas políticos).
4. Libre Albedrío y Voluntad
Algunos pensadores llaman libertad a la capacidad humana
de elegir, pero esto resulta confuso para la ética y la filosofía
política, donde la persona es libre si decide por sí misma sin
coacción ajena. Que el ser humano tenga autonomía personal
significa que decide por sí mismo, que otros no deciden
coactivamente por él; no significa que las decisiones
humanas sean eventos incausados o independientes de leyes
físicas, biológicas o psicológicas, o que no existan las
influencias interpersonales.
La libertad como concepto ético o de filosofía política se
refiere a la acción de la persona en sociedad, no a la
formación de la voluntad. La voluntad es la capacidad de
elegir entre alternativas (preferir de acuerdo con la
percepción emocional subjetiva de una realidad objetiva),
facultad que tiene la mente humana de forma natural como
mecanismo adaptativo de control de la conducta. La libertad
es la posibilidad de actuar conforme a la voluntad propia sin
interferencias coactivas de voluntades ajenas.
No existe el libre albedrío si este se entiende como la
capacidad de decidir incausada, surgida de la nada, espiritual,
sin soporte causal material. Los seres humanos eligen entre
diversas alternativas de acción percibidas como posibles.
Estas decisiones son procesos cognitivos que resultan de la
interacción (cooperativa o competitiva) de múltiples
subsistemas mentales conscientes y subconscientes que
procesan información acerca de la realidad e intentan influir
sobre el comportamiento. Múltiples factores influyen sobre
la conducta de formas muy complejas: historia previa,
eventos recientes (percepción de riesgos y oportunidades).
El cerebro humano es un órgano especializado que
procesa información, toma decisiones y coordina la conducta
del organismo; es un sistema con muchos módulos que
interactúan de forma compleja (una sociedad de la mente).
Una pequeña parte de la actividad cerebral es consciente; las
decisiones conscientes parecen salir de la nada porque han
sido elaboradas en gran medida en el subconsciente y
solamente los resultados finales llegan al flujo de la
conciencia.
Los seres humanos son agentes autónomos intencionales,
máquinas de supervivencia capaces de realizar elecciones
sobre conductas alternativas. La voluntad humana no es algo
sobrenatural o mágico, es el resultado de la sofisticación
evolutiva de capacidades animales naturales previas y más
básicas. La evolución genera la voluntad, la capacidad de
elegir, de tomar decisiones. La evolución, la historia y la
cultura han dotado a los seres humanos de sofisticados
sistemas cognitivos que incluyen la capacidad de reflexionar,
pensar las cosas, imaginar el futuro, simular la realidad,
evaluar las acciones en la mente antes de ejecutarlas en el
mundo real. Los ancestros humanos tenían conductas más
rígidas y simples, más determinadas por los genes; la cultura,
el lenguaje y los memes han incrementado la capacidad del
cerebro humano (especialmente con la ciencia y la
tecnología), que ahora es más sofisticado y flexible, más
adaptativo y exitoso, dispone de un rango mayor de
elecciones posibles.
Los agentes intencionales son planificadores,
anticipadores, simulan mentalmente posibles cursos de
acción futuros alternativos y sus resultados previsibles, y
eligen la opción más valiosa; no son simples máquinas
reactivas que asocian de forma irreflexiva mediante reglas
fijas una reacción a una situación ambiental. Los agentes
reactivos y los agentes intencionales son ambos mecánicos
(en el sentido de cumplir y ser resultado de leyes físicas) y
deterministas, pero los agentes intencionales son mucho más
complejos y flexibles en su conducta.
Los seres humanos tienen una teoría innata de la mente
que les permite entenderse a sí mismos y a los demás como
agentes intencionales, entidades unitarias que actúan de
forma planificada para satisfacer deseos. El concepto de uno
mismo, de la personalidad, es una representación útil del
cuerpo y el cerebro (de uno mismo y de los otros) que
mantienen una unidad y continuidad en el tiempo. La idea de
persona permite integrar información dispersa acerca de lo
que hace, piensa y quiere cada individuo, de modo que sea
posible gestionar la conducta propia y las interacciones
sociales. Cada persona tiene múltiples proyectos extendidos
en el tiempo y posiblemente relacionados con otros
individuos, de modo que necesita un sistema administrador
de alto nivel (con memoria y capacidad de procesamiento
abstracto de información mediante el lenguaje) que los
controle (teniendo en cuenta la situación actual, valoración,
posibilidades de éxito, necesidades, peligros, oportunidades).
El agente intencional se considera a sí mismo como
poseedor de libre albedrío en el sentido de que tiene poder o
dominio efectivo sobre sí mismo y sobre su entorno. La
voluntad consiste en controlar de forma adaptativa, y cada
persona intenta ser su propio dueño, controlarse a sí mismo,
no ser controlada por otros o por factores externos, ser sujeto
activo con sus propios fines, buscar su propio beneficio
evolutivo y no ser un mero objeto o medio utilizable por
otros. El organismo que no intenta controlarse a sí mismo o a
los medios del mundo exterior fácilmente se verá dominado
por otros que sí lo hagan y que serán evolutivamente más
exitosos.
Muchos animales también toman decisiones (de forma
más o menos consciente), y pueden hacerlo libremente o
amenazados de alguna manera por otros animales. Los
procesos humanos de toma de decisiones son más complejos
que los de otros animales porque los repertorios de
alternativas y las posibilidades de interacción y
comunicación son mucho más amplios, y además incluyen
explícitamente deliberaciones morales: considerar cómo
otros valorarán la acción, calcular si se cumplen las normas
sociales.
La voluntad humana es una capacidad compleja resultado
de la combinación natural que existe en el mundo real de
determinismo y aleatoriedad. Las leyes naturales causan los
estados y procesos mentales que originan las decisiones
humanas. El concepto precientífico de libre albedrío como
una capacidad del alma, entidad básica independiente de la
naturaleza, es confuso, absurdo e innecesario, aunque
muchas personas lo acepten por comodidad, por necesidad
emocional o por ignorancia; es un intento fallido de explicar
una realidad muy compleja, la voluntad y la toma de
decisiones.
La voluntad no es una primera causa incausada, no es una
originalidad espontánea, no es la capacidad de desear lo que
dicte la razón. La voluntad no es independiente del ambiente
externo o el estado interno del individuo, necesariamente
debe estar conectada con la realidad para recibir información
de ella y adecuar el comportamiento al entorno. La voluntad
no es arbitraria, ya que si no produce conducta adaptativa
contribuye a la desaparición del organismo. La voluntad
humana puede funcionar en distintos modos, unos más
normales, otros más raros; unos habituales, otros poco
frecuentes; unos excitados, otros tranquilos; unos reflexivos,
otros impetuosos. Todos son propios de la persona en
diferentes circunstancias.
La idea intuitiva tradicional del libre albedrío
desconectado de la causalidad es grave error que refleja una
anticuada visión dualista del mundo. Los seres humanos son
seres materiales causales y eso posibilita su elección y su
acción. El libre albedrío es una ilusión, no el sentido de que
no exista en absoluto sino de que es distinto de lo que parece
y puede ser muy engañoso. Reconocer esa ilusión no implica
caer en el nihilismo o la desesperación. El libre albedrío es
una percepción, y no un poder o una fuerza impulsora. Las
personas experimentan el libre albedrío, tienen la sensación
de no seguir un comportamiento determinista, pero es una
sensación engañosa. Las relaciones de causa y efecto de la
historia del universo no se detienen cuando una persona toma
una decisión. El proceso de decisión se basa en relaciones
naturales de causa y efecto entre los diversos componentes
del cerebro y su interacción con el entorno. Todo sistema
físico o es determinista o es aleatorio o una combinación de
ambos. Las decisiones humanas ni son completamente
aleatorias ni son causa de sí mismas.
El cerebro es una máquina compleja: las creencias,
valoraciones, deliberaciones y decisiones (y la conducta
consecuente) son resultados de procesos causales (muchos de
ellos inconscientes). El cerebro produce una ilusión de
usuario mediante la cual parece que la decisión surge de la
nada, por un acto indeterminado de la voluntad consciente
del sujeto, sin causas antecedentes, como si la consciencia
tuviera el control absoluto.
En diversos entornos experimentales se demuestra que
los seres humanos se engañan a sí mismos respecto a sus
procesos de toma de decisiones: creen que están
reaccionando a estímulos que no pueden haber percibido con
tiempo suficiente como para responder a ellos, o se atribuyen
cosas que no pueden haber hecho (superstición, magia). La
determinación de lo que es elección voluntaria es sumamente
compleja: acciones que solamente pueden ser involuntarias
(el sujeto recibe una orden de la que no es consciente) son
percibidas subjetivamente como voluntarias (de ese modo se
mantiene una sensación ilusoria de control, se reduce la
angustia que produciría la falta de control).
Que el ser humano sea consciente de parte de su
pensamiento y de la acción no implica necesariamente que el
pensamiento consciente cause la acción: parte del
pensamiento consciente podría ser una explicación de la
acción, una integración o resumen informativo para uno
mismo de lo que hace su cerebro. La mayor parte del
pensamiento es inconsciente, y la mente consciente puede ser
una carga para algunas actividades (ansiedad por pensar
demasiado) que se realizan mejor en modo automático
(estado de flujo, trance, ejecución automática de subrutinas).
El cerebro consciente intenta comprender e integrar lo que
hace el cerebro inconsciente.
La consciencia es a menudo un inhibidor de impulsos, un
represor que veta propuestas procedentes del subconsciente,
más que un mecanismo que propone alternativas: el cerebro
inconsciente propone y la mente consciente dispone, corrige,
revisa.
La modulación consciente de la conducta (autocontrol) es
compleja, con múltiples componentes, interacciones y
procesos involucrados. El conocimiento de los mecanismos
de toma de decisiones permite manipularlos de forma
efectiva, tanto por el propio agente (que dispone de mayor
conocimiento acerca de sí mismo) como por otros que
deseen influir en sus elecciones.
Recordar que en la reflexión previa a una decisión se
consideraron diversas alternativas no quiere decir que la
elección, siendo todo igual (condiciones externas y estado
interno del sistema cognitivo exactamente iguales, sin
pequeñas diferencias que puedan producir efectos muy
diferentes por dinámica caótica no lineal), podría haber sido
distinta debido al libre albedrío. Lo único que puede producir
una decisión final distinta es la aleatoriedad; si el sistema es
puramente determinista un estado inicial dado implica un
único estado final determinado. Las alternativas se
consideraron y se rechazaron, y si volvieran a considerarse
en las mismas circunstancias volverían a ser rechazadas. En
la realidad los sistemas biológicos son tan complejos que una
decisión nunca se da en exactamente las mismas
circunstancias.
El proceso de revisión y reflexión posterior a una
decisión y a la acción correspondiente utiliza información
que no estaba disponible antes de la decisión: el agente ha
podido observar las consecuencias de sus actos y quizás ha
aprendido algo de ellos, su sistema cognitivo ha cambiado y
por eso podría tomar una decisión diferente.
El ser humano actúa en función de lo que quiere, pero no
decide conscientemente los contenidos de su voluntad, sino
que estos le son dados desde el inconsciente. La persona no
actúa para querer ciertas cosas, sino porque quiere ciertas
cosas, porque su sistema de acción intencional se activa por
objetivos percibidos como valiosos. Los mecanismos
psicológicos mediante los cuales ciertas preferencias se
hacen dominantes (objetivos más estables y recurrentes de un
individuo) son complejos y pueden incluir el procesamiento
cognitivo y la valoración emocional de los resultados de
acciones previas que persiguieron esos mismos objetivos
(aprendizaje por prueba y error, arrepentimiento, dolor y
placer como determinantes de preferencias futuras). La
voluntad marca los objetivos a seguir, pero no es necesaria
una metavoluntad consciente que le dice a la voluntad qué
objetivos señalar (quiero querer algo): sí es posible que
diversos componentes de la voluntad tengan criterios
distintos e intenten controlarse unos a otros o dominar de
forma global el sistema emocional.
En sentido figurado puede decirse que la voluntad está
esclavizada por las pasiones, encadenada por complejos
patológicos, determinada por las necesidades fisiológicas y
psicológicas, acotada por la herencia y la educación: pero la
persona puede ser así y sin embargo ser libre en sus
decisiones y acciones respecto a los demás seres humanos si
estos no la coaccionan.
La capacidad de elección de una persona se desarrolla a
lo largo de su historia personal, es resultado de un proceso de
maduración, no es igual en niños que en adultos. Los niños
tienden a querer satisfacción inmediata de impulsos intensos
y sus intereses suelen ser poco estables, tienden a cambiar
con relativa rapidez. Los adultos pueden pensar y ejecutar
planes a más largo plazo que resisten distracciones pasajeras.
Una decisión humana es resultado de la interacción de la
mente del individuo con las circunstancias externas. Tanto
los sistemas cognitivos como las situaciones ambientales son
variadas. Una misma mente produce decisiones distintas en
entornos diferentes; distintas personas tienen conductas
diversas en el mismo entorno. Algunos pensadores parecen
caer en posturas extremas irreales en las cuales o el entorno
es casi completamente determinante de la conducta (no hay
diversidad en los seres humanos sometidos al mismo
ambiente) o el entorno es casi completamente irrelevante
(una persona se comporta igual en todas las circunstancias).
Las diferencias de comportamiento pueden ser mayores o
menores en función de cambios personales o ambientales.
Una persona de carácter fuerte puede mantener conductas
uniformes adecuadas a la prosperidad a largo plazo sin
distraerse por fluctuaciones esporádicas, pero la excesiva
rigidez puede implicar no ser capaz de adaptarse a entornos
diferentes. Como la sensibilidad personal en la percepción
del ambiente y en la elección de conductas no es infinita (no
es posible tenerlo todo en cuenta con precisión total, y la
capacidad de acción y su exactitud son limitadas), siempre
existe el problema cognitivo de decidir qué aspectos de una
situación (y sus variaciones) son relevantes para la acción.
Para los seres humanos lo más importante de su entorno
está constituido por los demás seres humanos con quienes
conviven, de modo que las influencias personales son
esenciales para comprender las preferencias y las acciones de
los individuos. La conducta de una persona es a su vez
circunstancia para el comportamiento de los demás. Las
preferencias y creencias pueden expresarse mediante gestos
emocionales o también mediante lenguaje simbólico. La
cultura permite la destilación y transmisión de ideas que
reflejan valores más o menos compartidos por un colectivo
que convive, y es al mismo tiempo producto dinámico de las
acciones e interacciones y circunstancia más o menos estable
de las mismas.
Toda acción de un individuo intenta cambiar el estado del
mundo, y esto puede incluir intentar cambiar a otras personas
e incluso intentar cambiarse a sí mismo (aprender, entrenar,
construir el carácter, evitar vicios, desarrollar buenos hábitos
o virtudes). La cultura y las instituciones de un grupo son
principalmente productos no diseñados ni intencionales de
las acciones de los individuos, pero algunas personas pueden
intentar influir de forma consciente sobre ellas para
mejorarlas según sus preferencias subjetivas.
La noción de libre albedrío puede tal vez referirse a la
capacidad de la mente humana de generar conducta de forma
proactiva sin necesidad de estímulos externos inmediatos. El
sistema cognitivo humano es muy complejo, con múltiples
componentes e interacciones no lineales, y su dinámica da
origen a cambios de conducta autogenerados, que pueden no
corresponderse con ninguna alteración del entorno.
La creatividad, producir nuevas realidades, inventar
teorías o experimentos, no requiere un libre albedrío
espiritual. La creatividad consiste en combinar de forma
novedosa elementos preexistentes, explorar lo desconocido,
y esto puede hacerse de forma sistemática (explorando todas
las alternativas posibles), de forma aleatoria (mezclando al
azar) o mediante heurísticas e intuiciones de expertos.
Los seres humanos se entienden a sí mismos como
agentes morales, con voluntad e intencionalidad propia, y
tienen un cerebro con módulos especializados para los
sentimientos morales y el razonamiento ético. Pueden
reflexionar, asumir responsabilidades, imaginar las
consecuencias de acciones y las valoraciones al respecto de
otras personas (y así tenerlas en cuenta al elegir), y dar
razones de su comportamiento a otros y exigirles lo mismo.
La moralidad permite superar el egoísmo miope a corto
plazo y construir redes de cooperación social a largo plazo,
mejorando así las decisiones y la conducta adaptativa. Parte
de la moralidad es innata (emociones básicas) y parte es
aprendida de la cultura, especialmente mediante historias que
enseñan cómo se castiga o recompensa a las personas según
sus actuaciones.
El ser humano no elige el mal por su naturaleza
pecaminosa: algunos objetivos humanos son conflictivos,
tienen múltiples aspectos valorados de forma diferente. Una
tentación es un fin que se presenta de forma engañosa y
parcial como algo valioso, ocultando sus aspectos
perjudiciales. El ser humano elige los fines que considera
más valiosos y actúa conforme a su conocimiento y
capacidad para obtenerlos: puede equivocarse y sus
preferencias pueden cambiar. No existen el bien y el mal
absolutos ni objetivos. Una persona puede actuar
inmoralmente, en contra de lo que indican sus escrúpulos
morales (porque otros módulos mentales son más fuertes en
ese momento) o de forma diferente a como lo haría la
mayoría (porque sus circunstancias son distintas). Las
normas éticas representan conocimiento que puede ser
utilizado para evitar las tentaciones, pero pueden incumplirse,
sobre todo si no son comprendidas y asumidas.
La mecánica cuántica ha sido sistemáticamente mal
interpretada como una fundamentación del libre albedrío. La
física moderna no coloca al libre albedrío y a la conciencia
en los fundamentos de la realidad; son fenómenos
emergentes de alto nivel que suceden en sistemas biológicos
adaptativos cibernéticos.
5. Determinismo y Materialismo
La libertad, la capacidad de elección y el determinismo
estructural son compatibles. Los seres humanos son sistemas
vivos mecanicistas determinados por su estructura. Un ser
humano posee un sistema cognitivo enormemente complejo.
La mente humana tiene múltiples subsistemas, conscientes e
inconscientes, en permanente interacción cooperativa y
competitiva. El ser humano puede tomar decisiones, y el
proceso de elección es el resultado causal de la interacción
compleja de su sistema cognitivo con la situación. Todo
proceso cognitivo es resultado de la actividad interna del
sistema y de la interacción entre el sistema cognitivo y el
entorno. Los seres humanos y sus circunstancias son tan
complejos que son únicos e irrepetibles, es prácticamente
imposible que dos personas o situaciones sean exactamente
idénticas. La libertad significa que el individuo elige por sí
mismo, según su voluntad y sus capacidades, sin
interferencia violenta de otras personas.
No hay ningún alma sobrenatural dirigiendo al cerebro.
La mente no puede simultáneamente ser independiente del
mundo físico y al mismo tiempo tener efecto sobre él. El
alma o espíritu inmaterial que controla al cuerpo y sobrevive
a su muerte es una entidad imaginaria inexistente.
El ser humano es parte de la naturaleza, y sus deseos,
inclinaciones y actos son susceptibles de explicación causal
ordinaria, determinista, sin necesidad de recurrir a entidades
no naturales. El ser humano libre se autodetermina en el
sentido de que toma sus propias decisiones de forma
autónoma (no son otros quienes las toman coactivamente por
él), no en el sentido de que esas decisiones no sean causadas
de forma natural. El determinismo afirma que todo lo que
sucede está necesariamente determinado por lo que ha
sucedido antes (pasado, presente y futuro están conectados
causalmente de forma regular). La libertad se refiere a no
estar restringido u obligado de forma coactiva, y esto no es lo
contrario del determinismo y la causalidad.
La libertad de la elección humana se entiende a menudo
equivocadamente como que la parte consciente de la mente
humana toma las decisiones sin influencias, presiones o
restricciones de otras partes inconscientes, involuntarias. La
causalidad y la libertad no son independientes: la libre
voluntad y la causalidad natural son compatibles, si por
libertad se entiende ausencia de coacción y posibilidad de
obrar de forma autónoma (libertad como concepto moral,
ético, donde lo opuesto de libre es forzado).
La ausencia de determinismo es la aleatoriedad. Un
sistema puede ser completamente determinista,
completamente aleatorio o parcialmente determinista y
parcialmente aleatorio, y no existen otras alternativas. Lo
opuesto al determinismo no es la voluntad o la libertad. El
determinismo naturalista a menudo se interpreta
erróneamente como que un solo factor influye de forma total
y absoluta sobre un resultado. El determinismo es la
descripción de regularidades, pero con otro sentido un factor
o causa se considera determinante si es suficiente por sí
mismo para producir un efecto (otros factores no serían
relevantes o necesarios), o si es necesario para producir un
efecto (otros factores por sí solos no son suficientes), o si su
influencia es mucho mayor que la de otros factores.
El conocimiento del cerebro, con sus componentes
genéticos y culturales, incrementa la capacidad humana para
sobrevivir y desarrollarse, produciendo tecnología y ciencia,
perfeccionando habilidades y mejorando las instituciones
sociales (adecuándolas a la naturaleza humana real).
Deshechizar la mente del espíritu no elimina la psicología de
la vivencia humana habitual, sino que la depura y aclara. La
humanidad no desaparece porque sea posible reducir los
conceptos morales a procesos metabólicos cerebrales y
entidades cognitivas y emocionales. Los seres humanos son
diferentes de otros animales porque sus mentes son mucho
más sofisticadas, no porque su base fisiológica sea diferente
o porque exista algún componente sobrenatural adicional. El
materialismo determinista no significa que las personas no
elijan libremente y no sean responsables, o que la vida no
pueda tener sentido. La evolución ayuda a comprender la
naturaleza humana individual y social.
La autoconciencia humana y su capacidad de reflexión y
deliberación no salva a las personas del determinismo: los
pensamientos conscientes son muy complejos (un agente
consciente es más sofisticado que un agente inconsciente)
pero están determinados. La percepción y representación de
uno mismo como un agente racional que considera
alternativas son resultado de procesos cognitivos con base
neurológica material.
El determinismo no es lo mismo que el fatalismo. Según
el fatalismo el futuro es independiente de las acciones
humanas. La capacidad de acción humana es limitada, y hay
cosas que están fuera del alcance del control humano, pero el
fatalismo estricto es falso: las acciones cambian el mundo
(por eso se efectúan, los agentes intencionales son
evolutivamente exitosos). El determinismo implica una
ligazón causal continua entre el mundo y los agentes: lo que
una persona sabe y quiere depende de su historia pasada (lo
que ha hecho y le ha sucedido) y determina su conducta
futura en interacción con los sucesos del entorno.
La idea de determinismo no implica fatalismo, no
significa que no merezca la pena actuar porque el destino ya
está escrito, ni que el ser humano esté controlado por fuerzas
externas ante las que no puede hacer nada. Las fuerzas
naturales causan el comportamiento de forma necesaria. El
estado del futuro depende de las acciones humanas, y estas
acciones están determinadas por el estado del presente (con
cierto grado de aleatoriedad). Nadie conoce el futuro en
detalle. Lo que las cosas son no es igual que lo que se sabe
de ellas, el futuro no está escrito en ninguna parte.
El determinismo no es lo mismo que la inevitabilidad: la
mente humana utiliza las regularidades deterministas para
evitar peligros y amenazas mediante acciones adaptativas. Es
inevitable aquello sobre lo que no se puede hacer nada, que
no puede cambiarse, pero no todo es inevitable.
La voluntad es incompatible con el indeterminismo. El
comportamiento humano necesita el determinismo. El
determinismo no sólo no es un problema, sino que es
imprescindible para la elección y la acción: el conocimiento
de las regularidades naturales de la realidad es
imprescindible para la acción intencional acertada que
planifica operaciones sobre medios que permiten alcanzar
con ciertas garantías los fines deseados; si la realidad fuera
completamente irregular la acción intencional sería
imposible, hacen falta patrones fiables que permiten predecir
las consecuencias de diversas alternativas de actuación. Lo
aleatorio no es controlable (al menos los sucesos individuales,
puede haber regularidades estadísticas, probabilísticas).
Si las elecciones realizadas no estuvieran determinadas
por los acontecimientos anteriores, por el carácter o la
personalidad, entonces las acciones serían completamente
aleatorias. El determinismo conecta al agente con la realidad.
Las acciones intencionales no son sucesos aleatorios
indeterminados. La conducta humana tiene múltiples causas
complejas, a menudo tantas y tan intrincadas que parece que
no hay ninguna especialmente relevante.
Algunas personas rechazan la compatibilidad entre
determinismo y libertad humana porque asocian el
determinismo con sistemas mecánicos muy simples (con
restricciones conocidas), en los cuales es posible captar
plenamente y predecir el flujo lineal de los acontecimientos.
La mente humana es un sistema determinista hipercomplejo
(una red causal intrincada con componentes caóticos y
mecanismos aleatorios) no predecible en detalle cuyo
comportamiento es mucho más rico, flexible y adaptativo,
pero sus fundamentos físicos son los mismos.
A una persona pueden no gustarle ciertos rasgos de su
personalidad y puede intentar librarse de ellos: se trata de
unos sistemas cognitivos tratando de eliminar a otros.
Algunos de estos subsistemas pueden resultar especialmente
poderosos o influyentes para el control de la conducta: los
adictos y obsesos compulsivos se sienten empujados por una
fuerza irresistible. La sensación de libertad psicológica se
refiere a la inactividad de ciertas emociones pasionales
difíciles de frenar o a la capacidad mental de controlarlas: los
represores de la parte consciente de la persona vencen sobre
mecanismos básicos inconscientes. Los niños exigen
satisfacción inmediata de sus deseos, la maduración es un
proceso de construcción gradual de una persona adulta con
más autocontrol. Pero a menudo se envidia a quien vive
pasionalmente, se entrega con ardor a una causa motivadora
o se deja llevar por fuerzas que le superan. Algunos maestros
espirituales recomiendan ser como niños.
6. Responsabilidad
El concepto (ético, moral y legal) de responsabilidad
personal se refiere a un entorno social en el cual las normas
de conducta se aplican a individuos respecto a sus acciones
(según consecuencias, según intencionalidad, según
conocimiento, o según una combinación de todos ellos): el
agente causante puede esperar represalias legítimas (castigos,
exigencia de compensaciones) si sus acciones dañan a otros.
Las normas son parte de la cultura del grupo comprensibles
por un cerebro procesador de información, que las tiene en
cuenta al intentar prever los posibles resultados de los
comportamientos alternativos disponibles para el agente.
El concepto ético de responsabilidad también se refiere a
que nadie tiene derecho a exigir a los demás los medios
necesarios para sobrevivir y desarrollarse. Nadie es por
defecto responsable de garantizar el bienestar ajeno, nadie
debe nada a nadie. Lo que una persona quiera o necesite debe
en principio conseguirlo por sí misma o relacionándose de
forma voluntaria con otros (regalos, intercambios).
Las normas sociales, al hacer a las personas responsables
por sus acciones y recompensarlas o castigarlas, intentan
influir sobre la conducta individual para que las personas
hagan lo que socialmente se considera moralmente deseable
y eviten hacer lo que se juzga moralmente indeseable. Las
normas institucionalizadas influyen sobre el comportamiento
de las personas ya que éstas las consideran al actuar. Las
personas sienten influencias de otros y ejercen influencias
sobre otros, pueden reflexionar acerca de las consecuencias
de sus actos, especialmente sobre las reacciones de otras
personas. Las reglas sociales codifican patrones de conducta
aceptables y no aceptables y avisan de las consecuencias
perjudiciales para los transgresores.
Los seres humanos tienen intuiciones psicológicas y
morales que les permiten saber que las personas tienen
mentes que funcionan formalmente igual, como agentes que
controlan sus acciones y son considerados responsables por
sus decisiones. La asignación de responsabilidad es una
herramienta moral y ética para proteger a un grupo de
agresores potenciales. La responsabilidad es un concepto
ético; la sensación de responsabilidad es psicológica. La
libertad es un concepto ético y social (ausencia de coacción);
la sensación de libertad es psicológica.
La responsabilidad como concepto ético (que implica que
el agente libre asume las consecuencias de los propios actos
y compensa los daños causados a otros) no es equivalente a
los sentimientos íntimos de responsabilidad y culpa
(emociones morales que motivan determinados
comportamientos). Los sentimientos, emociones y
sensaciones tienen fundamentos neurológicos y se viven
como experiencias subjetivas privadas (aunque su
fundamento genético sea universal y compartido por todos
los seres humanos normales). Las ordenaciones jurídicas de
la sociedad son sistemas teóricos abstractos de conceptos
legales que pueden utilizar concepciones universales y
objetivas de la responsabilidad y la culpa que no coincidan
necesariamente con su percepción particular y subjetiva.
Las normas éticas legitiman el uso de la fuerza contra las
agresiones y daños causados a la propiedad ajena. La
responsabilidad ética significa que el causante de un daño
debe responder por ello y compensar a la víctima. La
responsabilidad ética no implica necesariamente
intencionalidad y conocimiento en la acción causante del
daño: si fuera así cualquier agresor podría eludir su castigo
alegando desconocimiento y no intencionalidad, y la víctima
no sería compensada. La responsabilidad estricta según
causación fomenta que los agentes se informen acerca de las
posibles repercusiones de sus actos y tengan en cuenta no
sólo los efectos queridos sino también posibles
consecuencias no deseadas.
La conciencia moral de una persona depende de rasgos
genéticos e influencias sociales (cultura, vivencias históricas
personales), que conjuntamente construyen mecanismos
mentales que activan ciertas conductas y reprimen otras en
función de las circunstancias (buen carácter, virtud,
integridad). Los seres humanos no se transforman
automáticamente en agentes morales mediante procesos
cognitivos racionales. Normalmente la sabiduría moral es
conocimiento práctico, creencias y hábitos que se adquieren
culturalmente (fábulas, parábolas, historias, cuentos con
moraleja, personajes arquetípicos) y a través de las
experiencias vitales. El niño aprende las componentes
culturales de la moral mediante ejemplos, fijándose en qué
acciones son recompensadas y cuáles castigadas en su
comunidad.
Si se elimina la noción de responsabilidad el niño creerá
que todo está permitido y su desarrollo cognitivo y
emocional no será adecuado ya que no se habrá adaptado a la
situación real de la convivencia social, no sabrá evaluar y
tener en cuenta las consecuencias de sus acciones para otras
personas que sí le exigirán responsabilidades (o los posibles
riesgos indirectos y costes a largo plazo para él mismo). Si
no se permite que la persona tome decisiones libres y disfrute
o sufra las consecuencias, no aprenderá la relación entre
acciones acertadas y resultados deseados (y acciones
erróneas y resultados no deseados), no desarrollará hábitos
adaptativos exitosos (virtudes).
Algunos módulos específicos del cerebro muestran
diferencias entre adultos y niños (aún no han aprendido a
considerar consecuencias a largo plazo y para otras personas
de sus acciones). Las personas adultas normales tienen más
información acerca de la realidad, han aprendido las normas
sociales y pueden actuar conforme a ellas (o elegir violarlas),
con diferencias particulares según diversos rasgos
psicológicos del carácter. Algunas personas controlan mejor
sus impulsos pasionales (los inhiben mediante mecanismos
mentales represores), otros son obsesivos o compulsivos
(sienten angustia si no realizan una tarea determinada).
La noción social de responsabilidad es para cada
individuo un factor ambiental que influye de forma muy
importante sobre su conducta. Hacer a las personas
legalmente responsables sirve para enseñarles cómo
integrarse cooperativamente en la sociedad y para disuadirles
de comportamientos socialmente indeseables (reconocer la
alta probabilidad del castigo disminuye la probabilidad de
cometer el delito). Es un elemento esencial en un sistema
legal: si se elimina se destruye uno de los principales
mecanismos mediante los cuales cada agente reprime
impulsos violentos.
Muchas normas son prohibiciones (represores) de que se
haga algo nocivo. Si los agresores pasados y presentes no
son represaliados, los individuos actuales pueden pensar que
merece la pena parasitar y depredar a los demás ya que no
corren riesgo de ser castigados. El deseo pasional e
implacable de justicia (casi a cualquier coste) incrementa la
credibilidad y efectividad de la disuasión, hace que el castigo
sea considerado como muy difícilmente evitable por el
delincuente potencial.
Para resolver un problema es preciso identificarlo y
localizarlo con precisión. La responsabilidad de la acción es
del individuo que actúa, y no de otras personas que hayan
podido ejercer alguna influencia sobre su decisión, ni de toda
la sociedad en su conjunto. Los colectivistas culpan de forma
confusa y difusa a toda la sociedad en lugar de señalar
claramente a delincuentes y criminales; en lugar de arreglar
de forma simple un problema local y parcial se dedican a
hacer política e ingeniería social para reformar la sociedad
entera de forma coactiva.
La responsabilidad moral o ética no requiere que cada
persona y cada acto sea causa de sí mismo. La persona no se
produce a sí misma de forma plenamente autónoma, su
personalidad (características psicológicas estables) es al
menos en parte resultado de influencias externas no
controlables sobre las cuales es inútil o muy difícil actuar.
Uno actúa según cómo es y en qué circunstancias se
encuentra, y cómo uno es y en qué entorno está se debe en
parte a acciones propias pasadas y en parte a factores
externos no controlables por cada ser humano.
La responsabilidad no requiere que la persona se cree a sí
misma, que sea su propia causa (lo cual es imposible). El ser
humano, su voluntad y su conciencia, son productos de un
proceso de desarrollo y construcción. Inicialmente no existe
ni siquiera un sistema nervioso, este se construye
gradualmente por la herencia genética y las influencias
ambientales. Los mecanismos de toma de decisiones
voluntarias no aparecen de repente de la nada sino que se
desarrollan gradualmente, se ajustan de forma progresiva
mediante supervisión de adultos y experiencias personales.
La personalidad es dinámica y puede ser recursiva o
autoreferente: una persona puede elegir actuar para cambiar
su propia personalidad (en el futuro), pero esta decisión (y su
probabilidad de éxito según la capacidad de actuación) es
resultado de cómo es ahora la persona y qué influencias
recibe.
Las influencias sociales existen pero no son iguales para
todos (en un mismo grupo los entornos concretos son
diferentes) y las personas pueden reaccionar de formas
diferentes ante los mismos estímulos. Cada persona es el
producto de una dotación genética y una historia de
influencias ambientales: familia, grupos, sociedad extensa. A
su vez las condiciones sociales son el producto de las
acciones distribuidas de muchas personas. Las influencias
sociales tienen efectos sobre la conducta humana, pero esto
no justifica la intervención gubernamental para regular la
sociedad. Los gobernantes son individuos limitados como
todos que pueden equivocarse, con la diferencia de que ellos
pueden imponer sus decisiones a otros y transferirles los
costes de sus errores.
La criminalidad puede incrementarse o disminuirse por
muchos factores sociales. El comportamiento humano de un
individuo particular no puede predecirse en detalle, pero es
posible estudiar leyes de tendencia de la conducta según la
carga genética, la dinámica familiar, las influencias de
amigos y los mensajes culturales. Ciertos factores sociales
hacen más probables algunas decisiones humanas, tanto
acertadas como perjudiciales. Es éticamente legítimo intentar
influir sobre el desarrollo de la personalidad y la conducta de
los demás, pero el estado lo hace de forma coactiva; la
familia y la sociedad civil pueden instruir adecuadamente a
las personas. El aprendizaje del autocontrol se ve facilitado
en entornos sociales donde la responsabilidad se
individualiza.
El control de la acción (entendida en sentido extenso,
reacciones, hábitos, acción intencional) es resultado de la
actividad de diversas partes del cerebro, unas conscientes y
otras inconscientes, unas voluntarias y otras involuntarias,
unas de uso frecuente y otras más raras, unas impulsivas y
otras reflexivas, unas pasionales y otras más frías.
La persona no es solamente la parte consciente del ser
humano, y la noción de responsabilidad no se refiere
solamente al autocontrol consciente sino al concepto ético de
hacer frente a los daños causados a otros (de forma
intencional o accidental). El control de la conducta humana
no es solamente consciente. La responsabilidad no se refiere
únicamente a los resultados intencionados y previstos de la
acción voluntaria.
La disuasión legal no siempre funciona. Algunas
personas no pueden entender bien la moral (si ni siquiera
perciben la amenaza del castigo este no puede servir como
disuasor), es difícil o incluso imposible persuadirles
mediante argumentos éticos que quizás apenas comprenden
(enfermos mentales, dementes, disminuidos psíquicos), o su
mente consciente es incapaz de inhibir impulsos agresivos o
destructivos de su mente inconsciente. Las personas
sistemáticamente incapaces de controlar sus impulsos
violentos (violadores, pedófilos, pirómanos, cleptómanos,
asesinos en serie) no merecen más protección que los
ciudadanos normales, sino que son amenazas potenciales
contra los demás: su libertad puede ser restringida en la
medida en que son amenazas claras e inminentes. No tiene
sentido castigar a quien no responde a incentivos, y no tiene
sentido aplicar normas como sujetos éticos a quien no puede
entenderlas y aplicarlas.
Conocer las razones de la conducta humana no justifica
la agresión ni exime de responsabilidad a los agresores. Si un
acusado pretende burlar al sistema de justicia y escapar de su
castigo señalando que no tiene libre albedrío ni
responsabilidad porque su cerebro es una máquina causal, el
juez y el verdugo pueden replicar con el mismo argumento,
que le condenan y castigan como máquinas causales sin libre
albedrío ni responsabilidad. Si el criminal alega no ser
responsable de su esencia, el justiciero puede alegar
exactamente lo mismo.
La consideración de sujeto ético con derechos implica
responsabilidad. Si no se asume la responsabilidad por los
propios actos no se puede reclamar protección legítima de
derechos frente a otros, ya que estos pueden argumentar de
forma simétrica que tampoco son responsables. Es natural
que un agresor (el ejecutor material de un crimen) intente
buscar disculpas exculpatorias para evitar su castigo. Hay
varias estrategias comunes: culpar a las malas influencias
recibidas de otros (malos tratos, mala educación), o declarar
demencia transitoria (crímenes pasionales, acciones no
premeditadas) o incapacidad mental.
Una persona recibe múltiples influencias a lo largo de su
vida. Muchas son difícilmente separables, algunas pueden
ser especialmente relevantes y marcar a una persona. Un
niño no tiene posibilidad de defenderse de un adulto que
abuse psicológicamente de él o lo maltrate, o si le enseñan a
vivir como un delincuente tal vez no conozca otras
alternativas. Pero la víctima recibe el daño directamente de
un agresor y no tiene por qué investigar más allá para exigir
una compensación. Un criminal puede protestar contra
aquellos de quienes recibió malas influencias, pero esto no le
exime de culpa por los daños que él mismo ha causado ha
otros. La sociedad puede presionar moralmente a los adultos
para que eduquen de forma adecuada a sus hijos para que al
menos no sean un peligro para otros. Algunos individuos
toman decisiones perjudiciales para sí mismos de forma
sistemática y acumulativa, su conducta es destructiva,
disfuncional, y no necesitan influencias ajenas para
convertirse en amenazas sociales.
La responsabilidad es un concepto tan fundamental que
es posible considerar que la ausencia de libertad no exime
automáticamente de responsabilidad: una persona amenazada
o coaccionada por otra es igualmente responsable de lo que
les haga a otros individuos. Todas las circunstancias externas
limitan las opciones disponibles al agente de alguna manera.
Algunos sucesos ambientales se deben a otros agentes y son
muy influyentes y determinantes: amenazas contra la
integridad física o la vida (propia o de los seres queridos),
órdenes de superiores con posible castigo por
incumplimiento. Incluso en estas circunstancias cada persona
decide cómo actuar (si el agresor no le agarra y le mueve con
una fuerza tan grande que no puede oponer suficiente
resistencia), tiene la alternativa de negarse a obedecer las
órdenes y recibir él el perjuicio. Una persona amenazada de
agresión no tiene derecho a traspasar a otro el daño. Un
agresor debe compensar a su víctima aunque haya sido a su
vez amenazado por otro, y a su vez el amenazado puede
defenderse y exigir su propia compensación al amenazante.
El amenazador utiliza al amenazado como medio para
indirectamente agredir a otra persona, pero el amenazado
sigue siendo un agente que elige entre alternativas, puede
negarse a cooperar.
Si un ser humano es considerado incapacidad de entender
las normas, de controlar su propio comportamiento o de
distinguir el bien del mal, difícilmente merece la
consideración de sujeto ético pleno: se parece más a un
objeto que puede ser poseído o a un animal salvaje que no
atiende a razones y es un riesgo para otros.
7. Influencias y Paternalismo
Los seres humanos son esencialmente sociales y culturales.
La obtención accidental de conocimiento por uno mismo
(mediante búsqueda ciega aleatoria) es muy lenta y costosa.
Adquirir conocimiento de los demás mediante imitación
(asumir sus memes objetivos) es muy eficiente, pero tiene el
riesgo de ser engañado, manipulado: memes perjudiciales
para sus portadores pueden propagarse con éxito. Los seres
humanos necesitan un proceso de desarrollo cultural desde su
infancia para adquirir conocimientos útiles, formar su
personalidad e integrarse en la sociedad. La educación puede
ser una influencia positiva, pero la bondad de la
intencionalidad (los padres suelen querer a sus hijos) no
garantiza la adecuación del resultado.
El ser humano es hipersocial. Las personas no sólo viven
juntas, sino que interaccionan sistemáticamente, se influyen
unos a otros, y así moldean de forma recíproca sus creencias
y preferencias. Algunos métodos no violentos de influencia
sirven para el control parcial de las mentes ajenas,
manipulando sus creencias (supersticiones religiosas,
ideologías colectivistas) y sus preferencias (publicidad de
productos y servicios, propaganda política e ideológica). Las
personas pueden intentar mediante la persuasión o el engaño
que los demás se adapten a su voluntad y actúen a su servicio,
para su beneficio.
La manipulación mental puede ser emocional
(preferencias) y cognitiva (creencias, conocimiento). Las
valoraciones personales pueden provocar acciones con
resultados nocivos (valorados negativamente) a posteriori. El
valor sólo existe como criterio mental subjetivo, pero los
individuos pueden tener preferencias que van contra sus
propios intereses, que no son adaptativas, que disminuyen
sus posibilidades de éxito y supervivencia. Las creencias
falsas resultan inadecuadas para la acción, hacen que esta
fracase por ser tecnológicamente desacertada.
Las creencias no surgen de la nada, suelen ser imitadas
de otros: padres, líderes religiosos, figuras de autoridad.
Ciertas ideas sirven para el control social: los poderosos
exigen conformidad con las ideologías que los mantienen en
el poder, y los más ignorantes, dóciles y crédulos asumen lo
que reciben sin crítica analítica rigurosa. Los bloqueos
mentales limitan la capacidad de pensar, de buscar opciones
alternativas, de aprovechar oportunidades. La persona
madura e intelectualmente formada sospecha de las ideas que
se le ofrecen camufladas de ser por su propio bien.
Las personas son influenciables en grados diversos y
tienen distintas habilidades para persuadir a los demás, que
todos utilizan de formas más o menos conscientes y
sistemáticas. El conocimiento de la psicología humana
permite el desarrollo de diversas técnicas de manipulación
mental que influyen sobre los procesos de decisión de los
individuos y que son legítimas si no se basan en fraudes,
estafas o coacción.
Las preferencias personales no están dadas ni son
siempre explícitas, se van formando, cambian, se descubren
y aprenden, a partir de bases genéticas instintivas se precisan
y construyen dinámicamente mediante experiencias vitales.
Las preferencias más estables o generalizadas no son más
legítimas que las cambiantes o particulares (si no fuera así no
se podría tener gustos distintos de la mayoría o cambiar de
opinión).
La mente de una persona es un complejo sistema con
múltiples componentes que interactúan: en un momento
vencen unas tendencias, en otros otras. La parte más fría y
estable de la mente puede considerar que actuar
impulsivamente es caer en una tentación nociva, pero quizás
la mente reprimida y represora causa una vida sosa, insulsa,
sin experiencias vitales intensas.
Las valoraciones son siempre relativas, de lo que se
recibe respecto de lo que se da, y también de otras
posibilidades de obtener mejor calidad o menor precio: los
participantes suelen informarse acerca del mercado de su
interés. Pero adquirir información y procesarla es costoso,
cierto nivel de ignorancia y confianza en expertos (agentes,
delegados, representantes) es adecuado (distribución del
trabajo, especialización). En las decisiones los seres
humanos utilizan una racionalidad instrumental (indica cómo
conseguir fines deseados) limitada e imperfecta. Es
imposible asegurar que todas las decisiones serán acertadas,
que no habrá arrepentimiento o efectos no deseados. Las
personas tienen derecho a equivocarse, que es un factor
esencial en el aprendizaje.
Cada individuo tiene sus preferencias y las conoce mejor
que nadie, aunque quizás no es quien mejor considere las
consecuencias de sus decisiones (especialmente efectos
secundarios y a largo plazo) por falta de experiencia o de
conocimiento en un ámbito complejo, nuevo o desconocido
(salud, finanzas, seguros, probabilidades, estadística). Los
expertos y especialistas pueden tener mejor conocimiento
general y teórico de un tema pero no saben tanto acerca de
las preferencias y particularidades de cada individuo. El
resultado de la decisión afecta principalmente al individuo,
es quien más incentivos tiene para que sea correcta.
Si la persona común no sabe sobre algo, también puede
tener problemas para saber a qué experto escoger y darle
poder. Los presuntos expertos también son seres humanos
falibles, pueden equivocarse y tender a proteger más sus
intereses que los de los asesorados. Los expertos que actúan
de forma ética proponen, no imponen (no asumen por
defecto que todos deben hacerles caso y permiten a sus
asesorados prescindir de sus servicios), actúan de forma
parcial y local (no pueden saber de todo para todo el mundo),
y compiten libremente (intentan satisfacer a sus clientes y
aceptan que otros expertos puedan hacer lo mismo). Los
sabios y benevolentes no coaccionan sino que intentan
enseñar y persuadir.
Algunas estrategias de decisión en casos de conocimiento
escaso son imitar a la mayoría (si es un error se minimiza el
daño relativo, comparado con otros), hacer caso a alguien
para quien uno es importante (tiene incentivos para acertar) o
atender a un experto (no tiene vínculos emocionales pero sí
incentivos económicos y conocimiento especializado). Pero
reconocer quién es un experto fiable es un problema
complejo. La demanda de calidad y garantías de seguridad es
una oportunidad de negocio para empresarios que se
transformen en especialistas de confianza o intermediarios
entre ellos y sus potenciales clientes.
Los intercambios o relaciones con desconocidos son
delicados por la falta de información acerca de la reputación
del otro. Algunos agentes tienen la posibilidad de
interaccionar de forma repetitiva y recurrente con otros, de
modo que pueden considerar si sus expectativas iniciales se
cumplen y mantienen. Un comprador insatisfecho puede
cambiar de vendedor. Un comprador satisfecho desarrolla
hábitos de fidelidad hacia un vendedor. Las empresas
grandes y estables interaccionan con muchos clientes durante
mucho tiempo, de modo que les interesa no engañarlos y
obtener una buena reputación.
En algunas situaciones una parte de una relación presenta
a otra una serie de opciones sobre las cuales se espera que
elija. La forma de presentación de las opciones (y de la
información asociada), su contexto, influye sobre la elección
definitiva. El resultado no depende sólo del sistema
cognitivo y emocional de la persona que decide, sino
también del entorno. Las mismas alternativas pueden ser
presentadas en distinto orden, puede que haya que escoger
activamente o rechazar activamente alguna opción, puede
asumirse una opción por defecto si no se afirma
explícitamente algo en contra. Una parte puede ofrecer por
defecto una opción que considera la más adecuada
(confiando que por inercia muchos la escogerán) y hacer más
difícil la posibilidad de elegir opciones que considera
problemáticas (incrementar los costes del acceso a
alternativas atractivas pero con efectos secundarios nocivos).
Un contrato legítimo es explícito, una parte no puede
simplemente asumir que la otra lo acepta porque no dice que
no. Obligar a alguien a hacer algo y asumir un coste para
evitar un contrato no es legítimo.
El paternalismo no siempre es coactivo: se da en
situaciones de asimetría de información con intereses
comunes (al padre le importa el hijo, al benefactor le
interesan las personas a quienes intenta persuadir). Pero las
buenas intenciones no garantizan buenos resultados y los
parásitos y depredadores pueden disfrazarse de altruistas
desinteresados. Las estrategias psicológicas de la
manipulación mental pueden utilizarse en beneficio del
manipulado o en su contra. Algunas personas preocupadas
por el bienestar ajeno pueden intentar utilizar la forma en que
plantean decisiones a otros por su propio bien, de forma
paternalista pero sin coacción. Algunos individuos pueden
intentar influir agresivamente sobre otros para aprovecharse
de ellos consiguiendo que tomen una determinada decisión.
En algunos casos una persona debe decidir por otra, actuando
como su representante, con o sin un contrato explícito de
delegación (imposibilidad de comunicación o de decisión,
incapacitación mental, coma, muerte, niños).
Una persona especialmente honesta puede ofrecer a los
demás diversas opciones y además dar información adicional
(por qué se las presenta de una determinada forma, posibles
riesgos de diversas elecciones), ofrecer garantías de
satisfacción y pedir sugerencias acerca de cómo mejorar la
presentación de las alternativas. Frente a decisiones
importantes (costosas) e infrecuentes (falta experiencia e
información sobre reputación) la persona inteligente no se
deja presionar o impresionar, piensa con cuidado y estudia la
reversibilidad de la elección.
Es difícil saber cuántas y cuáles alternativas son
adecuadas: algunas decisiones pueden implicar demasiadas
opciones que sobrecargan el sistema cognitivo (más
posibilidades de elección no implica necesariamente más
felicidad o bienestar), pero si se simplifica demasiado
algunas personas pueden quedar insatisfechas. Los
vendedores pueden hacer estudios estadísticos sobre las
preferencias de los consumidores y actuar según su
distribución. Los expertos a menudo ofrecen servicios de
simplificación o de descubrimiento de más alternativas. Si
existen muchas alternativas es posible y fácil simplificarlas
(eliminar algunas puede ser trivial), pero no se puede elegir
entre lo que no es accesible, y generar nuevas opciones suele
ser costoso y lleva tiempo.
Las técnicas de manipulación de la mente ajena son
utilizadas de forma sistemática por los estatistas: control de
los medios de producción y difusión de información (medios
de comunicación de masas), escuelas estatales coactivas
(obligatorias) y adoctrinadoras (los niños están muy
indefensos ante la dominación psicológica que intenta
inculcar en ellos creencias y preferencias, controlando su
pensamiento y su conducta).
La promoción de la libertad es sobre todo educación,
persuasión, formación, enseñanza. Contra las malas ideas se
lucha legítimamente con buenas ideas, no con violencia.
Contra las malas ideas que defienden el uso de la violencia
(el inicio de la agresión) se lucha con buenas ideas que
legitiman el uso de la fuerza (para la defensa y la justicia).

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Libertad - Francisco Capella

  • 1.
  • 2. L I B E R T A D FRANCISCO CAPELLA Δ C R Δ C I Δ
  • 3. Í N D I C E 1. Libertad 4 2. Nociones Alternativas de Libertad 11 3. Coacción 19 4. Libre Albedrío y Voluntad 23 5. Determinismo y Materialismo 37 6. Responsabilidad 44 7. Influencias y Paternalismo 56
  • 4. 1. Libertad Una persona es libre si los demás respetan su propiedad, si no le agreden, si le permiten decidir en su ámbito legítimo de control según su voluntad, si le dejan ejercer su derecho negativo a no ser coaccionado. La libertad es el respeto al derecho de propiedad privada, la ausencia de violencia. Libertad es autodeterminación y autogobierno de cada persona en el ámbito de su propiedad. La libertad es la condición de un ser humano relativa a las demás personas de ausencia de violencia en sus relaciones (la violencia es el inicio del uso de la fuerza contra la propiedad ajena). La libertad es un concepto social y ético, aplicable a personas individuales viviendo en sociedad respecto a sus posibles relaciones (no tiene sentido hablar de personas libres completamente solitarias). Un individuo es libre cuando sus relaciones humanas son voluntarias, no forzadas. Una sociedad es plenamente libre cuando son libres todos los individuos que la forman. La paz es el estado ideal de libertad, la ausencia total de cualquier agresión. La libertad es un principio ético universal, simétrico y funcional, igual para todos. Al violarlo se producen condiciones de asimetría y se rompe la universalidad. La ética natural de la libertad es la única que puede ser no violenta, universal (para todos los seres humanos, en cualquier sitio y lugar), simétrica y no arbitraria. Los ataques
  • 5. contra la libertad se basan en incomprensión, resentimiento, envidia, o intereses particulares ocultos. La definición de libertad como ausencia de coacción es negativa: no es necesario realizar ningún tipo de acción para alcanzar una situación de libertad, es suficiente no cometer acciones violentas, respetar la propiedad ajena. Una sociedad puede ser libre sin exigir tareas imposibles a sus miembros, es suficiente que convivan sin intentar imponerse por la fuerza unos sobre otros. Libertad es respeto al derecho natural de propiedad legítima. Cada ser humano individual es por derecho natural éticamente libre, dueño de sí mismo, de su propia vida, mente y cuerpo, y de aquellos bienes cuya propiedad consiga legítimamente. Toda persona puede hacer lo que desee con sus propiedades, para buscar autónomamente su propia satisfacción o felicidad, para perseguir sus propios objetivos, siempre que no agreda violentamente la propiedad de los demás seres humanos. La libertad sirve para elegir o no una cosa u otra, para hacer o no hacer, sin intromisión violenta de otras personas, siempre respetando la libertad equivalente de los demás. Una persona está libre de interferencias o invasiones físicas coactivas de otras personas contra su ámbito legítimo de acción personal, y es libre para actuar dentro de su
  • 6. propiedad y para relacionarse voluntariamente con otros. La libertad política es el área dentro de la cual a cada persona le está permitido hacer lo que desea, puede actuar sin ser obstaculizada violentamente por otros. La ética de la libertad, contraria a la violencia, no es resultado de un pacto tácito de no agresión, ya que para pactar algo es necesario primero ser propietario, y el concepto de propiedad ya es contrario al de violencia. La sociedad es libre cuando sus miembros se reconocen mutuamente el derecho natural de propiedad privada, pero ese reconocimiento no es equivalente a un pacto o contrato. Todas las libertades (económica, de comercio, religiosa, de conciencia, de pensamiento, de expresión, de prensa, de palabra, de asociación, de cátedra) y los derechos humanos legítimos equivalen al derecho de propiedad o son sus expresiones parciales (en diversos ámbitos) o no son auténticas libertades. No pueden ser derechos humanos universales aquellos que son contrarios al derecho de propiedad, obteniéndolos unas personas a costa de otras. Los estatistas colectivistas suelen hablar de libertades contrarias a la libertad y al derecho de propiedad. La libertad implica autogobierno, responsabilidad y tolerancia. El ser humano responsable cuida sus propiedades para mantener o aumentar su valor y evitar los daños sobre la
  • 7. propiedad ajena, se gobierna a sí mismo y asume los resultados de sus actos (previstos y no previstos). El ser humano tolerante vive y deja vivir. La persona libre es responsable de los efectos y consecuencias de sus acciones (intencionados o no, conocidos o no), asume sus beneficios y sus costes. La persona liberal es tolerante, respetuosa, no interfiere coactivamente las acciones pacíficas de otros, no se impone violentamente sobre los demás. El propietario, en relación con sus propiedades, es responsable frente a otras personas y sus propiedades. Debe asumir los efectos causados por su propiedad, tanto beneficios como pérdidas. Si la propiedad de uno (el propio cuerpo como herramienta de acción, o un animal de mi propiedad, o un objeto inorgánico que invada la propiedad ajena) daña la propiedad de otro, el propietario responsable debe reparar la agresión y compensar a la víctima. La justicia pretende evitar las agresiones y restaurar la situación de libertad. La persona tolerante sólo utiliza la fuerza para defenderse de una agresión o para exigir una compensación justa a la que tiene derecho, no para imponer sus ideas, valores, preferencias o comportamientos sobre otras personas. La promoción pacífica de ideas y valores puede realizarse mediante la persuasión, el boicoteo, el rechazo y la presión social. La libertad facilita el aprendizaje, porque se permite la innovación y la toma de riesgos y las personas asumen las
  • 8. consecuencias de sus actos. Si una persona no puede tomar sus propias decisiones es que otros las toman en su lugar, y entonces el agente no piensa por sí mismo. El aprendizaje es más intenso y efectivo cuando uno puede practicar por sí mismo, dirigiendo su propia conducta y observando los resultados, y especialmente sufriendo los daños o costes y disfrutando de los resultados positivos o beneficios (la sensibilidad y las emociones dirigen la conducta hacia la adaptación evolutiva). Las personas aprenden mediante procesos cognitivos de decisión, acción, observación y reflexión, que no funcionan adecuadamente si la acción no es libre y voluntaria. EL ser humano libre puede ser creativo o simplemente imitar a otros, pero no está obligado a obedecer órdenes que representan la voluntad ajena. En las sociedades colectivistas las personas no saben o no sienten cuándo aciertan y cuándo fallan, ya que no pueden disfrutar del fruto de su ingenio y trabajo y son sobreprotegidas de forma paternalista de los posibles daños sobre sí mismos de sus decisiones particulares: se impide el flujo de información de los procesos de aprendizaje y los individuos no maduran, se infantilizan, se vuelven dependientes de los gobernantes. En una sociedad libre todos piensan en la medida de sus posibilidades y preferencias; en una sociedad no libre las decisiones se centralizan y se imponen de forma coactiva,
  • 9. pero la planificación gubernamental está condenada al fracaso porque los presuntos expertos o representantes del pueblo no poseen el conocimiento tácito, no articulado, práctico y disperso necesario para la coordinación de los planes locales y parciales de los individuos, y además la coacción institucional destruye los mecanismos de generación y transmisión de información. Libertad y progreso son inseparables. La libertad promueve el desarrollo armonioso de los seres humanos, permitiendo la coordinación pacífica de la vida social y ofreciendo las mejores oportunidades para el crecimiento económico y la prosperidad. Las sociedades libres son más ricas y disfrutan de mayor bienestar, ya que solamente un sistema de autoorganización espontánea como un mercado libre es capaz de coordinar las complejas y dinámicas preferencias y capacidades de sus múltiples participantes. La posibilidad de apropiarse de los beneficios de la propia acción incentiva el esfuerzo inteligente, y los beneficios y pérdidas son señales imprescindibles para estimar el acierto o fracaso empresarial según las valoraciones de los demás. Una persona libre puede intentar conseguir sus objetivos más valorados y beneficiarse de su acción permitiendo simultáneamente que otros hagan lo mismo. Una persona no libre ve limitadas sus opciones de acción por la violencia de su agresor y asume alguna pérdida; el agresor obtiene algún
  • 10. beneficio (si la agresión es intencional) a costa de su víctima. En las agresiones no intencionales (accidentes por negligencia o descuido) es posible que el agresor no obtenga ningún beneficio. En principio y por defecto cada persona es completamente libre por naturaleza, no tiene ninguna obligación o deber positivo absoluto por el mero hecho de existir, ni tiene que aceptar prohibiciones arbitrarias de acciones que no supongan violencia contra otros. A partir de esta situación natural inicial, las personas pueden formalizar compromisos en sus relaciones mediante contratos, asumiendo deberes y adquiriendo derechos positivos. La sociedad libre es anarquista en el sentido de carecer de instituciones coactivas que monopolicen el uso de la fuerza, no en el sentido de caos, violencia y ausencia de orden. Es anarquismo liberal o capitalista (anarcoliberalismo o anarcocapitalismo), no comunista (anarcocomunismo), ya que se fundamenta en el derecho de propiedad privada. Un mundo de paz y prosperidad puede conseguirse mediante el autogobierno en libertad, no mediante el gobierno por otros que provoca inseguridad, conflicto y pobreza. La libertad es perfectamente compatible con la seguridad, y renunciar a la libertad supone renunciar a la seguridad. Es falso que la libertad de unos implique falta de seguridad para
  • 11. otros. El estado pretende que los ciudadanos deben renunciar a parte de su libertad para poder garantizar su seguridad, pero los estados son causantes de inseguridad, coactivos, ineficientes y peligrosos. En la vida real es imposible eliminar completamente los riesgos y peligros y alcanzar la seguridad completa. La libertad es compatible con la igualdad ante la ley natural ética (igualdad formal), pero es incompatible con la igualdad material conseguida mediante la ley. Los ingenieros sociales plantean combinaciones adecuadas de libertad e igualdad como si fueran dos principios éticos que deben ser equilibrados, aceptan más violencia para satisfacer las preferencias de envidiosos, igualitaristas e intolerantes a quienes no gustan los resultados desiguales de la interacción libre entre individuos necesariamente diferentes. El igualitarismo colectivista implica coacción (se obliga por la fuerza a unos a dar a otros en contra de su voluntad) y sus normas son no universales y asimétricas (los ricos deben dar, los pobres tienen derecho a exigir). El colectivismo tiende a igualar por abajo, a extender la pobreza en vez de distribuir la riqueza. 2. Nociones Alternativas de Libertad Al estudiar la realidad con rigor científico conviene precisar,
  • 12. aclarar y formalizar al máximo los conceptos utilizados, evitando vaguedades y confusiones y manteniendo la coherencia y la consistencia. La noción de libertad es compleja y es utilizada a menudo de forma ambigua y equívoca. El término libertad se refiere a diversos conceptos posibles más o menos abstractos. Todos estos usos lingüísticos son perfectamente legítimos: nadie es dueño del lenguaje ni tiene derecho a prohibir expresiones o a forzar determinadas utilizaciones de los conceptos. Como la libertad es un término con connotaciones muy positivas muchas personas quieren apropiárselo y distorsionar su significado para adaptarlo a sus pretensiones. Incluso los socialistas hablan de defender las libertades. La libertad de la ética liberal se refiere a características de las relaciones entre personas en un entorno social. No se refiere a relaciones de un ser humano con entidades impersonales (no está libre quien está atrapado en una cueva), ni a características de recursos disponibles (están libres, nadie los está utilizando, o son bienes libres que no es necesario economizar por su abundancia relativa) o de sistemas cuyo evolución depende de sus grados de libertad (limitados por diversas restricciones), o a la disponibilidad de personas por no estar comprometidas. Como los seres humanos son hipersociales cada persona actúa persiguiendo sus preferencias en un entorno en el que
  • 13. están presentes otras personas con sus propias preferencias. En las sociedades no libres unos seres humanos imponen por la fuerza sus preferencias a otros. En una sociedad libre se reconocen derechos de propiedad universales y simétricos, ámbitos de control legítimo dentro de los cuales cada propietario es soberano, sus valoraciones son las únicas relevantes y así se evitan, minimizan o resuelven los conflictos. La libertad no significa ausencia de restricciones, limitaciones o impedimentos (poder absoluto), sino ausencia de interferencia coactiva de otras personas. La libertad implica límites ya que se basa en el ámbito inviolable del derecho de propiedad. Para algunos libertad es poder y riqueza (realización de los proyectos vitales personales), aunque se obtengan coaccionando a los demás (de forma directa o indirecta), garantía de que se cumpla mi voluntad obviando la escasez y los límites de la capacidad de actuación humana; para otros libertad es ausencia de influencias o condicionantes externos o internos, que nada perturbe mi voluntad considerada como una entidad causante pero incausada, que influye pero no es influida (no tengo necesidades, solamente deseos autogenerados); y según otros sólo soy libre si escojo entre dos bienes y no entre el menor de dos males (por ejemplo en una situación angustiosa, desesperada), mi elección es libre solamente si no hay ningún aspecto en ella que sea valorado
  • 14. negativamente (sin costes). Poder es la capacidad (siempre limitada) de hacer lo que se desea. Libertad y poder son conceptos distintos. Una persona tiene poder o capacidad de actuar en función de las alternativas disponibles, de los medios escasos a su alcance y de las limitaciones ambientales siempre presentes en mayor o menor grado. Un individuo tiene más poder cuantas más y mejores alternativas y menos restricciones tiene para su acción. La libertad no supone la eliminación total de las restricciones, impedimentos o compromisos: la ética humana impone la única restricción de respetar la propiedad privada y los contratos. Un individuo es libre si su acción no está restringida por la violencia ajena, si su propiedad es respetada por los demás. Un aumento violento de poder supone violar la libertad de otra persona y disminuir la capacidad de elección de la víctima. Una persona puede ser completamente libre y tener muy poco poder (ser muy pobre). Los colectivistas e igualitaristas se refieren a libertad material (en contraposición a libertad formal) o libertad positiva como la ausencia de obstáculos para la satisfacción de las necesidades de una persona. Según esta noción una persona no es libre si no puede alcanzar todos sus objetivos (lo que es habitual en seres no omnipotentes). La coacción aquí no es el concepto central a evitar, y se recurre a ella para
  • 15. quitar riqueza a unos y dar a otros con el fin de obtener más igualdad (no se es igual ante la ley sino mediante la ley): la libertad material no es un concepto universal y simétrico, a unos se les quita para dársela a otros (y una clase especial de gobernantes decide a quién se quita y quién recibe). La libertad en la ética y en la filosofía política del liberalismo no es equivalente a oportunidad para la acción (que además debe ser maximizada). Algunas acciones sólo son posibles si varios individuos colaboran. El hecho de que una persona no colabore con otros (porque no quiere, por los motivos que sean) disminuye las oportunidades de los demás (o al menos no las incrementa), pero no va contra su libertad. El derecho positivo a los medios de acción choca con la libertad de otras personas que son forzadas a proporcionarlos. Además los deseos son potencialmente infinitos, así que siempre hay más medios que reclamar para sí. El conformarse con reclamar el derecho a unos mínimos vitales reduce el problema porque disminuye la justificación de la agresión pero esta sigue existiendo (y además el mínimo es arbitrario). El establecimiento del derecho positivo a unos mínimos vitales genera el riesgo moral de incentivar que las personas no se esfuercen por valerse por sí mismas sino que se coloquen en situación de pobreza para exigir esos derechos y hacerse dependientes de las ayudas ajenas.
  • 16. La libertad no es la disponibilidad de medios y oportunidades para satisfacer deseos y necesidades (tener lo bueno, lo que es valorado positivamente) ni la ausencia de deseos y necesidades (ausencia de miedo, de incertidumbre, de hambre, de lo que es valorado negativamente). Si la libertad fuera equivalente a la posibilidad de satisfacer los deseos, podría conseguirse incrementando los medios para conseguir lo deseado o disminuyendo los deseos. Así la persona más libre sería la que no deseara o necesitara nada, lo que lleva al ascetismo, estilo de vida legítimo (siempre que no intente imponerse a los demás) indiferente al progreso material y preocupado por la automanipulación o entrenamiento de la mente para conseguir estados de consciencia satisfactorios que no requieran de acciones adaptativas en el mundo exterior (evolutivamente inestable y peligroso, ya que suele llevar a fantasías místicas que desconectan al individuo de la realidad). Libertad y riqueza son conceptos distintos pero suelen ir asociados: las sociedades libres son más prósperas. Es posible obtener riqueza violando la libertad de los demás, robando o consiguiendo privilegios a costa de otros: pero esta posibilidad implica asimetría, unos producen y otros parasitan, unos son robados y otros roban. Sólo en una sociedad libre la prosperidad se consigue mediante reglas universales y simétricas. El poder económico y el poder
  • 17. político son muy diferentes: el poder económico en un mercado libre se obtiene sirviendo adecuadamente a los consumidores; el poder político siempre implica coacción. Una persona puede ser libre y actuar según las decisiones y criterios de otro cuyo consejo y dirección acepta voluntariamente, o según normas morales tradicionales o religiosas que se hacen propias. La acción libre no es únicamente la que se produce en solitario sin ninguna influencia. Para algunos la persona libre no es influenciable y actúa por su cuenta sin dejarse manipular por otros. Si esto se lleva al extremo resulta que la persona completamente libre es aquella a quien no le importa en absoluto la opinión de los demás ni sus preferencias, y por lo tanto no resulta posible influir sobre él mediante la persuasión: un asocial. Las personas maduras normales no son ni marionetas determinadas completamente por las influencias externas ni egoístas absolutos que no tienen en cuenta nunca para nada a los demás. Algunos consideran que son más libres porque piensan con criterios propios. Pero el pensamiento correcto debe necesariamente seguir unas leyes lógicas universales; al negarlas uno puede sentirse muy original pero no piensa de forma inteligente, y probablemente simplemente repita algún viejo error, falacia o prejuicio.
  • 18. Todo individuo tiene circunstancias, condicionantes, limitaciones, restricciones, que son diferentes para cada uno. El poder siempre es finito, hay cosas sobre las cuales no es posible decidir, que no dependen de uno, no pueden controlarse a voluntad, son hechos dados. Uno no elige a sus padres, ni su carga genética, ni el entorno social y cultural en el que nace y se desarrolla. La libertad, entendida como fundamento necesario de la convivencia social, asume estas realidades y no consiste en eliminar todas las restricciones para que los seres humanos se conviertan en espíritus omnipotentes ajenos a las necesidades y problemas de la vida real. La idea política de liberalismo es más modesta y realista: implica eliminar la violencia y la coacción de las relaciones humanas, de modo que esa restricción no condicione ni determine las decisiones individuales. La persona libre es soberana en el ámbito de su propiedad, son sus decisiones las únicas éticamente relevantes, no hay otros que decidan en su nombre por la fuerza. Los demás pueden influir, pero no de forma coercitiva. El liberalismo no es equivalente a la liberalidad, la generosidad, el desprendimiento, la virtud moral de quien distribuye sus bienes sin esperar recompensa. La solidaridad es compatible con la libertad siempre que no sea obligatoria o forzada. La liberalidad suena muy bien, se anima a los demás a dar y así tal vez el individuo reciba algo; el
  • 19. liberalismo tiene un efecto emocional más humilde, se limita a condenar la violencia y denuncia la solidaridad coactiva. La libertad no es la capacidad de cumplir con los deberes morales, ni la posibilidad de hacer el bien, o la posibilidad de comportarse conforme a la ley: el bien es subjetivo (no es objetivo, puede ser distinto para diferentes personas), y la ley puede ser ilegítima, contraria a la ética. 3. Coacción La coacción es el uso invasor de la violencia física (o su amenaza) contra la persona o la propiedad ajena. No todas las agresiones violentas son equivalentes: los ataques contra la libertad son de muy diversos tipos y grados. No toda influencia sobre otra persona es coactiva: es posible interaccionar con los demás mediante actos pacíficos y no agresivos. La presión social o la influencia de la opinión de los demás no es coacción, aunque pueda resultar desagradable o indeseable para el individuo. Algunas personas al actuar pueden sentirse restringidos en sus opciones por la posibilidad de rechazo o valoración negativa de los demás (circunstancia siempre posible), pero esto no es coacción en absoluto, ni aunque se trate de unas pocas personas muy influyentes o con mucho poder.
  • 20. Adaptarse a las preferencias ajenas y plegarse a la conformidad es opcional, siempre es posible asumir el disgusto ajeno, y nadie tiene derecho a reclamar valoraciones diferentes a los otros. Adaptar los planes a las posibles reacciones de los otros no es equivalente a ser forzado por ellos. El rechazo social es de hecho un mecanismo legítimo para conseguir conductas sociales evitando utilizar la fuerza física. Cuando dos o más personas cooperan voluntariamente, la acción de cada uno deja de dirigirse exclusivamente a sus propios fines y se dirige al menos en parte a conseguir objetivos ajenos a cambio de que los otros colaboren con los propios. Servir a la voluntad de otro no es coactivo cuando es resultado de un pacto libre de cooperación. Si hay personas que atosigan a los demás, son muy exigentes y reclaman que los otros se ajusten a sus deseos, es posible simplemente ignorarlos y no relacionarse con ellos. Negarse de forma pacífica y voluntaria a hacer intercambios no es coacción, aunque eso suponga un grave problema para la otra parte, aunque se trate de algo esencial para su existencia; proponer condiciones muy duras para una relación o intercambio (precio elevado) no es coacción. El oferente de un servicio particularmente escaso y vital no coacciona al negarse a venderlo o al pedir un precio alto. A un propietario pacífico no se le puede hacer responsable del
  • 21. bienestar de otros que necesitan sus posesiones o servicios. La libertad de intercambiar implica necesariamente la libertad equivalente de no hacerlo. Poder cooperar no es lo mismo que estar obligado a cooperar. No querer relacionarse con alguien no es coaccionar al rechazado. Interrumpir una relación cooperativa no es coacción (sólo es legítimo exigir que se cumpla lo pactado contractualmente): dejar de comprar algo, dejar de vender algo, despedir a alguien, dejar de trabajar para alguien, no son coacción. Tampoco hay coacción cuando una parte es mucho más rica o poderosa que la otra (los más ricos tienen más alternativas y negocian más fuerte), o cuando uno está muy necesitado. La necesidad no genera derechos frente a quienes podrían resolver el problema. Si el estado es la institucionalización monopolística de la coacción, el estado es sistemática y fundamentalmente ilegítimo y contrario a la libertad, ya que no se trata de que individuos particulares contraten con otros para establecer asociaciones colectivas que regulen el uso de la fuerza, sino que algunos individuos se organizan y se imponen sobre otros otorgándose a sí mismos el monopolio de le jurisdicción. Poder evitar un castigo cumpliendo una norma no legitima la norma. Las normas éticas son estables,
  • 22. predecibles y universales, pero no toda norma estable, predecible y universal es ética. El que la coacción estatal sea predecible (por anuncios legales previos) y así pueda ser evitada (cumpliendo la ley) no la hace legítima: si fuera así cualquier ley positiva mínimamente estable sería éticamente legítima. Los actos coercitivos de la autoridad son datos sobre los que el individuo puede basar sus propios planes, pero este hecho no hace legítima a la autoridad, simplemente la hace previsible. Poder escapar de una agresión porque es previsible no legitima la agresión. Avisar de que se va a utilizar la violencia de forma impersonal en ciertas circunstancias no legitima ese uso de la fuerza. La libertad puede perderse de forma sistemática y previsible o de forma asistemática e imprevisible. La concreción legal de las normas éticas puede ser parcialmente imprevisible porque depende de la voluntad de propietarios y partes contratantes que son libres en el ámbito de su propiedad y respetando las cláusulas contractuales (su acción no está completamente determinada por las reglas). El que las normas estatales sean generales (que afecten a todos) y no particulares no las hace automáticamente legítimas: no todos los conjuntos de normas universales son éticos, ya que pueden ser disfuncionales. Que la coacción sea igual para todos tal vez incluso sea peor que si algunos pueden librarse de ella.
  • 23. Las reglas éticas son abstractas, pero esto no implica que no consideren la voluntad subjetiva de las personas sino al contrario: definen derechos de propiedad, ámbitos donde ésta es soberana, de modo que la aplicación concreta de la ley puede depender de la voluntad de algún individuo (perdonar o no a un agresor, decidir qué normas concretas de comportamiento seguir dentro de un espacio físico) y no ser simplemente un automatismo impersonal. Aunque las leyes humanas (prescriptivas) sean impersonales y generales no son equivalentes a las leyes de la naturaleza (descriptivas). Las leyes humanas pueden ser inadecuadas y son violables, lo cual no sucede con las leyes naturales. Las restricciones naturales existen de forma independiente de la voluntad y la acción humana, mientras que las leyes positivas humanas cambian según la actividad de personas interesadas (legisladores, grupos de presión, buscadores de rentas, activistas políticos). 4. Libre Albedrío y Voluntad Algunos pensadores llaman libertad a la capacidad humana de elegir, pero esto resulta confuso para la ética y la filosofía política, donde la persona es libre si decide por sí misma sin coacción ajena. Que el ser humano tenga autonomía personal significa que decide por sí mismo, que otros no deciden
  • 24. coactivamente por él; no significa que las decisiones humanas sean eventos incausados o independientes de leyes físicas, biológicas o psicológicas, o que no existan las influencias interpersonales. La libertad como concepto ético o de filosofía política se refiere a la acción de la persona en sociedad, no a la formación de la voluntad. La voluntad es la capacidad de elegir entre alternativas (preferir de acuerdo con la percepción emocional subjetiva de una realidad objetiva), facultad que tiene la mente humana de forma natural como mecanismo adaptativo de control de la conducta. La libertad es la posibilidad de actuar conforme a la voluntad propia sin interferencias coactivas de voluntades ajenas. No existe el libre albedrío si este se entiende como la capacidad de decidir incausada, surgida de la nada, espiritual, sin soporte causal material. Los seres humanos eligen entre diversas alternativas de acción percibidas como posibles. Estas decisiones son procesos cognitivos que resultan de la interacción (cooperativa o competitiva) de múltiples subsistemas mentales conscientes y subconscientes que procesan información acerca de la realidad e intentan influir sobre el comportamiento. Múltiples factores influyen sobre la conducta de formas muy complejas: historia previa, eventos recientes (percepción de riesgos y oportunidades).
  • 25. El cerebro humano es un órgano especializado que procesa información, toma decisiones y coordina la conducta del organismo; es un sistema con muchos módulos que interactúan de forma compleja (una sociedad de la mente). Una pequeña parte de la actividad cerebral es consciente; las decisiones conscientes parecen salir de la nada porque han sido elaboradas en gran medida en el subconsciente y solamente los resultados finales llegan al flujo de la conciencia. Los seres humanos son agentes autónomos intencionales, máquinas de supervivencia capaces de realizar elecciones sobre conductas alternativas. La voluntad humana no es algo sobrenatural o mágico, es el resultado de la sofisticación evolutiva de capacidades animales naturales previas y más básicas. La evolución genera la voluntad, la capacidad de elegir, de tomar decisiones. La evolución, la historia y la cultura han dotado a los seres humanos de sofisticados sistemas cognitivos que incluyen la capacidad de reflexionar, pensar las cosas, imaginar el futuro, simular la realidad, evaluar las acciones en la mente antes de ejecutarlas en el mundo real. Los ancestros humanos tenían conductas más rígidas y simples, más determinadas por los genes; la cultura, el lenguaje y los memes han incrementado la capacidad del cerebro humano (especialmente con la ciencia y la tecnología), que ahora es más sofisticado y flexible, más
  • 26. adaptativo y exitoso, dispone de un rango mayor de elecciones posibles. Los agentes intencionales son planificadores, anticipadores, simulan mentalmente posibles cursos de acción futuros alternativos y sus resultados previsibles, y eligen la opción más valiosa; no son simples máquinas reactivas que asocian de forma irreflexiva mediante reglas fijas una reacción a una situación ambiental. Los agentes reactivos y los agentes intencionales son ambos mecánicos (en el sentido de cumplir y ser resultado de leyes físicas) y deterministas, pero los agentes intencionales son mucho más complejos y flexibles en su conducta. Los seres humanos tienen una teoría innata de la mente que les permite entenderse a sí mismos y a los demás como agentes intencionales, entidades unitarias que actúan de forma planificada para satisfacer deseos. El concepto de uno mismo, de la personalidad, es una representación útil del cuerpo y el cerebro (de uno mismo y de los otros) que mantienen una unidad y continuidad en el tiempo. La idea de persona permite integrar información dispersa acerca de lo que hace, piensa y quiere cada individuo, de modo que sea posible gestionar la conducta propia y las interacciones sociales. Cada persona tiene múltiples proyectos extendidos en el tiempo y posiblemente relacionados con otros individuos, de modo que necesita un sistema administrador
  • 27. de alto nivel (con memoria y capacidad de procesamiento abstracto de información mediante el lenguaje) que los controle (teniendo en cuenta la situación actual, valoración, posibilidades de éxito, necesidades, peligros, oportunidades). El agente intencional se considera a sí mismo como poseedor de libre albedrío en el sentido de que tiene poder o dominio efectivo sobre sí mismo y sobre su entorno. La voluntad consiste en controlar de forma adaptativa, y cada persona intenta ser su propio dueño, controlarse a sí mismo, no ser controlada por otros o por factores externos, ser sujeto activo con sus propios fines, buscar su propio beneficio evolutivo y no ser un mero objeto o medio utilizable por otros. El organismo que no intenta controlarse a sí mismo o a los medios del mundo exterior fácilmente se verá dominado por otros que sí lo hagan y que serán evolutivamente más exitosos. Muchos animales también toman decisiones (de forma más o menos consciente), y pueden hacerlo libremente o amenazados de alguna manera por otros animales. Los procesos humanos de toma de decisiones son más complejos que los de otros animales porque los repertorios de alternativas y las posibilidades de interacción y comunicación son mucho más amplios, y además incluyen explícitamente deliberaciones morales: considerar cómo otros valorarán la acción, calcular si se cumplen las normas
  • 28. sociales. La voluntad humana es una capacidad compleja resultado de la combinación natural que existe en el mundo real de determinismo y aleatoriedad. Las leyes naturales causan los estados y procesos mentales que originan las decisiones humanas. El concepto precientífico de libre albedrío como una capacidad del alma, entidad básica independiente de la naturaleza, es confuso, absurdo e innecesario, aunque muchas personas lo acepten por comodidad, por necesidad emocional o por ignorancia; es un intento fallido de explicar una realidad muy compleja, la voluntad y la toma de decisiones. La voluntad no es una primera causa incausada, no es una originalidad espontánea, no es la capacidad de desear lo que dicte la razón. La voluntad no es independiente del ambiente externo o el estado interno del individuo, necesariamente debe estar conectada con la realidad para recibir información de ella y adecuar el comportamiento al entorno. La voluntad no es arbitraria, ya que si no produce conducta adaptativa contribuye a la desaparición del organismo. La voluntad humana puede funcionar en distintos modos, unos más normales, otros más raros; unos habituales, otros poco frecuentes; unos excitados, otros tranquilos; unos reflexivos, otros impetuosos. Todos son propios de la persona en diferentes circunstancias.
  • 29. La idea intuitiva tradicional del libre albedrío desconectado de la causalidad es grave error que refleja una anticuada visión dualista del mundo. Los seres humanos son seres materiales causales y eso posibilita su elección y su acción. El libre albedrío es una ilusión, no el sentido de que no exista en absoluto sino de que es distinto de lo que parece y puede ser muy engañoso. Reconocer esa ilusión no implica caer en el nihilismo o la desesperación. El libre albedrío es una percepción, y no un poder o una fuerza impulsora. Las personas experimentan el libre albedrío, tienen la sensación de no seguir un comportamiento determinista, pero es una sensación engañosa. Las relaciones de causa y efecto de la historia del universo no se detienen cuando una persona toma una decisión. El proceso de decisión se basa en relaciones naturales de causa y efecto entre los diversos componentes del cerebro y su interacción con el entorno. Todo sistema físico o es determinista o es aleatorio o una combinación de ambos. Las decisiones humanas ni son completamente aleatorias ni son causa de sí mismas. El cerebro es una máquina compleja: las creencias, valoraciones, deliberaciones y decisiones (y la conducta consecuente) son resultados de procesos causales (muchos de ellos inconscientes). El cerebro produce una ilusión de usuario mediante la cual parece que la decisión surge de la nada, por un acto indeterminado de la voluntad consciente
  • 30. del sujeto, sin causas antecedentes, como si la consciencia tuviera el control absoluto. En diversos entornos experimentales se demuestra que los seres humanos se engañan a sí mismos respecto a sus procesos de toma de decisiones: creen que están reaccionando a estímulos que no pueden haber percibido con tiempo suficiente como para responder a ellos, o se atribuyen cosas que no pueden haber hecho (superstición, magia). La determinación de lo que es elección voluntaria es sumamente compleja: acciones que solamente pueden ser involuntarias (el sujeto recibe una orden de la que no es consciente) son percibidas subjetivamente como voluntarias (de ese modo se mantiene una sensación ilusoria de control, se reduce la angustia que produciría la falta de control). Que el ser humano sea consciente de parte de su pensamiento y de la acción no implica necesariamente que el pensamiento consciente cause la acción: parte del pensamiento consciente podría ser una explicación de la acción, una integración o resumen informativo para uno mismo de lo que hace su cerebro. La mayor parte del pensamiento es inconsciente, y la mente consciente puede ser una carga para algunas actividades (ansiedad por pensar demasiado) que se realizan mejor en modo automático (estado de flujo, trance, ejecución automática de subrutinas). El cerebro consciente intenta comprender e integrar lo que
  • 31. hace el cerebro inconsciente. La consciencia es a menudo un inhibidor de impulsos, un represor que veta propuestas procedentes del subconsciente, más que un mecanismo que propone alternativas: el cerebro inconsciente propone y la mente consciente dispone, corrige, revisa. La modulación consciente de la conducta (autocontrol) es compleja, con múltiples componentes, interacciones y procesos involucrados. El conocimiento de los mecanismos de toma de decisiones permite manipularlos de forma efectiva, tanto por el propio agente (que dispone de mayor conocimiento acerca de sí mismo) como por otros que deseen influir en sus elecciones. Recordar que en la reflexión previa a una decisión se consideraron diversas alternativas no quiere decir que la elección, siendo todo igual (condiciones externas y estado interno del sistema cognitivo exactamente iguales, sin pequeñas diferencias que puedan producir efectos muy diferentes por dinámica caótica no lineal), podría haber sido distinta debido al libre albedrío. Lo único que puede producir una decisión final distinta es la aleatoriedad; si el sistema es puramente determinista un estado inicial dado implica un único estado final determinado. Las alternativas se consideraron y se rechazaron, y si volvieran a considerarse
  • 32. en las mismas circunstancias volverían a ser rechazadas. En la realidad los sistemas biológicos son tan complejos que una decisión nunca se da en exactamente las mismas circunstancias. El proceso de revisión y reflexión posterior a una decisión y a la acción correspondiente utiliza información que no estaba disponible antes de la decisión: el agente ha podido observar las consecuencias de sus actos y quizás ha aprendido algo de ellos, su sistema cognitivo ha cambiado y por eso podría tomar una decisión diferente. El ser humano actúa en función de lo que quiere, pero no decide conscientemente los contenidos de su voluntad, sino que estos le son dados desde el inconsciente. La persona no actúa para querer ciertas cosas, sino porque quiere ciertas cosas, porque su sistema de acción intencional se activa por objetivos percibidos como valiosos. Los mecanismos psicológicos mediante los cuales ciertas preferencias se hacen dominantes (objetivos más estables y recurrentes de un individuo) son complejos y pueden incluir el procesamiento cognitivo y la valoración emocional de los resultados de acciones previas que persiguieron esos mismos objetivos (aprendizaje por prueba y error, arrepentimiento, dolor y placer como determinantes de preferencias futuras). La voluntad marca los objetivos a seguir, pero no es necesaria una metavoluntad consciente que le dice a la voluntad qué
  • 33. objetivos señalar (quiero querer algo): sí es posible que diversos componentes de la voluntad tengan criterios distintos e intenten controlarse unos a otros o dominar de forma global el sistema emocional. En sentido figurado puede decirse que la voluntad está esclavizada por las pasiones, encadenada por complejos patológicos, determinada por las necesidades fisiológicas y psicológicas, acotada por la herencia y la educación: pero la persona puede ser así y sin embargo ser libre en sus decisiones y acciones respecto a los demás seres humanos si estos no la coaccionan. La capacidad de elección de una persona se desarrolla a lo largo de su historia personal, es resultado de un proceso de maduración, no es igual en niños que en adultos. Los niños tienden a querer satisfacción inmediata de impulsos intensos y sus intereses suelen ser poco estables, tienden a cambiar con relativa rapidez. Los adultos pueden pensar y ejecutar planes a más largo plazo que resisten distracciones pasajeras. Una decisión humana es resultado de la interacción de la mente del individuo con las circunstancias externas. Tanto los sistemas cognitivos como las situaciones ambientales son variadas. Una misma mente produce decisiones distintas en entornos diferentes; distintas personas tienen conductas diversas en el mismo entorno. Algunos pensadores parecen
  • 34. caer en posturas extremas irreales en las cuales o el entorno es casi completamente determinante de la conducta (no hay diversidad en los seres humanos sometidos al mismo ambiente) o el entorno es casi completamente irrelevante (una persona se comporta igual en todas las circunstancias). Las diferencias de comportamiento pueden ser mayores o menores en función de cambios personales o ambientales. Una persona de carácter fuerte puede mantener conductas uniformes adecuadas a la prosperidad a largo plazo sin distraerse por fluctuaciones esporádicas, pero la excesiva rigidez puede implicar no ser capaz de adaptarse a entornos diferentes. Como la sensibilidad personal en la percepción del ambiente y en la elección de conductas no es infinita (no es posible tenerlo todo en cuenta con precisión total, y la capacidad de acción y su exactitud son limitadas), siempre existe el problema cognitivo de decidir qué aspectos de una situación (y sus variaciones) son relevantes para la acción. Para los seres humanos lo más importante de su entorno está constituido por los demás seres humanos con quienes conviven, de modo que las influencias personales son esenciales para comprender las preferencias y las acciones de los individuos. La conducta de una persona es a su vez circunstancia para el comportamiento de los demás. Las preferencias y creencias pueden expresarse mediante gestos emocionales o también mediante lenguaje simbólico. La
  • 35. cultura permite la destilación y transmisión de ideas que reflejan valores más o menos compartidos por un colectivo que convive, y es al mismo tiempo producto dinámico de las acciones e interacciones y circunstancia más o menos estable de las mismas. Toda acción de un individuo intenta cambiar el estado del mundo, y esto puede incluir intentar cambiar a otras personas e incluso intentar cambiarse a sí mismo (aprender, entrenar, construir el carácter, evitar vicios, desarrollar buenos hábitos o virtudes). La cultura y las instituciones de un grupo son principalmente productos no diseñados ni intencionales de las acciones de los individuos, pero algunas personas pueden intentar influir de forma consciente sobre ellas para mejorarlas según sus preferencias subjetivas. La noción de libre albedrío puede tal vez referirse a la capacidad de la mente humana de generar conducta de forma proactiva sin necesidad de estímulos externos inmediatos. El sistema cognitivo humano es muy complejo, con múltiples componentes e interacciones no lineales, y su dinámica da origen a cambios de conducta autogenerados, que pueden no corresponderse con ninguna alteración del entorno. La creatividad, producir nuevas realidades, inventar teorías o experimentos, no requiere un libre albedrío espiritual. La creatividad consiste en combinar de forma
  • 36. novedosa elementos preexistentes, explorar lo desconocido, y esto puede hacerse de forma sistemática (explorando todas las alternativas posibles), de forma aleatoria (mezclando al azar) o mediante heurísticas e intuiciones de expertos. Los seres humanos se entienden a sí mismos como agentes morales, con voluntad e intencionalidad propia, y tienen un cerebro con módulos especializados para los sentimientos morales y el razonamiento ético. Pueden reflexionar, asumir responsabilidades, imaginar las consecuencias de acciones y las valoraciones al respecto de otras personas (y así tenerlas en cuenta al elegir), y dar razones de su comportamiento a otros y exigirles lo mismo. La moralidad permite superar el egoísmo miope a corto plazo y construir redes de cooperación social a largo plazo, mejorando así las decisiones y la conducta adaptativa. Parte de la moralidad es innata (emociones básicas) y parte es aprendida de la cultura, especialmente mediante historias que enseñan cómo se castiga o recompensa a las personas según sus actuaciones. El ser humano no elige el mal por su naturaleza pecaminosa: algunos objetivos humanos son conflictivos, tienen múltiples aspectos valorados de forma diferente. Una tentación es un fin que se presenta de forma engañosa y parcial como algo valioso, ocultando sus aspectos perjudiciales. El ser humano elige los fines que considera
  • 37. más valiosos y actúa conforme a su conocimiento y capacidad para obtenerlos: puede equivocarse y sus preferencias pueden cambiar. No existen el bien y el mal absolutos ni objetivos. Una persona puede actuar inmoralmente, en contra de lo que indican sus escrúpulos morales (porque otros módulos mentales son más fuertes en ese momento) o de forma diferente a como lo haría la mayoría (porque sus circunstancias son distintas). Las normas éticas representan conocimiento que puede ser utilizado para evitar las tentaciones, pero pueden incumplirse, sobre todo si no son comprendidas y asumidas. La mecánica cuántica ha sido sistemáticamente mal interpretada como una fundamentación del libre albedrío. La física moderna no coloca al libre albedrío y a la conciencia en los fundamentos de la realidad; son fenómenos emergentes de alto nivel que suceden en sistemas biológicos adaptativos cibernéticos. 5. Determinismo y Materialismo La libertad, la capacidad de elección y el determinismo estructural son compatibles. Los seres humanos son sistemas vivos mecanicistas determinados por su estructura. Un ser humano posee un sistema cognitivo enormemente complejo. La mente humana tiene múltiples subsistemas, conscientes e
  • 38. inconscientes, en permanente interacción cooperativa y competitiva. El ser humano puede tomar decisiones, y el proceso de elección es el resultado causal de la interacción compleja de su sistema cognitivo con la situación. Todo proceso cognitivo es resultado de la actividad interna del sistema y de la interacción entre el sistema cognitivo y el entorno. Los seres humanos y sus circunstancias son tan complejos que son únicos e irrepetibles, es prácticamente imposible que dos personas o situaciones sean exactamente idénticas. La libertad significa que el individuo elige por sí mismo, según su voluntad y sus capacidades, sin interferencia violenta de otras personas. No hay ningún alma sobrenatural dirigiendo al cerebro. La mente no puede simultáneamente ser independiente del mundo físico y al mismo tiempo tener efecto sobre él. El alma o espíritu inmaterial que controla al cuerpo y sobrevive a su muerte es una entidad imaginaria inexistente. El ser humano es parte de la naturaleza, y sus deseos, inclinaciones y actos son susceptibles de explicación causal ordinaria, determinista, sin necesidad de recurrir a entidades no naturales. El ser humano libre se autodetermina en el sentido de que toma sus propias decisiones de forma autónoma (no son otros quienes las toman coactivamente por él), no en el sentido de que esas decisiones no sean causadas de forma natural. El determinismo afirma que todo lo que
  • 39. sucede está necesariamente determinado por lo que ha sucedido antes (pasado, presente y futuro están conectados causalmente de forma regular). La libertad se refiere a no estar restringido u obligado de forma coactiva, y esto no es lo contrario del determinismo y la causalidad. La libertad de la elección humana se entiende a menudo equivocadamente como que la parte consciente de la mente humana toma las decisiones sin influencias, presiones o restricciones de otras partes inconscientes, involuntarias. La causalidad y la libertad no son independientes: la libre voluntad y la causalidad natural son compatibles, si por libertad se entiende ausencia de coacción y posibilidad de obrar de forma autónoma (libertad como concepto moral, ético, donde lo opuesto de libre es forzado). La ausencia de determinismo es la aleatoriedad. Un sistema puede ser completamente determinista, completamente aleatorio o parcialmente determinista y parcialmente aleatorio, y no existen otras alternativas. Lo opuesto al determinismo no es la voluntad o la libertad. El determinismo naturalista a menudo se interpreta erróneamente como que un solo factor influye de forma total y absoluta sobre un resultado. El determinismo es la descripción de regularidades, pero con otro sentido un factor o causa se considera determinante si es suficiente por sí mismo para producir un efecto (otros factores no serían
  • 40. relevantes o necesarios), o si es necesario para producir un efecto (otros factores por sí solos no son suficientes), o si su influencia es mucho mayor que la de otros factores. El conocimiento del cerebro, con sus componentes genéticos y culturales, incrementa la capacidad humana para sobrevivir y desarrollarse, produciendo tecnología y ciencia, perfeccionando habilidades y mejorando las instituciones sociales (adecuándolas a la naturaleza humana real). Deshechizar la mente del espíritu no elimina la psicología de la vivencia humana habitual, sino que la depura y aclara. La humanidad no desaparece porque sea posible reducir los conceptos morales a procesos metabólicos cerebrales y entidades cognitivas y emocionales. Los seres humanos son diferentes de otros animales porque sus mentes son mucho más sofisticadas, no porque su base fisiológica sea diferente o porque exista algún componente sobrenatural adicional. El materialismo determinista no significa que las personas no elijan libremente y no sean responsables, o que la vida no pueda tener sentido. La evolución ayuda a comprender la naturaleza humana individual y social. La autoconciencia humana y su capacidad de reflexión y deliberación no salva a las personas del determinismo: los pensamientos conscientes son muy complejos (un agente consciente es más sofisticado que un agente inconsciente) pero están determinados. La percepción y representación de
  • 41. uno mismo como un agente racional que considera alternativas son resultado de procesos cognitivos con base neurológica material. El determinismo no es lo mismo que el fatalismo. Según el fatalismo el futuro es independiente de las acciones humanas. La capacidad de acción humana es limitada, y hay cosas que están fuera del alcance del control humano, pero el fatalismo estricto es falso: las acciones cambian el mundo (por eso se efectúan, los agentes intencionales son evolutivamente exitosos). El determinismo implica una ligazón causal continua entre el mundo y los agentes: lo que una persona sabe y quiere depende de su historia pasada (lo que ha hecho y le ha sucedido) y determina su conducta futura en interacción con los sucesos del entorno. La idea de determinismo no implica fatalismo, no significa que no merezca la pena actuar porque el destino ya está escrito, ni que el ser humano esté controlado por fuerzas externas ante las que no puede hacer nada. Las fuerzas naturales causan el comportamiento de forma necesaria. El estado del futuro depende de las acciones humanas, y estas acciones están determinadas por el estado del presente (con cierto grado de aleatoriedad). Nadie conoce el futuro en detalle. Lo que las cosas son no es igual que lo que se sabe de ellas, el futuro no está escrito en ninguna parte.
  • 42. El determinismo no es lo mismo que la inevitabilidad: la mente humana utiliza las regularidades deterministas para evitar peligros y amenazas mediante acciones adaptativas. Es inevitable aquello sobre lo que no se puede hacer nada, que no puede cambiarse, pero no todo es inevitable. La voluntad es incompatible con el indeterminismo. El comportamiento humano necesita el determinismo. El determinismo no sólo no es un problema, sino que es imprescindible para la elección y la acción: el conocimiento de las regularidades naturales de la realidad es imprescindible para la acción intencional acertada que planifica operaciones sobre medios que permiten alcanzar con ciertas garantías los fines deseados; si la realidad fuera completamente irregular la acción intencional sería imposible, hacen falta patrones fiables que permiten predecir las consecuencias de diversas alternativas de actuación. Lo aleatorio no es controlable (al menos los sucesos individuales, puede haber regularidades estadísticas, probabilísticas). Si las elecciones realizadas no estuvieran determinadas por los acontecimientos anteriores, por el carácter o la personalidad, entonces las acciones serían completamente aleatorias. El determinismo conecta al agente con la realidad. Las acciones intencionales no son sucesos aleatorios indeterminados. La conducta humana tiene múltiples causas complejas, a menudo tantas y tan intrincadas que parece que
  • 43. no hay ninguna especialmente relevante. Algunas personas rechazan la compatibilidad entre determinismo y libertad humana porque asocian el determinismo con sistemas mecánicos muy simples (con restricciones conocidas), en los cuales es posible captar plenamente y predecir el flujo lineal de los acontecimientos. La mente humana es un sistema determinista hipercomplejo (una red causal intrincada con componentes caóticos y mecanismos aleatorios) no predecible en detalle cuyo comportamiento es mucho más rico, flexible y adaptativo, pero sus fundamentos físicos son los mismos. A una persona pueden no gustarle ciertos rasgos de su personalidad y puede intentar librarse de ellos: se trata de unos sistemas cognitivos tratando de eliminar a otros. Algunos de estos subsistemas pueden resultar especialmente poderosos o influyentes para el control de la conducta: los adictos y obsesos compulsivos se sienten empujados por una fuerza irresistible. La sensación de libertad psicológica se refiere a la inactividad de ciertas emociones pasionales difíciles de frenar o a la capacidad mental de controlarlas: los represores de la parte consciente de la persona vencen sobre mecanismos básicos inconscientes. Los niños exigen satisfacción inmediata de sus deseos, la maduración es un proceso de construcción gradual de una persona adulta con más autocontrol. Pero a menudo se envidia a quien vive
  • 44. pasionalmente, se entrega con ardor a una causa motivadora o se deja llevar por fuerzas que le superan. Algunos maestros espirituales recomiendan ser como niños. 6. Responsabilidad El concepto (ético, moral y legal) de responsabilidad personal se refiere a un entorno social en el cual las normas de conducta se aplican a individuos respecto a sus acciones (según consecuencias, según intencionalidad, según conocimiento, o según una combinación de todos ellos): el agente causante puede esperar represalias legítimas (castigos, exigencia de compensaciones) si sus acciones dañan a otros. Las normas son parte de la cultura del grupo comprensibles por un cerebro procesador de información, que las tiene en cuenta al intentar prever los posibles resultados de los comportamientos alternativos disponibles para el agente. El concepto ético de responsabilidad también se refiere a que nadie tiene derecho a exigir a los demás los medios necesarios para sobrevivir y desarrollarse. Nadie es por defecto responsable de garantizar el bienestar ajeno, nadie debe nada a nadie. Lo que una persona quiera o necesite debe en principio conseguirlo por sí misma o relacionándose de forma voluntaria con otros (regalos, intercambios).
  • 45. Las normas sociales, al hacer a las personas responsables por sus acciones y recompensarlas o castigarlas, intentan influir sobre la conducta individual para que las personas hagan lo que socialmente se considera moralmente deseable y eviten hacer lo que se juzga moralmente indeseable. Las normas institucionalizadas influyen sobre el comportamiento de las personas ya que éstas las consideran al actuar. Las personas sienten influencias de otros y ejercen influencias sobre otros, pueden reflexionar acerca de las consecuencias de sus actos, especialmente sobre las reacciones de otras personas. Las reglas sociales codifican patrones de conducta aceptables y no aceptables y avisan de las consecuencias perjudiciales para los transgresores. Los seres humanos tienen intuiciones psicológicas y morales que les permiten saber que las personas tienen mentes que funcionan formalmente igual, como agentes que controlan sus acciones y son considerados responsables por sus decisiones. La asignación de responsabilidad es una herramienta moral y ética para proteger a un grupo de agresores potenciales. La responsabilidad es un concepto ético; la sensación de responsabilidad es psicológica. La libertad es un concepto ético y social (ausencia de coacción); la sensación de libertad es psicológica. La responsabilidad como concepto ético (que implica que el agente libre asume las consecuencias de los propios actos
  • 46. y compensa los daños causados a otros) no es equivalente a los sentimientos íntimos de responsabilidad y culpa (emociones morales que motivan determinados comportamientos). Los sentimientos, emociones y sensaciones tienen fundamentos neurológicos y se viven como experiencias subjetivas privadas (aunque su fundamento genético sea universal y compartido por todos los seres humanos normales). Las ordenaciones jurídicas de la sociedad son sistemas teóricos abstractos de conceptos legales que pueden utilizar concepciones universales y objetivas de la responsabilidad y la culpa que no coincidan necesariamente con su percepción particular y subjetiva. Las normas éticas legitiman el uso de la fuerza contra las agresiones y daños causados a la propiedad ajena. La responsabilidad ética significa que el causante de un daño debe responder por ello y compensar a la víctima. La responsabilidad ética no implica necesariamente intencionalidad y conocimiento en la acción causante del daño: si fuera así cualquier agresor podría eludir su castigo alegando desconocimiento y no intencionalidad, y la víctima no sería compensada. La responsabilidad estricta según causación fomenta que los agentes se informen acerca de las posibles repercusiones de sus actos y tengan en cuenta no sólo los efectos queridos sino también posibles consecuencias no deseadas.
  • 47. La conciencia moral de una persona depende de rasgos genéticos e influencias sociales (cultura, vivencias históricas personales), que conjuntamente construyen mecanismos mentales que activan ciertas conductas y reprimen otras en función de las circunstancias (buen carácter, virtud, integridad). Los seres humanos no se transforman automáticamente en agentes morales mediante procesos cognitivos racionales. Normalmente la sabiduría moral es conocimiento práctico, creencias y hábitos que se adquieren culturalmente (fábulas, parábolas, historias, cuentos con moraleja, personajes arquetípicos) y a través de las experiencias vitales. El niño aprende las componentes culturales de la moral mediante ejemplos, fijándose en qué acciones son recompensadas y cuáles castigadas en su comunidad. Si se elimina la noción de responsabilidad el niño creerá que todo está permitido y su desarrollo cognitivo y emocional no será adecuado ya que no se habrá adaptado a la situación real de la convivencia social, no sabrá evaluar y tener en cuenta las consecuencias de sus acciones para otras personas que sí le exigirán responsabilidades (o los posibles riesgos indirectos y costes a largo plazo para él mismo). Si no se permite que la persona tome decisiones libres y disfrute o sufra las consecuencias, no aprenderá la relación entre acciones acertadas y resultados deseados (y acciones
  • 48. erróneas y resultados no deseados), no desarrollará hábitos adaptativos exitosos (virtudes). Algunos módulos específicos del cerebro muestran diferencias entre adultos y niños (aún no han aprendido a considerar consecuencias a largo plazo y para otras personas de sus acciones). Las personas adultas normales tienen más información acerca de la realidad, han aprendido las normas sociales y pueden actuar conforme a ellas (o elegir violarlas), con diferencias particulares según diversos rasgos psicológicos del carácter. Algunas personas controlan mejor sus impulsos pasionales (los inhiben mediante mecanismos mentales represores), otros son obsesivos o compulsivos (sienten angustia si no realizan una tarea determinada). La noción social de responsabilidad es para cada individuo un factor ambiental que influye de forma muy importante sobre su conducta. Hacer a las personas legalmente responsables sirve para enseñarles cómo integrarse cooperativamente en la sociedad y para disuadirles de comportamientos socialmente indeseables (reconocer la alta probabilidad del castigo disminuye la probabilidad de cometer el delito). Es un elemento esencial en un sistema legal: si se elimina se destruye uno de los principales mecanismos mediante los cuales cada agente reprime impulsos violentos.
  • 49. Muchas normas son prohibiciones (represores) de que se haga algo nocivo. Si los agresores pasados y presentes no son represaliados, los individuos actuales pueden pensar que merece la pena parasitar y depredar a los demás ya que no corren riesgo de ser castigados. El deseo pasional e implacable de justicia (casi a cualquier coste) incrementa la credibilidad y efectividad de la disuasión, hace que el castigo sea considerado como muy difícilmente evitable por el delincuente potencial. Para resolver un problema es preciso identificarlo y localizarlo con precisión. La responsabilidad de la acción es del individuo que actúa, y no de otras personas que hayan podido ejercer alguna influencia sobre su decisión, ni de toda la sociedad en su conjunto. Los colectivistas culpan de forma confusa y difusa a toda la sociedad en lugar de señalar claramente a delincuentes y criminales; en lugar de arreglar de forma simple un problema local y parcial se dedican a hacer política e ingeniería social para reformar la sociedad entera de forma coactiva. La responsabilidad moral o ética no requiere que cada persona y cada acto sea causa de sí mismo. La persona no se produce a sí misma de forma plenamente autónoma, su personalidad (características psicológicas estables) es al menos en parte resultado de influencias externas no controlables sobre las cuales es inútil o muy difícil actuar.
  • 50. Uno actúa según cómo es y en qué circunstancias se encuentra, y cómo uno es y en qué entorno está se debe en parte a acciones propias pasadas y en parte a factores externos no controlables por cada ser humano. La responsabilidad no requiere que la persona se cree a sí misma, que sea su propia causa (lo cual es imposible). El ser humano, su voluntad y su conciencia, son productos de un proceso de desarrollo y construcción. Inicialmente no existe ni siquiera un sistema nervioso, este se construye gradualmente por la herencia genética y las influencias ambientales. Los mecanismos de toma de decisiones voluntarias no aparecen de repente de la nada sino que se desarrollan gradualmente, se ajustan de forma progresiva mediante supervisión de adultos y experiencias personales. La personalidad es dinámica y puede ser recursiva o autoreferente: una persona puede elegir actuar para cambiar su propia personalidad (en el futuro), pero esta decisión (y su probabilidad de éxito según la capacidad de actuación) es resultado de cómo es ahora la persona y qué influencias recibe. Las influencias sociales existen pero no son iguales para todos (en un mismo grupo los entornos concretos son diferentes) y las personas pueden reaccionar de formas diferentes ante los mismos estímulos. Cada persona es el producto de una dotación genética y una historia de
  • 51. influencias ambientales: familia, grupos, sociedad extensa. A su vez las condiciones sociales son el producto de las acciones distribuidas de muchas personas. Las influencias sociales tienen efectos sobre la conducta humana, pero esto no justifica la intervención gubernamental para regular la sociedad. Los gobernantes son individuos limitados como todos que pueden equivocarse, con la diferencia de que ellos pueden imponer sus decisiones a otros y transferirles los costes de sus errores. La criminalidad puede incrementarse o disminuirse por muchos factores sociales. El comportamiento humano de un individuo particular no puede predecirse en detalle, pero es posible estudiar leyes de tendencia de la conducta según la carga genética, la dinámica familiar, las influencias de amigos y los mensajes culturales. Ciertos factores sociales hacen más probables algunas decisiones humanas, tanto acertadas como perjudiciales. Es éticamente legítimo intentar influir sobre el desarrollo de la personalidad y la conducta de los demás, pero el estado lo hace de forma coactiva; la familia y la sociedad civil pueden instruir adecuadamente a las personas. El aprendizaje del autocontrol se ve facilitado en entornos sociales donde la responsabilidad se individualiza. El control de la acción (entendida en sentido extenso, reacciones, hábitos, acción intencional) es resultado de la
  • 52. actividad de diversas partes del cerebro, unas conscientes y otras inconscientes, unas voluntarias y otras involuntarias, unas de uso frecuente y otras más raras, unas impulsivas y otras reflexivas, unas pasionales y otras más frías. La persona no es solamente la parte consciente del ser humano, y la noción de responsabilidad no se refiere solamente al autocontrol consciente sino al concepto ético de hacer frente a los daños causados a otros (de forma intencional o accidental). El control de la conducta humana no es solamente consciente. La responsabilidad no se refiere únicamente a los resultados intencionados y previstos de la acción voluntaria. La disuasión legal no siempre funciona. Algunas personas no pueden entender bien la moral (si ni siquiera perciben la amenaza del castigo este no puede servir como disuasor), es difícil o incluso imposible persuadirles mediante argumentos éticos que quizás apenas comprenden (enfermos mentales, dementes, disminuidos psíquicos), o su mente consciente es incapaz de inhibir impulsos agresivos o destructivos de su mente inconsciente. Las personas sistemáticamente incapaces de controlar sus impulsos violentos (violadores, pedófilos, pirómanos, cleptómanos, asesinos en serie) no merecen más protección que los ciudadanos normales, sino que son amenazas potenciales contra los demás: su libertad puede ser restringida en la
  • 53. medida en que son amenazas claras e inminentes. No tiene sentido castigar a quien no responde a incentivos, y no tiene sentido aplicar normas como sujetos éticos a quien no puede entenderlas y aplicarlas. Conocer las razones de la conducta humana no justifica la agresión ni exime de responsabilidad a los agresores. Si un acusado pretende burlar al sistema de justicia y escapar de su castigo señalando que no tiene libre albedrío ni responsabilidad porque su cerebro es una máquina causal, el juez y el verdugo pueden replicar con el mismo argumento, que le condenan y castigan como máquinas causales sin libre albedrío ni responsabilidad. Si el criminal alega no ser responsable de su esencia, el justiciero puede alegar exactamente lo mismo. La consideración de sujeto ético con derechos implica responsabilidad. Si no se asume la responsabilidad por los propios actos no se puede reclamar protección legítima de derechos frente a otros, ya que estos pueden argumentar de forma simétrica que tampoco son responsables. Es natural que un agresor (el ejecutor material de un crimen) intente buscar disculpas exculpatorias para evitar su castigo. Hay varias estrategias comunes: culpar a las malas influencias recibidas de otros (malos tratos, mala educación), o declarar demencia transitoria (crímenes pasionales, acciones no premeditadas) o incapacidad mental.
  • 54. Una persona recibe múltiples influencias a lo largo de su vida. Muchas son difícilmente separables, algunas pueden ser especialmente relevantes y marcar a una persona. Un niño no tiene posibilidad de defenderse de un adulto que abuse psicológicamente de él o lo maltrate, o si le enseñan a vivir como un delincuente tal vez no conozca otras alternativas. Pero la víctima recibe el daño directamente de un agresor y no tiene por qué investigar más allá para exigir una compensación. Un criminal puede protestar contra aquellos de quienes recibió malas influencias, pero esto no le exime de culpa por los daños que él mismo ha causado ha otros. La sociedad puede presionar moralmente a los adultos para que eduquen de forma adecuada a sus hijos para que al menos no sean un peligro para otros. Algunos individuos toman decisiones perjudiciales para sí mismos de forma sistemática y acumulativa, su conducta es destructiva, disfuncional, y no necesitan influencias ajenas para convertirse en amenazas sociales. La responsabilidad es un concepto tan fundamental que es posible considerar que la ausencia de libertad no exime automáticamente de responsabilidad: una persona amenazada o coaccionada por otra es igualmente responsable de lo que les haga a otros individuos. Todas las circunstancias externas limitan las opciones disponibles al agente de alguna manera. Algunos sucesos ambientales se deben a otros agentes y son
  • 55. muy influyentes y determinantes: amenazas contra la integridad física o la vida (propia o de los seres queridos), órdenes de superiores con posible castigo por incumplimiento. Incluso en estas circunstancias cada persona decide cómo actuar (si el agresor no le agarra y le mueve con una fuerza tan grande que no puede oponer suficiente resistencia), tiene la alternativa de negarse a obedecer las órdenes y recibir él el perjuicio. Una persona amenazada de agresión no tiene derecho a traspasar a otro el daño. Un agresor debe compensar a su víctima aunque haya sido a su vez amenazado por otro, y a su vez el amenazado puede defenderse y exigir su propia compensación al amenazante. El amenazador utiliza al amenazado como medio para indirectamente agredir a otra persona, pero el amenazado sigue siendo un agente que elige entre alternativas, puede negarse a cooperar. Si un ser humano es considerado incapacidad de entender las normas, de controlar su propio comportamiento o de distinguir el bien del mal, difícilmente merece la consideración de sujeto ético pleno: se parece más a un objeto que puede ser poseído o a un animal salvaje que no atiende a razones y es un riesgo para otros.
  • 56. 7. Influencias y Paternalismo Los seres humanos son esencialmente sociales y culturales. La obtención accidental de conocimiento por uno mismo (mediante búsqueda ciega aleatoria) es muy lenta y costosa. Adquirir conocimiento de los demás mediante imitación (asumir sus memes objetivos) es muy eficiente, pero tiene el riesgo de ser engañado, manipulado: memes perjudiciales para sus portadores pueden propagarse con éxito. Los seres humanos necesitan un proceso de desarrollo cultural desde su infancia para adquirir conocimientos útiles, formar su personalidad e integrarse en la sociedad. La educación puede ser una influencia positiva, pero la bondad de la intencionalidad (los padres suelen querer a sus hijos) no garantiza la adecuación del resultado. El ser humano es hipersocial. Las personas no sólo viven juntas, sino que interaccionan sistemáticamente, se influyen unos a otros, y así moldean de forma recíproca sus creencias y preferencias. Algunos métodos no violentos de influencia sirven para el control parcial de las mentes ajenas, manipulando sus creencias (supersticiones religiosas, ideologías colectivistas) y sus preferencias (publicidad de productos y servicios, propaganda política e ideológica). Las personas pueden intentar mediante la persuasión o el engaño que los demás se adapten a su voluntad y actúen a su servicio, para su beneficio.
  • 57. La manipulación mental puede ser emocional (preferencias) y cognitiva (creencias, conocimiento). Las valoraciones personales pueden provocar acciones con resultados nocivos (valorados negativamente) a posteriori. El valor sólo existe como criterio mental subjetivo, pero los individuos pueden tener preferencias que van contra sus propios intereses, que no son adaptativas, que disminuyen sus posibilidades de éxito y supervivencia. Las creencias falsas resultan inadecuadas para la acción, hacen que esta fracase por ser tecnológicamente desacertada. Las creencias no surgen de la nada, suelen ser imitadas de otros: padres, líderes religiosos, figuras de autoridad. Ciertas ideas sirven para el control social: los poderosos exigen conformidad con las ideologías que los mantienen en el poder, y los más ignorantes, dóciles y crédulos asumen lo que reciben sin crítica analítica rigurosa. Los bloqueos mentales limitan la capacidad de pensar, de buscar opciones alternativas, de aprovechar oportunidades. La persona madura e intelectualmente formada sospecha de las ideas que se le ofrecen camufladas de ser por su propio bien. Las personas son influenciables en grados diversos y tienen distintas habilidades para persuadir a los demás, que todos utilizan de formas más o menos conscientes y sistemáticas. El conocimiento de la psicología humana permite el desarrollo de diversas técnicas de manipulación
  • 58. mental que influyen sobre los procesos de decisión de los individuos y que son legítimas si no se basan en fraudes, estafas o coacción. Las preferencias personales no están dadas ni son siempre explícitas, se van formando, cambian, se descubren y aprenden, a partir de bases genéticas instintivas se precisan y construyen dinámicamente mediante experiencias vitales. Las preferencias más estables o generalizadas no son más legítimas que las cambiantes o particulares (si no fuera así no se podría tener gustos distintos de la mayoría o cambiar de opinión). La mente de una persona es un complejo sistema con múltiples componentes que interactúan: en un momento vencen unas tendencias, en otros otras. La parte más fría y estable de la mente puede considerar que actuar impulsivamente es caer en una tentación nociva, pero quizás la mente reprimida y represora causa una vida sosa, insulsa, sin experiencias vitales intensas. Las valoraciones son siempre relativas, de lo que se recibe respecto de lo que se da, y también de otras posibilidades de obtener mejor calidad o menor precio: los participantes suelen informarse acerca del mercado de su interés. Pero adquirir información y procesarla es costoso, cierto nivel de ignorancia y confianza en expertos (agentes,
  • 59. delegados, representantes) es adecuado (distribución del trabajo, especialización). En las decisiones los seres humanos utilizan una racionalidad instrumental (indica cómo conseguir fines deseados) limitada e imperfecta. Es imposible asegurar que todas las decisiones serán acertadas, que no habrá arrepentimiento o efectos no deseados. Las personas tienen derecho a equivocarse, que es un factor esencial en el aprendizaje. Cada individuo tiene sus preferencias y las conoce mejor que nadie, aunque quizás no es quien mejor considere las consecuencias de sus decisiones (especialmente efectos secundarios y a largo plazo) por falta de experiencia o de conocimiento en un ámbito complejo, nuevo o desconocido (salud, finanzas, seguros, probabilidades, estadística). Los expertos y especialistas pueden tener mejor conocimiento general y teórico de un tema pero no saben tanto acerca de las preferencias y particularidades de cada individuo. El resultado de la decisión afecta principalmente al individuo, es quien más incentivos tiene para que sea correcta. Si la persona común no sabe sobre algo, también puede tener problemas para saber a qué experto escoger y darle poder. Los presuntos expertos también son seres humanos falibles, pueden equivocarse y tender a proteger más sus intereses que los de los asesorados. Los expertos que actúan de forma ética proponen, no imponen (no asumen por
  • 60. defecto que todos deben hacerles caso y permiten a sus asesorados prescindir de sus servicios), actúan de forma parcial y local (no pueden saber de todo para todo el mundo), y compiten libremente (intentan satisfacer a sus clientes y aceptan que otros expertos puedan hacer lo mismo). Los sabios y benevolentes no coaccionan sino que intentan enseñar y persuadir. Algunas estrategias de decisión en casos de conocimiento escaso son imitar a la mayoría (si es un error se minimiza el daño relativo, comparado con otros), hacer caso a alguien para quien uno es importante (tiene incentivos para acertar) o atender a un experto (no tiene vínculos emocionales pero sí incentivos económicos y conocimiento especializado). Pero reconocer quién es un experto fiable es un problema complejo. La demanda de calidad y garantías de seguridad es una oportunidad de negocio para empresarios que se transformen en especialistas de confianza o intermediarios entre ellos y sus potenciales clientes. Los intercambios o relaciones con desconocidos son delicados por la falta de información acerca de la reputación del otro. Algunos agentes tienen la posibilidad de interaccionar de forma repetitiva y recurrente con otros, de modo que pueden considerar si sus expectativas iniciales se cumplen y mantienen. Un comprador insatisfecho puede cambiar de vendedor. Un comprador satisfecho desarrolla
  • 61. hábitos de fidelidad hacia un vendedor. Las empresas grandes y estables interaccionan con muchos clientes durante mucho tiempo, de modo que les interesa no engañarlos y obtener una buena reputación. En algunas situaciones una parte de una relación presenta a otra una serie de opciones sobre las cuales se espera que elija. La forma de presentación de las opciones (y de la información asociada), su contexto, influye sobre la elección definitiva. El resultado no depende sólo del sistema cognitivo y emocional de la persona que decide, sino también del entorno. Las mismas alternativas pueden ser presentadas en distinto orden, puede que haya que escoger activamente o rechazar activamente alguna opción, puede asumirse una opción por defecto si no se afirma explícitamente algo en contra. Una parte puede ofrecer por defecto una opción que considera la más adecuada (confiando que por inercia muchos la escogerán) y hacer más difícil la posibilidad de elegir opciones que considera problemáticas (incrementar los costes del acceso a alternativas atractivas pero con efectos secundarios nocivos). Un contrato legítimo es explícito, una parte no puede simplemente asumir que la otra lo acepta porque no dice que no. Obligar a alguien a hacer algo y asumir un coste para evitar un contrato no es legítimo. El paternalismo no siempre es coactivo: se da en
  • 62. situaciones de asimetría de información con intereses comunes (al padre le importa el hijo, al benefactor le interesan las personas a quienes intenta persuadir). Pero las buenas intenciones no garantizan buenos resultados y los parásitos y depredadores pueden disfrazarse de altruistas desinteresados. Las estrategias psicológicas de la manipulación mental pueden utilizarse en beneficio del manipulado o en su contra. Algunas personas preocupadas por el bienestar ajeno pueden intentar utilizar la forma en que plantean decisiones a otros por su propio bien, de forma paternalista pero sin coacción. Algunos individuos pueden intentar influir agresivamente sobre otros para aprovecharse de ellos consiguiendo que tomen una determinada decisión. En algunos casos una persona debe decidir por otra, actuando como su representante, con o sin un contrato explícito de delegación (imposibilidad de comunicación o de decisión, incapacitación mental, coma, muerte, niños). Una persona especialmente honesta puede ofrecer a los demás diversas opciones y además dar información adicional (por qué se las presenta de una determinada forma, posibles riesgos de diversas elecciones), ofrecer garantías de satisfacción y pedir sugerencias acerca de cómo mejorar la presentación de las alternativas. Frente a decisiones importantes (costosas) e infrecuentes (falta experiencia e información sobre reputación) la persona inteligente no se
  • 63. deja presionar o impresionar, piensa con cuidado y estudia la reversibilidad de la elección. Es difícil saber cuántas y cuáles alternativas son adecuadas: algunas decisiones pueden implicar demasiadas opciones que sobrecargan el sistema cognitivo (más posibilidades de elección no implica necesariamente más felicidad o bienestar), pero si se simplifica demasiado algunas personas pueden quedar insatisfechas. Los vendedores pueden hacer estudios estadísticos sobre las preferencias de los consumidores y actuar según su distribución. Los expertos a menudo ofrecen servicios de simplificación o de descubrimiento de más alternativas. Si existen muchas alternativas es posible y fácil simplificarlas (eliminar algunas puede ser trivial), pero no se puede elegir entre lo que no es accesible, y generar nuevas opciones suele ser costoso y lleva tiempo. Las técnicas de manipulación de la mente ajena son utilizadas de forma sistemática por los estatistas: control de los medios de producción y difusión de información (medios de comunicación de masas), escuelas estatales coactivas (obligatorias) y adoctrinadoras (los niños están muy indefensos ante la dominación psicológica que intenta inculcar en ellos creencias y preferencias, controlando su pensamiento y su conducta).
  • 64. La promoción de la libertad es sobre todo educación, persuasión, formación, enseñanza. Contra las malas ideas se lucha legítimamente con buenas ideas, no con violencia. Contra las malas ideas que defienden el uso de la violencia (el inicio de la agresión) se lucha con buenas ideas que legitiman el uso de la fuerza (para la defensa y la justicia).