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por OxfordUniversity Press, d~"N(/w York-con e( titulo
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J'~;~:H.¡;{Lors SCHUMPETER ha .sido· uno de' los más
grandeseconomistas de todos los tiempos. Su' carrera 'cien-
, ,' .: r tífica, .desde 1'905 a 1950; ostenta el brillo" que acompaña".
.:'; a:',:,. las .grandes figuras;' .sus tareas l' como .docente ,en-Tas
~ 1Jríiyersidad~s' de Bonn y Harvard,' especialmente, han de-'.
_. , 1': .jadovimpresas huellas profundísimas-en un" número incon..,
'~ ,::-table de economistas; sus 'obras :principales (Dás ,Wesen
,~,I und <der,Há'l:lptin,halt 'der th:eo1l'etischen N aiionolokonomie,
,.. ', 1908;' The.orie der 'wirtschaftlic~he-n 'Ent¡wicklung~ 1912;
, .Ebochen. "-der Dogmen-. und Methode.ngeschichte,' 1914;
'Business .Cyctes, 1939; Capiialism, Socialism, and Demo-
, .cracy~ 194'2) coristituyen piezas maestras: en, cada uno de
'.lbS campos" afectados: ."Metodologia, Teoría del des~rro1l6
"económico, Ciclos 'E~onqmicos, Análisis de los sistemas
económicos capitalista:' Y socialista- e Historia' del ~ pen,sa-.
'miento .económico. Junto.' a 'sus obras principales. figuran.
' una gran cantidad' de monografías (algunas' 'de cierta' -ex-·
'tención},"de las cuales es .necesario _
destacar: rZur Soziolo-'
. gie"~4i/r "Imperialismen, 1919';' 'Die ,Í(rise d~s Sieuerstaats,
, , ÍgíS' ;>';'D~~ Grundp';inzipd:e'~ 'Verteilunsth'eorieJ í916 ; Das.
~oz¡arproduk.t un'a' -'die I 'R"ech~'ftpfe1Jn.iie': Glosen wnd : Bei-'
iriige»zur Geltithe.orie 7Jon ,he1!t~, 1920;. Sozialistische Mij-
glichlieiten. 7J9n he'ute-,.1920; Die. soziale klassen im eth-,',
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AnVERTENCIA VII
dónde ello es posible, en la esfera de las motivaclo1Íd~'lnté~
. . . ~. . ", ~~ - .:....... .." ... ¡. . -
.¡~ctuáles de otros hombres, " . , ' , ~'~, ,
, ,PQr todo- ello, y aún cuando ~actualtnel1t~'tQdb's,,),()S'
'éi2 ,-,
, 'peci~listas suscriben la opinión dequeelnombrede 'SCH~~M~" '¡
PETER permanecerá indisolublemente: Iigado a' las' realiza-
"tioues más espléndidas que registran.' diYers¿s'.cá,111PO,S' 'dé
, la .Ciencia Económica, 'y aún" ~de :1a,·Soci"oló;gía' (~)/":,¿re:6
que en ninguno d~ l~s numerosos ,sectore~,','~iéntí.ticó-s:·e!i.
los que dejó impresa. su .huella; .·aJ<;aniar:á'~ja al.tura' que
"indiscutiblemente levcorrespcnde en 'el":de'Iavhistoria d:e1,,'r. ' ' '
pensamiento económico, ' , , . ' ''
Conviene decit,' además, que' contrariamente a 'una opi-
nión bastante generalizada, las, -realizaciones en',:el "campo
de la hIstoria: del-pensamiento .científicócio -d.esm~re6e~e'n;
absoluto ante .lasque contienen auténtica creación ; t,.y.'áíÍr{ ,
cuando, es'cierto' que- en. el casode. SCHUMPETE.R no,', ~'s'~pt~-"~~·'
ciso ensalzar -este a·spectü:'de'"su contribución"a" ja'C{~tlti¿
'Económic3r,'porque ~:en él...Hega 'a'prbduJlrsé~:01a' irl1pf¿$'i6t(,
de" que todo-se da, 'pór'_·afiad}d~ra~.:· né):·está¡~'·dé"';:·fu~S~':p'f~~·
.. . ~ '_~. -"', ..... ". _ ~.' ." + ' . • ....." ~~ r -.~_., .... 1: ~,l' .. ".f. _ _ .....':. Ó, "." _ .. ":',,,. - . ..~~•• ': ~ .: ~:~- ..... -... .... ~' ,1'":.. ,/"," , '.""..r.
'éisat., el carácter indispensableque la' historia dé úna ..Cien-
",' , . . ' ~ "',' ":t.' ',',, .: -.;._;·"-i--:)~ ..1 .... ;,.~<~..,~:,,~,~:,
(.2) Lasapreciaciones::,d~ ~1~"9bra ·de.JscHU~VlE~~TE!Í: han" apare~~_
cido profusamente ~.después~·de su.jnuerte.. Entre las-más Impor...-;
.tantes. "cabe ,destacar .las. "reunidas -en' et·.voltimen, Schurnpéter~
socia; ~cie:n}ist; edítado.ipor SE,y~OYR"'E1~'._HARRrs'>-,Haryard Vní;;. ..
versíty Príntíng Office" Cambridge, ~Massa;ch,usetts.;:Entré]os.aná-
lisis/de los aspectos ,de la' obraxíe 'S-CHUMPETEit" ;l1óestricta'mente .
-'ecorióIiiiéos~ .destacan . el del,.profesol:'.:H:~RÉER~, VON' .'B~cKERArn::'
Jpsep1h ,A~ . Sehumpeter as aSoéiologist,-'págSI~,. 1.1o~i18 del .volu~
men cítado ; y ,él del hístoríador 1BBÓTT,~PAYSOÑ:,USHE~:';fli~tot-i~'.' r '
cal Im/plicatio'fl,S' ottfje"·TheoriJ"·o/.'.,EconO'liJ-ic D'eveloprnent;. p~S.'
125~.l2~,'íd..íd, ,. ':::~"_,,," '.-, ..": " .,' ' /, ", ,: .: ,."., '(
"'., otrocónjunto 'de ensayos ,,de elevado. mérítovenjuíclando .la',
obra deS,cHl,1'MPETER han, sido .publicados en dosvnúmerosvespe-, '
cíalesvdaJe, revista ·Economie~·A,pp'li-quée, Tomo lIt). 1950, Núme-
ros. ,3~4, 'y 'Tomo IV,'l951, ....:N~~ro,2.·En' él citado coníuntoiexa-.
minan los, ... aspectos no: estrictamente _
ec~nómicos'· '.de' l~'. obr~a
.schumpeteríana.'el epsayo·,de ,JULES VUIiLE~N::, Les elasses so-'
ciales chez Sctuimpter etsiamsLa ,realité,,'págs. '5,71-,614 j" y '.elen~.·
sayo de.R! ,P. ADRIEN '~AXMANS·::_' !le' «Researcn. Cenier in" Entre- ~
preneurial History»,págs.' 615...635.' '

~
vrn DIEZ GR~NDES ECONOMISTAS
cía posee para su propio desarrolló y progreso. Cualquiera
medianamente familiarizado con la reciente y apasionante
rama del saber denominada precisamente «Historia de la
Ciencia», de la venal GEORGE SARTüN es su representante
más destacado, reconocerá inmediatamente la veracidad de
tal afirmación. Y aún a riesgo de repetir un ejemplo muy'
. manoseado, conviene recordar la aportación decisiva que
significó, en orden a la formulación de 'la teoría especial
de la relativdad, el hecho de que ERNST MACH dispusiera
históricamente un análisis de la Mecánica.
Pero al margen de la función superior de la historia de
una Ciencia, que podría ser definida como la fuente de
posibles sugerencias para posteriores desarrollos teóricos,
subsisten otras igualmente importantes. Entre ellas el exa-
men de la persistencia de los problemas; el análisis de
los modos según los cuales los especialistas de todos los
tiempos y lugares se han aprestado a resolverlos; final-
mente, el conocimiento de la estructura y funcionamiento
de la mente humana,
Desgraciadamente no se pueden esperar tantas y tan
importantes consecuencias de cualquier tentativa de his-
toriar el desarrollo del pensamiento científico. Sin las con-
diciones previas, la cosecha suele ser pobre' y escuálida.
Este ha sido el caso frecuente en las historias que se
han escrito acerca del desarrollo global o de un período
o de unas -teorías particulares de la Ciencia Económica.
En parte P9T la subsistencia de la opinión mencionada
más arriba: la que sostiene que la labor es de segunda
categoría.
Por ello, como ocurre en el caso de SCHUMPETER.1 cuan..,
do encontramos a una gran figura de la Ciencia en po-
sesión de las condiciones ideales para realizar la tarea y
que- cuenta además con la energía suficiente para llevarla
a cabo, no queda otra "reacción posible que la del entu-
siasmo. y así ha sido, en realidad, desde los lejanos años
en que comenzaron a publicarse en diversas revistas al-
gunos de los ensayos biográficos incluídos en el presente
A~VERTENCIA IX
volumen, y más aún desde la aparicron de Epochen der
Dogmen- und JletJzodengesclzichte. Una larga tradición
intelectual ha consagrado a esta obra como la obra que es
necesario aprehender para formarse una idea adecuada del
desarrollo histórico de la Ciencia Económica.
A 10 largo de su carrera, y pese a numerosos temas. que
constantemente atrajeron su atención, SCHUMPETER no des-
cuidó jamás la labor de estudiar y penetrar en la vida y
en la obra de las grandes figuras de su tiempo. Por esta
razón se encuentran en su repertorio bibliográfico nume-
rosos artículos escritos como homenaje a algunos econo-
mistas fallecidos recientemente o para conmemorar el cen-
tenario del nacimiento de algunos de ellos. Lo importante
es tener en cuenta que en la mente de ·SCHUliPETER tales
artículos no fueron concebidos como piezas aisladas, con-
feccionadas apresuradamente para satisfacer las exigencias
de la dirección de cualquier revista técnica; por el con-
trario, eran hitos en el camino de- la tarea que iba reali-
zando paulatinamente a través de los años y que no era
otra que la. de ensanchar el ámbito de Epochen der Dog-
men- 1([eihodengeschichie, enriqueciendo su contenido para
alcanzar las contribuciones científicas de nuestro tiempo
a la vez qu.e intensificaba el análisis de todas las épocas
del desarrollo del análisis económico.
Sólo con esta perspectiva es posible valorar la micra-
tiva de algunos discípulos de SCHUMPETER al solicitar su
autorización para reunir en un volumen algunos de sus
más característicos ensayos biográficos. En el prólogo es-
crito por ELIZABETH BOODY SCHUMPETER se explican las
circunstancias que aconsejaron la elección de los ensayos
y la adaptación de algunos de los mismos (el de BOHM-
BAWERK) especialmente) a las conveniencias editoriales.
Los últimos años de la fecunda carrera científica de
SCHUMPETER fueron consagrados, casi exclusivamente, a la
tarea de redactar la historia general del' análisis económi-
co. Como es sabido, la muerte le sorprendió en plena ac-
tividad. Cuando falleció, el 8' de enero de 1950, estaba aún
x DIEZ GRANDES ECONOMISTAS
lejos de haber alcanzado la cima de su obra. Muchas par-
tes de la misma permanecían inacabadas (no sólo las que
se referían a algunos instrumentos analíticos recentísimos,
tales como el Linear Programming y la Theory of Gamesí
:r algunas de ellas contaban. con, dos o más versiones alter-
nativas, sin que SCHUMPE.TER se hubiera pronunciado defi-
nitivamente por alguna de ellas. Gran parte de las dificul-
tades existentes para una ordenación lógica del material
que dejó inacabado, derivaban de un hecho importante y
nada infrecuente: como autor, SCHUMPETER había sido
vencido por la magnitud de su obra. Las proporciones de
la misma no habían dejado de crecer desde los días de
1942 en que comenzó a ordenar sus materiales. y a darles
forma escrita. Aún cuando su propósito declarado había
sido el de limitarse estrictamente a la evolución y desarro-
no del análisis econámico, una mente como la suya no
era la más afín para resistir la tentación de enriquecer su
relato con sus penetrantes observaciones acerca del medio
ambiente en el cual se habían formulado determinadas in-
terpretaciones teóricas de los fenómenos económicos, ni
tampoco para renunciar a referencias, cada vez más inten-
sas y profundas, a la evolución de los hechos políticos,
económicos o sociales.
Su interés universal, su amplio conocimiento de la His-
toria, el Arte, la Sociología, le apartaron del .camino que
le hubiera permitido, tal vez, concluir su obra. No es este
el momento de emitir un juicio acerca de la comparación
entre 10 que se ha perdido y se ha ganado en el cambio.'
Interesa reconocer tan sólo la relación 'que existe induda-
blemente entre íos ensayos incluidos en Diez grandes eco-
nomistas de ~1ARX a 'KEYNES} y su History of Ecomomic
Anaiysis, 1954 (3). Cada tino de los ensayos son recodos
(3) JOSEPH A. SCHUMPETER: History 01 Economic Analysis, edi-
ted from. manuscript by ELIZABETH BOODY SCHUMPETER, Oxford
Universíty Press, New York, 1954. La señOra,SCHUMPETER se con-
sagró decididamente, .a partir del fallecimiento de su esposo, a
la tarea de ordenar los materiales de la Historia, auxiliada por
i.
ADVERTENetA . XI
 - . ,;
en el camino que conduce a- su, .monumcntal e inacabada '
Historia del Análisis Económico. '<of. ','1':,
Este sólo hecho confiere a lo~.-~ensaYos "biográficos 'pre--
.. sentados al público de. habla .española,.. Un, valorextraor~
dinario. Para el especialista son, ununaterial indispensable;.
una guía valiosísima para, a-delantar -.ün~. major '.compren- '
sión de los avatares sufridos por la: 'Ciencia Económica en'
manos de sus más" .destacados prótagonistas. ·'·Lá.. -~fi~acia· - ,
de los ensayos no queda .agotada.: en-itan importantevmi- .
sión ; por el contrario,' han .de considerarse "como .piezas
de primera calidadparaáde-ptrársee~'
el-conocimiento de,
la vida y de Ja,obradefprúpío'S~HUl{P.~TER.,-Seha~obser-'
vado con frecuencia 'que la estructura mental de un.hom".
bre, sus gustos e: 'inclinaciones;"su. .ideología s prejuicios,
quedan puestosde.rnanifiesto "de, manera inmejorable,. cuán~
do intenta. 'analfzar,'los'd~' otros hombres, .Con tod'a clari-
dad; ·e1 :propio:"'$CHUMPETER afirma, en c"el ensayo .sobre I{EY~
NESJ .incluído 'en el presente libro.ique .1os'Ess,aysi17;.Bio-
- grap~hY~5(atrójan m'~s Iuz.acerca de KiYNES C<?1p:OI hombre y
como intelectual qué cualquier otra de sus obras» . Creo
qué. es.perfectamente' justo, formular '-<la .misma afirmación
refiriéndola", a:ScRU:MPETER'~y, a los"Diez grandes economis-
ias, Uiiestudi6'~de< los ensayos "comprendidos .en el pre-: "
sentervolumen, j/ el iconocimicnto :de" la obra científica de
SCHUMPEítER"J puede ser .la única cofup'enSac16nposible al
hecho' que' JOAN" RO:BrNSON .registró.icon pesar: ei deique ·
SCHU~PÉTER'- no nos haya"leg~dá' "un' análisis lúcidü.-ype...·,
-netrante corno todos 'los suyos,' sobre su .propia persona 'y
"su propia obra, ' . , "
díscípuíos y; colegas .dei, "
profesor ,8CHUlVIPEÍ$R:;" ~la~9mpeteneia, y
devoción ~con que fUérealiza:da, dicha- .Iabor, fueron extraordína-
rías. [)esgraciadamente,.·ELIZABETH BOÚf>~ _s'CnUMPE~' ';nÓ Ó. pudo "
ver coronados sus esfuerzos; agotadatpor el gran trabajó, que
había tomado-sobre. su responsabilidad y mínadaipor vuna: cruel.
enfermedad, dejó·"d~ .exístír- el',17 .de. [ulío de 19;53. ·>Fué, .entonces
el profesorWA:SSrL~ w. :L~ONTIEF. quíen <qi6'los ~~ques~.'finales ~
la preparación de Ja obra. ' ' ". -. "
XII DIE·Z GRANDES ECONOMISTAS
Pero si todo 10 anterior es válido por 10 que respecta
al especialista en la historia (h~ nuestra ciencia y, más ge-
neralmente, para todos los economistas, no cabe duda de'
que los ensa.yos reunidos VII (,1 volumen Diez grandes eco-o
no-mistas han de resultar el" oxtraordinarío interés para
el lector culto y diligente, V nu sólo por el hecho de que
entre los «grandes economistas» l~h'gidos figuran algunos
cuya significación e importnncin dt'shordan los confines de
la Ciencia Económica para ser su.ivtos de la atención ge-
neral y universal (así ocurre l'sIH'<'iallncnte ,en los casos.
de MARX y KEYNES); otros (el "a~lo rlvstacado es el de PA-
RETO) han conseguido destacar VII 01 ras disciplinas; sino
porque en todos los ensayos aflora unn rica variedad de
observaciones sobre la vida, Hohn.' la vstructura mental,
sobre las creencias y motivaciones dv h()1tJ1rres sobresalien-
tes en el campo de sus actividade-s prorvsiol1alcs.
En su sentido más amplio, I)il';~ grctllti(IS economistas
contiene un examen y una historia <1(' los esfuerzos hu-
manos en el. campo más arriesgado y trast'vlI<1tllltt~: el de
las actividades intelectuales. No se trntn exclusivamente
de las grandes cantidades' de saber ol't'OI)("HII it'O que ateso-
ran, los análisis de la vida y la obra de las rigtl ras más des-
tacaads de la Ciencia Económica, en un pl'rfo(o l11UY 11n-
portante 'de la misma ; por encima de todo dvsttH'tl el pro-o
fundo contenido humano, la penetrante ]>l'rct'pt'i()l1 del me-'
· canismo mental desarrollado en las tareas cicu! íficas, en
la teorización de los fenómenos observados.
Una consideración breve del alcance y :-;jglliricado de
los diez ensayos (los tres relegados al apl:IHicll fueron in-
cluídos a sugerencia. del profesor HAnl~RI,]O{ u-niendo en
cuenta especialmente el desconocimiento que :-;(' tiene en
los Estados Unidos de WrEsERJ I{NAPP y nOH'l'l~Il~"/ICZ) de..
be comenzar primeramente por reconocer las 1irofu ndus di-
ferencias que existen entre ellos. Por su origen hay que
considerar aparte de los demás el. que inicia el volumen :
(,1 ensayo sobre MARX y la doctrina marxista. Este ensa-
yo, el 111ás extenso de los diez, fúé escrito C01l10 primera
ADVERTENCIA Xln
~ ,
parte de la obra Caoiialism, Socialism, and DemocracyJ y
en realidad ha obtenido (con el resto de la obra) una di-
fusión 10 suficientemente amplia y profunda para que el
propio SClrUMPW.l~ltR se inclinara a reproducir en su lugar
el artículo J'lH~ Comrnúnist Manifesto in Sociology an.d
Economice (publicado en The [ournal of Political Econo-
'Iny J junio de 1949);, sin embargo, esta primera decisión
fué alterada, como nos cuenta ELIZABETH BOODY SCHUM-
PE'l'ltR ('1) su prólogo, en el sentido de insertar, corno he
dicho lJ1ÚS arriba, la primera parte de Capiialism., So cialism.
and Ucmocracy, No cabe duda de que el carácter del en-
sayo incluido se aproxima en mayor medida al tono me-
dio del volumen Diez grandes economistas de 10 que po-
dría haberlo hecho el, artículo conmemorativo del primer
centenario del Manifiesto suscrito por MARX y ENGELS.
Los nueve ensayos restantes responden en su mayoría
al deseo de rendir el último homenaje a un colega desapa..
recido (así en los de WAI~RASJ MENGER) BOHM-BA,VERJ{,
TAUSSIGJ FrsHER} MI'ICIIELL y KEYN:ES); otro conmemo-
ra el centenario del nacimiento de uno de los Diez grandes
(PARETO); finalmente, el ensayo restante se aparta de los
dos moldes anteriores: el ensayo sobre MARSHALL exam.i-
na a cincuenta años de distancia el significado y alcance
. de la m.agna obra marshallíana, sus Principies 01 Econo-
mies.
No cabe duda de que, especialmente los artículos ne-
crológicos, quedan algo afectados por' el luctuoso hecho
que les ha dado origen. En' principio el autor se siente
vencido por la. máxima de moriuis ni'hil nisi bonum ; el
respeto y en algunos casos un sincero sentimiento de pesar
(en los casos de BO:fIM··BAWERK y de TAUSSIG, especü~l-'
mente) embota las. .agudas' facultades críticas, de SC!i:UMP~­
TER.· Pero, afortunadamente, este no es un defectc -mayor
en los ensayos; SCHUMPETER se sintió siempre inclinado a
conservar las formas, a conducirse según los moldes de.
cortesía, hoy tristemente olvidados, que imprimieron su
huella en Jos hombres nacidos y educados -en las' capas su-
XIV DIEZ GRANDES ECONOMISTAS
periores de la sociedad que floreció en el Imperio Austro-
Húngaro. Gracias a esa característica, el autor se man-
tiene fiel a sí l11i~1110: sabe elogiar con tino y logra ex-
pesar sus reservas d{~ tal modo, que el lector atento puede
descubrir lo que su hynce en un juicio aparentemente favo-
rnblc y cortés, 'I'odu IIJC11tC complicada goza desplegando
una amplia glll1Ul dl~ matices, y no cabe duda de ·que la
111c11te <ll' Ht'lltlM"lrl'll~ (11(' unn mente complicada, barroca
incluso, COlIJO 11H dicho, felizmente, el profesor HABER-
I ..HR.
1)01" esta ruzón , (,,1 estilo que domina en los ensayos
comprendidos en este VOll1111en, 110 queda excesivamente
viciado por las diversas circunstancias que les dieron ori-
gen. Para decirlo ele otro modo : C~ el SCHUMPETER de
siempre quien habla.
Otra cosa es examinar el alcance propio de cada uno
de los ensayos. Comenzando con el de MARX} basta remi-
tir al lector a' 10 mucho que se ha escrito y discutido so-
bre el mismo, ya tornado individualmente, ya como pieza
integrante del esfuerzo más vasto de análisis y diagnóstico
del sistema capitalista contenido en Capiialism, Socialism
and Democracy (4); al margen debe señalarse una, cuali-
dad que ostenta el ensayo y que suele brillar. por su ausen-
cia en las apreciaciones de la obra de MARX: el predo-
minio de la objetividad, una objetividad presidida por un
sentimiento de admiración por la obra de MARX que SCHlTM-
PETER manifestó desde los comienzos de su carrera, espe-
cialmente por el aspecto dinámico de Das Kapital que ha-
ce de esta obra. una notabilísima excepción dentro de la
literatura profesional de la época, dominada, como es sa-
bido, por una consideración, predominantemente estática;
admiración también por la gr~n habilidad con que MARX
supo fundir teoría e historia, análisis y hechos; pero ad-
(4) Vid. mi ensayo titulado El profesor scnumoeter y el por-
venir del sistema económico, publicadó en MONEDA y CRÉDITO#
núms, 33 y 36, págs. 20-6'1 y 3-51.
ADVERTENCIA xv
miración que no le privó jamás de examinar y descubrir
las deficiencias teóricas que' vician muchos rpasajes del
razonamiento marxista. Bajo tales características el aná-
lisis distingue. cuatro aspectos principales dentro de la doc-
trina marxista, con 10 cual el arco estricto del análisis eco-
nómico queda ampliamente desbordado.
Forman grupo aparte (desde un punto de vista siste-
mático) los ensayos consagrados a los dos maestros de Lau-
sana: WAI~RAS y l?ARETO. Es de lamentar la extremada
brevedad del ensayo dedicado a W AI..
RAS: por el interés
intrínseco que ofrecen la vida y la obra de VAI.RAS - el
primer gran sistematizador de la teoría económica gene-
ral - y' por el hecho de que la influencia de .WALRAS so-
bre la obra. de SCHUliP~TER no fué superada. por ninguna
otra. El ensayo sobre PARETO es uno de los mejores 'y más
profundos ·de1 conjunto Redactado en época relativamen-
te reciente (1949), sirvió para que SCHUMPETER analizara
la vida y la obra de VILFREDO PARETO en Economía y en
Sociología cuando la redacción de la History 01 Economic
A nalysis se encontraba 111UY adelantada. Dadas las dimen-
siones del ensayo y la. riqueza de su contenido, puede afir-
marse sin riesgo que constituye la mejor introducción bre-
ve a todo estudio que intente esclarecer la aportación de
PARETO a la teoría económica y a la Sociología. Además,
este ensayo es uno ele aquellos en los que lucen con ma-
yor esplendor las dotes psicológicas de SCHUMPETER:. con-
sidérese especialmente el análisis del medio ambiente que
rodeó a Pxnsro en la Italia recientemente unificada; las
reacciones que suscita la vida política en. "una mentalidad
predominantemente científica son analizadas con extraor-
dinaria maestría. Y aquí debe señalarse, también, que
SCHUMPETER se vió auxiliado por su propia experiencia.
Los' ensayos consagrados I a les fundadores de la Escuela
de Viena difieren notablemente entre sí. Uno de ellos -el'
que se refiere a FRIEDRICH VON WIESER- ha sido relegado
al apéndice, y contiene poco más que una evocación perso-
nal, señalando, con todo, sus. más importantes aportacio-
.. ,.. /
nes, El ensayo, dedicado a M~NGER ~ohliene"'u~a" valoraciórr.." .
geuorosa de stt obra y signifícación.. Los ,pas~jes"'niás -reve- '; "
Iadores /05011 tt(lncl1oH que describen las.·'có~dj.¿io:nesquev'ro-
dearon Jo. obru teóríca do MENG-ER; el- exá:n1ert :de ,las'corf:'
tríbucioncs 'l"OH])CctivfiH de 1{rCA1~Do y M'E~G'É~' esvnuy no;'
tuble, TtttH (}l,)ini<.,rH,H4 do SClIUl1PU'tER acerca ide ,1a~<pa:r.ti~i~' :';,~ ';..,
pución do M:HNU1Ut en su ftl1110Sa polémicaÍ:i1:~t9~oi6'g.id,~.>.·' .;
CO'11 SCltlvrOl~1'4)~1{, ~ lu ~tJ'cthodonstrei{ ~ 'se in}.~liriali á~, fa~::;
ver do 11:1!'NGHH. en 111lt1 proporción que inás' tard~'.;-"~ban~',,~.
donó, Cíorru C:;tCgTl1,pO da CltSUYO'S el 'segundó en 'eJt,teif~.."
si611 en todo el volumen : es el ensayo que estudia .'la,' 'vida ;~
y la obra de BQliM:..]3AVl~Rl{. 1~11 virtud de laextra6rd.iriá~
ría. extensión y atendiendo a comprensibles exigenciaaedi-'.
toríales, fué reducido a una mitad .de Ia iextensiórroriginal.
por el profesor ZASSENI:rA1JS. Es 1111a pena que hayavsido' .
necesario t0111ar tal decísión a(111 cuando: el propio S'CHUM~' ',.J ,"
PETE~ estuviera convencido de la «necesidad» de obrar: en .  '
,tal sentido. .El resumen del- ensayo, conserva una' buena j' " I '
parte de sus virtudes. El' original fué iescrito por ,SCi-IU-M~ '1,
PETER pocos 'años después: de mantener una, prolongada po- ' ','('-
lémica con quien había .sidc su 'ma'estro.:~ BOHM-.BAWERK.,.
Es' ll1UY notable señalar que' no persisten 'huellas aprecia- .
bIes' del disgusto. que' semejante, polémica'd(~qjódejareri'
el ánimo de S.CHUMPETER:al extremO 'd~ que 'en el.resto" ,
de su vida 'rehusó' siempre entablar cualquier polémica
con sus colegas. "En el ensayoidestaca poderosamenfevel.
unálísís de la obra. -fundaníental de BOHl[-B'AWER~.: Kaoi-
tttl uJnd 1'{ct1'lit;a,lzi~s~ y [untamente con los elogios; 'que 'pro- 
tlig'tl un muycrmedída que en otros casos, señala. las li-
I n~dtnc:¡JnlUH du lit tcorfu del interés de Bol:'I~r...BAV7~RI{.
Otro 1J.'I'n'llf)' de CnStLY't)~ 1"08,}1o-11do a la fase americana
do S~ll UMi.lr¡~/,.l'gRI n H'lIH (tilos OH Hurvard : 1081 autores ,al1a~
· liz,t'LtloH sou 'l'AUHH;, (~) l'l'lSl.n~H, )~¡ J1:1I
J'CH'lClt]'/f l¡s curioso, ad....:
vertír qUl: ~tiÜ}H tLlJt()"~~Kt peo(lttu'h1,du un 1110d10· ambiente
que siempre ft~ ~Ntl',td'o lt I~"k"'ll nMl'H~llnt, sou los que recí-:
ben 'L111 hOt11'.,),'1'1 tt:!U "'11 (LH' culnroso, Sin. dudu la amlstad per-;
sonal, profunda y durndcru, que 'ltrd6 él SC11~U;Ml?)t'tUl~ ya·
TAUSSld,>há':: ·óbra.do:~ en el sentido' 'de", provocar 'una:,'cierta':'
. ·úsobreval~ta~fqrl»..q.~" un autQrctiy~:'·iriflueiicia·
sobre la..~tl~.).
. señanza "d.e.l~·' Economía 'en l'os:.~Estados,:·Il1?-idQs .no-puede
.:.t.Ui1J,iln.iz~rse~.·',.sín '.: embargo,. ,qon··'J1~TCHELL~ .prescindiendo
" .de, ~,:sus>..contactos' .personales, ·le unió el profundo interés-
·p'or:.·unJ
problema .que fascinócsiempre..a SCJIUMPETER:' .'el..
. ' , . : . . ' . ,'. '.. . ' .  ' . . " ' ,
 :l<le, las fluctuaciones rdel. sistema económico, '~1 ,probl.em~:'·
."·d~1,~i.c~9· económico. ". S:u~,.,·e.iit~·4ues fueron icasí. si~~predi...
',' vergentes.. y entre s'Ú.á::,·t~·~spe~tivas..concepciones.metodoló~,.'.
.gicas' 'existió ·un.,'·~abistno,·:~~;tati,',janipJi'o como elrque .separó'; .
~:a;:;MENGE~lY~~' SéHMO]~~.~R:;.I'.;p~~º' ..esto-fué ta:n·'s6~o.·'.l1n·ací- .:
i. I . cate' .para .SCHUMPET)tR.i;"'~'ún~'"'::~~i~áie' .que· le' 'llevó'a"analizar
','la'obra de. Mlj'CJIEI/I/·.p~:ira .~l'e·$ta:ekr ·elconteitid·Q.> teórico-ira-
plícito de la mi~~a,pa.t~.'ádvé~tli' .la·ide~tidad' fundamen- .
'ta:!; deIos estudios. económicos:··,t:a· tercera':figura...norteame-.
".-' t •.• --,- . . " . . .: • "'-':.' · •. ·,,1." "
. . lo' " ' ' ' ' . , " ' , ' . " l.'
ricana, Iaxle l)~YING.. ~ISHERJ",e$tlvDf,,·tÍ1as· c~rqa;'.4e~:'la~.··pre~ .
.dilecciones 'fundamentai~s'.de...·.SC~,UMPE·*~R··.';(.e.:x:~epci¿l:1~ ... he- .
cha, ..naturalmente, '.de'.losivagos·...ideales' de"· ;.F:I~H·ER· corno
reformista .. bien.' 'intencionado...~~I1.~· ..sociedad' .americana} _y
por ello el ensayo revela .Iavadmiración.quc 'sintió. 'por- sus
.realizaciones en el campo .'dél valor," y ·ell.'''suS aportaciones
a la corriente I de. pensamientoique dehí~:desembocar·'·en
:1:930 eri la constitución de la 1~có1ip1ne:tri_c Society ;. .'igu"ill-.,
mente expresa 5t1 disgusto .ante el despilfarro de las ener-
~'1tlH que 11'1'Sn:HR desplegó en 5118 campañas en pro de, la'
1(.:~rttLlrlH¡;~{:lc:t61') monetaria. :U11 último rasgo' unió a los dos· ~
110Ull:>1·,cs - ul bíógrufo y al bíograñado ...:... y este no .es ." "
otro que a¡ do su mutua incapacidad para dar ,origen ·á.
aquellos grupos especiales de individuos que .aparecen en
laeséena científica y que' reciben la denominación de . «es-'·'
cuelasn.; las palabras de SC1:'IUM1)E/I~ER con respecto -a . FI'S-
HER pueden. aplicarse perfectamente al 'propio·· S-CIIÚ'M~E'~
TER ,: «Sea cual fuere la. razón, él no fornlóescuela~ Tuvo
muchos .alumnos, pero 110 discípulos. ~Eti. sús .cruzadas. jun-
té sus 'esfuerzos con muchos grupos ,e:jn~ividuos.,"En.su'
.obra _. científica estuvo casi siempre solo....Así, ,tU:vo' q,-je .
prescindir de todos 105 beneficios..que...:~'ª~·'.;~~'cu~las", .'p'l;ote-
.  ..,.:.....;...
"
.
'XVIII DIEZ IGRANDES ECONOM)'81'AS
giendo, interpretando y desarrollando cada. palabra del
maestro, confieren a su protagonista. No .exísten fislrcriu-
110S en e) sentido en que han existido rícardíanos y 111:.U·8o
hallíanos y existen keynesíanosi (5). y nó, acaba aquí (1
interés del ensayo sobre .FrsHER: en el mismo se encuen-
tra una descripción perfecta del ambiente hostil qu.e rodeó
en los .Estados Unidos a un cierto desarrollo de la' teoría
económica que' tendía hacia el aumento de la especulación
pura. Para decirlo brevemente: sin FisHER no sería conce-
bible SAMUELSON·.
Finalmente restan los dos ensayos dedicados a dos fi-
guras máximas ·de nuestra ciencia: MARSHALI.. y KEYNFS•.
Dos economistas de Cambridge de amplia 'trascendencia
ambos, aún. cuando de muy distinta significación. Con
MA~SHALLJ la Ciencia Económica adquiere plenamente su
status profesional ; 'los Principies educaron a diversas ge- ~
neraciones de economistas ~n todo el mundo : su influen-
cia en el sentido de movimiento codificador' de la Ciencia
Ecollólnica,. excede de cualquier elogio..El ensayo de
SCHUlfPETER examinando el estado actual de la obra dé·
(5) Vid, el ensayo citado en la nota anterior, especialmente
ÍI, págs·. 38 y 39, nota 155. Una consíderacíón más detenida se
encuentra en el artículo de 'GoTTFRmD HAB~RLER: Joseph Aioie
scnumoeter, 1883..1950,' en Quarterly.· ¡ournal o/ Ec,onomics, agos-
to ,de 1950, págs. 370-372, especíalmente en el anaüsís de la de-
claración de principios contenida en la alocución de despedida
· que SCHUMPETER dirigió a sus alumnos de la Universidad de
Bonn :, «No deseo afirmar nada como definitivo; mi misión, si
tengo alguna, estriba en abrir puertas, no en cerrarlas. Nuncu,
he íntentado ' la' creación de una escuela schumpeteriana. No
existe ninguna ni debe ·existir ninguna... La Economía es 111lf1
ciencia y no una, filosofía. Por ello no debe haber «escuelas» nu
nuestro campo ... Solamente en Alemania existen media d()WHJn
de economistas que se contemplan 'como' cabezas de tEtloH «('11"
cuelas», como Iuchadores en ravor de la luz absoluta cont;t'n'IIt(l
tinieblas absolutas. Pero no es necesario combatir contrn U(lllH
jante estado de cosas; noves. necesario luchar éontru Jo fIliO lu
propia vida irá eliminando. Contrariamente a la polítlon y u JO/i
negocios, el éxito ínmedíato no i debe importar en Ju cf(nu~Ja.,.
y~, por mi parte, acepto el juicio de las generacíonea fU~."'ltlm.
ADVERTENCIA XIX
·arte" que fueron los Principle«I ~11 cumplirse el medio siglo
de su aparición, es uno de los más agudos de la colección..
En el mismo ec aprecia verdaderamente la ,cualidad de
SCHuMPE'rEH. ele poder disociar I sus sentimientos personales
del sujeto examinado. Nada más lejos de la Weltanschaung
schumpeteriunu que los ideales progresistas de un radical
victoriano corno, MAl<.s¡.rALL (<<'Confieso que pocas cosas son
.para mí más irritantes que la prédica de .una moral semi-
victoriana, aderezada con benthamisrno, la prédica, en fin,
de un. esquema de valores para la clase media, que ignoran
el encanto y la pasión»), y" sin embargo, el' ensayo con-
tiene una valoración soberbia del contenido estrictamente'
científico de Jos. Principles , una valoración' incluso entu-
siástica) aún cuando 1,10 dejen de señalarse las limitaciones
inherentes al pensamiento marshalliano, Posee también
gran significación el .reproche dirigido a ;MARSHALL ¡Jor
su posición equívoca COl1 respecto al empleo. de las. Mate-
máticas en: el razonamiento económico y. también el reco-
nocimiento 'de la habilidad suprema de· MA~SHALL para
," crear instrumentos analíticos, ya que, como es sabido,
.' MARSIILLL. ha sido "uno .de los iool-makers (como diría JOAN,
ROBINSON) más ·destacádosque presenta la' historia de la
Ciencia Económica. El tono empleado por 'SCHUM.'PETER
para describir 1~ inevitable superación "de los Principies 01
Economics, puede servir de ejemplo a. todo aquel que deba
. emitir juicios sobre cuestiones parecidas. .
El ensayo sobre-I{EYNES cierra el volumen, y con el de
MARX que le sirve de. inicio, constituye un conjunto ~e
posible atracción para el lector medio. Si esto es indiscu-
tible en el caso de MARX) 19' va siendo cada día 'más en
el caso de I{EYNES. Es frecuente observar comentarios no
técnicos sobre los aspectos políticos y. sociales de Ja apli-
cación de Jo que suele denominarse, muchas veces inco-
rrectamente, «política keynesianan ; la expresión {(ocupa-'
ción plena» se emplea repetidamente en periódicos, deba-
tes parlamentarios, revistas,. etc. También aquí cabe re-
conocer que el ensayo es una magnífica introducci6n para
xx DIEZ GRANDES ECONOMISTAS
quienes quieran comprender los extremos- fundamentales
de la contribución keynesiana. Cualquier especialista cono-
ce el hecho de .que SCH{TMPETER mantuvo una actitud de
marcada desconfianza frente a las posibilidades de aj-Ii-
cación general de las recomendaciones prácticas formuladas
por KEYNES en su célebre -obra General Theory o] Emblov-
meniJ 1nierest., and M oney; y cualquier lector podrá ad-
vertir no sólo esta desconfianza, sino las razones en las
que estuvo fundamentada. N uevamente debe señalarse el
esfuerzo de SCH{!MPETER por destacar los aspectos más fa-
vorables de la obra keyn.esiana; el intento de ofrecer una
pintura viva y atrayente de !{EYNES como uno de los hom-
bres de mayor ingenio y' aptitudes de nuestra época, al-
canza un éxito notable, no obstando para ello la profunda
.antipatía que se profesaron ambos hombres. El análisis de
la obra keynesiana arrancando en su formación en Cam-
'bridge, y lo que esto significaba, pasando por I ndian Cu-
·rrency and Finance, las Economic Consequences of ihe
Peace, el Tract on ]fonetary Rejorm y el Treatise on 310-
ne~}'} para desembocar en la consideración detenida de la
General Theorv, es el mejor que existe en la literatura pro-
fesional no keynesiana.
El conjunto de ensayos, por la categoría de los bio-
grafiados y por quien fué tI b:~,gra:o. posee el suficiente
.interés para que tanto el especialista como el lector en ge-
neral experimenten con su estudio y lectura el sentimien-
to de admiración y de agrado que han despertado siempre
los escritos de Sc.H""olPETER.
FABLL, ESTAPÉ
PROLOGO
r'
1
I' ESTOS ensayos fueron escritos en el transcurso de cua-
renta años, entre 1910 y .195°; los tres más antiguos (WAL'I".
RAS, B'OHM-BAVERK, }iENGER) en alemán, y los restantes
.. en inglés. Con la excepción del ensayo sobre MARX) fueron
escritos para diversas revistas económicas con ocasión de la
muerte de un economista o. para' conmemorar algún aniver-
sario, tal como el cincuentenario de los Principies de
!fARSHALI~ o 'el centenario del nacimiento de PARETO. POi'"
el hecho de haber sido escritos apresuradamente presiona.-
do por las circunstancias, SCr1:UMPETER creyó que no me-
recía la pena su publicación en forma de libro. Pero las in-
sistentes peticiones que le Ilegaron en tal sentido -toda
vez que las revistas en que habían aparecido los ensayos
eran inencontrables- tuvieron como consecuencia que po-
cos meses antes de su muerte, acaecida en enero de 1950,
consintiera en su publicación por la Oxford University
Press.
Los diez ensayos principales son los que eligió el propio
., SCHU:M:PETER) con la sola excepción del ensayo sobre I{ARL
J1:ARX. El había proyectado incluir el artículo «The Com-
munist Manifestó in Sociology and Econornics», escrito
para el [ournal o] Poliiicol Economy (junio de 1949), con
objeto de conmemorar, con cierto retraso, el primer cente-
nario de la publicación del Moniiiesio Comunisia. Este ar-
tículo ha sido sustituído por la primera parte de su obra
I
<:
: .... 1
( r
·1.
l;>IEZ..GltA;NDES·'OOO!'iOMrSTAS...
· ~, .
/ ,<
, " j
CcipitalismJ Sooialism a,nd Democracy. (The Marxian Dpc~'
trine, La doctrina marxista) porqué- en la·:niis.lTIa¡Seen·9uen~,'
tra Ul1 tratamiento l11~tS, completo de '~ARX en sus .aspectos
de profeta" sociólogo, economista y maestro.. De-se.omani-'
festar mí pro:fuurltl gratitud hacia J1r,. CASs'CANPrÉtn y.a 
I-IAltPnn. & .1~n,(YI~l;UC,RS 1>01" su generosa autoriz~ció.t1al¡Jer­
mitírme íncluír dicho O
flSCtyo e11 la presente ,Qpfi.,·:Aptove-":
cho la. OPOl'tU111.dud puru ugTl1decer a -los directbi:~,s"ye4i';',.·
, tores de Q'u,a/rt{)rJ~l~! }'oru,1-?'lJaJl 01 Economice, ,Am,erítan:, .~co-·'
.' nomic l~eviat~)i lCcolno?nín lou?"I~a,l y ECQiÚ)m~fii,c·a"pór·
haber autorlzado ln p-rlhl¡{~nci6:l'i de los artículos que' apare.'7;'
cieron originarinmcnte (;'11 (li(~'Ul14 rovistas : la antigua ~Z,eits~'
chrift ¡'Uf Volhs'l~n>rt"'l.'1talt YH :n.o <':UdHtC. .
Los tres breves Oft/i(lYUti eCYllt(j,II'i<'lC1H en el Apéndicev.so-.
bre K.NAPPJ WITtSltlt J" llol~/I'I{l'ltVlt~~i fueron incluidos a con-,
secuencia de una iüdicucióu dl~'11 wofWH'tl" (~Oll''l~l'fl~IED HABER-·' '
L:gR J
quien creyó 011 ln (~OIIV~qd(IIl{'ill (lo BU reimpresión Ji.
en la. oportunidad de que fortunrnu Illt'llto (~"O un mismo VO"" .
lumen C011 los demás 'Cl'lSllyon 1~¡oHr(1 fl,iOH, f,OR tres fueron
.escritos para el Economic ]o'utntt',I'(·.dnlH, <ll ln 'que SCliUM~·
'PE'1ER fué corresponsal Ul1RÜ·1fU.'O (t'IHt' '1 q~,() II '['<J26, Y CO~
rresponsal alemán desde 3:927 n IC':~~;, ntlo 1(11 ,~ll c''I(;11 aban...·
o' donó la Universidad de nonti ,!lIt'fU ll'H!llldul'n( H Tlurvard.
Puede apreciarse la existcneln d( "1I1i('~¡t n'('IHl conexión
l' .e'ntreel .autor .y los eC0110'llliH.tfLH cuvn l,tOJ'jllllln HO traza en,
estos ensayos. No s610 admiró H'l'H (~l,rHn, ~dllo qu,v. 0011 una..
sola excepción, les conoció pCrHO-ltH'htll'lll(1 (1), (1 ill(~'ltlHO' sin-
tió hacia varios de ellos una c{lHdn IUIlf!,tncl. Nuvvruucnte la
excepción se refiere "a I{AnJ'f M'AHX, qti'llt Itltlf 1(, {'11 1883,
el año en el cual nacieron SClll1'Ml 'lt'I'ItH v 1,1~'NI(nl el t11á5.
joven, <10' los diez. Con MAltX tuvo 11 ti" (¡II:~H t '11 eotuún : o' Q
uun esnccic de visión del r)1'Ol~t'HO ""OIlC'tllll'IIL 11~1I HU pro-
])ia 'rhot1'rj! 01 J~r.onomi() .7)c'Uol('1nHI~'1I1 ('('(ttU r., d('1 d('iK~nvo.J.:.· '"
O) :t{~ILo 10 nllHon n lOH b:~d¡tv'1c':I'lHHI (~lit,tlffhHltlN ti., hltl <'1101. en..
·
,/1H!~10" P¡'1IH'IUltl('/II'trll) (H1Hlrl;() n l(m 'Lt'(tl l(,(IIHlll lt " h 1ti ('flllllH'Oudldos.. >
OH (1 !ll('!ult,,( (~Ilhn t'h'(!h' (flH~(I'~ <HHHwhi !ttlIV 1,1111l It WlllllJ'IIJlt" y-
l:woIHt'llh~lttfilll,(l (·t11t1,ó 'PllllOnhtlhlrLo Imn I(N"PI~ ,V Itfllt'l'lttllIWla~1
,-.,-..' ,
'1" '
r '"
. t :
<,
1"
virniento económico), SCI-IUMPETER intenta. -formular «una.
teoría' económica pura del .cambio . económico que' 'no' se
apoye exclusivamente en factores 'externos para: impulsar.
, , ~1 '. 'sistema económico desde un equilibrio ,~'otro». E~. ~l
1" prefacio a la edición japonesa de dicha obra' -afirma: ( En
un 'principio 110' advertí con, claridad lo. que tal vez el t'ec~
tor considerará COlt1.0 evidente, es decir,' que.' esta 'idea, y,
esta fínalídad (las del propio S'CI{UM:eETER)~on.exactamén-.'
te' la misma idea y la l11ís111a finalidad que .subyacen. en',
las doctrinas económicas de l{ARr~ 1fARX. En' efecto, .lo que
1e distingue de los economistas de su época y de aquellos
que le precedieront fuá precísamente una visión de la evo-.
lución económica considerada corno un proceso diferencia...
do, generado por el mismo sistema eC0116111ico.· En los de-
más aspectos se Iimit6 a' e}flplear y adaptar los conceptos
y 'las proposiciones de la economía ricardíana, pero el' con-
cepto de la evolución económica, que' formuló rodeándolo ,
d~ un ropaje hegeliano superfluo le pertenece completa-
mente. E-s, 111UY probable que se deba 11 este' hecho el 'que-:
una igeneración de economistas tras otra se dirija. hacia su .
obra, aun cuando sean muchas las COSLtS que se pueden cri-
ticarde la misma». Nuevamente en el manuscrito de la
. Hisiorv of Economic llnal;ysis encontramos : «Dentro del
esquema general 'ele su pensamiento '01 desarrollo 110 ,es un
apéndice de la ccouomíu cstática, como ocurre' con los de...
más economistas de HU época, sino el terna central. Y él,
concentró su capacidad unnlítica en la tarea de demostrar'
cómo el procesoecot16:rl'dcQ; variando ell virtud de su ló-
gica inherente,altertL Incesantemente la estructura" social,
y en realidad toda la sociedad). Ambos poseían en común ,
esta' visión pero llegaron a resultados ll1UY diferentes:' 'MA~:x:
llegó a 'la condena del capitalismo y SCHUMPETER 'fué un'
"ardiente sostenedor del lnismo'. . ,
-- 'Para SCHUMPETER el progreso de 'la Ecónomía vcomo
,ciepcia 'dependía de la visión y' de 'la' técnica. 'D'el mismo ''
modo queadmiraba a MARX por su·visiól;l del .proceso 'ecb->"
nómico, admir6 a WAt~AS) con quien ise reunió 'u~'a sola"
"
, 4,
1.__ ~
, "
. ."
" '
.:
4 DIEZ GRANDES ECONOMISTAS.
.,
vez, por su tecría pura. En la Hisiory ~¡'Economic And-
l:vsis dice sobre éste últirno : «. ..1a Econ'onlÍ~ es un autobús
que contiene muchos pasajeros con intereses y capacidades
inconmensnrnblcs, Sin ernhnrgo, en. cuanto se' rejiere 'a .la
ieoria jn,tl/ta.., WJI;'I~A~ es, en mi opinión, el más grande .de
todos los cconmuistns. Hu sistemn del equilibrio económico
reuniendo, corno 'lo hn(..~(j,lll cualidad ele creación «revolucio-
naria» canta cunlidud de :4fntl..:sis clásica, es, la única" obra'
debida a un CCOIH)IIIÍMtn que puede resistir una comparación
con las realizaciones de 1( ~FfHicn teórica» o
l1ARX y WALH.AH ¡IHJI'on p610s contrapuestos:' el pri~ 
mero intentó dar una cxplicnción ]()g'ica elel cambio eC0-
nómico ; el segundo 1'108 <'116 «un upurato teórico ~ue 'por
vez primera, en la historia (1(: nuestrn ciencia, comprendió
efectivamente la lógica pura d(~ ln Tntcrdcpendencia .entre
cantidades económicas». '
Fué una característica de S~ITnMPH'.I'KR (2) que admirara .
y encontrara' útiles tanto la Historin coruo Ju 'I'eoría pura,
. tanto la Econometría corno las frl':'lIHl c H compiluciones de
material empírico, tanto la Sociolonlu COllI() la Estadística ;
y la amplitud de sus intereses se rcf'loin en estos ensayos
biográficos.
Conoció a MENGER, BoI-IM-BAVltH'K y WlgSIU{ durante
su época 'de estudiante en Viena. M:J:4:NnHH, que con f:US dos
discípulos B'OHM-BAVERK y WIESHH.IH'Iüdc S(:I' considerado
uno de los fundadores de la escuela AustrIncn o Vienesa,
se había retirado ya: .de la enseñanza activa, y SCHUI/fPETER
se' encontró con él solamente una o dos veces. Pero, en
cambío.. el autor de estos ensayos participó nctivamente en
los seminarios de ",.TIESER y de B'OJ-IM-BA'RH:K (19°4-1906);
más tarde' sostuvo una célebre polémica acerca del tipo de
dn IIABERLER dijo. en su ensayo publicado en el QuarterZy
Jourruü 01 Economics (agosto de 1950), que fué superado' por otros /
. economistas en sectores concretos de- la ciencia. «Pero como maes-
tro de todas las ramas deIa Economía y por la multitud universal
de sus intereses, SCHUMPETER ocupa. un puesto único entre los
economistas contempo~áneos».' '.
PRÓLOGO. 
interés con B6HlI-BAVERI~ (Z eitschrijt jü', Volks-mirtschajt,
19.13) ;' Yfue uno ele los tres oradores en la' celebración del
'septuágésinlo aniversario de WIESER en 1921., .
Aun cuanelo consideró siempre corno .de gran importan-
, cia la obra de la, escuela Austríaca, en la 'cual él se había
~) formado, mostró pronto un ~ayor interés hacia otra es-
cuela que había desatollado una teoría de 1á utilidad margi-
nal : la escuela de Lausana que creció partiendo de la
.• obra de WAI,RAS. En, ·un cierto sentido, el ve'rda~lero fun-
dador ele esta escuela fué PARETO} el brillante discípulo de
WAT.RAS; quien sucedió a 'éste..en la cátedra de Economía
Políti'ca de Lausana. Hasta hace. relativamente P9CO tiern-
po sus obras~ eran demasiado «matemáticas» .y demasiado
«teóricas» para los economistas ingleses y norteamericanos,
quienes encontraban también difícil (e incluso una. pérdida
de tiempo) la lectura de! obras de economía escritas en otros
idiomas, Sin embargo; 'la escuela de Lausana encontró .des-
de sus. comienzos dos seguidores norteamericanos de gran
reÜeve: IRVING FISI!ER y H. I,. Mooaa, Tres de los diez
~ ensayos de este libro son dedicados a WALRAS} ,PARETO y
FISHER. En el ensayo .sobre ;F'ARETo, (nota. la, pág. 157)
SCIIUltIP~TER' describe una 'conversación con él, en la cual
hablando acerca de diversos. economistas PARETO mostró la
gran consideración que' le merecía IRVING FISHER: «Fué
.para mí una revelación oírle (a PAREtro) ensalzar Capital
and Incomo (ele l~~ISI-IJtn.)).
En 1906, después ele haber terminado sus estudios en
Viena, SCH·uJfpu~rEn. marchó a Inglaterra,. donde residió al-
gunos meses. Con tal 1110tiVO tuvo la oportunidad de expre-.
sar sus, respetos a varios economistas británicos, visitando a
l1AR:SHALL} por vez primera, en 1907. -El encuentro está des-
crito brevemente en una nota de la reseña de los Essays in
Biography de I{EYNES que SC:HUMPETER escribió para el
..Economic [ournal, de diciembre de 1933. Comentando iel
ensayo de KEYNES sobre l1ARSHALL escribió: «Es exacta-
mente tal como 10 vi (a MARSI-IALr~) en .1907,'cuandornirán-
dale a través de 'la mesa en la que almorzábamos ..le dije :
. J.
- ..
} ,
:'. "
'."
, DIE'Z GRANDES jE:CONOMISXAS
,«Profesor, .después de nuestra conversación (sobre niis pla-
.nes científicos) me siento exactamente como" me sentiría si
fuera. un enamorado indiscreto inclinado a un:' matrimonio
arriesgado y usted un anciano tío, lleno dé benevolencia, .
que intentara dísuadírme». Me replicó : «y, así déb-e' ser; .
Porque si existe. nlgo tlutrCtB de' todo ello,el tíohabrá pre-,
dicado en VL1l0», l'¡~l C:llHlt;y() contenido en 'el.presente,voIU'- :
men 111Ue~t1"CL clarnrnC;tl'tU lu elevada consideración 'que -Ie
mereció 'la obrnde :~1:J~RH:tlAl'tl",; después de'. su· publicacÚSn' l.'
en la. ./1'l1f
¿(
Jfl'ic(M1b
l~cono(lnic ,l~lyvio7.vJ recibió una breve nota
escrita por J1:A:R1' :I1:A.:H,S:r:rl(I,:t'. (Cnmbridge, Inglaterra, .19: de . ,,'
julio de :t94I) que dccíu : «Acabe de' recibir, la .Americam:
11conomic 1((J~icY1,v JI he lú1('h) G()IJl grau interés 'su análisis
del cincuentenario de lC:)H .P(l"ln(;i1~los ele ~(ARSHALL. He sa-
bido siempre 101
mucho (jl1,(J uatcd apreció su obra yme sa-'I
tísface que haya, ttlJ:eo,vccltndol Hutuc;jnutc ocasión, para ex-.'
presar su opíníón con tuntu pCI'fwúc:i6:n Y' curiño,Especia!l-
mente el último párrufo eH de tlli, muyor agorado, Comparto'
C9n usted su admiración hacíu 01 ~4'OIWt01''¡al 01 Aiired.:
]V[arshalí de 11"1". l{.llY'1~1tS».
Los ec0110111istas norteumcricuuos ('l~A'tlSS:rG'" FISHE~J
MITClIEI~~.) tratados en estos, CUBt.)I(}8, cutrnron en relación
personal con SCHUMPlt'lnn... probublomeutc, con motivo -del
i primer viaje de éste a los Estado~, 'tJ:u1
dOH C:I1, el año aca-
démico '1913-1914 cuando prestó ~'l1S scrvlcios C0'1110 profe...
sor austríaco de intercambio en la TJnivc"I"H'¡"lnc1 do' Columbia.
Antes' de .dicha' ocasión. conocía ya sus ulU'tlH y hab'ía ini-. '
ciado una cor-respondencia, regular con J.l~AlJHHH1i Existe .una ¡
carta que .1~ escribió este, último (Cambridge, Mass. 27 de '.. ~ .
noviembre de 1912), en Ia-icual 1~AUSSlG felicita al joven .'
economista por su inglés, y que se refiere u la, discusión de I "',
un problema teórico suscitado por SClIUMPIC'tl~R. «No tengo
: nada que objetar COl1S-U. razonamiento ; pero' 1'11i propia in-
clinación me 'lleva a abordar estas cuestiones desde' Ul1 punto .. ,.'.
de vista más realista. »'rAUSSIGpresenta después algunos, grá-
ficos de curvas de oferta y. continúaIuego : «Desde hace mu-
chotiempo reflexiono ace~~a; de -Ia.oportunidad de aplicar el .
, ..,..
Í'
P~:ÓLOGO" . 7
,' -".,
.""
/'
r
mismo, razonamiento; altr~bajoque',él"
qlle'ya ha' sidQ.á,p1i¿a,.,~'
" . ' . , ' . . . ; " .:, ' . , - ; ' . ' : • , 1,",' .:' ',,' "
..doalcapital y a latietr~, desarrollando-así 'u~at'eorÍ'~·!del·
trabajo ba~da en la «renta»; he bosquéjad6yalaslí~e.a~';..'
fUlldameniales',de un artículo .extel1S0 tratando .de'.estabu~~
. tiÓ~'L',Usted'conoce', por l',supu;esto,",elnlódo'"erl qU~" razona- ,
mientes deestaespecie. hansido ya;'intentados por mi 'amigo,'
'J.B:'CLARR, ymásr~ciente'Y detenid~mentépor I:R~I!~'G ,"
~"'IS(',HER. "La última palabra ac,~rca.,'de esta cuestión.no.fia
,sido pronunciada .todavía.. No. soy lo bastante inmodesto
como>para creerqueseré yo:.quienpronuncié esa 'última IJa:..
"labra, 'pero espero' realizaralguna contribución.al respecto.»
. ):.3r li.lIlistad iniciadade este modo cQntinu6.~ask,'latilúerté .
de TÁ1JS,SI? en 1940.. El1:<realid~d;'durante"'los 'primei9$', ~ños,
,! de su' estancia ,en .Harvard '{I93~-I937),SCHu¡rPETnRvivi6,
, con /l(AuSSIG en el .riúmeró 2 de, Scott-Street. .
~,'... Igualmente estuvo ligado' por lazos de .admiración y:.de.'.
afecto ·'con. IRV':{NG .:fISHER;Y W~SLEY l1ITC~ELt~'.,Co~". FIS~.. '
HER estuvo asociado en Ia rárea de fundar ·.l.a .«Econornetric'
',.Society» . CuandO'SCHlJMPETER visitaba la~' .austera. réside:n"
ci~deFISHER eh 'New 'I}aven'(do:nde el tab'~~~I,efhl~ohol,'
,  ' . " , . ' , ' . .
el café.e.incluso creo que l~,carrre" estaban proscritos). se" bro~'
, meaba 'jovialmente a este propósito.' preparándose 'un,' café
I especial. para el' «depravado»' visitante. La conversación des-
arrollada en uno' de estos nueek-ends de New Haven, haaido
descrita en un artículo del profesor G. H. B01JSQUE't de, la
Universidad de Argel (Reuue d' économie politiqueJ n." 3,
., 19pO): El artículo, necrológico sobre' WRSLtty MITCHELL in-
,cluído en este volumen fué terminado" una, semana o dos
antes del fallecimiento del propio, .ScliUMP!TER. Tanto,MIT~... :
:,C~~ELL como SCHUMPE'tltR trabaiaronsobre el problema.de Ios
CIclos'económicos, y ambos creyeron que: un estudiofrnctífe-'
;' roide ,"este fenómeno del desarrollo capitalista requ,erí~un.á',·'
,;investígacióniempírlca muy extensa. SCHUMPETER" recopiló
sus.propios.datos laboriosamente y casi sin;.. ,a~xilj.o,:d~,:terée~,
ros, porqueésteera su modo de tr~b~jar".per0'sin.ti61'~iekpie'··"
.una-gran admiración hacia eJ hombre quepudó 'organizar
'r . '
8 DIEZ GRANDES ECONOMISTAS,
«National Bureau» y emplear sus recursos con eficacia y
con inteligencia.
No trabó conocimiento con I{EYNES hasta 1927, aún cuan- .
do K.EYNES era desde hacía muchos años uno de los directo-o
res del Economic [ournal, y SCHUMPETER había sido su
corresponsal en Austria desde 1920. Por alguna razón, difícil.
de explicar, la relación entre ambos jamás llegó a ser íntima.
ni personal ni profesionalmente.
La traducción de los tres c-nsnyos sobre WALRAS, MENGER
y BOHM-BAWERI{ presentó civrtns dificultades. Tal como se-
ñaló Psur, S~'IU~~hV (,"U ~,11 introducción a' Lmperialism. and
Social ClassesJ y antes I lAHIO~ r,gR en su ensayo en el Quar-
terly [ournal 01 !4;r.Otl01Hir.,·, ('1 estilo del alemán de SCHUM-·
PETER ofrece l11t1('1Ja~; <1ifi"ltlta<1vs para. su traducción. HA-
BERI"ER dice al I'(':-)I)("('to: ((SU vstilo <literario algo rebuscado
puede se-r (lvs(,J'ito "OJlI() «barroco»; estilo que permitía dar
expresión a la ('olllplvja estructuru de' su mente, Se caracte-
riza por larnos pt'ríoc1os, por l1U111CrOSas frases que expresan
modif'ic.u-inru-s y reservas, por otras que modifican a las
mismas ruodif'icucioncs, por sutiles distinciones de signifi-
cados. I.;stas cualidades de su estilo resultan más pronuncia-o
das, COIllO cabía esperar, en sus escritos en alemán, ya que
el idioma alemán ofrece mayores posibilidades para las cons-
trucciones cornplicadas.» SCHUMPETER se díó perfecta cuen-
ta de este hecho, singularmente por 10 que hace referencia
al ensayo sobre BOHlf-BAWERK. Creía que el ensayo sobre
BoIIM-BAWERK era demasiado extenso y que era necesario
ahreviarlo y escribirlo de nuevo pensando en los lectores
de habla inglesa. No cesaba de 'repetir enfáticamente que
de otro modo dicho ensayo sería «imposible».
I.~l ensayo sobre B'QHM-BAWERK ha sido reducido a una
mitad <1(11 original. La tarea de reducción fué realizada por
HAHERr.li~U y por el traductor, el profesor HERBERT ZASSEN-
HAUS, antiguo discípulo de SCHUMPETER. Deseo expresar
aquí toda tui gratitud al profesor- HABERI"ER y a los tres
traductores (W<)J',FOANG STOLPER, HANS W. SINGER y HER-
BERT ZASSENIIAlTS) por su generoso interés y ayuda.; y tam-
PRÓLOGO 9
bién a PAUL SWEEZY, quién leyó todas las traducciones con-
.migo, auxiliándome en algunos casos en la tarea de mejorar
el inglés y en la de esclarecer el significado. Algunas' veces
he introducido ciertas modificaciones cuando la traducción
literal de algunos pasajes resultaba demasiado complicada
u oscura. Esto ocurrió singularmente en el caso del ensayo
sobre BOH~I-BAVERK. Por 10 tanto, las deficiencias de la tra-
ducción son de mi exclusiva responsabilidad.
Los restantes ensayos, que fueron escritos en' inglés, han
sido reproducidos aquí tal como fueron. publicados. No han
sido alterados ni corregidos, exceptuando lo que se refiere
a la corrección de pequeños errores de imprenta y' a unos
cuantos cambios para asegurar la uniformidad en detalles téc-
nicos tales' como las mayúsculas, la puntuación y la disposi-
ción 'de las notas a. pie de página.
ELIZABETH BOODY SCHUMPETER
Taconic, Connecticut, 2 de febrero de 1951.
KARL MARX
1818-1883
.LA DOCTRINA MARXI8TA(*)
LA mayor ;arte de las creaciones del intelecto o de la
fantasía desaparecen para siempre después de un, período
que varía entre una hora de sobremesa y una generación.
En otras, sin. embargo, no ocurre así. Sufren eclipses. pero
vuelven otra. vez, y vuelven no como elementos índiferen-
ciados de una herencia cultural, sino con su ropaje indivi-
dual y con sus cicatrices personales. que la gente puede ver
,y tocar. Estas son las creaciones que podemos llamar gran-
des; y es una ventaja de esta definición la de que ligue la
.grandeza a la vitalidad. 'I'omada en este sentido, esta es indu-
dablemente la palabra. que hay que aplicar al mensaje de
MARX. Todavía existe una ventaja adicional al definir la
grandeza de acuerdo con la reviviscencia : la hacemos in-
dependiente de nuestro amor o de nuestro odio. No tenemos
nec.esidad de creer que una gran contribución deba nece-
sariamente ser una fuente de luz inmaculada en sus
líneas fundamentales o en sus detalles. Por el contrario
(*) [)e Capitalism, sociaiism; and Democracu, copyright 1942.
by JOSEPH A. SCHUMPETER. Reproducido con autorización de Harper
& Bros.
12 DIEZ GRANDES ECONOMISTAS
POc1l'IIIOS creer que se trata de una potencia de las tinieblas;
lUHlvJIIOS juzgarla fundamentalme.nte errónea o estas en des- "
m-uerdo en cualquier número de, extremos concretos. En el
caso del sistema marxista, semejante juicio negativo o in-o
cluso su refutación exacta, permiten comprender, a través.,
de su impotencia para .derríbarla de modo definitivo, la fuer-
za de la estructura.
Los últimos veinte años revelan una resurrección' -mar-
xista extremadamente interesante.
El hecho' de que el gran maestro del credo socialista 'haya
alcanzado un reconocimiento pleno en la Rusia soviética"
no tiene nada de sorprendente. Y es, solamente, caracterís-
tico de semejante proceso de canonización que exista, entre
el verdadero significado del mensaje de MARX y la práctica,
e'ideología bolcheviques, un abisrno tan profundo, por' lo'
menos, COlTIO el que existió entre la religión de los 'humildes.
galileos y la práctica e ideología de los príncipes de la
Iglesia y de los, nobles feudales de la Edad Media.
Pero existe otro rcsuruimicnto menos fácil de explicar :
el resurgiruicnto marxista en los Estados Unidos. Este fe-
nómcuo debe su interés al hecho de que hasta la tercera.
década del I>1"CSclltC siglo 110 existía una corriente marxista
importante ni en el movimiento obrero norteamericano ni
en el pensamiento intelectual norteamericano. El marxismo
que había existido hasta entonces, fué siempre superficial,
insignificante y sin consistencia. Además, el resurgimiento
de tipo bolchevique no provocó efectos similares ,en aquellos..
países que anteriormente habían sufrido una intensa in-
fluencia marxista, Singularmente en Alemania, que poseía
entre todos los países la más fuerte tradición marxista, una
pequeña secta. ortodoxa se mantuvo activa durante el auge
socialista de la postguerra, del mismo modo que 10 había.
hecho durante la depresión precedente. Pero los líderes del
pensamiento socialista (no sólo los aliados al partido Social-
democrático, sino también aquellos que en las cuestiones
prácticas iban mucho más allá de su prudente conservadu...
rismo) mostraron lTIUY poca disposición a 'volver a las ,anti- '(
'KARL MA.RX 13
guas máximas y, mieritras adoraban la divinidad, pusieron
especial cuidado en mantenerla a distancia y en razonar
sobre cuestiones económicas exactamente 10 mismo que los
restantes economistas. Fuera. de Rusia, por 10 tanto, el fe..
nómeno norteamericano se presenta aislado. Aquí no' debe-
mos ocuparnos de las causas, pero merece la. pena estudiar
los límites y eJ significado del· mensaje que han hecho suyo
tantos americanos (r) .
.T. - MARX): ~L PROl?ETA
No h~ sido por descuido que el título de este capítulo
presente una cierta analogía con el mundo de la religión.
'Existe algo más que una analogía. En un sentido importan-o
te el marxismo es ":lna religión. Para el creyente presenta,
en primer lugar, un sistema de fines últimos que dan un
sentido a la vida Y' que son criterios absoiutos mediante los
cuales se pueden juzgar hechos Y acciones; y, en segundo
lugar, presenta una guía hacia aquellos fines que implica
un plan de salvación y la indicación de los males que deben
'Ser evitados a la Humanidad o a una porción elegida de
-ésta. Podemos concretar más aún: el socialismo marxista
pertenece a aquel subgrupo que promete el paraíso en este
1ado de la tumba. Creo que una formulación. de estas carac-
terísticas por un hierólogo abriría, la posibilidad .de clasi-
.ficaciones y comentarios susceptibles de profundizar en la
-esencia sociológica del marxismo hasta un nivel inalcanzable
por un simple economista.
(1) Llas referencias a las obras de MARX serán limitadas, yno
-daremos datos acerca de su vida. Esto nos parece innecesario,
porque el lector que desee una lista de las primeras y. un esbozo,
general de la segunda, encuentra todo cuanto necesita para nues-
tros propósitos en cualquier diccionario, y especialmente en la
Encyc;lopaedia Britannica o en la Encyclopaedia ot the Social
Sciences. Un método conveniente para estudiar a MARX consiste
en comenzar con el primer volumen de Das Kapito; (primera tra-
ducción inglesa por S. MaoRE y E. AVELLING, editada por F. ENGELS,
1886). ,A pesar de la enorme cantidad de 'trabajos más recientes
.:-¡i~o creyendo que la biografía escrita por F. MEHRING es la mejor,
por 10 menos desde el punto de vista del lector corriente.
14 DIEZ GRANDES F;CONOMISTAS.
.El punto menos importante de ese carácter religioso, es
que explica el éxito del marxismo (2). Una realización pu-
ramente científica, aun cuando hubiera sido mucho más.
perfecta de 10 que fué en el caso de. MARX, no le habría
deparado la inmortalidad, en sentido histórico, que posee.
Ni tampoco 10 habría conseguido su arsenal de slogans
propagandísticos. Parte de su éxito,. aun cuando sea una
parte muy pequeña, debe atribuirse indudablemente al cú-
mulo de frases incandescentes, de acusaciones apasionadas
y de gesticulaciones coléricas, aptas para ser empleadas en
cualquier tribuna, que (,1 puso a disposición de su grey.
Todo 10 que necesita ser dicho sobre este aspecto de la
cuestión es que esas municiones hall servido y sirven exce-
lentemente a ~l1S fines, pero que la producción de las mis-o
mas 'acarrc6 unn desvcntnja : para forjar dichas armas,
aptas para la luchu (111 la arcnn social, MARX se víó forzado
más de una vez a ulterar, () a desviarse de, las opiniones
que se desprcudc-n 1(>gica1l1cntc ele su sistema. Sin embargo,
si MARX 110 huhicru sido más que un fabricante de frases,
hace mucho tiempo que habría sido olvidado. La Humanidad
no es 1l1UY agradecida con respecto a esta clase de servicios
y olvida rápidamente los nombres de los individuos que
escriben los libretos para sus óperas políticas.
Pero fué un profeta, y para comprender la naturaleza
de su obra es preciso considerarla dentro del marco de su
tiempo. Se había alcanzado entonces el cenit de las reali-
zaciones burguesas y el nadir de la civilización burguesa,
el tiempo del materialismo mecanicista, y todo ello en un
ambiente cultural que aún no había dado la menor señal
de que en él se estuvieran gestando un nuevo arte y un
nuevo estilo de vida, y que se entregaba a la banalidad
(2) La naturaleza religiosa del marxismo explica también la
actitud característica del marxista ortodoxo hacia sus adversarios.
Para él, COIDO para cualquier creyente en una' fe, el adversario no
sólo yerra, sino que peca. Las disensiones son censuradas, no sólo
desde el punto de vista intelectual, sino también desde el punto de
vista moral. No pueden admitirse excusas una vez que el Mensaje
ha sido revelado.
ItA,U • .MAItX 15
más repelente. La fe, entendida ,en cualquier sentido real,
estaba desapareciendo rápida.mente en todas las clases so~
cia1es, y con ella se extinguió el único rayo de luz (excep-
tuando 10 que pudiera derivarse de 'las iniciativas de
Rochdale y de las 'Cajas de Ahorros) en el mundo obrero,
mientras los intelectuales se declaraban plenamente satis-
fechos con la L6gica de MiLL y la Ley de Pobres,
Entonces, para millones de corazones humanos, el ll1;en-
saje marxista del paraíso terrestre' socialista significó un
nuevo rayo de luz y un nuevo significado de la vida. Lla-
memos ·a la religión marxista una. impostura, si se quiere,
o una caricatura de la fe - y hay mucho que podría decirse
a este respecto -, pero no debe ignorarse ni dejar de admi-
rar la magnitud de la empresa. No importa si casi todos
aquellos millones de hombres fueron incapaces de com-
prender y apreciar el mensaje en su verdadero significado.
Este es el destino de todos los mensajes, Lo importante es
que el mensaje fuera escrito y presentado de tal modo 'que
resultara aceptable al espíritu positivista de su tiempo
- que era esencialmente burgués, sin duda -, pero no es
paradójico decir que 'el marxismo es esencialmente un pro-
ducto de la mentalidad burguesa. El resultado se consiguió,
de una parte, formulando con una fuerza que no ha sido
'superada el sentimiento de ser oprimido y víctima de malos
tratos, que es la actitud auto-terapéutica de los infinitos
fracasados, y, de otra parte, afirmando que la solución so-
cialista de dichos males era una certidumbre susceptible de
probarse racionalmente.
"Obsérvese de qué manera magistral se logra. anudar las
ansias o nostalgias extrarracionales que la religión en su re-
troceso había dejado desamparadas como perro sin dueño,
y las tendencias materialistas y racionalistas de la época,
que entonces se presentaban como ineluctables, y que no
podían tolerar ningún credo desposeído de un aspecto cien-
tífico o pseudocientífico. Predicar el fin apetecido habría
sido ineficaz; un análisis del proceso social habría intere-
suelo a 11110S pocos centenares de especialistas. Pero predicar
16 ' Dmz QlANDmS mOONOMíS'XAS
'" ' .
. "
, ( , '
.: ,
desde su posición. de científico'y analizar C'011 -la mirada
puestaa las necesidades .quetodos 'sentían, intensamente, eso
·fué 10' que atrajo 'adhesiones apasionadas 'y;10 que confirió
al marxismo' el.tsupremo .privilegio, -que consiste enIa con-
.vicción de .que .lo.vuno es jt sostiene, jamás 'podrá Ser ven-
-cido, 'sino ~que,por .el.vcontrario,~;debeFá conquistar la, vic-
-t6ri~ final.. Co.móes 'natural -estorno. 'd,ismii1uy~'elvaior
de~l~ '~portaci6ndetlVrA~it,L,á':fuerza' 'person..~l·;·Y;cí 'destello,
,"'pt~fético operan; l'ñd:ependi~n~emerite,del'co,nte1;1ido"del 'ere- .,'
" t.dó. Sin .ellas 'es .ímposible revelaren formaeficaz unanueva '
.vid~: yun hu'ev9signific~'d6~de'
'1~ vida.r Peroaqufno debe- .
" ,.., ' , ,'", .": ' , " . " ' , ~, " '
~'mos ocuparnos' de eso'~, ' , .: '. ",';
..,~Algol deb~rriosdec'ir; "eri catÚbio:'r~specto de l~"'consis~:
.téneiavlógica . y de. la 'corrección de: la 'tentativa.l
de. M'AR~ 1,  I
"para demostrar la. inevitabilidad del socialismo. 'Pero 'es su-,· ~.',~".:,
ficiente una referencia a 10 que, más arriba denominamos" I
-su-forrnuláción de los' sentimientos de 'los muchos fracasa-.: .
"dos~ No ~e trató, por, supuesto, de una 'ver~a.dera.formula- .
-cíón de sentimientos reales" conscientes o St1bCOllscü~ntes.;-  .
'Es más acertado considerarlo, COll1Ú' una tentativa para 'reem~,
"plazar sentimientos reales por U11a revelación, verdadera ,O
'falsa, de la lógica de' la evolución. social. Al obrar de este
-'modo y mediante la atribución a las masas de su propio .lema.".' '
," de la «conciencia de clases», falsificó, sin duda, la verdadera .
""psicología de¡ obrero (que culmina en el d.eseo de convertirse
en, un pequeño burgués y' de ser ayudado para alcanzar: .¡,
"rucho status por la fuerza política), pero a medida que .sus I
" -enseñanzas se difundieron la amplió y la ennobleció. No, .' ,',1,' '.:,
, -derrarnó .Iágrimas sobre la belleza del ideal socialista. V'· .en.
"~ -esto consistió 11110' de sus argumentos para proclamar" su '~',
.superioridad ,con respecto a los que denominó Socialistas1 : •
. Utópicos. Ni t8¡111POqO gloríficó al obrero, presentándolo¡
: -como un/héroe del trabajo cotidiano, corno suelen hacer los
"burgueses cuando tiemblan por sus dividendos. Estuvo per·~"· ,: ',.t,'
fectamente libre de toda tendencia, tan evidente en ,algun'os,·
",de'su:s seguidores más, débiles, a .lustrar las botas del obrero."
2rób~bleínente.poseyó una clara percepción de lo querson
1,;
-;"", ',
,,",,<.,
. '
, ' ....
"f.
1
•
"- "'i
'1
'JI.•
lCA1UJ' M'AllX . I 17
las 111aSaS y 'dirigió S~l mirada, por < encima 'de' sus cabezas,
hacia losobietivos. sociales más-allá-de 10 que pensaran o
desearan. Asimismo, jamás ,e~pusÜ'y'predicó,ideales como
si hubieran .sido .fijados por- él.Semejantevánidad 'le t ftié
completamente ,extrapa.. Pel,~is~Q: ,modo~'quetÓdQ."verda..
dero profeta se!:" declara .humilde ,p<?'rt~,Yozde ,su,, deidad,
MiRX pretendió .hablar'itan ,sólo,en nombre~de ,la,lógica.del
proceso, dialéctico 'de" la', Historia." "Existe',en, .todo.esovuna. ..~'
dignidad que. compensa ,~e'mucha~ péll,rtéñec.es ;y"vulgarida-
des, con Ias-cuales; tanto .envsu -obra como' én"suvidá;
formó dicha dignidad'U~a:i: alianza"verdaderamente~. extraña...
'Otro puntovfinalmente, debe- serconsiderado. MAi~,x.fué,
pérsona1mente;'~!un,'~6mb~é",:.demasia~o,culto para "estar, de
acuerdo, con' aquellos vulgares defensores del-socialísmo iÍ1~,
capacesde reconocer-un t~lrIplo'¿ti~ndo lo' ti,~nen,"a':la,.'vi's't~L
Fué perfectamente .capaz de' :compr~rtder una :'civilizaciÓt1'.·
" y él yalo;',«relatitament,e,;absoluton d~ susvalores, por muy
.separado ~d.e~ .lamisma "que' pudiera sentirse. :En -este.sentido
110'c~be aducir .: unaprueba ,más·conVin~erlt~.de:13l;l amplitud'
de' mirasvque vel Má,niji'es~o' Comunista, .que,·,cotistituye" .un .
reconocimiento 'incluso elogiosode las realizaciones-del. ca-
pitalis'mo(3): ;,y:,ai 'mismo'tiel;lpo·,qU<fptont,tnció.' suI~énte'n-'
cía de',mu~er'tepro<'.futuro);'nunca .dejó :de .recoríocersu .nece-
sidad histórica; Eo~,~upuestÓ;",:'&em.~jante,actitud" implica
, . . • ./~. U . ,_ • . " l • l ' " I . '
I '1 1( f t ~ " , •
(3) E"'to' puede :parecer' tal' vezvuna' exagerácíón. 'Pero '6onsÍ..
I dérense las cttas vsfguíentesiextraídas de la, tradúccíón- ínglesa:
(l-ta burguesía•.. ' ha.sido la' primera, én' .dePlqs,trar': l? ·que .puede.
conseguir la, .actividad. humana. 'Ha:" re~l1za.d? maravillas que', sJ1~
peran las pírámídes de Egipto, los. acueductos .romanos.y ..las cate- ,
drales góticas. "La'burguesía.'. ~ 'atrae a todas, las naciones..~. hacia,
la civilización..., Ha creado"'enormes .eíudades.... ,rescatando...de', ese"
modo a una .consíderable p~rte -de .la pobíacíón'de...la '~dio-tez. (sicI), ~.'
de la vida rural.... Laburguesía,' .durante su.reínado de' apenas un
siglo" ·ha creado' fuerzas. productivás. más ,masÍv:as .y colosales que
las creadas por todas .. las generaciones anteríores .reunidas».:,Ob-
sérvese que,tedasvías re'a}izaCiohés.consideradas "son' atríbuídas
a ta burguesía "solamente,' queesmásde lo que 'muchos economis-
tas netamente burgueses .se atreverían a afirmar. 'Es esto' cuanto
ha querido decir en, lw frase del texto, .10. cualdíñere notablemente
de las opíníones del .marxísrno vulgar: demuestros días. o- de Ias
neyittldes-, que arrancan de VEBLEN y que muestran muchos radí-
culos modernos no, marxistas. " "
2
'1
18 DIEZ GRANDES ECONOMISTAS
muchas cosas que el propio MARX no habría estado dispuesto
a aceptar voluntariam·ente. Pero, indudablemente, se vió
apoyado por la misma, y fué más fácil para éJ adoptarlo,
gracias a aquella percepción de la lógica or-gánica de las
cosas a la cual su teor-ía de la Historia le confirió una ex-
presión. Los hechos sociales revestían para él un cierto
orden, y pese a cuanto compartiera en algunos momentos de
su vida la mentalidad del conspirador de café, su verdadera
personalidad despreciaba esas cosas. El socialismo no fué
para él una obsesión capaz de borrar todos los demás colo-
res de. la vida y de crear un odio o un desprecio insano y
enfermizo hacia otras civilizaciones. Y en esto reside, más
que en cualquier otra cosa, la justificación para el título
que reclamó para su tipo de pensamiento socialista y de
voluntad socialista, ligados entre sí por la fuerza de su po-
sición fundamental, es decir, el título de Socialismo Cíen-
tífico..
11. - MARX, SOCIÓLOGO
Tenemos que hacer, ahora, una cosa que disgusta muchí-
simo a los creyentes. Corno es natural, ellos se ofenden ante
cualquier aplicación del frío análisis a 10 que para ellos es
la auténtica fuente de la verdad. Pero una de las cosas que
más les disgustan es el que se divida la obra de MARX en
partes resueltas para discutirlas separadamente. Ante tal
proceder suelen reaccionar diciendo que ello es una prueba
evidente de la incapacidad del burgués para comprender el
resplandor del todo, cuyas- partes se complementan y expli-
can recíprocramente, de tal modo, "que el verdadero signifi-
cado desaparece tan pronto como cualquier parte o aspecto
se examina aisladamente. Sin embargo, no podemos 'obrar
de otro modo. Al cometer semejante ofensa y pasar a con-
siderar a MARX como sociólogo, después de haber tratado a
MARX como profeta, 110 quiero denegar l1i la presencia de
una unidad de visión social que consigue dar en cierta me-
dida unidad analítica a su obra, y más aún una apariencia
. . . . . . . ,' I e
,~~ '.. •• • .... ~ • .: '.. 't :' !" .. ... -, '1 •
19
tlt~ unidad, ni el hecho de que cada parte de la misma,
por independientes que sean intrínsicamente, fué. relacio-
nada por su autor con todas las demás. Además subsiste la
suficiente independencia en cada provincia de este vasto
reino para permitir que el estudioso acepte los frutos de sus
esfuerzos en una de ellas mientras rechaza los demás. En
semejante proceso se pierde buena parte del encanto de la
fe, pero algo se gana salvando verdades importantes y esti-
mulantes que poseen por sí mismas mucho mayor valor del
que tendrían si estuvieran unidas a un naufragio sin espe-
ranza.
Esto se aplica en primer lugar a la filosofía de MARX) de
la cual podemos prescindir de }lna vez por todas, Con su
instrucción alemana y con su mentalidad especulativa no
debe sorprender que poseyera una sólida formación y
un apasionado interés por la Filosofía. La filosofía pura,
del tipo alemán fué su punto de partida y el amor de su
juventud. Durante cierto tiempo, incluso, creyó que esa era
su verdadera vocación. Fué un neohegeliano, lo cual signi-
fica aproximadamente que si bien aceptaba las opiniones
y los métodos fundamentales de su maestro, él y su grupo
eliminaban y reemplazaban, por otras opuestas, las inter-
prctaciones conservadores de la filosofía de HEGEL, deriva-
das y aceptadas por muchos de sus otros seguidores.. La
citada formación filosófica se muestra en todos sus escritos
siempre que existe un pretexto para ello. No debe sorpren-
der que sus lectores alemanes y rusos, con similar formación
e inclinación mental, tiendan a destacar primordialmente
este elemento y a convertirlo en la clave del sistema. '
Creo que esto es un error y a la vez una injusticia
hacia la capacidad científica de MARX. Es cierto que durante
toda su vida se mantuvo- fiel a su primer.amor, Le compla-
('ían ciertas analogías formales que pueden señalarse entre
~iltS razonamientos y los de HEGEL. Consideró gustoso la
posibili<lacl de dar fe de su hegelianismo adoptando la fra-
~,l 'c.1(.~~ ín.
Bml.tOTfCA Of u FACU1-TAD DE CIENCIAS FGONfM'C~"
'rofelOl Emériro Dr. ALfREDO L. PAlACICJS
DIEZ. GRANDES ECONOMISTAS
Pero esto es todo. En ningún momento subordinó la
cienci.a positiva a la metaffsica. Estas cosas las proclamó él
miS1l10 en el prefacio a. la segunda edición del volumen I de
Das Kapiiol; y 10 que allí afirmó es cierto, y no cabe encon-
trar una prueba en contrario, ya que .analizando sus razo-
namicntos puede comprobarse que siempre descansan sobre
los hechos socinlos, e iguulmente que las verdaderas fuentes
de sus proposiciones 110 residen en el dominio de. la Fi1o-
sofía. Como l~H nutural t los comentarios y críticos que par-
tieron también del lado filosófico fueron incapaces de darse
cuenta <1l' esto, torln Vl'Z que carecían de los conocimientos
necesarios uccrcn <1<.' 'las ciencias sociales implicadas. Por
otra parte, la propl'l1sil>l1 natural del constructor de sistemas
filosóficos, les incupucitnhn para toda interpretación que no
partiera (le alg ú 11 pri uci pio filosófico, Por esta razón acaba-
ron por encontrar filosofía incluso en la mayor parte de las
simples uf 1'1 unc-iones sobre cuestiones de pura experiencia
económica, cnrutuinnudo (le este modo la discusión por vías
erróneas y cuguñando simultáneamente a amigos y ene-
migos.
Mxnx, corno sociólogo, emprendió su tarea con 1111 equipo
intelectual que consistía principalmente en un extenso co-
nocimiento de los hechos históricos y contemporáneos. Su
conocimiento de estos últimos. fué siempre un poco anti-
cuado, debido a que era un lector voraz en extremo, por 10
cual los materiales fundamentales, no comprendidos en los
periódicos, llegaban a su conocimiento con cierto retraso.
Pero difícilmente le escapó 'ninguna. obra histórica de su
tiempo que tuviera importancia o amplitud general; aun
cuando no se pueda decir 10 mismo con respecto a buena
parte de la literatura monográfica. Si bien no es posible
alabar 10 completo de su información en este campo en la
proporción en que más adelante ensalzaremos su erudición
en el campo de la teoría económica, fué capaz de ilustrar
sus visiones sociales, no sólo mediante amplios frescos his-
tóricos, sino también con numerosos detalles, la mayor parte
de los cuales, en 10 que .respecta a su autenticidad, estuvie-
.,'
I
I(AlfI. MAHX 21
rOI1 por encima del nivel alcanzado por otros sociólogos de
su tiempo. Estos hechos los abrazaba con una mirada que
atravesaba las irregularidades de la superficie para llegar
a la grandiosa lógica de los hechos históricos. Y en esto no
había solamente pasión, ni tampoco.. únicamente, impulso
analítico: existían ambas cosas. Y el resultado de.su tenta.-
tiva para formular aquella lógica, la llamada Interpretación
Económica de la Historia (4), es, sin duda, una de las ma-
yores contribuciones individuales de la Sociología hasta
nuestros días. Ante la misma se hunde en la insignificancia
la cuestión de si tal contribución fué o no enteramente ori-
ginal y la de hasta qué punto deba atribuirse cierto mérito
a sus predecesores alemanes y franceses.
La Interpretación Económica de la Historia no significa
que los hombres sean, consciente o inconscientemente, im-
pulsados por. motivos económicos. Por el contrario, la ex-
plicación del papel y del mecanismo de los motivos no eco-
nómicos y el análisis de la forma en que la; realidad se
refleja en la psiquis individual es un elemento esencial de
teoría y: una de sus aportaciones más importantes. JfARX no
sostuvo' que las religiones, metafísicas, escuelas artísticas,
ideas éticas y decisiones políticas pudieran reducirse a
motivaciones económicas o carecieron de importancia. Tan
s{)10 trató de revelar las condiciones econámicas que las ori-
ginan, informan y que cuentan en su auge y en su caída..
]~l conjunto de los hechos y de los argumentos expuestos
por MAX WEBER (5) encajan perfectamente en el sistema de
MARX. $
Los grupos y las clases sociales y la forma en que estos
g-rupos o clases se explican su propia existencia, situación
y conducta fueron, por supuesto, 10 que le interesó en
(4) Publicada por vez primera en él violento ataque a la obra
de PROUDHON, Philosophie de la Misere, titulado Das Elend aer
Philosophie, 1847. Otra versión fué incluída en el Manifiesto co-
munista, 1848.
(5) 'Lo anterior se refiere a las investigaciones de WEBER en
el campo de la sociología de las religiones y especialmente a su
t",moso estudio Die protestantische Ethik usui tier Geist des K api-
taUsmus, reimpreso en la edición de sus obras completas.
•
22 DIEZ GRANDES ECONOMIStAS
I ,
.'
mayor grado. Frente a los historiadores que aceptaron aque-
llas a.ctitudes y sus correspondientes formulaciones verbales
(las ideologías o, como habría. dicho J>ARETOJ las dérivaiionsv
en su 'valor nominal y que intentaron' interpretar la realidad
. social por medio de las mismas, adoptó una actitud de des-
precio colérico. Pero si las ideas o los valores no fueron para
él 'los primeros motores del proceso social, tampoco fueron
simple humo. Si, se me permite emplear un simil mecánico,
tenían en" el mecanismo social el papel de correas de trans-
misión. No podemos detenernos aquí considerando el inte-
resantísimo desarrollo de postguerra de aquellos principios'
que. nos permitirían' explicar mucho mejor toda esta cues-
tión" es decir, la Sociología del Conocimiento (6). Pero fué
necesario decir todo 10 anterior porque MARX ha sido cons-
tantemente mal interpretado a este respecto, Incluso su
amigo ENGELSJ ante la tumba abierta de MARX} definió la
teoría en cuestión afirmando que precisamente quería sig-
nificar que los individuos y los grupos actúan primordial-
mente estimulados por móviles económicos, 10 cual en
varios aspectos importantes es falso y en 10' restante lamen-
.tablernente trivial.
y ya que tratamos de la cuestión podemos de pasada
defender a MARX contra otra interpretación errónea: la in-
terpretación econámica de la Historia ha sido denominada
frecuentemente ·la interpretación' materialista. El mismo
MARX la llamó de ese modo. Semejante frase aumentó lTIU-
chísimo su popularidad entre algunos, mientras motivó en
otros un aumento en su impopularidad. Pero carece por
completo de significado. La filosofía de ~AR~ no es más
materialista que la de HEGEL} y su teoría ,de la Historia no
es más materialista de cuanto pueda .serlo cualquier otra
.tentativa de explicación del proceso histórico que recurra
(.6) El. término alemán correspondiente es, Wissenssoziologie,
y los nombres más destacados a mencionar en esta conexión son
los de MAx SCHELER y KARL MANNHEIM. El artículo de este último
sobre el particular en el Diccionario alemán de Sociología
(Hanau'orterbuch 'der Soziologie) puede servir como una intro-
ducción. '
los medios de que dispone. la ciencia empmca. Debería
comprenderse que semejante interpretación es perfectamente
compatible desde el punto de vista lógico con cualquier
creencia metafísica. o religiosa, del mismo 'modo que 10 'es
cualquier descripción física del mundo. La misma teología
medieval ofrece' métodos mediante los cuales ,es posible es-
tablecer la citada compatibilidad (7).
Lo que la teoría dice realmente puede ser expresado con
las dos proposiciones siguientes: ,1.
0
Las formas o condicio-
nes de la .producción son los determinantes fundamentales
de, las estructuras sociales, las cuales, a su vez, originan
actitudes, acciones y civilizaciones. MARX ilustró su idea
'con su célebre frase de que el «molino de mano» creó socie-
dades feudales y el «molino de' vapor» sociedades capitalis-
tas. Esto acentúa el elemento tecnológico de manera peli-
grosa, pero puede aceptarse teniendo en' cuenta que la
simple tecnología. no lo, es todo en tal afirmación. Vulgari-
zando un poco el argumento, aun cuando debamos reconocer
que al hacerlo perdemos .buena parte del significado, pode-
mos decir que nuestro trabajo cotidiano es 10 que forma
nuestros, espíritus, .y que es nuestra situación dentro del
proceso productivo 10 que determina nuestra 'visión de las
cosas ~ o el lado que vernos de las cosas - y el espacio
social que podemos dominar. 2.
0
Las formas de producción
poseen su lógica propia; es decir, cambian de acuerdo con
necesidades inherentes a las mismas, de manera que engen-
dran sus sucesoras mediante su propia evolución. Utili-
.zando el mismo ejemplo de 'MARX} podemos decir que el
sistema caracterizado. por el «molino de mano» crea una
situación económica y social en la cual la. adopción de un
método mecánico de molienda se convierte en una necesidad
práctica. que los individuos o los grupos son impotentes para
alterar. El auge y elfuncionamiento del «molino de vapor»,
(7) He conocido a varios radicales católicos, entre ellos un
sacerdote, todos católícos devotos, que adoptaban este punto de
,vista y que de hecho se declaraban marxistas en todo salvo en las
Cuestiones que afectaban a su fe.
!ChaL 1Vf.IRX 23
24 ~ DIEZ GRANDES ECONOMISTAS
.
a su vez, crea nuevas funciones y situaciones sociales, nue-
vos grupos y nuevas actitudes, que se desarrollan e influyen
mutuamente de tal modo que rebasan los' límites de su
propia estructura. Aquí tenernos, entonces; al elemento pro-
pulsor que es responsable, en primer lugar,.. de todos los
cambios económicos, y COTI10 consecuencia de esto, de cual-.
quier' otro ca~bio social; un elemento propulsor cuyo' mo-
vimiento 110' requiere ningún impulso ajeno al mismo.
Es indudable que ambas proposiciones contienen una
gran parte de verdad y que son, como podremos comprobar
en diversas fases de nuestra exposición, .unas hipótesis de·
valor incalculable. La mayor parte de las objeciones co-
rrientes fallan por completo, como, por ejemplo; aquellas
que recurren a la influencia de factores éticos o religiosos,
o la que expuso EDUARDBERNSTEIN, quien con deliciosa sen-o
cillez afirmaba que «los' hombres tienen cabeza» y que, por
10 tanto, pueden obrar como quieran. Después .de 10 que-
hemos dicho más arriba apenas eSI necesario señalar la
fragilidad de semejantes argumentos: por supuesto los hom-
bres «eligen» el curso de su acción y de su obrar, el cual no,
les es impuesto por los factores objetivos que comprenda.
su medio ambiente, pero eligen, desde puntos de vista, ow-
niones y .propensiones que no forman otro conjunto inde-
pendiente de factores, sino que son modelados por los
factores obj etívos. +
Sin embargo, subsiste la cuestión de si la 'interpretación.
económica de la Historia es algo más que una aproximación
conveniente de la que cabe esperar funciones menos satis':', I
factorías "en algunos, casos de. 10 que 'pueda hacerlo en
otros. Es necesario .consíderar una limitación evidente desde-
el principio. Las estructuras soclal~s, Íos tipos. y las actitu-
· des son. monedas que una v-ez' acuñadas no se funden fácil..
mente. Una vez formadas persisten, probablemente, durante
siglos, y toda 'vez que las diferentes estructuras y tipos 
'muestran en distinto grado esta facultad de supervivencia,
'casi siempre podremos observar que la' conducta real dé
grupos y naciones se separa en mayor o en menor medida.
, I
KARL MARX
I
de cuanto, deberíamos esperar si tratásemos de deducir dicha
'conducta en la fOr111a dominante del proceso productivo.
I Aun cuancio esto se aplica con carácter general, se advierte
con mayor claridad cuando una estructura. muy duradera se
transplanta enteramente de un país a otro. La situación
social. creada en Sícilia por la conquista de los normandos.
puede/servir de ejemplo. Msnx no .olvídó estos hechos, pero-
difícilmente llegó a comprender todas sus implicaciones.
 Existe un caso análogo cuya significación es todavía.
I más jmportante. Consideremos la aparición del tipo feudal 1  •
depropiedad agraria en el reino, de los Francos durante los
siglos VI y VII. Se trató, ciertamente, de un importante acon-
tecimiento que dió forma a la estructura social durante va-
rios rsiglos y que tamb{éninjluy6 sobre las condiciones de-
laproducci6nJ comprendidas las necesidades y la técnica..
- Pero su interpretación más simple puede encontrarse en. el
hecho de que familias e. individuos. que habían ejercido an..
teríormente funciones de mando militar, se transformaron'
_(conservando, sin embargo, las citadas funciones) en señores.
territoriales después de la conquista definitiva del nuevo-
territorio.. Esto no. encaja. muy perfectamente en el esque-·
t .
ma marxista, e incluso podría ser interpretado de tal roa- .
nera que apuntara en dirección opuesta. Sin. duda. e~ posible·
solventar .105 problemas originados por hechos o fenómenos:
similares mediante hipótesis auxiliares; pero la necesidad.
de recurrir a hipótesis auxiliares suele ser habitt1~lmente el
comienzo del fin de una teoría.
Muchas otras dificultades que surgen al intentar inter-
pretaciones históricas empleando los' esquemas' marxistas.
pueden ser resueltas admitiendo, en cierta medida" la exis-'
 tencia de' una dependencia recíproca entre la esfera de la.
i producci6n y otras esferas de la vida, social (8). Pero el
encanto de la verdad fundamental que rodea a aquel .esque-
ma depende' precisamente del rigor y sencillez de la relación'
(8) . En la última fase de su vida, ENGELS 10 .admitió' franca--
mente. YI más lejos aún, en esta dirección, negó /~LEKHANOV.
,1
26· DIEZ GRANDES EOQNOMISTAS
unilateral que proclama. Si esto. se pone en duda, la inter-
pretación económica de la Historia debe reducirse a ocupar
el papel y a alinearse juntamente, con otras proposiciones
análogas - como una de tantas verdades parciales - o si no
ceder el paso a otra que exprese 'una verdad más funda-
·mental. Sin embargo, no por esto queda disminuído ni su
categoría como obra ni su utilidad como hipótesis de
trabajo.
Por supuesto, para el creyente se trata simplemente de
la clave para todos los secretos de la Historia de la Huma-
. nidad. Y si a? veces nos sentimos inclinados a sonreír ante
-algunas aplicaciones casi ingenuas de la misma, debemos
recordar siempre a qué,'clase de argumentos sustituyó. In-
cluso la desventurada hermana de la interpretación econó-
'mica de la Historia, la Teoría Marxista de las Clases
Sociales, aparece bajo tina luz más favorable tan pronto
-como tenemos' esto en cuenta.
Una vez más, 10 primero que hemos de registrar es una
.importante contribución. Los economistas han sido extra-
ñamcnte lentos en el reconocimiento del fenómeno de las
clases sociales. Desde luego es, cierto que siempre distin-
guieron en clases diversas a las personas cuya intervención
motiva los procesos objeto de su. análisis. Pero tales clases
'no eran más que conjuntos de individuos que poseían una
determinada característica en común: así, algunos indivi-
duos fueron clasificados corno terratenientes o como obre-
. ros, porque poseían tierras o vendían los servicios de su tra-
bajo. Las. clases sociales, sin embargo, no son entes ima-
ginados por el observador en sus, clasificaciones, sino entes
vivos que existen como a tales. Y su existencia entraña
-consecuencias que son enteramente ignoradas si se recurre"
.a un esquema que contempla la sociedad cómo si fuera una
.asamblea ~ amorfa de individuos o familias. Todavía está por
decidir la importancia exacta del fenómeno de "las clases
en la investigación del campo de conocimientos de la teoría
económica pura. Sin embargo, está fuera de toda "discusión
-que tiene gran importancia para muchas aplicaciones prác-
KARL MARX 27
'ticas y para todos los aspectos más amplios del proceso so-
cial en general.
Hablando en sentido figurado, podemos decir que las
clases sociales hicieron su aparición en la famosa propo-
sición contenida en el Manijiesio Comunista) que afirmaba
que la historia de la sociedad es la historia deJa lucha de
clases. Por supuesto, esto equivale a expresar dicha propo-
sición en su .forma más radical. Pero incluso si reducimos
su alcance a la proposición de que los hechos históricos
pueden ser interpretados" frecuentemente en términos' de
intereses y'. actitudes' clasistas y de que las estructuras
de clases existente? son siempre un factor importante en la
interpretación histórica, subsiste todavía lo suficiente para
que podamos hablar de una concepción casi tan valiosa
como lo fué la propia interpretación económica de la His-
toria. 1
Claro está que el éxito en el camino de avance, abierto
por el principio de la lucha de clases, depende de la validez
"de la teoría particular de las clases que adoptemos. Nuestra
visión de la Historia y todas nuestras interpretaciones de
las formas culturales y el mecanismo del cambio social serán
distintas según elijamos, poi ejemplo, la teoría racial de
 las clases sociales, y al igual que ,GOBINEAU reduzcamos la
'historia humana a la historia. de las luchas raciales o "la ~eo­
ría de las clases inspirada en la división del trabajo, como
hicieron SCHMOLI~ERy DURKHEIM) reduciendo el antagonismo
de las clases en antagonismos entre los intereses de los dis-
tintos grupos profesionales. Y ta111pOCO se limita el campo
de las posibles diferencias en el análisis al problema de la
naturaleza de las clases. Cualquiera que sea nuestra opinión
acerca de la cuestión, surgirán diferentes interpretaciones
a consecuencia de distintas definiciones del interés de
clases (9) y de las distintas opiniones sobre la forma en que
(9) El lector se dará. cuenta de 'que las opíniones individuales
acerca de 10 que son las clases y sobre lo que provoca su existencia
no bastan para determinar cuáles sean los intereses de esas clases .
y cómo obrará cada clase con respecto a lo que «ella» - sus diri-
gentes por ejemplo, o sus miembros - considere o sienta, a largo
28, DIEZ GRANDES ECONOMISTAS·
se manifiesta la acción clasista. La cuestión que nos, ocupa
sigue siendo un avispero de prejuicios 'Y puede decirse que
apenas ha. llegado a U11 estadio científico.
Es curioso que ]!rAHX nunca, que nosotros sepamos, ela-
boró de manera sistemática 10 que sin duda fué 'uno de los.
pivotes de su pensamiento. Es posible que' aplazara la tarea
hasta que fné dcmasindo tarde, precisamente porque pensa-
ba tanto en tóriuinos de clase hasta el punto que no' creyó
necesario molestarse en elaborar una formulación definitiva.
Es igualmente posible que algunos' de los puntos de la mis-
TIla perrnanccierun Hin resolver en su propia mente, y que
su camino hacia una tuorín completamente desarrollada de
las clases sociales qucdnrn obstruídc pos las dificultades
creadas por 61 1111,S11 10' al insistir en una concepción del fe-
nómeno puramente económica y excesivamente simplifi-
cada. Tanto 61 C01110 sus discípulos, ofrecieron aplicaciones
de su teoría incouuilcta a Iormus particulares, de los cuales
su propia Hístoria. de la. iucha de clases en Francia es el
ejemplo ntllS destacado (r o). Aparte de esto no se ha alean-
zado ningún progreso. real. La teoría principal de sus segui-
dores, }~NGl~r.,S) pertenecía a las inspiradas en la división del
trabajo y era esencialmente no marxista en sus implicacio-·
nes. Si prescindimos de esto no quedan. más que detalles.
sueltos y apercus - algunos. de ellos de sorprendente ftler-
za y brillantez -' diseminados en todos los escritos del
maestro, singularmente en Das Kapiial Y en el 111an,ifiesto
Comunista.
o a corto plazo, errónea o correctamente, ser su interés o intereses.
El problema del interés de grupo está de por sí plagado de espinas
y de trampas, completamente independientes de la naturaleza de
los grupos estudiados.
. (10) otro ejemplo viene dado por la teoría socialista, del. im-
perialismo, que más adelante consideramos. La interesante tenta-
tiva de o. BAUER de interpretar', los antagonismos entre las díver-
sas razas que existían en el Imperio Austro-Húngaro como una
lucha de clases entre capitalistas y obreros (Die Natiotuüitiiten-
traae, 1905), merece también ser mencionada, aun cuando la habi-
lidad del analista sólo sirve para poner de manifiesto la inadecua-
ción del instrumento. ·
KAH~ MAHX 29
La tarea de ensamblar los referidos fragmentos es deli-
cada. y no puede ser abordada aquí. Sin embargo, la idea
básica es suficientemente clara. El principio de estratifi-
cación consiste en la propiedad o en la exclusión de la. pro-
piedad, de los medios 'de producción, tales como fábricas, ma-
quinariavmaterias primas y los bienes de consumo que entran
en el presupuesto del obrero. Tenemos así, fundamentalmen-
te, dos y tan sólo dos clases sociales: los propictarios-s-capi-
talistas-y loe que no son propietarios, los cuales están obli-
gados a vender su trabajo: la clase trabajadora o proletaria-
do. La existencia de grupos intermedios, tales como son los
formados por campesinos y por artesanos qu~ emplean traba-
jadores pero que también realizan labores manuales, j or los
oficinistas o por quienes ejercen profesiones, liberales, no se
niega por supuesto; pero son tratados como anomalías que
tienden a. desaparecer en el curso del proceso capitalista. Las
dos' clases fundamentales son, gracias a la. lógica de su posi-
ción,' y con completa independencia de cualquier voluntad in-
dividual, esencialmente antagónicas. Dentro de cada clase
pueden existir escisiones, así como tienen lugar colisiones
entre los .subgrupos, susceptibles de poseer una importancia
histórica decisiva. Pero en última instancia tales escisiones
y colisiones son incidentales. El único antagonismo que no
es 'incidental, sino inherente a la estructura de la sociedad
capitalista se funda. en el dominio privado de los medios de
producción: la verdadera naturaleza de la relación entre la
clase capitalista y el proletariado es la lucha, la. guerra de
clases.
. Corno VerelTIOS en seguida, MARX trata. de demostrar
cómo en la guerra de clases los capitalistas se destruyen
unos a otros y que finalmente destruirán al sistema capita-
lista igualmente. También intenta demostrar que la posesión
de capital lleva a una mayor acumulación. Pero este tipo' de,
,razonamiento, al igual que la definición. que convierte la
posesión de algo en el carácter constitutivo de una clase
social, sirve únicamente para incrementar' la importancia
de la cuestión de la «acumulación primitiva», es decir, de la
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Diez grandes economistas: de Marx a Keynes

  • 1.
  • 2. " . l' . ,,' ".':t..,;...... -: t '.;,.:','; ': '<~"'~ ,. . l - .' T .. '.. ". .... ¡ , + .. ,,,,", ... t-" • ' . " • ~ r ',' .. ' "'- ~~. - -':j -: '.":. ,):-, - ' f ~' r .' ./.: , ( 1 .... 10SEPH A. SCHUMPETE& .'. ~ .. " ' . - • ¡ DIEZ GRANDES-·.·;·····,':,;·:·,:;···..·<: - . __ .~:-., -. ' ", - -:' . = f ~ EeoNO·M.iS·T·Asr, ·::~·.:·· . ' ,;.~ l' .... : '~l:. DE MARX -',A ,KEY'N·ES .: .: , ~, , -.': '. ..'~' , -;;. r"" ir '11..• --' • ~ ~ . ",,"... ,'f.o!..if '" ... Traducción Eepañola-y A~~erencia', . ..t. , .- p~ór ' . ¡.'. :" . FABÍÁN~ ESTÁPÉ ' • , .. • /. ' , ' : . ' • . _ "" ~ _' ... "1 r Profesor en Ja Univer8ida~ d~ Barcelona j - 1955 JosÉ }La BOSCH - EDITan - APARTADO 991 - BARGEL'OXA
  • 3. • .', ~ f • '<lo' .... ¡ , ~ .. , • I.~ , , ,,';', ," t. i/,·t J" . ':r', 'l. ; 1,' -.' • ,:'. I ':;' 1" "~¡ " . !:: ',.; , ".. ~ La, presente ob~d'fu~,p'u~lic~,dá',:;~,rig,f~ari~~'e(lteen inglés por OxfordUniversity Press, d~"N(/w York-con e( titulo . de~ren great. ~cono~isú.:Fro;;·:M~;~ to K~yne$. J"" " - .. • ~ • • J ~, ,,..-. • .. • , ~, ~ ... I .... t', .:c . .' ~' " " -. , ~ , "1 ",.1 1, " .:, ,,' , " , '1 ·"t. ',¡ , r . " ",/ ), J ~ ",* • , ' " 'J Reservado todos los:'; " v . 'derechos. .1 .~ .' " ') '. r , '1 f " :,,' ./' .. 1 ', •. 1 r' • ,¡ ',., .: " ,I,¡ ". .t f r ' l. " ~ • > • " .', • 'o)•• " . ,',1 ; ,'.l " Printed in Spain l:'~? '," t"' 1.,' I: j {: íI' I 1', ;' ~ ¡ ... r 't. t '''¡JI ' : I '.l't , lt
  • 4. '1,7, rt,,',' '(',~~" 1') i. , ,~~" ~ • "'t' " , . /~ . 'ADVERTENGIJt ' .. < jl'f·· . I . J'~;~:H.¡;{Lors SCHUMPETER ha .sido· uno de' los más grandeseconomistas de todos los tiempos. Su' carrera 'cien- , ,' .: r tífica, .desde 1'905 a 1950; ostenta el brillo" que acompaña". .:'; a:',:,. las .grandes figuras;' .sus tareas l' como .docente ,en-Tas ~ 1Jríiyersidad~s' de Bonn y Harvard,' especialmente, han de-'. _. , 1': .jadovimpresas huellas profundísimas-en un" número incon.., '~ ,::-table de economistas; sus 'obras :principales (Dás ,Wesen ,~,I und <der,Há'l:lptin,halt 'der th:eo1l'etischen N aiionolokonomie, ,.. ', 1908;' The.orie der 'wirtschaftlic~he-n 'Ent¡wicklung~ 1912; , .Ebochen. "-der Dogmen-. und Methode.ngeschichte,' 1914; 'Business .Cyctes, 1939; Capiialism, Socialism, and Demo- , .cracy~ 194'2) coristituyen piezas maestras: en, cada uno de '.lbS campos" afectados: ."Metodologia, Teoría del des~rro1l6 "económico, Ciclos 'E~onqmicos, Análisis de los sistemas económicos capitalista:' Y socialista- e Historia' del ~ pen,sa-. 'miento .económico. Junto.' a 'sus obras principales. figuran. ' una gran cantidad' de monografías (algunas' 'de cierta' -ex-· 'tención},"de las cuales es .necesario _ destacar: rZur Soziolo-' . gie"~4i/r "Imperialismen, 1919';' 'Die ,Í(rise d~s Sieuerstaats, , , ÍgíS' ;>';'D~~ Grundp';inzipd:e'~ 'Verteilunsth'eorieJ í916 ; Das. ~oz¡arproduk.t un'a' -'die I 'R"ech~'ftpfe1Jn.iie': Glosen wnd : Bei-' iriige»zur Geltithe.orie 7Jon ,he1!t~, 1920;. Sozialistische Mij- glichlieiten. 7J9n he'ute-,.1920; Die. soziale klassen im eth-,', '¡ ,- .. ~ f ',.. ' ,
  • 6. AnVERTENCIA VII dónde ello es posible, en la esfera de las motivaclo1Íd~'lnté~ . . . ~. . ", ~~ - .:....... .." ... ¡. . - .¡~ctuáles de otros hombres, " . , ' , ~'~, , , ,PQr todo- ello, y aún cuando ~actualtnel1t~'tQdb's,,),()S' 'éi2 ,-, , 'peci~listas suscriben la opinión dequeelnombrede 'SCH~~M~" '¡ PETER permanecerá indisolublemente: Iigado a' las' realiza- "tioues más espléndidas que registran.' diYers¿s'.cá,111PO,S' 'dé , la .Ciencia Económica, 'y aún" ~de :1a,·Soci"oló;gía' (~)/":,¿re:6 que en ninguno d~ l~s numerosos ,sectore~,','~iéntí.ticó-s:·e!i. los que dejó impresa. su .huella; .·aJ<;aniar:á'~ja al.tura' que "indiscutiblemente levcorrespcnde en 'el":de'Iavhistoria d:e1,,'r. ' ' ' pensamiento económico, ' , , . ' '' Conviene decit,' además, que' contrariamente a 'una opi- nión bastante generalizada, las, -realizaciones en',:el "campo de la hIstoria: del-pensamiento .científicócio -d.esm~re6e~e'n; absoluto ante .lasque contienen auténtica creación ; t,.y.'áíÍr{ , cuando, es'cierto' que- en. el casode. SCHUMPETE.R no,', ~'s'~pt~-"~~·' ciso ensalzar -este a·spectü:'de'"su contribución"a" ja'C{~tlti¿ 'Económic3r,'porque ~:en él...Hega 'a'prbduJlrsé~:01a' irl1pf¿$'i6t(, de" que todo-se da, 'pór'_·afiad}d~ra~.:· né):·está¡~'·dé"';:·fu~S~':p'f~~· .. . ~ '_~. -"', ..... ". _ ~.' ." + ' . • ....." ~~ r -.~_., .... 1: ~,l' .. ".f. _ _ .....':. Ó, "." _ .. ":',,,. - . ..~~•• ': ~ .: ~:~- ..... -... .... ~' ,1'":.. ,/"," , '.""..r. 'éisat., el carácter indispensableque la' historia dé úna ..Cien- ",' , . . ' ~ "',' ":t.' ',',, .: -.;._;·"-i--:)~ ..1 .... ;,.~<~..,~:,,~,~:, (.2) Lasapreciaciones::,d~ ~1~"9bra ·de.JscHU~VlE~~TE!Í: han" apare~~_ cido profusamente ~.después~·de su.jnuerte.. Entre las-más Impor...-; .tantes. "cabe ,destacar .las. "reunidas -en' et·.voltimen, Schurnpéter~ socia; ~cie:n}ist; edítado.ipor SE,y~OYR"'E1~'._HARRrs'>-,Haryard Vní;;. .. versíty Príntíng Office" Cambridge, ~Massa;ch,usetts.;:Entré]os.aná- lisis/de los aspectos ,de la' obraxíe 'S-CHUMPETEit" ;l1óestricta'mente . -'ecorióIiiiéos~ .destacan . el del,.profesol:'.:H:~RÉER~, VON' .'B~cKERArn::' Jpsep1h ,A~ . Sehumpeter as aSoéiologist,-'págSI~,. 1.1o~i18 del .volu~ men cítado ; y ,él del hístoríador 1BBÓTT,~PAYSOÑ:,USHE~:';fli~tot-i~'.' r ' cal Im/plicatio'fl,S' ottfje"·TheoriJ"·o/.'.,EconO'liJ-ic D'eveloprnent;. p~S.' 125~.l2~,'íd..íd, ,. ':::~"_,,," '.-, ..": " .,' ' /, ", ,: .: ,."., '( "'., otrocónjunto 'de ensayos ,,de elevado. mérítovenjuíclando .la', obra deS,cHl,1'MPETER han, sido .publicados en dosvnúmerosvespe-, ' cíalesvdaJe, revista ·Economie~·A,pp'li-quée, Tomo lIt). 1950, Núme- ros. ,3~4, 'y 'Tomo IV,'l951, ....:N~~ro,2.·En' él citado coníuntoiexa-. minan los, ... aspectos no: estrictamente _ ec~nómicos'· '.de' l~'. obr~a .schumpeteríana.'el epsayo·,de ,JULES VUIiLE~N::, Les elasses so-' ciales chez Sctuimpter etsiamsLa ,realité,,'págs. '5,71-,614 j" y '.elen~.· sayo de.R! ,P. ADRIEN '~AXMANS·::_' !le' «Researcn. Cenier in" Entre- ~ preneurial History»,págs.' 615...635.' ' ~
  • 7. vrn DIEZ GR~NDES ECONOMISTAS cía posee para su propio desarrolló y progreso. Cualquiera medianamente familiarizado con la reciente y apasionante rama del saber denominada precisamente «Historia de la Ciencia», de la venal GEORGE SARTüN es su representante más destacado, reconocerá inmediatamente la veracidad de tal afirmación. Y aún a riesgo de repetir un ejemplo muy' . manoseado, conviene recordar la aportación decisiva que significó, en orden a la formulación de 'la teoría especial de la relativdad, el hecho de que ERNST MACH dispusiera históricamente un análisis de la Mecánica. Pero al margen de la función superior de la historia de una Ciencia, que podría ser definida como la fuente de posibles sugerencias para posteriores desarrollos teóricos, subsisten otras igualmente importantes. Entre ellas el exa- men de la persistencia de los problemas; el análisis de los modos según los cuales los especialistas de todos los tiempos y lugares se han aprestado a resolverlos; final- mente, el conocimiento de la estructura y funcionamiento de la mente humana, Desgraciadamente no se pueden esperar tantas y tan importantes consecuencias de cualquier tentativa de his- toriar el desarrollo del pensamiento científico. Sin las con- diciones previas, la cosecha suele ser pobre' y escuálida. Este ha sido el caso frecuente en las historias que se han escrito acerca del desarrollo global o de un período o de unas -teorías particulares de la Ciencia Económica. En parte P9T la subsistencia de la opinión mencionada más arriba: la que sostiene que la labor es de segunda categoría. Por ello, como ocurre en el caso de SCHUMPETER.1 cuan.., do encontramos a una gran figura de la Ciencia en po- sesión de las condiciones ideales para realizar la tarea y que- cuenta además con la energía suficiente para llevarla a cabo, no queda otra "reacción posible que la del entu- siasmo. y así ha sido, en realidad, desde los lejanos años en que comenzaron a publicarse en diversas revistas al- gunos de los ensayos biográficos incluídos en el presente
  • 8. A~VERTENCIA IX volumen, y más aún desde la aparicron de Epochen der Dogmen- und JletJzodengesclzichte. Una larga tradición intelectual ha consagrado a esta obra como la obra que es necesario aprehender para formarse una idea adecuada del desarrollo histórico de la Ciencia Económica. A 10 largo de su carrera, y pese a numerosos temas. que constantemente atrajeron su atención, SCHUMPETER no des- cuidó jamás la labor de estudiar y penetrar en la vida y en la obra de las grandes figuras de su tiempo. Por esta razón se encuentran en su repertorio bibliográfico nume- rosos artículos escritos como homenaje a algunos econo- mistas fallecidos recientemente o para conmemorar el cen- tenario del nacimiento de algunos de ellos. Lo importante es tener en cuenta que en la mente de ·SCHUliPETER tales artículos no fueron concebidos como piezas aisladas, con- feccionadas apresuradamente para satisfacer las exigencias de la dirección de cualquier revista técnica; por el con- trario, eran hitos en el camino de- la tarea que iba reali- zando paulatinamente a través de los años y que no era otra que la. de ensanchar el ámbito de Epochen der Dog- men- 1([eihodengeschichie, enriqueciendo su contenido para alcanzar las contribuciones científicas de nuestro tiempo a la vez qu.e intensificaba el análisis de todas las épocas del desarrollo del análisis económico. Sólo con esta perspectiva es posible valorar la micra- tiva de algunos discípulos de SCHUMPETER al solicitar su autorización para reunir en un volumen algunos de sus más característicos ensayos biográficos. En el prólogo es- crito por ELIZABETH BOODY SCHUMPETER se explican las circunstancias que aconsejaron la elección de los ensayos y la adaptación de algunos de los mismos (el de BOHM- BAWERK) especialmente) a las conveniencias editoriales. Los últimos años de la fecunda carrera científica de SCHUMPETER fueron consagrados, casi exclusivamente, a la tarea de redactar la historia general del' análisis económi- co. Como es sabido, la muerte le sorprendió en plena ac- tividad. Cuando falleció, el 8' de enero de 1950, estaba aún
  • 9. x DIEZ GRANDES ECONOMISTAS lejos de haber alcanzado la cima de su obra. Muchas par- tes de la misma permanecían inacabadas (no sólo las que se referían a algunos instrumentos analíticos recentísimos, tales como el Linear Programming y la Theory of Gamesí :r algunas de ellas contaban. con, dos o más versiones alter- nativas, sin que SCHUMPE.TER se hubiera pronunciado defi- nitivamente por alguna de ellas. Gran parte de las dificul- tades existentes para una ordenación lógica del material que dejó inacabado, derivaban de un hecho importante y nada infrecuente: como autor, SCHUMPETER había sido vencido por la magnitud de su obra. Las proporciones de la misma no habían dejado de crecer desde los días de 1942 en que comenzó a ordenar sus materiales. y a darles forma escrita. Aún cuando su propósito declarado había sido el de limitarse estrictamente a la evolución y desarro- no del análisis econámico, una mente como la suya no era la más afín para resistir la tentación de enriquecer su relato con sus penetrantes observaciones acerca del medio ambiente en el cual se habían formulado determinadas in- terpretaciones teóricas de los fenómenos económicos, ni tampoco para renunciar a referencias, cada vez más inten- sas y profundas, a la evolución de los hechos políticos, económicos o sociales. Su interés universal, su amplio conocimiento de la His- toria, el Arte, la Sociología, le apartaron del .camino que le hubiera permitido, tal vez, concluir su obra. No es este el momento de emitir un juicio acerca de la comparación entre 10 que se ha perdido y se ha ganado en el cambio.' Interesa reconocer tan sólo la relación 'que existe induda- blemente entre íos ensayos incluidos en Diez grandes eco- nomistas de ~1ARX a 'KEYNES} y su History of Ecomomic Anaiysis, 1954 (3). Cada tino de los ensayos son recodos (3) JOSEPH A. SCHUMPETER: History 01 Economic Analysis, edi- ted from. manuscript by ELIZABETH BOODY SCHUMPETER, Oxford Universíty Press, New York, 1954. La señOra,SCHUMPETER se con- sagró decididamente, .a partir del fallecimiento de su esposo, a la tarea de ordenar los materiales de la Historia, auxiliada por i.
  • 10. ADVERTENetA . XI - . ,; en el camino que conduce a- su, .monumcntal e inacabada ' Historia del Análisis Económico. '<of. ','1':, Este sólo hecho confiere a lo~.-~ensaYos "biográficos 'pre-- .. sentados al público de. habla .española,.. Un, valorextraor~ dinario. Para el especialista son, ununaterial indispensable;. una guía valiosísima para, a-delantar -.ün~. major '.compren- ' sión de los avatares sufridos por la: 'Ciencia Económica en' manos de sus más" .destacados prótagonistas. ·'·Lá.. -~fi~acia· - , de los ensayos no queda .agotada.: en-itan importantevmi- . sión ; por el contrario,' han .de considerarse "como .piezas de primera calidadparaáde-ptrársee~' el-conocimiento de, la vida y de Ja,obradefprúpío'S~HUl{P.~TER.,-Seha~obser-' vado con frecuencia 'que la estructura mental de un.hom". bre, sus gustos e: 'inclinaciones;"su. .ideología s prejuicios, quedan puestosde.rnanifiesto "de, manera inmejorable,. cuán~ do intenta. 'analfzar,'los'd~' otros hombres, .Con tod'a clari- dad; ·e1 :propio:"'$CHUMPETER afirma, en c"el ensayo .sobre I{EY~ NESJ .incluído 'en el presente libro.ique .1os'Ess,aysi17;.Bio- - grap~hY~5(atrójan m'~s Iuz.acerca de KiYNES C<?1p:OI hombre y como intelectual qué cualquier otra de sus obras» . Creo qué. es.perfectamente' justo, formular '-<la .misma afirmación refiriéndola", a:ScRU:MPETER'~y, a los"Diez grandes economis- ias, Uiiestudi6'~de< los ensayos "comprendidos .en el pre-: " sentervolumen, j/ el iconocimicnto :de" la obra científica de SCHUMPEítER"J puede ser .la única cofup'enSac16nposible al hecho' que' JOAN" RO:BrNSON .registró.icon pesar: ei deique · SCHU~PÉTER'- no nos haya"leg~dá' "un' análisis lúcidü.-ype...·, -netrante corno todos 'los suyos,' sobre su .propia persona 'y "su propia obra, ' . , " díscípuíos y; colegas .dei, " profesor ,8CHUlVIPEÍ$R:;" ~la~9mpeteneia, y devoción ~con que fUérealiza:da, dicha- .Iabor, fueron extraordína- rías. [)esgraciadamente,.·ELIZABETH BOÚf>~ _s'CnUMPE~' ';nÓ Ó. pudo " ver coronados sus esfuerzos; agotadatpor el gran trabajó, que había tomado-sobre. su responsabilidad y mínadaipor vuna: cruel. enfermedad, dejó·"d~ .exístír- el',17 .de. [ulío de 19;53. ·>Fué, .entonces el profesorWA:SSrL~ w. :L~ONTIEF. quíen <qi6'los ~~ques~.'finales ~ la preparación de Ja obra. ' ' ". -. "
  • 11. XII DIE·Z GRANDES ECONOMISTAS Pero si todo 10 anterior es válido por 10 que respecta al especialista en la historia (h~ nuestra ciencia y, más ge- neralmente, para todos los economistas, no cabe duda de' que los ensa.yos reunidos VII (,1 volumen Diez grandes eco-o no-mistas han de resultar el" oxtraordinarío interés para el lector culto y diligente, V nu sólo por el hecho de que entre los «grandes economistas» l~h'gidos figuran algunos cuya significación e importnncin dt'shordan los confines de la Ciencia Económica para ser su.ivtos de la atención ge- neral y universal (así ocurre l'sIH'<'iallncnte ,en los casos. de MARX y KEYNES); otros (el "a~lo rlvstacado es el de PA- RETO) han conseguido destacar VII 01 ras disciplinas; sino porque en todos los ensayos aflora unn rica variedad de observaciones sobre la vida, Hohn.' la vstructura mental, sobre las creencias y motivaciones dv h()1tJ1rres sobresalien- tes en el campo de sus actividade-s prorvsiol1alcs. En su sentido más amplio, I)il';~ grctllti(IS economistas contiene un examen y una historia <1(' los esfuerzos hu- manos en el. campo más arriesgado y trast'vlI<1tllltt~: el de las actividades intelectuales. No se trntn exclusivamente de las grandes cantidades' de saber ol't'OI)("HII it'O que ateso- ran, los análisis de la vida y la obra de las rigtl ras más des- tacaads de la Ciencia Económica, en un pl'rfo(o l11UY 11n- portante 'de la misma ; por encima de todo dvsttH'tl el pro-o fundo contenido humano, la penetrante ]>l'rct'pt'i()l1 del me-' · canismo mental desarrollado en las tareas cicu! íficas, en la teorización de los fenómenos observados. Una consideración breve del alcance y :-;jglliricado de los diez ensayos (los tres relegados al apl:IHicll fueron in- cluídos a sugerencia. del profesor HAnl~RI,]O{ u-niendo en cuenta especialmente el desconocimiento que :-;(' tiene en los Estados Unidos de WrEsERJ I{NAPP y nOH'l'l~Il~"/ICZ) de.. be comenzar primeramente por reconocer las 1irofu ndus di- ferencias que existen entre ellos. Por su origen hay que considerar aparte de los demás el. que inicia el volumen : (,1 ensayo sobre MARX y la doctrina marxista. Este ensa- yo, el 111ás extenso de los diez, fúé escrito C01l10 primera
  • 12. ADVERTENCIA Xln ~ , parte de la obra Caoiialism, Socialism, and DemocracyJ y en realidad ha obtenido (con el resto de la obra) una di- fusión 10 suficientemente amplia y profunda para que el propio SClrUMPW.l~ltR se inclinara a reproducir en su lugar el artículo J'lH~ Comrnúnist Manifesto in Sociology an.d Economice (publicado en The [ournal of Political Econo- 'Iny J junio de 1949);, sin embargo, esta primera decisión fué alterada, como nos cuenta ELIZABETH BOODY SCHUM- PE'l'ltR ('1) su prólogo, en el sentido de insertar, corno he dicho lJ1ÚS arriba, la primera parte de Capiialism., So cialism. and Ucmocracy, No cabe duda de que el carácter del en- sayo incluido se aproxima en mayor medida al tono me- dio del volumen Diez grandes economistas de 10 que po- dría haberlo hecho el, artículo conmemorativo del primer centenario del Manifiesto suscrito por MARX y ENGELS. Los nueve ensayos restantes responden en su mayoría al deseo de rendir el último homenaje a un colega desapa.. recido (así en los de WAI~RASJ MENGER) BOHM-BA,VERJ{, TAUSSIGJ FrsHER} MI'ICIIELL y KEYN:ES); otro conmemo- ra el centenario del nacimiento de uno de los Diez grandes (PARETO); finalmente, el ensayo restante se aparta de los dos moldes anteriores: el ensayo sobre MARSHALL exam.i- na a cincuenta años de distancia el significado y alcance . de la m.agna obra marshallíana, sus Principies 01 Econo- mies. No cabe duda de que, especialmente los artículos ne- crológicos, quedan algo afectados por' el luctuoso hecho que les ha dado origen. En' principio el autor se siente vencido por la. máxima de moriuis ni'hil nisi bonum ; el respeto y en algunos casos un sincero sentimiento de pesar (en los casos de BO:fIM··BAWERK y de TAUSSIG, especü~l-' mente) embota las. .agudas' facultades críticas, de SC!i:UMP~­ TER.· Pero, afortunadamente, este no es un defectc -mayor en los ensayos; SCHUMPETER se sintió siempre inclinado a conservar las formas, a conducirse según los moldes de. cortesía, hoy tristemente olvidados, que imprimieron su huella en Jos hombres nacidos y educados -en las' capas su-
  • 13. XIV DIEZ GRANDES ECONOMISTAS periores de la sociedad que floreció en el Imperio Austro- Húngaro. Gracias a esa característica, el autor se man- tiene fiel a sí l11i~1110: sabe elogiar con tino y logra ex- pesar sus reservas d{~ tal modo, que el lector atento puede descubrir lo que su hynce en un juicio aparentemente favo- rnblc y cortés, 'I'odu IIJC11tC complicada goza desplegando una amplia glll1Ul dl~ matices, y no cabe duda de ·que la 111c11te <ll' Ht'lltlM"lrl'll~ (11(' unn mente complicada, barroca incluso, COlIJO 11H dicho, felizmente, el profesor HABER- I ..HR. 1)01" esta ruzón , (,,1 estilo que domina en los ensayos comprendidos en este VOll1111en, 110 queda excesivamente viciado por las diversas circunstancias que les dieron ori- gen. Para decirlo ele otro modo : C~ el SCHUMPETER de siempre quien habla. Otra cosa es examinar el alcance propio de cada uno de los ensayos. Comenzando con el de MARX} basta remi- tir al lector a' 10 mucho que se ha escrito y discutido so- bre el mismo, ya tornado individualmente, ya como pieza integrante del esfuerzo más vasto de análisis y diagnóstico del sistema capitalista contenido en Capiialism, Socialism and Democracy (4); al margen debe señalarse una, cuali- dad que ostenta el ensayo y que suele brillar. por su ausen- cia en las apreciaciones de la obra de MARX: el predo- minio de la objetividad, una objetividad presidida por un sentimiento de admiración por la obra de MARX que SCHlTM- PETER manifestó desde los comienzos de su carrera, espe- cialmente por el aspecto dinámico de Das Kapital que ha- ce de esta obra. una notabilísima excepción dentro de la literatura profesional de la época, dominada, como es sa- bido, por una consideración, predominantemente estática; admiración también por la gr~n habilidad con que MARX supo fundir teoría e historia, análisis y hechos; pero ad- (4) Vid. mi ensayo titulado El profesor scnumoeter y el por- venir del sistema económico, publicadó en MONEDA y CRÉDITO# núms, 33 y 36, págs. 20-6'1 y 3-51.
  • 14. ADVERTENCIA xv miración que no le privó jamás de examinar y descubrir las deficiencias teóricas que' vician muchos rpasajes del razonamiento marxista. Bajo tales características el aná- lisis distingue. cuatro aspectos principales dentro de la doc- trina marxista, con 10 cual el arco estricto del análisis eco- nómico queda ampliamente desbordado. Forman grupo aparte (desde un punto de vista siste- mático) los ensayos consagrados a los dos maestros de Lau- sana: WAI~RAS y l?ARETO. Es de lamentar la extremada brevedad del ensayo dedicado a W AI.. RAS: por el interés intrínseco que ofrecen la vida y la obra de VAI.RAS - el primer gran sistematizador de la teoría económica gene- ral - y' por el hecho de que la influencia de .WALRAS so- bre la obra. de SCHUliP~TER no fué superada. por ninguna otra. El ensayo sobre PARETO es uno de los mejores 'y más profundos ·de1 conjunto Redactado en época relativamen- te reciente (1949), sirvió para que SCHUMPETER analizara la vida y la obra de VILFREDO PARETO en Economía y en Sociología cuando la redacción de la History 01 Economic A nalysis se encontraba 111UY adelantada. Dadas las dimen- siones del ensayo y la. riqueza de su contenido, puede afir- marse sin riesgo que constituye la mejor introducción bre- ve a todo estudio que intente esclarecer la aportación de PARETO a la teoría económica y a la Sociología. Además, este ensayo es uno ele aquellos en los que lucen con ma- yor esplendor las dotes psicológicas de SCHUMPETER:. con- sidérese especialmente el análisis del medio ambiente que rodeó a Pxnsro en la Italia recientemente unificada; las reacciones que suscita la vida política en. "una mentalidad predominantemente científica son analizadas con extraor- dinaria maestría. Y aquí debe señalarse, también, que SCHUMPETER se vió auxiliado por su propia experiencia. Los' ensayos consagrados I a les fundadores de la Escuela de Viena difieren notablemente entre sí. Uno de ellos -el' que se refiere a FRIEDRICH VON WIESER- ha sido relegado al apéndice, y contiene poco más que una evocación perso- nal, señalando, con todo, sus. más importantes aportacio-
  • 15. .. ,.. / nes, El ensayo, dedicado a M~NGER ~ohliene"'u~a" valoraciórr.." . geuorosa de stt obra y signifícación.. Los ,pas~jes"'niás -reve- '; " Iadores /05011 tt(lncl1oH que describen las.·'có~dj.¿io:nesquev'ro- dearon Jo. obru teóríca do MENG-ER; el- exá:n1ert :de ,las'corf:' tríbucioncs 'l"OH])CctivfiH de 1{rCA1~Do y M'E~G'É~' esvnuy no;' tuble, TtttH (}l,)ini<.,rH,H4 do SClIUl1PU'tER acerca ide ,1a~<pa:r.ti~i~' :';,~ ';.., pución do M:HNU1Ut en su ftl1110Sa polémicaÍ:i1:~t9~oi6'g.id,~.>.·' .; CO'11 SCltlvrOl~1'4)~1{, ~ lu ~tJ'cthodonstrei{ ~ 'se in}.~liriali á~, fa~::; ver do 11:1!'NGHH. en 111lt1 proporción que inás' tard~'.;-"~ban~',,~. donó, Cíorru C:;tCgTl1,pO da CltSUYO'S el 'segundó en 'eJt,teif~.." si611 en todo el volumen : es el ensayo que estudia .'la,' 'vida ;~ y la obra de BQliM:..]3AVl~Rl{. 1~11 virtud de laextra6rd.iriá~ ría. extensión y atendiendo a comprensibles exigenciaaedi-'. toríales, fué reducido a una mitad .de Ia iextensiórroriginal. por el profesor ZASSENI:rA1JS. Es 1111a pena que hayavsido' . necesario t0111ar tal decísión a(111 cuando: el propio S'CHUM~' ',.J ," PETE~ estuviera convencido de la «necesidad» de obrar: en . ' ,tal sentido. .El resumen del- ensayo, conserva una' buena j' " I ' parte de sus virtudes. El' original fué iescrito por ,SCi-IU-M~ '1, PETER pocos 'años después: de mantener una, prolongada po- ' ','('- lémica con quien había .sidc su 'ma'estro.:~ BOHM-.BAWERK.,. Es' ll1UY notable señalar que' no persisten 'huellas aprecia- . bIes' del disgusto. que' semejante, polémica'd(~qjódejareri' el ánimo de S.CHUMPETER:al extremO 'd~ que 'en el.resto" , de su vida 'rehusó' siempre entablar cualquier polémica con sus colegas. "En el ensayoidestaca poderosamenfevel. unálísís de la obra. -fundaníental de BOHl[-B'AWER~.: Kaoi- tttl uJnd 1'{ct1'lit;a,lzi~s~ y [untamente con los elogios; 'que 'pro- tlig'tl un muycrmedída que en otros casos, señala. las li- I n~dtnc:¡JnlUH du lit tcorfu del interés de Bol:'I~r...BAV7~RI{. Otro 1J.'I'n'llf)' de CnStLY't)~ 1"08,}1o-11do a la fase americana do S~ll UMi.lr¡~/,.l'gRI n H'lIH (tilos OH Hurvard : 1081 autores ,al1a~ · liz,t'LtloH sou 'l'AUHH;, (~) l'l'lSl.n~H, )~¡ J1:1I J'CH'lClt]'/f l¡s curioso, ad....: vertír qUl: ~tiÜ}H tLlJt()"~~Kt peo(lttu'h1,du un 1110d10· ambiente que siempre ft~ ~Ntl',td'o lt I~"k"'ll nMl'H~llnt, sou los que recí-: ben 'L111 hOt11'.,),'1'1 tt:!U "'11 (LH' culnroso, Sin. dudu la amlstad per-; sonal, profunda y durndcru, que 'ltrd6 él SC11~U;Ml?)t'tUl~ ya·
  • 16. TAUSSld,>há':: ·óbra.do:~ en el sentido' 'de", provocar 'una:,'cierta':' . ·úsobreval~ta~fqrl»..q.~" un autQrctiy~:'·iriflueiicia· sobre la..~tl~.). . señanza "d.e.l~·' Economía 'en l'os:.~Estados,:·Il1?-idQs .no-puede .:.t.Ui1J,iln.iz~rse~.·',.sín '.: embargo,. ,qon··'J1~TCHELL~ .prescindiendo " .de, ~,:sus>..contactos' .personales, ·le unió el profundo interés- ·p'or:.·unJ problema .que fascinócsiempre..a SCJIUMPETER:' .'el.. . ' , . : . . ' . ,'. '.. . ' . ' . . " ' , :l<le, las fluctuaciones rdel. sistema económico, '~1 ,probl.em~:'· ."·d~1,~i.c~9· económico. ". S:u~,.,·e.iit~·4ues fueron icasí. si~~predi... ',' vergentes.. y entre s'Ú.á::,·t~·~spe~tivas..concepciones.metodoló~,.'. .gicas' 'existió ·un.,'·~abistno,·:~~;tati,',janipJi'o como elrque .separó'; . ~:a;:;MENGE~lY~~' SéHMO]~~.~R:;.I'.;p~~º' ..esto-fué ta:n·'s6~o.·'.l1n·ací- .: i. I . cate' .para .SCHUMPET)tR.i;"'~'ún~'"'::~~i~áie' .que· le' 'llevó'a"analizar ','la'obra de. Mlj'CJIEI/I/·.p~:ira .~l'e·$ta:ekr ·elconteitid·Q.> teórico-ira- plícito de la mi~~a,pa.t~.'ádvé~tli' .la·ide~tidad' fundamen- . 'ta:!; deIos estudios. económicos:··,t:a· tercera':figura...norteame-. ".-' t •.• --,- . . " . . .: • "'-':.' · •. ·,,1." " . . lo' " ' ' ' ' . , " ' , ' . " l.' ricana, Iaxle l)~YING.. ~ISHERJ",e$tlvDf,,·tÍ1as· c~rqa;'.4e~:'la~.··pre~ . .dilecciones 'fundamentai~s'.de...·.SC~,UMPE·*~R··.';(.e.:x:~epci¿l:1~ ... he- . cha, ..naturalmente, '.de'.losivagos·...ideales' de"· ;.F:I~H·ER· corno reformista .. bien.' 'intencionado...~~I1.~· ..sociedad' .americana} _y por ello el ensayo revela .Iavadmiración.quc 'sintió. 'por- sus .realizaciones en el campo .'dél valor," y ·ell.'''suS aportaciones a la corriente I de. pensamientoique dehí~:desembocar·'·en :1:930 eri la constitución de la 1~có1ip1ne:tri_c Society ;. .'igu"ill-., mente expresa 5t1 disgusto .ante el despilfarro de las ener- ~'1tlH que 11'1'Sn:HR desplegó en 5118 campañas en pro de, la' 1(.:~rttLlrlH¡;~{:lc:t61') monetaria. :U11 último rasgo' unió a los dos· ~ 110Ull:>1·,cs - ul bíógrufo y al bíograñado ...:... y este no .es ." " otro que a¡ do su mutua incapacidad para dar ,origen ·á. aquellos grupos especiales de individuos que .aparecen en laeséena científica y que' reciben la denominación de . «es-'·' cuelasn.; las palabras de SC1:'IUM1)E/I~ER con respecto -a . FI'S- HER pueden. aplicarse perfectamente al 'propio·· S-CIIÚ'M~E'~ TER ,: «Sea cual fuere la. razón, él no fornlóescuela~ Tuvo muchos .alumnos, pero 110 discípulos. ~Eti. sús .cruzadas. jun- té sus 'esfuerzos con muchos grupos ,e:jn~ividuos.,"En.su' .obra _. científica estuvo casi siempre solo....Así, ,tU:vo' q,-je . prescindir de todos 105 beneficios..que...:~'ª~·'.;~~'cu~las", .'p'l;ote- . ..,.:.....;... " .
  • 17. 'XVIII DIEZ IGRANDES ECONOM)'81'AS giendo, interpretando y desarrollando cada. palabra del maestro, confieren a su protagonista. No .exísten fislrcriu- 110S en e) sentido en que han existido rícardíanos y 111:.U·8o hallíanos y existen keynesíanosi (5). y nó, acaba aquí (1 interés del ensayo sobre .FrsHER: en el mismo se encuen- tra una descripción perfecta del ambiente hostil qu.e rodeó en los .Estados Unidos a un cierto desarrollo de la' teoría económica que' tendía hacia el aumento de la especulación pura. Para decirlo brevemente: sin FisHER no sería conce- bible SAMUELSON·. Finalmente restan los dos ensayos dedicados a dos fi- guras máximas ·de nuestra ciencia: MARSHALI.. y KEYNFS•. Dos economistas de Cambridge de amplia 'trascendencia ambos, aún. cuando de muy distinta significación. Con MA~SHALLJ la Ciencia Económica adquiere plenamente su status profesional ; 'los Principies educaron a diversas ge- ~ neraciones de economistas ~n todo el mundo : su influen- cia en el sentido de movimiento codificador' de la Ciencia Ecollólnica,. excede de cualquier elogio..El ensayo de SCHUlfPETER examinando el estado actual de la obra dé· (5) Vid, el ensayo citado en la nota anterior, especialmente ÍI, págs·. 38 y 39, nota 155. Una consíderacíón más detenida se encuentra en el artículo de 'GoTTFRmD HAB~RLER: Joseph Aioie scnumoeter, 1883..1950,' en Quarterly.· ¡ournal o/ Ec,onomics, agos- to ,de 1950, págs. 370-372, especíalmente en el anaüsís de la de- claración de principios contenida en la alocución de despedida · que SCHUMPETER dirigió a sus alumnos de la Universidad de Bonn :, «No deseo afirmar nada como definitivo; mi misión, si tengo alguna, estriba en abrir puertas, no en cerrarlas. Nuncu, he íntentado ' la' creación de una escuela schumpeteriana. No existe ninguna ni debe ·existir ninguna... La Economía es 111lf1 ciencia y no una, filosofía. Por ello no debe haber «escuelas» nu nuestro campo ... Solamente en Alemania existen media d()WHJn de economistas que se contemplan 'como' cabezas de tEtloH «('11" cuelas», como Iuchadores en ravor de la luz absoluta cont;t'n'IIt(l tinieblas absolutas. Pero no es necesario combatir contrn U(lllH jante estado de cosas; noves. necesario luchar éontru Jo fIliO lu propia vida irá eliminando. Contrariamente a la polítlon y u JO/i negocios, el éxito ínmedíato no i debe importar en Ju cf(nu~Ja.,. y~, por mi parte, acepto el juicio de las generacíonea fU~."'ltlm.
  • 18. ADVERTENCIA XIX ·arte" que fueron los Principle«I ~11 cumplirse el medio siglo de su aparición, es uno de los más agudos de la colección.. En el mismo ec aprecia verdaderamente la ,cualidad de SCHuMPE'rEH. ele poder disociar I sus sentimientos personales del sujeto examinado. Nada más lejos de la Weltanschaung schumpeteriunu que los ideales progresistas de un radical victoriano corno, MAl<.s¡.rALL (<<'Confieso que pocas cosas son .para mí más irritantes que la prédica de .una moral semi- victoriana, aderezada con benthamisrno, la prédica, en fin, de un. esquema de valores para la clase media, que ignoran el encanto y la pasión»), y" sin embargo, el' ensayo con- tiene una valoración soberbia del contenido estrictamente' científico de Jos. Principles , una valoración' incluso entu- siástica) aún cuando 1,10 dejen de señalarse las limitaciones inherentes al pensamiento marshalliano, Posee también gran significación el .reproche dirigido a ;MARSHALL ¡Jor su posición equívoca COl1 respecto al empleo. de las. Mate- máticas en: el razonamiento económico y. también el reco- nocimiento 'de la habilidad suprema de· MA~SHALL para ," crear instrumentos analíticos, ya que, como es sabido, .' MARSIILLL. ha sido "uno .de los iool-makers (como diría JOAN, ROBINSON) más ·destacádosque presenta la' historia de la Ciencia Económica. El tono empleado por 'SCHUM.'PETER para describir 1~ inevitable superación "de los Principies 01 Economics, puede servir de ejemplo a. todo aquel que deba . emitir juicios sobre cuestiones parecidas. . El ensayo sobre-I{EYNES cierra el volumen, y con el de MARX que le sirve de. inicio, constituye un conjunto ~e posible atracción para el lector medio. Si esto es indiscu- tible en el caso de MARX) 19' va siendo cada día 'más en el caso de I{EYNES. Es frecuente observar comentarios no técnicos sobre los aspectos políticos y. sociales de Ja apli- cación de Jo que suele denominarse, muchas veces inco- rrectamente, «política keynesianan ; la expresión {(ocupa-' ción plena» se emplea repetidamente en periódicos, deba- tes parlamentarios, revistas,. etc. También aquí cabe re- conocer que el ensayo es una magnífica introducci6n para
  • 19. xx DIEZ GRANDES ECONOMISTAS quienes quieran comprender los extremos- fundamentales de la contribución keynesiana. Cualquier especialista cono- ce el hecho de .que SCH{TMPETER mantuvo una actitud de marcada desconfianza frente a las posibilidades de aj-Ii- cación general de las recomendaciones prácticas formuladas por KEYNES en su célebre -obra General Theory o] Emblov- meniJ 1nierest., and M oney; y cualquier lector podrá ad- vertir no sólo esta desconfianza, sino las razones en las que estuvo fundamentada. N uevamente debe señalarse el esfuerzo de SCH{!MPETER por destacar los aspectos más fa- vorables de la obra keyn.esiana; el intento de ofrecer una pintura viva y atrayente de !{EYNES como uno de los hom- bres de mayor ingenio y' aptitudes de nuestra época, al- canza un éxito notable, no obstando para ello la profunda .antipatía que se profesaron ambos hombres. El análisis de la obra keynesiana arrancando en su formación en Cam- 'bridge, y lo que esto significaba, pasando por I ndian Cu- ·rrency and Finance, las Economic Consequences of ihe Peace, el Tract on ]fonetary Rejorm y el Treatise on 310- ne~}'} para desembocar en la consideración detenida de la General Theorv, es el mejor que existe en la literatura pro- fesional no keynesiana. El conjunto de ensayos, por la categoría de los bio- grafiados y por quien fué tI b:~,gra:o. posee el suficiente .interés para que tanto el especialista como el lector en ge- neral experimenten con su estudio y lectura el sentimien- to de admiración y de agrado que han despertado siempre los escritos de Sc.H""olPETER. FABLL, ESTAPÉ
  • 20. PROLOGO r' 1 I' ESTOS ensayos fueron escritos en el transcurso de cua- renta años, entre 1910 y .195°; los tres más antiguos (WAL'I". RAS, B'OHM-BAVERK, }iENGER) en alemán, y los restantes .. en inglés. Con la excepción del ensayo sobre MARX) fueron escritos para diversas revistas económicas con ocasión de la muerte de un economista o. para' conmemorar algún aniver- sario, tal como el cincuentenario de los Principies de !fARSHALI~ o 'el centenario del nacimiento de PARETO. POi'" el hecho de haber sido escritos apresuradamente presiona.- do por las circunstancias, SCr1:UMPETER creyó que no me- recía la pena su publicación en forma de libro. Pero las in- sistentes peticiones que le Ilegaron en tal sentido -toda vez que las revistas en que habían aparecido los ensayos eran inencontrables- tuvieron como consecuencia que po- cos meses antes de su muerte, acaecida en enero de 1950, consintiera en su publicación por la Oxford University Press. Los diez ensayos principales son los que eligió el propio ., SCHU:M:PETER) con la sola excepción del ensayo sobre I{ARL J1:ARX. El había proyectado incluir el artículo «The Com- munist Manifestó in Sociology and Econornics», escrito para el [ournal o] Poliiicol Economy (junio de 1949), con objeto de conmemorar, con cierto retraso, el primer cente- nario de la publicación del Moniiiesio Comunisia. Este ar- tículo ha sido sustituído por la primera parte de su obra I
  • 21. <: : .... 1 ( r ·1. l;>IEZ..GltA;NDES·'OOO!'iOMrSTAS... · ~, . / ,< , " j CcipitalismJ Sooialism a,nd Democracy. (The Marxian Dpc~' trine, La doctrina marxista) porqué- en la·:niis.lTIa¡Seen·9uen~,' tra Ul1 tratamiento l11~tS, completo de '~ARX en sus .aspectos de profeta" sociólogo, economista y maestro.. De-se.omani-' festar mí pro:fuurltl gratitud hacia J1r,. CASs'CANPrÉtn y.a I-IAltPnn. & .1~n,(YI~l;UC,RS 1>01" su generosa autoriz~ció.t1al¡Jer­ mitírme íncluír dicho O flSCtyo e11 la presente ,Qpfi.,·:Aptove-": cho la. OPOl'tU111.dud puru ugTl1decer a -los directbi:~,s"ye4i';',.· , tores de Q'u,a/rt{)rJ~l~! }'oru,1-?'lJaJl 01 Economice, ,Am,erítan:, .~co-·' .' nomic l~eviat~)i lCcolno?nín lou?"I~a,l y ECQiÚ)m~fii,c·a"pór· haber autorlzado ln p-rlhl¡{~nci6:l'i de los artículos que' apare.'7;' cieron originarinmcnte (;'11 (li(~'Ul14 rovistas : la antigua ~Z,eits~' chrift ¡'Uf Volhs'l~n>rt"'l.'1talt YH :n.o <':UdHtC. . Los tres breves Oft/i(lYUti eCYllt(j,II'i<'lC1H en el Apéndicev.so-. bre K.NAPPJ WITtSltlt J" llol~/I'I{l'ltVlt~~i fueron incluidos a con-, secuencia de una iüdicucióu dl~'11 wofWH'tl" (~Oll''l~l'fl~IED HABER-·' ' L:gR J quien creyó 011 ln (~OIIV~qd(IIl{'ill (lo BU reimpresión Ji. en la. oportunidad de que fortunrnu Illt'llto (~"O un mismo VO"" . lumen C011 los demás 'Cl'lSllyon 1~¡oHr(1 fl,iOH, f,OR tres fueron .escritos para el Economic ]o'utntt',I'(·.dnlH, <ll ln 'que SCliUM~· 'PE'1ER fué corresponsal Ul1RÜ·1fU.'O (t'IHt' '1 q~,() II '['<J26, Y CO~ rresponsal alemán desde 3:927 n IC':~~;, ntlo 1(11 ,~ll c''I(;11 aban...· o' donó la Universidad de nonti ,!lIt'fU ll'H!llldul'n( H Tlurvard. Puede apreciarse la existcneln d( "1I1i('~¡t n'('IHl conexión l' .e'ntreel .autor .y los eC0110'llliH.tfLH cuvn l,tOJ'jllllln HO traza en, estos ensayos. No s610 admiró H'l'H (~l,rHn, ~dllo qu,v. 0011 una.. sola excepción, les conoció pCrHO-ltH'htll'lll(1 (1), (1 ill(~'ltlHO' sin- tió hacia varios de ellos una c{lHdn IUIlf!,tncl. Nuvvruucnte la excepción se refiere "a I{AnJ'f M'AHX, qti'llt Itltlf 1(, {'11 1883, el año en el cual nacieron SClll1'Ml 'lt'I'ItH v 1,1~'NI(nl el t11á5. joven, <10' los diez. Con MAltX tuvo 11 ti" (¡II:~H t '11 eotuún : o' Q uun esnccic de visión del r)1'Ol~t'HO ""OIlC'tllll'IIL 11~1I HU pro- ])ia 'rhot1'rj! 01 J~r.onomi() .7)c'Uol('1nHI~'1I1 ('('(ttU r., d('1 d('iK~nvo.J.:.· '" O) :t{~ILo 10 nllHon n lOH b:~d¡tv'1c':I'lHHI (~lit,tlffhHltlN ti., hltl <'1101. en.. · ,/1H!~10" P¡'1IH'IUltl('/II'trll) (H1Hlrl;() n l(m 'Lt'(tl l(,(IIHlll lt " h 1ti ('flllllH'Oudldos.. > OH (1 !ll('!ult,,( (~Ilhn t'h'(!h' (flH~(I'~ <HHHwhi !ttlIV 1,1111l It WlllllJ'IIJlt" y- l:woIHt'llh~lttfilll,(l (·t11t1,ó 'PllllOnhtlhlrLo Imn I(N"PI~ ,V Itfllt'l'lttllIWla~1 ,-.,-..' ,
  • 22. '1" ' r '" . t : <, 1" virniento económico), SCI-IUMPETER intenta. -formular «una. teoría' económica pura del .cambio . económico que' 'no' se apoye exclusivamente en factores 'externos para: impulsar. , , ~1 '. 'sistema económico desde un equilibrio ,~'otro». E~. ~l 1" prefacio a la edición japonesa de dicha obra' -afirma: ( En un 'principio 110' advertí con, claridad lo. que tal vez el t'ec~ tor considerará COlt1.0 evidente, es decir,' que.' esta 'idea, y, esta fínalídad (las del propio S'CI{UM:eETER)~on.exactamén-.' te' la misma idea y la l11ís111a finalidad que .subyacen. en', las doctrinas económicas de l{ARr~ 1fARX. En' efecto, .lo que 1e distingue de los economistas de su época y de aquellos que le precedieront fuá precísamente una visión de la evo-. lución económica considerada corno un proceso diferencia... do, generado por el mismo sistema eC0116111ico.· En los de- más aspectos se Iimit6 a' e}flplear y adaptar los conceptos y 'las proposiciones de la economía ricardíana, pero el' con- cepto de la evolución económica, que' formuló rodeándolo , d~ un ropaje hegeliano superfluo le pertenece completa- mente. E-s, 111UY probable que se deba 11 este' hecho el 'que-: una igeneración de economistas tras otra se dirija. hacia su . obra, aun cuando sean muchas las COSLtS que se pueden cri- ticarde la misma». Nuevamente en el manuscrito de la . Hisiorv of Economic llnal;ysis encontramos : «Dentro del esquema general 'ele su pensamiento '01 desarrollo 110 ,es un apéndice de la ccouomíu cstática, como ocurre' con los de... más economistas de HU época, sino el terna central. Y él, concentró su capacidad unnlítica en la tarea de demostrar' cómo el procesoecot16:rl'dcQ; variando ell virtud de su ló- gica inherente,altertL Incesantemente la estructura" social, y en realidad toda la sociedad). Ambos poseían en común , esta' visión pero llegaron a resultados ll1UY diferentes:' 'MA~:x: llegó a 'la condena del capitalismo y SCHUMPETER 'fué un' "ardiente sostenedor del lnismo'. . , -- 'Para SCHUMPETER el progreso de 'la Ecónomía vcomo ,ciepcia 'dependía de la visión y' de 'la' técnica. 'D'el mismo '' modo queadmiraba a MARX por su·visiól;l del .proceso 'ecb->" nómico, admir6 a WAt~AS) con quien ise reunió 'u~'a sola" " , 4, 1.__ ~ , " . ." " ' .:
  • 23. 4 DIEZ GRANDES ECONOMISTAS. ., vez, por su tecría pura. En la Hisiory ~¡'Economic And- l:vsis dice sobre éste últirno : «. ..1a Econ'onlÍ~ es un autobús que contiene muchos pasajeros con intereses y capacidades inconmensnrnblcs, Sin ernhnrgo, en. cuanto se' rejiere 'a .la ieoria jn,tl/ta.., WJI;'I~A~ es, en mi opinión, el más grande .de todos los cconmuistns. Hu sistemn del equilibrio económico reuniendo, corno 'lo hn(..~(j,lll cualidad ele creación «revolucio- naria» canta cunlidud de :4fntl..:sis clásica, es, la única" obra' debida a un CCOIH)IIIÍMtn que puede resistir una comparación con las realizaciones de 1( ~FfHicn teórica» o l1ARX y WALH.AH ¡IHJI'on p610s contrapuestos:' el pri~ mero intentó dar una cxplicnción ]()g'ica elel cambio eC0- nómico ; el segundo 1'108 <'116 «un upurato teórico ~ue 'por vez primera, en la historia (1(: nuestrn ciencia, comprendió efectivamente la lógica pura d(~ ln Tntcrdcpendencia .entre cantidades económicas». ' Fué una característica de S~ITnMPH'.I'KR (2) que admirara . y encontrara' útiles tanto la Historin coruo Ju 'I'eoría pura, . tanto la Econometría corno las frl':'lIHl c H compiluciones de material empírico, tanto la Sociolonlu COllI() la Estadística ; y la amplitud de sus intereses se rcf'loin en estos ensayos biográficos. Conoció a MENGER, BoI-IM-BAVltH'K y WlgSIU{ durante su época 'de estudiante en Viena. M:J:4:NnHH, que con f:US dos discípulos B'OHM-BAVERK y WIESHH.IH'Iüdc S(:I' considerado uno de los fundadores de la escuela AustrIncn o Vienesa, se había retirado ya: .de la enseñanza activa, y SCHUI/fPETER se' encontró con él solamente una o dos veces. Pero, en cambío.. el autor de estos ensayos participó nctivamente en los seminarios de ",.TIESER y de B'OJ-IM-BA'RH:K (19°4-1906); más tarde' sostuvo una célebre polémica acerca del tipo de dn IIABERLER dijo. en su ensayo publicado en el QuarterZy Jourruü 01 Economics (agosto de 1950), que fué superado' por otros / . economistas en sectores concretos de- la ciencia. «Pero como maes- tro de todas las ramas deIa Economía y por la multitud universal de sus intereses, SCHUMPETER ocupa. un puesto único entre los economistas contempo~áneos».' '.
  • 24. PRÓLOGO. interés con B6HlI-BAVERI~ (Z eitschrijt jü', Volks-mirtschajt, 19.13) ;' Yfue uno ele los tres oradores en la' celebración del 'septuágésinlo aniversario de WIESER en 1921., . Aun cuanelo consideró siempre corno .de gran importan- , cia la obra de la, escuela Austríaca, en la 'cual él se había ~) formado, mostró pronto un ~ayor interés hacia otra es- cuela que había desatollado una teoría de 1á utilidad margi- nal : la escuela de Lausana que creció partiendo de la .• obra de WAI,RAS. En, ·un cierto sentido, el ve'rda~lero fun- dador ele esta escuela fué PARETO} el brillante discípulo de WAT.RAS; quien sucedió a 'éste..en la cátedra de Economía Políti'ca de Lausana. Hasta hace. relativamente P9CO tiern- po sus obras~ eran demasiado «matemáticas» .y demasiado «teóricas» para los economistas ingleses y norteamericanos, quienes encontraban también difícil (e incluso una. pérdida de tiempo) la lectura de! obras de economía escritas en otros idiomas, Sin embargo; 'la escuela de Lausana encontró .des- de sus. comienzos dos seguidores norteamericanos de gran reÜeve: IRVING FISI!ER y H. I,. Mooaa, Tres de los diez ~ ensayos de este libro son dedicados a WALRAS} ,PARETO y FISHER. En el ensayo .sobre ;F'ARETo, (nota. la, pág. 157) SCIIUltIP~TER' describe una 'conversación con él, en la cual hablando acerca de diversos. economistas PARETO mostró la gran consideración que' le merecía IRVING FISHER: «Fué .para mí una revelación oírle (a PAREtro) ensalzar Capital and Incomo (ele l~~ISI-IJtn.)). En 1906, después ele haber terminado sus estudios en Viena, SCH·uJfpu~rEn. marchó a Inglaterra,. donde residió al- gunos meses. Con tal 1110tiVO tuvo la oportunidad de expre-. sar sus, respetos a varios economistas británicos, visitando a l1AR:SHALL} por vez primera, en 1907. -El encuentro está des- crito brevemente en una nota de la reseña de los Essays in Biography de I{EYNES que SC:HUMPETER escribió para el ..Economic [ournal, de diciembre de 1933. Comentando iel ensayo de KEYNES sobre l1ARSHALL escribió: «Es exacta- mente tal como 10 vi (a MARSI-IALr~) en .1907,'cuandornirán- dale a través de 'la mesa en la que almorzábamos ..le dije :
  • 25. . J. - .. } , :'. " '." , DIE'Z GRANDES jE:CONOMISXAS ,«Profesor, .después de nuestra conversación (sobre niis pla- .nes científicos) me siento exactamente como" me sentiría si fuera. un enamorado indiscreto inclinado a un:' matrimonio arriesgado y usted un anciano tío, lleno dé benevolencia, . que intentara dísuadírme». Me replicó : «y, así déb-e' ser; . Porque si existe. nlgo tlutrCtB de' todo ello,el tíohabrá pre-, dicado en VL1l0», l'¡~l C:llHlt;y() contenido en 'el.presente,voIU'- : men 111Ue~t1"CL clarnrnC;tl'tU lu elevada consideración 'que -Ie mereció 'la obrnde :~1:J~RH:tlAl'tl",; después de'. su· publicacÚSn' l.' en la. ./1'l1f ¿( Jfl'ic(M1b l~cono(lnic ,l~lyvio7.vJ recibió una breve nota escrita por J1:A:R1' :I1:A.:H,S:r:rl(I,:t'. (Cnmbridge, Inglaterra, .19: de . ,,' julio de :t94I) que dccíu : «Acabe de' recibir, la .Americam: 11conomic 1((J~icY1,v JI he lú1('h) G()IJl grau interés 'su análisis del cincuentenario de lC:)H .P(l"ln(;i1~los ele ~(ARSHALL. He sa- bido siempre 101 mucho (jl1,(J uatcd apreció su obra yme sa-'I tísface que haya, ttlJ:eo,vccltndol Hutuc;jnutc ocasión, para ex-.' presar su opíníón con tuntu pCI'fwúc:i6:n Y' curiño,Especia!l- mente el último párrufo eH de tlli, muyor agorado, Comparto' C9n usted su admiración hacíu 01 ~4'OIWt01''¡al 01 Aiired.: ]V[arshalí de 11"1". l{.llY'1~1tS». Los ec0110111istas norteumcricuuos ('l~A'tlSS:rG'" FISHE~J MITClIEI~~.) tratados en estos, CUBt.)I(}8, cutrnron en relación personal con SCHUMPlt'lnn... probublomeutc, con motivo -del i primer viaje de éste a los Estado~, 'tJ:u1 dOH C:I1, el año aca- démico '1913-1914 cuando prestó ~'l1S scrvlcios C0'1110 profe... sor austríaco de intercambio en la TJnivc"I"H'¡"lnc1 do' Columbia. Antes' de .dicha' ocasión. conocía ya sus ulU'tlH y hab'ía ini-. ' ciado una cor-respondencia, regular con J.l~AlJHHH1i Existe .una ¡ carta que .1~ escribió este, último (Cambridge, Mass. 27 de '.. ~ . noviembre de 1912), en Ia-icual 1~AUSSlG felicita al joven .' economista por su inglés, y que se refiere u la, discusión de I "', un problema teórico suscitado por SClIUMPIC'tl~R. «No tengo : nada que objetar COl1S-U. razonamiento ; pero' 1'11i propia in- clinación me 'lleva a abordar estas cuestiones desde' Ul1 punto .. ,.'. de vista más realista. »'rAUSSIGpresenta después algunos, grá- ficos de curvas de oferta y. continúaIuego : «Desde hace mu- chotiempo reflexiono ace~~a; de -Ia.oportunidad de aplicar el . , ..,.. Í'
  • 26. P~:ÓLOGO" . 7 ,' -"., ."" /' r mismo, razonamiento; altr~bajoque',él" qlle'ya ha' sidQ.á,p1i¿a,.,~' " . ' . , ' . . . ; " .:, ' . , - ; ' . ' : • , 1,",' .:' ',,' " ..doalcapital y a latietr~, desarrollando-así 'u~at'eorÍ'~·!del· trabajo ba~da en la «renta»; he bosquéjad6yalaslí~e.a~';..' fUlldameniales',de un artículo .extel1S0 tratando .de'.estabu~~ . tiÓ~'L',Usted'conoce', por l',supu;esto,",elnlódo'"erl qU~" razona- , mientes deestaespecie. hansido ya;'intentados por mi 'amigo,' 'J.B:'CLARR, ymásr~ciente'Y detenid~mentépor I:R~I!~'G ," ~"'IS(',HER. "La última palabra ac,~rca.,'de esta cuestión.no.fia ,sido pronunciada .todavía.. No. soy lo bastante inmodesto como>para creerqueseré yo:.quienpronuncié esa 'última IJa:.. "labra, 'pero espero' realizaralguna contribución.al respecto.» . ):.3r li.lIlistad iniciadade este modo cQntinu6.~ask,'latilúerté . de TÁ1JS,SI? en 1940.. El1:<realid~d;'durante"'los 'primei9$', ~ños, ,! de su' estancia ,en .Harvard '{I93~-I937),SCHu¡rPETnRvivi6, , con /l(AuSSIG en el .riúmeró 2 de, Scott-Street. . ~,'... Igualmente estuvo ligado' por lazos de .admiración y:.de.'. afecto ·'con. IRV':{NG .:fISHER;Y W~SLEY l1ITC~ELt~'.,Co~". FIS~.. ' HER estuvo asociado en Ia rárea de fundar ·.l.a .«Econornetric' ',.Society» . CuandO'SCHlJMPETER visitaba la~' .austera. réside:n" ci~deFISHER eh 'New 'I}aven'(do:nde el tab'~~~I,efhl~ohol,' , ' . " , . ' , ' . . el café.e.incluso creo que l~,carrre" estaban proscritos). se" bro~' , meaba 'jovialmente a este propósito.' preparándose 'un,' café I especial. para el' «depravado»' visitante. La conversación des- arrollada en uno' de estos nueek-ends de New Haven, haaido descrita en un artículo del profesor G. H. B01JSQUE't de, la Universidad de Argel (Reuue d' économie politiqueJ n." 3, ., 19pO): El artículo, necrológico sobre' WRSLtty MITCHELL in- ,cluído en este volumen fué terminado" una, semana o dos antes del fallecimiento del propio, .ScliUMP!TER. Tanto,MIT~... : :,C~~ELL como SCHUMPE'tltR trabaiaronsobre el problema.de Ios CIclos'económicos, y ambos creyeron que: un estudiofrnctífe-' ;' roide ,"este fenómeno del desarrollo capitalista requ,erí~un.á',·' ,;investígacióniempírlca muy extensa. SCHUMPETER" recopiló sus.propios.datos laboriosamente y casi sin;.. ,a~xilj.o,:d~,:terée~, ros, porqueésteera su modo de tr~b~jar".per0'sin.ti61'~iekpie'··" .una-gran admiración hacia eJ hombre quepudó 'organizar 'r . '
  • 27. 8 DIEZ GRANDES ECONOMISTAS, «National Bureau» y emplear sus recursos con eficacia y con inteligencia. No trabó conocimiento con I{EYNES hasta 1927, aún cuan- . do K.EYNES era desde hacía muchos años uno de los directo-o res del Economic [ournal, y SCHUMPETER había sido su corresponsal en Austria desde 1920. Por alguna razón, difícil. de explicar, la relación entre ambos jamás llegó a ser íntima. ni personal ni profesionalmente. La traducción de los tres c-nsnyos sobre WALRAS, MENGER y BOHM-BAWERI{ presentó civrtns dificultades. Tal como se- ñaló Psur, S~'IU~~hV (,"U ~,11 introducción a' Lmperialism. and Social ClassesJ y antes I lAHIO~ r,gR en su ensayo en el Quar- terly [ournal 01 !4;r.Otl01Hir.,·, ('1 estilo del alemán de SCHUM-· PETER ofrece l11t1('1Ja~; <1ifi"ltlta<1vs para. su traducción. HA- BERI"ER dice al I'(':-)I)("('to: ((SU vstilo <literario algo rebuscado puede se-r (lvs(,J'ito "OJlI() «barroco»; estilo que permitía dar expresión a la ('olllplvja estructuru de' su mente, Se caracte- riza por larnos pt'ríoc1os, por l1U111CrOSas frases que expresan modif'ic.u-inru-s y reservas, por otras que modifican a las mismas ruodif'icucioncs, por sutiles distinciones de signifi- cados. I.;stas cualidades de su estilo resultan más pronuncia-o das, COIllO cabía esperar, en sus escritos en alemán, ya que el idioma alemán ofrece mayores posibilidades para las cons- trucciones cornplicadas.» SCHUMPETER se díó perfecta cuen- ta de este hecho, singularmente por 10 que hace referencia al ensayo sobre BOHlf-BAWERK. Creía que el ensayo sobre BoIIM-BAWERK era demasiado extenso y que era necesario ahreviarlo y escribirlo de nuevo pensando en los lectores de habla inglesa. No cesaba de 'repetir enfáticamente que de otro modo dicho ensayo sería «imposible». I.~l ensayo sobre B'QHM-BAWERK ha sido reducido a una mitad <1(11 original. La tarea de reducción fué realizada por HAHERr.li~U y por el traductor, el profesor HERBERT ZASSEN- HAUS, antiguo discípulo de SCHUMPETER. Deseo expresar aquí toda tui gratitud al profesor- HABERI"ER y a los tres traductores (W<)J',FOANG STOLPER, HANS W. SINGER y HER- BERT ZASSENIIAlTS) por su generoso interés y ayuda.; y tam-
  • 28. PRÓLOGO 9 bién a PAUL SWEEZY, quién leyó todas las traducciones con- .migo, auxiliándome en algunos casos en la tarea de mejorar el inglés y en la de esclarecer el significado. Algunas' veces he introducido ciertas modificaciones cuando la traducción literal de algunos pasajes resultaba demasiado complicada u oscura. Esto ocurrió singularmente en el caso del ensayo sobre BOH~I-BAVERK. Por 10 tanto, las deficiencias de la tra- ducción son de mi exclusiva responsabilidad. Los restantes ensayos, que fueron escritos en' inglés, han sido reproducidos aquí tal como fueron. publicados. No han sido alterados ni corregidos, exceptuando lo que se refiere a la corrección de pequeños errores de imprenta y' a unos cuantos cambios para asegurar la uniformidad en detalles téc- nicos tales' como las mayúsculas, la puntuación y la disposi- ción 'de las notas a. pie de página. ELIZABETH BOODY SCHUMPETER Taconic, Connecticut, 2 de febrero de 1951.
  • 29.
  • 30. KARL MARX 1818-1883 .LA DOCTRINA MARXI8TA(*) LA mayor ;arte de las creaciones del intelecto o de la fantasía desaparecen para siempre después de un, período que varía entre una hora de sobremesa y una generación. En otras, sin. embargo, no ocurre así. Sufren eclipses. pero vuelven otra. vez, y vuelven no como elementos índiferen- ciados de una herencia cultural, sino con su ropaje indivi- dual y con sus cicatrices personales. que la gente puede ver ,y tocar. Estas son las creaciones que podemos llamar gran- des; y es una ventaja de esta definición la de que ligue la .grandeza a la vitalidad. 'I'omada en este sentido, esta es indu- dablemente la palabra. que hay que aplicar al mensaje de MARX. Todavía existe una ventaja adicional al definir la grandeza de acuerdo con la reviviscencia : la hacemos in- dependiente de nuestro amor o de nuestro odio. No tenemos nec.esidad de creer que una gran contribución deba nece- sariamente ser una fuente de luz inmaculada en sus líneas fundamentales o en sus detalles. Por el contrario (*) [)e Capitalism, sociaiism; and Democracu, copyright 1942. by JOSEPH A. SCHUMPETER. Reproducido con autorización de Harper & Bros.
  • 31. 12 DIEZ GRANDES ECONOMISTAS POc1l'IIIOS creer que se trata de una potencia de las tinieblas; lUHlvJIIOS juzgarla fundamentalme.nte errónea o estas en des- " m-uerdo en cualquier número de, extremos concretos. En el caso del sistema marxista, semejante juicio negativo o in-o cluso su refutación exacta, permiten comprender, a través., de su impotencia para .derríbarla de modo definitivo, la fuer- za de la estructura. Los últimos veinte años revelan una resurrección' -mar- xista extremadamente interesante. El hecho' de que el gran maestro del credo socialista 'haya alcanzado un reconocimiento pleno en la Rusia soviética" no tiene nada de sorprendente. Y es, solamente, caracterís- tico de semejante proceso de canonización que exista, entre el verdadero significado del mensaje de MARX y la práctica, e'ideología bolcheviques, un abisrno tan profundo, por' lo' menos, COlTIO el que existió entre la religión de los 'humildes. galileos y la práctica e ideología de los príncipes de la Iglesia y de los, nobles feudales de la Edad Media. Pero existe otro rcsuruimicnto menos fácil de explicar : el resurgiruicnto marxista en los Estados Unidos. Este fe- nómcuo debe su interés al hecho de que hasta la tercera. década del I>1"CSclltC siglo 110 existía una corriente marxista importante ni en el movimiento obrero norteamericano ni en el pensamiento intelectual norteamericano. El marxismo que había existido hasta entonces, fué siempre superficial, insignificante y sin consistencia. Además, el resurgimiento de tipo bolchevique no provocó efectos similares ,en aquellos.. países que anteriormente habían sufrido una intensa in- fluencia marxista, Singularmente en Alemania, que poseía entre todos los países la más fuerte tradición marxista, una pequeña secta. ortodoxa se mantuvo activa durante el auge socialista de la postguerra, del mismo modo que 10 había. hecho durante la depresión precedente. Pero los líderes del pensamiento socialista (no sólo los aliados al partido Social- democrático, sino también aquellos que en las cuestiones prácticas iban mucho más allá de su prudente conservadu... rismo) mostraron lTIUY poca disposición a 'volver a las ,anti- '(
  • 32. 'KARL MA.RX 13 guas máximas y, mieritras adoraban la divinidad, pusieron especial cuidado en mantenerla a distancia y en razonar sobre cuestiones económicas exactamente 10 mismo que los restantes economistas. Fuera. de Rusia, por 10 tanto, el fe.. nómeno norteamericano se presenta aislado. Aquí no' debe- mos ocuparnos de las causas, pero merece la. pena estudiar los límites y eJ significado del· mensaje que han hecho suyo tantos americanos (r) . .T. - MARX): ~L PROl?ETA No h~ sido por descuido que el título de este capítulo presente una cierta analogía con el mundo de la religión. 'Existe algo más que una analogía. En un sentido importan-o te el marxismo es ":lna religión. Para el creyente presenta, en primer lugar, un sistema de fines últimos que dan un sentido a la vida Y' que son criterios absoiutos mediante los cuales se pueden juzgar hechos Y acciones; y, en segundo lugar, presenta una guía hacia aquellos fines que implica un plan de salvación y la indicación de los males que deben 'Ser evitados a la Humanidad o a una porción elegida de -ésta. Podemos concretar más aún: el socialismo marxista pertenece a aquel subgrupo que promete el paraíso en este 1ado de la tumba. Creo que una formulación. de estas carac- terísticas por un hierólogo abriría, la posibilidad .de clasi- .ficaciones y comentarios susceptibles de profundizar en la -esencia sociológica del marxismo hasta un nivel inalcanzable por un simple economista. (1) Llas referencias a las obras de MARX serán limitadas, yno -daremos datos acerca de su vida. Esto nos parece innecesario, porque el lector que desee una lista de las primeras y. un esbozo, general de la segunda, encuentra todo cuanto necesita para nues- tros propósitos en cualquier diccionario, y especialmente en la Encyc;lopaedia Britannica o en la Encyclopaedia ot the Social Sciences. Un método conveniente para estudiar a MARX consiste en comenzar con el primer volumen de Das Kapito; (primera tra- ducción inglesa por S. MaoRE y E. AVELLING, editada por F. ENGELS, 1886). ,A pesar de la enorme cantidad de 'trabajos más recientes .:-¡i~o creyendo que la biografía escrita por F. MEHRING es la mejor, por 10 menos desde el punto de vista del lector corriente.
  • 33. 14 DIEZ GRANDES F;CONOMISTAS. .El punto menos importante de ese carácter religioso, es que explica el éxito del marxismo (2). Una realización pu- ramente científica, aun cuando hubiera sido mucho más. perfecta de 10 que fué en el caso de. MARX, no le habría deparado la inmortalidad, en sentido histórico, que posee. Ni tampoco 10 habría conseguido su arsenal de slogans propagandísticos. Parte de su éxito,. aun cuando sea una parte muy pequeña, debe atribuirse indudablemente al cú- mulo de frases incandescentes, de acusaciones apasionadas y de gesticulaciones coléricas, aptas para ser empleadas en cualquier tribuna, que (,1 puso a disposición de su grey. Todo 10 que necesita ser dicho sobre este aspecto de la cuestión es que esas municiones hall servido y sirven exce- lentemente a ~l1S fines, pero que la producción de las mis-o mas 'acarrc6 unn desvcntnja : para forjar dichas armas, aptas para la luchu (111 la arcnn social, MARX se víó forzado más de una vez a ulterar, () a desviarse de, las opiniones que se desprcudc-n 1(>gica1l1cntc ele su sistema. Sin embargo, si MARX 110 huhicru sido más que un fabricante de frases, hace mucho tiempo que habría sido olvidado. La Humanidad no es 1l1UY agradecida con respecto a esta clase de servicios y olvida rápidamente los nombres de los individuos que escriben los libretos para sus óperas políticas. Pero fué un profeta, y para comprender la naturaleza de su obra es preciso considerarla dentro del marco de su tiempo. Se había alcanzado entonces el cenit de las reali- zaciones burguesas y el nadir de la civilización burguesa, el tiempo del materialismo mecanicista, y todo ello en un ambiente cultural que aún no había dado la menor señal de que en él se estuvieran gestando un nuevo arte y un nuevo estilo de vida, y que se entregaba a la banalidad (2) La naturaleza religiosa del marxismo explica también la actitud característica del marxista ortodoxo hacia sus adversarios. Para él, COIDO para cualquier creyente en una' fe, el adversario no sólo yerra, sino que peca. Las disensiones son censuradas, no sólo desde el punto de vista intelectual, sino también desde el punto de vista moral. No pueden admitirse excusas una vez que el Mensaje ha sido revelado.
  • 34. ItA,U • .MAItX 15 más repelente. La fe, entendida ,en cualquier sentido real, estaba desapareciendo rápida.mente en todas las clases so~ cia1es, y con ella se extinguió el único rayo de luz (excep- tuando 10 que pudiera derivarse de 'las iniciativas de Rochdale y de las 'Cajas de Ahorros) en el mundo obrero, mientras los intelectuales se declaraban plenamente satis- fechos con la L6gica de MiLL y la Ley de Pobres, Entonces, para millones de corazones humanos, el ll1;en- saje marxista del paraíso terrestre' socialista significó un nuevo rayo de luz y un nuevo significado de la vida. Lla- memos ·a la religión marxista una. impostura, si se quiere, o una caricatura de la fe - y hay mucho que podría decirse a este respecto -, pero no debe ignorarse ni dejar de admi- rar la magnitud de la empresa. No importa si casi todos aquellos millones de hombres fueron incapaces de com- prender y apreciar el mensaje en su verdadero significado. Este es el destino de todos los mensajes, Lo importante es que el mensaje fuera escrito y presentado de tal modo 'que resultara aceptable al espíritu positivista de su tiempo - que era esencialmente burgués, sin duda -, pero no es paradójico decir que 'el marxismo es esencialmente un pro- ducto de la mentalidad burguesa. El resultado se consiguió, de una parte, formulando con una fuerza que no ha sido 'superada el sentimiento de ser oprimido y víctima de malos tratos, que es la actitud auto-terapéutica de los infinitos fracasados, y, de otra parte, afirmando que la solución so- cialista de dichos males era una certidumbre susceptible de probarse racionalmente. "Obsérvese de qué manera magistral se logra. anudar las ansias o nostalgias extrarracionales que la religión en su re- troceso había dejado desamparadas como perro sin dueño, y las tendencias materialistas y racionalistas de la época, que entonces se presentaban como ineluctables, y que no podían tolerar ningún credo desposeído de un aspecto cien- tífico o pseudocientífico. Predicar el fin apetecido habría sido ineficaz; un análisis del proceso social habría intere- suelo a 11110S pocos centenares de especialistas. Pero predicar
  • 35. 16 ' Dmz QlANDmS mOONOMíS'XAS '" ' . . " , ( , ' .: , desde su posición. de científico'y analizar C'011 -la mirada puestaa las necesidades .quetodos 'sentían, intensamente, eso ·fué 10' que atrajo 'adhesiones apasionadas 'y;10 que confirió al marxismo' el.tsupremo .privilegio, -que consiste enIa con- .vicción de .que .lo.vuno es jt sostiene, jamás 'podrá Ser ven- -cido, 'sino ~que,por .el.vcontrario,~;debeFá conquistar la, vic- -t6ri~ final.. Co.móes 'natural -estorno. 'd,ismii1uy~'elvaior de~l~ '~portaci6ndetlVrA~it,L,á':fuerza' 'person..~l·;·Y;cí 'destello, ,"'pt~fético operan; l'ñd:ependi~n~emerite,del'co,nte1;1ido"del 'ere- .,' " t.dó. Sin .ellas 'es .ímposible revelaren formaeficaz unanueva ' .vid~: yun hu'ev9signific~'d6~de' '1~ vida.r Peroaqufno debe- . " ,.., ' , ,'", .": ' , " . " ' , ~, " ' ~'mos ocuparnos' de eso'~, ' , .: '. ",'; ..,~Algol deb~rriosdec'ir; "eri catÚbio:'r~specto de l~"'consis~: .téneiavlógica . y de. la 'corrección de: la 'tentativa.l de. M'AR~ 1, I "para demostrar la. inevitabilidad del socialismo. 'Pero 'es su-,· ~.',~".:, ficiente una referencia a 10 que, más arriba denominamos" I -su-forrnuláción de los' sentimientos de 'los muchos fracasa-.: . "dos~ No ~e trató, por, supuesto, de una 'ver~a.dera.formula- . -cíón de sentimientos reales" conscientes o St1bCOllscü~ntes.;- . 'Es más acertado considerarlo, COll1Ú' una tentativa para 'reem~, "plazar sentimientos reales por U11a revelación, verdadera ,O 'falsa, de la lógica de' la evolución. social. Al obrar de este -'modo y mediante la atribución a las masas de su propio .lema.".' ' ," de la «conciencia de clases», falsificó, sin duda, la verdadera . ""psicología de¡ obrero (que culmina en el d.eseo de convertirse en, un pequeño burgués y' de ser ayudado para alcanzar: .¡, "rucho status por la fuerza política), pero a medida que .sus I " -enseñanzas se difundieron la amplió y la ennobleció. No, .' ,',1,' '.:, , -derrarnó .Iágrimas sobre la belleza del ideal socialista. V'· .en. "~ -esto consistió 11110' de sus argumentos para proclamar" su '~', .superioridad ,con respecto a los que denominó Socialistas1 : • . Utópicos. Ni t8¡111POqO gloríficó al obrero, presentándolo¡ : -como un/héroe del trabajo cotidiano, corno suelen hacer los "burgueses cuando tiemblan por sus dividendos. Estuvo per·~"· ,: ',.t,' fectamente libre de toda tendencia, tan evidente en ,algun'os,· ",de'su:s seguidores más, débiles, a .lustrar las botas del obrero." 2rób~bleínente.poseyó una clara percepción de lo querson 1,; -;"", ', ,,",,<., . ' , ' .... "f. 1 • "- "'i '1 'JI.•
  • 36. lCA1UJ' M'AllX . I 17 las 111aSaS y 'dirigió S~l mirada, por < encima 'de' sus cabezas, hacia losobietivos. sociales más-allá-de 10 que pensaran o desearan. Asimismo, jamás ,e~pusÜ'y'predicó,ideales como si hubieran .sido .fijados por- él.Semejantevánidad 'le t ftié completamente ,extrapa.. Pel,~is~Q: ,modo~'quetÓdQ."verda.. dero profeta se!:" declara .humilde ,p<?'rt~,Yozde ,su,, deidad, MiRX pretendió .hablar'itan ,sólo,en nombre~de ,la,lógica.del proceso, dialéctico 'de" la', Historia." "Existe',en, .todo.esovuna. ..~' dignidad que. compensa ,~e'mucha~ péll,rtéñec.es ;y"vulgarida- des, con Ias-cuales; tanto .envsu -obra como' én"suvidá; formó dicha dignidad'U~a:i: alianza"verdaderamente~. extraña... 'Otro puntovfinalmente, debe- serconsiderado. MAi~,x.fué, pérsona1mente;'~!un,'~6mb~é",:.demasia~o,culto para "estar, de acuerdo, con' aquellos vulgares defensores del-socialísmo iÍ1~, capacesde reconocer-un t~lrIplo'¿ti~ndo lo' ti,~nen,"a':la,.'vi's't~L Fué perfectamente .capaz de' :compr~rtder una :'civilizaciÓt1'.· " y él yalo;',«relatitament,e,;absoluton d~ susvalores, por muy .separado ~d.e~ .lamisma "que' pudiera sentirse. :En -este.sentido 110'c~be aducir .: unaprueba ,más·conVin~erlt~.de:13l;l amplitud' de' mirasvque vel Má,niji'es~o' Comunista, .que,·,cotistituye" .un . reconocimiento 'incluso elogiosode las realizaciones-del. ca- pitalis'mo(3): ;,y:,ai 'mismo'tiel;lpo·,qU<fptont,tnció.' suI~énte'n-' cía de',mu~er'tepro<'.futuro);'nunca .dejó :de .recoríocersu .nece- sidad histórica; Eo~,~upuestÓ;",:'&em.~jante,actitud" implica , . . • ./~. U . ,_ • . " l • l ' " I . ' I '1 1( f t ~ " , • (3) E"'to' puede :parecer' tal' vezvuna' exagerácíón. 'Pero '6onsÍ.. I dérense las cttas vsfguíentesiextraídas de la, tradúccíón- ínglesa: (l-ta burguesía•.. ' ha.sido la' primera, én' .dePlqs,trar': l? ·que .puede. conseguir la, .actividad. humana. 'Ha:" re~l1za.d? maravillas que', sJ1~ peran las pírámídes de Egipto, los. acueductos .romanos.y ..las cate- , drales góticas. "La'burguesía.'. ~ 'atrae a todas, las naciones..~. hacia, la civilización..., Ha creado"'enormes .eíudades.... ,rescatando...de', ese" modo a una .consíderable p~rte -de .la pobíacíón'de...la '~dio-tez. (sicI), ~.' de la vida rural.... Laburguesía,' .durante su.reínado de' apenas un siglo" ·ha creado' fuerzas. productivás. más ,masÍv:as .y colosales que las creadas por todas .. las generaciones anteríores .reunidas».:,Ob- sérvese que,tedasvías re'a}izaCiohés.consideradas "son' atríbuídas a ta burguesía "solamente,' queesmásde lo que 'muchos economis- tas netamente burgueses .se atreverían a afirmar. 'Es esto' cuanto ha querido decir en, lw frase del texto, .10. cualdíñere notablemente de las opíníones del .marxísrno vulgar: demuestros días. o- de Ias neyittldes-, que arrancan de VEBLEN y que muestran muchos radí- culos modernos no, marxistas. " " 2 '1
  • 37. 18 DIEZ GRANDES ECONOMISTAS muchas cosas que el propio MARX no habría estado dispuesto a aceptar voluntariam·ente. Pero, indudablemente, se vió apoyado por la misma, y fué más fácil para éJ adoptarlo, gracias a aquella percepción de la lógica or-gánica de las cosas a la cual su teor-ía de la Historia le confirió una ex- presión. Los hechos sociales revestían para él un cierto orden, y pese a cuanto compartiera en algunos momentos de su vida la mentalidad del conspirador de café, su verdadera personalidad despreciaba esas cosas. El socialismo no fué para él una obsesión capaz de borrar todos los demás colo- res de. la vida y de crear un odio o un desprecio insano y enfermizo hacia otras civilizaciones. Y en esto reside, más que en cualquier otra cosa, la justificación para el título que reclamó para su tipo de pensamiento socialista y de voluntad socialista, ligados entre sí por la fuerza de su po- sición fundamental, es decir, el título de Socialismo Cíen- tífico.. 11. - MARX, SOCIÓLOGO Tenemos que hacer, ahora, una cosa que disgusta muchí- simo a los creyentes. Corno es natural, ellos se ofenden ante cualquier aplicación del frío análisis a 10 que para ellos es la auténtica fuente de la verdad. Pero una de las cosas que más les disgustan es el que se divida la obra de MARX en partes resueltas para discutirlas separadamente. Ante tal proceder suelen reaccionar diciendo que ello es una prueba evidente de la incapacidad del burgués para comprender el resplandor del todo, cuyas- partes se complementan y expli- can recíprocramente, de tal modo, "que el verdadero signifi- cado desaparece tan pronto como cualquier parte o aspecto se examina aisladamente. Sin embargo, no podemos 'obrar de otro modo. Al cometer semejante ofensa y pasar a con- siderar a MARX como sociólogo, después de haber tratado a MARX como profeta, 110 quiero denegar l1i la presencia de una unidad de visión social que consigue dar en cierta me- dida unidad analítica a su obra, y más aún una apariencia . . . . . . . ,' I e ,~~ '.. •• • .... ~ • .: '.. 't :' !" .. ... -, '1 •
  • 38. 19 tlt~ unidad, ni el hecho de que cada parte de la misma, por independientes que sean intrínsicamente, fué. relacio- nada por su autor con todas las demás. Además subsiste la suficiente independencia en cada provincia de este vasto reino para permitir que el estudioso acepte los frutos de sus esfuerzos en una de ellas mientras rechaza los demás. En semejante proceso se pierde buena parte del encanto de la fe, pero algo se gana salvando verdades importantes y esti- mulantes que poseen por sí mismas mucho mayor valor del que tendrían si estuvieran unidas a un naufragio sin espe- ranza. Esto se aplica en primer lugar a la filosofía de MARX) de la cual podemos prescindir de }lna vez por todas, Con su instrucción alemana y con su mentalidad especulativa no debe sorprender que poseyera una sólida formación y un apasionado interés por la Filosofía. La filosofía pura, del tipo alemán fué su punto de partida y el amor de su juventud. Durante cierto tiempo, incluso, creyó que esa era su verdadera vocación. Fué un neohegeliano, lo cual signi- fica aproximadamente que si bien aceptaba las opiniones y los métodos fundamentales de su maestro, él y su grupo eliminaban y reemplazaban, por otras opuestas, las inter- prctaciones conservadores de la filosofía de HEGEL, deriva- das y aceptadas por muchos de sus otros seguidores.. La citada formación filosófica se muestra en todos sus escritos siempre que existe un pretexto para ello. No debe sorpren- der que sus lectores alemanes y rusos, con similar formación e inclinación mental, tiendan a destacar primordialmente este elemento y a convertirlo en la clave del sistema. ' Creo que esto es un error y a la vez una injusticia hacia la capacidad científica de MARX. Es cierto que durante toda su vida se mantuvo- fiel a su primer.amor, Le compla- ('ían ciertas analogías formales que pueden señalarse entre ~iltS razonamientos y los de HEGEL. Consideró gustoso la posibili<lacl de dar fe de su hegelianismo adoptando la fra- ~,l 'c.1(.~~ ín. Bml.tOTfCA Of u FACU1-TAD DE CIENCIAS FGONfM'C~" 'rofelOl Emériro Dr. ALfREDO L. PAlACICJS
  • 39. DIEZ. GRANDES ECONOMISTAS Pero esto es todo. En ningún momento subordinó la cienci.a positiva a la metaffsica. Estas cosas las proclamó él miS1l10 en el prefacio a. la segunda edición del volumen I de Das Kapiiol; y 10 que allí afirmó es cierto, y no cabe encon- trar una prueba en contrario, ya que .analizando sus razo- namicntos puede comprobarse que siempre descansan sobre los hechos socinlos, e iguulmente que las verdaderas fuentes de sus proposiciones 110 residen en el dominio de. la Fi1o- sofía. Como l~H nutural t los comentarios y críticos que par- tieron también del lado filosófico fueron incapaces de darse cuenta <1l' esto, torln Vl'Z que carecían de los conocimientos necesarios uccrcn <1<.' 'las ciencias sociales implicadas. Por otra parte, la propl'l1sil>l1 natural del constructor de sistemas filosóficos, les incupucitnhn para toda interpretación que no partiera (le alg ú 11 pri uci pio filosófico, Por esta razón acaba- ron por encontrar filosofía incluso en la mayor parte de las simples uf 1'1 unc-iones sobre cuestiones de pura experiencia económica, cnrutuinnudo (le este modo la discusión por vías erróneas y cuguñando simultáneamente a amigos y ene- migos. Mxnx, corno sociólogo, emprendió su tarea con 1111 equipo intelectual que consistía principalmente en un extenso co- nocimiento de los hechos históricos y contemporáneos. Su conocimiento de estos últimos. fué siempre un poco anti- cuado, debido a que era un lector voraz en extremo, por 10 cual los materiales fundamentales, no comprendidos en los periódicos, llegaban a su conocimiento con cierto retraso. Pero difícilmente le escapó 'ninguna. obra histórica de su tiempo que tuviera importancia o amplitud general; aun cuando no se pueda decir 10 mismo con respecto a buena parte de la literatura monográfica. Si bien no es posible alabar 10 completo de su información en este campo en la proporción en que más adelante ensalzaremos su erudición en el campo de la teoría económica, fué capaz de ilustrar sus visiones sociales, no sólo mediante amplios frescos his- tóricos, sino también con numerosos detalles, la mayor parte de los cuales, en 10 que .respecta a su autenticidad, estuvie- .,' I
  • 40. I(AlfI. MAHX 21 rOI1 por encima del nivel alcanzado por otros sociólogos de su tiempo. Estos hechos los abrazaba con una mirada que atravesaba las irregularidades de la superficie para llegar a la grandiosa lógica de los hechos históricos. Y en esto no había solamente pasión, ni tampoco.. únicamente, impulso analítico: existían ambas cosas. Y el resultado de.su tenta.- tiva para formular aquella lógica, la llamada Interpretación Económica de la Historia (4), es, sin duda, una de las ma- yores contribuciones individuales de la Sociología hasta nuestros días. Ante la misma se hunde en la insignificancia la cuestión de si tal contribución fué o no enteramente ori- ginal y la de hasta qué punto deba atribuirse cierto mérito a sus predecesores alemanes y franceses. La Interpretación Económica de la Historia no significa que los hombres sean, consciente o inconscientemente, im- pulsados por. motivos económicos. Por el contrario, la ex- plicación del papel y del mecanismo de los motivos no eco- nómicos y el análisis de la forma en que la; realidad se refleja en la psiquis individual es un elemento esencial de teoría y: una de sus aportaciones más importantes. JfARX no sostuvo' que las religiones, metafísicas, escuelas artísticas, ideas éticas y decisiones políticas pudieran reducirse a motivaciones económicas o carecieron de importancia. Tan s{)10 trató de revelar las condiciones econámicas que las ori- ginan, informan y que cuentan en su auge y en su caída.. ]~l conjunto de los hechos y de los argumentos expuestos por MAX WEBER (5) encajan perfectamente en el sistema de MARX. $ Los grupos y las clases sociales y la forma en que estos g-rupos o clases se explican su propia existencia, situación y conducta fueron, por supuesto, 10 que le interesó en (4) Publicada por vez primera en él violento ataque a la obra de PROUDHON, Philosophie de la Misere, titulado Das Elend aer Philosophie, 1847. Otra versión fué incluída en el Manifiesto co- munista, 1848. (5) 'Lo anterior se refiere a las investigaciones de WEBER en el campo de la sociología de las religiones y especialmente a su t",moso estudio Die protestantische Ethik usui tier Geist des K api- taUsmus, reimpreso en la edición de sus obras completas. •
  • 41. 22 DIEZ GRANDES ECONOMIStAS I , .' mayor grado. Frente a los historiadores que aceptaron aque- llas a.ctitudes y sus correspondientes formulaciones verbales (las ideologías o, como habría. dicho J>ARETOJ las dérivaiionsv en su 'valor nominal y que intentaron' interpretar la realidad . social por medio de las mismas, adoptó una actitud de des- precio colérico. Pero si las ideas o los valores no fueron para él 'los primeros motores del proceso social, tampoco fueron simple humo. Si, se me permite emplear un simil mecánico, tenían en" el mecanismo social el papel de correas de trans- misión. No podemos detenernos aquí considerando el inte- resantísimo desarrollo de postguerra de aquellos principios' que. nos permitirían' explicar mucho mejor toda esta cues- tión" es decir, la Sociología del Conocimiento (6). Pero fué necesario decir todo 10 anterior porque MARX ha sido cons- tantemente mal interpretado a este respecto, Incluso su amigo ENGELSJ ante la tumba abierta de MARX} definió la teoría en cuestión afirmando que precisamente quería sig- nificar que los individuos y los grupos actúan primordial- mente estimulados por móviles económicos, 10 cual en varios aspectos importantes es falso y en 10' restante lamen- .tablernente trivial. y ya que tratamos de la cuestión podemos de pasada defender a MARX contra otra interpretación errónea: la in- terpretación econámica de la Historia ha sido denominada frecuentemente ·la interpretación' materialista. El mismo MARX la llamó de ese modo. Semejante frase aumentó lTIU- chísimo su popularidad entre algunos, mientras motivó en otros un aumento en su impopularidad. Pero carece por completo de significado. La filosofía de ~AR~ no es más materialista que la de HEGEL} y su teoría ,de la Historia no es más materialista de cuanto pueda .serlo cualquier otra .tentativa de explicación del proceso histórico que recurra (.6) El. término alemán correspondiente es, Wissenssoziologie, y los nombres más destacados a mencionar en esta conexión son los de MAx SCHELER y KARL MANNHEIM. El artículo de este último sobre el particular en el Diccionario alemán de Sociología (Hanau'orterbuch 'der Soziologie) puede servir como una intro- ducción. '
  • 42. los medios de que dispone. la ciencia empmca. Debería comprenderse que semejante interpretación es perfectamente compatible desde el punto de vista lógico con cualquier creencia metafísica. o religiosa, del mismo 'modo que 10 'es cualquier descripción física del mundo. La misma teología medieval ofrece' métodos mediante los cuales ,es posible es- tablecer la citada compatibilidad (7). Lo que la teoría dice realmente puede ser expresado con las dos proposiciones siguientes: ,1. 0 Las formas o condicio- nes de la .producción son los determinantes fundamentales de, las estructuras sociales, las cuales, a su vez, originan actitudes, acciones y civilizaciones. MARX ilustró su idea 'con su célebre frase de que el «molino de mano» creó socie- dades feudales y el «molino de' vapor» sociedades capitalis- tas. Esto acentúa el elemento tecnológico de manera peli- grosa, pero puede aceptarse teniendo en' cuenta que la simple tecnología. no lo, es todo en tal afirmación. Vulgari- zando un poco el argumento, aun cuando debamos reconocer que al hacerlo perdemos .buena parte del significado, pode- mos decir que nuestro trabajo cotidiano es 10 que forma nuestros, espíritus, .y que es nuestra situación dentro del proceso productivo 10 que determina nuestra 'visión de las cosas ~ o el lado que vernos de las cosas - y el espacio social que podemos dominar. 2. 0 Las formas de producción poseen su lógica propia; es decir, cambian de acuerdo con necesidades inherentes a las mismas, de manera que engen- dran sus sucesoras mediante su propia evolución. Utili- .zando el mismo ejemplo de 'MARX} podemos decir que el sistema caracterizado. por el «molino de mano» crea una situación económica y social en la cual la. adopción de un método mecánico de molienda se convierte en una necesidad práctica. que los individuos o los grupos son impotentes para alterar. El auge y elfuncionamiento del «molino de vapor», (7) He conocido a varios radicales católicos, entre ellos un sacerdote, todos católícos devotos, que adoptaban este punto de ,vista y que de hecho se declaraban marxistas en todo salvo en las Cuestiones que afectaban a su fe. !ChaL 1Vf.IRX 23
  • 43. 24 ~ DIEZ GRANDES ECONOMISTAS . a su vez, crea nuevas funciones y situaciones sociales, nue- vos grupos y nuevas actitudes, que se desarrollan e influyen mutuamente de tal modo que rebasan los' límites de su propia estructura. Aquí tenernos, entonces; al elemento pro- pulsor que es responsable, en primer lugar,.. de todos los cambios económicos, y COTI10 consecuencia de esto, de cual-. quier' otro ca~bio social; un elemento propulsor cuyo' mo- vimiento 110' requiere ningún impulso ajeno al mismo. Es indudable que ambas proposiciones contienen una gran parte de verdad y que son, como podremos comprobar en diversas fases de nuestra exposición, .unas hipótesis de· valor incalculable. La mayor parte de las objeciones co- rrientes fallan por completo, como, por ejemplo; aquellas que recurren a la influencia de factores éticos o religiosos, o la que expuso EDUARDBERNSTEIN, quien con deliciosa sen-o cillez afirmaba que «los' hombres tienen cabeza» y que, por 10 tanto, pueden obrar como quieran. Después .de 10 que- hemos dicho más arriba apenas eSI necesario señalar la fragilidad de semejantes argumentos: por supuesto los hom- bres «eligen» el curso de su acción y de su obrar, el cual no, les es impuesto por los factores objetivos que comprenda. su medio ambiente, pero eligen, desde puntos de vista, ow- niones y .propensiones que no forman otro conjunto inde- pendiente de factores, sino que son modelados por los factores obj etívos. + Sin embargo, subsiste la cuestión de si la 'interpretación. económica de la Historia es algo más que una aproximación conveniente de la que cabe esperar funciones menos satis':', I factorías "en algunos, casos de. 10 que 'pueda hacerlo en otros. Es necesario .consíderar una limitación evidente desde- el principio. Las estructuras soclal~s, Íos tipos. y las actitu- · des son. monedas que una v-ez' acuñadas no se funden fácil.. mente. Una vez formadas persisten, probablemente, durante siglos, y toda 'vez que las diferentes estructuras y tipos 'muestran en distinto grado esta facultad de supervivencia, 'casi siempre podremos observar que la' conducta real dé grupos y naciones se separa en mayor o en menor medida.
  • 44. , I KARL MARX I de cuanto, deberíamos esperar si tratásemos de deducir dicha 'conducta en la fOr111a dominante del proceso productivo. I Aun cuancio esto se aplica con carácter general, se advierte con mayor claridad cuando una estructura. muy duradera se transplanta enteramente de un país a otro. La situación social. creada en Sícilia por la conquista de los normandos. puede/servir de ejemplo. Msnx no .olvídó estos hechos, pero- difícilmente llegó a comprender todas sus implicaciones. Existe un caso análogo cuya significación es todavía. I más jmportante. Consideremos la aparición del tipo feudal 1 • depropiedad agraria en el reino, de los Francos durante los siglos VI y VII. Se trató, ciertamente, de un importante acon- tecimiento que dió forma a la estructura social durante va- rios rsiglos y que tamb{éninjluy6 sobre las condiciones de- laproducci6nJ comprendidas las necesidades y la técnica.. - Pero su interpretación más simple puede encontrarse en. el hecho de que familias e. individuos. que habían ejercido an.. teríormente funciones de mando militar, se transformaron' _(conservando, sin embargo, las citadas funciones) en señores. territoriales después de la conquista definitiva del nuevo- territorio.. Esto no. encaja. muy perfectamente en el esque-· t . ma marxista, e incluso podría ser interpretado de tal roa- . nera que apuntara en dirección opuesta. Sin. duda. e~ posible· solventar .105 problemas originados por hechos o fenómenos: similares mediante hipótesis auxiliares; pero la necesidad. de recurrir a hipótesis auxiliares suele ser habitt1~lmente el comienzo del fin de una teoría. Muchas otras dificultades que surgen al intentar inter- pretaciones históricas empleando los' esquemas' marxistas. pueden ser resueltas admitiendo, en cierta medida" la exis-' tencia de' una dependencia recíproca entre la esfera de la. i producci6n y otras esferas de la vida, social (8). Pero el encanto de la verdad fundamental que rodea a aquel .esque- ma depende' precisamente del rigor y sencillez de la relación' (8) . En la última fase de su vida, ENGELS 10 .admitió' franca-- mente. YI más lejos aún, en esta dirección, negó /~LEKHANOV. ,1
  • 45. 26· DIEZ GRANDES EOQNOMISTAS unilateral que proclama. Si esto. se pone en duda, la inter- pretación económica de la Historia debe reducirse a ocupar el papel y a alinearse juntamente, con otras proposiciones análogas - como una de tantas verdades parciales - o si no ceder el paso a otra que exprese 'una verdad más funda- ·mental. Sin embargo, no por esto queda disminuído ni su categoría como obra ni su utilidad como hipótesis de trabajo. Por supuesto, para el creyente se trata simplemente de la clave para todos los secretos de la Historia de la Huma- . nidad. Y si a? veces nos sentimos inclinados a sonreír ante -algunas aplicaciones casi ingenuas de la misma, debemos recordar siempre a qué,'clase de argumentos sustituyó. In- cluso la desventurada hermana de la interpretación econó- 'mica de la Historia, la Teoría Marxista de las Clases Sociales, aparece bajo tina luz más favorable tan pronto -como tenemos' esto en cuenta. Una vez más, 10 primero que hemos de registrar es una .importante contribución. Los economistas han sido extra- ñamcnte lentos en el reconocimiento del fenómeno de las clases sociales. Desde luego es, cierto que siempre distin- guieron en clases diversas a las personas cuya intervención motiva los procesos objeto de su. análisis. Pero tales clases 'no eran más que conjuntos de individuos que poseían una determinada característica en común: así, algunos indivi- duos fueron clasificados corno terratenientes o como obre- . ros, porque poseían tierras o vendían los servicios de su tra- bajo. Las. clases sociales, sin embargo, no son entes ima- ginados por el observador en sus, clasificaciones, sino entes vivos que existen como a tales. Y su existencia entraña -consecuencias que son enteramente ignoradas si se recurre" .a un esquema que contempla la sociedad cómo si fuera una .asamblea ~ amorfa de individuos o familias. Todavía está por decidir la importancia exacta del fenómeno de "las clases en la investigación del campo de conocimientos de la teoría económica pura. Sin embargo, está fuera de toda "discusión -que tiene gran importancia para muchas aplicaciones prác-
  • 46. KARL MARX 27 'ticas y para todos los aspectos más amplios del proceso so- cial en general. Hablando en sentido figurado, podemos decir que las clases sociales hicieron su aparición en la famosa propo- sición contenida en el Manijiesio Comunista) que afirmaba que la historia de la sociedad es la historia deJa lucha de clases. Por supuesto, esto equivale a expresar dicha propo- sición en su .forma más radical. Pero incluso si reducimos su alcance a la proposición de que los hechos históricos pueden ser interpretados" frecuentemente en términos' de intereses y'. actitudes' clasistas y de que las estructuras de clases existente? son siempre un factor importante en la interpretación histórica, subsiste todavía lo suficiente para que podamos hablar de una concepción casi tan valiosa como lo fué la propia interpretación económica de la His- toria. 1 Claro está que el éxito en el camino de avance, abierto por el principio de la lucha de clases, depende de la validez "de la teoría particular de las clases que adoptemos. Nuestra visión de la Historia y todas nuestras interpretaciones de las formas culturales y el mecanismo del cambio social serán distintas según elijamos, poi ejemplo, la teoría racial de las clases sociales, y al igual que ,GOBINEAU reduzcamos la 'historia humana a la historia. de las luchas raciales o "la ~eo­ ría de las clases inspirada en la división del trabajo, como hicieron SCHMOLI~ERy DURKHEIM) reduciendo el antagonismo de las clases en antagonismos entre los intereses de los dis- tintos grupos profesionales. Y ta111pOCO se limita el campo de las posibles diferencias en el análisis al problema de la naturaleza de las clases. Cualquiera que sea nuestra opinión acerca de la cuestión, surgirán diferentes interpretaciones a consecuencia de distintas definiciones del interés de clases (9) y de las distintas opiniones sobre la forma en que (9) El lector se dará. cuenta de 'que las opíniones individuales acerca de 10 que son las clases y sobre lo que provoca su existencia no bastan para determinar cuáles sean los intereses de esas clases . y cómo obrará cada clase con respecto a lo que «ella» - sus diri- gentes por ejemplo, o sus miembros - considere o sienta, a largo
  • 47. 28, DIEZ GRANDES ECONOMISTAS· se manifiesta la acción clasista. La cuestión que nos, ocupa sigue siendo un avispero de prejuicios 'Y puede decirse que apenas ha. llegado a U11 estadio científico. Es curioso que ]!rAHX nunca, que nosotros sepamos, ela- boró de manera sistemática 10 que sin duda fué 'uno de los. pivotes de su pensamiento. Es posible que' aplazara la tarea hasta que fné dcmasindo tarde, precisamente porque pensa- ba tanto en tóriuinos de clase hasta el punto que no' creyó necesario molestarse en elaborar una formulación definitiva. Es igualmente posible que algunos' de los puntos de la mis- TIla perrnanccierun Hin resolver en su propia mente, y que su camino hacia una tuorín completamente desarrollada de las clases sociales qucdnrn obstruídc pos las dificultades creadas por 61 1111,S11 10' al insistir en una concepción del fe- nómeno puramente económica y excesivamente simplifi- cada. Tanto 61 C01110 sus discípulos, ofrecieron aplicaciones de su teoría incouuilcta a Iormus particulares, de los cuales su propia Hístoria. de la. iucha de clases en Francia es el ejemplo ntllS destacado (r o). Aparte de esto no se ha alean- zado ningún progreso. real. La teoría principal de sus segui- dores, }~NGl~r.,S) pertenecía a las inspiradas en la división del trabajo y era esencialmente no marxista en sus implicacio-· nes. Si prescindimos de esto no quedan. más que detalles. sueltos y apercus - algunos. de ellos de sorprendente ftler- za y brillantez -' diseminados en todos los escritos del maestro, singularmente en Das Kapiial Y en el 111an,ifiesto Comunista. o a corto plazo, errónea o correctamente, ser su interés o intereses. El problema del interés de grupo está de por sí plagado de espinas y de trampas, completamente independientes de la naturaleza de los grupos estudiados. . (10) otro ejemplo viene dado por la teoría socialista, del. im- perialismo, que más adelante consideramos. La interesante tenta- tiva de o. BAUER de interpretar', los antagonismos entre las díver- sas razas que existían en el Imperio Austro-Húngaro como una lucha de clases entre capitalistas y obreros (Die Natiotuüitiiten- traae, 1905), merece también ser mencionada, aun cuando la habi- lidad del analista sólo sirve para poner de manifiesto la inadecua- ción del instrumento. ·
  • 48. KAH~ MAHX 29 La tarea de ensamblar los referidos fragmentos es deli- cada. y no puede ser abordada aquí. Sin embargo, la idea básica es suficientemente clara. El principio de estratifi- cación consiste en la propiedad o en la exclusión de la. pro- piedad, de los medios 'de producción, tales como fábricas, ma- quinariavmaterias primas y los bienes de consumo que entran en el presupuesto del obrero. Tenemos así, fundamentalmen- te, dos y tan sólo dos clases sociales: los propictarios-s-capi- talistas-y loe que no son propietarios, los cuales están obli- gados a vender su trabajo: la clase trabajadora o proletaria- do. La existencia de grupos intermedios, tales como son los formados por campesinos y por artesanos qu~ emplean traba- jadores pero que también realizan labores manuales, j or los oficinistas o por quienes ejercen profesiones, liberales, no se niega por supuesto; pero son tratados como anomalías que tienden a. desaparecer en el curso del proceso capitalista. Las dos' clases fundamentales son, gracias a la. lógica de su posi- ción,' y con completa independencia de cualquier voluntad in- dividual, esencialmente antagónicas. Dentro de cada clase pueden existir escisiones, así como tienen lugar colisiones entre los .subgrupos, susceptibles de poseer una importancia histórica decisiva. Pero en última instancia tales escisiones y colisiones son incidentales. El único antagonismo que no es 'incidental, sino inherente a la estructura de la sociedad capitalista se funda. en el dominio privado de los medios de producción: la verdadera naturaleza de la relación entre la clase capitalista y el proletariado es la lucha, la. guerra de clases. . Corno VerelTIOS en seguida, MARX trata. de demostrar cómo en la guerra de clases los capitalistas se destruyen unos a otros y que finalmente destruirán al sistema capita- lista igualmente. También intenta demostrar que la posesión de capital lleva a una mayor acumulación. Pero este tipo' de, ,razonamiento, al igual que la definición. que convierte la posesión de algo en el carácter constitutivo de una clase social, sirve únicamente para incrementar' la importancia de la cuestión de la «acumulación primitiva», es decir, de la